Blog de Max Raúl Murillo Mendoza

Guerras y Capitalismo

El sistema capitalista, no es ninguna novedad, se alimenta fundamentalmente de las distintas guerras que se producen por el mundo. La última guerra europea es realmente una didáctica al respecto. La claridad de las ganancias de las industrias de armamento norteamericanos, han sido incluso agradecidos en persona por el presidente ucraniano, en visitas oficiales en aquellas fábricas de la muerte. Pues todos los supuestamente préstamos económicos a Ucrania, regresan a esas industrias de la muerte donde se tiene que comprar armas. Son condiciones de los países imperiales, en los préstamos económicos. Así de simple.

El rearme de Europa que es una estupidez increíble, es un deseo cumplido del imperio norteamericano. Porque todas las industrias europeas de la muerte, dependen tecnológicamente de los Estados Unidos. Es decir, pues negocio redondo para el imperio. Los europeos se dan cuenta de esa tragedia; pero no pueden hacer nada al respecto, su dependencia casi esclavista de los Estados Unidos les impide al menos ser algo más dignos.

Los miles y miles de millones de dólares que se irán a las industrias de la muerte, producirán más hambre y miseria por el mundo. Incluso en el patio trasero europeo, las sociedades y los pueblos en general pasarán penurias y estrecheces injustas, porque sus oligarquías y burguesías quieren seguir quedando bien ante el amo. Y en estos años se puede saber que el mundo está al borde de una guerra mundial. Lo demás ya sabemos por los cuentos de ciencia ficción.

Las guerras son un negocio lucrativo para las nuevas oligarquías de las finanzas del norte global. Esas oligarquías que han destruido a las burguesías modernas, que al menos disimulaban para que el sistema sea algo más humano. Son tiempos de los Calígulas postmodernos, que destruyen toda institucionalidad posible, que destruyen todo consenso social y político en el mundo. En estos tiempos sólo queda defenderse frente a la prepotencia ignorante de estos nuevos Calígulas. Si es que tenemos Estados reales e institucionales.

La historia nos ha enseñado, en la modernidad desde el siglo XVI, que el propio sistema empuja y genera revoluciones sociales, como respuestas legítimas de las sociedades frente a la explotación y expoliación del sistema. Los pobres y desheredados de la historia, tienen consciencia cotidiana de que el hambre y la miseria no pueden ser eternos, ni pueden ser parte de la cotidianidad en esta vida. Reaccionar contra esas injusticias son legítimas y totalmente justificadas desde los derechos humanos.

Por tanto, los piratas y Calígulas postmodernos del norte sólo provocarán revoluciones sociales a lo largo del mundo, con sus actitudes absolutamente antihumanas y anti sentido común. Entonces que no se sientan seguros por sus actos, dichos señoriales norteños, los fantasmas de Vietnam o Afganistán están a la vuelta de la esquina. El miedo no existe cuando la miseria y el hambre se hacen insoportables. Cuando la consciencia abruma viendo a niños o viejos sufriendo las consecuencias del sistema.

A estas alturas del partido, no hay por donde perderse. Pero sí necesitamos de crítica histórica frente a tantos errores de la izquierda, y de los grupos o colectivos en función de los cambios sociales. Demasiados errores que no se asume en consecuencia: la renovación de las ideas, la renovación de los métodos de lucha y toma de consciencia. Pero también la expulsión de oportunistas y destructores de los esfuerzos de las bases, del pueblo. Esos son los cómplices de los señoriales del norte. La crítica tiene que ser un componente substancial de las condiciones intelectuales, si es que hay físico mental y compromiso real por la liberación definitiva.

Como nunca antes en la llamada historia, vemos con crudeza esa relación directa entre capitalismo y guerras. Los vendedores de armas a los grupos de cárteles mexicanos son los norteamericanos. Están por donde hay muerte y tragedia. Porque en esencia esa es su razón de ser y existir. Esos son los fundamentos del sistema, no los sentimentales y de buen corazón. La hipocresía es parte del sistema, como encubrimiento diplomático y política real.

Si el ritmo de los señoriales del norte, que es simplemente brutal, se mantiene en la real politik de la coyuntura, tenemos que estar preparados para nuevas revoluciones a lo largo del mundo. Eso es estar preparados para reconducir a las organizaciones sociales, como al nuevo proletariado mundial que es muy joven; sin embargo, totalmente explotado como en todas las épocas de la historia moderna.

Las condiciones objetivas ya son reales otra vez en la historia. Esperemos las condiciones subjetivas, que dependerán básicamente de las torpezas que se generen por el norte del mundo. Esas torpezas son cotidianas en estos tiempos. Son insultantes e injustas. El rearme del mundo junto a las torpezas imperiales, empujarán a los pobres y explotados a tomar las riendas de los cambios sociales. Es decir, a generar más revoluciones.

Opinión
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El emperador Calígula Trump y los negocios

 Calígula Trump elegido por los norteamericanos, es ciertamente un personaje muy particular. Ignorante y prepotente comerciante, que por supuesto responde a la decadencia total del pueblo norteamericano. Para este comerciante ignorante, no existen los principios y los acuerdos diplomáticos, es decir aquellos protocolos políticos que se construyeron en occidente después de la tragedia de la segunda guerra mundial. Aquellas normas básicas para generar un mundo algo más justo y respetuoso.

Esos comerciantes que tomaron las riendas del poder político en Estados Unidos, no entienden de básica diplomacia internacional, ellos sólo están buscando ganancias económicas sin que les interese nada las vidas de miles de millones de seres humanos. Ofreciendo enormes ventajas a multimillonarios, por encima de derechos humanos y derechos de trabajadores en los propios Estados Unidos.

Estos comerciantes bucaneros y piratas, no tienen diferencia alguna con comerciantes de cocaína o comerciantes de armas, que son los que más ganan en este mundo. Son el lenguaje de los siglos XVII y XVIII, cuando los piratas contratados por las potencias imperiales asaltaban ciudades para robar, para saquear riquezas y entregar a sus amos allende los mares. Realmente no hay diferencias entre aquellos y estos que han tomado el poder en los Estados Unidos.

