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La entrevista como hazaña

Entrevistar a alguien difícil de entrevistar es uno de los sueños de todo periodista. Uno de los sueños, no “el” sueño. La razón para ello es sencilla: cuando una persona se convierte en inalcanzable, el mayor reto es alcanzarla. Es como el Everest para los escaladores: para llegar a su cúspide es necesario prepararse de manera integral, tanto física como mentalmente.

Durante meses, se lee, se investiga, se revisa archivos, se lee, se hace fichas, se cruza datos, se lee, se entrevista personas, se hace vigilancia… Aun así, son miles quienes se preparan adecuadamente pero no logran llegar a la cima. Por eso es un reto. En el periodismo existen muchos Everest. Los hay desde los delincuentes prófugos de la justicia hasta los dictadores rodeados de ejércitos que los protegen, pasando por aquellas estrellas del espectáculo que prefieren alejarse de la vista del público. Augusto Pinochet, por ejemplo, fue un Everest en su tiempo y, cuando el juez Baltasar Garzón lo declaró prófugo de la justicia, su condición de inalcanzable se multiplicó. Por eso es que la entrevista que consiguió hacerle el periodista norteamericano Jon Lee Anderson fue una de las mayores hazañas del periodismo moderno. Y no fue suficiente que Jon se haya preparado convenientemente para escalar aquel Everest; es decir, hacer la entrevista.

Para que Lucía Pinochet, la hija del dictador, accediera a ayudarlo, fue necesario revisar la carrera del periodista que ya tenía en su haber libros tan importantes como la que es considerada la más completa biografía sobre el Che Guevara. Sus antecedentes decían que Anderson era confiable así que se aceptó la entrevista. ¿Hubo riesgos? Desde luego. Si una persona no quiere que la encuentren, es lógico que tome medidas de seguridad. Vulnerarlas significa alertar a sus cuidadores y poner en riesgo la vida del que está buscando. Me pasó a mí, pinche periodista, cuando encontré al asesino del Che Guevara, el mismo al que antes había encontrado Jon, y le hice una entrevista de 27 minutos junto a Ildefonso Olmedo del diario El Mundo de España. Lo que siguió después fue una persecución cinematográfica por el segundo anillo de Santa Cruz. El cuidador del asesino nos siguió durante un tiempo que mi pánico no me dejó determinar en la misma camioneta que vimos durante días en la puerta de nuestro investigado y solo pudimos perderlo de vista gracias a la habilidad de nuestro chofer.

Por eso, estoy seguro de que Sean Penn corrió riesgos al entrevistar al Chapo Guzmán pero también estoy seguro de que no necesitó prepararse como lo hizo Jon en el caso de Pinochet. Para el actor, que parece tener debilidad por fotografiarse junto a personas que son más famosas que él, fue suficiente usar a su colega mexicana Kate del Castillo quien, luego de contactarlo por las redes sociales, recurrió a sus atributos femeninos para convencer al narcotraficante de dejarse entrevistar. Hubo condiciones de por medio… una fue que el Chapo revisaría la versión final de la nota a publicarse. En otras palabras, fue una entrevista a la carta, con censura implícita, algo que jamás debe hacerse.

¿Fue ético o no fue ético? Con la suerte y ayuda necesarias, cualquier persona que no sea escaladora puede coronar el Everest. Habrá logrado una hazaña pero eso no lo convierte en escalador. Sean Penn alcanzó un Everest periodístico pero lo hizo vulnerando principios básicos del oficio. Eso no es periodismo.

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

Surazo
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Mejor atención a jubilados y adultos mayores

Toda sociedad que se enorgullezca de ser democrática, moderna, con libertad y con trato respetuoso a sus ciudadanos debe tener mejores condiciones de atención a sus ciudadanos de la tercera edad, concretamente con aquellos que en Bolivia reciben la denominada Renta Dignidad.

La Renta Dignidad que paga el estado boliviano se mantiene desde 2013 en Bs 250 (menos de 35 dólares americanos) mensuales para las personas mayores de 60 años que no reciben ningún ingreso fijo del sistema de seguridad social y en Bs 200 para los que perciben jubilación.

Es tiempo que el Estado boliviano considere una Renta Dignidad equivalente al salario mínimo nacional. De manera que la Ley que sustenta el  pago de la referida renta tiene que ir conforme no sólo al índice de inflación sino al salario básico nacional.

Pedir mejor tratos a la tercera edad no es de izquierda ni de derecha; sino más bien es un homenaje, quizá el último, que el estado brinda a sus ciudadanos que esforzadamente entregaron sus mejores años para construir la sociedad en la que vivimos.

Según informa la Confederación de Adultos Mayores de Bolivia el monto de la actual Renta no es suficiente para vivir dignamente.

Si tenemos la capacidad, como bolivianos, del sector privado y público, de discutir miles de millones de dólares en proyectos de infraestructura, energéticos y otros debemos encarar éste tema con mucha solidaridad y principalmente sensibilidad: otorgar un salario mínimo de renta a nuestros mayores ni es pedido, ni es ofensa, es un simple acto de justicia. ¿Cómo financiar esto? Quizá dejar de gastar en empresas estatales que no son rentables, en “proyectos” no importantes y mejorar las condiciones de gasto de nuestros recursos de venta del gas natural para tender a éste sector de la sociedad.

Paralelo a que la Renta Dignidad debe ser el equivalente al salario mínimo nacional de Bolivia se deben mejorar las condiciones de salud para todos, que nuestros rentistas y jubilados dejen de hacer colas desde la madrugada para “pedir fichas” y para ser atendidos.

El propio presidente de esa confederación indicó a la prensa que “No hay ítems. Aunque lleguemos a las 4 de la mañana a los centros de salud no nos atienden porque no hay preferencia para el adulto mayor“, además que en hospitales no hay medicamentos, insumos, infraestructura, no hay tomógrafos, etc.

No es posible que esto ocurra! Utilicemos bien los ingresos por venta de gas. No es posible construir una sociedad justa y equitativa si hay sectores que viven en riqueza y sectores en pobreza.

