Blog de Max Raúl Murillo Mendoza

La decadencia de otro imperio

Desde las páginas de la historia universal, sabemos bien de la decadencia del imperio romano, como de la decadencia del imperio inglés, por ejemplo. Pero ahora estamos asistiendo a la decadencia del imperio estadounidense. En este caso, muy parecido a la decadencia del imperio romano: decadencia moral, ética, económica y social. Asistimos al derrumbe de uno de los imperios más poderosos de la historia moderna universal. 

La decadencia y destrucción interna del imperio estadounidense, tiene por supuesto sus propias características. El mundo se entera que este imperio estaba totalmente contaminado de sionismo, dominado por el sionismo israelita. Reacciona brutalmente en su caída contra el mundo, sobre todo contra los posibles competidores de nuevos imperios. Las guerras son las principales recetas en esta caída y decadencia. 

Entre los aspectos más notables de esta decadencia están en lo ético y moral. El genocidio de Palestina pone en absolutamente evidencia su profunda decadencia, es decir su postura enteramente racista y colonial, es desde todos los puntos de vista la pérdida total de lo ético y moral. En esa línea, la represión a los estudiantes de cientos de universidades que protestan en contra del genocidio de Palestina, es también muestra de su decadencia pues eso de democracia occidental y libertad de expresión, han pasado al basurero de su historia. No existe democracia alguna, ni libertad de expresión. Todo forma parte de los discursos vacíos de las oligarquías estadounidenses.

Estados Unidos cuenta con más de 50 millones de pobres, incluso miserables en sus ciudades sin acceso a salud y educación. Condenados por el mismo sistema, terriblemente justificados por el sistema. Teorizados por el sistema insostenible; que increíblemente aún tiene sus defensores entre sus académicos, que creen tontamente que ese sistema es el único potable en el mundo. Los números y las matemáticas que supuestamente demuestran ese poderío, son sólo justificaciones ideológicas, pues ese derrumbe moral y ético en primer lugar; después económico y tecnológico, es demasiado evidente.
Su historia está bañada y teñida de sangre, desde los inicios de su creación como país. Ha generado sus propios genocidios: indios norteamericanos en la llamada conquista del oeste, probablemente millones de muertos entre las culturas indígenas en los territorios conquistados y robados. Historias que están muy poco investigadas y encubiertas por la historiografía oficial. Ni qué decir del genocidio de negros esclavos.

Como imperio es culpable directo de las dictaduras militares en América Latina. Crueles sistemas de gobierno que asesinaron en masa a obreros, indios, etc. Cuando a las oligarquías gringas les daba la gana, ocuparon varios países en América Latina para asesinar a dirigentes sociales, intelectuales o gobernantes que no comulgaron con los abusos del imperio.

En los últimos tiempos, están las brutales intervenciones impunes en Vietnam, Irak, Afganistán. Lugares donde sembraron muerte, miseria, destrucción total de países enteros, migraciones de millones de personas por aquellas guerras. Es decir, sembraron el infierno en la tierra de manera impune. Pues jamás se hará justicia por tantos millones de muertos, destrucción de patrimonio mundial y de violaciones a los derechos humanos. Ese es el rostro más claro y nítido del imperio estadounidense, que en los discursos de todos sus presidentes se bañan hipócritamente con los conceptos de democracia, libertad de expresión, protección a los derechos humanos. Conceptos que sólo sirven en el territorio del imperio, para algunas clases sociales altas.

Hoy están en crisis profunda. A pesar de su enorme poder económico, producto de su posición colonial e imperial también financiero. El crecimiento de otras regiones en el mundo, en el sentido económico y tecnológico, compite directamente con el poder del imperio. Y estos, más allá de sus discursos hipócritas, no tienen una posición de consensos democráticos, sino todo lo contrario. Al extremo de acudir a las recetas de las guerras, para imponer su poder y seguir creciendo económicamente vía venta de armamentos y muerte. 

China, Rusia, India, Irán y otras regiones del mundo, se han puesto en la tarea de mejorar y crecer económica y científicamente. Muchos de estos países ya significan una competencia directa con el imperio. A pesar de sus dificultades internas, en el orden político y social, son competencia. Sin embargo, el imperio impone sanciones, boicot, guerra sucia secreta contra dichas regiones. Porque ya es impotente ante los avances científicos y tecnológicos de esos países.

El sueño americano, saciado sobre la sangre y muerte de los indígenas norteamericanos, hoy es la pesadilla mundial real. Ese poder que tiene raíces en la sangre de los indígenas norteamericanos, como en el saqueo de las riquezas de América Latina, se derrumba ante los ojos de todo el mundo. Evidencia de su decadencia es su destrucción en lo ético y moral, sobre todo en sus oligarquías armamentistas y financieras. Que afectan directamente en sus poblaciones: drogadicción, suicidios, racismos extremos, asesinatos en masas todos los días en cualquiera de sus ciudades.

El sueño americano se ha convertido en la peor pesadilla mundial. Pues aquel crecimiento económico al infinito, produce hoy miseria creciente por todo el mundo. Que produce migraciones de millones de seres humanos por todo el mundo. Ese sueño americano que es el mayor culpable de la contaminación mundial, es decir del cambio climático desastroso.

Ha llegado la hora de la debacle del imperio estadounidense. Es peor que la debacle del imperio romano, porque ese monstruo imperial es más peligroso cuando está herido: reacciona con muerte y destrucción por todo el mundo. Son coletazos muy peligrosos, que por supuesto durarán varios años. 

Opinión
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¿Realmente hay diferencias entre Trump y Biden?

A simple vista existen diferencias entre el republicano Donald Tump y el actual presidente estadounidense demócrata, Joe Biden. Los medios de incomunicación mundial, así lo reflejan. Muestran a Biden como realmente demócrata frente al cavernario y antidemócrata de Trump. Sin embargo, cuando miramos con la lupa la política norteamericana simplemente constatamos que ambos jerarcas de la política imperial no tienen diferencias. Se parecen tanto, como hermanos gemelos, que coinciden totalmente con el atropello a todo el mundo respecto de las sanciones económicas, vigilancia antidemocrática mundial, defensa del capitalismo totalitario destructivo de la naturaleza, asesinatos en masa como en Palestina, y por supuesto exportación de su “democracia” a todo el mundo, vía bombardeos y destrucción masiva.
 
Los intereses mundiales del imperio norteamericano, no dejan dudas de sus alcances planetarios, para la expoliación, el robo de las riquezas financieras, el saqueo del patrimonio de los países dependientes. En definitiva, la imposición del modelo insostenible del capitalismo salvaje. Los enormes esfuerzos que hacen, desde aquellas oficinas imperiales, para demostrar al mundo su modelo, sólo evidencian sus formas de encubrimiento total del fracaso reverendo del modelo capitalista; “democrático y liberal”.
 
