Blog de Max Raúl Murillo Mendoza

Bicentenario: sin estrategias de Estado

Al parecer el Estado seguirá nomás siendo un jugador importante en este siglo. Inventado desde la modernidad y el capitalismo por los europeos, allá en el siglo XVI. Después copiado o impuesto en sus distintos moldes y creatividades en distintos lugares del mundo. En nuestro caso, impuesto en 1825 todavía en sus cimientos de los Estados europeos, con las ideas de la ilustración expuestas por Bolívar. Ese Estado inicial, en todo caso, ya nació sin estrategias claras de sobrevivencia, de integración entre distintos y de proyecciones como país.

Estamos entendiendo como estrategias que nuestros objetivos y metas de Nación, no han sido diseñadas ni siquiera a mediano plazo. Prácticamente todo el siglo XIX ha sido un desorden, lleno de golpes de Estado entre ignorantes militares y caudillos civiles, para tener el Estado y robar todo lo necesario. En el XX cambió algo por la revolución de 1952, que permitió a Bolivia al menos entrar al siglo XX, en sentido de modernidad, nacionalización de recursos estratégicos como parte de una estrategia de desarrollo desde el Estado.

Sin embargo, seguimos siendo un país insostenible, desordenado, caótico, corrupto porque no se respeta absolutamente nada y nuestro sistema judicial es el peor de todo el mundo. Pues no hay norma ni ley alguna que se respete, desde las altas cúpulas del Estado y la sociedad. En definitiva, un país sin estrategias de Estado en absolutamente nada.

Por mucho que le pongan perfumes, los escritores del sistema, cosméticos modernos o postmodernos, el país no cuenta con instituciones sólidas, sin tradiciones sostenibles en el largo plazo.

Esa realidad ha producido un país con imaginarios de piratas, es decir de que los más fuertes (en la política y la economía) o maleantes sean los que más aprovechen las circunstancias. No los bolivianos o bolivianas con sentido de país, de patria y Nación, no los bolivianos honestos. Increíblemente, hoy como en 1825 seguimos con los mismos dilemas: Qué país queremos?

Aquí no hay diferencia alguna entre clases altas o bajas. En ambas capas sociales, nos consta, hay maleantes e ignorantes que sólo se aprovechan para sí de las distintas coyunturas. Aunque, de estas terribles circunstancias del desorden pierden siempre los más pobres y marginados. Eso también es una constatación en nuestra desordenada historia.

Necesitamos con suma urgencia, a propósito del Bicentenario, pensar por fin en estrategias de Estado. En los elementos necesarios que nos permitan articular, profesionales y de liderazgos, estrategias conjuntas no sólo para resolver la miseria y pobreza constantes, sino y sobre todo la sostenibilidad del país. Estamos conscientes, a estas alturas del partido, que no podemos más conjugar impunidad y desorden total, con básicas formas de convivencia colectiva en función de normas y leyes que se cumplan; que se respeten en el largo aliento de la sostenibilidad.

El mundo y países incluso de nuestra región, ya están en esa tarea monumental de reordenar sus Estados hacia el siglo XXI y los desafíos que eso conlleva. Nosotros nos movemos en la mediocridad total, quizás inconsciente, de la lentitud, de la burocracia tercermundista en los papeleos al infinito, del mal trato al ciudadano cotidiano, de la impunidad patrimonialista destruyendo todo tejido institucional del Estado. En definitiva, en las cavernas mentales sin siquiera considerar algo de modernidad (en sentido mental).

Pues que el Bicentenario no sea sólo la pugna entre quiénes están de acuerdo en sus festejos; y quiénes no están de acuerdo, sino en cómo dibujamos por fin un país real y para todos. Más allá de las trifulcas típicamente bolivianas, pensemos en la posibilidad de consensos sociales, para lanzarnos a unos 50 años por delante; pero sostenible y con políticas de Estado en todos los campos posibles de nuestros desafíos.

Las resistencias a los cambios siempre han devenido de grupos, desde la colonia, que no desean mover sus intereses, que no desean perder sus privilegios ganados en medio de las circunstancias de injusticias. O de grupos corporativos que no quieren Estado, sino republiquetas al margen del Estado para seguir delinquiendo. Son experiencias de estos dos siglos. En definitiva, grupos o castas al margen de la ley.

Necesitamos con urgencia un país sostenible, con estrategias de Estado, manejado por las mejores personas y mentes de nuestra Patria. Los discursos y la ideología no son suficientes para ordenar y gestionar un país. El desorden y la impunidad de la ausencia de instituciones y leyes, nos retroceden a las cavernas de la miseria y la pobreza. Condenando a las nuevas generaciones a la politiquería callejera, ignorante y brutal, donde el más maleante y pendejo se adueña de las circunstancias y las coyunturas políticas.

Ojalá el Bicentenario sea una pequeña oportunidad más, para tomar consciencia de nuevos consensos sociales, con nueva gente, y dibujar por fin un país sostenible, por fin soberano, por fin al menos con Estado moderno. Por fin con estrategias de Estado. En fin, en fin.

Opinión
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La pobreza como ingrediente político

Recuerdo bien todavía de alumno en un colegio de curas, cuando los teólogos de la Liberación allá en los años 70 y 80, romantizaban la pobreza con los argumentos de que también se era feliz. Ejemplos varios, incluso de la vida de Jesús como un hombre feliz en medio de la pobreza y la miseria. Los ambientes de la cooperación en aquellos años, tenían los mismos tufos románticos con mezcla de ideología de izquierda. Pues ser pobre era de por sí tener carnet de militancia en la felicidad, como en la lucha contra el sistema y además tener ganado el cielo de por sí.

Hay pobres para todo gusto, y para todos en la política. Porque los pobres sobran en sociedades del tercer mundo. Producto de los modelos económicos que no tienen capacidad de solución; pero que utilizan muy bien a los pobres en sus intereses sectarios. De hecho, los pobres son los que dan su propia vida en las calles, en las balaceras de los distintos gobiernos y signos ideológicos.

