Blog de Max Raúl Murillo Mendoza

Criminales como Trump quieren ser presidentes

Por supuesto que tiene explicaciones racionales y objetivas el fenómeno de Trump, o el de Milei también. Uno se pregunta con toda razón como un tipo Trump: misógino, violador de mujeres, ignorante en política, violento, antidemocrático, antimigrante, mentiroso compulsivo y sobre todo peligroso para la humanidad, tiene tanta aceptación entre la población norteamericana. Porque los errores que comete la política tradicional demócrata y republicana, frente al mundo y sus propias poblaciones, dan enormes facilidades para el desánimo generalizado, dando opciones a criminales como Trump. Eso mismo sucedió en la época de Hitler.

La política está en crisis por todo el mundo. Es una constatación objetiva por donde se lo vea, pues la crisis es de fondo: ética, moral y de valores universales  y ha tocado fondo. Por eso la ausencia de nuevos valores en política, porque nadie quiere saber de tanta repugnancia en los comportamientos reales de la política. Mientras no se recupere el sentido substancial, que es el servicio a los demás desde la política, es decir a los intereses de los más desposeídos y necesitados, simplemente seguiremos con el nacimiento de desadaptados como Milei o Trump.

La crisis sistémica que vive el mundo, no sólo es económica e industrial sino y sobre todo de valores. Aquellos valores que eran sostén y estructura filosófica de los gobernantes y líderes mundiales, o regionales, se ha derrumbado. Lo grave de este derrumbe universal, es que nos pilla sin alternativas posibles por ahora. Ni epistemológicas ni circunstanciales hay ahora como pensamientos nuevos o propuestas de avance frente a los pueblos del mundo. Este fenómeno es más evidente en el norte del mundo, donde han surgido verdaderos piratas modernos como Trump, que son por supuesto peligrosos para la humanidad.

Dicha crisis sistémica implica ausencia de ejemplos en los liderazgos, los existentes no llegan a las expectativas de los pueblos, como es el caso de los gobernantes europeos que sólo son sirvientes de bajo calibre ante las órdenes de Biden. Eso nos demuestra con absoluta certeza la guerra de Ucrania. Los discursos de esos gobernantes son de pantalla, encubren sus actos reales de la política real. 

Necesitamos como nunca antes cambios profundos en las propuestas políticas, que respondan a las necesidades actuales de nuestros pueblos. Más allá de las clásicas y reales necesidades que son trabajo, educación, vivienda y salud, que aun no se han cumplido plenamente, están las necesidades globales como el cambio climático, las nuevas tecnologías que deben ser socializadas para todo el mundo, los temas de género, los temas de sostenibilidad en la economía en contra del crecimiento al infinito que sólo destruye la humanidad. Como vemos, ha cambiado el espectro de las necesidades y demandas actuales, que muchos piratas de la política no entienden un comino.

Pues sí, por ahora es difícil entender la profundidad de esta crisis sistémica mundial. Porque todo se ha banalizado y relativizado terriblemente. Corruptos y violentos como Trump son normales para estas épocas sin ley ni normativas que valgan. Se ha perdido el respeto por todo, dando lugar al sálvense quién pueda o ley de la selva. Los Mandela o Ghandi han quedado en los recuerdos sentimentales de la historia, pues no son ejemplos para estos tiempos que corren. 

Sin embargo, siempre nos tiene que quedar las esperanzas de cambios. Ojalá de revoluciones, si es que los pueblos toman consciencia de sus papeles soberanos e importantes, como a lo largo de la historia moderna. Pues las revoluciones de la era moderna, dieron respuestas a las profundas crisis de sus gobiernos, totalmente deslegitimados y corruptos, abriendo las puertas a las esperanzas de los pueblos del mundo. 

Hoy como antes, tenemos que tener las esperanzas de revoluciones, de cambios, al menos de renovaciones en la política. Lo contrario no es humano, es no normal. Pues rescatar la esencia de cambios es una necesidad. Las aguas estancadas hieden y se pudren después. Hoy como antes, tenemos que tener la fe renovada en que lo peor pasará en bien de las nuevas generaciones que no se merecen un mundo podrido y corrupto.

Desde estos territorios donde seguimos peleando e intentando profundizar el VIVIR BIEN, como alternativa precisamente al sistema mundo capitalista, tenemos la enorme responsabilidad de cuidar los pasos que damos. No podemos ser irresponsables con el mundo, ni con nosotros mismos. Somos un país muy pequeño; pero de importancia y significado global cuando se trata de la historia. 

Desde estos territorios podemos contribuir a mejorar las condiciones mundiales de la política. Siendo capaces de demostrar otro tipo de comportamientos, desde la política, en el Estado y nuestras instituciones. Demostrando servicio y capacidades de gestión frente a las enormes necesidades de nuestros pueblos. Tenemos que ser capaces de no contaminarnos, con aquello que está sucediendo en el sistema mundo.

Tenemos que ser capaces de entender y profundizar el Vivir Bien, como Paradigma de cambio en un mundo que quiere y desea cambios profundos.

Opinión
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Hay que reconocer a Palestina

El Estado Plurinacional de Bolivia tiene que dar otro paso más, de valentía y coraje frente a los sucesos en medio oriente. Eso es reconocer oficialmente al Estado de Palestina, e instalar una embajada en aquel territorio. Si es posible, a pesar de nuestras limitaciones y pobreza, enviar ayuda alimentaria a los millones de palestinos que sufren genocidio imperial y colonial sionista. De esa manera, desde estos lados del mundo haremos algo concreto por el pueblo palestino, ojalá junto a varios países del mundo.

El demócrata de Biden, presidente de Estados Unidos, es uno de los fascistas en la historia mundial que sólo hace pantomima con sus discursos “democráticos”, cuando sus jefes sionistas siguen asesinando impunemente todos los días en Palestina. Felizmente los medios de comunicación alternativos ya le dejaron en evidencia frente al mundo. No hay por donde perderse. Los europeos no pueden hacer mucho, pues son los sirvientes más serviciales de los Estados Unidos. Por lo que sus discursos son repeticiones serviles, de lo que dice el amo de Biden. No hay por donde perderse.

Los tiempos que corren son tormentosos; sin embargo, también quedan en evidencia muchas cosas que sólo eran conjeturas o discusiones de café, de intelectuales o escribientes de todos lados del mundo. Quedan en absoluta evidencia que eso de “democracia” en los Estados Unidos es sólo un instrumento cruel de dominio, de coloniaje mundial y saqueo mundial. Instrumento en manos de oligarquías muy poderosas en las finanzas, en las industrias de armas, en el narcotráfico y todo lo oscuro que se utiliza con sus servicios secretos.

