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Adhesión de Bolivia al Mercosur... ¿Déjà vu?

El  sabio Salomón dijo una vez que nada nuevo hay bajo el sol, mientras que el comunista Karl Marx habría dicho que la historia se repite dos veces. Todo parece indicar que ambos tenían razón a la luz de la reciente apuesta por incorporar a Bolivia al Mercado Común del Sur (Mercosur) que, estrictamente hablando, luego de 33 años de existencia está muy lejos de ser tal, pese a que Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay se habían propuesto lograrlo en 4 años a partir de su fundación en 1991. Recuerdo que haciendo mis “primeros pininos” como negociador internacional, desahucié tal posibilidad y el tiempo me dio la razón.

Amén de aquello, hay quienes todavía creen en este proyecto integracionista, cuyo sesgo proteccionista tiene en Paraguay y Uruguay a dos pequeñas naciones que quieren flexibilizar al Mercosur para negociar bilateralmente acuerdos de libre comercio con países desarrollados, siendo que no solo les impide hacerlo por la obligatoriedad de actuar en bloque, sino que, pese a haber firmado Mercosur dos acuerdos -luego de 20 años de negociación con la Unión Europea y 5 años con Singapur- siguen sin entrar en vigor, mientras que países como Chile, México, Colombia, Perú o Ecuador, consolidaron sendos acuerdos de libre comercio a favor de sus exportadores para vender a mega mercados como Estados Unidos de América, Unión Europea y China. El pedido de Paraguay y Uruguay de “abrir” el Mercosur, encuentra ahora un fuerte respaldo en Argentina, por lo que el futuro del bloque podría entrar en conflicto.

Pese a ello, gran alborozo causó el reciente “ingreso” de nuestro país al Mercosur, como entusiastamente lo reflejó la prensa nacional e internacional bajo estos titulares: “Bolivia dice que su adhesión al Mercosur dará “beneficios” más allá de lo económico”; “Con la entrega de la ley de adhesión, Bolivia ya es miembro pleno del Mercosur”; “Adhesión de Bolivia al Mercosur generará “grandes beneficios” en comercio, salud y educación”; “La adhesión de Bolivia al Mercosur fortalecerá el comercio bilateral y la cooperación económica”; “Bolivia promulga adhesión plena al Mercosur y destaca beneficios”, aunque también hubo la disonancia de que “Bolivia entra al Mercosur en un contexto de conflicto diplomático”, notas todas derivadas de la 64° Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur y Estados Asociados, llevada a cabo en Asunción, Paraguay, donde Bolivia depositó el Instrumento de Ratificación del Protocolo de Adhesión al Mercosur, el 8 de julio de 2024, para su entrada en vigor en treinta días.

Lo cierto es que, de aquí en más, habrá que negociar en los próximos 180 días el cronograma por el que el cúmulo de compromisos que se está asumiendo en materia arancelaria, aduanera, comercial, libre circulación de capitales, personas y servicios, adecuación de políticas públicas, entre otras, se internalice en un plazo de cuatro años, lo que entusiasma a algunos y preocupa a muchos.

Por eso la alusión a Salomón y a Marx, en el primer párrafo, porque una situación similar como ésta se dio entre 1994 y 1996, cuando de una manera insólita, sin escuchar las advertencias y recomendaciones que públicamente realizó la generalidad del empresariado privado boliviano, Gonzalo Sánchez de Lozada -tozudo y obstinado como era, mal asesorado desde la Cancillería, además- se empecinó en negociar, entre desiguales, un Acuerdo de Libre Comercio con Mercosur. ¿Cuál fue el resultado? No podía ser otro que lo mostrado por las cifras oficiales.

“Desgasificando” la relación comercial con dicho bloque, como corresponde, ya que la exportación de gas a la Argentina data de los años ´70 y la venta de gas al Brasil se firmó en 1985 -muy lejos del Acuerdo de Libre Comercio negociado por “Goni” en 1996- el resultado que se ha dado desde la entrada en vigor de la construcción de la zona de libre comercio con Mercosur en 1997, hasta el 2023, es francamente lamentable. Se supone que una pequeña economía como Bolivia debería ser la beneficiada, sin embargo, no fue así, más bien, quien cada vez sale más ganancioso es Mercosur, confirmando así los temores que fueron ignorados: El romántico sueño de Goni & Compañía, se tornó en una pesadilla. Atrás quedó la narrativa del “mercado de más de 200 millones de consumidores que nos compraría todo”, algo que no ocurrió y de que “la producción mercosuriana no invadiría el mercado boliviano”, lo que efectivamente ha ocurrido.

Entre 1997 y 2023 -sin contar el gas- Bolivia vendió al Mercosur poco más de 9.000 millones de dólares, cifra que palidece frente a los casi 52.000 millones que le compramos, por lo que, un pequeño país como el nuestro ha transferido cerca de 43.000 millones de dólares a los felices productores argentinos, brasileros, paraguayos y uruguayos, mientras que los productores bolivianos pierden mercado, no pueden exportar libremente lo que quisieran y enfrentan trabas de acceso a tan gigante bloque. De ahí la pregunta del “Déjà vu”: El sueño incumplido de que nos iba a ir bien con Mercosur… ¿No se irá a repetir?

Buscando la verdad
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Estados Unidos como ejemplo en Occidente

La historia de los Estados Unidos es la historia de la violencia. Es el país más armado del mundo, respecto de sus ciudadanos porque su constitución les permite. Por eso todos los días hay masacres entre ellos, la sangre es cotidiana en ese país violento y totalmente atrasado en comparación a otros países occidentales. Estados Unidos es el mercado de la cocaína más importante, es decir del mercado negro de las finanzas donde los Bancos son los principales actores. Y su democracia nunca sirvió a su pueblo, sino a las oligarquías poderosas que intentan hacer del mundo su patio trasero, aun sea mediante violencia y sangre. 

Sin embargo, sus poderosos medios de comunicación se encargan desde siempre para mostrar a este país, como el ejemplo de la democracia y el libre mercado liberal hacia el mundo. El sueño americano es en realidad la propaganda más importante de esos medios de comunicación. País esclavista, pues los propios próceres de su independencia tenían esclavos y parte de las oligarquías gringas. Luego, fueron cómplices del racismo extremo hasta el siglo XX cuando asesinar negros era parte de sus derechos.

