Blog de Max Raúl Murillo Mendoza

Nuevos tiempos y viejas costumbres

Existen temas estructurales en nuestra historia: colonialidad, colonialismo, dependencia, Estado republicano y ausencia de políticas de Estado. Sin embargo, los tiempos corren y cambian. Los tiempos son imperdonables si es que no resolvemos problemas del pasado. Los pueblos al final buscan sus liberaciones e independencias a pesar de sus caudillos, a pesar de sus líderes muchas veces inútiles y totalmente oportunistas. En definitiva, los pueblos buscan mejores días en la existencia terrenal, en la construcción de sus historias e identidades.

En nuestra región sudamericana la política gira hacia el conservadurismo. A pesar de la victoria de un izquierdista en Uruguay, que es otro tipo de izquierda y democracia por allá. La región se encalla hacia la derecha, en términos de la política tradicional. Además, pues están envalentonados porque por el norte del mundo sucede lo mismo.

Lo más grave de nuestros derroteros, es que no existe crítica alguna intelectual. Al margen de artículos de prensa marginales y para el café de las clases a medias. Lo que ha sucedido en estos últimos veinte años, necesita con urgencia balances, ejercicios  intelectuales en profundidad, crítica de todos los aspectos políticos e ideológicos que sirvan a la sociedad, a todos los sectores, sean privados o estatales, que sirvan en definitiva a un verdadero encuentro de todos, en función de sacar conclusiones reales de los acontecimientos.

La ausencia de crítica simplemente nos conduce al desorden y caos total, a la bulla callejera, a los griteríos de ignorantes y a las brutales actitudes politiqueras, que sólo encubren los verdaderos problemas de nuestra sociedad. A las viejas costumbres del corporativismo de todos lados, que sólo destruyen lo que es de todos: El Estado. Porque el Estado es de todos, todos somos Estado.

Nuestro Estado todavía colonial, republicano y ajeno a las realidades sociales de la gente común, sigue en construcción. Pero vemos que no es suficiente lo que se ha hecho hasta ahora. Es incompleto, es poco Estado moderno, es nada eficiente, en incompetente, está impregnado por las viejas costumbres y mañas de la politiquería tradicional, que tienen peso a la hora de la verdad. Y no da espacios a los bolivianos que realmente pueden cambiar y aportar en serio al Estado en construcción.

En algunas épocas de nuestra historia, cuando la guerra fría, el concepto de consciencia era demasiado importante. Es decir, los acontecimientos políticos requerían de toma de consciencia real de la situación. Al parecer, hoy, ya no se requiere de considerar una toma de consciencia, sino sólo de pertenecer a grupos organizados y muchas veces delincuenciales, para ejercer actitudes políticas. Eso ha devaluado notablemente la calidad de la política. Por eso la ausencia crítica y básicas maneras de hacer debates acerca de los acontecimientos políticos. Es suficiente gritar, ejercer presión brutal callejera e imponerse por el miedo del oponente.

La ausencia de ideas políticas en la realidad actual, es la constante normal. No hay pasquines como en otros tiempos, no hay documentos políticos de coyuntura, no hay análisis de coyuntura del país. Todavía peor, no hay realmente escritos intelectuales de aportes sobre los complejos de nuestra historia. Esa debacle intelectual y política dice mucho del momento actual. Es la lectura real de lo que sucede.

Las nuevas generaciones tampoco se manifiestan en estas coyunturas. Cierto que su situación económica es terrible. Más ocupados en el mundo de las redes sociales, escapando ideológicamente de la realidad, no tienen presencia ni mucho menos en todo lo que sucede en el país. En todo caso, tienen mucho que decir porque son testigos de todo lo que ha sucedido hasta ahora. Pero quizás les cuesta encontrar los mecanismos de comunicación al país.

Nuevos tiempos pero viejas costumbres que se resisten a morir. En algunos casos porque son costumbres dañinas, que tienen influencia en los comportamientos políticos tradicionales. En otros porque son parte de los comportamientos del pueblo, como los religiosos, que no se desprenden de la cotidianidad también tradicional. No es arriesgado afirmar que nuestra sociedad, en general no es moderna. Es decir, seguimos anclados allá en los siglos XIX y algo del XX. En sentido mental, costumbrista, tradicional.

Los nuevos tiempos son muy exigentes, respecto de la economía, de las ciencias, de las exigencias en las instituciones. Los radicales cambios en las tendencias de la política, de las ciencias y el ritmo de las investigaciones de punta, requieren que los países se pongan en órbita de dichos cambios. Ya no funcionan, no se justifican los discursos tradicionales de izquierda o derecha.

Fundamentalmente requerimos crítica. La urgencia de componentes críticos en la intelectualidad y la política, curarían en mucho la tragedia de ausencia de crítica. Nuestras experiencias, sobre todo nuestros fracasos que son muchos y sangrientos, deberían enseñarnos también mucho. Pero no es así. Seguimos repitiendo errores que cuestan demasiado al país. Sobre todo  a los más pobres, que son las inmensas mayorías del país.                         

Opinión
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La globalización agoniza

La globalización nació como un instrumento de imposición y triunfo del capitalismo sobre el derrumbe del socialismo real. Después de la caída del muro de Berlín en 1989, dicho triunfo de las mentalidades liberales occidentales se plasmaron en las virtudes de la globalización: libre comercio y libre circulación del comercio por el mundo; por supuesto, menos de seres humanos. Ese escenario les favorecía totalmente a los países occidentales, que en los años 90 significaban el 90% de la economía mundial. Hoy esos mismos países ricos sólo representan el 37% de la economía mundial. Por tanto, ya no les conviene la globalización.

Por eso, entre otras cosas complejas, el resurgimiento de los nacionalismos de ultraderecha en occidente. La consigna de Trump es tan simple como eso: primero América. Regresar sus industrias que estaban en China, por los bajos sueldos a nombre del libre comercio, porque China ya no es la misma de hace 30 años, sino una potencia competitiva. Pues China produce los mejores automóviles eléctricos del mundo, con precios accesibles y competitivos que los Estados Unidos ni Europa pueden competir. Por tanto, mejor cerrar fronteras y cobrar aranceles totalmente anti económicos y anti liberales.

