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2015: ¿Año para el olvido?

“Este año es para el olvido”, escuché decir a un muy apesadumbrado productor por la severa crisis que aqueja a su sector -otrora uno de los más pujantes del país- sumido hoy en una situación desesperante en grado sumo por la tormenta perfecta que enfrenta: baja de precios internacionales, caída de exportaciones, pérdida del mercado interno, subida de costos y disminución de ingresos, colocándolo al borde de tirar la toalla.

¿Debería ser el 2015 un año para el olvido? De ninguna forma. Si no asimilamos la dura lección sufrida en el sector externo, seguirán los mismos yerros y mucha más gente sufrirá. Incluso las bajas cotizaciones que nos afecten negativamente -no controlables, al ser “tomadores de precios”- nos deben interpelar seriamente: ¿qué hemos hecho durante más de una década para superar la incompetitividad sistémica de la que adolece el país?

¿Qué estamos haciendo para que cuando los precios en el mundo caigan no signifique ello una baja permanente de nuestras exportaciones -perdiendo mercados externos- y una subida de las importaciones -perdiendo el mercado interno- que puedan llevar al cierre de empresas y a tener gente en la calle reclamando o empleándose en el sector informal?

El IBCE propuso recientemente algunas ideas, que bien merecerían ser consideradas:

¿Cómo expandir nuestras ventas externas? Liberalizando, facilitando y promoviendo las exportaciones no tradicionales; repriorizando la inversión pública en infraestructura logística y facilitación del comercio exterior a fin de disminuir el sobrecosto de un país enclaustrado; abriendo y consolidando buenos mercados externos; ajustando la política salarial a la realidad del sector productivo, para bajar costos; garantizando la seguridad jurídica y la institucionalidad para las empresas formales, y la legalidad y la transparencia en las entidades públicas y privadas; aminorando el negativo impacto de la apreciación cambiaria con políticas que mejoren la competitividad sistémica del país.

¿Cómo recuperar el mercado interno, para la producción nacional? Aplicando medidas de salvaguardia para paliar el perverso efecto de la devaluación y depreciación de las monedas en países vecinos; enfrentando de forma integral y frontal el contrabando y la defraudación fiscal; ampliando el número de contribuyentes, facilitando su formalización; resolviendo el problema que supone el Despacho de Importación de Mínima Cuantía y el Tráfico Vecinal Fronterizo que al estar distorsionado, alienta el contrabando hormiga.

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 13de enero de 2016

Buscando la verdad
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Referéndum: Crítica a un artículo progresista

En un reciente artículo publicado por el sitio RT, Juan Manuel Karg intenta retratar el escenario económico y político previo al próximo referéndum boliviano introduciendo muchas imprecisiones y medias verdades que no se pueden pasar por alto.  En los siguientes puntos, resumo mi crítica al respecto:

En primer lugar, si bien el proyecto de reforma de la Constitución Política del Estado que será puesto a consideración en el referéndum de febrero está dirigido a habilitar a los actuales mandatarios del Estado a participar en las elecciones en 2019 y no de manera indefinida, conviene que sepa el extranjero “progresista” que opina sobre Bolivia  que ya antes (en octubre de 2008) el Presidente prometió no postularse a una reelección habiendo faltado a su palabra (Véase: http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2013/0227/noticias.php?id=87493).  Por tanto, la lectura de los medios de comunicación del continente está basada no en una mala intención sino en una ausencia de credibilidad del líder del trópico cochabambino.

En segundo lugar, a medida que pasan los días, el ministro del área económica y su equipo se van quedando solos con la cantaleta de que los logros de la gestión se encuentran principalmente en las variables macroeconómicas, de las más estables del continente, y hasta uno de los analistas más afines al gobierno acaba de desmarcarse admitiendo que la causa fundamental del auge económico boliviano fueron los precios internacionales de las materias primas (Véase: http://www.paginasiete.bo/opinion/2016/1/5/que-paso-puede-pasar-economia...).  Es más, el Plan Nacional de Desarrollo 2016-2020 recién aprobado (cuyo proceso de elaboración habría durado más de cuatro años, en los cuales el país deambuló sin norte ni destino) no es más que un mal instrumento de campaña para el próximo referéndum porque sólo representa un conjunto de buenos deseos supeditados a deuda externa onerosa a contraer y créditos internos a carcomer las cada vez menores reservas internacionales netas.  En estas circunstancias, a pesar de que, hasta el presente, la propaganda gubernamental parece haber posicionado muy bien un discurso económico triunfalista, éste podría estar a punto de desmoronarse cual castillo de naipes ante la fuerza de la realidad, poniendo en cuestión la presumida capacidad para gestionar la economía a la que se refiere el vicepresidente en una entrevista mencionada en el artículo donde presenta a Bolivia como un ejemplo a seguir por otros gobiernos de la región ubicados en la izquierda política.

