Blog de Max Raúl Murillo Mendoza

La ausencia de liderazgos jóvenes

No existen nuevos liderazgos, sobre todo jóvenes que respondan a las actuales coyunturas históricas y políticas de Bolivia y el mundo. Las hipótesis son varias, desde aspectos de la globalización vía redes sociales, hasta desinterés total de los jóvenes por la política como generación. Sin embargo, existen algunas causas que podemos conjeturar para ayudar a las hipótesis en el caso de nuestro país. En todo caso, lo evidente es que no hay nuevos liderazgos de las nuevas generaciones, lo cuál extraña enormemente pues las inquietudes actuales tienen que ver con las nuevas generaciones.

Es cierto que la política no es precisamente un mundo romántico, sino todo lo contrario: es lo más sucio como práctica cotidiana. Esas cantaletas de discurso respecto a compromisos con el pueblo, pues son sólo acordes de politiqueros tercermundistas, de mal gusto además. La política real es igual a la politiquería cotidiana. Pero, es cierto también, que por ahora no hay otros instrumentos más sanos para hacer política sana. Todo está contaminado y minado de las más crueles formas de dañar al contrincante.

En realidad, los nuevos liderazgos tienen la enorme tarea de rescatar las dignas y utópicas consignas, que vienen de la Revolución francesa y rusa, de hacer de la política un servicio ético de gestión hacia los demás. Desde el Estado sobre todo, a pesar de todo. Las nuevas generaciones tienen que reestructurar las nomenclaturas y protocolos de la política. Incluso darle el sentido adecuado para estas épocas complejas y de crisis estructural mundial.

Como vemos por todo el mundo, la política se ha degradado, se ha podrido porque personajes como Trump u otros enfermos mentales, son políticos normales. Cavernarios asesinos como el judío Netanyahu son elegidos democráticamente. De esos existen demasiados por todo el mundo. Ya no existen los Mujica o Mandela, porque perjudican a los más cabrones pragmáticos que sólo ven en la política un medio de corrupción, y asalto a las arcas de todo.

Los revolucionarios pasaron de moda. Se detuvieron allá en los años 70 y 80 del anterior siglo. Cuando la revolución estaba a la vuelta de la esquina, y era sólo cuestión de tiempo para saltar a las trincheras de la revolución. Esos, en general, ya forman parte de los rotundos fracasos de aquella generación. Son los fracasados más interesantes que haya producido la política. Los fracasados románticos. En el caso de Europa son incluso muchos gobernantes, que bombardean varias partes del mundo, fieles esclavos de la OTAN y  el reordenamiento capitalista actual.

El mundo ha cambiado radicalmente. Los escenarios de confrontación son otros, los tipos de explotación no están analizados ni estudiados, sino como esquemas parecidos a los de los años de la guerra fría. Hoy existe más información que nunca antes; pero paradójicamente los jóvenes son más analfabetos para la política, para la organización política y las ideas políticas. Son más esclavos de las redes, que creadores de ideas o de formas y acciones políticas. Cierto también que la globalización ha influido en el contacto de los jóvenes con el mundo. Con sus cosas buenas y malas. Cierto es que el postmodernismo les hecho mucho daño, pues los relativismos extremos son dañinos y perjudiciales.

A pesar de tantos avances en las ciencias y las tecnologías, la pobreza y la miseria siguen avanzando por todo el mundo. Las injusticias se han agrandado de manera preocupante, pues el narcotráfico, la trata de personas que es esclavismo moderno, el tráfico de órganos terrible y la venta de armas junto a las finanzas oscuras, han desestructurado el mundo y gobiernos enteros han caído en esas garras que sólo ocasiona más injusticias sociales.

El nuevo siglo XXI parecía y prometía mejores perspectivas humanas. Sin embargo, este siglo es peor que el siglo XX. La muerte y las guerras se han esparcido por doquier, porque el capitalismo ha pasado a la fase monstruosa de dominar todo, aun sea a costa de la sangre y el sacrificio humano.

Las nuevas generaciones tienen que comprometerse para resolver estos enormes desafíos. Junto a las preguntas sobre el sentido del Estado en este siglo y milenio. Las nuevas generaciones tienen que comprometerse con su tiempo, con las preguntas de su tiempo, con las preguntas más importantes de su coyuntura histórica.

Quizás rescatar los conceptos de Revolución; quizás rescatar las utopías más puras de los anteriores siglos. Tareas necesarias y urgentes ante tanta podredumbre humana, ante tanta podredumbre en la ausencia de básicos actos de moral y ética en las cosas. Pues los discursos han reemplazado a los hechos y las prácticas en favor de los demás. En todo caso, las nuevas generaciones tienen la responsabilidad de tomar el timón de sus destinos, de los destinos de la Patria y la Nación.

Las herencias y los fracasos anteriores son por supuesto insumos importantes. Hay herencias importantes; como tragedias y miserias humanas también. Pero ya requieren, las nuevas generaciones, actitud clara ante sus escenarios actuales. Los jóvenes que están fuera del país, tienen tanto que hacer como los que están dentro.

Tenemos que soñar en este bello y rico país. Esto es lo único que tenemos. Comprometerse con los destinos de esta Patria es lo más importante. Los fracasos nos hacen mucho daño al espíritu y dañan más de la cuenta a los  más pobres, a los más vulnerables de la Nación que todavía son millones. Es injusto y no es moral. Pues seamos revolucionarios para estos tiempos, tan complejos y desafiantes como los anteriores tiempos.

Opinión
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Los modelos económicos

Sabemos por experiencia histórica mundial, que la caída del muro de Berlín en 1989 enterró  a los socialismos reales de Europa, sobre todo se derrumbó totalmente ese tipo de sociedades totalitarias, que eran en realidad cárceles enormes. Además, su sistema económico fue un total fracaso. De todo esto ya ha corrido demasiada tinta e investigación. En cierto también que se impuso el liberalismo norteamericano, con el grito famoso de los libros de Francis Fukuyama (En fin de la Historia, entre ellos). Aunque ese modelo liberal también fracasó por todo el mundo, los gringuitos quisieron imponer por decreto e invasiones armadas su modelo como en Irak o con la guerra de Afganistán. 

Sin embargo, estos aprendizajes de la historia mundial fueron aprovechados por varios países de los llamados BRICs. Sobre todo China que fue muy práctica en función de sus enormes y complejas necesidades. A China le interesa un carajo que su sistema sea o capitalista o socialista. Le interesa que su economía favorezca a su pueblo. Por tanto, adoptó lo mejor de la economía capitalista y lo poco que ya quedaba de la economía socialista. No hay ideología de por medio, como es el caso de los atrasados socialistas del tercer mundo. 

