Blog de Gary Rodríguez Álvarez

Ese fue el sueño del IBCE, faltó voluntad para construirlo…

Si Ud. aún no hace uso de las facilidades que ofrece la Inteligencia Artificial para ponerse al día sobre lo publicado en extensos libros o sesudos estudios, está perdiendo la posibilidad de aprender más, p. ej., con la herramienta de ChatGPT, cuando ésta le puede ayudar con buenos resúmenes, ahorrándole tiempo y esfuerzo. Aquí va, un ejemplo...

Ante los varios comentarios que recibí sobre mi última columna -“Lo que pudo ser Bolivia, y no fue…”- decidí reseñar el libro “Visión Bolivia Productiva y Exportadora” que el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) publicó en 2006, como el primer aporte de la sociedad civil a la Asamblea Constituyente instalada ese año, para modificar la Constitución Política del Estado (CPE). Entonces, le pedí a ChatGPT que leyera las 300 páginas del libro, que hiciera un resumen y que proyecte cómo sería el país, de haberse aplicado con rigor las recomendaciones del mismo. A continuación, su respuesta.

¿Qué planteó el libro y cuál, el cambio propuesto? Que el desarrollo de Bolivia se basara en: 1) Transformar al comercio exterior en un pilar del crecimiento, con exportaciones de alto valor agregado, integrando a los sectores más pobres, rurales y urbanos; 2) Garantizar la seguridad jurídica e institucional, mayor productividad y competitividad, acceso al financiamiento, inversión, infraestructura y logística eficientes; 3) Implementar un Estado moderno, eficaz, descentralizado, que promueva, en vez de obstaculizar, y asegure una política social efectiva; 4) Diversificar, desde los productos extractivos, hacia la manufactura, agroindustria, turismo y Exportaciones No Tradicionales; 5) Combatir el contrabando, abrir nuevos mercados externos, negociar acuerdos internacionales y promover una integración pragmática; 6) Apostar por la biotecnología, biocombustibles, certificaciones ambientales y laborales en función de mercados internacionales exigentes; 7) Profesionalizar la diplomacia y mejorar la calidad de la gestión pública; 8) Que haya inclusión productiva y no solo inclusión social.

Con ello, Bolivia podría haber tenido un mayor crecimiento, sostenido y diversificado, no una expansión inercial basada en el gas, minerales y materias primas, sino en sus Exportaciones No Tradicionales (agroindustriales, manufacturas, forestales y turismo); pudo duplicar su tasa de crecimiento a un promedio de 7 % y no de 4% o 5 %, con lo que el Producto Interno Bruto (PIB) sería 1,5 a 2 veces mayor que el actual. La diversificación nos habría hecho menos vulnerables, más resistentes y habría subido la inversión privada.

Tendríamos un Estado moderno, técnico, descentralizado y eficiente que habría llevado servicios y políticas productivas al campo y zonas emergentes. Con seguridad jurídica, sin bloqueos, avasallamientos y conflictos, podríamos haber tenido inversiones estables. Una diplomacia comercial habría concretado acuerdos estratégicos con la Unión Europea, Estados Unidos y Asia-Pacífico, con mercados de cientos de millones de consumidores.

La pobreza habría bajado mucho más rápido con programas de inclusión productiva, en vez de solo subsidios. Millares de campesinos y mujeres en zonas rurales podían haber sido parte de cadenas productivas certificadas (Triple Sello, comercio justo, biocombustibles), con ingresos más altos y autonomía.

La adopción temprana de la agrobiotecnología y el uso de materias primas agrícolas para biodiésel, etanol para la gasolina, y productos agroindustriales, habría bajado la dependencia energética, la importación de combustibles fósiles y generado excedentes exportables, con una agroindustria responsable de alto valor y sostenible.

El riguroso control del contrabando de ropa usada, combustibles e insumos habría fortalecido el mercado formal, generado empleo digno y mejorado la recaudación tributaria, y los productores locales podían haber competido mejor en calidad y escala.

Hubiéramos sido un ejemplo de ética del desarrollo, donde la dignidad humana no se reduce a subsidios, sino, al acceso a oportunidades productivas y participación real. La legitimidad del Estado sería producto de su eficiencia, no del discurso. Tendríamos un mejor contrato social con una visión económica compartida (gobierno-sociedad civil), integrando de forma horizontal al sector privado como coautor del desarrollo.

El país hubiera dejado de ser rentista, insertado sosteniblemente en cadenas globales de valor, basados en el desarrollo humano, tecnológico, empresarial y ambiental; más rico, diverso y resiliente, industrializado, exportador, energéticamente diversificado y competitivo, con menos pobres y más empleos dignos; inteligentemente insertado, con acuerdos comerciales estratégicos, con un Estado promotor de la libre iniciativa.

¡Seríamos una Bolivia digna, productiva, exportadora y soberana, fundamentada en una economía real, no en subsidios ni políticas coyunturales! Ese fue el sueño del IBCE, faltó voluntad para construirlo… (el libro se puede descargar desde https://acortar.link/fxGC3J).

Buscando la verdad
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Lo que pudo ser Bolivia, y no fue…

Corría el 2006, cuando el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) publicó el libro “Visión Bolivia Productiva y Exportadora”, como un aporte a la Asamblea Constituyente instalada ese año para modificar la Constitución Política del Estado. La exposición del estudio, de casi 300 páginas, fue el 27 de febrero de 2007 en el emblemático Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, en Sucre, habiéndose entregado allí, una tonelada de libros. Fue tal la expectativa, que, abarrotado el auditorio por más de cien Constituyentes, se tuvo que habilitar un recinto adyacente, para su transmisión remota. 

