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¿Y si hacemos una campaña antibloqueos en Bolivia?

Con lágrimas en los ojos, viendo cómo su capital se iba al tacho, Don Sixto, un productor bananero, tuvo que botar miles y miles de cajas de plátano que iban a ser exportadas a la Argentina, no pudiendo hacerlo debido a los bloqueos. “Me duele, la verdad, tengo rabia, no estoy en contra de nadie, tengo derecho de trabajar, todos tenemos derecho a trabajar”, declaró compungido ante un canal de televisión, descorazonado al ver cómo se perdía el fruto de su esfuerzo productivo en el Chapare, Cochabamba (“Productores lloran y pierden toneladas de banana destinada a la exportación”, Red Uno de Bolivia, 31.10.2024). 

Don Sixto explicó que los bananeros hacen parte de Federaciones sindicales, aportando recursos, pero a la hora nona, las organizaciones que deciden bloquear no toman en cuenta al productor: “Nosotros somos el motor del Trópico de Cochabamba, con la banana de exportación que trabajamos, creamos empleos directos e indirectos”, reclamó, sollozando. 

Este es apenas uno de los incontables casos de pérdidas económicas que una vez más se dan en Bolivia, donde bloqueadores hostiles -incluso armados- aprovechando su ventaja numérica y la belicosidad derivada de la ingesta de alcohol, se dan a la tarea de obstruir el libre tránsito de las carreteras impidiendo utilizar caminos alternativos y desvíos, provocando graves perjuicios a comerciantes, prestadores de servicios y productores de todo porte -como el de las bananas- que, al estar en los medios de transporte detenidos por muchos días a la intemperie se malogran por el calor, sin poder cumplir los estándares de calidad exigidos en el mercado argentino que compra a Bolivia más de 40 millones de dólares anuales de dicho producto. 

Don Sixto implora al gobierno y a las autoridades, dar una solución al conflicto: “De una vez, queremos que se sienten a dialogar, porque ¿quién sufre aquí? El pueblo está sufriendo, no ellos, tal vez ellos tienen el sueldo, el salario, y tranquilos están -reciben- no tienen qué perder”, lamentó al ser entrevistado. 

Pero el negativo impacto no afecta solo a los plátanos, también a los pollos y cerdos que mueren por la alta temperatura, así como a las hortalizas, huevos y otros alimentos perecederos que no llegan a su destino porque a unos cuantos se les ocurre hacerse dueños de los caminos e interrumpirlos a punta de palo, dinamita y hasta fusiles, como fue evidenciado por la prensa nacional. 

¡Ya no es noticia el irrespeto de los bloqueadores a la autoridad! 

Ante cada intento de los policías por imponer el orden, reciben andanadas de piedras y dinamitazos ocasionándoles contusiones y terribles heridas, llegando incluso a hechos tan graves como tomarlos de rehenes (“Tensión y violencia en Bolivia: policías y bloqueadores intercambiaron rehenes tras una jornada de disturbios”, Infobae, 30.10.2024) o, peor aún, atreverse a llegar al asalto de tres cuarteles, con la toma de efectivos del Ejército Nacional (“FFAA informan que en el Chapare hay militares rehenes y que esos actos son traición a la Patria”, Urgente.bo, 1.11.2024). 

Y, si de crímenes que podrían considerarse calamitosos, se trata, ahí está la denuncia de la Ministra de Salud, dando cuenta que los bloqueadores atentaron contra personal médico de urgencia, al tener que parar en diferentes puntos para la reparación de las ambulancias y hacer el cambio de las llantas (“Bloqueos: Ministerio de Salud dice que hallaron clavos en carreteras para evitar que circulen ambulancias”, UNITEL, 24/10/2024). Sin embargo, eso no es todo. 

¿Sabía Ud. que por causa de los bloqueos se registran muertes de seres humanos? Lamentablemente, así es. Por lo menos, en octubre de 2024 se han dado tres casos registrados por los medios de comunicación, a saber: En Santa Cruz, la pasajera de un bus obligadamente varado en una carretera, perdió la vida (“Una mujer que llevaba cápsulas de droga en su estómago muere en punto de bloqueo”, Opinión, 31.10.2024); de otra parte, YPFB informó que tres cisternas con combustibles líquidos se accidentaron en La Paz y Potosí, al querer sortear puntos de bloqueo para llegar a su destino, mientras que en Tarija explotó un cisterna, lamentándose la muerte del chófer en el primer caso (“YPFB denuncia que tres cisternas sufrieron accidentes en medio de los bloqueos; hay un fallecido”, Visión 360, 25.10.2024). A las pérdidas económicas se suman las humanas. 

Los bloqueos no hacen, sino, agudizar la crisis económica en curso en Bolivia, con la posibilidad de una masiva quiebra de negocios; más desempleo; profundización del aprieto energético; paralización de actividades; mayor escasez de divisas; falta de alimentos; descapitalización de empresas; más pobreza por la inflación; salida de capitales y, lo peor, un posible estallido social. 

¡Qué lástima que la “cultura del bloqueo” se imponga en el país, pues con ello perdemos todos! ¿Quién pagará los más de 1.500 millones de pérdidas cuantificadas? 

¿Y si hacemos una campaña anti-bloqueos en Bolivia? ¿Apoyaría Ud. esta iniciativa? Hágamelo saber…

Buscando la verdad
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Trump es resultado de demasiados errores

En Estados Unidos, pues, los demócratas probablemente son peores que los mismos republicanos; pero en teoría son buenos. En la práctica son los más guerreristas y sanguinarios, como en Palestina, y encubridores de los negocios más turbios posibles: fabricantes de armas. Son la nobleza medieval más alejada posible de su mismo pueblo. Pues, los bonitos discursos de la señora Harris no pudieron tapar lo que el ciudadano de a pie veía y sabía: que los demócratas no son precisamente los representantes del proletariado, ni mucho menos.