China es un ejemplo mundial muy claro de que la economía se puede manejar de manera creativa, que responda a las realidades de un país concreto, para las mejoras de la calidad de vida de sus poblaciones. China importó la mejor tecnología del mundo, las ciencias más adelantadas y desafiantes del mundo para mejorar sus realidades. Por todo eso China saltó de ser un país miserable y pobre, donde sólo socializaban la pobreza, a ser un país altamente desarrollado y competitivo. Por supuesto cuidando su ideología comunista; pero primero cuidaron la economía de manera pragmática.

De la misma manera hicieron la India, Vietnam, Sudáfrica y otros con economistas más inteligentes y creativos: nacionalistas. Es decir, las recetas en la economía se terminaron hace mucho tiempo. Esas recetas de rezo totalitario, de manual y de tertulia en cafés de la pequeño burguesía de clases medias, pues se quedaron para los anaqueles de los basureros de la historia de la ideología.

Como no hay recetas en la economía, ciertamente la creatividad para los complejos desafíos, como en Bolivia, requiere de consensos entre los mejores economistas y cientistas sociales del país. La experiencia histórica es muy importante, es decir las luchas sociales por mejorar las condiciones económicas y sociales. De hecho, son las luchas sociales las que empujan a los cambios en Bolivia y no los iluminados politiqueros o intelectuales. 

Es importante aterrizar en nuestras realidades. Porque las confusiones son terribles y sobre todo las confusiones de parte de quiénes tienen las decisiones en este país. Una de las claves de los avances en todos los campos posibles es la crítica. Sin crítica intelectual y científica simplemente imitamos a los países de los socialismos reales, ya muertos y enterrados por la historia. En China tuvieron que sacrificar a sus ideólogos totalitarios, para dar paso a los científicos y técnicos de la maquinaria estatal. Es demasiado importante aterrizar en nuestras propias realidades, sin imitar a nadie, sin contentar a nadie, sin imitar a los ortodoxos sino hacer heterodoxia y ciencia desde nuestras realidades.

Cada modelo económico se construye desde una realidad concreta. Como en China. Cada modelo económico debe responder a una determinada realidad. Como en China. No interesa si algo es capitalista o socialista. Como en China. Las discusiones ideológicas están para al café. Porque los pueblos necesitan sobre vivir cotidianamente, los pueblos no viven de los cafés de tertulia o de ideologías de charla.

Bolivia pasa por momentos críticos, como en varias ocasiones de su historia. Es la economía otra vez el talón de Aquiles y de las discusiones cotidianas del pueblo. Por supuesto que da bronca pues semejantes recursos con los que contamos, no parecen suficientes para la sobrevivencia del pueblo. Da bronca porque repetimos historias que ya conocemos, errores que ya cometimos, y sufrimientos que ya pasamos. No es justo, no es justo que sigamos en repeticiones sin aprender de los errores, sin tomar consciencia de que dichos errores se ciernen sobre los más pobres y marginados de la sociedad. No es justo.

La toma de decisiones para los líderes es el examen más importante de sus carreras. Hoy necesitamos esa toma de decisiones. El hambre y la miseria no esperan, la sobrevivencia cotidiana no es digna en millones de compatriotas que no viven de ideologías, o de charlas de café. Requerimos líderes a la altura de las circunstancias, con compromiso real hacia el país profundo. 

Necesitamos un modelo económico que responda a nuestras realidades. No recetas fracasadas o trasnochadas de los cuentos ya superados por la historia. Al menos imitemos a países como China o Vietnam. Que sería mucho. Al menos sería interesante. Pero, por responsabilidad histórica, eliminemos a p´acpacus de la economía. Requerimos gente científica y comprometida con las aspiraciones del país profundo.

Opinión
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Proceso de Cambio en peligro

La Revolución de 1952 fue una respuesta a una época. La tragedia de la guerra del Chaco, las tragedias sociales en la minería y el cansancio a ese Estado construido en 1880, provocó la revolución del 52. El llamado Proceso de Cambio fue la respuesta a la tragedia del neoliberalismo, a la destrucción de la minería nacionalizada, a la destrucción de las industrias de las ciudades y a la venta descarada de nuestros recursos naturales. Ese desastre del neoliberalismo, provocó el Proceso de Cambio.

En los inicios del Proceso gran parte de la Nación tuvo enormes esperanzas. Esperanzas para terminar con el racismo congénito de la sociedad, que era instrumento de las oligarquías para la explotación económica de los sectores marginales, es decir pueblos indígenas, obreros, clases medias pobres. La Nación tuvo esperanzas para terminar con la corrupción, que es la enfermedad más terrible de nuestra sociedad. Tuvimos esperanzas para terminar con la burocracia colonial, lenta, anti popular y brutalmente colonial. En definitiva, el país profundo apostó realmente a cambiar estructuralmente las condiciones coloniales y republicanas, del Estado.

Sin embargo, ese inicio esperanzador desde la Nación profunda fue desvirtuado desde adentro. Como fue desvirtuada y boicoteada la Revolución del 52. Lamentablemente sectores oportunistas, sobre todo clases medias sin identidad con este país, sectores que supuestamente se desanimaron de otros partidos políticos y se convirtieron en masistas, corrupción galopante de varios agentes de Estado, en concomitancia con dirigentes sindicales y de base. Ese conjunto de aspectos está haciendo peligrar lo que fue una esperanza, como respuesta a la tragedia del neoliberalismo.

El Proceso de Cambio le pertenece a la Nación profunda, al país profundo. A ese anónimo profundo que apostó con esperanzas el año 2005. Pero que está siendo boicoteada desde adentro mismo, por esos factores poderosos que señalamos líneas arriba. Y el país profundo  tiene que reaccionar con fuerza, para poner orden en dirigentillos acostumbrados a la corrupción politiquera, a la corrupción colonial del Estado republicano. Reaccionar contra el boicot interno, para después ordenar los factores externos que también son poderosos; que están encadenados por los factores internos.

No podemos permitir la ruptura del Proceso; requerimos su profundidad con calidad de nuevos dirigentes, éticamente habilitados para reordenar desde adentro, para volver a mirar con esperanzas y seguir con los cambios que aun no se han realizado. Uno de esos factores es la burocracia colonial republicana, de los papeleos al infinito sólo para cansar a la gente, desanimar y corromper los documentos. El Estado Plurinacional sigue siendo lento y burocrático. Nada moderno. Totalmente obsoleto y de escritorio tercermundista. Eso golpea cotidianamente a la gente, a las instituciones, a todas las empresas sean estas estatales o privadas. 

