Blog de Gary Rodríguez Álvarez

El detector de mentiras

“La felicito señora Presidenta por la gestión que lleva adelante y mucho más por anunciar que implementará un detector de mentiras en la Aduana el 2016, si eso se hace en todas las instituciones del Estado, este país de verdad progresaría”, dijo con gran aplomo el respetado y reconocido dirigente cañero cruceño y Vicepresidente del Ingenio Azucarero Guabirá S.A., Don Abelardo Suárez Bravo.

La alusión fue realizada a la Presidenta de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), Marlene Ardaya, en la Audiencia Pública de Rendición de Cuentas que dicha entidad realizó en Santa Cruz, donde las acciones en pro de la facilitación del comercio legal y la lucha anticontrabando fueron ponderadas, pero también cuestionadas por ciertos sectores como los del sector textil, muy afectados por el ilegal negocio que implica la venta de ropa usada contrabandeada (10/DIC/2015).

Entre los anuncios más destacados del Informe estuvo el de la profunda reestructuración del Control Operativo Aduanero a fin de jerarquizarlo, sin embargo lo que más impactó fue la noticia de la aplicación del polígrafo -un detector de mentiras- a los funcionarios de Aduana, algo muy aplaudido desde la sociedad civil.

No es la primera vez que Ardaya anuncia acciones contundentes anticorrupción y de cara a combatir tal delito dijo que el test empezaría por su propia persona hasta alcanzar al último funcionario, de forma tal que quien quiera trabajar en la Aduana deberá estar dispuesto a que se lo exponga a confrontarse con la verdad significando ello una tremenda apuesta para la Aduana de aquí en más.

Es previsible que con tan draconiana política quienes quieran ocupar o conservar un cargo aduanero el próximo año puedan disminuir, al excluirse los que tengan temor de ser descubiertos en alguna ilegalidad o en su predisposición a cometerla.

Lo del polígrafo no es algo menor, pregúntese Ud. mismo si aceptaría someterse a un detector de mentiras para que le pregunten cualquier cosa ¿lo haría?

¡Qué diferente sería todo si además de los gobernantes, también los esposos y esposas, novios y novias, hijos e hijas, empresarios y obreros, etc., supieran que -más allá del polígrafo- hay un registro diario de cada acción, de cada intención del corazón, de cada palabra proferida y de cada pensamiento, que un día será revelado. “Nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz”, dijo Jesús. ¡Cuán diferente sería todo, de saberse que la vida privada no existe para Dios!

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 16 de diciembre de 2015

Buscando la verdad
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Cuando el ser Campeón duele

Mira el mapa de los países con más divorcios” titulaba la nota invitando a conocer el ranking de las sociedades con más fracasos matrimoniales en el mundo (EL DEBER, 2.12.15). Vi el mapa y -¡triste sorpresa!- de estar vigente el estudio de la GTZ del 2010 -que 72 de cada 100 matrimonios se truncan en Bolivia- seríamos los subcampeones en divorcio sólo por detrás de Bélgica, aunque con las facilidades legislativas que se están dando en el país no sería de extrañar que seamos ya los campeones siendo que el primer “divorcio express” en Bolivia duró apenas 15 días…

¿Por qué el índice de divorcios es tan bajo en India (1%), Vietnam (4%), Uruguay y Chile (3%) y tan alto en Bélgica (73%), Bolivia (72%) Portugal (68%), España (61%), Rusia (60%), Cuba (56%), EEUU (53%) y Argentina (50%)? Prima facie, no hay un factor común -cultural, religioso, social o económico- que lo explique.

Muchos estudiosos se han dado a la tarea de investigar la razón de esta continua ruptura conyugal -sin lograrlo- lo que es entendible pues la ciencia nunca resolverá un problema que es de orden espiritual. Como principales causas del divorcio señalan la infidelidad, el maltrato, el abuso económico y eso de la incompatibilidad de caracteres que -para mí- es falta de amor.

