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Sepa disculpar

1) La buena noticia es que el Presidente tuvo la hidalguía de disculparse con la Ministra. La mala es que otra Ministra —la de Comunicación— deberá tomar la previsión de crear una carpeta de disculpas con una plantilla estándar que, permítaseme la sugerencia, podría llevar por nombre uno muy humilde, a tono con la ocasión: “Sepa disculpar”.

La disculpa es todo un arte y merece sumo cuidado. Siempre será bueno tomar en cuenta que hay disculpas incluso más torpes que aquello que llevó a pedirlas, y, como no todos somos artistas, en esta clase de impericias resbalamos a menudo, lamentablemente.

Una verdadera disculpa, para comenzar, no tiene por introducción una defensa de lo que molestó a la otra parte. Las palabras “humildemente” o “sencillamente” poco o nada servirán en una disculpa que de entrada busque justificar las palabras que agraviaron a la persona ofendida.

Vamos al ejemplo del Presidente y la Ministra: “Decir, preguntar o pensar si alguien es lesbiana o gay no es insulto, ni ofensa (…)”, afirma de inicio el Presidente en su carta de disculpa, en la que aclarará después —para mi gusto algo falto de calor humano— que “no fue mi intención ofender a nadie”. Toda persona de bien no ofende de manera intencional y en tanto sea inocente mientras nadie le demuestre lo contrario, no hay razones para pensar en una —si se me permite— afición por humillar adrede.

El que tiene un conflicto mayor es el orgulloso, porque él vive con la propensión a no admitir sus equivocaciones. La disculpa del orgulloso, por más humildad y sencillez que se le ponga, nunca será lo mismo, a no ser que se deje de lado el orgullo, al menos, por el momento de la disculpa. Claro está, de la disculpa verdadera.

Entonces, habrá que pensar antes de dar el paso de la disculpa; esta deberá por tanto ser cuidadosamente meditada. Quien no está seguro de haber ofendido a quien merezca la disculpa, mejor que ni lo intente: lo más probable es que se atrinchere detrás de su verdad y que su disculpa sea todo menos disculpa.

La buena noticia, resumiendo, es que el Presidente se disculpó. La mala es que su disculpa no fue muy digna que digamos.

2) Al aceptar la disculpa, a la Ministra le faltó lo mismo que al Presidente: dignidad. Ambos tuvieron hidalguía: él de disculparse y ella de aceptar la disculpa, pero, si él pecó de vanidad en la primera parte de su carta, ella no tuvo la suficiencia necesaria para apreciarse como mujer y como persona, antes que como política.

Vamos al ejemplo en cuestión: “Acepto las disculpas… ratifico mi compromiso con el proceso de cambio y advierto que jamás seré instrumento de la oposición”, dice la Ministra, indirectamente renovándole a su ofensor el derecho de humillarla en público con tal de que un rival político no saque provecho del humanísimo delito de ‘lesa lesbianidad’.

La misma frialdad del trazo grueso de la tinta invertida en la disculpa se trasluce en la seca aceptación de la Ministra, que con temple de mártir se inmola, sacrificando su espíritu por el bien mayor: el proceso de cambio. Se sabía que nunca es fácil aceptar un error. Ahora también sabemos lo difícil que es para algunos quererse a sí mismos —lo que llaman “amor propio”— cuando les toca elegir entre su dignidad y la política. Muy interesante.

3) Las disculpas, cuando son verdaderas y no salen magulladas con explicaciones imprudentes, fuera de lugar, sí engrandecen a las personas.

A propósito de grandes, Ana María Romero, citando como ejemplo a Luis Ramiro Beltrán, escribió: “la sencillez caracteriza a los espíritus superiores”. Y Villena tiene razón: pedir disculpas, en algunos casos, no significa pedir perdón.

Dársena de Papel
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El álbum de fotos de Quecaña

Después de muchos anuncios y estruendosos ruidos mediáticos,  finalmente el subgobernador de Yacuiba José Quecaña (MAS),el 24 de noviembre ha presentado su publicitado Plan de Gobierno 2.015 – 2020. La presentación/exposición se ha realizado en el auditorio Evo Morales, transmitido en vivo por caso todos los medios de comunicación local.

Desde varias semanas atrás, el subgobernador Quecaña y varios funcionarios jerárquicos han reiterado hasta el cansancio que un grupo de técnicos estaban dedicados a diseñar y elaborar el Plan de Gobierno de la Subgobernación.

Se ha generado una expectativa inusual, porque nunca la Subgobernación de Yacuiba había diseñado un plan quinquenal. Todas las acciones fueron resultado de las presiones circundantes contextuales, y no a una planificación estratégica, por eso tenemos varios elefantes blancos.

Una de mis críticas a los líderes políticos del Chaco es su evidente falta de visión/misión,  improvisación y desorganización en la gestión pública. Llegan a los espacios de poder montados en promesas irresponsables, diversas e inconexas, y cuando asumen funciones, la característica es la improvisación.

Desde ya, es muy destacable y encomiable la decisión política de Quecaña por elaborar un documento que ordene la inversión pública por cinco años, por lo tanto optimice los recortados presupuestos, y así de esa manera ser efectivos al momento de atender los asuntos públicos del ciudadano.