A estas alturas considerar que los Estados Unidos tienen democracia, es admitir que la iglesia católica es santa. La represión que sufren los universitarios de tantos centros universitarios, que se manifiestan en favor del pueblo palestino, desdice tanta manipulación de los medios de incomunicación gringa. Los abusos cotidianos a los negros e hispanos indocumentados, por parte de la racista policía; el apoyo vergonzoso de las finanzas judías norteamericanas, al genocidio en Palestina, pues son apenas unos ejemplos de tantos en donde vemos la degradación total del imperio norteamericano.
 
Aquel sistema racista en esencia, manejado por las oligarquías más poderosas de blancos que tienen miedo del mundo, donde habitan otras culturas y razas se asemejan a guetos o islas, que están rodeados por bárbaros o salvajes que son un peligro para su “democracia y libertad”.
 
De hecho su modelo de “democracia” siempre fue elitista, que se asentaba y se asienta sobre las oligarquías autóctonas más corruptas en todas partes del mundo. Los latinoamericanos tenemos suficiente experiencias con tantas dictaduras militares y civiles de corte “democrático” gringo.  Experiencias del saqueo y de imposición de esos modelos, absolutamente incoherentes para nuestras realidades.
 
En los últimos tiempos, las crisis del sistema capitalista han empobrecido a los obreros y poblaciones del mundo. Estos se han puesto la tarea de emprender y migrar al mismo centro del sistema. Millones de pobres y desplazados del sistema migran a los Estados Unidos. Sin embargo, esas poblaciones blancas y racistas les consideran bárbaros y salvajes, que no merecen vivir en la “democracia norteamericana”. Pero los bárbaros y salvajes, no se rinden a pesar de la muerte y los riesgos donde niños y viejos, son los primeros en sufrir atropellos de los colaterales del sistema, intentan entrar al sistema para sobrevivir. Los sueños americanos, son sólo para los blancos y racistas; no para los bárbaros y salvajes del sur del mundo.
 
Asistimos como a una película de Hollywood, la caída de las máscaras imperiales de su “democracia”; de sus “sueños americanos”, del despilfarro mundial de las riquezas saqueadas durante siglos y empleadas en industrias de armas, de tecnologías de la muerte y cómo no de frivolidades insostenibles gringas, para seguir el festín de la muerte y el saqueo mundial.
 
Cierto que otros modelos llamados alternativos también fracasaron. La URSS fue un ejemplo de ese intento. La corrupción humana es uno de los temas no atendidos; que en todos los sistemas se pudre y destruye totalmente los intentos alternativos.
 
Hoy, es el capitalismo salvaje el imperante y el que vemos cómo se autodestruye desde los mismos Estados Unidos. Porque sus valores y ética ya no funcionan, si es que alguna vez funcionaron. Ese capitalismo de blancos y racistas, que tienen miedo del mundo. Tienen miedo de los bárbaros y salvajes que llegan en masa al imperio. Tienen miedo de perder su poder que ya lleva siglos de destrucción mundial.
 
Por tanto, esos poderosos intereses tienen que ser defendidos por demócratas y republicanos por igual. Por tanto, políticos de pinta como Trump y Biden no tienen diferencias algunas para seguir bombardeando países, para seguir castigando con las finanzas a quiénes no se arrodillen, para seguir castigando al mundo si es que no obedecen las órdenes de los “democráticos y civilizados” norteamericanos.
 
El racismo imperante con los cosméticos de la “democracia” norteamericana, siguen siendo la raíz del poder anglosajón. Ese poder que se les termina desde adentro mismo del sistema, que se corroe en su propia podredumbre. Palestina, Ucrania, Yemen, Sudán, son sólo nombres de lugares donde el imperio se corroe en la sangre ajena. Como siempre fue.
 
No hay diferencias entre Trump y Biden, son sólo matices y discursos de moda, que quieren escuchar sus lacayos.
 
                                                                                          La Paz, 5 de mayo de 2024

 

Opinión
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Los nuevos proletariados

El mito de la modernidad se devalúa cada vez más, ese sueño de riqueza por doquier y felicidad en el sistema son palabras huecas que se lo lleva el viento. Los proletarios de todas las épocas son testigos del engaño sistemático, a que siguen sometidos por las promesas poéticas de la modernidad. Porque la explotación, la expoliación, el saqueo colonial de las riquezas son las constantes de los siglos, desde el siglo XVI. 

El gran proletariado minero de los años 40 hasta los años 80 del anterior siglo, que sobre sus enormes sacrificios caminó y avanzó la Nación, hoy sólo es recuerdo de entereza, de valentía, lucha y entrega total de vidas en las dictaduras. Todo por la enorme responsabilidad histórica de sacar adelante la dignidad del país. Ese proletariado ni siquiera fue homenajeado por su entrega desinteresada a la Patria. Los muertos, heridos, exiliados, hoy son los olvidados por la historia.

Los nuevos proletarios de la postmodernidad tienen educación incluso universitaria, técnica, industrial y tienen tecnologías de la información a su disposición para ser mejor explotados. Porque la sofisticación de la explotación es todavía más cruel en estos tiempos modernos, o postmodernos. Paralelamente los nuevos proletariados están desprovistos de instrumentos ideológicos, y formación política es demasiado esperar por la inutilidad de los partidos que se dicen de izquierda. 

En Bolivia los nuevos proletariados tienen que ver con gastronómicos, informáticos, vendedores ambulantes, etc, etc. Jóvenes en la mayoría de los casos, que sobreviven en las ciudades peleando milímetro a milímetro los pocos puestos de trabajo que hay. Los sueldos de miseria y sobrevivencia, hacen realmente un cuadro digno de aquellos que denunciaba Carlos Marx en las ciudades europeas, que se jactaban con la primera revolución industrial del siglo XIX. Pues sí, las condiciones económicas y sociales no han cambiado en esencia, sino la coyuntura y los nuevos escenarios mundiales totalmente caóticos gracias al modelo capitalista.

El deterioro mundial del proletariado es evidente. Los nuevos proletarios por el mundo tienen mejor formación educativa o académica; sin embargo, lo objetivo es que las condiciones económicas se han encarecido, y eso de aspirar a vivienda o dignidad no existen. 

A lo largo de estos últimos 40 años, el capitalismo salvaje ha tomado las riendas de muchas sociedades. Los resultados son elocuentes: mayores diferencias de clase y económicas, corrupción generalizada, pérdida de conquistas sociales, brutalidad política en las calles y total ausencia de ideas en lo político e ideológico. En definitiva: triunfo del capitalismo salvaje. Ese capitalismo de las finanzas oscuras de la trata de personas, del narcotráfico, del contrabando, de los bancos sin ley alguna. 