Los tiempos que corren son totalmente injustos respecto de los pueblos del mundo, que sufren las consecuencias de decisiones de algunas personas, como los gobernantes de Estados Unidos y Europa, que llevan al abismo de la guerra total. Increíblemente por negocios sucios como son las industrias de armas, que son los que están en mejor forma gracias a la sangre de ucranianos, rusos y palestinos. De eso se trata el sistema. Sus democracias y diplomacias son sólo excusas de esos antros de negocios.

Como en todas las épocas modernas de la historia, la experiencia nos enseña que debemos estar organizados, sino pues el esclavismo tocará las puertas de todas las naciones. Además de la brutalidad colonial como en Palestina. Ese es el destino que nos espera si es que los pueblos del mundo no tomamos consciencia de la situación real, en esta coyuntura concreta y absolutamente imperial. Sin organización y consciencia individual y colectiva, simplemente la historia se repite en función del saqueo y la expoliación material, y después espiritual.

Bolivia debe jugarse el pellejo de la dignidad, eso es reconocer al Estado de Palestina y ordenar abrir una embajada allá en esas heroicas tierras de la resistencia colonial. Algunos países lo harán como Irlanda, Noruega y España. Ojalá tenga eco en la comunidad internacional, pues es hora de hacer algo por el pueblo Palestino desde Bolivia. 

La diplomacia debe servir de algo, sino es inútil y cómplice de la soberbia imperial. En ese caso es imperativo enfrentar desde la diplomacia, siendo al menos solidarios con una embajada boliviana en Palestina. Netanyahu y su sirviente Biden nos reprocharán; pero será un orgullo para nosotros pues nuestra soberanía desde lo plurinacional debe resaltar libertad y combate, como en tantos momentos de nuestra historia.  Teniendo una embajada en Palestina será más práctico considerar ayudas, en lo que podamos, respecto a alimentos, medicina, insumos generales para la reconstrucción de todo el país, pues el sionismo es tanto igual al nazismo que han destruido todas las ciudades e infraestructuras de Palestina.

Los asuntos internacionales tienen que servir de manera práctica al país. Siendo solidarios con las causas más justas de los pueblos. Como en temas económicos, haciendo negocios siempre en función de las necesidades industriales o comerciales estratégicas. En las condiciones actuales tenemos que actuar en favor del pueblo palestino, al menos como solidarios desde la diplomacia pero para sentar soberanía allá en Palestina.

Reconocer a Palestina además tiene un significado importante, para un país como Bolivia que ha realizado cambios substanciales reconociendo a sus culturas y pueblos originarios. Palestina está sufriendo en carne propia discriminación racial, odio racial y genocidio étnico y cultural. Los anglosajones y sionistas de Israel, pasarán a la historia como los criminales más despiadados de la era moderna, por todos los acontecimientos en Palestina.

Esperemos que nuestra diplomacia esté a la altura de los acontecimientos. Sino pues que la historia nos condene. Es realmente un imperativo categórico actuar de oficio y práctico, para hacer algo por el pueblo palestino. Los discursos están bien; pero no resuelven  nada cuando las necesidades y las demandas son de urgencia. En este momento de la historia, allá en Palestina está la trinchera para ver el rostro del imperio y el sionismo criminal. 

Esperemos que nuestra diplomacia esté a la altura de los acontecimientos. Y nuestra solidaridad sea efectiva y real, no sólo discursiva. 

Opinión
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¿Que hacemos con los judíos en Bolivia?

El sionismo mundial se ha destapado con el genocidio de Palestina. Es decir, con el encubrimiento de los gobiernos occidentales en esa masacre racista, colonial e imperial. Los gobiernos árabes también se han visto en su realidad completa: complicidad con el sionismo. Esas oligarquías árabes no se arriesgan a defender a su propia sangre, sino seguir nomás con sus negocios con el mundo occidental y sionista. Pues el modelo capitalista es eso, negocios sobre la sangre de los pueblos. La historia nos ha ratificado muchas veces esa receta capitalista. Negocios son  negocios, no importa la destrucción del mundo: del hábitat ni del humano.

En Bolivia tampoco hacemos mucho. Quizás por consciencia de que somos periferia de la periferia, donde no tenemos influencia alguna en el mundo. Quizás por el momento de crisis política profunda que pasamos. Si vemos las universidades, por ejemplo, no tienen idea de lo que está sucediendo en el mundo; ni lo que sucede en nuestro país. Las federaciones de estudiantes hoy no son ni mínimamente revolucionarias. Están sumidas en la corrupción generalizada para sacar ganancias como sea. Están en competencia en cómo corromperse; no cómo hacer protagonismo político.

No hubo ninguna marcha multitudinaria por Palestina. Cuando en varias partes del mundo, incluido los propios Estados Unidos, los estudiantes y el pueblo en general están en las calles reclamando a occidente que frene el genocidio en Palestina. En Bolivia pues nos sumergen las pequeñas cosas de la política, hasta nublarnos de los acontecimientos que marcarán un antes y un después en el mundo. Ni modo.

Sin embargo, Bolivia tiene una colonia de judíos llegados en distintas épocas de nuestra historia. Hay los llegados durante la segunda guerra mundial, que eran unos miles. Y hay de todo, como en cualquier grupo humano. Los buenos y los no tan buenos. De hecho los judíos fueron nomás parte de los planes racistas de las oligarquías criollas, para blanquear al país. Porque eran los planes más importantes de las clases altas en toda la historia de Bolivia.

Hoy esas colonias judías no dicen nada respecto del genocidio en Palestina. Su silencio es cómplice de lo que sucede con el gobierno criminal de Israel. Considero que el gobierno de Bolivia tendría que tomar cartas en el asunto. Cierto que es un tema delicado; pero si la inacción es  nomás cómplice de lo que sucede, tendríamos que empujar a nuestros líderes a ejercer algún tipo de presión para hacer que los judíos reaccionen contra ese genocidio. O pues, los gobernantes de Israel sepan que puede haber consecuencias mundiales de sus hechos criminales.

Los políticos tontos de Estados Unidos, siguen ciegos frente al mundo. Sólo tenemos que ejercer soberanía respecto de Palestina. Insisto en que quedarnos sólo con las noticias, es realmente complicidad e inutilidad como país. Es seguir siendo periféricos y tercermundistas, esperando las migajas del norte. Porque podemos ejercer soberanía solidaria con naciones, como Palestina, que están sufriendo en carne propia colonialismo y racismo. Fenómenos que también hemos sufrido en estos siglos y aun no acabamos de liberarnos, porque tenemos errores internos que no nos permiten cumplir los sueños de nuestros ancestros.