Grande fue mi sorpresa y desilusión, al comprobar que todo fue un fraude puesta en escena. Nosotros en el programa Micrófono Libre por Radio Nuevo Horizonte de Yacuiba,  trasmitimos la presentación, pero inmediatamente nos dimos cuenta que no había contenido y que se improvisaba todo. El subgobernador hablaba, hablaba y hablaba y no decía nada que tenga alguna relación con un plan. El subgobernador sólo atinaba a enlistar e intentar explicar una cuantas ‘buenas intenciones’ sin ningún respaldo técnico y político.

Se ha entregado un documento impreso en lujoso papel couche en medio oficio, a todo color, cargado de fotografía en las que en la mayoría aparecía  la fotografía de Quecaña, con una ausencia de texto explicativo, la inexistencia de un peregrino dato que respalde las buenas intenciones. Junto a la cartilla se ha proporcionado un tríptico, impreso con el mismo material, en el que resumía el contenido del plan.

Como material de propaganda de campaña, es aceptable; pero como plan de gobierno, no tiene ninguna relación porque no hay proyecciones, y no sigue la rigurosidad técnica que establece el diseño del mismo. La cartilla es solo la identificación acompañada de bonitas fotografías de buenas intenciones, no un plan. Por lo tanto no es serio.

Un plan debe ser riguroso y serio, porque se convierte en un documento oficial y materia de consulta de los investigadores y estudiantes. Un plan no es un panfleto que se hace ligeramente, sino un material que queda para la historia, porque marca el derrotero de un pueblo, y sirve para el análisis y la reflexión académica y política. La cartilla entregada no sirve ni para la consideración. Cualquier estudiante de primer semestre de economía, juzgará que dicho documento no tiene nada de parecido a un plan.

Con el fin de mostrar público, la Subgobernación ha habilitado una cantidad considerable de micros que trasladaron a la mayor cantidad de personas que asistieron a escuchar el informe desde el área rural. Se ha hecho costumbre en las instituciones públicas, literalmente el acarrear personas del área desconcentrada con el fin de hacer bulto para las cámaras y aparentar apoyo ciudadano objetivo. Esta es la proyección de un engaño hacia la población, y a la vez un autoengaño, porque se trata de una puesta en escena que se convierte en un sainete.

Al final de la exposición del Subgobernación hubo buena música en vivo y mucha comida. Terminado el teatro, las personas que se trasladaron del área rural, fueron devueltos en los micros a sus casa.

Al otro día el periódico local en portada y principal titular contradice la realidad de los hechos anunciando que tuvo un rotundo éxito, sin ninguna reflexión y análisis del evento. La creación de una realidad virtual a través de los medios que hacen los políticos, y se prestan algunos ‘periodistas’ y medios, es realmente penoso porque se descafeína la democracia, la institucionalidad y la credibilidad.

De manera coincidente, en internet están colgados varios documentos que tienen mucha relación en el contenido y diagramado, con la cartilla entregada por Quecaña. Es posible que sea solo coincidencia.

Un documento como éste, es posible hacer en un tiempo de tres días como máximo (producto terminado desde cero), elaborado por una persona. La Subgobernación ha destinado un grupo de técnicos (no precisado) por el lapso de 1 mes y medio.

El subgobernador José Quecaña no puede burlarse de la población yacuibeña creyendo que no tenemos condiciones como para hacer un juicio de valor sobre un documento como éste. No es posible aceptar que este tipo de situación se sigan repitiendo.

Se entiende que Quecaña no tiene ninguna formación en gestión pública, como tampoco en política, sin embargo él tiene la obligación de buscar el asesoramiento de personas que conocen estos temas y rodearse de expertos, y no de ‘aprendices’, como él ha calificado a sus colaboradores. Es buena la intención, pero el resultado fue malo. Está a tiempo de rectificar este error.

La Subgobernación no es una agencia de empleo, y no es una instancia para hacer pruebas y ensayos. Se administran recursos públicos y se deciden los destinos de la calidad de vida de la gente, que por aventureros en la política, no se han atendido efectivamente hasta ahora.

Por otro lado se requiere que ambas instituciones (Alcaldía y Subgobernación) coordinen un sólo plan para Yacuiba, y no que cada uno haga su fiesta aparte con música propia. En la lista de buenas intenciones de Quecaña, hay muchas competencias municipales, por lo que nuevamente se cae en la duplicidad de esfuerzos, dinero, energías y tiempo, cayendo de nuevo en una competencia destructiva entre ambas instituciones. El tiempo me ha dado la razón, sobre mi advertencia realizada a inicios de 2008, sobre la creación de un alcalde paralelo con los ejecutivos seccionales.

El alcalde de Yacuiba requiere con urgencia darle rumbo a su gestión, y debe diseñar el Plan Estratégico de Desarrollo de Yacuiba de manera mancomunada con el subgobernador, con el fin de evitar el despilfarro de los recursos como ha ocurrido en la gestión precedente.

El Plan de Yacuiba, debe estar conectado con el Plan de Desarrollo Regional, éste con el Departamental y éste con el Nacional. Eso es lo ideal, eso es lo que dice la norma, pero la realidad es que el municipio no tiene plan, tampoco la región, como tampoco el Departamento. ¿Qué lamentable no?

¿Qué es un Plan?

Un plan es un documento en el que se establece las estrategias a seguir por una institución en el medio plazo. Éste debe marcar las directrices y el comportamiento para que una organización alcance las aspiraciones que ha plasmado en su plan director.

Un plan es cuantitativo, manifiesto y temporal. Es cuantitativo porque indica los objetivos numéricos. Es manifiesto porque especifica las políticas y unas líneas de actuación para conseguir esos objetivos. Es temporal porque establece unos intervalos de tiempo, concretos y explícitos, que deben ser cumplidos por la institución para que la puesta en práctica del plan sea exitosa.