Los obreros actuales tienen que lidiar con obstáculos más poderosos para sobrevivir. Prácticamente abandonados por los otrora partidos políticos, que al menos les apoyaban en los procesos de formación política, en la toma de consciencia para sus reivindicaciones sociales. Además, las divisiones mundiales del trabajo y capital, nos condenaron sólo a ser consumidores de los productos que vienen del norte, destruyéndonos todas nuestras posibilidades de industrialización. Es decir, la precariedad de las condiciones laborales son la moneda corriente en nuestros países. 

Ni siquiera podemos con básicas industrias de alimentos, o al menos micro industrias de alimentos o ropa. El grado de dependencia es sencillamente humillante. Es decir, la total precariedad de las condiciones objetivas laborales. En estos escenarios, los proletariados nuevos sólo tienen como posibilidades pelear como animales hambrientos, con otros proletarios hambrientos. 

Como vemos, las tareas inmensas de reconstruir sindicatos conscientes, capaces de cambiar las realidades más terribles quedan otra vez muy lejos. Pero constatamos también por la experiencia, que obreros y proletarios sin organizaciones, sin formación política e ideológica son totalmente débiles y están a merced del sistema brutal. 

Ciertamente son otros tiempos, son otras coyunturas y momentos históricos. Las coordenadas han cambiado respecto de la toma de consciencia para hacer la Revolución. Lo cual no quiere decir que la explotación se haya ido, o eso que dicen torpemente muchos “cientistas sociales”: que la muerte de los marxismos con el muro de Berlín, ha enterrado la historia de la lucha de clases. Estupidez contrarrestada por la dura realidad de estos tiempos. 

El capitalismo salvaje, ese que tiene ya algunas raíces en el tercer mundo, lamentablemente se ha impuesto. Monstruo de mil cabezas, agujero negro que se traga todas las ilusiones de los nuevos proletariados. Ese sistema antihumano que además ha destruido los sistemas financieros, para convertirse en un sistema irracional y totalmente insostenible por todo el mundo. Haciendo creer que la subida de precios (alimentos, vivienda, educación y salud), es normal y parte de las estructuras comerciales. En realidad en un rotundo engaño mundial, que los piratas de las finanzas inflan en las computadoras del sistema para engorde de ellos.

Pero las lecciones son muchas desde la experiencia del proletariado mundial. Aunque en estos momentos de dureza y de guerras de conquistas capitalistas, de falta de toma de consciencia y de formación política como ideológica, afecten en los resultados sociales. Además del embrujo total hacia el capitalismo salvaje, que es la pelea entre pobres, entre miserables y entre obreros por las migajas del sistema.

En estos momentos duros y complejos, coyunturas en contra del proletariado mundial, tenemos que recordar a los proletarios mineros que fueron traicionados en 1985, y echados a la calle impunemente. Esos son los verdaderos héroes de nuestra historia social y de luchas proletarias mundiales.

Honor a los proletarios de la nacionalización de la minería. Honor a los proletarios y mártires de Chicago. Viva el primero de Mayo!!!

Opinión
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El libertario de Milei en Argentina

Milei trajo atención hace unos meses, por sus críticas contra lo que el suponía los totalitarios de la izquierda en la Argentina. De hecho los tremendos errores de la política económica del vecino país, empujaron a las masas obreras y pueblo en general a optar por Milei. Este personaje se decía a sí mismo ser partidario del liberalismo e incluso del anarco liberalismo, totalmente en contra de los supuestos totalitarismos de izquierda. Sin embargo, pasaron unos meses desde entonces, y este sujeto libertario, demuestra que es más totalitario que a quiénes criticaba. Su modelo económico, que es copia fiel de los modelos fracasados del neoliberalismo de los años 80 y 90 del anterior siglo, empieza a sembrar hambre y miseria.

Por tanto, sabemos de ante mano que el hambre y miseria se profundizarán en la Argentina. Y el libertario de Milei no es por supuesto ningún libertario, sino un payaso más de los sectores conservadores de Argentina, que a nombre del liberalismo sólo acude a recetas ultra conservadoras e importadas de países donde sus realidades se prestan a imponer dichas medidas. Por ejemplo Inglaterra o Estados Unidos, países industriales que experimentan con sus poblaciones que han sido totalmente enajenadas de sus realidades, y ya no tienen las posibilidades de pensar en cambios sociales.

Milei es una muestra más de que las clases altas, oligarquías latinas, no se ubican en el tiempo histórico o simplemente siguen nomás anclados en el pasado colonial, o republicano que es casi lo mismo. Su dependencia enfermiza de los centros de poder capitalista, les delata su poca autonomía y poca visión al menos nacionalista en estos países. Milei lo primero que hizo, como perro sabueso, es ir corriendo a los Estados Unidos y arrodillarse ante los burócratas del imperio para esperar su visto bueno. Humillantemente salió en los medios de prensa imperiales, sonriendo con Trump y otros coloniales para decir que es un soldado más del sistema capitalista central. Ridícula manera de empezar siendo elegido por una parte de su pueblo.

Hoy se esfuerza por firmar acuerdos de la guerra fría con Estados Unidos y otros del sistema. Se esfuerza en derrochar dinero comprando chatarra militar, como aviones y otros artefactos de la muerte gringa. Realmente, este personaje pasará a la historia como el más servicial del moribundo sistema capitalista que haya tenido América Latina, en un momento histórico donde el planeta se inclina hacia lo multilateral, como intentos ante el fracaso de occidente en estos siglos de impostura e imposición colonial económica.

Pero es cierto que los Milei abundan por estos lados del mundo. En Bolivia también los tenemos, Tuto Quiroga y otros compinches de la banda. Y no les podemos pedir que piensen por sí mismos, necesitan de recetas externas para decir algo. Necesitan arrodillarse ante sus amos para ser alguien. Al parecer no entenderán de soberanía, o de nacionalismo por lo menos. Sabemos que los intereses de sus amos son muy poderosos, por lo que es demasiado soñar que estos oligarcas piensen por sí mismos. La experiencia nos dice que los conceptos de  soberanía, patria, Nación y Estado soberano, son conceptos que se construyen en las trincheras de las luchas sociales. Son conceptos que denotan experiencias de consciencias superiores desde las conquistas sociales. Aspectos que por supuesto están fuera del entendimiento de los Milei o Tutos Quirogas.

