Blog de Max Raúl Murillo Mendoza

Las crisis son oportunidades

Se le atribuye a Albert Einstein la frase de que las crisis son oportunidades. Pero lo utilizaron también varios pensadores, cuando sus análisis precisamente en las crisis sociales mundiales. Actualmente vivimos una profunda crisis económico social, no sólo en Bolivia que es ya costumbre e inercia en nuestra historia, sino también por el mundo. Dicen que el mundo cambiará totalmente cuando pase esta crisis; no sabemos a dónde vamos realmente.

En todo caso sería interesante que Bolivia por fin se acomode en serio, y resuelva de una buena vez sus problemas estructurales, para sentar las bases de una sostenibilidad en el tiempo, que sea duradera y sostenible económicamente. Después de dos siglos de turbulencias e inseguridades terribles, pues el país merece algo de seguridad y algo de paz.

Sería imprudente decir recetas al respecto, no existen. Sólo recomendaciones globales que son parte de la experiencia, compartiendo ideas con grupos o amigos preocupados en el bien del país.

En estas crisis sistémicas, espero que encontremos caminos institucionales sostenibles y con vías académicas en el largo plazo en nuestras universidades. Porque la politiquería y el compadrazgo generalizado, en todo el sistema, sólo favorece a la mediocridad y la poca competitividad generalizada. Por todo eso, pues, nuestras universidades no aportan en absolutamente nada a las enormes necesidades de la sociedad. Son islas totalmente al margen de la realidad. Y con enormes aportes económicos del Estado central.

Ojalá podamos también por fin construir un Estado moderno, institucionalizado, al servicio del país profundo, que priorice a los mejores profesionales de todas las regiones del país.

Ojalá construyamos políticas de Estado al menos modernas, apoyados con todas las tecnologías de punta que el mundo ofrece. Así, curemos de una buena vez instituciones como la policía que son las más corruptas del mundo. En definitiva, por fin como Estado podamos sentirnos seguros, apoyados para realizar negocios y empresas en nuestro propio país.

Para empezar,  cranear desde los municipios en el tema de soberanía alimentaria. Ni siquiera podemos producir trigo para nuestro pan de cada día. Pasar hambre es parte de nuestra historia, como vemos hoy las calles de nuestras ciudades que están abarrotadas de mendigos y pobres. Miles y miles de familias, junto a sus niños pidiendo limosna. O vendiendo cualquier cosa para ganarse algo de comida.

No tenemos carreteras transitables todo el año. Unas lluvias de más destruyen todo el asfalto de las carreteras porque no están bien construidas. La calidad no es precisamente algo que perseguimos. Nos contentamos con tan poco, en todo, que dejamos pasar las exigencias de alta calidad. Al menos construyamos buenas carreteras en el tramo central, pues favorecería en mucho al comercio y los viajes de la ciudadanía.

Los jóvenes no tienen oportunidades casi en nada. Lo poco que hay y precario, con sueldos miserables y de consuelo, no animan a las nuevas generaciones a quedarse en el país. Los que pueden y tienen contactos abandonan el país, aun tengan que hacer enormes sacrificios en otros lugares; pero al menos ganan más y mejor que en el nuestro.

El Estado no ha sabido hasta hoy construir políticas de Estado, hacia el comercio ambulante y lo que se llama informalidad. Son el 80% de nuestros compatriotas que se ganan la vida, como sea, en este sector sin ningún apoyo del Estado. Existen experiencias mundiales al respecto, al menos para copiar y adaptar a nuestras realidades y mejorar considerablemente la calidad de vida de millones de bolivianos. Además de mejorar las oportunidades económicas.

Tenemos millones de compatriotas también fuera del país, que en ausencia de oportunidades en Bolivia, simplemente se han ido sin pensar dos veces. Eso debería no sólo avergonzarnos, sino tomar consciencia de que hacemos tan mal las cosas que sólo expulsamos habitantes de este país. Expulsamos talentos, soñadores, constructores de presente y futuro. Pero no tenemos consciencia de eso ni mínimamente.

Pues sí, en estas coyunturas de crisis mundial y sistémica no nos queda más remedio que ponernos las pilas. Sino pues, seguiremos nomás siendo el furgón de cola en todo. Sumidos en la mediocridad absoluta en todo. Mezclando alegremente politiquería con todo. Folklorizando todo, sin consideraciones básicas institucionales. Tomándolo a la ligera, de manera irresponsable. Funcionando por inercia y como zombis alcoholizados. Y siempre, por tanto, en la periferia de la periferia incluso en nuestra región latinoamericana.

Es urgente salir de la pobreza material y mental en la que nos encontramos. No hay recetas, sino consciencia de cómo estamos. Si no queremos ser Estado fallido, es la oportunidad de ponernos las pilas, en medio de esta crisis mundial. Aprovechar que el mundo se está reestructurando, y encontrar un lugar donde nos permitamos ser nosotros mismos; pero de manera responsable y cuidando nuestra casa común que es Bolivia.

Opinión
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Semana Santa en un mundo violento

En estos días el mundo católico recordará la pasión de Cristo. Es decir, el sufrimiento de Cristo en manos de las oligarquías judías que después le asesinaron en la cruz. Eliminaron a un hombre que decía las cosas por su nombre, denunciaba las injusticias de su tiempo y condenaba toda opulencia rica corrupta, como el manejo de la religión en favor de los más poderosos. Era en definitiva un revolucionario de su tiempo.

Pero precisamente los poderes de este mundo, convirtieron a Cristo en un santulón cristiano. Aquel que sólo rezaba y rezaba para resolver los problemas estructurales de su tiempo. En realidad, era un hombre que no rezaba para auto contemplarse, sino para desafiarse en medio de problemas: hambre, miseria, hipocresía, corrupción e impunidad de las oligarquías judías y del imperio romano ocupante de los territorios de Palestina.

Cristo no fue un santulón que perdía su tiempo rezando. Exigía que si creían en Dios, transformen el mundo. Que arriesguen sus vidas en cambiar las injustas estructuras sociales de las sociedades. Ese fue el verdadero mensaje de Cristo, no lo que hoy se hace en su nombre: rezar y ser cómplice de las injusticias sociales. Porque las cúpulas cristinas, sólo encubren a los poderosos, pues ellos pueden sólo rezar y rezar mientras sus mesas están llenas de comida lujosa, y viven en palacios de lujo. Por supuesto que pueden rezar felices y contentos, no les hace falta nada materialmente.

