Más allá de las ideologías: la rebeldía
Las masas rebeldes no tienen esquemas, no tienen cálculos políticos, no tienen enfermedades precisamente ideológicas que les detengan. Son reacciones en cadena, sin matemática o sociología de por medio. Sólo el sentimiento de que no pueden más soportar las injusticias, que el hambre y las penurias no se justifican en un mundo donde sobre el dinero y la riqueza.

Por todo el mundo se están derrumbando las ideologías, es decir ese conjunto de creencias cuasi religiosas, de izquierda o derecha, que justifican maneras de ver el mundo: gobernar, mandar, escribir, soñar. Por ideologías se asesina, se muere, se bombardean países y se odia al otro. En el mundo gringo supuestamente se derrumba la ideología del wokismo, por la toma del poder del emperador Calígula Trump. Veremos si hay reacción a las torpezas del emperador.
En América Latina, la corrupción arrolló a las izquierdas hasta extremos obscenos e impunes, que superaron a las derechas también tradicionalmente corruptas. La profunda crisis de valores y ausencia de ética y moral en la política real, hace que las poblaciones ya no crean en la tradicionalidad de la política, es decir en esas ideologías de discursos sin prácticas reales en la política.
Por América Latina, como en Bolivia, pasadas las modas y carnaval de las ideologías, las inmensas masas pobres y miserables continúan su travesía por esta vida, soñando que algún día tendrán cambios reales en su vida. Esas masas cuando ya no tienen más posibilidades de cambiar sus realidades socio económicas injustas, se rebelan legítimamente frente a los opresores de turno. No tienen nada que perder si es que mueren en los actos rebeldes.
La rebeldía seguirá siendo el acto supremo más puro y valeroso de los pueblos, cuando los fracasos de las ideologías coinciden en sus propias traiciones históricas. Esa rebeldía que encendió y ejecutó la revolución de 1952, con mineros armados a la cabeza, no necesitó de ideologías para considerar que la explotación ya era terrible y brutal. Pero, lamentablemente después, esas masas rebeldes entregaron y confiaron su poder a burócratas politiqueros que sí tenían ideologías.
Las masas rebeldes no tienen esquemas, no tienen cálculos políticos, no tienen enfermedades precisamente ideológicas que les detengan. Son reacciones en cadena, sin matemática o sociología de por medio. Sólo el sentimiento de que no pueden más soportar las injusticias, que el hambre y las penurias no se justifican en un mundo donde sobre el dinero y la riqueza.
Es decir, a pesar de los fracasos de las ideologías, de las traiciones a las masas hambrientas, las posibilidades de las reacciones rebeldes de los pueblos, siempre estará presente. Desde hace miles de años, los esclavos, los marginados, los desheredados de la historia, siempre han contado con la posibilidad de la explosión rebelde. Y ese acto no requiere de burócratas pensantes, o ideólogos de moda, que sólo roban las posibilidades de cambios y transformaciones de los pueblos.
En definitiva, la crisis mundial de las ideologías de izquierda y derecha no es una novedad. Son las crisis de las burocracias inútiles, que aprovechan los descuidos de los pueblos que demasiadas veces confían en los supuestos pensantes, ideólogos, y pues estos como la experiencia siempre nos señala: son parte del sistema y viven de engañar a los pueblos.
En estos momentos de ausencia de ética y moral, sólo la posibilidad de la rebeldía de los pueblos debe animarnos a continuar con las batallas políticas, con las batallas de tomar el poder en manos de las masas marginadas. Sueño que sigue nomás en mesa y discusión en las bases y los deseos de revueltas y revoluciones.
Sin embargo, como en todos los tiempos de la llamada historia, el avanzar aprendiendo, tomando experiencia de los acontecimientos, sistematizando las tragedias y traiciones, también son parte de las condiciones subjetivas y objetivas de los pueblos. Aprender de las derrotas. No perder las perspectivas ni perder las esperanzas. Condiciones importantes para no sentirse esclavos del sistema, ni esclavos de los ideólogos de moda.
Son tiempos de retroceso de los pueblos, por todo el mundo. La restauración señorial e imperial con la ideología ultraderechista, se ponen de moda. El racismo y la discriminación ya son parte de lo cotidiano e impune por el norte del mundo. El odio a los migrantes que son resultado del modelo capitalista, están presentes en los gustos de esta restauración señorial.
Por el sur latinoamericano estamos tan divididos y peleados estúpidamente, que tendremos que resistir hasta donde sea posible. Siempre resguardando las reservas morales de la rebeldía, que serán otra vez las voces en contra del sistema y de lo establecido. Pues nuestros gobernantes no están a la altura de los acontecimientos.
Sólo los pueblos, las bases, las masas anónimas y marginadas de la historia, son la garantía real de las luchas sociales. Esas masas anónimas que están más allá de las ideologías de moda y burocráticas, sintiendo cotidianamente hambre y miseria, serán las portadoras de reconstruir su propia historia. Eso nomás nos dice la experiencia.
Pues sí, en estas épocas de ausencia de valores éticos en la política, en los actos más básicos de la sociedad, tenemos que seguir soñando desde la rebeldía que el sistema puede ser derrotado. Porque no rendirse es la clave de la rebeldía.