En estos lugares del mundo, nos consta de la terrible irresponsabilidad de quiénes estaban en el poder, a nombre de la revolución y el pueblo. Los resultados los vemos con miseria: corrupción generalizada, prepotencia y brutalidad politiquera. Todo a nombre del esquilmado pueblo, del siempre abandonado pueblo; pero utilizado en todos los discursos posibles.

El avance de la ultraderecha tiene culpables directos, cómplices directos. Todos los que utilizaron el poder sólo para satisfacer apetitos grupales, personales y corporativos. Sin que en nada se beneficie el pueblo, tan abstracto como siempre cuando de intereses se trata. Esos que son especialistas en echar la culpa al imperio, cuando quieren encubrir sus terribles errores, sus fechorías y corrupciones de Estado. Incluso sus desequilibrios psicológicos y bajos instintos antihumanos.

Trump sólo tuvo que escuchar al pueblo mismo. Cierto, a ese mismo pueblo que es utilizado por todos los grupos políticos. Cierto que ese mismo pueblo prefirió votar por un misógino, por un forajido contra la ley, que votar por la hipocresía demócrata. Prefirió votar por un desequilibrado, porque los otros desequilibrados son más peligrosos todavía e hipócritas de profesión. Pero veremos en los resultados totales, porque los pueblos también pueden equivocarse. Los occidentales ya lo vieron con Hitler.

Por todos esos errores en todo el mundo, el avance incontenible de los sectores conservadores tiene viento en popa. Además de la total ausencia de crítica básica, de crítica intelectual y política, que es coartada por sectores dictatoriales y totalitarios. Son insumos suficientes para el cansancio de los pueblos, que no soportan ser utilizados en intereses mezquinos y personalistas o grupales. Errores que están alimentando el crecimiento de las ultraderechas, que pues son un retroceso para todos los avances que tuvo el mundo, sobre todo en los derechos humanos.

La coyuntura presente será de conservadurismo y retroceso en derechos básicos. La presente restauración de la nobleza moderna, la pagarán los pobres de todas las sociedades. Porque los elitistas de izquierda ya están forrados en dinero y corrupción, (además no entienden el concepto de crítica) no necesitan ya trabajar y ganarse el pan del día. El conservadurismo se saldará con los movimientos gays, con los movimientos trans género, con los movimientos alternativos que se fueron construyendo en estos cuarenta años.

Serán tiempos muy difíciles para grupos y gente de bien alternativa. Aunque como dijera el viejo maestro Marx, en tiempos de crisis también se pueden vislumbrar tiempos de esperanzas. Tiempos de nuevas construcciones de utopías e instrumentos para la toma de consciencia. Para la construcción de nuevos liderazgos, que sean mejores y más eficientes en la política y el servicio a la sociedad. Los cómplices de Trump, izquierdistas de manual y café, pues están pasando al basurero de la historia.

El mundo cambiará indudablemente. De hecho hay enormes esfuerzos por todo el mundo. Desde las construcciones del multilateralismo, como los BRICs, hasta los esfuerzos de gente consciente en occidente, desde adentro del capitalismo, que saben bien que el monstruo sólo devora en su agujero negro a la humanidad. Esta historia no se termina con una elección donde el nuevo Calígula sólo quiere circo romano por todo el mundo. Esta historia continúa.

En nuestros territorios también tenemos mucho que ajustar con los cómplices del emperador. Reconstruyendo los tejidos sociales, construyendo políticas de Estado que sean eficientes y eficaces realmente. Con los mejores cuadros profesionales e intelectuales de todas nuestras nacionalidades. Despojando a vividores y politiqueros fracasados, que sólo han medrado y vivido del Estado, como sanguijuelas con discursos de chichería barata.

Ajustar cuentas en nuestras propias historias, pues no podemos seguir arrastrándonos como pordioseros en nuestra propia tierra. Donde hay infinitas posibilidades desde siempre; pero desde siempre los fracasados e inútiles nos llevan al hambre y la miseria.

Es hora de las nuevas generaciones. Y de los mejores de las nuevas generaciones. Que no se contagien de politiqueros y parlanchines, que sólo destruyen y destruyen toda posibilidad de construcción de sociedad civil y Estado.

El nuevo emperador tiene sueños imperiales ya conocidos. Seguirá nomás con su libreto de conquistador. Esa es la historia de occidente que conocemos desde el siglo XVI. De nuestra parte nos queda seguir mirando con esperanzas y seguir las huellas de los ancestros, que han sido parte de los mismos sueños antes de la llegada de los antepasados de Trump.

Opinión
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Omertá: El costo de no tener rumbo

Hablamos del pacto silencioso que reina en el corazón del naufragio nacional. En Bolivia, este pacto de silencio no lleva nombres italianos ni historias de grandes mafiosos, pero está presente en un diminuto órgano judicial, la institución plurinacional de mayor semejanza con la mafia internacional. Es el acuerdo tácito que cubre los ojos de quienes ven, tapa los oídos de quienes escuchan y ata las manos de quienes tienen la obligación constitucional de actuar.

La omertá es esa impunidad que flota en el aire, un acuerdo invisible que protege a los corruptos, delincuentes y poderosos, mientras castiga a gente pobre. No es solamente el pacto silencioso de una rosca con lealtades ambivalentes dentro del poder, sino una sombra que se cierne sobre un pueblo traicionado, que ante el miedo calla.

Aquí, en este país sin rumbo, la omertá no se rompe con palabras; es la complicidad que nadie se atreve a desafiar. Porque en esta tierra, la verdad incomoda, la verdad duele, mientras el pueblo calla y la injusticia se convierte en una distopía, la omertá se convierte en el timón de un país perdido, donde el silencio es tan mortal como las palabras silenciadas.