El neoliberal de Milei terminará endeudando a la Argentina. Además sobre la base del hambre y la miseria de los obreros, de los trabajadores. A nombre de combatir contra el comunismo y sus huestes totalitarias, impondrá las recetas del neoliberalismo más conservador y totalitario posible, vendiendo a su país al mejor postor del sistema. Experiencias que hemos pasado a lo largo del continente en todos estos siglos. 

Con Milei no hay novedad al respecto. Sino más de lo mismo, de lo conocido en la historia del hambre y miseria de nuestros pueblos. Recetas importadas y modelos fracasados en lo económico y social; pero justificados desde los enormes intereses comerciales de las potencias. Milei sólo es el payaso del circo; que se hace al sionista en el muro de los lamentos, después se presenta en los salones del FMI, después en las oficinas de los distintos jefes mafiosos de la política norteamericana. Pues no hay novedad sino lo mismo nomás a nombre del liberalismo occidental.

Es una crueldad de cierta manera la política en Latino América. De vaivenes y traspasos de ideologías extremas; pero sin resoluciones de las grandes demandas de nuestros pueblos: trabajo, vivienda, salud, educación y Vivir Bien. Millones de compatriotas latinoamericanos se debaten entre la miseria y la pobreza, sin que sean el centro de la política sino sólo la excusa en todos los discursos ideológicos. 

Milei es la coartada perfecta de los centros de poder, para seguir esquilmando nuestras riquezas, a costa por supuesto de sueldos miserables y países desestructurados, desinstitucionalizados para el saqueo total y legal de todo lo que sea posible. Como vemos, siguen en pie revoluciones postergadas. Revoluciones en serio y sin discursos.

                                                                                              La Paz, 28 de abril de 2024 

Opinión
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Velocidades del llamado desarrollo

El concepto de desarrollo ya ha sido cuestionado muchas veces, incluso en Bolivia. Deviene de realidades donde el sueño de progreso y desarrollo responde a estructuras sólidas, sobre todo de países industrializados, respecto de la economía. Pero que no se amoldan tan fácilmente a realidades del tercer mundo, sobre todo países sin procesos de industrialización, sin bases sólidas de industrialización, sin tecnología de punta. En definitiva sin posibilidades de crear mercados internos con alto valor agregado.

Por eso, lamentablemente, la brecha entre aquellos dueños de las patentes industriales y quiénes no tenemos básicas formas industriales, se ensancha cada vez más. Ese fenómeno objetivo es por demás demostrable a la hora de los resultados de las escalas de desarrollo. En nuestro caso la pobreza franciscana es elocuente, la ausencia de estándares de desarrollo en temas de calidad es nomás la conducta mediocre de todo lo nuestro. También hay razones históricas por cierto; pero los resultados son los resultados.

En estas complejas coyunturas mundiales, las peleas tecnológicas entre los gigantes de la economía, son el pan de cada día. Sus centros de investigaciones científicas trabajan día y noche, los siete días de la semana para estar al día en las competencias, en todos los campos posibles de las industrias y las tecnologías. Claro, no podemos competir con todo eso, no tenemos las mínimas condiciones materiales ni científicas para hacerlo. Es como soñar ganar algún día el premio nobel de física nuclear. 

Pero podemos acomodarnos a algunas escalas más modestas de todos los avances en las ciencias, en los procesos tecnológicos. Por ejemplo en los temas de productos alimentarios, por nuestras enormes potencialidades. O en los temas de minería por razones históricas. Sin embargo, una cosa son las potencialidades y otra la realidad objetiva de los hechos. Nosotros tenemos enormes potencialidades, desde hace siglos, en varios temas: minería, producción agropecuaria, piscícola, ganadera, agroindustrial. Pero seguimos nomás siendo la cola del furgón a la hora de las estadísticas internacionales. Es decir, no somos competitivos en nada.

Una de las condiciones objetivas es la calidad del funcionamiento de las instituciones, sean estatales o privadas. Que ofrezcan seguridad laboral, servicios básicos seguros, como salud y educación  (eso ofrecía la Comibol después de la revolución del 52). Otra de las condiciones es contar con centros universitarios realmente competitivos, en los sectores de ciencias y tecnologías industriales. También un mercado interno sólido, donde los consumidores tengan al menos estándares medios de consumo asegurado. No la pobreza generalizada de las poblaciones, que sólo pueden consumir lo más precario y barato por razones de miseria y pobreza.

En nuestras realidades nos contentamos con muy poco, pues las costumbres de la precariedad y pobreza hacen que de por sí optemos por lo más barato, casi pobre como artículo, porque la capacidad de consumo y ahorro son nulas. Claro que la corrupción empeora estas realidades, nos lleva al abismo de la informalidad desde la perspectiva de ausencia de Estado, es decir ausencia de impuestos, ausencia de mercado interno, en suma ausencia de perspectivas de desarrollo en escala humana. 

No tenemos velocidades ni mucho menos. Somos un país lento y demasiado lento para temas de desarrollo; para temas educativos de competencias altas. Nuestras conflictividades sociales nos hacen totalmente vulnerables a las corrientes de todos los desarrollos. Ni siquiera podemos tener pequeñas parcelas de industrias turísticas, porque nada es seguro en nuestras carreteras, en nuestras normas, en nuestro desorden cotidiano y emblemático. Es decir, como país nos contentamos con muy poco.

Hay experiencias mundiales que han enseñado cómo hacer las cosas. Sin tener recetas ni mucho menos. Por ejemplo Corea del Sur o Singapur. Desde la pobreza y miseria casi absoluta lograron en 30 o 40 años salir de la pobreza, y llegar a estándares altos de desarrollo. Como decimos, se pusieron las pilas incluso a la fuerza, por la fuerza. Ya que el desorden y la ausencia de institucionalidad sólo nos conduce al manejo de unos indecentes, contra toda la población de manera antidemocrática. Y desde todo punto de vista es injusto y totalmente contra la voluntad del pueblo.

Definitivamente nos jugamos el pellejo del futuro y de nuestra historia, cuando nuestra incapacidad colectiva se mezcla con la ceguera y la complicidad de no asumir al menos unos grados de desarrollo. Deberíamos avergonzarnos al menos desde lo ético, pues ver la miseria y pobreza de nuestras calles para reaccionar en consecuencia. No con discursos fogosos y engañosos sino con hechos, con acciones objetivas en la maquinaria de nuestras instituciones, en la maquinaria de nuestras universidades. 

Las nuevas generaciones, los jóvenes, son los que pagan el precio muy alto de los errores irresponsables del pasado. Porque no tienen oportunidades de trabajo digno, de oportunidades de negocios, de mercados internos solventes, de instituciones sostenibles en el tiempo. Lo cual es totalmente injusto, totalmente indecente, totalmente antiético y se les deja tareas colosales que ya deberían estar realizados hace mucho tiempo. En fin.