En toda regla de lo que se considera normas y leyes de la segunda posguerra, para que no se repitan las atrocidades de aquella guerra. Es decir, para que no haya matones poderosos que hagan lo que quieran con el mundo. En esa línea, de alguna manera todos los países del mundo tuvieron el mismo derecho igualitaria entre sí. Respeto que se mantuvo de alguna manera entre los países industrializados y ricos.

Hoy esos acuerdos y protocolos están destruidos por los comerciantes y piratas modernos, que en occidente se han posesionado en el poder político. Ya no hay consensos y acuerdos, sino guerras comerciales y económicas, sin ideas de anteponer primero lo humano, la solidaridad ante la mezquindad. Incluso las izquierdas han caído en estas trampas comerciales, a nombre de soberanías y cosas también mezquinas. Por ejemplo, en el tema de migración, pues el miedo racista a otras culturas está calando hondo en las izquierdas del norte de este mundo.

En el fondo del asunto, es la debacle de las consideraciones éticas y morales por todo el mundo. El fin justifica los medios es la consigna actual, poniendo en peligro al mundo entero. Los matones del barrio son varios; aunque el matón principal se luce en su brutalidad y falta de respeto a las básicas formas de consensos humanos.

Lo terrible de este panorama es que, como en Alemania en los años treinta del anterior siglo, son los pueblos los que acogen a los piratas y bucaneros actuales. Pues las debacles de los pueblos también son posibles. La destrucción mutua entre países occidentales es el escenario que estamos presenciando. Y no es exagerado afirmar que otras guerras entre potencias se acercan, si es que siguen en ese empeño de destruir lo poco de la diplomacia civilizada.

No todo es dinero y dinero en la convivencia humana. Si bien lo económico es importante; son los principios morales y éticos los que en definitiva tienen que anteponerse, precisamente por lo humano. Porque la enfermedad económica, sólo destruye el espíritu humano y contamina totalmente el medio ambiente. Comerciantes ignorantes como Trump, ven al mundo sólo como beneficio material y oportunista. Los comentarios acerca de Gaza y sus posibles negocios de lujo, al menos han producido repugnancia y estupor por todo el mundo.

Si la historia sirve para algo, en estos tiempos casi para nada, al menos que sea como testimonio del paso por el poder, de gente como los piratas e ignorantes gringos como Trump, que llegaron por cierto, gracias a los errores de los demócratas que contribuyeron enormemente a la destrucción de los tejidos sociales de los Estados Unidos.

Los pueblos muchas veces no aprenden de sus errores, la memoria es corta y fácilmente destruyen sus propias conquistas sociales por los espejismos de caudillos de toda laya, que ofrecen cielo y tierra cuando los sueños y esperanzas no llegan a tiempo.

Lo mercantil capitalista sigue siendo la religión más importante de occidente, cuya manera de ver el mundo es sólo para hacer negocios aun sea destruyendo todo: medio ambiente. Todo lo demás es sólo justificación mediante: democracia, etc. Lo mercantil capitalista y su ceguera destructiva, se encarga hoy de terminar con las ilusiones de cambios y avances en la justicia social por todo el mundo.

Los comerciantes y piratas que tomaron el poder en Washington, están globalizando el esclavismo para regresar y retroceder hasta las épocas esclavistas,  tienen las tecnologías para el control de la mente y tienen el poder militar si es que fallan las redes, o los medios de comunicación. Sólo quieren esclavos que consuman y que no piensen. Para ellos ha llegado el reino de los cielos: hacer de los pueblos ovejas consumistas.

Opinión
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Acerca de las visiones de cambios en el mundo

Las turbulencias del mundo se escuchan con estruendo, porque el mundo gringo se tambalea en sus propios errores y tragedias. Los medios de incomunicación por supuesto que se prestan a este circo mundial del reacomodo gringo. Los imperios de antaño se pelean entre ellos, pues ya no son competitivos frente a otros espacios económicos del mundo. Lamentablemente no hay nada nuevo respecto de las historias imperiales; pero sí reacomodos de poderes que seguirán cuidando sus intereses como siempre.

Dichas turbulencias ya vienen desde hace más de treinta años atrás, cuando el fin de la historia propuesto por Francis Fukuyama. Supuestamente la caída del muro de Berlín, era el triunfo total del liberalismo capitalista frente al comunismo y otras formas de pensar. Se puso de moda la globalización económica, porque les convenía a los países industriales para imponer su cultura occidental, abaratando sus procesos económicos. Pues llevar fábricas a China era muy práctico por los sueldos bajos. Negocio redondo.

Sin embargo, el saqueo del sur, la complicidad de las inversiones con la corrupción del sur, la destrucción y bombardeo de países como Irak, Afganistán, Serbia y otros, la imposición de métodos corruptos en la explotación de recursos naturales, que realizan los países industriales no han cambiado. Y probablemente no cambien nunca mientras este sistema siga en boga, en manos de la educada y civilizada manada occidental.

En definitiva, los cambios y las buenas nuevas sólo sirven para el norte de este mundo. Para el sur sólo son noticias normales, en medio del saqueo, de la corrupción, de las migraciones sangrientas de millones de habitantes hacia al norte. Los gringos están preocupados por la guerra de Ucrania, hasta hay opiniones “humanitarias” de parte de los emperadores del norte; pero les importa un comino respecto del genocidio de Palestina. No podemos culparles de su racismo congénito e histórico; sólo mostrarles al menos el espejo de su propia historia sangrienta.

Cierto que hay cambios profundos por todos lados del mundo. Cambios que están modificando las maneras de ver el mundo en todas las sociedades. Pero los esquemas tradicionales de la política como izquierda y derecha, siguen nomás de moda en sus visiones atrasadas y casi cavernarias a estas alturas del partido. Lo cual frena y perjudica para otras formas de interpretación de la realidad.

Por ahora no hay realmente mapas claros para caminar en función de nuevas construcciones de sociedad. Todo es incierto, inseguro, totalmente oscuro. Al parecer estamos en una enorme transición hacia algo enorme. Muchos temas clásicos se están derrumbando y otros simplemente ya no tienen sentido. Como el mismo concepto de democracia y sus instrumentos de funcionamiento, pues han perdido legitimidad y realismo por todo el mundo. Sobre todo por el sur del mundo, donde la democracia o lo que se supone de ella está destruyendo los tejidos sociales y las instituciones vía corrupción generalizada.