Un plan se compone de varias etapas, y las más elementales son éstas. Análisis de la situación y del entorno,  Diagnóstico de la situación, Declaración de objetivos estratégicos y políticas,  Estrategias, Planes de actuación, Seguimiento y evaluación, y finalmente mecanismos de ajustes. Este proceso se divide en cuatro grandes fases: Diagnóstico, Estrategias, Acciones y Control.

Para el diseño y elaboración de un plan, se requiere (en el caso de Yacuiba) por lo menos a trabajo forzado tres meses. El equipo del que formo parte, realiza este tipo de trabajos por lo que tengo relativa autoridad para expresar una opinión. 

Para un político, como para un gerente, un plan es muy importante porque orienta las acciones correctas para llegar al lugar propuesto (visión). No hay misión, sin visión, dicen los estrategas. (Yacuiba 24/11/15).

El dedo en la llaga
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Izquierdas y derechas

La elección de Mauricio Macri como nuevo presidente de Argentina desató una ola de ataques en las redes sociales, particularmente por parte de los partidarios de los gobiernos autodenominados “progresistas”.

En Bolivia, los afines al MAS zapatearon de rabia. Los rótulos más utilizados fueron “derechista” y “neoliberal” y no faltó quien dijo que el nuevo mandatario es responsable de las desapariciones de los nietos de las abuelas de la Plaza de Mayo. Yo no sé si eso es históricamente correcto pero sí noté que la mayoría de los servicios noticiosos internacionales llamaron “conservador” al partido de Macri.

En política, “conservador” es el que prefiere “mantener el orden social y los valores tradicionales frente a las innovaciones y los cambios radicales”. Su antónimo es “progresista” que, en términos políticos, es el que busca “el progreso integral del individuo en un ambiente de igualdad, libertad y justicia”.

La ciencia política considera que el conservadurismo es la derecha política mientras que el progresismo es la izquierda. La clasificación surgió en la Asamblea Nacional Constituyente de Francia, en septiembre de 1879, cuando debía votarse el poder de veto del rey sobre las decisiones de esa asamblea. Los que estaban en contra del veto, y propugnaban cambios en la sociedad francesa, se ubicaron a la izquierda del presidente de la Asamblea mientras que los que estaban a favor del veto, y que las cosas se mantengan como estaban, se ubicaron a la derecha.

Por ello, desde el punto de vista de la política, ser conservador es malo y parece que Macri lo sabe porque evita el rótulo. Así como ciertos gobiernos se autodenominan “progresistas”, él prefiere llamarse “desarrollista”.

Planteadas así las cosas, parecería que existen marcadas diferencias entre conservadores y progresistas y que, efectivamente, la derecha política es la antípoda de la izquierda política.

Las diferencias se notaron más durante las dictaduras, cuando sabíamos que el gobierno militar era conservador y de derecha y la oposición, generalmente clandestina o en el destierro, era progresista y de izquierda. En esos tiempos, una minoría vivía bien, convencida de que cumplía una tarea divina, una misión del mismísimo Dios al que combatían esos rojos y ateos de la oposición. La mayoría vivía mal pero no podía quejarse porque su derecho al reclamo estaba conculcado, al igual que los demás derechos, mientras que la prensa estaba silenciada o con censores que cuidaban que se informe solo lo que le convenía al gobierno.

Vivíamos con miedo y el recuerdo que tenemos de esos años es el del ardor en las entrañas y el salobre de la sangre en la boca. El gobierno era la derecha y la oposición era la izquierda.

Sí. Hay diferencias pero estas desaparecen cuando los gobiernos van más allá de lo permitido y los extremos se unen.

Un extremo es, por ejemplo, vulnerar la Constitución de un país ya que esa es la base de su institucionalidad. Otro extremo es la intolerancia con los que piensan diferente, lo que mueve al intolerante a silenciar a la prensa. Permanecer en el poder más tiempo del debido también es un extremo.

Cuando un gobierno incurre en esos extremos, ya no puede considerarse conservador o progresista, de izquierda o de derecha. Está violando el pacto social y punto. Lo demás es teoría.

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

Surazo
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Argentina y la integración energética regional

Días atrás el embajador de Argentina en Bolivia indicó que “…la política del gobierno de Macri será de no comprar gas a Bolivia…” para reemplazarlo por gas importado de ultramar.
Según recoge la agencia noticiosa ANF, el embajador habría indicado que los acuerdos energéticos bilaterales podrían “quedar truncos con la nueva administración…”

Remató –antes de marcharse de Bolivia- que “…por más que uno intente y pida tener buena relación, van a haber encontronazos y mucha diferencia…”

El embajador no entiende que entre Bolivia y Argentina hay más de cuarenta años de vínculo comercial a través de la venta de gas boliviano.

Y parece que tampoco entiende la dinámica del mundo de los negocios en energía en donde los proyectos no se “truncan” ni quedan sin ejecutar de la noche a la mañana. Todos los proyectos (llámese gasoductos, contratos de venta de gas, interconexión eléctrica, etc), están plenamente respaldados por la fe del estado argentino y boliviano, respectivamente; y esos contratos han surgido de análisis y estudios en los que se privilegiaron escenarios a mediano y largo alcance.

