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Amnistia para la reconciliación nacional

Seguir negando que en Bolivia hay más de un millar de procesados, encarcelados y exiliados políticos, es querer tapar el sol con un dedo. Nuestros gobernantes no deberían esperar, como ocurrió en Venezuela, que una derrota electoral los obligue a reconocer que en las cárceles existen presos políticos y que fuera del país están centenares de exiliados. La Constitución Política del Estado en su artículo 172, numeral 14, sobre las atribuciones del Presidente, determina que una de sus facultades es decretar amnistía o indulto, con la aprobación de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Desde que el MAS llegó al poder en el 2006, centenas de opositores se refugiaron o asilaron en Brasil, Perú, Paraguay, Estados Unidos y España alegando persecución política del Gobierno, mientras que las autoridades sostienen que se trata de personas que huyen de procesos de corrupción.

Amnistía es un vocablo de origen griego que tiene su raíz en “A” y “Mnesis” que significa sin memoria, olvido de lo pasado. Como dice la jurista Teresa Jardí (2009), la amnistía es concedida siempre por el gobernante porque es él, “el que tiene el poder de borrar la memoria”. El gobierno olvida los delitos que presuntamente cometieron los presos y les da la libertad. La nobleza de esta figura jurídica, remata Jardí, radica en que concilia enemigos y busca la paz. En las celdas de nuestras cárceles existen decenas de presos políticos. Preso político es una persona que es retenida en un centro penitenciario o en otro ambiente que limite su libertad, debido a que las ideas por él expresadas significan una amenaza para el sistema político imperante en un Estado

Como bien dice Hernán Salgado (2012), a diferencia del indulto donde se toma muy en cuenta a la persona del delincuente y donde juega sobre todo un sentimiento humanitario, de clemencia o de equidad, para con los infractores penales; en la amnistía se mira más al tipo de delito que a sus infractores y se tiene por punto de partida el clima político-social que vive el Estado: de agitación interna, de enfrentamientos y conflictos sociales, de una seria alteración del orden constituido. El indulto afecta a una persona concreta, la amnistía afecta a un grupo de personas, el indulto no extingue la responsabilidad civil derivada del delito, en cambio la amnistía si lo hace. En general, para otorgar el indulto es necesario un acto administrativo para la amnistía es necesaria una ley. En lo que corresponde a la amnistía, ella extingue los antecedentes penales, mientras el indulto no lo hace necesariamente. En la amnistía ya no se parte de consideraciones individuales como en el indulto- lo que importa es el interés general de la comunidad toda. Por esto la doctrina suele señalar que la amnistía cumple una importante finalidad política, cual es la de conseguir o al menos contribuir a la paz, al orden, a la concordia nacionales en momentos en que estos valores, intrínsecos a toda organización política, han sido alterados sensiblemente por hechos que caen bajo el rigor de la ley penal, lo que agrava la situación. Para restaurar la paz, el orden, la concordia es a veces necesario recurrir a la amnistía.

Basados en estos principios, en septiembre del 2012, la Iglesia Católica pidió a los gobernantes de Bolivia amnistía para las decenas de "encarcelados, exiliados y refugiados políticos" como un gesto de "reconciliación", y tildó de "aberrante" usar la justicia para perseguir a los disconformes con el "proyecto político" que vive el país. El Consejo Episcopal Permanente lamentó entonces que esas personas estén "sufriendo porque no hay garantía de un justo juicio" y también por la lentitud en los procesos judiciales. "Nos permitimos también sugerir (…) hacer un gesto de reconciliación, como la amnistía a favor de esos hermanos", señalaba el comunicado. Los obispos remarcaron la importancia de que el ejercicio de la justicia "sea libre de condicionamientos de tipo económico, social y político, no para la impunidad, sino para garantizar juicios imparciales”. También advirtieron que si se continuaba con la "instrumentalización de la justicia", se estarían resquebrajando "seriamente" las bases democráticas de la convivencia y se proyectará "una imagen negativa ante el mundo acerca de la vigencia de los derechos y libertades fundamentales" en Bolivia.

Como si no hubiera pasado el tiempo, el pedido de la Iglesia sigue vigente y es preciso que sea escuchado por el Presidente. En nuestro país existen personas que son objeto de procesos legales (demorados y muchas veces cuestionados). Un caso emblemático resulta ser Leopoldo Fernández (preso desde el 2008 sin sentencia ejecutoriada), pero las limitantes y autocensuras llegan a centenas de personas que ven limitada su acción y son perseguidos políticos. El encarcelamiento de Carmelo Lenz es otro caso que delata cómo la justicia es usada para acallar a los rivales políticos. El Gobierno hasta ahora no ha hecho nada para demostrar que en Bolivia no existen perseguidos políticos. Por ello, pido a nuestro Presidente que de una vez tienda ´puentes de perdón y reconciliación entre los bolivianos dando amnistía a los procesados, encarcelados y exiliados políticos. Sería un acto que lejos de mostrarlo débil, lo engrandecerá ante los ojos de los ciudadanos y las ciudadanas de la Patria. 

 

Ivan Arias Duran

Ciudadano de la República Plurinacional de Bolivia

Serotonina
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Por qué Star Wars nos gusta tanto

“Papá, ¿me cuentas un cuento antes de dormir?”