Sólo los pueblos conscientes son los portadores de su libertad. Los pueblos esclavos no pueden por supuesto ejercer nada. Nosotros somos conscientes de que si no ejercemos nuestros derechos en concreto, seremos esclavizados por el poder del sistema. El derecho a la protesta en solidaridad con el pueblo Palestino, es un llamado para hacer frente a la soberbia e impunidad del sistema occidental. 

Los judíos en Bolivia tienen que saber en el país en que están. No pueden ser colonia cerrada, es decir sin respetar las costumbres y mentalidades de nuestro país. Este país les acogió en solidaridad a lo que sufrieron, sobre todo durante la segunda guerra mundial. Por tanto, tienen que saber que las consecuencias de quedarse tienen que ver con asumir nuestras costumbres, nuestras banderas, nuestro himno nacional y nuestra constitución. Lo contrario, les invitaría a dejar de ser bolivianos y en efecto dejar nuestro país.

La política internacional nos empuja a ser más estratégicos con el mundo. Es una transición compleja que por hoy no sabemos a dónde se dirige. Al menos sabemos que se termina por fin el mundo unipolar injusto y depredador. Ese de los lindos discursos hipócritas en las NNUU, y de los bombardeos de tantos países y regiones, causando millones de muertos en nombre de la democracia y la libertad.

La política internacional nos exige determinación desde nuestra soberanía. Hoy determinación en favor del pueblo palestino. Nos exige que pidamos una postura clara a los judíos bolivianos. Nos exige que desde la periferia podamos ejercer algún tipo de presión, contra la impunidad de los asesinos de Israel. En definitiva, que no seamos inútiles frente a la historia; frente a los exámenes que nos pone la historia.

Opinión
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Coyuntura apocalíptica mundial

Bolivia no es una isla en el mundo. Pensar eso sería estúpido, como irresponsable. El mundo nos afecta inmediatamente, aun estemos en la periferia de la periferia. Lo cierto de la coyuntura mundial es que occidente se encamina al abismo otra vez. La guerra de Ucrania ha despertado a los demonios guerreros de occidente, que empiezan su fiesta con sangre y terror como su cultura les llama otra vez. Las mentalidades guerreras y cavernarias se hacen con los Estados de occidente. Lo que viene ya lo sabemos por experiencia.

Pero a pesar de esa coyuntura diabólica  guerrera, Bolivia debe seguir nomás sus propios objetivos estratégicos. En primer lugar luchar por el pleno empleo, porque sin empleo no hay nada en todo lo demás. Todavía no nos recuperamos de la tragedia del coronavirus, que nos afectó a nivel del empleo. La miseria y pobreza siguen por nuestras calles, si bien hemos avanzado en estos años no hemos resuelto el asunto del empleo. 

Es verdad que el fenómeno de lo que se llama informalidad, desde siempre ha sido un colchón importante; aunque nunca fue ni es la solución para enriquecer a la sociedad. Esa inercia de la pobreza y la miseria no será posible romper sin el pleno empleo, como política de Estado siempre en consensos con todos los sectores de la sociedad civil. 

Lamentablemente no tenemos consensos grandes de sociedad. De estrategias de Estado con la sociedad. Las universidades desde siempre están en otro tren, formando gente sin saber a dónde enviarán tantas personas, en sentido laboral. Esa ceguera tradicional, jamás se enfrentó desde las estrategias de Estado. Las nuevas generaciones están siendo abiertamente engañadas, colectivamente engañadas, porque no saben si sus estudios servirán de algo, o en qué áreas de las estrategias del país. 

Tampoco tenemos consensos con las instituciones privadas; sean estas empresas, fundaciones o instituciones de la cooperación internacional, como con los municipios sean estos rurales y ciudades intermedias. Todos caminamos con los ojos cerrados respecto de la creación de empleo: es el azar total. Pues semejante irresponsabilidad colectiva, sólo nos condena a la pobreza y miseria en todas las clases sociales.

Como decíamos, el mundo se encamina al abismo a la cabeza de la civilización occidental. A la cabeza de los norteamericanos, que les gusta culturalmente la guerra y la impunidad de la guerra como negocio capitalista. Con ellos todo el mundo camina a una crisis económica de dimensiones catastróficas. Los pueblos del mundo se empobrecen, porque los recursos económicos se dirigen a las industrias de la guerra, a los ejércitos improductivos pero necesarios en estos tiempos apocalípticos. 

Ese fenómeno irresponsable de los occidentales, nos afecta; pero tenemos que ser inteligentes para al menos resistir en mejores condiciones. Desde la periferia no podemos definir nada, ni siquiera podemos hacer algo frente al genocidio de Palestina. Sin embargo, podemos prepararnos de mejor manera ante esta coyuntura guerrera y cavernaria. Eso es tener estrategias nacionales de consenso para crear empleo. Es decir, hacer patria y ser responsables con la historia en estos momentos peligrosos para todo el mundo.

No podemos dejar de pensar en estos posibles escenarios de la guerra real. Los occidentales están ciegos, como clases altas, y están corriendo a esos escenarios. Desde Bolivia tenemos que pensar en esa posibilidad. Prepararnos para lo peor, reforzando nuestras estrategias de Estado. Insisto que la creación de empleo, hacia el pleno empleo, es estratégico como contención de la pobreza en los posibles escenarios guerreros del mundo.

Estamos lamentablemente en coyunturas apocalípticas. La historia definitivamente no nos ha enseñado nada, de las experiencias amargas del pasado. Seguimos nomás como ciegos históricos, sin ver el pasado y peor no aprender nada de las tragedias humanas. Repitiendo errores que nos conducen al abismo. Como país tenemos que ser capaces de enfrentar esos enormes desafíos, de los que no somos culpables. 

No podemos ser irresponsables con nuestro pueblo, que ya está castigado con las crisis actuales del sistema. Los escenarios que se vienen no son buenos ni positivos, que nos exigen total capacidad profesional y amor a la patria para enfrentar los escenarios posibles. Dejar al azar de los acontecimientos es ser analfabetos funcionales e irresponsables, con la historia de nuestro pueblo y con la misma historia.

