Blog de Freddy Bobaryn

Una política sin alma en la Bolivia de fin de ciclo

La política, en su sentido más profundo, ha sido siempre una expresión de nuestra alma colectiva. No es solo la del poder ni la administración del Estado, sino la manifestación de cómo una sociedad se piensa a sí misma, se sueña, se organiza y se proyecta hacia el futuro. En este sentido filosófico, los partidos políticos solían encarnar diferentes visiones del mundo, donde las ideologías funcionaban como mapas conceptuales, morales y normativos que orientaban la acción colectiva.

Al desplomarse la solidez de estos mapas, el pueblo se encuentra perplejo, ante los actuales contornos inmorales que han secuestrado la política. Los partidos ya no representan ideas; representan al oportunismo de vividores más que a una oportunidad colectiva de transformación social. Lo que antes representaba una identidad colectiva, una visión ideológica y un proyecto de país, hoy ha sido reemplazado por un pragmatismo sin alma. Esta instrumentalización ha despojado a la política de su dimensión simbólica y con ello ha reducido la democracia a una transacción. Ya no se debate el bien común, se negocian contratos; no se construyen soluciones, se reparten escaños.

Los partidos políticos, lejos de ser espacios de reflexión colectiva y de construcción de sentido, se han transformado en cascarones vacios, en “instrumentos políticos” vaciados de contenido, en mero requisito para presentarse a elecciones. Estos “instrumentos políticos” son el equivalente a “vientres de alquiler” que, ante la anomia, prestan su existencia legal a quien pueda pagar o negociar su instrumentalización.

La idea de representación democrática hunde sus raíces en el contrato social, el individuo cede parte de su voluntad a un agente que habla y actúa en nombre de la comunidad. Sin embargo, cuando ese agente deviene en meramente instrumental -un “vientre de alquiler” de aspiraciones particulares-, la noción misma de voluntad general queda vacía. Surge entonces una contradicción ontológica que devalúa la democracia: ¿quién habla en nuestro nombre, en una democracia que no existe?

La crisis del sistema de partidos revela que hemos erigido un mal ejecutado simulacro de representación, llamado democracia, que ha dejado de ser la encarnación auténtica de la voluntad popular. Este vaciamiento de sentido no es un fenómeno aislado, ni reciente. Forma parte de un proceso más amplio de descomposición simbólica. Vivimos en la era de las identidades líquidas como decía Bauman, donde nada permanece, todo se transforma vertiginosamente, y los marcadores de certezas desaparecen. En este nuevo paisaje, los grandes relatos ideológicos que alguna vez articularon una vigorosa democracia con libertad, justicia, igualdad, fraternidad y patria; han sido reemplazados por eslóganes electorales sin densidad, por discursos demagógicos diseñados para fabricar votos.

Frente a esto, no es extraño que las nuevas generaciones se alejen de los partidos. Para muchos jóvenes la política formal ha perdido su aura, se ha vuelto ajena, rancia y desconectada. No es que no les interese lo público o lo político; al contrario, participan activamente en causas concretas -medioambiente, derechos humanos, arte, deporte- pero lo hacen desde otros lenguajes, otros espacios, otras formas. Ya no necesitan una estructura para actuar, ni un partido para sentirse parte.

Así, lo que estamos presenciando no es solo una crisis institucional, sino una crisis existencial de la política, una pérdida de sentido. Y como toda pérdida de sentido, su recuperación no será solo técnica ni jurídica. Requiere una reconfiguración ética y simbólica.

Tal vez, si queremos rescatar la política del abismo de la instrumentalización, debamos volver a pensarla como un acto profundamente humano: el arte de dialogar y escuchar a los otros, con ideales, con conflictos, con contradicciones, con historia, y sobre todo, con responsabilidad. Una democracia gobernada por partidos sin alma, se convierte en un costoso cabaret frívolo e impostor; sin sentido ni futuro, que deja la política, para convertirse en la administración de las ruinas de un fin de ciclo que puede llamarse todo, menos democracia.

Opinión
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“Solo el pueblo salva al pueblo”: versos para una patria que aún resiste

Hay momentos en que una nación se mira al espejo y no se reconoce. Ve en su reflejo una tierra rota por dentro, tan golpeada que tiene el rostro desfigurado, una patria cansada de promesas, un pueblo que carga siglos de pobreza. Bolivia vive hoy ese instante suspendido en el tiempo, ese cruce de caminos donde el alma colectiva busca respuestas y trascendencia, mientras quienes nos “lideran” se pierden en la miseria de quién se aprovechan de la desorientación, desdicha y desmoralización de un pueblo que entre sollozos y lagrimas no entiende porque es tan desgraciado.

Pero en medio del ruido, entre las grietas del desánimo, hay una frase que se vuelve canto, eco, tambor en el pecho: “Solo el pueblo salva al pueblo.”