Todas y todos hemos dicho esa frase alguna vez. Desde luego, nos gusta que nos cuenten una buena historia. El finado Eduardo Galeano lo decía: "Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias". Las buenas narraciones despiertan nuestra imaginación, nos ayudan a construir nuestro lenguaje y nuestra cultura, guían nuestra moral. Pero no todas las historias tienen el poder de vencer al tiempo y a los medios, de saltar de una generación y de un soporte a otro. Así que, ¿cuál es la seducción que ejerce la historia de Star Wars (ya casi nadie le llama “La Guerra de las Galaxias”) en el público, y cómo ha hecho para ganarle al paso de los años?

Hay muchos factores para explicarlo. Primero, que llegó en el momento adecuado. El Episodio IV apareció en 1977, en un momento en que la sociedad todavía estaba entendiendo aún la importancia de haber llegado al espacio. Esa ampliación del horizonte humano fuera de los límites de nuestro planeta dio lugar a muchas expresiones culturales, y a muchas narrativas en audiovisual: terror en el espacio (Alien), la humanidad explorando y colonizando otros planetas (Star Trek), de modo que la narración de una historia épica desarrollada en otros planetas simplemente venía a cuento. Era como tomar esas viejas historias de caballeros, princesas y dragones y preguntarse “¿qué pasaría si esto ocurriera en el espacio?”

Tiene buenas fuentes de inspiración: muchos decían y dicen aún que lo que hizo George Lucas fue un “western espacial”. Es cierto, se puede notar en la construcción de la historia muchos préstamos de filmes del lejano oeste, así como de las películas de combate que salieron después de la segunda gran guerra. Lucas nunca ha negado la fuerte influencia de Akira Kurosawa y de las cintas japonesas de samuráis en la construcción de su imaginario galáctico, cuyo testimonio gráfico más evidente es el casco de Darth Vader. La misma moral de la orden de los Jedi es mejor comprendida desde un punto de vista oriental.

Es una historia humana y universal: es el cuento del bien contra el mal, luz contra oscuridad, representado en personajes con los que uno puede identificarse fácilmente. Luke es el héroe alrededor del cual gira todo, un elegido como Harry Potter, que debe enfrentar sus limitaciones para hallar su destino. Leía, la princesa sin trono que encarna el poder femenino en un mundo ­–bueno, una galaxia –de hombres. Han Solo es la dualidad del anti-héroe siempre tentado a volverse villano. Y desde luego, Darth Vader/Anakin Skywalker es la representación del mito mesiánico y de la redención.

La música: los movimientos sinfónicos creados por John Williams son tan inolvidables como la saga misma, narran por sí solos la historia y a sus personajes. Incluso la fanfarria de la Fox (ausente desde esta entrega, distribuida por Disney) se ha vuelto parte de la forma de recordar la música de la serie.

Si queremos ser más científicos, habrá que decir que la historia de Star Wars cumple a cabalidad con los arquetipos definidos por el mitógrafo estadounidense Joseph Campbell en su obra “El héroe de las mil caras”, un  manual de lectura obligada para los guionistas de películas épicas. El Padrino, Harry Potter, Titanic y Avatar son algunas de las películas que responden a esta estructura predefinida, tan abierta como voluble. El monomito o el viaje del héroe, como también es conocido, habla de las etapas por las cuales el protagonista de una historia debe transitar: separación, iniciación y retorno.

Hay muchas razones más, desde luego, y tal vez muchas responden al corazón, porque es ahí donde llega esta historia que desde hoy nos encandila con un nuevo episodio. //

Interjecciones
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Se buscan salidas para el cambio climático

La Declaración de Estocolmo (1972) constituyó el primer documento de la ONU en la búsqueda de solución a problemas del medioambiente. Desde 1992 se han sucedido las Conferencias sobre el Cambio Climático, cuya XXI versión (COP21) tuvo lugar en París hasta hace pocos días.

Si observamos los aportes del modesto Estado Vaticano en este ámbito nos sorprenderemos al encontrar desde 1970 los lúcidos diagnósticos emanados por el Papa Pablo VI, como el pronunciado ante la FAO en dicho año. Desde entonces los aportes han sido constantes, pero la Laudato Si’ es la primera encíclica exclusivamente dedicada a la crisis medioambiental.

La búsqueda de comprensión de las situaciones que afectan a la humanidad es algo que se encuentra en el núcleo de la misión de la Iglesia Católica. Donde no llega el Estado, donde se encuentran en el desamparo pobres y vulnerables, hemos oído decir a Francisco, allí alguna persona de la Iglesia entrega sus energías para resolver problemas a veces extremos, olvidándose de sí misma. Esto explica la capacidad de la Iglesia para los diagnósticos y la búsqueda de soluciones: en todas partes cuenta con voces creíbles que le permiten tener una visión muy próxima a la realidad de la gente.

Servicio y reflexión. En relación con América Latina hay que mencionar al menos dos textos del abundante material disponible: primero, el Documento de Santo Domingo del Consejo Episcopal Latinoamericano (1992). Tras observar las amenazas al medioambiente, se pregunta quién paga los costos del pretendido “desarrollismo” y a quiénes beneficia. Considera inaceptable “un desarrollo que privilegia minorías en detrimento de las grandes mayorías empobrecidas”. El segundo es el Documento de Aparecida (2012). Entre otros abusos señala que, en las decisiones sobre los espacios naturales biodiversos, “las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas”. Esta denuncia será retomada con fuerza por Francisco en la Laudato Si’.

