Blog de Hernan Maldonado

Evo Morales: “Vamos a ganar. ¡Sépanlo!”

“Vamos a ganar. ¡Sépanlo!”, aseguró Evo Morales al diario El País, de España, horas antes, del referendo al que acudieron el domingo millones de bolivianos para determinar si aceptan o no su tercera reelección en el aún lejano 2019.

Los resultados de la consulta probablemente no sean definitivos hasta dentro de una semana. Sin embargo los sondeos de opinión a boca de urna, que generalmente tienen enorme aceptación, dan la victoria al rechazo de la aspiración presidencial por un margen de 2 y 4 puntos porcentuales.

Esto ha llevado al vicepresidente Alvaro García Linera a anunciar que se está ante un “empate técnico”, echando un balde de agua fría a las celebraciones. Y es que el NO triunfó en 9 de las 10 capitales o ciudades más importantes del país.

Los medios oficialistas sostienen que será el voto de los bolivianos en el exterior el que decidirá el resultado final. La oposición, difícilmente aceptará este cuento porque, por experiencias anteriores, piensa que está en marcha una colosal burla a la voluntad popular.

Solo El Alto, la ciudad aledaña a La Paz, votó favorablemente para que Morales pueda postularse a un nuevo periodo en los comicios del 2019. La urbe, la segunda ciudad más poblada del país, es mayoritariamente de origen aymara y es baluarte del oficialismo.

El triunfo de Morales allí es incomprensible a solo cuatro días del incendio de la alcaldía de esa ciudad, en manos de la oposición, por vándalos oficialistas. Murieron 6 y hubo 18 heridos. El móvil, aparentemente, fue quemar los archivos donde reposan documentos de corrupción del ex alcalde evista, Edgar Patana.

En las declaraciones a El País, Morales sostiene que busca prorrogarse en el poder hasta el 2025 porque es “el único que puede impedir la vuelta del neoliberalismo”, pero para el hombre de pie (el 75% de los 6.5 millones de votantes viven en las ciudades), lo que quiere el caudillo y sus allegados es perpetuarse para evitar investigaciones de millonarios casos de corrupción.

El último escándalo tocó al mismo Morales al descubrirse que cuando él tenía 46 años procreó con una joven de 19 un hijo (aparentemente fallecido). Gabriela Zapata, hoy a sus 29 años, sin ser profesional, es gerente comercial de la empresa china CAMC adjudicataria de contratos con el Estado boliviano por 560 millones de dólares.

El periodista Carlos Valverde develó lo que obviamente parece ser un auténtico tráfico de influencias que niega Morales al sostener que rompió con su amante el 2007 y que hasta le colgaba el teléfono la vez que lo llamaba. Sin embargo, los periodistas exhibieron una foto de los carnavales del 2015 en la que aparece abrazado a Gabriela.

Lo cierto es que no aparece muy claro, cómo una joven sin oficio ni beneficio ocupa tal alto cargo, mostrando una riqueza fuera de la común, al extremo de haber tomado en anticrético una mansión de un ex ministro por 100.000 dólares, algo prohibitivo aun para personas adineradas en Bolivia.

El Tribunal Electoral, que está manipulado por el oficialismo, pueda que le haga ganar a Morales el referendo pero el ciudadano común, el hombre está derrotado material y moralmente. Lo peor es que sus “éxitos económicos”, producto de los altos precios de las materias primas en una década, van a ponerse a prueba ahora que caen las exportaciones y ya no hay Hugo Chávez, el financista adicional, del “proceso de cambio”.

La prensa, que ha descubierto también que García Linera usurpaba título de “licenciado” sin ser nada, seguirá insistiendo en llevar a la justicia a los grandes culpables del régimen que esfumaron millones de dólares del Fondo Indígena. “Vamos a ganar. ¡Sépanlo!”, dijo Morales, pero quizás más temprano que tarde descubrirá que perdió y de muy mala manera. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

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La gran derrota de Evo Morales

Los bolivianos acudirán a las urnas el 21 de febrero para determinar si apoyan o rechazan el intento gubernamental de propiciar una tercera reelección presidencial en el aún lejano año de 2019, pero cualquiera que sea el resultado de esta consulta, hay un gran derrotado: Evo Morales.

En los 10 años de uso y usufructo del poder, el caudillo jamás se había  expuesto al escarnio público. Los grandes ladrones y corruptos de su gobierno siempre eran otros, empezando por el que fue su brazo derecho, el ex presidente del Senado, Santos Ramírez.