El siglo XXI y nuevo milenio nos deparan tragedias mundiales no pensados e imaginados. La civilización occidental sigue siendo el motor del capitalismo. Ese capitalismo que no resuelve el Vivir Bien del mundo, sino todo lo contrario. Hace de este mundo un lugar poco habitable, poco amigable para la naturaleza. Sin embargo, sus autores y ejecutores están ciegos y totalmente robotizados sin ver otras alternativas, ni posibilidades para mejorar la vida de miles de millones de seres humanos, de sistemas ecológicos condenados a la muerte por el sistema capitalista.

Al menos en Bolivia seamos más responsables con nosotros mismos. No podemos frenar la locura occidental. Frenemos la pobreza creando empleo para todos.

Opinión
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La decadencia de otro imperio

Desde las páginas de la historia universal, sabemos bien de la decadencia del imperio romano, como de la decadencia del imperio inglés, por ejemplo. Pero ahora estamos asistiendo a la decadencia del imperio estadounidense. En este caso, muy parecido a la decadencia del imperio romano: decadencia moral, ética, económica y social. Asistimos al derrumbe de uno de los imperios más poderosos de la historia moderna universal. 

La decadencia y destrucción interna del imperio estadounidense, tiene por supuesto sus propias características. El mundo se entera que este imperio estaba totalmente contaminado de sionismo, dominado por el sionismo israelita. Reacciona brutalmente en su caída contra el mundo, sobre todo contra los posibles competidores de nuevos imperios. Las guerras son las principales recetas en esta caída y decadencia. 

Entre los aspectos más notables de esta decadencia están en lo ético y moral. El genocidio de Palestina pone en absolutamente evidencia su profunda decadencia, es decir su postura enteramente racista y colonial, es desde todos los puntos de vista la pérdida total de lo ético y moral. En esa línea, la represión a los estudiantes de cientos de universidades que protestan en contra del genocidio de Palestina, es también muestra de su decadencia pues eso de democracia occidental y libertad de expresión, han pasado al basurero de su historia. No existe democracia alguna, ni libertad de expresión. Todo forma parte de los discursos vacíos de las oligarquías estadounidenses.

Estados Unidos cuenta con más de 50 millones de pobres, incluso miserables en sus ciudades sin acceso a salud y educación. Condenados por el mismo sistema, terriblemente justificados por el sistema. Teorizados por el sistema insostenible; que increíblemente aún tiene sus defensores entre sus académicos, que creen tontamente que ese sistema es el único potable en el mundo. Los números y las matemáticas que supuestamente demuestran ese poderío, son sólo justificaciones ideológicas, pues ese derrumbe moral y ético en primer lugar; después económico y tecnológico, es demasiado evidente.
Su historia está bañada y teñida de sangre, desde los inicios de su creación como país. Ha generado sus propios genocidios: indios norteamericanos en la llamada conquista del oeste, probablemente millones de muertos entre las culturas indígenas en los territorios conquistados y robados. Historias que están muy poco investigadas y encubiertas por la historiografía oficial. Ni qué decir del genocidio de negros esclavos.

Como imperio es culpable directo de las dictaduras militares en América Latina. Crueles sistemas de gobierno que asesinaron en masa a obreros, indios, etc. Cuando a las oligarquías gringas les daba la gana, ocuparon varios países en América Latina para asesinar a dirigentes sociales, intelectuales o gobernantes que no comulgaron con los abusos del imperio.

En los últimos tiempos, están las brutales intervenciones impunes en Vietnam, Irak, Afganistán. Lugares donde sembraron muerte, miseria, destrucción total de países enteros, migraciones de millones de personas por aquellas guerras. Es decir, sembraron el infierno en la tierra de manera impune. Pues jamás se hará justicia por tantos millones de muertos, destrucción de patrimonio mundial y de violaciones a los derechos humanos. Ese es el rostro más claro y nítido del imperio estadounidense, que en los discursos de todos sus presidentes se bañan hipócritamente con los conceptos de democracia, libertad de expresión, protección a los derechos humanos. Conceptos que sólo sirven en el territorio del imperio, para algunas clases sociales altas.

Hoy están en crisis profunda. A pesar de su enorme poder económico, producto de su posición colonial e imperial también financiero. El crecimiento de otras regiones en el mundo, en el sentido económico y tecnológico, compite directamente con el poder del imperio. Y estos, más allá de sus discursos hipócritas, no tienen una posición de consensos democráticos, sino todo lo contrario. Al extremo de acudir a las recetas de las guerras, para imponer su poder y seguir creciendo económicamente vía venta de armamentos y muerte. 

China, Rusia, India, Irán y otras regiones del mundo, se han puesto en la tarea de mejorar y crecer económica y científicamente. Muchos de estos países ya significan una competencia directa con el imperio. A pesar de sus dificultades internas, en el orden político y social, son competencia. Sin embargo, el imperio impone sanciones, boicot, guerra sucia secreta contra dichas regiones. Porque ya es impotente ante los avances científicos y tecnológicos de esos países.

El sueño americano, saciado sobre la sangre y muerte de los indígenas norteamericanos, hoy es la pesadilla mundial real. Ese poder que tiene raíces en la sangre de los indígenas norteamericanos, como en el saqueo de las riquezas de América Latina, se derrumba ante los ojos de todo el mundo. Evidencia de su decadencia es su destrucción en lo ético y moral, sobre todo en sus oligarquías armamentistas y financieras. Que afectan directamente en sus poblaciones: drogadicción, suicidios, racismos extremos, asesinatos en masas todos los días en cualquiera de sus ciudades.

El sueño americano se ha convertido en la peor pesadilla mundial. Pues aquel crecimiento económico al infinito, produce hoy miseria creciente por todo el mundo. Que produce migraciones de millones de seres humanos por todo el mundo. Ese sueño americano que es el mayor culpable de la contaminación mundial, es decir del cambio climático desastroso.

Ha llegado la hora de la debacle del imperio estadounidense. Es peor que la debacle del imperio romano, porque ese monstruo imperial es más peligroso cuando está herido: reacciona con muerte y destrucción por todo el mundo. Son coletazos muy peligrosos, que por supuesto durarán varios años. 

Opinión
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¿Realmente hay diferencias entre Trump y Biden?

A simple vista existen diferencias entre el republicano Donald Tump y el actual presidente estadounidense demócrata, Joe Biden. Los medios de incomunicación mundial, así lo reflejan. Muestran a Biden como realmente demócrata frente al cavernario y antidemócrata de Trump. Sin embargo, cuando miramos con la lupa la política norteamericana simplemente constatamos que ambos jerarcas de la política imperial no tienen diferencias. Se parecen tanto, como hermanos gemelos, que coinciden totalmente con el atropello a todo el mundo respecto de las sanciones económicas, vigilancia antidemocrática mundial, defensa del capitalismo totalitario destructivo de la naturaleza, asesinatos en masa como en Palestina, y por supuesto exportación de su “democracia” a todo el mundo, vía bombardeos y destrucción masiva.
 
