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Los nuevos proletariados

El mito de la modernidad se devalúa cada vez más, ese sueño de riqueza por doquier y felicidad en el sistema son palabras huecas que se lo lleva el viento. Los proletarios de todas las épocas son testigos del engaño sistemático, a que siguen sometidos por las promesas poéticas de la modernidad. Porque la explotación, la expoliación, el saqueo colonial de las riquezas son las constantes de los siglos, desde el siglo XVI. 

El gran proletariado minero de los años 40 hasta los años 80 del anterior siglo, que sobre sus enormes sacrificios caminó y avanzó la Nación, hoy sólo es recuerdo de entereza, de valentía, lucha y entrega total de vidas en las dictaduras. Todo por la enorme responsabilidad histórica de sacar adelante la dignidad del país. Ese proletariado ni siquiera fue homenajeado por su entrega desinteresada a la Patria. Los muertos, heridos, exiliados, hoy son los olvidados por la historia.

Los nuevos proletarios de la postmodernidad tienen educación incluso universitaria, técnica, industrial y tienen tecnologías de la información a su disposición para ser mejor explotados. Porque la sofisticación de la explotación es todavía más cruel en estos tiempos modernos, o postmodernos. Paralelamente los nuevos proletariados están desprovistos de instrumentos ideológicos, y formación política es demasiado esperar por la inutilidad de los partidos que se dicen de izquierda. 

En Bolivia los nuevos proletariados tienen que ver con gastronómicos, informáticos, vendedores ambulantes, etc, etc. Jóvenes en la mayoría de los casos, que sobreviven en las ciudades peleando milímetro a milímetro los pocos puestos de trabajo que hay. Los sueldos de miseria y sobrevivencia, hacen realmente un cuadro digno de aquellos que denunciaba Carlos Marx en las ciudades europeas, que se jactaban con la primera revolución industrial del siglo XIX. Pues sí, las condiciones económicas y sociales no han cambiado en esencia, sino la coyuntura y los nuevos escenarios mundiales totalmente caóticos gracias al modelo capitalista.

El deterioro mundial del proletariado es evidente. Los nuevos proletarios por el mundo tienen mejor formación educativa o académica; sin embargo, lo objetivo es que las condiciones económicas se han encarecido, y eso de aspirar a vivienda o dignidad no existen. 

A lo largo de estos últimos 40 años, el capitalismo salvaje ha tomado las riendas de muchas sociedades. Los resultados son elocuentes: mayores diferencias de clase y económicas, corrupción generalizada, pérdida de conquistas sociales, brutalidad política en las calles y total ausencia de ideas en lo político e ideológico. En definitiva: triunfo del capitalismo salvaje. Ese capitalismo de las finanzas oscuras de la trata de personas, del narcotráfico, del contrabando, de los bancos sin ley alguna. 

Los obreros actuales tienen que lidiar con obstáculos más poderosos para sobrevivir. Prácticamente abandonados por los otrora partidos políticos, que al menos les apoyaban en los procesos de formación política, en la toma de consciencia para sus reivindicaciones sociales. Además, las divisiones mundiales del trabajo y capital, nos condenaron sólo a ser consumidores de los productos que vienen del norte, destruyéndonos todas nuestras posibilidades de industrialización. Es decir, la precariedad de las condiciones laborales son la moneda corriente en nuestros países. 

Ni siquiera podemos con básicas industrias de alimentos, o al menos micro industrias de alimentos o ropa. El grado de dependencia es sencillamente humillante. Es decir, la total precariedad de las condiciones objetivas laborales. En estos escenarios, los proletariados nuevos sólo tienen como posibilidades pelear como animales hambrientos, con otros proletarios hambrientos. 

Como vemos, las tareas inmensas de reconstruir sindicatos conscientes, capaces de cambiar las realidades más terribles quedan otra vez muy lejos. Pero constatamos también por la experiencia, que obreros y proletarios sin organizaciones, sin formación política e ideológica son totalmente débiles y están a merced del sistema brutal. 

Ciertamente son otros tiempos, son otras coyunturas y momentos históricos. Las coordenadas han cambiado respecto de la toma de consciencia para hacer la Revolución. Lo cual no quiere decir que la explotación se haya ido, o eso que dicen torpemente muchos “cientistas sociales”: que la muerte de los marxismos con el muro de Berlín, ha enterrado la historia de la lucha de clases. Estupidez contrarrestada por la dura realidad de estos tiempos. 

El capitalismo salvaje, ese que tiene ya algunas raíces en el tercer mundo, lamentablemente se ha impuesto. Monstruo de mil cabezas, agujero negro que se traga todas las ilusiones de los nuevos proletariados. Ese sistema antihumano que además ha destruido los sistemas financieros, para convertirse en un sistema irracional y totalmente insostenible por todo el mundo. Haciendo creer que la subida de precios (alimentos, vivienda, educación y salud), es normal y parte de las estructuras comerciales. En realidad en un rotundo engaño mundial, que los piratas de las finanzas inflan en las computadoras del sistema para engorde de ellos.

Pero las lecciones son muchas desde la experiencia del proletariado mundial. Aunque en estos momentos de dureza y de guerras de conquistas capitalistas, de falta de toma de consciencia y de formación política como ideológica, afecten en los resultados sociales. Además del embrujo total hacia el capitalismo salvaje, que es la pelea entre pobres, entre miserables y entre obreros por las migajas del sistema.

En estos momentos duros y complejos, coyunturas en contra del proletariado mundial, tenemos que recordar a los proletarios mineros que fueron traicionados en 1985, y echados a la calle impunemente. Esos son los verdaderos héroes de nuestra historia social y de luchas proletarias mundiales.

Honor a los proletarios de la nacionalización de la minería. Honor a los proletarios y mártires de Chicago. Viva el primero de Mayo!!!

Opinión
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¿Cuál debería ser nuestro sueño, como bolivianos?

“Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”, fue la inspiradora y memorable frase acuñada por el empresario, animador y productor de cine estadounidense, Walt Disney, quien no solo llegó a crear un verdadero emporio a nivel de la industria cinematográfica, sino también, a revolucionar el mundo del entretenimiento. Se dice que su sueño fue logrado después de cerca de 300 intentos y fracasos, pero… ¡lo hizo! 