Después de la segunda guerra mundial aceleró ese comportamiento imperial sangriento. América Latina es testigo de sus intervenciones militares, con países destruidos y miles de ciudadanos asesinados o encarcelados. Los golpes de Estado también sangrientos, se diseñaban en las oficinas de Washington y se ejecutaban en consecuencia. Guerras en Vietnam, Corea, Afganistán, Irak y hoy en Ucrania y Palestina, tienen el mismo sello imperial de los Estados Unidos. Es decir, venta de armas, venta de democracia, venta del modelo económico capitalista imperial y colonial. 

Pero los medios de comunicación se encargan de domesticar a su población, luego al mundo, mostrando que esos actos son necesarios, en nombre de la democracia y los derechos humanos. Poderosos medios de comunicación, que están bien pensando para dominar las mentes de los humanos. Son parte del poder político norteamericano. Y si alguien se interpone contra esos medios, se arriesga demasiado como el periodista Julián Assange  y otros medios alternativos que sufren represalias y persecuciones.

Ciertamente se trata del país más poderoso de la tierra. Con enormes recursos humanos, financieros y militares. Por supuesto que hay buenas personas, intelectuales de calibre internacional, científicos de renombre mundial que siempre están en primera fila para los premios nobeles.  En estas épocas del genocidio de Palestina, sus universidades se pusieron a la vanguardia de las protestas en contra del sionismo norteamericano. Muchos movimientos sociales están en contra de los gobernantes de ese imperio, promoviendo protestas y denuncias internacionales contra todos los abusos de su gobierno.

Los Estados Unidos son en suma un imperio ya decadente. Lo impensable han sobrepasado desde todos los puntos de vista, ni qué decir de los temas éticos y morales. Es un imperio con una muestra de impunidad total, aun a costa de cualquier aliado de turno como es el caso de Europa. Porque Europa es a estas alturas del partido el patio trasero más vergonzoso, que los mismos Estados de América Latina. Patio trasero sumido y sometido a los designios de los Estados Unidos, como muestra la guerra de Ucrania.

En todo caso, esa decadencia ya es muy evidente. Pues no tienen la fuerza suficiente para imponer sus políticas imperiales. A pesar de las enormes dificultades que ponen, mediante fuerza bruta y brutalidad financiera, se viene nomás un mundo multipolar. No sabemos exactamente de qué tipo y formas; pero es ya muy claro que el mundo necesita otras formas de gobiernos, menos utilizados y colonizados por los Estados Unidos. Y ojalá no haya candidatos a otros imperios, sino todo lo contrario. Ojalá el mundo y la historia hayan aprendido de las lecciones, en general: sangrientas e impunes, que los distintos imperios dejan como estela y recuerdos en todas las historias del mundo.

No necesitamos otros imperios así de sanguinarios e impunes. Necesitamos países que busquen equilibrios y consensos en el mundo. Quizás sea una ingenuidad y quijotesco deseo inútil. Lo cierto es que los habitantes de este planeta debemos avanzar en la búsqueda de democracias reales, de apuestas por la humanidad y la sostenibilidad de los recursos de todo el planeta. 

El recuerdo de los Estados Unidos no es precisamente interesante, la sangre y el robo de recursos de todo tipo, está dejando cementerios de millones de cadáveres por todo el mundo. Sin contar las innumerables guerras que han provocado con diversas excusas, que todas ellas han alimentado sus economías militares y fábricas de armas, sin importarles un milímetro por los muertos, heridos y desplazados. Esos son los recuerdos de los Estados Unidos. El sueño americano sólo es ficción, que sirvió en algún tiempo para millones de inmigrantes, y hoy ya no es posible semejante engaño e ilusión de su modelo y sistema económico.

La locura de occidente la estamos pagando por todo el mundo. Esa locura por la carrera del desarrollo y progreso totalmente descarrilado y sangriento. Que sólo ha contaminado y destruido el planeta, de manera totalmente impune. Que condena todos los días con sangre y masacre a inocentes generalmente, sólo por cumplir al pie de la letra su sangrienta Constitución Política, del Estado más armado del mundo.  

Si Estados Unidos es el ejemplo por antonomasia, de la democracia, el desarrollo y progreso y además del sueño americano, pues Dios nos libre de esos ejemplos. Ejemplos que sólo sembraron muerte e injusticias por todo el mundo.

Opinión
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Esto no es un adiós, más bien, un hasta pronto…

Habían pasado tan solo cinco días desde nuestro último encuentro en la Reunión de Directorio del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), cuando, de una forma inesperada, se produjo el infausto suceso que marcaría la vida de muchísima gente. El 29 de junio de 2024, cerca de la media noche, alguien muy querido en Santa Cruz y respetado en todo el país, dejó intempestivamente este mundo produciendo una herida en el corazón de su madre, esposa, hijos y familiares, así como de quienes en vida conocimos al Lic. Antonio Rocha Gallardo (QDDG). 

A lo largo de mis 37 años de ejercicio profesional en el campo del comercio exterior, compartí durante más de tres décadas un sinnúmero de actividades con mi querido amigo Antonio, a nivel técnico, empresarial, institucional y académico, de ahí que su partida me conmocionó como a muchos otros, ya que si había alguien que tenía la innata capacidad de relacionarse, era Antonio, siempre con una sonrisa a flor de piel (aunque la procesión fuera por dentro) y la mano extendida para hacer el bien, sin mirar a quién. 

Antonio Rocha Gallardo era Licenciado en Administración de Empresas, por la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA); Magister en Comercio Internacional, por la Universidad NUR; con Postgrado en Administración y Gestión de Empresas (Colombia) y en Negociaciones Internacionales (Ecuador). Como profesional comprometido con la educación, fue un admirado catedrático de Pre y Postgrado en la UPSA y la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM) e Instructor y Conferencista Internacional. 