En 1887, en Inglaterra, Lord Acton acuñó la frase: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, algo que inevitablemente ocurre en las dictaduras de derecha o izquierda, sin que funcionen los contrapesos que recomendaba el Barón de Montesquieú.

Cuando Morales accedió al poder como prototipo del “hombre nuevo” retrotrajo la ancestral trilogía de los incaicos del “ama sua, ama llulla, ama khella” (No seas ladrón, mentiroso ni flojo). La divisa se quedó en enunciado y los nuevos gobernantes resultaron ser tan pillos, mentirosos y flojos, como muchos de sus antecesores.

Ramírez, que era presidente de la estatal petrolera YPFB, fue encarcelado tras probarse su culpabilidad en el asesinato del empresario Jorge O’Connor, quien poco antes fue despojado de $450.000 que iba a entregar a Ramírez como coima de un contrato con una empresa norteamericana adjudicataria de la construcción de una planta separadora de líquidos.

Siguieron otros casos de altos jefes de la policía involucrados en tráfico de cocaína. El más emblemático, el del general René Sanabria, ex jefe de inteligencia y zar de la lucha contra las drogas, actualmente encarcelado por 14 años en Estados Unidos. La DEA lo atrapó en Panamá.

Más recientemente, el régimen de Morales se vio sacudido al revelarse una gigantesca malversación de cerca de $600 millones del Fondo Indígena. Han sido detenidos una veintena de pequeños “hombres nuevos”, pero es sospechoso que a la gran ex ministra Nemesia Achacollo, la principal responsable de esos fondos, no se la toque ni con el pétalo de una rosa.

Ahora, como en ningún otro caso, surge un escándalo que toca íntimamente a Morales. El periodista Carlos Valverde exhibió la partida de nacimiento de un menor cuya madre es la supuesta abogada (ella afirma que solo es egresada de Derecho) Gabriela Zapata y el padre Evo Morales.

El caudillo admitió que Zapata fue su pareja (cuando ella tenía 19 años y el estaba en sus 46), pero que habían terminado su relación el 2007. Los periodistas le refrescaron la memoria mostrándole una foto en la que aparece con Gabriela en los Carnavales de Oruro de 2015.

Morales, que buscó desprestigiar a Valverde por valerse de un niño (que, además dijo, murió a los pocos días de nacido) admitió lo de la foto, pero dijo que apenas recordaba quien era ella y que se sacó la foto porque pensaba que “era una cara conocida”.

Pero el problema no está en el niño y si está vivo o no (no muestran partida de defunción), ni en la supuesta violación de la vida privada del caudillo y de su ex pareja, sino en que Gabriela, a sus juveniles 28 años, es gerente comercal, representante de una empresa china con negocios con el Estado boliviano por valor de $560 millones.

Ella misma, que no oculta su solvencia económica paseándose en carros de lujo y viviendo en una mansión tomada en anticrético en $100.000, se siente ultrajada en su honor y contrató un pequeño ejército de abogados para enjuiciar al periodista.

Bolivia no sale de su estupor al trascender detalles del escándalo. Morales ha ordenado al contralor y la Asamblea Legislativa que investiguen si hubo tráfico de influencias. Como ambos son parte del Ejecutivo, obvio que se “autoinvestigará”.

Los viejos juristas, ante la falta de evidencias concretas de la comisión de un delito, suelen acudir a lo que se llaman “pruebas circunstanciales” y este es un caso supremamente apropiado para llenar la gran definición de delito de Edmund Mezger: “Una acción típicamente antijurídica y culpable”.

O en palabras sencillas, el hombre de la calle suele decir que es obvio que la tos y la riqueza no se pueden ocultar.  El domingo Bolivia votará con confianza. Pase lo que pase, Evo Morales es el gran perdedor.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.   

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Venezuela: Un caldero en ebullición

Estos días Venezuela se parece a un caldero en ebullición y el gobierno, en lugar de apagar la candela, lo que hace es meter más leña, descuidando levantar la tapa antes que el agua hirviente se desborde y queme a moros y cristianos.

En las largas colas que miles de venezolanos hacen desde el amanecer en todos los rincones del país en busca de alimentos, medicinas, repuestos, el grito es unánime: ¡Maduro, renuncia YA! Pero el presidente se hace el sordo y cree tener todo bajo su control.