Lamentablemente esas visiones románticas sobre la pobreza, más que ayudar a resolver los indignos problemas de la pobreza, sólo encubren inconscientemente las terribles injusticias cotidianas del sistema, que tienen lógicas perversas y totalmente crueles.

La pobreza no es romántica. Es injusta porque es producto de un sistema concreto injusto. La privación de todos los elementales derechos, desde la comida, cotidianamente pues no tiene nada que ver con visiones románticas. Precisamente ante la ausencia de soluciones, de todos los temas estructurales para millones de habitantes, han producido revoluciones y revueltas violentas por todo el mundo. Y si el sistema no entiende de estos elementales derechos, seguiremos teniendo revoluciones y revueltas en todo el mundo.

Por lo visto, en las actuales circunstancias del mundo cuando las élites del norte siguen ciegas ante estos temas, simplemente están sembrando otros procesos sociales violentos. Los ricos, que son productos anti éticos desde siempre, no están comprendiendo las dimensiones de la vida humana. Esa ceguera es también parte de la violencia del sistema en contra de los pobres y marginados.

Volviendo allá a los años 70 y 80, teníamos la mezcla ideológica de que la revolución estaba a la vuelta de la esquina, y que las condiciones subjetivas estaban siempre en favor de los pobres. Simplemente había que esperar el momento adecuado e ideal. El telón de fondo: la romantización de la pobreza. Para entrar al cielo mejor era ser pobre. Para hacer la revolución mejor era ser pobre, de por sí estaba la presencia de la consciencia revolucionaria.

Los años y la experiencia no han sido muy benignas con el mundo pobre. Si bien hemos tenido avances interesantes, no se han resuelto de manera estructural nuestros problemas económicos. Las políticas de moda, desde las modas ideológicas no son sostenibles. Son parches momentáneos que sólo dan un respiro de algunos años; pero las raíces de la pobreza siguen nomás presentes.

La pobreza es ausencia total de oportunidades. Desde las estructurales como son vivienda, educación, salud y trabajo, hasta las cotidianas en la alimentación, recreación y posibilidades de soñar en una vida mejor. Esa mezcla compleja de todas las ausencias, moldea una manera de ver la vida en millones de seres humanos. Seres humanos al margen de toda posibilidad de ser parte de los sueños de una Nación, de un colectivo o de una comunidad.

No creo que se pueda ser feliz en medio de semejantes carencias. Indignas carencias que pueden ser resueltas, considerando las capacidades de los gobernantes, su formación ética, y su consciencia real de la situación social. Ya sabemos que los discursos no son reales, sino instrumentos de encubrimiento de las mentiras y engaños políticos.

Las fiestas y el folklor son maneras de disimular tragedias cotidianas, cuando las necesidades estructurales no están resueltas. Son momentos de oasis interesantes nada más. A pesar de su magnificencia y belleza, desde lo estético, las fiestas son desahogos momentáneos ante la pobreza y la miseria generalizada.

Es también cierto que la pobreza contempla ingredientes colaterales preocupantes. La ignorancia, la delincuencia, la ausencia de valores básicos, y por supuesto la violencia como potencialidad en la sociedad. Circunstancias terribles que pueden desencadenar reacciones incontrolables, de factores totalitarios como la policía o sectores reaccionarios de capas sociales pudientes.

En suma, la pobreza y miseria no son para nada situaciones románticas. Errores de percepción que se propagaron en las iglesias, sean católicas o no, allá en los años 70 y 80. Como en sectores de la izquierda boliviana incrustada en la cooperación internacional.

En suma, la pobreza y miseria de nuestro país: mental y económica, debería alertarnos con más rigurosidad para pensar y repensar soluciones sostenibles, reales, posibles en el tiempo, para construir un país más justo. Donde en la medida de lo posible, todos tengamos oportunidades para desarrollar nuestros espíritus de crear, de soñar y de aportar a los demás más riqueza material. Porque la pobreza no es una situación romántica, sino todo lo contrario.

Opinión
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Bolivia ante el nuevo escenario mundial

Ante la poca visión estratégica de la derecha y la izquierda, porque son hermanos gemelos en el fondo, tenemos que remontarnos a quiénes sí piensan el país desde nuestros propios intereses: el cuidar nuestros recursos naturales, desde la fortaleza de sus recursos humanos hoy totalmente abandonados y descuidados por nuestras instituciones. Vivimos momentos cruciales y probablemente de profundas restauraciones imperiales señoriales, que nos pilla en momentos totalmente sin estrategias de defensa o sobrevivencia.

No hay tiempo para lamentos o seudo análisis de coyunturas trasnochadas, que algunos pensantes de la izquierda oligárquica están haciendo. Siempre en sus sueños tontos (desde sus comodidades burocráticas) de que vendrán tiempos mejores. Sucede que los tiempos ya nos han superado y pisado, sin que estos trasnochados hayan hecho algo por el pueblo y las masas.

Sólo nos queda, en las bases, seguir fortaleciendo nuestras organizaciones, que son la garantía ante todos los tiempos de la historia, sean estos buenos y malos. Esa es la experiencia que nos queda ante los engaños y burocracias oportunistas de siempre. Sabemos que al final la vida depende de nosotros mismos, desde hace siglos.

Los poderes mundiales se están reorganizando para contra atacar. Quieren desmontar toda posibilidad de pensar distinto, de luchar por la justicia social y los derechos humanos más básicos. Las oligarquías del norte no están disimulando en esas tropelías, lo están afirmando en todos los medios de comunicación. Pues, como en otros tiempos oscuros requerimos estar atentos y con nuestras organizaciones en pie de defensa.

Mientras los poderes del norte se ponen de acuerdo en sus intereses globales, en Bolivia nos encontramos en guerras intestinas, cavernarias, sectarias, caudillistas, ignorantes totalmente respecto de nuestros propios intereses. Demostrando abiertamente nuestras pobrezas mentales, espirituales y dirigenciales. Somos nomás como nos dicen desde los centros del poder: periferia de la periferia tercermundista.

