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Prohibido pensar

Son épocas de ausencia de crítica. Sobre todo, en las ciencias sociales y en el quehacer político. El pensar en el sentido de generar ideas, propuestas, nuevos rumbos ante la ausencia de creatividad, nuevos rumbos ante las costumbres ya superadas en las ciencias sociales. Pensar ante la inercia y la repetición totalitaria anti pedagógica.

Sin embargo, la enfermedad del poder ha matado la creatividad de la crítica, pues todos quieren poder: hasta los barrenderos y porteros de las instituciones. Todos quieren humillar a todos, desde cualquier rincón de su miserable poder. El miedo se ha apoderado de las instituciones, nadie quiere pensar. Realizar crítica intelectual es demasiado riesgo en estas épocas oscuras y oscurantistas.

En el norte del mundo también hay desbande de intelectuales, de pensadores porque gente conservadora y anti intelectual gobiernan aquellas “democracias”, donde los pueblos votan; pero no eligen nada, no deciden nada. Aquellos civilizados y educados países han caído en los totalitarismos más humillantes, eligiendo a gobernantes ignorantes; pero siervos y dictadores de las oligarquías financieras de moda.

El libre pensamiento está anulado y absolutamente marginado en todos los sistemas totalitarios de derecha e izquierda. El miedo a la crítica y el aporte al pensamiento ha sido frenados por todo el mundo.

Desde hace un tiempo atrás, la enfermedad mental del poder ha contaminado lo cotidiano de nuestras vidas. Todos quieren poder, no para gobernar sino para destruir a los demás, para humillar y demostrar ante los demás lo poderoso que uno puede ser. Esta grave enfermedad mental, también ha destruido la convivencia sana de las instituciones, de la sociedad civil. Sin poder nadie es nada, sin ser nada no se puede funcionar en lo cotidiano. Esa sensación enfermiza y cruel simplemente está destruyendo los tejidos sociales de la sociedad.

Para el poder pensar y ser crítico es lo más peligroso. El poder es paranoico de por sí. Si hay crítica el poder es no sólo paranoico sino también totalitario y dictador. Fenómenos sociales ya estudiados hace mucho.

Los herejes han sido los ejemplos en la historia, respecto de la crítica. Los herejes han sido ejemplos para el avance de las ciencias y la intelectualidad, porque gracias a ellos se han producido avances y progreso. Los herejes han sido en sí mismos críticos y científicos en sus críticas y propuestas al poder de las ciencias impuestas por las cúpulas políticas.

Actualmente la herejía intelectual y la crítica están siendo perseguidas por todo el mundo. Porque el poder necesita acentuar sus privilegios, mejor sin crítica ni ejercicio intelectual. Para el poder pensar es muy peligroso. Las ideas pueden mover montañas y pueblos; asunto que políticamente mejor destruirlo desde el poder.

Son épocas oscuras y oscurantistas, donde la resistencia de las ideas y la crítica tienen que seguir vigentes, porque es el sentido de la existencia humana. De aquello con el rostro positivo y humanista. Los Hitler y Stalin prefieren cárceles y exilio para pensadores y científicos. Sus actuales discípulos repiten esas recetas desde el norte, hasta el sur del mundo.

Las crisis son también oportunidades para avanzar. Estas coyunturas oscuras y oscurantistas tienen que ser estratégicamente aprovechadas, desde todos los rincones donde es posible pensar y crear ideas. Quizás mucho pedir; la historia intenta enseñarnos que la resistencia de las ideas ante el poder, es posible si las condiciones al menos son mínimas. Eso es valentía y coraje espiritual, como algo de institucionalidad.

Sí, la degradación humana de esta época por la búsqueda de poder a cómo de lugar, aun a costa de pisar a los demás, tiene que ser superada en el tiempo, porque sus resultados los vemos en Gaza o Ucrania. O con la expulsión racista de los migrantes de Estados Unidos. Pues, eso es poder en concreto. En lo cotidiano es lo mismo: humillar y pisar a los demás a partir de oficinas o lugares burocráticos. Resultados brutales desde lo pequeño, hasta lo estructural como en Gaza.

Por estos lados del mundo, la contaminación del poder y la mediocridad total como funcionamiento normal, está dañando y coartando a quiénes tienen vocación de pensadores o científicos. Convirtiéndolos en funcionales al sistema, a la obediencia de la mediocridad, para ser funcionales en la burocracia institucional.

Son épocas de resistencia y creatividad. Épocas donde las ideas y la crítica son más importantes que nunca. Donde las trincheras del pensamiento y la crítica, son todos los lugares posibles de la herejía, contra el poder y sus formas de la degradación humana.

Pensar, crear, proponer ideas nuevas, en función social y coraje de justicia, son los insumos desde siempre, desde la existencia de la historia humana, por hacer de este mundo un lugar mejor. Donde no existan miles de millones de miserables, sometidos a todos los poderes mundanos de unos cuantos sedientos de poder, de intereses mezquinos y totalmente injustos, totalmente inhumanos.

Opinión
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Cualquier innovación es traición

El admirado príncipe de Benevento decía que “ En política cualquier innovación es traición”. No importa que sea un ajuste menor o un cambio profundo, siempre activa las alarmas. Llega Rodrigo Paz, conquista el voto que durante veinte años fue patrimonio del MAS, hace lo que los candidatos eternos no supieron hacer, y en lugar de reconocer el mérito, se le cae encima la sospecha. Traidor, vendido, infiltrado, caballo de Troya. Creo que se entiende, porque estamos asustados y nos programaron para desconfiar.