Y no es consigna. Es verdad sembrada en la tierra, verdad tallada en la memoria de nuestras luchas, en la memoria de nuestras heridas, de nuestros muertos, el tejido social que necesita reencontrarse en las calles con vecinos, familia, amigos, pero también desconocidos. Claro que sí, nuestros telares comunitarios llegan cargados de memoria viva, en las canas de nuestros abuelos, en la angustia de nuestros padres que se organizan cuando el Estado no llega, cuando los discursos ya no alcanzan. El pueblo es, ha sido, y siempre será nuestra última línea de defensa ante los abusos, indiferencia y excesos del poder.

Porque mientras la gente con dinero se atrinchera en sus cálculos sectarios, el pueblo hoy teje redes invisibles de convivencia, conciencia y resistencia. Mientras discuten los viejos caudillos de izquierda-derecha sobre quién tiene el derecho divino a regir, el pueblo alimenta a sus hijos, comparte el pan, inventa soluciones.

Bolivia no necesita más salvadores mesianicos. Necesitamos prender fuego a nuestros corazones, ese fuego que hace posible la transformación. La unidad viva que nace del dolor compartido, de ese rostro lleno necesidades que te mira a los ojos, y te extiende la mano en la calle en busca de ayuda. La unidad nos recuerda que somos parte de algo más grande y que nuestra rabia o nuestros miedos no son aislados, somos parte del otro, y si el otro cae, yo también caigo, todo es cuestión de tiempo.

El país sangra, sangra en su economía, en sus instituciones, en la moral de quienes nos lideran. Pero aún late, y late porque aún hay pueblo, porque aún hay voces valientes que no han sido silenciadas, manos que siguen sembrando, ojos que no han dejado de mirar a los costados, a nuestros hermanos que sufren como nostros.

LA UNIDAD no es una opción, ES NUESTRA PRIORIDAD, es prioridad volver a reconocernos en el otro, es prioridad volver a hablar sin odio, es prioridad volver a mirarnos como iguales, es prioridad identificar a los verdaderos enemigos, es prioridad recordar que esta tierra nos pertenece, es prioridad volver simplemente a ser pueblo. Porque al final del día, cuando todo arda, seremos nosotros los que vamos a decidir los destinos de en nuestra amada patria.

Opinión
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El Juego del Calamar boliviano

En la segunda temporada de El Juego del Calamar, un grupo de personas desesperadas están atrapadas por un sistema diseñado para aplastarlos, compiten en un juego macabro donde las reglas no son claras -falta de institucionalidad- y los resultados están predeterminados por quienes controlan el poder.

Bolivia, como en el juego, parece ser un país atrapado en una dinámica donde las opciones de transformación son una ilusión. Los participantes en este “juego político” somos nosotros, enfrentándonos diariamente a una realidad diseñada para que nada cambie, mientras los de enterizo rojo ejecutan sin saber, ni para quién trabajan. La única regla clara pareciera ser la impunidad de quienes permanecen intocables en sus cómodas posiciones de poder.

El engaño del sistema.

En el Juego del Calamar, los jugadores se enfrentan a reglas ambiguas y a menudo el castigo por incumplirlas no se conoce hasta que es demasiado tarde. En Bolivia algo similar ocurre. El sistema democrático está plagado de leyes que no se aplican igual para todos, con poderes del Estado subordinados a intereses de unos pocos, dejándonos con la amarga sensación de que jugamos en desventaja desde el inicio.

El precio de sobrevivir

En la serie, los jugadores luchan por un premio que cambiaría sus vidas, aunque el costo sea su deshumanización total. En Bolivia la promesa de estabilidad económica y progreso reclama el precio: de resignación ante un sistema corrupto, polarizado y cada vez más autoritario.

Mientras tanto, quienes controlan el juego -los políticos y los grandes intereses económicos- observan desde la cima, moviendo las piezas a su conveniencia. Como en El Juego del Calamar, los verdaderos ganadores no son quienes compiten en el terreno, sino quienes manejan las cámaras y transmiten nuestra tragedia, bajo contratos millonarios de publicidad.

La ilusión de la unidad

Hace un par de años el gobierno se esforzaba por mantener una narrativa de “UNIDAD del pueblo”, así como hoy todas las fuerzas opositoras también apelan a una “UNIDAD” que no existe y no existirá mientras se privilegien intereses personales, de una vieja política de izquierda y derecha, que ha perdido total conexión con el tejido social. Estas narrativas de “UNIDAD” están plagadas de cálculos mezquinos, mentiras edulcoradas y traiciones. Es como en el juego: los participantes creen que son compañeros, pero rápidamente descubren que la única manera de sobrevivir es traicionándose unos a otros. En Bolivia, las divisiones entre regiones, organizaciones y clases se profundizan bajo discursos idiotizantes que le hablan a nuestros prejuicios para confrontarnos, y que prometen todo menos soluciones reales.

¿Hay una Salida?

El Juego del Calamar termina dejando una pregunta poderosa: ¿es posible escapar del sistema, o solo vamos a intentar sobrevivir dentro de él? Claro que tenemos el poder de cambiar las reglas del juego, pero eso es organización, conciencia colectiva y valentía para enfrentar a los excesos del poder.