Hoy tenemos un poder judicial fracturado, incapaz de cumplir con su mandato constitucional. La imagen de dos juezas pegándose, emulando al “vale todo” de la UFC por su incapacidad de ponerse de acuerdo y de bloquearse mutuamente el despacho de sus causas, es el resumen de nuestra desmoralización nacional, del vacío ético que carcome nuestras instituciones, de las ganas de huir de un país sin futuro. Cuando las presiones, el cálculo político y el miedo al poder pesan más que “el deber”, como parece ser el caso en nuestra fiscalía, la justicia deja de ser un ideal y se convierte en un juego de suma cero, de protección criminal e impunidad. En este contexto, la justicia no es más que un oxímoron, una metáfora, o peor aún, una distopía que deshumaniza.

Hemos sido testigos de la alternancia entre Evo y Lucho, y posiblemente siga Manfred, pero la solución nunca viene de la mano de un iluminado, único portador de respuestas a nuestros problemas, porque eso ya lo hemos vivido y miren cómo estamos. No existe una fórmula mágica que nos saque de este atolladero solo cambiando de actores. La crisis económica es un problema que no está solo en las personas, sino en estructuras diseñadas para actuar en impunidad.

Ha llegado el momento de despertar. Necesitamos conciencia, organización y determinación para transformar la realidad. Esto no será posible mientras sigamos permitiendo que las decisiones las tomen personas que no son aptas para gobernar este país, carentes de ética, capacidad y visión. 

Hoy Bolivia es un barco a la deriva, sin capitán, sin brújula, en medio de una tormenta, navegando en un mar de peleas mezquinas, a las que no les importa hundir el barco con tal de aniquilar al adversario. Los bloqueos son las anclas que en lugar de sostener nos hunden en el lodo de la parálisis, mientras los jueces juegan a lanzar el timón de mano en mano, evitando la responsabilidad, el capitan de la nave, decide sin decir para no asumir ninguna responsabilidad y así, de manera cobarde, renuncia a la responsabilidad que todos le hemos conferido como capitán de esta embarcación.

Quizá hemos olvidado que esta embarcación nos pertenece a todos, que no necesitamos un capitán que ha convivido con la omertá por más de 14 años y que no tiene la solvencia moral para sacarnos de esta tormenta. Quizá hemos olvidado que el destino se construye, no se hereda, y que no hay nada más poderoso que un pueblo consciente y decidido a controlar su propio destino.

Opinión
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El pueblo elegido de Dios

Los judíos dicen que son el pueblo elegido de Dios. Una consideración que sabemos por la historia occidental. Pero Dios tiene que estar arrepentido de su elección. Pues si es así, no creo, ha elegido a un pueblo criminal e impune. Ha elegido a un pueblo que sólo sabe de venganza y sangre. Todo lo demás es maquillaje muy al estilo de la civilización occidental.

Por los sionistas judíos sabemos hoy que Dios no importa, cuando de sangre y venganza se trata. Nos demuestran también que su religión sólo es un circo, para desahogar sus instintos criminales, para desahogar sus enormes pecados sangrientos. Dios es sólo su excusa para ejecutar sus sanguinarios deseos de sentirse elegidos de Dios.

En estas coyunturas mundiales de desastre total, desadaptados sociales y criminales de Estado son los que más rezan y nombran a Dios. Nada raro, es la constante como sabemos por experiencia de la colonización y sus posteriores resultados religiosos. Dios, en estos tiempos, es la excusa perfecta de la criminalidad y la impunidad. Son tiempos donde se ha vaciado totalmente el sentido de Dios, cualquier criminal y corrupto nombra a Dios sin ningún tapujo, como lo vemos en las concentraciones políticas de las elecciones estadounidenses. Por el sur del mundo es lo mismo.

Pues sí, Dios es la excusa para todo en estos tiempos sin sentido. Los judíos son el ejemplo total de este sin sentido de las religiones, sobre todo en la civilización occidental. Además, las crisis terribles del catolicismo por todo el mundo (abusos sexuales a niños y niñas), ahonda todavía más el sentimiento hacia las religiones. En un mundo ensangrentado y destruido, las consciencias religiosas ya no tienen a dónde acudir.

Hace pocos días murió el padre Gustavo Gutiérrez, un peruano de avanzada que planteó a finales de los años 60 del anterior siglo, la Teología de la Liberación. Una propuesta para cambiar la doctrina de la religión católica. Pero los poderes del mundo, desde el Vaticano y Washington, le combatieron por el miedo enfermizo al comunismo. No dejaron que esa propuesta totalmente latinoamericana, tenga alcances mundiales ni siquiera regionales. Porque la religión también es política.

Las religiosidades ancestrales, intentan reponerse de siglos de clandestinidad y destrucción; aunque todavía en procesos de reconstrucción, ojalá tengan mejor destino para estos tiempos turbulentos y sin ley. Desde tiempos inmemoriales, los humanos buscan algún refugio sentimental, cuando los poderes del mundo sólo siembran de destrucción y maldad.

En definitiva, la religión tiene su papel e importancia en todas las culturas. Es también una parte del rostro de todas las culturas. Y puede servir para manipular y tergiversar desde el poder, poniéndose al servicio de intereses oscuros, como es el caso de los judíos.

Cierto, en tiempos de crisis, sangrientos y turbulentos, los humanos buscan refugios que puedan apaciguar en algo al sentimiento de inseguridad, al sentimiento de abandono y soledad existencial. Cuando no hay respuestas de nadie a las necesidades económicas, a las necesidades laborales. Sobre todo, a respuestas ante tanta impunidad de señores de la guerra, que destruyen absolutamente toda posibilidad de esperanzas en la existencia humana. Las religiones son un refugio en la turbulencia humana.

En estoy tiempos de egoísmo extremo, de destrucción de los valores éticos y morales por todo el mundo, de desánimo generalizado ante el avance de la corrupción y el descrédito total del ejercicio político, las religiones se convierten en el único escape y desahogo mental para al menos soñar con algo de esperanza. En buena medida, las religiones siguen sirviendo como refugio y escape ante la ausencia de respuestas humanas.

Pueblos destruidos y humillados como el Palestino, tienen que estar rezando a sus Dioses para ver si tienen respuestas, pues los humanos como los judíos sólo ven sed de venganza y muerte. Y los poderes establecidos como las NNUU no sirven para absolutamente nada, sino como resortes de los más poderosos, que en esta coyuntura son los sionistas de Washington.

