Blogs

Malditas encuestas

Albricias, el único consenso entre oficialistas y opositores es su rechazo a las encuestas, ya no solo a las que les rasmillan sus ilusiones sino a todas, todititas. Dicen que, por supuesto, no reflejan “la realidad” y concluyen con el clasiquísimo: “a mí el contacto con la gente me dice otra cosa”. En fin, nada fuera de lo normal, estas reacciones suelen ser parte del folklore electoral en cualquier democracia más o menos madura.

No obstante, es cierto que en esta oportunidad los sondeos publicados están aportando más brumas que claridad sobre el enigmático resultado del referéndum del 21 de febrero (21F). Tenemos resultados contradictorios, aumentos súbitos de los “indecisos” y otras sorpresas que están soliviantando la fértil imaginación conspirativa que predomina en nuestra clase  política y en las redes sociales. Bajo esa lógica, de repente Mori-El Deber/Mercados y Muestras-P7 aparecen como sospechosas de “para-oficialistas” e IPSOS-ATB de “agentes del imperialismo” cuando cuestionan las certidumbres de las fanaticadas de ambos bandos. Dejemos, pues, las tonteras e intentemos entender lo que estos datos imperfectos nos dicen sobre los sentimientos del elector frente al 21F.

El problema central es la variabilidad y complejidad de las opiniones sobre la re-elección

Mi supuesto básico es que, en general, las encuestadoras no están involucradas en oscuras conspiraciones. Eso sí, pueden errar metodológicamente, trabajar con una muestra con algún sesgo o, lo que es más probable, enfrentarse a un contexto de opiniones que por su variabilidad o novedad dificulta una medición y análisis simplista de las percepciones de los ciudadanos. Intuyó que este último factor es el determinante para explicar la confusión que se ha generado con la publicación de las más recientes investigaciones de IPSOS, Mori y Mercados y Muestras (MyM).

La cobertura poblacional del estudio, es decir los lugares donde se realizan las entrevistas, es un primer elemento a considerar para evaluar la calidad de estos instrumentos. Según las estadísticas del padrón electoral de 2014, las cuatro ciudades del eje aglomeraban al 41% de los electores habilitados para votar, la combinación de grandes zonas urbanas y localidades urbanizadas con más de 2.000 electores al 78%, las zonas rurales (considerando localidades pequeñas y zonas dispersas) al 19% y los residentes en el extranjero al 4% (Cuadro 1).  Solo llegando a la mayoría de estos segmentos, podríamos tener una muestra que represente a todo el universo de ciudadanos en edad de votar.

Trabajos anteriores de “Captura Consulting”, para “Poder y Placer”, del mismo IPSOS, y de “MyM”, para “Pagina Siete”, tenían la limitación de solo levantar información en las ciudades del eje urbano o en el mejor de los casos de las ciudades y localidades mayores a 10.000 habitantes. Estas encuestas tenían además muestras inferiores a las 1.000 observaciones.

Las tres más recientes encuestas fueron levantadas en las últimas cuatros semanas. Son las más potentes que se hayan publicado debido a su cobertura, consideran todas las ciudades y entre 60-100 localidades intermedias y pequeñas, a la amplitud de sus muestras (1469 entrevistas en MyM, 1800 en MORI y 3000 en IPSOS) y a su margen de error (alrededor de +/- 2%). Con diseños similares, MORI e IPSOS se acercaron bastante a los resultados de los comicios de 2014 y 2015.

Aunque parecería que IPSOS es más sólida por su mayor tamaño de muestra, hay que tener cuidado con esa apreciación pues ese diseño se debe a que esta empresa busca una representatividad no solo a nivel nacional sino también para los nueve departamentos. En cambio MORI y MyM se conforman con muestras nacionales más compactas (Ergo, hay que tener cuidado con sacar grandes conclusiones de sus datos desagregados). A grosso modo, me parece que las tres tienen una representatividad razonable y comparable a nivel nacional.

Pese a estas ventajas, incluso estas grandes encuestas suelen tener dificultades para explorar al segmento de población rural con mayor dispersión (8% del total) pues en esas zonas no hay cartografía para seleccionar al azar los domicilios y por el alto costo de incluir hogares rurales alejados de los centros de las localidades visitadas. Por otra parte, en ninguno de estos trabajos se toma en cuenta a los electores afincados en el exterior (4%). En síntesis, tienen  limitaciones estructurales para radiografiar con precisión las opiniones de casi un 12% de los que votaran el 21F.

El dato anterior no es menor pues los comportamientos de los ciudadanos son muy diferentes según donde vivan: el voto por el MAS va aumentando a medida que las poblaciones son menos aglomeradas. En 2014, el 51% de los electores del eje urbano votaron por el actual Presidente, el 77% en las localidades pequeñas y dispersas, y el 72% en el extranjero (Cuadro 1). Dicho de otra manera: el voto rural disperso y en el extranjero le aportaron casi 4 puntos netos al resultado del MAS en 2014.

A las anteriores consideraciones, hoy debemos agregar la elevada variabilidad e indecisión de muchas personas a pocas semanas del referéndum. Todo esto nos dice que hay que tener mucho cuidado en sacar conclusiones definitivas y lineales de todas estas encuestas.

¿Qué está pasando?

Con todas esas precisiones previas, pasemos a enumerar las evidencias y las muchas dudas que surgen de la lectura de  las encuestas realizadas sobre la cuestión de la re-elección:

¿Por qué aumentan súbitamente los indecisos y se reduce la supuesta amplia victoria del “No” que anunciaban las encuestas desde febrero del año pasado?

Esto tiene que ver en primer lugar con la mayor cobertura de los sondeos más recientes: hemos pasado de tener un panorama solo de las zonas más urbanizadas a otro más representativo de la diversidad socio-territorial del país. La tendencia de la opinión urbana favorable al “No” se sigue manteniendo (Cuadro 2), aunque es menos amplia que a mediados de año y con un mayor número de indecisos.

