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El gobierno indígena del medio ambiente

Derechos indígenas y gobernanza ambiental (El caso de REDD+)

Inés Ayari

Se entiende por gobernanza ambiental al gobierno y administración del medio ambiente y los recursos naturales desde su consideración como un bien común mundial[1]. El vínculo entre esta y los derechos indígenas es el resultado notable de la creciente visibilidad de los pueblos indígenas en el ámbito internacional, así como la evolución de la participación indígena en las actividades de los organismos de derechos humanos internacionales, como las Naciones Unidas por ya más de tres décadas[2]. La afirmación de los derechos indígenas ha dado lugar a la creación de sucesivas declaraciones y tratados, lo que representa una importante expresión del consenso internacional para considerar las cuestiones relativas a las poblaciones indígenas.

En teoría, la gobernanza ambiental y los derechos indígenas son complementarios, ya que ambos incorporan la noción de protección de los recursos ambientales y naturales. También, es necesario poner énfasis en la correlación que existe entre los objetivos generales del desarrollo sostenible y la autodeterminación indígena, incluyendo la preservación de su identidad, aunque en la realidad esta relación sea más compleja. Por otro lado, la aplicación de los mecanismos de la gobernanza ambiental en trabajo de campo son considerados como intentos de imposición de un enfoque vertical que omite el rol de las comunidades indígenas.

Dentro de la gobernanza ambiental está incluido el programa de Reducción de Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD) que tiene como objetivo crear valor financiero del carbono almacenado en los bosques con el fin de reducir las emisiones de carbono; sabiendo que la deforestación y la degradación forestal son responsables del 20% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero liberados en la atmosfera. El principio es relativamente simple: los países desarrollados deben compensar a los países en vías de desarrollo por mantener sus bosques intactos, utilizando fondos y mecanismos basados en el mercado internacional.

Asimismo, el concepto de “REDD+” deriva de la ampliación de REDD, expresando la voluntad de la comunidad internacional de ir “más allá de la deforestación y la degradación  de los bosques, e incluir la conservación, el manejo sostenible de los bosques, y el aumento de las reservas forestales de carbono[3]” Muchos afirman que REDD+ es una iniciativa internacional prometedora para mitigar el cambio climático, y otros ven a este instrumento con un carácter controvertido.

El programa de REDD+ busca hacer “los bosques más valiosos cuando se encuentran todavía de pie que talados, mediante la creación de un valor financiero por el carbono almacenado en los árboles. REDD+ tiene el potencial de ser un programa de mitigación efectivo para contrarrestar el cambio climático…una solución que va más allá del carbono para atender las necesidades de los pobres, siempre y cuando integre en la planeación forestal existente un fuerte participación y compromiso de las comunidades que dependen de los bosques,[4]”.

Defensores de REDD+ sostienen la existencia de valor en esta forma de secuestro de carbono, con la cual se lograría un equilibrio importante entre la promoción de la conservación del medio ambiente y el desarrollo económico. Por otro lado, también existen críticas sobre REDD+, las cuales se basan en dudas sobre la intención verdadera del programa para mitigar el cambio climático. El hecho de que países industrializados paguen a los países menos industrializados para proteger sus bosques, mientras sigan cortando árboles y contribuyendo a la contaminación de carbono a través de sus actividades industriales, es tal vez la mayor muestra de falta de voluntad para acabar con las principales fuentes de emisiones. Otros arguyen que los países desarrollados son históricamente los principales contaminantes, y son estos los que deberían asumir responsabilidad por las consecuencias.

En la actualidad, existen muchos debates sobre justicia y deuda ambiental, mas no son fáciles de responder, ya que muchos de los bosques más importantes del mundo se encuentran en países en vías de desarrollo.

Aparte de estas controversias y cuestiones de gobernanza ambiental a nivel internacional, ya existen programas nacionales de REDD+  que tienen impacto en comunidades indígenas a nivel local. Los territorios de los pueblos indígenas a menudo cubren grandes porciones de tierras forestales, las cuales son la principal fuente de sustento de estas poblaciones. Sin embargo, solamente un 9% de los bosques en todo el mundo han sido reconocidos como propiedad de comunidades indígenas.

Desde el lanzamiento de REDD+, muchas interrogantes han surgido entre los pueblos indígenas tanto a nivel local como a nivel transnacional, y se ha enfatizado el hecho de que se han omitido las opiniones de los pueblos indígenas en su rol como administradores de los bosques restantes del mundo, y en particular por su estatus especial de titulares de derechos en el contexto de REDD[5]. De la misma manera, organizaciones civiles hacen hincapié en que la conservación de bosques  no debe ser en detrimento del enfoque de derechos humanos o servir como un atajo para no cumplir el Consentimiento Libre, Previo e Informado  (CPLI) de los pueblos indígenas en consultas previas.

Conclusión

Como mecanismo de mitigación del cambio climático, REDD+ tiene en teoría un gran potencial para beneficio de todas las partes, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones. La iniciativa podría ayudar a las comunidades indígenas a conservar su estilo de vida tradicional, y a la vez generar un nuevo tipo de ingreso económico. REDD+ incluso podría ayudar a garantizar los derechos de propiedad sobre sus tierras, los cuales han sido obviados hasta ahora, fomentando a los Estados a que jueguen un rol proactivo con un enfoque proteccionista. También existirían ciertos beneficios de reducir la dependencia de los pueblos indígenas de fondos económicos externos[6].

El impacto de las acciones de los pueblos indígenas tiene más fuerza  a nivel transnacional y aún permanece débil a nivel local, lo que se evidencia en la falta de respeto de sus derechos fundamentales por el Estado, como es el caso de la omisión de la consulta previa (CLPI). Por otra parte, las comunidades indígenas desconfían sobre la mercantilización de las reservas de carbono, la cual no considera sus propias necesidades y derechos, y mucho menos una distribución equitativa de los beneficios económicos.

Dado el nuevo valor económico asignado a los bosques, las comunidades a las cuales no se les ha reconocido formalmente el derecho de propiedad sobre sus tierras temen que sus solicitudes de formalizar este derecho se vean pospuestas o incluso totalmente ignoradas por el Estado, ante la nueva conveniencia económica que tendría para este el transferir las tierras a terceros interesados atraídos por las ganancias del programa REDD+.

Por lo tanto, las estrategias del programa REDD+ no pueden ser definidas sin la participación activa de las comunidades indígenas, en particular aquellas concernientes al monitoreo de los mecanismos de pago, los cuales necesitan ser descentralizados y basados en prácticas locales de acuerdo a sus instituciones territoriales. Para que REDD+ sea una herramienta eficiente de mitigación del cambio climático debe haber reconocimiento de la heterogeneidad de los territorios indígenas y sus sistemas sociales, así como su rol histórico en la conservación de los bosques y la biodiversidad.