Fue algo histórico, se trató del primer aporte desde la sociedad civil a la Asamblea Constituyente, con abundantes análisis e información, un trabajo multidisciplinario de cinco profesionales, cuatro de ellos, lamentablemente, fallecidos: Lucio Paz Rivero (+), varias veces Ministro de Estado, ex funcionario del BID y Asambleísta Constituyente (1966-1967), quien escribió sobre el “Rol del Estado y Planificación del Desarrollo”; Ivo Vranjican Dominis (+) de vasta trayectoria empresarial, sobre “Medio Ambiente, Desarrollo Sostenible y Sociedad del Conocimiento”; Ricardo Ortiz Gutiérrez (+), experto en competitividad, sobre “Desarrollo Industrial Manufacturero y Turístico”; otro ex Ministro de Estado, Diego Montenegro Ernst, sobre “Desarrollo agropecuario y forestal”, y Antonio Rocha Gallardo (+), experto en aduanas, sobre “Comercio Exterior e Integración”, todos, con propuestas de políticas para progresar sosteniblemente, a partir de la actividad privada.

Recuerdo que en medio de fuertes tensiones políticas y una Asamblea Constituyente que prometía refundar el país, quienes estuvimos inmersos en el estudio apostamos por una Bolivia diferente, no una nación ideologizada, dependiente del extractivismo y discursos populistas, sino, una Bolivia productiva, moderna, exportadora, que mire al futuro. Así nació aquel estudio al que guardo gran respeto: “Visión Bolivia Productiva y Exportadora”.

El libro era más que un texto técnico, era una propuesta concreta y sensata para construir un mejor país con oportunidades para todos. No era un plan neoliberal o una carta blanca al mercado, sino, una invitación a repensar Bolivia desde la productividad, la competitividad y el trabajo digno, pero, también, era una advertencia: sin diversificación, sin seguridad jurídica, sin un Estado moderno y sin integrarse al mundo, Bolivia podía desperdiciar una oportunidad histórica de cambiar para bien. A 16 años de aprobada la nueva Constitución Política del Estado (CPE), se puede decir que lo advertido, ocurrió: He visto pasar los años con un nudo en la garganta; la CPE cambió, sí, pero la nueva propuesta de modelo productivo no funcionó como muchos esperaban. Al celebrar el Bicentenario de la fundación de la República de Bolivia, pregunto: ¿Qué hubiera pasado de haberse aplicado la propuesta del libro? ¡Seríamos otro país!

Podríamos haber tenido una economía diversificada y menos vulnerable. Podríamos estar exportando muchos más alimentos, manufacturas y servicios, celebrando que las Exportaciones No Tradicionales hubieran superado a las ventas tradicionales, con decenas de miles de MiPymes integradas a la producción para la exportación, y así, podríamos haber erradicado gran parte de la pobreza con empleos sostenibles.

Hubiéramos tenido también, otro Estado, más técnico y menos político, con reglas claras para la inversión, descentralizado de verdad, capaz de regular con firmeza, pero, también, de promover con inteligencia. Un Estado donde el sector privado no fuera visto como enemigo u oportunista, sino como aliado estratégico para el desarrollo. Un Estado con una diplomacia económica abriendo grandes mercados, con una red logística moderna y puertos eficientes para integrarnos al mundo.

¿Por qué no lo hicimos? Porque faltó visión, primó la sinrazón y muchos se dejaron llevar por la ilusión de que el boom del gas lo resolvería todo, se aturdieron con la ideología y se prefirió hablar de lo “plurinacional”, antes que de productividad, eficiencia y competitividad, por considerarse algo malo, dada la “cosmovisión” imperante.

Hoy, que la economía sufre, me duele pensar en “lo que pudo ser y no fue”, porque las respuestas estaban dadas, estaban en aquel documento, en ese sueño de una Bolivia que exporta sostenida y sosteniblemente, cada día más, con un modelo propio, integrando al pequeño con el grande, al urbano con el rural, al trabajador con el empresario.

Pero, no todo está perdido: Tenemos visionarios productores que exportan con calidad; tenaces empresarios que siguen invirtiendo y técnicos capaces de gestar buenas políticas públicas.

Si algún día Bolivia decide volver a la senda correcta de producir, competir e integrarse al mundo, el libro del IBCE será el mapa histórico de lo que algunos no se atrevieron hacer. Ojalá sea pronto, porque, duele ver “lo que pudo ser Bolivia, y no fue…” (el libro se puede descargar desde https://acortar.link/fxGC3J).

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¿Por qué está bajando el dólar? ¿Volverá a subir?

¡Quién lo iba a decir! El criticado, demonizado y vilipendiado dólar estadounidense, al que por muchos años ni se lo quería nombrar en el ámbito político en Bolivia, por estar relacionado con el “imperio yanqui”, y frente al cual la moneda nacional -el Boliviano- hizo gala de fortaleza durante más de una década, hoy no sólo está cotidianamente en la boca de todos, sino que ahora es requerido, ansiado y hasta depositario de la fe de mucha gente, que ve en dicha moneda una suerte de refugio frente a la inmisericorde inflación que socaba el poder adquisitivo del Boliviano.

En efecto, el tipo de cambio oficial del dólar en el país, que había cerrado en Bs8,08 el 31 de diciembre de 2005, empezó a declinar lentamente su cotización a la par que las exportaciones nacionales crecían, el superávit comercial se repetía, y las Reservas Internacionales Netas (RIN) del Banco Central de Bolivia (BCB) aumentaban, llegando a cotizar a Bs6,96 el 9 de noviembre de 2011, fecha desde la cual se mantiene sin cambio, con la pertinente aclaración de que hoy es prácticamente imposible conseguir el dólar a ese precio, ya que la ausencia de un mercado paralelo verdaderamente libre, dio lugar a un mercado negro donde el dólar llegó a rozar los Bs20.- a mediados de mayo pasado debido a factores externos e internos -objetivos y subjetivos- que una vez aplacados, derivó en un bajón de la divisa hasta ubicarse entre Bs16.- y Bs15.-

Sin embargo, durante los últimos días, no solamente el dólar físico sino también el dólar cripto (digital), han venido experimentando una tendencia a la baja, cotizándose al momento de escribir esta columna en poco más de Bs13.- posicionando tres preguntas repetitivas: ¿Por qué está bajando el dólar? ¿Hasta cuánto bajará? Y, la pregunta del millón: ¿Volverá a subir el dólar?

Para intentar contestar dichas preguntas -cuyas respuestas podrían cambiar la vida de mucha gente para bien, si se le atina, y para mal, si se hace un mal pronóstico- habrá que entender que responder tales cuestionamientos de ninguna forma es algo fácil, siendo que la cotización de mercado de la divisa estadounidense obedece a la conjunción de varios elementos no solo de orden económico, sino, también, políticos, sociales y algo no menor: las expectativas de la gente.