De Bolivia también señalaré dos documentos. En el año 2000 la Conferencia Episcopal publicó la Carta Pastoral titulada Tierra – Madre fecunda para todos. Aborda diagnósticos sobre la tierra (“motivo de ambición desmedida para unos y de extrema necesidad para otros”), la depredación de los bosques (sujetos a “formas irracionales de explotación”), y la contaminación del agua a causa de su uso incontrolado para fines industriales y mineros. A continuación denuncia la “falta de decisión política” para detener tales daños. De 2012 es el otro texto: El universo, don de Dios para la vida. Observa que muchas personas, a pesar de que “se sienten víctimas de circunstancias ambientales globales que no pueden modificar, sin embargo eluden su responsabilidad sobre el medioambiente en los ámbitos que pueden y deben definir”. El Papa, en su encíclica, retoma también esta línea (y cita otros análisis de este documento más de una vez).

La Iglesia, además de promover obras de servicio, ha desarrollado aportes teóricos en busca de soluciones eficaces. En este último campo la encíclica Laudato Si’ trae novedades que ojalá sean escuchadas en París. Entre ellas destaca “la raíz humana de la crisis ecológica”. Recuerda que la actividad industrial no puede hoy desvincularse de las causas del cambio climático, y sostiene que para neutralizarlas (y hacer de la Tierra un lugar habitable) es necesario asumir una “ecología integral”. Para ello es preciso superar la fragmentación de los conocimientos técnicos, porque no se trata solamente de cuestiones físicas y biológicas sino de una “compleja crisis socio-ambiental”. Propone “una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”. El núcleo del problema parece ser el sometimiento de la política y de la economía al paradigma tecnocrático, vigente hoy, que pretende el máximo rendimiento a corto plazo, aun a cambio de dejar en la precariedad a los excluidos de hoy y a las generaciones que vendrán.

Clásica Boliviana
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Tiempo de misericordia

El Evangelio de San Lucas nos ofrece muchos textos para vivir este año, la misericordia de Dios, porque como nos dicen en Lc. 1,54, “Dios de acordó de su Misericordia”. Hoy es nuestro tiempo para vivir esa misericordia.

Con el Adviento del nuevo año, iniciamos en la Iglesia Católica el momento espiritual de la celebración de la primera venida del Nuestro Salvador Jesús a de la Humanidad y también de su espera gozosa al final de los tiempos, cuando se hará plena la presencia de su Reino en el mundo.

Será un tiempo muy especial para vivir un tiempo de misericordia, es decir, un tiempo de reflexión y de conversión hacia la Misericordia Divina. El Santo Padre Francisco, lo anunció el 8 de diciembre como el inicio del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Para que abramos nuestros corazones al amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,  y para vivir nuestro camino de fe, que nos haga también misericordiosos como los es nuestro Padre  Dios.

Hoy todos estamos llamados a ser misioneros de la misericordia, del perdón de Dios, partamos desde nuestra propia vida, ya San Pablo nos decía en 1Tmo. 1, 1-4: “He alcanzado misericordia de parte de Dios”.

Volvamos al Señor de la Misericordia

Estamos necesitados de vivir este Adviento tan especial en familia, en las parroquias, y en la sociedad. Es un “tiempo de la conversión”: Es muy apropiado de recibir al Dios de la Vida que se nos viene en Navidad, con un corazón lleno de amor de perdón de reconciliación.  Dejar de lado todos los resentimientos, odios y desprecio al hermano.

Es siempre necesario estar atentos a todos los símbolos que recibimos en estos días, los mensajes, reflexiones y anuncios de la llegada del Señor, nos trae una esperanza.

Es por lo tanto una espera de conversión a la misericordia de Dios, acogiendo con amor al que se equivocó, al que cayó en pecado, o al que aún, no puede controlar sus debilidades. Es un tiempo para asumir esos gestos de la paternidad de Dios, llenos de ternura, acogida y perdón.

Esperar a Jesús con Misericordia y solidaridad

Todos estos años sentimos como estamos viviendo nuestra realidad, unas veces nos dicen que en bonanza económica, otras en precariedad. Lo que si vivimos una situación donde nos exige despojarnos de muchas ataduras. Es necesaria una mayor atención a las realidades circundantes, cercanas, muy relacionadas a nosotros. Necesitamos mirarnos y sensibilizarnos.

Aun vivimos realidades que debemos de mejorar, existen aún pobres que necesitan nuestra sensibilidad, aquellos que aun pasan hambre y desnutrición; miles de enfermos que no pueden acceder a un seguro médico digno, miles de ancianos que esperan ser tratados con dignidad. A esto pongámonos a pensar. ¿Cuantas personas hoy son víctimas de la violencia, de la delincuencia, de las redes del narcotráfico, que hoy silenciosamente crece en nuestro país?, Hoy hay un grito de miles de excluidos que quieren que escuchemos su voz. ¿Que hacemos?

Hoy con mayor razón necesitamos de la solidaridad hacia todos los dramas humanos. Necesitamos de partir y  conmovernos antes todas las victimas del sistema y dejar de ser indiferentes. Dios clama todos los días por el pobre, pidiéndonos que seamos solidarios y que escuchemos su voz.

Este ambiente del adviento es siempre apropiado para vivir signos de la misericordia. Acerquémonos a los que sufren en el cuerpo y en el espíritu, hagamos obras de misericordias corporales y espirituales. Abramos el corazón al perdón y reconciliación. Porque es tiempo de misericordia. 

Palabras de vida
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Tesoros

Que el gobierno diga que investigará si el galeón San José transportaba riquezas que salieron de nuestro país es una confesión indirecta de que no tiene información suficiente sobre el tema. El que no sabe averigua y ese parece ser el caso de nuestras autoridades. De la incertidumbre a la ignorancia hay un paso y parece que por ahí está el gobierno del que salió la ridícula versión de que América fue conquistada por el imperio romano.