Los bosques tienen otros valores para los pueblos indígenas aparte de las reservas de carbono, lo que también debe ser considerado en el diseño de los programas de REDD+. Uno de los requisitos esenciales para el éxito del programa REDD+ es el respeto total y efectivo de los derechos de los pueblos indígenas, enfatizando el derecho de otorgar o no consentimiento libre, previo e informado; mas no solo se debe tratar de otorgar el consentimiento sino de un verdadero empoderamiento a través de su inclusión en la aplicación y monitoreo en los procesos y gestión de recursos financieros relacionados con sus territorios.


[1] Launay, Claire; Mouriès, Thomas; Les différentes catégories de biens. Resumen y extractos del libro « La Démocratie en miettes » de Pierre Calame (2003)

[2] Strydom, H. (2013). Environment and indigenous peoples. In Max Planck encyclopedia of public international law (Vol. 11, III, p. 455). Oxford, England: Oxford University Press.

[3] (Programa de las Naciones Unidas sobre la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal en los Países en Desarrollo [ONU-REDD], 2009, párr. 2).

[4] Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza [UICN], 2013, párr. 2

[5] Stidsen S. (2009). Editorial: REDD and indigenous peoples. Indigenous Affairs, 1- 2/09, 4–9.

[6] Van Dam, C. (2011). Indigenous territories and REDD in Latin America: Opportunity or threat? Forests, 2, 394–414.

*Imagen extraída del Folleto informativo de las Naciones Unidas sobre los Derechos Indígenas. www.maderasdelpueblo.org.mex


Inés Ayari

La autora de nacionalidad belga-tunecina, estudió la licenciatura de Ciencias Políticas en la Université Libre de Bruxelles, ubicada en Bélgica, y en la cual también obtuvo su primer grado de Maestría en Relaciones Internacionales. Después de haber trabajado como consultora en recursos humanos en el sector privado, decide dedicarse al área social y ambiental, por lo que obtiene el Master en Gestión Sostenible de Recursos Naturales en la Universidad para la Paz, en Costa Rica. Entre otras experiencias, tuvo la oportunidad de trabajar en la organización no gubernamental Forest Peoples Programme, cuya sede se encuentra en Londres, y la cual se dedica a la defensa de los derechos de personas y comunidades que habitan en los bosques. 

Justicia y Participación
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Cuando la ley es pareja nadie se queja…

Comienzo este artículo agradeciendo la gran cantidad de mensajes recibidos en relación a mi columna “¿Quiénes se creen que son?”, casi todos indignados por la afrenta de algunos “chuteros” en contra del COA y el orden establecido.

Pese a que a algunos no les gustó, suscribo todo lo escrito. Incluso, pese a que un querido amigo dijo que por vez primera discrepaba conmigo, entendiendo que el “chuto” “es una herramienta de trabajo, una forma de ascensión  social, es orgullo, es pertenencia” y que “…su único pecado es ser "ilegal", pero de ninguna manera lo más ilegal, lo peor, lo más nocivo…”, justificándolo con una interesante argumentación comparativa: la lacra del narcotráfico, la venta de ropa usada contrabandeada, los negociados que se denuncian, las prohibiciones antojadizas, el manejo discrecional de las normas, entre otras.

Contesté que lo triste de ese análisis era que si se toleraba algo ilegal por ser “pequeño”, alguien reclamaría también el tolerar lo ilegal pese a ser “grande”. Reflexioné luego que ése es el gran problema con el ser humano que, al relativizarlo todo, hasta el matar justifica como algo necesario, siendo que el fin justifica los medios. Creyente como soy, no estoy de acuerdo con ello, pues para Dios las cosas son blanco o negro y bueno o malo, por lo que, para evitar el caos, la Ley debe ser respetada por todos, empezando por las autoridades.

Por tanto, si la pobreza induce a hacer del chuto una herramienta de trabajo, ¿por qué no pensar en crear empleos para los propietarios que los entreguen, con el enorme dineral que generaría su fundición o exportación como chatarra?

Concluyo con esta reflexión de un lector que prefirió mantener el anonimato: “Si el ganarse la vida justifica actuar fuera de la ley, entonces la ley está demás (…) los cooperativistas (mineros clandestinos asociados) no pagan impuestos ni regalías, no necesitan estudios de evaluación de impacto ambiental y menos demostrar  responsabilidad social (…) tampoco pagan impuestos los cocaleros, los gremialistas, los taxistas y minibuseros, menos si sus vehículos son chutos. Pero los demás pagamos todo tipo de impuestos, patentes, registros y debemos hacer trámites en el gobierno central, departamental, municipal (…) pagar beneficios, dobles aguinaldos incluso si no hay utilidades (…) un castigo a quien quiere trabajar dentro de la ley y un premio a quien trabaja al margen, asociado a prejuicios de clase y origen étnico”. Clarísimo: ¡cuando la ley es pareja, nadie se queja!

(*) Economista, Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 27 de agosto de 2014

 

Buscando la Verdad
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Cuatro historias del narcotráfico en Cobija

La flota que coronó

En la capital pandina abundan los prestamistas y no es un secreto para nadie que cada día circula más dinero. Por su tipo de servicio, estos ciudadanos llegan a conocer, de manera directa o indirecta, movimientos económicos de todos los colores. Legales e ilegales, cuestionables o nobles. Peligrosos, rutinarios y un largo etcétera.

Un fin de semana en el primer trimestre de este año, algunos de ellos fueron sorprendidos por una seguidilla de visitantes que acudieron a pedirles al menos unos pares de miles de dólares. El motivo: Una flota con cincuenta kilos de pasta base “coronó”. Así dicen los narcos cuando uno de sus cargamentos llega a destino. Ese día, muchos de los que están metidos en el negocio en Cobija querían sacar su tajada de aquel envío, pues sabían que si pagaban 800 ó 1.000 dólares por cada kilo al menos duplicarían la inversión en la reventa a los brasileños.

¿Por qué tantos querían ser parte de esa repartición con tanta urgencia? Por la escasez que atravesaban en esas semanas. Casi no había producto disponible y los compradores brasileños ya estaban más que impacientes. Las lluvias interminables (fenómeno de La Niña) cerraron casi todas las rutas terrestres que abastecen con regularidad a los intermediarios en Pando desde las selvas de Perú. La “merca” estaba lista, pero no había forma de hacerla llegar desde el VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro) hasta Cobija para negociarla allí con los clientes que llegaban desde el país que es el segundo mayor consumidor de cocaína del mundo. Mientras tanto, casi todo el clorhidrato de cocaína y la pasta base para producir crack que ingresaban a territorio brasileño llegaban gracias a los narcovuelos.

La desesperación por la falta de movimiento hizo que los proveedores peruanos se arriesguen algo más de lo usual y manden un envío de esas magnitudes (50 kilos no se esconden con facilidad) en un vehículo del transporte público a través de Apolo. No era la primera vez que lo hacían, tampoco fue la última.

Esa mañana de sábado, muchos prestamistas se quedaron sin un peso. Los narcos les dejaron joyas, autos, motos y cuanto objeto de valor encontraron para llevarse todo el efectivo disponible. Sabían que era un negocio seguro. En los días siguientes, los brasileños se llevarían el producto, los peruanos recibirían el pago por la encomienda que coronaron, los intermediarios bolivianos se quedarían con la ganancia de la reventa y los prestamistas recuperarían su plata más los intereses. La vuelta estaba completa. Todos ganaron. En Sao Paulo y Rio de Janeiro celebraron también.