El problema es que, como en la serie, el sistema está diseñado para desmoralizarnos, dividirnos y hacer añicos cualquier atisbo de esperanza. Sin embargo, la historia también nos enseña que los sistemas injustos no son eternos, quizás la clave esté en rechazar la lógica del juego, en negarse a aceptar sus reglas y en construir una nueva dinámica donde no haya ganadores ni perdedores, sino un país en el que quepamos todos.  ¿Estamos dispuestos a hacerlo?

Opinión
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¡Oh! gran Máximo Décimo Meridio

Imagina que estás en la arena. En estado shock por el ruido ensordecedor de una multitud que ruge, pero no te aclama, no te conoce, no le importas. En las gradas están los mismos de siempre: los que heredan el poder como si esto fuera una Dictadura romana, los que fingen ser héroes, que les importamos, mientras saquean lo que pueden y le roban al pueblo. Ahí estás tú, armado con un palo, con tus sueños rotos, enfrentándote a un sistema que quiere verte caer. No es la Roma decadente de Gladiator II pero se le parece mucho, es la arena del Circo boliviano.

En Gladiator II Lucio no busca la gloria, pero tampoco se queda inmovil en la inercia de un Imperio envilecido, corrupto e inmoral. Se enfrenta a la putrefacción de un Estado que celebra la opresión y la disfraza de espectáculo. ¿Te suena familiar? En Bolivia, hemos tenido un cuasi Emperador y a su heredero gobernándonos, son nuestros césares modernos: políticos que a nombre del cambio han engordado sus billeteras, mientras el pueblo grita ¡Piedad!, todos presenciamos la carnicería del Estado Plurinacional.

Lucio al igual que Máximo se ve obligado a entrar en la arena, NO fue su elección, la necesidad del momento lo puso en la situación de enfrentar al imperio y derrotarlo. ¿Y tú? ¿no sientes el llamado de la patria que te necesita? Porque déjame decirte algo, aunque vivas en el placebo que te da estar todo el día en el celular viendo memes y “Tik Tokers”, aunque digas a mí no me importa la política, ya estás en la arena. Entonces, te das cuenta que luchar no es opcional, es cuestión de sobrevivencia.

El imperio nos quiere dóciles, distraídos y divididos. El sistema te alimenta con mentiras y mucho circo en las redes, para que sigas despistado, mientras se roban el oro del Imperio. ¿Y nosotros?, en lugar de romper cadenas, discutimos si el Emperador debe matar a su padre o solo desterrarlo, como si eso importara mientras el Coliseo se está cayendo a pedazos.

Lucio se enfrentó a su destino. Nadie le salvó, nadie le rescató. Es la perfecta metáfora que confirma que solo el pueblo salva al pueblo. Nadie te salvará, ni te rescatará, solo tú tienes el poder colectivo de hacerlo, la arena está llena de jóvenes como tú: con ganas de irse de aquí, desilusionados, desempleados, endeudados. Somos parte de este espectáculo que entretiene a la rosca en el poder, ellos nos miran comiendo uvas, mientras nos desangramos.

La pregunta incómoda: ¿Qué vas a hacer?

Gladiador II no es solo una película épica, es un espejo brutal. ¿Vas a ser como Lucio, que hizo suyo el dolor de Máximo y lo convirtió en acción? ¿O vas a ser parte de la tribuna, que aplaude mientras el Coliseo se hunde contigo dentro?

Bolivia necesita menos influencers y más gladiadores. Necesita jóvenes conscientes que no solo critiquen, sino que actúen. Que entiendan que la verdadera fuerza no está en el ruido, sino en la organización y en la acción colectiva.

¿Estás listo? La arena del Coliseo ruge. ¿Lucharás o esperarás a que la roca de la inercia te aplaste?

Opinión
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Omertá: El costo de no tener rumbo

Hablamos del pacto silencioso que reina en el corazón del naufragio nacional. En Bolivia, este pacto de silencio no lleva nombres italianos ni historias de grandes mafiosos, pero está presente en un diminuto órgano judicial, la institución plurinacional de mayor semejanza con la mafia internacional. Es el acuerdo tácito que cubre los ojos de quienes ven, tapa los oídos de quienes escuchan y ata las manos de quienes tienen la obligación constitucional de actuar.

La omertá es esa impunidad que flota en el aire, un acuerdo invisible que protege a los corruptos, delincuentes y poderosos, mientras castiga a gente pobre. No es solamente el pacto silencioso de una rosca con lealtades ambivalentes dentro del poder, sino una sombra que se cierne sobre un pueblo traicionado, que ante el miedo calla.

Aquí, en este país sin rumbo, la omertá no se rompe con palabras; es la complicidad que nadie se atreve a desafiar. Porque en esta tierra, la verdad incomoda, la verdad duele, mientras el pueblo calla y la injusticia se convierte en una distopía, la omertá se convierte en el timón de un país perdido, donde el silencio es tan mortal como las palabras silenciadas.

Hoy tenemos un poder judicial fracturado, incapaz de cumplir con su mandato constitucional. La imagen de dos juezas pegándose, emulando al “vale todo” de la UFC por su incapacidad de ponerse de acuerdo y de bloquearse mutuamente el despacho de sus causas, es el resumen de nuestra desmoralización nacional, del vacío ético que carcome nuestras instituciones, de las ganas de huir de un país sin futuro. Cuando las presiones, el cálculo político y el miedo al poder pesan más que “el deber”, como parece ser el caso en nuestra fiscalía, la justicia deja de ser un ideal y se convierte en un juego de suma cero, de protección criminal e impunidad. En este contexto, la justicia no es más que un oxímoron, una metáfora, o peor aún, una distopía que deshumaniza.