El problema no es él, somos nosotros. Llevamos dos décadas con el cerebro entrenado para ver fantasmas en cada esquina. Tanto daño nos hizo el masismo que, cuando alguien se atreve a mover el tablero, lo primero que pensamos es que algo turbio hay detrás. Tenemos síndrome de Estocolmo, nos vinieron a rescatar, pero preferimos quedarnos abrazados al captor porque lo nuevo asusta. Convivir con el secuestro se volvió costumbre y es nuestra zona de confort.

Rodrigo no es el salvador, no es un político nuevo, es un candidato presidencial emergente, que entendió que la única forma de ganarle al neocomunismo era conquistando el voto que lo mantenía vivo. Durante veinte años, analistas cotidianos y de profesión repitieron el mantra de que “para ganarle al MAS había que conquistar su voto”. Pues bien, llega alguien, lo hace, y lo primero que hacemos es acusarlo de traidor. Y lo peor es que lo hacemos pasando por alto que ni siquiera pudo llenar listas de diputados en lugares donde terminó ganando. Si eso no es un indicio de cambio real, no sé qué más necesitan para entenderlo.

El MAS perdió. El neocomunismo perdió. Y, sin embargo, aquí estamos buscando teorías de conspiración, inventando pactos ocultos, viendo fantasmas que solo existen en nuestra paranoia.

Paz, con todos sus aciertos y errores, está ocupando un espacio que nadie más se atrevió a disputar, caminó Bolivia, hablo con la gente, hizo política pura y dura. Se entiende que el que te saca de la zona de confort es el enemigo natural de tu cerebro, pero si no nos sacudimos este miedo al cambio, estamos condenados a caer en el bucle del tiempo. Y cuando eso pase, ya no será por culpa del MAS ni de sus fantasmas, sino por la incapacidad de ver que la traición solo existe en la cabeza de los que prefieren seguir secuestrados por el sistema.

Opinión
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Ese fue el sueño del IBCE, faltó voluntad para construirlo…

Si Ud. aún no hace uso de las facilidades que ofrece la Inteligencia Artificial para ponerse al día sobre lo publicado en extensos libros o sesudos estudios, está perdiendo la posibilidad de aprender más, p. ej., con la herramienta de ChatGPT, cuando ésta le puede ayudar con buenos resúmenes, ahorrándole tiempo y esfuerzo. Aquí va, un ejemplo...

Ante los varios comentarios que recibí sobre mi última columna -“Lo que pudo ser Bolivia, y no fue…”- decidí reseñar el libro “Visión Bolivia Productiva y Exportadora” que el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) publicó en 2006, como el primer aporte de la sociedad civil a la Asamblea Constituyente instalada ese año, para modificar la Constitución Política del Estado (CPE). Entonces, le pedí a ChatGPT que leyera las 300 páginas del libro, que hiciera un resumen y que proyecte cómo sería el país, de haberse aplicado con rigor las recomendaciones del mismo. A continuación, su respuesta.

¿Qué planteó el libro y cuál, el cambio propuesto? Que el desarrollo de Bolivia se basara en: 1) Transformar al comercio exterior en un pilar del crecimiento, con exportaciones de alto valor agregado, integrando a los sectores más pobres, rurales y urbanos; 2) Garantizar la seguridad jurídica e institucional, mayor productividad y competitividad, acceso al financiamiento, inversión, infraestructura y logística eficientes; 3) Implementar un Estado moderno, eficaz, descentralizado, que promueva, en vez de obstaculizar, y asegure una política social efectiva; 4) Diversificar, desde los productos extractivos, hacia la manufactura, agroindustria, turismo y Exportaciones No Tradicionales; 5) Combatir el contrabando, abrir nuevos mercados externos, negociar acuerdos internacionales y promover una integración pragmática; 6) Apostar por la biotecnología, biocombustibles, certificaciones ambientales y laborales en función de mercados internacionales exigentes; 7) Profesionalizar la diplomacia y mejorar la calidad de la gestión pública; 8) Que haya inclusión productiva y no solo inclusión social.

Con ello, Bolivia podría haber tenido un mayor crecimiento, sostenido y diversificado, no una expansión inercial basada en el gas, minerales y materias primas, sino en sus Exportaciones No Tradicionales (agroindustriales, manufacturas, forestales y turismo); pudo duplicar su tasa de crecimiento a un promedio de 7 % y no de 4% o 5 %, con lo que el Producto Interno Bruto (PIB) sería 1,5 a 2 veces mayor que el actual. La diversificación nos habría hecho menos vulnerables, más resistentes y habría subido la inversión privada.

Tendríamos un Estado moderno, técnico, descentralizado y eficiente que habría llevado servicios y políticas productivas al campo y zonas emergentes. Con seguridad jurídica, sin bloqueos, avasallamientos y conflictos, podríamos haber tenido inversiones estables. Una diplomacia comercial habría concretado acuerdos estratégicos con la Unión Europea, Estados Unidos y Asia-Pacífico, con mercados de cientos de millones de consumidores.

La pobreza habría bajado mucho más rápido con programas de inclusión productiva, en vez de solo subsidios. Millares de campesinos y mujeres en zonas rurales podían haber sido parte de cadenas productivas certificadas (Triple Sello, comercio justo, biocombustibles), con ingresos más altos y autonomía.

La adopción temprana de la agrobiotecnología y el uso de materias primas agrícolas para biodiésel, etanol para la gasolina, y productos agroindustriales, habría bajado la dependencia energética, la importación de combustibles fósiles y generado excedentes exportables, con una agroindustria responsable de alto valor y sostenible.

El riguroso control del contrabando de ropa usada, combustibles e insumos habría fortalecido el mercado formal, generado empleo digno y mejorado la recaudación tributaria, y los productores locales podían haber competido mejor en calidad y escala.