Pero tenemos la urgente necesidad, al menos desde los instintos de sobrevivencia, de pensar nuestros destinos colectivos. Seguimos en los desafíos de hacer mejor la vida de los bolivianos, que seguimos sin oportunidades laborales, sin oportunidades de negocios dignos, sólo estamos con negocios de pobreza y sobrevivencia económica, llamada informalidad.

Vivimos de fracasos en fracasos, los pobres y los marginados son lo más constante en nuestra historia. Si algo se avanza gracias a los pobres de nuestra sociedad, retrocedemos con más fuerza por la inconsciencia de los dirigentes. No podemos seguir con ese ritmo impune de no avanzar y seguir siendo el furgón de cola de todos los países del mundo.

Ya es tonto y estúpido echar la culpa de nuestros errores internos al imperio. Aquellos que están en esas visiones escolares y de manual universitario del siglo XX, son los más peligrosos para el país. Si bien los temas externos son importantes, y siempre lo serán, nuestros problemas internos son lo más importante. No podemos articular hasta estos tiempos, estrategias de Estado realmente propias, genuinas, bolivianas. Dependemos de los vientos que soplan en el exterior, como si eso fuera el sentido de nuestra existencia. El sentido de nuestra existencia somos nosotros mismos.

Las excusas tontas de que todos los males se deben al imperio, son excusas de inutilidad y falta de capacidad de nuestras propias fuerzas. Lo que nos enseña la experiencia de estos últimos años, es que tenemos que depender de lo mejor de nuestros recursos humanos. Los que no tienen formación técnica o profesional, simplemente no tienen idea de los complejos temas de gestión en nuestras instituciones. Y pues los resultados que tenemos en general son catastróficos, corruptos, y destructivos de nuestras instituciones.

El azar, la magia, el cobijarse en colectivos sindicales no son suficientes cuando se trata de gestiones complejas institucionales. Eso requiere de tratamientos científicos, profesionales y demasiado responsables: ética y técnicamente. Requiere del trabajo en equipo de gente altamente entrenada, con capacidades extremas de manejos en gestiones de Estado o gestiones privadas. Para nada es suficiente sólo el discurso revolucionario o comprometido, cuando de gestiones se trata, cuando de manejos de la economía de todos se trata.

En definitiva, mirar el país profundo tiene que ver con mirar inclusivamente a todas las clases sociales, como a todas las naciones que habitamos este territorio. Pero desde la mirada de inclusión económica, no sólo discursiva y politiquera. Porque no podemos romantizar la pobreza, como hacen ciertos sectores acomodados o burocráticos del Estado. La pobreza es mala en sí misma, y cruel en la sobrevivencia cotidiana.

En definitiva, los actuales acontecimientos mundiales nos encuentran en una situación preocupante por lo menos. Sin definiciones estratégicas, sin miradas coherentes para los desafíos mundiales. Sin equipos bolivianos de alta competencia en todos los campos posibles, necesarios para cuidar nuestros intereses. Somos campeones para pelearnos y hundirnos entre nosotros mismos, en el mundo de la inmunda burocracia tercermundista.

Los nuevos escenarios de la coyuntura mundial, serán un examen más para la sobrevivencia de nuestro país. Que por ahora sigue siendo de sobrevivencia pobre y miserable, periférica y sin posibilidades de expresarnos desde lo económico o político. Veremos si lo más patriótico sale a relucir estos años, porque necesitamos con urgencia ordenar nuestra patria, nuestra nación por el bien de todos, y de las generaciones venideras.

Opinión
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El emperador Trump inicia el declive del imperio

Toda la parafernalia y propaganda mundial de los medios de incomunicación, muestran al emperador como el salvador del sistema. Ni el derrumbe del muro de Berlín ha sido tan sonado y preocupante para el mundo. El retroceso del mundo es evidente, en derechos humanos, en derechos sociales, en conquistas mundiales de solidaridad y reciprocidad internacional. Definitivamente son momentos de retroceso en todo el sentido de la expresión.

Avances de la ultraderecha por todas partes, como resultados de profundos errores económicos, éticos y morales de las llamadas izquierdas. Sean éstas liberales o radicales. Hoy estamos nomás en coyunturas de restauración colonial y señorial, la política simplemente es un instrumento al servicio de lo señorial colonial.

Su majestad Donald Trump quiere un retorno al pasado, mentalidad incluida. Por él sería incluso prudente regresar al esclavismo. Pero hay cosas que no podrá, aun su enorme poder militar y económico. El mundo ha cambiado estos últimos treinta años, con poderes que han crecido poniendo un equilibrio al poder unipolar. China, India, Brasil y otros países tienen el poder de influir en las últimas decisiones mundiales.

Por lo que vemos serán nomás años de tremendos problemas mundiales. Este retroceso afectará sobre todo, como siempre, a los más pobres del mundo. Eso supone, por otro lado, el fortalecimiento de radicalismos ideológicos, pues son excusas para los otros extremos. De todo eso el mundo tiene sobrada experiencia.

Decíamos que el mundo ha cambiado. Por lo que a su majestad Trump no le será tan fácil domesticar al mundo, arrodillarlo para favorecer a sus huestes norteamericanas. Intentará, como lo está haciendo, meter miedo por todo el mundo. Al parecer lo ha logrado con algunas regiones, como Europa, que son dóciles y sirvientes de esas políticas norteamericanas. Los chantajes están en la mesa y veremos hasta dónde aguantan los señoriales de Europa.

La historia nos ha enseñado que la resistencia a estas locuras, tienen sus secretos que se deben fortalecer. Organizarnos, estudiar muy bien los fenómenos políticos e ideológicos, ser constantes en la organización y fortalecimiento de las movilizaciones. Sin esas condiciones subjetivas simplemente seremos derrotados por la actual restauración señorial colonial.