BORIS SANTOS GÓMEZ ÚZQUEDA/ CONSULTOR DEL SECTOR PRIVADO/ @bguzqueda 

Hablemos de energía
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La izquierda prometida

Qué pena por tantos amigos que lo sentirán como un ataque al corazón, pero, la izquierda —real, auténtica— no tiene chances en la Bolivia de hoy. No por mala opción, sino porque no existe más que en el romanticismo bienintencionado de la vieja guardia.

Es cierto que a la luz de los fracasos que le tocó sufrir a lo largo de la historia no se puede hablar de una izquierda pura o genuina, mas esto no debería llevar a confundirla inmerecidamente con el populismo al uso. Ya no digamos que estos son tiempos “de cambio” porque suena a fraude, a eterna promesa; digamos mejor que son de esperanza. Y reconozcamos que, cada vez para más bolivianos, de desesperanza.

Aunque muchos fueron enterrados, desterrados o, sin ambages, mandados a convivir con los gusanos, en Bolivia quedan neoliberales, capitalistas, privatizadores, conservadores, ultraconservadores… lo corean regularmente las autoridades. Pero lo que no se advierte, por lo menos en los primeros planos de la política nuestra, es una propuesta de izquierda sustentada en ideales progresistas que no huela a impostura.

Poco y nada —después de sus valiosas políticas de contenido social, desteñidas con la vulneración de los Derechos Humanos de indígenas y de citadinos en Cochabamba, La Calancha, Chaparina, Caranavi y Tipnis, entre otros casos— hace suponer que Evo Morales encabece, hoy, un gobierno de izquierda. Salvo que una parte configure el todo y que una gestión a priori decorosa fuera suficiente para disculpar las bajezas cometidas más tarde, en franca incompatibilidad con los preceptos izquierdistas y en su nombre.

Lo que no tiene nombre es el olvido de la Pachamama, a la postre manoseada dentro de un vil juego de naipes con las transnacionales para finalmente mantener las políticas extractivistas de los “vendepatrias”. Más aún, esto justificado como una “contradicción creativa” según García Linera, el intelectual que se da tiempo para transmitir historias extraordinarias en las escuelas donde con paciencia de abuelo les enseña a nuestros niños que la derecha —suena él en tono paternalista— acecha.

Al recuento de los daños a la izquierda hay que sumarles los ataques a las ONG —que dejaron de servir para los fines de descolonización de los indígenas—; a la Iglesia católica, al Defensor del Pueblo y a los medios de comunicación que no son manejados por el Gobierno directamente —a cara limpia, bajo la forma de Estado— o indirectamente —con máscaras alegres, muy caribeñas, detrás del para-Estado—. Curiosamente así se busca acaparar la opinión pública hoy, del mismo modo que lo hace cualquier multinacional capitalista —¡hasta con plusvalía!— cuando busca el rédito económico.

Entonces, como no hay chances con este gobierno y como tampoco hay una alternativa fuerte, con posibilidades, en el horizonte político boliviano, para mis amigos que tienen aún el corazón en su lugar es muy triste llegar a la conclusión de que no basta con estrellarse todos los días contra la derecha para hacer la izquierda.

Si la continuidad del proyecto hegemónico en curso dependiese de mantener viva a la derecha en el imaginario colectivo, por ejemplo, proyectando repetitivamente la escena apocalíptica del pasado de vuelta entre nosotros, es posible que estemos asistiendo a una ilusión, o, quién sabe, tan solo a un apartado de la teoría de la contradicción creativa en el que la izquierda prometida (la de los buenos, los intachables moralmente contra los malos, muy malos de la derecha) se toma un breve descanso.

Tranquilidad, amigos. La película de terror probablemente no sea esta aparente burbuja de izquierda: latinoamericana, siglo XXI, nuestra, progre, in, cool.

Darsena de papel
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Decepciones de un aspirante a cinéfilo

–¿Vamos al cine?

Hay muchas aventuras que comienzan con esa sencilla proposición y terminan con una charla sobre la vida, la muerte y el amor, o en el mejor de los casos inspirando y cambiando la vida de quien acaba de ver esas dos horas de ilusión. Así es el cine, que siempre nos encandilará y nos hará volar con sus historias.

O tal vez no.

Hace unas cuántas noches, escuché ese “vamos al cine” después de mucho tiempo. Como era día de semana, tomé mi saco para abrigarme en la sala, donde a veces el aire acondicionado supera cualquier sentir externo. Primer detalle: la gente llegando a media película. ¿No era el Puma Rodríguez el que cantaba esa canción que decía “llegar tarde ya no es llegar”? Incluso para ubicarnos mejor valdría la pena, pero claro, no estamos hablando de apreciación cinematográfica, sino de nuestra puntualidad, un problema de idiosincrasia nacional. Segundo detalle: la estéril solicitud de silenciar los celulares. Todo tipo de cantares de bolsillo siguen invadiéndonos después de que la luz se ha apagado: notificaciones, mensajes y hasta alguna llamada que algún desconsiderado contesta. Tercer detalle: no sé quién no educó a quién, pero se supone que uno tiene que estar en silencio mientras dure la función. Los comentaristas de media película me hacen pensar que así como hay miles de directores técnicos yendo a los estadios, tenemos nuestras salas repletas de críticos de cine (“Ay, era evidente que eso iba a pasar”) o de descubridores de obviedades en voz alta (“¡Uy, se murió! Te dije que se iba a morir”).

De repente me comienzo a fijar en el costado de la pantalla y me doy cuenta de que está descolorido, teñido de verde. Espero un par de escenas para cerciorarme. Me levanto y se lo hago notar a uno de los empleados del cine, quien me dice que sí, que hay un error en la proyección pero que ya comenzada la película es tarde para hacer algo. Recuerdo entonces la ocasión en la que, en un cine de la competencia, la proyección 3D estaba tan oscura y borrosa que pedí por favor que me devuelvan mi entrada y el encargado de turno lo hizo sin chistar, ya que al parecer fui el único que se dio cuenta del error técnico. Y la cereza de la torta es, desde luego, la lamentable pereza mental de nuestra gente que, convertida en mercado, ha preferido ceder ante las películas dobladas después de generaciones enteras de ver obras en idioma original, para las cuales ahora hay que pagar el sobreprecio de las salas VIP.