La semana pasada se cumplieron 24 años de la asonada encabezada por Hugo Chávez. Cuando el caudillo vivía las celebraciones era tumultuosas. Esta vez la concentración fue raquítica. Miles de empleados públicos prefirieron irse a sus casas después de firmar su asistencia.

Maduro y su lugarteniente, el defenestrado ex presidente de la Asamblea Nacional (AN), Diosdado Cabello, pronunciaron discursos incendiarios y hasta ridículos. Ambos llamaron al pueblo a las calles, a rebelarse contra la Asamblea Nacional, ahora en manos de la oposición desde hace un mes en proporción 112-55 diputados.

“Hago un llamado a la rebelión, con el pueblo en la calle”, vociferó Cabello. Si ese llamado partiera, con muchísima razón, de las filas opositoras, toda la dirigencia estaría encarcelada. Ese el tamaño del despropósito de los actuales gobernantes.

Por el momento la “rebelión” la encabeza Maduro al prohibir a sus ministros a comparecer a la AN para rendir informes, violando flagrantemente la Constitución. El vicepresidente Aristóbulo Isturiz cree que no deben ventilarse ciertos asuntos de Estado públicamente.

En realidad, lo que no quiere el régimen es rendir cuentas de miles de millones de dólares dilapidados en los últimos 17 años de gobierno chavista y que, según el ex ministro Jorge Giordani (Por años ministro de confianza de Chavez), alcanza a la fabulosa suma de 300.000 millones de dólares.

Gran parte de ese dinero fue descubierto por autoridades bancarias de España, Andorra, Suiza y Estados Unidos. Cuál será la magnitud que se supo que China ha congelado depósitos de jerarcas chavistas como garantía de que cobrará $45.000 millones de préstamos.

Hace años, Chávez ordenó repatriar toneladas de oro en barras depositados en bancos londinenses, con el argumento de que no debían servir para enriquecer a extranjeros. Ese oro fue depositado en el Banco Central y nadie quiere dar cuenta de si todavía existe. Hace ocho días surgió un informe de la agencia Reuters en el sentido de que el régimen negocia parte de ese oro con el Deutsche Bank alemán.

El régimen está desesperado de dinero porque debe importar urgentemente alimentos y medicinas. Las actuales existencias podrían desaparecer en un mes. Los puertos, donde en años pasados llegaban mercaderías en decenas de barcos, están vacios, una señal inequívoca de que el hambre llegará a extremos jamás vistos en Venezuela.

El liderazgo opositor baraja la forma de acabar con el gobierno de Maduro por vías constitucionales, pero hay indicios de que el oficialismo (que podría aligerar una transición pacífica y electoral con la renuncia de Maduro) preferirá hundirse con el barco aferrado a sus miedos. Muchos son los cargos que tendrían que afrontar sus jerarcas, y hasta en tribunales internacionales.

Las cartas, pues, están echadas. El juego no está para terminar empatado. La presión de la calle es inmensa para gobierno y oposición. Difícil predecir lo que sucederá, pero sea lo que sea, ocurrirá más temprano que tarde. Lo vamos a ver.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

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¿Llega el populismo a Estados Unidos?

Si las elecciones presidenciales de Estados Unidos se realizaran en este primer trimestre, el Partido Republicano probablemente escogería su candidato entre Ted Cruz y Donald Trump y los demócratas entre Hillary Clinton y Bernie Sanders. Eso dicen los actuales sondeos de opinión.

Del cuarteto, por ahora parece que el que mayores posibilidades tiene de reemplazar eventualmente al presidente Barack Obama es Trump, el magnate inmobiliario, que rompe todos los esquemas tradicionales de la política estadounidense ofreciendo el oro y el moro con admirable desenfado. Se burla de los rivales, arremete contra los periodistas y por momento se muestra como un matón.

Cuando presentó su precandidatura solo algunos entusiastas le pronosticaban futuro en la política. No era el primer magnate estadounidense dispuesto a derrochar sus millones en una candidatura destinada a fracasar. ¿Cuál la razón de su éxito?

“Trump es un híbrido ideológico”, apunta el diario El País de España. Y es probable que lo sea, porque de pronto despotrica contra la inmigración ilegal y se opone a que Estados Unidos reciba a inmigrantes musulmanes, con el mismo ímpetu que aboga por las banderas liberales de mayores impuestos a los ricos o propugna la sanidad gratuita para personas de más de 65 años.

Quizás su éxito está en que dice cosas que la gente piensa pero no las dice. Aunque es de los raros republicanos que aprueba el establecimiento de relaciones con #Cuba, es de los que cree como muchos estadounidenses que debe cerrarse la puerta a la inmigración cubana, la única del mundo llena de privilegios.