En el rubro empresarial privado se desempeñó como Agente Despachante de Aduana; fue Presidente Ejecutivo del Grupo ARG; Gerente General de TAMENGO S.R.L. – Despachantes de Aduana y Socio Director de Continental Logística S.A. Estaba feliz porque su sueño de internacionalización se había cumplido. 

En el ámbito institucional -un campo que verdaderamente le apasionaba y al cual le dedicó gran parte de su tiempo y capacidad- como buen exponente y activo protagonista del exitoso modelo de desarrollo cruceño fue Presidente de la Cámara Regional de Despachantes de Aduana de Santa Cruz (CRDA SC); Presidente de la Cámara Nacional de Despachantes de Aduanas (CNDA); Director de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (CADEX); Presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior y Miembro del Consejo de Asesores del Directorio del IBCE. 

Como Consultor y Asesor, participó de importantes estudios sobre integración, comercio exterior, tributación aduanera y competitividad, atendiendo la invitación de prestigiosas entidades nacionales e internacionales como ALADI, PNUD, USAID, SECO, entre otras y, de la Aduana Nacional de Bolivia, como Miembro del Tribunal Examinador. 

En el campo intelectual, fue coautor de varios libros, destacando los siguientes: “El contrabando en Bolivia – Una visión heterodoxa” (SECO-IBCE, 2005); “Valoración Aduanera y Defraudación Fiscal” (SECO-IBCE, 2006) y “Visión Bolivia Productiva y Exportadora” (IBCE, 2007), presentado ante la Asamblea Constituyente, en Sucre. 

Bonachón, dicharrachero, entusiasta y, como todo fraterno, bromista empedernido; como hombre de negocios era un optimista de la vida al ver más allá del común de los mortales; siempre proyectaba una imagen de tranquilidad y seguridad, al extremo que, estoy seguro, cuántos de quienes hoy leen esta columna pensaban -como yo- que Antonio sería quien nos enterrara un día, aunque, lamentablemente, no fue así... 

La inesperada partida de Antonio nos sorprendió a todos, no solo sacudió a sus familiares -a los que siempre atendió y por quienes nos enteramos del gran valor que otorgaba a los “juntes” para compartir una comida o momentos de esparcimiento- sino que, nos golpeó también con suprema dureza a todos quienes nos relacionamos con él desde muy jóvenes, hecho corroborado por los cientos de personas que al publicar en mi muro de Facebook el anuncio de su deceso, me llamaron o escribieron incrédulos y dolidos por semejante noticia; otro tanto ocurrió con la numerosa presencia humana en su desgarrador funeral y posterior sepelio. 

El legado de Antonio Rocha Gallardo, fallecido tempranamente a los 57 años de edad, es vasto, definitivamente, no solo como gran dirigente institucional, destacado profesional, experto aduanero, sino, como el empresario que dedicó gran parte de su corta existencia a trabajar por la facilitación del comercio exterior con valiosos aportes en materia de aduanas, logística, transporte y competitividad. 

Antonio fue un entrañable amigo, de los que se puede contar en cualquier momento; alguien de quien aprendí cosas nuevas, cada vez que conversábamos. ¡Cómo olvidar a mi incondicional compañero de marras en las durísimas negociaciones comerciales internacionales de las que participamos en el exterior del país trabajando sin parar con las delegaciones gubernamentales desde el desayuno hasta la cena a media noche! Descansa en paz, querido Antonio, esto no es un adiós, más bien, un hasta pronto…

Buscando la verdad
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Revolución como solución a los desastres

El regreso de los fascismos por todo el mundo, pone en tela de juicio a la democracia de tinte occidental. Democracia que sólo ha demostrado encubrir los intereses de los ricos, de las empresas de armamento, de los Bancos que son lo peor para la convivencia mundial, de la delincuencia de cuello blanco por todo el mundo. Si ese regreso de las mentalidades más tradicionales es evidente, como del conservadurismo ideológico, es entonces legítimo el regreso de la posibilidad de las Revoluciones sociales y obreras.

Las Revoluciones en la era moderna han sido soluciones radicales; pero legítimas frente al desastre de los modelos políticos que sólo destruían a los más pobres, en función de unos pocos ricos. La Revolución francesa fue precisamente un hito histórico cuando volcaron la tortilla, destruyeron a las clases sociales nobles de reyes, obispos corruptos, señores feudales que pues mantenían a un país totalmente sumido en la corrupción: social, económica e institucional. Dicha Revolución llevó a Francia a modernizarse, con leyes más inclusivas y justas, con sistemas políticos democráticos, sobre todo con un sistema en favor de los más pobres. 

Las democracias de modelo occidental simplemente ya no dan oportunidades a las nuevas generaciones. La corrupción ha ganado terreno por todo el mundo. Con ello se ha destruido la institucionalidad y las clases gobernantes se han corrompido totalmente. Por eso la llegada de los neofascismos, con cuello blanco libertario, y el retorno de las mentalidades ultra tradicionales y conservadoras. Por estos lados del mundo, seguimos teniendo defensores torpes y poco inteligentes alabando a las democracias occidentales. Generalmente de clases altas y acomodadas, es decir al margen de nuestras realidades de la Bolivia profunda.

En cambio, la pobreza y la miseria siguen creciendo en medio del show de discursos. Nuestras calles se han llenado de niños y mujeres pobres y miserables, de ancianos pidiendo limosna. En medio de trifulcas políticas que sólo alargan el sufrimiento cotidiano, de millones de compatriotas que poco a poco se cansan de esta democracia occidental. 

Cierto también que algunas revoluciones se prostituyeron con el tiempo, se corrompieron en contra de las masas y el pueblo. Por eso la literatura liberal ya no lo considera como posibilidad en el mundo. Creo lo contrario, pues la miseria campante por todo el mundo, el crecimiento de la pobreza y el hambre, simplemente nos están acercado otra vez a la posibilidad de Revoluciones en el mundo. 

