Blog de Gary Rodríguez Álvarez

No todos lo aceptaron ni entendieron, el tiempo le dio la razón…

Parece que fue ayer, nomás, pero el tiempo pasa inexorablemente y, tal cual dice la canción, “se nos va, como el agua en las manos”. Han transcurrido dos años desde que el 3 de mayo de 2023, Alan Camhi Rozenman, con apenas 31 años de edad, asumió la presidencia del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE). Gran expectativa causó el anuncio de que un “Millenial” conduciría la institución, dada la rebeldía, la fuerza y las habilidades que, como “nativos digitales”, tienen los jóvenes de esa generación. 

Siendo yo el Gerente General del IBCE, doblándole en edad, por una parte; tomando en cuenta los años de vida institucional que llevo, por otra; finalmente, como economista yo, y él también, formado en Estados Unidos -con Especialidad en Administración, Finanzas, Economía y Marketing- debo confesar que fue todo un reto trabajar con un joven capaz, tecnológico y con una gran experiencia en banca y comercio. 

Me acuerdo que desde el mismo inicio de su gestión, marcó la diferencia al cuestionar frontalmente en su discurso el estado de cosas en el país. Más de una de las 300 personas que asistieron a su posesión se debió ruborizar al escucharle decir: 

“¿Es éste el país que queremos? ¿Es ésta la Bolivia con la que soñaron nuestros ancestros?” Para, luego sentenciar: “Si las respuestas fueran “no”, corresponde preguntarnos, entonces: ¿Por qué estamos en esta situación? ¿Vamos en la dirección correcta?” 

Para él, tales cuestiones no eran existenciales ni impertinentes, a su entender, gran parte de la gente se hace las mismas preguntas y, al no hallar respuestas, se angustia. 

Recuerdo que dijo que lo que vivimos hoy es fruto de las decisiones pasadas y que el futuro dependerá de las decisiones que se vayan a tomar, y, fustigó a los malos políticos:
“Es frustrante ver a nuestra clase política perdida, desorientada y desconectada de la realidad (…) Vivimos un momento de incertidumbre y nada puede preocupar más a la ciudadanía que, después de haber vivido un tiempo de bonanza y prosperidad, en el que muchos mejoraron su economía, corran ahora el riesgo de volver a la pobreza, si es que la situación del país desmejora” 

Pero, Camhi no se limitó a una lectura desapasionada de la realidad, sino que aportó con ideas de solución, que en sus dos años de gestión se plasmaron en propuestas públicas desde el IBCE. Como buen economista y empresario, pragmático además, no solo recomendó tomar buenas decisiones, sino, “tomarlas a tiempo, con coraje e inteligencia, pero, también, con la inquebrantable fe de que una mejor Bolivia, es posible”. ¿Clarito, no? 

¡Cuánta razón al decir que un país dividido no prosperará! De ahí su llamado a la “unidad frente a la adversidad”, para “impedir que se detenga el crecimiento, que baje la creación de empleo en el sector formal y que la economía del país se enfríe, porque si esto ocurre, con seguridad impactará a todos pero, mucho más, a los desposeídos y a quienes viven del día a día”. ¿Acertó, no es verdad? 

Conocedor de las bondades del comercio exterior, frente al deterioro de los macro indicadores del país, como la declinación de la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto, la caída de las Reservas Internacionales Netas, el incremento de la deuda pública, el crónico déficit fiscal y comercial, advirtió que se tenga el máximo cuidado en este campo: 

“Cuando se descuida el comercio exterior, particularmente las exportaciones, se llega a situaciones delicadas, como la subida del tipo de cambio que lleva a un impuesto ciego, llamado inflación, ocasionando la pérdida del poder adquisitivo, no solo en el sector formal, sino también, en el informal, que en Bolivia atañe al 80% de la actividad económica, donde no hay beneficios sociales, acceso a la salud, jubilación y las condiciones de trabajo son dolorosamente precarias”. ¿Estaba en lo cierto, no? 

La “unidad frente a la adversidad” promovida desde el IBCE, pasaba por un gran Pacto Social Productivo a partir de la virtuosa tríada “Gobierno-Empresarios-Trabajadores”, para combatir la pobreza, mejorar la educación, el acceso a la salud y para que haya más empleos dignos y sostenibles a partir de la actividad privada. ¿Interesante, verdad? 

Con relación al creciente déficit fiscal, puso el dedo en la llaga: “¿Por qué no bajar el gasto público e incentivar a que el sector privado absorba la mano de obra cesante?” Y respecto a la subvención de los combustibles: “¿Por qué no permitir la libre importación de diésel y gasolina? ¿Por qué no discutir el desmonte de la subvención o un pago diferenciado sin causar inflación? ¿Por qué no dejar que el sector productivo genere su propio biodiésel?” 

No todos lo aceptaron ni entendieron, el tiempo le dio la razón… 

Finalmente, acuñó este gran pensamiento: “La gente quiere certidumbre, no vivir en zozobra; quiere un destino seguro para sus hijos; la gente quiere progresar y vivir en paz”. ¿Está Ud. de acuerdo? 

Acabando sus dos años de gestión, agradezco a Dios por la experiencia tomada y por ganar un amigo: Alan Camhi Rozenman.

Buscando la verdad
imagenblog: 

Ceguera biológica y ceguera ideológica

Entre las grandes virtudes del ser humano, cuenta el poder compartir su saber con bondad; confrontar ideas con benignidad; esgrimir argumentos con paciencia; instruir con amor; educar con gozo; discutir conservando la paz; infundir fe a la hora de hablar y enseñar con la humildad de los grandes, sin perder la calma frente a quienes, por soberbia intelectual o arrogancia, oyen, pero no escuchan razones.

Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990, sentenció una vez: “La ceguera biológica impide ver, la ceguera ideológica impide pensar”. 

¡Cuántas veces la evidencia del error salta a la vista pero se la niega, como también, la constancia del acierto -y no se la acepta- porque el subjetivismo, la política, la ideología y el egoísmo lo impiden!

De ahí que, es en el campo académico -donde priman la ciencia, la lógica y la razón- que se pueden dar más posibilidades de encuentro, al no permitirse tales situaciones en áreas tan disímiles como la medicina y la economía. Ahora ¿cuál es la necesidad de este prolegómeno?