El actor Alan Rickman, recientemente fallecido, dejó una hermosa frase por ahí: “Es una necesidad humana contar historias. Mientras más seamos gobernados por idiotas y no tengamos control de nuestros destinos, más necesitaremos contarnos historias acerca de quienes somos, por qué somos, de dónde venimos, y qué es posible para nosotros”. Así es el cine, antes solo “la pantalla grande” y ahora la primera de esta gran cultura de multipantallas en la que vivimos, así descrita por estudiosos como Justo Villafañe y Kevin Roberts. Por mucho que haya una multitud quejándose de que “la gente ya no lee”, el cine es nuestro escape del continuum diario, es la pantalla que no tocamos pero la que mejor sabe tocarnos. Y a título personal, últimamente prefiero matar la ansiedad de los estrenos y que esas emociones me lleguen en la comodidad de mi sala con la tecnología del Blu-ray para así evitar malos ratos, que si les voy a pedir a los dueños de las salas que hagan algo por “la cultura”, ya los veo riéndose en mi cara.

 

Interjecciones
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Venezuela: Las verdades amargas

El 15 de enero de 2016 Venezuela escuchó las verdades amargas que el oficialismo le ha ocultado a sus habitantes desde hace 17 años, cuando el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Henry Ramos Allup, aprovechó que el régimen le autorizó hablar en cadena nacional, para que expusiera “la situación aterradora” del otrora rico país petrolero.

En poco menos de 30 minutos, Ramos Allup, con la habilidad de un astuto cirujano de la palabra, diseccionó la “cuenta” del presidente Nicolás Maduro, que por ley está obligado a presentar de su gestión anual y que le demandó una cháchara de 3 inacabables horas y en la que, en concreto, solo presentó a la AN un plan para reactivar la economía venezolana.

Y es que Maduro en gran parte de su perorata no solo rindió cuentas de su gestión del 2015, sino de los 17 años del gobierno chavista, en los que el Estado evaporó la fantástica suma de “un billón y 500.000 millones de dólares de la renta petrolera, sin contar con los ingresos internos”, según Ramos Allup.

La cita de tan extraordinaria cifra fue recibida con estupor por los 30 millones de venezolanos que no se explican ¿dónde fueron a parar esos ingresos? ¿quiénes los malbarataron? ¿cuáles son las obras que se hicieron? ¿por qué ahora tienen que madrugar para hacer inmensas colas en busca de alimentos y medicinas?

Ramos Allup puso “un solo ejemplo” de cómo se despilfarró y se despilfarra esa catarata de dólares, tras las nacionalizaciones y expropiaciones ordenadas por el difunto Hugo Chávez. Puntualizó que en Guayana, otrora emporio de la industria siderúrgica venezolana, ya no se producen las cabillas que antes se las exportaba y que producir “una tonelada de alúmina cuesta 2.000 dólares cuando en el mercado internacional cuesta $200”.

Y el ejemplo es válido. Lo ocurrido en Guayana pasó también en la industria petrolera, sostén de la economía del país, donde de 42.000 empleados, el chavismo triplicó la nómina en busca de votos cautivos. En la administración pública hay por lo menos un millón de supernumerarios. Por las grandes industrias, dijo Ramos Allup, “pasó Terminator” (el personaje de una película que arrasa con todo).

Maduro al terminar su mensaje gritó: ¡Patria, socialismo o muerte! ¡Chávez vive” y sus fanáticos de la minoría parlamentaria aplaudieron a rabiar. Cuando terminó de hablar Ramos Allup un silencio conmovedor, casi de pena mezclada con una bronca sostenida recorrió la espina dorsal del país. Era incomprensible como el “socialismo del Siglo XXI” destruyó la otrora próspera Venezuela.

Pero a los que pudieran estar tentados por malos pensamientos, Ramos Allup les dijo: “no hay golpes militares buenos ni malos, todos son malos”. Y en lo más relevante de su discurso, Ramos Allup, dirigiéndose al chavista ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, le dijo: “los militares, si quieren hacer política, que cuelguen el uniforme”, porque “un civil no puede deliberar con un hombre armado”. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la ANF de Bolivia.

Tierra Lejana
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El litio: ¿Un metal cada vez más precioso? *

No muchos estuvieron de acuerdo conmigo hace ocho años cuando en un blog publicado por EVWorld.com (Estados Unidos) y reproducido por Nueva Economía (Bolivia) anuncié por primera vez el advenimiento de un nuevo paradigma tecno-económico en el mundo con el litio como su factor clave.

Como ya he comentado en la versión digital del informe que acaba de publicar The Economist bajo el sugerente título de "Energía limpia: Un metal cada vez más precioso", la presión que ahora  viene por el lado de la demanda ha encontrado a Chile y Bolivia, los dos países con los mayores recursos de litio de  la tierra, desprovistos de la capacidad suficiente para cubrir los requerimientos del mercado en el corto plazo. Esto puede explicar la subida del precio actual y perspectivas similares para los próximos años.

Aunque hay un mundo de diferencia entre Chile y Bolivia (en cuanto se refiere al litio), ya que el primer país fue en 2014 el productor número 2  de litio del mundo y el segundo continúa experimentando con sus enormes recursos no explotados, ambos han sido extremadamente lentos para reaccionar a las señales del mercado que hoy en día son más claras y visibles. El tiempo dirá si Chile puede alcanzar a Australia y recuperar su liderazgo y si Bolivia finalmente logra entrar a tiempo a un mercado efervescente en los años que vienen.