Así como Disney, cada ser humano tiene sueños y aspiraciones, pero no todos llegan a cumplirlos ya que no solo se trata de imaginar o soñar -algo que es fácil y lo hace cualquiera- sino, de esforzarse al máximo para hacerlos realidad, lo que implica acción, esfuerzo y constancia, sabiendo la diferencia que hay entre “motivación” y “disciplina”, y, como digo siempre, entre “aptitud” y “actitud”, ya que lo primero, sin lo segundo, resulta insuficiente para alcanzar el éxito. 

El sueño de todo empresario es invertir para producir y vender bienes y servicios, de tal manera que el premio a su capacidad para satisfacer las múltiples necesidades de la sociedad sea una merecida ganancia. 

En tal virtud, lo primero que hace es analizar el mercado, para luego idear el producto o el servicio a prestar. Queriendo hacer realidad su sueño arriesga su ahorro; de no contar con ello, adquiere una deuda con terceros; y, de ser necesario, compromete su patrimonio familiar y hasta su salud, para hacer las contrataciones necesarias a fin de pasar de lo intangible del sueño a hacer del emprendimiento, una realidad. 

¿Recuerda Ud. quién acuñó el célebre pensamiento, de que el éxito depende en “1% de inspiración y 99% de transpiración”? Fue Thomas Alva Edison quien lo dijo, un inventor, científico y empresario estadounidense, también, para quien ese 1% le llevó a idear una lámpara eléctrica incandescente, mientras que el 99% significó 1.000 intentos fallidos, ya que el foco se le quemaba siempre. Cuando le preguntaron por qué había fracasado tantas veces, respondió que no había fracasado, más bien, había descubierto 999 formas de cómo no hacer un foco. ¿Interesante perspectiva, verdad? 

Lo cierto es que, como ocurre con toda obra humana, es posible que al empresario no le vaya bien en los inicios de su emprendimiento, pero, gracias a Dios, el determinado espíritu que tiene lo anima una y otra vez a vencer la adversidad; a levantarse, si hubiera caído y a seguir adelante con la fe puesta en lograr su sueño. ¡Triste y grave fuera si todos los empresarios se rindieran ante la primera adversidad y levantaran las manos! Las consecuencias serían nefastas, no solo para ellos, que lo arriesgan todo, sino también, para la sociedad. 

El primer impacto de perder a nuestros empresarios sería el desabastecimiento del mercado nacional, con la inevitable y creciente dependencia del abastecimiento externo, conllevando ello un menor crecimiento económico por el languidecimiento de la actividad productiva. 

Desde el punto de vista social, el deterioro empresarial implicaría que mucha gente pierda sus fuentes de empleo, a partir de lo cual los jefes de hogar sufrirían por no poder generar los recursos necesarios para atender a sus dependientes en sus múltiples necesidades de alimentación, salud, educación, etc. 

En lo que hace al Estado, ocurriría que no solo la inversión privada bajaría y el consumo familiar caería, sino que disminuiría la recaudación de impuestos, afectando las finanzas públicas, por tanto, su capacidad de gasto e inversión, lo que llevaría a un deterioro del bienestar en detrimento de la ciudadanía. 

Todo lo contrario pasaría, si desde el Estado se apoyara abiertamente la actitud emprendedora, innovadora y visionaria de quienes saben y quieren hacer empresa en el país, utilizando su imaginación y capacidad para asumir riesgos comerciales en la búsqueda de atender las demandas del mercado interno y de los mercados exteriores, a través de procesos productivos, comerciales y de prestación de servicios basados en la inversión, la tecnología y el conocimiento. 

La consecuencia de ello sería un mayor movimiento económico con más fuentes de empleo digno y sostenible en el tiempo; un mayor dinamismo en el mercado interno, por los ingresos generados para las familias; una mayor recaudación tributaria para atender las necesidades del Estado; finalmente, mayores posibilidades de ahorro privado para ser canalizado a nuevos procesos de inversión. 

¡Este círculo virtuoso de realizaciones debería ser nuestro sueño, como bolivianos! Que el esfuerzo empresarial, inspirado en la búsqueda de una genuina utilidad, devengue a lo largo de la cadena de valor incontables oportunidades de empleo e ingresos para la gente y una mejora del bienestar social, con lo cual, el reiterativo sueño de un mejor país se lo pueda lograr con un Estado que promueva y garantice la iniciativa privada, dentro de la legalidad y la formalidad. Solo entonces, aunque hayamos fracasado tantas veces en el pasado, el sueño de una “Bolivia digna, productiva, exportadora y soberana” podría hacerse realidad.

Buscando la verdad
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El libertario de Milei en Argentina

Milei trajo atención hace unos meses, por sus críticas contra lo que el suponía los totalitarios de la izquierda en la Argentina. De hecho los tremendos errores de la política económica del vecino país, empujaron a las masas obreras y pueblo en general a optar por Milei. Este personaje se decía a sí mismo ser partidario del liberalismo e incluso del anarco liberalismo, totalmente en contra de los supuestos totalitarismos de izquierda. Sin embargo, pasaron unos meses desde entonces, y este sujeto libertario, demuestra que es más totalitario que a quiénes criticaba. Su modelo económico, que es copia fiel de los modelos fracasados del neoliberalismo de los años 80 y 90 del anterior siglo, empieza a sembrar hambre y miseria.

Por tanto, sabemos de ante mano que el hambre y miseria se profundizarán en la Argentina. Y el libertario de Milei no es por supuesto ningún libertario, sino un payaso más de los sectores conservadores de Argentina, que a nombre del liberalismo sólo acude a recetas ultra conservadoras e importadas de países donde sus realidades se prestan a imponer dichas medidas. Por ejemplo Inglaterra o Estados Unidos, países industriales que experimentan con sus poblaciones que han sido totalmente enajenadas de sus realidades, y ya no tienen las posibilidades de pensar en cambios sociales.

Milei es una muestra más de que las clases altas, oligarquías latinas, no se ubican en el tiempo histórico o simplemente siguen nomás anclados en el pasado colonial, o republicano que es casi lo mismo. Su dependencia enfermiza de los centros de poder capitalista, les delata su poca autonomía y poca visión al menos nacionalista en estos países. Milei lo primero que hizo, como perro sabueso, es ir corriendo a los Estados Unidos y arrodillarse ante los burócratas del imperio para esperar su visto bueno. Humillantemente salió en los medios de prensa imperiales, sonriendo con Trump y otros coloniales para decir que es un soldado más del sistema capitalista central. Ridícula manera de empezar siendo elegido por una parte de su pueblo.