En definitiva, requerimos con urgencia modificar las conductas desde el Estado hacia el país profundo. Necesitamos buscar calidad de los servidores públicos, en eficiencia y eficacia, en agilidad de trámites. Requerimos hacer revoluciones reales en el manejo de la cosa pública. Hoy simplemente son agobiantes, insultantes y humillantes. Pues no ha cambiado todo ese monstruo burocrático muy a pesar del Proceso de Cambio. 

Requerimos gente de clases medias con identidad hacia este país. No sólo con el discurso y los contactos que tienen desde siempre con las instituciones, sino con fuerzas espirituales para cambiar en serio las condiciones enajenantes de Bolivia. Hemos sido testigos estos años de demasiados oportunistas, con especialidades en politiquería y gestiones corruptas burocráticas. Porque la burocracia es corrupción de las más letales y brutales.

En definitiva, no podemos dejar que caiga el Proceso que es de legitimidad popular, apoyado desde los rincones más olvidados del país. Que caigan los dirigentillos corruptos. Incluso colgados en las plazas de todos los pueblos. El Proceso debe continuar articulado con las nuevas informaciones que tiene el mundo, en las ciencias, en las tecnologías y las personas más capaces preparadas para conducir estas nuevas directrices. La politiquería tiene que dar lugar, otra vez, a la política real. Las nuevas generaciones tienen que comprometerse a estos enormes desafíos, lo contrario pues seguirán dando lugar a vejestorios corruptos y acostumbrados a la politiquería baja y delincuencial.

Asombra que las nuevas generaciones no quieran saber de la política. En parte con cierta razón: los políticos no son ejemplos éticamente en nada. Sin embargo, la necesidad de profundizar los cambios, requiere que las nuevas generaciones empiecen en serio a comprometerse en la conducción de los destinos de Bolivia. Sobre la base de lo que se ha hecho hasta ahora, se requiere corregir muchas cosas para seguir en la senda de mejorar la calidad de vida de todos los bolivianos.

La Revolución de 1952 fue boicoteada desde adentro, combatida desde adentro contra las esperanzas del país profundo. Al final fue derrotada totalmente. Los resultados fueron terribles: dictaduras militares por dos décadas. Hoy corremos los mismos peligros. Porque después del Proceso de Cambio, si es derrotado, vendrá un reordenamiento señorial colonial con adornos modernos o postmodernos. Los perdedores seremos todos, sobre todo el país profundo. 

Opinión
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El fin de la globalización

Se terminó la globalización de la época moderna, que fue el invento de los Estados Unidos para imponer su manera de ver el mundo, mediante la economía y la cultura a todo el mundo. Se tenían las esperanzas de cierta socialización de las industrias, de los inventos y el crecimiento de los países del sur del mundo. Fue también el último gesto de occidente hacia el mundo, respecto del desarrollo y progreso después del derrumbe del muro de Berlín. 

Sin embargo, ese gesto dizque liberal de occidente se fue disolviendo cuando vieron peligrar sus intereses globales, porque países como China o India, aprendieron rápido las mañas del desarrollo y el progreso. Esos discursos del liberalismo se terminaron, pues ya no eran competitivos como los chinos o indues. Así, como siempre fueron, las oligarquías gringas empezaron a reemplazar su liberalismo por discursos nacionalistas de extrema derecha. El cavernario de Trump es sólo un ejemplo de ese zoológico político de occidente.

A todas luces, el miedo a la competencia con las industrias chinas, indias, rusas o sudafricanas, hacen que los occidentales cierren sus fronteras a todos los productos de importación, sobre todo de China. Las excusas en la política, pues el renacimiento de los discursos nacionalistas de ultra derecha. Esos falsos discursos liberales, simplemente se derrumban ante el miedo de la competencia con otros mercados que no son occidentales.

Los resultados de la globalización todavía se están debatiendo. En el sur del mundo, dichos resultados no son interesantes. El saqueo de los recursos minerales, como lo demás, han sido escandalosos o corruptos. Las respuestas políticas a esos procesos han sido diversos, sobre todo con procesos políticos alternativos a los que había con el neoliberalismo. La miseria y la pobreza han sido las constantes por América Latina.

Quiénes se han beneficiado por la globalización, como China, tienen enormes aprendizajes en las ciencias y la economía. Hoy son países altamente competitivos en todos los temas de las ciencias, en la economía y la industrias de punta y tecnológicas. Esos aprendizajes son resultados de políticas de Estado, de estrategias de Estado y de consensos de Estado para beneficio de sus mercados internos. En definitiva, en beneficio de sus poblaciones para el crecimiento de la calidad de vida.

Nosotros, pues, no nos hemos beneficiado en nada de la globalización. Seguimos siendo tan dependientes de incluso artículo sencillos, para la construcción por ejemplo, que no podemos fabricar. En definitiva, como siempre, vemos pasar las modas, las tendencias de las ciencias y la economía; sin embargo, no aprendemos nada de ellas y no aprovechamos en nada. La ausencia de estrategias de Estado es la norma y costumbre, desde tiempos inmemoriales.

La ausencia de estrategias de Estado, simplemente nos ahoga en el tiempo. Nos hace totalmente vulnerables a los vientos de los cambios del mundo. Porque improvisamos todo, todo es al azar, siempre inventando la pólvora e inventando desde el principio como forma de la improvisación. Es decir, sin estrategias de Estado, sin visiones maestras de cómo resolver los problemas estructurales. Y entonces la globalización ya se fue, nos deja sin aprendizajes ni enseñanzas de esos complejos procesos económicos, científicos y de intercambios no sólo económicos sino también culturales.

El mundo capitalista y desarrollado ingresa a otro proceso histórico. Deja atrás la globalización y se acerca al nacionalismo más extremo. Encierran sus fronteras, dizque para cuidar sus mercados internos; en realidad es porque no les interesa un comino sus propias ideas como el liberalismo. Al final son nomás visiones tan totalitarias, que el comunismo al que siempre criticaron es más liberal que ellos y sus liberalismos de discurso.

El mundo capitalista tiene miedo a la competencia, tiene miedo al liberalismo, tiene miedo al mundo. Para eso, pues están destruyendo sus propias creaciones como las NNUU. Instituciones que ya no les sirven en estas coyunturas para sus intereses. Están desmontando aquellas instancias que supuestamente eran las garantes de la paz mundial. En realidad jamás les intereso la paz mundial, sino sus propios fines políticos estratégicos de dominación del mundo.