Mientras tanto, una última noticia indica que la Comisión del Cobre de Chile (CODELCO) que controla importantes concesiones de litio en diferentes salares del país trasandino ha decidido recientemente licitar la exploración de litio en el Salar de Maricunga, donde posee el 18% de los recursos y en Pedernales, donde ostenta el 100% de los mismos.

Esto no es ninguna sorpresa en un momento en que los precios internacionales del cobre, el principal producto de exportación de Chile, han alcanzado los niveles más bajos. Pero, es todavía una medida tibia en  ausencia de la largamente esperada política nacional de litio, tal como se prevé en el informe final de la Comisión Nacional de Litio entregado por un grupo de expertos a la Presidenta Bachelet hace aproximadamente un año.

Del mismo modo, una visita estos días a Bolivia por el viceministro alemán de Transportes, que ha expresado públicamente el interés de su país en la inversión y cooperación en litio, presenta a primera vista un nuevo conjunto de oportunidades. Parece ser también una continuación del contrato firmado en agosto pasado entre la firma alemana K-UTEC y el Gobierno de Bolivia para trabajar en el diseño de la planta industrial capaz de producir 30.000 toneladas de carbonato de litio hasta 2025, de acuerdo con la Agenda Patriótica a ese mismo año.

Sin embargo, teniendo en cuenta los escasos resultados de una fase piloto que tomó más de siete años, es probable que K-UTEC se esté viendo obligada a empezar desde cero para desarrollar el proceso apropiado a ser ampliado a la fase industrial del proyecto. A pesar de que la participación alemana ofrece nuevas esperanzas para el desarrollo de litio en Bolivia, está lejos de allanar el camino para que nuestro país pueda convertirse en el próximo centro energético del mundo.

*  Este artículo constituye una traducción al español del blog publicado bajo el mismo título por primera vez en fecha 15/01/2015 en el sitio web EVWorld.com.

** Analista de la Economía del Litio.

Minergia
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Encuestas y estrategia del MAS

Las encuestas publicadas la semana del 10 al 15 de enero 2015, auspiciadas por diferentes medios de comunicación, evidencian dos cosas centrales. La primera, una evidente carencia de prolijidad en el manejo de los datos, en solapada búsqueda de maquillar la derrota del SI. Una empresa nos sale con una categoría desconocida y rara en encuestas (voto seguro, pero secreto) y la otra que anuncia, con bombos y platillos, una encuesta nacional y termina presentando solo resultados de algunas ciudades. La segunda, es que la opción por el NO se está imponiendo y que a menos de 35 días para ir a las urnas, la tendencia parece irreversible. El NO está en las calles y se volcara en las urnas.  En este espacio, en base a lecturas y evidencias de la realidad, detallare la estrategia del MAS en sus componentes para entenderla y para que, los que están en la opción por el NO, la tomen en cuenta y eviten caer en el terreno al cual el partido de gobierno quiere llevar la próxima consulta nacional.  

La estrategia del MAS se basa en tres pilares: la popularidad del Presidente, en su supuesta excelente gestión en la administración de la cosa pública y en el control y subordinación de todos los órganos del Estado. La estrategia masista tiene cuatro componentes que la hacen operativa.

El primer componente es: cambiar a como dé lugar el referéndum por la CPE por un plebiscito a favor o no de Evo. Cambiar la consulta sobre la modificación de la CPE por un plebiscito a favor o en contra del gobierno. En este sentido, están forzando, con su accionar, que en vez que sea un referéndum que sea como si fuera una elección presidencial. Esto explica la sobreexposición del Primer Mandatario en todos los actos y material propagandístico

El segundo componente: para concretar que el referéndum se convierta en el plebiscito están apostado por la polarización.  En este sentido insisten en que el 21F está en juego una elección entre oficialismo y oposición, una oposición que ellos personifican en: Sánchez Berzain, Manfred Reyes, Goni y otros viejos líderes que no tienen aceptación entre la población. Junto a estos personajes meten en la misma bolsa a otros líderes que están por el NO, como si fueran opositores y recalcitrantes derechistas. Insisten en esta idea porque saben que al interior de la misma militancia del MAS o que simpatiza con Evo, hay miles de personas que están en contra de modificar la CPE para dos personas. De esta manera buscan interpelar a sus adeptos que ahora son disidentes y contrarios a modificar la CPE, como supuestos “traidores y serviles a la derecha gonista”.  El remate de este componente es machacar con lo mismo de siempre: el imperialismo norteamericano (ése que ahora tiene buenas relaciones con la Cuba socialista) está financiando, asesorando a la campaña del NO

El tercer componente de la estrategia: usar el miedo como instrumento para que la gente sienta que después del 21F se viene el cataclismo y la nada. Esto explica las declaraciones del Vicepresidente: que si gana el NO, el sol no saldrá, la luna se ocultará y la derecha te va quitar tu casa. O la propaganda que señala que sin Evo no hay futuro, que sin Evo no habrá estabilidad, que sin Evo no habrá obras. La lógica del miedo busca incidir en los indecisos y cerrar filas en la militancia dura.

Dentro de este componente se prevé algunas variables que buscaran incidir en el miedo y asegurar el voto por el SI. Una de esas variables es que, como ya adelantó el Presidente, se amenace a los votantes con “si no gana el SI, nos iremos callados”. Es decir, voten porque por el SI porque si no, me voy. La otra es, inmediatamente después del 21F, ante la inminente victoria del NO, se busque el acortamiento del mandato para que Evo, mediante argucias legales e interpretativas en el Tribunal Constitucional, sea habilitado el 2019.

Un viejo refrán popular dice: “dime de lo que presumes y te diré de qué careces”. Esta máxima se aplica muy bien al gobierno. En todas sus manifestaciones se muestra valiente, seguro, invencible e insustituible. Sin embargo, la estrategia del miedo está revelando que no son tan como se muestran. Luego del 21F el gobierno del MAS seguirá administrando la cosa pública y será su responsabilidad hacerlo, después de 10 años de bonanza, en tiempos de vacas flacas. Y eso les da miedo, delatan su propio terror.

