Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
16/04/2024 - 09:08

Ecuador y México exponen la debilidad de Latinoamérica

Ecuador pasó en muy poco tiempo de la ultraizquierda a la derecha conservadora. Por tanto, su poca institucionalidad tiene esos resultados vergonzosos con la toma de la embajada de México.

¿Alguna vez tuvimos realmente integración latinoamericana?  Nunca. Lo ocurrido con la toma de la embajada de México, en Ecuador, desnuda una vez más que la integración de nuestros países es un saludo a la bandera. Por supuesto que Ecuador se equivocó al no respetar la básica institucionalidad de la diplomacia mundial. Es también muestra de la realidad que vivimos en estos tiempos, en varios países de la región: sin institucionalidad, sin respeto a las normas básicas de la diplomacia, sin respeto a nada. Y eso de la integración es un cuento que no acaba de aterrizar, por razones históricas.

Ni siquiera los países llamados centrales respetan nada, como en Palestina, pues no se puede esperar mucho de los demás países. Pero en el caso de nuestros países, la diplomacia depende mucho de la coyuntura política, de las personas que rigen como presidentes y también del oportunismo politiquero.  Muy pocos países tienen políticas de Estado en política exterior. La gran mayoría sobrevive en base a la débil coyuntura política. La falta de profesionalidad, de conocimientos de historia respecto de la diplomacia, la ignorancia reinante en general hace que realmente no tengamos diplomacias de alto valor agregado, sino todo lo contrario.

Ecuador pasó en muy poco tiempo de la ultraizquierda a la derecha conservadora. Por tanto, su poca institucionalidad tiene esos resultados vergonzosos con la toma de la embajada de México. Sin contemplaciones de ninguna naturaleza, otra vez la brutalidad hace gala haciendo política mundial. Y eso es exactamente lo que está aconteciendo en estos territorios sin institucionalidad alguna, como en Ecuador. Más allá de lo peligroso de estos hechos en sí mismos, porque alientan a los sectores más conservadores de las sociedades a soluciones por la fuerza bruta. Es decir, por las dictaduras sean estas militares o civiles como en El Salvador.

México no se salva de la crítica. Ya que internamente tiene problemas estructurales colosales, con las mafias de narcos que se adueñan de a poco del poco Estado que hay. De manera externa, se ha debilitado su diplomacia que también ha entrado en derivas muy preocupantes en lo ideológico. Cierto que de alguna manera ha logrado mantener una línea tradicional, desde siempre de manera externa es una diplomacia de apoyo a los sectores de izquierda. Es de los pocos países que apoyan, desde siempre, a la revolución cubana.

Otra de las razones históricas es que las oligarquías de nuestros países, siempre han estado al servicio ciego de los poderes imperiales. Sin políticas de Estado en nuestros Estados, sin estrategias de Nación, sin visiones propias en defensa de nuestros intereses. Estas oligarquías que siempre están como veletas, entre la izquierda y la derecha porque se ponen la camiseta de la coyuntura, no tienen personalidad nacionalista. No tienen identidad con lo nuestro. Pues los resultados de las diplomacias son nomás como son: un desastre total.

Las historias de nuestros países son tan desconocidas entre vecinos, que seguimos siendo desconfiados y sin pocos avances en el presente; sin esperanzas de que eso mejore en el futuro. Las inseguridades institucionales, las pocas seguridades de nuestras calles, la ausencia de políticas de Estado para intercambiar experiencias entre vecinos, el poco conocimiento de nuestras propias historias, hace que la inercia de las historias tradicionales siga nomás conduciendo los destinos de nuestros países. Todo esto sin respaldo institucional, librados al viento de la coyuntura ideológica que cada vez debilita más la cantaleta de la integración latinoamericana.

Lo ocurrido con la toma de la embajada de Ecuador, ocurre todos los días entre nuestros países. A muchos niveles. Con el tema de las migraciones en todo el continente, por ejemplo con la tragedia de los migrantes venezolanos. Con la migración de millones de bolivianos por todo el continente, que tienen que pasar penurias por la ausencia de acuerdos, de estrategias de Estado, de protección de nuestros propios conciudadanos. Con los temas delicados de límites fronterizos. En fin. Un largo etcétera de cómo la ausencia de integración, hace que nos debatamos en la miseria misma de las diplomacias externas. 

Los europeos tuvieron que pasar por dos guerras mundiales para por fin entenderse entre ellos. Construyeron el mercado común europeo, que les llevó al pragmatismo de los negocios y les fue muy bien casi en más de medio siglo. Ese mercado común siempre fue respetado aun con presidentes de izquierda o derecha. Pues demostraron cómo se pueden construir políticas de Estado en favor de los pueblos y sus intereses sociales. Ese ejemplo deberíamos al menos copiar en algo. Pero nuestras élites tercermundistas y analfabetas no acaban de entender en qué consisten las políticas de Estado, las estrategias nacionales.

Pues somos países desintegrados. No hemos construido vecindades fuertes, seguimos nomás con los traumas de los siglos pasados. También en estos asuntos de diplomacia no hacemos bien las cosas. Nunca es tarde. La integración es demasiado importante, para negociar y vivir bien entre pueblos, entre Naciones y hermandad.

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