Hoy se esfuerza por firmar acuerdos de la guerra fría con Estados Unidos y otros del sistema. Se esfuerza en derrochar dinero comprando chatarra militar, como aviones y otros artefactos de la muerte gringa. Realmente, este personaje pasará a la historia como el más servicial del moribundo sistema capitalista que haya tenido América Latina, en un momento histórico donde el planeta se inclina hacia lo multilateral, como intentos ante el fracaso de occidente en estos siglos de impostura e imposición colonial económica.

Pero es cierto que los Milei abundan por estos lados del mundo. En Bolivia también los tenemos, Tuto Quiroga y otros compinches de la banda. Y no les podemos pedir que piensen por sí mismos, necesitan de recetas externas para decir algo. Necesitan arrodillarse ante sus amos para ser alguien. Al parecer no entenderán de soberanía, o de nacionalismo por lo menos. Sabemos que los intereses de sus amos son muy poderosos, por lo que es demasiado soñar que estos oligarcas piensen por sí mismos. La experiencia nos dice que los conceptos de  soberanía, patria, Nación y Estado soberano, son conceptos que se construyen en las trincheras de las luchas sociales. Son conceptos que denotan experiencias de consciencias superiores desde las conquistas sociales. Aspectos que por supuesto están fuera del entendimiento de los Milei o Tutos Quirogas.

El neoliberal de Milei terminará endeudando a la Argentina. Además sobre la base del hambre y la miseria de los obreros, de los trabajadores. A nombre de combatir contra el comunismo y sus huestes totalitarias, impondrá las recetas del neoliberalismo más conservador y totalitario posible, vendiendo a su país al mejor postor del sistema. Experiencias que hemos pasado a lo largo del continente en todos estos siglos. 

Con Milei no hay novedad al respecto. Sino más de lo mismo, de lo conocido en la historia del hambre y miseria de nuestros pueblos. Recetas importadas y modelos fracasados en lo económico y social; pero justificados desde los enormes intereses comerciales de las potencias. Milei sólo es el payaso del circo; que se hace al sionista en el muro de los lamentos, después se presenta en los salones del FMI, después en las oficinas de los distintos jefes mafiosos de la política norteamericana. Pues no hay novedad sino lo mismo nomás a nombre del liberalismo occidental.

Es una crueldad de cierta manera la política en Latino América. De vaivenes y traspasos de ideologías extremas; pero sin resoluciones de las grandes demandas de nuestros pueblos: trabajo, vivienda, salud, educación y Vivir Bien. Millones de compatriotas latinoamericanos se debaten entre la miseria y la pobreza, sin que sean el centro de la política sino sólo la excusa en todos los discursos ideológicos. 

Milei es la coartada perfecta de los centros de poder, para seguir esquilmando nuestras riquezas, a costa por supuesto de sueldos miserables y países desestructurados, desinstitucionalizados para el saqueo total y legal de todo lo que sea posible. Como vemos, siguen en pie revoluciones postergadas. Revoluciones en serio y sin discursos.

                                                                                              La Paz, 28 de abril de 2024 

Opinión
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Velocidades del llamado desarrollo

El concepto de desarrollo ya ha sido cuestionado muchas veces, incluso en Bolivia. Deviene de realidades donde el sueño de progreso y desarrollo responde a estructuras sólidas, sobre todo de países industrializados, respecto de la economía. Pero que no se amoldan tan fácilmente a realidades del tercer mundo, sobre todo países sin procesos de industrialización, sin bases sólidas de industrialización, sin tecnología de punta. En definitiva sin posibilidades de crear mercados internos con alto valor agregado.

Por eso, lamentablemente, la brecha entre aquellos dueños de las patentes industriales y quiénes no tenemos básicas formas industriales, se ensancha cada vez más. Ese fenómeno objetivo es por demás demostrable a la hora de los resultados de las escalas de desarrollo. En nuestro caso la pobreza franciscana es elocuente, la ausencia de estándares de desarrollo en temas de calidad es nomás la conducta mediocre de todo lo nuestro. También hay razones históricas por cierto; pero los resultados son los resultados.

En estas complejas coyunturas mundiales, las peleas tecnológicas entre los gigantes de la economía, son el pan de cada día. Sus centros de investigaciones científicas trabajan día y noche, los siete días de la semana para estar al día en las competencias, en todos los campos posibles de las industrias y las tecnologías. Claro, no podemos competir con todo eso, no tenemos las mínimas condiciones materiales ni científicas para hacerlo. Es como soñar ganar algún día el premio nobel de física nuclear. 

Pero podemos acomodarnos a algunas escalas más modestas de todos los avances en las ciencias, en los procesos tecnológicos. Por ejemplo en los temas de productos alimentarios, por nuestras enormes potencialidades. O en los temas de minería por razones históricas. Sin embargo, una cosa son las potencialidades y otra la realidad objetiva de los hechos. Nosotros tenemos enormes potencialidades, desde hace siglos, en varios temas: minería, producción agropecuaria, piscícola, ganadera, agroindustrial. Pero seguimos nomás siendo la cola del furgón a la hora de las estadísticas internacionales. Es decir, no somos competitivos en nada.

Una de las condiciones objetivas es la calidad del funcionamiento de las instituciones, sean estatales o privadas. Que ofrezcan seguridad laboral, servicios básicos seguros, como salud y educación  (eso ofrecía la Comibol después de la revolución del 52). Otra de las condiciones es contar con centros universitarios realmente competitivos, en los sectores de ciencias y tecnologías industriales. También un mercado interno sólido, donde los consumidores tengan al menos estándares medios de consumo asegurado. No la pobreza generalizada de las poblaciones, que sólo pueden consumir lo más precario y barato por razones de miseria y pobreza.

En nuestras realidades nos contentamos con muy poco, pues las costumbres de la precariedad y pobreza hacen que de por sí optemos por lo más barato, casi pobre como artículo, porque la capacidad de consumo y ahorro son nulas. Claro que la corrupción empeora estas realidades, nos lleva al abismo de la informalidad desde la perspectiva de ausencia de Estado, es decir ausencia de impuestos, ausencia de mercado interno, en suma ausencia de perspectivas de desarrollo en escala humana. 

No tenemos velocidades ni mucho menos. Somos un país lento y demasiado lento para temas de desarrollo; para temas educativos de competencias altas. Nuestras conflictividades sociales nos hacen totalmente vulnerables a las corrientes de todos los desarrollos. Ni siquiera podemos tener pequeñas parcelas de industrias turísticas, porque nada es seguro en nuestras carreteras, en nuestras normas, en nuestro desorden cotidiano y emblemático. Es decir, como país nos contentamos con muy poco.