La Carrera de Comercio Internacional de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA), a través de su Jefe de Carrera, Lic. Freddy Pacheco, me invitó como Conferencista Principal al Foro Académico “Importancia del Comercio Internacional en la coyuntura económica actual”, certero evento considerando las preocupaciones de la sociedad civil.

Compartí palestra con reconocidos expertos en el campo de su especialidad, como el Lic. Raúl Obando, Presidente de la Cámara Regional de Despachantes de Aduana de Santa Cruz; Lic. Sissi Hassenteufel, Presidente de la Asociación de Mujeres Especialistas en Comercio Exterior; Lic. Mauricio Rodríguez, Miembro del Capítulo Bolivia de la Cámara de Comercio Internacional, y, Lic. Pablo Sánchez, Subgerente de Desarrollo Empresarial de Cainco. La Moderadora del Foro fue la Ing. María Esther Peña Cuéllar, Subgerente General del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y Docente de la UPSA.

Engalanaron el Foro, con su presencia, el Vicerrector, Dr. Sergio Daga; la Decana de la Facultad de Ciencias Empresariales, Lic. Mary Esther Parada, y la Dra. Gloria de la Fuente, Subsecretaria de Relaciones Exteriores de Chile, como invitada de honor.

Ante más de 300 participantes, docentes y universitarios, principalmente, expuse el porqué de la situación que angustia a muchos -escasez de dólares, aumento de la inflación, anormal abastecimiento de combustibles y menor crecimiento económico- con la convicción de que gran parte del problema tiene que ver con el comercio internacional en general (intercambio de bienes y servicios a nivel mundial) y el comercio exterior de Bolivia (exportación e importación), en particular.

Mi intervención consistió en aportar datos sobre la evolución de indicadores macroeconómicos como el Producto Interno Bruto nominal y real; Inversión Extranjera Directa; balanza comercial de bienes y servicios; remesas al país desde el exterior; subidas y bajadas de las Reservas Internacionales Netas; composición de las exportaciones e importaciones; un especial énfasis en la balanza comercial del sector de hidrocarburos, entre otros, para, a partir de ello, demostrar que el menor crecimiento del PIB y la vertiginosa caída de las RIN, se debía a la baja de las ventas externas de Bolivia y a la subida de las importaciones, explicando las razones para cada comportamiento negativo mencionado.

Como casos icónicos de las Exportaciones No Tradicionales (ENT) presenté las “lecciones aprendidas” con la soya y derivados, la reina de las ENT, y la carne bovina y derivados ¡toda una revelación dentro de esta categoría, además de un buen ejemplo de lo que puede ser un exitoso trabajo sinérgico público-privado, aunque, tristemente, se puede tirar todo por la borda al vetarse su exportación como pasa hoy!

En el plano de las reflexiones finales, recalqué: La importancia del comercio internacional, explicando que la actual situación deriva de un descuido del sector externo, particularmente de las exportaciones, haciendo que ante la escasez de dólares, suba su precio; como país no autárquico precisamos divisas para las crecientes importaciones de las que dependemos; respecto a las fuentes de ingresos de divisas -por exportación, endeudamiento, inversión extranjera y cooperación- lo deseable sería la primera opción por su aporte al crecimiento, el empleo, los ingresos para los ciudadanos, así como tributos y divisas para el Estado.

Frente a un escenario internacional desafiante, insistí en la necesidad de mejorar la productividad empresarial y la competitividad sistémica del país, en función de lo cual reclamé tres condiciones indispensables: Seguridad jurídica, seguridad de mercados y seguridad de buenas políticas públicas, como ocurre en todas partes.

Felicidades a la UPSA por promover este tipo de foros, siendo que la “triple hélice” -Empresariado, Gobierno, Academia- podría ayudar, a partir de la ciencia y la sapiencia, a zanjar temas que, desde la política, no se pueden resolver…

Buscando la verdad
imagenblog: 

¡Ay de los que siempre tienen un problema para cada solución!

Debra Hevia, Encargada de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos de América en Bolivia (EEUU), a tiempo de justificar la imposición de un arancel del 10% a las importaciones de productos bolivianos en su país, con la Orden Ejecutiva adoptada por el Presidente Donald Trump para la generalidad de países en el mundo, dio una luz de esperanza al anunciar que existe una apertura de su gobierno para dialogar y buscar el menor impacto para Bolivia. 

"Lo más importante en las relaciones de cualquier país es el diálogo, fundamental para explicar nuestras prioridades y resolver cualquier diferencia que pueda haber", refirió, ante la eventualidad de que Bolivia busque un diálogo para minimizar el castigo arancelario sobre sus exportaciones al mercado estadounidense (“EEUU se abre a un diálogo que busque minimizar el impacto de los aranceles”, EL DEBER, 15.04.2025).

Ojalá que el país pueda aprovechar tal apertura, luego de haber desperdiciado tantas oportunidades de una mejor relación con la primera potencia mundial.

En verdad, Bolivia debería procurar la mayor cercanía con todos los países con gobiernos elegidos democráticamente, EE. UU., con mayor razón, pensando en el mercado que más productos compra del mundo, siendo que al ciudadano de a pie, al jefe de hogar, lo que más le importa no es la retórica ni la ideología y mucho menos la politiquería, sino, el tener un empleo digno y sostenible en el tiempo que le permita mejorar la calidad de vida de su familia y… ¡a eso aportan las exportaciones cuando la mano de obra es el mayor valor agregado!

Lamentablemente, por razones meramente ideológicas, Bolivia se opuso a inicios de siglo a la iniciativa continental para negociar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA); después, a la posibilidad de negociar un Tratado de Libre Comercio (TLC) bilateral con los EEUU, por una parte, y con la Unión Europea, por otra, como lo hicieron otros países, tal el caso de México, Chile, Colombia, Perú, Ecuador y varios centroamericanos, por citar unos cuantos ejemplos, con lo que tiró por la borda el poder exportar miles de millones de dólares y recibir otro tanto en inversión directa y tecnología, lo que le hubiera ayudado a crecer más y a generar muchísimos más empleos.