En Bolivia, la memoria larga nos mantiene en guardia. La Revolución del 52 fue un hecho histórico contundente. Boicoteado totalmente desde adentro por las burocracias clase medieras. Sin embargo, ya tenemos un aprendizaje al respecto. Sabemos exactamente que clases sociales sólo boicotean y son cómplices destructivas contra los procesos sociales de avanzada. Esa experiencia es fundamental para avanzar en las próximas escaladas, en los próximos procesos de cambio. El otro elemento es la corrupción. Corrupción totalmente destructiva y en contra de los pueblos, en contra de la moral y ética básica de la política y del sentido común de los pueblos. Porque es cierto que hay gente sólo oportunista, absolutamente en contra de los procesos de avanzada que exigen las masas.

Las paradojas de la historia mundial son por cierto interesantes. Las promesas de la modernidad han fracasado totalmente. Ni las inteligencias artificiales, ni las revoluciones industriales y tecnológicas son suficientes para mejorar la calidad de vida en el mundo. Todo lo contrario, la miseria y el hambre son apocalipsis actuales y son el freno a los sueños humanos. Pues mejor que vengan Revoluciones, como retornos ante el desastre generalizado del mundo, producto del sistema degradado y corrupto. 

Pensar en esa posibilidad: Revolución, es otra vez una real alternativa. Ojalá esta vez, podamos ver las cárceles lleno de burócratas, como muestra del destino cuando las Revoluciones estallan. Cuando las fuerzas de la naturaleza humana hablan, en función de la justicia, en función de la ética y moral para volver al carril de las utopías humanas. La sangre no es una necesidad de los cambios; pero cuando no hay ya posibilidades para el pueblo, cuando la miseria y el hambre empujan a la calle, ni modo. Sacrificios que riegan el futuro del mismo pueblo.

El mundo se acerca a precipicios impensables sólo hace 10 años. La locura del desastre viene sobre todo del occidente cavernario, que muestra sus dientes guerreros y sangrientos por todo el mundo. Dueños del sistema, dueños del sistema financiero injusto y totalmente pirata frente al mundo, dueños de las instituciones de la NNUU, que sólo defiende los intereses de los más poderosos y fuertes en armas y bombas atómicas. 

En esos escenarios totalmente contra la humanidad, contra las posibilidades de convivencia realmente civilizada y democrática, sólo queda esperar otra vez el sueño de las Revoluciones. Pero con experiencias del pasado reciente, para no cometer tantos errores que sólo cuestan sangre a las masas. Sobre todo con las experiencias de las tragedias de la burocracia, y de la corrupción sangrienta.

Opinión
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La entelequia de ser el corazón de Sur América

El triste espectáculo que nos obligó a presenciar el TSE en el pasado encuentro multipatidario, se constituyó en el sumun de las contradicciones de un sistema político decadente y que visiblemente ha agotado su ciclo. 

Mientras este circo romano se alimenta de una creciente violencia, inclusive con la sangre de algún alcalde mirón y desubicado, de a poco se diluye una de las mayores posibilidades que tiene Bolivia en el gran proyecto de integración y articulación geopolítica regional. 

Nuevamente presenciamos la posibilidad de que Bolivia pierda la ventaja natural que nos da ser el corazón de Sur America, esa cualidad natural geopolítica que nos convierte en el epicentro de esa articulación regional tan ansiada por todo nuestro continente. 

No obstante, este gran desafío requiere de inversiones millonarias, inversiones serias con las que hoy no cuenta el Estado, Bolivia necesita invertir urgentemente para convertirnos en el Hub Logístico de la región, inversiones en infraestructura caminera, un sistema de ferrocarriles integrado, aeropuertos que se conviertan en nodos de la economía regional, así como nuestras hidrovias que hasta hoy no cuentan con el suficiente ancho, dragado y accesibilidad como para ser una vía eficiente de interconexión con el atlantico. Sí a esto le sumamos nuestra cultura del bloqueo, terminamos por axficciar nuestra posibilidad de convertirnos en las venas por donde fluya el comercio de la región. 

La exclusión de Bolivia del Corredor Bioceánico con un costo de 10.000 millones de Dólares, constituye un hecho dramático para los intereses nacionales, consolidando nuestra meditarreneidad, aislándonos de nuestra propia región, postergando así la posibilidad de inversiones multimillonarias que a su vez generarián empleo, crecimiento y diversificación económica.

Mientras por un lado hacemos esfuerzos de integración, puesto que ahora somos miembros plenos del MERCOSUR y en esa condición somos el único país que también forma parte de la CAN, da la impresión que estos esfuerzos no forman parte de una Política de Estado sería, planificada y que busque una forma de integrarnos eficientemente dentro los circuitos globales del comercio internacional.

Los bolivianos somos gente trabajadora, gente que madruga todos los días para llevar un plato de comida a nuestra mesa. No podemos ser rehenes de un pequeño grupo miope de politiqueros que lo único que buscan es defender sus ambiciones personales e intereses de corto plazo, a costa del futuro de nuestra amada patria.

Es necesaria una Ley que prohiba los bloqueos, no hablamos de eliminar el derecho a la protesta, que sin duda tiene que evolucionar a otras vías que no perjudiquen al crecimiento y progreso de nuestra amada Bolivia.

Opinión
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Bicentenario: preguntas clave

Nuestro Bicentenario debería ser un profundo examen de nuestra historia. Pero no lo será, sino más de lo mismo en la historia tradicional. En todo caso, hay que rescatar a la historia crítica, es decir a aquella que al menos interroga y relata los acontecimientos de manera que la verdad, a pesar de todo, sea rescatada para las nuevas generaciones. 

Una de las preguntas clave es si es que hemos tenido libertad y justicia, después de los quince años de guerra de los guerrilleros patriotas junto a  varios militares patriotas, contra el poder del imperio español. No hemos tenido libertad, porque aquella guerra por la independencia fue aprovechada para reemplazar a la burocracia realista, por la burocracia republicana que eran hijos de los españoles, nietos, sobrinos, parientes del poder realista. Además tenían experiencia de sobra en el manejo del poder estatal.

Por todo eso es ridículo tener una “casa de la libertad” en Sucre. Ese invento de las oligarquías republicanas, como parte de la burocracia estatal republicana. Un gesto totalmente anti popular, anti indígena y anti obrero por todo lo que sucedió después de la guerra por la independencia. De hecho, los patriotas como el Tambor Vargas o Juana Azurduy de Padilla, no estuvieron en la firma por la independencia, quiénes firmaron fueron los mismos burócratas del realismo convertidos oportunistamente a las filas de la independencia.