Entre las explicaciones de los analistas y de quienes se precian de ser esclarecidos en la materia, cuentan como argumentos para la baja del dólar: Un aumento de su oferta en el mercado por el crecimiento de las exportaciones; la menor demanda de dólares por parte de los importadores; un cambio en las expectativas de la población por la mejora de la posición de las RIN del BCB -como se informara- y que vengan mejores días, luego de las Elecciones Generales; también, que la baja se debe a la caída del dólar frente a otras monedas; al desatesoramiento, por temor a que el dólar caiga más, entre otras razones, aunque éstas son las principales.

Frente a ello, la evidencia: La exportación legal viene bajando, en vez de crecer; los dólares siguen saliendo del país por el déficit del comercio exterior; suena razonable que la baja se deba a que la importación va disminuyendo por razones de mercado, siendo que en muchos rubros los productos o las empresas no aguantan el tener que operar con un dólar 100% más caro que el oficial; en cuanto a la incidencia de la caída del dólar a nivel mundial, su impacto es marginal en el país, no así, el cambio de las expectativas de los agentes económicos.

Como la economía muchas veces se explica más por la sicología que por la “numerología”, las expectativas podrían estar jugando un rol gravitante, p. ej.: Ante la incertidumbre, menos negocios ligados al dólar, frenan su demanda; está, también, la esperanza de una mejora por un cambio en la política económica; los anuncios de los políticos que aspiran a la Presidencia, ofreciendo el oro y el moro para conseguir votos, prometiendo una lluvia de dólares a corto plazo, ya sea vía colosales créditos externos, liberación de exportaciones, ventas anticipadas de recursos naturales, etc., además de un drástico recorte del gasto público para controlar el déficit fiscal.

Lo arriba señalado, son las difíciles respuestas, por comprobar, ante la sesuda y recurrente pregunta: “¿Por qué baja el dólar?” Pero, no menos riesgoso resulta responder el segundo cuestionamiento: “¿Hasta cuánto bajará?”

Para que el dólar baje deberían darse profundos cambios estructurales a fin de incrementar las exportaciones y traer dólares al país; sustituir importaciones, para evitar la salida de divisas al exterior; además, mejorar el entorno para captar inversiones extranjeras o créditos internacionales, todo lo cual no ocurre de la noche a la mañana. Basta ver lo que está pasando en la Argentina que, pese a sus progresos, lucha aún con el alza del dólar.

En cuanto a la pregunta del millón: “¿Volverá a subir el dólar?” Alguien señaló: “Puede que sí, puede que no, lo más seguro es que ¡quién sabe!”. Solamente Dios, que no es economista, lo sabe… 

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Un honorable acuerdo político y moral con el país

El Foro “Construyendo Nuestra Economía”, organizado por la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (CANEB) y la Federación de Jóvenes Bolivianos, con el alto respaldo de Rejex, Cadex, CAO, CNI, Cadecocruz, Cainco, Cabotur y la Cámara Boliviana de Hotelería, concluyó con la firma de un solemne Acuerdo con los representantes de cuatro fuerzas políticas que buscarán la Presidencia en las Elecciones Generales, el 17 de agosto próximo.

El evento concitó gran expectativa, con miras a conocer de quienes aspiran a conducir el país, sus propuestas de solución en cuanto a las preocupaciones de la ciudadanía, como el bajo crecimiento, el anormal abastecimiento de combustibles, la escalada de precios, la pérdida de empleos, la falta de dólares y el papel que en este contexto está llamado a jugar el sector exportador.

Al inicio del Foro, Santiago Roda, Director de la Federación de Jóvenes Bolivianos y Presidente de la Red de Jóvenes Exportadores, hizo una severa llamada de atención sobre la situación actual y la desidia hacia importantes actores, instando a “volver a soñar y creer en una Bolivia sin colas, sin miedo a los precios, sin miedo al futuro, una Bolivia donde no olvidemos a los jóvenes, a los exportadores y a ningún sector de la economía”.

Por su parte, Oswaldo Barriga, Presidente de CANEB y CADEX, luego de reseñar el peso del sector exportador por su aporte del 22% al PIB; 45% al empleo formal; ventas promedio de 12.000 millones de dólares y un potencial de 25.000 millones, de haber políticas que rompan con los frenos al sector, presentó el “Plan Bolivia 2025–2035” que, aparte de ser una propuesta técnica, es “un nuevo pacto de país, con un modelo de desarrollo productivo, industrializado, moderno, sostenible y profundamente inclusivo”.

Como era de esperar, no resultó nada sorprendente que, sobre la base del diagnóstico y las propuestas presentadas, los cuatro actores políticos confirmaran la importancia estratégica de las exportaciones para Bolivia, no solo para salir de la crisis, sino, para crecer mucho más.

El éxito del Foro fue la firma del “Acuerdo por la Construcción de la Nueva Economía de Bolivia para garantizar el bienestar de las familias bolivianas”, a fin de “trabajar por el desarrollo de la economía, incluyendo a todos los sectores productivos de Bolivia, el crecimiento y diversificación de las exportaciones, la inclusión y participación de la juventud y de todos los sectores productivos en la economía nacional”, para lo cual: Reconociendo la crisis socioeconómica; que la recuperación dependerá de su capacidad para abrirse al mundo con un Estado facilitador, y validando el compromiso con la juventud como fuerza protagónica del desarrollo y los sectores productivos como pilar de la economía, en caso de asumir la presidencia del Bolivia, los signatarios se comprometieron con 10 medidas estratégicas para salir de la crisis y generar crecimiento económico:

1) Defender la libertad de emprender y exportar como pilares fundamentales del desarrollo económico, eliminando toda prohibición o restricción a las exportaciones, cupos y bandas de precios

2) Impulsar una reforma tributaria, fiscal, laboral y regulatoria, para que los empresarios tengan las condiciones para invertir, que el país mejore su calificación de riesgo y las familias tengan mejores ingresos reales