España no se hace tanto problema. Como los gobernantes de ese país saben que toda riqueza que salió de sus colonias fue extraída por ellos, presentan su demanda cada vez que se reporta el hallazgo de tesoros hundidos en el mar. No siempre ganan pero lo intentan.

No es el caso de Bolivia.

Gracias a las nuevas tecnologías, los buscadores de tesoros lograron encontrar embarcaciones hundidas en los últimos años y desataron batallas legales por su contenido. La última vez que España ganó fue con el fallo referido a la fragata Nuestra Señora de las Mercedes de la que se rescató 17 toneladas de monedas de oro y plata. El tesoro fue enviado hasta la península y se completó el ciclo del latrocinio: los españoles que vinieron a América, se apoderaron de nuestras tierras y explotaron nuestros recursos naturales recibieron, siglos después, el producto de su despojo. La justicia le entregaba al ladrón el botín perdido años atrás, mientras que los verdaderos dueños de ese recurso, los potosinos, vimos, con impotencia, a través de fotografías y la televisión, imágenes de las monedas en las que se advertía claramente el escudo de esta ciudad junto a la marca de su Casa de Moneda: una “P” enlazada con las letras “T” y “S”.

Y es que, por aquello de los sellos, no es tan difícil reconocer la procedencia de las monedas encontradas en el fondo de los mares.

El jefe del área de museo de la Casa de Moneda de Potosí, José Antonio Fuertes, y el experto numismático Daniel Oropeza Alba coincidieron al decirme, por separado, que, a partir de la falsificación de moneda de Francisco de Rocha, un decreto real ordenó que todas las monedas acuñadas en América lleven sellos distintivos no solo de sus respectivas cecas sino hasta de sus ensayadores.

Por los años en los que se hundió el galeón San José había tres casas de moneda funcionando en Sudamérica; las de Potosí, Lima y Santa Fe de Bogotá. Por lógica, las monedas de esa embarcación solo podrían proceder de esas tres cecas.

Oropeza va más allá porque, sobre la base de sus estudios, que revelan que por aquellos años hubo un importante cobro de impuestos, él está seguro de que la mayor parte del cargamento del galeón eran monedas y barras de plata procedentes de Potosí.

Identificarlas sería muy sencillo: las monedas que tengan una “L” son de Lima, las que lleven una “B” fueron acuñadas en Bogotá mientras que las que lleven el grabado de una “P” proceden de Potosí, Bolivia. Si se aplicara un mínimo de justicia, así de fácil sería dividir el tesoro pero, para hablar de reparto, sería necesario que el gobierno boliviano ponga algo de interés en el tema.

Pero, pese a que hay mucho dinero de por medio —se dice que el tesoro del galeón San José es el más grande de la historia—, Bolivia nunca se metió a estas disputas. Parece que, una vez más, nos tocará ver cómo el tesoro es enviado a otra parte y ver, de lejos, aquellas monedas que se acuñaron aquí, con plata extraída del Cerro Rico, que llevan nuestro sello y nuestro escudo. Cumpliendo la maldición inventada por los colonizadores españoles, veremos cómo nuestra riqueza es entregada a otros dueños. ///

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

 

 

  

 

  

Surazo
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El detector de mentiras

“La felicito señora Presidenta por la gestión que lleva adelante y mucho más por anunciar que implementará un detector de mentiras en la Aduana el 2016, si eso se hace en todas las instituciones del Estado, este país de verdad progresaría”, dijo con gran aplomo el respetado y reconocido dirigente cañero cruceño y Vicepresidente del Ingenio Azucarero Guabirá S.A., Don Abelardo Suárez Bravo.

La alusión fue realizada a la Presidenta de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), Marlene Ardaya, en la Audiencia Pública de Rendición de Cuentas que dicha entidad realizó en Santa Cruz, donde las acciones en pro de la facilitación del comercio legal y la lucha anticontrabando fueron ponderadas, pero también cuestionadas por ciertos sectores como los del sector textil, muy afectados por el ilegal negocio que implica la venta de ropa usada contrabandeada (10/DIC/2015).

Entre los anuncios más destacados del Informe estuvo el de la profunda reestructuración del Control Operativo Aduanero a fin de jerarquizarlo, sin embargo lo que más impactó fue la noticia de la aplicación del polígrafo -un detector de mentiras- a los funcionarios de Aduana, algo muy aplaudido desde la sociedad civil.

No es la primera vez que Ardaya anuncia acciones contundentes anticorrupción y de cara a combatir tal delito dijo que el test empezaría por su propia persona hasta alcanzar al último funcionario, de forma tal que quien quiera trabajar en la Aduana deberá estar dispuesto a que se lo exponga a confrontarse con la verdad significando ello una tremenda apuesta para la Aduana de aquí en más.

Es previsible que con tan draconiana política quienes quieran ocupar o conservar un cargo aduanero el próximo año puedan disminuir, al excluirse los que tengan temor de ser descubiertos en alguna ilegalidad o en su predisposición a cometerla.

Lo del polígrafo no es algo menor, pregúntese Ud. mismo si aceptaría someterse a un detector de mentiras para que le pregunten cualquier cosa ¿lo haría?

¡Qué diferente sería todo si además de los gobernantes, también los esposos y esposas, novios y novias, hijos e hijas, empresarios y obreros, etc., supieran que -más allá del polígrafo- hay un registro diario de cada acción, de cada intención del corazón, de cada palabra proferida y de cada pensamiento, que un día será revelado. “Nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz”, dijo Jesús. ¡Cuán diferente sería todo, de saberse que la vida privada no existe para Dios!