En tercer lugar, el autor de la nota se esfuerza por presentar los resultados de las elecciones de 2014 y recientes encuestas realizadas por una consultora y un canal televisivo funcionales al gobierno como prueba suficiente de que la suerte ya está echada a favor del actual régimen. No obstante, en una muestra de notoria parcialidad excluye de su análisis las cifras catastróficas del reciente referéndum sobre los estatutos autonómicos. Esta sesgada forma de ver las cosas no es casual ni mucho menos pues es bastante probable que el columnista sepa que, a diferencia de lo que ocurre en las elecciones nacionales,  subnacionales y locales, donde el voto rural vale más que el urbano, en el referéndum cada persona será un voto. Todo esto pone cuesta arriba las aspiraciones del gobierno que se verá obligado a competir de igual a igual con una oposición que  dejado de asentarse en las figuras de los políticos tradicionales a quienes ha empezado a atacar con la mayor vehemencia. Sin embargo, ni los jerarcas de turno ni el desinformado ensayista parecen haberse dado cuenta de que ahora la lucha tendrá que ser contra un movimiento ciudadano que ya no responde a los cánones del pasado, sino más bien a nuevos íconos como “Petardo”  que reflejan los remozados ideales del pueblo. 

Para concluir, con relación a la conjeturada exitosa gestión del gobierno ante la Corte Internacional de La Haya, como he argumentado en una contribución anterior (Véase: http://oxigeno.bo/node/11189, tal vez el autor del artículo debiera preguntar al “binomio estrella” cuál será el mejor resultado posible en este caso, teniendo en cuenta que aun cuando la Corte obligue a Chile a negociar con Bolivia una salida soberana al mar, no queda claro ni el tiempo que tomará una resolución definitiva de este problema ni a cambio de qué se dará la misma.

* Economista

 

 

Minergia
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Que no hay oposición?, que no hay programa?

Los principales voceros gubernamentales, a la cabeza del Vicepresidente, cansinamente machucan ante la opinión publica un viejo sofisma: “No hay oposición! No tienen proyecto, no tienen programa país”.  Y con esa perorata están ya más de diez años. Según un estudioso del MAS, esa consigna surgió ante la necesidad que a la oposición boliviana no solo había que derrotarla física y organizacionalmente (asalto de prefectura en Cochabamba, Huanuni, Porvenir, Kalancha, caso terrorismo, Hotel las Américas, exilios y encarcelamientos) sino también moral y espiritualmente.

Y para ello había que machacar con su “no existencia”, con su incapacidad, con su aislamiento y con su insignificancia. Reducirlas a nada en su propia mente, repetir tanto hasta que ellos, los opositores, la asuman como una verdad, como una realidad indiscutible. No hay mejor victoria para un verdugo, que su subyugado asuma como propias su desgracia y su destino de ser dominado.

Y si uno revisa los últimos años comprobará que la mayoría de periodistas y analistas independientes como la mayoría de los líderes y voceros de la oposición, repiten como loros que no hay oposición, que no hay programa, que no hay ideas nuevas, que no tienen propuestas. Repiten con “maestría” lo que “el amo” les inculcó. En el caso de los líderes y voceros de opositores, dan cumplimiento al objetivo del dominador. En el caso de los periodistas y analistas independientes hacen de martillos para anclar una “verdad” no comprobada. De esta manera, por un lado y otro, contribuyen a la sensación y la idea que solo hay un partido y una sola propuesta que puede dirigir y pensar en Bolivia: el MAS y sus líderes.

¿Es esto verdad? En un coloquio con analistas políticos, todos coincidieron en que las afirmaciones de los ideólogos del Gobierno lograron, en parte, su efecto, pero que, analizando en detalle, son medias verdaderas. ¿Por qué fue un logro? Primero se debe partir de la constatación que la oposición fue derrotada políticamente en varios momentos ya por aciertos del gobierno o ya, las más de las veces, por desaciertos propios. La oposición no supo leer el momento histórico de agotamiento del periodo neoliberal y de las ansias de cambio que soplaban en Bolivia y América Latina. Cambios que aparecían como novedosos y revolucionarios: empoderamiento de los movimientos sociales, sed de ajuste de cuentas, desinstitucionalización, obrismo deslumbrante, estatismo, centralismo, caudillismo y promesa del paraíso socialista donde la pobreza, la exclusión, la corrupción y la injusticia serían erradicadas. En este contexto, las fuerzas oficialistas lograron imponer, en el imaginario de la opinión pública, que la oposición no existía o si existía era débil y carente de propuestas.

¿Por qué es media verdad?. Una cosa, dicen los expertos, es que la oposición haya sido derrotada, otra que haya sido aniquilada. Una cosa es que los vientos dominantes hayan estado en favor de los movimientos populistas, otra es que hayan sido los únicos ventarrones. Haciendo una revisión de los últimos diez años, encontraremos algunos hitos que demuestran que la oposición, en sus diversas expresiones, no estuvo ausente y que, en su peor aleteo, supo sobrevivir y sacar fuerzas para no solo sentar presencia sino influir en la agenda nacional en asuntos y momentos determinantes. Veamos. 