El mundo de hoy no es el mismo de hace miles de años, cuando Jesús llegó al mundo. Sin embargo, las condiciones económicas y de injusticias siguen siendo las mismas. Tenemos otros imperios coloniales, como el romano en tiempo de Jesús, tenemos injusticias estructurales que se expresan en hambre, miseria, explotación laboral y expoliación de riquezas de los países más poderosos, sobre la miseria de los países más pobres.

En estos tiempos violentos, donde la fuerza bruta y soberbia es la constante de los comportamientos humanos por todo el mundo, se necesita gente de mensajes para la esperanza de la humanidad. Cristo era en sí mismo una esperanza, porque se puso en favor de los más desposeídos de su tiempo, por eso lo asesinaron los judíos de las clases altas. Ofreció los cielos a quiénes no se rindan en la vida, y condenó a los poderosos y ricos de su tiempo.

Ese Cristo histórico, sin embargo, fue convertido en un personaje sin sentido que sólo rezaba y contemplaba el mundo sin hacer nada. Lamentablemente, hoy Cristo es sinónimo de un santulón que sólo sirve para rezar, para  perdonar a los corruptos, a los impunes del poder, a los asesinos de la historia. El Cristo actual sólo es un instrumento para encubrir a los más poderosos de las sociedades, para adormecer a las consciencias de todo el mundo. Para no hacer nada, sólo rezar y rezar hasta el fin de los tiempos sin hacer nada por los marginados y el mundo.

Las religiones seguirán siendo una parte importante en nuestras culturas. Pero no pueden convertirse ideológicamente en instrumentos de explotación. Los resultados de siglos de manipulación y de haber convertido a Cristo, en sólo un ser que se dedicaba a rezar a hecho mucho daño por todo el mundo. Ese adormecimiento de las mentes y mentalidades del mundo, sólo ha producido religiosidades que encubren a los más poderosos del mundo. Que encubren la impunidad y la corrupción mundial.

En estos tiempos violentos, de restauración imperial conservadora, de democracias totalmente devaluadas y prostituidas, ciertamente se requieren religiosidades activas para transformar la sociedad. Religiosidades que den esperanzas a la humanidad, no sólo religiosidades de contemplación y de autoflagelación espiritual. Se requieren otros Cristos, que animen a sus feligreses a la lucha cotidiana de hacer de este mundo, pues un mundo mejor.

Lamentablemente las jerarquías religiosas, nos mostrarán otra vez en esta semana santa a un Cristo santulón y de rezos al infinito. A un Cristo que perdona a criminales y asesinos. A un Cristo manipulado y hecho parte de las oligarquías actuales, por todo el mundo.

Pero hay que saber que ese Cristo nunca existió. Sino fue felizmente un Cristo combativo, exigente moralmente con los gobernantes corruptos, exigente con las sociedades hipócritas, denunciaba las injusticias y las contradicciones de la ley judía. Hay que saber que lo mataron por todo eso. Para Cristo los rezos servían sólo para pedir fuerzas a Dios, y seguir en las trincheras de la vida en función de hacer de este mundo el cielo y el paraíso.

Ni modo, tendremos que soportar otra vez en semana santa rezos y mensajes sin sentido alguno. Fuera de la realidad de este mundo. Fuera de la coyuntura histórica de este mundo. Y los feligreses en general, están también sometidos a estos mensajes anti cristianos, es decir que encubren adormecidos las injusticias estructurales de nuestro mundo.

Opinión
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9 de abril a pesar del tiempo y la historia

Está claro que la Revolución del 9 de abril de 1952, protagonizada por mineros, obreros, campesinos y clases medias pobres en armas, fue el único acontecimiento que dio vuelco a la tortilla de nuestra historia. Tuvo que ser una Revolución, para que millones de compatriotas sean por fin reconocidos como habitantes reales, como bolivianos integrados con derechos y deberes. Destruyendo a la vez las visiones coloniales y marginadoras de la historia tradicional oligárquica.

Tuvo que ser sangrienta, con enormes sacrificios de parte de los sectores pobres y obreros. La ceguera y testarudez de los sectores oligárquicos, frente a una realidad absolutamente objetiva de millones de desplazados, de marginados del sistema educativo, marginado de la economía, marginados de sus básicos derechos, ya no era sostenible a mediados del siglo XX.

Sin embargo; oh sorpresa, mineros y campesinos armados y dueños de la Revolución, entregan en bandeja de plata su conquista histórica a clases altas que nada tenían que hacer en aquellos momentos históricos. Quizás el miedo a los manejos burocráticos; quizás el miedo a construir o reconstruir totalmente las instituciones y el Estado. Lo cierto es que las masas armadas y dueñas de ese proceso, entregaron el poder a quiénes no debían.

En todo caso, la historia seguirá debatiendo aquel acontecimiento importante. Y ojalá el aprendizaje y las lecciones de aquellos hechos, con sus luces y sombras, tomen relevo en las nuevas generaciones. Pues, aquella Revolución nos mostró con claridad, que las clases altas y medias no tenían consciencia real del país. Sobre todo, del país profundo. Todos los hechos posteriores: dictaduras militares y civiles, fueron didáctica del conocimiento sobre la consciencia de las clases pudientes, respecto del país.

Pero es cierto también, que las sombras de la Revolución fueron enormes. El racismo congénito de un país colonizado hasta los tuétanos, la discriminación hacia las mujeres, no se resolvieron. En un país de mentalidades conservadoras y retrógradas no se pudo avanzar más allá de sus propios límites.

Si para mantener la libertad, los derechos humanos, y todo lo que ha logrado aquella Revolución y los procesos sociales de avanzada que han venido después, se requiere otra Revolución, pues que así sea. El ejemplo del 9 de abril seguirá siendo una llama en el firmamento de los sectores marginados.

