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¡Oh! gran Máximo Décimo Meridio

Imagina que estás en la arena. En estado shock por el ruido ensordecedor de una multitud que ruge, pero no te aclama, no te conoce, no le importas. En las gradas están los mismos de siempre: los que heredan el poder como si esto fuera una Dictadura romana, los que fingen ser héroes, que les importamos, mientras saquean lo que pueden y le roban al pueblo. Ahí estás tú, armado con un palo, con tus sueños rotos, enfrentándote a un sistema que quiere verte caer. No es la Roma decadente de Gladiator II pero se le parece mucho, es la arena del Circo boliviano.

En Gladiator II Lucio no busca la gloria, pero tampoco se queda inmovil en la inercia de un Imperio envilecido, corrupto e inmoral. Se enfrenta a la putrefacción de un Estado que celebra la opresión y la disfraza de espectáculo. ¿Te suena familiar? En Bolivia, hemos tenido un cuasi Emperador y a su heredero gobernándonos, son nuestros césares modernos: políticos que a nombre del cambio han engordado sus billeteras, mientras el pueblo grita ¡Piedad!, todos presenciamos la carnicería del Estado Plurinacional.

Lucio al igual que Máximo se ve obligado a entrar en la arena, NO fue su elección, la necesidad del momento lo puso en la situación de enfrentar al imperio y derrotarlo. ¿Y tú? ¿no sientes el llamado de la patria que te necesita? Porque déjame decirte algo, aunque vivas en el placebo que te da estar todo el día en el celular viendo memes y “Tik Tokers”, aunque digas a mí no me importa la política, ya estás en la arena. Entonces, te das cuenta que luchar no es opcional, es cuestión de sobrevivencia.

El imperio nos quiere dóciles, distraídos y divididos. El sistema te alimenta con mentiras y mucho circo en las redes, para que sigas despistado, mientras se roban el oro del Imperio. ¿Y nosotros?, en lugar de romper cadenas, discutimos si el Emperador debe matar a su padre o solo desterrarlo, como si eso importara mientras el Coliseo se está cayendo a pedazos.

Lucio se enfrentó a su destino. Nadie le salvó, nadie le rescató. Es la perfecta metáfora que confirma que solo el pueblo salva al pueblo. Nadie te salvará, ni te rescatará, solo tú tienes el poder colectivo de hacerlo, la arena está llena de jóvenes como tú: con ganas de irse de aquí, desilusionados, desempleados, endeudados. Somos parte de este espectáculo que entretiene a la rosca en el poder, ellos nos miran comiendo uvas, mientras nos desangramos.

La pregunta incómoda: ¿Qué vas a hacer?

Gladiador II no es solo una película épica, es un espejo brutal. ¿Vas a ser como Lucio, que hizo suyo el dolor de Máximo y lo convirtió en acción? ¿O vas a ser parte de la tribuna, que aplaude mientras el Coliseo se hunde contigo dentro?

Bolivia necesita menos influencers y más gladiadores. Necesita jóvenes conscientes que no solo critiquen, sino que actúen. Que entiendan que la verdadera fuerza no está en el ruido, sino en la organización y en la acción colectiva.

¿Estás listo? La arena del Coliseo ruge. ¿Lucharás o esperarás a que la roca de la inercia te aplaste?

Opinión
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La globalización agoniza

La globalización nació como un instrumento de imposición y triunfo del capitalismo sobre el derrumbe del socialismo real. Después de la caída del muro de Berlín en 1989, dicho triunfo de las mentalidades liberales occidentales se plasmaron en las virtudes de la globalización: libre comercio y libre circulación del comercio por el mundo; por supuesto, menos de seres humanos. Ese escenario les favorecía totalmente a los países occidentales, que en los años 90 significaban el 90% de la economía mundial. Hoy esos mismos países ricos sólo representan el 37% de la economía mundial. Por tanto, ya no les conviene la globalización.

Por eso, entre otras cosas complejas, el resurgimiento de los nacionalismos de ultraderecha en occidente. La consigna de Trump es tan simple como eso: primero América. Regresar sus industrias que estaban en China, por los bajos sueldos a nombre del libre comercio, porque China ya no es la misma de hace 30 años, sino una potencia competitiva. Pues China produce los mejores automóviles eléctricos del mundo, con precios accesibles y competitivos que los Estados Unidos ni Europa pueden competir. Por tanto, mejor cerrar fronteras y cobrar aranceles totalmente anti económicos y anti liberales.

A estas alturas occidente ya no puede competir con varios países del mundo, varios de ellos del BRICs, porque se han quedado atrasados en el proceso del capitalismo competitivo. Entonces están acudiendo al expediente nacionalista conservador, para cuidar sus mercados internos de manera imperial y colonial.

Sin embargo, el mundo ha cambiado dramáticamente. No es el mismo de hace treinta años ni en lo político ni en lo económico. Al parecer, las élites de occidente realmente no se han enterado y siguen con sus visiones coloniales e imperiales. Anclados en el pasado de los siglos XVI y XIX, todavía conviviendo con sus señoriales puntos de vista cuando el mundo está cambiando a ritmos veloces.

Una de las exigencias por todo el mundo es la urgente necesidad de transformación de las finanzas mundiales. Hoy totalmente totalitarias y con condicionamientos coloniales, que no permiten competencias limpias y en términos más democráticos. Desde la perspectiva política, el mundo ya empieza a girar hacia multilateralismos donde ningún país y sus satélites, como hasta hoy, se atribuya ser dueño del mundo. 

Las guerras de Vietnam y Afganistán han sido un rotundo fracaso para las potencias imperiales. Sin embargo, ni esas experiencias del fracaso les enseñan a sus diplomáticos algo, para entender los profundos cambios en el mundo. Pero es cierto que el sistema se alimenta económicamente de las guerras. Necesita el sistema de guerras. Es lo más atroz y terriblemente cruel, pues el sacrificio de millones de seres humanos, sólo para satisfacer a cúpulas y élites del primer mundo enriqueciendo al infinito.

Lo que estamos pasando es una compleja transición hacia moldes o modelos todavía desconocidos. Tendremos varios años de incertidumbre mundial. Años de reacomodo mundial, donde todos busquemos un mejor lugar. Sin embargo, las contradicciones y choques de intereses poderosos seguirán siendo las constantes en estos cambios.