La cámara escondida

Los operativos no tardaron en producirse después de que algunos rostros y fachadas de casas de traficantes cobijeños quedaron expuestos por un medio brasileño, a principios del año pasado. De las seis personas que el canal paulista Sistema Brasileiro de Televisão (SBT) exhibió, cuatro terminaron detenidas y dos tuvieron que irse de la ciudad para tratar de seguir en el negocio en poblaciones de Beni. Las dos casas que aparecen en el reportaje fueron identificadas e intervenidas.

Ahora los narcos guardan el video de ese reportaje tramposo en sus computadoras para mostrarlo a todos los que pretendan hacer algo similar. No quieren que otro medio de comunicación los vuelva a engañar con cámaras escondidas que muestren sus puntos de venta o centros de acopio. Mucho menos sus caras. El movimiento de cocaína y pasta en la región amazónica no es nada nuevo y por ello no son pocos los equipos periodísticos de Brasil, Europa y Bolivia que se trasladan hasta el lugar. Encontrar a los traficantes no es muy difícil. Sólo tienes que preguntar a las personas indicadas o subirte al mototaxi correcto.

Al igual que con todo el mundo, para los narcos de mayor antigüedad y jerarquía no es ninguna novedad tratar con medios de comunicación. Ellos son los que mandan, ponen las condiciones, definen las fechas y forma en la que se realizará el trabajo y, en algunas ocasiones, acuerdan un eventual pago por abrir las puertas de su negocio al periodismo. Los pandinos aprendieron la lección y ya no aceptan que se hagan tomas exteriores, en especial si se trata de sus casas, depósitos o puntos de venta. Tampoco permiten que los periodistas lleguen en vehículos particulares a los lugares donde se produce toda la acción, ellos los recogen en motos. Antes de cerrar el trato, les muestran el video del reportaje brasileño para asegurarse que no se repetirá la historia. En ese momento les piden la garantía de que no serán engañados.

Los traficantes de esta región no tienen nada que ver con los “traquetos” que se ven en las novelas colombianas. No tienen cuentas en Twitter o Instagram donde presumen sus piscinas, armas o sus fajos de dinero, como los mexicanos. Los que se mueven por Pando y Beni también pueden tener quintas o haciendas en mitad de la selva, pero cuando están en las ciudades prefieren el bajo perfil. Nada de cadenas de oro, anillos excéntricos en todos los dedos o carros importados de lujo. De hecho, pasan la mayoría del tiempo en las barriadas donde crecieron y abandonaron la pobreza. Si quieren festejar, agarran su avioneta y se van a pasarla bien a Buenos Aires o a Rio de Janeiro, donde apenas son uno más del montón. Por eso no son famosos. No tienen ningún interés en que alguna orquesta les dedique canciones. Y cuando se aproxima un periodista, prefieren evitar la tentación de presumir. A diferencia de los “duros” de Medellín, Cali, el Valle del Cauca, Sinaloa, Tijuana o Juárez, ellos no permiten que su ego los domine. Los guía la desconfianza. Mucho más después de que vieron lo que pasó con los “pinches” que se dejaron engañar y filmar para ese reportaje de la SBT.

 

El  GPS

Todos recuerdan los primeros meses de 2008. Cuando era mejor no salir ni a comer a los restaurantes porque era el lugar favorito de los sicarios para culminar con el ajuste de cuentas. Mientras más gente veía el asesinato, mejor. El mensaje llegaba más lejos.

La ofensiva de las pandillas de sicarios armadas por los narcos en Cobija estaba fuera de control hace seis años. Más de 40 personas fueron asesinadas en un semestre en calles muy concurridas, paladares a pleno mediodía y discotecas llenas de gente. Los volteos en la zona fronteriza con Perú se producían cada dos o tres días y eso tenía a todos en pie de guerra. Transportar las mochilas con la “merca” era una actividad de alto riesgo y por eso cada grupo comenzó a reclutar más y más sicarios, además de tratar de armarse mejor que los otros. No era para menos, algunas de las rutas terrestres más prósperas del tráfico en la región estaban en juego.

Antes de la llegada del GPS, los mochileros peruanos y bolivianos buscaban puntos de referencia fuera de la selva para entregar sus paquetes. Las pequeñas ciudades de Bolpebra y Soberanía eran dos de sus lugares de encuentro más frecuentes. En esta última localidad no hay control posible. Antes y ahora, más de una autoridad nacional o local tuvo que salir del lugar casi a las carreras para evitar agresiones o ataques. El narcotráfico está asentado allí hace más de veinte años.

 

 

Ahora el movimiento se realiza en la selva. Los peruanos dejan las mochilas enterradas y una seña para identificar el lugar. Horas o días después, los bolivianos hacen la incursión con las coordenadas precisas y guiados con los GPS. Al principio tenían que abrir la trocha con machetes. Ahora ya tienen varias rutas transitables entre las espesuras del monte. Cuando encuentran la marca, desentierran los paquetes y los llevan hasta la carretera más cercana. Allí estarán motociclistas a la espera de recibirlos para llevarlos a Cobija a toda velocidad. Si no hay necesidad de encender linternas o los focos de las motos es mejor. La luz es delatora y en esa zona es donde se realizan la mayoría de los volteos. Por eso todos van armados. Mejor si algo borrachos y drogados también. Ellos dicen que así no les faltará el valor.

No faltan los valientes o desesperados que entran al negocio por necesidad y se aventuran en el monte sin protección ni tecnología. Por llevarse 25 kilos de pasta enterrados en una mochila en algún punto de la selva, caminan hasta tres días sin armas ni escolta. Si coronan, seguramente beberán toda la noche porque su vida empezará a cambiar. Si los encontró una banda de volteadores en mitad del camino, tal vez no verán el amanecer del día siguiente. Son las reglas del juego.

La segmentación del negocio de la droga  y el desmontaje paulatino de los grandes cárteles en toda la región ha hecho que cualquier muchacho pueda ingresar en el circuito como mochilero o intermediario minorista en Colombia, México, Perú o Bolivia. El riesgo es elevado y casi siempre los más pobres llevan las de perder. Mientras menos tengas, más bajo será tu nivel en el negocio y consecuentemente más alto será el riesgo al que te expones. Las mulas, mochileros, vendedores al menudeo, distribuidores, cobradores y los sicarios siempre están más expuestos a ser detenidos por la Policía o a que una bala enemiga termine con sus vidas. En cualquiera de los dos casos, los peces gordos no tendrán mucho de qué preocuparse. Por ese flanco, ellos están blindados.

La mano de obra barata abunda y, por lo general, los rangos bajos no saben de quién es la merca que mueven, ni quién controla el mercado al que la revenden. Los muchachos que entran al monte con sus GPS por lo general son de una organización accesoria o subalterna. No saben ni para quién trabajan y son poco menos que prescindibles. Todo está terciarizado y eso favorece (más) al mercado y a los capos. Son las nuevas reglas del juego.