3) Priorizar una política de Estado basada en la seguridad jurídica, la disciplina fiscal, la institucionalización de todas las autoridades monetarias, económicas y políticas

4) Generar las condiciones logísticas que favorezcan la producción y el comercio, tanto interno como externo, esto incluye una efectiva facilitación, simplificación y digitalización de todos los trámites

5) Convertir a Bolivia en un eje de integración logística de la región, conectando a Bolivia con el mundo y potenciando la red de servicios tanto para la carga y el transporte

6) Facilitar el uso de la tecnología para el desarrollo productivo a través de la genética, la robótica, la inteligencia artificial, las pasarelas de pago y otras tecnologías emergentes

7) El Estado de ninguna manera será un obstáculo para la implementación de nuevas tecnologías que aceleren los procesos productivos

8) Adecuar y modernizar la educación en todos sus niveles, de modo que pueda responder a los requerimientos de un mundo moderno e interconectado

9) Establecer un permanente diálogo público-privado institucionalizado y transparente, para diseñar e implementar políticas públicas para el desarrollo nacional

10) Implementar políticas para la inclusión de los jóvenes en la matriz productiva boliviana con perspectivas de futuro

El acuerdo fue firmado -Notario de Fe Pública de por medio- por la Agrupación Libre, APB Súmate, Alianza Unidad y Alianza Popular, como “un honorable Acuerdo Político y Moral con el país”, con la mira puesta en que “si Bolivia produce, exporta y agrega valor, podrá superar su crisis, derrotar la pobreza y ofrecer futuro a la familia boliviana y la juventud”. ¡Dios quiera que sea así!

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¡Que Dios nos ayude!

El título de esta columna podría parecer llamativo, por decir lo menos, al no saber quién lo dijo, por qué y dónde se lo dijo. Así le parezca extraño, tan profunda invocación al Supremo Creador correspondió a Klaus Frerking Adad, presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), quien, interpretando el sentir de su sector, inició y concluyó de esa manera un Foro que reunió a más de 500 dirigentes, productores y representantes de la sociedad civil.

Me refiero al Foro Agropecuario que bajo el lema “Decisiones que cosechan futuro”, fue organizado por la CAO el 25 de junio pasado con el respaldo de preclaras entidades relacionadas al sector, al cual fueron invitados cuatro candidatos a la Presidencia de la República -Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga Ramirez- quienes se esforzaron al máximo para responder sesudas preguntas y asumir compromisos ante la gran audiencia de forma presencial y virtual, concitando la máxima atención de la prensa nacional, en la perspectiva de las próximas Elecciones Generales del 17 de agosto. El cuarto candidato invitado, Andrónico Rodríguez Ledezma, pese a haber confirmado su participación, no asistió.

“¡Que Dios nos ayude!” sonó a un hálito de esperanza para que, en la búsqueda de soluciones a la crisis económica, energética y social, los nuevos gobernantes tomen conciencia de la gravedad de la situación, escuchen y consideren al sector agropecuario para tomar decisiones con valentía, siendo que “está en juego el futuro de un país que produce, que exporta, que trabaja, pero que está atrapado en un modelo que lo frena, que lo ahoga y lo empobrece”, dijo Frerking al abrir el foro, reclamando a nombre del sector agropecuario respuestas hacia la liberación de las exportaciones, sin trabas ideológicas; la defensa de la propiedad privada, sin cálculos políticos; el acceso irrestricto a la biotecnología para ser competitivos y, que el Estado pase a ser un aliado del agro en lugar de ser su peor amenaza.

Como era de esperar, tratándose de un evento político -con gente curtida en la política- casi todo lo dicho resultó alentador, dando la impresión de que los tres aspirantes al sillón presidencial eran peritos en todos los temas, ya que ninguno puso en duda el rol estratégico del sector agropecuario, no solo para salvar la crisis, sino, como un baluarte para el desarrollo.

Pese a ello, no haré foco en lo dicho por los candidatos, de eso se encargó ya la prensa, sino que destacaré la grandiosa exposición del Presidente de la CAO sobre la realidad del sector agropecuario nacional, su visión y posibilidades de crecimiento en beneficio de todos los bolivianos.

¿Sabía Ud. que el aporte del agro al Producto Interno Bruto del país es del 16% con los 6.000 millones de dólares que produce? ¿Que el 24% del total de empleos están en el agro, abarcando a 1,6 millones de personas? ¿Que un 24% de las ventas externas son agroexportaciones por 3.200 millones de dólares? ¿Que Santa Cruz, pese a utilizar menos del 50% de su potencial, según el Plan de Uso del Suelo (PLUS), es el primer productor de alimentos y que tiene 8,1 millones de hectáreas adicionales para uso agropecuario sostenible, respetando al bosque?

¿Sabía que la mala noticia, en cuanto a los rendimientos de la producción de maíz, arroz, trigo, tomate, papa y quinua, es que Bolivia está a la cola en la región? ¿Que en algodón es antepenúltima y que Paraguay nos ganó en producir soya? Esto, gracias a las malas políticas como la increíble negativa de la biotecnología, los “precios justos”, las prohibiciones y cupos de exportación, convirtiéndonos en importadores netos de maíz y arroz, cuando antes los exportábamos y, que en el autoabastecimiento de trigo vamos como el cangrejo?

En todo caso, por el lado de las noticias auspiciosas: ¿Sabía que sin dádivas estatales, pero con buenas políticas públicas, Santa Cruz podría consagrar la soberanía alimentaria del país hasta 2033, pasando de producir casi 14 millones, hoy, a más de 30 millones de toneladas de soya, maíz, sorgo, trigo, girasol, chía, arroz, sésamo, algodón y caña de azúcar, sin necesidad de aumentar el área de siembra, pero sí la productividad? ¿Que con semejante escala productiva las agroexportaciones podrían superar los 13.000 millones de dólares anuales, con lo que Bolivia dejaría su dependencia de los recursos extractivos no renovables?

Y que, así como Santa Cruz, los otros ocho Departamentos también tienen enormes opciones agroexportadoras dormidas, con lo cual el sector agropecuario y agroindustrial se convierten en la mejor, y casi la única posibilidad de respuesta a corto plazo, para resolver la falta de divisas, combustibles y la subida de precios, siendo la mejor opción estratégica para el futuro del país considerando el vasto efecto multiplicador socioeconómico que conlleva.

