Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
15/08/2024 - 12:46

Los modelos económicos

A China le interesa un carajo que su sistema sea o capitalista o socialista. Le interesa que su economía favorezca a su pueblo. Por tanto, adoptó lo mejor de la economía capitalista y lo poco que ya quedaba de la economía socialista.

Sabemos por experiencia histórica mundial, que la caída del muro de Berlín en 1989 enterró  a los socialismos reales de Europa, sobre todo se derrumbó totalmente ese tipo de sociedades totalitarias, que eran en realidad cárceles enormes. Además, su sistema económico fue un total fracaso. De todo esto ya ha corrido demasiada tinta e investigación. En cierto también que se impuso el liberalismo norteamericano, con el grito famoso de los libros de Francis Fukuyama (En fin de la Historia, entre ellos). Aunque ese modelo liberal también fracasó por todo el mundo, los gringuitos quisieron imponer por decreto e invasiones armadas su modelo como en Irak o con la guerra de Afganistán. 

Sin embargo, estos aprendizajes de la historia mundial fueron aprovechados por varios países de los llamados BRICs. Sobre todo China que fue muy práctica en función de sus enormes y complejas necesidades. A China le interesa un carajo que su sistema sea o capitalista o socialista. Le interesa que su economía favorezca a su pueblo. Por tanto, adoptó lo mejor de la economía capitalista y lo poco que ya quedaba de la economía socialista. No hay ideología de por medio, como es el caso de los atrasados socialistas del tercer mundo. 

China es un ejemplo mundial muy claro de que la economía se puede manejar de manera creativa, que responda a las realidades de un país concreto, para las mejoras de la calidad de vida de sus poblaciones. China importó la mejor tecnología del mundo, las ciencias más adelantadas y desafiantes del mundo para mejorar sus realidades. Por todo eso China saltó de ser un país miserable y pobre, donde sólo socializaban la pobreza, a ser un país altamente desarrollado y competitivo. Por supuesto cuidando su ideología comunista; pero primero cuidaron la economía de manera pragmática.

De la misma manera hicieron la India, Vietnam, Sudáfrica y otros con economistas más inteligentes y creativos: nacionalistas. Es decir, las recetas en la economía se terminaron hace mucho tiempo. Esas recetas de rezo totalitario, de manual y de tertulia en cafés de la pequeño burguesía de clases medias, pues se quedaron para los anaqueles de los basureros de la historia de la ideología.

Como no hay recetas en la economía, ciertamente la creatividad para los complejos desafíos, como en Bolivia, requiere de consensos entre los mejores economistas y cientistas sociales del país. La experiencia histórica es muy importante, es decir las luchas sociales por mejorar las condiciones económicas y sociales. De hecho, son las luchas sociales las que empujan a los cambios en Bolivia y no los iluminados politiqueros o intelectuales. 

Es importante aterrizar en nuestras realidades. Porque las confusiones son terribles y sobre todo las confusiones de parte de quiénes tienen las decisiones en este país. Una de las claves de los avances en todos los campos posibles es la crítica. Sin crítica intelectual y científica simplemente imitamos a los países de los socialismos reales, ya muertos y enterrados por la historia. En China tuvieron que sacrificar a sus ideólogos totalitarios, para dar paso a los científicos y técnicos de la maquinaria estatal. Es demasiado importante aterrizar en nuestras propias realidades, sin imitar a nadie, sin contentar a nadie, sin imitar a los ortodoxos sino hacer heterodoxia y ciencia desde nuestras realidades.

Cada modelo económico se construye desde una realidad concreta. Como en China. Cada modelo económico debe responder a una determinada realidad. Como en China. No interesa si algo es capitalista o socialista. Como en China. Las discusiones ideológicas están para al café. Porque los pueblos necesitan sobre vivir cotidianamente, los pueblos no viven de los cafés de tertulia o de ideologías de charla.

Bolivia pasa por momentos críticos, como en varias ocasiones de su historia. Es la economía otra vez el talón de Aquiles y de las discusiones cotidianas del pueblo. Por supuesto que da bronca pues semejantes recursos con los que contamos, no parecen suficientes para la sobrevivencia del pueblo. Da bronca porque repetimos historias que ya conocemos, errores que ya cometimos, y sufrimientos que ya pasamos. No es justo, no es justo que sigamos en repeticiones sin aprender de los errores, sin tomar consciencia de que dichos errores se ciernen sobre los más pobres y marginados de la sociedad. No es justo.

La toma de decisiones para los líderes es el examen más importante de sus carreras. Hoy necesitamos esa toma de decisiones. El hambre y la miseria no esperan, la sobrevivencia cotidiana no es digna en millones de compatriotas que no viven de ideologías, o de charlas de café. Requerimos líderes a la altura de las circunstancias, con compromiso real hacia el país profundo. 

Necesitamos un modelo económico que responda a nuestras realidades. No recetas fracasadas o trasnochadas de los cuentos ya superados por la historia. Al menos imitemos a países como China o Vietnam. Que sería mucho. Al menos sería interesante. Pero, por responsabilidad histórica, eliminemos a p´acpacus de la economía. Requerimos gente científica y comprometida con las aspiraciones del país profundo.

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