A estas alturas occidente ya no puede competir con varios países del mundo, varios de ellos del BRICs, porque se han quedado atrasados en el proceso del capitalismo competitivo. Entonces están acudiendo al expediente nacionalista conservador, para cuidar sus mercados internos de manera imperial y colonial.

Sin embargo, el mundo ha cambiado dramáticamente. No es el mismo de hace treinta años ni en lo político ni en lo económico. Al parecer, las élites de occidente realmente no se han enterado y siguen con sus visiones coloniales e imperiales. Anclados en el pasado de los siglos XVI y XIX, todavía conviviendo con sus señoriales puntos de vista cuando el mundo está cambiando a ritmos veloces.

Una de las exigencias por todo el mundo es la urgente necesidad de transformación de las finanzas mundiales. Hoy totalmente totalitarias y con condicionamientos coloniales, que no permiten competencias limpias y en términos más democráticos. Desde la perspectiva política, el mundo ya empieza a girar hacia multilateralismos donde ningún país y sus satélites, como hasta hoy, se atribuya ser dueño del mundo. 

Las guerras de Vietnam y Afganistán han sido un rotundo fracaso para las potencias imperiales. Sin embargo, ni esas experiencias del fracaso les enseñan a sus diplomáticos algo, para entender los profundos cambios en el mundo. Pero es cierto que el sistema se alimenta económicamente de las guerras. Necesita el sistema de guerras. Es lo más atroz y terriblemente cruel, pues el sacrificio de millones de seres humanos, sólo para satisfacer a cúpulas y élites del primer mundo enriqueciendo al infinito.

Lo que estamos pasando es una compleja transición hacia moldes o modelos todavía desconocidos. Tendremos varios años de incertidumbre mundial. Años de reacomodo mundial, donde todos busquemos un mejor lugar. Sin embargo, las contradicciones y choques de intereses poderosos seguirán siendo las constantes en estos cambios.

Bolivia siendo periferia de la periferia muy poco puede contribuir a estos cambios. Sólo ver donde más nos conviene para nuestra sobrevivencia. Sin estrategias de Estado, sin estrategias de sociedad civil, todavía sin resolver nuestros problemas estructurales, sólo nos queda al menos, si es que hay algo de inteligencia, ver donde podemos ganar más dinero y espacios de decisiones políticas acorde a nuestros intereses.

Bolivia tiene que sacar lecciones de estos cambios mundiales e internos. Pero eso es si es que tenemos equipos altamente capacitados y especializados, para estos análisis estratégicos. Hoy, no tenemos estos equipos especializados, sino grupos de politiqueros ideologizados que ya sabemos no sirven de nada. Sin estos análisis necesarios como insumos para planificaciones de país estratégicos, simplemente seguiremos caminando a ciegas y con discursitos coyunturales totalmente desfasados de los acontecimientos mundiales.

En todos los procesos mundiales, como en la globalización, Bolivia sólo es un país periférico extractivista. Aportamos desde la colonia con materias primas sin que eso nos deje riqueza sostenible. Ni siquiera producimos alimentos nuestros. Seguimos como siempre, con los sueños a cuestas; sin aterrizar en proyectos realmente estratégicos y totalmente bolivianos.

La Globalización fue aprovechada por algunos países, que tienen objetivos estratégicos hacia el mundo. Ese fue el caso de China e India. Nosotros no aprovechamos en nada, sino como sobrevivencia y exportadores sólo de materias primas. Ahora la globalización ya pasa y muere; nosotros sólo somos simples espectadores del palco tercermundista, sin personalidad diplomática y peor sin personalidad económica. La pobreza y miseria siguen campeando nuestras calles, nuestras ciudades.

Los cambios que se producen por el mundo no tocan nuestra puerta, porque no tenemos las condiciones básicas para al menos acompañar a esos cambios. Con sistemas educativos caducos e ineficientes, con politiqueros analfabetos que ni idea tienen de planes estratégicos de país, pues nuestro presente y futuro es nomás oscuro e incierto.

La globalización agoniza y otros escenarios se dibujan en el mundo. Los países con objetivos y planes estratégicos ya corren para acomodarse en esos escenarios. Bolivia sigue nomás en el siglo XIX, en la periferia de la periferia: mental, costumbrista, politiquera y absolutamente mediocre. En fin.

Opinión
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Bolivia Urgente!!!

Es profundamente doloroso ver partir jóvenes de Bolivia. Las filas que vemos todas las mañanas en migraciones, simplemente tienen que doler. Los jóvenes no abandonan este país porque les plazca, sino porque no hay oportunidades de trabajo, de negocios, de creatividades y emprendimientos en sus sueños de dignidad y realización. Seguimos nomás repitiendo errores pasados, con politiqueros anti bolivianos, anti populares, anti indígenas que lo único que consiguen son desorden, bloqueos, caudillismos brutales, que hunden y destruyen toda posibilidad de convivencia al menos a mediano plazo.

En Bolivia siempre está presente el mito de Sísifo. El pueblo debe tragarse el trago amargo de soportar sufrimientos injustos, porque quiénes toman el mando del Estado varias veces son inútiles y totalmente ignorantes, para resolver los problemas de siempre. Además de la lentitud realmente terrible, burocrática, profundamente atrasada, sólo aumenta el sufrimiento del país. Los papeleos al infinito, en manos de ignorantes y ausentes de conocimientos básicos de la norma básica, o corruptos por mandato de grupos corporativos que roban y roban todo lo poco que tiene este país.

Hoy, los jóvenes prefieren irse de este lindo país. Sus sueños no se realizarán en este desorden y bajo el manto de los discursos enfermizos, de los gansteriles politiqueros que prefieren los golpes y puños a las palabras y los debates intelectuales o políticos. Ejemplos gansteriles hacia la juventud y niñez del país, que pues sí: son el presente y futuro del país. Pero por esa irresponsabilidad brutal, que no tienen la mínima idea de lo que es Bolivia.

Hace mucho tiempo que es hora de ordenar, de manejar con inteligencia, con políticas de Estado, con los mejores profesionales de este país que sí los hay; pero no tienen las oportunidades necesarias para estar en funciones de la Patria. Hace demasiado tiempo que es hora de por fin Vivir Bien, desde las raíces de este país, con los aportes necesarios de los aspectos positivos del exterior.