Los intereses mundiales del imperio norteamericano, no dejan dudas de sus alcances planetarios, para la expoliación, el robo de las riquezas financieras, el saqueo del patrimonio de los países dependientes. En definitiva, la imposición del modelo insostenible del capitalismo salvaje. Los enormes esfuerzos que hacen, desde aquellas oficinas imperiales, para demostrar al mundo su modelo, sólo evidencian sus formas de encubrimiento total del fracaso reverendo del modelo capitalista; “democrático y liberal”.
 
A estas alturas considerar que los Estados Unidos tienen democracia, es admitir que la iglesia católica es santa. La represión que sufren los universitarios de tantos centros universitarios, que se manifiestan en favor del pueblo palestino, desdice tanta manipulación de los medios de incomunicación gringa. Los abusos cotidianos a los negros e hispanos indocumentados, por parte de la racista policía; el apoyo vergonzoso de las finanzas judías norteamericanas, al genocidio en Palestina, pues son apenas unos ejemplos de tantos en donde vemos la degradación total del imperio norteamericano.
 
Aquel sistema racista en esencia, manejado por las oligarquías más poderosas de blancos que tienen miedo del mundo, donde habitan otras culturas y razas se asemejan a guetos o islas, que están rodeados por bárbaros o salvajes que son un peligro para su “democracia y libertad”.
 
De hecho su modelo de “democracia” siempre fue elitista, que se asentaba y se asienta sobre las oligarquías autóctonas más corruptas en todas partes del mundo. Los latinoamericanos tenemos suficiente experiencias con tantas dictaduras militares y civiles de corte “democrático” gringo.  Experiencias del saqueo y de imposición de esos modelos, absolutamente incoherentes para nuestras realidades.
 
En los últimos tiempos, las crisis del sistema capitalista han empobrecido a los obreros y poblaciones del mundo. Estos se han puesto la tarea de emprender y migrar al mismo centro del sistema. Millones de pobres y desplazados del sistema migran a los Estados Unidos. Sin embargo, esas poblaciones blancas y racistas les consideran bárbaros y salvajes, que no merecen vivir en la “democracia norteamericana”. Pero los bárbaros y salvajes, no se rinden a pesar de la muerte y los riesgos donde niños y viejos, son los primeros en sufrir atropellos de los colaterales del sistema, intentan entrar al sistema para sobrevivir. Los sueños americanos, son sólo para los blancos y racistas; no para los bárbaros y salvajes del sur del mundo.
 
Asistimos como a una película de Hollywood, la caída de las máscaras imperiales de su “democracia”; de sus “sueños americanos”, del despilfarro mundial de las riquezas saqueadas durante siglos y empleadas en industrias de armas, de tecnologías de la muerte y cómo no de frivolidades insostenibles gringas, para seguir el festín de la muerte y el saqueo mundial.
 
Cierto que otros modelos llamados alternativos también fracasaron. La URSS fue un ejemplo de ese intento. La corrupción humana es uno de los temas no atendidos; que en todos los sistemas se pudre y destruye totalmente los intentos alternativos.
 
Hoy, es el capitalismo salvaje el imperante y el que vemos cómo se autodestruye desde los mismos Estados Unidos. Porque sus valores y ética ya no funcionan, si es que alguna vez funcionaron. Ese capitalismo de blancos y racistas, que tienen miedo del mundo. Tienen miedo de los bárbaros y salvajes que llegan en masa al imperio. Tienen miedo de perder su poder que ya lleva siglos de destrucción mundial.
 
Por tanto, esos poderosos intereses tienen que ser defendidos por demócratas y republicanos por igual. Por tanto, políticos de pinta como Trump y Biden no tienen diferencias algunas para seguir bombardeando países, para seguir castigando con las finanzas a quiénes no se arrodillen, para seguir castigando al mundo si es que no obedecen las órdenes de los “democráticos y civilizados” norteamericanos.
 
El racismo imperante con los cosméticos de la “democracia” norteamericana, siguen siendo la raíz del poder anglosajón. Ese poder que se les termina desde adentro mismo del sistema, que se corroe en su propia podredumbre. Palestina, Ucrania, Yemen, Sudán, son sólo nombres de lugares donde el imperio se corroe en la sangre ajena. Como siempre fue.
 
No hay diferencias entre Trump y Biden, son sólo matices y discursos de moda, que quieren escuchar sus lacayos.
 
                                                                                          La Paz, 5 de mayo de 2024

 

Opinión
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Los nuevos proletariados

El mito de la modernidad se devalúa cada vez más, ese sueño de riqueza por doquier y felicidad en el sistema son palabras huecas que se lo lleva el viento. Los proletarios de todas las épocas son testigos del engaño sistemático, a que siguen sometidos por las promesas poéticas de la modernidad. Porque la explotación, la expoliación, el saqueo colonial de las riquezas son las constantes de los siglos, desde el siglo XVI. 

El gran proletariado minero de los años 40 hasta los años 80 del anterior siglo, que sobre sus enormes sacrificios caminó y avanzó la Nación, hoy sólo es recuerdo de entereza, de valentía, lucha y entrega total de vidas en las dictaduras. Todo por la enorme responsabilidad histórica de sacar adelante la dignidad del país. Ese proletariado ni siquiera fue homenajeado por su entrega desinteresada a la Patria. Los muertos, heridos, exiliados, hoy son los olvidados por la historia.

Los nuevos proletarios de la postmodernidad tienen educación incluso universitaria, técnica, industrial y tienen tecnologías de la información a su disposición para ser mejor explotados. Porque la sofisticación de la explotación es todavía más cruel en estos tiempos modernos, o postmodernos. Paralelamente los nuevos proletariados están desprovistos de instrumentos ideológicos, y formación política es demasiado esperar por la inutilidad de los partidos que se dicen de izquierda. 

En Bolivia los nuevos proletariados tienen que ver con gastronómicos, informáticos, vendedores ambulantes, etc, etc. Jóvenes en la mayoría de los casos, que sobreviven en las ciudades peleando milímetro a milímetro los pocos puestos de trabajo que hay. Los sueldos de miseria y sobrevivencia, hacen realmente un cuadro digno de aquellos que denunciaba Carlos Marx en las ciudades europeas, que se jactaban con la primera revolución industrial del siglo XIX. Pues sí, las condiciones económicas y sociales no han cambiado en esencia, sino la coyuntura y los nuevos escenarios mundiales totalmente caóticos gracias al modelo capitalista.

