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El fin de la globalización

Se terminó la globalización de la época moderna, que fue el invento de los Estados Unidos para imponer su manera de ver el mundo, mediante la economía y la cultura a todo el mundo. Se tenían las esperanzas de cierta socialización de las industrias, de los inventos y el crecimiento de los países del sur del mundo. Fue también el último gesto de occidente hacia el mundo, respecto del desarrollo y progreso después del derrumbe del muro de Berlín. 

Sin embargo, ese gesto dizque liberal de occidente se fue disolviendo cuando vieron peligrar sus intereses globales, porque países como China o India, aprendieron rápido las mañas del desarrollo y el progreso. Esos discursos del liberalismo se terminaron, pues ya no eran competitivos como los chinos o indues. Así, como siempre fueron, las oligarquías gringas empezaron a reemplazar su liberalismo por discursos nacionalistas de extrema derecha. El cavernario de Trump es sólo un ejemplo de ese zoológico político de occidente.

A todas luces, el miedo a la competencia con las industrias chinas, indias, rusas o sudafricanas, hacen que los occidentales cierren sus fronteras a todos los productos de importación, sobre todo de China. Las excusas en la política, pues el renacimiento de los discursos nacionalistas de ultra derecha. Esos falsos discursos liberales, simplemente se derrumban ante el miedo de la competencia con otros mercados que no son occidentales.

Los resultados de la globalización todavía se están debatiendo. En el sur del mundo, dichos resultados no son interesantes. El saqueo de los recursos minerales, como lo demás, han sido escandalosos o corruptos. Las respuestas políticas a esos procesos han sido diversos, sobre todo con procesos políticos alternativos a los que había con el neoliberalismo. La miseria y la pobreza han sido las constantes por América Latina.

Quiénes se han beneficiado por la globalización, como China, tienen enormes aprendizajes en las ciencias y la economía. Hoy son países altamente competitivos en todos los temas de las ciencias, en la economía y la industrias de punta y tecnológicas. Esos aprendizajes son resultados de políticas de Estado, de estrategias de Estado y de consensos de Estado para beneficio de sus mercados internos. En definitiva, en beneficio de sus poblaciones para el crecimiento de la calidad de vida.

Nosotros, pues, no nos hemos beneficiado en nada de la globalización. Seguimos siendo tan dependientes de incluso artículo sencillos, para la construcción por ejemplo, que no podemos fabricar. En definitiva, como siempre, vemos pasar las modas, las tendencias de las ciencias y la economía; sin embargo, no aprendemos nada de ellas y no aprovechamos en nada. La ausencia de estrategias de Estado es la norma y costumbre, desde tiempos inmemoriales.

La ausencia de estrategias de Estado, simplemente nos ahoga en el tiempo. Nos hace totalmente vulnerables a los vientos de los cambios del mundo. Porque improvisamos todo, todo es al azar, siempre inventando la pólvora e inventando desde el principio como forma de la improvisación. Es decir, sin estrategias de Estado, sin visiones maestras de cómo resolver los problemas estructurales. Y entonces la globalización ya se fue, nos deja sin aprendizajes ni enseñanzas de esos complejos procesos económicos, científicos y de intercambios no sólo económicos sino también culturales.

El mundo capitalista y desarrollado ingresa a otro proceso histórico. Deja atrás la globalización y se acerca al nacionalismo más extremo. Encierran sus fronteras, dizque para cuidar sus mercados internos; en realidad es porque no les interesa un comino sus propias ideas como el liberalismo. Al final son nomás visiones tan totalitarias, que el comunismo al que siempre criticaron es más liberal que ellos y sus liberalismos de discurso.

El mundo capitalista tiene miedo a la competencia, tiene miedo al liberalismo, tiene miedo al mundo. Para eso, pues están destruyendo sus propias creaciones como las NNUU. Instituciones que ya no les sirven en estas coyunturas para sus intereses. Están desmontando aquellas instancias que supuestamente eran las garantes de la paz mundial. En realidad jamás les intereso la paz mundial, sino sus propios fines políticos estratégicos de dominación del mundo.

Lo que se viene no está aun claro. Hay tendencias fuertes como lo Multilateral, es decir el equilibrio de potencias por todo el mundo. Se acaba la única voz totalitaria de los Estados Unidos. Pero en Bolivia no estamos preparados para esos eventos mundiales nuevos. Porque la ausencia de Estrategias de Estado, no nos conduce a ningún lado sino a la improvisación total para seguir siendo lo mismo: periferia de la periferia. 

Estamos cerca del Bicentenario. Pero lejos de todos los eventos mundiales desde tiempos inmemoriales. Ni la historia ni la experiencia nos sirven para avanzar, para tener nuestros propios pasos como bolivianos. Para ser nosotros mismos y luego ser universales. Estamos cerca del Bicentenario, sin personalidad ni alma propia. Sólo con improvisación y discursos de deseos. Nos falta tomar consciencia de Estado. Quizás de Nación también.

Opinión
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Exportar, más que una aspiración, una urgencia…

No resulta exagerado afirmar que la exportación de los varios cientos de productos que realiza cada año el país, principalmente a partir de la actividad empresarial privada, resulta una bendición para Bolivia ya que gracias a tal actividad se generan incontables beneficios, muchos de los cuales pasan desapercibidos y no nos percatamos de ello hasta que se pierden, por tanto, tampoco es exagerado decir que, si les va mal a los exportadores, nos irá mal a todos. 

Una economía con una orientación fuertemente exportadora, por definición, crecerá mucho más que si lo hiciera basada solamente en la dinámica del mercado interno, porque este último tiene una dimensión incomparablemente menor al mundo de posibilidades que reporta la demanda internacional para abastecer a más de 200 mercados en todo el planeta y, como “nada está escrito en piedra” en el ámbito del comercio exterior, las innumerables oportunidades las aprovechan aquellos países que se preparan adecuadamente para ello. 

De otra parte, exactamente como ocurre hoy, cuando sentimos la escasez de dólares y la consecuencia es que su cotización aumenta y no para de subir, complicando de una u otra forma la vida de todos -estén o no ligados al comercio internacional- queda demostrada la importancia de las exportaciones como generadoras de las divisas necesarias para ser utilizadas al momento de pagar las importaciones, lo que normalmente se hace en dólares. 