En definitiva, el misterio de la existencia de los Dioses seguirá siendo un acompañante de nuestra existencia humana. Jamás lo resolveremos; pero seguirá teniendo sentido si es que esas fuerzas misteriosas sean realmente bondadosas. Es decir, que ayuden a restablecer los equilibrios humanos hacia el bien, hacia el respeto de culturas, hacia el restablecimiento de valores universales, que siguen siendo el baluarte de los sentidos positivos de la vida.

Hoy por hoy la devaluación y prostitución de la palabra Dios, en boca de criminales y corruptos, es sencillamente una afrenta a la humanidad. Una afrenta a la búsqueda de sentido, del Vivir Bien en la tierra, en esta vida. Una afrenta a los Mandela, a los Mujica, a los Gandhi, a los Espinal que han dado sus vidas por el bien de la humanidad.

Dios tiene que estar muy dolido y arrepentido de su “pueblo elegido”. No son precisamente un ejemplo de amor y paz. De convivencia y armonía humana, sino todo lo contrario. Son los criminales e impunes más atroces de la historia humana.

Opinión
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Alegoría al triunfo del 31 de octubre

El 31 de octubre de 1952, cuando en los campos de María Barzola, allá en Catavi, donde el proletariado minero, dio el ejemplo más importante del siglo XX a la historia de Bolivia, respecto de amar a la Patria, respecto de entregar riqueza a la Nación. Después de muchos años de sacrificios, de muerte y sangre. Pero la ingenuidad y la pureza del proletariado fue la enorme confianza, como error, de entregar esa victoria a la burocracia pequeño burguesa. Burocracia que boicoteará desde el primer día de la nacionalización, pues las burocracias de todos los tiempos no creen en Bolivia.

Ese hecho apoteósico de la nacionalización de la minería, permitió a la Nación por fin entrar al siglo XX para aspirar al menos a algo de desarrollo, algo de integración nacional en un país siempre desmembrado en espíritu y geografía. Ese hecho que fue obra y hechura del proletariado en armas, jamás fue entendido por las burocracias antinacionales; aunque con los discursos revolucionarios de moda y con los oportunismos a cuestas, en todos los tiempos.

Fue esa burocracia antinacional en espíritu y cuerpo, que entregó la minería a las fauces del imperio y los intereses transnacionales, como el Plan Triangular. Como artilugio conocido, los revolucionarios de escritorio de aquel momento, es decir los burócratas, culparon a los obreros de las quiebras, de las bajas en la producción, para las justificaciones de las intervenciones extranjeras. Como siempre, los que pagaron con sus vidas y fuentes laborales fueron las bases, los obreros de base y sus familias. Historia ya conocida en la impunidad de los actos burocráticos.

Sin embargo, la historia ya había cambiado para siempre con ese hecho apoteósico. Incluso los gobiernos fascistas de las dictaduras se beneficiaron de la minería y la nacionalización. Ese glorioso hecho como ejemplo del proletariado minero no debe ser olvidado, debe ser recordado por las generaciones jóvenes precisamente como ejemplo.

También, por justicia histórica, debemos recordar a los cientos y quizás miles de muertos mineros. Muchos de ellos junto a sus familias. La gran mayoría anónimos, sin que la historia les haya dado un lugar en los libros de  historia o los folletos de los partidos políticos. Esos muertos anónimos y sus enormes sacrificios, son el sentido más importante de la nacionalización de la minería.

En estos momentos de crisis estructural de nuestra Patria, la nacionalización del 31 de octubre de 1952, debe seguir siendo un ejemplo de cómo hacer Patria. Recordando a ese proletariado minero que lo entregó todo por el país, por la Nación. Aunque después fue traicionado y olvidado en 1985.

GLORIA AL PROLETARIADO MINERO DEL 52 !!!

GLORIA A LA NACIONALIZACIÓN DE LA MINERÍA DEL 31 DE OCTUBRE DE 1952 !!!

GLORIA A LOS MUERTOS Y SACRIFICADOS POR LA MINERÍA NACIONAL !!!

Opinión
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Cualquiera sea el motivo y cualquiera sea el bloqueador…

¿Está Ud. de acuerdo que en una familia los hermanos hablen de sus aspiraciones y discutan sus diferencias, pero que no se agredan para solucionar un conflicto o imponer una pretensión, pues ello consagraría la “ley del más fuerte”? ¿Quiénes deben evitar que se produzca tal exceso? Naturalmente, los padres, en especial, el padre de familia, cumpliendo y haciendo cumplir ciertas normas de conducta a fin de vivir en paz. Exactamente igual debe ser a nivel de un país. 

El derecho a protestar no debería equivaler a bloquear, aunque no se lo entiende así. Se puede reclamar, ningún problema con ello, pero este acto debe ser pacífico y respetuoso de las normas de conducta social establecidas para garantizar la pacífica convivencia entre ricos y pobres, blancos y cobrizos, moros y cristianos, citadinos y campesinos, etc., ya que ante la ley todos somos iguales, y, cuando la ley es pareja, nadie se queja. 

El derecho a la protesta tiene que ver con la libre expresión cuyo ejercicio está estipulado en la Constitución Política del Estado (CPE) en sus Arts. 21 y 106; pero, la Carta Magna garantiza también otros derechos ciudadanos como la libre circulación, en su Art. 21, y el derecho al trabajo, en el Art. 46, de ahí que, si de la protesta no se pasa a la propuesta, sino más bien a acciones que implican violencia, como el bloquear, se incumple tal requisito. 

Imposible hablar de un “bloqueo pacífico” cuando se impide el libre tránsito y, al valerse de piedras, ramas, tierra y otros, para cortar una calle, un camino, una carretera, etc., se provoca toda clase de pérdidas, violentando así el derecho inalienable de los ciudadanos a vivir en paz, a circular con seguridad y a trabajar para poder ganarse el pan de cada día. 