Hubiéramos sido un ejemplo de ética del desarrollo, donde la dignidad humana no se reduce a subsidios, sino, al acceso a oportunidades productivas y participación real. La legitimidad del Estado sería producto de su eficiencia, no del discurso. Tendríamos un mejor contrato social con una visión económica compartida (gobierno-sociedad civil), integrando de forma horizontal al sector privado como coautor del desarrollo.

El país hubiera dejado de ser rentista, insertado sosteniblemente en cadenas globales de valor, basados en el desarrollo humano, tecnológico, empresarial y ambiental; más rico, diverso y resiliente, industrializado, exportador, energéticamente diversificado y competitivo, con menos pobres y más empleos dignos; inteligentemente insertado, con acuerdos comerciales estratégicos, con un Estado promotor de la libre iniciativa.

¡Seríamos una Bolivia digna, productiva, exportadora y soberana, fundamentada en una economía real, no en subsidios ni políticas coyunturales! Ese fue el sueño del IBCE, faltó voluntad para construirlo… (el libro se puede descargar desde https://acortar.link/fxGC3J).

Buscando la verdad
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Balance necesario y prudente

Pasaron las elecciones y existen todo tipo de sensaciones a lo largo del país. Con sorpresas que son las evidencias de una profunda crisis política, económica y social en nuestro país. La derrota histórica del MAS y la victoria del PDC (Partido Demócrata Cristiano), articulan con claridad que al parecer se está terminando una época en Bolivia. La destrucción del MAS precisamente termina con la catastrófica derrota de lo que fue una posibilidad, en términos sociales y económicos, real de avances para los sectores populares. Es decir, con las decepcionantes actuaciones de quiénes son todavía los líderes del MAS, que realmente no estuvieron a la altura de las circunstancias, sino que valieron más sus posturas ególatras y reaccionarias, que los intereses de las colectividades nacionales.

La victoria del PDC es con absoluta claridad la reacción del enfado nacional, de los sectores más populares, contra el MAS y sus veleidades tontas de los últimos tiempos. Pero también es la claridad de los sectores populares que pueden definir elecciones, desde el silencio, desde su participación marginal en las decisiones del país.

La derrota de Doria Medina, es el fracaso de las clases medias que no acaban de entender lo que es la Bolivia profunda. Esa Bolivia periférica que ha intentado dialogar con la otra Bolivia oficial, de las clases medias; pero vemos que ha sido un fracaso también a pesar de los intentos del Proceso de Cambio. Proceso ya extraviado por los profundos errores de sus dirigencias, que no leyeron lo que el país exigía. Las clases medias siguen sintiéndose el centro de la película, en una historia que no son sino sólo parte del poder colonial como rémora de la república. Aquí no hay diferencia entre derechistas e izquierdistas, pues estos 20 años de izquierda, hemos visto que las clases medias se convirtieron en izquierdistas para seguir medrando del poder.

De hecho, las izquierdas de clases medias, o sea q´aras de izquierda, apostaron a Andrónico. Un militante del MAS mediocre, borrachín y totalmente fiestero durante su mediocre trabajo en el senado. Apodado burrónico por su inoperancia y poco aporte al Estado boliviano. Pero, las clases medias de izquierda despistadas como siempre en este país, apostaron a perdedor sin hacer las lecturas correctas de lo que realmente sucede en Bolivia. Ayudaron a destruir lo poco que quedaba del MAS. Nada raro por supuesto. Hicieron lo mismo en la UDP y lo mismo con la revolución del 52.

En definitiva, las últimas elecciones son una muestra más del rostro de las clases medias, como corpus de clase, que siguen nomás tan despistadas respecto de la historia de Bolivia, desde tiempos inmemoriales.

Es cierto también que varias dirigencias del MAS, se torcieron y se emborracharon con el timón del poder. Se olvidaron de las conquistas sociales de los primeros años; se convirtieron en rincones del totalitarismo más absurdo, de donde salían ordenes de contratos o decisiones de nuevas autoridades en viceministerios y ministerios. Papel otorgado por las cúpulas que sólo destruyó a los tejidos de las organizaciones sociales, así se corrompieron en competencia.

Las divisiones de las organizaciones sociales empezaron en los años 2010 y 2011, cuando la torpeza de Chaparina. Ante las críticas hacia las cúpulas del MAS, las cúpulas ordenaron dividir a las organizaciones sociales. Es decir, las corrompieron abiertamente. Esa costumbre se arrastró hasta los últimos años de la agonía del MAS.

Luego, como yapa del destino, el boicot interno entre todas las facciones acabó por destruir lo que fue el sueño del MAS. Obra de los sectores más pobres de este país, fagocitado por los oportunistas de siempre a lo largo de la historia, para ser destruido desde adentro mismo del proceso de cambio. La historia se repite. No hay aprendizaje de las lecciones del pasado, no hay sistematizaciones de ese pasado, sólo inercia entre el hambre y miseria del pueblo boliviano.

Los sectores populares ya decidieron. Decidieron cambiar de rumbo ante lo evidente y destruido proceso de cambio. Sectores populares que demostraron una vez más un comportamiento democrático, pacífico y sin derramamiento de sangre como habrían querido sectores enfermos mentalmente, y sedientos de sangre. Los sectores populares dieron lecciones de democracia, a los grandes analistas, a los izquierdistas y oportunistas de siempre. Es la risa de Diógenes, de los sectores populares, ante el show y la modernidad de otros sectores; pero fuera de los compases de la historia de Bolivia.