Hemos sido testigos de la alternancia entre Evo y Lucho, y posiblemente siga Manfred, pero la solución nunca viene de la mano de un iluminado, único portador de respuestas a nuestros problemas, porque eso ya lo hemos vivido y miren cómo estamos. No existe una fórmula mágica que nos saque de este atolladero solo cambiando de actores. La crisis económica es un problema que no está solo en las personas, sino en estructuras diseñadas para actuar en impunidad.

Ha llegado el momento de despertar. Necesitamos conciencia, organización y determinación para transformar la realidad. Esto no será posible mientras sigamos permitiendo que las decisiones las tomen personas que no son aptas para gobernar este país, carentes de ética, capacidad y visión. 

Hoy Bolivia es un barco a la deriva, sin capitán, sin brújula, en medio de una tormenta, navegando en un mar de peleas mezquinas, a las que no les importa hundir el barco con tal de aniquilar al adversario. Los bloqueos son las anclas que en lugar de sostener nos hunden en el lodo de la parálisis, mientras los jueces juegan a lanzar el timón de mano en mano, evitando la responsabilidad, el capitan de la nave, decide sin decir para no asumir ninguna responsabilidad y así, de manera cobarde, renuncia a la responsabilidad que todos le hemos conferido como capitán de esta embarcación.

Quizá hemos olvidado que esta embarcación nos pertenece a todos, que no necesitamos un capitán que ha convivido con la omertá por más de 14 años y que no tiene la solvencia moral para sacarnos de esta tormenta. Quizá hemos olvidado que el destino se construye, no se hereda, y que no hay nada más poderoso que un pueblo consciente y decidido a controlar su propio destino.

Opinión
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Realpolitik

La realidad es como un vasto océano en una noche sin luna, de apariencia infinita y uniforme, aunque emergiendo hacia su superficie cada ola lleve secretos inperceptibles que intentaron quedarse subterráneos en sus corrientes más profundas.

Hoy navegamos en un pequeño bote con el viento de nuestras percepciones soplando unas derruidas velas, intentando descifrar el misterio oculto en el súbito cambio de temporal.

Nuevamente las sombras de lo aparente confunden nuestros sentidos, necesitamos certidumbre, un cable a tierra, aunque el triste espectaculo complice de la orquesta mediatica, nos impida descifrar por completo la realidad oculta que yace en sus entrañas.

Está claro que esa realidad está desbordando al poder, a los comunicólogos, propagandistas y mitomanos que nos quieren hacer creer que todo está bien, mientras lo aparente es orquestado con pizarras, luces y mucha publicidad, no hay una sola solución estructural a ninguno de los problemas por los cuales atraviesa el país, todo se reduce a controlar la Agenda Setting, a billetear a los medios para crear golpes de efecto mediáticos, y así marearnos, distraernos o confundirnos, con explicaciones cesudamente vacías de un profesor que ha decidido refugiarse en dogmatismos y teorías para evadir su realidad. Se trata de ganar un día más, como lo haría un condenado a muerte, huir hacia adelante para así intentar engañar a la muerte.  

El sueño de una razón inmutable produce monstruos, por supuesto que la realidad les romperá la cara. Se trata de la clase media emergente, que corre el serio riesgo de retornar a la pobreza, a la que la plata ya no le alcanza, que ve como su dinero cada vez vale menos, y sus ahorros se hacen añicos. Por supuesto que no necesitamos que nos señalen al culpable, porque sabemos quienes son los culpables. El país observa con rabia e impotencia, la pelea mezquina de una vieja política angurrienta de poder, que esta dispuesta a incendiar el país, con tal de tener la mínima opción de gobernar entre las cenizas. 

El sentido común nuevamente se volcará a las calles, para darnos un baño de realidad, esa realidad que duele, que es injusta y que ya no pasa desapercibida; la cruda verdad que siempre estuvo ahí, pero que no quisimos ver. ¿Realmente necesitamos de piromanos que alumbren las miserias, inoperancia y mentiras del poder? 

El olfatimetro de la vieja política, nos ha sumido en un caos e incertidumbre, equiparable al crack 1982. Tenemos que comenzar a tomar descisiones en base al procesamiento de la data almacenada y disponible, ingresar a la minería de grandes volúmenes de datos (big data), que nos permitan tomar decisiones informadas, tomando previsiones y adecuando cada medida en función a nuestras propias necesidades. La tecnología como el internet de las cosas (IoT) y las IAs tienen que proporcionarnos información en tiempo real, que nos permitan ahorrar tiempo y optimizar la asignación de nuestros escasos recursos. Se trata de un tema de visión y de tener el coraje para hacer lo necesario, para salvar Bolivia.

