Estado Plurinacional y despiste de las clases medias: Caso Richter
No es un tema de ataque ni mucho menos a las circunstancias de estas clases, sino que como clase no acaban realmente de encontrar su lugar, en enormes movimientos tectónicos como el Proceso de Cambio: obra de los sectores más pobres y populares de la Bolivia profunda.
Las clases medias (clases a medias) bolivianas, desde siempre se favorecieron del Estado y fueron desde siempre las más privilegiadas en la burocracia de todos los tiempos. Su particular posición de clase, les hizo virar oportunistamente a cualquier gobierno. Su conocimiento de las mañas de la burocracia les da ventajas que otras clases sociales no tienen. En cierto sentido, se especializaron para ser burócratas y en el Proceso de Cambio no cambian, es decir mantienen esa su tradicionalidad desde el siglo XIX.
Dichas habilidades burocráticas, no quieren decir cambios ni revoluciones de las instituciones. Todo lo contrario. Son clases medias conservadoras, hasta hoy no han sido capaces de cambiar ni siquiera sus propios lugares de trabajo. Pasividad y tradicionalidad que por supuesto no conjuga con el Proceso de Cambio. Porque discursos, que sí manejan bien como el ex vocero Richter, no quiere decir cambios. Se saben de memoria la constitución política del Estado; pero para no cambiar ni mover nada de lo tradicional.
Como en cualquier clase social, hay personas buenas y ejemplares. No es un tema de ataque ni mucho menos a las circunstancias de estas clases, sino que como clase no acaban realmente de encontrar su lugar, en enormes movimientos tectónicos como el Proceso de Cambio: obra de los sectores más pobres y populares de la Bolivia profunda. Las clases medias son en realidad freno a estos avances.
Como digo, tener profesionales o gente extremadamente buena y ejemplar no quiere decir cambios ni mucho menos. Tener información de punta y posibilidades institucionales, no precisamente significan aportes al país profundo.
En este caso, de este pequeño análisis, me refiero a un ejemplo didáctico y totalmente tan claro como el agua: Lic. Jorge Richter. Un analista y politólogo que entra en los esquemas profesionales, de buena educación; pero con esas enormes paradojas de desconocimiento de la Bolivia profunda. Incluso de la historia de la Bolivia profunda. Sólo buscando protagonismo político, como tradicionalmente hacen varios de estos personajes.
Como burócratas tuvieron la oportunidad de cambiar las estructuras del Estado. Sin embargo, no tienen las mínimas condiciones ni ganas de cambiar nada. Sino seguir sirviéndose de las formas tradicionales de poder.
Richter ni siquiera sabía de lo que realmente es el proceso de cambio. Manejaba fechas y consideraciones generales; sin saber de los acontecimientos profundos, de sus significados y sus mensajes desde aquellos elementos, totalmente contradictorios respecto a la tradicionalidad de la política de clases medias. En definitiva su ubicación histórica respondía más bien a la suma de la tradicionalidad política, como la suma de acontecimientos de los libros tradicionales de historia.
Cierto que no es fácil las tareas de burócrata, a no ser que uno sea cínico y totalmente ignorante en los temas de gestión estatal. En este caso, intentó hacer de tripas corazón y malabares en el lenguaje para resaltar llamados de atención en los problemas actuales. Problemas que no son fáciles desde lo político, y menos desde la gestión estatal.
En sentido estricto, hacer la diferencia y ser eficiente como eficaz son tareas de enormes facultades burocráticas, y en las condiciones de la tradicionalidad lo más fácil de la corriente es que no cambien las cosas, precisamente para no complicarse la existencia con nadie. Para no complicarse la existencia con la tradicionalidad. En esa secuencia, pues el licenciado Richter era nomás un buen burócrata; pero sin cambiar ni aportar en nada a los cambios que se requieren en el Estado Plurinacional.
Lamentablemente las corrientes subterráneas de la tradicionalidad, aquellas que se arrastran desde la colonia, siguen siendo las más fuertes a pesar de los intentos; a pesar de los discursos. En esas corrientes de la tradicionalidad, las clases medias son las dueñas de esas patentes tradicionales, secretos de funcionamiento, de complicidad con la tradicionalidad, de códigos de clase en la tradicionalidad.
Sí, en efecto. Las clases medias, si no hacen un haraquiri de clase con el país, pues seguirán siendo un freno consciente e inconsciente a todos los procesos de cambios de este país. Sabemos muy bien de sus enormes potencialidades en todos los campos posibles; que no están siendo explotados ni siquiera desde la perspectiva nacionalista. Que ya sería un avance copernicano para las clases medias.
En términos de Régis Debray, necesitamos un proceso de cambio en el proceso de cambio con urgencia. Pero tenemos a las clases medias, como en el 52, de freno y dubitaciones terribles en los avances. En aquella revolución fueron parte importante del boicot desde adentro mismo de las estructuras del Estado, con las excusas “técnicas” de siempre. Con las excusas de clase de siempre. Hoy muy a pesar de sus discursos grandilocuentes, como las de Richter, sus actos y hechos estatales son nomás un freno a los avances populares.
En definitiva todos nos necesitamos. Sueño de siglos de muchos patriotas, indios y k´aras. Aún no hemos encontrado la vertiente de esos encuentros, sino como disimulo político. Eso es buscar la verdadera alquimia boliviana, para por fin hacer un país realmente justo y donde nadie sea ciudadano de segunda o tercera. Donde tengamos realmente una democracia a lo nuestro, de raíces bolivianas.