¿Se imagina que en una familia un hermano bloquee “pacíficamente” la salida del dormitorio de su hermano, impidiéndole ir a estudiar o trabajar? ¿Que una hermana decida bloquear el refrigerador, provocando que sus hermanos sufran de hambre? Peor aún… ¿Qué si un hermano cierra con llave la puerta de entrada para que los demás no puedan ingresar y deban estar a la intemperie día y noche? ¿Qué pasaría, si una hermana decide apoderarse del botiquín para que sus hermanos no puedan tomar sus medicinas? ¿No romperían tales actitudes las normas familiares y provocarían duras reacciones de los afectados? Si los padres no imponen el orden a tiempo, el enfrentamiento entre hermanos será inevitable, e incluso los propios padres podrían ser afrentados por los infractores. 

Lo mismo pasa en un país donde unos pocos bloqueadores perjudican a muchísima gente. 

¿Cuántos bloqueadores hay en los puntos de conflicto? Que yo sepa, no son millones, ni cientos de miles quienes participan, no llegan a decenas de miles, ni siquiera son cientos o decenas los bloqueadores en un solo punto; en realidad, no pasan de unos cuantos que en muchos casos son obligados y en otros pagados; que, por consiga o por estar alcoholizados, sus códigos de conducta no condicen con el del ciudadano de a pie, por lo que, en su ignorancia o temeridad, son aviesos y violentos en su accionar, frente a la pacífica población que lo único que desea es vivir en paz, trabajar y progresar. 

El problema es que -ante la permisividad o inefectividad de quienes solemnemente juraron cumplir y hacer cumplir las leyes, al asumir las altas responsabilidades de administrar el Estado y velar por el cumplimiento de las garantías constitucionales- de prolongarse los bloqueos, ante la profundización de los daños, los conflictos puedan degenerar, como ocurre en una familia donde los afectados se defienden ante una agresión, y se haga justicia por mano propia, y sobrevenga el caos. 

El Código Penal boliviano prevé cárcel de dos a ocho años para quien impidiere, perturbare o pusiere en peligro la seguridad o la regularidad de los transportes públicos, eso dice la norma para la pacífica convivencia, pero cuando la autoridad no actúa, la permisividad promueve una indeseada “cultura del bloqueo”, donde prima la “ley del más fuerte”. 

Los productores agropecuarios, madereros, industriales, exportadores, importadores, transportistas, comerciantes, prestadores de servicios, entre otros, lo único que demandan es seguridad jurídica y paz social para invertir, producir, comerciar, exportar, importar, recibir turistas, prestar servicios, para con ello generar empleos e ingresos para las familias, y divisas e impuestos para el Estado. ¿Será que eso es pedir demasiado? 

En una reciente conferencia de prensa, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) reiteró su pública posición de que “todo bloqueo, cualquiera sea el motivo y cualquiera sea el bloqueador, literalmente, bloquea la posibilidad de un mayor desarrollo del país” y quien sufre las consecuencias es el ciudadano de a pie, por la imposibilidad de parar una crisis en curso; la afectación a una mayor recuperación económica, y el deterioro de la imagen-país, al mostrar que aquí se impone la razón de la fuerza, en vez de la fuerza de la razón.

Buscando la verdad
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La izquierda tradicional fuera de la historia

 En Bolivia hay una izquierda tradicional, burguesa, de manual, e intelectualmente burocrática. Repiten de memoria a Lenin y sus obras, repiten de memoria a los clásicos del marxismo; pero jamás entendieron la historia de este país. Jamás hicieron investigaciones de nuestras realidades, sino imponer a martillazos a los clásicos del marxismo a nuestras realidades. Es decir, totalmente ortodoxos sin ápice alguno de realizar al menos algo de heterodoxia. Esa izquierda, en el fondo, siempre coincide con la derecha y el imperio en contra de nuestro país.

Los espacios democráticos son demasiado importantes. Siempre fueron conquistados por los más pobres y con su sangre, con sus enormes sacrificios. En cambio, la izquierda tradicional siempre busca la revolución considerando  la democracia sólo un espacio burgués, como en los manuales de Lenin o Troski. Para esta izquierda destruir la democracia daría lugar a la revolución con el pueblo en las calles. Ni siquiera la experiencia reciente (UDP y 2019) les enseña en algo de nuestra realidad.

Hoy, otra vez, esa izquierda tradicional utiliza a compañeros campesinos en esas interpretaciones de manual de escritorio. Además, con vulgares y nefastos intereses personales, están con el objetivo de destruir la democracia que tenemos. Sueñan en la revolución de escritorio; pero la historia nos ha demostrado que es lo contrario. Con estas derrotas, esta izquierda entrega a la derecha en bandeja de plata el poder, sobre el cadáver y sacrificio del pueblo. Después, muy cómodamente, culpan de sus errores al imperio.

Tenemos que estar atentos a estos movimientos de esa izquierda tradicional, que por enésima vez están destruyendo un espacio democrático de manera irresponsable. No les interesa la sangre, no les interesa instrumentalizar a sectores sociales. No les interesa el diálogo o generar espacios de consensos. Sólo valen sus manuales ya superados por la historia mundial, frente a la sangre y el sacrificio de las bases.

Estos mismos errores se cometieron el año 1970. Cuando esta izquierda le enfrentó al general Torres, el general del pueblo. Para esta izquierda Torres era sólo un burgués (el renegado Kerenski del manual revolucionario) y había que destruirlo para hacer la revolución. Los resultados de ese infantilismo izquierdista fue el regreso del fascismo con Banzer. El pueblo se tragó siete años de cruel y sangrienta dictadura, hasta recuperar la democracia años después, con enormes sacrificios sociales del pueblo.