En este orden de ideas comparto con usted amable lector, una inquietud referida a la urgente necesidad de iniciar una discusión que permita continuar con la construcción de nuestra patria, me permito -en tono desafiante- amimarlo a pensar en algunas ideas que son fruto de procesos de reflexión en diferentes grupos de análisis que hoy piensan Bolivia desde un nuevo abordaje, soltando el lastre ideológico que no nos permite avanzar. 

1. La pandemia fue el catalizador que aceleró la transformación de los mercados, hacia una economía digital de e-comerce, teletrabajo, digitalización de servicios, IA, automatización, criptoactivos, criptomonedas y ciberseguridad, el mundo cambia vertiginosamente, y los países luchan para adaptarse a esta mutación de los actores económicos. Necesitamos un nuevo modelo económico con enfoque digital, cimentado en innovación tecnológica y la adaptación rápida a los nuevos entornos globales con identidad propia.

2. La subvención a los combustibles es inviable y todos lo sabemos, se trata de una emorragia que desangra al país.  

3. Es necesario adoptar un tipo de cambiario flexible, para eliminar el mercado negro y permitir el ingreso de divisas al país.

4. Necesitamos convertirnos en el principal fabricante de baterías de litio del mundo, para ello requerimos un socio internacional. Ya hemos invertido muchos años y millones de dólares, sin resultado alguno. El Estado no cuenta con las capacidades para hacerlo solo. 

5. Necesitamos evaluar la posibilidad de realizar una nueva Asamblea Constitutyente o una reforma parcial a la norma suprema, tenemos un marco normativo hecho a medida de una persona, que ya no se ajusta a las actuales necesidades e intereses nacionales. Enfáticamente afirmamos, que la reelección es perjudicial para el país y debemos erradicarla de nuestro marco constitucional.

6. Nececitamos un gran pacto social para evitar convulsiones, comenzar a construir una cultura de dialogo comprender que entre regiones nos complementamos, que las diferencias no debieran dividirnos y que los bloqueos nos perjudican a todos.

7. En lo judicial, acabemos con este carnaval y con el manoseo morboso de la institucionalidad del Estado. Es necesario eliminar las elecciones judiciales, tiene que primar la meritocracia, es hora de poner a los mejores jueces.

8. Profundizar con el proceso de inclusión social, hasta eliminar el racismo y así consolidar el proyecto inacabado de construcción de la plurinacionalidad boliviana.

9. Dejar de lado los odios y melancolías de nuestro pasado, que no nos permiten avanzar, el tema del mar se convirtió en un ancla que no nos deja mirar al futuro. Para avanzar es importante aprender a cerrar ciclos, dejar este tema en el pasado es una asignatura para la cual las nuevas generaciones ya estamos listas.

Necesitamos nuevas ideas que busquen provocar un debate necesario, para comenzar a escribir entre todos, un nuevo capítulo en la historia de nuestro país.

Opinión
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La entelequia de ser el corazón de Sur América

El triste espectáculo que nos obligó a presenciar el TSE en el pasado encuentro multipatidario, se constituyó en el sumun de las contradicciones de un sistema político decadente y que visiblemente ha agotado su ciclo. 

Mientras este circo romano se alimenta de una creciente violencia, inclusive con la sangre de algún alcalde mirón y desubicado, de a poco se diluye una de las mayores posibilidades que tiene Bolivia en el gran proyecto de integración y articulación geopolítica regional. 

Nuevamente presenciamos la posibilidad de que Bolivia pierda la ventaja natural que nos da ser el corazón de Sur America, esa cualidad natural geopolítica que nos convierte en el epicentro de esa articulación regional tan ansiada por todo nuestro continente. 

No obstante, este gran desafío requiere de inversiones millonarias, inversiones serias con las que hoy no cuenta el Estado, Bolivia necesita invertir urgentemente para convertirnos en el Hub Logístico de la región, inversiones en infraestructura caminera, un sistema de ferrocarriles integrado, aeropuertos que se conviertan en nodos de la economía regional, así como nuestras hidrovias que hasta hoy no cuentan con el suficiente ancho, dragado y accesibilidad como para ser una vía eficiente de interconexión con el atlantico. Sí a esto le sumamos nuestra cultura del bloqueo, terminamos por axficciar nuestra posibilidad de convertirnos en las venas por donde fluya el comercio de la región. 

La exclusión de Bolivia del Corredor Bioceánico con un costo de 10.000 millones de Dólares, constituye un hecho dramático para los intereses nacionales, consolidando nuestra meditarreneidad, aislándonos de nuestra propia región, postergando así la posibilidad de inversiones multimillonarias que a su vez generarián empleo, crecimiento y diversificación económica.

Mientras por un lado hacemos esfuerzos de integración, puesto que ahora somos miembros plenos del MERCOSUR y en esa condición somos el único país que también forma parte de la CAN, da la impresión que estos esfuerzos no forman parte de una Política de Estado sería, planificada y que busque una forma de integrarnos eficientemente dentro los circuitos globales del comercio internacional.

Los bolivianos somos gente trabajadora, gente que madruga todos los días para llevar un plato de comida a nuestra mesa. No podemos ser rehenes de un pequeño grupo miope de politiqueros que lo único que buscan es defender sus ambiciones personales e intereses de corto plazo, a costa del futuro de nuestra amada patria.

