Proceso de Cambio en peligro
En definitiva, el país profundo apostó realmente a cambiar estructuralmente las condiciones coloniales y republicanas, del Estado. Sin embargo, ese inicio esperanzador desde la Nación profunda fue desvirtuado desde adentro.
La Revolución de 1952 fue una respuesta a una época. La tragedia de la guerra del Chaco, las tragedias sociales en la minería y el cansancio a ese Estado construido en 1880, provocó la revolución del 52. El llamado Proceso de Cambio fue la respuesta a la tragedia del neoliberalismo, a la destrucción de la minería nacionalizada, a la destrucción de las industrias de las ciudades y a la venta descarada de nuestros recursos naturales. Ese desastre del neoliberalismo, provocó el Proceso de Cambio.
En los inicios del Proceso gran parte de la Nación tuvo enormes esperanzas. Esperanzas para terminar con el racismo congénito de la sociedad, que era instrumento de las oligarquías para la explotación económica de los sectores marginales, es decir pueblos indígenas, obreros, clases medias pobres. La Nación tuvo esperanzas para terminar con la corrupción, que es la enfermedad más terrible de nuestra sociedad. Tuvimos esperanzas para terminar con la burocracia colonial, lenta, anti popular y brutalmente colonial. En definitiva, el país profundo apostó realmente a cambiar estructuralmente las condiciones coloniales y republicanas, del Estado.
Sin embargo, ese inicio esperanzador desde la Nación profunda fue desvirtuado desde adentro. Como fue desvirtuada y boicoteada la Revolución del 52. Lamentablemente sectores oportunistas, sobre todo clases medias sin identidad con este país, sectores que supuestamente se desanimaron de otros partidos políticos y se convirtieron en masistas, corrupción galopante de varios agentes de Estado, en concomitancia con dirigentes sindicales y de base. Ese conjunto de aspectos está haciendo peligrar lo que fue una esperanza, como respuesta a la tragedia del neoliberalismo.
El Proceso de Cambio le pertenece a la Nación profunda, al país profundo. A ese anónimo profundo que apostó con esperanzas el año 2005. Pero que está siendo boicoteada desde adentro mismo, por esos factores poderosos que señalamos líneas arriba. Y el país profundo tiene que reaccionar con fuerza, para poner orden en dirigentillos acostumbrados a la corrupción politiquera, a la corrupción colonial del Estado republicano. Reaccionar contra el boicot interno, para después ordenar los factores externos que también son poderosos; que están encadenados por los factores internos.
No podemos permitir la ruptura del Proceso; requerimos su profundidad con calidad de nuevos dirigentes, éticamente habilitados para reordenar desde adentro, para volver a mirar con esperanzas y seguir con los cambios que aun no se han realizado. Uno de esos factores es la burocracia colonial republicana, de los papeleos al infinito sólo para cansar a la gente, desanimar y corromper los documentos. El Estado Plurinacional sigue siendo lento y burocrático. Nada moderno. Totalmente obsoleto y de escritorio tercermundista. Eso golpea cotidianamente a la gente, a las instituciones, a todas las empresas sean estas estatales o privadas.
En definitiva, requerimos con urgencia modificar las conductas desde el Estado hacia el país profundo. Necesitamos buscar calidad de los servidores públicos, en eficiencia y eficacia, en agilidad de trámites. Requerimos hacer revoluciones reales en el manejo de la cosa pública. Hoy simplemente son agobiantes, insultantes y humillantes. Pues no ha cambiado todo ese monstruo burocrático muy a pesar del Proceso de Cambio.
Requerimos gente de clases medias con identidad hacia este país. No sólo con el discurso y los contactos que tienen desde siempre con las instituciones, sino con fuerzas espirituales para cambiar en serio las condiciones enajenantes de Bolivia. Hemos sido testigos estos años de demasiados oportunistas, con especialidades en politiquería y gestiones corruptas burocráticas. Porque la burocracia es corrupción de las más letales y brutales.
En definitiva, no podemos dejar que caiga el Proceso que es de legitimidad popular, apoyado desde los rincones más olvidados del país. Que caigan los dirigentillos corruptos. Incluso colgados en las plazas de todos los pueblos. El Proceso debe continuar articulado con las nuevas informaciones que tiene el mundo, en las ciencias, en las tecnologías y las personas más capaces preparadas para conducir estas nuevas directrices. La politiquería tiene que dar lugar, otra vez, a la política real. Las nuevas generaciones tienen que comprometerse a estos enormes desafíos, lo contrario pues seguirán dando lugar a vejestorios corruptos y acostumbrados a la politiquería baja y delincuencial.
Asombra que las nuevas generaciones no quieran saber de la política. En parte con cierta razón: los políticos no son ejemplos éticamente en nada. Sin embargo, la necesidad de profundizar los cambios, requiere que las nuevas generaciones empiecen en serio a comprometerse en la conducción de los destinos de Bolivia. Sobre la base de lo que se ha hecho hasta ahora, se requiere corregir muchas cosas para seguir en la senda de mejorar la calidad de vida de todos los bolivianos.
La Revolución de 1952 fue boicoteada desde adentro, combatida desde adentro contra las esperanzas del país profundo. Al final fue derrotada totalmente. Los resultados fueron terribles: dictaduras militares por dos décadas. Hoy corremos los mismos peligros. Porque después del Proceso de Cambio, si es derrotado, vendrá un reordenamiento señorial colonial con adornos modernos o postmodernos. Los perdedores seremos todos, sobre todo el país profundo.