Con solo llegar a suelo estadounidense los cubanos obtienen asilo, aun sin ser perseguidos políticos, y al año y un día obtienen la residencia. Mientras tanto tienen trato privilegiado y hasta se sirven de cupones para adquirir alimentos. Ningún otro inmigrante goza de estos beneficios.

El estadounidense de a pie, también aplaude la intención de Trump de poner nuevamente a Estados Unidos como la gran potencia que siempre ha sido y que durante el gobierno de Obama se ha visto menoscabada, no solo con desplantes de mandamases de Corea del Norte, Irán o Rusia, sino hasta con bravucones como Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Evo Morales, tozudos enemigos del “imperialismo”.

Trump cada día aumenta su popularidad y no parece temerle a nadie ni a nada. Hasta ha roto con FOX, la cadena televisora identificada con el republicanismo, simplemente porque no le gustó que su moderadora Megyn Kelly le hiciera “preguntas sesgadas”.

En el más reciente debate entre los precandidatos republicanos, Trump no asistió porque exigía que Kelly no estuviera en el panel. Prefirió montar su propio show recaudando 5 millones de dólares donados a los veteranos de guerra, sus mimados.

Trump hace muchas promesas, pero da pocas señales de los mecanismos de qué dispondría para concretarlas. Parece que a buena parte del electorado tampoco le importa mucho obnubilado como está por su avasallante personalidad que a veces nos recuerda a los aventureros populistas del tercer mundo.

Pero él está tan convencido de que su nave electoral va viento en popa, que acaba de declarar que la gente votaría por él, incluso si se parara en la Quinta Avenida de Nueva York y disparara una ametralladora. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la ANF de Bolivia.

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Armando Loaiza, “un hombre de bien”

En la vieja casona de la calle Bueno 118, a unos pasos de la esquina de la Av. Camacho, la muchachada cultivaba el fútbol en el amplio patio empedrado. En los equipos que formábamos contribuían con su entusiasmo los hermanos Armando, Guido y Rolando Loaiza.

La vida nos dispersó por caminos distintos, pero la amistad nunca murió en los últimos 60 años. La última vez que vi a Armando fue el 2015 a la salida de la Iglesia de San Miguel, en Calacoto. Fue un encuentro fugaz antes de que se embarcara en el auto de algún amigo suyo que lo esperaba.

Poco antes, el ex canciller de Bolivia, al que el ex presidente Eduardo Rodríguez Veltzé, calificó como “un hombre de bien”, se encontró en un autobús público con mi hermana Luz Arminda. “Me sorprendió verlo allí, como un pasajero más, siendo así que fue canciller. Pero más me sorprendió porque me reconoció y me preguntó por todos ustedes”, me dijo.

Cuando la selección boliviana llegó en 1994 a jugar en Miami, me acerqué al hotel para saludar a Guido, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol. El conserje me dijo que no me atendería porque estaba almorzando con la delegación. Le pedí que le dijera mi nombre y que solo quería saludarlo.

Guido dejó su almuerzo y conversamos un buen rato recordando tiempos de la niñez. También me preguntó por mis hermanos y se interesó en saber que hacía cada uno. Yo ya sabía que él y Rolando eran ingenieros y que Armando era abogado especializado en Derecho Internacional, diplomático y alto miembro de la cancillería boliviana.

A Rolando nunca más lo vi desde aquellos últimos años de la década del 50. Sin embargo hará un par de años me ubicó en tweetter e intercambiamos algunas frases. A la hermanita menor casi una bebé, le conocíamos cariñosamente por Monina. Esta semana vi a los 3 sobrevivientes juntos en el sepelio de Armando.

Me dolió su muerte porque quizás yo fui el culpable de que tuviera el labio superior un poco afectado. En uno de esos encuentros caseros yo traté de despejar una pelota de taquito, sin saber que a mis espaldas se agachaba Armando para una eventual palomita.

Le partí el labio y creo que hasta necesitó alguna sutura. Armando, tendría unos 9 años, ni se quejó. Se portó como un hombrecito, mientras yo temía infundadamente que su padre, el general Armando Loaiza, dueño de casa, iría a descargar su furia contra mi. No pasó nada.