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 16 de diciembre de 2015

Buscando la verdad
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El legado del Cardenal

 

Le conocí muy de cerca,  en mi ciudad natal Oruro, él era nuestro obispo. Le conocí justo en mi adolescencia, él había llegado en marzo del 1982. Él nos promovió para formar los diferentes grupos juveniles de la parroquia. Nos había dicho, “Yo soy responsable para esta misión entre los jóvenes,  es un trabajo que me dan en la conferencia episcopal” y ciertamente era así muy animado y jovial con los jóvenes. En noviembre de ese año recibí, de sus manos,  el sacramento de la confirmación. Que honor, que alegría para mí. Desde ese momento me hice su amigo, porque no decirlo, su discípulo. Todo lo que decía y hacia, me llamaba la atención. Estando en los grupos juveniles entendimos de la necesidad de hacer que la juventud sea protagónica, que no se queden mirando pasivamente, sino que tengamos la necesidad de desafiarnos cada día.

En la diócesis de Oruro,  la pastoral juvenil fue fuerte, dinámica y muy participativa, éramos como un motor, una trinchera para vivir la fe desde la realidad. Éramos los soldados de Cristo, los preferidos de Dios. Nos recordaba que ya en la Asamblea de los Obispos en Puebla, se hizo la opción preferencial por los jóvenes y por lo pobres.  Así me dejé cautivar por el Cardenal Julio. 

Ya posteriormente entre al seminario,  ahí fue otro momento de mi vida.  Yo ingresé como Misionero Oblato de María Inmaculada, pero estaba en el propedéutico nacional y él se sorprendió verme, mi párroco, Padre Andrés de Roo, estaba molesto porque no había ingresado como diocesano, sino como misionero oblato. El obispo tuvo que decirme, que le generé un problema. Sin embargo me dijo, “que bueno, que hayas escuchado el llamado del Señor. Ojalá aprendas a servir al Pueblo sencillamente. Me dijo, nunca olvides tus raíces y a tu pueblo”.

Para mí, el cardenal Julio siempre fue un maestro, un amigo porque supo aceptarme y motivarme. Ya de seminarista y cuando visitaba mi casa, lo primero que hacía, era visitarle en su casa y hablábamos de muchas cosas. Ahí me contaba de su pasado en la Sede de Gobierno, La Paz,  fue una etapa muy importante. Estaba tan impactado por la muerte de Luis Espinal, que le ha marcado en muchas cosas de su vida, era el obispo auxiliar. Estando en La Paz y vivió toda la dictadura de García Mesa, pudo visitar a las familias de perseguidos, negociar la liberación de algunos presos, presidió la misa de despedida a Lucho. Miró de cerca la persecución política de ese momento. Se unió a muchos ciudadanos gritando por democracia, llamando a vivir en libertad.

Obispo de los mineros.

Estando en Oruro tuvo que insertarse en la doble realidad de esta diócesis, minera y campesina. En su tiempo, él fomentó mucho las comunidades eclesiales de base, permitió que se reúnan durante tres días anualmente, en junta, para vivir su fe. Promovió la pastoral minera, acompañando a todos centros mineros y los agrupo en una pastoral dinámica que dialogaba con la otra diócesis vecina de Potosí.

Cuantas veces le tocó lidiar con la realidad local, como regional. Tuvo frecuentes intervenciones en los conflictos mineros, acompañó en sus preocupaciones y esperanzas de miles de ellos que ansiaban su presencia. A tanto así que le digieren que era el obispo minero.

A él le toco vivir el drama minero, nunca pudo imaginar, ver a miles de obreros y mineros, llorar como niños. Le tocó mirar de cerca como los diferentes campamentos mineros iban vaciándose. Fue testigo de la famosa relocalización y de la Marcha por la vida. Él era el presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, su llamado profético y directo al gobierno de Víctor Paz, no tuvo efecto. El obispo de Oruro se puso al lado de los pobres, vivió junto con los mineros, la frustración de ver a miles de familias abandonar sus casas e ir en busca de días mejores, a otras ciudades. Se encarnó tanto que lloró en Huanuni, cuando hizo la visita con pastoral social.  Su llamado a la derogación del decreto supremo 21060 era contundente, era directo, pero no logró parar, sino le tocó ser testigo del drama de miles de obreros que dejaban sus pueblos.

Dejemos interpelar por la realidad.

El año 1987 yo estaba haciendo mi noviciado en la periferia marginada de Asunción, en el barrio Cañada. Justo ese año el CELAM tuvo una reunión en Asunción y el conjuntamente con el obispo de Potosí, Mons. Edmundo Abastoflor, visitaron nuestro noviciado Latinoamericano Oblato. Ambos, sin ningún problema, caminaron por varios minutos, por el barrio más pobre de Asunción y quedaban profundamente interpelados por la realidad. No podían imaginar lo que se veía en el camino, pero también pudieron constatar la alegría de los paraguayos.

Ya en medio de nosotros, el cardenal Julio inició un profundo diálogo sobre la cultura, sobre la teología india, sobre la teología del clamor popular, sobre Jesucristo liberador y solidario. Ambos obispos nos interpelaban con sus preguntas. A tanto así que todos los novicios, venidos de otros países de América Latina, quedaron impactados de su visión y la mirada misionera de la vocación. 

Con Juan Pablo Mensajero de la Paz.

Varias fueron las intervenciones del Obispo de Oruro, porque siendo presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, lideró toda la visita de Juan Pablo II a Bolivia. El acompañó todos los eventos, haciéndose testigo la vida de la Iglesia. Podríamos recuperar muchos discursos del Obispo, sin embargo lo que marcó es su sencillez y diligencia a lado del Santo Padre.