Es necesaria una Ley que prohiba los bloqueos, no hablamos de eliminar el derecho a la protesta, que sin duda tiene que evolucionar a otras vías que no perjudiquen al crecimiento y progreso de nuestra amada Bolivia.

Opinión
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Co-gobernando con Fobos

En la mitología griega, Fobos hijo de Ares y Afrodita (Phóbos es el étimo de fobia:miedo) era la personificación del temor y el pánico. Fobos y su gemelo Deimos acompañaban al dios de la guerra en cada batalla. La figura de Fobos aparecía antes de la batalla, en el miedo y pánico de los hombres antes de luchar, algunos aterrados huían de la batalla o fingían su muerte para después escapar.

El origen de la paranoia obedece a un miedo intenso e irracional que dinamita el proceso de toma de desiciones. La paranoia política es una categoría útil para comprender algunas manifestaciones contemporáneas de las patologías del poder. El paranoico pierde su conexión con la realidad y su capacidad de construir autocrítica, lo nuevo es potencialmente riesgoso y peligroso porque amenaza su inmutable dogmatismo, para él, el conflicto nunca está dentro sino fuera.

Tras abordar esta estrecha relación entre paranoia y teoría política conspirativa, el psicoanálisis de Freud y Lacan definen al sujeto paranoico, como un sujeto megalómano, hiper-racional que pretende controlarlo todo. Una vez en movimiento, la paranoia se alimenta de sí misma, el paranoico le atribuye su propia destructividad al adversario, ya que tiene la certeza delirante de su completa inocencia y pureza, como eterna victima la culpa será siempre del otro. esto claramente, justifica la agresión y al mismo tiempo, alivia el sentimiento de culpa ante una inminente venganza.

El Rey fantasma, alter ego del enemigo fantasma.

Un rey rehen de sus miedos e inseguridades, afianzados por una cohorte de aduladores inutiles, que viven en el pavor de que esa paranoia les guillotine la cabeza, hacen de la mentira su forma de vida, entonces lo normal será mentir para sobrevivir, o aún peor lo más facil siempre será “no hacer nada”, entonces, el rey convivirá con un enemigo fantasma que resultará ser él mismo, atrapado en sus propios pensamientos, creando enemigos imaginarios intentará justificar los fantasmas del gas, del litio, del oro, o del dolar, para procurar escapar del autoengaño y de su propia teoría económica conspirativa.

1er. Fantasma “EVO”.

Luis siempre vivirá bajo la sombra de Evo, siempre será comparado con su hacedor, Evo será siempre la medida de su victoria o su derrota.

2do. Fantasma “Jeanine Añez”.

La historia se repite y posiblemente su destino. Luis al igual que Añez nunca entendió que su gobierno, era un gobierno de transición. Sí Añez cumplía su deber de llamar a elecciones y no buscaba la candidatura presidencial, tal vez hoy sería el principal referente de la oposición con posibilidades reales de ganar. Luis fue electo para gestionar la economía, no para ser candidato o adueñarse del partido. Las mieles del poder lo atraparon y exactamente como en el mito de las sirenas, estas anuncian su naufragio.

3er. Fantasma “él Presidente fantasma”.

Luis es culpable de haberse creído su propio mito: de ser el padre del modelo económico, productivo, social-comunitario; un modelo reconocido y estudiado por las mejores universidades del mundo; de ser el mejor economista de la región; de ser el padre del milagro económico, esas premisas son útiles para una campaña electoral en tanto y en cuanto encuentren su correlato con la realidad, hoy Luis ha roto su mito, ha roto el pilar fundamental de su crédibilidad y su razón de ser en la política, su auctoritas como actor de la política se ha fracturado y se desvanece conforme la crisis económica se hace patente.

4to. Fantasma “el partido”.

La instrumentalización de la sigla ha sido una constante en el MAS-IPSP, lo fue antes con Evo y lo es ahora con Luis. Se finge cogobernar con las organizaciones sociales, pero lo cierto es que se los utiliza para validar objetivos y ambiciones personales de elites de poder que atraviesan una histórica correlación de debilidades. El MAS desde su fundación ha sufrido una metonimia con el IPSP, aunque no son lo mismo, probablemente el MAS deje de existir y con él, toda un gerontocracia política, que no supo cabalgar entre sus propias contradicciones y ambiciones infinitas. Por su parte el IPSP sobrevivirá a la debacle del MAS y se reconfigurará en un nuevo proyecto que pronto desconocerá al gobierno de Luis. Serán ellos quienes cerraran este ciclo político y resetearan la política para dar curso a un nuevo momento constituyente.

La insinuación paranoica aprende a “decir sin decir” porque “entre quienes me escuchan está el enemigo y Fobos lo sabe”; “él sabe que le estoy hablando a él”. En su soledad el paranoico busca inconsciente individuos que se le parezcan, la soledad es causa y consecuencia de esta patología del poder.