Las motos

Pasear en moto a buena velocidad por las calles de Cobija es un alivio del calor intenso que puede convertir cualquier caminata en un calvario y conversar con los mototaxistas es la verdadera llave para acceder a los secretos e historias incómodas de la ciudad. Son dos motivos más que válidos para transportarse por esta vía.

Fueron mototaxistas los que llevaron a los sicarios brasileños y peruanos que se mimetizaron entre los cívicos para disparar contra campesinos en Porvenir en septiembre de 2008. De hecho, más de uno de ellos cruzó la frontera en aquel entonces para esconderse en Brasil ante el estado de sitio dictado por Evo Morales. Si alguien sabe toda la verdad sobre lo que sucedió hace seis años, probablemente pertenezca a ese gremio.

Ningún movimiento político en la historia reciente de Pando prescindió de ellos a la hora de buscar votos y presencia en las calles. Su peso específico no es fácil de descartar. Tienen bases numerosas, disciplina y capacidad de movilización. Lo sabía ADN y ahora lo sabe el MAS. Ellos le toman el pulso diario a la ciudad. Saben con exactitud donde viven los contrabandistas más prósperos y cómo funcionan los negocios turbios en la capital pandina. Cuando falta la gasolina o cualquier otro producto, hay que buscarlos a ellos. La mayoría vive de llevar y traer personas a cambio de cinco bolivianos por la carrera, sin embargo en sus filas también existen traficantes, tratantes, proxenetas, extorsionadores, sicarios, cobradores y vendedores. Por eso no pocos de ellos ahora están presos o muertos.

Ellos vieron cómo crecieron las bandas de narcotraficantes en la ciudad. De cómo casitas precarias comenzaron a usarse como depósitos improvisados para ocultar unos kilitos, hasta el tiempo de los GPS, las mujeres reclutadas y prostituidas a cambio de motos o celulares, las armas, la pornografía infantil, los bingos en los barrios, las fiestas, los regalos, los contactos con las grandes organizaciones brasileñas y la guerra entre las bandas.

Una de las historias que más circula es que los narcos renovaron el parque de todo un sindicato de mototaxistas para asegurar su lealtad. No sería el único beneficio que algunos de ellos obtendrían. Son estos choferes los que llevan a los brasileños a los puntos de venta de pasta y clorhidrato “al por mayor”. En algunos casos porque son parte del negocio, en otros por una comisión de la venta. También ellos son los que pueden orientar a cualquier muchacho o visitante dónde puede comprar marihuana, cocaína y otros derivados mucho peores como el bazuco para consumo personal.

Este último es el residuo de la coca (después de que ya se produjo la pasta base) mezclado con otros productos nocivos. Ya no sólo se usa en las villas miseria de Buenos Aires y las favelas de Sao Paulo, ahora también acaba con la salud de jóvenes y adolescentes en Cobija. Los mototaxistas saben dónde conseguirlo. Dicen que circula en las madrugadas en dos puntos de la ciudad y que los muchachitos se van a las huertas y montes escondidos en las afueras de Cobija para consumirlo.

Entre charla y charla, las historias se conocen de a poco. Casi nadie en la capital de Pando se niega a reconocer que el narcotráfico se ha vuelto un fenómeno cada día más evidente. Es un relato demasiado viejo como para que alguien insista en cerrar los ojos. Un secreto a voces de hace más de dos décadas que cada vez es más visible. La violencia de los últimos años es prueba de ello. Las grandes casas que se construyen en barrios alejados del centro cobijeño también.

(Y sin embargo, todo lo que por ahí se mueve es tal vez insignificante frente a la droga que circula por vía aérea a través del corredor Perú-Bolivia-Brasil. Ese será el tema de nuestra siguiente entrega)

El blog de @ivanbor
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El sentido de la vida

El ser humano en las diferentes etapas de su vida, probablemente desde la adolescencia, se pregunta, implícita o explícitamente, que tiene que hacer durante su vida. Esta es una pregunta permanente que busca respuesta. ¿La vida tiene un solo sentido? Probablemente, no. Tiene varios, no sólo en un periodo sino durante toda la vida. El principal sentido de la vida va cambiando en la medida que avanzan los años. En la juventud una de las principales motivaciones es el enamorarse, puede también ser el deporte e igualmente el capacitarse, mejor si es a nivel universitario. Estos diferentes propósitos no son incompatibles, pueden convivir, pero cada persona dará mayor o menor importancia a cada uno de ellos.

Cuando el hombre/mujer es libre, entonces, le da su propio sentido. Cuando se habla de libertad es importante destacar la libertad de pensar, que es consubstancial al hombre. Que esta libertad pueda ser manipulada por las costumbres, la cultura, los prejuicios y por la misma “educación”, es posible. Sin embargo, el humano es libre para pensar. A  partir de aquí se puede explicar la grandeza del desarrollo de la humanidad desde su aparición en la tierra.

En el pasado el esclavo estaba obligado a darle sentido a su vida trabajando de manera obligatoria sin ninguna remuneración. A cambio de su trabajo el patrón le otorgaba los bienes imprescindibles para su subsistencia. El aristócrata, que vivía del trabajo del esclavo, le daba sentido a su vida en el mundo de las artes, letras, música, filosofía, política, la guerra; tenía abundante tiempo para pensar, si no se dedicaba a alguna de estas actividades probablemente podía enloquecer. El no hacer nada en la vida es la forma para ser permanentemente “infeliz”. Pregúntese usted, que sería de su vida si no realiza sus actividades, muchas de ellas ya rutinarias.

¿Qué es la felicidad? Este es un término muy vago, la gente suele asociar al placer, a sentirse bien, contento, alegre, tranquilo, sin preocupaciones. Se suele definir como el estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo. Para Niestche, el ser humano no fue concebido para la felicidad, sino que estaba destinado a sufrir. Si por felicidad se entiende un “estado emocional” cuando se cree haber alcanzado un objetivo/meta deseada, entonces, por principio la felicidad es momentánea, no es permanente. Si la felicidad se entiende por paz interior esta puede ser más prolongada, pero tampoco permanente. De igual manera, es momentánea, si se la entiende como satisfacción y alegría. Si se entiende por “sentirse bien”, la felicidad es un hecho más prolongado, pero no durable, porque las personas en algún momento se “sienten mal”. Si felicidad es la autorrealización, querría decir que se es feliz cada que se alcanza un propósito buscado.

En el mundo moderno, donde ya no hay esclavos, cada uno es libre de elegir el propósito de su vida. Si usted tiene asegurada la satisfacción de sus necesidades básicas, puede realizar cualquier otra actividad, aunque no le reditúe ningún ingreso. Claro está, esto es sólo posible si tiene asegurada la satisfacción de sus necesidades. Una forma es que realice algún trabajo para obtener estos imprescindibles ingresos, otra es que algún familiar o amigo le de y, por último, que usted tenga la suerte de provenir de una familia adinerada, por lo que usted puede vivir muy bien sin necesidad de trabajar, ya que tiene asegurado su bienestar económico por las rentas que recibe al ser propietario de un capital, que usted lo heredó.