De otra parte, se rifó también la posibilidad -por incumplimiento de compromisos- de seguir gozando del libre acceso al mercado estadounidense a través de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y de Erradicación de la Droga (Atpdea), provocando el doloroso ocaso de la industria textil, con un severo impacto por la pérdida de miles de empleos para nuestros obreros, mujeres artesanas, prestadores de servicios conexos, entre otros, todo, porque, ni la famosa Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) -concebida en contra del ALCA- ni el tan promocionado Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP) ideado en contraposición a los TLC, dieron un mínimo resultado, demostrando que los cantos de sirena del así llamado Socialismo del Siglo XXI, fue un fiasco: En saco roto cayeron las promesas del extinto Hugo Chávez quien, a voz en cuello, proclamaba que Venezuela iba a “comprar todo lo que EEUU y la Unión Europea dejaran de importar de Bolivia”. ¡Mentira!

La consecuencia de todos estos desaciertos fue el decaimiento del comercio exterior, principalmente con EEUU, ya que, tanto las exportaciones como las importaciones bilaterales, luego de alcanzar altos niveles, bajaron a cifras francamente preocupantes: Aunque se diga lo contrario, las relaciones diplomáticas cuentan mucho a la hora de hacer negocios con un país y entre Bolivia y EEUU no hay embajadores designados desde 2008, lamentablemente.

¿Dónde están ahora los detractores del libre comercio con las grandes potencias mundiales? Me refiero a las ONG y a los activistas que, sistemáticamente, presionaban al gobierno de Morales, primero, y al de Arce, después, para ir en contra de una mayor integración comercial de Bolivia al mundo.

Ahora que el país sufre una crisis en su sector externo, en gran parte explicada por los recurrentes déficits comerciales que se han venido produciendo desde hace diez años, resurge la pregunta:
¿Dónde están estos preclaros pensadores que hicieron meter la pata a los gobiernos, alejando nuestras posibilidades de desarrollo? ¿Saben dónde están?

En el mismo lugar donde siempre está esa “burocracia insensible y satisfecha” de la cual hablara en su momento el ex Secretario de la otrora gloriosa Central Obrera Boliviana (COB), Juan Lechín Oquendo.

¡Criticaron, se opusieron, complotaron y elucubraron con paraísos idealistas, pero, a la hora nona, fracasaron en sus dichos y llevaron al país al quebranto, sin embargo, ellos siguen disfrutando de sus comodidades y placeres, como parte de los que en su soberbia intelectual, siempre tienen un problema para cada solución!

Es de esperar que, ahora que los Estados Unidos se abre a negociar, prime el pragmatismo y se imponga la racionalidad sobre la ideología que hace tanto mal.

Buscando la verdad
imagenblog: 

“Lecciones aprendidas” durante la guerra comercial en curso

La decisión del presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, de declarar “emergencia nacional” e imponer “aranceles recíprocos” a las importaciones del mundo, con pocas excepciones, ha sido la nota episódica desde el 2 de abril. Parafraseando a los medios de comunicación, lo que está pasando es una “noticia en desarrollo”, sabiendo cómo es que empezó este asunto, sin que nadie sepa, cómo es que va a terminar.

El anuncio de Trump, de imponer un arancel de importación del 10% a la generalidad de países; 20% a la Unión Europea; 34% a la China, y niveles especiales a otros, motivó dos duras respuestas: de la Unión Europea, un 25% a productos estadounidenses por 21.000 millones de euros, y, de la China, un castigo análogo del 34% a las importaciones de Estados Unidos (EE. UU.).

La Orden Ejecutiva de Trump está respaldada por un documento de la Casa Blanca, que dice que los altos y crecientes déficits comerciales que sufre EE. UU. por años, se deben a la falta de reciprocidad en el intercambio con sus socios, a los altos aranceles y barreras no arancelarias discriminatorias que castigan a sus exportaciones, además, de los subsidios, regulaciones técnicas restrictivas, manipulación de monedas y otras maniobras, mientras EE. UU. ofrece una baja protección a las importaciones cediendo su mercado a costa de su industria y la pérdida de millones de empleos (“Regulating Imports with a Reciprocal Tariff to Rectify Trade Practices that Contribute to Large and Persistent Annual United States Goods Trade Deficits”, The White House, Washington, 2.04.2025).

Algo “bueno” que se dio el 9 de abril, en medio de la escalada arancelaria desatada, fue este anunció posteado por Trump:

“Basado en el hecho de que más de 75 países han llamado a representantes de los Estados Unidos, incluidos los Departamentos de Comercio, Tesoro y el Representante Comercial de los Estados Unidos, para negociar una solución a los temas que se están discutiendo con relación al comercio, las barreras comerciales, los aranceles, la manipulación de divisas, y aranceles no monetarios, y que estos países, siguiendo mi consejo, no han tomado represalias de ningún tipo contra los Estados Unidos, he autorizado una pausa de 90 días y un arancel recíproco sustancialmente reducido durante este período, del 10%, también con efecto inmediato”

Así, EE. UU. aplicará un arancel universal del 10% a la importación de bienes, excepto a los de México cobijados en el Tratado de Libre Comercio (T-MEC) y, a los de China, a quien subió el castigo arancelario al 145%, recibiendo a cambio un retruque del 125%.

La segunda “buena noticia” de estos días fue que la Unión Europea, en una medida-espejo a la de EE. UU., suspendió también su represalia por 90 días, además de lanzar su oferta de aplicar “arancel cero” recíproco al comercio de bienes industriales.

La tercera noticia alentadora la dio el Secretario del Tesoro de los EE. UU., al anunciar negociaciones con Japón, India, Vietnam y Corea del Sur, lo que, de tener éxito, podría llevar a una oleada de conversaciones en pro del libre comercio… ¡Dios quiera que sea así! Trump no duda de la eficacia de su posición negociadora, cuando, respecto a su gran rival comercial, la China, sentenció: “Creo que va a querer llegar a un acuerdo, creo que eso va a suceder, recibiremos una llamada telefónica en algún momento y todo estará listo, será una gran cosa para ellos, será genial para nosotros, será algo bueno para el mundo y para la Humanidad” (“Trump, convencido de que llegarán a un acuerdo con China: "Recibiremos una llamada telefónica", El Mundo, YouTube, 10.04.2025).