2008: reforma de más de cien artículos de la nueva CPE que impidió una copia a rajatabla de la CPE chavista y catalana. 2010: defensa del TIPNIS y desenmascaramiento del régimen en su dimensión étnica y pachamamista. 2011: derrota de la oficialista Jessica Jordán en elecciones a gobernación en el Beni. Ese mismo año, derrota en la elección de magistrados por voto popular imponiéndose los blancos y nulos impulsados por la oposición. 2012: derrota del oficialismo para la Alcaldía de Sucre. 2013-2014: se cae el caso terrorismo con los exilios del entonces senador Roger Pinto, del Fiscal Marcelo Soza y el asesinato de Analy Huaycho en manos del capitán Jorge Clavijo principal involucrado en la matanza del hotel las américas. Estos hechos abrirán las dudas de si en Bolivia se vive realmente un Estado de Derecho o una democracia de baja intensidad. 2014: a finales del 2013 Pagina Siete hace las primeras denuncias sobre indicios de corrupción en el Fondo indígena que será la punta de lanza para que, luego, el entonces dirigente campesino y hoy diputado Rafael Quispe, destape uno de los fondos de corrupción más escandalosos a nivel gubernamental. 2015: derrota del oficialismo en 8 de las 10 principales ciudades de Bolivia en las justas autonómicas de marzo. En esas elecciones se evidencia que el MAS ya no es más el hegemónico en el área rural. El mismo año, en octubre,cinco departamentos de occidente le dicen NO a los estatutos impulsados por el MAS.

En todo caso, la oposición en todas sus vertientes no es consiente o no quiere asumir que, a pesar de su derrota, existe y, a veces, son ellos mismos los responsables de su infravaloración. Por otro lado, aún no han demostrado voluntad de ponerse, creativa, imaginativa y modernamente a la altura de los desafíos que se avecinan porque siguen aferrados a prácticas caudillistas, aislacionistas y confrontacionistas. En marzo del 2015 el país dio su voto para sembrar la emergencia de nuevos liderazgos. Las propuestas de país no hay que buscarlas en marte, están en el día a día de la gente que ya muestra cansancio de la confrontación, del “yo le meto no más”, de la descalificación del rival, de las obras megalómanas insostenibles que descuidan lo básico, de la falta de libertad de expresión, del despilfarro, la corrupción y del sojuzgamiento de la institucionalidad estatal al servicio de un solo partido y personas.

Ivan Arias Duran

Ciudadano de la Republica Plurinacional de Bolivia

Serotonina
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El gran farsante al desnudo

Aquél 2 de abril del 2000, la joven Amira Muci se paró en la rueda de prensa que iba a ofrecer el comandante Hugo Chávez Frías en la ciudad de Maracay, y en nombre de sus 20 colegas periodistas, con un gran aplomo, le dijo:

"En vista de su reiterada actitud de irrespetarnos al considerar que nuestras preguntas son irrelevantes, que nuestras preguntas son nimiedades, nosotros, como profesionales de la comunicación, serios, conscientes del deber que tenemos que cumplir, que no es otro que informar la verdad, hemos decidido no plantearle ninguna pregunta en la tarde de hoy".

Chávez que recién empezaba a gobernar y ya ofrecía “plomo verbal” a sus opositores, pasó del color rojo al amarillo pálido y se marchó. Aparentemente ahí tomó su decisión de tener su prensa propia y aplastar a la prensa libre de #Venezuela. Con el empeño de un orfebre compró televisoras, radioemisoras, diarios, revistas para atiborrar al país con su inagotable verborrea para sus proclamas socialistas.

Todo lo demás es historia conocida. Sus propagandistas lo pusieron al lado (y muchas veces por encima) del gran Libertador Simón Bolívar. Le cambió el nombre al país, aumentó en una estrella la bandera, enderezó el cuello del caballo en el escudo nacional (según deseo de su hija menor), hizo que el himno nacional se cantara en todas sus estrofas. Y no le bastó.

Ebrio del poder y aclamado por los pobres, convertidos por él en medigos dependientes de los jugosos presupuestos nacionales (el precio del petróleo pasó de $12 a $143 en menos de 10 años), ordenó la exhumación del cadáver de Bolívar y nombró una comisión ministerial para que probara que el Libertador no murió de tuberculosis, sino asesinado por la oligarquía colombiana y el “imperialismo”...

Algunos creen que la grosera manipulación de los restos del Padre de la Patria tuvo que ver con alguna santería. A los efectos prácticos, lo que resultó fue un nuevo retrato del rostro de Bolívar hecho en una computadora por “expertos” que, casualmente, tiene muchos rasgos afines a Chávez.

Ahora que la Asamblea Nacional, por decisión mayoritaria del pueblo venezolano, está en manos de la oposición, su flamante presidente Henry Ramos Allup ordenó sacar de la sede parlamentaria todo lo que tenga que ver con Chávez y que se reponga el retrato original de Bolívar, el mismo que el propio héroe aprobó cuando le fue pintado en Lima, en 1826 por José Gil de Castro.