Al domingo siguiente, como era habitual, encabecé la romería de la chiquillada al Estadio La Paz (se llamaba así) para que entráramos gratis a la Tribuna Infantil, esa hermosa idea que fue liquidada cuando el fútbol se comercializó. Guido y Armando siempre fueron devotos bolivaristas. Rolando stronguista ¿Seguirá siéndolo?

Armando, como profesional, ahora todos lo reconocen, fue un honesto servidor de la patria. Los intereses de Bolivia siempre estuvieron por encima de cualquier interés político o partidario. Por eso es que sirvió a distintos gobiernos y siempre lo hizo bien. Descansa en paz, amigo. ¡Que Dios te haga ver la luz de su rostro!

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

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Venezuela: Las verdades amargas

El 15 de enero de 2016 Venezuela escuchó las verdades amargas que el oficialismo le ha ocultado a sus habitantes desde hace 17 años, cuando el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Henry Ramos Allup, aprovechó que el régimen le autorizó hablar en cadena nacional, para que expusiera “la situación aterradora” del otrora rico país petrolero.

En poco menos de 30 minutos, Ramos Allup, con la habilidad de un astuto cirujano de la palabra, diseccionó la “cuenta” del presidente Nicolás Maduro, que por ley está obligado a presentar de su gestión anual y que le demandó una cháchara de 3 inacabables horas y en la que, en concreto, solo presentó a la AN un plan para reactivar la economía venezolana.

Y es que Maduro en gran parte de su perorata no solo rindió cuentas de su gestión del 2015, sino de los 17 años del gobierno chavista, en los que el Estado evaporó la fantástica suma de “un billón y 500.000 millones de dólares de la renta petrolera, sin contar con los ingresos internos”, según Ramos Allup.

La cita de tan extraordinaria cifra fue recibida con estupor por los 30 millones de venezolanos que no se explican ¿dónde fueron a parar esos ingresos? ¿quiénes los malbarataron? ¿cuáles son las obras que se hicieron? ¿por qué ahora tienen que madrugar para hacer inmensas colas en busca de alimentos y medicinas?

Ramos Allup puso “un solo ejemplo” de cómo se despilfarró y se despilfarra esa catarata de dólares, tras las nacionalizaciones y expropiaciones ordenadas por el difunto Hugo Chávez. Puntualizó que en Guayana, otrora emporio de la industria siderúrgica venezolana, ya no se producen las cabillas que antes se las exportaba y que producir “una tonelada de alúmina cuesta 2.000 dólares cuando en el mercado internacional cuesta $200”.

Y el ejemplo es válido. Lo ocurrido en Guayana pasó también en la industria petrolera, sostén de la economía del país, donde de 42.000 empleados, el chavismo triplicó la nómina en busca de votos cautivos. En la administración pública hay por lo menos un millón de supernumerarios. Por las grandes industrias, dijo Ramos Allup, “pasó Terminator” (el personaje de una película que arrasa con todo).

Maduro al terminar su mensaje gritó: ¡Patria, socialismo o muerte! ¡Chávez vive” y sus fanáticos de la minoría parlamentaria aplaudieron a rabiar. Cuando terminó de hablar Ramos Allup un silencio conmovedor, casi de pena mezclada con una bronca sostenida recorrió la espina dorsal del país. Era incomprensible como el “socialismo del Siglo XXI” destruyó la otrora próspera Venezuela.

Pero a los que pudieran estar tentados por malos pensamientos, Ramos Allup les dijo: “no hay golpes militares buenos ni malos, todos son malos”. Y en lo más relevante de su discurso, Ramos Allup, dirigiéndose al chavista ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, le dijo: “los militares, si quieren hacer política, que cuelguen el uniforme”, porque “un civil no puede deliberar con un hombre armado”. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la ANF de Bolivia.

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El gran farsante al desnudo

Aquél 2 de abril del 2000, la joven Amira Muci se paró en la rueda de prensa que iba a ofrecer el comandante Hugo Chávez Frías en la ciudad de Maracay, y en nombre de sus 20 colegas periodistas, con un gran aplomo, le dijo:

"En vista de su reiterada actitud de irrespetarnos al considerar que nuestras preguntas son irrelevantes, que nuestras preguntas son nimiedades, nosotros, como profesionales de la comunicación, serios, conscientes del deber que tenemos que cumplir, que no es otro que informar la verdad, hemos decidido no plantearle ninguna pregunta en la tarde de hoy".