El cuarto componente: usar todos los recursos físicos, financieros y humanos del Estado para hacer campaña en todo el país y en el exterior. Para ello se obliga a funcionarios públicos asistir a marchas y concentraciones. Se usan los dineros públicos para hacer propaganda por doquier. Esto apoyado y con la complicidad del Órgano Electoral sometido al Gobierno que tiene muy abiertos los ojos para sancionar a la oposición y los cierra cuando del oficialismo se trata. En todo caso, esto no es nuevo en todos los procesos electorales que ha participado el MAS en los últimos 10 años.

Al final, dados los resultados de las encuestas, oficiales y no oficiales, que muestran una constante ventaja del NO en contra del SI, pareciera que la estrategia del Gobierno para ganar el referéndum del 21F es un virtual fracaso y que no está logrando sus objetivos. Así, la pregunta que queda es: el Gobierno seguirá insistiendo en esta estrategia y sus componentes?.

Ivan Arias Duran

Ciudadano de la Republica Plurinacional de Bolivia

Serotonina
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La baja inflación del año 2015

Sin duda alguna, un dato notable del comportamiento de la economía boliviana durante la gestión del año 2015 fue la baja tasa de inflación, medida por el Indice de Precios al Consumidor (IPC), que mensualmente publica el Instituto Nacional de Estadísticas.

El año cerró con una tasa anual del 3 %, mientras en los dos años anteriores la inflación fue mucho mayor; cerró con 5,2 en 2014 y con 6,5 % en 2013. Claramente una favorable tendencia decreciente. Sin embargo, hay que destacar que no es la más baja en que lo va corrido el siglo XXI. El año 2001 se tuvo una tasa del 1 % y casi de cero el año 2009 (0,3%).

La inflación es un fenómeno de continua preocupación no sólo en Bolivia sino en América Latina. El continente se ha caracterizado por tener un comportamiento histórico de altas tasas de inflación en comparación con otras regiones del mundo.

Si bien la tasa de inflación del año 2015 es baja, cuando se pregunta a la gente su opinión sobre este indicador opina que no es creíble, que las cosas han subido mucho más de precio de que lo que señala este indicador. La explicación sobre esta percepción requiere una aclaración sobre los que es el IPC; su forma de cálculo, su cobertura que es amplia y que se mide cada diez días, destacando que lo que cuantifica, en última instancia, es un  promedio.

La cobertura que tiene el IPC en Bolivia es de gran amplitud, abarca las diez principales ciudades y el indicador promedio para cada una de ellas es diferente. Así, por ejemplo, para el año 2015 la mayor tasa la presentó La Paz con un 4,6 % y la más baja, incluso negativa, la presentó Pando con -0,5%. Una gran variación

Adicionalmente, hay que destacar que la canasta de bienes, cuyo comportamiento de precios se mide, está en el orden de 360 bienes y servicios, los mismos que se agrupan en 12 grupos que en orden de importancia (ponderación) son: Alimentos, transporte, restaurantes y hoteles, vivienda, hogar, diversos, vestidos, recreación, educación, comunicaciones, salud y bebidas alcohólicas. La importancia que tiene cada uno de estos conjuntos de bienes y servicios se deriva de cálculos estadísticos que suele hacer, de tiempo en tiempo, el INE, con el objeto de conocer cuál es la importancia, de cada uno de los 360 bienes en las familias, dando como resultado promedios, los mismos que se agrupan en los 12 grupos ya señalado. Así por ejemplo, a nivel nacional y para el año 2015 el grupo que muestra el mayor crecimiento es el de salud con un 6,2 % y el de menor es de recreación con sólo el 0,6 %. Una gran variación.

Estos datos agrupados ya denotan una gran variabilidad en el comportamiento de precios lo cual se hace mucho más notable cuado se analiza al interior de cada uno de los rubros. Así por ejemplo, si se considera, para el año 2015, el caso de La Paz, el grupo de alimentos que abarca 88 elementos, se tiene un comportamiento anual que se mueve en un rango de variación desde un crecimiento del 25 %, que corresponde al pan surtido, hasta una variación negativa que llega al 40 %, y que corresponde a la papaya.

De los 88 bienes y servicios registrados, 47 se expandieron en precios, el último con un 0,1 % anual corresponde a presas de pollo, mientras otros cinco que son: la naranja, el plátano, los caramelos, el perejil y el cacao no tuvieron ninguna variación. Es decir cero por ciento. El resto (36 bienes y servicios) disminuyeron su precio promedio del mes de diciembre con relación al precio promedio de diciembre del año anterior en un rango de negativo 0,1 por ciento hasta el mencionado ya 40 %.

Que implica lo indicado, que las personas tienen diferentes percepciones sobre la tasa de inflación en función a los bienes y servicios que adquieren, si son lo mas que más suben de precio, su conclusión será que la inflación es mucho mayor a la que indica el INE.

Según el INE la tasa de inflación del rubro alimentos para La  Paz es del 5,9 %, y que es un promedio ponderado mucho mayor si se considera la media simple que daría un resultado de sólo el 0,6 %. Una enorme diferencia. Y esto es así porque entre los alimentos no tienen el mismo peso presupuestario al momento de asignar sus ingresos las familias, y esto es lo que mide el INE mediante su promedio ponderado y no un promedio simple.

Pero este fenómeno que destaco para el mes de diciembre último no es la excepción, sino la regla. Si se observa en el tiempo se puede destacar que las variaciones anuales entre un máximo y un mínimo son enormes No sólo si se toma en cuenta el índice correspondiente a cada fin de año, sino para cualquier mes del año, medido anualmente. En el periodo 2010 al 2014 se tienen bienes o servicios que han tenido una expansión anual hasta más del 100 % y otros una disminución del 50 %. Claro está que no se trata de los mismos productos.

Por tanto, el problema no radica en el indicador del INE, no está en mejorar su metodología, en agregar nuevos bienes y servicio o eliminar otros. Esto no cambia el hecho fundamental que señala que el problema de precios de la canasta familiar en el país radica en su gran variabilidad. Así mientras ciertos productos crecen anualmente una enormidad en un momento, en otro se precipitan a la caída.

