Trump es un migrante del montón
Modernamente, pues las migraciones son resultado de las tragedias del sistema, que por cierto ya no son sostenibles a estas alturas del partido. Sean de cualquier ideología que sean. El sistema expulsa millones de seres humanos, que tienen que alimentar a sus hijos, o al menos ofrecer un pedazo de esperanzas a sus familias.
La madre de Trump llegó a Estados Unidos en 1930, desde Escocia, para ser una migrante más y trabajar en los Estados Unidos como millones de migrantes de todas partes del mundo. Entre los siglos XIX y XX unos 70 millones de europeos llegaron como migrantes a los Estados Unidos. Millones de ellos pobres y miserables, como vemos en las películas de mafiosos, donde bandas de italianos, irlandeses o rusos se disputan las calles vendiendo drogas y de todo por sobrevivir. Muchos de ellos por supuesto que triunfarán hasta la fama misma, como la familia del migrante Donald Trump.
La colonización en los llamados Estados Unidos, se dio por la invasión de piratas, maleantes, indeseables de las calles de Inglaterra que decidieron invadir los territorios de los indígenas norteamericanos allá en 1607. Fundaron lo que dice la historia: trece colonias. Grupos religiosos fueron los más numerosos en principio. Y en el siglo XIX consolidan la colonización inglesa, gracias a la conquista del Oeste, que fue a sangre y fuego. Quizás millones de indígenas norteamericanos fueron asesinados, esclavizados en reservas estatales, pues eran un obstáculo para el desarrollo y el progreso de los colonos blancos, sobre todo ingleses.
La historia universal nos muestra varias veces, que estos procesos coloniales fueron sobre la sangre y las masacres de los pueblos indígenas. Es decir, dichos pueblos fueron arrebatados de sus tierras en nombre de la ley de los blancos, hasta el exterminio mismo. Es decir, no hay ley universal para saldar cuentas con el pasado, para que los asaltantes coloniales devuelvan las tierras a quiénes realmente les pertenecen. Las leyes están hechas para encubrir a los más poderosos del planeta, a los grupos poderosos racistas y económicamente.
Donald Trump pertenece a ese grupo de asaltantes, llegados allende los mares con su miseria y pobreza a cuesta; pero a diferencia de los indígenas los Trump son blancos, por tanto con la ventaja de sus leyes universales coloniales. En Bolivia hay muchos ejemplos al respecto.
Lo increíble de estos tiempos caóticos, es que migrantes y asaltantes como Trump sean los cruzados en contra de las migraciones del sur de América Latina, en los Estados Unidos. Dizque desde la legalidad, dizque desde las leyes que amparan ahora a los asaltantes de los territorios indígenas. Semejantes escándalos en la historia moderna. Maleantes y asaltantes de territorios indígenas, sean los que dicten las leyes universales, para justificar lo injustificable: que hay migrantes de tercera y migrantes de primera a las tierras del norte, que pertenecen en justicia a los pueblos indígenas de los siglos XVI y XVII. En fin.
Modernamente, pues las migraciones son resultado de las tragedias del sistema, que por cierto ya no son sostenibles a estas alturas del partido. Sean de cualquier ideología que sean. El sistema expulsa millones de seres humanos, que tienen que alimentar a sus hijos, o al menos ofrecer un pedazo de esperanzas a sus familias.
Por todas partes del mundo dizque desarrollado y progresado, se están construyendo muros para que los bárbaros y salvajes de los países empobrecidos por el sistema, no pasen o crucen a las tierras del desarrollo. Trump es el abanderado de esa cruzada cristiana, en contra de los pobres y marginados del sistema. En nombre de Dios se odia a los más pobres del mundo. En nombre de Dios se justifican los más atroces actos en las fronteras de los ricos, sin que ninguna ley por supuesto salve a los más marginados del mundo.
El genocidio de Palestina también es otro acto más de la historia moderna, de aquellos asaltantes de tierras desde el siglo XVI. Entonces, pues alimentan otros odios que pueden escaparse a la lógica de la racionalidad y los consensos. Ellos mismos alimentan guerrilleros, terroristas, u otras formas de defensa contra semejantes actos de violencia histórica, donde no existe ley alguna para defenderse y hacer justicia.
El que posiblemente sea el emperador de los Estados Unidos, su excelencia Donald Trump, es descendiente de asaltantes y piratas en los territorios de los Estados Unidos, en contra de las Naciones de pueblos indígenas que fueron despojados a sangre y fuego, de sus tierras y espíritu humano. Pero que las leyes hechas para la defensa de los bucaneros y piratas, le permite expulsar y sacrificar migrantes del sur del mundo. Esa es la historia real y verdadera; que a nadie le interesa conocer, porque estos tiempos modernos son los más peligrosos, con el retorno de las mentalidades cavernarias de hace miles de años atrás.
Sin embargo, no hay muros ni cercos algunos que frenen al hambre, a la miseria, a la búsqueda de algo de dignidad en esta tierra. Aun la sangre y los inmensos sacrificios humanos, los bárbaros y salvajes siempre han cruzado todos los muros posibles a lo largo de la historia. El señor Trump puede nomás seguir botando espuma de tanto odio, al final los bárbaros tienen que comer y vivir como cualquier ser humano del mundo. Cruzarán todos los muros posibles, en estas épocas donde ya no hay valientes ni líderes, ellos son los líderes contra las injusticias modernas.