Lo que se viene no está aun claro. Hay tendencias fuertes como lo Multilateral, es decir el equilibrio de potencias por todo el mundo. Se acaba la única voz totalitaria de los Estados Unidos. Pero en Bolivia no estamos preparados para esos eventos mundiales nuevos. Porque la ausencia de Estrategias de Estado, no nos conduce a ningún lado sino a la improvisación total para seguir siendo lo mismo: periferia de la periferia. 

Estamos cerca del Bicentenario. Pero lejos de todos los eventos mundiales desde tiempos inmemoriales. Ni la historia ni la experiencia nos sirven para avanzar, para tener nuestros propios pasos como bolivianos. Para ser nosotros mismos y luego ser universales. Estamos cerca del Bicentenario, sin personalidad ni alma propia. Sólo con improvisación y discursos de deseos. Nos falta tomar consciencia de Estado. Quizás de Nación también.

Opinión
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Intelectualidad y hegemonía capitalista

La ausencia casi terrible de debates intelectuales en Bolivia, es un diagnóstico de la situación misma de la llamada intelectualidad. La inmensa mediocridad al respecto, de nuestras universidades, dio paso a la politiquería sucia y baja como práctica inoperante de las casas superiores de estudios. Están lejos aquellas épocas de las dictaduras militares, donde quizás con esa excusa los debates universitarios tenían realmente altura y estatura intelectual. Muchos de esos pensadores tuvieron que salir al exilio después, para nunca más regresar al país. 

Y muchos que eran de izquierda aquellas épocas, hoy son vulgares sirvientes del sistema. Es también una generación fracasada, pues la dura realidad les hizo nomás aliados del sistema: familias, becas, pega, poder, etc. Dejaron los sueños y utopías porque sólo eran eso: simples mortales que jugaban a las guerritas y pintas de guerreros.

Es decir, tenemos ausencia de rigurosidad intelectual. En realidad no tenemos intelectuales, pensadores y creadores de ideas. Pero es cierto que la hegemonía capitalista, entendido en esa complejidad de maneras de ver el mundo, ideologías, costumbres, formas de vivir la economía, son demasiado fuertes. Además tienen países enteros como fuente de poder, que son los dueños de la patente capitalista desde el siglo XVI. Inglaterra, Francia, Estados Unidos y otros que han jugado papeles clave como articuladores del capitalismo. Articuladores de esa manera de ver el mundo, desde esas realidades industrializadas y totalitarias en sus formas democráticas.

Eso que llamó Gramci hegemonía, que fue uno de sus aportes conceptuales, se trata precisamente de todo el poder ideológico y de pensamiento del capitalismo. Que hace que los mismos esclavos y obreros, se crean profundamente ese cuento del triunfo capitalista, se crean que son inferiores y esclavos. En definitiva, como también decía Franz Fannon, sean los mismos obreros o colonizados, los que adoren a los dioses del capitalismo. Ciertamente unos poderosos artefactos ideológicos, vía cine, medios de comunicación, arte, música y política, los que se encargan de domesticar a los obreros, explotados y colonizados. Funcionan mejor que la religión.

Por todo el mundo desde la aparición del capitalismo, se buscan alternativas a esa forma de vivir en la modernidad. Varias variantes de la ideología de alternativa, en estas décadas han fracasado. Corrupción generalizada, falta de líderes con altura ética y moral, ausencia de toma de consciencia de las masas, bloqueos económicos del poder imperial capitalista, traiciones de quiénes se decían portadores de las revoluciones, han sido suficientes insumos para esos fracasos brutales. La sangre y los inmensos sacrificios de los pueblos, quedan en la historia como referentes de esos fracasos.

Sin embargo, esa hegemonía capitalista está en decadencia, en crisis sistémica y probablemente como nunca antes, en muerte cercana. Porque los resultados de ese sistema no son sostenibles, ni siquiera en las defensas de los más brillantes defensores que son los pensadores anglosajones. Pues solo con las muestras de la guerra de Ucrania y el genocidio de Palestina, como puntas del iceberg de lo que en realidad son aquellas llamadas democracias y sus historias modernas. Teatros de la destrucción, del totalitarismo liberal, de la ficción económica, que sólo es para unos pocos del mundo sobre la inmensa pobreza del mundo.

Pero, por estos lados del mundo, no hacemos mucho para pensar en serio en alternativas reales, ante la caída de ese modelo moderno de cómo gestionar el planeta. Seguimos nomás como típicos tercermundistas, importando modelos fracasados y repitiendo como loros o haciendo show tontos y pobres. Pues nuestras casas superiores de estudios, no son laboratorios de pensamiento, sino agencias de empleo que sabemos ninguna idea propia y genuina saldrá de sus aulas. 

La hegemonía capitalista es muy fuerte. Tomar consciencia de ese fenómeno implica demasiados sacrificios académicos, para pensar con sentido propio. Para pensar desde nuestras propias realidades. Para hacer heterodoxia de las ciencias, con los aportes importantes que por supuesto hay en el mundo. 

Los fetichismos individualistas tampoco aportarán en mucho, si es que las ideas no se socializan vía debates y aportes comunitarios. Pues eso es precisamente acercarse a los pensamientos estratégicos de Nación, o al menos de Región. Porque la ausencia de escuelas de pensamiento, o grupos de tendencias de pensamiento son demasiado notables en nuestro país. Síntoma de nuestro rotundo fracaso de generación, dejando enormes boquetes de ausencias de pensamiento a las nuevas generaciones. 

Pero tenemos que seguir soñando, a pesar de los pesares. Sobre la base de la experiencia, de los varios fracasos que sufrimos desde el anterior siglo. Sobre la base de las ausencias de pensamiento propio. Se trata al final de nuestra sobrevivencia, de nuestros aportes a la región de la patria grande. Y no partimos de cero. Por ejemplo el paradigma del Vivir Bien, que avanza a pesar de nuestras debilidades notables. El Vivir Bien es un pensamiento alternativo al sistema capitalista. Su sistematización científica, que por ahora no existe sino como acercamiento a occidente; que sin embargo,  es objetivo por las historias de nuestros pueblos ancestrales.

La hegemonía capitalista es evidente. Todavía pasarán años, muchos, para que muera ese sistema moderno y de paradigmas ya fracasados. Desde nuestro rincón del mundo, nos toca decir algo al respecto. Eso es creación y empuje a las nuevas generaciones, a los pensadores jóvenes que tienen demasiados obstáculos para encontrar su lugar en este desorden estructural. 