La Paz, enero de 2015

Profesor emérito de la UMSA, fue Presidente del Banco Central de Bolivia.   

Economía de mercado
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Malditas encuestas

Albricias, el único consenso entre oficialistas y opositores es su rechazo a las encuestas, ya no solo a las que les rasmillan sus ilusiones sino a todas, todititas. Dicen que, por supuesto, no reflejan “la realidad” y concluyen con el clasiquísimo: “a mí el contacto con la gente me dice otra cosa”. En fin, nada fuera de lo normal, estas reacciones suelen ser parte del folklore electoral en cualquier democracia más o menos madura.

No obstante, es cierto que en esta oportunidad los sondeos publicados están aportando más brumas que claridad sobre el enigmático resultado del referéndum del 21 de febrero (21F). Tenemos resultados contradictorios, aumentos súbitos de los “indecisos” y otras sorpresas que están soliviantando la fértil imaginación conspirativa que predomina en nuestra clase  política y en las redes sociales. Bajo esa lógica, de repente Mori-El Deber/Mercados y Muestras-P7 aparecen como sospechosas de “para-oficialistas” e IPSOS-ATB de “agentes del imperialismo” cuando cuestionan las certidumbres de las fanaticadas de ambos bandos. Dejemos, pues, las tonteras e intentemos entender lo que estos datos imperfectos nos dicen sobre los sentimientos del elector frente al 21F.

El problema central es la variabilidad y complejidad de las opiniones sobre la re-elección

Mi supuesto básico es que, en general, las encuestadoras no están involucradas en oscuras conspiraciones. Eso sí, pueden errar metodológicamente, trabajar con una muestra con algún sesgo o, lo que es más probable, enfrentarse a un contexto de opiniones que por su variabilidad o novedad dificulta una medición y análisis simplista de las percepciones de los ciudadanos. Intuyó que este último factor es el determinante para explicar la confusión que se ha generado con la publicación de las más recientes investigaciones de IPSOS, Mori y Mercados y Muestras (MyM).

La cobertura poblacional del estudio, es decir los lugares donde se realizan las entrevistas, es un primer elemento a considerar para evaluar la calidad de estos instrumentos. Según las estadísticas del padrón electoral de 2014, las cuatro ciudades del eje aglomeraban al 41% de los electores habilitados para votar, la combinación de grandes zonas urbanas y localidades urbanizadas con más de 2.000 electores al 78%, las zonas rurales (considerando localidades pequeñas y zonas dispersas) al 19% y los residentes en el extranjero al 4% (Cuadro 1).  Solo llegando a la mayoría de estos segmentos, podríamos tener una muestra que represente a todo el universo de ciudadanos en edad de votar.

Trabajos anteriores de “Captura Consulting”, para “Poder y Placer”, del mismo IPSOS, y de “MyM”, para “Pagina Siete”, tenían la limitación de solo levantar información en las ciudades del eje urbano o en el mejor de los casos de las ciudades y localidades mayores a 10.000 habitantes. Estas encuestas tenían además muestras inferiores a las 1.000 observaciones.

Las tres más recientes encuestas fueron levantadas en las últimas cuatros semanas. Son las más potentes que se hayan publicado debido a su cobertura, consideran todas las ciudades y entre 60-100 localidades intermedias y pequeñas, a la amplitud de sus muestras (1469 entrevistas en MyM, 1800 en MORI y 3000 en IPSOS) y a su margen de error (alrededor de +/- 2%). Con diseños similares, MORI e IPSOS se acercaron bastante a los resultados de los comicios de 2014 y 2015.

Aunque parecería que IPSOS es más sólida por su mayor tamaño de muestra, hay que tener cuidado con esa apreciación pues ese diseño se debe a que esta empresa busca una representatividad no solo a nivel nacional sino también para los nueve departamentos. En cambio MORI y MyM se conforman con muestras nacionales más compactas (Ergo, hay que tener cuidado con sacar grandes conclusiones de sus datos desagregados). A grosso modo, me parece que las tres tienen una representatividad razonable y comparable a nivel nacional.

Pese a estas ventajas, incluso estas grandes encuestas suelen tener dificultades para explorar al segmento de población rural con mayor dispersión (8% del total) pues en esas zonas no hay cartografía para seleccionar al azar los domicilios y por el alto costo de incluir hogares rurales alejados de los centros de las localidades visitadas. Por otra parte, en ninguno de estos trabajos se toma en cuenta a los electores afincados en el exterior (4%). En síntesis, tienen  limitaciones estructurales para radiografiar con precisión las opiniones de casi un 12% de los que votaran el 21F.

El dato anterior no es menor pues los comportamientos de los ciudadanos son muy diferentes según donde vivan: el voto por el MAS va aumentando a medida que las poblaciones son menos aglomeradas. En 2014, el 51% de los electores del eje urbano votaron por el actual Presidente, el 77% en las localidades pequeñas y dispersas, y el 72% en el extranjero (Cuadro 1). Dicho de otra manera: el voto rural disperso y en el extranjero le aportaron casi 4 puntos netos al resultado del MAS en 2014.

A las anteriores consideraciones, hoy debemos agregar la elevada variabilidad e indecisión de muchas personas a pocas semanas del referéndum. Todo esto nos dice que hay que tener mucho cuidado en sacar conclusiones definitivas y lineales de todas estas encuestas.

¿Qué está pasando?

Con todas esas precisiones previas, pasemos a enumerar las evidencias y las muchas dudas que surgen de la lectura de  las encuestas realizadas sobre la cuestión de la re-elección:

¿Por qué aumentan súbitamente los indecisos y se reduce la supuesta amplia victoria del “No” que anunciaban las encuestas desde febrero del año pasado?

Esto tiene que ver en primer lugar con la mayor cobertura de los sondeos más recientes: hemos pasado de tener un panorama solo de las zonas más urbanizadas a otro más representativo de la diversidad socio-territorial del país. La tendencia de la opinión urbana favorable al “No” se sigue manteniendo (Cuadro 2), aunque es menos amplia que a mediados de año y con un mayor número de indecisos.