Las cualidades de los pueblos dependen de sus propias raíces culturales, sociales y políticas colectivas, para contrarrestar arremetidas poderosas y despiadadas. Hoy las oligarquías financieras y tecnológicas tienen herramientas de domesticación muy poderosas: medios de incomunicación, redes sociales, y demás posibilidades robóticas que están a su disposición y están utilizando para sus fines bestiales del mercado total.

Lamentablemente en Bolivia no estamos en condiciones subjetivas positivas, para contrarrestas esta restauración mundial. Estamos fracturados y divididos por todos lados, por lo que posiblemente seamos una presa muy fácil para los sirvientes de la restauración imperial. Para los imitadores baratos y payasos de los Milei o los Trump, que por supuesto aprovecharán con todo esta coyuntura a su favor.

En las estrategias de resistencia, acudamos a fortalecer nuestras experiencias pasadas; pero con ganancias precisamente de la experiencia. Que sea también una excusa para la crítica interna, esa que en serio nos permita corregir los terribles errores cometidos en estos años. Errores que han sido sumatoria mundial para todo lo que está sucediendo hoy en día. Consideremos que esta tragedia sólo golpea a los más hambrientos, a los marginados de siempre de las historias de nuestros países.

Si algo aprendemos, como pueblos y colectivos, de la experiencia y la historia pues debilitaremos al imperio y sus portadores. Así, será el declive por fin de los imperiales para dar lugar a un mundo algo más humano, algo más democrático y justo. Los pueblos considerados bárbaros y salvajes, por quiénes están allá en los salones del poder imperial, seremos dueños de nuestros destinos si es que aprendemos de nuestras derrotas. Y no habrá muro alguno para detener el curso de la historia por la conquista de la justicia.

Cierto que muchos dirigentes del llamado tercer mundo no están a la altura de las circunstancias. Eso lo vemos en nuestro propio país. Miopes y torpes, hasta insolentes y estúpidos, ni siquiera conocen lo que sucede más allá de sus narices. Esa torpeza destructiva sólo nos debilita como país y nación, frente a corrientes poderosas que tienen todo a su favor.

La resurrección de los imperios, de sus reyes impunes, de oligarquías tecnológicas con capacidades de dominio impresionantes, son los desafíos que tenemos que afrontar como pueblos y naciones. Aquellos imperios del siglo XVI o XIX, son una caricatura frente a los que hoy levantan cabeza, gracias a artefactos sofisticados como las armas de destrucción masiva, que tienen como telón de fondo a todas las ciencias de punta que sólo ellos manejan sus secretos. Ese es el grado de peligrosidad de los imperios actuales, que asumen reinados ante los fracasos de los demás sistemas políticos.

Sólo nuestras organizaciones de base, sociales y colectivas, si es que toman consciencia de estas nuevas coyunturas, nos permitirán resistir como Naciones y Nación. Eso es dotarnos de las mejores estrategias de Estado para defender lo nuestro, con los mejores profesionales, técnicos y totalmente conscientes de las situaciones actuales. Lo contrario, pues continuaremos nomás de pobres, miserables, tercermundistas y capos para bloquearnos entre nosotros mismos. En fin.

                                                                                       La Paz, 21 de enero de 2025

 

 

 

Opinión
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¿Educación o mano dura?

Cotidianamente, en nuestras calles de nuestras ciudades, es muy común lamentablemente ver actitudes ignorantes y violentas de todas las clases sociales. Por ejemplo todos se pasan la luz roja de los semáforos, pues el peatón en Bolivia es ilusión óptica. Si reclamas te gritan y te insultan. Me consta muchas veces ver a las clases altas y sus lindos autos, infringir la ley todos los días. También a las clases populares. Somos el reino de la ignorancia y el desprecio a las normas y los valores universales.

Y no es problema de títulos universitarios, pues cuantos más titulados más ignorantes hay. De los abogados es el ejemplo más claro: no hay justicia en Bolivia. Así sucesivamente. Es decir, no hay ejemplos de bien en Bolivia. Desde las altas autoridades, hasta el último pinche ciudadano todos nos saltamos las normas y las leyes como si eso fuera normal.

Los ejemplos en Bolivia son los más maleantes, los más pendejos, precisamente aquellos que se saltan las normas y los valores humanos. Esos son los mejores dirigentes, los mejores líderes y los mejores escritores incluso. Al parecer Bolivia no es país para los justos, para los correctos, para quienes quieren que se respeten la ley y las normas. Las lógicas institucionales se han volcado a favorecer a los más maleantes de la sociedad.

En América Latina hay ejemplos, como en El Salvador, donde el presidente Bukele ha logrado ordenar su país; pero a costa de la fuerza bruta: policía y ejército. Es cierto que ha reducido considerablemente la delincuencia. Como es cierto que el negocio del turismo se ha restablecido. En el mundo hay ejemplo donde la pena de muerte ha frenado en algo la corrupción y la delincuencia, por ejemplo en China o Singapur. En Bolivia quizás sea hora de balancear también ese tipo de medidas.

Sin embargo, tenemos que apostar por los procesos educativos de alto nivel, o de alta calidad. De eso sí hay ejemplos por todo el mundo, donde los resultados han sido más satisfactorios, sean en países ricos o pobres. Apostar por los procesos donde los tejidos sociales, sean parte de las soluciones es  más productivo como colectivo. De hecho lo educativo tiene mucho que ver con los tejidos sociales.

Pero nuestros sistemas educativos tampoco están bien. Con excepciones, en general nuestros procesos educativos rayan con la inmensa mediocridad. De competitividad es imposible hablar, simplemente no somos competitivos educativamente. Es una materia pendiente lograr sistemas educativos competitivos, sean estos rurales o urbanos.

Tomar consciencia que estamos en coyunturas destructivas, políticamente también, ya sería un buen avance. Desde nuestros barrios, donde se respira ese ambiente insano y corrupto de desánimo generalizado, sin certidumbre sobre nuestro presente y futuro, además donde todos nos saltamos las normas y las leyes, todos los días, para seguir destruyendo nuestros propios tejidos sociales. Y soñar pues no cuesta nada para cambiar estas terribles realidades. Tenemos que actuar, no sólo soñar. Tenemos que ser capaces de partir de algún lugar, para frenar esta hecatombe mental del desánimo generalizado, donde los maleantes, ignorantes y pendejos hacen de las suyas para delinquir en instituciones, en barrios, en las calles, en la sociedad cotidiana sin que nadie haga algo al respecto.