Otra de las preguntas es sobre el Estado republicano. Un Estado anti indígena, anti obrero y anti popular por esencia. Por eso las organizaciones sociales a lo largo de la historia, tienen experiencia de organización contra el Estado precisamente. Pues teníamos que defendernos del Estado y su poder corrupto. Un Estado republicano racista, pigmentocrático, marginador absoluto de los derechos básicos del pueblo. Estado que cambió en algunos aspecto recién en el año 1952, cuando la revolución de aquel año, producto de la bronca histórica de mineros, obreros e indígenas contra ese Estado.

La otra pregunta clave es sobre la realidad de la sociedad civil. Sociedad civil que heredó castas privilegiadas y racistas desde la colonia, contra todo lo demás. Que hasta hoy no hemos podido romper esas terribles costumbres clasistas y de visiones totalmente segmentadas, totalmente al margen de las realidades de la Bolivia profunda. Si bien hemos avanzado en estos últimos años, no hemos resuelto definitivamente estos traumas históricos que por supuesto afecta en la práctica del funcionamiento institucional: burocracia estatal actual. Afecta en el funcionamiento de la globalidad de la sociedad civil.

En definitiva, tenemos enormes problemas estructurales herencia de la historia tradicional que no terminamos de enfrenarlo, de resolverlo y consensuar colectivamente. El peligro que corremos, al no enfrentarlo correctamente, es seguir desestructurados socialmente. Además, todavía peor el mayor peligro que corremos es enfrentarnos brutalmente, como en otras realidades de dimensiones parecidas. Es decir, no tenemos otras salidas que el de consensuar y ponernos de acuerdo por el bien de las generaciones jóvenes, por el bien del país y de nuestra historia. Y pues, el Bicentenario podría ser una excusa importante para reflexionar abiertamente de todos estos traumas no resueltos en nuestra historia.

Estar a la altura de estos acontecimientos es una necesidad crucial. Los líderes y políticos de todas las tendencias tienen que ponerse las pilas, tienen que escuchar a la historia desde abajo, desde donde siguen las demandas desde el nacimiento mismo de la Nación. Hay demasiada miseria y egoísmo en varios supuestos líderes, que no están a la altura de estos enormes acontecimientos estructurales. 

En los demás países que festejaron a su turno sus bicentenarios, realmente no pasó nada extraordinario. Fueron eventos otra vez tradicionales, banales, para la foto y los tontos discursos de ocasión. Hubieron también Bicentenarios paralelos, de sectores alternativos o críticos con las historias tradicionales; pero sin mucha influencia regional. Se realizaron investigaciones sobre aquellos Bicentenarios, la mayoría no están todavía a disposición para las reflexiones respectivas.

A pocos meses de estos festejos, pues nos encontramos otra vez con problemas sobre visiones políticas e ideológicas. Prueba de lo desestructurados que seguimos, que ni siquiera hemos logrado niveles de nacionalismos patrióticos. Seguimos nomás sin consensos sociales, sin capacidad de definir estrategias conjuntas que nos permitan sobrevivir como colectivo. Ya estamos en el siglo XXI; pero nuestras costumbres están estancadas en el siglo XIX. La modernidad no nos ha tocado, sino como adornos superficiales sin influir en casi nada: en lo mental y material.

Estamos a pocos meses del Bicentenario. Pocos meses que es poco tiempo para consensos mayores. Al menos que nos sirva para tomar conciencia de nuestros estructurales problemas, sin tener la capacidad de resolver desde hace siglos. Postergándolos a las calendas griegas, con excusas varias pero sobre todo con inutilidad política. Qué poco respeto hemos tenido por los patriotas guerrilleros, entre ellos Tambor Vargas, que sacrificaron sus vidas en beneficio del país profundo; sin que las generaciones posteriores hayamos hecho algo.

Estamos a pocos meses del Bicentenario, ocasión de reflexión y toma de posturas en bien de la Nación y sus distintos pueblos, que heredamos historias no entendidas y no comprendidas por la república. 

Opinión
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El gran mercado desaprovechado de los Estados Unidos de América

Hace poco más de diez años escribí, desde lo más profundo de mi corazón, una columna titulada “La amenaza verdadera”, basada en el Foro “Claves para una Economía Innovadora, próspera e inclusiva” al que gentilmente fui invitado por CAINCO (29/AGO/2013); me referí a la Conferencia “Innovación para el desarrollo – Políticas públicas exitosas para países emergentes” ofrecida por el Dr. Juan Enríquez Cabot, de la Universidad de Harvard, científico y asesor de varios gobiernos, co-fundador de Synthetic Genomics, y a su gran sentencia: “La competencia para nuestros países no será Estados Unidos”. 

Enríquez explicó que los pobres en las naciones asiáticas se esfuerzan por estudiar en centros privados de alta tecnología, gracias a lo cual, India llegó a ser la segunda productora mundial de software, de ahí que la excelencia en la educación no debe ser un lujo, sino, una prioridad estratégica para mejorar la posición competitiva de un país. Para el científico estaba claro que, más allá de la ideología y la política que afiebran las mentes, la verdadera amenaza no reside ya en las armas, sino, en la calidad del capital humano que está bien capacitado. Este necesario prolegómeno guarda relación con otra columna titulada “Ese gran mercado llamado Estados Unidos”, que escribí el mismo año, refiriéndome a este gran país que detenta el liderazgo mundial y que en tal condición recuerda el 4 de Julio del 2024, su 248 Aniversario. 

Con más de 330 millones de habitantes, Estados Unidos de América se caracteriza por su diversidad étnica y cultural, gracias a un fuerte componente migratorio que históricamente aportó a su engrandecimiento hasta convertirlo no solo en una potencia económica y militar, sino, en el mercado más apetecido del mundo, algo que nadie en su sano juicio puede negar. 