En este nuevo escenario, todo el mundo hace cálculos de impactos. En lo que hace a Bolivia, un análisis del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), basado en las excepciones previstas por la Orden Ejecutiva, reveló que el 90% de los 263 productos vendidos a los EE. UU. en 2024 serían afectados por el nuevo arancel del 10%, equivalente al 50% de los 271 millones de dólares exportados, quedando libres de tal cobro, el estaño, óxido de antimonio, wolframio, demás antimonios y manufacturas, cobre refinado, plata en bruto aleada, aleaciones de estaño, bismuto y manufacturas, fuel oil; maderas perfiladas, aserradas o desbastadas, molduradas, tablillas y pisos de madera; libros, impresos y similares.

Finalmente, como de lo malo siempre se puede sacar algo bueno, el IBCE, en conferencia de prensa, refirió cuatro “lecciones aprendidas” en esta crisis comercial: 1) Los desequilibrios comerciales permanentes y crecientes, causan inestabilidad; 2) Nunca se debe ignorar a un socio comercial, en especial, tratándose de la primera potencia mundial; 3) Muchas veces, como ahora, la realidad puede superar a la imaginación; 4) De haber negociado Bolivia, en el pasado, el libre comercio con megamercados complementarios como la Unión Europea, países asiáticos o el propio EE. UU., hoy sería menos vulnerable y tendría una mayor capacidad de negociación.

¡Para tenerlo muy en cuenta!

Opinión
imagenblog: 

¿Cómo hacer frente a la subida de aranceles en los EE. UU.?

El 2 de abril de 2025 no pasará desapercibido para el mundo, en especial para los Estados Unidos de América (EE. UU.), luego que el presidente Donald Trump anunciara la aplicación de “aranceles recíprocos” a los productos que importa de casi todos los países del orbe, derivando ello en serios desbalances: el déficit comercial en 2024 superó el billón de dólares (1.202.872.000.000 de dólares). 

La medida consiste en imponer un arancel adicional del 10% a la importación de bienes, de forma general; del 20% a los de la Unión Europea y del 34% a los de China. 

EE. UU. es el mayor importador mundial; el pasado año compró productos por la estratosférica suma de 3,3 billones de dólares (3,3 millones de millones de dólares); de otra parte, es el segundo mayor exportador -después de China- con ventas de 2,1 billones de dólares; la diferencia refleja el déficit de 1,2 billones de dólares ya comentado, siendo esta preocupación la que impulsó a Trump a optar por la subida de aranceles para defender su mercado de quienes, a su entender, impiden que las empresas estadounidenses les exporten más. La medida preocupó a casi todos, con pocas excepciones, ya que -vaya uno a saber por qué- Rusia, Corea del Norte, Bielorrusia y Cuba, no fueron afectadas. 

Más allá de que la medida pueda ser denunciada ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) como un incumplimiento, el grave riesgo de una guerra comercial con los principales protagonistas del comercio internacional es alto. Como era de esperar, China respondió con un arancel recíproco del 34% adicional para las importaciones desde EE. UU., profundizando aún más la conmoción a nivel global, poniendo en rojo los mercados bursátiles en el mundo. 

Algunos dirán que la motivación de Trump tiene que ver con la baja competitividad de la industria estadounidense, pero: ¿Qué si Trump tiene razón al decir que ese mercado estaba casi abierto arancelariamente y cumplía los compromisos de facilitación del comercio, mientras que los países que lo aprovechan imponen trabas a las exportaciones de los EE. UU.? 

A decir del Presidente Trump, la medida apunta a equiparar las condiciones de competencia, aplicando aranceles adicionales que reflejen las dificultades que enfrentan sus exportadores: protección arancelaria en frontera; barreras no arancelarias, como prohibiciones, obstáculos aduaneros y entorpecimiento del comercio; y, las trabas paraarancelarias en cuanto a barreras técnicas, sanitarias y fitosanitarias aplicadas inconsistentemente; falta de transparencia, y discriminación en las compras gubernamentales; irrespeto de la propiedad intelectual y competencia desleal de las empresas estatales, entre otras. 

La esperanza de Trump es que la protección del gigantesco mercado estadounidense, de más de 300 millones de consumidores con un alto poder de compra, equipare las condiciones de acceso con países que no solo protegen, sino, sobreprotegen sus mercados; también, que esta medida promueva la inversión, la industria y la tecnología en su nación, en aras de la “seguridad económica y nacional”, y genere mejores oportunidades para sus sectores productivos así como para los trabajadores, siendo la apuesta final, en sus palabras, recibir “ofertas fenomenales”, vale decir, mejores condiciones para sus exportadores, utilizando para ello el arancel como arma de negociación (“Trump está abierto a negociar los aranceles tras el cierre de Wall Street con una caída del 14%”, Euronews, 4.04.2025). 

Pero, podría haber algo más: ¿Se imaginan el descomunal incremento de recaudación por los mayores aranceles, aunque suban los precios y quien pague sea el consumidor? Sólo con aplicar un 10% adicional, obtendría unos 300.000 millones de dólares. De no provocar ello una abrupta caída de la importación no solo ayudaría a bajar su déficit comercial y fiscal, sino, su deuda pública. 

¿Afectará esta medida a nuestras exportaciones a los EE. UU.? Claro que sí, más que a muchos. Un arancel adicional del 10% nos restará competitividad frente a quienes estén exentos de tal cobro, como México, gracias a su acuerdo de libre comercio tripartito con Canadá; o, a los que negocien futuras rebajas arancelarias o lleguen con menores costos de transporte a ese país. 

Por cierto, las exportaciones de Bolivia a EE. UU. en 2024 sumaron 271 millones de dólares y las importaciones desde dicho país, 809 millones. Prácticamente nada, comparado con la República Socialista de Vietnam que, pese a su ideología y a una guerra con EE. UU., le vendió 136.000 millones de dólares (casi 3 veces nuestro PIB y 15 veces nuestras exportaciones) y le compró 13.000 millones, logrando un generoso superávit de 123.000 millones. Pragmatismo, se llama eso… 

Es de esperar que a nadie se le ocurra una “retaliación” contra EE. UU., al contrario, restablecer las relaciones diplomáticas rotas el 15 de diciembre del 2008 por la expulsión del Emb. Philip Goldberg, sería algo inteligente, con la mira puesta en lograr un trato especial de parte de la primera potencia mundial.

Bucando la verdad
imagenblog: 

¿Qué se puede esperar de aquí en adelante?