Bolivia siendo periferia de la periferia muy poco puede contribuir a estos cambios. Sólo ver donde más nos conviene para nuestra sobrevivencia. Sin estrategias de Estado, sin estrategias de sociedad civil, todavía sin resolver nuestros problemas estructurales, sólo nos queda al menos, si es que hay algo de inteligencia, ver donde podemos ganar más dinero y espacios de decisiones políticas acorde a nuestros intereses.

Bolivia tiene que sacar lecciones de estos cambios mundiales e internos. Pero eso es si es que tenemos equipos altamente capacitados y especializados, para estos análisis estratégicos. Hoy, no tenemos estos equipos especializados, sino grupos de politiqueros ideologizados que ya sabemos no sirven de nada. Sin estos análisis necesarios como insumos para planificaciones de país estratégicos, simplemente seguiremos caminando a ciegas y con discursitos coyunturales totalmente desfasados de los acontecimientos mundiales.

En todos los procesos mundiales, como en la globalización, Bolivia sólo es un país periférico extractivista. Aportamos desde la colonia con materias primas sin que eso nos deje riqueza sostenible. Ni siquiera producimos alimentos nuestros. Seguimos como siempre, con los sueños a cuestas; sin aterrizar en proyectos realmente estratégicos y totalmente bolivianos.

La Globalización fue aprovechada por algunos países, que tienen objetivos estratégicos hacia el mundo. Ese fue el caso de China e India. Nosotros no aprovechamos en nada, sino como sobrevivencia y exportadores sólo de materias primas. Ahora la globalización ya pasa y muere; nosotros sólo somos simples espectadores del palco tercermundista, sin personalidad diplomática y peor sin personalidad económica. La pobreza y miseria siguen campeando nuestras calles, nuestras ciudades.

Los cambios que se producen por el mundo no tocan nuestra puerta, porque no tenemos las condiciones básicas para al menos acompañar a esos cambios. Con sistemas educativos caducos e ineficientes, con politiqueros analfabetos que ni idea tienen de planes estratégicos de país, pues nuestro presente y futuro es nomás oscuro e incierto.

La globalización agoniza y otros escenarios se dibujan en el mundo. Los países con objetivos y planes estratégicos ya corren para acomodarse en esos escenarios. Bolivia sigue nomás en el siglo XIX, en la periferia de la periferia: mental, costumbrista, politiquera y absolutamente mediocre. En fin.

Opinión
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Avasallamientos, impunidad, indefensión y sanción social

La inseguridad jurídica y el irrespeto de los derechos de propiedad bajan la inversión, la producción y el empleo, pero, también, aumentan la corrupción, la informalidad y la violencia, me dijo hace años un amigo a quien tengo en alta estima y de quien prefiero guardar su identidad por el tema que paso a abordar. Cualquier parecido con nuestra realidad, es mera coincidencia… 

Este profesional de nacionalidad peruana, que trabajó en organismos de altísimo nivel, me recordó que los avasallamientos en el agro, con diferentes intensidades, se han dado en muchos países como Nicaragua, Venezuela, Zimbawe, Mozambique, Angola, entre otros, y, algo parecido pasó en Perú con la Reforma Agraria del gobierno de Velasco Alvarado (1968-1975), que luego derivó en el traslado de gente del campo a las ciudades. 

Me explicó que a partir de las invasiones de tierras, aparecieron los llamados pueblos jóvenes o barrios marginales en el Perú, con agitadores que si bien se mostraban preocupados por los pobres sin techo, pasaron a ser bandas mafiosas que, en combinación con funcionarios corruptos de los registros públicos de propiedad, identificaban terrenos para su invasión, preparándolo todo meticulosamente con planos, para vender los lotes a los futuros invasores. 

Me refirió que el “pago” incluía el transporte y materiales para la invasión. La mafia proporcionaba matones armados, esteras y palos para construir chozas, así como banderas y camiones para llevar a los invasores a asentarse y tomar posesión. Con el tiempo, esa gente lograba que los políticos les dieran títulos de propiedad, luz y agua, a cambio de votos, y los agitadores se hacían ricos con la venta de tierras invadidas, para lo cual compraban a jueces y políticos. 

Dijo, también, que este delictuoso accionar solamente se limitaba cuando la prensa los identificaba, investigaba y denunciaba, obligando al gobierno, por la presión de los medios de comunicación, a portarse un poco más respetuoso de la propiedad privada, logrando aminorarse las invasiones. Finalmente, lamentó que los delincuentes siempre idean nuevas formas de usurpación, porque “las manzanas podridas, aunque las cambien de canasta, siguen podridas”. 

A estas alturas del relato ¿entendió ya el porqué de tan largo prólogo? Ya sabe, cualquier parecido con nuestra realidad, es pura coincidencia… 

Recuerdo que en 2013 se llegó a tener 117 predios productivos avasallados en el Departamento de Santa Cruz, preocupando no solo al sector agropecuario, agroindustrial y agroexportador -como directamente afectado- sino, también, al propio gobierno, porque ello impediría avanzar con la propuesta de triplicar la producción de alimentos hasta el festejo del Bicentenario de Bolivia en 2025. 

Hecha la investigación del caso, el Gobierno descubrió tráfico de tierras y actuó en consecuencia, con la Ley en la mano, en cumplimiento de su altísima responsabilidad constitucional de garantizar la seguridad jurídica, la protección de la propiedad privada y la seguridad ciudadana, esto es, la integridad de los productores del agro, que, me consta lo que voy a decir ¡cuántas veces con sudor y lágrimas riegan la tierra para que no falte el alimento en nuestras mesas! 

Sin embargo, eso ya es historia. Una vez más, Santa Cruz, que aporta con el 77% al volumen total de alimentos del país y con el 88% a las agroexportaciones que generan los dólares que tanto precisamos, sufre una escalada de violencia con el avasallamiento de tierras productivas por gente organizada, encapuchada y armada. Su modus operandi está filmado, documentado y los delincuentes, identificados. Entonces, salta la pregunta: ¿Y el Estado? 

Es tal la indefensión en la que está hoy el productor del agro cruceño -amenazado, extorsionado, asediado- que, a diferencia del 2013, cuando se creó la Asociación de Productores de Predios Avasallados para defenderlos, no quiere denunciar por temor, de ahí que no se sabe cuántos están en tan triste situación como si no tuvieran ya bastante con la escasez del dólar y el diésel; los insufribles bloqueos; las vicisitudes con los precios; la cruda sequía; las plagas, etc. 

El Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), motivado por el derrumbe de la producción agrícola y la agroexportación, hizo un sondeo sobre el tema para conocer la percepción ciudadana, con respuestas más que contundentes: 

El 99% dijo que el avasallamiento de predios productivos daña al desarrollo del país, que la justicia debe sancionar severamente a los avasalladores y, urgió al Gobierno a tomar medidas contra este delito que afrenta la seguridad jurídica. 

Un 98% opinó que los avasallamientos frenan una mayor inversión privada en el agro y el 97% dijo que ello impide producir y exportar más alimentos. 

Un 83% dijo saber que hay gente armada avasallando impunemente, de ahí que el 89% sentenció que la justicia no defiende al productor: Una grave sanción social que se podría revertir castigando a quienes se ríen de la Ley, haciendo pensar mal, a muchos, sobre el accionar del Estado…

Buscando la verdad
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Bolivia Urgente!!!

Es profundamente doloroso ver partir jóvenes de Bolivia. Las filas que vemos todas las mañanas en migraciones, simplemente tienen que doler. Los jóvenes no abandonan este país porque les plazca, sino porque no hay oportunidades de trabajo, de negocios, de creatividades y emprendimientos en sus sueños de dignidad y realización. Seguimos nomás repitiendo errores pasados, con politiqueros anti bolivianos, anti populares, anti indígenas que lo único que consiguen son desorden, bloqueos, caudillismos brutales, que hunden y destruyen toda posibilidad de convivencia al menos a mediano plazo.

En Bolivia siempre está presente el mito de Sísifo. El pueblo debe tragarse el trago amargo de soportar sufrimientos injustos, porque quiénes toman el mando del Estado varias veces son inútiles y totalmente ignorantes, para resolver los problemas de siempre. Además de la lentitud realmente terrible, burocrática, profundamente atrasada, sólo aumenta el sufrimiento del país. Los papeleos al infinito, en manos de ignorantes y ausentes de conocimientos básicos de la norma básica, o corruptos por mandato de grupos corporativos que roban y roban todo lo poco que tiene este país.

Hoy, los jóvenes prefieren irse de este lindo país. Sus sueños no se realizarán en este desorden y bajo el manto de los discursos enfermizos, de los gansteriles politiqueros que prefieren los golpes y puños a las palabras y los debates intelectuales o políticos. Ejemplos gansteriles hacia la juventud y niñez del país, que pues sí: son el presente y futuro del país. Pero por esa irresponsabilidad brutal, que no tienen la mínima idea de lo que es Bolivia.

Hace mucho tiempo que es hora de ordenar, de manejar con inteligencia, con políticas de Estado, con los mejores profesionales de este país que sí los hay; pero no tienen las oportunidades necesarias para estar en funciones de la Patria. Hace demasiado tiempo que es hora de por fin Vivir Bien, desde las raíces de este país, con los aportes necesarios de los aspectos positivos del exterior.

No podemos permitir tanto desorden y desinstitucionalización, que sólo afecta a las nuevas generaciones y a los más pobres que siguen siendo millones de habitantes de Bolivia. Ya no caben las aberraciones de los discursos ideológicos y estúpidos. Culpando a fantasmas externos como desahogo de los errores internos, de la ceguera interna que está destruyendo el país.

En definitiva, necesitamos de consensos entre todos los bolivianos que somos necesarios en estos momentos de crisis, de hambre, de ausencia de institucionalidad, de ausencia de esperanzas en el presente y peor en el futuro de Bolivia. Las nuevas generaciones no pueden ser abandonadas a su suerte y azar. Sin posibilidades de trabajo, abandonados a la precariedad total de un presente sin seguridad social, sin protección en las leyes laborales, ni siquiera sin sueldos mínimos, sino con pagos miserables y totalmente injustos. Pero los discursos son por supuestos tan revolucionarios encubriendo estas nuestras realidades cotidianas: jóvenes abandonados y saliendo del país apostando al azar y la suerte.

No podemos permitir esta sangría de nuestros recursos humanos. No podemos ser cómplices de perder lo más sagrado del país, que es su gente joven y prometedora. Porque la gran mayoría son profesionales y entrenados para trabajar en Bolivia. Que conocen nuestra realidad y quisieran aportar en estas realidades. La ignorancia de los politiqueros por supuesto quisieran que se vayan los jóvenes, así no tienen competencia en dónde están medrando.

Las nuevas generaciones no son culpables de semejantes bloqueos mentales, desorden total y desinstitucionalización de la Nación. Están en escenarios de destrucción y corrupción asumiendo que todo eso es normal. Y pues no es normal. No puede ser normal. Semejantes delitos que no se castigan por lo destruido del sistema judicial, hace que los delitos sean costumbres normales.

El país necesita del sentido común. Ese sentido común que es orden, mínima normativa de asegurar algo de certidumbre a todo un país. Ese sentido común que los politiqueros no entienden, por su ignorancia y por sus maneras de ser correa de intereses que nada tienen que ver con el país y sus necesidades. Lo peligroso de no tener sentido común es que hacemos normal del desastre, de la corrupción y la total desinstitucionalización del país.

Bolivia no puede seguir con la enfermedad y costumbre de tener en sus espaldas al mito de Sísifo. Pero necesitamos construir otra vez los tejidos sociales, sobre todo en las ciudades. Cambiar en todos los frentes posibles, desde la política que es el espacio de todos los desastres del país. Donde no hay, con excepciones muy puntuales, pensadores políticos de altura e intelectualmente preparados para los destinos del país. Bolivia no  puede estar condenada por siempre al desastre, como costumbre normal.

Son demasiados siglos de sufrimiento, de incertidumbre y de normalizar el desastre y la corrupción. Las nuevas generaciones no pueden seguir con esas terribles e injustas costumbres de la politiquería callejera, ideologizada en términos de brutalidad y bloqueos también brutales como injustos. Bolivia necesita con urgencia salir del desastre, de la historia del desastre y la incertidumbre. Es urgente.

Opinión
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De los misiles de Cuba a los misiles de Ucrania

En 1962 utilizaron a Cuba para poner en peligro al mundo, con la locura atómica. Que es la máxima expresión de la ciencia y la tecnología de occidente: muerte y tragedia. Después desecharon a Cuba y negociaron sus intereses para imponer una paz entre ellos; sin embargo, las guerras continuaron utilizando a otros países y escenarios por todo el mundo. De esos acontecimientos muy poco se ha aprendido, porque lo que sucede en estos días es todavía más grave, pues realmente estamos en la punta del abismo de la locura atómica.

