Blog de Max Raúl Murillo Mendoza

Trump y su oreja milagrosa

 La prensa, en general, solo hace morbo de los acontecimientos del homo sapiens y las malas noticias son las buenas noticias. Es decir, son noticias cotidianas las malas cosas porque se vende y es rentable para el desahogo morboso humano. Las buenas acciones de los humanos no son noticia, y es felizmente cierto que hay humanos en todos los rincones del mundo que están haciendo acciones y cambios en favor del prójimo. Pero eso infelizmente no es noticia. Se vende sangre, guerras, abusos sexuales, genocidios y brutalidades del todavía cavernario homo sapiens. Del cavernario que ahora se dota de inteligencia artificial y robótica; sin haber cambiado su naturaleza política y espíritu humano.

Me arriesgo a pensar en solitario, que la noticia de la oreja de Trump fue buena. Hubiera preferido muerto a ese personaje desequilibrado, pervertido, corrupto y mitómano norteamericano. El daño que hizo a su país fue enorme, como el daño que hace al mundo desde esas oficinas del imperio, porque a nombre de su democracia ensucia y corroe totalmente al mundo entero. Enseñando a otros pervertidos del mundo, a tomar las instituciones de todas partes. Que los cristianos me aguanten; pero mejor este mundo sin esos enfermos mentales y peligrosos pervertidos, pues no es justo que tantos humanos buenos no sean noticia; y estos pervertidos si sean noticia y ejemplo mundial.

Lamentablemente no aprendemos de la historia. Los Calígulas, los Hitler, los Banzer, los García Meza, los Idi Amín, los Netanyahu se adueñan de países enteros por ausencia de atención de las sociedades, para hacer que estos personajes no se adueñen de los tejidos sociales. Errores que después pagamos muy caro, sobre todo los más pobres y humildes del mundo. La ingenuidad, la falta oportuna de quiénes toman decisiones en los tejidos sociales, nos llevan indudablemente a personajes desequilibrados y enfermos que se creen Dioses, dueños de los destinos sociales de todo un país, como Trump en los Estados Unidos.

La política es un terreno mugriento y repugnante; sin embargo, necesario. Sobre todo para recuperar el sentido mismo de ese ejercicio político: el servicio social a los demás, a los tejidos sociales de todo un país. Intentar regresar a esos sentidos de servicio desde los Estados, es todavía una ilusión que debe servir para animar a las nuevas generaciones a lanzarse, a ser líderes para estas nuevas etapas de la historia del mundo. Sin las nuevas generaciones simplemente no tiene sentido ningún avance político y social.

El mundo atraviesa una transición compleja. No sabemos dónde terminará esta larga transición. Lo que sabemos es que los recursos naturales se están terminando. Nada es infinito. La contaminación mundial es terrible; la muerte de seres animales y vegetales  llegan a extremos preocupantes. Y que si la humanidad, es decir la comunidad mundial, no hace algo al respecto nos exterminaremos los humanos. Así de simple y concreto.

Ya no se trata de un solo país, sino de todos. Los Estados están quedando obsoletos para resolver los problemas mundiales, si es que no nos unimos y pensamos de manera comunitaria. Por tanto, las ideologías son parte de esos Estados ya obsoletos. Que se quedaron en el mejor de los casos en el siglo XX. Hoy las condiciones han cambiado considerablemente, tenemos que leer los acontecimientos con ojos del presente, es decir del siglo XXI. Los instrumentos de lectura son otros; no los que hemos heredado de los siglos XIX y XX.

Pero desde Bolivia, pues nuestras condiciones no son de las mejores. Ordenar nuestra propia casa, para después proyectarnos es una tarea urgente y prioritaria. Hay demasiadas tareas en mesa, demasiados desafíos que están condenados al olvido sólo por falta de consensos, por ausencia de claridad en las estrategias conjuntas regionales. Ahora vemos con claridad que postergar esas demandas históricas, nos lleva al desastre. Sobre todo al crecimiento de la miseria y de la pobreza, que son caldo de cultivo de enormes problemas sociales. 

Pensar y repensar el Estado. Pensar y repensar en la sociedad civil. En los papeles, en las tareas conjuntas, en los intereses comunes y las estrategias globales. Seguir echando la culpa a fantasmas, imaginarios o reales, ya no tiene sentido. El ciudadano común ya no cree en esos relatos de ultratumba. Que son por supuesto reales; pero al final también son excusas de nuestras inutilidades. 

En definitiva, esta transición compleja del mundo puede ser una oportunidad para Bolivia. Una oportunidad para hacernos por fin necesarios desde nuestras propias tareas y estrategias. Hoy sólo somos parte de la periferia, sin ningún papel estratégico. Nos creemos nuestros propios cuentos. No hemos sido capaces de formular ni siquiera nuestro papel regional, en el que otros países ya nos tomaron la delantera, pues seguimos nomás como tribu nómada en busca de su destino.

En esta transición global se vienen tiempos peligrosos. Trump será presidente de los Estados Unidos. Veremos a un depravado y patético manejando los hilos más poderosos del Estado más poderoso del mundo. Ni modo. Nuestro país no está preparado para resistir lo que viene, si es que no tomamos consciencia de ello. Así de simple y concreto. Esa es la tamaña responsabilidad de quiénes toman decisiones en nombre de todo un pueblo. En fin.

En este día especial, que Viva La Paz. Que viva el pueblo paceño siempre complaciente con las migraciones del interior del país. Y que La Paz siga siendo tumba de tiranos!!!. 

Gloria a La Paz.                                                   

Opinión
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Estados Unidos como ejemplo en Occidente

La historia de los Estados Unidos es la historia de la violencia. Es el país más armado del mundo, respecto de sus ciudadanos porque su constitución les permite. Por eso todos los días hay masacres entre ellos, la sangre es cotidiana en ese país violento y totalmente atrasado en comparación a otros países occidentales. Estados Unidos es el mercado de la cocaína más importante, es decir del mercado negro de las finanzas donde los Bancos son los principales actores. Y su democracia nunca sirvió a su pueblo, sino a las oligarquías poderosas que intentan hacer del mundo su patio trasero, aun sea mediante violencia y sangre. 

Sin embargo, sus poderosos medios de comunicación se encargan desde siempre para mostrar a este país, como el ejemplo de la democracia y el libre mercado liberal hacia el mundo. El sueño americano es en realidad la propaganda más importante de esos medios de comunicación. País esclavista, pues los propios próceres de su independencia tenían esclavos y parte de las oligarquías gringas. Luego, fueron cómplices del racismo extremo hasta el siglo XX cuando asesinar negros era parte de sus derechos.