Finalmente parece que el embajador no leyó –o no entendió- al futuro ministro de Energía del gabinete del presidente Macri –presidente a quien por cierto saludo con respeto y veo como un líder la nueva Latinoamérica sedienta de libertad y democracia-, quien dijo que tiene la tarea de reconstruir la política energética argentina, si es que existió alguna.

El embajador representa a una administración que permitió cortes permanentes de electricidad en principales ciudades argentinas, miles de millones de dólares despilfarrados en subsidios y la ausencia de capitales nuevos para explorar y promocionar sus nuevos reservorios (como por ejemplo “Vaca Muerta” y otros).

El todavía ministro a cargo de la política energética argentina –el señor De Vido- ha sido criticado hasta el cansancio por la opinión pública especializada argentina conoce tanto de energía como yo de medicina. Ahora, más bien, el nuevo ministro de Energía (el señor Aranguren experto en hidrocarburos), indicó que habrá reordenamiento de marcos regulatorios y reasignación de subsidios. Exacto, esa es la clave: nueva política energética con legislación clara, moderna y transparente.

Inclusive, el mismo Aranguren indicó entre otros temas “… pensamos que las familias carenciadas que los necesiten van a tener un block de consumo de 150 kilowatts por hora por mes que va a ser gratuito…"; de manera que ya empieza a mostrar su vocación de llevar electricidad a bajo coste a sectores más necesitados, por supuesto modificando y reordenando los subsidios actuales.

El nuevo ministro fijó su plan en varias áreas de trabajo: petróleo y gas; electricidad; energías renovables; nuclear; planeamiento y ahorro; y eficiencia y por supuesto la renovación y nuevo management para la compañía estatal YPF.

Lo que indica el embajador ni es tan fácil de hacer ni es tan inmediato. Tampoco estamos “mancos”, vaya, faltaba más. Los bolivianos tenemos dos brazos y una cabeza para ver y buscar mercados, nuevos socios; exportar valor agregado etc. De manera que las predicciones del diplomático no están bien sustentadas.

El embajador cree que metiendo miedo nos dará miedo. A Macri no le dio miedo y ganó la Presidencia. Debe creer que es “cerrar la llave” y decir esto se acabó. Los negocios en energía, aunque no lo crea el embajador, son complejos, requieren cabeza fría y cero amenazas. Además, reitero, la integración argentino-boliviana es tan grande e irreversible que en materia energética siempre hemos tenido relaciones contractuales.

Los nuevos responsables de la administración Macri ya indicaron que las medidas "importantes" apuntan al largo plazo: en la presidencia de Macri buscarán fomentar el desarrollo de una matriz energética donde sus distintas versiones no compitan, sino que se complementen, de manera que le abriría la puerta al desarrollo de recursos como la hidroelectricidad y la energía nuclear, pero más aún a los renovables.

Por eso mismo el presidente Macri jerarquizó la simplona Secretaría de Energía y ahora se denomina Ministerio de Energía. Los mensajes son claros.

El señor José Aranguren, de seguro, impulsará planes de estímulo a la producción de petróleo y gas (teniendo en cuenta que el barril/petróleo está a 40 USD), junto a ello impulsar las energías renovables pero siempre teniendo en cuenta que el gas boliviano está a mano; que podemos construir una agenda energética conjunta; que se pueden desarrollar y continuar implementando proyectos bilaterales y todo para acelerar la integración y la interconexión donde gane Bolivia y Argentina.

2013/2014 fueron años horribles para Argentina: baja producción de petróleo/gas; “apagones” de luz; miles de millones de dólares despilfarrados en subsidios y en aplicación de incorrectas políticas tarifarias eléctricas (generadas a partir del gas, principalmente) por “ineficiencia y falta de visión estratégica estatal de los últimos lustros para alentar la inversión de riesgo en nuevas exploraciones”, según un ex ministro indicaba públicamente.

En ese escenario se presentó como alternativa el gas boliviano; en Argentina están en el proyecto del segundo trayecto del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA 172 kilómetros de 24 pulgadas) para abastecer de gas natural a provincias del norte argentino: Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones que no tienen gas natural por redes.

Argentina prefiere el gas que tiene a mano, de Bolivia, que poner -de momento- miles de millones de dólares que no dispone en ese gran reservorio petrolero/gasífero denominado “Vaca Muerta”. Tampoco tienen tanto dinero para recurrir a ultramar. Los costos juegan en contra y lo que más necesita Argentina es evitar costos y contar con suministro constante.

Naturalmente en Bolivia y en Argentina se deben rediseñar políticas del sector, se debe impulsar la integración a partir de proyectos y no como “parches” y principalmente buscan mejores días para los ciudadanos con energía a bajo coste. La renovada Argentina será un nuevo aire fresco al cono sur latinoamericano. ///

Hablemos de energía
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El terror

Los cruentos embates terroristas con bombas y metralla en París han sacudido los corazones en todo Occidente. Los ataques perpetrados en la capital francesa el 13 de noviembre de 2015 cobraron la vida de más de un centenar de inocentes y la reivindicación por miembros del Estado Islámico como autores, raya en la más absurda locura y claro desvarío de estos degenerados.

A las matanzas que iban perpetrando vez tras vez, registrando macabros degollamientos de extranjeros que caían en su poder, se suma la denuncia de vergonzosas violaciones de mujeres y el genocidio en una suerte de “limpieza religiosa”.

En lo personal, me ha causado indignación un video donde un “soldado” del Estado Islámico asesina a un hombre atado de pies y manos bombardeándolo desde pocos metros con una tanqueta de guerra. Semejante accionar de quienes diciéndose religiosos perpetran tal carnicería, solo se puede entender porque su mente está tomada por el mal.