El aumento de indecisos es más difícil de explicar intuitivamente. Quizás esto tenga que ver con la manera como se están formulando las preguntas: hasta la primera quincena de diciembre se indagaba sobre la opinión o el acuerdo de la persona con la reelección o con un reforma constitucional que la posibilite, en las últimas tres mediciones ya se está preguntando directamente sobre la “intención de voto”, es decir acerca de una decisión o de una posible acción. En el caso de MORI usando incluso como referencia una boleta parecida a la del día de los comicios. La aparición de no respuestas con el argumento de que “el voto es secreto” es muy común en esos casos.

Estos comportamientos denotan que el tránsito de una opinión a una acción no es automático, sobre todo cuando, como se verá más adelante, no hay claridad sobre el tema en cuestión o se tiene sentimientos muy encontrados. Como dice el refrán: “del dicho al hecho, hay mucho trecho”.

Se dice también que los niveles de indecisión (alrededor del 20%) serían anormales. Efectivamente son elevados pero son apenas superiores en solo 3 o 4 puntos de los que observábamos en esas mismas encuestas unos dos meses antes de las elecciones de 2014.

¿Es normal que encuestas con diseños muestrales similares y levantadas casi en las mismas fechas obtengan resultados tan disimiles? ¿Cuáles serían las razones que explican esto?

Dos de tres estudios le dan una victoria al “Si” de entre 3 a 4 puntos, y una al “No” por 6 puntos (Cuadro 3). Sinceramente es difícil explicar ese nivel de asimetría incluso considerando los errores muestrales. Viendo los datos desagregados (Cuadro 3), es perceptible que las tres convergen, aunque con variaciones, en un resultado del “Sí” de mediocre a muy malo en las zonas más urbanizadas. En cambio, hay divergencias muy grandes entre IPSOS y las otras dos en la evaluación del desempeño del “Sï” en las regiones rurales y localidades pequeñas: MORI y MyM le dan una victoria contundente a esa opción en esas zonas, lo cual es consistente con la reciente historia electoral, IPSOS obtiene en cambio un resultado estrecho.

Hay que reconocer, sin embargo, que las encuestas están enfrentando un escenario sui generis por la volatilidad y fragilidad de los sentimientos y decisiones de los ciudadanos en torno a la re-elección. Esto se confirma, por ejemplo, cuando se ve el bajísimo nivel de interés que estaría despertando la campaña. Según MORI el 59% dice no tener “ningún” o “poco” interés en este proceso, porcentaje que alcanza el 65% entre los jóvenes. Otro ejemplo de esos dilemas es la coexistencia de una alta aprobación al Presidente (54% que consideran “excelente/buena” su gestión en MyM) con un entusiasmo moderado por el “Sí”.

En un entorno con tantas fuentes de indecisión, la precisión de las encuestadoras se resiente naturalmente y los sesgos de sus limitaciones técnico-metodológicas se exacerban. De ahí la confusión, reforzada además por la impericia y la frivolidad con las que a veces se publican y comentan en los medios. Así como es un reto obtener una foto clara de una multitud que se mueve aceleradamente, quizás debamos conformarnos con obtener de las encuestas solo tendencias gruesas, sombras fugaces de las dudas que están envolviendo a los ciudadanos.

¿Cuáles son esas tendencias que nos muestran estas fotos borrosas de la opinión?

Primero lo obvio: estamos lejos de una victoria arrasadora de alguno de los dos bloques, el resultado será probablemente estrecho y en el mejor de los casos alguno de ellos podría aspirar a un 55%, que es un resultado cómodo pero no aplastante. Y, por primera vez desde 2005, existe una probabilidad significativa de que el oficialismo pueda ser derrotado. Nada está dicho, los márgenes de error, los problemas metodológicos, la volatilidad e indecisión, y los enigmas sobre el comportamiento de los electores en zonas rurales dispersas y en el extranjero nos sugieren ser prudentes con las encuestas.

En segundo lugar, puntos más, puntos menos, las tres mediciones muestran a grosso modo dos bloques en torno al 40% y un 20% de ciudadanos de los que se puede decir muy poco. Es una obviedad afirmar que este último grupo será determinante para el desenlace en el 23F, lo crítico es entender las razones de su indecisión, las cuales no están claras.

Parecería que la opción por el “No” se cohesionó muy temprano sobre la base de la tradicional resistencia intensa al MAS/Evo entre las clases medias urbanas de centro-derecha reforzadas coyunturalmente por grupos de desilusionados del proceso de cambio algo más a la izquierda, proceso que contó con escasa intervención de los lideres o aparatos opositores institucionalizados. Es perceptible la estabilización del “No” en las zonas urbanas desde septiembre del año pasado: ¿este es un “techo” o la evidencia de que no es suficiente el “sentimiento ciudadano” y que se requieren estructuras políticas que sostengan una campaña larga? Por lo pronto, esta opción parece ser mayoritaria en las urbes, aunque estancada, y las evidencias de su avance en los mundos peri-urbanos y rurales no son concluyentes.

El “Si” ha tardado bastante en despegar, quizás debido a que el grueso de sus electores pertenece a sectores sociales que tienen más restricciones para involucrarse en los debates de las elites. Pero, es también perceptible cierta perplejidad y apatía frente a una decisión que no parece haber sido bien explicada y que obliga a razonamientos no exentos de dilemas: ¿Para qué cambiar la constitución? ¿Por qué se debe decidir sobre la re-elección si hace unos meses elegimos al Presidente? ¿Por qué esto es urgente y no otros problemas del país?

A medida que la maquina electoral oficialista se pone en movimiento, lentamente el votante masista más leal se informa primero de la cuestión y después se va alineando. Pero esto no estaría resultando tan fácil, en muchos casos no hay información y la potencia/credibilidad de los aparatos de movilización del MAS aparece más débil de lo acostumbrado. Hay también situaciones más complejas: electores que simpatizaban con el MAS pero que se sienten impulsados a decir “No” por la soberbia de algún funcionario, la crítica a la corrupción o porque creen que es saludable una renovación de liderazgos, pero que al mismo tiempo o enseguida se sienten atraído por el “Sí” por la valoración positiva que tienen de la gestión del gobierno o por el espanto frente a ciertos opositores extremistas.