No podemos permitir tanto desorden y desinstitucionalización, que sólo afecta a las nuevas generaciones y a los más pobres que siguen siendo millones de habitantes de Bolivia. Ya no caben las aberraciones de los discursos ideológicos y estúpidos. Culpando a fantasmas externos como desahogo de los errores internos, de la ceguera interna que está destruyendo el país.

En definitiva, necesitamos de consensos entre todos los bolivianos que somos necesarios en estos momentos de crisis, de hambre, de ausencia de institucionalidad, de ausencia de esperanzas en el presente y peor en el futuro de Bolivia. Las nuevas generaciones no pueden ser abandonadas a su suerte y azar. Sin posibilidades de trabajo, abandonados a la precariedad total de un presente sin seguridad social, sin protección en las leyes laborales, ni siquiera sin sueldos mínimos, sino con pagos miserables y totalmente injustos. Pero los discursos son por supuestos tan revolucionarios encubriendo estas nuestras realidades cotidianas: jóvenes abandonados y saliendo del país apostando al azar y la suerte.

No podemos permitir esta sangría de nuestros recursos humanos. No podemos ser cómplices de perder lo más sagrado del país, que es su gente joven y prometedora. Porque la gran mayoría son profesionales y entrenados para trabajar en Bolivia. Que conocen nuestra realidad y quisieran aportar en estas realidades. La ignorancia de los politiqueros por supuesto quisieran que se vayan los jóvenes, así no tienen competencia en dónde están medrando.

Las nuevas generaciones no son culpables de semejantes bloqueos mentales, desorden total y desinstitucionalización de la Nación. Están en escenarios de destrucción y corrupción asumiendo que todo eso es normal. Y pues no es normal. No puede ser normal. Semejantes delitos que no se castigan por lo destruido del sistema judicial, hace que los delitos sean costumbres normales.

El país necesita del sentido común. Ese sentido común que es orden, mínima normativa de asegurar algo de certidumbre a todo un país. Ese sentido común que los politiqueros no entienden, por su ignorancia y por sus maneras de ser correa de intereses que nada tienen que ver con el país y sus necesidades. Lo peligroso de no tener sentido común es que hacemos normal del desastre, de la corrupción y la total desinstitucionalización del país.

Bolivia no puede seguir con la enfermedad y costumbre de tener en sus espaldas al mito de Sísifo. Pero necesitamos construir otra vez los tejidos sociales, sobre todo en las ciudades. Cambiar en todos los frentes posibles, desde la política que es el espacio de todos los desastres del país. Donde no hay, con excepciones muy puntuales, pensadores políticos de altura e intelectualmente preparados para los destinos del país. Bolivia no  puede estar condenada por siempre al desastre, como costumbre normal.

Son demasiados siglos de sufrimiento, de incertidumbre y de normalizar el desastre y la corrupción. Las nuevas generaciones no pueden seguir con esas terribles e injustas costumbres de la politiquería callejera, ideologizada en términos de brutalidad y bloqueos también brutales como injustos. Bolivia necesita con urgencia salir del desastre, de la historia del desastre y la incertidumbre. Es urgente.

Opinión
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De los misiles de Cuba a los misiles de Ucrania

En 1962 utilizaron a Cuba para poner en peligro al mundo, con la locura atómica. Que es la máxima expresión de la ciencia y la tecnología de occidente: muerte y tragedia. Después desecharon a Cuba y negociaron sus intereses para imponer una paz entre ellos; sin embargo, las guerras continuaron utilizando a otros países y escenarios por todo el mundo. De esos acontecimientos muy poco se ha aprendido, porque lo que sucede en estos días es todavía más grave, pues realmente estamos en la punta del abismo de la locura atómica.

 Como vemos, la historia en occidente de nada sirve. Sólo es una exquisitez de algunos pensadores, para llenar las enciclopedias de las bibliotecas de turismo. Quizás para estudios especializados; pero realmente para nada más. Las guerras y las venganzas, por los motivos que sean son las constantes desde hace siglos, desde que conocemos como historia contemporánea o moderna.

Hace días el presidente de Estados Unidos ordenó al presidente de Ucrania, utilizar sus misiles para atacar Rusia. Irresponsabilidad total a nombre de todo el mundo, sin que les interese ni mucho menos la vida del planeta. En todo caso es el comportamiento habitual desde el norte, que se sienten los que deciden aun estén totalmente equivocados. Al parecer no son conscientes de los actos que tienen, y juegan como en este caso con el presente y futuro de todo el mundo. Así es la modernidad, desde el siglo XVI.

Las Naciones Unidas demuestran otra vez que no sirven realmente para nada. Es una cueva de discursos lindos, llamativos y totalmente inútiles. De hecho los gobiernos más armados del mundo, como los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Rusia y China son los que mandan en esa inútil institución. En estos acontecimientos mundiales muy poco pueden hacer ante el poder impune de las armas, de la destrucción cavernaria y la desinstitucionalización mundial.

La política cavernaria de occidente no cambia desde hace siglos hasta la modernidad. La postmodernidad es la continuidad brutal y sin reglas, porque han destruido absolutamente toda posibilidad civilizada de consensos. Palestina es la prueba contundente de este tipo de política. Considerar aspectos positivos sólo nos lleva al consuelo tonto, pues los resultados en el mundo son simplemente sangrientos e injustos, que dura demasiado tiempo.

Los negocios turbios de los fabricantes de armas, inventan enemigos por medio de sus medios de inteligencia como políticas de Estado, para seguir con ese negocio de la guerra que es lo más lucrativo. Qué puede interesarles los 15 mil niños asesinados en Palestina, qué les puede interesar de los miles y miles de muertos en los campos de batalla, en Ucrania y Rusia. Absolutamente nada. Las NNUU son los escenarios ideales para estos mercaderes de la muerte, a nombre de la democracia y sus “altos valores humanos”.

Pues qué autoridad moral pueden tener estos mercaderes de la muerte, para referirse al mundo. Ninguna. En estos meses los discursos de Biden, presidente de Estados Unidos, daban náuseas refiriéndose a la democracia abstracta,  mientras asesinaba niños en Palestina mediante su judío Netanyahu. Ese el grado de democracia que tienen desde occidente, sin ninguna legitimidad moral y ética. Sin ninguna autoridad hacia el mundo desde sus ejemplos de política real, llena de sangre, hipocresía, indecencia total, impunidad y descaro en sus instituciones mundiales.