Opinión
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Estados heredados, estados por soñar

A pesar de las buenas intenciones y esfuerzos de estos años, seguimos nomás con los Estados heredados del siglo XIX, que son copias burdas de los Estados europeos de ese siglo. Cierto que los Estados modernos son invento de los europeos; quiénes exportaron después esas estructuras por el mundo entero. En nuestro caso el Estado se estructuró hasta mediados del siglo XIX, a pesar del desorden, del caos total, de los gobernantes que no tenían idea de estos territorios, de las pérdidas territoriales. En varios aspectos fueron estructuras coloniales, fue herencia colonial, con tintes y perfumes modernos.

Por todo eso, hasta hoy, tenemos todavía herencias coloniales muy compactas que no hemos cambiado, sino en las bonitas leyes de nuestros escritos legales. El mal trato al ciudadano común desde el Estado, el pésimo trato al interior de nuestras instituciones, la lentitud y la brutal burocracia, son absolutamente coloniales. Sellos inconfundibles de costumbres coloniales que siguen nomás como protocolos de comportamiento estatal colonial.

Seguimos debatiéndonos entre la penumbra de cómo cambiar semejantes estructuras, que han sobrevivido a todos los intentos de cambio de nuestra historia. Varias de las veces nos encubrimos, porque son nuestros errores internos históricos, culpando a factores externos: imperialismos, etc. Sin tener la capacidad de autocrítica, o al menos crítica histórica de nuestros propios hechos, de nuestros propios errores. Por supuesto, que hay factores externos que influyen en el devenir de nuestros hechos. Por ejemplo el nefasto papel de la diplomacia norteamericana, del intervencionismo pirata de la política norteamericana.

En todo caso, nuestros factores internos son importantes si es que queremos realmente cambiar nuestro destino como país. Pero si seguimos nomás con las costumbres coloniales del desorden, de la ausencia de estrategias de Estado, de ausencia de consensos como colectivo, como Nación, echando la culpa a los fantasmas del imperio cuando son nuestros propios errores, sin esfuerzos de ver nuestros hechos con crítica y autocrítica histórica, tratándonos tan mal entre bolivianos, encubriendo corrupciones y pésimas formas de comportamientos institucionales, pues las calendas griegas seguirán esperando nuestro futuro sombrío y lleno de lamentos, lleno de cinismo y  mentiras por los siglos de los siglos.

El mundo está cambiando de manera dramática. El fracaso de occidente y su estrepitoso derrumbe, puede ser otra oportunidad más para nuestra Nación. En sentido de liberarnos por fin de los designios coloniales y capitalistas del siglo XVI. Muchas Naciones en el mundo están en ese proceso, como China o India. Tarea monumental y titánica por cierto. Pues, estamos al parecer en una transición mundial a algo. No sabemos a dónde se dirige el mundo. Sabemos que occidente es un desastre total, sus resultados son elocuentes: crisis económica mundial, cambio climático, destrucción de la naturaleza, guerras por todo el mundo. 

Son momentos en donde tenemos como Nación que leer bien los designios de los tiempos. Porque posicionarnos bien en esta complejidad será clave e importante. Pero si seguimos nomás con tontos argumentos coloniales del desorden, de la corrupción, del sálvense quién pueda, del egoísmo e individualismo secante, del bloqueo mental, del bloqueo físico de nuestras carreteras, del bloqueo histórico que nosotros mismos nos ponemos, pues seguiremos nomás estancados en la mentalidad del siglo XIX, de la pobreza generalizada, de la mendicidad internacional, de la ceguera histórica colonial.

Requerimos de sinceridad y claridad en el manejo de los destinos, de la historia del país. No es suficiente la ideología o la política por sí mismos. La experiencia nos ha enseñado que esos instrumentos tienen limitaciones. Porque pueden ser utilizados por personajes poco calificados, poco éticos, poco comprometidos con los enormes sacrificios que el pueblo hace cotidianamente para sobrevivir. En pleno siglo XXI, cuando la humanidad está en plena cuarta revolución industrial lo menos que podemos hacer es buscar a los mejores calificados, para enfrentar retos educativos, industriales, institucionales, científicos. Porque repetir errores del pasado sería absolutamente irresponsable, nada ético y moral frente a las nuevas generaciones.

Para desmontar todo lo colonial del Estado actual, no bastan los discursos: sobran. Se requiere gente idónea y valiente; pero sobre todo coraje y patriotismo extremo. No hay términos medios, no debería haber mediocridades y lentitud insultante. Necesitamos apostar en grande, necesitamos dignificarnos, ser nosotros mismos para ser ciudadanos del mundo con identidad propia y distinguida. Lo colonial es un lastre que ya debemos dejar: pésimo trato humano, ausencia de claridad institucional. 

El mundo está en transición y cambios profundos. Apostemos a esos cambios; pero desde nosotros mismos: cambiando realmente desde lo profundo de nuestro ser, empezando a dejar los comportamientos coloniales que nos dañan terriblemente. Apostemos a cambiar para construir un Estado con el sueño de las raíces prehispánicas, de aquellos Estados que funcionaron sosteniblemente por miles de años, antes de la llegada de occidente. 

La inercia, la ausencia de voluntad de cambio, la corrupción del espíritu, son excusas coloniales para encubrir los pésimos comportamientos coloniales. Requerimos fuerza de voluntad, para encontrarnos con los sueños de nuestros ancestros. Escuchemos esa necesidad de cambiar y por fin soñar para transformar nuestra historia.

Opinión
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El rotundo fracaso de Occidente

El ataque de Irán a Israel es una muestra del fracaso de occidente en estos siglos de supuesto liderazgo. Simplemente occidente no deja de desequilibrar el mundo, desde el siglo XVI, porque continúa el saqueo y la expoliación mundial. Ahora mediante las finanzas y los negocios más oscuros posibles como el narcotráfico. Sus avances tecnológicos y científicos no sirven para la calidad de vida, para el Vivir Bien, sino para favorecer a un pequeño puñado de humanos, esclavos en general del capitalismo, en detrimento de los miles de millones de los otros seres humanos.

La mentalidad guerrera y cavernaria de occidente no ha cambiado desde hace miles de años. Esa mentalidad conquistadora y genocida, sigue nomás en sus costumbres de Estado, como en Israel que en manos de los políticos criminales y asesinos de aquel país, justifican el genocidio en nombre de Dios. Esa es la calidad de occidente. Todo lo demás son discursos, adornos de estética para encubrir lo que realmente es en el fondo la civilización occidental.