El deterioro mundial del proletariado es evidente. Los nuevos proletarios por el mundo tienen mejor formación educativa o académica; sin embargo, lo objetivo es que las condiciones económicas se han encarecido, y eso de aspirar a vivienda o dignidad no existen. 

A lo largo de estos últimos 40 años, el capitalismo salvaje ha tomado las riendas de muchas sociedades. Los resultados son elocuentes: mayores diferencias de clase y económicas, corrupción generalizada, pérdida de conquistas sociales, brutalidad política en las calles y total ausencia de ideas en lo político e ideológico. En definitiva: triunfo del capitalismo salvaje. Ese capitalismo de las finanzas oscuras de la trata de personas, del narcotráfico, del contrabando, de los bancos sin ley alguna. 

Los obreros actuales tienen que lidiar con obstáculos más poderosos para sobrevivir. Prácticamente abandonados por los otrora partidos políticos, que al menos les apoyaban en los procesos de formación política, en la toma de consciencia para sus reivindicaciones sociales. Además, las divisiones mundiales del trabajo y capital, nos condenaron sólo a ser consumidores de los productos que vienen del norte, destruyéndonos todas nuestras posibilidades de industrialización. Es decir, la precariedad de las condiciones laborales son la moneda corriente en nuestros países. 

Ni siquiera podemos con básicas industrias de alimentos, o al menos micro industrias de alimentos o ropa. El grado de dependencia es sencillamente humillante. Es decir, la total precariedad de las condiciones objetivas laborales. En estos escenarios, los proletariados nuevos sólo tienen como posibilidades pelear como animales hambrientos, con otros proletarios hambrientos. 

Como vemos, las tareas inmensas de reconstruir sindicatos conscientes, capaces de cambiar las realidades más terribles quedan otra vez muy lejos. Pero constatamos también por la experiencia, que obreros y proletarios sin organizaciones, sin formación política e ideológica son totalmente débiles y están a merced del sistema brutal. 

Ciertamente son otros tiempos, son otras coyunturas y momentos históricos. Las coordenadas han cambiado respecto de la toma de consciencia para hacer la Revolución. Lo cual no quiere decir que la explotación se haya ido, o eso que dicen torpemente muchos “cientistas sociales”: que la muerte de los marxismos con el muro de Berlín, ha enterrado la historia de la lucha de clases. Estupidez contrarrestada por la dura realidad de estos tiempos. 

El capitalismo salvaje, ese que tiene ya algunas raíces en el tercer mundo, lamentablemente se ha impuesto. Monstruo de mil cabezas, agujero negro que se traga todas las ilusiones de los nuevos proletariados. Ese sistema antihumano que además ha destruido los sistemas financieros, para convertirse en un sistema irracional y totalmente insostenible por todo el mundo. Haciendo creer que la subida de precios (alimentos, vivienda, educación y salud), es normal y parte de las estructuras comerciales. En realidad en un rotundo engaño mundial, que los piratas de las finanzas inflan en las computadoras del sistema para engorde de ellos.

Pero las lecciones son muchas desde la experiencia del proletariado mundial. Aunque en estos momentos de dureza y de guerras de conquistas capitalistas, de falta de toma de consciencia y de formación política como ideológica, afecten en los resultados sociales. Además del embrujo total hacia el capitalismo salvaje, que es la pelea entre pobres, entre miserables y entre obreros por las migajas del sistema.

En estos momentos duros y complejos, coyunturas en contra del proletariado mundial, tenemos que recordar a los proletarios mineros que fueron traicionados en 1985, y echados a la calle impunemente. Esos son los verdaderos héroes de nuestra historia social y de luchas proletarias mundiales.

Honor a los proletarios de la nacionalización de la minería. Honor a los proletarios y mártires de Chicago. Viva el primero de Mayo!!!

Opinión
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El libertario de Milei en Argentina

Milei trajo atención hace unos meses, por sus críticas contra lo que el suponía los totalitarios de la izquierda en la Argentina. De hecho los tremendos errores de la política económica del vecino país, empujaron a las masas obreras y pueblo en general a optar por Milei. Este personaje se decía a sí mismo ser partidario del liberalismo e incluso del anarco liberalismo, totalmente en contra de los supuestos totalitarismos de izquierda. Sin embargo, pasaron unos meses desde entonces, y este sujeto libertario, demuestra que es más totalitario que a quiénes criticaba. Su modelo económico, que es copia fiel de los modelos fracasados del neoliberalismo de los años 80 y 90 del anterior siglo, empieza a sembrar hambre y miseria.

Por tanto, sabemos de ante mano que el hambre y miseria se profundizarán en la Argentina. Y el libertario de Milei no es por supuesto ningún libertario, sino un payaso más de los sectores conservadores de Argentina, que a nombre del liberalismo sólo acude a recetas ultra conservadoras e importadas de países donde sus realidades se prestan a imponer dichas medidas. Por ejemplo Inglaterra o Estados Unidos, países industriales que experimentan con sus poblaciones que han sido totalmente enajenadas de sus realidades, y ya no tienen las posibilidades de pensar en cambios sociales.

Milei es una muestra más de que las clases altas, oligarquías latinas, no se ubican en el tiempo histórico o simplemente siguen nomás anclados en el pasado colonial, o republicano que es casi lo mismo. Su dependencia enfermiza de los centros de poder capitalista, les delata su poca autonomía y poca visión al menos nacionalista en estos países. Milei lo primero que hizo, como perro sabueso, es ir corriendo a los Estados Unidos y arrodillarse ante los burócratas del imperio para esperar su visto bueno. Humillantemente salió en los medios de prensa imperiales, sonriendo con Trump y otros coloniales para decir que es un soldado más del sistema capitalista central. Ridícula manera de empezar siendo elegido por una parte de su pueblo.

Hoy se esfuerza por firmar acuerdos de la guerra fría con Estados Unidos y otros del sistema. Se esfuerza en derrochar dinero comprando chatarra militar, como aviones y otros artefactos de la muerte gringa. Realmente, este personaje pasará a la historia como el más servicial del moribundo sistema capitalista que haya tenido América Latina, en un momento histórico donde el planeta se inclina hacia lo multilateral, como intentos ante el fracaso de occidente en estos siglos de impostura e imposición colonial económica.