Los pobres y marginados de la historia de Bolivia, seguirán de pie aun los duros golpes de la historia tradicional. Saben que su destino está en sus manos, saben que se equivocan cuando confían ciegamente en corruptos y oportunistas de discursos bonitos y para la prensa. Ese silencio enorme confirma esta tesis. Esa paciencia infinita de seguir bregando y labrando la historia de Bolivia, no importa desde la periferia y el anonimato total.

Las nuevas generaciones asisten a la muerte de una época. Una época que ofreció cambios y transformaciones; sin embargo, sólo fue una ilusión enorme. Con algunos avances que no son los que se soñó. Sigue nomás la colonia, las costumbres de la república y la podredumbre de la corrupción. La Constitución del 2009 es ahora un bonito recuerdo, pues los pobres siguen siendo pobres; los ricos siguen siendo ricos. Y la historia de la corrupción como la desinstitucionalización continúan vigentes.

Las nuevas generaciones tienen que empezar a soñar otra vez, en este bello terruño que se llama Bolivia.

Opinión
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El voto pragmático que puede cambiarlo todo

Esta elección es distinta. Hay un aire de optimismo que no se veía en años y la sensación de que la izquierda, por primera vez en mucho tiempo, podría ser derrotada. Todo indica que habrá dos candidatos de oposición disputando la segunda vuelta. Esto gracias a que el MAS se autodestruyo, así que ninguno de ellos puede atribuirse su caída. Por el contrario, gracias a ellos, por acción u omisión, la izquierda se quedó 20 años desangrando al país… pero ese es otro asunto.

Pese a tener el plato servido, ninguno de los opositores ha logrado conquistar de forma clara a la gente. Las encuestas muestran un primero y un segundo, pero también un bloque de indecisos, blancos y nulos que casi iguala a esos punteros. Ese voto es pragmático y, generalmente se inclina hacia quien tenga más posibilidades de ganar, sin lealtades ni compromisos.

Ahora bien, en las últimas cinco elecciones, ese voto terminó favoreciendo a la izquierda y hay muchas probabilidades de que pueda pasar de nuevo, no lo sabemos. Tal vez sirva para inflar el porcentaje de Andrónico y meterlo en segunda vuelta. Tal vez, en un giro inesperado sea Rodrigo Paz el que salga beneficiado y salte a la primera línea, quien sabe.

Y no hay que olvidar que, en política, el último tramo de la carrera es el más sucio. Ahí se juega con campañas de cloaca y promesas imposibles que duran lo que un titular. El voto pragmático es el objetivo preferido de estas maniobras, y el que sepa trabajar bien esa confusión, lo aprovechará.

Baltazar Gracián decía que la confianza es la madre del descuido. Y hoy, muchos ya actúan como si todo estuviera resuelto. Se reparten cargos imaginarios, celebran victorias que todavía no existen y se comen el pan sin siquiera haberlo metido al horno. Ese exceso de confianza podría ser el último regalo que la oposición le haga a la izquierda. Porque en Bolivia, lo inevitable nunca es seguro y lo improbable siempre encuentra la manera de ocurrir.

Mi voto es pragmático y va por el primero, elija usted por donde va su pragmatismo.

Opinión
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Al Rafo Puente

Ya va quedando lejos, en los años y la nostalgia, allá a mediados de los años 70. En plena dictadura de Banzer, lo conocí en la experiencia educativa Juan XXIII. Ya no recuerdo el año exacto; él era un brillante profesor de Cultura Religiosa y de Análisis de la Realidad. Escuché algunas lecciones de Cultura Religiosa, realmente con mucha pasión y con otra totalmente distinta manera de enfoque sobre la religión. Una novedad para cualquier joven adolescente, acostumbrado a las tradicionales lecciones de religión de la época.

A veces venía con un poncho de campesino altiplánico. En invierno con chullo de campesino y varias veces con gorras de distinto tipo. Los mayores nos contaban de sus trayectorias de vida, sobre todo de sus estudios en España y su incursión de religioso. Para mí fue el mejor teólogo de la Liberación que tuvo Bolivia. Se lo dije muchas veces. Apasionado desde siempre por la política, desde la visión crítica y desafiante. Escucharle en esa línea con otros profesores del Juancho, en aquellos cafecitos de los recreos, donde el Cachín Antezana, Filemón Escobar, Josep Barnadas y otros profes discutían temáticas políticas apasionadamente.

En los años 80, cuando el regreso de la democracia, el Rafo estaba con grandes pretensiones políticas. Había fundado el BPP (Bloque Patriótico Popular), y pues con ganas de conquistar el nuevo proceso político, no sólo con los votos sino también por la vía armada. Pero pues una de las especialidades de la izquierda boliviana es la división, incluso a rajatabla, asunto que le disgustaba y le entristecía también.

Recuerdo bien el final de la UDP. Una izquierda dividida, corroída por la corrupción y otra vez entregando espacios a la derecha de aquel momento. El Rafo con sus tufos de clandestino, también reestructurando sus estrategias de combate.

Muchos años después nos encontramos en el aeropuerto de El Alto, cuando empezaba el nuevo proceso en los inicios de los años 2000, preocupado como siempre por el país y sus devaneos políticos. Pero, como siempre, apoyando las nuevas posibilidades de otros sujetos de la historia. Militando en medio de sus compromisos por el país profundo.

Él era un burgués de posición económica. Había bebido los postulados de los teólogos de Salamanca, de aquellas cercanías con el marxismo europeo desde la religión; pero con la radicalidad del compromiso cristiano. Ya en aquellas épocas desafiaba a toda la tradicionalidad del marxismo boliviano al decir que era cristiano marxista. Que no pertenecía a ninguna secta protestante marxista ni cristiana.