Los criminales judíos pueden asesinar en cualquier parte del mundo, sin que la famosa comunidad internacional diga algo. Por supuesto que las Naciones Unidas no sirven para nada sino para justificar a los asesinos de occidente. Los bombardeos de Israel se suceden todos los días; pero nadie dice nada. Tienen tentáculos en sus servicios de inteligencia, para asesinar en cualquier parte del mundo. Y pues, occidente nada dice al respecto de semejante impunidad de los asesinos judíos.

La guerra es el mejor argumento de occidente, se saben superiores tecnológicamente y por el dominio económico puede comprar consciencias e información por todo el mundo. No han avanzado en aspectos políticos o de consensos, sino todo lo contrario. El totalitarismo es el único factor de occidente, ante las demás maneras y formas de ver la vida y el mundo. 

Las guerras son justificadas desde sus propias maneras de ver el mundo. Todos los demás somos terroristas, criminales, o simplemente estamos fuerza de la ley de occidente. Por tanto, sus leyes les permiten eliminar terroristas. Como hace siglos, sus leyes les permitían eliminar indios o formas distintas de culturas y pensamientos. Cavernarios como son pues es muy difícil que entiendan otras maneras de concebir y ver la vida en este planeta.

Anoche Irán respondió ante uno de los asesinatos, muy normales, de sus diplomáticos en Siria. Todo el aparato occidental de Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos, corrieron para socorrer a los criminales de Israel. Era lógico. No podían permitir que los salvajes se salgan con la suya. Lo más probable es que ahora estén planificando respuestas militares a Irán, porque los salvajes tienen que aprender, tienen que domesticarse ante el dominio de occidente. Y eso es sólo por la fuerza, por las cadenas, por la soberbia que es muy típico occidental.

El siglo XXI y nuevo milenio nos ha deparado muerte y miseria por el mundo. Obra y genio de occidente, que ante sus crisis capitalistas y el inicio de un mundo multipolar, reacciona como un perro con rabia, porque no quieren perder su papel de esclavistas que ejercen desde el siglo XVI, no quieren compartir el poder porque nunca imaginaron perder ese papel cavernario y sanguinario en esencia. 

Llegó el futuro. Es tan impostor como el pasado. Sólo nos deparan guerras, hambre, miseria, explotación, expoliación y esclavismo del sistema capitalista. El sistema no permite que otros pueblos piensen distinto. Como en el siglo XVI. Porque la tecnología del terror guerrero, se ha puesto al servicio del sistema. La tecnología de la guerra es ahora la bandera más importante de los asesinos del Estado capitalista occidental. Y nadie está a salvo, sus drones vigilan desde el cielo para cazar salvajes o terroristas por cualquier lugar del mundo. Sí, esto es el futuro.

En poco tiempo más los cavernarios de occidente crearan robots para las guerras. Serán entrenados por supuesto para cazar salvajes y terroristas. Eso es cierto. La mentalidad occidental sólo tiene esos propósitos y están bendecidos por Dios. Están bendecidos por el sistema capitalista. 

Pues bien, quiénes no estamos con esa monstruosa manera de ver la vida tenemos que seguir siendo tercos. Tercos en buscar otras formas más humanas de construir vida. El Vivir Bien tiene que ser una posibilidad ante este desastre de occidente, que no termina y se profundiza desde el siglo XVI. Por estos lados del mundo, la política sigue siendo occidental o copia de occidente. Los compañeros de izquierda son los más occidentales. Curar esa enfermedad no será fácil. Pero es una necesidad primordial, pues occidente es un rotundo fracaso. 

Son demasiados siglos de sufrimiento, de condena a seguir de esclavos porque el sistema así está diseñado. Está diseñado para que unos pocos sean dueños de todo; unos pocos gocen de los beneficios del sistema. Los demás pueblos estamos condenados a ser esclavos, o explotados por la gracia de Dios como dicen los occidentales. Es hacer justicia luchar por la ruptura de ese sistema occidental guerrero y sangriento.

Pues, que nuestros ancestros nos ayuden a destruir al sistema occidental tecnológicamente guerrero, sangriento, impune, explotador, expoliador y asesino desde el siglo XVI. 

                                                                                           La Paz, 14 de abril de 2024

 

 

Opinión
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Ecuador y México exponen la debilidad de Latinoamérica

¿Alguna vez tuvimos realmente integración latinoamericana?  Nunca. Lo ocurrido con la toma de la embajada de México, en Ecuador, desnuda una vez más que la integración de nuestros países es un saludo a la bandera. Por supuesto que Ecuador se equivocó al no respetar la básica institucionalidad de la diplomacia mundial. Es también muestra de la realidad que vivimos en estos tiempos, en varios países de la región: sin institucionalidad, sin respeto a las normas básicas de la diplomacia, sin respeto a nada. Y eso de la integración es un cuento que no acaba de aterrizar, por razones históricas.

Ni siquiera los países llamados centrales respetan nada, como en Palestina, pues no se puede esperar mucho de los demás países. Pero en el caso de nuestros países, la diplomacia depende mucho de la coyuntura política, de las personas que rigen como presidentes y también del oportunismo politiquero.  Muy pocos países tienen políticas de Estado en política exterior. La gran mayoría sobrevive en base a la débil coyuntura política. La falta de profesionalidad, de conocimientos de historia respecto de la diplomacia, la ignorancia reinante en general hace que realmente no tengamos diplomacias de alto valor agregado, sino todo lo contrario.

Ecuador pasó en muy poco tiempo de la ultraizquierda a la derecha conservadora. Por tanto, su poca institucionalidad tiene esos resultados vergonzosos con la toma de la embajada de México. Sin contemplaciones de ninguna naturaleza, otra vez la brutalidad hace gala haciendo política mundial. Y eso es exactamente lo que está aconteciendo en estos territorios sin institucionalidad alguna, como en Ecuador. Más allá de lo peligroso de estos hechos en sí mismos, porque alientan a los sectores más conservadores de las sociedades a soluciones por la fuerza bruta. Es decir, por las dictaduras sean estas militares o civiles como en El Salvador.

México no se salva de la crítica. Ya que internamente tiene problemas estructurales colosales, con las mafias de narcos que se adueñan de a poco del poco Estado que hay. De manera externa, se ha debilitado su diplomacia que también ha entrado en derivas muy preocupantes en lo ideológico. Cierto que de alguna manera ha logrado mantener una línea tradicional, desde siempre de manera externa es una diplomacia de apoyo a los sectores de izquierda. Es de los pocos países que apoyan, desde siempre, a la revolución cubana.