No existe ética alguna en las élites de occidente. Son nomás lo más degradante que haya existido, como gobernantes. Ni siquiera los gobernantes del imperio romano se asemejan a estos sanguinarios. Ni siquiera Atila o Gengis Kan se comparan, y son mucho más civilizados que estos “cultos y civilizados” gringos.

En estos momentos de la coyuntura mundial, estos indecentes que conducen los hilos del poder mundial, llevan a sus pueblos al matadero sinsentido de las guerras mundiales. Como siempre ellos comandarán desde sus cómodos escritorios, cuando sus pueblos se masacran entre sí, ni siquiera conociendo las razones verdaderas de ese derramamiento de sangre. Eso nos enseña la historia pero estos indecentes no aprenden de ella.

Ojalá que los pueblos del mundo no caigan en estos juegos del odio, del rencor, de la venganza por temas que absolutamente se pueden resolver en la diplomacia. Porque sería darles la razón a los mercaderes de la muerte, que sólo provocan muerte por razones de negocios turbios y mugrientos.

Como vemos estos civilizados y cultos gringos, no aprenden en nada de su propia historia. No les interesa sino seguir sacrificando a sus pueblos, y al mundo, en una lógica cavernaria que deviene de siglos, quizás de milenios de actitudes políticas trogloditas, sin un ápice de humanidad y humanismo básico. Con adelantos científicos y técnicos sin precedentes; pero para la muerte y el odio. Para la venganza y el ojo por ojo.

La crisis de los misiles de Cuba, allá en 1962, está quedando corto ante lo que sucede ahora. La crisis de los misiles de Ucrania, tiene aterradoras circunstancias. Las ciencias del terror, es decir de la guerra, han progresado tanto en su odio que si estalla una guerra nuclear desaparecería toda forma de vida en la tierra. No es ciencia ficción. Es una posibilidad real. Pues, cuál la diferencia entre los cavernarios de palos y piedras de hace miles de años y los actuales gobernantes en occidente? Ninguna diferencia. Son los mismos políticamente: cavernarios. En eso no han progresado nada.

Opinión
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En Bolivia la justicia tarda y nunca llega

 Uno de los diagnósticos más importantes de la realidad de un país, en todo el mundo, es la situación de su sistema judicial. En el caso de Bolivia, desde siempre, el sistema judicial simplemente es un asco. Ni gobiernos de derecha, ni de izquierda han logrado al menos algún grado de funcionalidad. Todo sigue siendo un asco. Porque si el ciudadano común no tiene dinero, está condenado a sufrir todo lo terrorífico del sistema criminal de la justicia.

La policía es parte de esta injusticia. Los operadores sólo quieren dinero para que los procesos avancen. Desde el más pinche portero de la policía, hasta los grados superiores se mueven si es que las víctimas tienen dinero para los bolsillos de los burócratas de la policía. Para los abogansters, pues tenemos que tener mucho dinero si es que queremos algo de justicia.

Todo este diagnóstico no ha cambiado desde el siglo XIX. Todos los gobiernos se han favorecido de esta manera brutal de funcionamiento del sistema de injusticia boliviano. Nadie, absolutamente nadie ha hecho algo para resolver estas costumbres bolivianas, de terror, del sistema de injusticia en Bolivia. Cierto que hay abogados que hacen la excepción; sin embargo, no sirven de nada en este laberinto cruel y corrupto del sistema judicial.

Las buenas intenciones no sirven de nada, cuando los resultados siguen siendo catastróficos. Si bien hubieron buenas intenciones, pues por los resultados no se hicieron nada bien. Porque la ausencia de institucionalidad es la deriva del llamado sistema judicial, que sólo golpea a todo un país en su dignidad, en su ausencia de justicia.

Cierto que nadie vendrá a Bolivia a invertir, porque no existe ninguna normativa legal que proteja las inversiones. Es un aprendizaje mundial; pero en Bolivia algunos torpes mentales creen que somos una isla en el mundo. Sin esas condiciones mínimas legales, seguiremos nomás hasta las calendas griegas esperando milagros económicos, que no llegarán porque no tenemos justicia en Bolivia.

Hace siglos que es hora de resolver este tremendo desfase institucional. Porque sólo favorece a pillos politiqueros, caudillos letrados e iletrados, maleantes de corbata y abarcas, que gozan de la desinstitucionalización para hacer negocios turbios. Y millones de ciudadanos de a pie, tienen que sufrir la ausencia total de justicia, la ausencia de un básico sistema que al menos proceda a restaurar en algo las injusticias de toda escala en Bolivia.

La prostitución de la justicia ya ha llegado a niveles realmente increíbles. El cinismo de esta época en crisis, acompaña a esta desventura pues la vergüenza o al menos ciertos síntomas de consciencia no existen en los operadores de justicia. No sería exagerado afirmar que esta época es la peor de todas. Ni siquiera la democracia ha podido hacer algo al respecto.

En algunas semanas, si es que todavía hay decencia mínima, habría elecciones judiciales en Bolivia. Por supuesto que no son ninguna garantía para una nueva etapa judicial, eso nos dice la experiencia de estos años. Los elegidos han sido los peores profesionales del derecho: politiqueros y llunkus de cualquier dirigente barrial o colectivo. Pues, vemos como los resultados son absolutamente desastrosos.

La explosiva mezcla de indecencia, cinismo, politiquería, bajo nivel profesional, corrupción y enfermedades mentales caudillistas, están destruyendo nuestros tejidos sociales. Los jóvenes y nuevas generaciones están presenciando toda esta calamidad e indecencia, como factores totalmente graves, que serán copiadas al pie de la letra si es que no ponemos un alto radical a esta degeneración judicial.

Quizás poner un alto signifique colgar abogansters en las plazas de nuestras ciudades. Porque las palabras y las reflexiones ya no tienen significado alguno para los cavernarios de la justicia, para los mercenarios de los palacios de la injusticia de nuestras ciudades. Quizás sólo el ver colgados y ajusticiados a los abogansters haya algo de reflexión y crítica. Y por fin tengamos la oportunidad de empezar con un sistema realmente de justicia.