 Como vemos, la historia en occidente de nada sirve. Sólo es una exquisitez de algunos pensadores, para llenar las enciclopedias de las bibliotecas de turismo. Quizás para estudios especializados; pero realmente para nada más. Las guerras y las venganzas, por los motivos que sean son las constantes desde hace siglos, desde que conocemos como historia contemporánea o moderna.

Hace días el presidente de Estados Unidos ordenó al presidente de Ucrania, utilizar sus misiles para atacar Rusia. Irresponsabilidad total a nombre de todo el mundo, sin que les interese ni mucho menos la vida del planeta. En todo caso es el comportamiento habitual desde el norte, que se sienten los que deciden aun estén totalmente equivocados. Al parecer no son conscientes de los actos que tienen, y juegan como en este caso con el presente y futuro de todo el mundo. Así es la modernidad, desde el siglo XVI.

Las Naciones Unidas demuestran otra vez que no sirven realmente para nada. Es una cueva de discursos lindos, llamativos y totalmente inútiles. De hecho los gobiernos más armados del mundo, como los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Rusia y China son los que mandan en esa inútil institución. En estos acontecimientos mundiales muy poco pueden hacer ante el poder impune de las armas, de la destrucción cavernaria y la desinstitucionalización mundial.

La política cavernaria de occidente no cambia desde hace siglos hasta la modernidad. La postmodernidad es la continuidad brutal y sin reglas, porque han destruido absolutamente toda posibilidad civilizada de consensos. Palestina es la prueba contundente de este tipo de política. Considerar aspectos positivos sólo nos lleva al consuelo tonto, pues los resultados en el mundo son simplemente sangrientos e injustos, que dura demasiado tiempo.

Los negocios turbios de los fabricantes de armas, inventan enemigos por medio de sus medios de inteligencia como políticas de Estado, para seguir con ese negocio de la guerra que es lo más lucrativo. Qué puede interesarles los 15 mil niños asesinados en Palestina, qué les puede interesar de los miles y miles de muertos en los campos de batalla, en Ucrania y Rusia. Absolutamente nada. Las NNUU son los escenarios ideales para estos mercaderes de la muerte, a nombre de la democracia y sus “altos valores humanos”.

Pues qué autoridad moral pueden tener estos mercaderes de la muerte, para referirse al mundo. Ninguna. En estos meses los discursos de Biden, presidente de Estados Unidos, daban náuseas refiriéndose a la democracia abstracta,  mientras asesinaba niños en Palestina mediante su judío Netanyahu. Ese el grado de democracia que tienen desde occidente, sin ninguna legitimidad moral y ética. Sin ninguna autoridad hacia el mundo desde sus ejemplos de política real, llena de sangre, hipocresía, indecencia total, impunidad y descaro en sus instituciones mundiales.

No existe ética alguna en las élites de occidente. Son nomás lo más degradante que haya existido, como gobernantes. Ni siquiera los gobernantes del imperio romano se asemejan a estos sanguinarios. Ni siquiera Atila o Gengis Kan se comparan, y son mucho más civilizados que estos “cultos y civilizados” gringos.

En estos momentos de la coyuntura mundial, estos indecentes que conducen los hilos del poder mundial, llevan a sus pueblos al matadero sinsentido de las guerras mundiales. Como siempre ellos comandarán desde sus cómodos escritorios, cuando sus pueblos se masacran entre sí, ni siquiera conociendo las razones verdaderas de ese derramamiento de sangre. Eso nos enseña la historia pero estos indecentes no aprenden de ella.

Ojalá que los pueblos del mundo no caigan en estos juegos del odio, del rencor, de la venganza por temas que absolutamente se pueden resolver en la diplomacia. Porque sería darles la razón a los mercaderes de la muerte, que sólo provocan muerte por razones de negocios turbios y mugrientos.

Como vemos estos civilizados y cultos gringos, no aprenden en nada de su propia historia. No les interesa sino seguir sacrificando a sus pueblos, y al mundo, en una lógica cavernaria que deviene de siglos, quizás de milenios de actitudes políticas trogloditas, sin un ápice de humanidad y humanismo básico. Con adelantos científicos y técnicos sin precedentes; pero para la muerte y el odio. Para la venganza y el ojo por ojo.

La crisis de los misiles de Cuba, allá en 1962, está quedando corto ante lo que sucede ahora. La crisis de los misiles de Ucrania, tiene aterradoras circunstancias. Las ciencias del terror, es decir de la guerra, han progresado tanto en su odio que si estalla una guerra nuclear desaparecería toda forma de vida en la tierra. No es ciencia ficción. Es una posibilidad real. Pues, cuál la diferencia entre los cavernarios de palos y piedras de hace miles de años y los actuales gobernantes en occidente? Ninguna diferencia. Son los mismos políticamente: cavernarios. En eso no han progresado nada.

Opinión
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En medio de tantas preocupaciones, una luz de esperanza…

Se había dicho que el 2024 iba a ser complicado para el país en lo económico, político y social, pero ¿alguien se imaginó por todo lo que íbamos a pasar? Como dije alguna vez, “el largo plazo en Bolivia no existe”, ya que vivimos casi con el Jesús en la boca, sin saber lo que pasará mañana. ¿Es o no es así? 

La economía del país crece menos de lo esperado, la estabilidad de precios parece cosa del pasado, aumenta la conflictividad y el ambiente político se caldea cada vez más, desmejorando el entorno, aumentando la incertidumbre e incidiendo negativamente en quienes toman decisiones, derivando ello en una lamentable baja de la inversión, la producción y el empleo formal. 

En efecto, el Producto Interno Bruto (PIB) que cayó 8,7% por la pandemia, el año 2020; para recuperar recién en 2022 su tamaño del 2019 y crecer al 3,1% en 2023; si bien al primer semestre del 2024 logró un 2,58% de expansión, es imposible que logre la meta oficial del 3,71% hasta fin de año. De hecho, los organismos internacionales no son optimistas: el Banco Mundial dice que crecerá 1,4%; el FMI pronostica 1,6% y, la CEPAL, un 1,7%. 

Varios factores externos inmanejables para el país, entre ellos, un contexto internacional complicado por la menor dinámica económica y comercial derivada de conflagraciones bélicas, procesos inflacionarios y recesivos, y la caída de precios de las materias primas, sumándose a ello el negativo impacto del cambio climático en la producción agrícola nacional, son parte de la explicación del bajo desempeño, aunque, ciertamente, meritorio en medio de tanta turbulencia. 