Esto ha bastado para que el chavismo eche el grito al cielo arguyendo que la oposición ha ultrajado la memoria de su “héroe” y del Libertador. El vicepresidente Aristóbulo Isturiz ha ordenado que se coloquen retratos de Chávez en todas las plazas y calles del país, donde las multitudes están más preocupadas que nunca en conseguir alimentos y medicinas, “gracias” a Chávez, destructor del aparato productivo del país con su socialismo del SXXI.

El “mito del comandante supremo”, “líder galáctico”, está empezando a desmontarse y a ello están contribuyendo periodistas que, como Thays Peñalver, publican libros, basados en testimonios del propio Chávez y de quienes actuaron con él y que lo muestran como un incapaz, montonero, indisciplinado, sin ningún mando de tropas y que sus mayores éxitos como uniformado los adquirió como animador de fiestas castrenses.

Realmente éste dicharachero audaz ¿honró el uniforme militar?, como asegura el actual ministro de Defensa, Gral. Vladimir Padrino López. Tengo mis dudas. ¡Ah! Lo que Peñalver revela sin tapujos es que fue un producto de Fidel Castro y su G2. Lo que el barbudo no pudo con las armas, lo logró con los votos, pero el resultado en la atribulada Venezuela es el mismo que en Cuba: desastre político, económico y social.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

Tierra Lejana
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Iglesia, homosexualidad y derechos humanos

Según el jurista argentino Alfonso Santiago, en la actualidad existe una consideración favorable del aporte de la religión y de las comunidades creyentes en los espacios de la vida pública (se refiere sobre todo a las comunidades cristianas y, en particular, a la católica). Por citar solo a dos (no precisamente entusiastas devotos), Mario Vargas Llosa y Jürgen Habermas se han pronunciado en este sentido. Sin embargo, tal consideración favorable parece ponerse entre paréntesis cuando se trata de debates en torno a la homosexualidad. La Iglesia pasa entonces a fósil, representante de tiempos pretéritos, con la rara obsesión de entorpecer el avance de sociedades dinámicas en su búsqueda de libertad. Y estaría a favor de la discriminación de quienes no adoptan la conducta sexual que considera apropiada. ¿Es esto así? Vale la pena examinar estos cuestionamientos.

Lo primero que debería recordarse es que la Iglesia Católica no discrimina a nadie por ningún motivo, ya que busca seguir la enseñanza de Jesús: se ha de amar a todos; ningún ser humano queda excluido de este amor.

La opción de cambiar de sexo o la conducta sexual no entra en consideración aquí. La Iglesia no rechaza a los homosexuales. Otra cosa es que esté convencida de que el sentido del sexo es de complementariedad varón-mujer. No se es antigay (homófoba) por el hecho de considerar la sexualidad desde la perspectiva de la familia y de la mutua donación en el matrimonio.

La Iglesia no condena a personas gays ni a transexuales. Es más, desde su punto de vista no hay “homosexuales” o “heterosexuales” o “bi” o “trans” o “queer”. Hay personas, y todas las personas pueden ser santas si aman a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismas. El catolicismo aborda los temas referidos al sexo con una perspectiva humanista y propone un proyecto de vida basado en valores, buscando el bien de las personas. Desde su visión, el estilo de vida homosexual no beneficia a la persona. Esta visión es compatible con resultados de estudios psicológicos, sociológicos y médicos; pero de ninguna manera se basa en tales estudios, sino en un marco de valores. Este marco (volvamos a subrayar) pone en el centro la dignidad de la persona, independientemente de su conducta sexual (o de cualquier otro tipo).

Respecto del “componente genético” que la Iglesia parece ignorar en esta discusión, recordemos que los estudios actuales son incapaces de afirmar que la homosexualidad tenga un fundamento biológico. En la misma comunidad gay hay quienes sostienen que es algo biológico, mientras que según otros la identidad sexual es una elección que uno mismo diseña. Es frecuente que en estos debates se apele a la ciencia como si ésta hubiera dado ya un veredicto unívoco y definitivo. Sin embargo, las condiciones en que se lleva a cabo la producción de conocimiento hacen que la ciencia rara vez favorezca perspectivas absolutas.

La Iglesia recientemente habría comunicado que una iniciativa en favor de cambios de identidad ocasionados por el previo cambio de sexualidad sería una expresión de neocolonialismo. Esto causó, por lo visto, alguna molestia. No sé si se justifica esta última (merecería otro examen), pero lo que no creo justo es el reciclaje de viejos ataques contra “la cruz y la espada”: —No hables de colonialismo porque tú participaste en uno hace varios siglos. Aunque el argumento es pobre, puede que no sea superfluo indicar que el Evangelio ha sido acogido por la población y es hoy parte de la identidad cultural de Bolivia. No fueron obstáculo los errores (incluso crímenes lamentados por la Iglesia) del pasado. No olvidemos que muchos evangelizadores se opusieron a los abusos de los poderosos (igual que hoy), exponiéndose a todos los riesgos. En nuestra mejor herencia se halla la oposición al abuso, también (pero no solo) al colonial.

Clásica Boliviana - Voces Católicas Bolivia
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Dakar, sus verdades

Sí. El rali Dakar es un peligro pero no precisamente por los daños que causa al medioambiente de los países por los que pasa.