Hay experiencias mundiales que han enseñado cómo hacer las cosas. Sin tener recetas ni mucho menos. Por ejemplo Corea del Sur o Singapur. Desde la pobreza y miseria casi absoluta lograron en 30 o 40 años salir de la pobreza, y llegar a estándares altos de desarrollo. Como decimos, se pusieron las pilas incluso a la fuerza, por la fuerza. Ya que el desorden y la ausencia de institucionalidad sólo nos conduce al manejo de unos indecentes, contra toda la población de manera antidemocrática. Y desde todo punto de vista es injusto y totalmente contra la voluntad del pueblo.

Definitivamente nos jugamos el pellejo del futuro y de nuestra historia, cuando nuestra incapacidad colectiva se mezcla con la ceguera y la complicidad de no asumir al menos unos grados de desarrollo. Deberíamos avergonzarnos al menos desde lo ético, pues ver la miseria y pobreza de nuestras calles para reaccionar en consecuencia. No con discursos fogosos y engañosos sino con hechos, con acciones objetivas en la maquinaria de nuestras instituciones, en la maquinaria de nuestras universidades. 

Las nuevas generaciones, los jóvenes, son los que pagan el precio muy alto de los errores irresponsables del pasado. Porque no tienen oportunidades de trabajo digno, de oportunidades de negocios, de mercados internos solventes, de instituciones sostenibles en el tiempo. Lo cual es totalmente injusto, totalmente indecente, totalmente antiético y se les deja tareas colosales que ya deberían estar realizados hace mucho tiempo. En fin.

Opinión
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El calvario del incremento salarial en Bolivia

Se avecina el festejo del 1º de Mayo y con ello un nuevo dolor de cabeza para las empresas que producen, comercian y prestan servicios en el marco de la legalidad y la formalidad, ya que con motivo de tal celebración, se anuncian prerrogativas para la “clase trabajadora” -curiosa denominación, por cierto- como si quienes en verdad lo arriesgan todo en beneficio del país -su capital, su patrimonio y hasta su salud- no trabajaran… 

La otrora gloriosa y hoy venida a menos Central Obrera Boliviana (COB), como estila hacer cada año, entregó ya su pliego petitorio al gobierno con una aspiración de incremento del 8% al salario mínimo nacional y 7% al básico, diferenciándose de los líderes de la combativa COB de antes, que no solo pedían aumento, sino también, políticas de reactivación en función del país, no como ahora, que su actuación y cálculos políticos sólo tienen que ver con agradar a sus bases… 

Como era de esperar, tal irracionalidad, a la luz del desempeño económico del 2023, cuando no hubo segundo aguinaldo por el magro crecimiento, y el hecho que organismos internacionales vaticinan que este año el PIB podría crecer menos del 2%, varios sectores elevaron el grito al cielo. El sentir del empresariado es que el incremento planteado es desproporcionado, tomando en cuenta la baja inflación y el bajo crecimiento del 2023, advirtiendo que afectaría a la inversión y el empleo, al encarecer el producto nacional, favoreciendo al contrabando que compite ilegal y deslealmente al no pagar tributos, de ahí que hasta plantearon “congelar” los salarios en 2024. 

Hay que recordar que en 2023 el incremento salarial determinado por el gobierno fue del 5% al mínimo y 3% al básico, considerando la inflación del 2022 que llegó al 3,12%; de ahí que, siendo que la inflación del pasado año fue del 2,12% de ninguna manera correspondería siquiera repetir el incremento del 2023. 

Es bueno traer a la memoria, también, que el incremento salarial obligatorio solo se aplica a las empresas legalmente establecidas, en un país en el que según organismos nacionales e internacionales, la informalidad se campea a tal punto que, entre el 80% y 85% de los empleos se dan en tal situación, por lo que quienes tienen que competir contra empresas que no pagan altos tributos ni tienen rígidas obligaciones sociales, lo hallan injusto y alzan su voz de reclamo. 

Con relación a esto último, está la preocupación del efecto “en cascada” que produce el aumento salarial, pudiendo llegar a significar una carga superior al 40% para el empleador, sin que suba en igual proporción la productividad del trabajador o las ventas para generar los recursos adicionales necesarios, al subir también las obligaciones sociales como son los aportes patronales para salud, aguinaldo, jubilación, bono de antigüedad, pago de feriados y dominicales, primas, entre otros, pudiendo ocasionar, como consecuencia, la reducción del empleo formal y el cierre o mayor informalización de las empresas para poder sobrevivir. 

La baja dinámica económica, la tendencia a un menor crecimiento, la escasez del dólar y su encarecimiento, el mayor costo de los insumos importados, el grave impacto del cambio climático en el agro y la agroindustria, la caída de los precios internacionales de los bienes de exportación, el desborde del contrabando y la informalidad, la inestabilidad política que vive el país, entre otros, configuran un escenario adverso para pensar en incrementos salariales. 

Bolivia, es miembro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desde 1919, habiendo ratificado 50 Convenios con recomendaciones fundamentales para que el remedio no resulte peor que la enfermedad y un buen deseo no termine perjudicando a los trabajadores. Así, en materia salarial, la cláusula 21 del Diálogo Social y el Tripartismo, sentencia que “no pueden lograrse términos equitativos de empleo, condiciones de trabajo decente, seguridad y salud en el trabajo y desarrollo para el beneficio de todos sin la participación activa de trabajadores, empleadores y gobiernos mediante el diálogo social”. Este diálogo, p. ej., debería llevar a flexibilizar la legislación laboral para que los jóvenes, universitarios, madres solteras, etc. trabajen por horas, sin generar sobrecostos laborales, con lo que ganarían todos, como pasa en muchos países. 

Es de esperar que, cumpliendo con la fe del Estado comprometida ante la OIT, el proceso tripartito gobierno-empresarios-trabajadores pueda darse, para que lo que se decida no sea una imposición derivada de una decisión unilateral o un acuerdo bilateral, sino, más bien, de un diálogo donde se escuche al trabajador pero, también, al empleador, para que prime la sensatez, la prudencia y, sobre todo, la empatía de gobernantes y trabajadores, hacia quienes lo arriesgan todo al invertir en procesos productivos, comerciales y de servicios. De no ocurrir esto, un aumento igualitario y obligatorio sería discriminatorio, al darse un trato igual a los diferentes o un trato diferente a los iguales...