Fobos es la ansiedad paralizante que anula la acción y la razón, sin acción no hay resultados, la vergüenza a ser juzgado por los errores cometidos, puede conducir a formas significativas de evación de la realidad. El co-gobierno con Fobos nos ha llevado a este contexto de crisis, de un presidente atormentado y prisionero de sus miedos. La fobia de saberse poca cosa, encuentra su solución, en la fantasía contraria de una grandeza imaginaria

Opinión
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A 6 meses de gobierno "transitorio": opacidad y corrupción

Jeanine Añez entró a palacio enarbolando la bandera de la pacificación del país. Sin embargo hay una contradicción entre lo que dice haber venido a realizar, y sus métodos para lograrlo. Se trata de una pacificación que eximió de responsabilidad a las FF.AA. por usar armamento de guerra y disparar contra un pueblo desarmado -D.S. 4078-,  así como la conculcación de las libertades de prensa, y la sistemática violación de los DD.HH. vulneraciones que ha sido reflejadas en el informe de la CIDH. Pero claro era imprescindible cuidar las apariencias, y que mejor que un rostro femenino y amable para maquillar la represión, la muerte, el terror y la violencia ejercida para asaltar el poder. Todo esto, sumado a una campaña mediática exitosa que instaló en la opinión pública la gran victoria de la oligarquía cruceña, una ansiada “pacificación del país” que, paradójicamente, tuvo un saldo de 35 muertos, 833 heridos y 1504 detenidos. Este es el hito que marcará el destino del mandato de este gobierno.

Añez se autoproclama Presidenta incumpliendo el procedimiento legislativo para su investidura, y rápidamente se autonombra como “gobierno de transición”, esto para intentar aplacar a las voces que no reconocían su legitimidad, conforme iría mostrando sus verdaderas intenciones otros líderes como Mesa, Camacho y Quiroga manifestaban que una posible candidatura de Añez validaba las múltiples protestas internacionales, que abiertamente señalaban al gobierno de Añez por su origen “no democrático”. Pero la idea de una “transición” le ofreció a Bolivia la esperanza de una salida ágil y democrática a la profunda crisis que aún atraviesa el país. El bloque popular concedió una tregua social permitiendo la real pacificación del país, al apostar por la vía electoral. También cabe destacar el rol jugado por la Asamblea Legislativa, de responsabilidad histórica con la democracia, viabilizando la reconfiguración de un nuevo Tribunal Supremo Electoral y una nueva convocatoria a elecciones. 

Pero la apariencia de transitoriedad del gobierno se agotó de manera prematura ante dos hitos claros: el primero, incumplir el acuerdo verbal ético al interior del bloque de derecha, burlándose de Camacho y Mesa, y traicionando así al proyecto “pitita” inicial. A través del aparato y recursos del Estado conformó un equipo político propio y consolidó la actual logística que impulsa su candidatura a la presidencia. El segundo, tiene que ver con un afán prorroguista desvergonzado, ya que de manera sistemática  desarrollan estrategias y argumentos para prorrogarse de manera inconstitucional, como lo es, su pretensión de anular la ley de ampliación de plazos del calendario electoral. Queda claro que su objetivo final es dejar la elección en suspenso de manera indefinida, para convocarla según sus criterios, conveniencias y condiciones, mostrando así nuevamente la vena autoritaria con la que entraron al poder, y que niega reiteradamente la reconducción democrática y la normalización del país. 

En este diagnóstico no podía faltar uno de los ejes centrales del gobierno Añez, marcado por un simbolismo religioso desvergonzado que buscó interpelar a grandes segmentos de la población boliviana. “Dios vuelve a Palacio” se constituyó en la narrativa que inicialmente despertó gran simpatía y conexión principalmente con sectores urbanos de clase media, pero pedir oración y ayuno ya no es suficiente Sra. Añez. El periodo del beneficio de la duda ha terminado para su gobierno, así como el maquillaje discursivo-simbólico que le ha permitido mentirnos y mantener al pueblo adormecido, esa población urbana creyente ahora le exige resultados concretos contra el #Covid19.

Sra. Añez, las decisiones estructurales son responsabilidad y competencia de un gobierno legítimamente electo en las urnas, sus funciones –lejos de generar grandes cambios en las políticas públicas de largo plazo- tienen que ver con dar respuesta a la contingencia actual y parar la mega-corrupción de su gobierno; por tanto, se le exhorta a respetar la  actual convocatoria a elecciones y cumplir el Art.170 de la Constitución Política del Estado Boliviano.

6 meses de opacidad y corrupción del Gobierno “Transitorio”

Preocupa la poca transparencia con la que en estos 6 meses se manejaron los recursos del Estado, Añez incrementó la Deuda Interna en más de $US 1.400 millones, la Deuda Externa en más de $US 500 millones, y de concretarse el resto de endeudamiento que se está gestionando, la Deuda Neta de Bolivia subiría en más de $US 3.000 millones (20.880.000 Bolivianos) entre la deuda ya adquirida, la que está en proceso de desembolso, más la suma de las donaciones de diferentes países.

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Nuestro país, sus recursos y las personas que habitamos en él no somos un botín de la política, que además, en el caso particular busca acumular beneficios sólo para los sectores privilegiados del país, desbaratando una economía redistributiva del cual todos los segmentos sociales nos hemos beneficiado en 14 años de exitosa gestión económica, un modelo económico-productivo que estimuló inversiones gigantescas, industrialización y diversificación con el mejor desempeño del último siglo, al que varios estudiosos del mundo bautizaron como “milagro económico”. 

