Blog de Max Raúl Murillo Mendoza

¿En qué somos competitivos?

Quizás en lo cultural en sentido amplio. Tenemos artistas y grupos de música de alto nivel, exportables. Pintores y escultores de calidad internacional. Exportamos ponchos indios, mantas de vicuñas, chompas de alpaca y otras prendas también del oriente boliviano de mucha calidad. Pero en todo lo demás: ciencia, educación, investigación, profesionalismo, estamos tan lejos de la media que lamentablemente ya es una costumbre. No tenemos intelectuales de exportación y peor científicos de exportación en las ciencias exactas. Sencillamente no somos competitivos, ni siquiera para estándares medios. Nuestra mediocridad generalizada nos sigue persiguiendo desde tiempos inmemoriales, como en el futbol.

Ni reformas educativas, ni reformas de todo tipo que nos inventamos a cada rato resultan para responder a nuestras propias realidades. Las nuevas generaciones reciben herencias institucionales, costumbres y normas de conducta totalmente mediocres, sin posibilidades de mejoras ni sueños de competencia sana. La inercia y el contentarse con poco, a nada, es lo terrible de nuestras idiosincrasias bolivianas.

Lo poco que logramos en algunos momentos de esperanza, son sólo desahogos momentáneos que no son escuela para seguir en rutas de triunfos. Ciertamente es desconsolador como demoledor. Sin embargo, no podemos seguir con esas costumbres que sólo nos hacen daño colectivo, nos condenan a la inacción de todo para no mejorar en nada.

Este país tiene talentos individuales de sobra. Por todo el mundo hay bolivianos y bolivianas que sobre salen en muchos campos, que a falta de oportunidades en nuestra Patria han tenido que buscar otros espacios en países lejanos. Y ni siquiera esa dura realidad no hace cambiar el rumbo de nuestro destino como país, como historia.

Es verdad también que en los últimos años se han democratizado más las instituciones, son definitivamente más inclusivos, menos pigmentocráticos. Pero no hemos cambiado en lo esencial: competitividad y lugar a los mejores profesionales, técnicos, obreros bolivianos, sean de cualquier cultura. Porque al final, estos errores lo pagan muy caro los más pobres de la sociedad, aquellos que cotidianamente necesitan de unas instituciones veloces, al menos modernas, eficientes y eficaces. 

Tenemos que preguntarnos como sociedad, pues la crítica es revolucionaria, por qué varios aspectos no cambian en nuestra historia, a pesar de los procesos de cambio. Las razones de fondo tienen que ser consensuadas entre todos, para dar pasos seguros en la línea de mejorar siempre ojalá con calidad. La inercia de la mediocridad es insostenible, sólo nos empobrece totalmente, en lo material y en lo espiritual.

Marx lo dijo. Son las condiciones materiales las que nos permiten desarrollar y avanzar como sociedad. Sin esas básicas condiciones no podemos hacer nada, por muy buenas ideas que tengamos. Lo mediocre no son buenas condiciones, sólo nos llevan a retrocesos inmensos como sociedad. Sobre todo a nivel de la autoestima colectiva, que los bolivianos no tenemos ya casi nada. Pero las condiciones materiales tenemos que proporcionarnos nosotros mismos, desde el Estado y la sociedad civil.

En Bolivia siempre hubo experiencias novedosas en educación, en salud, y en otros campos; pero lamentablemente nunca hemos sido capaces de replicar esas novedades, que se pierden para siempre por inutilidad nuestra y de la burocracia colonial republicana. Experiencias incluso que son ejemplos a nivel internacional.

Por supuesto que talento nos sobra. Basta ver los concursos de robótica en los colegios de todo el país. Sin embargo, todo ese talento que se encuentra disperso y abandonado no sirve para nada, si es que no somos capaces de dar la oportunidad hacia la sociedad, hacia el colectivo de la comunidad. Ese talento de jóvenes bolivianos, que puede ser muy bien aprovechados en todas las instituciones productivas y de servicios.

Definitivamente no seremos nunca competitivos, si es que no somos realmente democráticos con las oportunidades a los mejores de nuestra sociedad. Eso sería también revolucionario, para conseguir cambios profundos en los comportamientos de la sociedad. En definitiva, es ahí donde nuestras universidades tendrían sentido, y no serían sólo inercia social costumbrista como son ahora. Porque nuestras universidades ni siquiera son competitivas en lo social revolucionario, como antaño. Y no es raro que estén tan perdidas en sus rumbos nada científicos. 

Sí, como crítica básica y sencilla reconocer que no somos nada competitivos y en casi nada, tiene que llevarnos a tomar consciencia de muchas cosas. De demasiadas que no estamos haciendo bien, en lo colectivo y comunitario. Que las equivocaciones pagamos todos muy caro, sobre todo los más pobres como siempre. Que la burocracia mediocre y colonial, sólo alimenta a los de siempre: las tradicionales mentalidades coloniales absolutamente nada competitivas y poco democráticas. 

Pues sí, no somos competitivos casi en nada como país. Realidad que debería sacudirnos en la consciencia, para cambiar nuestras prácticas totalmente nubladas y contaminadas de mediocridad. Ni siquiera nos avergonzamos frente a los vecinos, que sí están corriendo en la competencia de tener los mejores resultados, en todos los campos posibles. Pues, las nuevas generaciones tienen que estar muy decepcionadas de los constantes fracasos que les dejamos, sin ni siquiera dejarles balances de esos fracasos. En fin.

Opinión
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Golpe de Estado y geopolítica

El mundo está girando hacia la derecha más conservadora posible. Es una realidad inobjetable y objetiva. Trump posiblemente sea el próximo emperador de los Estados Unidos, ese es el escándalo de esta época: pervertidos y corruptos elegidos democráticamente. En todo el mundo este giro hacia el conservadurismo tiene sus raíces en los errores que se cometió cuando el mundo giró hacia la izquierda. Errores que aun no se han evaluado por irresponsabilidad de las dirigencias, y la ausencia de pensadores. Ese giro hacia la ultraderecha terrible tiene sus resultados crueles como la guerra de Ucrania y el genocidio en Palestina.

Hace unas horas hubo un intento de golpe de Estado en nuestro país. Más allá de las conjeturas, simplistas en la mayoría de los casos, fue un acto para este nuevo escenario mundial de reacomodo de las fuerzas políticas hacia los intereses del conservadurismo mundial. De hecho, también América del Sur gira hacia la derecha, en algunos casos hacia la ultraderecha sin ningún matiz de por medio. Nosotros solo somos un engranaje más del sistema, sobre todo si seguimos siendo tan débiles por nuestros propios errores internos. 