Sin embargo, han sido factores internos los que impidieron un mayor crecimiento, como los insufribles bloqueos de caminos y carreteras; los avasallamientos a predios productivos, incluso con armas de fuego; la escasez del dólar y la subida de su precio hasta llegar a Bs15.- en su momento; el anormal abastecimiento de combustibles, entre otros más, provocando todo ello una declinación de la actividad económica, en general, sumándose a esto la caída de la producción de hidrocarburos, como reportara recién el Instituto Nacional de Estadística (INE). 

La inflación que en 2023 fue del 2,1%, hasta octubre pasado llegó al 7,26%, el doble de la meta oficial del 3,6% esperada para la gestión en curso, algo que de profundizarse, podría resultar un detonante del descontento social en curso, ya que, como tantas veces se ha dicho, la inflación es un impuesto ciego que castiga a todos, pero mucho más, a quienes ganan poco y tienen ingresos fijos, al deteriorarse su poder adquisitivo frente a la subida generalizada de precios. 

Según el INE, el PIB al primer semestre del 2024 creció gracias a un mayor consumo en el mercado interno (2,52%) y al aporte del gasto público (1,54%), mientras que las caídas en la exportación (3,85%), inversión (8,12%) e importación (21,25%), más bien, le restaron dinamismo. 

Siendo esto así, dado que el mercado interno es limitado en tamaño y poder de compra, la salida a esta situación debería ser la drástica mejora del entorno en cuanto a seguridad jurídica e incentivos para reanimar la inversión privada hacia una mayor producción para la exportación, ya que con ello llegarían más divisas al país para financiar la importación de insumos, bienes de capital y equipos de transporte que tanto necesitamos para producir más ¿no le parece? 

El comercio exterior boliviano, producto de los bajos precios de los principales bienes de exportación, la escasez y consecuente subida del precio del dólar en el país, va camino a una severa contracción en esta gestión, comparativamente a un mal año, como fue el 2023, cuando nuestras ventas externas cayeron 2.800 millones de dólares y las importaciones más de 370 millones. 

Efectivamente, según un último reporte del INE, el valor de las exportaciones bolivianas hasta septiembre cayó 20%, lo que en términos absolutos implica un menor ingreso de divisas por poco más de 1.600 millones de dólares, comparadas a igual período del año 2023. Si a ello sumamos la baja de la importación por más de 1.300 millones, se observa que el comercio exterior global cayó casi 3.000 millones de dólares en los primeros nueve meses del 2024. 

En medio de tantas preocupaciones, surge una luz de esperanza a raíz del reciente anuncio del Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, sobre la posible captación de 5.000 millones de dólares en 2025, gracias a la monetización de reservas de carbono presentes y futuras de Bolivia, al comprometerse nuestro país con mecanismos de certificación vinculados a la reducción de gases de efecto invernadero, monetizando la baja de sus emisiones de carbono, sin que ello implique un endeudamiento para el Estado boliviano. 

De tener éxito tal operación, se daría “un antes y un después” en el país, pues el ingreso de semejante cantidad de divisas, más que duplicaría la exportación de hidrocarburos, ayudando, sobremanera, a apuntalar las Reservas Internacionales Netas de Bolivia. ¡Dios quiera que sea así!

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En Bolivia la justicia tarda y nunca llega

 Uno de los diagnósticos más importantes de la realidad de un país, en todo el mundo, es la situación de su sistema judicial. En el caso de Bolivia, desde siempre, el sistema judicial simplemente es un asco. Ni gobiernos de derecha, ni de izquierda han logrado al menos algún grado de funcionalidad. Todo sigue siendo un asco. Porque si el ciudadano común no tiene dinero, está condenado a sufrir todo lo terrorífico del sistema criminal de la justicia.

La policía es parte de esta injusticia. Los operadores sólo quieren dinero para que los procesos avancen. Desde el más pinche portero de la policía, hasta los grados superiores se mueven si es que las víctimas tienen dinero para los bolsillos de los burócratas de la policía. Para los abogansters, pues tenemos que tener mucho dinero si es que queremos algo de justicia.

Todo este diagnóstico no ha cambiado desde el siglo XIX. Todos los gobiernos se han favorecido de esta manera brutal de funcionamiento del sistema de injusticia boliviano. Nadie, absolutamente nadie ha hecho algo para resolver estas costumbres bolivianas, de terror, del sistema de injusticia en Bolivia. Cierto que hay abogados que hacen la excepción; sin embargo, no sirven de nada en este laberinto cruel y corrupto del sistema judicial.

Las buenas intenciones no sirven de nada, cuando los resultados siguen siendo catastróficos. Si bien hubieron buenas intenciones, pues por los resultados no se hicieron nada bien. Porque la ausencia de institucionalidad es la deriva del llamado sistema judicial, que sólo golpea a todo un país en su dignidad, en su ausencia de justicia.

Cierto que nadie vendrá a Bolivia a invertir, porque no existe ninguna normativa legal que proteja las inversiones. Es un aprendizaje mundial; pero en Bolivia algunos torpes mentales creen que somos una isla en el mundo. Sin esas condiciones mínimas legales, seguiremos nomás hasta las calendas griegas esperando milagros económicos, que no llegarán porque no tenemos justicia en Bolivia.

Hace siglos que es hora de resolver este tremendo desfase institucional. Porque sólo favorece a pillos politiqueros, caudillos letrados e iletrados, maleantes de corbata y abarcas, que gozan de la desinstitucionalización para hacer negocios turbios. Y millones de ciudadanos de a pie, tienen que sufrir la ausencia total de justicia, la ausencia de un básico sistema que al menos proceda a restaurar en algo las injusticias de toda escala en Bolivia.

La prostitución de la justicia ya ha llegado a niveles realmente increíbles. El cinismo de esta época en crisis, acompaña a esta desventura pues la vergüenza o al menos ciertos síntomas de consciencia no existen en los operadores de justicia. No sería exagerado afirmar que esta época es la peor de todas. Ni siquiera la democracia ha podido hacer algo al respecto.

En algunas semanas, si es que todavía hay decencia mínima, habría elecciones judiciales en Bolivia. Por supuesto que no son ninguna garantía para una nueva etapa judicial, eso nos dice la experiencia de estos años. Los elegidos han sido los peores profesionales del derecho: politiqueros y llunkus de cualquier dirigente barrial o colectivo. Pues, vemos como los resultados son absolutamente desastrosos.