Con todo, la reserva de votos del masismo es apreciable: según MyM, aunque solo un 41% dice que ya decidió votar por el “Sí”, un 46% votaría por Evo en una próxima re-elección.

¿Quo vadis?

Francamente hay poco por hacer en cinco semanas, de las cuales tres estarán dominadas por las reinas, los diablos y la fiesta. Parece que las campañas deberán desenvolverse en un contexto totalmente anti-climático, es decir dónde muy pocos les tirarán pelota a los voceros de ambos bandos, y, por tanto, que deberán convencer a los indecisos en unos escasos diez días, varios de los cuales probablemente se mantendrán enigmáticos hasta minutos antes de colocar su boletín en la urna.

Al oficialismo no le queda más que aquietar las aguas y no meter la pata (¿podrán?), utilizar al máximo la imagen del Presidente asociándola a ideas positivas como la estabilidad y el progreso futuro, y movilizar todos sus aparatos para optimizar su votación entre los grupos que le han sido leales tradicionalmente. En un contexto en que están surgiendo preguntas razonables de muchos votantes en torno a aspectos morales del ejercicio del poder (renovación, riesgo de abusos, etc), tengo dudas que las lógicas polarizadores y de crispación le agreguen algún voto al “Sí”, al contrario.

Por su parte, la oposición, con un aparato político territorial más débil o inexistente, parece condenada a convencer a algunos indecisos urbanos que andan rondando por ahí para ampliar al máximo su ventaja en esas zonas y a rezar para que la movilización territorial del MAS fracase y que el oficialismo cometa muchos auto-goles. La ilusión de la “campaña ciudadana” podría estrellarse frente a la realidad de que, guste o no, se precisa de una organización política mínima para triunfar en una contienda tan disputada.

Fascinantes cinco semanas que, más allá de quien salga victorioso, nos aportarán nuevas señales de las transformaciones que están surgiendo en el universo de expectativas y comportamientos políticos de los bolivianos. No hay nada catastrófico en esto, de hecho es muy saludable, y nada está perdido en el horizonte del 2019 para ningún actor político si sabe leer estos cambios y responder en consecuencia. Mientras, buen carnaval a todos ustedes.

Centro Extremo
imagenblog: 

Prensa maldita

El 24 de mayo de 2007, el presidente Evo Morales recibió las conclusiones del Quinto Encuentro de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad realizado en Cochabamba.

El encuentro se realizó bajo la frase “En defensa de la verdad y contra la manipulación mediática” y sentó las bases de la conducta que observaría el gobierno del MAS frente a la prensa. El aviso más claro lo dio el propio jefe de Estado al declarar a los asistentes a la reunión que “el primer adversario que tiene mi presidencia, mi gobierno, son algunos medios de comunicación”.

Y claro que no era cierto. La prensa independiente, aquella que no está alineada ni con el gobierno ni con la oposición, no tiene enemigos pero, en contrapartida, tampoco debería tener amigos. Si un medio simpatiza demasiado con algún gobierno, es lógico que su público sospeche de sus contenidos pero tampoco tiene credibilidad aquel que solo se dedica a atacar a los gobernantes, así sea sin motivo.

La asepsia del periodismo es necesaria debido a que una de sus tareas fundamentales es la fiscalización de los gobiernos, sin importar que estos sean de izquierda, del centro o de la derecha.

El mismo Evo Morales se benefició de esa labor fiscalizadora cuando era dirigente cocalero y férreo opositor a los gobiernos neoliberales. La paliza de muerte que recibió de efectivos de la lucha antidroga lo convirtió en figura pública gracias a la cobertura mediática que tuvo.

El gobierno sabe que la prensa no debe alinearse pero finge ignorarlo. Desde Venezuela, desde los tiempos de gloria de Hugo Chávez, se trazó la estrategia de desprestigiar al periodismo con el fin de debilitarlo.

Es posible comprar medios, generalmente a través de terceros, como pasa en Bolivia, pero es imposible abarcar todos así que hay que atacarlos tan repetidamente que el mensaje se quede grabado en la mente del público inadvertido: los medios mienten o, como dijo recién el presidente, los medios son de la derecha.

Se trata de un obvio extremismo pero bien aplicado. “Si no estás conmigo estás en mi contra”, dijo más de una vez el presidente y de manera pública. La misma lógica se aplica a los medios. En la lógica del gobierno, la prensa no debería informar sobre hechos negativos, mucho menos ocuparse de casos de escandalosa corrupción como el del desaparecido y desbancado fondo indígena. A lo que debería limitarse el periodismo es a echarle flores al jefe de Estado, alabarlo, tratarlo como el elegido, el iluminado, el único capaz de conducir al país por la senda del desarrollo. Quiere que todos los medios sean como los estatales cuyos periodistas no puede escribir contra sus empleadores. Como hay medios que no caen en esa bochornosa conducta, entonces los ataca, los desprestigia: dice que son de la derecha.

“Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”, sentenció Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, y los gobiernos del “socialismo del siglo XXI” aplicaron exitosamente la fórmula. Rafael Correa convirtió la mentira en una realidad y consiguió promulgar en Ecuador una ley de medios casi sin oposición alguna porque la gente cree que los medios son de la derecha y buscan desestabilizarlo.

Si el gobierno de Evo Morales no sacó una ley similar de la manga es porque todavía tiene un proceso electoral pendiente, el referendo del 21 de febrero. Una vez que pase, volverá a su estrategia hasta contar, por fin, la ley que le permita controlar a esa prensa maldita que no le deja gobernar a su gusto.

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

 

 

  

 

 

Surazo
imagenblog: 

2015: ¿Año para el olvido?