Otra de las razones históricas es que las oligarquías de nuestros países, siempre han estado al servicio ciego de los poderes imperiales. Sin políticas de Estado en nuestros Estados, sin estrategias de Nación, sin visiones propias en defensa de nuestros intereses. Estas oligarquías que siempre están como veletas, entre la izquierda y la derecha porque se ponen la camiseta de la coyuntura, no tienen personalidad nacionalista. No tienen identidad con lo nuestro. Pues los resultados de las diplomacias son nomás como son: un desastre total.

Las historias de nuestros países son tan desconocidas entre vecinos, que seguimos siendo desconfiados y sin pocos avances en el presente; sin esperanzas de que eso mejore en el futuro. Las inseguridades institucionales, las pocas seguridades de nuestras calles, la ausencia de políticas de Estado para intercambiar experiencias entre vecinos, el poco conocimiento de nuestras propias historias, hace que la inercia de las historias tradicionales siga nomás conduciendo los destinos de nuestros países. Todo esto sin respaldo institucional, librados al viento de la coyuntura ideológica que cada vez debilita más la cantaleta de la integración latinoamericana.

Lo ocurrido con la toma de la embajada de Ecuador, ocurre todos los días entre nuestros países. A muchos niveles. Con el tema de las migraciones en todo el continente, por ejemplo con la tragedia de los migrantes venezolanos. Con la migración de millones de bolivianos por todo el continente, que tienen que pasar penurias por la ausencia de acuerdos, de estrategias de Estado, de protección de nuestros propios conciudadanos. Con los temas delicados de límites fronterizos. En fin. Un largo etcétera de cómo la ausencia de integración, hace que nos debatamos en la miseria misma de las diplomacias externas. 

Los europeos tuvieron que pasar por dos guerras mundiales para por fin entenderse entre ellos. Construyeron el mercado común europeo, que les llevó al pragmatismo de los negocios y les fue muy bien casi en más de medio siglo. Ese mercado común siempre fue respetado aun con presidentes de izquierda o derecha. Pues demostraron cómo se pueden construir políticas de Estado en favor de los pueblos y sus intereses sociales. Ese ejemplo deberíamos al menos copiar en algo. Pero nuestras élites tercermundistas y analfabetas no acaban de entender en qué consisten las políticas de Estado, las estrategias nacionales.

Pues somos países desintegrados. No hemos construido vecindades fuertes, seguimos nomás con los traumas de los siglos pasados. También en estos asuntos de diplomacia no hacemos bien las cosas. Nunca es tarde. La integración es demasiado importante, para negociar y vivir bien entre pueblos, entre Naciones y hermandad.

Opinión
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En el mes del 9 de Abril

La ausencia de debates ideológicos y políticos, se ha hecho una cruel costumbre. Porque las ideas han sido reemplazadas por gritos, brutalidad, sillazos en congresos, y más brutalidad callejera. Aquellos debates necesarios donde las posiciones ideológico políticas, definían de alguna manera el curso de los acontecimientos de los obreros, de los partidos políticos, de los dirigentes sindicales y políticos, también servían para concienciar a las bases. Los recuerdos de aquella generación del 52, del movimiento obrero minero, precisamente están impregnados en la capacidad de liderazgo de los dirigentes, por su alto grado ideológico político en los  debates. 

Es cierto que la complejidad de los acontecimientos ha superado totalmente, a la lentitud de comprensión de los dirigentes actuales y su poca capacidad de leer la realidad, de contrastarla con las teorías sociales, con las visiones ideológicas para tomar posiciones concretas respecto de la realidad. El triunfalismo infantil les ha llevado a la terrible inercia por pensar, razonar, crear condiciones nuevas en la política junto a sus bases. Lo peligroso de esta costumbre analfabeta, es que se remplace precisamente las ideas por la fuerza bruta, que sólo destruye la esencia misma de un movimiento obrero heredero  de aquellos que hicieron la revolución de 1952. 

Recordar aquellos acontecimientos previos y posteriores al 52, debería ser un acto de homenaje en medio de avances ideológicos y políticos, de las masas obreras. Además de nuevas conquistas sociales y económicas, para ese sueño de emancipación de los obreros, venciendo a la explotación y expoliación del sistema capitalista. Me temo que no será así.

Es cierto también que la derrota del proletariado minero en 1985, sigue calando muy hondo en la memoria e imaginario del proletariado. Derrota que devino en el neoliberalismo más primitivo y destructivo del patrimonio construido por la revolución de 1952. Que con sus errores, profundos en varios aspectos, dicha revolución perfiló un Estado para por fin beneficiar a las mayorías de todo el país. 

Las conquistas sociales y económicas de aquel proletariado del 52 son importantes. Hoy contamos con esas conquistas; debilitadas, pero aún son emblemas que ayudan a ser  más digna la vida de los obreros, profesionales, obreros por cuenta propia e incluso comerciantes informales. No se han superado esas conquistas económicas ni sociales del 52, respecto del movimiento obrero minero. Conquistas que por cierto han sido bases de las nuevas coyunturas sociales del país de los últimos veinte años, donde también hemos avanzado en lo cultural, comunitario y en igualdad de género.

Sin embargo, más allá de los  homenajes y recuerdos, las nuevas realidades del proletariado actual, deberían empujarnos a ver dichas conquistas en perspectiva. La despolitización de las masas, el poco apego a las ideas políticas, a las ideas de revolución como otrora, a las ideas de cambio social, simplemente son mensajes claros de aquella derrota terrible de 1985. De ese desánimo y desaliento, que condujo a las masas a posiciones pragmáticas, voluntaristas, varias veces oportunistas, que sólo ven con el ojo de la sobrevivencia y la coyuntura; pero no con la perspectiva de cambio y de renovación para vencer al sistema imperante. Es decir, sin la capacidad de generar estrategias de clase.

Las nuevas generaciones de obreros y proletarios mineros, están desprovistos de imaginarios de Estado y Nación. Aquellos imaginarios que permitieron a los proletarios de los años 40, del anterior siglo, hacer la revolución del 52. No sólo por la necesidad nacionalista de generar un Estado propio, sino y sobre todo por la emancipación del trabajo por parte del proletariado, un sueño desde siempre cuando las masas son conscientes de su explotación, de sus nefastas consecuencias de ser esclavos del sistema. De ser individualistas y oportunistas, por decisión del sistema en contra de los propios camaradas de clase.

Las nuevas condiciones actuales requieren de absoluta creatividad, de quiénes son conscientes de las nuevas maneras de explotación, de las nuevas maneras de esclavismo, del reacomodo del sistema a las nuevas tecnologías, que sólo siguen esclavizando a las mayorías marginadas del mundo. Pues los nuevos proletariados necesitan con urgencia herramientas de toma de consciencia, para seguir en las trincheras de combate en las nuevas coyunturas. Tareas, como ayer, apoteósicas y colosales en las huellas de aquel proletariado que hizo la revolución de 1952.