En estos años de barbarie occidental gringa, donde todo se ha degradado hasta niveles insospechados, requerimos elevar nuestros grados de consciencia patriótica. Vamos siglos y siglos repitiendo errores que siempre nos llevan a derrotas, a sacrificios de sangre e inhumanos que no son justos. El capitalismo se hace cada vez más sanguinario y peligroso. El genocidio en Palestina y la guerra de Ucrania, muestran precisamente los grados inhumanos a los cuáles están cayendo quiénes son los gendarmes del sistema mundial capitalista. La experiencia nos dice que los sirvientes por el sur del mundo, simplemente se prestarán a esta tarea homicida.

Que la Revolución del 9 de abril de 1952, alumbre en la esperanza de que siempre es posible que los pueblos sean libres, frente a la degradación humana de la explotación y la expoliación de las riquezas. La Revolución de 1952 abrió en la historia una enorme puerta a los cambios y transformaciones sociales, frente a las visiones retrógradas, racistas y coloniales que siguen imperando en el mundo.

Pues en momentos de barbarie occidental gringa, acudir a nuestra memoria histórica de cambios y transformaciones para no quedar en la trampa del miedo y la cobardía. Transformaciones que han sido los motores para construir un país más justo, un país más nuestro y algún futuro claro hacia las nuevas generaciones.

Pero el aprendizaje y la experiencia sobre los errores que se cometen, que el pueblo paga muy caro, deben ser lecciones concretas en las nuevas generaciones. La Revolución del 52 nos muestra con nitidez esos errores, que no aprendimos y cometimos los mismos errores en otros momentos de cambios sociales. Retrasando procesos económicos y sociales, que sólo nos debilitan como Nación y nos hacen más dependientes del capital internacional.

Recordemos a la Revolución del 9 de abril de 1952, como el gesto más importante de una gran parte del pueblo boliviano, para cambiar las estructuras económicas y las mentalidades que devenían desde la colonia. Aquellos heroicos hechos, sobre la base de muertes y sufrimiento, abrieron las posibilidades de sueños y realizaciones que jamás habían contemplado las élites republicanas.

El 9 de abril del 52 es la bandera más clara y el ejemplo más preciso, para seguir en los derroteros de construir Estado en serio, y Nación para todos. Ese abril revolucionario del 52 tiene que ser el estandarte que guíe en los distintos caminos, de construcción económica y de justicia social. Estandarte para buscar mejores oportunidades económicas, sociales y de sueño en nuestra Patria. Y que los fracasos de aquella revolución, no opaquen los legados que hasta hoy tenemos en el país.

Opinión
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Aranceles, saqueo y expoliación

El gobierno neofascista del emperador Trump, empuja al mundo de manera peligrosa a una guerra comercial, imponiendo aranceles que en la mayoría de los casos son injustos y por demás fuera de toda consideración diplomática. Bolivia también está en su lista negra, y tiene que pagar aranceles por sus exportaciones lo que nos empobrecerá más todavía.

Pero es pertinente recordarles a los neofascistas de la casa Blanca, que su país vivió casi siempre saqueando y expoliando nuestras riquezas, sean estas minerales y otras. Recordar, por ejemplo, que durante la segunda guerra mundial, nuestro país fue obligado a exportar estaño a bajísimos precios, con la excusa de “aportar a las causas de la guerra”.

Por cierto, no eran consensos ni acuerdos de caballeros ni mucho menos. Eran órdenes imperiales bajo amenazas punitivas de sanciones y otras mañas, típicas de la política exterior imperial de los USA.

Así, Bolivia tuvo nomás que regalar su estaño para esas causas nobles de la guerra; aun a costa de enormes sacrificios sociales que costaron sangre a mineros, a obreros y clases medias pobres. Por esos motivos nobles se produjo la masacre de Catavi en 1942, pues los salarios de los trabajadores eran miserables; pero el estaño se regalaba a los norteamericanos.

Sería prudente que nuestra diplomacia haga los esfuerzos, ojalá sea posible, para reclamar a los gringos que nos paguen los precios justos por el estaño, robado y saqueado desde siempre, y ni siquiera nos pagaron aranceles por eso. Sería prudente recordarle algo de historia a ese ignorante comerciante que tienen como presidente los estadounidenses.

Ahora el mundo entero tiene por fin la visión real y objetiva, de lo que siempre fue normal desde los imperios del norte: los hechos económicos y saqueo mundial de los pueblos del sur del mundo. La pasividad, la complicidad del silencio, sobre todo el no molestarles a los imperiales de parte de gran parte del mundo desarrollado, pues tapaba y encubría el saqueo de riquezas.

Todas esas injusticias significaron masacres obreras, masacres de sectores pobres y campesinos. Los magnicidios, los golpes de Estado sangrientos, y las imposiciones de la ilegalidad sobre historias y pueblos enteros, han estado estrechamente ligados al saqueo de nuestras riquezas. Quizás en eso se resume la historia moderna de nuestros pueblos.

Sabemos bien que esta historia no se resolverá en favor de las naciones saqueadas. Estamos siendo testigos, otra vez, que esos señores de la casa Blanca sólo tienen una manera de ver el mundo: de manera perversa y en función de sus ganancias económicas imperiales. Todo lo demás sólo disfraza para que la historia sea algo más contable.

Si bien el mundo cambia y corre por estos tiempos modernos y desarrollados, los intercambios comerciales injustos siguen siendo la correa de transmisión, entre la diplomacia mundial. Además, ahora son las oligarquías financieras las encargadas del saqueo mundial. Eso añade por supuesto una forma más letal en las formas del saqueo, porque se hace abstracto y más invisible la muerte y la miseria humana.

En esta historia lineal, o teleológica, donde los retornos son cada más constantes, pues el retorno de los fascismos imperiales nos muestra que la historia occidental, no precisamente es objetiva ni mucho menos. El mito del desarrollo y progreso fue sólo para ellos. Para el sur del mundo, todas las historias son de saqueo y expoliación de nuestras riquezas.

Ojalá el mundo tome consciencia por fin. Que el sistema y sus derivados de saqueo, por demás injustos y sangrientos, no ha hecho un mundo donde la vida sea atractiva para miles de millones de seres humanos. Sino un valle de lágrimas, donde cotidianamente se lucha como animales para sobrevivir, para justificar en algo el haber abierto los ojos en el nacimiento, en este mundo.