En esta profunda crisis mundial, no nos queda otra que pensar (ojalá) tareas estratégicas y concretas, para sobrevivir como país. Nos queda inventar o construir un Estado real y que por fin responda a nuestras propias necesidades y realidades. Esas enormes tareas implican consensos entre todos. Requerimos por cierto líderes inteligentes y con visiones de consensos. Líderes con visiones regionales de países y con visiones mundiales. Para conectar sueños y cambios entre nosotros mismos, y luego lanzarnos al mundo.

Hay que volver a globalizar la justicia social, las reciprocidades del norte con el sur, las conexiones de las ayudas y cooperaciones económicas y humanas, que tienen sentido en los equilibrios económicos desde las visiones humanitarias, de retorno de alguna manera a los diálogos de los consensos mundiales en todos los campos posibles: cambio climático, justicia social, redistribución de la riqueza, intercambio de conocimientos y democratización real de las estructuras políticas mundiales.

De nuestro lado tenemos que apostar en serio a la ciencia; tenemos que apostar a la educación, pues lo que tenemos es anacrónico y absolutamente obsoleto frente a los enormes desafíos nacionales y mundiales. Nos queda demasiado para la soberanía alimentaria y la producción sostenible. Ni siquiera el pan que comemos es nuestro, porque hasta el trigo importamos por inutilidad en la producción.

Ojalá estos cambios mundiales, o reacomodos imperiales, sean una oportunidad para nosotros en un reordenamiento nacional. Con visiones precisamente nacionales, construyendo políticas en serio desde el Estado, donde las mejores mentes y los mejores trabajadores sean los encargados de semejantes desafíos. Lo contrario, pues, significará seguir nomás en la periferia de la periferia, en la pobreza absoluta y la dependencia económica por los siglos de los siglos.

Ojalá articulemos liderazgos nacionales de consensos. No los papagayos que ya conocemos desde hace cincuenta años. Fracasados y de discursos trasnochados de chicherías mugrientas y periféricas. Provincianos de visiones cavernarias y obsoletas. Ojalá las nuevas generaciones reacciones ante esta demanda mundial de nuevos líderes: sanos, valientes, inteligentes, patriotas y con propuestas mundiales. En fin.

Opinión
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Ucrania y el mito de Occidente

La guerra de Ucrania desató pasiones occidentales, mayormente guerreristas, hasta los extremos idealistas que jamás existieron. Enarbolaban sus “valores universales”, que por supuesto eran los mejores frente a los bárbaros del otro lado de la civilización occidental. Contra aquellos que no eran democráticos, ni mucho menos, y que no compartían sus “valores universales” civilizados.

Miles de jóvenes ucranianos y cientos de ciudades están siendo sacrificados, sin ningún motivo real, sólo para dejar claro que los “valores universales” de occidente deben ser defendidos incluso absurdamente. Porque llega el emperador Calígula Trump, para dejar claro que Europa no tiene sentido ni es relevante a la hora de las decisiones finales en este mundo. A pesar de sus exclamaciones por los millones de muertos, según el emperador, sabemos bien que no le interesa un comino esos enormes sacrificios.

Los europeos quedaron en ridículo en estas semanas, enterándose que ellos no son los que deciden “sobre los valores universales de occidente”, sino otros fuera de sus territorios. Hoy andan esforzándose en no quedar tan en ridículo, explicando lo inexplicable de la política real. Empiezan a hacer números en todos los espacios posibles, desde la economía hasta de sus ejércitos. El mundo observa ese espectáculo europeo tan ridículo y en total ausencia de algo de decencia colectiva.

El emperador Calígula Trump envió estos días a su propio vicepresidente, para dejarles más claro todavía a los “ingenuos” europeos, de que las decisiones siempre se tomaron y vinieron del otro lado del Atlántico. Lo toman o lo dejan. Se trata de rayar la cancha hacia lo que vendrá en el futuro.

Desde siempre sabemos desde estos lados del mundo, que eso de occidente es sólo un mito construido por sus pensadores, para encubrir las fechorías del saqueo mundial durante siglos, sin que se nos pague aranceles y sin que se nos reconozcan derechos básicos económicos en esos siglos de saqueo. Sus propios historiadores reconocieron esos hechos. Sus propios economistas están conscientes de que la acumulación de sus riquezas, se debe a muerte y explotación de siglos por estos lados del mundo.

Pues es bueno que, al menos, el propio emperador Calígula Trump, ponga en duda esos “valores universales” en el propio patio de Europa donde es la cuna de la civilización occidental. Que entre ellos también tomen consciencia de que esos “valores universales” son sólo un mito construido en la tragedia del saqueo mundial.

Ojalá por estos lados del mundo, quiénes siempre vivieron defendiendo casi tontamente, esos “valores universales”, despierten de una vez para no seguir haciendo daño a estos territorios, con esas visiones culturales trasnochadas. Eso es tanto para la izquierda como para la derecha, que son parte de esos “valores universales” de occidente.

No se justifican los enormes sacrificios de jóvenes rusos y ucranianos, no se justifican tantos odios y resentimientos en el propio patio europeo, sólo para enaltecer grotescamente los “valores universales” de occidente. Ciertamente las sociedades civiles están destruidas por todo el mundo, sin capacidad de reacción ante la brutalidad de los gobernantes.

La sangre vertida por tantas vidas humanas, no tienen precio ante el absurdo de los cálculos políticos occidentales. Sólo demuestran ese profundo desprecio por la vida, desde las oficinas de lujo de los emperadores de siempre de occidente. La diplomacia y las artes de negociaciones, que supuestamente son inventos modernos occidentales, simplemente no sirven para nada cuando se trata de vender armas y muerte por todo el mundo. Esos son en realidad los “valores universales” de occidente.

Ojalá las elites, de izquierda y derecha como Milei, del tercer mundo, siempre trasnochadas y soñando en occidente, despierten de una vez. Para construir realmente oportunidades en estas tierras, a pesar del saqueo mundial sin que se nos pague aranceles de por medio. Esas élites de sueño profundo en los “valores universales de occidente”, que bloquean toda posibilidad de construir alternativas nuestras, propias, de desarrollo y realización en calidad de vida.