Por supuesto que nunca faltarán quiénes siempre están dispuestos a ser serviles de intereses anti bolivianos. Esto lamentablemente es una costumbre en sectores del ejército y la policía. Instituciones que viven al margen del país, privilegiados por donde se lo vea y con sus propias leyes más allá del país. 

La memoria corta nos recomienda no ser ingenuos ni tontos, el 2019 sigue fresco y no ha pasado. La memoria larga tiene que recordarnos que los golpes de Estado son instrumentos terriblemente sangrientos, corruptos y totalmente coloniales porque obedecen a oficinas de emperadores fuera de nuestras fronteras. 

En estas coyunturas mundiales cuando los reacomodos del sistema viran a la derecha, nuestro país no es isla y tiene atractivos importantes desde siempre: materias primas, agua, bosques y espacio vital. La guerra de Ucrania ha despertado a los demonios guerreros de occidente, es decir, sus industrias de la muerte necesitan materias primas y Bolivia será un objetivo claro y meridiano en esos poderosos intereses.

Además, no cambiamos de rumbo desde la república con desorden generalizado, bloqueos de caminos destructivos, sin mercado interno, desunidos políticamente, sin estrategias de Estado ni siquiera a medio plazo en nada. Es decir, con los condimentos necesarios para que las potencias hagan su negocio con nuestra Patria. Pues somos una presa fácil para cualquier golpista incluso aprendiz.

Felizmente en el este último golpe de Estado, fue la reacción de las organizaciones sociales, que en su larga experiencia política e histórica, las que detuvieron la asonada militar. Organizaciones que siguen siendo la garantía de nuestra sobrevivencia como país. Sólo la noticia de que las organizaciones sociales salían a paralizar el país, frenó a quiénes estaban entre las sombras esperando fuerzas a su favor.

Sacar lecciones de estas amargas experiencias sigue siendo importante. A pesar de que no aprendemos de la historia, sino es con sangre. Sangre que viene de los más pobres de la sociedad; pero que después se les olvida desde las cúpulas políticas o sindicales. Es preciso sacar lecciones que nos sirvan en la experiencia política y el fortalecimiento de la Patria. En esa línea, si seguimos como tercermundistas y desestructurados institucionalmente no podremos resistir absolutamente nada. Y los pobres seguirán siendo carne de cañón de las aventuras golpistas y politiqueras.

Se viene el próximo golpe de Estado, este último sólo fue un ensayo y estamos siendo estudiados como siempre. Pero si no aprendemos de los errores (y brutales errores), seremos nomás rebasados por los tanques y las mentalidades coloniales. Si no ajustamos el timón de nuestro destino como país, pues el mismo pueblo cansado apoyará el próximo golpe de Estado. Los discursos son los discursos: aguantan todo como el papel; sin  embargo, no sirven de nada. Es la dura realidad la que debemos cambiar como bolivianos. Y ni siquiera queremos ver la inmensa pobreza de nuestras calles. La inmensa miseria de niños, mujeres y ancianos.

No podemos permitirnos tantos errores, tanta burocracia, tanta soberbia entre nosotros mismos. Pisándonos entre bolivianos y compatriotas. Destruyendo nuestros propios patrimonios. Viviendo en medio del desorden generalizado, simplemente estamos cansando al pueblo que puede después abandonar el barco del proceso. 

Si no somos conscientes de nuestros propios errores, seremos cómplices del desastre que se venga. Ya tenemos eso registrado en nuestra historia: golpe de Banzer (por errores parecidos), llegada del neoliberalismo (por errores muy parecidos). Si no aprendemos de nuestra memoria larga, otra vez repetiremos el mito de Sísifo por los siglos de los siglos.

Ojalá que esta última intentona golpista nos haga despertar de la ingenuidad, de la estupidez, de la burocracia mental colonial, del triunfalismo tonto y barato. Pisemos tierra y por fin empecemos a trabajar con todos los bolivianos, con todos los sectores que pueden aportar en grande en lo económico y social. No dejemos en el discurso de ocasión lo que sucedió el día del golpe, es otra oportunidad  más como país para enmendar errores y trabajar por la Patria, por todos, por la Nación que requiere con urgencia soluciones trascendentales.

Opinión
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Palestina o el ocaso de Occidente

Desde hace muchos años se escribe por todo el mundo sobre el ocaso de occidente. Al parecer por fin llegó ese momento. Ha tenido que ser con sangre y genocidio del pueblo palestino, que occidente se hunda en su propia podredumbre moral, podredumbre humana que al haber destruido el mundo desde siempre, hoy vean su espejo propio: hipocresía y real politik con sangre y colonialismo frente a otras culturas y maneras de ver el mundo.

El genocidio de Palestina es el ejemplo brutal más importante de la historia moderna, que nos muestra de manera sencilla y didáctica lo que en realidad fue la historia moderna, es decir la historia del capitalismo, es decir la historia del colonialismo. Ese colonialismo que requirió clases altas y oligarquías en el sur del mundo, totalmente esclavas y sumisas al capitalismo. Clases altas sin patria ni Nación, totalmente analfabetas de las realidades de los países colonizados pero explotadoras en función de esos interesantes del capitalismo central.

El genocidio de Palestina demuestra con total claridad a la política de occidente. Con bellas palabras democráticas de solidaridad con el mundo; pero crueles y totalitarios respecto de sus brutales intereses. No les interesa la vida, pueden asesinar impunemente niños y ancianos como en Palestina. Porque lo geopolítico y económico son para ellos lo más importante. Para ellos somos sólo víctimas colaterales: migrantes, racismo, castigos económicos a países enteros. Las NNUU son un instrumento en esos intereses, como siempre demostraron en estos tantos años de esa institución totalmente inútil para los pueblos colonizados.

Sin embargo, caminar a otro mundo más justo es todavía lejano. El capitalismo es muy fuerte, y muchos de los líderes del sur del mundo simplemente son payasos del sistema, o ignorantes de estos tremendos problemas. No tenemos todavía alternativas al sistema vigente. El Vivir Bien podría ser una alternativa; pero nuestros dirigentes no piensan al respecto, sometidos a la mentalidad actual y al sistema.

Necesitamos pensar con sentido propio. Necesitamos deshacernos de toda la modernidad que ofreció mucho y no hizo nada por la vida. De eso tenemos ejemplos demasiados en Bolivia: la llamada oposición política, que pensar es exigirles mucho. También en filas de la izquierda, pues siguen en esquemas tradicionales e incluso cavernarios respecto de lo que está hoy sucediendo en el mundo.

