Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
13/06/2024 - 11:14

Los salvadores de la patria

La llamada oposición tuvo muchos años de oportunidad para hacer la diferencia. No lo hizo, no lo hará por lo que nos enseña la experiencia. No tiene líderes a la altura de los acontecimientos; no tiene los intelectuales necesarios para sus propuestas.

Empiezan a pulular otra vez los salvadores de la Patria. Aquellos que jamás hicieron algo por ella y que nunca lo harán. Los Tuto Quiroga, y demás nefastos personajes de la oposición política, afilan su lengua y sus pocas ideas para lanzar sus recetas de salvación del país. Por supuesto que se apegarán también a los Milei o Bolsonaros y Trump, en sus conocidas fórmulas de depender siempre de un poderoso del sistema. De hecho ya deben estar en contacto con esos siniestros personajes que están destruyendo sus propios países.

Pero es cierto que varias veces en nuestra historia, el pueblo castigó a quiénes no escucharon sus demandas, incluso votando por sus propios verdugos. Eso ocurrió allá en las elecciones de mediados de los años 80, cuando el desastre y la traición de la UDP al pueblo. Los propios mineros votaron por el criminal Banzer para después alimentar la llegada del neoliberalismo. Así se enterró la gloriosa lucha del proletariado minero, así se enterró los clamores del pueblo porque no fue escuchado por los burócratas de la izquierda de la UDP.

Es decir, no escuchar al pueblo en sus demandas; no  tener los oídos en alerta cuando el pueblo está clamando ser escuchado, trae sus consecuencias inmediatas. Los líderes se deben al pueblo, los votos y la lucha del pueblo encubran a los políticos y líderes, pues es deber ético y moral escuchar las demandas del pueblo. Ese pueblo que es cotidiano en sus luchas por la sobrevivencia, por conseguir el pan del día. Ese pueblo que no es fantasma ni teoría, sino cotidiano vivir y sufrir.

En estos días y momentos de incertidumbre, sólo el pueblo puede otra vez confiarnos los destinos del país. No reconocer los sucesos de la coyuntura no sería positivo con la historia, con el pueblo, con la Bolivia profunda. Un líder tiene que tener la capacidad de leer los acontecimientos del diario vivir del pueblo. Dialogar en lo posible con él, alimentarse de ese diálogo del cotidiano vivir.

La llamada oposición tuvo muchos años de oportunidad para hacer la diferencia. No lo hizo, no lo hará por lo que nos enseña la experiencia. No tiene líderes a la altura de los acontecimientos; no tiene los intelectuales necesarios para sus propuestas. Los que hay, como los Tutos Quiroga, son sólo voceros de tercera de los amos del sistema. Que ni siquiera conocen el país, que no necesitan conocer porque viven más fuera que dentro, en sus almas y sus pasiones por hacer de Bolivia una colonia más del sistema.

La oposición realmente navega en otra realidad, a pesar de contar con gente potencialmente comprometida con el país. Sin embargo, funcionan en una tradicionalidad política que a estas alturas asusta por la ausencia de propuestas. Muchos de ellos sin la absoluta ética y convicción política, demostraron ser sólo ladronzuelos de las arcas del Estado cuando Jeanine Añez. En definitiva, es una oposición sin rumbo ni consistencia real para enfrentar los complejos desafíos del país. 

Todo sistema político, sobre todo en sistemas democráticos, requiere de una oposición política sin duda alguna. Porque los equilibrios son importantes. Ante todo una oposición responsable con el país, patriótica, buscando por sobre todas las cosas el bien de la Patria. Son condiciones necesarias para el funcionamiento de la maquinaria democrática. 

Pero esa oposición no existe en nuestro país. Sino un conglomerado de mezcolanzas políticas e ideológicas, sin objetivos de país y sin proyectos alternativos que puedan ser debatidos en el parlamento, y después en la sociedad. 

Por todo eso, la ausencia de debates como antaño es parte de esta crisis estructural de la oposición. Que no producen ideas políticas para intercambiar y discutir frente a otras ideas políticas. Pues la devaluación de ideas, por tanto de debates, es lo más normal en estos últimos años. 

En medio de todo esto, sospechosamente aparecen otra vez los salvadores de la Patria. Esos que los hechos demuestran todo lo contrario de sus palabras. Aquí, sólo esperar que el pueblo tenga memoria suficiente para la condena al menos moral. Pues el país necesita patriotas,  no impostores ni aprovechadores politiqueros. Necesita patriotas en serio, como lo es el pueblo en el cotidiano vivir y sobrevivir.

Si, el primer patriota desde siempre es el pueblo con sus inmensos sacrificios cotidianos por llevar adelante a la Patria. Y los políticos patriotas sólo tienen que escuchar a ese pueblo, escuchar de sus necesidades y sus sueños. Eso es patriotismo en serio, eso es construir desde abajo un país, una Patria, una Nación. Lo demás sólo son conceptos abstractos e irreales, que no responden realmente a las enormes demandas del país plurinacional.

Esperamos que el país construya nuevos patriotas, las exigencias actuales son complejas y necesarias, nuevas y que requieren de generaciones mejor preparadas en sus sueños de Nación y Patria.

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