“Bolivia necesita menos discursos y más acciones, menos confrontación y más soluciones”, fue el remate del grandioso Foro. Ojalá se haya entendido así, porque, si no: ¡Que Dios nos ayude!

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¿Hambruna en Bolivia?

Tremendo revuelo causó en el país el titular de una noticia originada en un medio de prensa internacional, indicando que Bolivia estaba bajo vigilancia por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU) ante el riesgo de hambruna. Dado lo alarmante del anuncio, la nota corrió como un reguero de pólvora en los periódicos, televisión, radios y redes sociales, dando lugar a preocupaciones y críticas, así como a un rápido desmentido por parte del gobierno.

La nota en cuestión, originada en Roma, decía: “Bolivia y Colombia requieren seguimiento de la ONU por riesgo de hambruna, mientras que Haití se mantiene como «el punto más crítico» de América Latina”, basándose en un Informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), titulado “Puntos Críticos sobre el Hambre: Alertas Tempranas sobre la Inseguridad Alimentaria Aguda – Perspectivas de junio a octubre de 2025”, publicado el 16 de junio pasado.

Estrictamente hablando, fue una mala interpretación del Informe lo que ocasionó tan grande susto, provocando que la Coordinadora Residente de la ONU en Bolivia diera una urgente conferencia de prensa, el 17 de junio, acompañada de la Ministra de Relaciones Exteriores, el Ministro de Planificación del Desarrollo y el Ministro de Desarrollo Rural y Tierras, para declarar enfáticamente que Bolivia no está en riesgo de hambruna, mientras que el gobierno reafirmó el compromiso de seguir impulsando la producción agrícola para abastecer de alimentos a toda la población, especialmente a los sectores más vulnerables, y que seguirá trabajando con los organismos multilaterales por la soberanía alimentaria, el desarrollo rural integral y el bienestar de las familias bolivianas, lo que vino a poner paños fríos al tema.

Más allá de tan pertinente aclaración, dado que “hambruna” evoca la apocalíptica imagen de pueblos del África en inanición, desnutridos, famélicos, enfermos y al borde de la muerte por la falta alimento, cabe señalar que el Informe de la ONU sí advierte sobre un “deterioro progresivo de la inseguridad alimentaria aguda” en el país a corto plazo y dice por qué.

Pero, para entender de qué estamos hablando, hay que decir que un país tiene “seguridad alimentaria” cuando concurren dos factores: que haya alimentos en el mercado y que sean accesibles a la población, vale decir, que tengan un precio que se pueda pagar, porque podría ocurrir que haya alimentos tan caros, que no se los pueda adquirir para consumir.

Hay que aclarar también que, si bien un país puede tener seguridad alimentaria con alimentos de origen nacional o importados, lo ideal es llegar al autoabastecimiento para evitar la dependencia y la vulnerabilidad, y gozar de “soberanía alimentaria”, como pasa con la generalidad de los alimentos básicos que, gracias a Dios, se producen en el país. Finalmente, referir que, peor que la “inseguridad alimentaria”, es la “crisis alimentaria” que se da cuando la gente pasa días enteros sin comer por falta de dinero, acceso a los alimentos u otros recursos.

Dicho esto, ¿cuál la relevancia del Informe de la ONU para Bolivia? Sin duda, la identificación de los factores para un progresivo deterioro de la inseguridad alimentaria aguda.

Para fines de equilibrio, pedí a la Inteligencia Artificial hacer un resumen del Informe y esto fue lo que dijo:

“Bolivia aparece como uno de los países con probabilidad creciente de deterioro en su seguridad alimentaria aguda entre junio y octubre de 2025; la inflación económica sostenida está afectando el poder adquisitivo de la población, lo que dificulta el acceso a alimentos básicos; la escasez de reservas internacionales limita la capacidad del país para importar alimentos y combustibles, profundizando la crisis; las dificultades para acceder a insumos y combustibles han afectado la producción de alimentos, en particular el maíz, un cultivo clave en la dieta boliviana; 2,2 millones de bolivianos sufrían inseguridad alimentaria aguda (octubre de 2024) equivalente a un 19% de la población; Bolivia no está entre los países en riesgo técnico de hambruna como Sudán, Gaza, Sudán del Sur, Haití o Malí; si no se abordan las causas estructurales, la situación puede empeorar durante el segundo semestre de 2025, especialmente en zonas rurales; la combinación de factores económicos, climáticos y logísticos (p. ej. bloqueos) ha generado un efecto acumulativo que agrava la situación alimentaria”.

Para cambiar todo esto, el gobierno debería garantizar tres cosas -seguridad jurídica (cero avasallamientos y bloqueos), seguridad de mercados (libre exportación y represión del contrabando) y seguridad de buenas políticas (v. gr., uso de la biotecnología)- a fin de que el sector agropecuario invierta mucho más, genere muchísimos más empleos dignos e ingresos, y produzca tal cantidad de alimentos sosteniblemente, que Bolivia llegue a ser un gran país agroexportador, a partir de lo cual obtendría miles y miles de millones de dólares cada año.

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Comercio, diplomacia económica y desarrollo

La reciente trifulca arancelaria entre las dos primeras potencias económicas mundiales -los Estados Unidos de América y la República Popular China- no podía pasar desapercibida, definitivamente, no solo por su severo impacto sobre el comercio internacional, sino, por las lecciones aprendidas que deberían ser asimiladas en materia de comercio y diplomacia, más allá de la ideología, muy especialmente, si, tras las difíciles negociaciones entre estos países, diferenciados entre capitalismo y comunismo, pudieron llegar a un acuerdo para seguir comerciando entre sí. ¿Por qué y cómo lo hicieron? ¡Simple! Porque el comercio es vital para el desarrollo y en función de ello, operó la diplomacia económica.