La sangre de los palestinos ojalá sea por fin un cambio de época. Un cambio que tardará mucho en hacerse realidad. La toma de consciencia de los pueblos tarda en materializarse en hechos políticos. Pero que la sangre de los palestinos sea el inicio de un cambio real y paradigmático, porque la destrucción del mundo es cotidiana y fundamentalmente injusta. El sistema capitalista sólo multiplica la explotación, la expoliación, la destrucción del mundo y la  hipocresía de la política real.

Necesitamos ser nosotros mismos y no pantomima del sistema. Eso es por cierto pensar desde nuestras propias realidades, desde nuestras propias visiones del mundo. Hasta hoy sólo copiamos al sistema, sólo remedamos a sus ciencias. No hemos hecho el salto que tenemos que hacer: pensar con sentido propio.

Ojalá las nuevas generaciones curen por fin las enfermedades de la modernidad: mediocridad, hipocresía, flojera en el pensar y estudiar, no hacer heterodoxia con el conocimiento sino sólo ortodoxia por la flojera en el pensar. Las mentes son esclavas de la era moderna colonial. Las nuevas generaciones tienen que hacer la revolución en  liberar a las mentes de la esclavitud del sistema, para pensar con sentido propio. Eso es mucho trabajo serio por nuestras propias ciencias.

La sangre de los palestinos ojalá sirva por fin para un cambio real del mundo colonizado por el capitalismo sangriento e hipócrita. Ese capitalismo que bombardea pueblos enteros todos los días, y después reza a Jesucristo por los muertos que ellos producen. La sangre de los palestinos que no sea en vano.

La sangre de los palestinos tiene que servir en el tiempo, para un antes y un después en la historia del mundo, sobre todo en nuestra historia. Historia plagada de esclavos de occidente, que sólo ven con ese ojo colonial o republicano, que además fracasaron estrepitosamente en la conducción de nuestra patria. Y vemos en estos días su fracaso en todo el sentido de la palabra por todo el mundo.

El ocaso de ese occidente cavernario es evidente en Palestina. Ese occidente que dizque es civilizado, educado, tecnologizado, cristiano, ético y moral. Pero que su mentalidad sigue siendo el cavernario y troglodita: bombas atómicas, física cuántica sólo para construir armas de destrucción masiva. Porque reemplazaron sus piedras y palos por bombas atómicas y robots de inteligencia artificial para destruir al prójimo, si es entiende qué significa prójimo.

El genocidio de Palestina debe dar lugar a un nuevo tiempo. A una nueva Pacha. Hacia un caminar a un mundo mejor y menos contaminado por occidente. Que el genocidio de Palestina sea el inicio de un nuevo despertar, cultural, civilizado, democrático por fin. Que la sangre de los niños y mujeres de Palestina sea realmente una toma de consciencia humana.

Opinión
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Estado Plurinacional y despiste de las clases medias: Caso Richter

Las clases medias (clases a medias) bolivianas, desde siempre se favorecieron del Estado y fueron desde siempre las más privilegiadas en la burocracia de todos los tiempos. Su particular posición de clase, les hizo virar oportunistamente a cualquier gobierno. Su conocimiento de las mañas de la burocracia les da ventajas que otras clases sociales no tienen. En cierto sentido, se especializaron para ser burócratas y en el Proceso de Cambio no cambian, es decir mantienen esa su tradicionalidad desde el siglo XIX.

Dichas habilidades burocráticas, no quieren decir cambios ni revoluciones de las instituciones. Todo lo contrario. Son clases medias conservadoras, hasta hoy no han sido capaces de cambiar ni siquiera sus propios lugares de trabajo. Pasividad y tradicionalidad que por supuesto no conjuga con el Proceso de Cambio. Porque discursos, que sí manejan bien como el ex vocero Richter, no quiere decir cambios. Se saben de memoria la constitución política del Estado; pero para no cambiar ni mover nada de lo tradicional.

Como en cualquier clase social, hay personas buenas y ejemplares. No es un tema de ataque ni mucho menos a las circunstancias de estas clases, sino que como clase no acaban realmente de encontrar su lugar, en enormes movimientos tectónicos como el Proceso de Cambio: obra de los sectores más pobres y populares de la Bolivia profunda. Las clases medias son en realidad freno a estos avances.

Como digo, tener profesionales o gente extremadamente buena y ejemplar no quiere decir cambios ni mucho menos. Tener información de punta y posibilidades institucionales, no precisamente significan aportes al país profundo.

En este caso, de este pequeño análisis, me refiero a un ejemplo didáctico y totalmente tan claro como el agua: Lic. Jorge Richter. Un analista y politólogo que entra en los esquemas profesionales, de buena educación; pero con esas enormes paradojas de desconocimiento de la Bolivia profunda. Incluso de la historia de la Bolivia profunda. Sólo buscando protagonismo político, como tradicionalmente hacen varios de estos personajes.

Como burócratas tuvieron la oportunidad de cambiar las estructuras del Estado. Sin embargo, no tienen las mínimas condiciones ni ganas de cambiar nada. Sino seguir sirviéndose de las formas tradicionales de poder. 

Richter ni siquiera sabía de lo que realmente es el proceso de cambio. Manejaba fechas y consideraciones generales; sin saber de los acontecimientos profundos, de sus significados y sus mensajes desde aquellos elementos, totalmente contradictorios respecto a la tradicionalidad de la política de clases medias. En definitiva su ubicación histórica respondía más bien a la suma de la tradicionalidad política, como la suma de acontecimientos de los libros tradicionales de historia.

Cierto que no es fácil las tareas de burócrata, a no ser que uno sea cínico y totalmente ignorante en los temas de gestión estatal. En este caso, intentó hacer de tripas corazón y malabares en el lenguaje para resaltar llamados de atención en los problemas actuales. Problemas que no son fáciles desde lo político, y menos desde la gestión estatal. 

En sentido estricto, hacer la diferencia y ser eficiente como eficaz son tareas de enormes facultades burocráticas,  y en las condiciones de la tradicionalidad lo más fácil de la corriente es que no cambien las cosas, precisamente para no complicarse la existencia con nadie. Para no complicarse la existencia con la tradicionalidad. En esa secuencia, pues el licenciado Richter era nomás un buen burócrata; pero sin cambiar ni aportar en nada a los cambios que se requieren en el Estado Plurinacional.