Según el Trade Map del Centro de Comercio Internacional, dicho país volvió a ser el primer importador del orbe en 2023, por la friolera de 3.172.533.000.000 de dólares americanos (tres billones ciento setenta y dos mil quinientos treinta y tres millones de dólares americanos), superando a la China (2,6 billones) y a Alemania (1,5 billones). Estados Unidos de América, por sí solo, representa casi el 14% de las compras totales de mercancías del mundo. 

Es tan grande la vocación de consumo -y tan alta la capacidad de pago que tiene este país- que, para tener una idea del frenesí consumidor de su mercado, las compras al mundo el pasado año las realizó a una razón de casi 8.700 millones de dólares/día; 362 millones de dólares/hora y 6 millones de dólares/minuto, esto es: ¡100.000 dólares por segundo durante todo el año! Así las cosas, Estados Unidos de América podría comprar en apenas un día todo lo que Bolivia exportó al mundo en 2023 -casi 11.000 millones- mientras que los 224 millones de dólares que vendimos a EEUU equivalieron apenas a 37 minutos de importación. 

Si eso le parece una enormidad, mire cuánto nos separa la capacidad productiva anual de bienes y servicios entre ambos países: Siendo que el Producto Interno Bruto de Bolivia es 602 veces más pequeño que el estadounidense, a dicho país le bastarían 5 días para importar absolutamente toda la producción nacional y menos de 15 horas, para consumirla. 

El gran mercado de los Estados Unidos de América debería ser aprovechado por Bolivia de una mejor manera, pero, lamentablemente nuestra presencia exportadora en esa plaza se ha venido abajo. Atrás quedaron los años de los superávits comerciales logrados por vender más que lo que importábamos de ese país. Después de haber logrado las mejores ventas de confecciones textiles, marroquinería, maderas trabajadas, artesanías, etc., enviando productos por cientos de millones de dólares con alto valor agregado -el trabajo de las manos bolivianas- la pérdida de las preferencias arancelarias del ATPDEA en 2008 frustró su continuidad, particularmente en el sector textil, provocándole una severa crisis. 

Tampoco nos fue mejor con la exportación de recursos extractivos y no renovables -minerales e hidrocarburos- pues, luego de lograr un hito de 2.000 millones de dólares en 2014 se dio luego una permanente caída hasta 224 millones de dólares el pasado año, retrocediendo a niveles de hace 20 años atrás. Comparativamente a las ventas al mercado estadounidense del 2008, nuestras exportaciones del 2023 bajaron en 263 millones y 134 productos, y, el déficit comercial bilateral, de casi 66 millones de dólares, creció a 557 millones. 

El gran mercado “está ahí”, solo de nosotros depende aprovecharlo… 

Como dijo el citado conferencista, cuando el bienestar de la gente está de por medio, no valen los apasionamientos de la mala política y la ideología que llevan a una retórica insulsa contra la primera potencia mundial, postergando además la educación y la tecnología que lleva a los países a ser competitivos y a ganar mercados, tal como hacen la China comunista o la República Socialista de Vietnam, para quienes el gran mercado de los Estados Unidos de América es de importancia vital…

Buscando la verdad
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¿En qué somos competitivos?

Quizás en lo cultural en sentido amplio. Tenemos artistas y grupos de música de alto nivel, exportables. Pintores y escultores de calidad internacional. Exportamos ponchos indios, mantas de vicuñas, chompas de alpaca y otras prendas también del oriente boliviano de mucha calidad. Pero en todo lo demás: ciencia, educación, investigación, profesionalismo, estamos tan lejos de la media que lamentablemente ya es una costumbre. No tenemos intelectuales de exportación y peor científicos de exportación en las ciencias exactas. Sencillamente no somos competitivos, ni siquiera para estándares medios. Nuestra mediocridad generalizada nos sigue persiguiendo desde tiempos inmemoriales, como en el futbol.

Ni reformas educativas, ni reformas de todo tipo que nos inventamos a cada rato resultan para responder a nuestras propias realidades. Las nuevas generaciones reciben herencias institucionales, costumbres y normas de conducta totalmente mediocres, sin posibilidades de mejoras ni sueños de competencia sana. La inercia y el contentarse con poco, a nada, es lo terrible de nuestras idiosincrasias bolivianas.

Lo poco que logramos en algunos momentos de esperanza, son sólo desahogos momentáneos que no son escuela para seguir en rutas de triunfos. Ciertamente es desconsolador como demoledor. Sin embargo, no podemos seguir con esas costumbres que sólo nos hacen daño colectivo, nos condenan a la inacción de todo para no mejorar en nada.

Este país tiene talentos individuales de sobra. Por todo el mundo hay bolivianos y bolivianas que sobre salen en muchos campos, que a falta de oportunidades en nuestra Patria han tenido que buscar otros espacios en países lejanos. Y ni siquiera esa dura realidad no hace cambiar el rumbo de nuestro destino como país, como historia.

Es verdad también que en los últimos años se han democratizado más las instituciones, son definitivamente más inclusivos, menos pigmentocráticos. Pero no hemos cambiado en lo esencial: competitividad y lugar a los mejores profesionales, técnicos, obreros bolivianos, sean de cualquier cultura. Porque al final, estos errores lo pagan muy caro los más pobres de la sociedad, aquellos que cotidianamente necesitan de unas instituciones veloces, al menos modernas, eficientes y eficaces. 

Tenemos que preguntarnos como sociedad, pues la crítica es revolucionaria, por qué varios aspectos no cambian en nuestra historia, a pesar de los procesos de cambio. Las razones de fondo tienen que ser consensuadas entre todos, para dar pasos seguros en la línea de mejorar siempre ojalá con calidad. La inercia de la mediocridad es insostenible, sólo nos empobrece totalmente, en lo material y en lo espiritual.

Marx lo dijo. Son las condiciones materiales las que nos permiten desarrollar y avanzar como sociedad. Sin esas básicas condiciones no podemos hacer nada, por muy buenas ideas que tengamos. Lo mediocre no son buenas condiciones, sólo nos llevan a retrocesos inmensos como sociedad. Sobre todo a nivel de la autoestima colectiva, que los bolivianos no tenemos ya casi nada. Pero las condiciones materiales tenemos que proporcionarnos nosotros mismos, desde el Estado y la sociedad civil.