Después de la segunda guerra mundial aceleró ese comportamiento imperial sangriento. América Latina es testigo de sus intervenciones militares, con países destruidos y miles de ciudadanos asesinados o encarcelados. Los golpes de Estado también sangrientos, se diseñaban en las oficinas de Washington y se ejecutaban en consecuencia. Guerras en Vietnam, Corea, Afganistán, Irak y hoy en Ucrania y Palestina, tienen el mismo sello imperial de los Estados Unidos. Es decir, venta de armas, venta de democracia, venta del modelo económico capitalista imperial y colonial. 

Pero los medios de comunicación se encargan de domesticar a su población, luego al mundo, mostrando que esos actos son necesarios, en nombre de la democracia y los derechos humanos. Poderosos medios de comunicación, que están bien pensando para dominar las mentes de los humanos. Son parte del poder político norteamericano. Y si alguien se interpone contra esos medios, se arriesga demasiado como el periodista Julián Assange  y otros medios alternativos que sufren represalias y persecuciones.

Ciertamente se trata del país más poderoso de la tierra. Con enormes recursos humanos, financieros y militares. Por supuesto que hay buenas personas, intelectuales de calibre internacional, científicos de renombre mundial que siempre están en primera fila para los premios nobeles.  En estas épocas del genocidio de Palestina, sus universidades se pusieron a la vanguardia de las protestas en contra del sionismo norteamericano. Muchos movimientos sociales están en contra de los gobernantes de ese imperio, promoviendo protestas y denuncias internacionales contra todos los abusos de su gobierno.

Los Estados Unidos son en suma un imperio ya decadente. Lo impensable han sobrepasado desde todos los puntos de vista, ni qué decir de los temas éticos y morales. Es un imperio con una muestra de impunidad total, aun a costa de cualquier aliado de turno como es el caso de Europa. Porque Europa es a estas alturas del partido el patio trasero más vergonzoso, que los mismos Estados de América Latina. Patio trasero sumido y sometido a los designios de los Estados Unidos, como muestra la guerra de Ucrania.

En todo caso, esa decadencia ya es muy evidente. Pues no tienen la fuerza suficiente para imponer sus políticas imperiales. A pesar de las enormes dificultades que ponen, mediante fuerza bruta y brutalidad financiera, se viene nomás un mundo multipolar. No sabemos exactamente de qué tipo y formas; pero es ya muy claro que el mundo necesita otras formas de gobiernos, menos utilizados y colonizados por los Estados Unidos. Y ojalá no haya candidatos a otros imperios, sino todo lo contrario. Ojalá el mundo y la historia hayan aprendido de las lecciones, en general: sangrientas e impunes, que los distintos imperios dejan como estela y recuerdos en todas las historias del mundo.

No necesitamos otros imperios así de sanguinarios e impunes. Necesitamos países que busquen equilibrios y consensos en el mundo. Quizás sea una ingenuidad y quijotesco deseo inútil. Lo cierto es que los habitantes de este planeta debemos avanzar en la búsqueda de democracias reales, de apuestas por la humanidad y la sostenibilidad de los recursos de todo el planeta. 

El recuerdo de los Estados Unidos no es precisamente interesante, la sangre y el robo de recursos de todo tipo, está dejando cementerios de millones de cadáveres por todo el mundo. Sin contar las innumerables guerras que han provocado con diversas excusas, que todas ellas han alimentado sus economías militares y fábricas de armas, sin importarles un milímetro por los muertos, heridos y desplazados. Esos son los recuerdos de los Estados Unidos. El sueño americano sólo es ficción, que sirvió en algún tiempo para millones de inmigrantes, y hoy ya no es posible semejante engaño e ilusión de su modelo y sistema económico.

La locura de occidente la estamos pagando por todo el mundo. Esa locura por la carrera del desarrollo y progreso totalmente descarrilado y sangriento. Que sólo ha contaminado y destruido el planeta, de manera totalmente impune. Que condena todos los días con sangre y masacre a inocentes generalmente, sólo por cumplir al pie de la letra su sangrienta Constitución Política, del Estado más armado del mundo.  

Si Estados Unidos es el ejemplo por antonomasia, de la democracia, el desarrollo y progreso y además del sueño americano, pues Dios nos libre de esos ejemplos. Ejemplos que sólo sembraron muerte e injusticias por todo el mundo.

Opinión
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Revolución como solución a los desastres

El regreso de los fascismos por todo el mundo, pone en tela de juicio a la democracia de tinte occidental. Democracia que sólo ha demostrado encubrir los intereses de los ricos, de las empresas de armamento, de los Bancos que son lo peor para la convivencia mundial, de la delincuencia de cuello blanco por todo el mundo. Si ese regreso de las mentalidades más tradicionales es evidente, como del conservadurismo ideológico, es entonces legítimo el regreso de la posibilidad de las Revoluciones sociales y obreras.

Las Revoluciones en la era moderna han sido soluciones radicales; pero legítimas frente al desastre de los modelos políticos que sólo destruían a los más pobres, en función de unos pocos ricos. La Revolución francesa fue precisamente un hito histórico cuando volcaron la tortilla, destruyeron a las clases sociales nobles de reyes, obispos corruptos, señores feudales que pues mantenían a un país totalmente sumido en la corrupción: social, económica e institucional. Dicha Revolución llevó a Francia a modernizarse, con leyes más inclusivas y justas, con sistemas políticos democráticos, sobre todo con un sistema en favor de los más pobres. 

Las democracias de modelo occidental simplemente ya no dan oportunidades a las nuevas generaciones. La corrupción ha ganado terreno por todo el mundo. Con ello se ha destruido la institucionalidad y las clases gobernantes se han corrompido totalmente. Por eso la llegada de los neofascismos, con cuello blanco libertario, y el retorno de las mentalidades ultra tradicionales y conservadoras. Por estos lados del mundo, seguimos teniendo defensores torpes y poco inteligentes alabando a las democracias occidentales. Generalmente de clases altas y acomodadas, es decir al margen de nuestras realidades de la Bolivia profunda.

En cambio, la pobreza y la miseria siguen creciendo en medio del show de discursos. Nuestras calles se han llenado de niños y mujeres pobres y miserables, de ancianos pidiendo limosna. En medio de trifulcas políticas que sólo alargan el sufrimiento cotidiano, de millones de compatriotas que poco a poco se cansan de esta democracia occidental. 