Opinión
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El Golpe de julio de 1980: Nunca habrá justicia

 Si bien terminaron en la cárcel los principales responsables, los desequilibrados mentales y patéticos narcotraficantes  García Meza como Arce Gómez, la inmensa mayoría de torturados, exiliados, mujeres abusadas, familias que perdieron casas y pertenencias porque los paramilitares se los robaron, familiares de los muertos, nunca recibirán justicia alguna en esta tierra. Las razones son innumerables en la tela araña de la burocracia, como complicidad histórica desde siempre con los afectados por los poderes brutales, de todas las épocas.

Los masacrados de Caracoles y de las distintas regiones mineras, que resistieron a los golpistas aquel 17 de julio y siguientes, jamás serán al menos recompensados por un país que lamentablemente olvida muy fácilmente, a quiénes ofrendan sus propias vidas en aras de la Patria, en aras de la Nación. En fin.

Las nuevas generaciones tienen que tomar consciencia de sus muertos, es decir de aquellos tantos que en extremos casos de nuestra historia, exige el sacrificio de ofrendar la vida misma para las mejoras y sueños del presente, y del futuro de las generaciones venideras. Porque olvidar a esos muertos sería no sólo traición a la Nación, sino y peor olvido de lo mejor que tiene este país: su propia gente.

Pues buscar justicia es uno de los atributos más importantes de nuestras costumbres de bolivianos, sabiendo que eso nunca llegará. Pero es parte de nuestras costumbres, como los velorios o las farras de las fiestas. Increíblemente, sabiendo que nunca tendremos justicia hacemos todo lo posible para que eso suceda. Se escriben bibliotecas enteras sobre las raíces de las fallas, o de las circunstancias que impiden se haga justicia. Pues de nada sirven, porque también son parte de nuestras costumbres.

La inercia de la burocracia, desde tiempos inmemoriales, que sigue nomás como la costumbre más importante del maltrato al espíritu boliviano, no cambiará si no hay alguna revolución que ejecuté por fin la muerte de esa parásita forma de hacer Estado. Este factor es uno de los más vasallos de las mentalidades conservadoras, burocráticas, que han sobrevivido a todos los tiempos, incluidos a los tiempos algo revolucionarios.

El sistema de justicia siempre en debate, y siempre sin  solución alguna, no tendrá resultados concretos sin consensos de altura ética y moral. Pero dichos condimentos no están precisamente presentes, en la sociedad, en la coyuntura actual. Son condimentos raros, ya extraños en estos tiempos de practicidad ególatra y de ausencia de humanidad básica en la sociedad. Todos buscan pisar a cualquiera, a todos si es preciso. Sálvense quién pueda es la consigna más importante de los tiempos que corren. Los discursos y las ideologías son sólo adornos de farra y café, de pinta escolar y de desfiles de ocasión.

El sistema de justicia es el diagnóstico más preciso de cómo está la sociedad. Lo corrupto es la cáscara. Lo más grave es la mentalidad misma, de aceptar que eso está bien porque es el momento de aprovechar del sistema. Porque los afectados, como todos los muertos del golpe de 1980, son sólo colaterales de esta historia de la infamia, de esta historia de la tradicionalidad histórica que no cambiará nunca, aun vengan espíritus reformistas o intenciones revolucionarias. Pues es una costumbre poderosa, que destruye tejidos sociales y culturales; sin que nadie haga algo para frenarla.

Ese trago amargo que se llama justicia boliviana, sólo cambiará realmente si las generaciones nuevas utilicen al menos la inteligencia artificial, para modificar los códigos de la muerte de ese sistema putrefacto y anti ético. Porque las distintas reformas o intencionalidades han fracasado. Quizás ya todo está podrido. Lo que requiere de una cirugía histórica más radical para cambiar el fondo mismo de ese cementerio llamado justicia.

Los testimonios dolorosos de quiénes han sufrido las consecuencias de aquel golpe de Estado, jamás servirán al menos para la toma de consciencia de la justicia. Quedarán sólo para los estudios de sesudos conocedores de la justicia, que son por supuesto inútiles e impostores de estas historias. Demasiados culpables quedarán en la impunidad total, como ya lo es. Sanguinarios y enfermos mentales que están libres y totalmente sonrientes, que fueron asesinos y torturadores en varios espacios del propio Estado. Felices de tener un sistema de justicia como el que tenemos. En fin.

Deberíamos considerar en Bolivia, copiar algo de la constitución de los Estados Unidos para portar armas en defensa propia y legítima. Pues confiar en la justicia ya sabemos que no tiene futuro posible para nuestra justicia personal y familiar. Además, que ese sistema putrefacto y sus mentalidades, boicotearon desde siempre a la justicia comunitaria. No la aceptan desde sus esquemas tradicionales y totalmente coloniales. 

Sí, las víctimas del golpe de Estado del 17 de julio de 1980, jamás tendrán justicia. Sólo cabildeos de derroche de dinero en el mejor de los casos, en los salones putrefactos de la injusticia. Y romper esta cadena de injusticias históricas requiere de enormes dosis de toma de consciencia, en las nuevas generaciones, para tomar acciones reales e inclusive radicales. La experiencia nos indica, nos debería enseñar. En fin.                                    

Opinión
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Trump y su oreja milagrosa

 La prensa, en general, solo hace morbo de los acontecimientos del homo sapiens y las malas noticias son las buenas noticias. Es decir, son noticias cotidianas las malas cosas porque se vende y es rentable para el desahogo morboso humano. Las buenas acciones de los humanos no son noticia, y es felizmente cierto que hay humanos en todos los rincones del mundo que están haciendo acciones y cambios en favor del prójimo. Pero eso infelizmente no es noticia. Se vende sangre, guerras, abusos sexuales, genocidios y brutalidades del todavía cavernario homo sapiens. Del cavernario que ahora se dota de inteligencia artificial y robótica; sin haber cambiado su naturaleza política y espíritu humano.

Me arriesgo a pensar en solitario, que la noticia de la oreja de Trump fue buena. Hubiera preferido muerto a ese personaje desequilibrado, pervertido, corrupto y mitómano norteamericano. El daño que hizo a su país fue enorme, como el daño que hace al mundo desde esas oficinas del imperio, porque a nombre de su democracia ensucia y corroe totalmente al mundo entero. Enseñando a otros pervertidos del mundo, a tomar las instituciones de todas partes. Que los cristianos me aguanten; pero mejor este mundo sin esos enfermos mentales y peligrosos pervertidos, pues no es justo que tantos humanos buenos no sean noticia; y estos pervertidos si sean noticia y ejemplo mundial.