Chávez que recién empezaba a gobernar y ya ofrecía “plomo verbal” a sus opositores, pasó del color rojo al amarillo pálido y se marchó. Aparentemente ahí tomó su decisión de tener su prensa propia y aplastar a la prensa libre de #Venezuela. Con el empeño de un orfebre compró televisoras, radioemisoras, diarios, revistas para atiborrar al país con su inagotable verborrea para sus proclamas socialistas.

Todo lo demás es historia conocida. Sus propagandistas lo pusieron al lado (y muchas veces por encima) del gran Libertador Simón Bolívar. Le cambió el nombre al país, aumentó en una estrella la bandera, enderezó el cuello del caballo en el escudo nacional (según deseo de su hija menor), hizo que el himno nacional se cantara en todas sus estrofas. Y no le bastó.

Ebrio del poder y aclamado por los pobres, convertidos por él en medigos dependientes de los jugosos presupuestos nacionales (el precio del petróleo pasó de $12 a $143 en menos de 10 años), ordenó la exhumación del cadáver de Bolívar y nombró una comisión ministerial para que probara que el Libertador no murió de tuberculosis, sino asesinado por la oligarquía colombiana y el “imperialismo”...

Algunos creen que la grosera manipulación de los restos del Padre de la Patria tuvo que ver con alguna santería. A los efectos prácticos, lo que resultó fue un nuevo retrato del rostro de Bolívar hecho en una computadora por “expertos” que, casualmente, tiene muchos rasgos afines a Chávez.

Ahora que la Asamblea Nacional, por decisión mayoritaria del pueblo venezolano, está en manos de la oposición, su flamante presidente Henry Ramos Allup ordenó sacar de la sede parlamentaria todo lo que tenga que ver con Chávez y que se reponga el retrato original de Bolívar, el mismo que el propio héroe aprobó cuando le fue pintado en Lima, en 1826 por José Gil de Castro.

Esto ha bastado para que el chavismo eche el grito al cielo arguyendo que la oposición ha ultrajado la memoria de su “héroe” y del Libertador. El vicepresidente Aristóbulo Isturiz ha ordenado que se coloquen retratos de Chávez en todas las plazas y calles del país, donde las multitudes están más preocupadas que nunca en conseguir alimentos y medicinas, “gracias” a Chávez, destructor del aparato productivo del país con su socialismo del SXXI.

El “mito del comandante supremo”, “líder galáctico”, está empezando a desmontarse y a ello están contribuyendo periodistas que, como Thays Peñalver, publican libros, basados en testimonios del propio Chávez y de quienes actuaron con él y que lo muestran como un incapaz, montonero, indisciplinado, sin ningún mando de tropas y que sus mayores éxitos como uniformado los adquirió como animador de fiestas castrenses.

Realmente éste dicharachero audaz ¿honró el uniforme militar?, como asegura el actual ministro de Defensa, Gral. Vladimir Padrino López. Tengo mis dudas. ¡Ah! Lo que Peñalver revela sin tapujos es que fue un producto de Fidel Castro y su G2. Lo que el barbudo no pudo con las armas, lo logró con los votos, pero el resultado en la atribulada Venezuela es el mismo que en Cuba: desastre político, económico y social.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

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Bolivia: Dudosa reforma constitucional

En Bolivia “no va a pasar lo que ha ocurrido en Argentina y Venezuela”, afirmó Evo Morales ante sus huestes cocaleras, que quieren que su caudillo se eternice en la presidencia. Morales podría estar contando los pollitos antes de nacer.

Mauricio Macri desalojó de la Casa Rosada a Cristina Kirchner, mientras en Venezuela la oposición por primera vez en 17 años ganó abrumadoramente las elecciones para renovar el parlamento unicameral: 112 contra 55 oficialistas.

Ambos resultados fueron inesperados para Morales quien no ocultó su profunda preocupación. Sobre todo le duele el revés en Venezuela porque podría empezar a hacer aguas el gobierno “en las sombras” que maneja los hilos de la política boliviana con el concurso del G2 cubano.

En Cochabamba, donde los asesores venezolanos del gobierno sentaron sus reales, han empezado a empacar. En la plaza principal (reconstruyéndose), han desaparecido las hordas de agitadores chavistas. Sobre la acera oeste apenas se ve a uno de ellos vendiendo las bondades de la “revolución bolivariana”.

El éxodo parece importante, porque cerró sus puertas hasta un restaurante que en los años recientes se dedicaba a la venta de las populares arepas de harina de maíz.