Esta misma izquierda cometió otra vez, graves errores durante el gobierno de la UDP (1982-1985). Con esas mismas interpretaciones de manual le combatieron al Dr. Siles, como a Torres, en nombre de la revolución de manual. Le ahogaron con paros indefinidos de los mismos mineros, le ahogaron porque Siles sólo era un burgués. Destruyeron ese espacio que nacía con ilusiones gracias al sacrificio del pueblo, para después salir derrotados entregando el poder al neoliberalismo. Sacrificaron a los mineros en sus intereses personales y de manual. Destruyeron al movimiento minero. Por supuesto, que sus errores eran por culpa del imperio.

Estos aspectos son demasiado importantes. Porque son errores de la izquierda tradicional, de escritorio y burgués, que nos llevan siempre a derrotas y nunca a triunfos. Sus interpretaciones personales y de manual, jamás coincidieron con los movimientos de la historia de Bolivia. Estos burguesitos, además, siempre salen ilesos con sus  hijos estudiando en el extranjero y sus cuentas en bancos totalmente saneados. No se hacen investigaciones de estos asuntos; lo sabemos por la sabiduría popular.

En estos momentos de nuestra historia, el pueblo está en las calles, enfrentados entre sí, por culpa de esta izquierda tradicional. No les interesa nada, sus discursos son los de siempre: pelean a nombre del pueblo. Como en 1970 contra Torres y en la UDP contra Siles. Los muertos son solo contabilidad revolucionaria, colaterales del sacrificio revolucionario. Y nada más. Nuestra historia está llena de cementerios por errores de esta izquierda: burguesa y de escritorio revolucionario.

En realidad, esta izquierda es parte del colonialismo interno. De eso tampoco tenemos investigaciones sino ensayos importantes de algunos pensadores bolivianos. Hoy somos testigos otra vez de estos irresponsables ensayos politiqueros, sacrificando al pueblo en esos intereses que conocemos desde siempre. El imperio sólo es expectante desde el balcón, esperando que termine el show de esta izquierda, para golpear después como yapa.

Otra izquierda por supuesto que es posible. Pero debemos descolonizar a la izquierda tradicional, de  manual, de escritorio y teoría ajena a nuestras realidades. Que no tiene investigaciones básicas de nuestras realidades, que no tiene sistematizaciones de nuestra propia historia. Sino copias y calcas de otras realidades total y absolutamente distintas de nuestras realidades.

Es cierto que tienen fuerza, gracias a los pobres que son la inmensa mayoría de este país. Que cierto si escuchan que les puede liberar, pues aceptarán cualquier sacrificio en consecuencia. Desde siempre los discursos revolucionarios, de la izquierda tradicional, son aquellos de la sierra maestra o los días de octubre rojo de Rusia. De realidades distintas, con situaciones sociales distintas y culturas distintas. En definitiva, de historias distintas.

Todos los cambios que se han realizado, en favor de los marginados y proletariados, en este país ha sido obra de los mismos pobres y marginados. No de iluminados, mesiánicos o burócratas de escritorio, que siempre se han equivocado y llevado al desastre al país. Hoy se nota que nada han aprendido de la historia. Absolutamente nada.

Opinión
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Sobre llovido regreso conservador y totalitario

Por todo el mundo está sucediendo algo impensable sólo hace unos 20 años atrás. El retorno de mentalidades conservadoras y totalmente tradicionalistas, intentando enterrar todo lo avanzado en derechos básicos, en derechos políticos, en derechos laborales. Las excusas son variadas, desde los fracasos de los gobiernos de izquierda hasta el desorden total en las instituciones, estatales y privadas, en el mundo. Es un regreso a mentalidades que se suponían ya superadas y enterradas en la historia.

Este regreso de lo más conservador y retrógrado, no tiene fronteras ni culturas. Está sucediendo en Estados Unidos, como en Bolivia. Las razones ciertamente son distintas; pero increíblemente los parecidos son asombrosos. Ambientes donde los caudillos se sienten atraídos, necesarios y totalitariamente urgentes. En pocos días tendrán un examen como sociedad en los Estados Unidos. Prácticamente se jugarán el destino de su democracia, pues tendrán que elegir entre el brutal caudillo anglosajón Trump y una mujer del partido demócrata.

Si bien el partido demócrata norteamericano, no es precisamente la esperanza o la alternativa para un mundo mejor, al menos es en lo tradicional un muro a locuras como Trump. Este caudillo gringo representa a lo más racista y xenófobo, que no cree en democracia alguna sino en la imposición del poder total sobre el mundo. Es la reencarnación de Calígula o Hitler, en un país con las tecnologías y ciencias de punta al servicio de las industrias de la muerte: armas y bancos.

Lo que sucede en el mundo, no lo habían previsto ni lo más visionarios de películas de ciencia ficción. Enfermos mentales vistos por la sociedad como gobernantes. Ignorantes vistos como ejemplos para las instituciones. Desequilibrados psicológicos elegidos democráticamente. Las excusas son de las más diversas, desde los fracasos políticos hasta los desencantos por los avances de derechos sociales, como en el tema de género, que han provocado estupor en sectores conservadores de todas las sociedades.

Lo cierto es que tenemos en marcha una restauración de las mentalidades conservadoras. Hechos que no tienen ideologías concretas; son mezclas complejas en la pelea por el poder y el manejo de la cosa pública por todo el mundo. El Estado se convierte en la codicia más requerida, pues la corrupción es la compañera ideal de estas mentalidades.

Es cierto que la profunda crisis de valores, que produce enfermos mentales colectivos, sea probablemente una de las raíces más importantes de esta destrucción institucional mundial. Valores que al parecer ya no significan nada, en sentido ético y moral, en un mundo que corre hacia al abismo del azar y la desinstitucionalización total. Dejando las puertas abiertas a caudillos que se sienten dioses o mitos, para comandar orden y restauración social.

El peligro enorme de todo esto es dejar, por las masas inconscientes en su desesperación, en manos de desequilibrados y depravados la gestión de los Estados. Eso estamos viendo en Estados Unidos. Una clara muestra de la degradación total al que el imperio ha llegado, ni siquiera en tiempos de Calígula se dio semejante degradación social e institucional.