En efecto, si hay un país que en verdad aplica lo que el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) permanente reclama para Bolivia -la necesidad de una diplomacia económica, esto es, el trabajo que los gobiernos desarrollan en su relacionamiento internacional para atraer inversiones, colocar capitales, abrir oportunidades de exportación e integrarse al mundo a fin de promover los intereses económicos del Estado- ese país es la República Popular China que en poco tiempo pasó de ser un país periférico a encumbrarse como la segunda potencia del orbe.

Y es que, nada puede beneficiar más a un país, que la diplomacia asociada al comercio, porque, como alguien dijo, la historia del comercio es la historia del progreso de la Humanidad, tan sencillo como eso, aunque muchos no lo entiendan.

Una muestra de ello es la creciente presencia económica y comercial de la China en casi todos los rincones del planeta, al extremo que más del 70% de los países del mundo tienen hoy como su principal socio comercial, nada más y nada menos que -más allá de la ideología- a la China comunista, esto, gracias al pragmatismo y lo hecho en materia diplomática y económica por el dragón asiático.

El año pasado, por ejemplo, el Presidente de China realizó un largo periplo por Sudamérica durante más de diez días, a fin de tomar contactos del más alto nivel con Presidentes y autoridades de diferentes países, sentando una presencia activa en foros multilaterales importantes como APEC y la Cumbre del G-20, además de su muy comentada visita al Brasil, portentoso socio comercial y estratégico como proveedor de alimentos, pero además, un creciente mercado destinatario para los productos chinos y una importante plaza para las inversiones de empresas de ese país, lo que con seguridad devengará los resultados previamente determinados.

Es que, habiendo dos tipos de diplomacia -la clásica, que tiene que ver con lo protocolar y la política para el relacionamiento formal de las naciones- y la diplomacia económica, que apunta a generar negocios, en el entendido que las inversiones y el comercio son vitales para el desarrollo, China combina ambas cosas con un predominio de lo segundo, capitalizando oportunidades de compra de materias primas, insumos y alimentos para su consumo, pero también, la venta de sus manufacturas con alto valor agregado, al mismo tiempo que abre mercados para sus empresas de servicios e inversionistas apuntando todo ello, desde la geopolítica y la geoeconomía, a una creciente presencia de la China en el mundo.

Con tanta actividad y el fino cálculo diplomático de ese país, en lo que hace a Sudamérica, p. ej., es de esperar una crecida del intercambio comercial, y la construcción del colosal puerto en Chancay, Perú, es la fehaciente muestra de su inteligente geoestrategia. Como la China sabe lo que hace y hacia dónde apunta, con seguridad que los acuerdos formalizados en la visita del Primer Mandatario chino se cumplirán, Dios quiera, entre ellos, la posibilidad de que Bolivia pueda ser parte de un nuevo corredor interoceánico entre el Pacífico y el Atlántico que resultaría de gran beneficio para el país y el comercio intercontinental América-Asia.

La visión futurista de un mundo más integrado, donde las complementaciones productivas, de inversión y comerciales apuntalen las potencialidades de desarrollo de los países motivó el ingreso de China al sistema multilateral de comercio, que se dio en el año 2001; a partir de hí, muchos países se beneficiaron con una mayor relación comercial, así como también por la posibilidad de una mejor complementación económica a través de la inversión y la tecnología, fruto de la suscripción de tratados comerciales bilaterales de última generación.

Que la diplomacia y el comercio apunten al objetivo del desarrollo es algo definitivamente deseable, mucho más si en ello participa activamente el sector privado, siendo que la sostenibilidad y la inclusión de las que tanto se habla, son dos aspiraciones que nadie en su sano juicio debería rechazar, a lo cual puede aportar el comercio como instrumento para el desarrollo, bajo la consigna del IBCE de que promover lo “económicamente viable, ambientalmente sostenible y socialmente responsable”, coincide con la aspiración del tan ansiado desarrollo humano a escala global.

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Proyecto Vía Verde: Exportar a Europa con sostenibilidad

¿Se ha puesto a pensar qué pasaría, si de un día para otro, Bolivia se inundara con millonadas de dólares? Lo más probable es que, al percibir el mercado una presencia sostenida de la divisa y las expectativas cambien apuntando a que la situación del país mejore, la gente optaría por vender sus dólares pensando que su precio bajará, porque la economía no es solo “numerología”, es “psicología”, también, y las expectativas juegan a favor o en contra dependiendo de la confianza (gobierno, políticas, economía, moneda).

Ahora bien… ¿De dónde pueden llegar los dólares a un país? Son pocas las fuentes de ingreso, a saber: Exportación de bienes y servicios; remesas de los trabajadores en el exterior; inversión extranjera directa y préstamos internacionales, siendo lo ideal que vengan por la exportación o vía capitales extranjeros que lleguen para activar un potencial dormido y, si bien las remesas son importantes, la contrapartida es la triste disgregación familiar por la emigración de los padres que no hallan empleo en su país.

¡Cómo me duele ver a Bolivia en la situación actual, cuando podía estar nadando en dólares! ¡Cómo duele que, con tantos recursos naturales y centenares de miles de unidades productivas sin trabajar a plenitud -principalmente micro, pequeñas y medianas empresas- perdamos tantas oportunidades de exportación, la verdadera solución a la carestía de dólares vivimos!

¿Sabía Ud. que, entre 2006 y 2011 el dólar en Bolivia bajó desde Bs8,08 hasta Bs6,96 -según exportábamos más y más- y lográbamos sucesivos superávits comerciales? La subida del dólar de hoy se da, porque cayó la exportación y trepó la importación y, así como ocurre con el tomate que sube de precio cuando la demanda supera a su oferta, igualito pasa con el dólar, tal cual. Bajo esa lógica, toda iniciativa para exportar más, de forma legal y con sostenibilidad, debería merecer el mayor respaldo no solo del gobierno, sino, de la sociedad toda.

Este es el caso del “Proyecto Vía Verde – Exportar con Sostenibilidad”, ideado para que 150 MiPymes bolivianas del sector agrícola, ganadero y forestal conquisten el mercado de la Unión Europea, para lo cual serán capacitadas este año en el marco de un inédito esfuerzo de cooperación del Programa AL-INVEST Verde, siendo los ejecutores el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), la Cámara de Comercio e Industria Boliviano Alemana (AHK Bolivia) y la Fundación para el Desarrollo Forestal (FUNDEFOREST). La idea es ayudarlas a que puedan exportar y traer dólares al país.