Buscando la verdad
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Estados heredados, estados por soñar

A pesar de las buenas intenciones y esfuerzos de estos años, seguimos nomás con los Estados heredados del siglo XIX, que son copias burdas de los Estados europeos de ese siglo. Cierto que los Estados modernos son invento de los europeos; quiénes exportaron después esas estructuras por el mundo entero. En nuestro caso el Estado se estructuró hasta mediados del siglo XIX, a pesar del desorden, del caos total, de los gobernantes que no tenían idea de estos territorios, de las pérdidas territoriales. En varios aspectos fueron estructuras coloniales, fue herencia colonial, con tintes y perfumes modernos.

Por todo eso, hasta hoy, tenemos todavía herencias coloniales muy compactas que no hemos cambiado, sino en las bonitas leyes de nuestros escritos legales. El mal trato al ciudadano común desde el Estado, el pésimo trato al interior de nuestras instituciones, la lentitud y la brutal burocracia, son absolutamente coloniales. Sellos inconfundibles de costumbres coloniales que siguen nomás como protocolos de comportamiento estatal colonial.

Seguimos debatiéndonos entre la penumbra de cómo cambiar semejantes estructuras, que han sobrevivido a todos los intentos de cambio de nuestra historia. Varias de las veces nos encubrimos, porque son nuestros errores internos históricos, culpando a factores externos: imperialismos, etc. Sin tener la capacidad de autocrítica, o al menos crítica histórica de nuestros propios hechos, de nuestros propios errores. Por supuesto, que hay factores externos que influyen en el devenir de nuestros hechos. Por ejemplo el nefasto papel de la diplomacia norteamericana, del intervencionismo pirata de la política norteamericana.

En todo caso, nuestros factores internos son importantes si es que queremos realmente cambiar nuestro destino como país. Pero si seguimos nomás con las costumbres coloniales del desorden, de la ausencia de estrategias de Estado, de ausencia de consensos como colectivo, como Nación, echando la culpa a los fantasmas del imperio cuando son nuestros propios errores, sin esfuerzos de ver nuestros hechos con crítica y autocrítica histórica, tratándonos tan mal entre bolivianos, encubriendo corrupciones y pésimas formas de comportamientos institucionales, pues las calendas griegas seguirán esperando nuestro futuro sombrío y lleno de lamentos, lleno de cinismo y  mentiras por los siglos de los siglos.

El mundo está cambiando de manera dramática. El fracaso de occidente y su estrepitoso derrumbe, puede ser otra oportunidad más para nuestra Nación. En sentido de liberarnos por fin de los designios coloniales y capitalistas del siglo XVI. Muchas Naciones en el mundo están en ese proceso, como China o India. Tarea monumental y titánica por cierto. Pues, estamos al parecer en una transición mundial a algo. No sabemos a dónde se dirige el mundo. Sabemos que occidente es un desastre total, sus resultados son elocuentes: crisis económica mundial, cambio climático, destrucción de la naturaleza, guerras por todo el mundo. 

Son momentos en donde tenemos como Nación que leer bien los designios de los tiempos. Porque posicionarnos bien en esta complejidad será clave e importante. Pero si seguimos nomás con tontos argumentos coloniales del desorden, de la corrupción, del sálvense quién pueda, del egoísmo e individualismo secante, del bloqueo mental, del bloqueo físico de nuestras carreteras, del bloqueo histórico que nosotros mismos nos ponemos, pues seguiremos nomás estancados en la mentalidad del siglo XIX, de la pobreza generalizada, de la mendicidad internacional, de la ceguera histórica colonial.

Requerimos de sinceridad y claridad en el manejo de los destinos, de la historia del país. No es suficiente la ideología o la política por sí mismos. La experiencia nos ha enseñado que esos instrumentos tienen limitaciones. Porque pueden ser utilizados por personajes poco calificados, poco éticos, poco comprometidos con los enormes sacrificios que el pueblo hace cotidianamente para sobrevivir. En pleno siglo XXI, cuando la humanidad está en plena cuarta revolución industrial lo menos que podemos hacer es buscar a los mejores calificados, para enfrentar retos educativos, industriales, institucionales, científicos. Porque repetir errores del pasado sería absolutamente irresponsable, nada ético y moral frente a las nuevas generaciones.

Para desmontar todo lo colonial del Estado actual, no bastan los discursos: sobran. Se requiere gente idónea y valiente; pero sobre todo coraje y patriotismo extremo. No hay términos medios, no debería haber mediocridades y lentitud insultante. Necesitamos apostar en grande, necesitamos dignificarnos, ser nosotros mismos para ser ciudadanos del mundo con identidad propia y distinguida. Lo colonial es un lastre que ya debemos dejar: pésimo trato humano, ausencia de claridad institucional. 

El mundo está en transición y cambios profundos. Apostemos a esos cambios; pero desde nosotros mismos: cambiando realmente desde lo profundo de nuestro ser, empezando a dejar los comportamientos coloniales que nos dañan terriblemente. Apostemos a cambiar para construir un Estado con el sueño de las raíces prehispánicas, de aquellos Estados que funcionaron sosteniblemente por miles de años, antes de la llegada de occidente. 

La inercia, la ausencia de voluntad de cambio, la corrupción del espíritu, son excusas coloniales para encubrir los pésimos comportamientos coloniales. Requerimos fuerza de voluntad, para encontrarnos con los sueños de nuestros ancestros. Escuchemos esa necesidad de cambiar y por fin soñar para transformar nuestra historia.

Opinión
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El rotundo fracaso de Occidente

El ataque de Irán a Israel es una muestra del fracaso de occidente en estos siglos de supuesto liderazgo. Simplemente occidente no deja de desequilibrar el mundo, desde el siglo XVI, porque continúa el saqueo y la expoliación mundial. Ahora mediante las finanzas y los negocios más oscuros posibles como el narcotráfico. Sus avances tecnológicos y científicos no sirven para la calidad de vida, para el Vivir Bien, sino para favorecer a un pequeño puñado de humanos, esclavos en general del capitalismo, en detrimento de los miles de millones de los otros seres humanos.

La mentalidad guerrera y cavernaria de occidente no ha cambiado desde hace miles de años. Esa mentalidad conquistadora y genocida, sigue nomás en sus costumbres de Estado, como en Israel que en manos de los políticos criminales y asesinos de aquel país, justifican el genocidio en nombre de Dios. Esa es la calidad de occidente. Todo lo demás son discursos, adornos de estética para encubrir lo que realmente es en el fondo la civilización occidental.