Cierto también que algunas revoluciones se prostituyeron con el tiempo, se corrompieron en contra de las masas y el pueblo. Por eso la literatura liberal ya no lo considera como posibilidad en el mundo. Creo lo contrario, pues la miseria campante por todo el mundo, el crecimiento de la pobreza y el hambre, simplemente nos están acercado otra vez a la posibilidad de Revoluciones en el mundo. 

En Bolivia, la memoria larga nos mantiene en guardia. La Revolución del 52 fue un hecho histórico contundente. Boicoteado totalmente desde adentro por las burocracias clase medieras. Sin embargo, ya tenemos un aprendizaje al respecto. Sabemos exactamente que clases sociales sólo boicotean y son cómplices destructivas contra los procesos sociales de avanzada. Esa experiencia es fundamental para avanzar en las próximas escaladas, en los próximos procesos de cambio. El otro elemento es la corrupción. Corrupción totalmente destructiva y en contra de los pueblos, en contra de la moral y ética básica de la política y del sentido común de los pueblos. Porque es cierto que hay gente sólo oportunista, absolutamente en contra de los procesos de avanzada que exigen las masas.

Las paradojas de la historia mundial son por cierto interesantes. Las promesas de la modernidad han fracasado totalmente. Ni las inteligencias artificiales, ni las revoluciones industriales y tecnológicas son suficientes para mejorar la calidad de vida en el mundo. Todo lo contrario, la miseria y el hambre son apocalipsis actuales y son el freno a los sueños humanos. Pues mejor que vengan Revoluciones, como retornos ante el desastre generalizado del mundo, producto del sistema degradado y corrupto. 

Pensar en esa posibilidad: Revolución, es otra vez una real alternativa. Ojalá esta vez, podamos ver las cárceles lleno de burócratas, como muestra del destino cuando las Revoluciones estallan. Cuando las fuerzas de la naturaleza humana hablan, en función de la justicia, en función de la ética y moral para volver al carril de las utopías humanas. La sangre no es una necesidad de los cambios; pero cuando no hay ya posibilidades para el pueblo, cuando la miseria y el hambre empujan a la calle, ni modo. Sacrificios que riegan el futuro del mismo pueblo.

El mundo se acerca a precipicios impensables sólo hace 10 años. La locura del desastre viene sobre todo del occidente cavernario, que muestra sus dientes guerreros y sangrientos por todo el mundo. Dueños del sistema, dueños del sistema financiero injusto y totalmente pirata frente al mundo, dueños de las instituciones de la NNUU, que sólo defiende los intereses de los más poderosos y fuertes en armas y bombas atómicas. 

En esos escenarios totalmente contra la humanidad, contra las posibilidades de convivencia realmente civilizada y democrática, sólo queda esperar otra vez el sueño de las Revoluciones. Pero con experiencias del pasado reciente, para no cometer tantos errores que sólo cuestan sangre a las masas. Sobre todo con las experiencias de las tragedias de la burocracia, y de la corrupción sangrienta.

Opinión
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Bicentenario: preguntas clave

Nuestro Bicentenario debería ser un profundo examen de nuestra historia. Pero no lo será, sino más de lo mismo en la historia tradicional. En todo caso, hay que rescatar a la historia crítica, es decir a aquella que al menos interroga y relata los acontecimientos de manera que la verdad, a pesar de todo, sea rescatada para las nuevas generaciones. 

Una de las preguntas clave es si es que hemos tenido libertad y justicia, después de los quince años de guerra de los guerrilleros patriotas junto a  varios militares patriotas, contra el poder del imperio español. No hemos tenido libertad, porque aquella guerra por la independencia fue aprovechada para reemplazar a la burocracia realista, por la burocracia republicana que eran hijos de los españoles, nietos, sobrinos, parientes del poder realista. Además tenían experiencia de sobra en el manejo del poder estatal.

Por todo eso es ridículo tener una “casa de la libertad” en Sucre. Ese invento de las oligarquías republicanas, como parte de la burocracia estatal republicana. Un gesto totalmente anti popular, anti indígena y anti obrero por todo lo que sucedió después de la guerra por la independencia. De hecho, los patriotas como el Tambor Vargas o Juana Azurduy de Padilla, no estuvieron en la firma por la independencia, quiénes firmaron fueron los mismos burócratas del realismo convertidos oportunistamente a las filas de la independencia.

Otra de las preguntas es sobre el Estado republicano. Un Estado anti indígena, anti obrero y anti popular por esencia. Por eso las organizaciones sociales a lo largo de la historia, tienen experiencia de organización contra el Estado precisamente. Pues teníamos que defendernos del Estado y su poder corrupto. Un Estado republicano racista, pigmentocrático, marginador absoluto de los derechos básicos del pueblo. Estado que cambió en algunos aspecto recién en el año 1952, cuando la revolución de aquel año, producto de la bronca histórica de mineros, obreros e indígenas contra ese Estado.

La otra pregunta clave es sobre la realidad de la sociedad civil. Sociedad civil que heredó castas privilegiadas y racistas desde la colonia, contra todo lo demás. Que hasta hoy no hemos podido romper esas terribles costumbres clasistas y de visiones totalmente segmentadas, totalmente al margen de las realidades de la Bolivia profunda. Si bien hemos avanzado en estos últimos años, no hemos resuelto definitivamente estos traumas históricos que por supuesto afecta en la práctica del funcionamiento institucional: burocracia estatal actual. Afecta en el funcionamiento de la globalidad de la sociedad civil.

En definitiva, tenemos enormes problemas estructurales herencia de la historia tradicional que no terminamos de enfrenarlo, de resolverlo y consensuar colectivamente. El peligro que corremos, al no enfrentarlo correctamente, es seguir desestructurados socialmente. Además, todavía peor el mayor peligro que corremos es enfrentarnos brutalmente, como en otras realidades de dimensiones parecidas. Es decir, no tenemos otras salidas que el de consensuar y ponernos de acuerdo por el bien de las generaciones jóvenes, por el bien del país y de nuestra historia. Y pues, el Bicentenario podría ser una excusa importante para reflexionar abiertamente de todos estos traumas no resueltos en nuestra historia.

Estar a la altura de estos acontecimientos es una necesidad crucial. Los líderes y políticos de todas las tendencias tienen que ponerse las pilas, tienen que escuchar a la historia desde abajo, desde donde siguen las demandas desde el nacimiento mismo de la Nación. Hay demasiada miseria y egoísmo en varios supuestos líderes, que no están a la altura de estos enormes acontecimientos estructurales. 

