Revolución como solución a los desastres
Las Revoluciones en la era moderna han sido soluciones radicales; pero legítimas frente al desastre de los modelos políticos que sólo destruían a los más pobres, en función de unos pocos ricos.
El regreso de los fascismos por todo el mundo, pone en tela de juicio a la democracia de tinte occidental. Democracia que sólo ha demostrado encubrir los intereses de los ricos, de las empresas de armamento, de los Bancos que son lo peor para la convivencia mundial, de la delincuencia de cuello blanco por todo el mundo. Si ese regreso de las mentalidades más tradicionales es evidente, como del conservadurismo ideológico, es entonces legítimo el regreso de la posibilidad de las Revoluciones sociales y obreras.
Las Revoluciones en la era moderna han sido soluciones radicales; pero legítimas frente al desastre de los modelos políticos que sólo destruían a los más pobres, en función de unos pocos ricos. La Revolución francesa fue precisamente un hito histórico cuando volcaron la tortilla, destruyeron a las clases sociales nobles de reyes, obispos corruptos, señores feudales que pues mantenían a un país totalmente sumido en la corrupción: social, económica e institucional. Dicha Revolución llevó a Francia a modernizarse, con leyes más inclusivas y justas, con sistemas políticos democráticos, sobre todo con un sistema en favor de los más pobres.
Las democracias de modelo occidental simplemente ya no dan oportunidades a las nuevas generaciones. La corrupción ha ganado terreno por todo el mundo. Con ello se ha destruido la institucionalidad y las clases gobernantes se han corrompido totalmente. Por eso la llegada de los neofascismos, con cuello blanco libertario, y el retorno de las mentalidades ultra tradicionales y conservadoras. Por estos lados del mundo, seguimos teniendo defensores torpes y poco inteligentes alabando a las democracias occidentales. Generalmente de clases altas y acomodadas, es decir al margen de nuestras realidades de la Bolivia profunda.
En cambio, la pobreza y la miseria siguen creciendo en medio del show de discursos. Nuestras calles se han llenado de niños y mujeres pobres y miserables, de ancianos pidiendo limosna. En medio de trifulcas políticas que sólo alargan el sufrimiento cotidiano, de millones de compatriotas que poco a poco se cansan de esta democracia occidental.
Cierto también que algunas revoluciones se prostituyeron con el tiempo, se corrompieron en contra de las masas y el pueblo. Por eso la literatura liberal ya no lo considera como posibilidad en el mundo. Creo lo contrario, pues la miseria campante por todo el mundo, el crecimiento de la pobreza y el hambre, simplemente nos están acercado otra vez a la posibilidad de Revoluciones en el mundo.
En Bolivia, la memoria larga nos mantiene en guardia. La Revolución del 52 fue un hecho histórico contundente. Boicoteado totalmente desde adentro por las burocracias clase medieras. Sin embargo, ya tenemos un aprendizaje al respecto. Sabemos exactamente que clases sociales sólo boicotean y son cómplices destructivas contra los procesos sociales de avanzada. Esa experiencia es fundamental para avanzar en las próximas escaladas, en los próximos procesos de cambio. El otro elemento es la corrupción. Corrupción totalmente destructiva y en contra de los pueblos, en contra de la moral y ética básica de la política y del sentido común de los pueblos. Porque es cierto que hay gente sólo oportunista, absolutamente en contra de los procesos de avanzada que exigen las masas.
Las paradojas de la historia mundial son por cierto interesantes. Las promesas de la modernidad han fracasado totalmente. Ni las inteligencias artificiales, ni las revoluciones industriales y tecnológicas son suficientes para mejorar la calidad de vida en el mundo. Todo lo contrario, la miseria y el hambre son apocalipsis actuales y son el freno a los sueños humanos. Pues mejor que vengan Revoluciones, como retornos ante el desastre generalizado del mundo, producto del sistema degradado y corrupto.
Pensar en esa posibilidad: Revolución, es otra vez una real alternativa. Ojalá esta vez, podamos ver las cárceles lleno de burócratas, como muestra del destino cuando las Revoluciones estallan. Cuando las fuerzas de la naturaleza humana hablan, en función de la justicia, en función de la ética y moral para volver al carril de las utopías humanas. La sangre no es una necesidad de los cambios; pero cuando no hay ya posibilidades para el pueblo, cuando la miseria y el hambre empujan a la calle, ni modo. Sacrificios que riegan el futuro del mismo pueblo.
El mundo se acerca a precipicios impensables sólo hace 10 años. La locura del desastre viene sobre todo del occidente cavernario, que muestra sus dientes guerreros y sangrientos por todo el mundo. Dueños del sistema, dueños del sistema financiero injusto y totalmente pirata frente al mundo, dueños de las instituciones de la NNUU, que sólo defiende los intereses de los más poderosos y fuertes en armas y bombas atómicas.
En esos escenarios totalmente contra la humanidad, contra las posibilidades de convivencia realmente civilizada y democrática, sólo queda esperar otra vez el sueño de las Revoluciones. Pero con experiencias del pasado reciente, para no cometer tantos errores que sólo cuestan sangre a las masas. Sobre todo con las experiencias de las tragedias de la burocracia, y de la corrupción sangrienta.