Ojalá los pueblos del mundo tomen consciencia, de lo insostenible que son las relaciones comerciales, donde los más poderosos siempre son los que más ganan, sobre los más pobres y miserables del mundo. Esa insostenibilidad nos empuja después a sangre y reclamos incluso de venganza justa. La miseria siempre generará guerrilleros, combatientes en defensa de los más desamparados a lo largo del mundo.

Los aranceles imperiales de estos días, sólo generará más miseria y pobreza. Pero pues, los occidentales no aprenden de su propia historia. Por la periferia del mundo, también se producirán mayores desajustes económicos, es decir pobreza y miseria. Sin políticas de Estado, o con Estados débiles y sin gente experimentada para estos desastres, tenemos nomás el apocalipsis en las puertas.

Veremos también si la sociedad civil estadounidense despierta de su letargo. La comodidad y los lujos tienen sus inconvenientes, cuando toca la puerta la necesidad de seguir viviendo aun compartiendo el mundo, con la miseria y la pobreza.

La sociedad civil y el pueblo estadounidense no pueden dejar impune a unos pillos que han tomado el poder, a nombre de la democracia y los valores sagrados de los USA.

Opinión
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La postmodernidad y la ausencia de ética

La caída del muro de Berlín, abrió un mundo de esperanzas para occidente, comenzando con la caída del comunismo decadente. Comenzó también la globalización, es decir la imposición del modelo capitalista para seguir expoliando las riquezas del sur del mundo. El fin de la Historia estaba en la mesa, como fanfarroneaba Francis Fukuyama. Empezaba por supuesto el triunfo del posmodernismo.

Es decir, la caída de los valores éticos y morales en función de nuevos relatos totalmente individualistas, sin depender y considerar aquellos que fueron cierto los relatos del compromiso: revolucionario, cristiano, combatiente en favor de los demás, en favor de los valores supremos colectivos. Sobre todo, en favor de los más desposeídos del mundo. De los marginados de la historia.

También es verdad que muchos “revolucionarios” ya se habían corrompido, convertidos en caudillos dictatoriales y luego corruptos en lo económico. La historia ya nos ha detallado esos eventos mundiales. Sin embargo, había un muro invisible en la consciencia humana que de alguna manera frenaba a la impunidad, a la corrupción generalizada.

El daño de las corrientes postmodernas es evidente en estas coyunturas mundiales. Los gobernantes gringos, por ejemplo. Que consideran los negocios turbios, como el de las armas, por encima de toda consideración humana básica. Asesinar niños y mujeres ya no tiene ni la más mínima condición ética posible, es como matar hormigas o insectos. Los filósofos y pensadores gringos se han rendido ante esta brutal matanza de la consciencia humana, como triunfo absoluto y total del postmodernismo.

Los piratas y bucaneros de los siglos XVII o XVIII, que eran los mercenarios ideales de los reyes imperiales de entonces, se han quedado cortos ante los gobernantes actuales del mundo “civilizado y educado” gringo.

Como vemos, el postmodernismo como totem de las generaciones posteriores a la caída del muro de Berlín, ha contaminado todo el espectro de las sociedades. Incluso a los movimientos sociales del sur del mundo. Porque los resultados actuales nos muestran nomás que ese pensamiento individualista, egocéntrico y corrupto se ha impuesto sobre los soñadores, sobre los verdaderos revolucionarios, sobre los pueblos que buscan liberaciones del capitalismo.

Los caudillos postmodernos son esencialmente parte de esa terrible enfermedad, psicológica y filosófica, de ser el centro egoísta de la política. Personalista, dictatorial, revanchista, resentida y pues vengativa con todos los condimentos de la historia tercermundista. El sentirse el centro del mundo, como actitud política, es una actitud postmoderna.

El mundo está hoy estupefacto ante esta arremetida postmoderna, de los dictadores actuales en nombre de las “civilizadas y cultas democracias” occidentales. Horrorizados y paralizados por el poder total y absoluto del miedo y terror de los caudillos gringos.

Pero el mundo debe reaccionar en consecuencia. No sólo en las calles y en la legitimidad de lo poco que queda de las democracias. Sino y, sobre todo, en las ideas, en las ciencias sociales y las nuevas investigaciones históricas, etc. Tenemos que construir nuevos derroteros filosóficos y sociales, para recuperar aquellas ideas y quizás nuevos relatos en función de lo ético. En función de la política altruista, en función de los demás, en función de los miles de millones miserables y expulsados de la historia tradicional y oficial de occidente.

El avance de la corrupción es parte de este asalto postmoderno, para terminar con los sueños humanos de hacer de este mundo un mundo mejor. Hoy los corruptos y asesinos de lo ético, son los que hablan más en la política y el ejercicio político en el tercer mundo. Ese es el espectro y brutal secuencia de los sucesos por todas partes.

En definitiva, probablemente estamos en el momento del examen más importante de la historia moderna. Por estos lados del mundo, como por el norte del mundo. Es el momento de acudir a las historias de resistencia y defensa de la vida, de la legitimidad y de los sueños de nuestros ancestros. Vietnam logró enfrentar a esos monstruos poderosos e impunes occidentales, y a pesar de la destrucción y los inmensos sacrificios humanos, lograron revertir y vencer a los piratas “civilizados, cultos y educados” del norte.

Existen muchas historias de resistencia. Existe y está presente la memoria de la resistencia por todas partes del mundo. Nosotros, en Bolivia, tenemos siglos de resistencia. Entre aprendizajes terribles y sabidurías para salir de esas trincheras que muchas veces, son años de sacrificios y entrega de vidas. Siempre, éticamente, en función de los demás.

Ojalá la sabiduría de los pueblos, en resistencia, recuperen otra vez las experiencias históricas para revertir este momento oscurantista y retrógrado. Ojalá que los filósofos de la muerte y la impunidad postmodernos no se salgan con la suya. Aconsejando a los piratas y bucaneros del norte, portadores de la violencia y muerte, como en los siglos XVI y XVII por el sur del mundo.

La política sin ética, no es revolucionaria. Es postmoderna y asesina. La política sin moral, es corrupta y anti revolucionaria. La política sin el compromiso real y ejemplar con los más oprimidos, es sólo un engaño de palabrería y zalamería individualista y egocéntrica. Es decir, anti revolucionaria.