Lamentablemente no aprendemos de la historia. Los Calígulas, los Hitler, los Banzer, los García Meza, los Idi Amín, los Netanyahu se adueñan de países enteros por ausencia de atención de las sociedades, para hacer que estos personajes no se adueñen de los tejidos sociales. Errores que después pagamos muy caro, sobre todo los más pobres y humildes del mundo. La ingenuidad, la falta oportuna de quiénes toman decisiones en los tejidos sociales, nos llevan indudablemente a personajes desequilibrados y enfermos que se creen Dioses, dueños de los destinos sociales de todo un país, como Trump en los Estados Unidos.

La política es un terreno mugriento y repugnante; sin embargo, necesario. Sobre todo para recuperar el sentido mismo de ese ejercicio político: el servicio social a los demás, a los tejidos sociales de todo un país. Intentar regresar a esos sentidos de servicio desde los Estados, es todavía una ilusión que debe servir para animar a las nuevas generaciones a lanzarse, a ser líderes para estas nuevas etapas de la historia del mundo. Sin las nuevas generaciones simplemente no tiene sentido ningún avance político y social.

El mundo atraviesa una transición compleja. No sabemos dónde terminará esta larga transición. Lo que sabemos es que los recursos naturales se están terminando. Nada es infinito. La contaminación mundial es terrible; la muerte de seres animales y vegetales  llegan a extremos preocupantes. Y que si la humanidad, es decir la comunidad mundial, no hace algo al respecto nos exterminaremos los humanos. Así de simple y concreto.

Ya no se trata de un solo país, sino de todos. Los Estados están quedando obsoletos para resolver los problemas mundiales, si es que no nos unimos y pensamos de manera comunitaria. Por tanto, las ideologías son parte de esos Estados ya obsoletos. Que se quedaron en el mejor de los casos en el siglo XX. Hoy las condiciones han cambiado considerablemente, tenemos que leer los acontecimientos con ojos del presente, es decir del siglo XXI. Los instrumentos de lectura son otros; no los que hemos heredado de los siglos XIX y XX.

Pero desde Bolivia, pues nuestras condiciones no son de las mejores. Ordenar nuestra propia casa, para después proyectarnos es una tarea urgente y prioritaria. Hay demasiadas tareas en mesa, demasiados desafíos que están condenados al olvido sólo por falta de consensos, por ausencia de claridad en las estrategias conjuntas regionales. Ahora vemos con claridad que postergar esas demandas históricas, nos lleva al desastre. Sobre todo al crecimiento de la miseria y de la pobreza, que son caldo de cultivo de enormes problemas sociales. 

Pensar y repensar el Estado. Pensar y repensar en la sociedad civil. En los papeles, en las tareas conjuntas, en los intereses comunes y las estrategias globales. Seguir echando la culpa a fantasmas, imaginarios o reales, ya no tiene sentido. El ciudadano común ya no cree en esos relatos de ultratumba. Que son por supuesto reales; pero al final también son excusas de nuestras inutilidades. 

En definitiva, esta transición compleja del mundo puede ser una oportunidad para Bolivia. Una oportunidad para hacernos por fin necesarios desde nuestras propias tareas y estrategias. Hoy sólo somos parte de la periferia, sin ningún papel estratégico. Nos creemos nuestros propios cuentos. No hemos sido capaces de formular ni siquiera nuestro papel regional, en el que otros países ya nos tomaron la delantera, pues seguimos nomás como tribu nómada en busca de su destino.

En esta transición global se vienen tiempos peligrosos. Trump será presidente de los Estados Unidos. Veremos a un depravado y patético manejando los hilos más poderosos del Estado más poderoso del mundo. Ni modo. Nuestro país no está preparado para resistir lo que viene, si es que no tomamos consciencia de ello. Así de simple y concreto. Esa es la tamaña responsabilidad de quiénes toman decisiones en nombre de todo un pueblo. En fin.

En este día especial, que Viva La Paz. Que viva el pueblo paceño siempre complaciente con las migraciones del interior del país. Y que La Paz siga siendo tumba de tiranos!!!. 

Gloria a La Paz.                                                   

Opinión
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Estados Unidos como ejemplo en Occidente

La historia de los Estados Unidos es la historia de la violencia. Es el país más armado del mundo, respecto de sus ciudadanos porque su constitución les permite. Por eso todos los días hay masacres entre ellos, la sangre es cotidiana en ese país violento y totalmente atrasado en comparación a otros países occidentales. Estados Unidos es el mercado de la cocaína más importante, es decir del mercado negro de las finanzas donde los Bancos son los principales actores. Y su democracia nunca sirvió a su pueblo, sino a las oligarquías poderosas que intentan hacer del mundo su patio trasero, aun sea mediante violencia y sangre. 

Sin embargo, sus poderosos medios de comunicación se encargan desde siempre para mostrar a este país, como el ejemplo de la democracia y el libre mercado liberal hacia el mundo. El sueño americano es en realidad la propaganda más importante de esos medios de comunicación. País esclavista, pues los propios próceres de su independencia tenían esclavos y parte de las oligarquías gringas. Luego, fueron cómplices del racismo extremo hasta el siglo XX cuando asesinar negros era parte de sus derechos.

Después de la segunda guerra mundial aceleró ese comportamiento imperial sangriento. América Latina es testigo de sus intervenciones militares, con países destruidos y miles de ciudadanos asesinados o encarcelados. Los golpes de Estado también sangrientos, se diseñaban en las oficinas de Washington y se ejecutaban en consecuencia. Guerras en Vietnam, Corea, Afganistán, Irak y hoy en Ucrania y Palestina, tienen el mismo sello imperial de los Estados Unidos. Es decir, venta de armas, venta de democracia, venta del modelo económico capitalista imperial y colonial. 

Pero los medios de comunicación se encargan de domesticar a su población, luego al mundo, mostrando que esos actos son necesarios, en nombre de la democracia y los derechos humanos. Poderosos medios de comunicación, que están bien pensando para dominar las mentes de los humanos. Son parte del poder político norteamericano. Y si alguien se interpone contra esos medios, se arriesga demasiado como el periodista Julián Assange  y otros medios alternativos que sufren represalias y persecuciones.

Ciertamente se trata del país más poderoso de la tierra. Con enormes recursos humanos, financieros y militares. Por supuesto que hay buenas personas, intelectuales de calibre internacional, científicos de renombre mundial que siempre están en primera fila para los premios nobeles.  En estas épocas del genocidio de Palestina, sus universidades se pusieron a la vanguardia de las protestas en contra del sionismo norteamericano. Muchos movimientos sociales están en contra de los gobernantes de ese imperio, promoviendo protestas y denuncias internacionales contra todos los abusos de su gobierno.