La explosiva mezcla de indecencia, cinismo, politiquería, bajo nivel profesional, corrupción y enfermedades mentales caudillistas, están destruyendo nuestros tejidos sociales. Los jóvenes y nuevas generaciones están presenciando toda esta calamidad e indecencia, como factores totalmente graves, que serán copiadas al pie de la letra si es que no ponemos un alto radical a esta degeneración judicial.

Quizás poner un alto signifique colgar abogansters en las plazas de nuestras ciudades. Porque las palabras y las reflexiones ya no tienen significado alguno para los cavernarios de la justicia, para los mercenarios de los palacios de la injusticia de nuestras ciudades. Quizás sólo el ver colgados y ajusticiados a los abogansters haya algo de reflexión y crítica. Y por fin tengamos la oportunidad de empezar con un sistema realmente de justicia.

En Bolivia la justicia tarda; pero nunca llega. Miles de familias afectadas por las dictaduras militares, siguen esperando justicia que nunca llegará. Miles ya han muerto con las esperanzas perdidas. En un país acostumbrado a sacrificar a los más pobres y marginados, para luego olvidarlos y despreciarlos en los discursos politiqueros diciendo que son importantes. En Bolivia la justicia depende del bolsillo. Depende si es que hay suerte en esos pasillos terroríficos de la injusticia.

En Bolivia la justicia tarda y nunca llega. En el país de la impunidad por excelencia, son los más pendejos y adinerados los dueños de la justicia. Todo a costa de la sangre y el sufrimiento cotidiano de millones de bolivianos, que no encuentran algo de justicia en el peregrinaje humillante y sangrante buscando justicia. Millones de bolivianos rendidos ante delincuentes de cuello blanco, o delincuentes brutales de las calles nocturnas.

Millones de bolivianos  no podemos depender de unos delincuentes con cartón universitario. Delincuentes abogansters que se sirven de las costumbres de la impunidad, destruyendo lo más sagrado de la Patria: sus recursos humanos. Todo tiene un alto. Si este alto requiere sacrificar delincuentes, ya es hora de ese momento.

Opinión
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Mensaje Presidencial, bochorno previo y reflexiones posteriores

Transcurridos cuatro años de gobierno del presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora, el último que tiene por delante no se ve auspicioso por los desafíos en materia económica y el imprevisible ambiente político que vive el país. Una muestra de esto último es el triste espectáculo que ciertos legisladores dieron en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) impidiendo la sesión inaugural de la legislación 2024/2025, en cuyo marco el Primer Mandatario debía brindar su Informe, por lo que se trasladó a la Plaza Murillo donde pronunció luego un furibundo discurso que ha debido llamar la atención a más de uno, sobre todo en el exterior del país (“Tras bochorno en Asamblea, Arce rinde mensaje presidencial de 4 años en plaza Murillo”, OPINIÓN, 8.11.2024) 

Y aunque el Vicepresidente Choquehuanca, en palabras de circunstancia, como Presidente nato de la ALP, pidió “disculpas a la comunidad internacional, a todos los bolivianos, niños, jóvenes, abuelos, ancestros, autoridades militares y policías por la actitud violenta, vergonzosa, bochornosa y antidemocrática que han mostrado esta mañana algunos asambleístas” -como reseña la indicada nota- en honor a la verdad, no es la primera vez que un acto así se da en dicho recinto, devaluando la imagen del país, de un tiempo a esta parte. 

En un escenario supremamente diferente a los de años anteriores, sobre todo a los del auge, cuando se podía hacer gala de rimbombantes indicadores que daban la impresión de que todo iba bien y que las cosas incluso podían mejorar, el Informe del 8 de noviembre de 2024 se dio en medio de uno de los más bajos crecimientos del PIB en dos décadas, con 2,58% al primer semestre, impactado por factores externos e internos; con una escalada del tipo de cambio del 50% en el mercado negro, a consecuencia de la escasez de dólares; una de las inflaciones más altas de los últimos años -del 7,26% hasta octubre- por la subida de costos de producción y precios de bienes importados; y, finalmente, la alta conflictividad signada por bloqueos, preocupaciones, descontento y sectores en emergencia ante la anormalidad del abastecimiento de combustibles en el país. 

¿Dónde están ahora las ONGs que decían “no” a los biocombustibles, “no” a la biotecnología, “no” al agronegocio, “no” a la agroexportación, “no” a la negociación de acuerdos comerciales para abrir grandes mercados externos? 

Del Informe brindado, rescato que el Primer Mandatario rememorara su intención de “reconstruir nuestra Patria”, superar la crisis sanitaria, económica, educativa, política y social post pandemia. Buenas intenciones, todas ellas, por supuesto. 

Destaco, también, su desconcierto: “No logramos prever como gobierno que íbamos a tener cuatro años de asedio sistemático, progresivo y permanente desde todos los frentes, como nunca antes se vio en la historia reciente de nuestro país. Incluso, fenómenos climáticos extremos, con influencia permanente del Niño y la Niña, producto de la crisis climática”. 

Y, como parte de la explicación del bajo desempeño económico: Un contexto internacional complejo, con guerras, inflación, deterioro del comercio mundial y agudización del impacto climático. “¿Podíamos evitar esa realidad?”, preguntó, para luego reclamar fuertemente que las mayores adversidades provienen de fuentes internas que quieren hacer naufragar su gobierno, como la Asamblea Legislativa Plurinacional que bloquea toda iniciativa del Ejecutivo; así como, las marchas, bloqueos y paros constantes que, ciertamente, afectan al crecimiento. 

Una vez más, volvió a criticar que, irresponsablemente se desatendió la nacionalización durante más de una década, por “falta de inversión y visión estratégica en el sector energético”; y, un sinceramiento: “No somos ciegos ni indolentes a los problemas que nos aquejan, como por ejemplo la iliquidez temporal del dólar que enfrentamos y la enfrentaremos hasta resolverla; lo mismo en cuanto a la inflación y la normalización del abastecimiento de combustibles”. 

Reconfirmó su convicción de construir más de 170 plantas industriales en el país, y que Bolivia cuenta con un “Modelo Económico Social Comunitario Productivo perfectible (…) tenemos problemas, sí, pero también esperanzas en los pasos que estamos dando hacia nuestra plena independencia económica y soberanía política”, dijo. 