Opinión
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Acerca de revoluciones y cambios

En Bolivia la única Revolución que tuvimos fue en 1952. Cuando mineros, obreros y campesinos se lanzaron a enfrentarse directamente con el ejército oligárquico, para derrotarlo por las armas y cambiar por fin el destino de Bolivia. Pero, quiénes hicieron la revolución entregaron ese sacrificio a las clases altas y medias altas de este país. Error que se lamentó por siempre en nuestra historia. Entregaron la revolución a unas clases altas debiluchas, sin sentido de Nación, sin sentido de Patria, sin conocimientos profundos del país, y sin autoestima al menos nacionalista.

Aquella Revolución, en medio de la guerra fría, fue boicoteada desde adentro y posteriormente traicionada por aquellas clases altas débiles y sin sentido de Nación. El miedo tonto al comunismo pudo más, para venderse al bando imperial capitalista y destruir la Revolución del 52.

Los demás cambios fueron al calor de las democracias pequeño burguesas, occidentales y totalmente reformistas respecto de avances de indígenas, de obreros y clases medias pobres. Si bien hubieron avances constitucionales, sólo respondieron a las democracias tradicionales y formales. Los resultados los vemos con total claridad.

Cierto que varias revoluciones en el mundo cayeron en errores burocráticos terribles, que les condujeron a derrotas graves. Como la revolución rusa, aquel apoteósico cambio para toda la historia de occidente, que fue burocratizada totalitariamente para encerrarles en los gulags a intelectuales y pensadores críticos, por las hordas evangelistas ortodoxas del marxismo deformado.

O la revolución China que tuvo que hacerse capitalista plena, para sobrevivir a su propio destino. La revolución cubana, ejemplo mundial en los primeros años, sobreviven en medio de miseria y pobreza galopante, a nombre de la dignidad de los gloriosos momentos de hace siglos.

En Bolivia no contamos con clases altas nacionalistas. Sino absolutamente coloniales, es decir sin raíces en estos territorios. Totalmente débiles como clase, sin proyectos de clase. Sin proyectos de Nación. Con sus miradas desde siempre allende los mares. Soñando en Miami o París; pero no en Bolivia, en sentido de proyecto y construcción de Estado y Nación. En sentido de echar raíces existenciales en estas tierras.

Por todo eso, substancialmente, casi siempre fueron vencidos y derrotados por indígenas y obreros; aunque se sirvieron de las armas del ejército y los poderes externos y extranjeros, para volver a posicionarse en el poder. En esos vaivenes de la política de la ruleta rusa, o de la montaña rusa, jamás pudieron construir algo sostenible en el tiempo. Desordenados, caóticos y sin sentido de Nación, siguen sin cambiar en el siglo XXI.

El último proceso que fue otra explosión popular a inicios de este siglo y milenio, como todos los anteriores procesos populares, fue boicoteado desde adentro por estas clases altas sin sentido de Nación y Patria. Además, en su forma democrática reformista pequeño burguesa, donde las ventajas burocráticas de las instituciones las tenían estas clases altas.

Pero la experiencia es muy importante, si es que se sistematizan los fracasos para volver a empezar con otros derroteros realmente populares y revolucionarios. Porque la pobreza, la miseria, la ausencia de oportunidades de trabajo y negocios para las nuevas generaciones es la característica generalizada en nuestras realidades.

Los cambios sociales siempre serán las posibilidades ante las injusticias, ante las soberbias del poder y sus corruptas maneras de gobernar. Mientras no se resuelvan los factores estructurales y económicos de nuestro país, los cambios y revoluciones estarán a la vuelta de la esquina de las historias que vienen.

Vemos que la inoperancia institucional frena la justicia básica, que la corrupción galopante destruye los tejidos sociales del país. En suma, otro fracaso más de un intento que podría haber sido una oportunidad de cambiar los temas estructurales de la historia de Bolivia.

Las nuevas generaciones tienen el deber de conocer la historia de los cambios sociales, de las revoluciones que han sido el sentido mismo epistemológico de la existencia de los pobres. Aquello que da el sentido a la vida, como corpus social e individual. Porque en los cambios sociales y revoluciones, los pobres y marginados de la historia tienen sentido como existencia. En esas explosiones sociales donde la autoestima histórica se hace fundamental en las clases subalternas.

Sin embargo, esos procesos sociales de avanzada no son fáciles ni se realizan en el azar y la suerte de la historia. Todo lo contrario. Como en todas las épocas de la llamada historia, son fundamentalmente procesos de toma de consciencia: frente a los acontecimientos de la sociedad y frente a la destrucción del patrimonio de la Nación y la Patria. Y si esos procesos de toma de consciencia permiten construir alternativas reales, desde la política y la ideología, a los sectores populares y marginados del país.

El mundo atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia. Los peligros son evidentes, cuando se restauran visiones imperiales y racistas desde el norte dizque democrático, civilizado y educado. Nuestro país requiere de personas altamente comprometidas con el país profundo. Además de patriotas y con sentido de Nación. Dispuestas a colgar corruptos en las plazas públicas del país. Y dispuestas a nuevos sacrificios para seguir construyendo Bolivia.

Opinión
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Neofascismo en Estados Unidos

El caudillo neofascista elegido en los USA como presidente, conlleva los enormes peligros que el mundo corre en estos tiempos turbulentos. Como todo caudillo, tenemos experiencia de sobra en el sur del mundo, carga todo lo nefasto de la política patrimonialista. Es decir, considerarse dueños de todos los rincones del Estado, para corromperse y destruir lo colectivo: porque el Estado somos todos.

Aquel país supuestamente ícono de la democracia moderna, ejemplo de la civilización occidental y su cultura capitalista moderna, es hoy una rémora de todo ese mito y discurso que compartían las clases altas de América Latina, seas estas de derecha e izquierda. Y la ideología social darwinista fue la base de sustentación, para destruir toda herencia prehispánica en nuestros territorios.

El caudillo gringo, un ignorante y prepotente comerciante, es ciertamente la punta del iceberg de una corriente ultraconservadora y totalmente retrógrada respecto de las conquistas sociales del mundo. Corriente retrógrada, llena de odio y resentimientos contra lo distinto, contra visiones del mundo que no precisamente son anglosajonas y blancas, en costumbres y maneras de ver el mundo.