Los criminales judíos pueden asesinar en cualquier parte del mundo, sin que la famosa comunidad internacional diga algo. Por supuesto que las Naciones Unidas no sirven para nada sino para justificar a los asesinos de occidente. Los bombardeos de Israel se suceden todos los días; pero nadie dice nada. Tienen tentáculos en sus servicios de inteligencia, para asesinar en cualquier parte del mundo. Y pues, occidente nada dice al respecto de semejante impunidad de los asesinos judíos.

La guerra es el mejor argumento de occidente, se saben superiores tecnológicamente y por el dominio económico puede comprar consciencias e información por todo el mundo. No han avanzado en aspectos políticos o de consensos, sino todo lo contrario. El totalitarismo es el único factor de occidente, ante las demás maneras y formas de ver la vida y el mundo. 

Las guerras son justificadas desde sus propias maneras de ver el mundo. Todos los demás somos terroristas, criminales, o simplemente estamos fuerza de la ley de occidente. Por tanto, sus leyes les permiten eliminar terroristas. Como hace siglos, sus leyes les permitían eliminar indios o formas distintas de culturas y pensamientos. Cavernarios como son pues es muy difícil que entiendan otras maneras de concebir y ver la vida en este planeta.

Anoche Irán respondió ante uno de los asesinatos, muy normales, de sus diplomáticos en Siria. Todo el aparato occidental de Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos, corrieron para socorrer a los criminales de Israel. Era lógico. No podían permitir que los salvajes se salgan con la suya. Lo más probable es que ahora estén planificando respuestas militares a Irán, porque los salvajes tienen que aprender, tienen que domesticarse ante el dominio de occidente. Y eso es sólo por la fuerza, por las cadenas, por la soberbia que es muy típico occidental.

El siglo XXI y nuevo milenio nos ha deparado muerte y miseria por el mundo. Obra y genio de occidente, que ante sus crisis capitalistas y el inicio de un mundo multipolar, reacciona como un perro con rabia, porque no quieren perder su papel de esclavistas que ejercen desde el siglo XVI, no quieren compartir el poder porque nunca imaginaron perder ese papel cavernario y sanguinario en esencia. 

Llegó el futuro. Es tan impostor como el pasado. Sólo nos deparan guerras, hambre, miseria, explotación, expoliación y esclavismo del sistema capitalista. El sistema no permite que otros pueblos piensen distinto. Como en el siglo XVI. Porque la tecnología del terror guerrero, se ha puesto al servicio del sistema. La tecnología de la guerra es ahora la bandera más importante de los asesinos del Estado capitalista occidental. Y nadie está a salvo, sus drones vigilan desde el cielo para cazar salvajes o terroristas por cualquier lugar del mundo. Sí, esto es el futuro.

En poco tiempo más los cavernarios de occidente crearan robots para las guerras. Serán entrenados por supuesto para cazar salvajes y terroristas. Eso es cierto. La mentalidad occidental sólo tiene esos propósitos y están bendecidos por Dios. Están bendecidos por el sistema capitalista. 

Pues bien, quiénes no estamos con esa monstruosa manera de ver la vida tenemos que seguir siendo tercos. Tercos en buscar otras formas más humanas de construir vida. El Vivir Bien tiene que ser una posibilidad ante este desastre de occidente, que no termina y se profundiza desde el siglo XVI. Por estos lados del mundo, la política sigue siendo occidental o copia de occidente. Los compañeros de izquierda son los más occidentales. Curar esa enfermedad no será fácil. Pero es una necesidad primordial, pues occidente es un rotundo fracaso. 

Son demasiados siglos de sufrimiento, de condena a seguir de esclavos porque el sistema así está diseñado. Está diseñado para que unos pocos sean dueños de todo; unos pocos gocen de los beneficios del sistema. Los demás pueblos estamos condenados a ser esclavos, o explotados por la gracia de Dios como dicen los occidentales. Es hacer justicia luchar por la ruptura de ese sistema occidental guerrero y sangriento.

Pues, que nuestros ancestros nos ayuden a destruir al sistema occidental tecnológicamente guerrero, sangriento, impune, explotador, expoliador y asesino desde el siglo XVI. 

                                                                                           La Paz, 14 de abril de 2024

 

 

Opinión
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¿Qué hacer frente a un año tan, pero tan complicado?

Es triste decirlo, pero el comercio exterior boliviano empezó el año con el pie izquierdo. Sin embargo, como de toda situación indeseada puede surgir una oportunidad, cuando se la encara adecuadamente, es de esperar que la preocupación del sector privado coincida con la de las autoridades, y se puedan tomar las medidas que el caso amerita. 

Según un último reporte del Instituto Nacional de Estadística, Bolivia inició la gestión 2024 con un saldo deficitario de 171 millones de dólares en su intercambio con el mundo: El valor de las exportaciones cayó 29%, pese a que su volumen bajó sólo un 1%, infiriéndose que ello podría derivar de un efecto-precio externo negativo. 

En términos absolutos, las ventas externas del país, comparadas a enero del 2023, cayeron 243 millones de dólares, y apenas cerca de 12.000 toneladas en volumen, algo que debe llamar la atención, dado que dicho balance se hace contra un mal resultado que se dio por razones externas, como la caída de las cotizaciones internacionales de las materias primas, así como también, por causa de los problemas internos que, como en el caso de los bloqueos, impactaron negativamente en el sector. 

En lo que hace a las importaciones, en el primer mes de este año, también bajaron un 10% en valor y 3% en volumen, destacando que un 82% de las compras externas tuvo que ver con insumos (27%), combustibles (23%), bienes de capital (20%) y equipos de transporte (13%), todo lo cual no se puede dejar de importar porque coadyuvan a producir bienes y servicios, tanto para el mercado interno como para la exportación, de ahí que la importación no es mala, sin embargo, el tema es, cómo financiarla. 

El resultado de ambos comportamientos a la baja observados en enero, con las ventas externas cayendo más que las importaciones, fue el déficit comercial, en otras palabras: lo exportado por el país no alcanzó para pagar lo que compramos desde el exterior. 