En los demás países que festejaron a su turno sus bicentenarios, realmente no pasó nada extraordinario. Fueron eventos otra vez tradicionales, banales, para la foto y los tontos discursos de ocasión. Hubieron también Bicentenarios paralelos, de sectores alternativos o críticos con las historias tradicionales; pero sin mucha influencia regional. Se realizaron investigaciones sobre aquellos Bicentenarios, la mayoría no están todavía a disposición para las reflexiones respectivas.

A pocos meses de estos festejos, pues nos encontramos otra vez con problemas sobre visiones políticas e ideológicas. Prueba de lo desestructurados que seguimos, que ni siquiera hemos logrado niveles de nacionalismos patrióticos. Seguimos nomás sin consensos sociales, sin capacidad de definir estrategias conjuntas que nos permitan sobrevivir como colectivo. Ya estamos en el siglo XXI; pero nuestras costumbres están estancadas en el siglo XIX. La modernidad no nos ha tocado, sino como adornos superficiales sin influir en casi nada: en lo mental y material.

Estamos a pocos meses del Bicentenario. Pocos meses que es poco tiempo para consensos mayores. Al menos que nos sirva para tomar conciencia de nuestros estructurales problemas, sin tener la capacidad de resolver desde hace siglos. Postergándolos a las calendas griegas, con excusas varias pero sobre todo con inutilidad política. Qué poco respeto hemos tenido por los patriotas guerrilleros, entre ellos Tambor Vargas, que sacrificaron sus vidas en beneficio del país profundo; sin que las generaciones posteriores hayamos hecho algo.

Estamos a pocos meses del Bicentenario, ocasión de reflexión y toma de posturas en bien de la Nación y sus distintos pueblos, que heredamos historias no entendidas y no comprendidas por la república. 

Opinión
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¿En qué somos competitivos?

Quizás en lo cultural en sentido amplio. Tenemos artistas y grupos de música de alto nivel, exportables. Pintores y escultores de calidad internacional. Exportamos ponchos indios, mantas de vicuñas, chompas de alpaca y otras prendas también del oriente boliviano de mucha calidad. Pero en todo lo demás: ciencia, educación, investigación, profesionalismo, estamos tan lejos de la media que lamentablemente ya es una costumbre. No tenemos intelectuales de exportación y peor científicos de exportación en las ciencias exactas. Sencillamente no somos competitivos, ni siquiera para estándares medios. Nuestra mediocridad generalizada nos sigue persiguiendo desde tiempos inmemoriales, como en el futbol.

Ni reformas educativas, ni reformas de todo tipo que nos inventamos a cada rato resultan para responder a nuestras propias realidades. Las nuevas generaciones reciben herencias institucionales, costumbres y normas de conducta totalmente mediocres, sin posibilidades de mejoras ni sueños de competencia sana. La inercia y el contentarse con poco, a nada, es lo terrible de nuestras idiosincrasias bolivianas.

Lo poco que logramos en algunos momentos de esperanza, son sólo desahogos momentáneos que no son escuela para seguir en rutas de triunfos. Ciertamente es desconsolador como demoledor. Sin embargo, no podemos seguir con esas costumbres que sólo nos hacen daño colectivo, nos condenan a la inacción de todo para no mejorar en nada.

Este país tiene talentos individuales de sobra. Por todo el mundo hay bolivianos y bolivianas que sobre salen en muchos campos, que a falta de oportunidades en nuestra Patria han tenido que buscar otros espacios en países lejanos. Y ni siquiera esa dura realidad no hace cambiar el rumbo de nuestro destino como país, como historia.

Es verdad también que en los últimos años se han democratizado más las instituciones, son definitivamente más inclusivos, menos pigmentocráticos. Pero no hemos cambiado en lo esencial: competitividad y lugar a los mejores profesionales, técnicos, obreros bolivianos, sean de cualquier cultura. Porque al final, estos errores lo pagan muy caro los más pobres de la sociedad, aquellos que cotidianamente necesitan de unas instituciones veloces, al menos modernas, eficientes y eficaces. 

Tenemos que preguntarnos como sociedad, pues la crítica es revolucionaria, por qué varios aspectos no cambian en nuestra historia, a pesar de los procesos de cambio. Las razones de fondo tienen que ser consensuadas entre todos, para dar pasos seguros en la línea de mejorar siempre ojalá con calidad. La inercia de la mediocridad es insostenible, sólo nos empobrece totalmente, en lo material y en lo espiritual.

Marx lo dijo. Son las condiciones materiales las que nos permiten desarrollar y avanzar como sociedad. Sin esas básicas condiciones no podemos hacer nada, por muy buenas ideas que tengamos. Lo mediocre no son buenas condiciones, sólo nos llevan a retrocesos inmensos como sociedad. Sobre todo a nivel de la autoestima colectiva, que los bolivianos no tenemos ya casi nada. Pero las condiciones materiales tenemos que proporcionarnos nosotros mismos, desde el Estado y la sociedad civil.

En Bolivia siempre hubo experiencias novedosas en educación, en salud, y en otros campos; pero lamentablemente nunca hemos sido capaces de replicar esas novedades, que se pierden para siempre por inutilidad nuestra y de la burocracia colonial republicana. Experiencias incluso que son ejemplos a nivel internacional.

Por supuesto que talento nos sobra. Basta ver los concursos de robótica en los colegios de todo el país. Sin embargo, todo ese talento que se encuentra disperso y abandonado no sirve para nada, si es que no somos capaces de dar la oportunidad hacia la sociedad, hacia el colectivo de la comunidad. Ese talento de jóvenes bolivianos, que puede ser muy bien aprovechados en todas las instituciones productivas y de servicios.

Definitivamente no seremos nunca competitivos, si es que no somos realmente democráticos con las oportunidades a los mejores de nuestra sociedad. Eso sería también revolucionario, para conseguir cambios profundos en los comportamientos de la sociedad. En definitiva, es ahí donde nuestras universidades tendrían sentido, y no serían sólo inercia social costumbrista como son ahora. Porque nuestras universidades ni siquiera son competitivas en lo social revolucionario, como antaño. Y no es raro que estén tan perdidas en sus rumbos nada científicos. 

Sí, como crítica básica y sencilla reconocer que no somos nada competitivos y en casi nada, tiene que llevarnos a tomar consciencia de muchas cosas. De demasiadas que no estamos haciendo bien, en lo colectivo y comunitario. Que las equivocaciones pagamos todos muy caro, sobre todo los más pobres como siempre. Que la burocracia mediocre y colonial, sólo alimenta a los de siempre: las tradicionales mentalidades coloniales absolutamente nada competitivas y poco democráticas. 