Por el tercer mundo también padecemos dichas enfermedades, colectivas e individuales. Enumerar países y supuestos líderes pues nos haría gastar hojas y hojas. Lo terrible es que en nuestro caso, donde las oportunidades económicas no existen y la miseria es un fenómeno normal y cotidiano, donde nuestras instituciones brillan en su mediocridad y lentitud colonial, los caudillos aumentan la tragedia y el sufrimiento de millones de habitantes.

Sobre llovido mojado, la restauración conservadora está a la vuelta de la esquina. Las masas cansadas y desesperadas por la ausencia de trabajo y el hambre, llevarán a cualquier ignorante que prometa cielo y tierra en esas cegueras tercermundistas ya conocidas, incluso por la literatura en América Latina. Como en los Estados Unidos, las paradojas son parecidas a pesar de las distintas condiciones sociales y económicas.

En esto cruciales momentos, sólo nos queda fortalecer los tejidos sociales de nuestros pueblos y ciudades. Mussolini y Hitler a su turno precisamente aprovecharon la debilidad de los tejidos sociales, su desorganización, para encumbrarse en el poder y luego destruir sus países junto al mundo. Aprovecharon el hambre y la miseria de sus países. Todo lo demás ya lo conocemos por la historia mundial.

Esos personajes siniestros de la historia están de retorno. En otros momentos y coyunturas históricas; pero con parecidas circunstancias económicas y sociales. Hitler como Mussolini eran de clases bajas y miserables; pues no son las clases ni las ideologías las que garantizan nada. Son los momentos y sus desequilibrios sociales los que conducen a la locura humana. Peligrosamente estamos pasando por esos desequilibrios sociales por todo el mundo, que nos están llevando otra vez a cometer errores que suponíamos ya estaban superados.

Sobre llovido, las nuevas generaciones no activan a sus líderes y pues los escenarios de la historia empeoran hacia lo negativo: lo viejo tampoco es garantía ética ni moral por todo el mundo.

Opinión
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Los muertos vivientes

Empiezan otra vez a resurgir en la palestra política, los muertos vivientes de la política boliviana. Tuto Quiroga y Doria Medina, como capitanes de esa especie extinta pero que no se extingue, creen que otra vez llega su oportunidad de entrar a la historia de este país, por la puerta grande. Jamás aportaron en nada a las ideas de la política, jamás lo harán; pero por alguna razón estúpida necesitan estar en la palestra. No entienden este país, y no entenderán nunca sino a partir de sus gafas de clases altas sin ubicación alguna.

Estos especímenes aparecieron por última vez en los acontecimientos de 2019. Le utilizaron a la Añez, hasta quemarla totalmente en la cárcel. Luego desaparecieron otra vez. Hasta esperar otra oportunidad oportunista. Hoy aparecieron y empiezan a repetir su repertorio de salvadores de la Patria, desde su liberalismo oscuro y poco comprensible incluso para sus propias especies, o clases sociales.

No vale la pena ni siquiera el de situarles como sirvientes del impero, sitial que se encargarán de recordarles sus primos hermanos de las izquierdas latinas blancoides. Lo que sí debemos subrayar es su anecdótica forma de hacer política, en un país donde la pobreza y la miseria son pasto de la cotidianidad, estos señoriales sueñan en el progreso y desarrollo desmedido para que la riqueza chorree de sus mesas a la boca de los pobres. Pues ellos son tan caudillos como a los que critican.

Lamentablemente el tiempo en este país muchas veces no pasa factura. La memoria es corta y el mismo pueblo olvida aquellos acontecimientos pasados, que hirieron y destruyeron al país. Aquella época del neoliberalismo ya está olvidado. Aquella época pasada donde los caudillos de derecha se farreaban el país, en medio de miseria y pobreza de las inmensas mayorías. Caudillos que destruyeron la minería nacionalizada, siempre en nombre de las ganancias y el triunfo del liberalismo anglosajón.

Por supuesto que los pobres son los primeros en exigir creación de riqueza, quizás no de las maneras tradicionales como quisieran los señoriales. La vendedora de pastillas en cualquier esquina de nuestras calles, los niños pobres vendiendo de todo, los jóvenes vendiendo de todo a falta de oportunidades en todos los tiempos y en todas las ideologías de nuestra historia, pues están exigiendo creación de riqueza. No necesitan teorizar o escribir libros, sino las acciones que el hambre y la miseria les exige.

Por supuesto que a estas alturas del partido, descubrir que necesitamos empresas productivas en todos los campos posibles, es solamente repetir repertorios de café cuando las necesidades son inmensas y los jóvenes no tienen espacios donde trabajar. Los municipios tampoco son aquellos espacios de oportunidades, sino traslado de la burocracia brutal con todas sus enfermedades mentales.

Pero los muertos vivientes del neoliberalismo boliviano se empeñarán en mostrarse, con ungüentos postmodernos, como los alternativos para estas épocas complejas, desde sus caudillismos blancoides y absolutamente fuera de foco de las historias de este país.

Probablemente también se ofrezcan a ser representantes de Milei o Bolsonaro. A estos señoriales siempre les faltó autoestima nacional. Eso sí deviene desde enfermedades del siglo XVI. Comportamientos coloniales que no dejan de ser acompañantes, en ausencia de sentido nacional y boliviano. Incluso rezarán para la victoria del aspirante a emperador: el caudillo gringo Trump.

Pues sí, los muertos vivientes del neoliberalismo criollo boliviano están de vuelta. Ni la vergüenza del paso del tiempo les asecha, ni la falta de ideas, y la total ausencia de referencias teóricas respecto de lo que tenemos por discutir hoy en Bolivia. Nada de eso les interesa, sino la bronca oculta de todos estos años de fracasos, de rotundos fracasos políticos y traiciones al país, pues prometieron ser la diferencia y sólo fueron la otra porquería.