El desbalance en el primer mes del 2024 debe llamar profundamente a la reflexión, ya que, más allá de que el déficit se haya podido producir por causas externas que no controlamos -al ser tomadores de precios, por ejemplo- hay cosas que sí podemos hacer en lo interno para impedir su acentuamiento a lo largo del año, en aras, sobre todo, de aumentar el ingreso de dólares al país, porque, no con poco dolor, todo el mundo sabe ya que la divisa estadounidense había sido importante para moros y cristianos… 

A estas alturas del partido, los importadores enfrentan graves situaciones para poder desarrollar sus actividades con normalidad, ya que en ausencia de un “mercado libre” (donde está prohibido vender la divisa por encima de Bs6,97) se encuentra entre dos posibilidades: Hacer cola para conseguir dólares “regulados” -que son escasos- o recurrir al “mercado negro” que no debería haber, pero existe, donde el cielo es el límite… 

Frente a este problema, no queda otra posibilidad que optar por las exportaciones como fuente principal de divisas para la economía nacional, aclarando que no solamente los importadores, sino también los propios exportadores, precisan dólares para contratar servicios en el exterior -transporte, seguros, puertos, forwarders, etc.- de ahí que un dólar escaso o más caro con seguridad va a impactar negativamente sobre su competitividad e ingresos, como está pasando con los particulares, para viajar al exterior por diferentes motivos, como estudiar en el extranjero, hacerse atender la salud, etc. 

Las consecuencias de esta indeseada realidad ya se están empezando a sentir: el ritmo de las importaciones está empezando a caer, lo que podría conllevar problemas de abastecimiento, sabiendo lo que pasa con los precios cuando un producto escasea en el mercado; los costos de los bienes extranjeros están empezando a subir (con el agravante de que más del 80% no se puede dejar de importar, por lo dicho más arriba) de tal forma que los productores verán subir sus costos de producción, al igual que los consumidores. ¿Qué hacer para que no empeore la situación? Algo muy sencillo… 

Dar al sector exportador el lugar que le corresponde -cuidarlo, apoyarlo e incentivarlo en su esfuerzo- es lo que corresponde, muy especialmente cuando de él depende la solución estructural a este problema; mucho más, considerando que el mismo viene de ser muy golpeado en 2023 por su caída en 2.800 millones de dólares frente al año precedente y, porque en enero le fue mal… 

Los minerales cayeron 216 millones de dólares, los hidrocarburos bajaron 53 millones y quienes una vez más sacaron la cara por el sector, fueron las Exportaciones No Tradicionales que subieron 26 millones gracias al aumento de su volumen en 50%, derivado del esfuerzo productivo e inversión del sector agroalimentario, principalmente, que ayudó a compensar la caída de precios. Precisamente, es a este sector al que hay que escuchar en sus necesidades para que invierta, produzca y exporte más, y sus dólares financien las importaciones, especialmente cuando enfrentamos un año tan, pero tan complicado…

Buscando la verdad
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Ecuador y México exponen la debilidad de Latinoamérica

¿Alguna vez tuvimos realmente integración latinoamericana?  Nunca. Lo ocurrido con la toma de la embajada de México, en Ecuador, desnuda una vez más que la integración de nuestros países es un saludo a la bandera. Por supuesto que Ecuador se equivocó al no respetar la básica institucionalidad de la diplomacia mundial. Es también muestra de la realidad que vivimos en estos tiempos, en varios países de la región: sin institucionalidad, sin respeto a las normas básicas de la diplomacia, sin respeto a nada. Y eso de la integración es un cuento que no acaba de aterrizar, por razones históricas.

Ni siquiera los países llamados centrales respetan nada, como en Palestina, pues no se puede esperar mucho de los demás países. Pero en el caso de nuestros países, la diplomacia depende mucho de la coyuntura política, de las personas que rigen como presidentes y también del oportunismo politiquero.  Muy pocos países tienen políticas de Estado en política exterior. La gran mayoría sobrevive en base a la débil coyuntura política. La falta de profesionalidad, de conocimientos de historia respecto de la diplomacia, la ignorancia reinante en general hace que realmente no tengamos diplomacias de alto valor agregado, sino todo lo contrario.

Ecuador pasó en muy poco tiempo de la ultraizquierda a la derecha conservadora. Por tanto, su poca institucionalidad tiene esos resultados vergonzosos con la toma de la embajada de México. Sin contemplaciones de ninguna naturaleza, otra vez la brutalidad hace gala haciendo política mundial. Y eso es exactamente lo que está aconteciendo en estos territorios sin institucionalidad alguna, como en Ecuador. Más allá de lo peligroso de estos hechos en sí mismos, porque alientan a los sectores más conservadores de las sociedades a soluciones por la fuerza bruta. Es decir, por las dictaduras sean estas militares o civiles como en El Salvador.

México no se salva de la crítica. Ya que internamente tiene problemas estructurales colosales, con las mafias de narcos que se adueñan de a poco del poco Estado que hay. De manera externa, se ha debilitado su diplomacia que también ha entrado en derivas muy preocupantes en lo ideológico. Cierto que de alguna manera ha logrado mantener una línea tradicional, desde siempre de manera externa es una diplomacia de apoyo a los sectores de izquierda. Es de los pocos países que apoyan, desde siempre, a la revolución cubana.

Otra de las razones históricas es que las oligarquías de nuestros países, siempre han estado al servicio ciego de los poderes imperiales. Sin políticas de Estado en nuestros Estados, sin estrategias de Nación, sin visiones propias en defensa de nuestros intereses. Estas oligarquías que siempre están como veletas, entre la izquierda y la derecha porque se ponen la camiseta de la coyuntura, no tienen personalidad nacionalista. No tienen identidad con lo nuestro. Pues los resultados de las diplomacias son nomás como son: un desastre total.

Las historias de nuestros países son tan desconocidas entre vecinos, que seguimos siendo desconfiados y sin pocos avances en el presente; sin esperanzas de que eso mejore en el futuro. Las inseguridades institucionales, las pocas seguridades de nuestras calles, la ausencia de políticas de Estado para intercambiar experiencias entre vecinos, el poco conocimiento de nuestras propias historias, hace que la inercia de las historias tradicionales siga nomás conduciendo los destinos de nuestros países. Todo esto sin respaldo institucional, librados al viento de la coyuntura ideológica que cada vez debilita más la cantaleta de la integración latinoamericana.