Pues sí, no somos competitivos casi en nada como país. Realidad que debería sacudirnos en la consciencia, para cambiar nuestras prácticas totalmente nubladas y contaminadas de mediocridad. Ni siquiera nos avergonzamos frente a los vecinos, que sí están corriendo en la competencia de tener los mejores resultados, en todos los campos posibles. Pues, las nuevas generaciones tienen que estar muy decepcionadas de los constantes fracasos que les dejamos, sin ni siquiera dejarles balances de esos fracasos. En fin.

Opinión
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Golpe de Estado y geopolítica

El mundo está girando hacia la derecha más conservadora posible. Es una realidad inobjetable y objetiva. Trump posiblemente sea el próximo emperador de los Estados Unidos, ese es el escándalo de esta época: pervertidos y corruptos elegidos democráticamente. En todo el mundo este giro hacia el conservadurismo tiene sus raíces en los errores que se cometió cuando el mundo giró hacia la izquierda. Errores que aun no se han evaluado por irresponsabilidad de las dirigencias, y la ausencia de pensadores. Ese giro hacia la ultraderecha terrible tiene sus resultados crueles como la guerra de Ucrania y el genocidio en Palestina.

Hace unas horas hubo un intento de golpe de Estado en nuestro país. Más allá de las conjeturas, simplistas en la mayoría de los casos, fue un acto para este nuevo escenario mundial de reacomodo de las fuerzas políticas hacia los intereses del conservadurismo mundial. De hecho, también América del Sur gira hacia la derecha, en algunos casos hacia la ultraderecha sin ningún matiz de por medio. Nosotros solo somos un engranaje más del sistema, sobre todo si seguimos siendo tan débiles por nuestros propios errores internos. 

Por supuesto que nunca faltarán quiénes siempre están dispuestos a ser serviles de intereses anti bolivianos. Esto lamentablemente es una costumbre en sectores del ejército y la policía. Instituciones que viven al margen del país, privilegiados por donde se lo vea y con sus propias leyes más allá del país. 

La memoria corta nos recomienda no ser ingenuos ni tontos, el 2019 sigue fresco y no ha pasado. La memoria larga tiene que recordarnos que los golpes de Estado son instrumentos terriblemente sangrientos, corruptos y totalmente coloniales porque obedecen a oficinas de emperadores fuera de nuestras fronteras. 

En estas coyunturas mundiales cuando los reacomodos del sistema viran a la derecha, nuestro país no es isla y tiene atractivos importantes desde siempre: materias primas, agua, bosques y espacio vital. La guerra de Ucrania ha despertado a los demonios guerreros de occidente, es decir, sus industrias de la muerte necesitan materias primas y Bolivia será un objetivo claro y meridiano en esos poderosos intereses.

Además, no cambiamos de rumbo desde la república con desorden generalizado, bloqueos de caminos destructivos, sin mercado interno, desunidos políticamente, sin estrategias de Estado ni siquiera a medio plazo en nada. Es decir, con los condimentos necesarios para que las potencias hagan su negocio con nuestra Patria. Pues somos una presa fácil para cualquier golpista incluso aprendiz.

Felizmente en el este último golpe de Estado, fue la reacción de las organizaciones sociales, que en su larga experiencia política e histórica, las que detuvieron la asonada militar. Organizaciones que siguen siendo la garantía de nuestra sobrevivencia como país. Sólo la noticia de que las organizaciones sociales salían a paralizar el país, frenó a quiénes estaban entre las sombras esperando fuerzas a su favor.

Sacar lecciones de estas amargas experiencias sigue siendo importante. A pesar de que no aprendemos de la historia, sino es con sangre. Sangre que viene de los más pobres de la sociedad; pero que después se les olvida desde las cúpulas políticas o sindicales. Es preciso sacar lecciones que nos sirvan en la experiencia política y el fortalecimiento de la Patria. En esa línea, si seguimos como tercermundistas y desestructurados institucionalmente no podremos resistir absolutamente nada. Y los pobres seguirán siendo carne de cañón de las aventuras golpistas y politiqueras.

Se viene el próximo golpe de Estado, este último sólo fue un ensayo y estamos siendo estudiados como siempre. Pero si no aprendemos de los errores (y brutales errores), seremos nomás rebasados por los tanques y las mentalidades coloniales. Si no ajustamos el timón de nuestro destino como país, pues el mismo pueblo cansado apoyará el próximo golpe de Estado. Los discursos son los discursos: aguantan todo como el papel; sin  embargo, no sirven de nada. Es la dura realidad la que debemos cambiar como bolivianos. Y ni siquiera queremos ver la inmensa pobreza de nuestras calles. La inmensa miseria de niños, mujeres y ancianos.

No podemos permitirnos tantos errores, tanta burocracia, tanta soberbia entre nosotros mismos. Pisándonos entre bolivianos y compatriotas. Destruyendo nuestros propios patrimonios. Viviendo en medio del desorden generalizado, simplemente estamos cansando al pueblo que puede después abandonar el barco del proceso. 

Si no somos conscientes de nuestros propios errores, seremos cómplices del desastre que se venga. Ya tenemos eso registrado en nuestra historia: golpe de Banzer (por errores parecidos), llegada del neoliberalismo (por errores muy parecidos). Si no aprendemos de nuestra memoria larga, otra vez repetiremos el mito de Sísifo por los siglos de los siglos.

Ojalá que esta última intentona golpista nos haga despertar de la ingenuidad, de la estupidez, de la burocracia mental colonial, del triunfalismo tonto y barato. Pisemos tierra y por fin empecemos a trabajar con todos los bolivianos, con todos los sectores que pueden aportar en grande en lo económico y social. No dejemos en el discurso de ocasión lo que sucedió el día del golpe, es otra oportunidad  más como país para enmendar errores y trabajar por la Patria, por todos, por la Nación que requiere con urgencia soluciones trascendentales.

Opinión
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Palestina o el ocaso de Occidente

Desde hace muchos años se escribe por todo el mundo sobre el ocaso de occidente. Al parecer por fin llegó ese momento. Ha tenido que ser con sangre y genocidio del pueblo palestino, que occidente se hunda en su propia podredumbre moral, podredumbre humana que al haber destruido el mundo desde siempre, hoy vean su espejo propio: hipocresía y real politik con sangre y colonialismo frente a otras culturas y maneras de ver el mundo.