Ahora, hay un ilustrativo mapa que detalla los 7 pasos que transcurren desde el noviazgo hasta la separación, algo que aprendí con mi esposa en el Discipulado para Matrimonios de nuestra Congregación: 1) Ilusión (sueño); 2) Desilusión (desengaño); 3) Desaliento (frustración); 4) Distanciamiento (indisposición); 5) Desconexión (separación); 6) Discordia (enfrentamiento); 7) Divorcio emocional (desamor).

Siempre me gusta recordar lo que el sabio Salomón dijo: que lo principal de un negocio no es cómo éste empieza, sino cómo va a terminar. Aplicado al matrimonio: muy pocas deben ser las ocasiones cuando el día de la boda los novios no están ilusionados y radiantes, anhelantes de un hermoso futuro juntos -pero- ¡cuántas parejas terminan con un escabroso final! ¿Cuál la razón?

Las diferencias que siempre existen, cuando no hay un sólido amor de por medio, minan a la pareja, pero si el amor de Dios se manifiesta en nuestras vidas -ese que todo lo sufre, que todo lo espera, que todo lo cree y que todo lo soporta- ése amor cubrirá la multitud de faltas y torpezas en que todo cónyuge cae.

Pero si no se ama Dios…todo sale mal -como Salomón- que acabó con 700 esposas y 300 concubinas: ¡Vaya sabio con 700 suegras y 300 aspirando a serlo!

(*) Pastor y Anciano en el Centro Cristiano Evangélico “Casa de Oración”

Fuente: “El Deber”

 

Santa Cruz, 9 de diciembre de 2015

buscando la verdad
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Sin trabajadores…¿no hay empresa?

Cada año que pasa, la decimonónica arenga de Karl Marx -¡Proletarios del mundo, uníos, no tenéis nada que perder, excepto vuestras cadenas!- se relativiza más y más debido a varios factores como los derivados del avance tecnológico y la mejora de las condiciones laborales a favor de los obreros por la responsabilidad social de sus empleadores; y, pierde fuerza también por lo difícil que en muchos casos resulta tener una empresa legal sobre la cual el control y la sanción son posibles, algo que de ninguna forma pasa en la actividad productiva o comercial informal donde el Estado no tiene presencia.

De la añeja proclama del Manifiesto Comunista que tanto inspiró a los reivindicadores de los derechos de la clase trabajadora frente a la clase burguesa-industrial-explotadora, que en teoría se apropiaba del fruto del desgaste de la energía sicofísica de los trabajadores -la plusvalía- queda poco en los tiempos de globalización en que vivimos.

En un mundo casi sin fronteras, interconectado por la telefonía fija, celular e Internet -24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año- nada hay que no se sepa, que no se comunique y advierta de lo que pasa en el mundo, derivando en dos fenómenos que pautan el desarrollo mundial a través del comercio: la competencia y complementariedad.

A lo primero abona el avance tecnológico, informático, la automatización y la robótica que sustituyen en la industria la mano de obra que se encarece, así como en el rubro agrícola el uso del satélite y GPS -para sembrar y cosechar- con altísima tecnología.

A lo segundo aporta el entorno que los países ofrecen al capital, la tecnología y el know how de gestión que provocan el fenómeno de la deslocalización productiva -el traslado de fábricas completas de una nación a otra- cuyo mejor exponente es China, donde -con las millonadas de obreros trabajando con alta productividad, bajos salarios y en inferiores condiciones que en Occidente- debería darse la revolución proletaria que jamás se dio.

¡Sin trabajadores no hay empresa! es la proclama hoy, a la hora de reivindicar derechos, como el segundo aguinaldo. Señores de la COB, sean responsables, vivimos tiempos diferentes al del extinto Karl Marx. Si desde el propio gobierno se dice que “empresa pública que no tenga utilidades hay que cerrarla” (ERBOL, 9.11.15), igual puede pasar en el sector privado. Cuidadito que por el segundo aguinaldo a cualquier costo, mañana venga el reclamo de sus bases desempleadas porque ¡sin empresa, no hay empleo!