De tal suerte que, un país que depende altamente del abastecimiento externo y que no genera suficientes divisas para financiar sus necesidades de pagos al exterior por bienes y servicios, sufrirá las inevitables consecuencias de un incremento de costos, subida de precios y, posiblemente, un retroceso en su crecimiento y una baja del nivel de empleo. 

De ahí que, un tema no menor es que las exportaciones son coadyuvantes a la estabilidad económica y del tipo de cambio -en otras palabras- ayudan a que no haya una mayor inflación en el país, motivo que sería más que suficiente para que los exportadores bolivianos merezcan -si no, un monumento- por lo menos la mayor de las consideraciones de parte de las autoridades que conducen la nave del Estado, especialmente cuando a estas alturas nadie puede dudar ya que exportar es bueno y necesario, aunque, lamentablemente no sea fácil el hacerlo desde Bolivia, no solo por su enclaustramiento geográfico que implica incurrir en costos adicionales en materia de logística y transporte, sino también, tan estratégica actividad se encuentra fuertemente limitada por otros condicionantes estructurales, entre los cuales destaca la falta de una visión pro exportadora en el país que, en muchos casos, al afectar a las propias autoridades, perjudica y hasta inviabiliza una mayor actividad en este campo. 

Exportar implica invertir para producir por encima de la demanda interna, pero también, desarrollar la producción exclusivamente en función del mercado externo, y todo este proceso devenga una virtuosa cadena de valor a lo largo de la cual se genera empleo, ingresos, impuestos, riqueza, divisas y una mejora del “estado del arte” en el país, así como también, de la calidad de vida de quienes están inmersos en el cumplimiento de exigentes estándares de competitividad, responsabilidad social y sostenibilidad ambiental que se van imponiendo en el mercado internacional, implicando para el agente económico el tener que ocuparse de ganar la confianza del comprador extranjero, lo que demanda tiempo y dinero. 

Nadie en su sano juicio podría negar que el dinamismo del “motorcito de la demanda interna” es importante, pero tampoco se puede negar que éste resulta bastante limitado comparado a la inconmensurable demanda mundial. De otra parte, la atención de la demanda interna prodiga el pago en Bolivianos -moneda nacional- a diferencia de la demanda externa, que provee los dólares que resultan necesarios para relacionarnos con el mundo, por tanto, no solo se trata de una diferencia cuantitativa, sino cualitativa, también, entre ambos “motores”. 

De ahí que, sin descuidar el mercado interno, el país debería apostar fuertemente por la exportación, muy especialmente por las Exportaciones No Tradicionales que, basadas en la actividad privada, de incentivárselas -en vez de frenarlas con cupos o medidas restrictivas de igual efecto- la inversión empresarial podría aumentar, la capacidad de gasto e inversión pública subiría; se garantizaría el financiamiento de las importaciones sin necesidad de endeudamiento; crecería el empleo digno; se fortalecería la posición de las Reservas Internacionales Netas; subiría el Ingreso Per Cápita y el poder de compra en la población porque Bolivia crecería mucho más, pero además, de manera sostenida y sostenible. ¿Qué se precisa para ello? Tres “seguridades”: Seguridad jurídica para invertir; seguridad de mercado o libre exportación y seguridad de buenas políticas públicas para facilitar la tarea exportadora, apuntalar la competitividad y conquistar mercados externos, tan solo eso…

Buscando la verdad
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Intelectualidad y hegemonía capitalista

La ausencia casi terrible de debates intelectuales en Bolivia, es un diagnóstico de la situación misma de la llamada intelectualidad. La inmensa mediocridad al respecto, de nuestras universidades, dio paso a la politiquería sucia y baja como práctica inoperante de las casas superiores de estudios. Están lejos aquellas épocas de las dictaduras militares, donde quizás con esa excusa los debates universitarios tenían realmente altura y estatura intelectual. Muchos de esos pensadores tuvieron que salir al exilio después, para nunca más regresar al país. 

Y muchos que eran de izquierda aquellas épocas, hoy son vulgares sirvientes del sistema. Es también una generación fracasada, pues la dura realidad les hizo nomás aliados del sistema: familias, becas, pega, poder, etc. Dejaron los sueños y utopías porque sólo eran eso: simples mortales que jugaban a las guerritas y pintas de guerreros.

Es decir, tenemos ausencia de rigurosidad intelectual. En realidad no tenemos intelectuales, pensadores y creadores de ideas. Pero es cierto que la hegemonía capitalista, entendido en esa complejidad de maneras de ver el mundo, ideologías, costumbres, formas de vivir la economía, son demasiado fuertes. Además tienen países enteros como fuente de poder, que son los dueños de la patente capitalista desde el siglo XVI. Inglaterra, Francia, Estados Unidos y otros que han jugado papeles clave como articuladores del capitalismo. Articuladores de esa manera de ver el mundo, desde esas realidades industrializadas y totalitarias en sus formas democráticas.

Eso que llamó Gramci hegemonía, que fue uno de sus aportes conceptuales, se trata precisamente de todo el poder ideológico y de pensamiento del capitalismo. Que hace que los mismos esclavos y obreros, se crean profundamente ese cuento del triunfo capitalista, se crean que son inferiores y esclavos. En definitiva, como también decía Franz Fannon, sean los mismos obreros o colonizados, los que adoren a los dioses del capitalismo. Ciertamente unos poderosos artefactos ideológicos, vía cine, medios de comunicación, arte, música y política, los que se encargan de domesticar a los obreros, explotados y colonizados. Funcionan mejor que la religión.

Por todo el mundo desde la aparición del capitalismo, se buscan alternativas a esa forma de vivir en la modernidad. Varias variantes de la ideología de alternativa, en estas décadas han fracasado. Corrupción generalizada, falta de líderes con altura ética y moral, ausencia de toma de consciencia de las masas, bloqueos económicos del poder imperial capitalista, traiciones de quiénes se decían portadores de las revoluciones, han sido suficientes insumos para esos fracasos brutales. La sangre y los inmensos sacrificios de los pueblos, quedan en la historia como referentes de esos fracasos.

Sin embargo, esa hegemonía capitalista está en decadencia, en crisis sistémica y probablemente como nunca antes, en muerte cercana. Porque los resultados de ese sistema no son sostenibles, ni siquiera en las defensas de los más brillantes defensores que son los pensadores anglosajones. Pues solo con las muestras de la guerra de Ucrania y el genocidio de Palestina, como puntas del iceberg de lo que en realidad son aquellas llamadas democracias y sus historias modernas. Teatros de la destrucción, del totalitarismo liberal, de la ficción económica, que sólo es para unos pocos del mundo sobre la inmensa pobreza del mundo.