“Maduro y yo no hemos quedado solos”, se lamentó Morales, olvidando que le quedan aún los hermanos Castro, aunque estos ya están entendiéndose con el “odiado” imperio. Por si fuera poco, Morales dijo que Rafael Correa decidió no reelegirse por “motivos de salud”, para ser desmentido en pocas horas desde Quito. Correa le aclaró que prefiere dar paso a nuevos líderes.

Morales se quedó calladito, porque él busca su tercera reelección y convocó a un referendo para el 21 de febrero para modificar la Constitución. El caudillo recorre impertérrito el país promoviendo el SI, violando las leyes que le impiden promoverse aprovechando recursos públicos. “Aunque el Tribunal Electoral me sancione, yo sigo”, dice justamente quien debería ser ejemplo de acatamiento a la ley.

Lo ocurrido en Argentina y Venezuela ha puesto a temblar al régimen. Evo cree que el campesinado (él asegura que es un presidente indígena, aunque no habla ninguno de los idiomas nativos) le dará la victoria. Sin embargo la prensa sostiene que el 70 por ciento del electorado está en las ciudades y solo un 30 por ciento en el campo.

La semana pasada, en un arranque raro de sinceridad, dijo que “aunque gané el NO, nosotros ya hemos hecho Historia”, pero al día siguiente subrayó que su meta es que gane el SI con el 70 por ciento.

Por razones familiares me movilicé mucho en mi reciente viaje a Bolivia y por todas partes oí que la gente votará por el NO. En un carrito por puesto en Cochabamba, el chofer escuchaba a todo volumen despotricar a Morales contra el presentador de CNN, Fernando del Rincón, por alguna mala interpretación. Uno de los pasajeros gritó: ¡Oiga, maestro. Apague esa m…! Nadie protestó. Así están las cosas. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

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Bolivia: El despotismo busca borrar huellas

Evo Morales se ufanó el sábado ante sus huestes cocaleras del Chapare de haber borrado del mapa boliviano a los partidos políticos de diversa ideología. ¡Han desaparecido el MNR, ADN, UCS, NFR, MIR! Hay “cero partidos neoliberales”, dijo eufórico el caudillo.

Lo que no dijo es que a los principales dirigentes de esos partidos los mantiene en el exilio, presos o perseguidos, mientras busca afanosamente que el pueblo boliviano le autorice, en un referendo a celebrarse en febrero, a modificar la Constitución y optar por un nuevo periodo.

Si no ha pasado ni un año desde las recientes elecciones y faltan más de 4 para las del 2019, ¿por qué el apuro del régimen por buscar la tercera reelección de Morales?

La explicación es que Morales ha durado en el cargo mientras Bolivia recibió como nunca millones de dólares por la venta de materias primas, cuyos precios se elevaron hasta las nubes por las compras de China e India, principalmente, y del gas exportado a Brasil y Argentina.

La época de la bonanza está acabándose y ya la mina de Huanuni piensa despedir a miles de trabajadores porque la libra fina de estaño, por ejemplo, se cotiza a $7, mientras los costos de producción son de $8. El régimen está, pues, curándose en salud.

Pero lo más importante para los déspotas que hoy gobiernan Bolivia es asegurarse la continuidad en el gobierno para que no prosperen investigaciones de una corrupción brutal, como la del Fondo Indígena, donde sus allegados se apropiaron de $650 millones. Hasta ahora solo ratoncitos han caído presos, pero las ratas principales andan impunes.

Pero no es solo eso, sino que temen ser enjuiciados por atroces crímenes cometidos por sus huestes, pero orquestados por el G2 cubano y la embajada venezolana en La Paz, como el vil asesinato  del mercenario boliviano-croata Eduardo Rozsa Flores y sus acompañantes el 2009 en el Hotel Las Américas de Santa Cruz.

El colega Carlos Valverde Bravo, con la sutileza de un orfebre, en su libro “Maten a Rozsa”, demuestra fotocopias de los pasajes pagados por la embajada venezolana para el traslado dentro del país del “héroe de los Balcanes”. Nunca Rozsa supo de las intenciones del G2 y el chavismo para utilizarlo, ni cómo sirvió de tonto útil para algunos extremistas cruceños.

Lo cierto es que llegado el momento, Rozsa y sus acompañantes fueron acribillados en la madrugada del 16 de abril del 2009. Estaban en calzoncillos. Muy difícil que terroristas atacaran a los policías desde sus camas de un hotel. Los circuitos cerrados de TV fueron desconectados por los asaltantes.