En estas épocas de turbulencia mundial, sepamos sacar provecho de las trifulcas entre las potencias mundiales, que se matan y asesinan por “valores universales”, para volcar nuestras miradas a nosotros mismos. Construyendo realmente alternativas de desarrollo propio, genuino, dejando las lógicas del saqueo generalizado desde hace siglos. Cuidando nuestra naturaleza en serio, cuidando el patrimonio de las futuras generaciones en serio.

Algún pensador sostenía que toda crisis es también una oportunidad de construir algo distinto. Pues que esta profunda crisis existencial de la civilización occidental, sea una oportunidad de por fin hacer algo por nosotros mismos. Desde la historia romper con esos lazos de la dependencia; que por supuesto exigen enormes apuestas intelectuales para algo distinto. Así, desde todos los campos posibles de las ciencias humanas y exactas.

Occidente con todo lo brillante que hizo en la historia, es sólo un mito construido precisamente para encubrir toda la tragedia que generó por todo el mundo. Su historia es un enorme cementerio impune y muy triste.

Opinión
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Más allá de las ideologías: la rebeldía

Por todo el mundo se están derrumbando las ideologías, es decir ese conjunto de creencias cuasi religiosas, de izquierda o derecha, que justifican maneras de ver el mundo: gobernar, mandar, escribir, soñar. Por ideologías se asesina, se muere, se bombardean países y se odia al otro. En el mundo gringo supuestamente se derrumba la ideología del wokismo, por la toma del poder del emperador Calígula Trump.  Veremos si hay reacción a las torpezas del emperador.

En América Latina, la corrupción arrolló a las izquierdas hasta extremos obscenos e impunes, que superaron a las derechas también tradicionalmente corruptas. La profunda crisis de valores y ausencia de ética y moral en la política real, hace que las poblaciones ya no crean en la tradicionalidad de la política, es decir en esas ideologías de discursos sin prácticas reales en la política.

Por América Latina, como en Bolivia, pasadas las modas y carnaval de las ideologías, las inmensas masas pobres y miserables continúan su travesía por esta vida, soñando que algún día tendrán cambios reales en su vida. Esas masas cuando ya no tienen más posibilidades de cambiar sus realidades socio económicas injustas, se rebelan legítimamente frente a los opresores de turno. No tienen nada que perder si es que mueren en los actos rebeldes.

La rebeldía seguirá siendo el acto supremo más puro y valeroso de los pueblos, cuando los fracasos de las ideologías coinciden en sus propias traiciones históricas. Esa rebeldía que encendió y ejecutó la revolución de 1952, con mineros armados a la cabeza, no necesitó de ideologías para considerar que la explotación ya era terrible y brutal. Pero, lamentablemente después, esas masas rebeldes entregaron y confiaron su poder a burócratas politiqueros que sí tenían ideologías.

Las masas rebeldes no tienen esquemas, no tienen cálculos políticos, no tienen enfermedades precisamente ideológicas que les detengan. Son reacciones en cadena, sin matemática o sociología de por medio. Sólo el sentimiento de que no pueden más soportar las injusticias, que el hambre y las penurias no se justifican en un mundo donde sobre el dinero y la riqueza.

Es decir, a pesar de los fracasos de las ideologías, de las traiciones a las masas hambrientas, las posibilidades de las reacciones rebeldes de los pueblos, siempre estará presente. Desde hace miles de años, los esclavos, los marginados, los desheredados de la historia, siempre han contado con la posibilidad de la explosión rebelde. Y ese acto no requiere de burócratas pensantes, o ideólogos de moda, que sólo roban las posibilidades de cambios y transformaciones de los pueblos.

En definitiva, la crisis mundial de las ideologías de izquierda y derecha no es una novedad. Son las crisis de las burocracias inútiles, que aprovechan los descuidos de los pueblos que demasiadas veces confían en los supuestos pensantes, ideólogos, y pues estos como la experiencia siempre nos señala: son parte del sistema y viven de engañar a los pueblos.

En estos momentos de ausencia de ética y moral, sólo la posibilidad de la rebeldía de los pueblos debe animarnos a continuar con las batallas políticas, con las batallas de tomar el poder en manos de las masas marginadas. Sueño que sigue nomás en mesa y discusión en las bases y los deseos de revueltas y revoluciones.

Sin embargo, como en todos los tiempos de la llamada historia, el avanzar aprendiendo, tomando experiencia de los acontecimientos, sistematizando las tragedias y traiciones, también son parte de las condiciones subjetivas y objetivas de los pueblos. Aprender de las derrotas. No perder las perspectivas ni perder las esperanzas. Condiciones importantes para no sentirse esclavos del sistema, ni esclavos de los ideólogos de moda.

Son tiempos de retroceso de los pueblos, por todo el mundo. La restauración señorial e imperial con la ideología ultraderechista, se ponen de moda. El racismo y la discriminación ya son parte de lo cotidiano e impune por el norte del mundo. El odio a los migrantes que son resultado del modelo capitalista, están presentes en los gustos de esta restauración señorial.

Por el sur latinoamericano estamos tan divididos y peleados estúpidamente, que tendremos que resistir hasta donde sea posible. Siempre resguardando las reservas morales de la rebeldía, que serán otra vez las voces en contra del sistema y de lo establecido. Pues nuestros gobernantes no están a la altura de los acontecimientos.

Sólo los pueblos, las bases, las masas anónimas y marginadas de la historia, son la garantía real de las luchas sociales. Esas masas anónimas que están más allá de las ideologías de moda y burocráticas, sintiendo cotidianamente hambre y miseria, serán las portadoras de reconstruir su propia historia. Eso nomás nos dice la experiencia.

Pues sí, en estas épocas de ausencia de valores éticos en la política, en los actos más básicos de la sociedad, tenemos que seguir soñando desde la rebeldía que el sistema puede ser derrotado. Porque no rendirse es la clave de la rebeldía.

Opinión
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La tragedia de los recursos naturales de Bolivia

Bolivia perdió territorios enormes como el Acre, la costa del Pacífico y el Chaco porque jamás tuvo políticas de Estado respecto de nuestros recursos naturales. Desde siempre nos movemos al azar, con el viento y moda de la ideología o la política, incluido en esta historia de la montaña rusa: o la subida de los caudillos que es la forma más normal de gobiernos que hemos tenido. Pero nunca, diríamos jamás, con políticas y estrategias de Estado y Nación que sean sostenibles en el mediano y largo plazo.