Lamentablemente las corrientes subterráneas de la tradicionalidad, aquellas que se arrastran desde la colonia, siguen siendo las más fuertes a pesar de los intentos; a pesar de los discursos. En esas corrientes de la tradicionalidad, las clases medias son las dueñas de esas patentes tradicionales, secretos de funcionamiento, de complicidad con la tradicionalidad, de códigos de clase en la tradicionalidad.

Sí, en efecto. Las clases medias, si no hacen un haraquiri de clase con el país, pues seguirán siendo un freno consciente e inconsciente a todos los procesos de cambios de este país. Sabemos muy bien de sus enormes potencialidades en todos los campos posibles; que no están siendo explotados ni siquiera desde la perspectiva nacionalista. Que ya sería un avance copernicano para las clases medias.

En términos de Régis Debray, necesitamos un proceso de cambio en el proceso de cambio con urgencia. Pero tenemos a las clases medias, como en el 52, de freno y dubitaciones terribles en los avances. En aquella revolución fueron parte importante del boicot desde adentro mismo de las estructuras del Estado, con las excusas “técnicas” de siempre. Con las excusas de clase de siempre. Hoy muy a pesar de sus discursos grandilocuentes, como las de Richter, sus actos y hechos estatales son nomás un freno a los avances populares.

En definitiva todos nos necesitamos. Sueño de siglos de muchos patriotas, indios y k´aras. Aún no hemos encontrado la vertiente de esos encuentros, sino como disimulo político. Eso es buscar la verdadera alquimia boliviana, para por fin hacer un país realmente justo y donde nadie sea ciudadano de segunda o tercera. Donde tengamos realmente una democracia a lo nuestro, de raíces bolivianas.

Opinión
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Los salvadores de la patria

Empiezan a pulular otra vez los salvadores de la Patria. Aquellos que jamás hicieron algo por ella y que nunca lo harán. Los Tuto Quiroga, y demás nefastos personajes de la oposición política, afilan su lengua y sus pocas ideas para lanzar sus recetas de salvación del país. Por supuesto que se apegarán también a los Milei o Bolsonaros y Trump, en sus conocidas fórmulas de depender siempre de un poderoso del sistema. De hecho ya deben estar en contacto con esos siniestros personajes que están destruyendo sus propios países.

Pero es cierto que varias veces en nuestra historia, el pueblo castigó a quiénes no escucharon sus demandas, incluso votando por sus propios verdugos. Eso ocurrió allá en las elecciones de mediados de los años 80, cuando el desastre y la traición de la UDP al pueblo. Los propios mineros votaron por el criminal Banzer para después alimentar la llegada del neoliberalismo. Así se enterró la gloriosa lucha del proletariado minero, así se enterró los clamores del pueblo porque no fue escuchado por los burócratas de la izquierda de la UDP.

Es decir, no escuchar al pueblo en sus demandas; no  tener los oídos en alerta cuando el pueblo está clamando ser escuchado, trae sus consecuencias inmediatas. Los líderes se deben al pueblo, los votos y la lucha del pueblo encubran a los políticos y líderes, pues es deber ético y moral escuchar las demandas del pueblo. Ese pueblo que es cotidiano en sus luchas por la sobrevivencia, por conseguir el pan del día. Ese pueblo que no es fantasma ni teoría, sino cotidiano vivir y sufrir.

En estos días y momentos de incertidumbre, sólo el pueblo puede otra vez confiarnos los destinos del país. No reconocer los sucesos de la coyuntura no sería positivo con la historia, con el pueblo, con la Bolivia profunda. Un líder tiene que tener la capacidad de leer los acontecimientos del diario vivir del pueblo. Dialogar en lo posible con él, alimentarse de ese diálogo del cotidiano vivir.

La llamada oposición tuvo muchos años de oportunidad para hacer la diferencia. No lo hizo, no lo hará por lo que nos enseña la experiencia. No tiene líderes a la altura de los acontecimientos; no tiene los intelectuales necesarios para sus propuestas. Los que hay, como los Tutos Quiroga, son sólo voceros de tercera de los amos del sistema. Que ni siquiera conocen el país, que no necesitan conocer porque viven más fuera que dentro, en sus almas y sus pasiones por hacer de Bolivia una colonia más del sistema.

La oposición realmente navega en otra realidad, a pesar de contar con gente potencialmente comprometida con el país. Sin embargo, funcionan en una tradicionalidad política que a estas alturas asusta por la ausencia de propuestas. Muchos de ellos sin la absoluta ética y convicción política, demostraron ser sólo ladronzuelos de las arcas del Estado cuando Jeanine Añez. En definitiva, es una oposición sin rumbo ni consistencia real para enfrentar los complejos desafíos del país. 

Todo sistema político, sobre todo en sistemas democráticos, requiere de una oposición política sin duda alguna. Porque los equilibrios son importantes. Ante todo una oposición responsable con el país, patriótica, buscando por sobre todas las cosas el bien de la Patria. Son condiciones necesarias para el funcionamiento de la maquinaria democrática. 

Pero esa oposición no existe en nuestro país. Sino un conglomerado de mezcolanzas políticas e ideológicas, sin objetivos de país y sin proyectos alternativos que puedan ser debatidos en el parlamento, y después en la sociedad. 

Por todo eso, la ausencia de debates como antaño es parte de esta crisis estructural de la oposición. Que no producen ideas políticas para intercambiar y discutir frente a otras ideas políticas. Pues la devaluación de ideas, por tanto de debates, es lo más normal en estos últimos años. 

En medio de todo esto, sospechosamente aparecen otra vez los salvadores de la Patria. Esos que los hechos demuestran todo lo contrario de sus palabras. Aquí, sólo esperar que el pueblo tenga memoria suficiente para la condena al menos moral. Pues el país necesita patriotas,  no impostores ni aprovechadores politiqueros. Necesita patriotas en serio, como lo es el pueblo en el cotidiano vivir y sobrevivir.

Si, el primer patriota desde siempre es el pueblo con sus inmensos sacrificios cotidianos por llevar adelante a la Patria. Y los políticos patriotas sólo tienen que escuchar a ese pueblo, escuchar de sus necesidades y sus sueños. Eso es patriotismo en serio, eso es construir desde abajo un país, una Patria, una Nación. Lo demás sólo son conceptos abstractos e irreales, que no responden realmente a las enormes demandas del país plurinacional.

Esperamos que el país construya nuevos patriotas, las exigencias actuales son complejas y necesarias, nuevas y que requieren de generaciones mejor preparadas en sus sueños de Nación y Patria.