Hasta el inicio de la versión 2016, la competencia era el blanco favorito de los ambientalistas locales o de quienes asumen pose de “verdes”. Se hacía hincapié en los daños irreparables a la flora de lugares tan sensibles como el desierto de Atacama y más de uno quiso demostrar el daño que también le causaría al Salar de Uyuni.

De pronto se supo que la Amaury Sport Organisation (ASO), que organiza anualmente la prueba, está en conversaciones con países africanos para que el rali vuelva a ese continente y las críticas menguaron. Y es que, de pronto, la posibilidad de perder esa competencia apareció ante nuestras narices y muchos comprendimos que las cosas no serían iguales sin ella.

Asumámoslo: ninguna campaña publicitaria logrará el efecto que tuvo el Dakar en los últimos tres años. El más grande ejemplo es el portentoso Salar de Uyuni que, aunque aparece cada vez más en revistas y documentales, dio un enorme salto gracias a la competencia, particularmente aquella versión que se corrió por sus orillas.

Entonces, ¿debemos aceptar al rali como un beneficio para nuestros países? Sí y no. Sí porque, indudablemente, ayuda a la promoción turística y no porque, desde el punto de vista medioambiental, efectivamente causa daño.

Pero aceptar a la competencia como un mal necesario no implica hacer berrinches al extremo de obligar a nuestros gobiernos a retirarse de la prueba. Chile y Perú lo hicieron y, aunque la ASO no se mostró afectada, reinició conversaciones con los gobiernos africanos. Claro… a nadie le gusta estar donde no lo quieren y, si las críticas suman, el rali se va y punto. Ya lo hizo antes, y más de una vez. Su recorrido original, que era de París a Dakar, cambió constantemente y, aunque la capital de Senegal era el supuesto punto final de llegada permanente, una vez terminó en Ciudad del Cabo.

Uno de los detalles que los criticones no toman en cuenta es que esta competencia no es precisamente deportiva. Antiguamente conocida como Rally Paris-Dakar, esta prueba es, más bien, una fábrica de billetes porque hay que pagar fortunas para participar en ella. Para que Bolivia sea parte del recorrido, el gobierno de Evo Morales dispuso de buenas cantidades y eso también le acarreó críticas, fundamentalmente de la oposición que no actúa precisamente en plan altruista sino eminentemente político.

La ASO no es una organización deportiva sino una poderosa multimedia que es dueña, entre otros medios, de los periódicos l’Équipe y Le Parisien, de Francia. No solo organiza el rali Dakar sino también el Tour de Francia, la Maratón de París, las carreras ciclísticas París-Roubaix y París-Niza y el Abierto de Francia de Golf. Que el raly Dakar pase por África o Sudamérica, que destruya flora y fauna sensibles o cause la muerte de personas, como la de los 24 pilotos o de esas 13 personas que nada tenían que ver con la competencia, es algo que le importa muy poco. Lo que verdaderamente le interesa son las enormes ganancias que la prueba genera.

Para regiones como Potosí, con atractivos desaprovechados, el rali Dakar es un mal necesario así que lo que habría que hacer es asumir medidas para evitar daños al medio ambiente.

Ponerse en otra pose, como exigir que ya no pase por nuestro territorio, significaría simplemente ahuyentar a la ASO que volvería a África o se iría a alguna otra región donde le paguen igual o mejor. Así de simple.

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

 

Surazo
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Nosotros contra las máquinas

“La próxima vez que critiques a tu madre porque no sabe manejar su celular, recuerda que ella te enseñó a sostener una cuchara”, dice ese sabio meme. ¿Meme? ¿Qué es eso? Es una de las nuevas formas de transmisión de conocimiento, de hecho una de las más básicas. Pasa que el rato que no nos dimos cuenta, mucho antes que este 2016 llegara, la tecnología se había vuelto un tema del cual hablamos día a día. ¿Se acuerda cómo era antes? Uno abría el periódico y había una sección de política, otra de economía, la de deportes en la contratapa o en su propio suplemento. Pero ahora, de tecnología hablamos en la mesa y en los tiempos cortos: “mi amigo se compró el iPhone 6S y su cámara hace time lapse”. “Mamá, con una Smart TV cambiamos de canal desde el celular”. “Me cambié a LTE y se agotaron rápido mis megas”.

Oh dulce humanidad, que alucina con un iPad Pro pero que no puede aprender a usar el guiñador cuando conduce. Humanidad que pide una computadora con procesador Intel Core i7 de doble núcleo con 8 GB de RAM, solo para hacer trabajos de Word. Sí, hemos aprendido a convivir con las máquinas pero hay algo en ellas que todavía nos asusta. Gracias a ese miedo es que se han hecho ficciones como Terminator, Yo Robot, Matrix y otras, ¿qué va a pasar si un día las máquinas se dan la vuelta contra nosotros, si se cansan de nuestra humanidad y deciden gobernarnos ellas? Si le parece un miedo infundado, hace poco un experimento de Google llegó a un resultado sorprendente: cuando se le hacía varias veces la misma pregunta a la inteligencia artificial, ésta comenzaba a dar resultados con mal humor. Sí, se enojaba y comenzaba a dar respuestas sarcásticas, el tipo de respuesta usualmente para el que se requiere más inteligencia.