Pero, por estos lados del mundo, no hacemos mucho para pensar en serio en alternativas reales, ante la caída de ese modelo moderno de cómo gestionar el planeta. Seguimos nomás como típicos tercermundistas, importando modelos fracasados y repitiendo como loros o haciendo show tontos y pobres. Pues nuestras casas superiores de estudios, no son laboratorios de pensamiento, sino agencias de empleo que sabemos ninguna idea propia y genuina saldrá de sus aulas. 

La hegemonía capitalista es muy fuerte. Tomar consciencia de ese fenómeno implica demasiados sacrificios académicos, para pensar con sentido propio. Para pensar desde nuestras propias realidades. Para hacer heterodoxia de las ciencias, con los aportes importantes que por supuesto hay en el mundo. 

Los fetichismos individualistas tampoco aportarán en mucho, si es que las ideas no se socializan vía debates y aportes comunitarios. Pues eso es precisamente acercarse a los pensamientos estratégicos de Nación, o al menos de Región. Porque la ausencia de escuelas de pensamiento, o grupos de tendencias de pensamiento son demasiado notables en nuestro país. Síntoma de nuestro rotundo fracaso de generación, dejando enormes boquetes de ausencias de pensamiento a las nuevas generaciones. 

Pero tenemos que seguir soñando, a pesar de los pesares. Sobre la base de la experiencia, de los varios fracasos que sufrimos desde el anterior siglo. Sobre la base de las ausencias de pensamiento propio. Se trata al final de nuestra sobrevivencia, de nuestros aportes a la región de la patria grande. Y no partimos de cero. Por ejemplo el paradigma del Vivir Bien, que avanza a pesar de nuestras debilidades notables. El Vivir Bien es un pensamiento alternativo al sistema capitalista. Su sistematización científica, que por ahora no existe sino como acercamiento a occidente; que sin embargo,  es objetivo por las historias de nuestros pueblos ancestrales.

La hegemonía capitalista es evidente. Todavía pasarán años, muchos, para que muera ese sistema moderno y de paradigmas ya fracasados. Desde nuestro rincón del mundo, nos toca decir algo al respecto. Eso es creación y empuje a las nuevas generaciones, a los pensadores jóvenes que tienen demasiados obstáculos para encontrar su lugar en este desorden estructural. 

Opinión
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El Golpe de julio de 1980: Nunca habrá justicia

 Si bien terminaron en la cárcel los principales responsables, los desequilibrados mentales y patéticos narcotraficantes  García Meza como Arce Gómez, la inmensa mayoría de torturados, exiliados, mujeres abusadas, familias que perdieron casas y pertenencias porque los paramilitares se los robaron, familiares de los muertos, nunca recibirán justicia alguna en esta tierra. Las razones son innumerables en la tela araña de la burocracia, como complicidad histórica desde siempre con los afectados por los poderes brutales, de todas las épocas.

Los masacrados de Caracoles y de las distintas regiones mineras, que resistieron a los golpistas aquel 17 de julio y siguientes, jamás serán al menos recompensados por un país que lamentablemente olvida muy fácilmente, a quiénes ofrendan sus propias vidas en aras de la Patria, en aras de la Nación. En fin.

Las nuevas generaciones tienen que tomar consciencia de sus muertos, es decir de aquellos tantos que en extremos casos de nuestra historia, exige el sacrificio de ofrendar la vida misma para las mejoras y sueños del presente, y del futuro de las generaciones venideras. Porque olvidar a esos muertos sería no sólo traición a la Nación, sino y peor olvido de lo mejor que tiene este país: su propia gente.

Pues buscar justicia es uno de los atributos más importantes de nuestras costumbres de bolivianos, sabiendo que eso nunca llegará. Pero es parte de nuestras costumbres, como los velorios o las farras de las fiestas. Increíblemente, sabiendo que nunca tendremos justicia hacemos todo lo posible para que eso suceda. Se escriben bibliotecas enteras sobre las raíces de las fallas, o de las circunstancias que impiden se haga justicia. Pues de nada sirven, porque también son parte de nuestras costumbres.

La inercia de la burocracia, desde tiempos inmemoriales, que sigue nomás como la costumbre más importante del maltrato al espíritu boliviano, no cambiará si no hay alguna revolución que ejecuté por fin la muerte de esa parásita forma de hacer Estado. Este factor es uno de los más vasallos de las mentalidades conservadoras, burocráticas, que han sobrevivido a todos los tiempos, incluidos a los tiempos algo revolucionarios.

El sistema de justicia siempre en debate, y siempre sin  solución alguna, no tendrá resultados concretos sin consensos de altura ética y moral. Pero dichos condimentos no están precisamente presentes, en la sociedad, en la coyuntura actual. Son condimentos raros, ya extraños en estos tiempos de practicidad ególatra y de ausencia de humanidad básica en la sociedad. Todos buscan pisar a cualquiera, a todos si es preciso. Sálvense quién pueda es la consigna más importante de los tiempos que corren. Los discursos y las ideologías son sólo adornos de farra y café, de pinta escolar y de desfiles de ocasión.

El sistema de justicia es el diagnóstico más preciso de cómo está la sociedad. Lo corrupto es la cáscara. Lo más grave es la mentalidad misma, de aceptar que eso está bien porque es el momento de aprovechar del sistema. Porque los afectados, como todos los muertos del golpe de 1980, son sólo colaterales de esta historia de la infamia, de esta historia de la tradicionalidad histórica que no cambiará nunca, aun vengan espíritus reformistas o intenciones revolucionarias. Pues es una costumbre poderosa, que destruye tejidos sociales y culturales; sin que nadie haga algo para frenarla.

Ese trago amargo que se llama justicia boliviana, sólo cambiará realmente si las generaciones nuevas utilicen al menos la inteligencia artificial, para modificar los códigos de la muerte de ese sistema putrefacto y anti ético. Porque las distintas reformas o intencionalidades han fracasado. Quizás ya todo está podrido. Lo que requiere de una cirugía histórica más radical para cambiar el fondo mismo de ese cementerio llamado justicia.

Los testimonios dolorosos de quiénes han sufrido las consecuencias de aquel golpe de Estado, jamás servirán al menos para la toma de consciencia de la justicia. Quedarán sólo para los estudios de sesudos conocedores de la justicia, que son por supuesto inútiles e impostores de estas historias. Demasiados culpables quedarán en la impunidad total, como ya lo es. Sanguinarios y enfermos mentales que están libres y totalmente sonrientes, que fueron asesinos y torturadores en varios espacios del propio Estado. Felices de tener un sistema de justicia como el que tenemos. En fin.