Opinión
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Homenaje a la gloriosa Federación de Mineros

El gran historiador Gustavo Rodríguez, nos dejó como legado sus enormes aportes respecto del proletariado minero en Bolivia, sobre todo en sus sospechas teóricas que ojalá las nuevas generaciones de historiadores terminen de investigar. Porque la historia del proletariado minero está íntimamente ligada a la historia del capitalismo en Bolivia, es decir a la historia de la entrada del capitalismo como sistema a este país. Pero además, la historia del proletariado minero, está totalmente vinculado a la historia de las reivindicaciones sociales. Es decir, a la lucha por la sobrevivencia y la construcción política e ideológica en defensa de los  más pobres y explotados del sistema.

En esta línea, la historia de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), es una parte importante de las trincheras de lucha del proletariado minero, a lo largo del siglo  XX y también en este siglo XXI. Fundada en 1944 en un congreso minero de Huanuni, (Oruro) en momentos donde se libraban batallas contra la rosca minero feudal. Su recorrido en tantos años de gloria, de resistencias en todas las dictaduras militares como civiles y en fortalecimiento a los mismos procesos democráticos actuales.

Sin embargo, son  otras épocas ya lejanas de aquellas que fueron en el siglo XX. Épocas cargadas de incertidumbre para el mismo proletariado minero. Sumido en el llamado postmodernismo, donde los temas de ideología y política ya no son precisamente sus temas de interés. Son épocas pragmáticas por cierto, egoístas e individualistas a pesar de procesos de cambio en nuestra región. 

La Federación de Mineros seguirá siendo una institución importante, porque la historia de la minería en Bolivia tiene mucho por delante: quizás siglos. Eso ha demostrado nuestra historia reciente, cuando el gas y el petróleo están en crisis es la minería otra vez de manera estructural la que sobresale. Sigue siendo un reto hacer de la minería un lugar moderno, industrial y con mejores perspectivas en el cuidado del medio ambiente. Lo cierto es que la minería seguirá siendo un medio de vida para millones de bolivianos, como para el mismo Estado.

Las nuevas generaciones de mineros, no deben olvidar su rica historia social y de entrega al país. Historia de ejemplos como la nacionalización de la minería, como la resistencia colectiva y de clase frente a dictaduras. Historias aun no investigadas, sino bajo el manto de relatos políticos como ideológicos, que son herencias de gloria del proletariado minero aun a develar para las nuevas generaciones.

Los mineros siempre fueron una mezcla explosiva entre indígena y marxismo, que respondieron en todos los momentos que el país necesitó enfrentarse  a la antipatria. Los mineros en su inmensa mayoría provenientes de las comunidades quechuas o aymaras, tuvieron que acostumbrarse a las imposiciones del sistema capitalista: costumbres, idioma, hábitos sindicales, educación, en suma maneras de ser que el sistema capitalista necesitaba en la explotación. Y cuando hablamos de los campamentos mineros, tenemos que referirnos a una cultura minera como complejidad cultural y de costumbres también.

Precisamente la Federación de Mineros, es la gran depositaria de esa enorme y rica historia minera. En una inclinación social, como referente en las luchas sociales y políticas, de reivindicaciones económicas, como de conquistas sociales a lo largo del tiempo. 

En pocos días la Federación de Mineros cumplirá 80 años de vida. De vigencia en la memoria del proletariado minero. En la memoria corta y larga de su historia. Su importancia no está en discusión; pero sí su papel en estos tiempos complejos. Antaño fue substancial en las referencias políticas nacionales. Hoy tienen que recuperar esa perspectiva, porque los peligros son los mismos de ayer.

La recuperación de los discursos, de los relatos políticos desde la posición del proletariado es demasiado importante. Porque proletarios hay más que nunca. Y necesitan referentes de lucha y reivindicaciones sociales, desde la clase social como desde la posición política. Necesidades de identidad frente a los acontecimientos históricos, que seguirán siendo fenómenos exigentes en todos los tiempos de la historia.

Es verdad que la coyuntura es totalmente distinta. Las condiciones ideológicas como políticas requieren de otros análisis, que respondan desde las necesidades de las bases a las exigencias de estas épocas. El crecimiento de las posiciones conservadoras e incluso de ultraderecha, es uno de los desafíos que el proletariado debe enfrentar. Desde la crítica, desde posiciones realmente responsables para enfrentar los nuevos y viejos desafíos.

La Federación de Mineros no debe olvidar a los grandes dirigentes que tuvieron. A su turno, enfrentaron los distintos escenarios de la política y la historia de Bolivia. Muchos ya están muertos, natural o en situaciones extremas de lucha obrera. Esa es la herencia más importante de su historia, como no olvidar a tantos anónimos que entregaron sus vidas en defensa de la Federación de Mineros. 

Los tiempos a enfrentar siguen siendo desafiantes. Los proletarios nuevos tienen que llevar la bandera de la Federación de Mineros, de su herencia de lucha y combate por hacer de Bolivia un país más justo y solidario. 

Gloria a la Federación de Mineros!!!

                                                                                         La Paz, 8 de junio de 2024

Opinión
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Aniversario del Día D en Europa

El 6 de junio se recordaron 80 años del desembarco en Normandía, de los aliados de aquella época en contra del nazismo. Nazismo que hoy sigue vivo en el sionismo, en varios gobernantes del norte del mundo que bloquean soluciones en contra de las migraciones del sur, provocados por el sistema del norte. Así pues, recuerdan los civilizados, educados y desarrollados occidentales lo que les llevó al triunfo sobre Hitler, otro occidental de ojos azules.

Pero los civilizados occidentales no aprendieron nada de su propia historia. Hoy siguen en guerras por todo el mundo. Guerras coloniales como en Palestina, y guerras económicas como geopolíticas  en Ucrania. En realidad, son más cavernarios que civilizados. Los únicos lenguajes que entienden son los de la guerra; la diplomacia sólo es pinta y cosmético de prensa. Porque lo más importante para estos civilizados son los negocios de la guerra, los negocios turbios del sistema capitalista.

No aprendieron nada de su propia historia, ahí tenemos a los sionistas judíos que hacen lo mismo que les hizo Hitler a ellos, a los Palestinos: otros holocaustos modernos, en venganza y odio a los pueblos más débiles. Les quitaron sus tierras, les expulsaron de su Patria con ayuda de ingleses y franceses, para después exponerlos en guetos como Gaza y Cisjordania. 