El aumento de indecisos es más difícil de explicar intuitivamente. Quizás esto tenga que ver con la manera como se están formulando las preguntas: hasta la primera quincena de diciembre se indagaba sobre la opinión o el acuerdo de la persona con la reelección o con un reforma constitucional que la posibilite, en las últimas tres mediciones ya se está preguntando directamente sobre la “intención de voto”, es decir acerca de una decisión o de una posible acción. En el caso de MORI usando incluso como referencia una boleta parecida a la del día de los comicios. La aparición de no respuestas con el argumento de que “el voto es secreto” es muy común en esos casos.

Estos comportamientos denotan que el tránsito de una opinión a una acción no es automático, sobre todo cuando, como se verá más adelante, no hay claridad sobre el tema en cuestión o se tiene sentimientos muy encontrados. Como dice el refrán: “del dicho al hecho, hay mucho trecho”.

Se dice también que los niveles de indecisión (alrededor del 20%) serían anormales. Efectivamente son elevados pero son apenas superiores en solo 3 o 4 puntos de los que observábamos en esas mismas encuestas unos dos meses antes de las elecciones de 2014.

¿Es normal que encuestas con diseños muestrales similares y levantadas casi en las mismas fechas obtengan resultados tan disimiles? ¿Cuáles serían las razones que explican esto?

Dos de tres estudios le dan una victoria al “Si” de entre 3 a 4 puntos, y una al “No” por 6 puntos (Cuadro 3). Sinceramente es difícil explicar ese nivel de asimetría incluso considerando los errores muestrales. Viendo los datos desagregados (Cuadro 3), es perceptible que las tres convergen, aunque con variaciones, en un resultado del “Sí” de mediocre a muy malo en las zonas más urbanizadas. En cambio, hay divergencias muy grandes entre IPSOS y las otras dos en la evaluación del desempeño del “Sï” en las regiones rurales y localidades pequeñas: MORI y MyM le dan una victoria contundente a esa opción en esas zonas, lo cual es consistente con la reciente historia electoral, IPSOS obtiene en cambio un resultado estrecho.

Hay que reconocer, sin embargo, que las encuestas están enfrentando un escenario sui generis por la volatilidad y fragilidad de los sentimientos y decisiones de los ciudadanos en torno a la re-elección. Esto se confirma, por ejemplo, cuando se ve el bajísimo nivel de interés que estaría despertando la campaña. Según MORI el 59% dice no tener “ningún” o “poco” interés en este proceso, porcentaje que alcanza el 65% entre los jóvenes. Otro ejemplo de esos dilemas es la coexistencia de una alta aprobación al Presidente (54% que consideran “excelente/buena” su gestión en MyM) con un entusiasmo moderado por el “Sí”.

En un entorno con tantas fuentes de indecisión, la precisión de las encuestadoras se resiente naturalmente y los sesgos de sus limitaciones técnico-metodológicas se exacerban. De ahí la confusión, reforzada además por la impericia y la frivolidad con las que a veces se publican y comentan en los medios. Así como es un reto obtener una foto clara de una multitud que se mueve aceleradamente, quizás debamos conformarnos con obtener de las encuestas solo tendencias gruesas, sombras fugaces de las dudas que están envolviendo a los ciudadanos.

¿Cuáles son esas tendencias que nos muestran estas fotos borrosas de la opinión?

Primero lo obvio: estamos lejos de una victoria arrasadora de alguno de los dos bloques, el resultado será probablemente estrecho y en el mejor de los casos alguno de ellos podría aspirar a un 55%, que es un resultado cómodo pero no aplastante. Y, por primera vez desde 2005, existe una probabilidad significativa de que el oficialismo pueda ser derrotado. Nada está dicho, los márgenes de error, los problemas metodológicos, la volatilidad e indecisión, y los enigmas sobre el comportamiento de los electores en zonas rurales dispersas y en el extranjero nos sugieren ser prudentes con las encuestas.

En segundo lugar, puntos más, puntos menos, las tres mediciones muestran a grosso modo dos bloques en torno al 40% y un 20% de ciudadanos de los que se puede decir muy poco. Es una obviedad afirmar que este último grupo será determinante para el desenlace en el 23F, lo crítico es entender las razones de su indecisión, las cuales no están claras.

Parecería que la opción por el “No” se cohesionó muy temprano sobre la base de la tradicional resistencia intensa al MAS/Evo entre las clases medias urbanas de centro-derecha reforzadas coyunturalmente por grupos de desilusionados del proceso de cambio algo más a la izquierda, proceso que contó con escasa intervención de los lideres o aparatos opositores institucionalizados. Es perceptible la estabilización del “No” en las zonas urbanas desde septiembre del año pasado: ¿este es un “techo” o la evidencia de que no es suficiente el “sentimiento ciudadano” y que se requieren estructuras políticas que sostengan una campaña larga? Por lo pronto, esta opción parece ser mayoritaria en las urbes, aunque estancada, y las evidencias de su avance en los mundos peri-urbanos y rurales no son concluyentes.

El “Si” ha tardado bastante en despegar, quizás debido a que el grueso de sus electores pertenece a sectores sociales que tienen más restricciones para involucrarse en los debates de las elites. Pero, es también perceptible cierta perplejidad y apatía frente a una decisión que no parece haber sido bien explicada y que obliga a razonamientos no exentos de dilemas: ¿Para qué cambiar la constitución? ¿Por qué se debe decidir sobre la re-elección si hace unos meses elegimos al Presidente? ¿Por qué esto es urgente y no otros problemas del país?