Cuando se pensaba que la historia del mundo había superado con creces, a las tragedias de los fascismos de toda laya, allá al terminar la segunda guerra mundial, pues hoy somos testigos de la resurrección de los fascismos en dónde se piensa todavía, que aún tienen las democracias más modernas posibles. Los fascismos regresan convertidos en neofascismos. Es decir, más peligrosos que sus anteriores raíces. Hoy cuentan con las tecnologías de punta en armas y mecanismos de comunicación, para adormecer a las masas y hacerlas esclavas de sus delirios más peligrosos.

La expulsión de migrantes, en las condiciones más humillantes posibles, el apresamiento de estudiantes que tienen legalidad; pero que son contrarios a los abusos de poder, muestran facetas abiertamente neofascistas. Todos los ministros o burócratas que le acompañan al caudillo, reaccionan insultando a la prensa o a quiénes se animan a criticar estas cavernarias maneras de gobernar dicho país. La libertad de expresión está en peligro, como no se había visto desde los nefastos acontecimientos de la época nazi, en los años 30 del anterior siglo.

Por el sur del mundo, lugar de caudillos ignorantes y bravucones, acostumbrados a sus clases altas admiradoras de los civilizados del norte, también hay temblores políticos. Imitadores del caudillo gringo aparecen en el escenario de muchos lugares. Milei es el más representativo, es el más empeñado en que la restauración señorial conservadora tenga efectos y resultados concretos por estos lugares del mundo. Es cierto, al final estos señoriales son los descendientes del colonialismo de los siglos XVI adelante. Son los hijos de la civilización de occidente.

Con las elecciones en estos años, aparecen y aparecerán más imitadores del caudillo del norte. Suponen que ha llegado la hora de restaurar lo señorial e imperial, aun a costa del sufrimiento del mundo. En Bolivia ya empiezan a aparecer los pequeños Milei, que se prestan a ser los lacayos del caudillo del norte. Los discursos de restauración y de poner en orden la economía, son precisamente esos que se dicen en el norte. Pero que son mensajes de las órdenes que vienen de oficinas, conocidas desde el siglo XX, donde los burócratas de la muerte suelen enviar a sus sirvientes por estos lados del mundo.

La resistencia a estos flagelos de la muerte, será otra vez esencial en estos tiempos. Resistencia activa por todo el mundo: protestas callejeras, protestas en las redes sociales, protestas en todos los países directamente afectados por las torpezas imperiales del caudillo gringo. Se tiene que globalizar la lucha y la resistencia, si es posible en unión de países, de trabajadores y sindicatos organizados de manera internacional.

Por razones éticas y morales no se puede dejar que la soberbia ignorante, prepotente y neofascista se imponga a las malas en todo el mundo. El peligro de dejar pasar estos atropellos contra la humanidad, es la restauración de todo lo superado y vencido en siglos de lucha y enormes sacrificios de la humanidad. No se puede traicionar la sangre y el sacrificio de millones de seres humanos, que pusieron sus vidas en función de mejor vida de las generaciones venideras. Y estos neofascistas gringos quieren destruirla de manera brutal e imperial.

Aquí ya no cuentan las izquierdas y derechas de cuello blanco, que son también señoriales desde nuestras experiencias autóctonas. El internacionalismo trabajador y de pueblos ancestrales, que tienen experiencia en resistencias a colonialismos e imperialismos, serán los que lleven las banderas de la resistencia. No sólo está en juego la dignidad de nuestros pueblos, sino realmente el futuro de la humanidad.

Han despertado y regresado los resabios de los colonialismos e imperialismos del siglo XVI. Esos resentimientos del odio hacia lo distinto. Esos social darwinistas y supremacistas racistas, que quieren un mundo a imagen y semejanza del Ku klux klan. Entonces tendrán más Vietnam y Palestina incluso en su propio territorio.

Opinión
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Nuevo desorden mundial

Los civilizados y educados gringos están destruyendo su democracia, además de llevar al mundo a un desorden total, donde probablemente la barbarie y los bucaneros modernos serán los líderes políticos más importantes. De hecho, los Estados Unidos ya son una muestra palpable. En este escenario cabe preguntarse si todavía es ético y moral, considerar la continuidad del sistema democrático, pues sus resultados no son precisamente los más positivos.

Incluso en la periferia de la periferia, donde está Bolivia, los cuestionamientos al sistema democráticos son muchos. A pesar de los avances políticos y de inclusión social, no se ven avances en la inclusión económica. La pobreza y la miseria siguen siendo el talón de Aquiles de nuestro país. Requerimos de nuevas estrategias de país, de Estado, de sociedad civil para vencer los desafíos más importantes y que siguen persiguiéndonos como fantasmas desde el siglo XIX.

El escenario internacional no es en esta coyuntura una oportunidad. El racismo como lenguaje político ha regresado, poniéndonos en evidencia que esas enfermedades mentales regresan cada vez que se sienten superados por los avances sociales. Dialogar y consensuar con esos seres supremacistas, es pedir peras al olmo. Esos bucaneros y piratas buscan esclavos políticos, o sirvientes dispuestos a agachar la cabeza por unos cochinos dólares.

Sin embargo, es también un momento para evaluar lo nuestro. En sentido de mirarnos al espejo, con crítica de altura, para ver nuestros avances y nuestros errores. Como sociedad no solemos, lamentablemente, estar acostumbrados a la crítica y la evaluación, sino al encubrimiento ideológico, como en la edad media, de lo que realmente está sucediendo.

Estamos desordenados en muchos sentidos. Nuestros tejidos sociales desestructurados, fracturados, quebrados incluso en las facetas más cotidianas. En momentos de crisis económica, muchos comerciantes aprovechan el pánico para ganar sobre el hambre de la gente. No existe ya la solidaridad de clase, ni de ningún tipo. Aquí es sálvense quién pueda. Como en las instituciones del Estado y quizás también en las instituciones privadas.

La incertidumbre está carcomiendo todos los tejidos sociales, junto al azar de las determinaciones de sociedad. Lo peligroso de este ambiente, es que el mensaje hacia las nuevas generaciones es de fracaso total. Es decir, sálvense quién pueda. Las únicas oportunidades en el desorden social es la delincuencia, el contrabando, el narcotráfico, el engaño al Estado a toda costa vía desvío de impuestos, etc. Porque nada es seguro, todo es incierto, no hay presente y futuro que soñar, sólo la sobrevivencia absoluta y total a cualquier costo.