En Bolivia la justicia tarda; pero nunca llega. Miles de familias afectadas por las dictaduras militares, siguen esperando justicia que nunca llegará. Miles ya han muerto con las esperanzas perdidas. En un país acostumbrado a sacrificar a los más pobres y marginados, para luego olvidarlos y despreciarlos en los discursos politiqueros diciendo que son importantes. En Bolivia la justicia depende del bolsillo. Depende si es que hay suerte en esos pasillos terroríficos de la injusticia.

En Bolivia la justicia tarda y nunca llega. En el país de la impunidad por excelencia, son los más pendejos y adinerados los dueños de la justicia. Todo a costa de la sangre y el sufrimiento cotidiano de millones de bolivianos, que no encuentran algo de justicia en el peregrinaje humillante y sangrante buscando justicia. Millones de bolivianos rendidos ante delincuentes de cuello blanco, o delincuentes brutales de las calles nocturnas.

Millones de bolivianos  no podemos depender de unos delincuentes con cartón universitario. Delincuentes abogansters que se sirven de las costumbres de la impunidad, destruyendo lo más sagrado de la Patria: sus recursos humanos. Todo tiene un alto. Si este alto requiere sacrificar delincuentes, ya es hora de ese momento.

Opinión
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Esperanzas, lo último que se pierde

El mundo gira inevitablemente al vector conservador, en muchos casos de ultraderecha, por todo el mundo. Los caudillos están envalentonados con la victoria arrasadora del caudillo anglosajón Trump. Aparecerán los Milei o los Bolsonaro, también por América Latina y pues esta coyuntura recién empieza. Lo seguro es que habrá también retrocesos en las conquistas sociales, en las conquistas de colectivos alternativos y quizás también retrocesos de conquistas de pueblos indígenas.

Lamentablemente el precio de los errores será muy caro. Por supuesto que las élites y oligarquías de izquierda estarán recubiertos sus espaldas. Son como siempre los más pobres, quiénes carguen con el precio de esos errores. Son historias que se repiten.

Soplan vientos que desaniman por todo el mundo. Vientos ultraconservadores de restauración señorial. Ojalá que estas duras lecciones se aprendan y se sistematicen, para no cometer más errores y dejar que los caudillos se glorifiquen sin sentido. Soplan vientos totalmente restauradores de glorias pasadas señoriales, que por experiencia sabemos nada interesante traerán para los pueblos de la tierra.

Pero son experiencias ya conocidas, cierto en otras coyunturas y circunstancias. Experiencias históricas, como las dictaduras en nuestro caso, que pues varias veces no aprendemos de esos terribles reveses y derrotas. Seguimos nomás cometiendo casi los mismos errores y desaciertos históricos. No avanzamos como Estado, no avanzamos en políticas de Estado ni siquiera en el mediano plazo. La inmensa mediocridad de nuestras instituciones no cambian desde siempre, arrastrando la lentitud y la burocracia totalmente arcaica y atrasada.

En definitiva, los procesos sociales que el pueblo empuja en su favor no son estratégicamente aprovechados. Los conductores de turno no han demostrado dotes de líderes, a la altura de las exigencias, sino sólo oportunistas de turno. Además, desde las exigencias éticas y morales los liderazgos no llegan ni siquiera a las básicas expectativas que el pueblo espera. El descaro y la corrupción se llevan en tromba incluso a quiénes se suponía serían los ejemplos.

Las tareas todavía son inmensas. Desde la reconstrucción de las instituciones del Estado, hasta las configuraciones de los tejidos sociales. Tareas que se le deben totalmente al pueblo. Ese pueblo que sigue esperando que sus esfuerzos sean por fin compensados, en calidad de vida, en seguridad en el presente y futuro de sus vidas. Hoy totalmente inseguras y totalmente sin posibilidad de planificación ni siquiera en lo cotidiano.

Las generaciones actuales, de jóvenes, están en la deriva del azar. Sin posibilidades de trabajo de calidad, sino en el abandono a la precariedad absoluta y sin derechos básicos respecto de lo laboral. El Estado no alcanza para todos. Se requiere nomás la creatividad de las empresas privadas, la creatividad de la cooperación. En definitiva, la creatividad de la sociedad civil para crear y generar riqueza. Las economías de manual han fracasado rotundamente, aprendizajes con sufrimiento y sangre que ojalá nunca más regresen para experimentar con el hambre, con las esperanzas de la gente.

Los jóvenes distraídos con las redes sociales, con el engaño del internet en las promesas de futuro mejor, no son conscientes de las terribles situaciones sociales que ellos mismos pasan. Totalmente desorganizados e individualizados en estas épocas postmodernas, que nada bueno les ha traído las promesas de revoluciones y paraísos sociales.

En general, las actuales generaciones no tienen idea alguna de la política. Pero sufren las consecuencias de ese desconocimiento. En un país como Bolivia, donde se respira política y para bien o para mal, todas las decisiones son políticas, es nomás necesario que los jóvenes entiendan de política. En el mejor de los casos se involucren en ella para hacer mejor que las generaciones pasadas, aplazadas y fracasadas.

Las esperanzas son lo último que podemos perder. Los fracasos nos acompañan desde siempre. Fracasos que golpean a la autoestima de los más jóvenes, a la autoestima de la colectividad. Somos un país realmente sin autoestima. Porque los más imbéciles tienen más cabida que los más preparados y entrenados, precisamente por culpa de la politiquería. Cambiar esos moldes de la tradicionalidad política es otra tarea de nuestro país.

No podemos perder las esperanzas, a pesar de los retrocesos políticos en que otra vez el mundo se asoma. Las estrategias colectivas, desde el Estado y la sociedad civil, que hoy no hay ni existe, son las construcciones urgentes desde las generaciones actuales. Es la condición de nuestra sobrevivencia como país, como historia colectiva. Y no podemos por supuesto ser irresponsables al no asumir dichas tareas.

