Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
08/07/2024 - 17:05

Bicentenario: preguntas clave

Una de las preguntas clave es si es que hemos tenido libertad y justicia, después de los quince años de guerra de los guerrilleros patriotas junto a  varios militares patriotas, contra el poder del imperio español.

Nuestro Bicentenario debería ser un profundo examen de nuestra historia. Pero no lo será, sino más de lo mismo en la historia tradicional. En todo caso, hay que rescatar a la historia crítica, es decir a aquella que al menos interroga y relata los acontecimientos de manera que la verdad, a pesar de todo, sea rescatada para las nuevas generaciones. 

Una de las preguntas clave es si es que hemos tenido libertad y justicia, después de los quince años de guerra de los guerrilleros patriotas junto a  varios militares patriotas, contra el poder del imperio español. No hemos tenido libertad, porque aquella guerra por la independencia fue aprovechada para reemplazar a la burocracia realista, por la burocracia republicana que eran hijos de los españoles, nietos, sobrinos, parientes del poder realista. Además tenían experiencia de sobra en el manejo del poder estatal.

Por todo eso es ridículo tener una “casa de la libertad” en Sucre. Ese invento de las oligarquías republicanas, como parte de la burocracia estatal republicana. Un gesto totalmente anti popular, anti indígena y anti obrero por todo lo que sucedió después de la guerra por la independencia. De hecho, los patriotas como el Tambor Vargas o Juana Azurduy de Padilla, no estuvieron en la firma por la independencia, quiénes firmaron fueron los mismos burócratas del realismo convertidos oportunistamente a las filas de la independencia.

Otra de las preguntas es sobre el Estado republicano. Un Estado anti indígena, anti obrero y anti popular por esencia. Por eso las organizaciones sociales a lo largo de la historia, tienen experiencia de organización contra el Estado precisamente. Pues teníamos que defendernos del Estado y su poder corrupto. Un Estado republicano racista, pigmentocrático, marginador absoluto de los derechos básicos del pueblo. Estado que cambió en algunos aspecto recién en el año 1952, cuando la revolución de aquel año, producto de la bronca histórica de mineros, obreros e indígenas contra ese Estado.

La otra pregunta clave es sobre la realidad de la sociedad civil. Sociedad civil que heredó castas privilegiadas y racistas desde la colonia, contra todo lo demás. Que hasta hoy no hemos podido romper esas terribles costumbres clasistas y de visiones totalmente segmentadas, totalmente al margen de las realidades de la Bolivia profunda. Si bien hemos avanzado en estos últimos años, no hemos resuelto definitivamente estos traumas históricos que por supuesto afecta en la práctica del funcionamiento institucional: burocracia estatal actual. Afecta en el funcionamiento de la globalidad de la sociedad civil.

En definitiva, tenemos enormes problemas estructurales herencia de la historia tradicional que no terminamos de enfrenarlo, de resolverlo y consensuar colectivamente. El peligro que corremos, al no enfrentarlo correctamente, es seguir desestructurados socialmente. Además, todavía peor el mayor peligro que corremos es enfrentarnos brutalmente, como en otras realidades de dimensiones parecidas. Es decir, no tenemos otras salidas que el de consensuar y ponernos de acuerdo por el bien de las generaciones jóvenes, por el bien del país y de nuestra historia. Y pues, el Bicentenario podría ser una excusa importante para reflexionar abiertamente de todos estos traumas no resueltos en nuestra historia.

Estar a la altura de estos acontecimientos es una necesidad crucial. Los líderes y políticos de todas las tendencias tienen que ponerse las pilas, tienen que escuchar a la historia desde abajo, desde donde siguen las demandas desde el nacimiento mismo de la Nación. Hay demasiada miseria y egoísmo en varios supuestos líderes, que no están a la altura de estos enormes acontecimientos estructurales. 

En los demás países que festejaron a su turno sus bicentenarios, realmente no pasó nada extraordinario. Fueron eventos otra vez tradicionales, banales, para la foto y los tontos discursos de ocasión. Hubieron también Bicentenarios paralelos, de sectores alternativos o críticos con las historias tradicionales; pero sin mucha influencia regional. Se realizaron investigaciones sobre aquellos Bicentenarios, la mayoría no están todavía a disposición para las reflexiones respectivas.

A pocos meses de estos festejos, pues nos encontramos otra vez con problemas sobre visiones políticas e ideológicas. Prueba de lo desestructurados que seguimos, que ni siquiera hemos logrado niveles de nacionalismos patrióticos. Seguimos nomás sin consensos sociales, sin capacidad de definir estrategias conjuntas que nos permitan sobrevivir como colectivo. Ya estamos en el siglo XXI; pero nuestras costumbres están estancadas en el siglo XIX. La modernidad no nos ha tocado, sino como adornos superficiales sin influir en casi nada: en lo mental y material.

Estamos a pocos meses del Bicentenario. Pocos meses que es poco tiempo para consensos mayores. Al menos que nos sirva para tomar conciencia de nuestros estructurales problemas, sin tener la capacidad de resolver desde hace siglos. Postergándolos a las calendas griegas, con excusas varias pero sobre todo con inutilidad política. Qué poco respeto hemos tenido por los patriotas guerrilleros, entre ellos Tambor Vargas, que sacrificaron sus vidas en beneficio del país profundo; sin que las generaciones posteriores hayamos hecho algo.

Estamos a pocos meses del Bicentenario, ocasión de reflexión y toma de posturas en bien de la Nación y sus distintos pueblos, que heredamos historias no entendidas y no comprendidas por la república. 

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