Hace demasiado tiempo se requiere de urgentes cirugías ideológicas, políticas, éticas y morales en nuestros tejidos sociales. Los parlanchines y héroes no sirven de nada, sino quiénes realmente son ejemplos y referentes éticos en la sociedad, en los barrios, en las organizaciones sociales. Referentes en los ejemplos concretos de servicio social, de trabajo comunitario y barrial.

El mundo ya no es referente de nada en estos momentos. Quiénes se decían ejemplos de democracia y solidaridad internacional, muestran su lado más inhumano posible hacia el mundo. Es la época de la globalización del racismo, de la pigmentocracia, del imperialismo más brutal posible.

En cierto sentido, la crisis del sistema nos permite una nueva oportunidad de ser nosotros mismos. Para luego ser universales. Sin embargo, es lo económico que no estamos haciendo bien. No tenemos estrategias de Estado, no tenemos visiones en el largo plazo. Vivimos de la coyuntura en medio de la miseria y pobreza franciscana, sin soñar alcanzar metas más exigentes. La mediocridad es el reino de los cielos en nuestro país.

En todo caso no hay muchos secretos en la historia. Los consensos sociales, los acuerdos de objetivos conjuntos, y pues el patriotismo como prioridad seguirán siendo los protocolos más importantes también en estos tiempos. Los caudillismos tienen que ser enterrados en el basurero de la historia. Los daños que han causado a la Patria son inmensos y profundos.

En estos tiempos cuando el sistema capitalista ha quedado en evidencia, con sus raíces racistas y supremacistas, tenemos que buscar con urgencia consensos de sociedad para sobrevivir de mejor manera. Eso es por supuesto sanar los traumas terribles en nuestros tejidos sociales, que ahora están destruidos y desestructurados. Los consensos sociales son exámenes de sociedad, en función de objetivos superiores y de conjunto.

Soñemos también con la aparición de líderes nuevos, jóvenes en lo posible para renovar totalmente la política, las ideas de lucha, las ideas de construcción de Patria y Nación que no podemos realizar y cerca del Bicentenario, pues, no hemos cumplido como país. Todas las anteriores generaciones se han aplazado históricamente.

En tiempos de Desorden Mundial y regreso de los racismos supremacistas más retrógrados, tenemos la urgencia de revisar lo nuestro. Pero desde posiciones críticas y valientes. Intelectualmente patrióticas y con el corazón en el pueblo.

Opinión
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El Papa y su silencio ante el mundo

El Papa Francisco ha sido sin duda alguna un rotundo fracaso, como líder espiritual y como latinoamericano en medio de occidente. Después de su LAUDATO, que ha sido una promesa importante, nada más ha hecho para renovar a la iglesia católica. Sobre todo a la iglesia latinoamericana, que le hace mucha falta ponerse al día en absolutamente todo respecto a las coyunturas mundiales actuales.

En esa línea la iglesia católica boliviana es una muestra de lo que sucede en el Vaticano. Una iglesia lastrada por sus problemas internos: abusos sexuales y retrógrada en asuntos políticos y de compromiso real con sus feligreses. Cerrada totalmente al mundo de Bolivia. Y sus líderes unos viejitos sin idea alguna de lo que sucede en Bolivia, dando discursitos y palmaditas a todos los otros viejitos que asisten a sus misas, en algunos domingos aburridos y surrealistas fuera de lo que realmente sucede en Bolivia.

No sabemos qué realmente hace el cardenal, nombrado por su rostro y ascendencia indígena; pero totalmente inútil para los propósitos de las feligresías bolivianas. Cardenal burócrata y probablemente rezando en su finca todos los días, de manera hipócrita como la mayoría de los líderes del mundo católico en Bolivia.

Sabemos por tradición de las obras sociales que tiene la iglesia católica. Hubieron tiempos gloriosos por los años 70 y 80 del anterior siglo, cuando la resistencia como institución a las dictaduras militares. Esos tiempos ya han pasado. En estos tiempos turbulentos y de incertidumbre total en Bolivia, cuando la población busca respuestas a su presente y futuro, la iglesia católica camina más perdida que la misma sociedad. Lo más grave: cerrada ante toda posibilidad de ideas y propuestas que vengan de la sociedad.

En estos tiempos turbulentos y violentos, Dios es utilizado por todos lados de las guerras. Criminales como Trump, Netanyahu o Vance utilizan a Dios en sus rezos piadosos para ordenar bombardeos y asesinatos de niños y mujeres. Dios está prostituido y manipulado por todas las ideologías de la muerte. No es raro el crecimiento de las iglesias evangélicas, todos buscan protección en sus egoísmos y pecados modernos o postmodernos. Definitivamente son tiempos violentos y piadosos en la hipocresía moderna, bajo el paraguas de las iglesias.

Se pensaba hace doce años, cuando se nombró al gaucho Francisco como Papa, que la iglesia católica cambiaría y se renovaría para enfrentar los nuevos y complejos desafíos del mundo. Esas esperanzas se han derrumbado totalmente. Ya viejo y decrépito se resigna a terminar sus días de manera rendida y cobarde. Dejará a la iglesia católica a la deriva; para que el próximo Papa sea un nuevo Trump y condene para siempre al Vaticano al retrógrado mundo de los rezos y sentimentalismos inútiles cristianos.

En Bolivia los obispos y el cardenal burócrata, sólo llegarán a viejos inútiles y nada harán para que cambie la iglesia católica. Por supuesto que rezan todos los días, como si eso resolviera los problemas que tienen. Es realmente triste que una institución tan importante sea manejada y mantenida de manera tradicional, en sentido de inercia y pérdida total de esperanzas en cambios y transformaciones que necesita Bolivia con urgencia.

Estoy absolutamente seguro que el desánimo generalizado de la feligresía es total. El silencio al respecto es contundente en estos años. Los obispos y cardenal prefieren cerrar las puertas a sus bases, dejando al olvido cambios, transformaciones, esperanzas y buenas nuevas que se requiere en la sociedad. Lamentablemente no hay elecciones al interior de la iglesia católica, pues los dueños y señores de la jerarquía también demuestran poca capacidad democrática, poca capacidad de cambio y poca capacidad de escucha a las demandas de su pueblo.