No podemos perder las esperanzas ante los escenarios del desánimo mundial. Otra vez, como muchas veces, tenemos que cargarnos nuestra historia a las espaldas del futuro y a las espaldas de los sueños por hacer un futuro mejor. Tenemos que superar este duro momento de sufrimiento, de hambre y miseria. Como muchas veces. Y volver a soñar construyendo utopías colectivas desde nuestras propias historias. Que la experiencia nos enseñe esta vez, a no cometer errores que nos cuestan la vida de un país, y el futuro de las nuevas generaciones.

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Esperanza, lo último que se pierde

El mundo gira inevitablemente al vector conservador, en muchos casos de ultraderecha, por todo el mundo. Los caudillos están envalentonados con la victoria arrasadora del caudillo anglosajón Trump. Aparecerán los Milei o los Bolsonaro, también por América Latina y pues esta coyuntura recién empieza. Lo seguro es que habrá también retrocesos en las conquistas sociales, en las conquistas de colectivos alternativos y quizás también retrocesos de conquistas de pueblos indígenas.

Lamentablemente el precio de los errores será muy caro. Por supuesto que las élites y oligarquías de izquierda estarán recubiertos sus espaldas. Son como siempre los más pobres, quiénes carguen con el precio de esos errores. Son historias que se repiten.

Soplan vientos que desaniman por todo el mundo. Vientos ultraconservadores de restauración señorial. Ojalá que estas duras lecciones se aprendan y se sistematicen, para no cometer más errores y dejar que los caudillos se glorifiquen sin sentido. Soplan vientos totalmente restauradores de glorias pasadas señoriales, que por experiencia sabemos nada interesante traerán para los pueblos de la tierra.

Pero son experiencias ya conocidas, cierto en otras coyunturas y circunstancias. Experiencias históricas, como las dictaduras en nuestro caso, que pues varias veces no aprendemos de esos terribles reveses y derrotas. Seguimos nomás cometiendo casi los mismos errores y desaciertos históricos. No avanzamos como Estado, no avanzamos en políticas de Estado ni siquiera en el mediano plazo. La inmensa mediocridad de nuestras instituciones no cambian desde siempre, arrastrando la lentitud y la burocracia totalmente arcaica y atrasada.

En definitiva, los procesos sociales que el pueblo empuja en su favor no son estratégicamente aprovechados. Los conductores de turno no han demostrado dotes de líderes, a la altura de las exigencias, sino sólo oportunistas de turno. Además, desde las exigencias éticas y morales los liderazgos no llegan ni siquiera a las básicas expectativas que el pueblo espera. El descaro y la corrupción se llevan en tromba incluso a quiénes se suponía serían los ejemplos.

Las tareas todavía son inmensas. Desde la reconstrucción de las instituciones del Estado, hasta las configuraciones de los tejidos sociales. Tareas que se le deben totalmente al pueblo. Ese pueblo que sigue esperando que sus esfuerzos sean por fin compensados, en calidad de vida, en seguridad en el presente y futuro de sus vidas. Hoy totalmente inseguras y totalmente sin posibilidad de planificación ni siquiera en lo cotidiano.

Las generaciones actuales, de jóvenes, están en la deriva del azar. Sin posibilidades de trabajo de calidad, sino en el abandono a la precariedad absoluta y sin derechos básicos respecto de lo laboral. El Estado no alcanza para todos. Se requiere nomás la creatividad de las empresas privadas, la creatividad de la cooperación. En definitiva, la creatividad de la sociedad civil para crear y generar riqueza. Las economías de manual han fracasado rotundamente, aprendizajes con sufrimiento y sangre que ojalá nunca más regresen para experimentar con el hambre, con las esperanzas de la gente.

Los jóvenes distraídos con las redes sociales, con el engaño del internet en las promesas de futuro mejor, no son conscientes de las terribles situaciones sociales que ellos mismos pasan. Totalmente desorganizados e individualizados en estas épocas postmodernas, que nada bueno les ha traído las promesas de revoluciones y paraísos sociales.

En general, las actuales generaciones no tienen idea alguna de la política. Pero sufren las consecuencias de ese desconocimiento. En un país como Bolivia, donde se respira política y para bien o para mal, todas las decisiones son políticas, es nomás necesario que los jóvenes entiendan de política. En el mejor de los casos se involucren en ella para hacer mejor que las generaciones pasadas, aplazadas y fracasadas.

Las esperanzas son lo último que podemos perder. Los fracasos nos acompañan desde siempre. Fracasos que golpean a la autoestima de los más jóvenes, a la autoestima de la colectividad. Somos un país realmente sin autoestima. Porque los más imbéciles tienen más cabida que los más preparados y entrenados, precisamente por culpa de la politiquería. Cambiar esos moldes de la tradicionalidad política es otra tarea de nuestro país.

No podemos perder las esperanzas, a pesar de los retrocesos políticos en que otra vez el mundo se asoma. Las estrategias colectivas, desde el Estado y la sociedad civil, que hoy no hay ni existe, son las construcciones urgentes desde las generaciones actuales. Es la condición de nuestra sobrevivencia como país, como historia colectiva. Y no podemos por supuesto ser irresponsables al no asumir dichas tareas.

No podemos perder las esperanzas ante los escenarios del desánimo mundial. Otra vez, como muchas veces, tenemos que cargarnos nuestra historia a las espaldas del futuro y a las espaldas de los sueños por hacer un futuro mejor. Tenemos que superar este duro momento de sufrimiento, de hambre y miseria. Como muchas veces. Y volver a soñar construyendo utopías colectivas desde nuestras propias historias. Que la experiencia nos enseñe esta vez, a no cometer errores que nos cuestan la vida de un país, y el futuro de las nuevas generaciones.

Opinión
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Trump es resultado de demasiados errores

En Estados Unidos, pues, los demócratas probablemente son peores que los mismos republicanos; pero en teoría son buenos. En la práctica son los más guerreristas y sanguinarios, como en Palestina, y encubridores de los negocios más turbios posibles: fabricantes de armas. Son la nobleza medieval más alejada posible de su mismo pueblo. Pues, los bonitos discursos de la señora Harris no pudieron tapar lo que el ciudadano de a pie veía y sabía: que los demócratas no son precisamente los representantes del proletariado, ni mucho menos.