Estamos en el año del Bicentenario. Como nos sucede casi siempre, nos gusta desahogarnos en temas grandilocuentes, porque pensar en el desastre de lo cotidiano donde nos encontramos nos pone mal. Nos pone sin certezas ni futuro posible. Nos lleva al desánimo generalizado y realista.

La razón mínima, el raciocinio básico nos exige que tenemos que resolver nuestros problemas, desde los ámbitos más pequeños, hasta los más grandes y complejos. Que no podemos depender siempre del engaño y embuste de los ignorantes, o gente que realmente no sirve para la conducción de la sociedad. Porque simplemente es dañino y peligroso para todos.

Es que los bolivianos también estamos buscando mano dura o algún dictador para resolver nuestros problemas? Que el terrible desorden cotidiano, la ausencia de liderazgos sanos éticamente en la sociedad, la ausencia de valores y sentido común, nos está llevando a solicitar algún dictador violento? Espero realmente que no. La sensatez tiene que conducirnos a tomar caminos más de consensos colectivos, es decir democráticos. Aun eso sea aprovechado por los más maleantes, pendejos y destructivos.

Apostar hoy por hoy, por gente sana y democrática es casi un sueño. Los hay por supuesto. Pero en la contaminación brutal de lo corrupto, politiquero, insano, lleno de maleantes y pendejos por todos lados, pues en muy complicado ejercer valores en el ambiente actual. Y no sólo es en Bolivia, sino por todo el mundo.

En todo caso es mejor y más humano desde los valores supremos del servicio, del bien común, de la patria profunda, apostar desde las personas que sean patriotas y dispuestas a las actitudes democráticas de construcción colectiva. A pesar de que eso es cuesta arriba y muchas veces muy lento en los cambios profundos. Pero vale la pena, porque eso es utopía profunda. A pesar de la fuerza de lo maleante, corrupto, ignorante y urgencia de lo politiquero pendejo.

Opinión
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Tiempos turbulentos y sin certeza alguna

 Sería tonto no reconocer que el mundo está atravesando momentos de crisis profunda. No sólo en los países pobres se cuecen habas, también en los países ricos pues aquellas democracias que se suponían el ejemplo de institucionalidad, simplemente están haciendo aguas. Sus poblaciones cansadas de promesas no cumplidas, están dando giros nunca antes pensados. Buscando respuestas incluso en personajes funestos; que no responden a la política tradicional sino al desorden actual.

En Bolivia también sufrimos de esos efectos de los desgastes de la política tradicional. Izquierda y derecha, dos conceptos desgastados y nada rebobinados siguen siendo el telón de fondo de la politiquería en nuestro país. En temas de gestión no tenemos ejemplos interesantes, ni siquiera en pequeña escala, pues la burocracia está repleta de ignorantes o aprendices de brujo en los discursos obsoletos y cargados de pasiones que ya no corresponden a estos tiempos exigentes y turbulentos.

Terminamos un año turbulento. Los resultados de todo eso lo reciben los más pobres, como siempre, aquellos que nada tienen que ver con las tontas discusiones de cocina de la politiquería actual. Los millones de pobres, las nuevas generaciones que ven cómo se destruyen las lógicas de consensos, asistiendo a escenarios convulsos donde el ejemplo es la brutalidad de la fuerza callejera, siempre a nombre de supuestos “emblemas democráticos”.

Son tiempos en donde la tarea más importante, por todo el mundo, será la de cuidar y resguardar las conquistas sociales y los derechos sociales de los tejidos sociales. Conquistas que en muchos casos significaron sangre y luto en las sociedades, como en nuestro país.  Pero que lamentablemente se está descargando toda la crisis, otra vez, en las espaldas de los más pobres, de los jóvenes que no tienen ninguna organización que les proteja contra el avasallamiento de los sueldos bajos. Los discursos de los burócratas sobran, se lucen en su ignorancia y soberbia frente a los terribles hechos.

Son tiempos de ausencia de crítica. Porque la bulla y la brutalidad han reemplazado a las ideas y los consensos democráticos. En todas las ideologías no existe la crítica. Sólo el desborde de la brutalidad, como norma de imposición. La crítica como posibilidad de pensamiento y creación está ausente. Por eso la ausencia de ideas, de nuevas reflexiones intelectuales desde las llamadas trincheras políticas; como desde los escritorios de los intelectuales que hoy por hoy no existen.

Son tiempos de apasionamientos de posiciones totalmente superadas por la historia. Apasionamientos sin fundamentos y correlatos teóricos. Inercias de la mediocridad, como forma y estilo de funcionamiento político. En definitiva, lo irracional ha ocupado con creces los espacios de consensos y formas o maneras de hacer política en bien de la sociedad.

En estos tiempos turbulentos y mezquinos, no tenemos intercambios de propuestas, de ideas, de creaciones para mejorar la calidad de vida de los bolivianos. Sino creencias ciegas de ser los mejores del campeonato, cuando las exigencias de la realidad son precisamente la urgencia de nuevas propuestas, de nuevas ideas y consensos sociales para mejorar la vida de todos los bolivianos.

Requerimos con urgencia organizar reglas de juego claras, tanto en la justicia como en la economía. Reglas que nunca hemos tenido con transparencia y nitidez, para todo tipo de convivencia en la sociedad. Sin reglas claras jamás seremos una sociedad viable y en competencia real, donde los mejores y los  más trabajadores sean los abanderados de la sociedad. Sin reglas claras jamás avanzaremos colectivamente, cuidando nuestro patrimonio ecológico y entorno natural en beneficio de todos los habitantes de la sociedad.