Deberíamos considerar en Bolivia, copiar algo de la constitución de los Estados Unidos para portar armas en defensa propia y legítima. Pues confiar en la justicia ya sabemos que no tiene futuro posible para nuestra justicia personal y familiar. Además, que ese sistema putrefacto y sus mentalidades, boicotearon desde siempre a la justicia comunitaria. No la aceptan desde sus esquemas tradicionales y totalmente coloniales. 

Sí, las víctimas del golpe de Estado del 17 de julio de 1980, jamás tendrán justicia. Sólo cabildeos de derroche de dinero en el mejor de los casos, en los salones putrefactos de la injusticia. Y romper esta cadena de injusticias históricas requiere de enormes dosis de toma de consciencia, en las nuevas generaciones, para tomar acciones reales e inclusive radicales. La experiencia nos indica, nos debería enseñar. En fin.                                    

Opinión
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Un botón basta de muestra, los demás… ¡a la camisa!

La falta de dólares en Bolivia, desde 2023, viene generando efectos negativos de orden económico, profundizándose en la presente gestión con la subida del costo de importación de una forma alarmante. Pero, esto no es lo peor que puede pasar, pues el problema podría desembocar en una baja del abastecimiento si disminuye la oferta de bienes extranjeros, así como también de productos nacionales fabricados con insumos importados, lo que ya empieza a ocurrir, llevándolos a su encarecimiento y una menor disponibilidad en el mercado.

Bien sabido es aquello de que no hay precio más alto por pagar, que el de un producto que no está en el mercado -nos pasó ya en un pasado mediato y quiera Dios que no nos vuelva a pasar- en las manos de las autoridades está evitarlo, con acciones positivas en lugar de medidas coercitivas como el control del comercio exterior.

Ante la severa escasez de dólares en un mercado “formal” regulado donde rige el tipo de cambio oficial de Bs6,96 por dólar, por una parte, y la inexistencia de un mercado “libre” que le compita, siendo que no puede funcionar por encima de Bs6,97 -por otra- quien desee comprar dólares debe recurrir al “mercado negro” o a los “mercados digitales” donde el dólar en físico o virtual se vende en Bs10.- o más, reflejando entre otras cosas, la realidad de la oferta y la demanda de la divisa en el país, su valor de mercado, así como las expectativas de la gente.

La consecuencia es que, por angas o por mangas, se perciben dos fenómenos: En primer lugar, casi todo está subiendo de precio, desde los medicamentos para uso humano, hasta los veterinarios; desde los insumos agrícolas e industriales, hasta la maquinaria y repuestos, todo lo que tiene que ver directa o indirectamente con la importación está aumentando de precio. En segundo lugar, la dificultad de acceder a los dólares hace que la importación esté cayendo, no sólo en valor, sino, también, en volumen, lo que es grave porque puede llevar a una menor oferta y subida de precios en el mercado interno.

Según datos del INE, en 2023 las compras externas del país, que bordearon los 11.500 millones de dólares por 5,8 millones de toneladas de importación y casi 6.000 bienes importados, pese a que empezó a escasear y a subir el dólar, no tuvieron un notorio descenso por la existencia de stocks y el sacrificio del margen de utilidad para seguir en el mercado, pero en 2024 todo ha cambiado.

Los datos de importación a mayo son elocuentes: Los cuatro principales rubros de los que dependemos -Suministros Industriales, Combustibles y Lubricantes, Bienes de Capital y Equipos de Transporte, que significan el 83% del total- muestran importantes caídas, preocupando que los volúmenes de tres de ellos son los menores de los últimos tres años, lo que impactará en la inversión, producción y comercio de bienes y servicios en el país.

Los Equipos de Transporte, bajaron 33% en valor y 27% en volumen; los Bienes de Capital cayeron 19% y 23%, respectivamente; Suministros Industriales disminuyeron casi proporcionalmente, en 12% y 11%; y, Combustibles y Lubricantes cayeron 11% en valor y 8% en volumen. Todo está cayendo…

¿Por qué es tan importante prestar atención, más que a la caída del valor que podría darse por un menor precio del bien extranjero -que no es el caso- sino, a la baja del volumen? Porque podría significar que no se cuenta con los dólares suficientes para seguir importando la misma cantidad de antes, lo que está pasando con las pequeñas unidades productivas y comerciales; que el dólar ha subido tanto, que saca al producto del mercado o que la venta de productos importados se ha frenado.

Veamos ahora, como ejemplo ilustrativo, el caso de la importación de vehículos que entre enero y mayo del presente año declinó un 43% en valor y 34% en volumen:

“La Jefe de la Unidad de Gestión Técnica del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Mónica Solares confirmó que, a mayo de esta gestión, la importación de vehículos de transporte de pasajeros, de uso industrial, no industrial y otros cayeron en 43%. En los primeros cinco meses de 2023 las importaciones llegaron a $us 506 millones de dólares y para el mismo lapso de tiempo en 2024 se registra $us 288 millones”, informó (“Cae la importación de todo tipo de vehículos en más del 40%”, EL DEBER, 18.07.2024).

Ahora, la explicación de por qué hay que preocuparse por tal situación: De las tres categorías mencionadas, los vehículos para uso industrial cayeron mucho más: 57% en valor y 42% en volumen, “en facilito”: Si en 2023, hasta mayo, el país importó 100 vehículos para uso industrial, este año, sólo 58 unidades, por tanto, más que la caída del valor (gasto), debe preocupar la disminución del número de unidades adquiridas (inversión), por su negativo impacto sobre la producción, el comercio, el empleo, la recaudación tributaria y el crecimiento.

Pero, esto es apenas un ejemplo, como decía la canción de Sandro: Un botón basta de muestra, los demás… ¡a la camisa! (para el caso ¿botones importados?).

Buscando la verdad
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Trump y su oreja milagrosa

 La prensa, en general, solo hace morbo de los acontecimientos del homo sapiens y las malas noticias son las buenas noticias. Es decir, son noticias cotidianas las malas cosas porque se vende y es rentable para el desahogo morboso humano. Las buenas acciones de los humanos no son noticia, y es felizmente cierto que hay humanos en todos los rincones del mundo que están haciendo acciones y cambios en favor del prójimo. Pero eso infelizmente no es noticia. Se vende sangre, guerras, abusos sexuales, genocidios y brutalidades del todavía cavernario homo sapiens. Del cavernario que ahora se dota de inteligencia artificial y robótica; sin haber cambiado su naturaleza política y espíritu humano.