En estos lugares del mundo, nos consta de la terrible irresponsabilidad de quiénes estaban en el poder, a nombre de la revolución y el pueblo. Los resultados los vemos con miseria: corrupción generalizada, prepotencia y brutalidad politiquera. Todo a nombre del esquilmado pueblo, del siempre abandonado pueblo; pero utilizado en todos los discursos posibles.

El avance de la ultraderecha tiene culpables directos, cómplices directos. Todos los que utilizaron el poder sólo para satisfacer apetitos grupales, personales y corporativos. Sin que en nada se beneficie el pueblo, tan abstracto como siempre cuando de intereses se trata. Esos que son especialistas en echar la culpa al imperio, cuando quieren encubrir sus terribles errores, sus fechorías y corrupciones de Estado. Incluso sus desequilibrios psicológicos y bajos instintos antihumanos.

Trump sólo tuvo que escuchar al pueblo mismo. Cierto, a ese mismo pueblo que es utilizado por todos los grupos políticos. Cierto que ese mismo pueblo prefirió votar por un misógino, por un forajido contra la ley, que votar por la hipocresía demócrata. Prefirió votar por un desequilibrado, porque los otros desequilibrados son más peligrosos todavía e hipócritas de profesión. Pero veremos en los resultados totales, porque los pueblos también pueden equivocarse. Los occidentales ya lo vieron con Hitler.

Por todos esos errores en todo el mundo, el avance incontenible de los sectores conservadores tiene viento en popa. Además de la total ausencia de crítica básica, de crítica intelectual y política, que es coartada por sectores dictatoriales y totalitarios. Son insumos suficientes para el cansancio de los pueblos, que no soportan ser utilizados en intereses mezquinos y personalistas o grupales. Errores que están alimentando el crecimiento de las ultraderechas, que pues son un retroceso para todos los avances que tuvo el mundo, sobre todo en los derechos humanos.

La coyuntura presente será de conservadurismo y retroceso en derechos básicos. La presente restauración de la nobleza moderna, la pagarán los pobres de todas las sociedades. Porque los elitistas de izquierda ya están forrados en dinero y corrupción, (además no entienden el concepto de crítica) no necesitan ya trabajar y ganarse el pan del día. El conservadurismo se saldará con los movimientos gays, con los movimientos trans género, con los movimientos alternativos que se fueron construyendo en estos cuarenta años.

Serán tiempos muy difíciles para grupos y gente de bien alternativa. Aunque como dijera el viejo maestro Marx, en tiempos de crisis también se pueden vislumbrar tiempos de esperanzas. Tiempos de nuevas construcciones de utopías e instrumentos para la toma de consciencia. Para la construcción de nuevos liderazgos, que sean mejores y más eficientes en la política y el servicio a la sociedad. Los cómplices de Trump, izquierdistas de manual y café, pues están pasando al basurero de la historia.

El mundo cambiará indudablemente. De hecho hay enormes esfuerzos por todo el mundo. Desde las construcciones del multilateralismo, como los BRICs, hasta los esfuerzos de gente consciente en occidente, desde adentro del capitalismo, que saben bien que el monstruo sólo devora en su agujero negro a la humanidad. Esta historia no se termina con una elección donde el nuevo Calígula sólo quiere circo romano por todo el mundo. Esta historia continúa.

En nuestros territorios también tenemos mucho que ajustar con los cómplices del emperador. Reconstruyendo los tejidos sociales, construyendo políticas de Estado que sean eficientes y eficaces realmente. Con los mejores cuadros profesionales e intelectuales de todas nuestras nacionalidades. Despojando a vividores y politiqueros fracasados, que sólo han medrado y vivido del Estado, como sanguijuelas con discursos de chichería barata.

Ajustar cuentas en nuestras propias historias, pues no podemos seguir arrastrándonos como pordioseros en nuestra propia tierra. Donde hay infinitas posibilidades desde siempre; pero desde siempre los fracasados e inútiles nos llevan al hambre y la miseria.

Es hora de las nuevas generaciones. Y de los mejores de las nuevas generaciones. Que no se contagien de politiqueros y parlanchines, que sólo destruyen y destruyen toda posibilidad de construcción de sociedad civil y Estado.

El nuevo emperador tiene sueños imperiales ya conocidos. Seguirá nomás con su libreto de conquistador. Esa es la historia de occidente que conocemos desde el siglo XVI. De nuestra parte nos queda seguir mirando con esperanzas y seguir las huellas de los ancestros, que han sido parte de los mismos sueños antes de la llegada de los antepasados de Trump.

Opinión
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El pueblo elegido de Dios

Los judíos dicen que son el pueblo elegido de Dios. Una consideración que sabemos por la historia occidental. Pero Dios tiene que estar arrepentido de su elección. Pues si es así, no creo, ha elegido a un pueblo criminal e impune. Ha elegido a un pueblo que sólo sabe de venganza y sangre. Todo lo demás es maquillaje muy al estilo de la civilización occidental.

Por los sionistas judíos sabemos hoy que Dios no importa, cuando de sangre y venganza se trata. Nos demuestran también que su religión sólo es un circo, para desahogar sus instintos criminales, para desahogar sus enormes pecados sangrientos. Dios es sólo su excusa para ejecutar sus sanguinarios deseos de sentirse elegidos de Dios.

En estas coyunturas mundiales de desastre total, desadaptados sociales y criminales de Estado son los que más rezan y nombran a Dios. Nada raro, es la constante como sabemos por experiencia de la colonización y sus posteriores resultados religiosos. Dios, en estos tiempos, es la excusa perfecta de la criminalidad y la impunidad. Son tiempos donde se ha vaciado totalmente el sentido de Dios, cualquier criminal y corrupto nombra a Dios sin ningún tapujo, como lo vemos en las concentraciones políticas de las elecciones estadounidenses. Por el sur del mundo es lo mismo.

Pues sí, Dios es la excusa para todo en estos tiempos sin sentido. Los judíos son el ejemplo total de este sin sentido de las religiones, sobre todo en la civilización occidental. Además, las crisis terribles del catolicismo por todo el mundo (abusos sexuales a niños y niñas), ahonda todavía más el sentimiento hacia las religiones. En un mundo ensangrentado y destruido, las consciencias religiosas ya no tienen a dónde acudir.