“Este año es para el olvido”, escuché decir a un muy apesadumbrado productor por la severa crisis que aqueja a su sector -otrora uno de los más pujantes del país- sumido hoy en una situación desesperante en grado sumo por la tormenta perfecta que enfrenta: baja de precios internacionales, caída de exportaciones, pérdida del mercado interno, subida de costos y disminución de ingresos, colocándolo al borde de tirar la toalla.

¿Debería ser el 2015 un año para el olvido? De ninguna forma. Si no asimilamos la dura lección sufrida en el sector externo, seguirán los mismos yerros y mucha más gente sufrirá. Incluso las bajas cotizaciones que nos afecten negativamente -no controlables, al ser “tomadores de precios”- nos deben interpelar seriamente: ¿qué hemos hecho durante más de una década para superar la incompetitividad sistémica de la que adolece el país?

¿Qué estamos haciendo para que cuando los precios en el mundo caigan no signifique ello una baja permanente de nuestras exportaciones -perdiendo mercados externos- y una subida de las importaciones -perdiendo el mercado interno- que puedan llevar al cierre de empresas y a tener gente en la calle reclamando o empleándose en el sector informal?

El IBCE propuso recientemente algunas ideas, que bien merecerían ser consideradas:

¿Cómo expandir nuestras ventas externas? Liberalizando, facilitando y promoviendo las exportaciones no tradicionales; repriorizando la inversión pública en infraestructura logística y facilitación del comercio exterior a fin de disminuir el sobrecosto de un país enclaustrado; abriendo y consolidando buenos mercados externos; ajustando la política salarial a la realidad del sector productivo, para bajar costos; garantizando la seguridad jurídica y la institucionalidad para las empresas formales, y la legalidad y la transparencia en las entidades públicas y privadas; aminorando el negativo impacto de la apreciación cambiaria con políticas que mejoren la competitividad sistémica del país.

¿Cómo recuperar el mercado interno, para la producción nacional? Aplicando medidas de salvaguardia para paliar el perverso efecto de la devaluación y depreciación de las monedas en países vecinos; enfrentando de forma integral y frontal el contrabando y la defraudación fiscal; ampliando el número de contribuyentes, facilitando su formalización; resolviendo el problema que supone el Despacho de Importación de Mínima Cuantía y el Tráfico Vecinal Fronterizo que al estar distorsionado, alienta el contrabando hormiga.

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 13de enero de 2016

Buscando la verdad
imagenblog: 

Referéndum: Crítica a un artículo progresista

En un reciente artículo publicado por el sitio RT, Juan Manuel Karg intenta retratar el escenario económico y político previo al próximo referéndum boliviano introduciendo muchas imprecisiones y medias verdades que no se pueden pasar por alto.  En los siguientes puntos, resumo mi crítica al respecto:

En primer lugar, si bien el proyecto de reforma de la Constitución Política del Estado que será puesto a consideración en el referéndum de febrero está dirigido a habilitar a los actuales mandatarios del Estado a participar en las elecciones en 2019 y no de manera indefinida, conviene que sepa el extranjero “progresista” que opina sobre Bolivia  que ya antes (en octubre de 2008) el Presidente prometió no postularse a una reelección habiendo faltado a su palabra (Véase: http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2013/0227/noticias.php?id=87493).  Por tanto, la lectura de los medios de comunicación del continente está basada no en una mala intención sino en una ausencia de credibilidad del líder del trópico cochabambino.

En segundo lugar, a medida que pasan los días, el ministro del área económica y su equipo se van quedando solos con la cantaleta de que los logros de la gestión se encuentran principalmente en las variables macroeconómicas, de las más estables del continente, y hasta uno de los analistas más afines al gobierno acaba de desmarcarse admitiendo que la causa fundamental del auge económico boliviano fueron los precios internacionales de las materias primas (Véase: http://www.paginasiete.bo/opinion/2016/1/5/que-paso-puede-pasar-economia...).  Es más, el Plan Nacional de Desarrollo 2016-2020 recién aprobado (cuyo proceso de elaboración habría durado más de cuatro años, en los cuales el país deambuló sin norte ni destino) no es más que un mal instrumento de campaña para el próximo referéndum porque sólo representa un conjunto de buenos deseos supeditados a deuda externa onerosa a contraer y créditos internos a carcomer las cada vez menores reservas internacionales netas.  En estas circunstancias, a pesar de que, hasta el presente, la propaganda gubernamental parece haber posicionado muy bien un discurso económico triunfalista, éste podría estar a punto de desmoronarse cual castillo de naipes ante la fuerza de la realidad, poniendo en cuestión la presumida capacidad para gestionar la economía a la que se refiere el vicepresidente en una entrevista mencionada en el artículo donde presenta a Bolivia como un ejemplo a seguir por otros gobiernos de la región ubicados en la izquierda política.

En tercer lugar, el autor de la nota se esfuerza por presentar los resultados de las elecciones de 2014 y recientes encuestas realizadas por una consultora y un canal televisivo funcionales al gobierno como prueba suficiente de que la suerte ya está echada a favor del actual régimen. No obstante, en una muestra de notoria parcialidad excluye de su análisis las cifras catastróficas del reciente referéndum sobre los estatutos autonómicos. Esta sesgada forma de ver las cosas no es casual ni mucho menos pues es bastante probable que el columnista sepa que, a diferencia de lo que ocurre en las elecciones nacionales,  subnacionales y locales, donde el voto rural vale más que el urbano, en el referéndum cada persona será un voto. Todo esto pone cuesta arriba las aspiraciones del gobierno que se verá obligado a competir de igual a igual con una oposición que  dejado de asentarse en las figuras de los políticos tradicionales a quienes ha empezado a atacar con la mayor vehemencia. Sin embargo, ni los jerarcas de turno ni el desinformado ensayista parecen haberse dado cuenta de que ahora la lucha tendrá que ser contra un movimiento ciudadano que ya no responde a los cánones del pasado, sino más bien a nuevos íconos como “Petardo”  que reflejan los remozados ideales del pueblo. 