Que una persona esté dispuesta a agredir -a matar- a otras personas para imponer un ideal, una creencia o una ideología, es execrable y resulta inaceptable, pues bajo tal lógica el mundo acabaría siendo gobernado por el más fuerte y dañino, por el más perverso y malvado. Si el terror, la zozobra, el mal y el odio son lo opuesto del sosiego, la paz, el bien y el amor, cabe preguntar: ¿quién es ese dios en el que dicen creer, que les impele a destruir vidas humanas de la forma más cobarde y grotesca posible, sin importar el dolor que causan a las familias que resultan afectadas?

Cuando un líder tiene en poco al ser humano como el sujeto más importante de la creación, ese liderazgo es tóxico, maligno y no sirve. No sirve, porque un idílico final nunca justificará la agresión alevosa, artera y maléfica para conseguirlo.

La proliferación de acciones terroristas, todo lo que está pasando en Siria y lo que aún pasará en otras latitudes -no sé si lo creerá o no- todo lo que se está viendo y que aún se verá y que traerá más dolor, está escrito hace siglos en la Palabra de Dios.

Vendrán tiempos más difíciles aún pues el mal aumentará, el amor de muchos se enfriará y el dolor crecerá sobremanera. Se escucha repetidamente del inicio de una Tercera Guerra Mundial, pero pocos advierten que vivimos en una guerra, entre el bien y el mal.

No sé si es verdad que la Canciller alemana Angela Merkel haya dijo que “Europa debe volver a Dios y a la Biblia” ante la amenaza de la islamización de Europa, pero sí sé esto: que si el mundo no lo hace, sufrirá más.

(*) Pastor y Anciano en el Centro Cristiano Evangélico “Casa de Oración”

 

Fuente: “El Deber”

 

Santa Cruz, 25 de noviembre de 2015

Buscando la verdad
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“Para que triunfe el mal…”

Muere subteniente del Ejército en persecución a contrabandistas, rezaba el titular (El Diario, 12/NOV/2015). Una muerte que se suma a otras ocasionadas por quienes tienen en poco la ley, a la hora de satisfacer sus apetitos personales.

Además del Subteniente de Artillería del Regimiento Camacho de Oruro, José Miguel Valda Rocha, quien perdió la vida al caer en una trampa de los contrabandistas en una persecución a un camión en el sector de Pazña, hubo dos heridos adicionales del Control Operativo Aduanero (COA). Los contrabandistas, advertidos de la persecución, condujeron a la patrulla aduanera por sendas donde habían cavado zanjas, con la grave consecuencia del accidente que acaecido, mientras los delincuentes de seguro “se morían de risa”, felices por tamaña “hazaña” realizada.

La máxima autoridad de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), Marlene Ardaya Vásquez, lamentó que pese el gran riesgo que corren los funcionarios del Ejército y del COA en el cumplimiento de sus funciones, no tengan un seguro de vida.

Y no es la primera vez que pasa algo así, una decena de funcionarios de la ANB y del COA han perdido la vida en los últimos años. Me viene a la memoria el Teniente Administrativo del COA, Samuel Encinas Arias, quien estando a punto de jubilarse, en enero del 2003 salió a un operativo pero nunca volvió a su casa, luego de una encerrona de los contrabandistas…su status hasta el día de hoy es: desaparecido.

Que los contrabandistas hagan zanjas para que en la oscuridad no sean percibidas y se accidenten quienes los persiguen queriendo hacer cumplir la ley, no es, sino, un crimen con premeditación y alevosía. Esto me recuerda también, cómo osaron hacer los avasalladores de tierras en Santa Cruz, cuando -una vez desalojados- enterraron postes de fierro en los campos de soya, de tal manera que cuando las cosechadoras entraron, destruyeron sus aspas. ¡Cuánta maldad!

La pelea entre el bien y el mal es desigual, pues -a diferencia de la justicia- los contrabandistas son inmisericordes a la hora de atacar, v.gr., cuando los helicópteros sobrevuelan “zonas rojas” y hallan resistencia y un artero ataque contra ellos.

Y no es que Bolivia esté plagada de contrabandistas, sino que unos pocos hacen mucho daño. Si esto es así ¿por qué no dejamos de comprar productos de contrabando, siendo que están manchados con sangre inocente?

Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada”, dijo el político inglés Edmund Burke, siglos atrás. ¡Cuánta razón tenía!

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

 

Santa Cruz, 18 de noviembre de 2015

buscando la verdad
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Hacia la economía del libre mercado

No es fácil aceptar la existencia de un sólo sistema económico en el mundo que ha ido –y sigue- evolucionado poco a poco hacia la plena libertad. Es la “economía de mercado” cuyos aspectos fundamentales se basan en las conocidas leyes económicas de la oferta y la demanda, las mismas que se expresan en relaciones de intercambio con dinero, y donde prevalece la propiedad privada y la competencia.

Sin embargo, durante el siglo XX la economía se caracterizó por una fuerte y creciente intervención del Estado, desde un extremo, caracterizado por la ex –URSS, hasta los denominados “estados del bienestar” europeos. En el primero, se logró estructurar un “capitalismo de estado” donde desapareció la propiedad privada y donde pasó a ser labor del Estado la fijación de todos los precios. Estos dejaron de determinarse libremente en los mercados. En el caso europeo la caracterización estatal fue la fuerte regulación de los mercados, en particular, el mercado del trabajo, y donde el gasto público crece persistentemente.