El genocidio de Palestina es el ejemplo brutal más importante de la historia moderna, que nos muestra de manera sencilla y didáctica lo que en realidad fue la historia moderna, es decir la historia del capitalismo, es decir la historia del colonialismo. Ese colonialismo que requirió clases altas y oligarquías en el sur del mundo, totalmente esclavas y sumisas al capitalismo. Clases altas sin patria ni Nación, totalmente analfabetas de las realidades de los países colonizados pero explotadoras en función de esos interesantes del capitalismo central.

El genocidio de Palestina demuestra con total claridad a la política de occidente. Con bellas palabras democráticas de solidaridad con el mundo; pero crueles y totalitarios respecto de sus brutales intereses. No les interesa la vida, pueden asesinar impunemente niños y ancianos como en Palestina. Porque lo geopolítico y económico son para ellos lo más importante. Para ellos somos sólo víctimas colaterales: migrantes, racismo, castigos económicos a países enteros. Las NNUU son un instrumento en esos intereses, como siempre demostraron en estos tantos años de esa institución totalmente inútil para los pueblos colonizados.

Sin embargo, caminar a otro mundo más justo es todavía lejano. El capitalismo es muy fuerte, y muchos de los líderes del sur del mundo simplemente son payasos del sistema, o ignorantes de estos tremendos problemas. No tenemos todavía alternativas al sistema vigente. El Vivir Bien podría ser una alternativa; pero nuestros dirigentes no piensan al respecto, sometidos a la mentalidad actual y al sistema.

Necesitamos pensar con sentido propio. Necesitamos deshacernos de toda la modernidad que ofreció mucho y no hizo nada por la vida. De eso tenemos ejemplos demasiados en Bolivia: la llamada oposición política, que pensar es exigirles mucho. También en filas de la izquierda, pues siguen en esquemas tradicionales e incluso cavernarios respecto de lo que está hoy sucediendo en el mundo.

La sangre de los palestinos ojalá sea por fin un cambio de época. Un cambio que tardará mucho en hacerse realidad. La toma de consciencia de los pueblos tarda en materializarse en hechos políticos. Pero que la sangre de los palestinos sea el inicio de un cambio real y paradigmático, porque la destrucción del mundo es cotidiana y fundamentalmente injusta. El sistema capitalista sólo multiplica la explotación, la expoliación, la destrucción del mundo y la  hipocresía de la política real.

Necesitamos ser nosotros mismos y no pantomima del sistema. Eso es por cierto pensar desde nuestras propias realidades, desde nuestras propias visiones del mundo. Hasta hoy sólo copiamos al sistema, sólo remedamos a sus ciencias. No hemos hecho el salto que tenemos que hacer: pensar con sentido propio.

Ojalá las nuevas generaciones curen por fin las enfermedades de la modernidad: mediocridad, hipocresía, flojera en el pensar y estudiar, no hacer heterodoxia con el conocimiento sino sólo ortodoxia por la flojera en el pensar. Las mentes son esclavas de la era moderna colonial. Las nuevas generaciones tienen que hacer la revolución en  liberar a las mentes de la esclavitud del sistema, para pensar con sentido propio. Eso es mucho trabajo serio por nuestras propias ciencias.

La sangre de los palestinos ojalá sirva por fin para un cambio real del mundo colonizado por el capitalismo sangriento e hipócrita. Ese capitalismo que bombardea pueblos enteros todos los días, y después reza a Jesucristo por los muertos que ellos producen. La sangre de los palestinos que no sea en vano.

La sangre de los palestinos tiene que servir en el tiempo, para un antes y un después en la historia del mundo, sobre todo en nuestra historia. Historia plagada de esclavos de occidente, que sólo ven con ese ojo colonial o republicano, que además fracasaron estrepitosamente en la conducción de nuestra patria. Y vemos en estos días su fracaso en todo el sentido de la palabra por todo el mundo.

El ocaso de ese occidente cavernario es evidente en Palestina. Ese occidente que dizque es civilizado, educado, tecnologizado, cristiano, ético y moral. Pero que su mentalidad sigue siendo el cavernario y troglodita: bombas atómicas, física cuántica sólo para construir armas de destrucción masiva. Porque reemplazaron sus piedras y palos por bombas atómicas y robots de inteligencia artificial para destruir al prójimo, si es entiende qué significa prójimo.

El genocidio de Palestina debe dar lugar a un nuevo tiempo. A una nueva Pacha. Hacia un caminar a un mundo mejor y menos contaminado por occidente. Que el genocidio de Palestina sea el inicio de un nuevo despertar, cultural, civilizado, democrático por fin. Que la sangre de los niños y mujeres de Palestina sea realmente una toma de consciencia humana.

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Estado Plurinacional y despiste de las clases medias: Caso Richter

Las clases medias (clases a medias) bolivianas, desde siempre se favorecieron del Estado y fueron desde siempre las más privilegiadas en la burocracia de todos los tiempos. Su particular posición de clase, les hizo virar oportunistamente a cualquier gobierno. Su conocimiento de las mañas de la burocracia les da ventajas que otras clases sociales no tienen. En cierto sentido, se especializaron para ser burócratas y en el Proceso de Cambio no cambian, es decir mantienen esa su tradicionalidad desde el siglo XIX.

Dichas habilidades burocráticas, no quieren decir cambios ni revoluciones de las instituciones. Todo lo contrario. Son clases medias conservadoras, hasta hoy no han sido capaces de cambiar ni siquiera sus propios lugares de trabajo. Pasividad y tradicionalidad que por supuesto no conjuga con el Proceso de Cambio. Porque discursos, que sí manejan bien como el ex vocero Richter, no quiere decir cambios. Se saben de memoria la constitución política del Estado; pero para no cambiar ni mover nada de lo tradicional.

Como en cualquier clase social, hay personas buenas y ejemplares. No es un tema de ataque ni mucho menos a las circunstancias de estas clases, sino que como clase no acaban realmente de encontrar su lugar, en enormes movimientos tectónicos como el Proceso de Cambio: obra de los sectores más pobres y populares de la Bolivia profunda. Las clases medias son en realidad freno a estos avances.

Como digo, tener profesionales o gente extremadamente buena y ejemplar no quiere decir cambios ni mucho menos. Tener información de punta y posibilidades institucionales, no precisamente significan aportes al país profundo.

En este caso, de este pequeño análisis, me refiero a un ejemplo didáctico y totalmente tan claro como el agua: Lic. Jorge Richter. Un analista y politólogo que entra en los esquemas profesionales, de buena educación; pero con esas enormes paradojas de desconocimiento de la Bolivia profunda. Incluso de la historia de la Bolivia profunda. Sólo buscando protagonismo político, como tradicionalmente hacen varios de estos personajes.

