Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
28/11/2024 - 16:35

Bolivia Urgente!!!

Viva Bolivia carajo! aunque no haya trabajo

                                                                                         Alfredo Dominguez

Es profundamente doloroso ver partir jóvenes de Bolivia. Las filas que vemos todas las mañanas en migraciones, simplemente tienen que doler. Los jóvenes no abandonan este país porque les plazca, sino porque no hay oportunidades de trabajo, de negocios, de creatividades y emprendimientos en sus sueños de dignidad y realización. Seguimos nomás repitiendo errores pasados, con politiqueros anti bolivianos, anti populares, anti indígenas que lo único que consiguen son desorden, bloqueos, caudillismos brutales, que hunden y destruyen toda posibilidad de convivencia al menos a mediano plazo.

En Bolivia siempre está presente el mito de Sísifo. El pueblo debe tragarse el trago amargo de soportar sufrimientos injustos, porque quiénes toman el mando del Estado varias veces son inútiles y totalmente ignorantes, para resolver los problemas de siempre. Además de la lentitud realmente terrible, burocrática, profundamente atrasada, sólo aumenta el sufrimiento del país. Los papeleos al infinito, en manos de ignorantes y ausentes de conocimientos básicos de la norma básica, o corruptos por mandato de grupos corporativos que roban y roban todo lo poco que tiene este país.

Hoy, los jóvenes prefieren irse de este lindo país. Sus sueños no se realizarán en este desorden y bajo el manto de los discursos enfermizos, de los gansteriles politiqueros que prefieren los golpes y puños a las palabras y los debates intelectuales o políticos. Ejemplos gansteriles hacia la juventud y niñez del país, que pues sí: son el presente y futuro del país. Pero por esa irresponsabilidad brutal, que no tienen la mínima idea de lo que es Bolivia.

Hace mucho tiempo que es hora de ordenar, de manejar con inteligencia, con políticas de Estado, con los mejores profesionales de este país que sí los hay; pero no tienen las oportunidades necesarias para estar en funciones de la Patria. Hace demasiado tiempo que es hora de por fin Vivir Bien, desde las raíces de este país, con los aportes necesarios de los aspectos positivos del exterior.

No podemos permitir tanto desorden y desinstitucionalización, que sólo afecta a las nuevas generaciones y a los más pobres que siguen siendo millones de habitantes de Bolivia. Ya no caben las aberraciones de los discursos ideológicos y estúpidos. Culpando a fantasmas externos como desahogo de los errores internos, de la ceguera interna que está destruyendo el país.

En definitiva, necesitamos de consensos entre todos los bolivianos que somos necesarios en estos momentos de crisis, de hambre, de ausencia de institucionalidad, de ausencia de esperanzas en el presente y peor en el futuro de Bolivia. Las nuevas generaciones no pueden ser abandonadas a su suerte y azar. Sin posibilidades de trabajo, abandonados a la precariedad total de un presente sin seguridad social, sin protección en las leyes laborales, ni siquiera sin sueldos mínimos, sino con pagos miserables y totalmente injustos. Pero los discursos son por supuestos tan revolucionarios encubriendo estas nuestras realidades cotidianas: jóvenes abandonados y saliendo del país apostando al azar y la suerte.

No podemos permitir esta sangría de nuestros recursos humanos. No podemos ser cómplices de perder lo más sagrado del país, que es su gente joven y prometedora. Porque la gran mayoría son profesionales y entrenados para trabajar en Bolivia. Que conocen nuestra realidad y quisieran aportar en estas realidades. La ignorancia de los politiqueros por supuesto quisieran que se vayan los jóvenes, así no tienen competencia en dónde están medrando.

Las nuevas generaciones no son culpables de semejantes bloqueos mentales, desorden total y desinstitucionalización de la Nación. Están en escenarios de destrucción y corrupción asumiendo que todo eso es normal. Y pues no es normal. No puede ser normal. Semejantes delitos que no se castigan por lo destruido del sistema judicial, hace que los delitos sean costumbres normales.

El país necesita del sentido común. Ese sentido común que es orden, mínima normativa de asegurar algo de certidumbre a todo un país. Ese sentido común que los politiqueros no entienden, por su ignorancia y por sus maneras de ser correa de intereses que nada tienen que ver con el país y sus necesidades. Lo peligroso de no tener sentido común es que hacemos normal del desastre, de la corrupción y la total desinstitucionalización del país.

Bolivia no puede seguir con la enfermedad y costumbre de tener en sus espaldas al mito de Sísifo. Pero necesitamos construir otra vez los tejidos sociales, sobre todo en las ciudades. Cambiar en todos los frentes posibles, desde la política que es el espacio de todos los desastres del país. Donde no hay, con excepciones muy puntuales, pensadores políticos de altura e intelectualmente preparados para los destinos del país. Bolivia no  puede estar condenada por siempre al desastre, como costumbre normal.

Son demasiados siglos de sufrimiento, de incertidumbre y de normalizar el desastre y la corrupción. Las nuevas generaciones no pueden seguir con esas terribles e injustas costumbres de la politiquería callejera, ideologizada en términos de brutalidad y bloqueos también brutales como injustos. Bolivia necesita con urgencia salir del desastre, de la historia del desastre y la incertidumbre. Es urgente.

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