En Bolivia siempre hubo experiencias novedosas en educación, en salud, y en otros campos; pero lamentablemente nunca hemos sido capaces de replicar esas novedades, que se pierden para siempre por inutilidad nuestra y de la burocracia colonial republicana. Experiencias incluso que son ejemplos a nivel internacional.

Por supuesto que talento nos sobra. Basta ver los concursos de robótica en los colegios de todo el país. Sin embargo, todo ese talento que se encuentra disperso y abandonado no sirve para nada, si es que no somos capaces de dar la oportunidad hacia la sociedad, hacia el colectivo de la comunidad. Ese talento de jóvenes bolivianos, que puede ser muy bien aprovechados en todas las instituciones productivas y de servicios.

Definitivamente no seremos nunca competitivos, si es que no somos realmente democráticos con las oportunidades a los mejores de nuestra sociedad. Eso sería también revolucionario, para conseguir cambios profundos en los comportamientos de la sociedad. En definitiva, es ahí donde nuestras universidades tendrían sentido, y no serían sólo inercia social costumbrista como son ahora. Porque nuestras universidades ni siquiera son competitivas en lo social revolucionario, como antaño. Y no es raro que estén tan perdidas en sus rumbos nada científicos. 

Sí, como crítica básica y sencilla reconocer que no somos nada competitivos y en casi nada, tiene que llevarnos a tomar consciencia de muchas cosas. De demasiadas que no estamos haciendo bien, en lo colectivo y comunitario. Que las equivocaciones pagamos todos muy caro, sobre todo los más pobres como siempre. Que la burocracia mediocre y colonial, sólo alimenta a los de siempre: las tradicionales mentalidades coloniales absolutamente nada competitivas y poco democráticas. 

Pues sí, no somos competitivos casi en nada como país. Realidad que debería sacudirnos en la consciencia, para cambiar nuestras prácticas totalmente nubladas y contaminadas de mediocridad. Ni siquiera nos avergonzamos frente a los vecinos, que sí están corriendo en la competencia de tener los mejores resultados, en todos los campos posibles. Pues, las nuevas generaciones tienen que estar muy decepcionadas de los constantes fracasos que les dejamos, sin ni siquiera dejarles balances de esos fracasos. En fin.

Opinión
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Y ahora… ¿qué hacemos?

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha dado a conocer los resultados del comercio exterior boliviano al primer cuatrimestre del 2024, con cifras poco auspiciosas, por cierto. Sin considerar las reexportaciones ni efectos personales -que no generan divisas- entre enero y abril, comparativamente a igual lapso del 2023, el país registró un déficit comercial por 531 millones de dólares, las exportaciones cayeron 977 millones y las importaciones, 512 millones de dólares. Estos datos llaman a la preocupación, ya que en toda la gestión pasada -en números redondos- el déficit fue de 700 millones de dólares, las exportaciones cayeron 2.800 millones y las importaciones cerca de 400 millones. 

Hay varias explicaciones al preocupante desempeño de esta área tan importante de la economía que, día que pasa, muestra lo trascendental que resulta para todos. La relativa escasez del dólar derivada de la estrepitosa caída de las exportaciones en 2023 impacta ya, de tal forma, que aún quienes desdeñaron la actividad como una “economía de rebalse”, lamentan hoy su craso error porque el dólar que deviene de la exportación -como toda mercancía que no abunda en el mercado- sigue subiendo de precio provocando el alza de los costos de producción y de los bienes extranjeros.

Le duela a quien le duela, el comercio exterior para cualquier país, capitalista o comunista, es mucho más importante de lo que se pueda imaginar; primero, porque las exportaciones hacen que un país crezca y se desarrolle mucho más de lo que lo haría basándose solamente en el “motorcito de la demanda interna”, siendo que genera un enorme efecto multiplicador para la economía, crea fuentes de empleo e ingresos para la ciudadanía, tributos para el Estado y divisas para el país, todo ello, gracias al incomparable “motor de la demanda externa”, vale decir, el portentoso mercado internacional que se agranda día a día por el mayor consumo de una población en permanente aumento.

La exportación crea riqueza y bienestar para quienes apuestan inteligentemente por ella, especialmente cuando se aprovecha de los recursos naturales renovables de forma sostenida y sosteniblemente.

De otra parte está la importación, que se financia con los dólares de los exportadores para, como se da en nuestro caso, traer del extranjero desde combustibles hasta insumos, maquinaria y equipos de transporte que utilizamos para producir bienes y servicios; asimismo, las divisas que prodigan las exportaciones se emplean para importar los más diversos bienes de consumo, duradero o no, que de una u otra forma todos disfrutamos.

Hecha esta necesaria explicación -para comprender por qué debemos preocuparnos y tomar acción para revertir la delicada situación de nuestro comercio exterior- volviendo al informe del INE, hay varias razones por las que las ventas externas han bajado tanto, entre ellas: la ralentización del crecimiento de la economía mundial, las altas tasas de interés en el extranjero, el menor dinamismo de China, la subida del costo del transporte internacional y la baja generalizada de precios de las materias primas, a lo que lamentablemente se debe añadir, en lo interno: los insufribles bloqueos de carreteras, el negativo impacto del cambio climático, la caída de la oferta exportable y el agitado ambiente político que distrae la atención del gobierno de temas que son trascendentales.

En cuanto a las importaciones, su descenso tiene que ver, inocultablemente ya, con la relativa escasez de dólares en el país. ¿Por qué relativa escasez? Porque dólares hay, pero cada vez más caros. De otra parte, se dice que la baja en el sector importador deriva de la desaceleración económica que empieza a advertirse en el país; lo cierto es que las menores compras externas, tanto en valor y en volumen, son incontrastables: los Equipos de Transporte cayeron 144 millones; los Bienes de Capital, 110 millones, y los Suministros Industriales, 107 millones, lo que debe llamar a la reflexión para la acción.