“Es triste decirlo, pero el 2024 no fue un buen año para las exportaciones e importaciones bolivianas, producto de un escenario complicado para el comercio internacional, pero, también, por causa de factores internos”, sentenció el Presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Lic. Alan Camhi Rozenman, en el Editorial de la revista “Comercio Exterior” No. 326, que acaba de entrar en circulación con bastante información sobre productos, valores, volúmenes, mercados, proveedores, transporte, entre otros. 

La publicación da cuenta de un déficit comercial por 845 millones de dólares, fruto del intercambio de bienes con más de 190 países, siendo el segundo consecutivo, luego que el desfase en 2023 fue de 571 millones. La inflación mundial, la volatilidad de precios de las materias primas, eventos climáticos extremos y conflictos geopolíticos, como la guerra en Ucrania y las tensiones en Medio Oriente, explican en parte, por qué le fue mal al comercio exterior boliviano y por qué escasean los dólares en el país, haciendo subir su precio. 

Es cierto que Bolivia no podía estar exenta del impacto externo, sin embargo, para Camhi, “fueron los factores internos los que más golpearon su performance comercial como consecuencia de los bloqueos de carreteras, dificultades logísticas, escasez y encarecimiento del dólar, cupos de exportación, caída de los volúmenes de producción, conflictos sociales y una creciente complejidad política y económica”. 

Según datos del Instituto Nacional de Estadística procesados por el IBCE, las exportaciones en 2024 sumaron 8.923 millones de dólares, 1.883 millones de dólares menos que en 2023, un mal año en que las ventas externas se derrumbaron por casi 2.800 millones frente al pico de 13.604 millones de dólares logrado en 2022. Son estas disminuciones las que dan cuenta de la menor disponibilidad de divisas, no es porque “los exportadores no traen sus dólares al país”; en realidad, los dólares generados por la exportación no alcanzan a cubrir las importaciones. Veamos... 

Si en 2024 el ingreso de divisas a Bolivia por exportación cayó 1.883 millones de dólares y hubo una salida neta de 845 millones por el déficit comercial, la baja de la disponibilidad en el mercado superó los 2.700 millones de dólares, carencia a la cual se deben sumar los 3.300 millones de dólares menos del 2023 bajo igual lógica. Y, cuando la oferta cae y la demanda se mantiene, la consecuencia natural es la subida de precios, para el caso, la cotización del dólar, como viene ocurriendo. 

De lo exportado en 2024, un 70% correspondió a las Exportaciones Tradicionales (minerales e hidrocarburos) y el 30% restante a las Exportaciones No Tradicionales (ENT) compuestas por productos agrícolas, pecuarios, agroindustriales, forestales, madereros, manufactureros y artesanales. 

La exportación de minerales logró 4.577 millones de dólares, bajando 19% en valor pese a subir 11% en volumen. Los hidrocarburos sumaron 1.673 millones, cayendo 21% en valor y 22% en volumen. Las ENT totalizaron 2.673 millones de dólares, sufriendo también una baja del 11% en valor y 14% en volumen, destacando entre los principales bienes exportados: soya y derivados (1.065 millones de dólares), carne bovina y derivados (246 millones), joyería (188), castaña (188) y girasol (123 millones de dólares), con una dolorosa caída de la soya por 691 millones de dólares y 1.000.000 de toneladas. 

La insuficiencia de dólares y la subida de su costo en el país se ha dejado sentir fuertemente en el desempeño de las importaciones que, totalizando 9.904 millones de dólares, bajaron de forma alarmante en términos de volumen: Equipos de transporte (-28%), Bienes de capital (-18%) y Suministros industriales (-12%). Siendo estos rubros indispensables para apuntalar la producción interna y la exportación, el resultado de su menor oferta en el mercado boliviano ya está causando problemas, a saber, quiebres en la cadena de abastecimiento, subida de precios y costos, menor producción y pérdida de empleos. ¿Qué se puede esperar de aquí en adelante? 

“El panorama es inquietante, no solo por el enrarecido contexto internacional signado por la posibilidad de una guerra comercial, sino, fundamentalmente, por problemas estructurales internos irresolutos, así como por la falta de divisas, los conflictos sociales y la reducción de la producción en sectores clave”, escribió el Presidente del IBCE, “impulsar las ventas externas -en vez de imponer vetos y cupos a la exportación, que van a contramano de la delicada situación del país- no solo permitiría el ingreso de divisas y una baja de su costo que modere el efecto inflacionario que está teniendo sobre las importaciones, pero, también, a crear más empleos y desarrollo”, concluyó. 

La revista con los últimos datos del comercio exterior boliviano coeditada por el IBCE con la prestigiosa empresa Almacenera Boliviana S.A. (ALBO S.A.), se puede descargar gratuitamente desde: www.ibce.org.bo o https://ibce.org.bo/ibcemail/index.php?id=3314

Buscando la verdad
imagenblog: 

¿“Agarrar del cuello” a los exportadores?

Abunda en las redes sociales una profusa terminología derivada de la expresión “agarrar del cuello”, pronunciada recientemente por el exvicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, quien sugirió tal acción para obligar a los exportadores del país a que entreguen al Banco Central de Bolivia las divisas que -contra viento y marea, en lo externo e interno- les cuesta lograr por la venta de sus productos en el extranjero. A partir de dicha expresión surgieron otras más, como, “agarrar del cogote”, “acogotar” y “cogotero”… 

Según la Real Academia Española (RAE), el cuello es la parte de nuestro cuerpo que une la cabeza con el tronco, siendo sinónimos: pescuezo, garganta y cogote. La RAE dice, además, que el cogote es la parte superior y posterior del cuello; Wikipedia, por su parte, dice que “el estrangulamiento es la acción de apretar el cuello para comprimir las arterias carótidas o la tráquea; puede causar desmayo, y seguidamente la muerte por asfixia”; finalmente, para Wikcionario, acogotar es “agarrar por el cogote a alguien para controlarlo” ¿feíto, no? 

Más allá de que agarrar del cuello implique, también, atemorizar y dominar a una persona, tal expresión nos hace recordar el grave sufrimiento y la enorme angustia que siente una gallinita cuando alguien la sujeta por la fuerza y pasa el filo del cuchillo por su cogote a fin de matarla por desangramiento… 

Durísima palabra, la vertida por el exvicepresidente, por varias razones, principalmente porque, así sea metafórica, nuestros empresarios -inversionistas, productores, exportadores, prestadores de servicios, etc.- de ninguna manera merecen ser víctimas de afiebrados pensamientos que no hacen, sino, enturbiar, aún más, el incierto futuro que nos espera, salvo que la idea sea “destruirlo todo para construirlo todo”, como algunos anacrónicos insisten en proclamar. 