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

 

Santa Cruz, 2 de diciembre de 2015

Buscando la verdad
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El terror

Los cruentos embates terroristas con bombas y metralla en París han sacudido los corazones en todo Occidente. Los ataques perpetrados en la capital francesa el 13 de noviembre de 2015 cobraron la vida de más de un centenar de inocentes y la reivindicación por miembros del Estado Islámico como autores, raya en la más absurda locura y claro desvarío de estos degenerados.

A las matanzas que iban perpetrando vez tras vez, registrando macabros degollamientos de extranjeros que caían en su poder, se suma la denuncia de vergonzosas violaciones de mujeres y el genocidio en una suerte de “limpieza religiosa”.

En lo personal, me ha causado indignación un video donde un “soldado” del Estado Islámico asesina a un hombre atado de pies y manos bombardeándolo desde pocos metros con una tanqueta de guerra. Semejante accionar de quienes diciéndose religiosos perpetran tal carnicería, solo se puede entender porque su mente está tomada por el mal.

Que una persona esté dispuesta a agredir -a matar- a otras personas para imponer un ideal, una creencia o una ideología, es execrable y resulta inaceptable, pues bajo tal lógica el mundo acabaría siendo gobernado por el más fuerte y dañino, por el más perverso y malvado. Si el terror, la zozobra, el mal y el odio son lo opuesto del sosiego, la paz, el bien y el amor, cabe preguntar: ¿quién es ese dios en el que dicen creer, que les impele a destruir vidas humanas de la forma más cobarde y grotesca posible, sin importar el dolor que causan a las familias que resultan afectadas?

Cuando un líder tiene en poco al ser humano como el sujeto más importante de la creación, ese liderazgo es tóxico, maligno y no sirve. No sirve, porque un idílico final nunca justificará la agresión alevosa, artera y maléfica para conseguirlo.

La proliferación de acciones terroristas, todo lo que está pasando en Siria y lo que aún pasará en otras latitudes -no sé si lo creerá o no- todo lo que se está viendo y que aún se verá y que traerá más dolor, está escrito hace siglos en la Palabra de Dios.

Vendrán tiempos más difíciles aún pues el mal aumentará, el amor de muchos se enfriará y el dolor crecerá sobremanera. Se escucha repetidamente del inicio de una Tercera Guerra Mundial, pero pocos advierten que vivimos en una guerra, entre el bien y el mal.

No sé si es verdad que la Canciller alemana Angela Merkel haya dijo que “Europa debe volver a Dios y a la Biblia” ante la amenaza de la islamización de Europa, pero sí sé esto: que si el mundo no lo hace, sufrirá más.

(*) Pastor y Anciano en el Centro Cristiano Evangélico “Casa de Oración”

 

Fuente: “El Deber”

 

Santa Cruz, 25 de noviembre de 2015

Buscando la verdad
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“Para que triunfe el mal…”

Muere subteniente del Ejército en persecución a contrabandistas, rezaba el titular (El Diario, 12/NOV/2015). Una muerte que se suma a otras ocasionadas por quienes tienen en poco la ley, a la hora de satisfacer sus apetitos personales.

Además del Subteniente de Artillería del Regimiento Camacho de Oruro, José Miguel Valda Rocha, quien perdió la vida al caer en una trampa de los contrabandistas en una persecución a un camión en el sector de Pazña, hubo dos heridos adicionales del Control Operativo Aduanero (COA). Los contrabandistas, advertidos de la persecución, condujeron a la patrulla aduanera por sendas donde habían cavado zanjas, con la grave consecuencia del accidente que acaecido, mientras los delincuentes de seguro “se morían de risa”, felices por tamaña “hazaña” realizada.

La máxima autoridad de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), Marlene Ardaya Vásquez, lamentó que pese el gran riesgo que corren los funcionarios del Ejército y del COA en el cumplimiento de sus funciones, no tengan un seguro de vida.