Lo ocurrido con la toma de la embajada de Ecuador, ocurre todos los días entre nuestros países. A muchos niveles. Con el tema de las migraciones en todo el continente, por ejemplo con la tragedia de los migrantes venezolanos. Con la migración de millones de bolivianos por todo el continente, que tienen que pasar penurias por la ausencia de acuerdos, de estrategias de Estado, de protección de nuestros propios conciudadanos. Con los temas delicados de límites fronterizos. En fin. Un largo etcétera de cómo la ausencia de integración, hace que nos debatamos en la miseria misma de las diplomacias externas. 

Los europeos tuvieron que pasar por dos guerras mundiales para por fin entenderse entre ellos. Construyeron el mercado común europeo, que les llevó al pragmatismo de los negocios y les fue muy bien casi en más de medio siglo. Ese mercado común siempre fue respetado aun con presidentes de izquierda o derecha. Pues demostraron cómo se pueden construir políticas de Estado en favor de los pueblos y sus intereses sociales. Ese ejemplo deberíamos al menos copiar en algo. Pero nuestras élites tercermundistas y analfabetas no acaban de entender en qué consisten las políticas de Estado, las estrategias nacionales.

Pues somos países desintegrados. No hemos construido vecindades fuertes, seguimos nomás con los traumas de los siglos pasados. También en estos asuntos de diplomacia no hacemos bien las cosas. Nunca es tarde. La integración es demasiado importante, para negociar y vivir bien entre pueblos, entre Naciones y hermandad.

Opinión
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En el mes del 9 de Abril

La ausencia de debates ideológicos y políticos, se ha hecho una cruel costumbre. Porque las ideas han sido reemplazadas por gritos, brutalidad, sillazos en congresos, y más brutalidad callejera. Aquellos debates necesarios donde las posiciones ideológico políticas, definían de alguna manera el curso de los acontecimientos de los obreros, de los partidos políticos, de los dirigentes sindicales y políticos, también servían para concienciar a las bases. Los recuerdos de aquella generación del 52, del movimiento obrero minero, precisamente están impregnados en la capacidad de liderazgo de los dirigentes, por su alto grado ideológico político en los  debates. 

Es cierto que la complejidad de los acontecimientos ha superado totalmente, a la lentitud de comprensión de los dirigentes actuales y su poca capacidad de leer la realidad, de contrastarla con las teorías sociales, con las visiones ideológicas para tomar posiciones concretas respecto de la realidad. El triunfalismo infantil les ha llevado a la terrible inercia por pensar, razonar, crear condiciones nuevas en la política junto a sus bases. Lo peligroso de esta costumbre analfabeta, es que se remplace precisamente las ideas por la fuerza bruta, que sólo destruye la esencia misma de un movimiento obrero heredero  de aquellos que hicieron la revolución de 1952. 

Recordar aquellos acontecimientos previos y posteriores al 52, debería ser un acto de homenaje en medio de avances ideológicos y políticos, de las masas obreras. Además de nuevas conquistas sociales y económicas, para ese sueño de emancipación de los obreros, venciendo a la explotación y expoliación del sistema capitalista. Me temo que no será así.

Es cierto también que la derrota del proletariado minero en 1985, sigue calando muy hondo en la memoria e imaginario del proletariado. Derrota que devino en el neoliberalismo más primitivo y destructivo del patrimonio construido por la revolución de 1952. Que con sus errores, profundos en varios aspectos, dicha revolución perfiló un Estado para por fin beneficiar a las mayorías de todo el país. 

Las conquistas sociales y económicas de aquel proletariado del 52 son importantes. Hoy contamos con esas conquistas; debilitadas, pero aún son emblemas que ayudan a ser  más digna la vida de los obreros, profesionales, obreros por cuenta propia e incluso comerciantes informales. No se han superado esas conquistas económicas ni sociales del 52, respecto del movimiento obrero minero. Conquistas que por cierto han sido bases de las nuevas coyunturas sociales del país de los últimos veinte años, donde también hemos avanzado en lo cultural, comunitario y en igualdad de género.

Sin embargo, más allá de los  homenajes y recuerdos, las nuevas realidades del proletariado actual, deberían empujarnos a ver dichas conquistas en perspectiva. La despolitización de las masas, el poco apego a las ideas políticas, a las ideas de revolución como otrora, a las ideas de cambio social, simplemente son mensajes claros de aquella derrota terrible de 1985. De ese desánimo y desaliento, que condujo a las masas a posiciones pragmáticas, voluntaristas, varias veces oportunistas, que sólo ven con el ojo de la sobrevivencia y la coyuntura; pero no con la perspectiva de cambio y de renovación para vencer al sistema imperante. Es decir, sin la capacidad de generar estrategias de clase.

Las nuevas generaciones de obreros y proletarios mineros, están desprovistos de imaginarios de Estado y Nación. Aquellos imaginarios que permitieron a los proletarios de los años 40, del anterior siglo, hacer la revolución del 52. No sólo por la necesidad nacionalista de generar un Estado propio, sino y sobre todo por la emancipación del trabajo por parte del proletariado, un sueño desde siempre cuando las masas son conscientes de su explotación, de sus nefastas consecuencias de ser esclavos del sistema. De ser individualistas y oportunistas, por decisión del sistema en contra de los propios camaradas de clase.

Las nuevas condiciones actuales requieren de absoluta creatividad, de quiénes son conscientes de las nuevas maneras de explotación, de las nuevas maneras de esclavismo, del reacomodo del sistema a las nuevas tecnologías, que sólo siguen esclavizando a las mayorías marginadas del mundo. Pues los nuevos proletariados necesitan con urgencia herramientas de toma de consciencia, para seguir en las trincheras de combate en las nuevas coyunturas. Tareas, como ayer, apoteósicas y colosales en las huellas de aquel proletariado que hizo la revolución de 1952.

Entonces, recordemos a aquel proletariado minero que tomó consciencia, que entregó su vida como generación, que hizo posible crear otro derrotero para Bolivia. Que plantó cara al imperialismo, que plantó cara a sus sirvientes conscientes e inconscientes de estos territorios. Que hizo una posibilidad de vida digna en las minas nacionalizadas, con salud, educación y alimentos de primera calidad. 

Pero muchas veces la historia es dramática. Los líderes políticos de entonces, se convirtieron en verdugos, en asesinos y nuevos explotadores de quiénes les dieron en bandeja de plata el poder y las condiciones del poder. Experiencias no aprendidas. En todo caso, ese proletariado del 52 cambio el rumbo de Bolivia. El sistema político nunca estuvo a la altura de aquellos acontecimientos. Nos quedan esas herencias a resolver.

Opinión
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