También fue alta autoridad del proceso de cambio. Rompió con sus enfermedades totalitarias y corruptas corporativistas. No aceptó imposiciones de cotas de poder, o puestos de trabajo para militancias oscuras. Prefirió dejar de lado esos juegos de la real politik. Fue muy criticado por todo eso. Como cobarde y tibio. Yo mismo le hice esa crítica. Le reconocí después que tenía toda la razón del mundo.

La última vez que lo ví tampoco recuerdo el momento, era en una calle de Cochabamba cerca de la plaza principal. Antes de la Pandemia y ya con problemas de salud por la edad. Nos saludamos y nos deseamos todo lo mejor de la vida. Le escribí algunas veces criticándole algunos artículos suyos; siempre me respondió con respeto y lugar a mis ideas y posiciones.

Esta tarde me enteré de su muerte. Me vinieron a la mente todos estos recuerdos del Rafo, de su apasionada vida siempre con las ganas de servir de mejor manera a las causas de los más pobres. Precisamente por eso, incluso, no entendido en su propia familia. Los riesgos de una vida apasionada y de vocación por los asuntos más complejos de la vida.

Su posición económica y de clase le hubieran permitido una vida cómoda, quizás de escritor y profesor universitario. Prefirió lo jodido. La incomodidad, los riesgos de la militancia, las traiciones de amigos y amigas, lo duro y lo ingrato de la política. La clandestinidad. En definitiva, aquello de lo que la gran mayoría de la gente prefiere escapar y ponerse a buen recaudo. Rafo tenía el temple de pocos seres humanos, de los que nunca hablamos porque es incómodo y molestoso en estas épocas de crisis y brutalidad corrupta. En esta época sin ética ni moral.

Paz en tu tumba estimado Rafo. Mucha gente te seguirá recordando por siempre. Mucha gente recibió lecciones de vida, lecciones de maestro con la suficiente experiencia en la coherencia y la claridad del compromiso.

Paz en tu tumba comandante. Nosotros seguiremos intentando aquellos sueños por un mundo mejor, caminos difíciles y complejos en los que no te rendiste.

Paz en tu tumba comandante Rafo.

Opinión
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Lo que pudo ser Bolivia, y no fue…

Corría el 2006, cuando el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) publicó el libro “Visión Bolivia Productiva y Exportadora”, como un aporte a la Asamblea Constituyente instalada ese año para modificar la Constitución Política del Estado. La exposición del estudio, de casi 300 páginas, fue el 27 de febrero de 2007 en el emblemático Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, en Sucre, habiéndose entregado allí, una tonelada de libros. Fue tal la expectativa, que, abarrotado el auditorio por más de cien Constituyentes, se tuvo que habilitar un recinto adyacente, para su transmisión remota. 

Fue algo histórico, se trató del primer aporte desde la sociedad civil a la Asamblea Constituyente, con abundantes análisis e información, un trabajo multidisciplinario de cinco profesionales, cuatro de ellos, lamentablemente, fallecidos: Lucio Paz Rivero (+), varias veces Ministro de Estado, ex funcionario del BID y Asambleísta Constituyente (1966-1967), quien escribió sobre el “Rol del Estado y Planificación del Desarrollo”; Ivo Vranjican Dominis (+) de vasta trayectoria empresarial, sobre “Medio Ambiente, Desarrollo Sostenible y Sociedad del Conocimiento”; Ricardo Ortiz Gutiérrez (+), experto en competitividad, sobre “Desarrollo Industrial Manufacturero y Turístico”; otro ex Ministro de Estado, Diego Montenegro Ernst, sobre “Desarrollo agropecuario y forestal”, y Antonio Rocha Gallardo (+), experto en aduanas, sobre “Comercio Exterior e Integración”, todos, con propuestas de políticas para progresar sosteniblemente, a partir de la actividad privada.

Recuerdo que en medio de fuertes tensiones políticas y una Asamblea Constituyente que prometía refundar el país, quienes estuvimos inmersos en el estudio apostamos por una Bolivia diferente, no una nación ideologizada, dependiente del extractivismo y discursos populistas, sino, una Bolivia productiva, moderna, exportadora, que mire al futuro. Así nació aquel estudio al que guardo gran respeto: “Visión Bolivia Productiva y Exportadora”.

El libro era más que un texto técnico, era una propuesta concreta y sensata para construir un mejor país con oportunidades para todos. No era un plan neoliberal o una carta blanca al mercado, sino, una invitación a repensar Bolivia desde la productividad, la competitividad y el trabajo digno, pero, también, era una advertencia: sin diversificación, sin seguridad jurídica, sin un Estado moderno y sin integrarse al mundo, Bolivia podía desperdiciar una oportunidad histórica de cambiar para bien. A 16 años de aprobada la nueva Constitución Política del Estado (CPE), se puede decir que lo advertido, ocurrió: He visto pasar los años con un nudo en la garganta; la CPE cambió, sí, pero la nueva propuesta de modelo productivo no funcionó como muchos esperaban. Al celebrar el Bicentenario de la fundación de la República de Bolivia, pregunto: ¿Qué hubiera pasado de haberse aplicado la propuesta del libro? ¡Seríamos otro país!

Podríamos haber tenido una economía diversificada y menos vulnerable. Podríamos estar exportando muchos más alimentos, manufacturas y servicios, celebrando que las Exportaciones No Tradicionales hubieran superado a las ventas tradicionales, con decenas de miles de MiPymes integradas a la producción para la exportación, y así, podríamos haber erradicado gran parte de la pobreza con empleos sostenibles.