Y no es la primera vez que pasa algo así, una decena de funcionarios de la ANB y del COA han perdido la vida en los últimos años. Me viene a la memoria el Teniente Administrativo del COA, Samuel Encinas Arias, quien estando a punto de jubilarse, en enero del 2003 salió a un operativo pero nunca volvió a su casa, luego de una encerrona de los contrabandistas…su status hasta el día de hoy es: desaparecido.

Que los contrabandistas hagan zanjas para que en la oscuridad no sean percibidas y se accidenten quienes los persiguen queriendo hacer cumplir la ley, no es, sino, un crimen con premeditación y alevosía. Esto me recuerda también, cómo osaron hacer los avasalladores de tierras en Santa Cruz, cuando -una vez desalojados- enterraron postes de fierro en los campos de soya, de tal manera que cuando las cosechadoras entraron, destruyeron sus aspas. ¡Cuánta maldad!

La pelea entre el bien y el mal es desigual, pues -a diferencia de la justicia- los contrabandistas son inmisericordes a la hora de atacar, v.gr., cuando los helicópteros sobrevuelan “zonas rojas” y hallan resistencia y un artero ataque contra ellos.

Y no es que Bolivia esté plagada de contrabandistas, sino que unos pocos hacen mucho daño. Si esto es así ¿por qué no dejamos de comprar productos de contrabando, siendo que están manchados con sangre inocente?

Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada”, dijo el político inglés Edmund Burke, siglos atrás. ¡Cuánta razón tenía!

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

 

Santa Cruz, 18 de noviembre de 2015

buscando la verdad
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“Para que triunfe el mal…”

Muere subteniente del Ejército en persecución a contrabandistas, rezaba el titular (El Diario, 12/NOV/2015). Una muerte que se suma a otras ocasionadas por quienes tienen en poco la ley, a la hora de satisfacer sus apetitos personales.

Además del Subteniente de Artillería del Regimiento Camacho de Oruro, José Miguel Valda Rocha, quien perdió la vida al caer en una trampa de los contrabandistas en una persecución a un camión en el sector de Pazña, hubo dos heridos adicionales del Control Operativo Aduanero (COA). Los contrabandistas, advertidos de la persecución, condujeron a la patrulla aduanera por sendas donde habían cavado zanjas, con la grave consecuencia del accidente que acaecido, mientras los delincuentes de seguro “se morían de risa”, felices por tamaña “hazaña” realizada.

La máxima autoridad de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), Marlene Ardaya Vásquez, lamentó que pese el gran riesgo que corren los funcionarios del Ejército y del COA en el cumplimiento de sus funciones, no tengan un seguro de vida.

Y no es la primera vez que pasa algo así, una decena de funcionarios de la ANB y del COA han perdido la vida en los últimos años. Me viene a la memoria el Teniente Administrativo del COA, Samuel Encinas Arias, quien estando a punto de jubilarse, en enero del 2003 salió a un operativo pero nunca volvió a su casa, luego de una encerrona de los contrabandistas…su status hasta el día de hoy es: desaparecido.

Que los contrabandistas hagan zanjas para que en la oscuridad no sean percibidas y se accidenten quienes los persiguen queriendo hacer cumplir la ley, no es, sino, un crimen con premeditación y alevosía. Esto me recuerda también, cómo osaron hacer los avasalladores de tierras en Santa Cruz, cuando -una vez desalojados- enterraron postes de fierro en los campos de soya, de tal manera que cuando las cosechadoras entraron, destruyeron sus aspas. ¡Cuánta maldad!

La pelea entre el bien y el mal es desigual, pues -a diferencia de la justicia- los contrabandistas son inmisericordes a la hora de atacar, v.gr., cuando los helicópteros sobrevuelan “zonas rojas” y hallan resistencia y un artero ataque contra ellos.

Y no es que Bolivia esté plagada de contrabandistas, sino que unos pocos hacen mucho daño. Si esto es así ¿por qué no dejamos de comprar productos de contrabando, siendo que están manchados con sangre inocente?

“Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada”, dijo el político inglés Edmund Burke, siglos atrás. ¡Cuánta razón tenía!