Por supuesto que debemos añadir la clásica ausencia de institucionalidad, ausencia de básicas formas de planificación y respeto de las normas de funcionamiento institucional. Lo constante en Bolivia son lo insostenible, lo caótico, los bloqueos de caminos, el desorden cotidiano, la mediocridad de los funcionarios, sean privados o estatales, la corrupción total. En definitiva, la incertidumbre como forma de vida boliviana.

Elementos e insumos que hacen un conjunto peligroso, para que triunfen los más pendejos y vivos de la película. Los politiqueros, de cuello blanco o populares, y gansteriles personajes que sobran en medio de la miseria y pobreza de la población.

Por todo eso, la historia del saqueo de nuestros recursos naturales se debe a estos complejos factores internos, que no podemos resolver a estas alturas del siglo XXI. Por supuesto que todo esto es también caldo de cultivo para las potencias imperiales, que desde la izquierda se explota como motivo político e ideológico.

Más allá de los números, de la técnica, de lo científico y de las finanzas, está la cohesión de un Estado y una Nación. Sin Estado y Nación todo lo demás no funciona, como lo estamos viendo y viviendo en estos dos siglos. Ni liberales, ni conservadores, luego ni izquierda o derecha han sido capaces de construir un mínimo Estado moderno, ni qué decir una Nación capaz de ejercer soberanía sobre sus recursos. Todavía peor: no han sido capaces de construir políticas de Estado y estrategias de Estado sostenibles en el largo tiempo.

Es demasiado tiempo de incertidumbre, de incapacidad de ver un futuro normal. Las nuevas generaciones ven asombradas este despilfarro de tiempo y dinero; pero tampoco reaccionan frente a la tragedia. Sólo la migración y el escape de Bolivia resuelven de alguna manera esta novela de la incertidumbre, de ausencia de oportunidades laborales, y de negocios. Millones de compatriotas tienen que dejar esta tierra con ese dolor de la impotencia, pues no pueden quedarse sumidos en la miseria y el hambre.

Muchos otros compatriotas tienen que optar por la precariedad de la informalidad, o el desastre de la corrupción en el narcotráfico, el contrabando y todos los negocios turbios. Incluso siendo vistos todos estos negocios como legítimos en la sobrevivencia.

En estos momentos se discute acaloradamente sobre el litio. No hay realmente información precisa y objetiva. Como siempre todo es suposición, todo es política, todo es magia y pues peleas campales como en el tinku, sin que nadie se escuche a nadie. Esa es nuestra tradición real: oídos sordos; pero atentos al oportunismo y la degradación humana más infame. Lo democrático es una linda lección que el viento se lo lleva.

En este espacio de pelea campal e irracional, desde tiempos inmemoriales, nadie vendrá a invertir para competir en reglas claras y transparentes. En este espacio de rencores históricos mentales, nadie se atreverá a construir alguna fábrica al menos de clavos o repuestos. Seguiremos nomás acostumbrados a la miseria y la pobreza total; con los discursos más incendiarios posibles unos mejores que otros.

Siempre estamos pensando que vendrán día mejores. Eso lo leemos desde el siglo XIX. Desde el nacimiento de Bolivia. Y siempre nos encontramos en la miseria, en el desorden, en el caos y retroceso constante. Acostumbrados a la miseria mental y física.

Hemos participado de todas las épocas económicas importantes del mundo capitalista desarrollado. Cuando el mundo necesitó salitre y guano perdimos el Pacífico, cuando necesitó plata estuvimos desde la colonia. Cuando el mundo necesitó estaño participamos activamente, también con la goma o caucho. Es decir, somos un país bendecido por tener recursos naturales, que pueden ser comercializados en beneficio del país.

Cuando todas esas épocas económicas terminaron, como la del estaño, el país terminó pobre como siempre. Con mineros relocalizados y expulsados a la calle junto a sus familias. Por supuesto con pocos politiqueros y burócratas enriquecidos, a costa de los obreros y trabajadores. Hoy estamos pasando lo mismo con la era del gas. Experiencias que no aprendemos, experiencias que no sistematizamos en favor de la Bolivia profunda.

En lo popular callejero la gente susurra que Bolivia es un país bendecido con mucha riqueza; pero con la mala suerte de tener pelotudos gobernantes, ignorantes y ladrones. El destino nos ha marcado con la politiquería más sucia y barata de todo el mundo. Por ahora nadie pone cascabel al gato. Quizás el destino se apiade de nosotros, y de nuestras fuerzas históricas para por fin frenar este rito de mala suerte, y cambiar el destino de la Bolivia profunda.

Opinión
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El emperador Calígula Trump

El señor Calígula Trump sueña con convertir Gaza, en Palestina, en su propio hotel de lujo, quizás también un prostíbulo de lujo para sus lacayos. Todo es posible para este comerciante ignorante. La historia mundial se hace cada vez más impresionante, por la puesta en escena de estos personajes que no tienen idea alguna del mundo; pero empeñan su poder hacia el mundo, amenazando cuan reyes medievales y por supuesto ignorantes y prepotentes.

Todos los días el menú de la política mundial, se torna violenta y cuasi repugnante por las hordas de políticos gringos que sólo tienen escrito en su menú amenazas, sanciones, prepotencia arbitraria e impunidad por doquier. El gusto de las masas por el norte ha cambiado, se ha tornado en delincuencial y totalitario. Tan cercano a lo que vivieron las sociedades cuando Hitler salió de su anonimato, siendo el asesino democrático más adorado por las hordas civilizadas allá por los años 30 del anterior siglo. Cuando la tragedia de la antesala de la segunda guerra mundial.

Hoy se trata de otro energúmeno parecido. Un comerciante ignorante en política y normas de convivencia mundial; pero matón y brutal como les gusta a millones de otros ignorantes de aquellas sociedades. Pues las democracias están derivando en instrumentos, en espacios para matones modernos y encubiertos por poderes invisibles e impunes.