Me arriesgo a pensar en solitario, que la noticia de la oreja de Trump fue buena. Hubiera preferido muerto a ese personaje desequilibrado, pervertido, corrupto y mitómano norteamericano. El daño que hizo a su país fue enorme, como el daño que hace al mundo desde esas oficinas del imperio, porque a nombre de su democracia ensucia y corroe totalmente al mundo entero. Enseñando a otros pervertidos del mundo, a tomar las instituciones de todas partes. Que los cristianos me aguanten; pero mejor este mundo sin esos enfermos mentales y peligrosos pervertidos, pues no es justo que tantos humanos buenos no sean noticia; y estos pervertidos si sean noticia y ejemplo mundial.

Lamentablemente no aprendemos de la historia. Los Calígulas, los Hitler, los Banzer, los García Meza, los Idi Amín, los Netanyahu se adueñan de países enteros por ausencia de atención de las sociedades, para hacer que estos personajes no se adueñen de los tejidos sociales. Errores que después pagamos muy caro, sobre todo los más pobres y humildes del mundo. La ingenuidad, la falta oportuna de quiénes toman decisiones en los tejidos sociales, nos llevan indudablemente a personajes desequilibrados y enfermos que se creen Dioses, dueños de los destinos sociales de todo un país, como Trump en los Estados Unidos.

La política es un terreno mugriento y repugnante; sin embargo, necesario. Sobre todo para recuperar el sentido mismo de ese ejercicio político: el servicio social a los demás, a los tejidos sociales de todo un país. Intentar regresar a esos sentidos de servicio desde los Estados, es todavía una ilusión que debe servir para animar a las nuevas generaciones a lanzarse, a ser líderes para estas nuevas etapas de la historia del mundo. Sin las nuevas generaciones simplemente no tiene sentido ningún avance político y social.

El mundo atraviesa una transición compleja. No sabemos dónde terminará esta larga transición. Lo que sabemos es que los recursos naturales se están terminando. Nada es infinito. La contaminación mundial es terrible; la muerte de seres animales y vegetales  llegan a extremos preocupantes. Y que si la humanidad, es decir la comunidad mundial, no hace algo al respecto nos exterminaremos los humanos. Así de simple y concreto.

Ya no se trata de un solo país, sino de todos. Los Estados están quedando obsoletos para resolver los problemas mundiales, si es que no nos unimos y pensamos de manera comunitaria. Por tanto, las ideologías son parte de esos Estados ya obsoletos. Que se quedaron en el mejor de los casos en el siglo XX. Hoy las condiciones han cambiado considerablemente, tenemos que leer los acontecimientos con ojos del presente, es decir del siglo XXI. Los instrumentos de lectura son otros; no los que hemos heredado de los siglos XIX y XX.

Pero desde Bolivia, pues nuestras condiciones no son de las mejores. Ordenar nuestra propia casa, para después proyectarnos es una tarea urgente y prioritaria. Hay demasiadas tareas en mesa, demasiados desafíos que están condenados al olvido sólo por falta de consensos, por ausencia de claridad en las estrategias conjuntas regionales. Ahora vemos con claridad que postergar esas demandas históricas, nos lleva al desastre. Sobre todo al crecimiento de la miseria y de la pobreza, que son caldo de cultivo de enormes problemas sociales. 

Pensar y repensar el Estado. Pensar y repensar en la sociedad civil. En los papeles, en las tareas conjuntas, en los intereses comunes y las estrategias globales. Seguir echando la culpa a fantasmas, imaginarios o reales, ya no tiene sentido. El ciudadano común ya no cree en esos relatos de ultratumba. Que son por supuesto reales; pero al final también son excusas de nuestras inutilidades. 

En definitiva, esta transición compleja del mundo puede ser una oportunidad para Bolivia. Una oportunidad para hacernos por fin necesarios desde nuestras propias tareas y estrategias. Hoy sólo somos parte de la periferia, sin ningún papel estratégico. Nos creemos nuestros propios cuentos. No hemos sido capaces de formular ni siquiera nuestro papel regional, en el que otros países ya nos tomaron la delantera, pues seguimos nomás como tribu nómada en busca de su destino.

En esta transición global se vienen tiempos peligrosos. Trump será presidente de los Estados Unidos. Veremos a un depravado y patético manejando los hilos más poderosos del Estado más poderoso del mundo. Ni modo. Nuestro país no está preparado para resistir lo que viene, si es que no tomamos consciencia de ello. Así de simple y concreto. Esa es la tamaña responsabilidad de quiénes toman decisiones en nombre de todo un pueblo. En fin.

En este día especial, que Viva La Paz. Que viva el pueblo paceño siempre complaciente con las migraciones del interior del país. Y que La Paz siga siendo tumba de tiranos!!!. 

Gloria a La Paz.                                                   

Opinión
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Adhesión de Bolivia al Mercosur... ¿Déjà vu?

El  sabio Salomón dijo una vez que nada nuevo hay bajo el sol, mientras que el comunista Karl Marx habría dicho que la historia se repite dos veces. Todo parece indicar que ambos tenían razón a la luz de la reciente apuesta por incorporar a Bolivia al Mercado Común del Sur (Mercosur) que, estrictamente hablando, luego de 33 años de existencia está muy lejos de ser tal, pese a que Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay se habían propuesto lograrlo en 4 años a partir de su fundación en 1991. Recuerdo que haciendo mis “primeros pininos” como negociador internacional, desahucié tal posibilidad y el tiempo me dio la razón.

Amén de aquello, hay quienes todavía creen en este proyecto integracionista, cuyo sesgo proteccionista tiene en Paraguay y Uruguay a dos pequeñas naciones que quieren flexibilizar al Mercosur para negociar bilateralmente acuerdos de libre comercio con países desarrollados, siendo que no solo les impide hacerlo por la obligatoriedad de actuar en bloque, sino que, pese a haber firmado Mercosur dos acuerdos -luego de 20 años de negociación con la Unión Europea y 5 años con Singapur- siguen sin entrar en vigor, mientras que países como Chile, México, Colombia, Perú o Ecuador, consolidaron sendos acuerdos de libre comercio a favor de sus exportadores para vender a mega mercados como Estados Unidos de América, Unión Europea y China. El pedido de Paraguay y Uruguay de “abrir” el Mercosur, encuentra ahora un fuerte respaldo en Argentina, por lo que el futuro del bloque podría entrar en conflicto.