Si sobrevivía Rozsa se hubiera sabido quién lo contrató desde hace dos años, por lo menos, para una supuesta “defensa de Santa Cruz”. Cuando aún no se habían enfriado los cadáveres, desde Venezuela Morales anunció el “éxito” de la operación que evitó su “magnicidio”.

Un atentado dinamitero a la casa del cardenal Julio Terrazas (recientemente fallecido), fue la excusa para matar al grupo, pero lo más importante, Cuba y Venezuela desbarataron cualquier resistencia de Santa Cruz, la rica región oriental, al gobierno de Evo, aliado de los Castro y Hugo Chávez.

Decenas de dirigentes políticos, empresariales, cívicos fueron aprendidos, perseguidos o exiliados. Lo que empezó con la masacre de El Porvenir, en Pando, se extendió a Beni, Santa Cruz, Tarija, Cochabamba y Chuquisaca. Allí acabó la resistencia de la “media luna” y el despotismo empezó a marchar a paso de ganso.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

 

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Venezuela cerca de horas decisivas

Las horas avanzan raudamente para el tambaleante régimen venezolano y para la oposición. Cada vez está más cerca el 5 de enero. Los opositores están aún ebrios por su apabullante triunfo del 6 de diciembre cuando por una diferencia de más de 2 millones de votos se apoderaron de la mayoría calificada de la Asamblea Nacional (AN). El chavismo gobernante no admite su derrota. Hasta ahora parece inevitable el choque. Solo una decidida acción internacional podría evitarlo.

Organismos como la OEA, ONU, Mercosur, Unasur, Celac, etc. deberían desde ahora advertir severamente al régimen de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello de las consecuencias que enfrentarían si rompen el hilo constitucional, porque están decididos a que no se instale la nueva AN.

Maduro y Cabello maquinan cómo burlar la voluntad popular expresada en las urnas y que representa un retundo revés al chavismo gobernante, el primero de esa magnitud en 16 años de uso y abuso del poder público, cuyas consecuencias catastróficas sufre actualmente el pueblo venezolano con una  escasez brutal de alimentos, medicinas, una corrupción galopante y una inseguridad que tiene ya un saldo de un cuarto de millón de asesinados por el hampa en el último decenio y medio.

Los amos del poder, en la madrugada del 7 de diciembre, reconocieron su derrota, pero inmediatamente la descalificaron y ahora acusan a la oposición de haber hecho trampa, cuando la verdad es que desde el poder político controlan el Tribunal Electoral, apabullaron a la ciudadanía con un despliegue publicitario colosal y les faltó poco para salir a las calles a repartir lo que queda del deteriorado erario nacional.

Los tramposos ahora crean una inconstitucional Asamblea Comunal, paralela a la AN para tratar de convertir a ésta en un florero chino. Dicha “asamblea” sesionaría en las instalaciones del actual parlamento. Cabello, como presidente de la ya caduca AN, convoca a sesiones extraordinarias porque quiere nombrar 13 magistrados del Tribunal Supremo, sin que hayan renunciado los jueces que terminan sus periodos el 2016.

Maduro desde cualquier micrófono amenaza con no acatar las leyes que apruebe la nueva Asamblea Nacional y sigue llamando a su tarifados a volcarse a las calles para impedir que los nuevos legisladores investiguen los desfalcos millonarios, interpelen a los ministros y ordenen se investiguen las cuantiosas fortunas de jerarcas chavistas en bancos de Estados Unidos, España, Andorra, Panamá y las islitas del Caribe.

El gobernador de Aragua, Tarek El Aissami, ex ministro del Interior, va  más lejos. Ha convocado a los chavistas recalcitrantes a tomar las calles adyacentes a la Asamblea Nacional e impedir el 5 de enero que se instale el nuevo parlamento.

El clima se enrarece todos los días y las amas de casa deambulan en busca de los escasos alimentos para almacenarlos porque temen enfrentamientos violentos. Las Fuerzas Armadas garantizaron la corrección de las votaciones del 6D y apoyaron sus resultados, pero es difícil predecir cómo responderán en caso de conmoción civil.

El oficialismo tiene grupos paramilitares y otros comandos cubanos con predisposición de defender al régimen hasta sus últimas consecuencias. (Ocurrió en Granada, 1983), pero también se confía en que pueda aparecer un émulo del ministro Lovera quien en 1958, en análogas circunstancias, recomendó irse al dictador Marcos Pérez Jiménez. “Vámonos, mi general, porque el pescuezo no retoña”, le habría dicho. Amanecerá y veremos.

Tierra Lejana
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