En la medida de este avance estatal, readquiere importancia la política, como lo fue lo esencial en los tiempos de la denominada época mercantilista de la economía. Cuando mayor es la presencia estatal se hace normal el aforisma: “El que no está conmigo está contra mi”, lo que implica ningún respeto por el disenso ni por la tolerancia. Y esto se explica porque cuando mayor es la intervención estatal, todos los intereses recaen sobre él, cuando el mismo no tiene la capacidad de resolver los complejos problemas económicos como lo tiene una economía libre de mercado.

Se cae en el “mesianismo político” que conlleva a vivir de peligrosas ilusiones y fantasías, bajo la creencia de que hay “algún elegido” para gobernar, y que tiene la sabiduría y capacidad para manejar la economía de un país. ¿Por qué se impide el disenso? En la medida que más interviene el Estado sobre la economía se torna imperioso impedir el disenso porque es imposible contentar a todos. No se puede estar buscando continuamente el consenso en “asambleas democráticas” de los múltiples y complejos intereses que conviven en una sociedad cualquiera para definir la asignación de los escasos recursos económicos. Alguien tiene que tener la última palabra y rápido, por eso los mesianismos revolucionarios rechazan a los “librepensantes” porque estos entorpecen el avance de la revolución, camino que es trazado por el líder, junto a su elite gobernante.

El capitalismo de estado cree en el éxito de las políticas voluntaristas de diversificación productiva. Cree que los estados tienen la capacidad para definir estrategias y planes de desarrollo económico, de diversificación productiva y de exportaciones, de “justa” distribución de la riqueza y del ingreso. Cabe la pregunta: ¿Una burocracia estatal tendrá la capacidad de anticiparse a lo que será el futuro y pensar en nuevos productos? O esta difícil laboral debe ser desarrollada de manera descentralizada y atomizada entre millones de empresarios, quienes en función a las señales de los mercados que perciben, son capaces de crear nuevas oportunidades de negocios, asumiendo los riesgos que están presenten en toda creación humana. Lo que la política puede hacer es impedir barreras a la inversión, promover el emprendimiento con normas simples y ágiles que permitan la creación de empresas, junto a bajo impuestos. Los mercados libres son los mejores incentivadores para incrementar la acumulación de capital y el cambio tecnológico, siempre junto a bajos impuestos

Si se busca construir una sociedad donde el disenso y la tolerancia convivan se requiere una economía libre de mercado, donde el Estado sólo cumpla un rol subsidiario. Los mercados pacíficamente resuelven el permanente conflicto de intereses que siempre conviven en toda sociedad.

Douglas North, Premio Nobel de Economía de 1993, dice que el orden político no surge espontáneamente, sino que requiere ser construido, cuya constitución se convierte en condición para el desarrollo de una economía de mercado. Y el orden político a organizarse debe cumplir algunos principios que son: un pleno respaldo social para el acuerdo sobre el tipo de instituciones políticas que deben existir en una sociedad determinada; limitación constitucional al ámbito de la política; una clara definición de los derechos de propiedad, y un compromiso creíble, por parte del Estado, de garantizar los derechos ciudadanos.

Lo que tiene que hacer todo Estado para que funcionen bien los mercados es suavizar el ciclo económico que está presente en toda economía libre. Este es el costo del beneficio que es el crecimiento económico y, por tanto, del bienestar de la gente. A esto se denomina la función estatal macroestabilizadora de la economía a través de la política fiscal y monetaria.

Es necesario construir institucionalidad porque en el largo plazo se asegura el desarrollo económico. Esto quiere decir, siguiendo a Dani Rodrik, burocracias públicas meritocráticas, judicatura independiente, banco central profesional, política fiscal estabilizadora, política antimonopolio y regulación, supervisión financiera, seguridad social y democracia política. A esto se llama el buen gobierno.

La Paz, noviembre de 2015 

Economía de Mercado
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¿Por qué el MAS llegó donde llegó?

El Movimiento al Socialismo (MAS) llegó a tomar el poder porque encarnaba una serie de atributos que lo convirtieron, en menos de cinco años, en el referente nacional y la alternativa de poder. Los atributos concentrados en la palabra y promesa del cambio resumen lo que propios y ajenos esperaban del MAS. El sistema de partidos políticos había entrado en crisis por sus propias incoherencias y miopías al haber perdido la oportunidad de construir un país liberal democrático, institucionalizado y con fuertes niveles de control de la corrupción. En veinticinco años, si bien habían logrado consolidar el retorno a la democracia mediante pactos políticos que garantizaban la gobernabilidad, su falta de visión de país llevó a que ésos acuerdos se conviertan en pactos para asaltar la cosa pública y corromper las instituciones. Las importantes reformas que se atrevieron a realizar (21060, capitalización, participación popular, reforma judicial) nunca pudieron ser reformas de Estado sino solo de Gobierno, por eso, en vez de profundizarlas entre mandato y mandato, se dedicaron a jibarizarlas y envilecerlas.