Llevo trabajando cerca de 40 años en el campo del comercio exterior, por lo que puedo dar fe de la imprudencia de tales declaraciones, especialmente en el álgido momento que vive el país. Duele ver que seguimos tropezando, una y otra vez con la misma piedra, como dice la canción. ¿Cuándo se entenderá la enorme importancia del comercio exterior, y que la exportación, por su vasto efecto multiplicador, no es una economía de rebalse, especialmente para Bolivia, que sufre lo reducido de su mercado interno para lograr un mayor desarrollo? Exportar es vital, pero no es fácil y, en el país, una odisea. 

Las divisas provienen de la exportación al gigantesco mercado externo, cuya conquista demanda mucho trabajo, esfuerzo, tiempo y recursos, pudiendo implicar años el lograrlo. Pero todo lo conseguido a costa de un enorme sacrificio se puede perder por los bloqueos, paros, prohibiciones y cupos de exportación que perjudican a nuestros exportadores, principalmente a los de productos agrícolas, agroindustriales, forestales, madereros y manufactureros, ya que la competencia en el mercado mundial es fuerte, el riesgo de pérdida, alto, y el margen de utilidad, bajo. 

El exportador boliviano que debe generar por su propia cuenta y riesgo oportunidades de venta para los productos que fabrica o intermedia -haciendo toda clase de pagos en dólares fuera del país- no merece un maltrato, al contrario, por su importancia estratégica, debería ser la “niña de los ojos” del Estado. 

Pero, quien ignora que hay dos circuitos en el comercio exterior -uno, en el que el sector privado genera los dólares por exportación para cubrir sus necesidades de importación, y, otro, el del Estado, como exportador e importador- erróneamente piensa que el empresario debe resolver, p. ej., el pesado lastre de importar y subvencionar los combustibles, que se autoimpuso el Estado. 

Recuerdo otro exabrupto de un exfuncionario público, también -en 2007, creo- quien dijo que exportar era malo pues hacía depender al país de los precios internacionales, por lo que propuso controlar la exportación. Lo cierto es que la historia ha demostrado que cuando de “agarrar del cuello” al empresario y “controlar” el comercio exterior se trata, las cosas acaban mal, muy, pero muy mal. 

El ciudadano merece saber que a la política de entrega obligatoria de divisas al Estado le sigue otra política de asignación de divisas y, a ésta, la inevitable corrupción, ya que en tanto el hombre sea hombre -así sea socialista, comunista, etc.- ganará siempre la raíz de todos los males: el amor al dinero. 

El trágico resultado del control de divisas en el gobierno izquierdista y populista de la Unidad Democrática y Popular (UDP) entre 1982 y la renuncia del presidente Hernán Siles Zuazo, en 1985, fue la caída de la exportación, la fuga de capitales y la intempestiva subida de las importaciones por su sobrevaloración para obtener divisas baratas. ¿La consecuencia? Un grave desbalance comercial, menos dólares, menos inversión, menos empleos, menos ingresos para las familias y menos dinero en el bolsillo por la inflación. 

La gente quiere paz, no zozobra; seguridad, no temor; trabajos dignos, no deudas; pero, desaprensivas expresiones como la comentada solo exacerban más las preocupaciones, muchas de ellas atribuibles al gobierno del exvicepresidente. Lo que hoy vivimos es la cosecha de la siembra pasada, p. ej.: Se agarró del cuello a las transnacionales diciéndoles “queremos socios, no patrones” y, ahora, todo el país paga la factura. ¡Ojalá no se produzcan malas decisiones adicionales que desmejoren el entorno! Quien ha demostrado un buen dominio del tema es el Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, pues no sólo sumó al vendaval de críticas contra García Linera su público rechazo a lo planteado, sino que le refutó abiertamente por los medios de prensa: “¿Por qué no aplicó su receta cuando era vicepresidente?”. ¡Esa sí que fue una excelente señal! 

Es de esperar que el Primer Mandatario, como economista, reflexione sobre tales riesgos y no se meta en “camisa de once varas” que pueda complicar más la situación. ¡Dios salve a Bolivia!

Buscando la verdad
imagenblog: 

El fin no justifica los medios…

“Quisiera su opinión sobre esto”, me dijo hace poco cierta amistad. “Tal cual, así es, una lacerante realidad que de verdad golpea, y mucho”, le respondí. “Es que, siempre lo leo o escucho a favor de la exportación y en eso incluye también la minería”, me dijo. Le contesté: “Correcto, siempre estaremos a favor de la exportación, pero no a cualquier costo, de hecho, la égida del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) es, económicamente viable, ambientalmente sostenible y socialmente responsable; si no cumple con esa tríada, no apoyamos", le respondí. 

La pregunta en cuestión tenía que ver con el artículo titulado “Doce horas en la mina para extraer todo el oro posible: ascender a costa de la salud y el planeta”, publicado por Caio Ruvenal en la Sección América Futura del periódico “El País”, en España, el 16 de febrero de 2025. Como mi respuesta le agradó, quedamos en tomar un cafecito para hablar sobre nuevas posibilidades de desarrollo para Bolivia, como el turismo sostenible, en lugar de ese tipo de minería. 

La investigación de Ruvenal, nacido en Brasil, criado en Bolivia y formado en Comunicación Social, daba cuenta de la inhumana labor de cientos de trabajadores bolivianos, principalmente en la minería ilegal del oro, poniendo como ejemplo de su preocupación la zona tropical de Los Yungas en La Paz, que, “históricamente una región destinada a la agricultura, ha sucumbido en las últimas décadas a la fiebre del oro”, provocando que cientos de campesinos ya no cultiven papa, chuño, cítricos y hoja de coca, al convertirse en mineros. 

