Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
01/02/2025 - 13:59

El emperador Trump inicia el declive del imperio

Decíamos que el mundo ha cambiado. Por lo que a su majestad Trump no le será tan fácil domesticar al mundo, arrodillarlo para favorecer a sus huestes norteamericanas.

Toda la parafernalia y propaganda mundial de los medios de incomunicación, muestran al emperador como el salvador del sistema. Ni el derrumbe del muro de Berlín ha sido tan sonado y preocupante para el mundo. El retroceso del mundo es evidente, en derechos humanos, en derechos sociales, en conquistas mundiales de solidaridad y reciprocidad internacional. Definitivamente son momentos de retroceso en todo el sentido de la expresión.

Avances de la ultraderecha por todas partes, como resultados de profundos errores económicos, éticos y morales de las llamadas izquierdas. Sean éstas liberales o radicales. Hoy estamos nomás en coyunturas de restauración colonial y señorial, la política simplemente es un instrumento al servicio de lo señorial colonial.

Su majestad Donald Trump quiere un retorno al pasado, mentalidad incluida. Por él sería incluso prudente regresar al esclavismo. Pero hay cosas que no podrá, aun su enorme poder militar y económico. El mundo ha cambiado estos últimos treinta años, con poderes que han crecido poniendo un equilibrio al poder unipolar. China, India, Brasil y otros países tienen el poder de influir en las últimas decisiones mundiales.

Por lo que vemos serán nomás años de tremendos problemas mundiales. Este retroceso afectará sobre todo, como siempre, a los más pobres del mundo. Eso supone, por otro lado, el fortalecimiento de radicalismos ideológicos, pues son excusas para los otros extremos. De todo eso el mundo tiene sobrada experiencia.

Decíamos que el mundo ha cambiado. Por lo que a su majestad Trump no le será tan fácil domesticar al mundo, arrodillarlo para favorecer a sus huestes norteamericanas. Intentará, como lo está haciendo, meter miedo por todo el mundo. Al parecer lo ha logrado con algunas regiones, como Europa, que son dóciles y sirvientes de esas políticas norteamericanas. Los chantajes están en la mesa y veremos hasta dónde aguantan los señoriales de Europa.

La historia nos ha enseñado que la resistencia a estas locuras, tienen sus secretos que se deben fortalecer. Organizarnos, estudiar muy bien los fenómenos políticos e ideológicos, ser constantes en la organización y fortalecimiento de las movilizaciones. Sin esas condiciones subjetivas simplemente seremos derrotados por la actual restauración señorial colonial.

Las cualidades de los pueblos dependen de sus propias raíces culturales, sociales y políticas colectivas, para contrarrestar arremetidas poderosas y despiadadas. Hoy las oligarquías financieras y tecnológicas tienen herramientas de domesticación muy poderosas: medios de incomunicación, redes sociales, y demás posibilidades robóticas que están a su disposición y están utilizando para sus fines bestiales del mercado total.

Lamentablemente en Bolivia no estamos en condiciones subjetivas positivas, para contrarrestas esta restauración mundial. Estamos fracturados y divididos por todos lados, por lo que posiblemente seamos una presa muy fácil para los sirvientes de la restauración imperial. Para los imitadores baratos y payasos de los Milei o los Trump, que por supuesto aprovecharán con todo esta coyuntura a su favor.

En las estrategias de resistencia, acudamos a fortalecer nuestras experiencias pasadas; pero con ganancias precisamente de la experiencia. Que sea también una excusa para la crítica interna, esa que en serio nos permita corregir los terribles errores cometidos en estos años. Errores que han sido sumatoria mundial para todo lo que está sucediendo hoy en día. Consideremos que esta tragedia sólo golpea a los más hambrientos, a los marginados de siempre de las historias de nuestros países.

Si algo aprendemos, como pueblos y colectivos, de la experiencia y la historia pues debilitaremos al imperio y sus portadores. Así, será el declive por fin de los imperiales para dar lugar a un mundo algo más humano, algo más democrático y justo. Los pueblos considerados bárbaros y salvajes, por quiénes están allá en los salones del poder imperial, seremos dueños de nuestros destinos si es que aprendemos de nuestras derrotas. Y no habrá muro alguno para detener el curso de la historia por la conquista de la justicia.

Cierto que muchos dirigentes del llamado tercer mundo no están a la altura de las circunstancias. Eso lo vemos en nuestro propio país. Miopes y torpes, hasta insolentes y estúpidos, ni siquiera conocen lo que sucede más allá de sus narices. Esa torpeza destructiva sólo nos debilita como país y nación, frente a corrientes poderosas que tienen todo a su favor.

La resurrección de los imperios, de sus reyes impunes, de oligarquías tecnológicas con capacidades de dominio impresionantes, son los desafíos que tenemos que afrontar como pueblos y naciones. Aquellos imperios del siglo XVI o XIX, son una caricatura frente a los que hoy levantan cabeza, gracias a artefactos sofisticados como las armas de destrucción masiva, que tienen como telón de fondo a todas las ciencias de punta que sólo ellos manejan sus secretos. Ese es el grado de peligrosidad de los imperios actuales, que asumen reinados ante los fracasos de los demás sistemas políticos.

Sólo nuestras organizaciones de base, sociales y colectivas, si es que toman consciencia de estas nuevas coyunturas, nos permitirán resistir como Naciones y Nación. Eso es dotarnos de las mejores estrategias de Estado para defender lo nuestro, con los mejores profesionales, técnicos y totalmente conscientes de las situaciones actuales. Lo contrario, pues continuaremos nomás de pobres, miserables, tercermundistas y capos para bloquearnos entre nosotros mismos. En fin.

                                                                                       La Paz, 21 de enero de 2025

 

 

 

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