Para ello, el 3 de junio pasado fue lanzada la Plataforma digital del Proyecto Vía Verde, a fin de fortalecer las capacidades de las micro, pequeñas y medianas empresas agroforestales de Bolivia, apuntando al mega mercado de 27 países de la Unión Europea que cada año importa productos por más de 6 billones de dólares (6.000.000.000.000).

“Con esta Plataforma buscamos que más empresas bolivianas estén listas para enfrentar los nuevos desafíos del comercio exterior. Nuestro compromiso como IBCE es brindar herramientas concretas que contribuyan al crecimiento del país”, dijo Luis Ernesto Castedo, Presidente del IBCE, en Conferencia de Prensa, añadiendo que la Plataforma de Vía Verde ofrece a las MiPymes bolivianas acceso gratuito a diferentes servicios como capacitaciones, talleres, herramientas adaptadas al contexto productivo y citas de negocios con potenciales clientes europeos.

“El sector forestal tiene un gran potencial de crecimiento y con estas acciones buscamos acompañar su transición hacia una producción cada vez más responsable y competitiva”, señaló José Eduardo Paz, Presidente de FUNDEFOREST, en tanto que Alberto Dauber, Representante de AHK Bolivia, expresó: “Queremos que las MiPymes puedan sentarse a negociar, en especial con Europa. Nuestro rol será facilitar esos encuentros, generando oferta y demanda en condiciones de beneficio mutuo”. 

Ricardo Tarabillo, Miembro del Consorcio Ejecutor del Programa AL–INVEST Verde en Bolivia, destacó que “la Plataforma no solo es un canal de formación y asistencia técnica, sino, una puerta de entrada al mercado europeo, alineando la producción boliviana con los nuevos estándares ambientales y sociales exigidos en el comercio internacional”.

En un contexto económico nacional complejo, marcado por la incertidumbre, Vía Verde representa una firme apuesta por el desarrollo productivo y la internacionalización de las MiPymes bolivianas, con la esperanza puesta en un sector agroforestal competitivo, innovador y sostenible que aporte divisas al país y empleos e ingresos para los ciudadanos.

El acceso a la Plataforma Vía Verde es gratis, las empresas pueden ingresar a www.viaverde.org.bo, registrarse, hacer un autodiagnóstico y explorar las oportunidades que ofrece el Proyecto, con el único compromiso de trabajar para mejorar, innovar y crecer con la exportación. De otra parte, Ud. mismo puede registrarse para conocer las bondades que ofrece el mercado europeo en la perspectiva de futuros negocios.

Buscando la verdad
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“Decálogo de temas críticos para la economía boliviana”

Ahora que todo el mundo habla de los problemas que aquejan al país y sus posibles soluciones, se me ocurrió reflotar el documento “Decálogo de temas críticos para la economía boliviana”, que el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) lanzara en 2007 planteando acciones concretas al Gobierno para hacer del comercio exterior, un instrumento para el desarrollo. Transcurridos dieciocho años, veamos lo acontecido.

“Privilegiar una agenda productiva y por la competitividad”, fue la primera recomendación. No se dio. Mucho se habló de la Agenda del Bicentenario 2025 para abatir la pobreza extrema y disminuir la pobreza relativa, pero, agotado el superciclo de precios altos para las materias primas, en 2014, empezaron los problemas para Bolivia al no estar preparada para enfrentar un escenario externo adverso. No habiéndose avanzado drásticamente en la mejora de tales aspectos, el crecimiento económico se ha frenado.

“No sobreponer la política, sobre la economía”, fue la segunda exhortación, advirtiendo que la ideología afecta a la economía; pese a ello, para controlar la inflación se sacrificó al productor y la excesiva atención de la macroeconomía descuidó el “día a día” del empresario que demandaba: Seguridad jurídica para la inversión, eliminación de restricciones a la exportación, uso de la agrobiotecnología y seguridad de mercados.

“Combatir el contrabando y consolidar el mercado interno”, fue el tercer consejo, pero, pese a ello, este flagelo continuó operando mimetizado en la creciente informalidad, compitiendo deslealmente al productor y al comerciante formal, tal el caso de la ropa usada contrabandeada que, pese a estar prohibida de importarse y comercializarse, hasta hoy se expende libremente por todo el país, sin que las autoridades hagan algo.

“Procurar el libre acceso para las manufacturas a mercados externos”, fue la cuarta recomendación, pero pudo más la consigna que la razón. Bolivia rechazó un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EEUU y la Unión Europea, y a diferencia de otros países de la región, perdió la posibilidad de tener asegurados los dos mercados más importantes del planeta. La pérdida del ATPDEA en 2008 con EEUU tampoco fue compensada por Brasil, Venezuela y Argentina, sus retóricas promesas de compra resultaron “cantos de sirena”.

“Garantizar el mercado andino para las agroexportaciones”, fue el quinto pedido, por la estratégica importancia de dicha plaza para las oleaginosas, lácteos, carnes, entre otros productos, al ser Colombia el principal socio andino de Bolivia, pero también, Perú, frente a su apertura a dicho bloque por los TLC firmados con el país del Norte, gracias a la “metida de pata” de un nefasto activista boliviano “antiglobalización”.

“Tomar buenas decisiones en materia de integración”, fue la sexta exhortación, apuntando a una integración basada en intereses productivos, antes que en una afinidad ideológica. Pese a ello, Bolivia en franca oposición al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y los TLC propuestos por EEUU, apostó por la curiosa Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP) que resultaron un fiasco. Se advirtió, también, tener cuidado con insistir en ser Miembro Pleno al MERCOSUR, ante el calamitoso precedente de la zona de libre comercio ejecutada con ese bloque implicando cosechar 45.000 millones de dólares de déficit, pero, siguiendo el ejemplo de Venezuela, igual se avanzó con el capricho.