Más de 60 millones de muertos, regiones como Europa destruidos, bombas atómicas lanzadas en ciudades de Japón. Escenarios apocalípticos que vivió el mundo en aquella guerra, no fueron precisamente lecciones para que los occidentales civilizados y educados, aprendieran para hacer de este mundo un lugar mejor. Todo lo contrario, la civilización occidental sigue nomás en sus afanes de conquista y colonización, armándose hasta los dientes y haciendo de este mundo un campo minado y totalmente lleno de muros en sus fronteras, para que los bárbaros y salvajes no invadan sus territorios.

Cuando se suponía y los historiadores más brillantes de occidente consideraban al siglo XX, como al más violento y cambiante de la historia, pues el siglo XXI ya supera con creces en violencia y destrucción al siglo XX. Al menos en la incertidumbre global y existencial de la humanidad. Además, nos acercan peligrosamente a una guerra nuclear, con amenazas cotidianas de artefactos de la muerte creados por la mente occidental. Sí, sus mejores mentes están dedicadas a las industrias de la muerte, es decir a las fábricas de armamento. Esa es la mentalidad de la civilización occidental, todo lo demás son discursos políticos de ocasión.

El día D sólo son recuerdos de nostalgia de aquellos acontecimientos, con discursos tontos y casi estúpidos de presidentes como Macrón y Biden. No dicen nada de Palestina; no dicen nada de Afganistán, de Irak. No dicen nada de las destrucción mundial que ocasionaron después de la segunda guerra mundial, porque la guerra fría fue también destructiva como la misma segunda guerra mundial. Recuerdos que ya no significan nada en el tiempo, sino para las enciclopedias de museo de la historiografía gringa.

Cierto que la complejidad de la política moderna, de alguna manera nubla todos los análisis posibles de los imperios modernos. Para los Estados Unidos fue una oportunidad que no desaprovecharon, de hacerse el imperio más poderoso y destructivo de la historia moderna. Poder que le significó impunidad hasta el extremo, como los bloqueos económicos por ejemplo a Cuba. Y a tantos países que no comulgan con sus caprichos imperiales. Poder que le significó tener el control casi absoluto de la información y comunicación mundial. Es decir, un poder totalitario hasta convencer al mundo que tienen la mejor democracia de occidente. Democracia donde el pueblo no tiene la menor importancia, porque no definen nada en las elecciones de costumbre, sino como circo romano de participación burda y sin elegir nada.

Los cavernarios de occidente, no se diferencian en nada a sus ancestros de las cavernas, cuando todavía inconscientes ya peleaban por ambiciones de comida o territorio. En miles de años no han cambiado en nada respecto de sus mentalidades. Es más, hoy son más peligrosos que hace miles de años, pues tienen bombas atómicas en vez de palos y piedras. Y su grado de destrucción es totalmente proporcional al grado de su desarrollo científico y tecnológico.

Los cavernarios occidentales no progresaron en lo político, pero sí en lo tecnológico y material. En lo político son tan atrasados y cavernarios como sus ancestros. Aunque ya están en los albores de la inteligencia artificial, o en las conquistas de otros planetas; pero pues con la misma mentalidad cavernaria de hace miles de años atrás. 

En resumen, esa es toda la historia de occidente. Unos cavernarios que tienen más inclinación por la muerte y la destrucción, que por compartir este mundo con otras civilizaciones, con otras formas de ver la vida, con otras culturas totalmente distintas a ellos. No contentos con el sistema destructivo económico que crearon, llamado capitalismo, hoy se lanzan cavernariamente a guerras destructivas solo por sus ambiciones brutales, de élites cavernarias y totalmente atrasadas en lo político. 

El día D es hipocresía de enorme calibre histórico. Lo que hacen en Palestina les delata su asombrosa forma de ser. Humanos no conscientes con este mundo.

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La Iglesia Católica en Bolivia

La Misión profética de la iglesia católica como postulado mayor desde hace siglos, 1552 cuando se crea el obispado de Charcas, y luego hereda con los acontecimientos posteriores la república, al parecer está en una profunda crisis institucional, de identidad, de proyectos para los tiempos que corren y de visiones políticas, precisamente para estos tiempos convulsos y complejos en el mundo.  En Bolivia tiene enormes dificultades después de la constitución de 2009, cuando la declaratoria del país como lugar laico. A pesar de la realidad profunda, pues Bolivia es un país enteramente religioso desde sus culturas ancestrales. 

Es ya un lugar común manifestar que hubo momentos gloriosos de la iglesia católica. Cuando las dictaduras militares mostraron su rostro solidario, ayudando a mucha gente en la clandestinidad, facilitando la salida al exilio de muchos bolivianos y bolivianas. Varios de los sacerdotes incluso murieron en las dictaduras, por las razones suficientes de identificarse en aquellos momentos con las causas de la democracia y los derechos humanos. 

Como no en la manifestación de sus obras sociales, sean estas educativas, de salud y de proyectos de desarrollo a lo largo del país. Obras que posibilitan oportunidades a sectores todavía marginales. 

En los últimos tiempos, sin embargo, han mostrado un cansancio o todavía peor: estancamiento de sus ideas, de sus propuestas y de sus sueños en un país como Bolivia. Las jerarquías siguen siendo conservadoras, y realmente muy poco abiertas a otras propuestas de la sociedad. Las homilías de sus obispos son reflexiones al viento, tan inútiles que sólo sirven para los viejitos de misa que apenas escuchan o prefieren dormir en consecuencia. No hay ideas, no hay al menos aproximación a los problemas que enfrenta el país. En el fondo ya no tienen lecturas bíblicas críticas con estos tiempos. No tienen relatos nuevos e interpretaciones de estos tiempos, desde la biblia.

Pero es verdad que no sólo es un fenómeno boliviano. Afectados por todo el mundo respecto de nuevas vocaciones, porque las nuevas generaciones no tienen en absoluto interés por las iglesias. Lo cual les ha conducido a una crisis de vocaciones. Y eso a una ausencia de nuevas ideas, de nuevas corrientes de pensamiento. Los edificios de la iglesia católica se han vaciado por todo el mundo.

Es cierto también que los problemas de abusos sexuales a niños y jóvenes, por todo  el mundo, han dejado a las sociedades con más preguntas que respuestas, sobre el papel de la iglesia católica. Esos aspectos han desnudado enormes falencias institucionales, que en muchos casos rayan en la complicidad con quiénes han sido culpables de esos terribles hechos. 