Cómo se extraña la ausencia de nuevos liderazgos, jóvenes voces de las necesidades actuales. De los sueños actuales, de las ideas actuales. De las utopías actuales. Seguimos arrastrando voces de muertos vivientes, que sólo insultan al alma de los pueblos por todos los resultados nefastos hasta hoy. Es una ausencia que duele mucho, que hiere hasta el fondo mismo de nuestro ser. Esa es nuestra dura realidad que se siente en la piel de la política boliviana.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Ojalá despierten los jóvenes, las voces a quiénes les toca por justicia ordenar y reordenar esta Patria. El hambre y la miseria cunden al son de la miseria mental de los muertos vivientes. Ojalá las necesidades de liderazgos obliguen a las nuevas generaciones a reaccionar por esa necesidad Nacional.

Siempre estamos hablando y repitiendo como loros de nuestras potencialidades, casi nunca cumplimos con esa tierra prometida. Cansa esa sensación de problemas y problemas, sin nunca descansar con el país tranquilo y en paz, caminando en la senda precisamente del desarrollo con el presente y el futuro asegurado. ¿Algún día?

Opinión
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¡Los Premios Nobel de Economía 2024 nos dieron la razón!

No se imaginan la satisfacción con la que escribo esta columna, en momentos cuando aún hay quienes pretenden tapar el sol con un dedo, para negar lo que la evidencia histórica y estadística confirma, que el Modelo de Desarrollo Cruceño existe, y es exitoso. 

La Real Academia de las Ciencias de Suecia, que cada año otorga el más preciado galardón internacional distinguiendo a los que sobresalen por su contribución a la Humanidad con investigaciones o descubrimientos, acaba de premiar a tres destacados economistas: James A. Robinson de la Universidad de Chicago y a Daron Acemoglu y Simon Johnson del Instituto Tecnológico de Massachusetts. 

El Premio Nobel de Economía 2024 fue adjudicado a estos profesionales, por demostrar con sus estudios, cómo es que se forman las instituciones y cómo la calidad de éstas afectan a la prosperidad, ayudando a comprender por qué algunas naciones prosperan y otras no, para lo cual idearon dos categorías de instituciones, las inclusivas y las extractivas, como constatación de sus estudios teóricos y empíricos. 

Su tesis, sustentada en evidencias históricas y estadísticas, da cuenta que las instituciones inclusivas hacen progresar a la población que goza de éstas, mientras que otras quedan atrapadas en la pobreza con un bajo crecimiento por su instituciones extractivas. Según los autores, las instituciones inclusivas acarrean beneficios de largo plazo para todos, pero las instituciones extractivas sólo devengan beneficios de corto plazo para quienes están cerca del poder, por lo que no hacen mejoras a favor de la población. 

Esta es la brillante explicación del por qué algunos países son ricos y otros pobres, sustentado en sus libros “Por qué fracasan los países” (Acemoglu y Robinson) sobre los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, y la obra “Poder y progreso” (Acemoglu y Johnson) que aborda la interminable aspiración por la tecnología y la prosperidad. 

“Reducir las enormes diferencias de ingresos entre países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograrlo”, dijo Jakob Svensson, Presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas en una nota de prensa oficial (“Ellos nos han ayudado a comprender las diferencias de la prosperidad entre las naciones”, www.nobelprize.org, 14.10.2024) 

Demostrar la positiva relación entre la calidad de las instituciones sociales y la prosperidad de los países es algo inédito, como también ha sido su gran aporte al conocimiento, el relacionar el crecimiento económico con la calidad de las instituciones políticas. 

Uno de los mejores ejemplos de los investigadores tiene que ver con un estudio comparativo que hicieron con la ciudad de Nogales que, por razones históricas de redefinición de límites, acabó divida en dos: La ciudad de Nogales, en Sonora, México, y la ciudad de Nogales, en Arizona, Estados Unidos, ambas con similitudes culturales y geográficas, pero, por alguna razón, la Nogales del Norte es más próspera que la Nogales del Sur, pese a estar una frente a otra. La diferencia que marcó la diferencia fue la calidad de las instituciones en cada ciudad, en función de propiciar posibilidades de educación, trabajo y la mejora de ingresos. 

Pero… ¿Por qué mi alegría con esta columna? Porque, como economista, me siendo satisfecho por el descubrimiento de los Premios Nobel 2024, ya que lo mismo dijimos en 2021 los autores del libro “Modelo de Desarrollo Cruceño: Factores y valores que explican su éxito”. 

Está fresco aún en mi memoria el recuerdo de las noches de discusión, en agosto de 2021, con los coautores del libro Carlos Hugo Barbery Alpire, Pablo Mendieta Ossio, Oscar Soruco López y mi persona, acompañados de una gran profesional, la Ing. María Esther Peña Cuéllar, que nos ayudó con la revisión de la obra y las conclusiones, discutiendo el rol que tuvieron las instituciones para el vertiginoso desarrollo de Santa Cruz. 

Justamente, Pablo acaba de escribir una desafiante columna que les invito a leer, la tituló, “Por qué fracasa Bolivia (y no Santa Cruz)”, a propósito del Premio Nobel de Economía 2024 (“EL DEBER”, 17.10.2024). 

Y es que, si se cambia los términos que usan los galardonados, de “países” por “regiones”, confirmamos que un factor clave para el desarrollo de Santa Cruz han sido sus instituciones que apuntalaron el espíritu empresarial cruceño desde hace más de 100 años, bajo la forma de Cámaras, Asociaciones, Federaciones, Cooperativas, Comités, etc., con la mira puesta en el desarrollo, frente a una lacerante realidad como sentenció la historiadora Paula Peña Hasbún, en el referido libro: 

“Sin el Estado, a pesar del Estado, contra el Estado y en escasas ocasiones con el Estado, la sociedad cruceña ha construido su presente y planifica su futuro” 

La institucionalidad inclusiva cruceña ha sido, es, y seguirá siendo uno de los cinco factores fundamentales del exitoso Modelo de Desarrollo Cruceño. ¡Los Premios Nobel de Economía 2024 nos dieron la razón!

Buscando la verdad
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