Como burócratas tuvieron la oportunidad de cambiar las estructuras del Estado. Sin embargo, no tienen las mínimas condiciones ni ganas de cambiar nada. Sino seguir sirviéndose de las formas tradicionales de poder. 

Richter ni siquiera sabía de lo que realmente es el proceso de cambio. Manejaba fechas y consideraciones generales; sin saber de los acontecimientos profundos, de sus significados y sus mensajes desde aquellos elementos, totalmente contradictorios respecto a la tradicionalidad de la política de clases medias. En definitiva su ubicación histórica respondía más bien a la suma de la tradicionalidad política, como la suma de acontecimientos de los libros tradicionales de historia.

Cierto que no es fácil las tareas de burócrata, a no ser que uno sea cínico y totalmente ignorante en los temas de gestión estatal. En este caso, intentó hacer de tripas corazón y malabares en el lenguaje para resaltar llamados de atención en los problemas actuales. Problemas que no son fáciles desde lo político, y menos desde la gestión estatal. 

En sentido estricto, hacer la diferencia y ser eficiente como eficaz son tareas de enormes facultades burocráticas,  y en las condiciones de la tradicionalidad lo más fácil de la corriente es que no cambien las cosas, precisamente para no complicarse la existencia con nadie. Para no complicarse la existencia con la tradicionalidad. En esa secuencia, pues el licenciado Richter era nomás un buen burócrata; pero sin cambiar ni aportar en nada a los cambios que se requieren en el Estado Plurinacional.

Lamentablemente las corrientes subterráneas de la tradicionalidad, aquellas que se arrastran desde la colonia, siguen siendo las más fuertes a pesar de los intentos; a pesar de los discursos. En esas corrientes de la tradicionalidad, las clases medias son las dueñas de esas patentes tradicionales, secretos de funcionamiento, de complicidad con la tradicionalidad, de códigos de clase en la tradicionalidad.

Sí, en efecto. Las clases medias, si no hacen un haraquiri de clase con el país, pues seguirán siendo un freno consciente e inconsciente a todos los procesos de cambios de este país. Sabemos muy bien de sus enormes potencialidades en todos los campos posibles; que no están siendo explotados ni siquiera desde la perspectiva nacionalista. Que ya sería un avance copernicano para las clases medias.

En términos de Régis Debray, necesitamos un proceso de cambio en el proceso de cambio con urgencia. Pero tenemos a las clases medias, como en el 52, de freno y dubitaciones terribles en los avances. En aquella revolución fueron parte importante del boicot desde adentro mismo de las estructuras del Estado, con las excusas “técnicas” de siempre. Con las excusas de clase de siempre. Hoy muy a pesar de sus discursos grandilocuentes, como las de Richter, sus actos y hechos estatales son nomás un freno a los avances populares.

En definitiva todos nos necesitamos. Sueño de siglos de muchos patriotas, indios y k´aras. Aún no hemos encontrado la vertiente de esos encuentros, sino como disimulo político. Eso es buscar la verdadera alquimia boliviana, para por fin hacer un país realmente justo y donde nadie sea ciudadano de segunda o tercera. Donde tengamos realmente una democracia a lo nuestro, de raíces bolivianas.

Opinión
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Los salvadores de la patria

Empiezan a pulular otra vez los salvadores de la Patria. Aquellos que jamás hicieron algo por ella y que nunca lo harán. Los Tuto Quiroga, y demás nefastos personajes de la oposición política, afilan su lengua y sus pocas ideas para lanzar sus recetas de salvación del país. Por supuesto que se apegarán también a los Milei o Bolsonaros y Trump, en sus conocidas fórmulas de depender siempre de un poderoso del sistema. De hecho ya deben estar en contacto con esos siniestros personajes que están destruyendo sus propios países.

Pero es cierto que varias veces en nuestra historia, el pueblo castigó a quiénes no escucharon sus demandas, incluso votando por sus propios verdugos. Eso ocurrió allá en las elecciones de mediados de los años 80, cuando el desastre y la traición de la UDP al pueblo. Los propios mineros votaron por el criminal Banzer para después alimentar la llegada del neoliberalismo. Así se enterró la gloriosa lucha del proletariado minero, así se enterró los clamores del pueblo porque no fue escuchado por los burócratas de la izquierda de la UDP.

Es decir, no escuchar al pueblo en sus demandas; no  tener los oídos en alerta cuando el pueblo está clamando ser escuchado, trae sus consecuencias inmediatas. Los líderes se deben al pueblo, los votos y la lucha del pueblo encubran a los políticos y líderes, pues es deber ético y moral escuchar las demandas del pueblo. Ese pueblo que es cotidiano en sus luchas por la sobrevivencia, por conseguir el pan del día. Ese pueblo que no es fantasma ni teoría, sino cotidiano vivir y sufrir.

En estos días y momentos de incertidumbre, sólo el pueblo puede otra vez confiarnos los destinos del país. No reconocer los sucesos de la coyuntura no sería positivo con la historia, con el pueblo, con la Bolivia profunda. Un líder tiene que tener la capacidad de leer los acontecimientos del diario vivir del pueblo. Dialogar en lo posible con él, alimentarse de ese diálogo del cotidiano vivir.

La llamada oposición tuvo muchos años de oportunidad para hacer la diferencia. No lo hizo, no lo hará por lo que nos enseña la experiencia. No tiene líderes a la altura de los acontecimientos; no tiene los intelectuales necesarios para sus propuestas. Los que hay, como los Tutos Quiroga, son sólo voceros de tercera de los amos del sistema. Que ni siquiera conocen el país, que no necesitan conocer porque viven más fuera que dentro, en sus almas y sus pasiones por hacer de Bolivia una colonia más del sistema.

La oposición realmente navega en otra realidad, a pesar de contar con gente potencialmente comprometida con el país. Sin embargo, funcionan en una tradicionalidad política que a estas alturas asusta por la ausencia de propuestas. Muchos de ellos sin la absoluta ética y convicción política, demostraron ser sólo ladronzuelos de las arcas del Estado cuando Jeanine Añez. En definitiva, es una oposición sin rumbo ni consistencia real para enfrentar los complejos desafíos del país. 

Todo sistema político, sobre todo en sistemas democráticos, requiere de una oposición política sin duda alguna. Porque los equilibrios son importantes. Ante todo una oposición responsable con el país, patriótica, buscando por sobre todas las cosas el bien de la Patria. Son condiciones necesarias para el funcionamiento de la maquinaria democrática. 