Basado en uno de los testimonios del investigador Fernando Alcons, en su artículo científico titulado “Extractivismo aurífero y organización del trabajo: dinámicas territoriales en la minería aurífera cooperativizada en Los Yungas, Bolivia”, publicado a fines del 2024, Ruvenal da cuenta, “cómo los jornaleros -trabajadores que reciben un salario por hora o día, y el estrato más bajo en la cadena de trabajo de la minería- explotan la mina hasta por 15 días consecutivos con el objetivo de escalar en la jerarquía laboral de la cooperativa. En el camino del sacrificio no solo queda el desgaste del entorno ambiental, sino también el de la fuerza de trabajo”. He aquí, cómo ejemplifica, el autor, tal situación: 

“Cuando eres jornalero, estás obligado a trabajar dentro de la mina, en el interior del socavón y los túneles (…) Tienes que trabajar todos los días sin fallar; si no, te dicen: ‘Te vas a ir’. Pero cuando eres socio, estás mejor: cada uno asume su propia responsabilidad y se cuida también de los accidentes”, comenta Huanca, nombre ficticio que utilizó su entrevistado a fin de evitar represalias. 

El boom aurífero boliviano deviene del hecho que el precioso mineral ha trepado más de 10 veces su cotización internacional en este siglo, un dulce demasiado apetitoso para poder ignorarlo, habiendo llegado a ser el principal rubro de exportación del país en 2022, superando al gas natural, aunque se especula que gran parte de aquello tuvo que ver, también, con el contrabando de oro peruano. 

Sea como fuere, el alza de la cotización del oro hizo proliferar las cooperativas mineras que, de acuerdo con el indicado autor suman ya 2.300 con 130.000 socios, según cifras del Viceministerio de Cooperativas Mineras, con un negativo impacto, principalmente de la minería aluvial en los ríos, además de la deforestación en las laderas de los valles y la devastación de áreas protegidas. 

El impacto medioambiental, según había reportado anteriormente Alcons en su estudio “Enclaves de devastación y minería aurífera en el departamento de La Paz, Bolivia”, en junio de 2024, destacaba, además, el impacto sobre la vida misma, ya que las jornadas de trabajo por una paga inestable y muchas veces insuficiente, cuando la extracción del oro no rinde lo esperado, hace que el jornalero se autoimponga trabajos de más de ocho horas y hasta por 15 días en la mina, mal alimentado y en condiciones verdaderamente precarias. 

A decir del investigador, el sueño de los jornaleros es llegar a convertirse en accionistas para tener un ingreso fijo mensual y bajar el riesgo de salud, dados los elementos químicos que se utilizan para purificar el mineral. Ahora, mi opinión personal… 

La actividad minera del oro aluvional está fuertemente cuestionada por el daño ambiental, dado el indebido uso del mercurio, además de cundir la explotación ilegal, por ejemplo, en el Río Madre de Dios, Riberalta, Beni, donde en cierto momento se dio cuenta que más de 25 dragas operaban al margen de la ley. Han sido frecuentes los reclamos violentos de los mineros para explotar oro en áreas protegidas, entre otras de sus reivindicaciones, sin embargo, no todo lo que brilla es oro, dice el adagio. 

Más de una vez aclaré mi apoyo a toda actividad que sea económicamente viable, pero también, ambientalmente sostenible y socialmente responsable, de ahí mi rechazo a sus protestas con dinamita y la explotación de áreas protegidas: El fin no justifica los medios…

Buscando la verdad
imagenblog: 

¿Estamos ante una inminente guerra comercial?

Un verdadero revuelo internacional causó la orden ejecutiva emitida el 1 de febrero de 2025 por el Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, para imponer aranceles del 25% a los productos importados de México y Canadá, así como un gravamen del 10% a los bienes originarios de China, a lo que se sumó el anuncio de que tal determinación podría extenderse a Europa, apuntando todo ello a una imprevisible guerra comercial que, de una u otra manera afectará, negativa o positivamente, de forma directa o indirectamente, a todos los países que hacen parte del sistema multilateral de comercio, a unos más que a otros, según estén más o menos preparados para enfrentar dicha contingencia, reactiva o proactivamente. 

Las justificaciones esgrimidas por Trump tienen que ver con la inmigración ilegal, el grave problema que supone el narcotráfico y el creciente consumo del fentanilo en su país, además del interés subsidiario de proteger su gigantesco mercado para inducir un mayor consumo de bienes estadounidenses y generar con esto más crecimiento y fuentes de empleo. 

En efecto, la Administración Trump dispuso la aplicación de aranceles del 10% a la importación de productos chinos y del 25% a los de México y Canadá. Si bien hubo una primera moratoria de 30 días para estos dos últimos hasta inicios de marzo -gracias a los acuerdos logrados en materia migratoria y de narcotráfico- y, luego de dos días de su aplicación en marzo, un nuevo aplazamiento hasta abril para no afectar a los productos cobijados por el Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-México-Canadá (ex NAFTA), no ocurrió lo mismo con la China, quien anticipó una represalia con aranceles del 10% y 15% a partir del 10 de febrero contra los productos estadounidenses, en el rubro de alimentos, principalmente, además de anticipar una denuncia ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). 

Si a ello se suma la posibilidad de una aplicación futura de aranceles a Europa, todo apunta a una inminente guerra comercial en la que habría muchos afectados, desde el comercio internacional hasta el mercado de valores, por las repercusiones sobre la economía mundial, dado el contexto globalizado en que vivimos. 

Por la gracia de Dios, tuve el privilegio de que CNN en Español me entrevistara para abordar el tema enfocándome en México y Bolivia, habiendo expresado que la posibilidad de una mayor tensión comercial entre Estados Unidos con varios países -México, principalmente- no deja de ser una preocupación al estar hablando de la primera potencia económica mundial, y, además, de aliados comerciales y vecinos que, en el caso de México implica tener a Estados Unidos como su primer socio comercial y, recíprocamente, de igual forma, ya que México llegó a desplazar a la China, logró un gran superávit comercial con los Estados Unidos y es su segundo mayor comprador, además de ser quien más exporta a ese gran mercado. 

El peso que tienen las ventas a tan importante plaza para el PIB mexicano me llevó a recomendar hacer bien las cosas utilizando la diplomacia para un acercamiento y una mejor relación con su principal socio comercial. Me animé a dar tal consejo, considerando su enorme dependencia del mercado estadounidense, ya que en 2023 por lo menos el 80% de las exportaciones mexicanas fueron a los Estados Unidos, superando los 465.000 millones de dólares y más del 60% de ello con un altísimo valor agregado, expresado principalmente por la mano de obra, llegando a significar casi la cuarta parte de su PIB. 