La libertad de pensar lleva a la humanidad a la libertad de acción. En esta libertad de acción se concreta el sentido de la vida. El hombre tiene que realizar cualquier tipo de actividad, sea familiar, religiosa, política, militar, artística y/o económica.

Es tan fuerte la búsqueda del sentido de la vida que incluso hay quienes llegan al fanatismo y a la total intolerancia. Esto fundamentalmente se presenta en el mundo religioso. La religión es buena pero es una plaga cuando sus adeptos se fanatizan. En nombre de su dios se convierten en “terroristas”, se inmolan matando a inocentes. El nacionalismo tiene sus orígenes en la tribu. Hay una tendencia a tener un sentido de vida en la comunidad donde uno vive, lo cual hoy se ha ampliado a lo que denominamos nación. En su nombre se han vivido las más sanguinarias guerras. Así como hay gente joven que le da sentido a su vida ejerciendo el deporte, hay otra que también le da matando a su prójimo; esto se ve en los jóvenes revolucionarias, que se han fanatizado con la ideología socialista, o los otros que van a la guerra. La acción entre el guerrillero revolucionario y el soldado que va a la guerra es la misma. La diferencia estriba en que el primero lo hace por fanatismo, el segundo actúa obligadamente.

La Paz,  25 de agosto de 2014

 

*Profesor Emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas

 

 

Economía de Mercado
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Los fondos reservados

Todo Estado usualmente cuenta en su presupuesto nacional con un capítulo referido a los “gastos reservados”, es decir aquellos fondos que se manejan discrecionalmente por el alto gobierno sin tener que rendir mayormente cuentas de su empleo.

Esos fondos generalmente son destinados a gastos urgentes, sin que pasen por los controles ordinarios, y casi siempre están destinados al pago de servicios de inteligencia militar y policial.

En los años 60 Bolivia detuvo a un general de su ejército al que acusó de entregar documentos confidenciales al gobierno chileno. El coronel Claudio San Román, jefe de la policía política, se había apoderado de documentos de la embajada chilena en La Paz para llegar a tal conclusión.

Nunca se supo quién fue el que le facilitó la operación por la que San Román pagó un buen dinero de los fondos reservados, Otras veces esos recursos fueron a manos de ilustres bolivianos muy necesitados de una discreta ayuda.

Lo usual, al término del año fiscal, según lo reveló el ex ministro de Hacienda, Augusto Cuadros Sánchez, era que él titular de la cartera y el Presidente, sin más testigos, revisaran esas erogaciones y destruyeran los recibos. Primaba la buena fe de los gobernantes.

Eso que era tradicional en la administración pública fue prostituyéndose con el paso del tiempo, sobre todo en los regímenes militares cuando los gobernantes apelaban a esos fondos para comprar conciencias, sobornar a dirigentes sindicales, premiar con sobresueldos a los favoritos de la hora.

El presidente René Barrientos Ortuño fue pródigo en el uso de los “fondos reservados”. Su sorpresiva muerte en un accidente de aviación evaporó cualquier atisbo de averiguación sobre los fondos que manejaba discrecionalmente especialmente entre los campesinos quechuas.

En la opinión pública fue creciendo un sentimiento de aversión al acceso de los gobernantes a esos “recursos” en los años que siguieron a la etapa de la “Revolución Nacional”.

Cuando Evo Morales accedió a la Presidencia hace casi ya 9 años su promesa fue que eliminaría la existencia de tales recursos. Escribí que era una promesa que no la cumpliría, porque sencillamente no era posible. El Estado siempre necesita de fondos de libre disponibilidad. Otra cosa era que se hicieran más amplios los controles.

Ni lo uno ni lo otro. Morales, como ningún otro presidente en la Historia de Bolivia, ha recibido cuantiosos recursos abierta y encubiertamente y hasta ahora nadie le ha pedido cuentas.

Apenas elegido, Hugo Chávez, le obsequió en cadena de radio y televisión $30 millones. Puso a su disposición helicópteros y aviones para sus desplazamientos y le regaló, además, $5 millones para el mejoramiento de los cuarteles militares.

Poco antes de la muerte de Chávez, Morales anunció que Bolivia ya no recibía donaciones de Venezuela (como las 60 ambulancias exhibidas en un estadio) y que se manejaba con recursos propios. Pueda que sea, aunque Morales sigue obsequiando fondos a alcaldías rurales.

Que yo sepa, nadie hasta ahora ha pedido a Morales que rinda cuentas de lo que ha hecho con los fondos gratuitos venezolanos (y de otros países), que no son otra cosa que los “gastos reservados” de gobierno. ¿Será que por esto se niega a debatir con sus opositores de cara a las elecciones del 12 de octubre?

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI; EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de la ANF de Bolivia.

 

Tierra Lejana
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David Harvey no es Harley Davidson

Días atrás, en esos paseos que suelo meterle por el Prado paceño, me topé con un afiche que anunciaba la llegada de Harley Davidson. Sorprendido a golpe de vista, me detuve a ver de qué se trataba, en segundos me imaginé una exposición motoquera, leyendo más de cerca me di cuenta que anunciaban una conferencia magistral, entendiendo de que podría tratarse de una movida de cilindradas, volví a leer con atención y descubrí con gusto que anunciaban la llegada de uno de los teóricos de la izquierda más contemporánea que suele dedicarse a radiografiar al neoliberalismo mundial.

Debo confesar que mi inicial confusión me arrancó una carcajada, memoricé la hora y el lugar de la charla y me preparé para asistir, fue el miércoles en la noche en el Banco Central de Bolivia, supuse que debería ir temprano, la asistencia a estas conferencias suelen convocar a mucha gente y en la puerta se instala una larga fila. Antes de ir a la charla, me entraron las dudas, el cielo estaba oscuro y el frío me proponía quedarme en casa, pero no, abrigado y preparado para el mal clima, me lancé al éxito. Cumpliéndose mis primeras expectativas la cola era inmensa, mientras avanzábamos hacia el control policial, con detector de metales incluido, una persona se me acercó y me preguntó para qué era la fila, estuve tentado a responderle que se trataba de un evento religioso, pero decidí decirle la verdad, que se iba dar una charla política, el sujeto de terno, me respondió con un peyorativo “ahh” y se marchó sin dar las gracias.

Una vez dentro y luego de sortear a la paranoide vigilancia, nos entregaron unos audífonos por los cuales se iba transmitir la charla traducida al español, Harvey la daría en inglés, dejando mi carné de prenda, me instalé en el mezzanine, con el auditorio atiborrado arrancó la conferencia, en la testera, el Vice, Harvey y un comentarista gaucho. El teórico arrancó la charla señalando que está en deuda con Bolivia, porque en uno de sus libros, Ciudades Rebeldes, habla sobre nosotros, se refiere a El Alto (La Guerra del Gas) y por supuesto Cochabamba (La Guerra del Agua) y sin anestesia arrancó su intervención hablando sobre el origen del capital, el neoliberalismo en la historia y las distintas formas que inventaron para crear mercados e invertir el excedente en busca de más ganancias.