Pese a ello, gran alborozo causó el reciente “ingreso” de nuestro país al Mercosur, como entusiastamente lo reflejó la prensa nacional e internacional bajo estos titulares: “Bolivia dice que su adhesión al Mercosur dará “beneficios” más allá de lo económico”; “Con la entrega de la ley de adhesión, Bolivia ya es miembro pleno del Mercosur”; “Adhesión de Bolivia al Mercosur generará “grandes beneficios” en comercio, salud y educación”; “La adhesión de Bolivia al Mercosur fortalecerá el comercio bilateral y la cooperación económica”; “Bolivia promulga adhesión plena al Mercosur y destaca beneficios”, aunque también hubo la disonancia de que “Bolivia entra al Mercosur en un contexto de conflicto diplomático”, notas todas derivadas de la 64° Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur y Estados Asociados, llevada a cabo en Asunción, Paraguay, donde Bolivia depositó el Instrumento de Ratificación del Protocolo de Adhesión al Mercosur, el 8 de julio de 2024, para su entrada en vigor en treinta días.

Lo cierto es que, de aquí en más, habrá que negociar en los próximos 180 días el cronograma por el que el cúmulo de compromisos que se está asumiendo en materia arancelaria, aduanera, comercial, libre circulación de capitales, personas y servicios, adecuación de políticas públicas, entre otras, se internalice en un plazo de cuatro años, lo que entusiasma a algunos y preocupa a muchos.

Por eso la alusión a Salomón y a Marx, en el primer párrafo, porque una situación similar como ésta se dio entre 1994 y 1996, cuando de una manera insólita, sin escuchar las advertencias y recomendaciones que públicamente realizó la generalidad del empresariado privado boliviano, Gonzalo Sánchez de Lozada -tozudo y obstinado como era, mal asesorado desde la Cancillería, además- se empecinó en negociar, entre desiguales, un Acuerdo de Libre Comercio con Mercosur. ¿Cuál fue el resultado? No podía ser otro que lo mostrado por las cifras oficiales.

“Desgasificando” la relación comercial con dicho bloque, como corresponde, ya que la exportación de gas a la Argentina data de los años ´70 y la venta de gas al Brasil se firmó en 1985 -muy lejos del Acuerdo de Libre Comercio negociado por “Goni” en 1996- el resultado que se ha dado desde la entrada en vigor de la construcción de la zona de libre comercio con Mercosur en 1997, hasta el 2023, es francamente lamentable. Se supone que una pequeña economía como Bolivia debería ser la beneficiada, sin embargo, no fue así, más bien, quien cada vez sale más ganancioso es Mercosur, confirmando así los temores que fueron ignorados: El romántico sueño de Goni & Compañía, se tornó en una pesadilla. Atrás quedó la narrativa del “mercado de más de 200 millones de consumidores que nos compraría todo”, algo que no ocurrió y de que “la producción mercosuriana no invadiría el mercado boliviano”, lo que efectivamente ha ocurrido.

Entre 1997 y 2023 -sin contar el gas- Bolivia vendió al Mercosur poco más de 9.000 millones de dólares, cifra que palidece frente a los casi 52.000 millones que le compramos, por lo que, un pequeño país como el nuestro ha transferido cerca de 43.000 millones de dólares a los felices productores argentinos, brasileros, paraguayos y uruguayos, mientras que los productores bolivianos pierden mercado, no pueden exportar libremente lo que quisieran y enfrentan trabas de acceso a tan gigante bloque. De ahí la pregunta del “Déjà vu”: El sueño incumplido de que nos iba a ir bien con Mercosur… ¿No se irá a repetir?

Buscando la verdad
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Estados Unidos como ejemplo en Occidente

La historia de los Estados Unidos es la historia de la violencia. Es el país más armado del mundo, respecto de sus ciudadanos porque su constitución les permite. Por eso todos los días hay masacres entre ellos, la sangre es cotidiana en ese país violento y totalmente atrasado en comparación a otros países occidentales. Estados Unidos es el mercado de la cocaína más importante, es decir del mercado negro de las finanzas donde los Bancos son los principales actores. Y su democracia nunca sirvió a su pueblo, sino a las oligarquías poderosas que intentan hacer del mundo su patio trasero, aun sea mediante violencia y sangre. 

Sin embargo, sus poderosos medios de comunicación se encargan desde siempre para mostrar a este país, como el ejemplo de la democracia y el libre mercado liberal hacia el mundo. El sueño americano es en realidad la propaganda más importante de esos medios de comunicación. País esclavista, pues los propios próceres de su independencia tenían esclavos y parte de las oligarquías gringas. Luego, fueron cómplices del racismo extremo hasta el siglo XX cuando asesinar negros era parte de sus derechos.

Después de la segunda guerra mundial aceleró ese comportamiento imperial sangriento. América Latina es testigo de sus intervenciones militares, con países destruidos y miles de ciudadanos asesinados o encarcelados. Los golpes de Estado también sangrientos, se diseñaban en las oficinas de Washington y se ejecutaban en consecuencia. Guerras en Vietnam, Corea, Afganistán, Irak y hoy en Ucrania y Palestina, tienen el mismo sello imperial de los Estados Unidos. Es decir, venta de armas, venta de democracia, venta del modelo económico capitalista imperial y colonial. 

Pero los medios de comunicación se encargan de domesticar a su población, luego al mundo, mostrando que esos actos son necesarios, en nombre de la democracia y los derechos humanos. Poderosos medios de comunicación, que están bien pensando para dominar las mentes de los humanos. Son parte del poder político norteamericano. Y si alguien se interpone contra esos medios, se arriesga demasiado como el periodista Julián Assange  y otros medios alternativos que sufren represalias y persecuciones.

Ciertamente se trata del país más poderoso de la tierra. Con enormes recursos humanos, financieros y militares. Por supuesto que hay buenas personas, intelectuales de calibre internacional, científicos de renombre mundial que siempre están en primera fila para los premios nobeles.  En estas épocas del genocidio de Palestina, sus universidades se pusieron a la vanguardia de las protestas en contra del sionismo norteamericano. Muchos movimientos sociales están en contra de los gobernantes de ese imperio, promoviendo protestas y denuncias internacionales contra todos los abusos de su gobierno.