Después de la debacle de la UDP signada por la arremetida política de la clase obrera que esperaba saltar hacia el socialismo y mientras la hiperinflación destruía la economía popular, la sociedad boliviana se predispuso a enterrar mitos y propuestas populistas en bien de alternativas más liberales. En ése eterno circulo boliviano de estatismo y liberalismo, en las elecciones de 1985, decidimos poner nuestro futuro en manos del liberalismo y le dimos veinte años de oportunidad para moldear el país en base a sus propuestas. Sin embargo, ya a principios del año 2000, empezaron a surgir serios indicios que la ocasión brindada había sido defraudada y que la sociedad estaba dispuesta a retirarles el apoyo. Los acontecimientos que se dieron entre el 2000-2005 (guerra del agua, guerra del gas, interrupciones de mandatos presidenciales, conflictividad creciente) mostraban que la sociedad estaba hastiada de un proceso que no colmo sus expectativas.

En las elecciones del 2005, el país, en este eterno retorno en el que se mueve, decidió apostar por la propuesta que proponían al Estado como el principal actor. Así entramos a la espiral de nacionalizaciones y acciones populistas que, acompañadas con la bonanza de los precios de materias primas que llenaron como nunca las arcas del Estado, convirtieron al MAS en uno de los partidos más importantes de la historia boliviana. Bajo la promesa del socialismo del siglo XXI y con espejos como Hugo Chávez, en Venezuela, y  Lula da Silva, en Brasil, el MAS encandiló a los bolivianos con las propuestas de cambio a partir de la inclusión indígena y el pachamamismo. El país se puso en sus manos y les dio su apoyo mayoritario para que moldearan el país y lo sacaran del atraso, la pobreza y el subdesarrollo. Los espejos venezolano y brasilero de entonces eran muy atractivos: todo marchaba sobre rieles y transmitían la imagen de crecimiento y dignidad bajo la tutela del Estado. Por qué no seguir ése camino?

Pasaron diez años y los indicios de cansancio y desilusión empiezan a emerger por las mismas incoherencias y errores del partido de gobierno. Cambiaron la constitución y juraron respetarla por los próximos cincuenta años, pero a menos de cinco años de su vigencia la violan no solo para arremeter contra los derechos indígenas expresados en la marcha por el TIPNIS sino para volver a ocupar el poder indefindo. Prometen cambiar la justicia mediante el voto popular y lo único que hacen es postrarla más y más a sus pies. Silenciaron las voces y medios discordantes, en favor de la estupidización del pensamiento crítico.  Destruyeron a los neoliberales con denuncias de corrupción por doquier, pero en menos de diez años de ejercicio del poder, al MAS le llueven por doquier actos de corrupción que los están ahogando. Los cambios institucionales (en la justicia, en las cortes electorales, en los poderes de fiscalización, y en las autonomías) lejos de construir un país más democrático e inclusivo, han servido para que toda la institucionalidad esté al servicio de construir y consolidar el poder absoluto del MAS. La persecución y encarcelamiento a sus opositores, consentida años atrás, hoy es vista como abuso e intolerancia que solo lleva más odio y división entre los bolivianos.

El MAS, muy rápidamente, ha entrado en una espiral de desgaste y alejamiento de la sociedad en un proceso similar al que, en su momento, entraron los partidos liberales. Si a los antecesores les tomó 15 años (1985-2000) para que la sociedad empiece su desencanto y cinco para que les den la espalda definitiva, este proceso se ha reducido en 10 años para el MAS y no se sabe en cuantos más para que las opciones sociales y políticas se encaminen en su contra. El MAS ya no es el futuro y encarna cada vez más los vicios del pasado. El MAS ya no enamora, más bien infunde miedo. El MAS ilusionaba, hoy asusta porque los espejos de Venezuela y Brasil, están rotos y ningún boliviano desearía hacer colas para tener papel higiénico. El sometimiento de las FFAA no le da fuerza, más bien lo refuerza en su autoritarismo y prebendalismo. La lógica del ahora nos toca, el ver la cosa pública como el medio para salir de la pobreza personal y el uso y abuso del poder sin límites, los está destruyendo como destruyó a sus antecesores. Los liberales no entendieron que entre el 2000 y el 2005 el país les estaba dando una opción para reencaminar sus acciones pero no lo dedujeron y perseveraron en el error. Pareciera que el MAS esta un momento similar  y si la sabe usar quizá puede revertir su caída. Qué tal si el MAS, en un arranque de sabiduría, decide anular el referéndum y respetar no más lo que dice la CPE?  

Ivan Arias Duran

Ciudadano de la Republica Plurinacional de Bolivia

Serotonina
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Cosas que aprendí la semana pasada con los atentados en París

 