Hace décadas se teorizaba sobre la crisis terminal de la civilización occidental. Hoy vemos esa crisis en su máxima expresión. No existe diferencia alguna entre demócratas y republicanos. Son absolutamente lo mismo. Son parte substancial de esa crisis. Y están empujando a ese agujero negro de su crisis, al mundo entero. Empezando por los europeos que siempre fueron los sirvientes preferidos de los americanos.

Tienen los medios disponibles para las locuras más aberrantes. El señor Calígula Trump, está dispuesto a ser el señor de los anillos más cruel posible. Se ríe delante de las cámaras de televisión, de los niños y mujeres asesinadas en Gaza. Sobre esos cadáveres quiere construir hoteles y prostíbulos de lujo para sus compinches. Actitud más aberrante no fue posible, ni siquiera Calígula se portó tan aberrante frente al actual mandatario de los gringos.

La decadencia de occidente es total. Decadencia que desnuda lo que en el fondo representan, aquellas culturas de la degradación total del espíritu humano. Dejando de lado los esfuerzos positivos de sus pensadores y científicos más brillantes. Muestran también las facetas más sanguinarias posibles, poniendo de manifiesto aberrantes locuras como en el tema del genocidio de Gaza.

Vivimos tiempos en donde lo ético y moral, son recuerdos nostálgicos de libros empolvados y totalmente superados por el pragmatismo occidental más decadente posible. Los ejemplos de la política como Mandela o Mujica, han dejado de ser modelos a seguir en la lucha por las conquistas sociales. Todo está enajenado por las mentalidades destructivas más pragmáticas posibles. Lamentablemente esa mentalidad está recorriendo por todo el mundo. Incluso tontos de sectores populares caen en esos aberrantes impulsos por imitar lo decadente.

Las nuevas generaciones tienen un examen profundo, en estos tiempos caóticos, sin ley ni modelos políticos en función de rescatar lo mejor del sentido común. Los ejemplos de política son hoy los Calígulas y los Trump, es decir lo peor de lo que se puede imaginar respecto del comportamiento ético, y de lo peor respecto de la posibilidad de consensos políticos por todo el mundo.

Sin embargo, las guerras injustas e imperiales de Vietnam, Irak y Afganistán han demostrado que las resistencias de los pueblos siguen siendo los modelos políticos a continuar. En estos momentos de ataque decadente del emperador ignorante, la experiencia en la resistencia de los distintos pueblos del mundo, son el ejemplo a consolidar. Pues la inteligencia tiene que ser el ingrediente común, frente a la prepotencia imperial.

Los demás escenarios son también importantes. Como las estrategias de Estado en educación, en ciencias y desafíos por el conocimiento. Esos instrumentos son los que están utilizando los decadentes de occidente, mediante las inteligencias artificiales. No podemos quedarnos en la periferia de la periferia, ni en el atraso constante. Todos los escenarios son potencialidades para la resistencia y la sobrevivencia frente a los impunes del norte.

Los locos y esquizofrénicos del norte están en acción. Han abierto la caja de pandora por todo el mundo. Todos los escenarios de la muerte son posibles. Tienen el poder de actuar y ejecutar lo impensable. No hay posibilidades de diálogos de civilizaciones. Y sólo nos queda reorganizarnos en la memoria de la resistencia, ojalá con acuerdos y consensos entre los más conscientes de las magnitudes de estos hechos.

Izquierda y derecha, son conceptos antediluvianos en estos escenarios enormes. Requerimos de personas capaces de generar consensos de Estado, estrategias de Estado y sentimientos de Estado y Nación. Lo demás es provincianismo superado y cómplice de la derrota, cómplice de la pequeñez periférica y también decadente.

Opinión
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La pequeña burguesía inquieta

Marx, el gran clásico de las teorías revolucionarias, identificó con claridad a la pequeña burguesía. Aquella clase que no puede ser revolucionaria porque tiene que preservar sus intereses privados, es decir sus relaciones de propiedad y de clase social. Esa terrible inestabilidad de esta clase, le hace traidora por esencia. Que por cierto pueden ser también de izquierda; pero sólo para cuidar sus intereses de clase. Fundamentalmente se inclinan a formas fascistoides.

El último proceso de cambio del país nos mostró, entre tantos fenómenos sociales a investigar, que la pequeña burguesía clase mediera, se coló al proceso oportunistamente como en otros procesos revolucionarios. La burocracia es ámbito preferido de esta clase social. Ciertamente que se convierten en revolucionarios radicales. Como en la revolución del 52, fue uno de los obstáculos mayores que frenó el proceso de cambio. Actitudes absolutamente infantiles y totalmente burocráticos, que poco a poco deslucieron lo que las organizaciones sociales y sus bases planteaban al país: cambiar las reglas de juego de la historia y la Nación.

La pequeña burguesía inquieta, de clases medias, gozaron en farras revolucionarias y puestos altos en el Estado. Pero nada hicieron por el país profundo. Los resultados son demasiado evidentes: pobreza y miseria constante. Nuestras instituciones no construyeron políticas de Estado, seguimos siendo un país insostenible en todos los sentidos posibles. Ni siquiera somos autosuficientes en alimentos. Sin embargo, las excusas de la pequeña burguesía inquieta son inmensas, inmensas en su fracaso histórico.

No aportaron ni intelectual ni con las prácticas en las instituciones. Su frivolidad frente a los cambios que los sectores sociales exigen, pasan sólo como anécdotas para estas clases sociales. Y duermen viendo al imperio hasta en sus sueños más pesados. Pues en el fondo están enamorados del imperio: es su excusa perfecta.

Las lecciones que tenemos que sacar son importantes, como la identificación concreta de aquellos personajes de las pequeñas burguesías, y sus características sociales históricas, que en muchos momentos sólo perjudican los avances de los sectores populares y pobres. No para arrinconarlos sino para ayudarles en sus terribles ausencias de bolivianidad, de identidad con el país profundo. Porque siguen siendo nomás clases a medias, sin proyecto de clase y sin capacidad de ver nuestras realidades de manera democrática y recíproca.

Pues ni modo, la pequeña burguesía inquieta no aprende de sus potencialidades, de que sus raíces tienen que ser plantadas en este país. No sólo aprovecharse de los momentos populares, que cierto está bien; pero no quedarse como hijitos de papi, aprovechándose de momentos populares, sólo para seguir acomodados en la burocracia sin profundizar los anhelos de las clases más desfavorecidas.