En plena charla, me puse a observar a los asistentes, a lado mío había una muchacha con su laptop, anotaba todo lo que decía la traductora por los audífonos, a la vez creo que tuiteaba algunas frases célebres del filósofo, moviendo constantemente la cabeza en forma afirmativa, cuando terminó la charla, se puso de pie, fue la única alrededor y aplaudió a Harvey efusivamente. A mi izquierda se encontraba un amigo periodista, comentábamos los puntos contradictorios que citaba el profesor con el Proceso de Cambio, llegado un momento, casi al final de su intervención no pudimos dejar de sonreír cuando el anticapitalista se convirtió en un gurú económico planteando distintas formas comunitarias para liberarse de la presión monetaria que impone la doctrina neoliberal.

Hubo momentos en los que perdí el hilo, cuando hablaba sobre las ciudades rebeldes, las que se enfrentaron al sistema, me puse reflexionar entonces que también debería tomarse en cuenta a la ciudades sonoras, el auditorio no dejaba de vibrar y emitir sonidos: tu-tú, té-ti-ro-ré, ti-ru-ri-rá, debido a los timbres que acompañan a los nuevos celulares que indican con precisión si uno acaba de recibir un tuit, un WathsApp, un email, un mensaje clásico o una llamada. Llegando al final, una vez más me evadí, considerando hacer un cómic, sobre la conspiración de la privatización en Bolivia, al mejor estilo de los Protocolos del Sión, de pronto me detuve, al considerar quién sería el héroe y quienes los villanos, no lo pensé mucho, me di cuenta que bien podría tratarse de una trama digna de los “Inhumanoids”, unos seres que de tan aburridos que están se dedican a conquistar mercados, digo planetas, como si el mundo fuera una colección privada de motocicletas, al regresar a casa, le comenté a mi hijo lo mucho que extrañaba mi moto en La Llajta.

Anatomias
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Por qué falla la ley en contra de la violencia a la mujer

Ana V. Zambrana Gamarra

Fue grande la expectativa de la población y la sociedad civil al aprobarse la ley 348 en fecha 09 de marzo de 2013, un día después del muy simbólico Día Internacional de la Mujer, y la cual se suponía iba a representar un avance en el tema de lucha contra la violencia sufrida por la mujer. Claro está que aunque la ley haya significado un avance importante en materia legislativa, la realidad es otra, y la violencia sufrida por las mujeres no solamente sigue vigente sino que ha aumentado, lo cual es respaldado por el informe nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV) que manifiesta que entre los meses de julio 2013 y enero 2014 se registraron nada menos que 21.000 hechos de violencia, de los cuales el 80% fueron hechos en contra la mujer.

Sin embargo, existe una enorme brecha entre el número de denuncias y el número de casos que llegan a formalizarse en querellas o imputaciones en contra de los agresores por fiscalía; y mucho menos número de casos que llegan a juicio y terminan con  una sentencia condenatoria. Según el reporte del representante del Ministerio Público, José Ángel Ponce “En Pando hubo 9 sentencias, en Santa Cruz 2, en La Paz 5, en Potosí 13, en Chuquisaca 1, en total 30 sentencias. Del total de casos, tenemos 344 salidas alternativas, 1.291 imputaciones, 185 causas con acusación en trámite y cerca de 10.000 que ingresaron en la aplicación de la Ley (348)”[1]. Por lo que estaríamos hablando de un porcentaje menor al 9% del total de denuncias presentadas.

Entonces la población se pregunta dónde esta la desconexión, en que parte del proceso se ve truncado el derecho de la mujer a ejercer una vida libre de violencia, cual es el fenómeno social, institucional o estatal por el cual la Ley 348 no pase simplemente de ser una ley ornamental, pese a su carácter punitivo. Muchos otros expertos y políticos se suman a la opinión de la población arguyendo que hacen falta más recursos económicos, más personal especializado, apoyo psicosocial para las víctimas en el proceso judicial y otros tantos.

Personalmente y en esta ocasión quisiera referirme a esta desconexión entre la realidad y la ley, entre el número de denuncias y la efectividad verdadera del órgano judicial en resolver las mismas. Si bien es cierto que el Estado necesita de cierta capacidad institucional para cumplir su mandato, esta no garantiza el cumplimiento efectivo de la ley ni el cambio social. El fenómeno de incapacidad del órgano judicial en Bolivia no es la falta de recursos sino la utilización ineficiente de los recursos existentes, y esta no es responsabilidad de una mala administración sino de una administración inexistente. Modelos judiciales de la región, como el caso de Costa Rica, Ecuador, o Perú han demostrado la explotación eficiente de recursos humanos y materiales en su sistema de administración de justicia con simplemente separar las funciones jurisdiccionales de las funciones administrativas.

Nuestro sistema judicial atribuye al juez infinidad de competencias incluso impropias de su envestidura jurídica, como la contratación de personal, almacenamiento seguro de pruebas, administración de la gestión judicial administrativa entre otros; asimismo, los funcionarios judiciales de apoyo como el secretario tiene que ingeniarse en materias como contabilidad o seguridad; y hasta al mismísimo oficial de diligencias se le exige tener  formación jurídica cuando sus funciones son más bien asegurar la presencia de la persona notificada al acto judicial, para lo cual existen empresas o incluso personas más idóneas para tal tarea.

La Ley 348 puede ser más punitiva para el agresor, puede contemplar más tipos de violencia en contra de la mujer, puede reconocer más garantías y derechos, pero básicamente corresponde a un modelo judicial penal, y se rige por el procedimiento dispuesto en el Código Procesal Penal, que es el mismo que para otros delitos. La Ley 348 garantiza la no revictimización de la mujer víctima de violencia pero no asegura un proceso judicial expedito, y con esto se condena a la mujer a sufrir un largo y tedioso proceso penal.

Ahora, el Ministerio de Justicia y el Consejo de la Magistratura se proponen un pronto diseño y posible implementación de los Despachos Judiciales y Fiscalías especializadas en delitos de violencia contra la mujer, tal cual contempla la ley, y bajo todos los estándares internacionales de garantías para la mujer. Sin embargo, y vuelvo a repetir, la gestión judicial será la misma y por lo tanto igualmente ineficiente. Recientemente, se aumentaron 150 nuevos fiscales a los 438 existentes para aliviar la carga procesal y disminuir la tardanza en los procesos[2], más aún no es visible el cambio y la mejoría prometida; esto tiene raíz nuevamente en un pobre manejo administrativo de recursos humanos.