Humanidad que sigue poniendo en duda los resultados de una búsqueda de Google, pero que si le dicen que deja de llover cuando se ponen cuatro huevos en las esquinas de una casa, lo hace sin chistar. Misma humanidad que tiene en su bolsillo, desde cada aparato móvil, acceso al mayor registro de conocimientos de la historia, pero que decide en lugar de ello sacarse una foto, ironizando así a Sócrates.

Uno de los principios básicos para el manejo de cualquier tipo de tecnología debería ser el siguiente: “la máquina nunca me podrá dominar a mí; yo soy el que domina a la máquina”. Piense en ello la próxima vez que quiera bajar una nueva app, crear una cuenta en alguna red social o incluso cuando esté manejando su auto. Puede parecer chistoso que una señora de edad no logre entrar a Facebook desde un iPhone y pida ayuda para hacerlo, pero cada vez que esa señora dice “ay no, es que yo soy tonta para esto” está poniendo distancia con los avances que nos hacen progresar (sin que sea su culpa) y está haciéndose un daño no consciente por calificarse como “tonta”. Tal vez lo que está faltando es un nuevo tipo de educación, una que nos permita estar más abiertos al cambio: cuando les digo a mis alumnos que yo no llegué a usar Internet en el colegio, me miran estupefactos pensando cómo eso fue posible. Y la verdad sea dicha, muchos nos sentimos viejos al saber que un celular de hace solo tres años (¡3 años, válgame!) ya es obsoleto. Mientras los obsoletos no seamos nosotros, estará bien.

Interjecciones
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De todo corazón, pido perdón…

Esta columna se llama Buscando la Verdad y he comprobado que a la hora de decir la verdad, hablar resulta menos complicado que escribir pues -como reza el adagio- las palabras se las lleva el viento, lo que no pasa con lo que se escribe siendo que, como bien fue dicho: lo escrito, escrito está.

Ha transcurrido otro año más -uno menos de vida, por cierto- y al empezar el 2016 quise hacer algo distinto con mi Columna, algo que de verdad apacigua el alma: pedir perdón. Si el perdonar no es fácil, mucho menos el pedir perdón, sabiendo especialmente que habrá quien no lo querrá perdonar a uno. Pero, hoy voy a pedir perdón, a todo mundo.

En primer lugar, pido perdón a Dios por si en el año transcurrido me hubiera envanecido. Sé que toda buena acción mía es atribuible a Él y aunque así siempre lo he manifestado, le pido perdón si en mi corazón existió el deseo de atribuirme la gloria y la honra que solo a Él le pertenecen.

Pido perdón también a mis padres, porque -a pesar del mayor tiempo que les pude dedicar el año pasado- nunca será lo suficiente como para poder compensar el tiempo que ellos invirtieron en mí. Perdón a mi familia -aquí sí debo pedir mucho perdón- a mi esposa, mi compañera amada, depositaria de mis alegrías y frustraciones, y de mis angustias también; y sobre todo a mis hijos, por tanto tiempo no pasado juntos por causa de mis obligaciones.

Perdón a los directivos de la institución que me permite trabajar para engrandecer a mi Patria, si en algún momento no hubiese cumplido a cabalidad con la expectativa creada, nunca fue por falta de esfuerzo o ganas. Perdón, a las autoridades de “Casa de Oración”, por no ser tal vez el mejor ejemplo a seguir y no hacer cuántas veces lo que esperaban de mí…Dios sabe por qué.

Pido perdón a cada Hermano en la fe al que pude haber fallado -nunca premeditadamente, pues no está en mí el hacer esto- reconociendo que por el celo de Dios, pude herir muchas veces. Igualmente, pido perdón a mis amigos -a los que lo son y de quienes creo serlo- al no poder disfrutar de ese recurso tan escaso llamado tiempo para poder compartirlo.

Y, por qué no, perdón a todo a quien mi crítica le pareció dura -así fuera por su propio bien- incluyendo a nuestros gobernantes: sepan que los podré criticar, pero alzar mi mano en su contra, jamás. “Sé el primero en pedir disculpas, y serás valiente; en perdonar, y serás fuerte; en olvidar, y serás feliz”, leí por ahí. Hoy hago eso, les pido perdón de todo corazón si les fallé u ofendí…¿me perdonan?

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 6 de enero de 2016

Buscando la verdad
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En el nombre del hijo, Sebastián

Un hijo es otra persona y, a la vez, parte de uno. Enorgullece verlo volar alto, pero un padre siempre espera que vuelva al nido.

Es indelegable, de nadie más que de sus padres, un hijo. Pero no es propiedad privada. Ni bien deja el útero de la madre se convierte en un hermoso acto de egoísmo solidario, en un hijo nuestro para los demás.