Hubiéramos tenido también, otro Estado, más técnico y menos político, con reglas claras para la inversión, descentralizado de verdad, capaz de regular con firmeza, pero, también, de promover con inteligencia. Un Estado donde el sector privado no fuera visto como enemigo u oportunista, sino como aliado estratégico para el desarrollo. Un Estado con una diplomacia económica abriendo grandes mercados, con una red logística moderna y puertos eficientes para integrarnos al mundo.

¿Por qué no lo hicimos? Porque faltó visión, primó la sinrazón y muchos se dejaron llevar por la ilusión de que el boom del gas lo resolvería todo, se aturdieron con la ideología y se prefirió hablar de lo “plurinacional”, antes que de productividad, eficiencia y competitividad, por considerarse algo malo, dada la “cosmovisión” imperante.

Hoy, que la economía sufre, me duele pensar en “lo que pudo ser y no fue”, porque las respuestas estaban dadas, estaban en aquel documento, en ese sueño de una Bolivia que exporta sostenida y sosteniblemente, cada día más, con un modelo propio, integrando al pequeño con el grande, al urbano con el rural, al trabajador con el empresario.

Pero, no todo está perdido: Tenemos visionarios productores que exportan con calidad; tenaces empresarios que siguen invirtiendo y técnicos capaces de gestar buenas políticas públicas.

Si algún día Bolivia decide volver a la senda correcta de producir, competir e integrarse al mundo, el libro del IBCE será el mapa histórico de lo que algunos no se atrevieron hacer. Ojalá sea pronto, porque, duele ver “lo que pudo ser Bolivia, y no fue…” (el libro se puede descargar desde https://acortar.link/fxGC3J).

Buscando la verdad
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Pensar post bicentenario

Ya pasó el Bicentenario. Doscientos años de esfuerzos por construir algo de Estado, algo de institucionalidad y seguridad para los bolivianos. Doscientos años de luchas, sobre la base de luchas ancestrales contra las mentalidades colonialistas. Doscientos años de intentar mediante sangre, que no haya bolivianos de segunda y bolivianos de primera. Unos siendo pongos y esclavos; otros gozando de la riqueza nacional en nombre de todos.

Los desafíos en frente siguen siendo enormes, como enormes son todavía nuestras dudas del sentido de esta Patria. La miseria y pobreza de nuestras calles, de niños limosneros junto a sus madres, debería ser un primer diagnóstico de nuestra situación. Los discursos sólo encubren engaños y falsas promesas. Eso nos enseña la historia.

Desafíos en seguir construyendo un Estado que realmente responda a nuestras necesidades. Tenemos que destruir la corrupción, que es un acto y costumbre brutal de muchas instituciones del Estado. Enraizado por la inutilidad de autoridades, o complicidad. Pero que destruye las entrañas de la Patria, pues el enriquecimiento ilícito es parte substancial del comportamiento político partidario. Y eso nada tiene que ver con las ideologías, sino con las actitudes de coherencia hacia la Patria. Porque izquierdistas como derechistas han sido corruptos en toda la historia.

Desafíos en la línea de crear institucionalidad, donde los criterios de profesionalidad y eficiencia sean los que definan técnicamente a nuestras instituciones. No el caciquismo politiquero. Porque eso ha demostrado que es tan corrupto como todas las costumbres politiqueras de la república.

Desafíos en generar centros educativos de alto nivel, sean escolares como universitarios. Sean tradicionales o alternativos; pero de alto nivel. Porque nuestras necesidades complejas por demás, ya no pueden esperar milagros o actos al azar de gente ignorante y totalmente sin herramientas para entender precisamente lo complejo de nuestro país.

En suma, lo que tenemos por delante son las mismas cosas que teníamos antes del Bicentenario. Las mismas cosas no resueltas y devaluadas por el tiempo perdido de estos siglos. Como nuestras instituciones totalmente carcomidas por las mentalidades corruptas, mafiosas, corporativas, destructivas de los tejidos sociales.

Las nuevas generaciones tienen en sus espaldas enormes responsabilidades, de construcciones, de nuevos inventos sociales, de nuevas perspectivas. Ojalá así sea. El fracaso de los de siempre ya es un insulto a la inteligencia, al sentido común de los tejidos sociales, si es que consideramos que tenemos que hacer un país justo, democrático y con futuro para las nuevas generaciones. Y eso es una enorme responsabilidad en las espaldas.

La costumbre de la inercia y el aceptar cualquier cosa, nos está llevando a la tragedia. A la destrucción del país. Nos está llevando a la violencia generalizada de nuestras calles, de nuestros barrios y de nuestras ciudades. No podemos permitir y aceptar semejante futuro. Si es preciso realizar cirugías sociales donde extirpemos a los grupos y gentes peligrosas, tenemos que hacerlo. Por el bien del país, de su futuro y el futuro del futuro.

Los consensos sociales nuevos son necesarios hoy más que nunca. Las divisiones son parte de la complicidad de los más peligrosos para el país. El gansterismo politiquero es uno de ellos. Los consensos sociales tienen que garantizarnos que el país no puede estar en manos equivocadas, ignorantes y poco eficientes para conducir a todo un país.

Pero no son tareas sencillas ni fáciles. No hay recetas ideológicas ni intelectuales. Sólo enorme trabajo de grupos responsables y comprometidos con la Bolivia profunda, con su historia, con sus pasiones, con las nuevas generaciones que hoy por hoy no tienen ningún futuro posible, sino la sobrevivencia como conocimiento normal desde tiempos inmemoriales.