“En agosto del siguiente año, celebraremos un año más de la fundación de nuestra querida Patria Bolivia. Pero no será un año cualquiera, porque cumpliremos 200 años. Por lo que les pido a las bolivianas y los bolivianos, llegar unidos al Bicentenario”, concluyó. ¡Ojalá que así sea! 

En todo caso, para lograrlo se deberá atender las necesidades de la gente, muchas de ellas urgentes y el empresariado privado resultará parte fundamental para alcanzarlo, siempre que se le den las condiciones necesarias para invertir, generar empleos dignos e ingresos para las familias, divisas por exportación para el país y tributos para el Estado, porque, solamente así, volverá la paz social a nuestra amada Bolivia…

Buscando la verdad
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Esperanzas, lo último que se pierde

El mundo gira inevitablemente al vector conservador, en muchos casos de ultraderecha, por todo el mundo. Los caudillos están envalentonados con la victoria arrasadora del caudillo anglosajón Trump. Aparecerán los Milei o los Bolsonaro, también por América Latina y pues esta coyuntura recién empieza. Lo seguro es que habrá también retrocesos en las conquistas sociales, en las conquistas de colectivos alternativos y quizás también retrocesos de conquistas de pueblos indígenas.

Lamentablemente el precio de los errores será muy caro. Por supuesto que las élites y oligarquías de izquierda estarán recubiertos sus espaldas. Son como siempre los más pobres, quiénes carguen con el precio de esos errores. Son historias que se repiten.

Soplan vientos que desaniman por todo el mundo. Vientos ultraconservadores de restauración señorial. Ojalá que estas duras lecciones se aprendan y se sistematicen, para no cometer más errores y dejar que los caudillos se glorifiquen sin sentido. Soplan vientos totalmente restauradores de glorias pasadas señoriales, que por experiencia sabemos nada interesante traerán para los pueblos de la tierra.

Pero son experiencias ya conocidas, cierto en otras coyunturas y circunstancias. Experiencias históricas, como las dictaduras en nuestro caso, que pues varias veces no aprendemos de esos terribles reveses y derrotas. Seguimos nomás cometiendo casi los mismos errores y desaciertos históricos. No avanzamos como Estado, no avanzamos en políticas de Estado ni siquiera en el mediano plazo. La inmensa mediocridad de nuestras instituciones no cambian desde siempre, arrastrando la lentitud y la burocracia totalmente arcaica y atrasada.

En definitiva, los procesos sociales que el pueblo empuja en su favor no son estratégicamente aprovechados. Los conductores de turno no han demostrado dotes de líderes, a la altura de las exigencias, sino sólo oportunistas de turno. Además, desde las exigencias éticas y morales los liderazgos no llegan ni siquiera a las básicas expectativas que el pueblo espera. El descaro y la corrupción se llevan en tromba incluso a quiénes se suponía serían los ejemplos.

Las tareas todavía son inmensas. Desde la reconstrucción de las instituciones del Estado, hasta las configuraciones de los tejidos sociales. Tareas que se le deben totalmente al pueblo. Ese pueblo que sigue esperando que sus esfuerzos sean por fin compensados, en calidad de vida, en seguridad en el presente y futuro de sus vidas. Hoy totalmente inseguras y totalmente sin posibilidad de planificación ni siquiera en lo cotidiano.

Las generaciones actuales, de jóvenes, están en la deriva del azar. Sin posibilidades de trabajo de calidad, sino en el abandono a la precariedad absoluta y sin derechos básicos respecto de lo laboral. El Estado no alcanza para todos. Se requiere nomás la creatividad de las empresas privadas, la creatividad de la cooperación. En definitiva, la creatividad de la sociedad civil para crear y generar riqueza. Las economías de manual han fracasado rotundamente, aprendizajes con sufrimiento y sangre que ojalá nunca más regresen para experimentar con el hambre, con las esperanzas de la gente.

Los jóvenes distraídos con las redes sociales, con el engaño del internet en las promesas de futuro mejor, no son conscientes de las terribles situaciones sociales que ellos mismos pasan. Totalmente desorganizados e individualizados en estas épocas postmodernas, que nada bueno les ha traído las promesas de revoluciones y paraísos sociales.

En general, las actuales generaciones no tienen idea alguna de la política. Pero sufren las consecuencias de ese desconocimiento. En un país como Bolivia, donde se respira política y para bien o para mal, todas las decisiones son políticas, es nomás necesario que los jóvenes entiendan de política. En el mejor de los casos se involucren en ella para hacer mejor que las generaciones pasadas, aplazadas y fracasadas.

Las esperanzas son lo último que podemos perder. Los fracasos nos acompañan desde siempre. Fracasos que golpean a la autoestima de los más jóvenes, a la autoestima de la colectividad. Somos un país realmente sin autoestima. Porque los más imbéciles tienen más cabida que los más preparados y entrenados, precisamente por culpa de la politiquería. Cambiar esos moldes de la tradicionalidad política es otra tarea de nuestro país.

No podemos perder las esperanzas, a pesar de los retrocesos políticos en que otra vez el mundo se asoma. Las estrategias colectivas, desde el Estado y la sociedad civil, que hoy no hay ni existe, son las construcciones urgentes desde las generaciones actuales. Es la condición de nuestra sobrevivencia como país, como historia colectiva. Y no podemos por supuesto ser irresponsables al no asumir dichas tareas.

No podemos perder las esperanzas ante los escenarios del desánimo mundial. Otra vez, como muchas veces, tenemos que cargarnos nuestra historia a las espaldas del futuro y a las espaldas de los sueños por hacer un futuro mejor. Tenemos que superar este duro momento de sufrimiento, de hambre y miseria. Como muchas veces. Y volver a soñar construyendo utopías colectivas desde nuestras propias historias. Que la experiencia nos enseñe esta vez, a no cometer errores que nos cuestan la vida de un país, y el futuro de las nuevas generaciones.

Opinión
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¿Niño o niña?...para colocarla en su lugar

Tras enterarnos de la llegada de un ser a esta traqueteada vida, la incógnita de la barriga de una embarazada es ¿niño o niña?. La respuesta inmediata es recibida con cariño y resignación por la embarazada o el padre. Pero ¿qué supuesto se esconde detrás de esa inocente pregunta?. Detrás de esta pregunta no solo está el saber un dato más sobre esa vida, sino el lugar que le será asignado en el Estado, la sociedad y la familia para el nuevo ser[1].

