Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
21/11/2024 - 14:47

En Bolivia la justicia tarda y nunca llega

Todos los gobiernos se han favorecido de esta manera brutal de funcionamiento del sistema de injusticia boliviano. Nadie, absolutamente nadie ha hecho algo para resolver estas costumbres bolivianas, de terror, del sistema de injusticia en Bolivia.

 Uno de los diagnósticos más importantes de la realidad de un país, en todo el mundo, es la situación de su sistema judicial. En el caso de Bolivia, desde siempre, el sistema judicial simplemente es un asco. Ni gobiernos de derecha, ni de izquierda han logrado al menos algún grado de funcionalidad. Todo sigue siendo un asco. Porque si el ciudadano común no tiene dinero, está condenado a sufrir todo lo terrorífico del sistema criminal de la justicia.

La policía es parte de esta injusticia. Los operadores sólo quieren dinero para que los procesos avancen. Desde el más pinche portero de la policía, hasta los grados superiores se mueven si es que las víctimas tienen dinero para los bolsillos de los burócratas de la policía. Para los abogansters, pues tenemos que tener mucho dinero si es que queremos algo de justicia.

Todo este diagnóstico no ha cambiado desde el siglo XIX. Todos los gobiernos se han favorecido de esta manera brutal de funcionamiento del sistema de injusticia boliviano. Nadie, absolutamente nadie ha hecho algo para resolver estas costumbres bolivianas, de terror, del sistema de injusticia en Bolivia. Cierto que hay abogados que hacen la excepción; sin embargo, no sirven de nada en este laberinto cruel y corrupto del sistema judicial.

Las buenas intenciones no sirven de nada, cuando los resultados siguen siendo catastróficos. Si bien hubieron buenas intenciones, pues por los resultados no se hicieron nada bien. Porque la ausencia de institucionalidad es la deriva del llamado sistema judicial, que sólo golpea a todo un país en su dignidad, en su ausencia de justicia.

Cierto que nadie vendrá a Bolivia a invertir, porque no existe ninguna normativa legal que proteja las inversiones. Es un aprendizaje mundial; pero en Bolivia algunos torpes mentales creen que somos una isla en el mundo. Sin esas condiciones mínimas legales, seguiremos nomás hasta las calendas griegas esperando milagros económicos, que no llegarán porque no tenemos justicia en Bolivia.

Hace siglos que es hora de resolver este tremendo desfase institucional. Porque sólo favorece a pillos politiqueros, caudillos letrados e iletrados, maleantes de corbata y abarcas, que gozan de la desinstitucionalización para hacer negocios turbios. Y millones de ciudadanos de a pie, tienen que sufrir la ausencia total de justicia, la ausencia de un básico sistema que al menos proceda a restaurar en algo las injusticias de toda escala en Bolivia.

La prostitución de la justicia ya ha llegado a niveles realmente increíbles. El cinismo de esta época en crisis, acompaña a esta desventura pues la vergüenza o al menos ciertos síntomas de consciencia no existen en los operadores de justicia. No sería exagerado afirmar que esta época es la peor de todas. Ni siquiera la democracia ha podido hacer algo al respecto.

En algunas semanas, si es que todavía hay decencia mínima, habría elecciones judiciales en Bolivia. Por supuesto que no son ninguna garantía para una nueva etapa judicial, eso nos dice la experiencia de estos años. Los elegidos han sido los peores profesionales del derecho: politiqueros y llunkus de cualquier dirigente barrial o colectivo. Pues, vemos como los resultados son absolutamente desastrosos.

La explosiva mezcla de indecencia, cinismo, politiquería, bajo nivel profesional, corrupción y enfermedades mentales caudillistas, están destruyendo nuestros tejidos sociales. Los jóvenes y nuevas generaciones están presenciando toda esta calamidad e indecencia, como factores totalmente graves, que serán copiadas al pie de la letra si es que no ponemos un alto radical a esta degeneración judicial.

Quizás poner un alto signifique colgar abogansters en las plazas de nuestras ciudades. Porque las palabras y las reflexiones ya no tienen significado alguno para los cavernarios de la justicia, para los mercenarios de los palacios de la injusticia de nuestras ciudades. Quizás sólo el ver colgados y ajusticiados a los abogansters haya algo de reflexión y crítica. Y por fin tengamos la oportunidad de empezar con un sistema realmente de justicia.

En Bolivia la justicia tarda; pero nunca llega. Miles de familias afectadas por las dictaduras militares, siguen esperando justicia que nunca llegará. Miles ya han muerto con las esperanzas perdidas. En un país acostumbrado a sacrificar a los más pobres y marginados, para luego olvidarlos y despreciarlos en los discursos politiqueros diciendo que son importantes. En Bolivia la justicia depende del bolsillo. Depende si es que hay suerte en esos pasillos terroríficos de la injusticia.

En Bolivia la justicia tarda y nunca llega. En el país de la impunidad por excelencia, son los más pendejos y adinerados los dueños de la justicia. Todo a costa de la sangre y el sufrimiento cotidiano de millones de bolivianos, que no encuentran algo de justicia en el peregrinaje humillante y sangrante buscando justicia. Millones de bolivianos rendidos ante delincuentes de cuello blanco, o delincuentes brutales de las calles nocturnas.

Millones de bolivianos  no podemos depender de unos delincuentes con cartón universitario. Delincuentes abogansters que se sirven de las costumbres de la impunidad, destruyendo lo más sagrado de la Patria: sus recursos humanos. Todo tiene un alto. Si este alto requiere sacrificar delincuentes, ya es hora de ese momento.

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