Esto de tener hijos nuestros para los demás resulta complicado de digerir. Somos tan felices mientras nos podemos ver, escuchar o tocar que, cuando ese mundo de dos o de tres se acaba, no sabemos cómo seguir. “No puedo nada más que llorar”, dijo la Negra Sosa buscando consuelo porque le había tocado el turno de buscarlo. Se justificaba así: “no hay nadie mejor con quién hablar por teléfono que con una madre”. Le había tocado perderla.

¿Perdemos a alguien cuando no lo podemos tocar?

Por la sensibilidad que nos doblega, por una debilidad muy humana: queremos tenernos todo el tiempo, es difícil aceptarlo pero, si fuéramos menos nosotros y pudiésemos asumir la ausencia sin dolor, entendiéndola no como pérdida luego de haber aprendido a cultivar el sublime acto del despojo, esto es, a renunciar al otro —quién sabe por el designio de Dios o simplemente por amor—, venceríamos a la muerte.

Carlos Hugo está ganando la guerra y, por si fuera poco, está poniendo su cuerpo y su mente para explicarnos qué pasa cuando el hijo de uno para los demás se va para estar siempre entre nosotros. Aprendemos con él qué significa irse para quedarse.

La muerte duele porque representa la separación de alguien a quien no queremos dejar ir. Al final, sin darnos cuenta, la que llora es nuestra soledad. (Egoísmo blanco, sin mala intención, responsabilidad de la muerte sentida).

La muerte funciona con una lógica tan basta como la electricidad: estamos encendidos hasta que alguien baja el interruptor. No cualquier padre digiere semejante arbitrariedad y encima, generoso, abre en Facebook una escuela virtual para enseñar con sutilezas a transformar la muerte de un hijo en algo bueno.

Carlos Hugo no lo dice pero la vida y la muerte forman parte del mismo negocio. Y al parecer tienen códigos de observancia para casos de absoluta justicia; esto explicaría que haya vidas de luz que la muerte no apaga.

Sebastián era un soñador y, después, un ganador. Pero no se crea que fue siempre así: perdió varias veces antes de triunfar. ¿Cuáles eran sus secretos? Uno, legado de su abuelo, lo cuenta en un video de cuatro minutos que está en la web: “nada es imposible”. Otro: saber levantarse después de cada derrota, de cada fracaso.

La muerte también fracasa. Es probable que en ciertos casos no sepa hacer su trabajo y sea entonces la muerte improductiva, la muerte que no mata. (Responsabilidad de la vida).

Como todo líder nato, Sebastián fue hecho para dar lecciones. Él descubrió la receta del éxito: “no sentir vergüenza por ese fracaso sino saber que eso es parte del ‘hacer algo’ (…) Si uno logra no frenarse, ese fracaso se convierte en experiencia y la experiencia hace que uno logre cosas más adelante”.

Fracasar para levantarse y volar más alto... De las lecciones de Sebastián, un hombre joven que se fue para quedarse, ninguna supera a la de haber dejado en ridículo a la muerte.

Los hijos suelen seguir la huella de sus padres; a veces pasa al revés.

¿Qué no haría un padre por un hijo? Carlos Hugo, en un conmovedor ejemplo de fortaleza, se ha propuesto culminar los planes de Sebastián: realizarlos en su nombre.

De paso, nos enseña el camino para ganar la guerra. Para no dejarnos abatir por la tristeza más grande de todas cuando nos toque el turno.

Dársena de papel
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El debilitamiento de la democracia y las instituciones bolivianas

A tiempo de enviar un saludo cordial a quienes siguen atentamente esta columna, les expreso mis mejores deseos de éxitos en este nuevo año que recién comienza, y que trae consigo 365 oportunidades de vida, lo que significa que debemos vivir día a día, con alegría, esperanza y deseos de superación, teniendo siempre nuestra confianza puesta en Dios, creador y hacedor de nuestras vidas.

En esta ocasión, recuerdo que el pasado 10 de diciembre de 2015, el Defensor del Pueblo destacaba que la sociedad había sufrido el debilitamiento de la institucionalidad y la calidad de la democracia. Asimismo, dijo que existía una permanente vulneración de los derechos humanos en el país, especialmente de pueblos indígenas, mujeres, niños, niñas y adolescentes, además de la falta de credibilidad en el Tribunal Constitucional, el Órgano Electoral y los casos de corrupción evidenciados en la Policía, el Ministerio Público y el extinto Fondo Indígena.

“Todavía el Estado, especialmente el Órgano Legislativo, no tiene una concepción integral de los derechos humanos. Hay lecturas parciales, sesgadas de los mismos. Cuando se produce la vulneración de derechos (…) por esa inacción del Estado o porque el acceso a la justicia es el verdadero escollo, esto se constituye en un problema grave”, sostuvo en una conferencia de prensa, a tiempo de mostrar las principales conclusiones de su informe defensorial anual.

Así también puso en evidencia el debilitamiento de instituciones como el Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo Electoral que destituyó a todos sus miembros, y la “crisis profunda y prolongada” del sistema judicial, dado que estos problemas generan “un marco de incertidumbre respecto a la garantía y cumplimiento de los derechos constitucionales relativos a la justicia, probidad y transparencia”.