Podría decir, que con la llegada del Papa Juan Pablo II, selló su imagen de un profética  comprometido con los pobres. Los momentos más fuertes, de toda la visita del Papa, lo vivió en Oruro, porque fue testigo del clamor popular, de ver cómo una mujer se acercó al Papa y le ofreció un olla vacía, gritando por el hambre del pueblo y por la falta de trabajo. Ahí un minero de Catavi. Juan Alborta, le puso al Papa un guarda tojo, casco minero, en el cual expresa el apoyo que el mismo Obispo daba a la pastoral minera.

Abandonó Oruro para encarnarse en Santa Cruz.

Parece que la salud le hizo una mala jugada. Le vino un infarto cardiaco,  fue una alarma que le obligó dejar su sede episcopal, pero la gracia siempre le  acompañaba. A pocos meses fue nombrado arzobispo de la Arquidiócesis para servir a una iglesia emergente, dinámica y comprometida.

Desde que asumió el liderazgo de la Iglesia, ha mantenido firme los principios morales, éticos y humanos para caminar hacia la construcción de una sociedad más justa, humana, fraterna y solidaria.

Había pedido que fuera él quien me ordene como sacerdote, pero lamentablemente ya no podía llegar a, Oruro, mi ciudad natal, por lo que me escribió una bella carta en la que me motivo a vivir un sacerdocio de servicio, profético y misionero. Me recordó que la misión del sacerdote boliviano en la iglesia actual debe ser de presencia contemplativa y de vivir interpelados por la realidad de los pobres y sencillos.

Fueron muchos años de servicio comprometido y participativo. En Santa Cruz, construyó una iglesia viva y activa. Trabajó para muchas obras de servicio social. En su dinámica de la formación pastoral, miró a los laicos como corresponsables del caminar de la iglesia, por lo que hoy se tienen  muchos agentes de pastoral formados.

La condonación de la deuda externa.

Desde el año 1987 el Cardenal Julio,  profundizó la amistad que existía con las diócesis hermanas de Hildesheim y Tréveris, tal hermandad materializó una campaña latinoamericana por la condonación de la deuda externa. La Iglesia Boliviana trabajó desde el último rincón, para obtener firmas y concientizar a todos los bolivianos sobre la deuda externa. Él desde la misma conferencia episcopal diseño la estrategia Boliviana para exigir al Grupo de los 8 países más ricos, que se reuniría en Alemana el 1999, condonen nuestra deuda porque fue injusta.

Logramos recolectar miles de libros con firmas y los llevamos a Colonia Alemania, lugar donde el G 8 estaría reunido.  Yo como sacerdote era parte de la comitiva y compartimos este viaje a Alemania. Y también juntos participamos algunos conversatorios en Alemania, principalmente con la Hermandad de Hildesheim y Tréveris. Fuimos parte del evento principal ahí, a las orillas del rio Rin. En medio de más de 50 mil personas. El arzobispo de Santa Cruz, estaba dando un discurso ovacionado a los venidos de todas partes del mundo.  Nunca olvido el abrazo tan efusivo que se dio, con el que también hoy es cardenal de Honduras, Oscar Rodríguez Madariaga

Su legado es de un pastor profético

El Cardenal julio siempre tuvo una voz de trueno. Como muchos profetas, el Cardenal Julio tenía una palabra firme, interpeladora y directa. Con mucha elocuencia denunciaba las injusticias y pecados existentes en la vida del pueblo como en las diferentes formas de actuar de los gobiernos de turno. Pero también con que dulzura y convicción  anunciaba la Palabra de Dios y la necesidad de dejar vivir al Dios de la vida.

El Cardenal, en sus mensajes y su teología, tuvo un progreso permanente es sus mensajes. En sus primeros años como obispo, estando tan de cerca la realidad de injusticia, su teología era del clamor popular, de buscar siempre un cristianismo muy comprometido y de buscar una coherencia evangélica. Creía en un Dios de la vida, y que hoy la defiendo en medio de su pueblo. Creía en Jesucristo hecho hombre que vino a liberarnos de todas las injusticias. Pero también soñaba en una sociedad justa, humana y solidaria. Muchas veces incomodó, sobre todo al poder de turno.

Su amor a los pobres fue sincero y cercano, compartiendo su vida con los aimaras, los mineros y también con los diferentes grupos de indígenas del oriente, mostró claramente que la realidad del pobre estaba en sus diferentes mensajes. Con sus llamados constantes a eliminar las injusticias, y denunciando la mala distribución de las riquezas.   Participó en varias oportunidades del Grupo de Amerindia y sobre todo apoyando la reflexión de la teología india.

Su participación en la IV Conferencia Latinoamericana del Episcopado Latinoamérica, en Santo Domingo, cuando llevó un documento de Bolivia que hoy es un legado imperecedero para la Iglesia boliviana.  

Ya como cardenal tuvo un mayor protagonismo en América Latina, sobretodo promoviendo la Justicia y Solidaridad. Él tenía una buena formación en doctrina Social de la Iglesia, por eso impulsó una pastoral social que promovía la defensa de la vida y solidaridad, para que la promoción humana, sea integral y liberación.

Su presencia en la iglesia hoy mantiene latente toda su personalidad, su serenidad y participación. Siempre presentó una actitud de diálogo, de discusión y de búsqueda de días mejores.  Sin ningún problema tomaba posición por el débil, por el excluido y porque la justicia social se implante.  Su actitud sincera y transparente logró que en la iglesia sea tan querido. Todos los domingos, esperaban su mensaje lleno de amor y compromiso. Nadie puede negar, la gran lucidez y fortaleza. Esa energía lo transmitía a toda la iglesia.  