El modelo de gestión del Ministerio Publico en el país es el de manejo de una cartera de causas, lo que significa que un fiscal maneja un sola causa de principio a fin (en teoría), ya es sabido que un proceso penal debería durar hasta dos años, sin embargo la duración es más larga y en ese lapso la causa pasa de manos de un fiscal a otro, lo que hace que solamente en el proceso administrativo del traspaso de la causa se tarde entre 3 a 6 meses. De nuevo, nuestros pares sudamericanos nos enseñan modelos más eficientes de trabajo con ese mismo número de fiscales, llamado modelo de rotación de roles, que consiste en “un adecuado sistema de turnos a través del cual los fiscales se hagan cargo colectiva e indistintamente de ciertas etapas del procedimiento, lo que maximiza el empleo del tiempo y los recursos – siempre escasos- de la institución…y permite un paulatino acercamiento de los fiscales nuevos con las diversas etapas”[3].

Finalmente, la Defensoría Penal Pública quedo en el olvido para los legisladores de la ley 348, que prefirieron omitir la regulación del trabajo de 75 defensores en todo el país (18 para La Paz y el Alto[4]) en los juzgados especiales. Para el sistema procesal penal, el trio del juez, fiscal y defensor es obligatorio, y sin la presencia de alguno en audiencia esta se suspendería. Aunque la ley en contra de la violencia a la mujer sea muy punitiva para el agresor, la defensa es un derecho constitucional y es de carácter obligatorio. Una suspensión de audiencia, por la inasistencia del defensor vulnera nuevamente el derecho de la víctima; por lo tanto, una vez más hablamos de que no se contempla un hecho administrativo de manejo de personal, y que la garantía a cualquier derecho debe asegurarse con una gestión eficiente de los recursos ya existentes, en especial en los casos de violencia en contra de la mujer por su condición vulnerable en nuestra sociedad.

“La justicia tarda pero llega” dicen, en esos términos para nosotras las mujeres la tardanza ya es la injusticia.

 

 


[1] Correo del Sur. http://correodelsur.com/2014/03/08/9.php Ingresado el 18 de agosto de 2014.

[3] BAYTELMAN, Andrés. La fiscalía del crimen del Bronx (en busca de elementos para la futura fiscalía del crimen en Chile). Ministerio Público. Revista Pena y Estado. 1997

[4] http://www.laprensa.com.bo/diario/actualidad/seguridad/20121218/hay-18-defensores-publicos-en-la-paz_39889_63988.html Ingresado el 18 de agosto de 2014

**La foto fue extraída de la página web www.prensalibre.com "Aumentan el número de feminicidios"


 

Ana V. Zambrana Gamarra

De profesión abogada, con el grado académico de Magister de Artes en Estudios Internacionales de Paz por la Universidad para la Paz por mandato de las Naciones Unidas, ubicada en Costa Rica, trabajo en proyectos de desarrollo comunitario, protección de derechos humanos y acción humanitaria en organizaciones no gubernamentales en Costa de Marfil y Colombia. Delegada de la sociedad civil ante las Naciones Unidas en la Reunión Bienal para tratar el Programa de Acción contra el tráfico de armas. Becada en el programa internacional de liderazgo por la Universidad de Georgetown. Actualmente cursa la certificación internacional de Gestión de Proyectos de la Universidad de Toronto, Canadá y es Coordinadora de Proyectos del Centro de Estudios sobre Justicia y Participación, organización no gubernamental dedicada a la democratización de la justicia, gestión de seguridad, promoción de la cultura de paz y control de armas en la ciudad de La Paz, Bolivia. Twitter: @ani_zg

Justicia y Participación
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Sophia Calvo Aponte (In Memoriam…)

Conmoción, sufrimiento, indignación, rabia y deseo de venganza, es lo que vi en las redes sociales luego del macabro crimen acaecido en Santa Cruz de la Sierra el 15 de agosto de 2014. Sophia Calvo Aponte, una joven de 26 años, destacada médico y ex alumna del Colegio Alemán, fue asesinada por un guardia de seguridad que de noche la interceptó, apuñaló y estranguló en un parqueo.

No siendo éste el único caso sino otro más en una sucesión de muertes que enluta a familias pobres y ricas indistintamente, la reacción fue furibunda. Maldiciones, airadas protestas, deseos de muerte para el agresor, reclamos al gobierno y convocatorias a salir a las calles saturaron las redes. Consternado, decidí reflexionar sobre este penoso tema.

La muerte siempre impacta, golpea y confronta. Cuando un ser querido muere, ni todas las lágrimas derramadas ni el máximo castigo al asesino, consuela. ¿Por qué pasan estas cosas? ¿Por qué el hombre mata? ¿Controla el sicópata sus actos? ¿Por qué el sistema judicial y las sanciones no ponen fin al crimen? Vivimos tiempos difíciles y escrito está que la maldad se multiplicará y esto empeorará.

¿Qué hacer entonces? Entender que hay dos fuerzas espirituales en pugna por el alma del hombre -el bien y el mal- y que pese a todo lo que éste pueda hacer, no impedirá que entidades diabólicas a través del alcohol, la droga y los deseos sexuales desordenados, controlen la mente de cierta gente para dañar a otros. Como el hombre no sabe que su alma está en peligro de condenarse eternamente, mata, viola, roba, hace daño...

Sostengo que hay dos cosas que cambian al hombre para bien: en el campo natural, la educación, la ética y la moral; y, en el espiritual, el conocimiento y el temor de Dios, el sujetarse a sus leyes, como verdades absolutas, v.gr.: “no matarás”. Porque, si hay quienes diciendo conocer a Dios están dispuestos a matar por venganza, ¿cuánto más lo hará quien no lo conoce para poseer el dinero o incluso el cuerpo de otra persona?

Cuando el hombre ignora a Dios y no cultiva principios y valores cristianos, es vulnerable al mal. Por tanto, si lo que se vino haciendo en contra del mal no funcionó, ¿por qué no intentar algo nuevo, así sea para proteger a los niños y jóvenes? He aquí la Palabra de Dios para gobernantes y gobernados:

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

(*) Economista, Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 20 de agosto de 2014

Buscando la Verdad
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¿Vivir bien? ¿Ser feliz? Transporte chatarra

Vivir bien o ser feliz como derechos humanos, pese a la subjetividad que puede implicar la interpretación de ambos vocablos y el que ninguno de los dos forme parte de la doctrina de los derechos humanos y, tal vez por ello mismo, constituye la percepción de nuevos horizontes de desarrollo para las personas que habitamos este planeta.

Resulta paradójico, sin embargo, que la visión de estos nuevos horizontes de y para la vida, ocurra de manera paralela a experiencias en las que las muertes,  atroces y bárbaras, parecen incorporarse en la cotidianeidad que hoy por hoy, nos toca vivir, de manera directa unas veces y otras a través de los medios, cada vez más explícitos en esto de socializar el horror y la impotencia. La contradicción emerge, en tanto, mientras aspiramos a vivir bien y ser felices, nos vamos acostumbrando a la barbarie y lo siniestro se enaltece: existe una brecha abismal entre aquello que queremos e intentamos y aquello que efectivamente logramos realizar como humanidad.