No obstante de lo anteriormente señalado, el Defensor también reconoció los avances en el acceso de las mujeres a espacios políticos, pero precisó que pese a que el 51% de las concejalas a nivel local son mujeres, todavía no hay gobernadoras, siendo que sólo resultaron electas 27 alcaldesas en los comicios subnacionales del pasado año.

En este nuevo año 2016, el Defensor del Pueblo se mantiene en su posición objetiva, advirtiendo un debilitamiento progresivo de la calidad de la democracia en Bolivia y de las instituciones fundamentales del Estado, por la constante injerencia del Gobierno.

"(Hay) un mayor debilitamiento de instituciones estatales fundamentales, debido al desmedido afán de control de parte del Órgano Ejecutivo y a un sistemático crecimiento de la corrupción que ha permeado a una parte de la institucionalidad de manera incontrolable”, señala en un comunicado difundido en el tercer día de este nuevo año. Asimismo señala que se han impuesto mecanismos de control sobre las organizaciones sociales, "cuyas dirigencias responden también a la actual gestión política, y han abandonado toda forma de lucha por los derechos de los sectores”.

Por otro lado, en referencia al acoso del Gobierno a las organizaciones no gubernamentales (ONG), el Defensor indica que "han sido afectadas a través de leyes y decretos que, vulnerando derechos a la libertad de asociación y de expresión, les obligan a adscribirse a la línea de opinión y los dictámenes del Gobierno”. Y es que, definitivamente, "estos mecanismos, junto a una sobrerreacción sistemática de algunas autoridades y presión ejercida contra medios de comunicación o periodistas que cuestionan decisiones o medidas que se toman desde el Gobierno central, están generando un debilitamiento progresivo y sistemático de la calidad de la democracia”.

Estas afirmaciones, de la principal autoridad encargada de defender los derechos humanos en el país, confirma las opiniones y criterios que particularmente habíamos expresado a tiempo de participar en un seminario nacional realizado en el mes de noviembre del pasado año en la ciudad de Santa Cruz (acerca de la Reelección Presidencial), en donde sostuvimos también que uno de los factores que debilitan nuestro sistema democrático, es precisamente la reforma forzada de la Constitución, que será sometida a la decisión de la voluntad popular el próximo 21 de febrero.

En aquella oportunidad, habíamos establecido que si bien es innegable que en Bolivia rige un sistema democrático, en donde algunas de las decisiones políticas son sometidas a consideración de la ciudadanía, para que exprese su voluntad a través del voto popular; sin embargo, se trata de una democracia desfigurada por el actual régimen de gobierno, que inobservando el mandato del constituyente, ha secuestrado la voluntad popular sustituyéndola por los presuntos pedidos de aquellas “organizaciones sociales” afines a su ideología (o más bien, serviles a sus órdenes), y ahora pretenden modificar la Constitución sólo para acomodarla a sus intereses políticos, afectando así la vigencia de los derechos políticos de los bolivianos(as) y la alternabilidad en el ejercicio del poder, todo lo cual debilita nuestra propia institucionalidad democrática.

En consecuencia, la alternancia en el ejercicio del poder político, es flagrantemente desconocida y relegada a segundo plano, cuando no se quiere renunciar a esa posición privilegiada de gobernar y dirigir los destinos de un país, de manera sucesiva, continuada, e indefinida. Esto quiere decir, que la forzada reforma parcial de la Constitución para constitucionalizar el “prorroguismo” en lugar de la “alternancia”, y el posterior referéndum al que se pretende convocar con el propósito de lograr la perpetuación del actual régimen de gobierno, constituyen una tendenciosa manipulación de las disposiciones constitucionales, para concentrar el poder en favor de intereses personales de un caudillo y su cúpula de poder político, lo cual es absolutamente incompatible con el Estado Democrático de Derecho, que es una de las bases del actual Estado Plurinacional.

Ante este panorama, no resulta aconsejable mantener por más tiempo, un régimen de gobierno autoritario, que constantemente pretende cambiar los marcos establecidos por voluntad soberana del constituyente en la Ley Fundamental, desconociendo el pluralismo político y la alternancia en el ejercicio del poder, que ciertamente son inherentes a nuestro régimen democrático, pero también necesarios para nuestra subsistencia como una sociedad libre y democrática.

En todo caso, será el pueblo quien deberá expresar su conformidad o rechazo frente a semejantes atropellos sufridos por la Constitución, y en consecuencia, deberá asumir la responsabilidad de decidir un mejor futuro de plena libertad y justicia para todos los bolivianos y bolivianas, para que podamos vivir sin temor a más represalias, sin ningún tipo de persecuciones arbitrarias.

He ahí el desafío que tiene la sociedad boliviana en su conjunto, y que deberá afrontar con bastante responsabilidad y madurez democrática, para evitar que la Constitución boliviana y nuestros derechos sigan siendo desconocidos por un solo grupo de poder que pretende perpetuarse en el gobierno.

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