El Papa gaucho pasará a la historia sin pena ni gloria. Con más pena que gloria. Es una decepción total para el mundo cristiano, sobre todo para las nuevas generaciones que requieren por cierto buenas nuevas. En un mundo cada vez más egoísta, violento, guerrero y corrupto, necesitamos de instituciones que alumbren e iluminen caminos de esperanzas. El Papa gaucho no ha sido el mensajero que se esperaba, sino un burócrata más del montón.

Las religiones seguirán siendo el consuelo espiritual para los humanos. En estas coyunturas de peligrosos piratas y bucaneros occidentales imperiales, rezar frente a la muerte y destrucción humana de alguna manera desahoga los sentimientos hacia la resignación. El misterio de Dios jamás sabremos si es cierto; pero es un equilibrio contra los asesinos en serie imperiales y brutales.

A estas alturas del partido, hay pocas esperanzas que la iglesia católica boliviana cambie. Pocas esperanzas para que abran las ventanas y ventilen renovando sus ideas y propuestas. Sobre todo en sus obras educativas, donde sería prudente que las nuevas generaciones se alimenten de esperanzas y sueños en un mundo mejor y al menos más solidario.

Opinión
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Milei o el caballo de Troya del Apocalipsis

Es cierto que el gobierno anterior a Milei, fue un auténtico desastre lleno de politiqueros con discursos bonitos, incluso en favor de la revolución. Absolutamente corruptos y sin ideas respecto de la economía. Destruyeron lo poco que habían conseguido avanzar los sectores populares de la Argentina profunda. Por supuesto que tenían también la costumbre de culpar de todo al imperio, a ese imperio que sólo vio desde el palco la destrucción del país vecino.

Entonces la Argentina se volcó en favor de Javier Milei. Quién encarna las ideas del Trumpismo, anti movimientos woke, recalcitrantes anti comunistas, anti feministas, racistas en esencia. Que están restaurando los sueños señoriales de los imperios del siglo XIX, abiertamente contra los derechos humanos más elementales, como estamos percibiendo en los Estados Unidos donde expulsan incluso a niñas enfermas con cáncer, desde los hospitales hasta los aeropuertos militares.

Entonces, pues la Argentina empieza a sufrir las consecuencias de los trumpistas lacayos de América Latina. Es decir, aquel pueblo que nunca tiene la palabra sino mediante sus politiqueros mediocres, que hoy pasan hambre y miseria como siempre, porque las ideologías de la Argentina no pueden resolver los temas estructurales de la historia Argentina.

Argentina sufre en carne propia la ausencia de crítica de sus élites políticas, sean estas de cualquier moda ideológica. Esas élites tercermundistas que no aprender de la experiencia ni de su historia. Dando baldazos bruscos entre las obsoletas derechas e izquierdas, que sólo se adueñan del poder en función de sus intereses y no de las demandas de la Argentina profunda.

Por supuesto que Javier Milei no resolverá los problemas de las clases oprimidas, sino de las clases altas y oligarquías racistas alienadas con la restauración imperial de Donald Trump. Ya vemos esa tendencia con las represiones violentas en las calles en estas semanas.

Milei es el odio profundo de los trumpistas a mujeres con sus derechos, Milei es el odio profundo a las ideas progresistas y de derechos humanos, que además fueron conquistas mundiales en más de cien de años de luchas y sangre a lo largo del mundo. En definitiva, Milei es el caballo de Troya de ese reordenamiento imperial de las oligarquías financieras del norte de este mundo.

El señor Milei acaba de anunciar que la Argentina se retirará del MERCOSUR. Sueña un convenio con su patrón Trump. De esa manera también destruirá lo poco que América del Sur hizo respecto de la integración. Los países periféricos y expoliados por el capitalismo como el nuestro, no son de interés de este señor. Responde claramente a las retrogradas ideas de los siglos XVI o XVII, cuando el saqueo de nuestras riquezas se basaban en la miseria y muerte de millones de esclavos por estos lados del mundo.

Las ideas de progreso y desarrollo que eran los sueños del norte, como triunfo del modelo capitalista del siglo XX sobre otras alternativas, hoy son a todas luces lo más tenebroso que estamos viendo. Esta restauración desconoce el cambio climático, como todo lo avanzado en contra del calentamiento global. Esta forma cavernaria de capitalismo acelerará la destrucción de nuestra casa común: el planeta tierra.

Si la sociedad civil y los tejidos sociales de la Argentina, no reaccionan en consecuencia contra este atentado a la humanidad, lo que se viene es simplemente apocalíptico. Incluso la destrucción de la sociedad civil y los tejidos sociales de la Argentina. Más allá de las ideologías de ultraderecha de Milei, lo que debería preocupar a la sociedad Argentina, es el odio pleno y justificado de estos trumpistas latinos a la historia profunda de Argentina.

Latino América tiene experiencia en resistencia, paciencia y estoicismo frente a las brutales dictaduras militares que hemos tenido. Las nuevas dictaduras “democráticas” que se vienen son más peligrosas. Porque la sofisticación de las tecnologías de la información, permiten a los dictadores, realmente lavar el cerebro de las masas en la justificación de las dictaduras. Precisamente eso hicieron los trumpistas en los Estados Unidos con los sectores pobres de aquel país.

En Bolivia tenemos que estar atentos y despiertos. Ojalá con ideas de renovación y nuevas en función de las luchas sociales. Atentos a los nuevos lacayos de las ideas de dominación y expoliación mundial. Los discursos siempre encubren otras intenciones, como los discursos lindos de Milei para modernizar y desarrollar a la Argentina.

En Bolivia aparecerán los Milei autóctonos. Ofreciendo sueños y cambios por doquier. Aparecerán los señoritos y lacayos para restaurar Bolivia a imagen y semejanza del emperador Trump. Y si nos encuentran desunidos, destruidos y desanimados como en la Argentina, pues lamentablemente tendremos a un representante de Trump en nuestra propia patria.

El apocalipsis mundial se ha desatado. Los caballos de la muerte están sueltos. Sólo la unidad y consciencia de los pueblos puede frenar este apocalipsis. Sino, pues seremos nomas devorados por el sistema capitalista trumpista, racista y antihumano.

Opinión
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