Pero esa oposición no existe en nuestro país. Sino un conglomerado de mezcolanzas políticas e ideológicas, sin objetivos de país y sin proyectos alternativos que puedan ser debatidos en el parlamento, y después en la sociedad. 

Por todo eso, la ausencia de debates como antaño es parte de esta crisis estructural de la oposición. Que no producen ideas políticas para intercambiar y discutir frente a otras ideas políticas. Pues la devaluación de ideas, por tanto de debates, es lo más normal en estos últimos años. 

En medio de todo esto, sospechosamente aparecen otra vez los salvadores de la Patria. Esos que los hechos demuestran todo lo contrario de sus palabras. Aquí, sólo esperar que el pueblo tenga memoria suficiente para la condena al menos moral. Pues el país necesita patriotas,  no impostores ni aprovechadores politiqueros. Necesita patriotas en serio, como lo es el pueblo en el cotidiano vivir y sobrevivir.

Si, el primer patriota desde siempre es el pueblo con sus inmensos sacrificios cotidianos por llevar adelante a la Patria. Y los políticos patriotas sólo tienen que escuchar a ese pueblo, escuchar de sus necesidades y sus sueños. Eso es patriotismo en serio, eso es construir desde abajo un país, una Patria, una Nación. Lo demás sólo son conceptos abstractos e irreales, que no responden realmente a las enormes demandas del país plurinacional.

Esperamos que el país construya nuevos patriotas, las exigencias actuales son complejas y necesarias, nuevas y que requieren de generaciones mejor preparadas en sus sueños de Nación y Patria.

Opinión
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Homenaje a la gloriosa Federación de Mineros

El gran historiador Gustavo Rodríguez, nos dejó como legado sus enormes aportes respecto del proletariado minero en Bolivia, sobre todo en sus sospechas teóricas que ojalá las nuevas generaciones de historiadores terminen de investigar. Porque la historia del proletariado minero está íntimamente ligada a la historia del capitalismo en Bolivia, es decir a la historia de la entrada del capitalismo como sistema a este país. Pero además, la historia del proletariado minero, está totalmente vinculado a la historia de las reivindicaciones sociales. Es decir, a la lucha por la sobrevivencia y la construcción política e ideológica en defensa de los  más pobres y explotados del sistema.

En esta línea, la historia de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), es una parte importante de las trincheras de lucha del proletariado minero, a lo largo del siglo  XX y también en este siglo XXI. Fundada en 1944 en un congreso minero de Huanuni, (Oruro) en momentos donde se libraban batallas contra la rosca minero feudal. Su recorrido en tantos años de gloria, de resistencias en todas las dictaduras militares como civiles y en fortalecimiento a los mismos procesos democráticos actuales.

Sin embargo, son  otras épocas ya lejanas de aquellas que fueron en el siglo XX. Épocas cargadas de incertidumbre para el mismo proletariado minero. Sumido en el llamado postmodernismo, donde los temas de ideología y política ya no son precisamente sus temas de interés. Son épocas pragmáticas por cierto, egoístas e individualistas a pesar de procesos de cambio en nuestra región. 

La Federación de Mineros seguirá siendo una institución importante, porque la historia de la minería en Bolivia tiene mucho por delante: quizás siglos. Eso ha demostrado nuestra historia reciente, cuando el gas y el petróleo están en crisis es la minería otra vez de manera estructural la que sobresale. Sigue siendo un reto hacer de la minería un lugar moderno, industrial y con mejores perspectivas en el cuidado del medio ambiente. Lo cierto es que la minería seguirá siendo un medio de vida para millones de bolivianos, como para el mismo Estado.

Las nuevas generaciones de mineros, no deben olvidar su rica historia social y de entrega al país. Historia de ejemplos como la nacionalización de la minería, como la resistencia colectiva y de clase frente a dictaduras. Historias aun no investigadas, sino bajo el manto de relatos políticos como ideológicos, que son herencias de gloria del proletariado minero aun a develar para las nuevas generaciones.

Los mineros siempre fueron una mezcla explosiva entre indígena y marxismo, que respondieron en todos los momentos que el país necesitó enfrentarse  a la antipatria. Los mineros en su inmensa mayoría provenientes de las comunidades quechuas o aymaras, tuvieron que acostumbrarse a las imposiciones del sistema capitalista: costumbres, idioma, hábitos sindicales, educación, en suma maneras de ser que el sistema capitalista necesitaba en la explotación. Y cuando hablamos de los campamentos mineros, tenemos que referirnos a una cultura minera como complejidad cultural y de costumbres también.

Precisamente la Federación de Mineros, es la gran depositaria de esa enorme y rica historia minera. En una inclinación social, como referente en las luchas sociales y políticas, de reivindicaciones económicas, como de conquistas sociales a lo largo del tiempo. 

En pocos días la Federación de Mineros cumplirá 80 años de vida. De vigencia en la memoria del proletariado minero. En la memoria corta y larga de su historia. Su importancia no está en discusión; pero sí su papel en estos tiempos complejos. Antaño fue substancial en las referencias políticas nacionales. Hoy tienen que recuperar esa perspectiva, porque los peligros son los mismos de ayer.

La recuperación de los discursos, de los relatos políticos desde la posición del proletariado es demasiado importante. Porque proletarios hay más que nunca. Y necesitan referentes de lucha y reivindicaciones sociales, desde la clase social como desde la posición política. Necesidades de identidad frente a los acontecimientos históricos, que seguirán siendo fenómenos exigentes en todos los tiempos de la historia.

Es verdad que la coyuntura es totalmente distinta. Las condiciones ideológicas como políticas requieren de otros análisis, que respondan desde las necesidades de las bases a las exigencias de estas épocas. El crecimiento de las posiciones conservadoras e incluso de ultraderecha, es uno de los desafíos que el proletariado debe enfrentar. Desde la crítica, desde posiciones realmente responsables para enfrentar los nuevos y viejos desafíos.

La Federación de Mineros no debe olvidar a los grandes dirigentes que tuvieron. A su turno, enfrentaron los distintos escenarios de la política y la historia de Bolivia. Muchos ya están muertos, natural o en situaciones extremas de lucha obrera. Esa es la herencia más importante de su historia, como no olvidar a tantos anónimos que entregaron sus vidas en defensa de la Federación de Mineros. 

Los tiempos a enfrentar siguen siendo desafiantes. Los proletarios nuevos tienen que llevar la bandera de la Federación de Mineros, de su herencia de lucha y combate por hacer de Bolivia un país más justo y solidario. 

Gloria a la Federación de Mineros!!!

                                                                                         La Paz, 8 de junio de 2024

Opinión
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