Los Estados Unidos son en suma un imperio ya decadente. Lo impensable han sobrepasado desde todos los puntos de vista, ni qué decir de los temas éticos y morales. Es un imperio con una muestra de impunidad total, aun a costa de cualquier aliado de turno como es el caso de Europa. Porque Europa es a estas alturas del partido el patio trasero más vergonzoso, que los mismos Estados de América Latina. Patio trasero sumido y sometido a los designios de los Estados Unidos, como muestra la guerra de Ucrania.

En todo caso, esa decadencia ya es muy evidente. Pues no tienen la fuerza suficiente para imponer sus políticas imperiales. A pesar de las enormes dificultades que ponen, mediante fuerza bruta y brutalidad financiera, se viene nomás un mundo multipolar. No sabemos exactamente de qué tipo y formas; pero es ya muy claro que el mundo necesita otras formas de gobiernos, menos utilizados y colonizados por los Estados Unidos. Y ojalá no haya candidatos a otros imperios, sino todo lo contrario. Ojalá el mundo y la historia hayan aprendido de las lecciones, en general: sangrientas e impunes, que los distintos imperios dejan como estela y recuerdos en todas las historias del mundo.

No necesitamos otros imperios así de sanguinarios e impunes. Necesitamos países que busquen equilibrios y consensos en el mundo. Quizás sea una ingenuidad y quijotesco deseo inútil. Lo cierto es que los habitantes de este planeta debemos avanzar en la búsqueda de democracias reales, de apuestas por la humanidad y la sostenibilidad de los recursos de todo el planeta. 

El recuerdo de los Estados Unidos no es precisamente interesante, la sangre y el robo de recursos de todo tipo, está dejando cementerios de millones de cadáveres por todo el mundo. Sin contar las innumerables guerras que han provocado con diversas excusas, que todas ellas han alimentado sus economías militares y fábricas de armas, sin importarles un milímetro por los muertos, heridos y desplazados. Esos son los recuerdos de los Estados Unidos. El sueño americano sólo es ficción, que sirvió en algún tiempo para millones de inmigrantes, y hoy ya no es posible semejante engaño e ilusión de su modelo y sistema económico.

La locura de occidente la estamos pagando por todo el mundo. Esa locura por la carrera del desarrollo y progreso totalmente descarrilado y sangriento. Que sólo ha contaminado y destruido el planeta, de manera totalmente impune. Que condena todos los días con sangre y masacre a inocentes generalmente, sólo por cumplir al pie de la letra su sangrienta Constitución Política, del Estado más armado del mundo.  

Si Estados Unidos es el ejemplo por antonomasia, de la democracia, el desarrollo y progreso y además del sueño americano, pues Dios nos libre de esos ejemplos. Ejemplos que sólo sembraron muerte e injusticias por todo el mundo.

Opinión
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Esto no es un adiós, más bien, un hasta pronto…

Habían pasado tan solo cinco días desde nuestro último encuentro en la Reunión de Directorio del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), cuando, de una forma inesperada, se produjo el infausto suceso que marcaría la vida de muchísima gente. El 29 de junio de 2024, cerca de la media noche, alguien muy querido en Santa Cruz y respetado en todo el país, dejó intempestivamente este mundo produciendo una herida en el corazón de su madre, esposa, hijos y familiares, así como de quienes en vida conocimos al Lic. Antonio Rocha Gallardo (QDDG). 

A lo largo de mis 37 años de ejercicio profesional en el campo del comercio exterior, compartí durante más de tres décadas un sinnúmero de actividades con mi querido amigo Antonio, a nivel técnico, empresarial, institucional y académico, de ahí que su partida me conmocionó como a muchos otros, ya que si había alguien que tenía la innata capacidad de relacionarse, era Antonio, siempre con una sonrisa a flor de piel (aunque la procesión fuera por dentro) y la mano extendida para hacer el bien, sin mirar a quién. 

Antonio Rocha Gallardo era Licenciado en Administración de Empresas, por la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA); Magister en Comercio Internacional, por la Universidad NUR; con Postgrado en Administración y Gestión de Empresas (Colombia) y en Negociaciones Internacionales (Ecuador). Como profesional comprometido con la educación, fue un admirado catedrático de Pre y Postgrado en la UPSA y la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM) e Instructor y Conferencista Internacional. 

En el rubro empresarial privado se desempeñó como Agente Despachante de Aduana; fue Presidente Ejecutivo del Grupo ARG; Gerente General de TAMENGO S.R.L. – Despachantes de Aduana y Socio Director de Continental Logística S.A. Estaba feliz porque su sueño de internacionalización se había cumplido. 

En el ámbito institucional -un campo que verdaderamente le apasionaba y al cual le dedicó gran parte de su tiempo y capacidad- como buen exponente y activo protagonista del exitoso modelo de desarrollo cruceño fue Presidente de la Cámara Regional de Despachantes de Aduana de Santa Cruz (CRDA SC); Presidente de la Cámara Nacional de Despachantes de Aduanas (CNDA); Director de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (CADEX); Presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior y Miembro del Consejo de Asesores del Directorio del IBCE. 

Como Consultor y Asesor, participó de importantes estudios sobre integración, comercio exterior, tributación aduanera y competitividad, atendiendo la invitación de prestigiosas entidades nacionales e internacionales como ALADI, PNUD, USAID, SECO, entre otras y, de la Aduana Nacional de Bolivia, como Miembro del Tribunal Examinador. 

En el campo intelectual, fue coautor de varios libros, destacando los siguientes: “El contrabando en Bolivia – Una visión heterodoxa” (SECO-IBCE, 2005); “Valoración Aduanera y Defraudación Fiscal” (SECO-IBCE, 2006) y “Visión Bolivia Productiva y Exportadora” (IBCE, 2007), presentado ante la Asamblea Constituyente, en Sucre. 

Bonachón, dicharrachero, entusiasta y, como todo fraterno, bromista empedernido; como hombre de negocios era un optimista de la vida al ver más allá del común de los mortales; siempre proyectaba una imagen de tranquilidad y seguridad, al extremo que, estoy seguro, cuántos de quienes hoy leen esta columna pensaban -como yo- que Antonio sería quien nos enterrara un día, aunque, lamentablemente, no fue así... 