No podemos seguir con el cuento viejo y engañoso, de que no se puede mejorar porque los imperios nos joden desde el nacimiento. Pues si seguimos con total ausencia de estrategias de país, ciertamente nos seguiremos tragando esos cuentos de ultratumba que sólo profundizan las fracturas sociales del país. Y benefician a los más  mediocres e ignorantes de nuestra sociedad.

Podemos estar mejor de lo que estamos, si es que dejamos de una buena vez esos esquemas de la  guerra fría que ya no existen. Podemos estar mejor si aprendemos de los fracasos, de los terribles fracasos que golpean nuestra autoestima y libertad total de todos los habitantes de este bello país. Sin libertad ciertamente no hay ideas, no hay propuestas o sueños de país que empujen nuestras utopías.

Es un derecho colectivo tener certezas. La ceguera y el engaño colectivo sólo destruye las posibilidades de crear sueños, sean estos económicos, intelectuales, artísticos, científicos o sociales. Sin certezas somos nomás nómadas sin destino, en una sociedad fallida que peligrosamente se hunde en el fango de la oscuridad, en el fango de la corrupción que es el sello del fracaso colectivo más terrible.

Pero soñemos en que podemos salir de este deterioro politiquero. Soñemos en nuestras propias fuerzas, porque al final no nos queda otra salida: por sobrevivencia o por ser nosotros mismos. 

Opinión
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El niño Jesús es palestino

NACIÓ EL NIÑO JESÚS, EN MEDIO DE CAMPESINOS Y OBREROS CARPINTEROS, COMO MENSAJE DE PAZ Y ESPERANZA HACIA LOS MÁS POBRES DEL MUNDO. NACIÓ EN PALESTINA, LUGAR DONDE SE MATA Y MUEREN OTROS NIÑOS, POR EL EGOISMO HUMANO Y LA INDIFERENCIA DEL MUNDO.

EL NIÑO JESÚS, A PESAR DE TANTO CASTIGO INJUSTO EN SU PATRIA, QUE NOS TRAIGA PAZ,  AMISTAD,  ESPERANZA, BONDAD, HUMILDAD A TODAS LAS NACIONES DEL MUNDO, Y QUE ILUMINE LOS CORAZONES DE LOS PODEROSOS, QUE SÓLO VEN CODICIA Y ODIO. AMEN

FELICES FIESTA NAVIDEÑAS,

Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO,

 

Opinión
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Sobre migraciones y bárbaros

Dicen las leyendas de la historia, que las invasiones de bárbaros se producían desde siempre por razones distintas. Pero siempre está la cuestión económica detrás de esos acontecimientos. Distintos pueblos bárbaros, desde los cuentos de griegos o persas que se consideraban civilizados y superiores frente a otros pueblos distintos, llamados bárbaros o incivilizados y salvajes, invadieron los imperios e incluso los destruyeron como en el caso del imperio romano. Por tanto, seguimos nomás con esas leyendas desde tiempos inmemoriales si es que los imperios modernos, o los que se consideran civilizados como los europeos, no cambian de rumbo frente a otros pueblos distintos.

El nuevo emperador elegido democráticamente, de apellido Trump, dice que expulsará millones de bárbaros de su territorio. Sucede que los bárbaros son la mayoría del mundo, y no se rendirán así nomás ante ningún emperador si es que no cambian las reglas de juego de este mundo. Mientras el hambre y la miseria de miles de millones de humanos, no es resuelta pues ni siquiera todo el poder del ejército norteamericano, podrá con los bárbaros del mundo. Han caído imperios a lo largo de la historia, por las invasiones bárbaras.

Los civilizados no tienen moral y ética alguna para expulsar bárbaros. Ellos son los que destruyeron el mundo, por lo menos desde lo que llamamos era moderna. La era moderna fue la historia de las conquistas, de las destrucciones de otras civilizaciones totalmente desconocidas frente a los ojos de los civilizados occidentales. La era moderna consistió en la construcción del capitalismo, que sólo produce miseria y pobreza. Que solo produce ricos obscenos y anti éticos como Musk, porque el modelo permite esas desigualdades realmente anti humanas. Cierto que el socialismo, que es creación también de occidente, tampoco cambió sustancialmente esta dura realidad mundial.

Lo interesante de estas historias es que son paradójicas. Cuando occidente sufrió miseria y pobreza, millones de esos civilizados abandonaron sus tierras para llegar a otros confines de la tierra. Invadieron otras civilizaciones. A Bolivia llegaron europeos, croatas, árabes, judíos y otros anglos. Hicieron riqueza por estas tierras. Fueron y son parte de las oligarquías racistas de este país. Jamás se les expulsó ni mucho menos. Por supuesto que su memoria es corta, ya no se acuerdan que llegaron pobres y miserables antes de ser ricos y oligarcas. De esos apellidos hay muchos en la historia de Bolivia.

Hoy, estos llegados a Bolivia hace mucho tiempo como los judíos, tienen el lujo de ser parte del dominio del mundo; pero prefieren cerrar los ojos ante las migraciones de los nuevos bárbaros del mundo. La  historia de la hipocresía y la impostura de los civilizados son normales, pues el modelo les favorece en la era moderna. Las patentes de la historia de la colonialidad les favorecen.

Sin embargo, la historia no se detiene por decretos u odios diplomáticos. Aun la sangre y el sufrimiento de los miserables y pobres, de todos los tiempos, no se detendrán en esa búsqueda legítima de dignidad y Vivir Bien en este planeta. Ya vemos por la noticias de todos los días, que millones de bárbaros cruzan fronteras en todas partes del norte de este mundo, buscando algo de pan y dignidad para sus familias. Miles mueren de manera indigna, en épocas donde supuestamente el mundo ha conseguido el bienestar económico y el desarrollo sin parangón. Millones de familias arriesgan todo por esos retos, sabiendo de los riesgos terribles e injustos.

El norte desarrollado y con las patentes del modelo a su favor, no tiene idea alguna de su propia historia. No sabe que las fuerzas de los bárbaros, con el hambre y la miseria a cuestas no se rinden ante nada. La muerte es sólo un paso necesario. Mientras los burócratas de las oficinas lujosas teoricen cómo frenar a los bárbaros, millones de ellos ya estarán en esos patios de la riqueza, exigiendo derechos legítimos por las injusticias del modelo.