Hay que terminar con las historias tradicionales. Desmontar esas frivolidades de los discursos de hora cívica. Esos cuentos que sólo adormecen las mentes y almas de todas las clases sociales. Además, encubren todas nuestras tragedias para pintarlas de victorias y triunfos de unos malhechores y destructores de los esfuerzos de las mayorías.

Ya pasó el Bicentenario. Nos queda demasiado trabajo, demasiado construir y reconstruir sobre las huellas de los enormes esfuerzos de quienes hicieron la revolución del 52. De quienes resistieron los ventarrones de los destructores de nuestro país. De quiénes le pusieron alma vida y corazón en todos los momentos que peligró la Patria. Sobre esas huellas de sangre y sacrificio.

Todos somos dueños de nuestra Patria. No hay patrones ni caudillos que sean los dioses y dueños de nuestras vidas. Pensar así es estúpido como cavernario. Pero tiene que haber líderes esclarecidos, coherentes ética y moralmente con los designios de la Patria. Responsables para romper los odios y rencores, además de llevarles al paredón a todos los corruptos.

Todos somos el Estado; toda la riqueza de esta Patria nos pertenece a todos. Pues cuidarla es compromiso de todos. Las condiciones son protocolos de amor, de ética y mucho trabajo por seguir construyendo Patria en esta tierra.

Opinión
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¿Por qué está bajando el dólar? ¿Volverá a subir?

¡Quién lo iba a decir! El criticado, demonizado y vilipendiado dólar estadounidense, al que por muchos años ni se lo quería nombrar en el ámbito político en Bolivia, por estar relacionado con el “imperio yanqui”, y frente al cual la moneda nacional -el Boliviano- hizo gala de fortaleza durante más de una década, hoy no sólo está cotidianamente en la boca de todos, sino que ahora es requerido, ansiado y hasta depositario de la fe de mucha gente, que ve en dicha moneda una suerte de refugio frente a la inmisericorde inflación que socaba el poder adquisitivo del Boliviano.

En efecto, el tipo de cambio oficial del dólar en el país, que había cerrado en Bs8,08 el 31 de diciembre de 2005, empezó a declinar lentamente su cotización a la par que las exportaciones nacionales crecían, el superávit comercial se repetía, y las Reservas Internacionales Netas (RIN) del Banco Central de Bolivia (BCB) aumentaban, llegando a cotizar a Bs6,96 el 9 de noviembre de 2011, fecha desde la cual se mantiene sin cambio, con la pertinente aclaración de que hoy es prácticamente imposible conseguir el dólar a ese precio, ya que la ausencia de un mercado paralelo verdaderamente libre, dio lugar a un mercado negro donde el dólar llegó a rozar los Bs20.- a mediados de mayo pasado debido a factores externos e internos -objetivos y subjetivos- que una vez aplacados, derivó en un bajón de la divisa hasta ubicarse entre Bs16.- y Bs15.-

Sin embargo, durante los últimos días, no solamente el dólar físico sino también el dólar cripto (digital), han venido experimentando una tendencia a la baja, cotizándose al momento de escribir esta columna en poco más de Bs13.- posicionando tres preguntas repetitivas: ¿Por qué está bajando el dólar? ¿Hasta cuánto bajará? Y, la pregunta del millón: ¿Volverá a subir el dólar?

Para intentar contestar dichas preguntas -cuyas respuestas podrían cambiar la vida de mucha gente para bien, si se le atina, y para mal, si se hace un mal pronóstico- habrá que entender que responder tales cuestionamientos de ninguna forma es algo fácil, siendo que la cotización de mercado de la divisa estadounidense obedece a la conjunción de varios elementos no solo de orden económico, sino, también, políticos, sociales y algo no menor: las expectativas de la gente.

Entre las explicaciones de los analistas y de quienes se precian de ser esclarecidos en la materia, cuentan como argumentos para la baja del dólar: Un aumento de su oferta en el mercado por el crecimiento de las exportaciones; la menor demanda de dólares por parte de los importadores; un cambio en las expectativas de la población por la mejora de la posición de las RIN del BCB -como se informara- y que vengan mejores días, luego de las Elecciones Generales; también, que la baja se debe a la caída del dólar frente a otras monedas; al desatesoramiento, por temor a que el dólar caiga más, entre otras razones, aunque éstas son las principales.

Frente a ello, la evidencia: La exportación legal viene bajando, en vez de crecer; los dólares siguen saliendo del país por el déficit del comercio exterior; suena razonable que la baja se deba a que la importación va disminuyendo por razones de mercado, siendo que en muchos rubros los productos o las empresas no aguantan el tener que operar con un dólar 100% más caro que el oficial; en cuanto a la incidencia de la caída del dólar a nivel mundial, su impacto es marginal en el país, no así, el cambio de las expectativas de los agentes económicos.

Como la economía muchas veces se explica más por la sicología que por la “numerología”, las expectativas podrían estar jugando un rol gravitante, p. ej.: Ante la incertidumbre, menos negocios ligados al dólar, frenan su demanda; está, también, la esperanza de una mejora por un cambio en la política económica; los anuncios de los políticos que aspiran a la Presidencia, ofreciendo el oro y el moro para conseguir votos, prometiendo una lluvia de dólares a corto plazo, ya sea vía colosales créditos externos, liberación de exportaciones, ventas anticipadas de recursos naturales, etc., además de un drástico recorte del gasto público para controlar el déficit fiscal.

Lo arriba señalado, son las difíciles respuestas, por comprobar, ante la sesuda y recurrente pregunta: “¿Por qué baja el dólar?” Pero, no menos riesgoso resulta responder el segundo cuestionamiento: “¿Hasta cuánto bajará?”

