Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
11/09/2024 - 12:11

El mundo arde por todas partes

La contaminación ambiental, la destrucción de los ecosistemas, la destrucción de bosques, ríos, lagos, mares y montañas son resultado de la voracidad del modelo de desarrollo. Dicho modelo se instaló en el siglo XVI, cuando la colonización y el nacimiento de los imperios modernos de occidente. Esa manera cavernaria de ver la economía, destructiva en esencia, sigue nomás como receta de desarrollo de todos los gobiernos del mundo.

El mundo arde por todas partes, destruyendo fauna y flora sin piedad e inclusive  a los humanos. En Bolivia también pasamos por esa tragedia, donde se mueren animales, árboles, naturaleza que floreció en millones de años se destruye en pocos días. Al margen de la inutilidad de la burocracia, pues son resultados de un modelo de desarrollo que ya no tiene ningún sentido, y dicho modelo del cuál se alertó ya desde los años 60 del anterior siglo; sin embargo, el amor de los políticos, de todas las ideologías, por el modelo de desarrollo y progreso sigue nomás vigente.

Así es. Ya en los años 60 del anterior siglo los científicos de todo el mundo, alertaban que el modelo de desarrollo capitalista, era un peligro para la sobre vivencia de la vida. Ese acumular al infinito, porque ese es el sentido verdadero del modelo: es a costa de la destrucción de la naturaleza. Así es, la destrucción de la naturaleza es la base del desarrollo y el progreso. Sólo de esa manera se acumula riqueza, sin importar el precio que paguen los humanos, los animales y la  naturaleza misma.

La contaminación ambiental, la destrucción de los ecosistemas, la destrucción de bosques, ríos, lagos, mares y montañas son resultado de la voracidad del modelo de desarrollo. Dicho modelo se instaló en el siglo XVI, cuando la colonización y el nacimiento de los imperios modernos de occidente. Esa manera cavernaria de ver la economía, destructiva en esencia, sigue nomás como receta de desarrollo de todos los gobiernos del mundo.

Pero ya vemos en estos años ese precio que pagamos: muerte y destrucción total de los ecosistemas en todo el mundo. La ceguera humana, ideológica como política, sigue nomás vigente porque el modelo de desarrollo destructivo es por ahora indestructible, casi instalado en las neuronas del homo destructivus. Y las pocas alternativas que la ciencia ha generado,  por ahora sólo son paliativos ante la monstruosidad del sistema de desarrollo.

Lo grave es que los políticos, por todo el mundo, no ven esta realidad. Porque no les interesa sino esos intereses de acumulación de riqueza hasta el infinito. Lo cual es tan estúpido como insostenible. Lo cuál es anti ético. Multimillonarios como Musk, son los cómplices de esta destrucción mundial. La estupidez del modelo hace que el mundo vea como ejemplos a estos gánster de la economía, y en realidad son lo que no deben hacer los humanos, si es que algo de decencia y humanidad nos queda.

Las nuevas generaciones no sólo tienen que organizarse, crear otras alternativas, sino también tomar consciencia de su papel en estas horas presentes de la historia mundial. Los modelos actuales han fracasado y son asesinos de la naturaleza. Sólo los asesinos y tontos siguen los protocolos del fracaso mundial. Pues las nuevas generaciones deben hacer la diferencia substancial. Es hora ya hace mucho tiempo.

Los jóvenes del mundo no deben permitir semejante impunidad mundial, de quiénes son a estas alturas asesinos y destructores de la herencia de millones de años de la naturaleza. De quiénes a nombre de los pueblos y discursos acabados y tontos, simplemente continúan con la destrucción de la naturaleza. Empobreciendo a todas las culturas del mundo, junto a la naturaleza. Los jóvenes del mundo tienen que tomar la posta de la historia, frente al rotundo fracaso de las generaciones anteriores, que sólo dejan estela de cadáveres y cementerios de mentiras y embustes por todo el mundo.

El mundo arde por todas partes, ante la complicidad de los modelos políticos que sólo vomitan discursos sin sentido alguno cuando la vida se extingue en nuestras narices. Y nadie hace nada, sino discursos y discursitos de pinta en los cafecitos pequeño burgueses, donde la complicidad es fétida y vulgar.

El mundo arde por todas partes, dejando muerte y desastre en los animales, en los humanos, en las esperanzas de las generaciones que vienen. Pero, es un imperativo categórico que la juventud tome en sus manos el destino de todo el mundo. Pues el fracaso del sistema y  sus politiqueros es evidente.

Lamentablemente la ausencia de organizaciones de las nuevas generaciones es preocupante. O la ausencia de toma de consciencia de sus realidades. Los jóvenes se están contentando con miseria y muy poco de este mundo. Se están contagiando de la miseria y la imbecilidad de las generaciones anteriores. Así, pues, sólo heredarán miseria y mezquindad mental. Sólo heredarán destrucción como manera de ver y pensar la realidad. Precisamente por todo eso tienen que ya tomar posición y consciencia total ante este desastre actual.

Ojalá las nuevas generaciones empiecen a hacer la diferencia respecto del desastre del pasado. Ojalá las nuevas generaciones dejen de contaminarse con las cloacas del fracaso actual, por todo el mundo. Ojalá las nuevas generaciones tomen la posta de la historia, para curar las heridas del pasado y lanzarse al futuro con nuevas y renovadas ansias de justicia, de dignidad y cuidado de la naturaleza: Pachamama.

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