Pero el norte del mundo,  prefiere gastar el dinero en armas y muerte. En esos negocios turbios de la muerte. Miles de millones de dólares para comprar artefactos de guerra, eso sí, bárbaros en serio porque es el reflejo de la mentalidad y la manera de ver este mundo: como en las cavernas de hace miles de años atrás. 

Los bárbaros modernos, obra del modelo de la era moderna en manos de los civilizados, no tienen nada que perder. Ya han perdido todo. Nada les detendrá para ir a donde haya algo de pan y algo de sostenibilidad económica. Como lo hicieron los civilizados hace muchos años, cuando el hambre y la miseria era parte de su desarrollo, y tuvieron que partir a buscar mejores derroteros por todo el mundo.

Los bárbaros modernos son también los nuevos migrantes, que llevan otras maneras de ver el mundo y otras maneras de vivir para complementar a las otras maneras de ver el mundo. Esa es la experiencia de las historias modernas. Los emperadores no tienen idea alguna de estas lógicas humanas, sólo ven los bolsillos de pocos emperadores y burócratas de los emperadores.

Opinión
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Neoconservadores de izquierda y derecha

Está otra vez de moda el término Neoconservador, es decir aquellos “demócratas” del norte que son partidarios del intervencionismo y odio al comunismo o socialismo. Trump y su banda de anglosajones neos, representan a los neoconservadores que por supuesto intentarán reordenar el mundo a su imagen y semejanza. Gentes que además no comparten con los avances y las conquistas sociales, por ejemplo con los movimientos LGTB. En extremo, muchos de sus componentes son radicales de extrema derecha.

Lo interesante de ese fenómeno es que las coincidencias de posiciones extremas, también se dan en filas de la izquierda. Donde personas a nombre de la revolución o el pueblo, pues son tan neoconservadores con sus posiciones burócratas, caudillistas, con absoluta ausencia de ideas y terriblemente contrarios a los cambios y avances del mundo. Con sus posiciones dictatoriales incluso con sus mismos compañeros. Precisamente por estas posiciones retrógradas de izquierda, los neoconservadores de derecha han realizado avances por todo el mundo.

El mundo y su historia ya nos ha asombrado con creces, con personajes como Stalin o Pol Pot, entre otros varios, que realmente se lucieron con sus cárceles para intelectuales, pensadores, científicos y personas comprometidas con las revoluciones; personas críticas y valientes respecto a errores o desvíos brutales a nombre de la revolución. Pues de todo eso ya se ha escrito y reflexionado por todo el mundo. Sin embargo, otra vez realmente no aprendemos nada de los signos de la historia.

La crítica es por todos lados, la palabra que da miedo. O que produce que las élites de izquierda se asusten ante el sentido común de las ideas. Porque donde hay miedo, hay dictadura. Y eso simplemente es contrario a las ideas, a los debates, a la intelectualidad, o contrario a la crítica de las bases. Sin crítica, como nos ha mostrado la historia, simplemente se inician procesos dictatoriales que justifican absolutamente todo. Incluso la muerte.

La decadencia de occidente (de izquierda y derecha) tiene que ver precisamente con la agonía de la crítica. Sus diplomáticos ahora son mediocres políticos, que sólo aportan con el montón y la bulla. Con la brutalidad como argumento político. Occidente ha abandonado a sus críticos, a sus intelectuales y herejes que eran la base más importante de sus avances sociales, económicos y científicos. Dando lugar a tecnócratas y burócratas pragmáticos, que sólo son soldados de la mediocridad política.

Los peligros que acechan el mundo hoy tienen que ver con los enormes avances tecnológicos, científicos y de información al respecto. Porque estos impresionantes avances de las ciencias, se encuentran en manos de peligrosos políticos, ignorantes y bárbaros modernos que pues nada les interesa de los consensos, de la democracia o los acuerdos. Tienen en sus manos artefactos e instrumentos para imponer totalitariamente su “democracia” moderna. Es decir, a sangre y fuego.

Pero las utopías deben continuar. El sueño de hacer de este mundo un paraíso tiene que seguir, aun eso cueste siglos de espera y paciencia. En estos territorios sabemos de esas historias, desde nuestros ancestros que han iniciado sus propias batallas por la vida y la dignidad. Pues esas batallas no han sido en vano. Son las raíces que debemos continuar, a pesar que muchas veces como estos tiempos oscuros y violentos, son percances de sangre y miseria. Son enormes obstáculos que nublan las esperanzas y los sueños. Las utopías para por fin morar bien en este planeta deben seguir. De hecho hay esfuerzos por todo el mundo, sacrificios contra estos tiempos neoconservadores, retrógrados e injustos. 

Mientras haya hambrientos, mujeres con sus niños en nuestras calles, mientras haya élites neos de izquierda o derecha que traicionan a las bases, y los utilizan en sus propios fines, siempre habrá razones para buscar cambios y revoluciones. Siempre habrá utopías que construir para hacer de este mundo más digno y justo. 

La primera crítica debería ser la inmensa miseria que tenemos en nuestras calles. Suficiente crítica de la realidad para hacer algo más profundo. Pero los neos prefieren los lindos discursos de revolución o cambios liberales. Qué les puede importar de la terrible realidad, donde la falta de trabajo y ausencia de leyes que protejan a los jóvenes, hacen que la sociedad sea de capitalismo salvaje y brutal. Ese analfabetismo funcional y ausencia de conocimientos científicos, es lo más corrupto que les nubla el ser mismo, para encubrirse por los discursos y lindas palabras de esperanzas vacías.