Los Estados Unidos son en suma un imperio ya decadente. Lo impensable han sobrepasado desde todos los puntos de vista, ni qué decir de los temas éticos y morales. Es un imperio con una muestra de impunidad total, aun a costa de cualquier aliado de turno como es el caso de Europa. Porque Europa es a estas alturas del partido el patio trasero más vergonzoso, que los mismos Estados de América Latina. Patio trasero sumido y sometido a los designios de los Estados Unidos, como muestra la guerra de Ucrania.

En todo caso, esa decadencia ya es muy evidente. Pues no tienen la fuerza suficiente para imponer sus políticas imperiales. A pesar de las enormes dificultades que ponen, mediante fuerza bruta y brutalidad financiera, se viene nomás un mundo multipolar. No sabemos exactamente de qué tipo y formas; pero es ya muy claro que el mundo necesita otras formas de gobiernos, menos utilizados y colonizados por los Estados Unidos. Y ojalá no haya candidatos a otros imperios, sino todo lo contrario. Ojalá el mundo y la historia hayan aprendido de las lecciones, en general: sangrientas e impunes, que los distintos imperios dejan como estela y recuerdos en todas las historias del mundo.

No necesitamos otros imperios así de sanguinarios e impunes. Necesitamos países que busquen equilibrios y consensos en el mundo. Quizás sea una ingenuidad y quijotesco deseo inútil. Lo cierto es que los habitantes de este planeta debemos avanzar en la búsqueda de democracias reales, de apuestas por la humanidad y la sostenibilidad de los recursos de todo el planeta. 

El recuerdo de los Estados Unidos no es precisamente interesante, la sangre y el robo de recursos de todo tipo, está dejando cementerios de millones de cadáveres por todo el mundo. Sin contar las innumerables guerras que han provocado con diversas excusas, que todas ellas han alimentado sus economías militares y fábricas de armas, sin importarles un milímetro por los muertos, heridos y desplazados. Esos son los recuerdos de los Estados Unidos. El sueño americano sólo es ficción, que sirvió en algún tiempo para millones de inmigrantes, y hoy ya no es posible semejante engaño e ilusión de su modelo y sistema económico.

La locura de occidente la estamos pagando por todo el mundo. Esa locura por la carrera del desarrollo y progreso totalmente descarrilado y sangriento. Que sólo ha contaminado y destruido el planeta, de manera totalmente impune. Que condena todos los días con sangre y masacre a inocentes generalmente, sólo por cumplir al pie de la letra su sangrienta Constitución Política, del Estado más armado del mundo.  

Si Estados Unidos es el ejemplo por antonomasia, de la democracia, el desarrollo y progreso y además del sueño americano, pues Dios nos libre de esos ejemplos. Ejemplos que sólo sembraron muerte e injusticias por todo el mundo.

Opinión
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Revolución como solución a los desastres

El regreso de los fascismos por todo el mundo, pone en tela de juicio a la democracia de tinte occidental. Democracia que sólo ha demostrado encubrir los intereses de los ricos, de las empresas de armamento, de los Bancos que son lo peor para la convivencia mundial, de la delincuencia de cuello blanco por todo el mundo. Si ese regreso de las mentalidades más tradicionales es evidente, como del conservadurismo ideológico, es entonces legítimo el regreso de la posibilidad de las Revoluciones sociales y obreras.

Las Revoluciones en la era moderna han sido soluciones radicales; pero legítimas frente al desastre de los modelos políticos que sólo destruían a los más pobres, en función de unos pocos ricos. La Revolución francesa fue precisamente un hito histórico cuando volcaron la tortilla, destruyeron a las clases sociales nobles de reyes, obispos corruptos, señores feudales que pues mantenían a un país totalmente sumido en la corrupción: social, económica e institucional. Dicha Revolución llevó a Francia a modernizarse, con leyes más inclusivas y justas, con sistemas políticos democráticos, sobre todo con un sistema en favor de los más pobres. 

Las democracias de modelo occidental simplemente ya no dan oportunidades a las nuevas generaciones. La corrupción ha ganado terreno por todo el mundo. Con ello se ha destruido la institucionalidad y las clases gobernantes se han corrompido totalmente. Por eso la llegada de los neofascismos, con cuello blanco libertario, y el retorno de las mentalidades ultra tradicionales y conservadoras. Por estos lados del mundo, seguimos teniendo defensores torpes y poco inteligentes alabando a las democracias occidentales. Generalmente de clases altas y acomodadas, es decir al margen de nuestras realidades de la Bolivia profunda.

En cambio, la pobreza y la miseria siguen creciendo en medio del show de discursos. Nuestras calles se han llenado de niños y mujeres pobres y miserables, de ancianos pidiendo limosna. En medio de trifulcas políticas que sólo alargan el sufrimiento cotidiano, de millones de compatriotas que poco a poco se cansan de esta democracia occidental. 

Cierto también que algunas revoluciones se prostituyeron con el tiempo, se corrompieron en contra de las masas y el pueblo. Por eso la literatura liberal ya no lo considera como posibilidad en el mundo. Creo lo contrario, pues la miseria campante por todo el mundo, el crecimiento de la pobreza y el hambre, simplemente nos están acercado otra vez a la posibilidad de Revoluciones en el mundo. 

En Bolivia, la memoria larga nos mantiene en guardia. La Revolución del 52 fue un hecho histórico contundente. Boicoteado totalmente desde adentro por las burocracias clase medieras. Sin embargo, ya tenemos un aprendizaje al respecto. Sabemos exactamente que clases sociales sólo boicotean y son cómplices destructivas contra los procesos sociales de avanzada. Esa experiencia es fundamental para avanzar en las próximas escaladas, en los próximos procesos de cambio. El otro elemento es la corrupción. Corrupción totalmente destructiva y en contra de los pueblos, en contra de la moral y ética básica de la política y del sentido común de los pueblos. Porque es cierto que hay gente sólo oportunista, absolutamente en contra de los procesos de avanzada que exigen las masas.

Las paradojas de la historia mundial son por cierto interesantes. Las promesas de la modernidad han fracasado totalmente. Ni las inteligencias artificiales, ni las revoluciones industriales y tecnológicas son suficientes para mejorar la calidad de vida en el mundo. Todo lo contrario, la miseria y el hambre son apocalipsis actuales y son el freno a los sueños humanos. Pues mejor que vengan Revoluciones, como retornos ante el desastre generalizado del mundo, producto del sistema degradado y corrupto. 