“No encandilarse con la renta del gas natural”, fue la séptima recomendación, pero el país cayó en el rentismo durante el auge mundial con récords de exportación que le generaron pingües ganancias, reducidas hoy a menos de un tercio por la caída de la producción y menores precios. Previendo tal escenario, se había recomendado apostar por las Exportaciones No Tradicionales y el turismo, pero, tampoco se dio.

“Inclusión social” si, pero también, “inclusión productiva”, fue el octavo consejo, vale decir, considerar diligentemente no solo a las Pymes, sino también a la gran y la mediana empresa dentro de las políticas públicas para generar más inversión, producción, exportación y empleos dignos, de calidad y sostenibles, como la forma ideal de “mejorar hacia arriba” a la sociedad, pero, persistió la discriminación.

“Trabajar en promoción externa”, fue la novena exhortación, desatendida, también, por lo que el país anda a ciegas y sin inteligencia comercial, producto de la errónea política de austeridad aplicada al servicio exterior en un país cuya diplomacia debería captar capitales y abrir mercados.

“Drástica mejora de la calidad de la gestión pública”, fue el décimo pedido, apuntando a contar con personal idóneo para garantizar la estabilidad económica, política y social, y lograr una mejora sustancial de la competitividad que lleve a un mayor crecimiento; huelga decir que, tampoco primó la “meritocracia” deseada.

De ahí que, gran parte de lo que sufrimos hoy, es el resultado de no haber atendido aquello…

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Inteligencia Artificial, ¿por qué sube el dólar en Bolivia?

Uno de los mayores fenómenos de los tiempos que nos ha tocado vivir tiene que ver con el vertiginoso avance de la Tecnología de la Información y Comunicación (TIC), que revolucionó al mundo, provocando profundos cambios disruptivos ante la posibilidad de utilizar información digital.

Si bien, de un tiempo a esta parte, el “poder” residía en quien “poseía” la escasa información disponible, hoy por hoy, el verdadero poder no radica ya en tener información, que sobreabunda, sino, en la capacidad de administrar su colosal presencia en el ciberespacio: el saber gestionar la información correcta es lo que marca la diferencia entre el éxito o el fracaso.

A lo ya señalado se suma ahora la Inteligencia Artificial (IA) que consiste en algoritmos matemáticos y modelos informáticos que procesan enormes cantidades de datos que ayudan a tomar decisiones acertadas, así como a sistematizar lo mejor del conocimiento para dar respuestas y soluciones en los campos más variados, poniendo en riesgo -dado su bajo costo- empleos tradicionales de abogados, financistas, administradores, diseñadores, traductores, analistas, médicos, programadores, educadores, entre otros.

Fue el científico informático estadounidense, John McCarthy, quien introdujo por primera vez tal concepto en 1956 y fue artífice en los ´60 del primer lenguaje de programación de Inteligencia Artificial, pero no fue sino hasta hace pocos años que la misma adquirió una relevancia tal, que su reputación oscila desde lo maravilloso y espectacular, hasta lo apocalíptico y alarmante, por las connotaciones que podría tener para la Humanidad en caso de burlar el control de sus creadores, esto es, que las máquinas puedan llegar a dominar al hombre.

Lo cierto es que, más allá del catastrofismo futuro, la IA está provocando una inusitada y frenética sucesión de inventos y mejoras, abarcando casi todos los campos con una tecnología tal que supera la limitada inteligencia humana a partir de las computadoras programadas para realizar en tiempo real y de forma casi instantánea, lo que a cientos o miles de los mejores cerebros les podría llevar resolver en horas, días y hasta años de arduo y continuo trabajo.

Algo bueno, con relación a la IA, es la posibilidad de interactuar con ella para obtener respuestas a consultas específicas a través de un "prompt", vale decir, un comando, pregunta, orden, instrucción o, simplemente, una solicitud direccionada a obtener una respuesta en diferentes áreas del conocimiento, algo que podría resultar de gran utilidad para ponerse de acuerdo, por ejemplo, sobre temas que se debaten apasionadamente entre lo técnico e ideológico, naturalmente, sin poder arribar a un consenso, en tal caso, la IA puede ayudar a zanjar las diferencias de opinión, dejando de lado toda subjetividad, siendo que quien está razonando es, una máquina. Vemos como un ejemplo práctico, algo que preocupa a los bolivianos: la subida del dólar.

Seguramente habrá oído y visto diferentes análisis, debates, diagnósticos y propuestas de solución a su escasez y alto precio, sin que se llegue a un acuerdo sobre qué hacer al respecto. Frente a ello, la IA podría pasar a ser una herramienta útil para realizar un examen imparcial del tema.

Si Ud. le pregunta a ChatGPT, por ejemplo, el porqué del incremento del precio del dólar en el país, su primera respuesta será que obedece a una combinación de factores económicos, fiscales y políticos. Si le pide que profundice su análisis, le dirá que la subida del dólar en Bolivia no es un fenómeno aislado, sino, el resultado de una mezcolanza de factores estructurales, como la crisis energética, la baja productividad, un tipo de cambio irreal, la alta inflación y la crisis política que vive el país y sentenciará que: “Sin reformas profundas, la presión sobre el dólar continuará y podría derivar en una devaluación oficial o una crisis cambiaria más severa”.

Finalmente, como la situación podría volverse crítica, de consultarle a la IA, qué deberían hacer los administradores del Estado para que haya dólares en cantidad y a bajo precio, le dirá esto: “El gobierno necesita actuar rápido pero con visión de largo plazo. Medidas como restringir el mercado informal o controlar precios pueden aliviar tensiones brevemente, pero, sin resultados estructurales, el problema se agudiza. Lo esencial es recuperar la generación de dólares y reconstruir la confianza en la economía nacional”. Si le consulta: ¿cómo lograr eso? Responderá: “Aumentando y diversificando la exportación; atrayendo Inversión Extranjera Directa; reactivando el turismo internacional; incentivando el uso del sistema financiero formal; estabilizando la política fiscal y monetaria; negociando financiamiento externo, y, con transparencia y diálogo nacional”.

No lo dicen los gremios, los empresarios o los analistas, sino, la Inteligencia Artificial que supera a la inteligencia natural que ¡cuántas veces induce a hacer exactamente lo contrario de tales recomendaciones, haciendo que el dólar suba y escasee tanto!

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