Entonces, recordemos a aquel proletariado minero que tomó consciencia, que entregó su vida como generación, que hizo posible crear otro derrotero para Bolivia. Que plantó cara al imperialismo, que plantó cara a sus sirvientes conscientes e inconscientes de estos territorios. Que hizo una posibilidad de vida digna en las minas nacionalizadas, con salud, educación y alimentos de primera calidad. 

Pero muchas veces la historia es dramática. Los líderes políticos de entonces, se convirtieron en verdugos, en asesinos y nuevos explotadores de quiénes les dieron en bandeja de plata el poder y las condiciones del poder. Experiencias no aprendidas. En todo caso, ese proletariado del 52 cambio el rumbo de Bolivia. El sistema político nunca estuvo a la altura de aquellos acontecimientos. Nos quedan esas herencias a resolver.

Opinión
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Relocalización como ataque a la Nacionalización

El inicio de la democracia en Bolivia, allá en 1982, tuvo componentes de esperanzas y de un renacer del país a otra etapa, después de las dictaduras militares. Sin embargo, el gobierno de la UDP (Unidad Democrática Popular) fue un rotundo fracaso en lo económico y social. Precisamente como parte de ese fracaso estructural, la minería nacionalizada otrora componente empresarial que mantenía las arcas de la Nación, fue declarada en bancarrota en 1985, mediante el ya famoso Decreto Supremo 21060 el 29 de agosto de ese año.

Todos estos años se ha debatido sobre el manejo de COMIBOL antes de la supuesta quiebra. Porque es cierto que fue también botín de todos los gobiernos a su turno del MNR y después de las dictaduras militares. Enormes errores políticos, técnicos, de gestión empresarial y como no boicot de las clases altas oligárquicas, desde adentro, para su quiebra o destrucción.

Pero la relocalización de los mineros a mediados de los años 80 del anterior siglo, marcó un antes y un después del proletariado minero que hizo historia en 1952, cambiando las reglas de juego del país. Dándole certezas a millones de bolivianos, que por fin podían contar con Estado propio, con políticas de Estado en favor de las mayorías y de la Bolivia profunda. Además, como movimiento obrero minero, tenían suficiente autoestima histórica respecto de su papel político para todo el país. Gracias a ese proletariado se potenció la Federación de Mineros y se construyó la Central Obrera Boliviana.

La relocalización definitivamente fue la derrota más catastrófica posible para el movimiento obrero minero. Coincidió con el inicio de la época neoliberal, por lo que se justificó aquella masacre blanca desde todos los ángulos posibles. De hecho, la victoria del dictador Banzer en las elecciones generales en algunas empresas mineras, como en Huanuni  y Siglo XX, fue el termómetro más claro del desánimo generalizado del propio movimiento minero.

Lo que vino fue la sangría de ese proletariado poderoso, que derrotado y sin opciones posibles tuvo que migrar a varias ciudades del país. Fui testigo de aquel triste espectáculo en el norte de Potosí, viendo caravanas de camiones, volquetas, y todo de tipo de movilidades totalmente cargados de muebles y enseres de casa, dirigirse a todos lados. Llantos de despedida de vecinos, de familias, de amigos, en muchos casos realmente indescriptibles pues el destino les jugaba una mala pasada a aquellas familias que jamás pensaron en semejante travesía.

Todos esos conmovedores hechos no están investigados. La prensa reflejó algo de aquello; pero el sufrimiento mismo de miles de familias, que se iban expulsados de donde tenían sentido sus vidas, a regiones totalmente distintas e incluso desconocidas, ciertamente fue un profundo cambio en la psicología de la familia minera. De pronto, se iban desterrados de alguna manera a lo totalmente desconocido. Miles de familias sin trabajo y sin futuro, familias que eran parte de ese glorioso proletariado minero que lo dio todo al país entero.

De esa manera, el llamado neoliberalismo ganó desde el principio la principal batalla ideológica y política de aquel momento. Destruyó al proletariado minero, con la excusa del quiebre del mercado del estaño. Con la excusa de que las empresas no eran ya rentables. Excusas tecnocráticas, con profundidad política neoliberal para aprovechar la coyuntura y derrumbar al baluarte de las luchas obreras y populares del país. Desde entonces el proletariado minero ya sólo es número o consigna; no un punto de inflexión política que marque derrotero alguno en la historia del país.

Mi padre (Max Murillo Betancourt), relocalizado y exdirigente minero de Catavi, me contó hace muchos años de varias familias que llegaron a Cochabamba, simplemente se destruyeron en el alcoholismo o la separación de esposos y esposas, cuando no vieron sino hambre, desocupación y rechazo de la población. Eran “los comunistas”, los “sindicateros”, los “revoltosos y problemáticos” y pues mejor no darles trabajo o colaborarles en el vecindario. En otros varios casos, fueron estafados en casas de cambio o financieras todo aquello que ganaron en las minas. Tragedias humanas que jamás serán ventiladas ni por la historia, ni por la narrativa política de este país.

Se dice con cierta verdad, que algunos mineros ayudaron a fortalecer los sindicatos de los cocaleros del Chapare. Como también los movimientos y organizaciones sociales en la ciudad de El Alto. En realidad, fueron sólo algunos afortunados. La inmensa mayoría se perdió en el anonimato de la tragedia, en el anonimato de la sobrevivencia. Treinta mil mineros fueron echados a la calle, junto a sus familias. Y el país jamás les reconoció como a organizaciones que aportaron enormemente al destino de Bolivia. Jamás les reconocieron la sangre vertida en tantas masacres, en tantos abusos de las dictaduras y sacrificios colectivos en función del país.

Los anónimos, los sin nombre, quiénes son siempre los que ponen el pecho a las balas, nunca son recordados y homenajeados por nadie. Esos anónimos mineros fueron miles y miles junto a sus familias. Desaparecieron como proletariado combativo, olvidados incluso por los propios partidos de izquierda, sin que nadie les defienda al menos en la memoria. Gracias a esos anónimos el país siguió en sus derroteros, enfrentando la antipatria, enfrentando a la soberbia y la impunidad de las oligarquías de siempre.

Hoy, en tiempos convulsos, en tiempos de regreso de las ultraderechas más retrógradas posibles por todo el mundo, los anónimos: el pueblo de a pie, siguen siendo carne de cañón de las irresponsabilidades políticas o sociales. Pues no dejemos que las historias de la relocalización se repitan, porque se repiten sobre los hombros del pueblo anónimo, de los que no tienen títulos ni propaganda ególatra, sino sólo el orgullo de ser habitantes de este país.

Opinión
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