A medida que la maquina electoral oficialista se pone en movimiento, lentamente el votante masista más leal se informa primero de la cuestión y después se va alineando. Pero esto no estaría resultando tan fácil, en muchos casos no hay información y la potencia/credibilidad de los aparatos de movilización del MAS aparece más débil de lo acostumbrado. Hay también situaciones más complejas: electores que simpatizaban con el MAS pero que se sienten impulsados a decir “No” por la soberbia de algún funcionario, la crítica a la corrupción o porque creen que es saludable una renovación de liderazgos, pero que al mismo tiempo o enseguida se sienten atraído por el “Sí” por la valoración positiva que tienen de la gestión del gobierno o por el espanto frente a ciertos opositores extremistas.

Con todo, la reserva de votos del masismo es apreciable: según MyM, aunque solo un 41% dice que ya decidió votar por el “Sí”, un 46% votaría por Evo en una próxima re-elección.

¿Quo vadis?

Francamente hay poco por hacer en cinco semanas, de las cuales tres estarán dominadas por las reinas, los diablos y la fiesta. Parece que las campañas deberán desenvolverse en un contexto totalmente anti-climático, es decir dónde muy pocos les tirarán pelota a los voceros de ambos bandos, y, por tanto, que deberán convencer a los indecisos en unos escasos diez días, varios de los cuales probablemente se mantendrán enigmáticos hasta minutos antes de colocar su boletín en la urna.

Al oficialismo no le queda más que aquietar las aguas y no meter la pata (¿podrán?), utilizar al máximo la imagen del Presidente asociándola a ideas positivas como la estabilidad y el progreso futuro, y movilizar todos sus aparatos para optimizar su votación entre los grupos que le han sido leales tradicionalmente. En un contexto en que están surgiendo preguntas razonables de muchos votantes en torno a aspectos morales del ejercicio del poder (renovación, riesgo de abusos, etc), tengo dudas que las lógicas polarizadores y de crispación le agreguen algún voto al “Sí”, al contrario.

Por su parte, la oposición, con un aparato político territorial más débil o inexistente, parece condenada a convencer a algunos indecisos urbanos que andan rondando por ahí para ampliar al máximo su ventaja en esas zonas y a rezar para que la movilización territorial del MAS fracase y que el oficialismo cometa muchos auto-goles. La ilusión de la “campaña ciudadana” podría estrellarse frente a la realidad de que, guste o no, se precisa de una organización política mínima para triunfar en una contienda tan disputada.

Fascinantes cinco semanas que, más allá de quien salga victorioso, nos aportarán nuevas señales de las transformaciones que están surgiendo en el universo de expectativas y comportamientos políticos de los bolivianos. No hay nada catastrófico en esto, de hecho es muy saludable, y nada está perdido en el horizonte del 2019 para ningún actor político si sabe leer estos cambios y responder en consecuencia. Mientras, buen carnaval a todos ustedes.

Centro Extremo
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Prensa maldita

El 24 de mayo de 2007, el presidente Evo Morales recibió las conclusiones del Quinto Encuentro de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad realizado en Cochabamba.

El encuentro se realizó bajo la frase “En defensa de la verdad y contra la manipulación mediática” y sentó las bases de la conducta que observaría el gobierno del MAS frente a la prensa. El aviso más claro lo dio el propio jefe de Estado al declarar a los asistentes a la reunión que “el primer adversario que tiene mi presidencia, mi gobierno, son algunos medios de comunicación”.

Y claro que no era cierto. La prensa independiente, aquella que no está alineada ni con el gobierno ni con la oposición, no tiene enemigos pero, en contrapartida, tampoco debería tener amigos. Si un medio simpatiza demasiado con algún gobierno, es lógico que su público sospeche de sus contenidos pero tampoco tiene credibilidad aquel que solo se dedica a atacar a los gobernantes, así sea sin motivo.

La asepsia del periodismo es necesaria debido a que una de sus tareas fundamentales es la fiscalización de los gobiernos, sin importar que estos sean de izquierda, del centro o de la derecha.

El mismo Evo Morales se benefició de esa labor fiscalizadora cuando era dirigente cocalero y férreo opositor a los gobiernos neoliberales. La paliza de muerte que recibió de efectivos de la lucha antidroga lo convirtió en figura pública gracias a la cobertura mediática que tuvo.

El gobierno sabe que la prensa no debe alinearse pero finge ignorarlo. Desde Venezuela, desde los tiempos de gloria de Hugo Chávez, se trazó la estrategia de desprestigiar al periodismo con el fin de debilitarlo.

Es posible comprar medios, generalmente a través de terceros, como pasa en Bolivia, pero es imposible abarcar todos así que hay que atacarlos tan repetidamente que el mensaje se quede grabado en la mente del público inadvertido: los medios mienten o, como dijo recién el presidente, los medios son de la derecha.

Se trata de un obvio extremismo pero bien aplicado. “Si no estás conmigo estás en mi contra”, dijo más de una vez el presidente y de manera pública. La misma lógica se aplica a los medios. En la lógica del gobierno, la prensa no debería informar sobre hechos negativos, mucho menos ocuparse de casos de escandalosa corrupción como el del desaparecido y desbancado fondo indígena. A lo que debería limitarse el periodismo es a echarle flores al jefe de Estado, alabarlo, tratarlo como el elegido, el iluminado, el único capaz de conducir al país por la senda del desarrollo. Quiere que todos los medios sean como los estatales cuyos periodistas no puede escribir contra sus empleadores. Como hay medios que no caen en esa bochornosa conducta, entonces los ataca, los desprestigia: dice que son de la derecha.

“Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”, sentenció Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, y los gobiernos del “socialismo del siglo XXI” aplicaron exitosamente la fórmula. Rafael Correa convirtió la mentira en una realidad y consiguió promulgar en Ecuador una ley de medios casi sin oposición alguna porque la gente cree que los medios son de la derecha y buscan desestabilizarlo.

Si el gobierno de Evo Morales no sacó una ley similar de la manga es porque todavía tiene un proceso electoral pendiente, el referendo del 21 de febrero. Una vez que pase, volverá a su estrategia hasta contar, por fin, la ley que le permita controlar a esa prensa maldita que no le deja gobernar a su gusto.

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

 

 

  

 

 

Surazo
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