Para concluir, con relación a la conjeturada exitosa gestión del gobierno ante la Corte Internacional de La Haya, como he argumentado en una contribución anterior (Véase: http://oxigeno.bo/node/11189, tal vez el autor del artículo debiera preguntar al “binomio estrella” cuál será el mejor resultado posible en este caso, teniendo en cuenta que aun cuando la Corte obligue a Chile a negociar con Bolivia una salida soberana al mar, no queda claro ni el tiempo que tomará una resolución definitiva de este problema ni a cambio de qué se dará la misma.

* Economista

 

 

Minergia
imagenblog: 

Que no hay oposición?, que no hay programa?

Los principales voceros gubernamentales, a la cabeza del Vicepresidente, cansinamente machucan ante la opinión publica un viejo sofisma: “No hay oposición! No tienen proyecto, no tienen programa país”.  Y con esa perorata están ya más de diez años. Según un estudioso del MAS, esa consigna surgió ante la necesidad que a la oposición boliviana no solo había que derrotarla física y organizacionalmente (asalto de prefectura en Cochabamba, Huanuni, Porvenir, Kalancha, caso terrorismo, Hotel las Américas, exilios y encarcelamientos) sino también moral y espiritualmente.

Y para ello había que machacar con su “no existencia”, con su incapacidad, con su aislamiento y con su insignificancia. Reducirlas a nada en su propia mente, repetir tanto hasta que ellos, los opositores, la asuman como una verdad, como una realidad indiscutible. No hay mejor victoria para un verdugo, que su subyugado asuma como propias su desgracia y su destino de ser dominado.

Y si uno revisa los últimos años comprobará que la mayoría de periodistas y analistas independientes como la mayoría de los líderes y voceros de la oposición, repiten como loros que no hay oposición, que no hay programa, que no hay ideas nuevas, que no tienen propuestas. Repiten con “maestría” lo que “el amo” les inculcó. En el caso de los líderes y voceros de opositores, dan cumplimiento al objetivo del dominador. En el caso de los periodistas y analistas independientes hacen de martillos para anclar una “verdad” no comprobada. De esta manera, por un lado y otro, contribuyen a la sensación y la idea que solo hay un partido y una sola propuesta que puede dirigir y pensar en Bolivia: el MAS y sus líderes.

¿Es esto verdad? En un coloquio con analistas políticos, todos coincidieron en que las afirmaciones de los ideólogos del Gobierno lograron, en parte, su efecto, pero que, analizando en detalle, son medias verdaderas. ¿Por qué fue un logro? Primero se debe partir de la constatación que la oposición fue derrotada políticamente en varios momentos ya por aciertos del gobierno o ya, las más de las veces, por desaciertos propios. La oposición no supo leer el momento histórico de agotamiento del periodo neoliberal y de las ansias de cambio que soplaban en Bolivia y América Latina. Cambios que aparecían como novedosos y revolucionarios: empoderamiento de los movimientos sociales, sed de ajuste de cuentas, desinstitucionalización, obrismo deslumbrante, estatismo, centralismo, caudillismo y promesa del paraíso socialista donde la pobreza, la exclusión, la corrupción y la injusticia serían erradicadas. En este contexto, las fuerzas oficialistas lograron imponer, en el imaginario de la opinión pública, que la oposición no existía o si existía era débil y carente de propuestas.

¿Por qué es media verdad?. Una cosa, dicen los expertos, es que la oposición haya sido derrotada, otra que haya sido aniquilada. Una cosa es que los vientos dominantes hayan estado en favor de los movimientos populistas, otra es que hayan sido los únicos ventarrones. Haciendo una revisión de los últimos diez años, encontraremos algunos hitos que demuestran que la oposición, en sus diversas expresiones, no estuvo ausente y que, en su peor aleteo, supo sobrevivir y sacar fuerzas para no solo sentar presencia sino influir en la agenda nacional en asuntos y momentos determinantes. Veamos. 

2008: reforma de más de cien artículos de la nueva CPE que impidió una copia a rajatabla de la CPE chavista y catalana. 2010: defensa del TIPNIS y desenmascaramiento del régimen en su dimensión étnica y pachamamista. 2011: derrota de la oficialista Jessica Jordán en elecciones a gobernación en el Beni. Ese mismo año, derrota en la elección de magistrados por voto popular imponiéndose los blancos y nulos impulsados por la oposición. 2012: derrota del oficialismo para la Alcaldía de Sucre. 2013-2014: se cae el caso terrorismo con los exilios del entonces senador Roger Pinto, del Fiscal Marcelo Soza y el asesinato de Analy Huaycho en manos del capitán Jorge Clavijo principal involucrado en la matanza del hotel las américas. Estos hechos abrirán las dudas de si en Bolivia se vive realmente un Estado de Derecho o una democracia de baja intensidad. 2014: a finales del 2013 Pagina Siete hace las primeras denuncias sobre indicios de corrupción en el Fondo indígena que será la punta de lanza para que, luego, el entonces dirigente campesino y hoy diputado Rafael Quispe, destape uno de los fondos de corrupción más escandalosos a nivel gubernamental. 2015: derrota del oficialismo en 8 de las 10 principales ciudades de Bolivia en las justas autonómicas de marzo. En esas elecciones se evidencia que el MAS ya no es más el hegemónico en el área rural. El mismo año, en octubre,cinco departamentos de occidente le dicen NO a los estatutos impulsados por el MAS.

En todo caso, la oposición en todas sus vertientes no es consiente o no quiere asumir que, a pesar de su derrota, existe y, a veces, son ellos mismos los responsables de su infravaloración. Por otro lado, aún no han demostrado voluntad de ponerse, creativa, imaginativa y modernamente a la altura de los desafíos que se avecinan porque siguen aferrados a prácticas caudillistas, aislacionistas y confrontacionistas. En marzo del 2015 el país dio su voto para sembrar la emergencia de nuevos liderazgos. Las propuestas de país no hay que buscarlas en marte, están en el día a día de la gente que ya muestra cansancio de la confrontación, del “yo le meto no más”, de la descalificación del rival, de las obras megalómanas insostenibles que descuidan lo básico, de la falta de libertad de expresión, del despilfarro, la corrupción y del sojuzgamiento de la institucionalidad estatal al servicio de un solo partido y personas.