La filósofa y feminista Celia Amorós[2]  al intentar explicar parte del funcionamiento de las diferencias entre hombres y mujeres, cita a Cristina Molina[3] cuya definición del patriarcado se refiere al poder adjudicar espacio. Podemos ampliar la idea como la facultad de designar lugares, espacios de poder para unos y límites y desorden para las otras. Entonces, la pregunta por el sexo nos remite a la imposición del estereotipo que se le asignará desde antes de ser considerado vivo en la ley. Esta inocente pregunta en realidad se cuestiona acerca de si el recién nacido recibirá por herencia de su género un espacio de ejercicio de poder y posibilidad de individualidad o será parte de un género que se reconoce como serial, que no ejerce privilegio alguno y sin posibilidad de obtener el reconocimiento de ser sujeto.

Si nos negamos a conocer el sexo del bebé y ejercemos la libertad de despreciar el avance de la ciencia y esperar al recién nacido con la incógnita entonces empiezan a llover la sarta de bromas que en el fondo son presiones de los que poco a poco se disgustan por desconocer el sexo, ahora bien, esa curiosidad puede ser legítima o en el fondo puede ser la molestia de no tener claro el rol de ese ser al interior de los espacios de micropoder dentro de las familias sanguíneas a las que pertenecerá. 

La primera presión la ejercen las tejedoras pues según ellas existe una necesidad intrínseca del conocimiento del sexo para la confección del ajuar, sin embargo, la moda nos ha dejado claro que el género no tiene color. Entonces es el modelo del ajuar, pero en ese caso la practicidad es la que debe primar al color.

La segunda presión la ejercen los adeptos a los avances, que a título de conocimiento nos advierten sobre la infinita cantidad de métodos precisos e infalibles para el reconocimiento del sexo. Para ellos no cabe la posibilidad de contar con todos los medios para saber este dato, pues les interesa designar un lugar de privilegio o subordinación, quizá no reparen en la presión que ese dato puede jugar sobre la familia de ser en gestación. Consultado a tres doctores especialistas en imagen, nos comenta que la mayoría de las familias acepta con resignación la noticia de una niña y celebra la noticia de un niño. Claro que debemos dejar de lado las familias que buscan completar el esquema niño-niña.

Finalmente, el grupo de las apasionadas del baby shower[4] y la ceremonia de revelación del sexo del bebé. Esta es la forma más aberrante de ejercicio de fuerza sobre la embarazada, admito alguna vez haberlo ejercido sobre mis amigas embarazadas este tipo de ultraje. La presión se deposita, en el sexo, el nombre, los juegos, los premios, los recuerdos, los invitados y la presencia del papá. La revelación del sexo se vuelve una obligación y con ello se rebela el estatus del nuevo ser y si podrá continuar el linaje del apellido o el nombre del padre o será la que cuide de los parientes durante la ancianidad. Es sin duda una invasión a la privacidad de la madre, haciendo que todos estemos tocando un espacio íntimo y reservado;  lado la esfera del sí mismo de la mujer embarazada. Las organizadoras de estos eventos amigas o familiares de la gestante buscan agasajarla gestante junto al bebe, pero por el contrario suelen generar una cadena de presiones que explosionan muchas veces en público. Este tipo de eventos olvida aspectos fundamentales de la individualidad de la mujer que ahora es la embarazada. Esa mujer en ese estado vive en un cuerpo que ya no le responde exclusivamente a ella, un cuerpo que tiene como prioridad al nuevo ser, su corazón por ejemplo redobla esfuerzos para sobrellevar ambas vidas por eso la elevación de la presión sanguínea en mujeres embarazadas es un problema común y peligroso. Las hormonas le habrán hecho añicos los nervios y el buen humor, ellas habrán agudizado sus amores y desamores y desatado sus más agudos apasionamientos, sin contar con el cúmulo de carga sobre las elecciones alimenticias, el cambio de su cuerpo, las infecciones, escozores y dolores suelen presentarse. La romántica idea de fragilidad y vulnerabilidad que supone estar embarazada pareciera que anulara cuando pensamos en la presión social, familiar y personal, ni hablar de sus problemas de salud particulares de cada embarazada. La dulce espera está plagada de miedos que conciernen a la salud del bebé y la madre. En el fondo hay que pensar que el baby shower es la invasión social de un aspecto íntimo de la vida. Es un buen pretexto para el consumo de adornos y presentes que terminaran en la basura, un auto gratificación a costa de la embarazada y el nuevo ser.

Posiblemente, muchas replicas saldrán sobre esta percepción de la maternidad y de las ceremonias establecidas en torno a ella, a las críticas solo me queda decir que esta es una provocación es para desmitificar la idea romántica de la maternidad y encararla completa para que las embarazadas sean consideradas desde su firmeza y no desde su fragilidad.

Siguiendo a Michael Foucault, el poder es una construcción práctica, se difumina creando redes de relacionamiento y se ejerce mediante la distribución de espacios de incidencia y hegemonía. Entonces el espacio del poder tiene un centro gravitatorio similar al de la rueda de la fortuna, los hombres que pertenecen al pacto social y gozan del reconocimiento como sujetos individuales tienen el ticket de pase y pueden formarse para ingresar en la ruedan de la fortuna, en el ingreso los espera un titular del poder que se encarga de ordenar los espacios, ubicarlos en un rango (genealógico, méritos, turno de espera, grupo hegemónico o de clase) garantizar la alternancia y revisar que los aspirantes sean legítimos detentadores del poder. Todos creen que pueden ingresar, solo algunos son candidatos, unos cuantos tienen el ticket de paso, ingresan los que son legítimos con la condición de ejercer el poder y luego soltar el turno, sabiendo que luego podrán regresar. La pregunta por el sexo es la preocupación por saber el poder que podremos imprimir sobre él.

¿Cuál es nuestro interés por catalogar al bebe en un género?

Determinar quién es quien y para ello de ubicar a cada uno de nosotros y según ello transitar en las relaciones de poder, si es varón entonces goza del reconocimiento y percepción de los demás, si es mujer solo pertenece a una multitud serial, me resulta más fácil ejercer mi poder sobre ella.

 


[1] Utilizamos las expresiones ser y bebe asumiendo que dichas generalidades ya poseen género

[2] Celia Amorós, La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias… para la lucha de las mujeres; Cap. 2 Espacio de los iguales, espacio de las idénticas. Sobre poder y principio de individuación. Ed. Cátedra: Madrid,2005.

[3] Cristina Molina, dialéctica feminista de la ilustración.

[4] Debemos dejar de lado los baby shower organizados a libre voluntad por las gestantes

Opinión
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