Hoy Dios le da el espacio prometido, aquel que siempre creyó. El Dios de la vida le acoge con los brazos abiertos, para darle el gozo eterno.

 

P. Guillermo Siles Paz, OMI, misionero y comunicador social.

Palabras de vida
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Corrupción: el mal mayor

En sus casi diez años en el poder, el gobierno del presidente Evo Morales se ha visto afectado por varios casos de corrupción pero ninguno ha logrado conmover sus cimientos al grado de llevarlo a la desestabilización.

Desde el negociado de las visas chinas hasta los desfalcos del ex fondo indígena, pasando por el escándalo de YPFB en el que se llegó al extremo de asesinar al empresario Jorge O’Connor, la popularidad del jefe de Estado y su innegable grado de aceptación en las bases campesinas se ha mantenido incólume. 

Varias razones explican esa invulnerabilidad y una de ellas es el grado de tolerancia al que ha llegado la sociedad boliviana respecto a la corrupción.

Hoy en día, el ciudadano boliviano se escandaliza menos frente a las denuncias de corrupción que hace diez años pero eso no tiene que ver con el gobierno sino con la tolerancia de la sociedad entera hacia los actos ilegales.

Y es que, aunque nos duela reconocerlo, la corrupción empieza en la base misma de la sociedad, en el colegio, allá donde una nota de aprobación ha dejado de ser el referente del rendimiento escolar para convertirse en una mercancía.

Todavía a fines del siglo XX, pagarle a un maestro para que apruebe a un estudiante con nota de reprobación era visto como un acto inmoral pero, poco a poco, se hizo tan cotidiano que ahora se ha convertido en una costumbre. Así, y solo así, se explica que haya padres de familia que hagan huelga de hambre para que sus hijos aprueben una materia.

La cotidianidad del pago o “reconocimiento” por acciones u omisiones está en las calles, allá donde hay que darle unos pesos al agente de tránsito para que se haga de la vista gorda frente a una infracción. Y así, entre vulneraciones y sobornos periódicos, la corrupción ha adquirido carta de ciudadanía y ya se mide en niveles: el empleado de menor jerarquía cobra unos pesos, su superior miles y las máximas autoridades pueden recibir millones. Así, y solo así, se explica que nueve de los 12 comandantes de la Policía que tuvo el gobierno de Evo Morales estén procesados por corrupción.

Por tanto, la ilegalidad ya no puede combatirse con leyes porque la realidad demuestra que estas se aplican discrecionalmente. Hay que cambiar las cosas desde la base, desde la escuela, pero, mientras dura el proceso, que será inevitablemente largo, es necesario que las autoridades demuestren que la corrupción es mala y tiene castigo. Eso significa castigar a los corruptos sin hacer excepciones.

Los padres tienen que comenzar a hablarles a sus hijos de lo perniciosa que es la corrupción y es lógico que no podrán hacerlo si ellos son los primeros en hacer modificar calificaciones en el colegio. Es preciso desterrar la cultura del favor y aprender a aceptar las cosas como se presentan. Si se asume esa actitud y se la mantiene, la lacra de la corrupción retrocederá en las aulas y ya no llegará a las calles.

En las instituciones públicas el proceso será igual de difícil porque la idea de que el beneficio ilegal es “normal” ha sido arrastrada desde el colegio. Por eso será importante predicar con el ejemplo; es decir, que sean las máximas autoridades ejecutivas las que primero demuestren una conducta ejemplar y sancionen los actos de corrupción después.

Si se aplica la ley del embudo, ancha para unos y angosta para otros, se estará dando un mensaje equivocado: el castigo no les llega a los poderosos. Bajo esa lógica, la única manera de demostrar que la ley es para todos es castigando a quien lo merece, sin importar qué tan afín sea al gobierno o a los gobernantes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

Surazo
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Francia, del terror al viraje hacia la derecha

Al finalizar el domingo muchos comentaban en las redes sociales la victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias de Venezuela, pero otro proceso electoral un poco más al norte daba también sus resultados: el Frente Nacional de Marine Le Pen lograba en las elecciones regionales de Francia un 30%, la mayor votación histórica de la ultraderecha. Una victoria aplastante a tal grado que en varias localidades los socialistas de Hollande decidieron retirar para la segunda vuelta a sus candidatos, quienes perdieron su situación de privilegio: de gobernar 21 de las 22 regiones metropolitanas solo conservarán 3 de las 13 que estaban en disputa. “La votación confirma las previsiones que los analistas no querían reconocer: el Frente Nacional es el primer partido de Francia pese a su escasa representación parlamentaria”, afirmaba Le Pen.

¿Por qué resultan preocupantes estos resultados? Porque Marine Le Pen representa el conservadurismo más rancio y radical de Europa, que incluye actitudes xenófobas, antieuropeas y antimigratorias que hoy en día florecen gracias al caldo de cultivo dejado por los ataques terroristas de Charlie Hebdo en enero y los del 13 de noviembre, que marcaron con sangre el calendario del 2015 en Francia. En octubre, la líder ultraderechista había comparecido ante un tribunal de la ciudad francesa de Lyon acusada de “incitar al odio racial” contra los musulmanes, un presunto delito que data de diciembre de 2010 cuando, a la vista de que algunas comunidades musulmanas rezaban en la calle los viernes, Le Pen afirmó: “Lo siento, pero para todos esos a los que tanto les gusta recordar la II Guerra Mundial, si se trata de hablar de la Ocupación, se podría comparar. Porque esto es una ocupación del territorio. Cierto, no hay blindados, tampoco soldados, pero es igualmente una ocupación”.