La inesperada partida de Antonio nos sorprendió a todos, no solo sacudió a sus familiares -a los que siempre atendió y por quienes nos enteramos del gran valor que otorgaba a los “juntes” para compartir una comida o momentos de esparcimiento- sino que, nos golpeó también con suprema dureza a todos quienes nos relacionamos con él desde muy jóvenes, hecho corroborado por los cientos de personas que al publicar en mi muro de Facebook el anuncio de su deceso, me llamaron o escribieron incrédulos y dolidos por semejante noticia; otro tanto ocurrió con la numerosa presencia humana en su desgarrador funeral y posterior sepelio. 

El legado de Antonio Rocha Gallardo, fallecido tempranamente a los 57 años de edad, es vasto, definitivamente, no solo como gran dirigente institucional, destacado profesional, experto aduanero, sino, como el empresario que dedicó gran parte de su corta existencia a trabajar por la facilitación del comercio exterior con valiosos aportes en materia de aduanas, logística, transporte y competitividad. 

Antonio fue un entrañable amigo, de los que se puede contar en cualquier momento; alguien de quien aprendí cosas nuevas, cada vez que conversábamos. ¡Cómo olvidar a mi incondicional compañero de marras en las durísimas negociaciones comerciales internacionales de las que participamos en el exterior del país trabajando sin parar con las delegaciones gubernamentales desde el desayuno hasta la cena a media noche! Descansa en paz, querido Antonio, esto no es un adiós, más bien, un hasta pronto…

Buscando la verdad
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Revolución como solución a los desastres

El regreso de los fascismos por todo el mundo, pone en tela de juicio a la democracia de tinte occidental. Democracia que sólo ha demostrado encubrir los intereses de los ricos, de las empresas de armamento, de los Bancos que son lo peor para la convivencia mundial, de la delincuencia de cuello blanco por todo el mundo. Si ese regreso de las mentalidades más tradicionales es evidente, como del conservadurismo ideológico, es entonces legítimo el regreso de la posibilidad de las Revoluciones sociales y obreras.

Las Revoluciones en la era moderna han sido soluciones radicales; pero legítimas frente al desastre de los modelos políticos que sólo destruían a los más pobres, en función de unos pocos ricos. La Revolución francesa fue precisamente un hito histórico cuando volcaron la tortilla, destruyeron a las clases sociales nobles de reyes, obispos corruptos, señores feudales que pues mantenían a un país totalmente sumido en la corrupción: social, económica e institucional. Dicha Revolución llevó a Francia a modernizarse, con leyes más inclusivas y justas, con sistemas políticos democráticos, sobre todo con un sistema en favor de los más pobres. 

Las democracias de modelo occidental simplemente ya no dan oportunidades a las nuevas generaciones. La corrupción ha ganado terreno por todo el mundo. Con ello se ha destruido la institucionalidad y las clases gobernantes se han corrompido totalmente. Por eso la llegada de los neofascismos, con cuello blanco libertario, y el retorno de las mentalidades ultra tradicionales y conservadoras. Por estos lados del mundo, seguimos teniendo defensores torpes y poco inteligentes alabando a las democracias occidentales. Generalmente de clases altas y acomodadas, es decir al margen de nuestras realidades de la Bolivia profunda.

En cambio, la pobreza y la miseria siguen creciendo en medio del show de discursos. Nuestras calles se han llenado de niños y mujeres pobres y miserables, de ancianos pidiendo limosna. En medio de trifulcas políticas que sólo alargan el sufrimiento cotidiano, de millones de compatriotas que poco a poco se cansan de esta democracia occidental. 

Cierto también que algunas revoluciones se prostituyeron con el tiempo, se corrompieron en contra de las masas y el pueblo. Por eso la literatura liberal ya no lo considera como posibilidad en el mundo. Creo lo contrario, pues la miseria campante por todo el mundo, el crecimiento de la pobreza y el hambre, simplemente nos están acercado otra vez a la posibilidad de Revoluciones en el mundo. 

En Bolivia, la memoria larga nos mantiene en guardia. La Revolución del 52 fue un hecho histórico contundente. Boicoteado totalmente desde adentro por las burocracias clase medieras. Sin embargo, ya tenemos un aprendizaje al respecto. Sabemos exactamente que clases sociales sólo boicotean y son cómplices destructivas contra los procesos sociales de avanzada. Esa experiencia es fundamental para avanzar en las próximas escaladas, en los próximos procesos de cambio. El otro elemento es la corrupción. Corrupción totalmente destructiva y en contra de los pueblos, en contra de la moral y ética básica de la política y del sentido común de los pueblos. Porque es cierto que hay gente sólo oportunista, absolutamente en contra de los procesos de avanzada que exigen las masas.

Las paradojas de la historia mundial son por cierto interesantes. Las promesas de la modernidad han fracasado totalmente. Ni las inteligencias artificiales, ni las revoluciones industriales y tecnológicas son suficientes para mejorar la calidad de vida en el mundo. Todo lo contrario, la miseria y el hambre son apocalipsis actuales y son el freno a los sueños humanos. Pues mejor que vengan Revoluciones, como retornos ante el desastre generalizado del mundo, producto del sistema degradado y corrupto. 

Pensar en esa posibilidad: Revolución, es otra vez una real alternativa. Ojalá esta vez, podamos ver las cárceles lleno de burócratas, como muestra del destino cuando las Revoluciones estallan. Cuando las fuerzas de la naturaleza humana hablan, en función de la justicia, en función de la ética y moral para volver al carril de las utopías humanas. La sangre no es una necesidad de los cambios; pero cuando no hay ya posibilidades para el pueblo, cuando la miseria y el hambre empujan a la calle, ni modo. Sacrificios que riegan el futuro del mismo pueblo.

El mundo se acerca a precipicios impensables sólo hace 10 años. La locura del desastre viene sobre todo del occidente cavernario, que muestra sus dientes guerreros y sangrientos por todo el mundo. Dueños del sistema, dueños del sistema financiero injusto y totalmente pirata frente al mundo, dueños de las instituciones de la NNUU, que sólo defiende los intereses de los más poderosos y fuertes en armas y bombas atómicas. 

En esos escenarios totalmente contra la humanidad, contra las posibilidades de convivencia realmente civilizada y democrática, sólo queda esperar otra vez el sueño de las Revoluciones. Pero con experiencias del pasado reciente, para no cometer tantos errores que sólo cuestan sangre a las masas. Sobre todo con las experiencias de las tragedias de la burocracia, y de la corrupción sangrienta.

Opinión
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