Estas reflexiones nada tienen que ver con personas de buen corazón, que siempre hay en todas las clases sociales, sino con los comportamientos colectivos, conscientes e inconscientes, de clase social. Como corpus social, como proyecto y trayectoria histórica de clase. Y en el caso de las pequeñas burguesías bolivianas, racistas, pigmentocráticas; aunque radicalizados y supuestamente de izquierda, mantienen nomás ese halo de ascenso burgués en sus formas de adueñarse de espacios institucionales, siendo que las conquistas han sido obra y esfuerzo de los sectores populares. Pues no son muy democráticos en sus actos. Todavía peor: no hay aportes después en los campos intelectuales y de gestión institucional. No tienen capacidad para resolver las demandas del país profundo.

En el fondo mantienen la continuidad de las herencias pasadas. Que les dan ventajas en el manejo burocrático sin cambiar absolutamente nada, sino el discurso. Ni qué decir de sus ausencias en la crítica. Sus costumbres totalitarias no han cambiado, el miedo a la crítica es una constante de clase que se mantiene latente a lo largo de todos los tiempos.

Lecciones y aprendizajes. Lecciones de fracasos y sangre que también son parte del patrimonio proletario, popular y obrero. Son parte de nuestra historia. Avanzar en las conquistas de derechos no ha sido precisamente una historia lineal, sino todo lo contrario. Ha sido y sigue siendo una historia de derrotas, de traiciones, de confianzas no recíprocas. Lo mismo que en la experiencia de la revolución del 52, que fue destruida y boicoteada desde adentro por estas mismas clases, no se sacó lecciones que eran necesarias para las experiencias posteriores.

La emancipación del proletariado será obra de ellos mismos. Diríamos también, que la emancipación de las naciones oprimidas será obra de sus propios esfuerzos. Confiar y entregar esfuerzos ganados a otros sectores, pues vemos que no es lo más conveniente si es que se requiere avanzar en serio.

Sistematizar experiencias, ganar aun las derrotas, acumular experiencias a pesar de las duras circunstancias históricas. Siguen siendo constantes a lo largo de la historia de las naciones oprimidas, de los proletarios, de los sectores populares. Esas inmensas mayorías siempre confiadas y entregando sus triunfos a otros sectores; que después deben tragarse la bronca del derroche de los triunfos.

Opinión
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Aranceles cavernarios de la era Trump

La elección del emperador Trump, me recuerda a algunas coyunturas de la historia de Bolivia. Errores que se pagan muy caro después: Hitler, Trump, Banzer, etc. A inicios de los años 70 del anterior siglo, cuando el general del pueblo Torres fue vilipendiado y combatido por la izquierda como reformista, porque en sus métodos de manuales escolares mejor había que hacer la revolución sin los reformistas traidores. Poco tiempo después vino la dictadura de Banzer, no vino la revolución.

En 1985, cuando la recuperación de la democracia de la sangrienta y corrupta dictadura, la izquierda le combatió a muerte a Siles, tachándole de reformista. Huelgas, bloqueos de caminos e incluso golpes de Estado. Renunció Siles y vino con tragedia el neoliberalismo. No vino la revolución. Y lo pobres tuvieron que tragarse hambre y miseria, relocalización de mineros a la calle.

Pues esos errores históricos de percepción de la izquierda boliviana, simplemente nos llevaron a la tragedia y muerte. Increíblemente, por el norte del mundo también la sociedad civil está cometiendo esos errores. La crisis y la corrupción del partido demócrata, comprometido con los genocidas de Israel, ha decepcionado a su sociedad y votaron por el desequilibrado mental Trump. Los resultados ya los estamos viendo por el mundo entero.

Trump no cree ni mucho menos en la democracia. Es admirador de dictadores y autócratas. Le gusta la brutalidad de la política, la fuerza bruta y odia los consensos sociales. Pero, pues, muchas veces los desanimados pueblos ante los errores de los gobernantes, eligen a los supuestos salvadores y sólo tienen peores gobernantes que los anteriores.

En ese gusto por la fuerza bruta impone aranceles realmente anti económicos, por todo el mundo, sólo para demostrar quién es el más fuerte en este mundo. No hay razones racionales para justificar aranceles, en este momento de crisis global de la economía. Los economistas más importantes del mundo así lo corroboran; pero Trump no es precisamente un estadista sino un dictador a nombre de su democracia.

Como en el caso boliviano, de algunas coyunturas de su historia, la sociedad civil de los Estados Unidos, ha confundido totalmente entre el enemigo principal y el enemigo secundario. Ciertamente Trump es el enemigo principal, tan peligroso como Hitler y otros dictadores brutales por el mundo. Pero la desesperación económica y social del pueblo norteamericano, la decepción y la vergüenza de sus clases medias por Biden y sus comportamientos genocidas en Gaza, empujaron a la sociedad civil a buscar a alguien que los salve. Ese alguien está demostrando hoy que es más peligroso que Biden.

Muy difícil los aprendizajes de los pueblos a lo largo del mundo. En nuestro caso también hemos pasado dichas experiencias amargas, pues nunca tuvimos revolución como nos prometieron esos dirigentes irresponsables, sino todo lo contrario. Por el norte también se suceden esos acontecimientos amargos. En los Estados Unidos, votaron por Trump incluso migrantes latinos y pobres. Confundidos política e ideológicamente, como en Bolivia, para obtener dictadores oligarcas que pues les expulsarán de aquellos territorios por la fuerza.

Las experiencias mundiales y nacionales nos enseñan, que sólo la toma de consciencia y la organización nos garantizan la recuperación de lo perdido. En Estados Unidos los pueblos marginales, migrantes, pobres, clases medias conscientes, tienen que volver a reorganizar sus organizaciones sociales, sus colectivos y sindicatos. Son tiempos complejos, de reflujo político e ideológico. Pero si no se responde desde las organizaciones, los peligros se acrecientan con tormentos sobre los más débiles y pobres.