Ivan Arias Duran

Ciudadano de la Republica Plurinacional de Bolivia

Serotonina
imagenblog: 

El gran farsante al desnudo

Aquél 2 de abril del 2000, la joven Amira Muci se paró en la rueda de prensa que iba a ofrecer el comandante Hugo Chávez Frías en la ciudad de Maracay, y en nombre de sus 20 colegas periodistas, con un gran aplomo, le dijo:

"En vista de su reiterada actitud de irrespetarnos al considerar que nuestras preguntas son irrelevantes, que nuestras preguntas son nimiedades, nosotros, como profesionales de la comunicación, serios, conscientes del deber que tenemos que cumplir, que no es otro que informar la verdad, hemos decidido no plantearle ninguna pregunta en la tarde de hoy".

Chávez que recién empezaba a gobernar y ya ofrecía “plomo verbal” a sus opositores, pasó del color rojo al amarillo pálido y se marchó. Aparentemente ahí tomó su decisión de tener su prensa propia y aplastar a la prensa libre de #Venezuela. Con el empeño de un orfebre compró televisoras, radioemisoras, diarios, revistas para atiborrar al país con su inagotable verborrea para sus proclamas socialistas.

Todo lo demás es historia conocida. Sus propagandistas lo pusieron al lado (y muchas veces por encima) del gran Libertador Simón Bolívar. Le cambió el nombre al país, aumentó en una estrella la bandera, enderezó el cuello del caballo en el escudo nacional (según deseo de su hija menor), hizo que el himno nacional se cantara en todas sus estrofas. Y no le bastó.

Ebrio del poder y aclamado por los pobres, convertidos por él en medigos dependientes de los jugosos presupuestos nacionales (el precio del petróleo pasó de $12 a $143 en menos de 10 años), ordenó la exhumación del cadáver de Bolívar y nombró una comisión ministerial para que probara que el Libertador no murió de tuberculosis, sino asesinado por la oligarquía colombiana y el “imperialismo”...

Algunos creen que la grosera manipulación de los restos del Padre de la Patria tuvo que ver con alguna santería. A los efectos prácticos, lo que resultó fue un nuevo retrato del rostro de Bolívar hecho en una computadora por “expertos” que, casualmente, tiene muchos rasgos afines a Chávez.

Ahora que la Asamblea Nacional, por decisión mayoritaria del pueblo venezolano, está en manos de la oposición, su flamante presidente Henry Ramos Allup ordenó sacar de la sede parlamentaria todo lo que tenga que ver con Chávez y que se reponga el retrato original de Bolívar, el mismo que el propio héroe aprobó cuando le fue pintado en Lima, en 1826 por José Gil de Castro.

Esto ha bastado para que el chavismo eche el grito al cielo arguyendo que la oposición ha ultrajado la memoria de su “héroe” y del Libertador. El vicepresidente Aristóbulo Isturiz ha ordenado que se coloquen retratos de Chávez en todas las plazas y calles del país, donde las multitudes están más preocupadas que nunca en conseguir alimentos y medicinas, “gracias” a Chávez, destructor del aparato productivo del país con su socialismo del SXXI.

El “mito del comandante supremo”, “líder galáctico”, está empezando a desmontarse y a ello están contribuyendo periodistas que, como Thays Peñalver, publican libros, basados en testimonios del propio Chávez y de quienes actuaron con él y que lo muestran como un incapaz, montonero, indisciplinado, sin ningún mando de tropas y que sus mayores éxitos como uniformado los adquirió como animador de fiestas castrenses.

Realmente éste dicharachero audaz ¿honró el uniforme militar?, como asegura el actual ministro de Defensa, Gral. Vladimir Padrino López. Tengo mis dudas. ¡Ah! Lo que Peñalver revela sin tapujos es que fue un producto de Fidel Castro y su G2. Lo que el barbudo no pudo con las armas, lo logró con los votos, pero el resultado en la atribulada Venezuela es el mismo que en Cuba: desastre político, económico y social.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

Tierra Lejana
imagenblog: 

Iglesia, homosexualidad y derechos humanos

Según el jurista argentino Alfonso Santiago, en la actualidad existe una consideración favorable del aporte de la religión y de las comunidades creyentes en los espacios de la vida pública (se refiere sobre todo a las comunidades cristianas y, en particular, a la católica). Por citar solo a dos (no precisamente entusiastas devotos), Mario Vargas Llosa y Jürgen Habermas se han pronunciado en este sentido. Sin embargo, tal consideración favorable parece ponerse entre paréntesis cuando se trata de debates en torno a la homosexualidad. La Iglesia pasa entonces a fósil, representante de tiempos pretéritos, con la rara obsesión de entorpecer el avance de sociedades dinámicas en su búsqueda de libertad. Y estaría a favor de la discriminación de quienes no adoptan la conducta sexual que considera apropiada. ¿Es esto así? Vale la pena examinar estos cuestionamientos.

Lo primero que debería recordarse es que la Iglesia Católica no discrimina a nadie por ningún motivo, ya que busca seguir la enseñanza de Jesús: se ha de amar a todos; ningún ser humano queda excluido de este amor.

La opción de cambiar de sexo o la conducta sexual no entra en consideración aquí. La Iglesia no rechaza a los homosexuales. Otra cosa es que esté convencida de que el sentido del sexo es de complementariedad varón-mujer. No se es antigay (homófoba) por el hecho de considerar la sexualidad desde la perspectiva de la familia y de la mutua donación en el matrimonio.