Hace pocos días murió el padre Gustavo Gutiérrez, un peruano de avanzada que planteó a finales de los años 60 del anterior siglo, la Teología de la Liberación. Una propuesta para cambiar la doctrina de la religión católica. Pero los poderes del mundo, desde el Vaticano y Washington, le combatieron por el miedo enfermizo al comunismo. No dejaron que esa propuesta totalmente latinoamericana, tenga alcances mundiales ni siquiera regionales. Porque la religión también es política.

Las religiosidades ancestrales, intentan reponerse de siglos de clandestinidad y destrucción; aunque todavía en procesos de reconstrucción, ojalá tengan mejor destino para estos tiempos turbulentos y sin ley. Desde tiempos inmemoriales, los humanos buscan algún refugio sentimental, cuando los poderes del mundo sólo siembran de destrucción y maldad.

En definitiva, la religión tiene su papel e importancia en todas las culturas. Es también una parte del rostro de todas las culturas. Y puede servir para manipular y tergiversar desde el poder, poniéndose al servicio de intereses oscuros, como es el caso de los judíos.

Cierto, en tiempos de crisis, sangrientos y turbulentos, los humanos buscan refugios que puedan apaciguar en algo al sentimiento de inseguridad, al sentimiento de abandono y soledad existencial. Cuando no hay respuestas de nadie a las necesidades económicas, a las necesidades laborales. Sobre todo, a respuestas ante tanta impunidad de señores de la guerra, que destruyen absolutamente toda posibilidad de esperanzas en la existencia humana. Las religiones son un refugio en la turbulencia humana.

En estoy tiempos de egoísmo extremo, de destrucción de los valores éticos y morales por todo el mundo, de desánimo generalizado ante el avance de la corrupción y el descrédito total del ejercicio político, las religiones se convierten en el único escape y desahogo mental para al menos soñar con algo de esperanza. En buena medida, las religiones siguen sirviendo como refugio y escape ante la ausencia de respuestas humanas.

Pueblos destruidos y humillados como el Palestino, tienen que estar rezando a sus Dioses para ver si tienen respuestas, pues los humanos como los judíos sólo ven sed de venganza y muerte. Y los poderes establecidos como las NNUU no sirven para absolutamente nada, sino como resortes de los más poderosos, que en esta coyuntura son los sionistas de Washington.

En definitiva, el misterio de la existencia de los Dioses seguirá siendo un acompañante de nuestra existencia humana. Jamás lo resolveremos; pero seguirá teniendo sentido si es que esas fuerzas misteriosas sean realmente bondadosas. Es decir, que ayuden a restablecer los equilibrios humanos hacia el bien, hacia el respeto de culturas, hacia el restablecimiento de valores universales, que siguen siendo el baluarte de los sentidos positivos de la vida.

Hoy por hoy la devaluación y prostitución de la palabra Dios, en boca de criminales y corruptos, es sencillamente una afrenta a la humanidad. Una afrenta a la búsqueda de sentido, del Vivir Bien en la tierra, en esta vida. Una afrenta a los Mandela, a los Mujica, a los Gandhi, a los Espinal que han dado sus vidas por el bien de la humanidad.

Dios tiene que estar muy dolido y arrepentido de su “pueblo elegido”. No son precisamente un ejemplo de amor y paz. De convivencia y armonía humana, sino todo lo contrario. Son los criminales e impunes más atroces de la historia humana.

Opinión
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Alegoría al triunfo del 31 de octubre

El 31 de octubre de 1952, cuando en los campos de María Barzola, allá en Catavi, donde el proletariado minero, dio el ejemplo más importante del siglo XX a la historia de Bolivia, respecto de amar a la Patria, respecto de entregar riqueza a la Nación. Después de muchos años de sacrificios, de muerte y sangre. Pero la ingenuidad y la pureza del proletariado fue la enorme confianza, como error, de entregar esa victoria a la burocracia pequeño burguesa. Burocracia que boicoteará desde el primer día de la nacionalización, pues las burocracias de todos los tiempos no creen en Bolivia.

Ese hecho apoteósico de la nacionalización de la minería, permitió a la Nación por fin entrar al siglo XX para aspirar al menos a algo de desarrollo, algo de integración nacional en un país siempre desmembrado en espíritu y geografía. Ese hecho que fue obra y hechura del proletariado en armas, jamás fue entendido por las burocracias antinacionales; aunque con los discursos revolucionarios de moda y con los oportunismos a cuestas, en todos los tiempos.

Fue esa burocracia antinacional en espíritu y cuerpo, que entregó la minería a las fauces del imperio y los intereses transnacionales, como el Plan Triangular. Como artilugio conocido, los revolucionarios de escritorio de aquel momento, es decir los burócratas, culparon a los obreros de las quiebras, de las bajas en la producción, para las justificaciones de las intervenciones extranjeras. Como siempre, los que pagaron con sus vidas y fuentes laborales fueron las bases, los obreros de base y sus familias. Historia ya conocida en la impunidad de los actos burocráticos.

Sin embargo, la historia ya había cambiado para siempre con ese hecho apoteósico. Incluso los gobiernos fascistas de las dictaduras se beneficiaron de la minería y la nacionalización. Ese glorioso hecho como ejemplo del proletariado minero no debe ser olvidado, debe ser recordado por las generaciones jóvenes precisamente como ejemplo.

También, por justicia histórica, debemos recordar a los cientos y quizás miles de muertos mineros. Muchos de ellos junto a sus familias. La gran mayoría anónimos, sin que la historia les haya dado un lugar en los libros de  historia o los folletos de los partidos políticos. Esos muertos anónimos y sus enormes sacrificios, son el sentido más importante de la nacionalización de la minería.

En estos momentos de crisis estructural de nuestra Patria, la nacionalización del 31 de octubre de 1952, debe seguir siendo un ejemplo de cómo hacer Patria. Recordando a ese proletariado minero que lo entregó todo por el país, por la Nación. Aunque después fue traicionado y olvidado en 1985.

GLORIA AL PROLETARIADO MINERO DEL 52 !!!

GLORIA A LA NACIONALIZACIÓN DE LA MINERÍA DEL 31 DE OCTUBRE DE 1952 !!!

GLORIA A LOS MUERTOS Y SACRIFICADOS POR LA MINERÍA NACIONAL !!!

Opinión
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