2015: ¿Año para el olvido?
¿Debería ser el 2015 un año para el olvido? De ninguna forma. Si no asimilamos la dura lección sufrida en el sector externo, seguirán los mismos yerros y mucha más gente sufrirá. Incluso las bajas cotizaciones que nos afecten negativamente -no controlables, al ser “tomadores de precios”- nos deben interpelar seriamente: ¿qué hemos hecho durante más de una década para superar la incompetitividad sistémica de la que adolece el país?
“Este año es para el olvido”, escuché decir a un muy apesadumbrado productor por la severa crisis que aqueja a su sector -otrora uno de los más pujantes del país- sumido hoy en una situación desesperante en grado sumo por la tormenta perfecta que enfrenta: baja de precios internacionales, caída de exportaciones, pérdida del mercado interno, subida de costos y disminución de ingresos, colocándolo al borde de tirar la toalla.
¿Debería ser el 2015 un año para el olvido? De ninguna forma. Si no asimilamos la dura lección sufrida en el sector externo, seguirán los mismos yerros y mucha más gente sufrirá. Incluso las bajas cotizaciones que nos afecten negativamente -no controlables, al ser “tomadores de precios”- nos deben interpelar seriamente: ¿qué hemos hecho durante más de una década para superar la incompetitividad sistémica de la que adolece el país?
¿Qué estamos haciendo para que cuando los precios en el mundo caigan no signifique ello una baja permanente de nuestras exportaciones -perdiendo mercados externos- y una subida de las importaciones -perdiendo el mercado interno- que puedan llevar al cierre de empresas y a tener gente en la calle reclamando o empleándose en el sector informal?
El IBCE propuso recientemente algunas ideas, que bien merecerían ser consideradas:
¿Cómo expandir nuestras ventas externas? Liberalizando, facilitando y promoviendo las exportaciones no tradicionales; repriorizando la inversión pública en infraestructura logística y facilitación del comercio exterior a fin de disminuir el sobrecosto de un país enclaustrado; abriendo y consolidando buenos mercados externos; ajustando la política salarial a la realidad del sector productivo, para bajar costos; garantizando la seguridad jurídica y la institucionalidad para las empresas formales, y la legalidad y la transparencia en las entidades públicas y privadas; aminorando el negativo impacto de la apreciación cambiaria con políticas que mejoren la competitividad sistémica del país.
¿Cómo recuperar el mercado interno, para la producción nacional? Aplicando medidas de salvaguardia para paliar el perverso efecto de la devaluación y depreciación de las monedas en países vecinos; enfrentando de forma integral y frontal el contrabando y la defraudación fiscal; ampliando el número de contribuyentes, facilitando su formalización; resolviendo el problema que supone el Despacho de Importación de Mínima Cuantía y el Tráfico Vecinal Fronterizo que al estar distorsionado, alienta el contrabando hormiga.
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
Fuente: “El Deber”
Santa Cruz, 13de enero de 2016