Para que el dólar baje deberían darse profundos cambios estructurales a fin de incrementar las exportaciones y traer dólares al país; sustituir importaciones, para evitar la salida de divisas al exterior; además, mejorar el entorno para captar inversiones extranjeras o créditos internacionales, todo lo cual no ocurre de la noche a la mañana. Basta ver lo que está pasando en la Argentina que, pese a sus progresos, lucha aún con el alza del dólar.

En cuanto a la pregunta del millón: “¿Volverá a subir el dólar?” Alguien señaló: “Puede que sí, puede que no, lo más seguro es que ¡quién sabe!”. Solamente Dios, que no es economista, lo sabe… 

Buscando la verdad
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Víctimas de las dictaduras sin justicia

El 17 de julio de 1980 se producía uno de los golpes de Estado más criminales, sangrientos y corruptos de nuestra historia. Producto de esa aventura criminal, de los herederos de Banzer, miles de bolivianos tuvieron que salir del país al exilio, cientos fueron torturados, asesinados, mujeres mancilladas, campamentos mineros atacados y bombardeados como si se tratara de territorios enemigos. Los documentos de las víctimas son testimonios contundentes.

Sin embargo, la democracia boliviana tiene como herencia un sistema de justicia inútil, sin sentido, cobarde y cómplice con las dictaduras militares. Nada, absolutamente nada se ha hecho por las víctimas de las dictaduras militares. Muchos ya han muerto, cargando la bronca y el desánimo generalizado por la total ausencia de justicia de la democracia boliviana, por la que los pobres dieron sus vidas para su recuperación; pero que como siempre las burocracias q´aras nada han hecho después por los pobres.

De nada sirven los discursitos hipócritas en cada aniversario de los golpes de la muerte. De nada sirven investigaciones, leyes o decretos en nombre de las víctimas, que sólo dan espacios a burocracias inútiles y sin resultados palpables en favor de las víctimas. Millones de dólares en gastos inútiles. Pues el sufrimiento de miles y miles de familias, que esperaron tantos años con alguna esperanza al menos de reconocimiento, ya no tienen que esperar nada del sistema de justicia de Bolivia.

Ante la inutilidad del sistema de justicia boliviano, respecto de todo; pero en este caso respecto de las víctimas de las dictaduras, la sociedad civil tiene que buscar alternativas internacionales. Pues la complicidad de los abogansters del sistema de injusticia de nuestro país, nada harán por las víctimas como nos muestra la historia reciente.

Dichas alternativas internacionales, se pueden habilitar porque los países vecinos como Argentina y Chile, tienen enormes experiencias en estos campos. Esos países juzgaron a los dictadores y sus compinches ya a los inicios de sus procesos democráticos. Todo lo contrario en nuestro país. Les llevaron a las cárceles, a cientos e incluso miles de torturadores. Los Estados reconocieron a las víctimas de distintas maneras. Se hicieron museos de la Memoria, para que las nuevas generaciones conozcan las atrocidades de sus historias.

Las víctimas de las dictaduras, sus herederos, nietos o bisnietos, ya no tienen que esperar nada de nuestra podrida y cómplice justicia con las dictaduras. Las alternativas para buscar justicia son variadas; pero, sobre todo, son las experiencias de los países vecinos mencionados, donde se podría buscar algo de justicia internacional. Y que al menos los nietos, bisnietos y descendientes de las víctimas sientan que en el mundo, fuera de Bolivia, se podría enmendar en algo tanto sufrimiento: por la Patria y la democracia.

La sangre, la muerte, las torturas y el inmenso sufrimiento de bolivianos, no implica nada para las burocracias insensibles y q´aras, de la justicia boliviana. Son sólo cifras y números, muertos que les han dado trabajo y puestos burocráticos. La sangre y muerte de la Bolivia profunda, nada dicen a los que se beneficiaron de esas muertes.

Pero, tiene que estar claro, que la Memoria de aquellos hechos jamás se borrarán, aun la inutilidad y complicidad del sistema de justicia con las dictaduras. La Memoria de los muertos, torturados, mujeres mancilladas y miles de exiliados, son patrimonio de la Bolivia profunda. De la historia de los pueblos que seguirán luchando por hacer de nuestro país más justo, más democrático y ojalá con un nuevo sistema de justicia realmente boliviano.

Por ahora, sólo queda seguir recordando el sacrificio de bolivianas y bolivianos, en aquellas épocas oscuras y sanguinarias, que entregaron sus vidas y la de sus familias, por el bien de la Patria. Para que las nuevas generaciones vivan en mejores condiciones democráticas. Recordar que esas miles y miles de familias concretas, siguen abandonadas y esperando al menos un reconocimiento de nuestro Estado.

Pues sí, todavía la historia tradicional se repite muy a pesar de la democracia: que los más pobres entregan sus vidas y sangre, para que unos burócratas se aprovechen de las oficinas del Estado. Esa historia tradicional que sigue nomás vigente, en el sistema de justicia boliviano, como continuidad de la colonialidad.

La sociedad civil tiene otro desafío, respecto de las víctimas de las dictaduras militares, que es la de salvaguardar la Memoria de quiénes lo han dado todo por el país. Pero que el sistema judicial simplemente no hará nada por esa Memoria. Hay que salvaguardar no sólo en los discursos de hora cívica, sino en instituciones concretas donde realmente estén reconocidos por siempre.

Por ahora, el olvido de la Memoria y la continuidad de la colonialidad sigue condenando a las víctimas de las dictaduras. La sociedad civil tiene que recordar a los héroes verdaderos de la democracia, para salvaguardar lo más patriótico que la Bolivia profunda sigue entregando a la historia real de Bolivia.

Opinión
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