Banzer y la impunidad tradicional en Bolivia
Banzer murió en la impunidad total, incluso protegido por la democracia que le permitió ser presidente. Paradojas de la historia: un asesino elegido democráticamente.
Tenemos enormes problemas estructurales que resolver, que devienen desde tiempos inmemoriales y siglos de cargas injustas como el tema de Justicia. O el tema terrible de la burocracia en nuestras instituciones, tan brutal e injusta como la ausencia de Justicia. Temas que tienen que ser resueltas porque el país no puede soportar por siglos, semejantes atrocidades de nuestra historia.
Hoy recordamos otro nefasto aniversario del golpe de Estado, a la cabeza del coronel Hugo Banzer Suárez. Perteneciente a la colonia alemana, protagonizó la sangrienta revuelta golpista aquel 21 de agosto de 1971. Recuerdo de niño el llanto de mujeres, despidiendo a obreros rumbo a La Paz desde Catavi para defender al general Torres, en medio de familiares preocupados por los acontecimientos que se estaban sucediendo. Lo demás ya es historia, cientos de muertos, heridos y presos por todo el país.
Banzer murió en la impunidad total, incluso protegido por la democracia que le permitió ser presidente. Paradojas de la historia: un asesino elegido democráticamente. Nunca hubo justicia para cientos y quizás miles de víctimas, entre muertos, heridos, exiliados, presos, torturados y mancilladas mujeres en las cárceles clandestinas de la dictadura. Ya muchos han muerto sin esperanzas algunas respecto de la justicia boliviana.
Hemos sido testigos en estos tantos años, que los llantos, las protestas en las calles, los años de visitar las oficinas de la injustica, los encubrimientos desde los poderes invisibles a los torturadores, asesinos y representantes políticos de los asesinos, pues no sirven de nada sino para seguir sufriendo esas consecuencias nefastas. Los torturadores, violadores y asesinos han sido padres ejemplares y abuelitos ejemplares en sus familias. No recibieron castigo alguno.
Los desafíos para las nuevas generaciones son inmensos. En primer lugar, conocer estos acontecimientos de nuestra historia, con la ilusión de que tomen consciencia que la democracia ha tenido sus costes enormes: en sangre, en sacrificios de jóvenes, en exilios que han sido también sangrientos en sentido de perder pensadores, intelectuales, científicos y ciudadanos obreros o campesinos de primer orden, luchadores por el bien de la Nación.
Pero los desafíos más importantes de las nuevas generaciones es reconstruir nuestros sistemas institucionales. Rehacer el sistema de justicia, que hoy a pesar de buenos servidores (una golondrina no hace la primavera) realmente es una catástrofe para millones de ciudadanos. Es una pesada carga que duele mucho, que duele demasiado porque la impunidad sigue siendo carta de ciudadanía de los más poderosos económica y políticamente. Eso nos muestra el dolor inmenso de miles de bolivianos, herederos de los abusos más horrendos de la dictadura de Banzer y sus acólitos políticos.
Desafíos que deben ser encarados por el bien colectivo, comunitario, y ciudadano de Bolivia. Eso también nos afecta en lo económico. Las inversiones y la confianza económica, requiere de justicia y normas jurídicas totalmente transparentes y claras. Precisamente para no dar lugar a juegos oscuros y corruptos como el contrabando, o el narcotráfico, etc. Sin claridad de nuestra justicia pues todo es posible en la oscuridad de los negocios turbios y peligrosos para todo el país. Sólo la claridad de la justicia, como sistema, puede permitirnos economías justas y en competencia clara, como en favor de la generación de riqueza colectiva e individual.
Por falta de un sistema de justicia, como instrumento, Banzer y muchos de sus cómplices murieron impunes o están felices en las calles como buenos abuelitos o padres ejemplares. A costa del sufrimiento de miles de bolivianos, que sólo pensaron en aportar al país con sus ideas, o sus compromisos políticos. Hoy arrastramos esa ausencia de un sistema coherente, funcional, justo y transparente de un sistema de justicia boliviano.
A tantos años de aquel nefasto golpe de Estado, que dio lugar a una de las dictaduras más largas, sangrientas, corruptas y totalmente antinacionales, seguimos clamando justicia. Las universidades fueron clausuradas, las instituciones destruidas, el pensamiento y la intelectualidad prohibidas, en definitiva, sin democracia que al menos nos permita disentir con quiénes piensan distinto.
Tantas tareas para las nuevas generaciones. Tareas que no se realizaron, o que poderosos intereses destructivos no dejan que se realice. Pero que es necesario realizar por la sobrevivencia del país. Los avances que hemos hecho no son suficientes, quedan demasiado cortos para temas de justicia, para temas de abusos a los derechos humanos de toda índole. Tareas necesarias donde ojalá sean convocados los mejores juristas del país, los mejores bolivianos comprometidos con la justicia.
Hoy recordamos otro aniversario más de ese hecho nefasto. No sólo lloremos, no sólo recordemos a nuestros muertos y mancillados por esa dictadura pues lo hemos hecho ya muchas veces. Que estos hechos también nos sirvan para planearnos desafíos concretos, que será la mejor herencia en favor de quiénes han esperado justicia; y no lo han tenido nunca.
Gloria a los mártires del golpe sangriento y colonial de Banzer.