La Iglesia no condena a personas gays ni a transexuales. Es más, desde su punto de vista no hay “homosexuales” o “heterosexuales” o “bi” o “trans” o “queer”. Hay personas, y todas las personas pueden ser santas si aman a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismas. El catolicismo aborda los temas referidos al sexo con una perspectiva humanista y propone un proyecto de vida basado en valores, buscando el bien de las personas. Desde su visión, el estilo de vida homosexual no beneficia a la persona. Esta visión es compatible con resultados de estudios psicológicos, sociológicos y médicos; pero de ninguna manera se basa en tales estudios, sino en un marco de valores. Este marco (volvamos a subrayar) pone en el centro la dignidad de la persona, independientemente de su conducta sexual (o de cualquier otro tipo).

Respecto del “componente genético” que la Iglesia parece ignorar en esta discusión, recordemos que los estudios actuales son incapaces de afirmar que la homosexualidad tenga un fundamento biológico. En la misma comunidad gay hay quienes sostienen que es algo biológico, mientras que según otros la identidad sexual es una elección que uno mismo diseña. Es frecuente que en estos debates se apele a la ciencia como si ésta hubiera dado ya un veredicto unívoco y definitivo. Sin embargo, las condiciones en que se lleva a cabo la producción de conocimiento hacen que la ciencia rara vez favorezca perspectivas absolutas.

La Iglesia recientemente habría comunicado que una iniciativa en favor de cambios de identidad ocasionados por el previo cambio de sexualidad sería una expresión de neocolonialismo. Esto causó, por lo visto, alguna molestia. No sé si se justifica esta última (merecería otro examen), pero lo que no creo justo es el reciclaje de viejos ataques contra “la cruz y la espada”: —No hables de colonialismo porque tú participaste en uno hace varios siglos. Aunque el argumento es pobre, puede que no sea superfluo indicar que el Evangelio ha sido acogido por la población y es hoy parte de la identidad cultural de Bolivia. No fueron obstáculo los errores (incluso crímenes lamentados por la Iglesia) del pasado. No olvidemos que muchos evangelizadores se opusieron a los abusos de los poderosos (igual que hoy), exponiéndose a todos los riesgos. En nuestra mejor herencia se halla la oposición al abuso, también (pero no solo) al colonial.

Clásica Boliviana - Voces Católicas Bolivia
imagenblog: 

Dakar, sus verdades

Sí. El rali Dakar es un peligro pero no precisamente por los daños que causa al medioambiente de los países por los que pasa.

Hasta el inicio de la versión 2016, la competencia era el blanco favorito de los ambientalistas locales o de quienes asumen pose de “verdes”. Se hacía hincapié en los daños irreparables a la flora de lugares tan sensibles como el desierto de Atacama y más de uno quiso demostrar el daño que también le causaría al Salar de Uyuni.

De pronto se supo que la Amaury Sport Organisation (ASO), que organiza anualmente la prueba, está en conversaciones con países africanos para que el rali vuelva a ese continente y las críticas menguaron. Y es que, de pronto, la posibilidad de perder esa competencia apareció ante nuestras narices y muchos comprendimos que las cosas no serían iguales sin ella.

Asumámoslo: ninguna campaña publicitaria logrará el efecto que tuvo el Dakar en los últimos tres años. El más grande ejemplo es el portentoso Salar de Uyuni que, aunque aparece cada vez más en revistas y documentales, dio un enorme salto gracias a la competencia, particularmente aquella versión que se corrió por sus orillas.

Entonces, ¿debemos aceptar al rali como un beneficio para nuestros países? Sí y no. Sí porque, indudablemente, ayuda a la promoción turística y no porque, desde el punto de vista medioambiental, efectivamente causa daño.

Pero aceptar a la competencia como un mal necesario no implica hacer berrinches al extremo de obligar a nuestros gobiernos a retirarse de la prueba. Chile y Perú lo hicieron y, aunque la ASO no se mostró afectada, reinició conversaciones con los gobiernos africanos. Claro… a nadie le gusta estar donde no lo quieren y, si las críticas suman, el rali se va y punto. Ya lo hizo antes, y más de una vez. Su recorrido original, que era de París a Dakar, cambió constantemente y, aunque la capital de Senegal era el supuesto punto final de llegada permanente, una vez terminó en Ciudad del Cabo.

Uno de los detalles que los criticones no toman en cuenta es que esta competencia no es precisamente deportiva. Antiguamente conocida como Rally Paris-Dakar, esta prueba es, más bien, una fábrica de billetes porque hay que pagar fortunas para participar en ella. Para que Bolivia sea parte del recorrido, el gobierno de Evo Morales dispuso de buenas cantidades y eso también le acarreó críticas, fundamentalmente de la oposición que no actúa precisamente en plan altruista sino eminentemente político.

La ASO no es una organización deportiva sino una poderosa multimedia que es dueña, entre otros medios, de los periódicos l’Équipe y Le Parisien, de Francia. No solo organiza el rali Dakar sino también el Tour de Francia, la Maratón de París, las carreras ciclísticas París-Roubaix y París-Niza y el Abierto de Francia de Golf. Que el raly Dakar pase por África o Sudamérica, que destruya flora y fauna sensibles o cause la muerte de personas, como la de los 24 pilotos o de esas 13 personas que nada tenían que ver con la competencia, es algo que le importa muy poco. Lo que verdaderamente le interesa son las enormes ganancias que la prueba genera.

Para regiones como Potosí, con atractivos desaprovechados, el rali Dakar es un mal necesario así que lo que habría que hacer es asumir medidas para evitar daños al medio ambiente.

Ponerse en otra pose, como exigir que ya no pase por nuestro territorio, significaría simplemente ahuyentar a la ASO que volvería a África o se iría a alguna otra región donde le paguen igual o mejor. Así de simple.