Enhorabuena, ambas situaciones de vida, vivir bien y ser feliz, se están incorporando en las políticas de desarrollo de nuestro país. Creo que para un enorme conjunto poblacional, entre los que me cuento, resulta gratificante ser parte de gestiones de vida en las que se vienen construyendo nuevos mundos, en los que se pretende valorizar cualidades humanas que pueden albergar respuestas frente a los riesgos de perecer en que se encuentran las existencias que habitamos este mundo. En el nivel de las intenciones y de las visiones, parece que andamos bien.

Visiones así de valiosas e innovadoras no merecen quedarse estancadas en una retórica discursiva o en la etapa emblemática de la intención. Es estratégico proteger su emergencia de aquellas contradicciones planteadas anteriormente, pues vivir en la constante contradicción de proponer, desear e intentar en un sentido y realizar o lograr en su más abyecto contrario, amenaza constituir la era del cinismo, expresado además, como anécdota.

En el mismo país en los que sus líderes visualizan un mundo en el que se viva bien feliz, lo atroz está presente físicamente en linchamientos, feminicidios, violaciones sexuales, violencia física extrema contra niñas, niños, adolescentes, adultas(os) mayores, mujeres, animales, raptos para intercambiar dineros, cuerpos o trabajo, ajustes de cuentas, explotación sexual.

Lo atroz se expresa también socialmente y de manera fatalmente envolvente: inseguridad jurídica, anulación de la crítica, masificación del pueblo, narcotráfico, tráfico de influencias, apropiación del estado para grupos y fines particulares, líderes haciendo apología de la violencia, chisme y prebenda como política de gobierno, uso y abuso de dirigencias y un largo etcétera. En los hechos, urge re-pensar el camino.

Por esa ruta, mejor dejar el ejemplo en enunciaciones, no conviene arriesgarse a experiencias depresivas u opresivas. Vamos a un ejemplo, cuya atrocidad parece más suave: el transporte nuestro de cada día. Es una experiencia universal, todas y todos acudimos a alguna forma de transporte cada día, es muy frecuente, esto ocurre un mínimo de 4 veces cada día, constituye una vivencia intensa y significativa, no es lo mismo llegar a hora, que llegar tarde o no llegar: mientras nos transportamos, nuestra experiencia tiene la capacidad de generar valor en torno a nuestros cuerpos, así como de devaluarlo. Eres feliz cuando la sociedad te refleja que tú vales para ella. La infelicidad surge del diario recordatorio que vales poco… o nada.

Para mí, el ejemplo de que es posible transportarse bien y feliz es el Puma Katari: me siento tan valorada en esa experiencial que, siendo un ser impaciente, las colas no me hacen mella. Y no me disgusta caminar y caminar para llegar a alguna de sus paradas o llegar a mi destino desde alguna de ellas. Pero. Pero. El tiempo no siempre permite estos gustos, es una experiencia local,  son tan pocos y están presentes en escasas rutas, que su posibilidad de impactar asertivamente la calidad de vida de bolivianas y bolivianos es sólo latente. Pero es potente como experiencia y esperanza: aquello es posible.

Al otro lado, el transporte chatarra. Dice el diccionario sobre chatarra: Conjunto de piezas o residuos metálicos casi inservibles. Una definición que le caza al guante al 90% del transporte local e interdepartamental que soportamos cada día. Un día de estos van a habilitar rejillas en los techos para llevar más gente. Como lacera cada fierro expuesto, la falta de esponja, los asientos rendidos. Ofende la mugre, el olor y el encierro. Cómo agreden al priorizar sus carreras entre ellos, los horarios de sus citas ante la seguridad de sus pasajeros, al no contestarte, a mostrarte como aprovechamiento un lugar de bajada que pone en riesgo tu vida. Si bien el trato es bastante democrático, en el sentido de que  le asignan a todo pasajero, a toda pasajera, un valor casi nulo, hay que ver cómo maltratan a las personas más viejas, a los niños, a las mujeres, que somos siempre las que llevamos las bolsas y los hijos. Y ni hablar de las personas con capacidades diferentes. Veo la tensión y el stress en ellos cada que se acerca la hora de embarcarse, el temor de no lograrlo. ¡Ese conjunto de fierros es efectivo para maltratar en todos los sentidos!

Es indignidad lo que se vive día a día en el transporte chatarra. Venimos de horizontes de vida tan de pauperizados, estamos tan acostumbrados al maltrato, que no advertimos la agresión profunda que se nos infringe en el transporte cada día. Peor aún, no le damos importancia a la violencia intensa que implica transportarnos. Y no faltan quienes piensen que el buen trato y la comodidad son lujos, que quién las quiera se vaya en avión o en radio taxi, pues la mayoría, mientras estemos pobres, no la merecemos. Y otros que creen que poniéndose camisa y corbata equilibran la balanza. Las flores después de la paliza son indicador de impunidad y de cinismo, por tanto, otra agresión.

El transporte chatarra debe ser citado como ejemplo de gestión de maltrato, de vivir mal y de infelicidad. Las nuevas visiones tienen que escapar de los discursos y de los actos meramente emblemáticos y apoderarse del día a día, tomar la cotidianeidad para transformarla.

Tal vez interiorizando el valor de nuestra vida en lo cotidiano, logremos percibir la dimensión de horror en otros actos que nos rondan, entenderemos que la protección, el quererse, pasa también por tener la oportunidad y el derecho de ser feliz en el detalle y en lo cotidiano. En tiempos pre electorales, ¡Exijamos a candidatas y candidatos a servidoras(es) públicos lo que nos merecemos!

Miradas Inclusivas
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Ni a indígenas ni a k'aras

Quién se gana la vida con esfuerzo, trabajando y haciendo lo que le gusta, es un bendecido. Y eso lo reciben pocos. Marcelo Martins Moreno es uno de esos pocos.

Pero, ojo, la bendición no garantiza la victoria, al contrario, exige más dedicación. Dedicación que adquiere contornos más meritorios cuando la compensación llega lejos de la tierra que nos vio nascer.

En un  país como Brasil, tan competitivo deportivamente, conquistar un espacio en el fútbol es muy difícil, casi imposible. Marcelo consiguió su espacio con humildad y sacrificio y, con ello, conquistó a la afición del Cruzeiro, una de las mayores del balompié brasileño.

Ver a un boliviano entrar en el Mineirão para el clásico frente al Santos, encabezando a sus compañeros brasileños, luciendo el cintillo de capitán, tiene un significado ciertamente igual o mayor que todo el fútbol boliviano del momento y sus parcas victorias. El brazo izquierdo de Marcelo Martins Moreno me hizo, el domingo que pasó, más boliviano que nunca.

Me sentí, realmente, representado. Solo quién ya fue futbolista sabe el significado de ese sentimiento.

Imagínense cómo se siente quien trabaja escribiendo todos los días sobre las cosas del fútbol.    

Si de algo se habla en Brasil sobre Bolivia, hoy, ciertamente no se refiere al gas, al presidente indígena, a sus opositores k´aras, a los que piden refugio, a los bolivianos inmigrantes explotados.

En Brasil se habla hoy, sobre el boliviano Marcelo Martins Moreno.

 

Deporte y Sociedad
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