El mundo está entrando en una globalización fascistoide, de visiones totalitarias y de retrocesos absolutos en las conquistas sociales que el mundo ha conseguido, en muchos años de luchas y reclamos. Sin embargo, tenemos que reconocer que han sido errores desde la izquierda los que están permitiendo estos retornos de los sectores conservadores. La corrupción generalizada, la ausencia de ética y moral de muchos dirigentes sociales, la ausencia de consciencia con los mismos pobres, pues nos están conduciendo a vuelcos políticos, donde los mismos pueblos eligen a sus verdugos y matones.

Los acontecimientos mundiales dejan mucho que desear. Las imposiciones arancelarias de los brutales de Trump, no respetan fronteras, culturas o nacionalidades. Se trata de una concentración de poder como nunca antes visto, y de una demostración de poder imperial, que sólo pasaron en momentos donde la modernidad o las básicas formas democráticas no existían en el mundo. Sino sólo las formas cuasi cavernarias de imposición por la fuerza, aun sean destruidos pueblos enteros.

Como corolario y telón de fondo, está en entredicho la civilización occidental. Sus herencias democráticas, políticas, intelectuales, científicas, artísticas y éticas, simplemente se ven devaluadas y en profunda crisis frente a todo el mundo. Ojalá, en estos momentos de crisis, sean las mentes más humanas, espiritualmente más solidarias con todo el mundo, los que se impongan en sus instituciones. Sino pues tendremos muerte y sangre a lo largo del mundo.

Opinión
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Bicentenario: sin estrategias de Estado

Al parecer el Estado seguirá nomás siendo un jugador importante en este siglo. Inventado desde la modernidad y el capitalismo por los europeos, allá en el siglo XVI. Después copiado o impuesto en sus distintos moldes y creatividades en distintos lugares del mundo. En nuestro caso, impuesto en 1825 todavía en sus cimientos de los Estados europeos, con las ideas de la ilustración expuestas por Bolívar. Ese Estado inicial, en todo caso, ya nació sin estrategias claras de sobrevivencia, de integración entre distintos y de proyecciones como país.

Estamos entendiendo como estrategias que nuestros objetivos y metas de Nación, no han sido diseñadas ni siquiera a mediano plazo. Prácticamente todo el siglo XIX ha sido un desorden, lleno de golpes de Estado entre ignorantes militares y caudillos civiles, para tener el Estado y robar todo lo necesario. En el XX cambió algo por la revolución de 1952, que permitió a Bolivia al menos entrar al siglo XX, en sentido de modernidad, nacionalización de recursos estratégicos como parte de una estrategia de desarrollo desde el Estado.

Sin embargo, seguimos siendo un país insostenible, desordenado, caótico, corrupto porque no se respeta absolutamente nada y nuestro sistema judicial es el peor de todo el mundo. Pues no hay norma ni ley alguna que se respete, desde las altas cúpulas del Estado y la sociedad. En definitiva, un país sin estrategias de Estado en absolutamente nada.

Por mucho que le pongan perfumes, los escritores del sistema, cosméticos modernos o postmodernos, el país no cuenta con instituciones sólidas, sin tradiciones sostenibles en el largo plazo.

Esa realidad ha producido un país con imaginarios de piratas, es decir de que los más fuertes (en la política y la economía) o maleantes sean los que más aprovechen las circunstancias. No los bolivianos o bolivianas con sentido de país, de patria y Nación, no los bolivianos honestos. Increíblemente, hoy como en 1825 seguimos con los mismos dilemas: Qué país queremos?

Aquí no hay diferencia alguna entre clases altas o bajas. En ambas capas sociales, nos consta, hay maleantes e ignorantes que sólo se aprovechan para sí de las distintas coyunturas. Aunque, de estas terribles circunstancias del desorden pierden siempre los más pobres y marginados. Eso también es una constatación en nuestra desordenada historia.

Necesitamos con suma urgencia, a propósito del Bicentenario, pensar por fin en estrategias de Estado. En los elementos necesarios que nos permitan articular, profesionales y de liderazgos, estrategias conjuntas no sólo para resolver la miseria y pobreza constantes, sino y sobre todo la sostenibilidad del país. Estamos conscientes, a estas alturas del partido, que no podemos más conjugar impunidad y desorden total, con básicas formas de convivencia colectiva en función de normas y leyes que se cumplan; que se respeten en el largo aliento de la sostenibilidad.

El mundo y países incluso de nuestra región, ya están en esa tarea monumental de reordenar sus Estados hacia el siglo XXI y los desafíos que eso conlleva. Nosotros nos movemos en la mediocridad total, quizás inconsciente, de la lentitud, de la burocracia tercermundista en los papeleos al infinito, del mal trato al ciudadano cotidiano, de la impunidad patrimonialista destruyendo todo tejido institucional del Estado. En definitiva, en las cavernas mentales sin siquiera considerar algo de modernidad (en sentido mental).

Pues que el Bicentenario no sea sólo la pugna entre quiénes están de acuerdo en sus festejos; y quiénes no están de acuerdo, sino en cómo dibujamos por fin un país real y para todos. Más allá de las trifulcas típicamente bolivianas, pensemos en la posibilidad de consensos sociales, para lanzarnos a unos 50 años por delante; pero sostenible y con políticas de Estado en todos los campos posibles de nuestros desafíos.

Las resistencias a los cambios siempre han devenido de grupos, desde la colonia, que no desean mover sus intereses, que no desean perder sus privilegios ganados en medio de las circunstancias de injusticias. O de grupos corporativos que no quieren Estado, sino republiquetas al margen del Estado para seguir delinquiendo. Son experiencias de estos dos siglos. En definitiva, grupos o castas al margen de la ley.

Necesitamos con urgencia un país sostenible, con estrategias de Estado, manejado por las mejores personas y mentes de nuestra Patria. Los discursos y la ideología no son suficientes para ordenar y gestionar un país. El desorden y la impunidad de la ausencia de instituciones y leyes, nos retroceden a las cavernas de la miseria y la pobreza. Condenando a las nuevas generaciones a la politiquería callejera, ignorante y brutal, donde el más maleante y pendejo se adueña de las circunstancias y las coyunturas políticas.

Ojalá el Bicentenario sea una pequeña oportunidad más, para tomar consciencia de nuevos consensos sociales, con nueva gente, y dibujar por fin un país sostenible, por fin soberano, por fin al menos con Estado moderno. Por fin con estrategias de Estado. En fin, en fin.

Opinión
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