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

 

Surazo
imagenblog: 

Nosotros contra las máquinas

“La próxima vez que critiques a tu madre porque no sabe manejar su celular, recuerda que ella te enseñó a sostener una cuchara”, dice ese sabio meme. ¿Meme? ¿Qué es eso? Es una de las nuevas formas de transmisión de conocimiento, de hecho una de las más básicas. Pasa que el rato que no nos dimos cuenta, mucho antes que este 2016 llegara, la tecnología se había vuelto un tema del cual hablamos día a día. ¿Se acuerda cómo era antes? Uno abría el periódico y había una sección de política, otra de economía, la de deportes en la contratapa o en su propio suplemento. Pero ahora, de tecnología hablamos en la mesa y en los tiempos cortos: “mi amigo se compró el iPhone 6S y su cámara hace time lapse”. “Mamá, con una Smart TV cambiamos de canal desde el celular”. “Me cambié a LTE y se agotaron rápido mis megas”.

Oh dulce humanidad, que alucina con un iPad Pro pero que no puede aprender a usar el guiñador cuando conduce. Humanidad que pide una computadora con procesador Intel Core i7 de doble núcleo con 8 GB de RAM, solo para hacer trabajos de Word. Sí, hemos aprendido a convivir con las máquinas pero hay algo en ellas que todavía nos asusta. Gracias a ese miedo es que se han hecho ficciones como Terminator, Yo Robot, Matrix y otras, ¿qué va a pasar si un día las máquinas se dan la vuelta contra nosotros, si se cansan de nuestra humanidad y deciden gobernarnos ellas? Si le parece un miedo infundado, hace poco un experimento de Google llegó a un resultado sorprendente: cuando se le hacía varias veces la misma pregunta a la inteligencia artificial, ésta comenzaba a dar resultados con mal humor. Sí, se enojaba y comenzaba a dar respuestas sarcásticas, el tipo de respuesta usualmente para el que se requiere más inteligencia.

Humanidad que sigue poniendo en duda los resultados de una búsqueda de Google, pero que si le dicen que deja de llover cuando se ponen cuatro huevos en las esquinas de una casa, lo hace sin chistar. Misma humanidad que tiene en su bolsillo, desde cada aparato móvil, acceso al mayor registro de conocimientos de la historia, pero que decide en lugar de ello sacarse una foto, ironizando así a Sócrates.

Uno de los principios básicos para el manejo de cualquier tipo de tecnología debería ser el siguiente: “la máquina nunca me podrá dominar a mí; yo soy el que domina a la máquina”. Piense en ello la próxima vez que quiera bajar una nueva app, crear una cuenta en alguna red social o incluso cuando esté manejando su auto. Puede parecer chistoso que una señora de edad no logre entrar a Facebook desde un iPhone y pida ayuda para hacerlo, pero cada vez que esa señora dice “ay no, es que yo soy tonta para esto” está poniendo distancia con los avances que nos hacen progresar (sin que sea su culpa) y está haciéndose un daño no consciente por calificarse como “tonta”. Tal vez lo que está faltando es un nuevo tipo de educación, una que nos permita estar más abiertos al cambio: cuando les digo a mis alumnos que yo no llegué a usar Internet en el colegio, me miran estupefactos pensando cómo eso fue posible. Y la verdad sea dicha, muchos nos sentimos viejos al saber que un celular de hace solo tres años (¡3 años, válgame!) ya es obsoleto. Mientras los obsoletos no seamos nosotros, estará bien.

Interjecciones
imagenblog: 

De todo corazón, pido perdón…

Esta columna se llama Buscando la Verdad y he comprobado que a la hora de decir la verdad, hablar resulta menos complicado que escribir pues -como reza el adagio- las palabras se las lleva el viento, lo que no pasa con lo que se escribe siendo que, como bien fue dicho: lo escrito, escrito está.

Ha transcurrido otro año más -uno menos de vida, por cierto- y al empezar el 2016 quise hacer algo distinto con mi Columna, algo que de verdad apacigua el alma: pedir perdón. Si el perdonar no es fácil, mucho menos el pedir perdón, sabiendo especialmente que habrá quien no lo querrá perdonar a uno. Pero, hoy voy a pedir perdón, a todo mundo.

En primer lugar, pido perdón a Dios por si en el año transcurrido me hubiera envanecido. Sé que toda buena acción mía es atribuible a Él y aunque así siempre lo he manifestado, le pido perdón si en mi corazón existió el deseo de atribuirme la gloria y la honra que solo a Él le pertenecen.

Pido perdón también a mis padres, porque -a pesar del mayor tiempo que les pude dedicar el año pasado- nunca será lo suficiente como para poder compensar el tiempo que ellos invirtieron en mí. Perdón a mi familia -aquí sí debo pedir mucho perdón- a mi esposa, mi compañera amada, depositaria de mis alegrías y frustraciones, y de mis angustias también; y sobre todo a mis hijos, por tanto tiempo no pasado juntos por causa de mis obligaciones.

Perdón a los directivos de la institución que me permite trabajar para engrandecer a mi Patria, si en algún momento no hubiese cumplido a cabalidad con la expectativa creada, nunca fue por falta de esfuerzo o ganas. Perdón, a las autoridades de “Casa de Oración”, por no ser tal vez el mejor ejemplo a seguir y no hacer cuántas veces lo que esperaban de mí…Dios sabe por qué.

Pido perdón a cada Hermano en la fe al que pude haber fallado -nunca premeditadamente, pues no está en mí el hacer esto- reconociendo que por el celo de Dios, pude herir muchas veces. Igualmente, pido perdón a mis amigos -a los que lo son y de quienes creo serlo- al no poder disfrutar de ese recurso tan escaso llamado tiempo para poder compartirlo.

Y, por qué no, perdón a todo a quien mi crítica le pareció dura -así fuera por su propio bien- incluyendo a nuestros gobernantes: sepan que los podré criticar, pero alzar mi mano en su contra, jamás. “Sé el primero en pedir disculpas, y serás valiente; en perdonar, y serás fuerte; en olvidar, y serás feliz”, leí por ahí. Hoy hago eso, les pido perdón de todo corazón si les fallé u ofendí…¿me perdonan?

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 6 de enero de 2016

Buscando la verdad
imagenblog: 

El Periódico Digital OXIGENO.BO, es desarrollado y administrado por Gen Film & Crossmedia Ltda. Teléfono: 591-2-2911653. Correo: info@gen.com.bo