Opinión
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Max Raúl Murillo Mendoza
06/05/2024 - 18:35

¿Realmente hay diferencias entre Trump y Biden?

Los intereses mundiales del imperio norteamericano, no dejan dudas de sus alcances planetarios, para la expoliación, el robo de las riquezas financieras, el saqueo del patrimonio de los países dependientes.

A simple vista existen diferencias entre el republicano Donald Tump y el actual presidente estadounidense demócrata, Joe Biden. Los medios de incomunicación mundial, así lo reflejan. Muestran a Biden como realmente demócrata frente al cavernario y antidemócrata de Trump. Sin embargo, cuando miramos con la lupa la política norteamericana simplemente constatamos que ambos jerarcas de la política imperial no tienen diferencias. Se parecen tanto, como hermanos gemelos, que coinciden totalmente con el atropello a todo el mundo respecto de las sanciones económicas, vigilancia antidemocrática mundial, defensa del capitalismo totalitario destructivo de la naturaleza, asesinatos en masa como en Palestina, y por supuesto exportación de su “democracia” a todo el mundo, vía bombardeos y destrucción masiva.
 
Los intereses mundiales del imperio norteamericano, no dejan dudas de sus alcances planetarios, para la expoliación, el robo de las riquezas financieras, el saqueo del patrimonio de los países dependientes. En definitiva, la imposición del modelo insostenible del capitalismo salvaje. Los enormes esfuerzos que hacen, desde aquellas oficinas imperiales, para demostrar al mundo su modelo, sólo evidencian sus formas de encubrimiento total del fracaso reverendo del modelo capitalista; “democrático y liberal”.
 
A estas alturas considerar que los Estados Unidos tienen democracia, es admitir que la iglesia católica es santa. La represión que sufren los universitarios de tantos centros universitarios, que se manifiestan en favor del pueblo palestino, desdice tanta manipulación de los medios de incomunicación gringa. Los abusos cotidianos a los negros e hispanos indocumentados, por parte de la racista policía; el apoyo vergonzoso de las finanzas judías norteamericanas, al genocidio en Palestina, pues son apenas unos ejemplos de tantos en donde vemos la degradación total del imperio norteamericano.
 
Aquel sistema racista en esencia, manejado por las oligarquías más poderosas de blancos que tienen miedo del mundo, donde habitan otras culturas y razas se asemejan a guetos o islas, que están rodeados por bárbaros o salvajes que son un peligro para su “democracia y libertad”.
 
De hecho su modelo de “democracia” siempre fue elitista, que se asentaba y se asienta sobre las oligarquías autóctonas más corruptas en todas partes del mundo. Los latinoamericanos tenemos suficiente experiencias con tantas dictaduras militares y civiles de corte “democrático” gringo.  Experiencias del saqueo y de imposición de esos modelos, absolutamente incoherentes para nuestras realidades.
 
En los últimos tiempos, las crisis del sistema capitalista han empobrecido a los obreros y poblaciones del mundo. Estos se han puesto la tarea de emprender y migrar al mismo centro del sistema. Millones de pobres y desplazados del sistema migran a los Estados Unidos. Sin embargo, esas poblaciones blancas y racistas les consideran bárbaros y salvajes, que no merecen vivir en la “democracia norteamericana”. Pero los bárbaros y salvajes, no se rinden a pesar de la muerte y los riesgos donde niños y viejos, son los primeros en sufrir atropellos de los colaterales del sistema, intentan entrar al sistema para sobrevivir. Los sueños americanos, son sólo para los blancos y racistas; no para los bárbaros y salvajes del sur del mundo.
 
Asistimos como a una película de Hollywood, la caída de las máscaras imperiales de su “democracia”; de sus “sueños americanos”, del despilfarro mundial de las riquezas saqueadas durante siglos y empleadas en industrias de armas, de tecnologías de la muerte y cómo no de frivolidades insostenibles gringas, para seguir el festín de la muerte y el saqueo mundial.
 
Cierto que otros modelos llamados alternativos también fracasaron. La URSS fue un ejemplo de ese intento. La corrupción humana es uno de los temas no atendidos; que en todos los sistemas se pudre y destruye totalmente los intentos alternativos.
 
Hoy, es el capitalismo salvaje el imperante y el que vemos cómo se autodestruye desde los mismos Estados Unidos. Porque sus valores y ética ya no funcionan, si es que alguna vez funcionaron. Ese capitalismo de blancos y racistas, que tienen miedo del mundo. Tienen miedo de los bárbaros y salvajes que llegan en masa al imperio. Tienen miedo de perder su poder que ya lleva siglos de destrucción mundial.
 
Por tanto, esos poderosos intereses tienen que ser defendidos por demócratas y republicanos por igual. Por tanto, políticos de pinta como Trump y Biden no tienen diferencias algunas para seguir bombardeando países, para seguir castigando con las finanzas a quiénes no se arrodillen, para seguir castigando al mundo si es que no obedecen las órdenes de los “democráticos y civilizados” norteamericanos.
 
El racismo imperante con los cosméticos de la “democracia” norteamericana, siguen siendo la raíz del poder anglosajón. Ese poder que se les termina desde adentro mismo del sistema, que se corroe en su propia podredumbre. Palestina, Ucrania, Yemen, Sudán, son sólo nombres de lugares donde el imperio se corroe en la sangre ajena. Como siempre fue.
 
No hay diferencias entre Trump y Biden, son sólo matices y discursos de moda, que quieren escuchar sus lacayos.
 
                                                                                          La Paz, 5 de mayo de 2024

 

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