Años antes había tenido que lidiar con la nada disimulada xenofobia de su padre, Jean-Marie Le Pen, famoso por algunas declaraciones como “el señor ébola nos puede solucionar el problema de la inmigración en tres meses”. El líder y fundador del partido eventualmente fue expulsado por su propia hija para desmarcarse del voto radical y buscar atraer a un mayor número de votantes, cosa que consiguió con todo éxito en estos comicios: el 43% de los obreros votó por la ultraderecha, así como el 35% de los que tienen entre 18 y 24 años, que prefirieron el FN frente a opciones de izquierda (27%) y derecha (27%). También los asalariados (36%) han optado mayoritariamente por el partido de Marine Le Pen en la primera vuelta de estas elecciones en las que hasta el expresidente de derecha Sarkozy (pese a haber salido también beneficiado en la votación), ha advertido: “Les digo a quienes han votado por el Frente Nacional que escuchamos sus preocupaciones, pero no obtendrán respuestas de un partido cuyas propuestas empeorarán dramáticamente la situación del país”.

Si el año 2000 había preocupado el ascenso al poder del ultraderechista Jörg Haider en Austria, hoy gran parte de ese discurso radical es asumido casi con normalidad. Con una tasa de desempleo de 10,6% y una sociedad sacudida por los actos terroristas, Francia ahora lidia con la presencia política real de un partido que se ha movido de la toxicidad radical a la aceptación de la ciudadanía y, más preocupante aún, a la simpatía de los jóvenes, quienes no han hallado en los republicanos ni en los socialistas las respuestas ante la confusión política que vive su país y el momento de tensión reinante en Europa.

Interjecciones
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Inch, Barnadas y los historiadores “malditos”

En algunos casos ser malo no es tan malo; tampoco ser maldito. Hay malos —y malditos— fundamentales, cada uno puede elaborar su propia lista. En lo que me concierne postulo a dos que en el lapso de poco más de un año se han ido con su “maldad” a otra parte. Dos a los que, quizá por una secuela del síndrome de Estocolmo, he padecido gustosamente con todo el dolor del mundo.

Ella no era buena sino todo lo contrario. Era de esas personas a las que cuesta imaginarles amigos; concentrada de lleno en sacar la institución adelante, era una mujer implacable. No de otro modo supo domar los espíritus blandos de cincuenta ratones de biblioteca, mal pagados expertos en el trabajo suizo de mantener la entidad como un relojito. Ella tenía el genio de los inexorables. Como él, que era malo en serio.

Marcela Inch y Josep Barnadas se entendían muy bien. Ambos eran severos a la mala, condición sine qua non de todo historiador maldito que se precie. Ninguno de los dos tenía empacho en exhibir la impaciencia del perfecto, y, sabiéndolo, porque vaya que lo sabían todo, siempre pretendían de los demás aquello que en modo alguno hubiesen podido obtener de nadie que no fueran ellos mismos.

Con la fama de un ogro parecían sentirse cómodos… A ella trataba de recordarla con tristeza, porque se murió, pero no hay caso: en todos mis recuerdos aparece sonriendo. Y no tenía el mejor carácter del mundo.

A la licenciada Inch, como le decíamos por respeto pero más por temor, le sobraba eso —carácter— para conducir una institución exigente, de talla internacional, como el ABNB. Por eso tuvo no pocos roces con gente desacostumbrada a la presión de trabajar empleándose al máximo; por eso y porque, definitivamente, la humildad no era lo suyo.

Barnadas era peor: como “difícil”, lo calificaban con escasa imaginación quienes habían recibido la sentencia de coordinar con él la publicación de alguna de sus obras monumentales. Porque era “difícil”, infundía terror hasta para pensarlo del otro lado de la línea en una simple llamada telefónica.

Los historiadores en general forjaron una pertinaz acritud en la cerrazón de su biblioteca, a lo sumo, contagiándose unos con otros en la hermética sala de investigadores; ¿será que las páginas ocres de la Historia tuercen con sus atrocidades el carácter de un historiador? No voy a incurrir en el encomio fácil a los que ya no están. ¿Así que no hay difunto malo? Llegó la hora de desmitificar los refranes políticamente correctos.

En silencio cómplice aceptábamos sus métodos a veces feroces, quién sabe porque aun a ese costo intuíamos que ellos estaban contribuyendo a remover las estructuras mediocres de la sociedad. Este país —se me dio por pensar con su misma perversidad— necesita malos así. Malos tirando a malditos, como los poetas decimonónicos.

Ser malo, en algunos casos, es preferible. Y cada día me convenzo más de que los sufridores de esta casta de “malditos” acaban extrañándolos cuando no están. Hay dos razones para esto: el síndrome y el colmo de que hayan reemplazado a los malos por buenos... para la política.

Ser malo tiene un alto costo donde imperan la codicia del partidario y la hipocresía del bueno. Aún así, puedes ser el peor de todos pero, cuando dejas un legado, morirse no surte efecto: los historiadores malditos se han ganado su lugar de honor permaneciendo en la memoria con una doble y embriagadora condición de magníficos insufribles.

En el caso del ABNB —que tuvo directores notables—, con permiso de las personalidades que pasaron por allí, como el erudito Josep Barnadas, la gloria es cuestión de dos: de Gunnar Mendoza y también suya, licenciada Inch.

Dársena de papel
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