Esa suma de hechos, indudablemente afectó al conjunto de la institucionalidad. Hoy en día la iglesia católica necesita un replanteamiento de sus objetivos institucionales, pastorales, educativos e incluso de existencia misma. Porque sin crítica no hay avances. Sólo inercia y tragedia griega hasta el infinito. Necesita con urgencia la iglesia boliviana un mirarse a sí mismos, un a sincerarse hacia adentro si es que quieren recuperar a sus feligreses, si es que  quieren seguir progresando en el buen sentido, junto a los cambios que se están produciendo por todo el mundo, como en Bolivia. 

Sus obras educativas, y otras, seguirán por supuesto en funcionamiento; pero lo más importante: las ideas pastorales que le daban sentido en tantos siglos, en todas las coyunturas de la historia, ya no funcionan en estas épocas. Pues sólo los rezos ya no son suficientes para cubrir las enormes grietas de su crisis institucional. Requieren también evaluar hacia donde caminar con sus obras.

Bolivia es un país totalmente creyente. En lo cristiano o en lo animista ancestral. De hecho todo está mezclado, pues ser animista y cristiano no es contradictorio. Vamos a misa y khoamos al mismo tiempo. Este fenómeno social se repite en todas las clases sociales, en todos los estamentos. Hasta los ateos son creyentes por aquí. Es decir, la iglesia católica seguirá teniendo feligreses en potencia, como las demás iglesias. Pues creyentes hay para todos. 

En realidad se trata de ofrecer perspectivas, desde la iglesia, que sean coherentes con las demandas sociales actuales. Eso que algunos sacerdotes perspicaces intuyeron durante las dictaduras militares. O algunos intelectuales de sotana, de trinchera en Latinoamérica leyeron bien estas realidades: Teología de la Liberación. Porque la historia sigue corriendo, sigue siendo exigente con los tiempos que corren, con los cambios de ideas, de percepciones de la vida. Y con exigencias éticas también.

La iglesia católica boliviana necesita sacudirse desde adentro, para seguir siendo vigente y necesaria en la sociedad. Necesita de una crítica interna urgente. Ojalá sincera y sangrienta en el sentido de exigente como estos tiempos. Necesita de gente nueva y renovada. Con la suficiente ética para recuperar el sentido de su apostolado milenario. Lo contrario será lo que es hoy: un museo lleno de viejitos que sólo esperan dejar este mundo, con más pena que gloria. 

Opinión
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Clases medias y Proceso de Cambio

El concepto de clases medias sigue en debate y en disputa en la complejidad de Bolivia. Con el proceso de cambio el debate ha sido más intenso, pues indígenas, proletarios y clases empobrecidas no les ven con buenos ojos por sus tradicionales posturas, que devienen desde la colonia, de oportunismos en todos los procesos sociales, sean de izquierda o derecha. Las clases medias, o clases a medias, comodonas y oportunistas desde siempre en Bolivia, nunca entendieron las razones históricas por las cuáles los proletarios, indígenas y clases empobrecidas interpelan al Estado. Pero siempre se favorecieron de las burocracias de todos los procesos sociales, eso sí saben hacer y son muy pragmáticas. 

No tenemos investigaciones en temas de racismo y marginación, desde el Estado, sino ensayos diversos que se han realizado en estos años. El caso de las clases medias requiere un tratamiento especial, pues en el caso de Bolivia son parte esencial de las historias de racismo y marginación hacia las otras clases. 

Además hay que entender que los temas de marginación no sólo son respecto a lo económico, sino a lo mental costumbrista, es decir a aspectos que no son objetivos, sino subjetivos y totalmente invisibles. La historia de la discriminación es cotidiana, son códigos secretos de comportamientos culturales y no culturales que sirvieron desde siempre para marginar, para eliminar la participación del otro. En todo eso, pues las clases medias son especialistas.

Aquel proyecto movimientista, en los años 50 y 60 del anterior siglo, de mestizar a la población fue un rotundo fracaso. Si bien los sectores mestizos crecieron cuantitativamente, como culturalmente, no terminó precisamente en un país integrado. Las clases medias movimientistas eran tan racistas como aquellos que ellos combatieron en los discursos. Pero sí se arrimaron al Estado del 52, para boicotear desde adentro ese proyecto revolucionario de cambio.

Más allá de las discusiones técnicas y económicas, sobre el concepto de clase  media, en Bolivia es un tema profundo de mentalidades, de costumbres, de imaginarios y maneras de ver este país. Porque en Bolivia la discriminación es disimulada, sofisticada. Aprendizajes que se realizan en las costumbres íntimas de los comportamientos y códigos, sobre todo de las clases medias. Códigos que después trasladan a instituciones, como el Estado, desde donde ejercen maneras sofisticadas, burocráticas, de discriminar y marginar a obreros e indígenas.

En el Proceso de Cambio, no han cambiado esos comportamientos de clases medias. Pues son códigos antiguos e instituidos, profundos que devienen de siglos de comportamientos pigmentocráticos. Comportamientos que no les dejan entender realmente en qué consiste este país.

Ciertamente que las clases medias están en posiciones claves en el estamento social. Su participación es por demás importante en lo económico y social. Tienen espacios clave como las universidades, instituciones privadas, fundaciones. Tuvieron en la política  figuras estelares, respecto del compromiso político con los trabajadores e indígenas. Como en la guerrilla de Teoponte, por ejemplo. Además de dirigentes importantes de la izquierda tradicional, e intelectuales que aportaron con sus ideas en el país.

En la historia de este país,  han sido favorecidos por el sistema colonial y republicano: idioma, política, Estado, educación, y poder. Sin embargo, tienen que entender las características de las otras historias de Bolivia. De las otras miradas y maneras de sentir y ver este mismo espacio. Que mineros, indios, campesinos y pobres de las ciudades interpelan desde siempre al Estado, buscando justicia y que sean escuchados, sobre todo. Pero es también cierto que en todas las clases sociales se cuecen habas; no hay taza de leche en ninguna clase social.

Como insisto, no tenemos investigaciones de estos complejos fenómenos sociales. No tenemos investigaciones sobre las clases sociales. Lo mío son visiones empíricas de la experiencia, pues me permite ver desde los lugares sociales de dónde venimos, quiénes no somos de clases medias. Es por tanto, necesario descifrar estos complejos procesos sociales para que aprendamos de mejor manera a convivir, a compartir con más justicia las instituciones y todo lo demás en lo económico y social.

Las clases medias tienen que tomar consciencia sobre lo que está sucediendo, sobre los procesos sociales, sobre las demandas históricas de pueblos indígenas y proletarios. No sólo aprovecharse de las circunstancias para estar en la burocracia. Afirmo categóricamente que ni siquiera el Proceso de Cambio les está haciendo cambiar, de lo que ya son desde la colonia. Excepciones siempre hay; pero una golondrina no hace la primavera.