Cronología de la Corrupción:

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El último escándalo de corrupción que hecho mano a estos fondos, es la compra de respiradores con un préstamo del BID por un monto de $us 5 millones, cada respirador a un precio de $us 29.000 cuando su precio de mercado es $us 8.000.

Finalmente, en su dimensión más amplia, la política demanda construcción de consensos, y para lograrlos, se requieren incentivos para generar escenarios de diálogo entre quienes piensan diferente. La política debiera ser es un espacio de reencuentro social, donde todos en igualdad de condiciones podamos exponer nuestras diferencias y llegar a acuerdos. El uso de la violencia, la represión y la imposición son expresiones del fracaso de la política, la subversión de la democracia y la consolidación de la tiranía.

Opinión
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Improvisación y miedo de Estado

Desde diciembre del año pasado el mundo ya sabía de la existencia del #CodVid19. Han pasado más de 4 meses y el gobierno de Añez no tiene un plan concreto, salvo limitarse a copiar las medidas recomendadas por la OMS. Después de 18 días de cuarentena total, aislado y sin poder salir a la calle para manifestar mi descontento, sopeso seriamente las últimas alternativas que me quedan.

¿Enajeno el último ápice de soberanía del que dispongo en favor del miedo? ¿Acepto que estoy a merced de la improvisación y la falta de ideas? Al parecer, ya sólo nos queda seguir la línea de comunicación del gobierno, y rezar pidiendo a Dios que nos salve y bendiga a Bolivia.

Pero no todo es tan dramático, ya qué municipios y departamentos van tomando iniciativas por cuenta propia, como es el caso ejemplar de Oruro, donde no se sabe quién es el Gobernador, ni quién es el Alcalde, pero se evidencia un sólido liderazgo Institucional. Estos gobiernos subnacionales comprendieron que la comunicación de gobierno no es un ejercicio publicitario, ni de popularidad para quién gobierna, ya que ésta trabaja sobre la alerta pública, y para activarla se requiere mucha sobriedad y transparencia. Los gobiernos requieren quitar espectacularidad, evitar hacer campaña con recursos públicos, y no caer en la tentación de sacar réditos políticos de la contingencia.

Sí el gobierno de Añez persiste en hacer de la emergencia una campaña de popularidad, inevitablemente perderá credibilidad y legitimidad, entonces la sociedad entrará en contradicción y desacatará las medidas exigidas por el Estado. Es importante señalar, que este desacato no tiene que ver con los niveles de instrucción o conocimiento de los protocolos de prevención del #Covid-19 por parte de quienes desacatan, sino más bien con un estado emocional en la sociedad, respecto a los niveles de ansiedad, miedo y alarma creados por el mismo Estado.

En este sentido, actualmente en Bolivia la comunicación de gobierno promueve el miedo de manera prematura. Esto lo evidenciamos en las declaraciones del depuesto Ministro de Salud Aníbal Cruz.señalando que la proyección de infectados ascenderá a los 48.000, cifra que colapsará la capacidad del sistema de salud. Este tipo de anuncios podría degenerar en conductas que lejos de incentivar la precaución, promuevan el caos y la histeria colectiva. Es casi imperceptible la delgada línea que existe entre la actuación de un gobierno responsable que utilice el temor a través de la información veraz (incluso cuando se traten de malas noticias), y un gobierno irresponsable que oculte información, apelando al miedo, promoviendo el pánico y la desesperación en la sociedad. 
En este punto, el problema ya no solo es comunicativo, sino que centralmente versa sobre la improvisación de la gestión. Por ejemplo, los mecanismos de detección rápida son demasiado precarios, al punto que el INLASA y el CENETROP no tienen la capacidad de dar abasto en caso de un incremento de infectados en todo el país, y ni hablemos del desabastecimiento de barbijos, respiradores y reactivos mínimos necesarios en los centros hospitalarios.

Es necesario que voceros como Longaric o Murillo bajen el tono amenazante, ese exceso hiperbólico en sus palabras que generan miedo, confusión y alarma indebida. Pero el verdadero peligro, más allá de una mala comunicación del riesgo, o de la crisis en sí misma, se produce cuando el gobierno no escucha; y justamente por ello es capaz de herir a su sociedad. En especial a las minorías por ignorar sus necesidades, lo más fácil es estigmatizarles para justificar su abandono. Urge poner límites a un Estado estigmatizante, porque lejos de solucionar la emergencia, nos expone a desbordar la crisis en el corto plazo. Es preciso que el gobierno comprenda que hay millones de bolivianos que viven al día, y que sino trabajan no tienen para alimentar a su familia, convirtiéndose en el segmento más vulnerable de la población.

La gran pregunta que nos hacemos en este punto será ¿cuáles son las previsiones económicas y medidas de contingencia que está tomando el gobierno ante la inminente crisis y recesión económica que se vienen en el futuro próximo? Solo Dios lo sabe.

Opinión
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