Esa decadencia occidental (de izquierda y derecha) ciertamente afecta en el conjunto de la sociedad. Afecta sobre todo en los más pobres. En los desheredados de siempre, y abandonados por todas las élites neos. Esa decadencia es también una oportunidad para otras posibilidades y culturas en el mundo. Pero, como en nuestro caso, todavía están embelesados por el sistema y sus lucecitas brillantes: farras, fiestas, inconsciencia total sobre los acontecimientos reales, miseria, pobreza mental y física. Por supuesto ausencia de ideas y propuestas nuevas para el mundo de hoy.

Sin embargo, las utopías deben seguir a pesar de los tiempos neos y violentos. Las nuevas generaciones tienen que construir sus propios derroteros y utopías, para sus tiempos y coyunturas actuales. Lo contrario, pues, los cavernarios armamentistas y trogloditas políticos, que tienen en sus manos artefactos como las bombas atómicas, simplemente destruirán nuestro planeta. En Bolivia, los neos criollos, destruirán la herencia de nuestros ancestros que iniciaron estas batallas hace muchos siglos.

Opinión
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Escuela de cuadros políticos

En mi época universitaria a mediados de los años ochenta, en plena crisis de la UDP, existían escuelas de cuadros políticos para generar disciplina partidaria y, sobre todo, consciencia revolucionaria. Precisamente en ambientes de la UMSA, los troskistas y comunistas se esmeraban en reclutar gente para conformar sus escuelas de cuadros. Al respecto, los troskos eran impresionantes por sus exigencias a sus cuadros. Sus exámenes finales eran discursos en la calle, en medio de la población, para entrenar sus recursos discursivos y de consciencia revolucionaria.

Filemón Escobar, uno de los grandes de los dirigentes mineros, nos comentaba en aula que en sus épocas de joven, allá por Catavi y Siglo XX, leían marxismo todos los días en el sindicato. Tenían que estar parados, pues después de 10 horas en la explotación del trabajo los compañeros se dormían en los cursos de política. Por tanto, por disciplina tenían que estar parados analizando los textos marxistas y sindicales. Proezas importantes de las escuelas de cuadros, que hoy no existen ni por asomo.

Los caudillos no necesitan escuelas de cuadros. Porque son dioses de por sí y sólo necesitan ovejas que les sigan, que les digan sí a todo y que les adoren además. En parte eso refleja la política en estas coyunturas complejas. Desde la caída del muro de Berlín y la muerte de los socialismos reales, también se murieron las escuelas de cuadros por todo el mundo. Esa profunda crisis de los socialismos reales, cundió el pánico y ciertamente bajaron sus recursos para formar cuadros políticos. En Bolivia también pasó eso.

En estos años de peleas partidarias, se nota esa ausencia de formación política e ideológica. Se pensó llenar por el azar de las pasiones. Eso sólo llevó a la política boliviana a la devaluación total de las ideas, de la intelectualidad, de los debates y los insumos políticos de calidad. Y vemos, por ejemplo, en el parlamento no existen debates hace muchos años, sino trifulcas cavernarias y peleas boxísticas ante la ausencia de ideas y política real, es decir de debates de ideas y posiciones ideológicas como políticas.

El griterío y la brutalidad han reemplazado sin duda alguna a los debates, a los intercambios de posiciones políticas y partidarias. Las amenazas con abogansters y amenazas de juicios o procesos judiciales han reemplazado a las ideas políticas. Es nomás un tiempo realmente mediocre y analfabeto respecto de documentos políticos, o al menos pasquines coyunturales de ideas políticas.

Es verdad que las escuelas de cuadros, de las épocas de la guerra fría, fueron importantes espacios donde se debatían y se tomaban posturas políticas importantes. Se formaban realmente cuadros dirigenciales de alto valor político. Eso lo hemos vivido quiénes fuimos testigos en aquellos años de la guerra fría. Gran parte de los dirigentes del proletariado minero, han sido resultados de esos esfuerzos partidarios o sindicales de las escuelas de cuadros.

Es cierto también, aunque es debate de otro tiempo y espacio, que varios de estos cuadros se corrompieron o se vendieron después al neoliberalismo. Dejando de lado todos sus compromisos con sus bases.

La constatación de estas experiencias es que son tan necesarios los espacios de formación, de análisis y debates en la política. Porque sólo las pasiones y las posturas caudillistas no nos llevan muy lejos, sino a la adoración de grupos pequeños que se acostumbran a ser dioses y tener ovejas de militantes. Eso es a la degradación de la política, que es en definitiva el servicio a las bases, el servicio al bien común y a la comunidad.

Ojalá la política, como servicio a la colectividad y la sociedad, recuperara en algo aquella tradición pedagógica y educativa de las escuelas de cuadros. Sean partidarias o sindicales como en el caso del proletariado minero, son demasiado importantes en la formación de nuevos cuadros políticos. Sino ya vemos los resultados de las prácticas politiqueras: brutalidad y fuerza bruta, más que ideas y consensos políticos.

En todo caso, las escuelas de cuadros de la guerra fría en Bolivia, fueron articuladores importantes de formación de líderes. Que en la medida de lo posible respondieron a una época concreta. Respondieron a una etapa distinta de nuestra historia. Fueron necesarios para aquellas circunstancias de la historia. Cierto que no todo fue color de rosas; pero respondieron  a su medida. Varios de ellos realmente fueron brillantes oradores, intelectuales de la política e incluso escritores de su tiempo, en la política.

Hoy, ni las universidades tienen ese privilegio de tener escuelas de cuadros políticos. Sumergidos en la mediocridad total de las ideas, siguen nomás las enfermedades de estos tiempos: mediocridad total y ausencia total de ideas políticas. Por eso, pues recordar que el pasado puede enseñar si es que realizamos sistematizaciones de dichas experiencias. Aspectos positivos que sí han funcionado con creces, a pesar de las amarguras y los fracasos.

En todos los aspectos, la educación y la formación de cuadros políticos son pasos necesarios, como actitudes políticas serias que darán resultados más adecuados, a las necesidades actuales. La bulla, el griterío y la brutalidad de la fuerza agresiva sólo nos conducen a resultados de resentimiento y más brutalidad. A venganzas triviales sin sentido alguno.

Opinión
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