Para hacer en serio un Estado inclusivo y real, requerimos tomar consciencia todas las clases sociales. Sino seguiremos nomas repitiendo errores del pasado, que nos han llevado a odios y resentimientos profundos. Las clases medias tienen los medios para hacer esos cambios profundos. Tienen instituciones y posibilidades como instrumentos; necesitan fe y ganas de realmente cambiar como clase, como sector social dispuesto a compartir este país desde la justicia y lo inclusivo.

Las clases medias tienen que saber definitivamente que son obreros, indios, campesinos y clases pobres de las ciudades, quiénes abren brechas de esperanzas y Procesos de Cambios. Revoluciones y Revueltas. Estos sectores son los que derraman desde siempre su sangre, en función del país. Las clases medias sólo se favorecen después de todo eso. Pero necesitamos que cambien realmente, para cambiar entre todos por fin este bello país.

Opinión
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Las elecciones europarlamentarias vistos desde Bolivia

De vez en cuando son noticias en las portadas, las elecciones europarlamentarias de Europa que ciertamente han tenido avances substanciales desde hace mucho. Pueden darse ese lujo de elegir eurodiputados, para que discutan los problemas de todos los europeos. Sin embargo, me atrevo a realizar algunas conjeturas sobre la coyuntura europea, como contexto hacia las elecciones que tendrán, pues lo que se viene no tiene mucho de positivo sino todo lo contrario.

Los europeos tienen traumas del pasado que no acaban de resolver con solvencia, lo que les está conduciendo a fracasos estrepitosos frente al mundo. Si bien se sienten muy agradecidos a los Estados Unidos, por su papel en la segunda guerra mundial: al haberles salvado del nazismo y las enormes ayudas económicas, como el plan Marshall, para la reconstrucción de Europa. Temas que al mismo tiempo les han esclavizado con el tiempo. Los Estados Unidos aprovecharon bien la guerra fría, para imponerles a los europeos su manera de controlar el mundo hasta el grado de hacer su propio patio trasero, como en América Latina.

Hoy increíblemente los europeos ni siquiera pueden definir sus propias políticas económicas, y peor sus propias alianzas geopolíticas en el mundo. Europa no es libre para nada. Lo natural serían negocios a gran escala con Rusia o China; pero prefieren obedecer ciegamente las políticas norteamericanas, para quedarse estancados como una isla. Incluso pagando precios altos a todo lo que les vende Estados Unidos, que comprar a los chinos a precios mucho más bajos y de mayor calidad. 

Prefieren en suma seguir de peones de los norteamericanos, incluso respecto de la política mundial. Cayeron en la trampa atlantista, de supuestos argumentos culturales como los occidentales, para ser esclavos de los anglosajones. Pues al creerse ese cuento de la protección cultural de parte de los gringos, simplemente se quedaron sin identidad europea frente al mundo. Ni siquiera pueden hacer algo en Palestina.

En definitiva, los europeos se han estancado totalmente en su papel de continente portador de cultura, portador de valores universales y portadores también de bienes económicos. Ese estancamiento es evidente cuando de negocios se trata. Los rusos les ofrecieron gas y petróleo barato; pero prefieren pagar precios altísimos a los norteamericanos. Todo eso en nombre de los absurdos argumentos del pasado occidentales. Los chinos les ofrecen todo totalmente barato; pero tienen miedo que el tío Sam se enoje, y pues no les permiten negocios rentables con los chinos. Eso es ahora Europa.

Así, los europeos prefieren seguirles a los norteamericanos aunque estos les lleven al abismo. Eso es por ahora Europa. Sin identidad frente al mundo, sin autoestima histórica; sin determinaciones soberanas. En realidad, su capital europea no debería ser Bruselas, sino Washington. Las élites europeas están totalmente zombis, siguiendo las directrices que se dictan al otro lado del Atlántico. En el tema de Palestina eso ha sido didácticamente claro.

Ese es el contexto, desde mi perspectiva, en el que se mueven por ahora los europeos. Con sus élites totalmente sometidas a los designios de Washington, no tienen mucho chance para realmente negociar con el mundo en función de sus propios intereses, en función de sus propias estrategias. La guerra de Ucrania ha sido otra excusa norteamericana, para embaucarles a los europeos a tareas ingratas, porque el poder militar de la OTAN es en realidad el poder norteamericano, por lo que obedecer es mejor que tener opinión propia. Además la guerra se sucede otra vez en territorio europeo, no en territorio norteamericano.

Realmente los intereses de los pueblos europeos no están siendo protegidos  por sus élites, que prefieren no quedar mal ante al amo mayor. Y las pocas maniobras diplomáticas son discursos de equilibristas, para no quedar mal ante sus pueblos y ante el poder anglosajón. Pues sus retóricas políticas son sólo eso, sin acciones que impliquen cambios reales.

Europa podría ser un polo importante en el mundo, sobre todo en un mundo multipolar. Desde el punto de vista del desarrollo ha sido y es un centro importante. En general son países desarrollados e industrializados, que pueden gravitar desde el comercio hacia todo el mundo; pero necesitan ser competitivos y no atrasados como los norteamericanos, que sólo impiden las competencias comerciales y tecnológicas poniendo aranceles totalmente antieconómicos, totalmente en contra de sus mismos principios liberales de competitividad.

Durante siglos fue Europa un punto importante para el mundo, a pesar de su historia colonial e imperial. Hoy sólo es un recuerdo nostálgico de todo ese poder que tuvo. Supeditado totalmente a los intereses estadounidenses, que no le hacen nada bien a sus pueblos. Con bases materiales e industriales reconocidos, pueden ser otra vez una región de calibre para todo el mundo, si tuvieran soberanía en serio.

Europa necesita ser independiente y soberano. Frente a la guerra de Ucrania, sólo son furgón de cola de los Estados Unidos. En una guerra que no tiene sentido, sino el de configurar las estrategias y los intereses de los Estados Unidos. Europa necesita dejar sus traumas y sentido de culpa frente al poder del otro lado del Atlántico. 

En suma, Europa necesita ser Europa y no satélite como fue en la guerra fría. Europa necesita con urgencia regresar a sus raíces filosóficas, como económicas. En un mundo que aparentemente camina hacia lo multipolar, se necesita a una Europa dueña de sus propias estrategias geopolíticas. En definitiva, dueña de su destino histórico.

Opinión
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