Pero es cierto que los Milei abundan por estos lados del mundo. En Bolivia también los tenemos, Tuto Quiroga y otros compinches de la banda. Y no les podemos pedir que piensen por sí mismos, necesitan de recetas externas para decir algo. Necesitan arrodillarse ante sus amos para ser alguien. Al parecer no entenderán de soberanía, o de nacionalismo por lo menos. Sabemos que los intereses de sus amos son muy poderosos, por lo que es demasiado soñar que estos oligarcas piensen por sí mismos. La experiencia nos dice que los conceptos de  soberanía, patria, Nación y Estado soberano, son conceptos que se construyen en las trincheras de las luchas sociales. Son conceptos que denotan experiencias de consciencias superiores desde las conquistas sociales. Aspectos que por supuesto están fuera del entendimiento de los Milei o Tutos Quirogas.

El neoliberal de Milei terminará endeudando a la Argentina. Además sobre la base del hambre y la miseria de los obreros, de los trabajadores. A nombre de combatir contra el comunismo y sus huestes totalitarias, impondrá las recetas del neoliberalismo más conservador y totalitario posible, vendiendo a su país al mejor postor del sistema. Experiencias que hemos pasado a lo largo del continente en todos estos siglos. 

Con Milei no hay novedad al respecto. Sino más de lo mismo, de lo conocido en la historia del hambre y miseria de nuestros pueblos. Recetas importadas y modelos fracasados en lo económico y social; pero justificados desde los enormes intereses comerciales de las potencias. Milei sólo es el payaso del circo; que se hace al sionista en el muro de los lamentos, después se presenta en los salones del FMI, después en las oficinas de los distintos jefes mafiosos de la política norteamericana. Pues no hay novedad sino lo mismo nomás a nombre del liberalismo occidental.

Es una crueldad de cierta manera la política en Latino América. De vaivenes y traspasos de ideologías extremas; pero sin resoluciones de las grandes demandas de nuestros pueblos: trabajo, vivienda, salud, educación y Vivir Bien. Millones de compatriotas latinoamericanos se debaten entre la miseria y la pobreza, sin que sean el centro de la política sino sólo la excusa en todos los discursos ideológicos. 

Milei es la coartada perfecta de los centros de poder, para seguir esquilmando nuestras riquezas, a costa por supuesto de sueldos miserables y países desestructurados, desinstitucionalizados para el saqueo total y legal de todo lo que sea posible. Como vemos, siguen en pie revoluciones postergadas. Revoluciones en serio y sin discursos.

                                                                                              La Paz, 28 de abril de 2024 

Opinión
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Velocidades del llamado desarrollo

El concepto de desarrollo ya ha sido cuestionado muchas veces, incluso en Bolivia. Deviene de realidades donde el sueño de progreso y desarrollo responde a estructuras sólidas, sobre todo de países industrializados, respecto de la economía. Pero que no se amoldan tan fácilmente a realidades del tercer mundo, sobre todo países sin procesos de industrialización, sin bases sólidas de industrialización, sin tecnología de punta. En definitiva sin posibilidades de crear mercados internos con alto valor agregado.

Por eso, lamentablemente, la brecha entre aquellos dueños de las patentes industriales y quiénes no tenemos básicas formas industriales, se ensancha cada vez más. Ese fenómeno objetivo es por demás demostrable a la hora de los resultados de las escalas de desarrollo. En nuestro caso la pobreza franciscana es elocuente, la ausencia de estándares de desarrollo en temas de calidad es nomás la conducta mediocre de todo lo nuestro. También hay razones históricas por cierto; pero los resultados son los resultados.

En estas complejas coyunturas mundiales, las peleas tecnológicas entre los gigantes de la economía, son el pan de cada día. Sus centros de investigaciones científicas trabajan día y noche, los siete días de la semana para estar al día en las competencias, en todos los campos posibles de las industrias y las tecnologías. Claro, no podemos competir con todo eso, no tenemos las mínimas condiciones materiales ni científicas para hacerlo. Es como soñar ganar algún día el premio nobel de física nuclear. 

Pero podemos acomodarnos a algunas escalas más modestas de todos los avances en las ciencias, en los procesos tecnológicos. Por ejemplo en los temas de productos alimentarios, por nuestras enormes potencialidades. O en los temas de minería por razones históricas. Sin embargo, una cosa son las potencialidades y otra la realidad objetiva de los hechos. Nosotros tenemos enormes potencialidades, desde hace siglos, en varios temas: minería, producción agropecuaria, piscícola, ganadera, agroindustrial. Pero seguimos nomás siendo la cola del furgón a la hora de las estadísticas internacionales. Es decir, no somos competitivos en nada.

Una de las condiciones objetivas es la calidad del funcionamiento de las instituciones, sean estatales o privadas. Que ofrezcan seguridad laboral, servicios básicos seguros, como salud y educación  (eso ofrecía la Comibol después de la revolución del 52). Otra de las condiciones es contar con centros universitarios realmente competitivos, en los sectores de ciencias y tecnologías industriales. También un mercado interno sólido, donde los consumidores tengan al menos estándares medios de consumo asegurado. No la pobreza generalizada de las poblaciones, que sólo pueden consumir lo más precario y barato por razones de miseria y pobreza.

En nuestras realidades nos contentamos con muy poco, pues las costumbres de la precariedad y pobreza hacen que de por sí optemos por lo más barato, casi pobre como artículo, porque la capacidad de consumo y ahorro son nulas. Claro que la corrupción empeora estas realidades, nos lleva al abismo de la informalidad desde la perspectiva de ausencia de Estado, es decir ausencia de impuestos, ausencia de mercado interno, en suma ausencia de perspectivas de desarrollo en escala humana. 

No tenemos velocidades ni mucho menos. Somos un país lento y demasiado lento para temas de desarrollo; para temas educativos de competencias altas. Nuestras conflictividades sociales nos hacen totalmente vulnerables a las corrientes de todos los desarrollos. Ni siquiera podemos tener pequeñas parcelas de industrias turísticas, porque nada es seguro en nuestras carreteras, en nuestras normas, en nuestro desorden cotidiano y emblemático. Es decir, como país nos contentamos con muy poco.

Hay experiencias mundiales que han enseñado cómo hacer las cosas. Sin tener recetas ni mucho menos. Por ejemplo Corea del Sur o Singapur. Desde la pobreza y miseria casi absoluta lograron en 30 o 40 años salir de la pobreza, y llegar a estándares altos de desarrollo. Como decimos, se pusieron las pilas incluso a la fuerza, por la fuerza. Ya que el desorden y la ausencia de institucionalidad sólo nos conduce al manejo de unos indecentes, contra toda la población de manera antidemocrática. Y desde todo punto de vista es injusto y totalmente contra la voluntad del pueblo.