Otro tanto ocurre con la exportación, como dice la canción, “todo se derrumbó”. Un efecto-precio negativo y el desplome de la venta de oro hizo que los minerales caigan 691 millones de dólares pese a que su volumen subió casi 122.000 toneladas; los hidrocarburos bajaron 165 millones, proporcionalmente a su menor cantidad. Las Exportaciones Tradicionales disminuyeron 856 millones de dólares, mientras que las Exportaciones No Tradicionales bajaron 121 millones, siendo la soya la principal explicación, al caer su valor casi el doble, por causa de una merma de su volumen por cerca de 300.000 toneladas.

Es verdad que en los próximos meses subirá la exportación y el ingreso de dólares, pero no menos cierto es que un sector principal de la agroexportación, como la soya, sufrirá un bajón de al menos 500 millones de dólares hasta fin de año, por la sequía. Viendo este panorama y recordando todas las advertencias y recomendaciones que se hizo en el pasado para evitar tal situación, la gran pregunta es: Y ahora… ¿qué hacemos?

Buscando la verdad
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Golpe de Estado y geopolítica

El mundo está girando hacia la derecha más conservadora posible. Es una realidad inobjetable y objetiva. Trump posiblemente sea el próximo emperador de los Estados Unidos, ese es el escándalo de esta época: pervertidos y corruptos elegidos democráticamente. En todo el mundo este giro hacia el conservadurismo tiene sus raíces en los errores que se cometió cuando el mundo giró hacia la izquierda. Errores que aun no se han evaluado por irresponsabilidad de las dirigencias, y la ausencia de pensadores. Ese giro hacia la ultraderecha terrible tiene sus resultados crueles como la guerra de Ucrania y el genocidio en Palestina.

Hace unas horas hubo un intento de golpe de Estado en nuestro país. Más allá de las conjeturas, simplistas en la mayoría de los casos, fue un acto para este nuevo escenario mundial de reacomodo de las fuerzas políticas hacia los intereses del conservadurismo mundial. De hecho, también América del Sur gira hacia la derecha, en algunos casos hacia la ultraderecha sin ningún matiz de por medio. Nosotros solo somos un engranaje más del sistema, sobre todo si seguimos siendo tan débiles por nuestros propios errores internos. 

Por supuesto que nunca faltarán quiénes siempre están dispuestos a ser serviles de intereses anti bolivianos. Esto lamentablemente es una costumbre en sectores del ejército y la policía. Instituciones que viven al margen del país, privilegiados por donde se lo vea y con sus propias leyes más allá del país. 

La memoria corta nos recomienda no ser ingenuos ni tontos, el 2019 sigue fresco y no ha pasado. La memoria larga tiene que recordarnos que los golpes de Estado son instrumentos terriblemente sangrientos, corruptos y totalmente coloniales porque obedecen a oficinas de emperadores fuera de nuestras fronteras. 

En estas coyunturas mundiales cuando los reacomodos del sistema viran a la derecha, nuestro país no es isla y tiene atractivos importantes desde siempre: materias primas, agua, bosques y espacio vital. La guerra de Ucrania ha despertado a los demonios guerreros de occidente, es decir, sus industrias de la muerte necesitan materias primas y Bolivia será un objetivo claro y meridiano en esos poderosos intereses.

Además, no cambiamos de rumbo desde la república con desorden generalizado, bloqueos de caminos destructivos, sin mercado interno, desunidos políticamente, sin estrategias de Estado ni siquiera a medio plazo en nada. Es decir, con los condimentos necesarios para que las potencias hagan su negocio con nuestra Patria. Pues somos una presa fácil para cualquier golpista incluso aprendiz.

Felizmente en el este último golpe de Estado, fue la reacción de las organizaciones sociales, que en su larga experiencia política e histórica, las que detuvieron la asonada militar. Organizaciones que siguen siendo la garantía de nuestra sobrevivencia como país. Sólo la noticia de que las organizaciones sociales salían a paralizar el país, frenó a quiénes estaban entre las sombras esperando fuerzas a su favor.

Sacar lecciones de estas amargas experiencias sigue siendo importante. A pesar de que no aprendemos de la historia, sino es con sangre. Sangre que viene de los más pobres de la sociedad; pero que después se les olvida desde las cúpulas políticas o sindicales. Es preciso sacar lecciones que nos sirvan en la experiencia política y el fortalecimiento de la Patria. En esa línea, si seguimos como tercermundistas y desestructurados institucionalmente no podremos resistir absolutamente nada. Y los pobres seguirán siendo carne de cañón de las aventuras golpistas y politiqueras.

Se viene el próximo golpe de Estado, este último sólo fue un ensayo y estamos siendo estudiados como siempre. Pero si no aprendemos de los errores (y brutales errores), seremos nomás rebasados por los tanques y las mentalidades coloniales. Si no ajustamos el timón de nuestro destino como país, pues el mismo pueblo cansado apoyará el próximo golpe de Estado. Los discursos son los discursos: aguantan todo como el papel; sin  embargo, no sirven de nada. Es la dura realidad la que debemos cambiar como bolivianos. Y ni siquiera queremos ver la inmensa pobreza de nuestras calles. La inmensa miseria de niños, mujeres y ancianos.

No podemos permitirnos tantos errores, tanta burocracia, tanta soberbia entre nosotros mismos. Pisándonos entre bolivianos y compatriotas. Destruyendo nuestros propios patrimonios. Viviendo en medio del desorden generalizado, simplemente estamos cansando al pueblo que puede después abandonar el barco del proceso. 

Si no somos conscientes de nuestros propios errores, seremos cómplices del desastre que se venga. Ya tenemos eso registrado en nuestra historia: golpe de Banzer (por errores parecidos), llegada del neoliberalismo (por errores muy parecidos). Si no aprendemos de nuestra memoria larga, otra vez repetiremos el mito de Sísifo por los siglos de los siglos.

Ojalá que esta última intentona golpista nos haga despertar de la ingenuidad, de la estupidez, de la burocracia mental colonial, del triunfalismo tonto y barato. Pisemos tierra y por fin empecemos a trabajar con todos los bolivianos, con todos los sectores que pueden aportar en grande en lo económico y social. No dejemos en el discurso de ocasión lo que sucedió el día del golpe, es otra oportunidad  más como país para enmendar errores y trabajar por la Patria, por todos, por la Nación que requiere con urgencia soluciones trascendentales.

Opinión
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