Pensar en esa posibilidad: Revolución, es otra vez una real alternativa. Ojalá esta vez, podamos ver las cárceles lleno de burócratas, como muestra del destino cuando las Revoluciones estallan. Cuando las fuerzas de la naturaleza humana hablan, en función de la justicia, en función de la ética y moral para volver al carril de las utopías humanas. La sangre no es una necesidad de los cambios; pero cuando no hay ya posibilidades para el pueblo, cuando la miseria y el hambre empujan a la calle, ni modo. Sacrificios que riegan el futuro del mismo pueblo.

El mundo se acerca a precipicios impensables sólo hace 10 años. La locura del desastre viene sobre todo del occidente cavernario, que muestra sus dientes guerreros y sangrientos por todo el mundo. Dueños del sistema, dueños del sistema financiero injusto y totalmente pirata frente al mundo, dueños de las instituciones de la NNUU, que sólo defiende los intereses de los más poderosos y fuertes en armas y bombas atómicas. 

En esos escenarios totalmente contra la humanidad, contra las posibilidades de convivencia realmente civilizada y democrática, sólo queda esperar otra vez el sueño de las Revoluciones. Pero con experiencias del pasado reciente, para no cometer tantos errores que sólo cuestan sangre a las masas. Sobre todo con las experiencias de las tragedias de la burocracia, y de la corrupción sangrienta.

Opinión
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Bicentenario: preguntas clave

Nuestro Bicentenario debería ser un profundo examen de nuestra historia. Pero no lo será, sino más de lo mismo en la historia tradicional. En todo caso, hay que rescatar a la historia crítica, es decir a aquella que al menos interroga y relata los acontecimientos de manera que la verdad, a pesar de todo, sea rescatada para las nuevas generaciones. 

Una de las preguntas clave es si es que hemos tenido libertad y justicia, después de los quince años de guerra de los guerrilleros patriotas junto a  varios militares patriotas, contra el poder del imperio español. No hemos tenido libertad, porque aquella guerra por la independencia fue aprovechada para reemplazar a la burocracia realista, por la burocracia republicana que eran hijos de los españoles, nietos, sobrinos, parientes del poder realista. Además tenían experiencia de sobra en el manejo del poder estatal.

Por todo eso es ridículo tener una “casa de la libertad” en Sucre. Ese invento de las oligarquías republicanas, como parte de la burocracia estatal republicana. Un gesto totalmente anti popular, anti indígena y anti obrero por todo lo que sucedió después de la guerra por la independencia. De hecho, los patriotas como el Tambor Vargas o Juana Azurduy de Padilla, no estuvieron en la firma por la independencia, quiénes firmaron fueron los mismos burócratas del realismo convertidos oportunistamente a las filas de la independencia.

Otra de las preguntas es sobre el Estado republicano. Un Estado anti indígena, anti obrero y anti popular por esencia. Por eso las organizaciones sociales a lo largo de la historia, tienen experiencia de organización contra el Estado precisamente. Pues teníamos que defendernos del Estado y su poder corrupto. Un Estado republicano racista, pigmentocrático, marginador absoluto de los derechos básicos del pueblo. Estado que cambió en algunos aspecto recién en el año 1952, cuando la revolución de aquel año, producto de la bronca histórica de mineros, obreros e indígenas contra ese Estado.

La otra pregunta clave es sobre la realidad de la sociedad civil. Sociedad civil que heredó castas privilegiadas y racistas desde la colonia, contra todo lo demás. Que hasta hoy no hemos podido romper esas terribles costumbres clasistas y de visiones totalmente segmentadas, totalmente al margen de las realidades de la Bolivia profunda. Si bien hemos avanzado en estos últimos años, no hemos resuelto definitivamente estos traumas históricos que por supuesto afecta en la práctica del funcionamiento institucional: burocracia estatal actual. Afecta en el funcionamiento de la globalidad de la sociedad civil.

En definitiva, tenemos enormes problemas estructurales herencia de la historia tradicional que no terminamos de enfrenarlo, de resolverlo y consensuar colectivamente. El peligro que corremos, al no enfrentarlo correctamente, es seguir desestructurados socialmente. Además, todavía peor el mayor peligro que corremos es enfrentarnos brutalmente, como en otras realidades de dimensiones parecidas. Es decir, no tenemos otras salidas que el de consensuar y ponernos de acuerdo por el bien de las generaciones jóvenes, por el bien del país y de nuestra historia. Y pues, el Bicentenario podría ser una excusa importante para reflexionar abiertamente de todos estos traumas no resueltos en nuestra historia.

Estar a la altura de estos acontecimientos es una necesidad crucial. Los líderes y políticos de todas las tendencias tienen que ponerse las pilas, tienen que escuchar a la historia desde abajo, desde donde siguen las demandas desde el nacimiento mismo de la Nación. Hay demasiada miseria y egoísmo en varios supuestos líderes, que no están a la altura de estos enormes acontecimientos estructurales. 

En los demás países que festejaron a su turno sus bicentenarios, realmente no pasó nada extraordinario. Fueron eventos otra vez tradicionales, banales, para la foto y los tontos discursos de ocasión. Hubieron también Bicentenarios paralelos, de sectores alternativos o críticos con las historias tradicionales; pero sin mucha influencia regional. Se realizaron investigaciones sobre aquellos Bicentenarios, la mayoría no están todavía a disposición para las reflexiones respectivas.

A pocos meses de estos festejos, pues nos encontramos otra vez con problemas sobre visiones políticas e ideológicas. Prueba de lo desestructurados que seguimos, que ni siquiera hemos logrado niveles de nacionalismos patrióticos. Seguimos nomás sin consensos sociales, sin capacidad de definir estrategias conjuntas que nos permitan sobrevivir como colectivo. Ya estamos en el siglo XXI; pero nuestras costumbres están estancadas en el siglo XIX. La modernidad no nos ha tocado, sino como adornos superficiales sin influir en casi nada: en lo mental y material.

Estamos a pocos meses del Bicentenario. Pocos meses que es poco tiempo para consensos mayores. Al menos que nos sirva para tomar conciencia de nuestros estructurales problemas, sin tener la capacidad de resolver desde hace siglos. Postergándolos a las calendas griegas, con excusas varias pero sobre todo con inutilidad política. Qué poco respeto hemos tenido por los patriotas guerrilleros, entre ellos Tambor Vargas, que sacrificaron sus vidas en beneficio del país profundo; sin que las generaciones posteriores hayamos hecho algo.

Estamos a pocos meses del Bicentenario, ocasión de reflexión y toma de posturas en bien de la Nación y sus distintos pueblos, que heredamos historias no entendidas y no comprendidas por la república. 

Opinión
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