Definitivamente nos jugamos el pellejo del futuro y de nuestra historia, cuando nuestra incapacidad colectiva se mezcla con la ceguera y la complicidad de no asumir al menos unos grados de desarrollo. Deberíamos avergonzarnos al menos desde lo ético, pues ver la miseria y pobreza de nuestras calles para reaccionar en consecuencia. No con discursos fogosos y engañosos sino con hechos, con acciones objetivas en la maquinaria de nuestras instituciones, en la maquinaria de nuestras universidades. 

Las nuevas generaciones, los jóvenes, son los que pagan el precio muy alto de los errores irresponsables del pasado. Porque no tienen oportunidades de trabajo digno, de oportunidades de negocios, de mercados internos solventes, de instituciones sostenibles en el tiempo. Lo cual es totalmente injusto, totalmente indecente, totalmente antiético y se les deja tareas colosales que ya deberían estar realizados hace mucho tiempo. En fin.

Opinión
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Estados heredados, estados por soñar

A pesar de las buenas intenciones y esfuerzos de estos años, seguimos nomás con los Estados heredados del siglo XIX, que son copias burdas de los Estados europeos de ese siglo. Cierto que los Estados modernos son invento de los europeos; quiénes exportaron después esas estructuras por el mundo entero. En nuestro caso el Estado se estructuró hasta mediados del siglo XIX, a pesar del desorden, del caos total, de los gobernantes que no tenían idea de estos territorios, de las pérdidas territoriales. En varios aspectos fueron estructuras coloniales, fue herencia colonial, con tintes y perfumes modernos.

Por todo eso, hasta hoy, tenemos todavía herencias coloniales muy compactas que no hemos cambiado, sino en las bonitas leyes de nuestros escritos legales. El mal trato al ciudadano común desde el Estado, el pésimo trato al interior de nuestras instituciones, la lentitud y la brutal burocracia, son absolutamente coloniales. Sellos inconfundibles de costumbres coloniales que siguen nomás como protocolos de comportamiento estatal colonial.

Seguimos debatiéndonos entre la penumbra de cómo cambiar semejantes estructuras, que han sobrevivido a todos los intentos de cambio de nuestra historia. Varias de las veces nos encubrimos, porque son nuestros errores internos históricos, culpando a factores externos: imperialismos, etc. Sin tener la capacidad de autocrítica, o al menos crítica histórica de nuestros propios hechos, de nuestros propios errores. Por supuesto, que hay factores externos que influyen en el devenir de nuestros hechos. Por ejemplo el nefasto papel de la diplomacia norteamericana, del intervencionismo pirata de la política norteamericana.

En todo caso, nuestros factores internos son importantes si es que queremos realmente cambiar nuestro destino como país. Pero si seguimos nomás con las costumbres coloniales del desorden, de la ausencia de estrategias de Estado, de ausencia de consensos como colectivo, como Nación, echando la culpa a los fantasmas del imperio cuando son nuestros propios errores, sin esfuerzos de ver nuestros hechos con crítica y autocrítica histórica, tratándonos tan mal entre bolivianos, encubriendo corrupciones y pésimas formas de comportamientos institucionales, pues las calendas griegas seguirán esperando nuestro futuro sombrío y lleno de lamentos, lleno de cinismo y  mentiras por los siglos de los siglos.

El mundo está cambiando de manera dramática. El fracaso de occidente y su estrepitoso derrumbe, puede ser otra oportunidad más para nuestra Nación. En sentido de liberarnos por fin de los designios coloniales y capitalistas del siglo XVI. Muchas Naciones en el mundo están en ese proceso, como China o India. Tarea monumental y titánica por cierto. Pues, estamos al parecer en una transición mundial a algo. No sabemos a dónde se dirige el mundo. Sabemos que occidente es un desastre total, sus resultados son elocuentes: crisis económica mundial, cambio climático, destrucción de la naturaleza, guerras por todo el mundo. 

Son momentos en donde tenemos como Nación que leer bien los designios de los tiempos. Porque posicionarnos bien en esta complejidad será clave e importante. Pero si seguimos nomás con tontos argumentos coloniales del desorden, de la corrupción, del sálvense quién pueda, del egoísmo e individualismo secante, del bloqueo mental, del bloqueo físico de nuestras carreteras, del bloqueo histórico que nosotros mismos nos ponemos, pues seguiremos nomás estancados en la mentalidad del siglo XIX, de la pobreza generalizada, de la mendicidad internacional, de la ceguera histórica colonial.

Requerimos de sinceridad y claridad en el manejo de los destinos, de la historia del país. No es suficiente la ideología o la política por sí mismos. La experiencia nos ha enseñado que esos instrumentos tienen limitaciones. Porque pueden ser utilizados por personajes poco calificados, poco éticos, poco comprometidos con los enormes sacrificios que el pueblo hace cotidianamente para sobrevivir. En pleno siglo XXI, cuando la humanidad está en plena cuarta revolución industrial lo menos que podemos hacer es buscar a los mejores calificados, para enfrentar retos educativos, industriales, institucionales, científicos. Porque repetir errores del pasado sería absolutamente irresponsable, nada ético y moral frente a las nuevas generaciones.

Para desmontar todo lo colonial del Estado actual, no bastan los discursos: sobran. Se requiere gente idónea y valiente; pero sobre todo coraje y patriotismo extremo. No hay términos medios, no debería haber mediocridades y lentitud insultante. Necesitamos apostar en grande, necesitamos dignificarnos, ser nosotros mismos para ser ciudadanos del mundo con identidad propia y distinguida. Lo colonial es un lastre que ya debemos dejar: pésimo trato humano, ausencia de claridad institucional. 

El mundo está en transición y cambios profundos. Apostemos a esos cambios; pero desde nosotros mismos: cambiando realmente desde lo profundo de nuestro ser, empezando a dejar los comportamientos coloniales que nos dañan terriblemente. Apostemos a cambiar para construir un Estado con el sueño de las raíces prehispánicas, de aquellos Estados que funcionaron sosteniblemente por miles de años, antes de la llegada de occidente. 

La inercia, la ausencia de voluntad de cambio, la corrupción del espíritu, son excusas coloniales para encubrir los pésimos comportamientos coloniales. Requerimos fuerza de voluntad, para encontrarnos con los sueños de nuestros ancestros. Escuchemos esa necesidad de cambiar y por fin soñar para transformar nuestra historia.

Opinión
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