  1. La sensibilidad está mal vista. ¿Te sentiste consternado por los atentados del viernes 13?¿Pusiste la bandera de Francia en tu perfil de Facebook? Pues muy mal. Debiste haber leído que antes hubo atentados y un montón de muertos en Nigeria, Siria y otros lugares. ¿Quién te crees para identificarte con la Torre Eiffel? ¿Por qué no pusiste la bandera de Siria o la de Líbano, esa que tiene un arbolito? Varios nos llamaron hipócritas, ridículos y poseros, pero día antes no sabían dónde estaba Beirut en el mapa ni qué pasaba allí.
  2. Entender el conflicto sirio es más difícil que hacer callar a Justin Bieber. Aquí va un intento a riesgo de ser reduccionista: Siria no tiene mucho petróleo, pero es un lugar privilegiado de tránsito de hidrocarburos al Mediterráneo desde Oriente Medio, lo que la hace apetecible por las potencias. Desde 2011 con la primavera árabe, tiene un conflicto interno que ha ido escalando hasta convertirse en guerra civil, enfrentando a varias facciones. Por un lado, el presidente Bashar Al-Assad, musulmán chií, controla menos de un tercio del país y tiene el apoyo de Rusia, Irán y China; sus opositores (el ejército libre de Siria o FSA, musulmanes suníes) controlan algo menos del 10% del país y reciben el apoyo de Estados Unidos, Francia, Turquía, Gran Bretaña y Arabia Saudita. Luego están los Kurdos, que controlan el norte, otro 10%. Y finalmente están Al-Nusra (Al-Qaeda) y DAESH (ISIS), grupo terrorista que controla varias zonas de Irak y Siria. Tienen en su poder más del 50% del territorio. Ganan un millón de dólares al día por la explotación del petróleo iraquí, vendiéndolo en el mercado negro de Turquía y de Arabia Saudita. Los gobernantes de estos dos países se hacen a los locos.
  3. Llamar al grupo terrorista DAESH “Estado Islámico” es legitimarlo. Es lo que su propaganda pretende. No son un estado y están degradando la cultura islámica. DAESH es un nombre que los desacredita y los insulta. Según el politólogo Gilles Kepel, especialista francés en el mundo árabe, lo que desean es provocar una guerra civil que levante en armas a los musulmanes en Europa. Odian en especial a Francia por haber firmado en 1916 el colonialista acuerdo Sykes-Picot, que definió las “fronteras artificiales” de Siria e Irak.
  4. DAESH odia lo occidental. Sacudir París un viernes en la noche, cuando hay gente disfrutando de un “demi” en las terrazas de los bares, de un concierto de rock o de un Francia-Alemania en el Stade de France es un mensaje muy fuerte. Aún así, “le temen más a nuestra unidad que a un bombardeo”, dice Nicolás Hénin, francés que fue su rehén.
  5. Este es un nuevo tipo de guerra. En represalia, Francia bombardeó Raqqa (enclave de DAESH) matando a inocentes, tal como ellos querían. La respuesta debe ser más inteligente y política; tampoco sirve de nada reforzar el código penal contra quienes están dispuestos a inmolarse. Si occidente cae en la trampa, esto no habrá hecho más que empezar.
Interjecciones
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Amalia y Revilla

La noticia ya está resfriada pero, como algunos ya hablan de una “nueva oposición”, la presentación de un grupo de personas que anunciaron que harán campaña por el “no” sigue vigente.

El grupo está conformado por el alcalde de La Paz, Luis Revilla, otros políticos y la periodista Amalia Pando. Su característica es que la mayoría estuvo vinculada de una u otra manera al MAS, por lo menos en su primer periodo de gobierno, así que, por mucho esfuerzo que haga el oficialismo en desacreditarlos, no se les puede tildar de “derechistas”.

Sus acciones nos darán indicios de cómo actuará el grupo en su campaña así que yo me concentro en la presentación, que es la que motivó este artículo.

Los reportes dan cuenta que la presentación se hizo en el día, en horario de oficina, y ahí salta la observación a Revilla. Yo no soy elector de La Paz pero no me parece ético que un servidor público, cuyo sueldo es pagado con el dinero de todos, tenga que emplear sus horas de trabajo en actividades políticas que no están directamente relacionadas con sus deberes. Así sea a riesgo de no haber tenido suficiente prensa, la presentación debió haberse hecho en otro horario.

El otro detalle es la participación de Amalia Pando. Luego de haber hecho noticia con su alejamiento de Erbol, la periodista prefirió mostrar sus intenciones y anunciar a su público que haría campaña por el “no”. Hasta ahí vamos bien porque es preferible un periodista que te avisa cuál es su posición respecto a un hecho que el que no te avisa pero actúa en consecuencia.

El problema es que Amalia no solo avisó sino que apareció públicamente junto a otros políticos. Surge, entonces, la pregunta de si cruzó la línea o no.

Como cualquier ser humano, el periodista tiene posición política pero, a la hora de ejercer su trabajo, debe mantenerse en el papel del observador que recoge los datos para transmitirlos al público. Por ello, no es concebible que el periodista asuma posición de respaldo a ningún gobierno; es decir, que se convierta en oficialista, pero tampoco lo es que asuma el papel de opositor.

Es cierto que el periodismo tiene otras funciones como, por ejemplo, la interpretación de los hechos y la orientación al público pero estas no deben confundirse con el proselitismo.

En la misma situación están los medios estatales, aquellos que funcionan con recursos públicos. Lo correcto es que informen, como cualquier otro medio, pero, si se convierten en amplificadores del discurso gubernamental, no están trabajando para la gente, que es la que paga sus insumos y los salarios del personal, sino para quienes ejercen el poder y eso no es periodismo sino propaganda.

Y así como no se puede trabajar con el gobierno, ni reproducir su discurso en la línea que él quiere, tampoco se puede utilizar los medios privados para hacer labor opositora. Se puede informar, interpretar, educar, orientar a la opinión pública y fiscalizar la administración del Estado sin necesidad de realizar labor de oposición porque esa no es tarea de los periodistas sino de los partidos opositores.

Se puede trasponer la línea y convertirse en oficialista u opositor pero debe quedar en claro que, al hacerlo, se deja de hacer periodismo y se pasa al proselitismo.

Ahora ya sabemos que Amalia Pando hará campaña por el “no”. Resta conocer si lo hará ejerciendo su derecho ciudadano o apelando al periodismo. Si usa el periodismo para su campaña, ya no está ejerciendo su derecho sino el de todos, el del público que tiene derecho a recibir información sin contaminación alguna.

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

Surazo
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