En lo que hace a Bolivia, informé que Estados Unidos es su octavo socio comercial, ocupando el decimotercer lugar como país destinatario para las exportaciones nacionales y la quinta plaza como proveedor internacional del país. 

Reflexioné, también, sobre la alta necesidad de mercados externos para los países en desarrollo y sugerí mejorar la productividad, la competitividad, la diversificación de mercados y la negociación de nuevos acuerdos comerciales, como una estrategia para intentar bajar la dependencia de un mercado al que todos aspiran, empezando por la China que aprovechando del mismo, hizo tantos cambios e innovaciones, progresando comercial y económicamente. 

Para concluir ¿podrían las medidas asumidas por Estados Unidos beneficiar a Bolivia? Claro, siempre que tenga la capacidad de exportar sin restricciones los bienes afectados con aranceles a un gran mercado que de la noche a la mañana podría pasar, de la libre importación derivada del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, a una sobreprotección del 25% generando una ventaja que se podría aprovechar, sin descartar, eso sí, la posibilidad de un desvío de comercio a favor de países que -como Chile, Perú, Colombia y otros- pueden exportar sin pagar tan altas tarifas arancelarias gracias a los acuerdos de libre comercio suscritos. Como Bolivia no negoció un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, no goza de tal prerrogativa para poder ingresar allí con “arancel cero”, lamentablemente…

Buscando la verdad
imagenblog: 

Santa Cruz no se rinde ante la crisis

Pocas veces en la historia del complejo oleoproteico de la soya boliviana se vio algo tan preocupante y doloroso, a la vez, como lo acontecido con este sector en 2024. La dramática caída de la exportación de la soya y sus derivados no es un tema menor, no podría serlo, tratándose del tercer rubro de mayor generación de divisas para el país luego de los minerales e hidrocarburos, en un momento cuando lo que más precisa Bolivia son dólares para seguir funcionando, de ahí que dejar de recibir casi 700 millones entre enero y noviembre del 2024 es un fuerte golpe en lo macroeconómico, una presión adicional sobre el precio de la divisa y, en el día a día, una gran pérdida para nuestros agricultores, así como para toda la cadena de valor. 

El factor climático fue la principal causa para la debacle exportadora de la reina de las Exportaciones No Tradicionales, como se le dice a la soya, ya que no solo se cumplió el pronóstico que en abril del 2024 lanzara la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), anticipando una caída en la producción de este grano por 800.000 toneladas debido a la sequía, sino que, a estas alturas, queda comprobado que el daño fue muchísimo mayor por la baja de la productividad en un 37%, algo que se pudo moderar, de haberse permitido usar semilla genéticamente mejorada tolerante a la sequía, pero, lamentablemente, el pedido no fue atendido a tiempo. 

Sin embargo, al embate del clima hay que añadir otros factores negativos para la actividad productiva soyera, como los bloqueos de caminos, por semanas; decenas de avasallamientos de predios productivos, causando zozobra en los agricultores; la anormalidad en el abastecimiento del diésel, afectando la siembra y cosecha; el encarecimiento del dólar; la caída del precio internacional de la soya y, el cherry sobre la torta, el veto a la exportación de aceites por más de 10 días, afectando negativamente no solo a la industria y a quienes tenían compromisos de venta al exterior, sino también, a las intenciones de siembra de los agricultores. 

Es difícil pronosticar lo que pueda ocurrir con el sector soyero en 2025, afectado ya desde el mismo momento de la siembra en 2024, la que se hizo con enorme dificultad y sin el éxito esperado en los últimos meses del año debido a la intermitencia en la dotación del diésel, la subida de los costos de producción y las lluvias que afectaron la cosecha, a lo que hay que sumar el factor de incertidumbre que resulta un verdadero pecado capital en función de las expectativas de inversión, producción y exportación, ya que, de por sí, el 2025 es un año eleccionario que viene fuertemente cargado de imprevisibilidad, mucho más, con las peleas intestinas al interior del partido de gobierno que, ojalá, no deriven en nuevos e insufribles bloqueos que no hacen, sino, castigar al inversionista que apuesta por el país; al productor agrícola que arriesga su capital; al industrial que sigue confiando en Bolivia; al transportista que vive día a día de tal actividad y al exportador que saca la cara por nosotros en el extranjero, recayendo el perjuicio, en definitiva, sobre todos en el país. 

Pero, no hay que perder la esperanza, siempre se puede aprender de lo malo para hacer las cosas mejor, a partir de ahí… 

Frente a la delicada situación de la economía, se aguarda del Gobierno un verdadero golpe de timón en sus políticas públicas, que implique jugársela por un sector que resulta altamente estratégico para Bolivia, tanto desde el punto de vista de la seguridad alimentaria (por la autosuficiencia y menor inflación) y la soberanía alimentaria (mayor ingreso de dólares por agroexportación y menor dependencia externa), para lo que se debe garantizar la seguridad jurídica y facilitar la labor productiva; p. ej., si no se puede atender con una normal entrega de diésel desde el Estado a precio subvencionado, lo menos que se esperaría es que no se cobre ningún tributo en absoluto para importar y comercializar diésel extranjero, y que se elimine de la lista de sustancias controladas al diésel, la gasolina y el etanol, por los graves problemas que ocasiona a los productores del agro, desde entorpecimientos en su traslado, hasta onerosas exacciones que no hacen, sino, desanimar al privado a que importe combustibles para ayudar de esta forma a desahogar dicha responsabilidad del Estado. 

A pesar de todo, como siempre se dice que “Santa Cruz no se rinde ante la crisis”, nuestros abnegados productores -pequeños, medianos y grandes, nacionales y extranjeros- enfrentando toda vicisitud con la fe puesta en Dios, y en su titánico esfuerzo, aguardan generar 2,5 millones de toneladas de soya en la cosecha de verano, siempre que el clima ayude y las autoridades garanticen el suministro de diésel, no solo para recoger el fruto de su siembra, sino para encarar la campaña de invierno; entonces, el Modelo de Desarrollo Cruceño proveerá una vez más alimentos para los bolivianos y generará las ingentes divisas que precisa el país para seguir funcionando…

Buscando la verdad
imagenblog: 

El Periódico Digital OXIGENO.BO, es desarrollado y administrado por Gen Film & Crossmedia Ltda. Teléfono: 591-2-2911653. Correo: info@gen.com.bo