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

 

Santa Cruz, 18 de noviembre de 2015

buscando la verdad
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Ha llegado el momento

El Instituto Nacional de Estadística ha reportado exportaciones por 6.924 millones de dólares al tercer trimestre del 2015, cifra muy distante de los 10.131 millones logrados en igual lapso del 2014; importaciones por 7.027 millones de dólares, bastante cerca de los 7.664 millones del mismo período del pasado año; y -en el balance global- un déficit comercial por 103 millones de dólares.

Sin embargo, descontando las reexportaciones y efectos personales, como corresponde hacerlo, siendo que ni lo uno ni lo otro significa un ingreso de divisas para Bolivia, las exportaciones al tercer trimestre sumarían 6.776 millones de dólares; las importaciones sin efectos personales, 7.023 millones, con un saldo deficitario de 247 millones.

Puede parecer una nimiedad pero no lo es, siendo que a septiembre del 2014 el país registraba 2.383 millones de superávit comercial, mientras que ahora hay déficit. Esto significa que lo que exportamos no nos alcanza ya para pagar lo que importamos.

Tampoco es un tema menor el volver -luego de más de una década- a un escenario de desbalance comercial y, de no tomarse medidas inteligentes para reanimar las exportaciones, el riesgo es que el déficit se repita de aquí en más.

Las exportaciones resultan vitales para Bolivia: del 2006 a septiembre del 2015 su valor superó los 81.000 millones de dólares con lo que se financió importaciones por más de 65.000 millones, aportando además con casi 16.000 millones a las Reservas Internacionales Netas del BCB que si bien hoy no están en dicho nivel, es porque se echó mano a una parte de ellas.

Si las exportaciones son cerca del 40% del PIB y las importaciones más del 30% no cabe soslayar su importancia y tampoco la del mercado internacional viendo todo lo que le vendemos y, además, todo lo que compramos de él.

El 2009 sufrimos un embate de bajos precios -es verdad- pero no menos cierto es que pese a que por aquella crisis nuestras ventas cayeron 1.533 millones de dólares, ese año registramos un superávit de 822 millones, algo que no ocurre hoy pues aquel bajón fue pasajero no así el superciclo de precios altos que terminó.

Las exportaciones bolivianas a septiembre se derrumbaron en casi 3.300 millones de dólares y vamos camino a retroceder 5 años en esta materia, y a remontarnos a los recurrentes déficits que sufríamos hasta principios del Siglo XXI.

Con los sectores tradicionales en picada…¿no ha llegado el momento de apostar por la exportación no tradicional como generadora de masivas divisas y empleos?

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 11 de noviembre de 2015

buscando la verdad
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Buena la intención, pero...

No siempre una buena intención garantiza un buen resultado, a veces pasa lo contrario. Cuántas veces queriendo hacer el bien, se toma a mal un comentario: dígale a una persona que tiene mal aliento y si no está preparada para una sana crítica, reaccionará mal; cuántas veces por ayudar Ud. a alguien le prestará dinero para que salga de un aprieto pero, al no poder devolverlo, hasta su amistad le quitará. ¿Es o no es así?

Al igual que con las relaciones humanas, en el campo económico ocurren cosas similares: no siempre una buena intención da un buen resultado, ni un consejo de buena fe cae bien cuando no se está preparado para recibirlo.

El tema del segundo aguinaldo ha vuelto a ser motivo de controversia en Bolivia durante las últimas semanas y -por boca del empresariado nacional- no, porque no lo quieran pagar sino, más bien, porque no todos podrán hacerlo.

La buena intención viene de la mano del D.S. 1802 del 20/NOV/2013 que estableció la obligatoriedad de dar un segundo aguinaldo llamado “Esfuerzo por Bolivia” a los servidores públicos y a los trabajadores del sector privado cada vez que el Producto Interno Bruto del país crezca por encima del 4,5% entendiéndose que aquellos contribuyen a lograr esto.

La norma se fundamenta en la función que tiene el actual Estado Plurinacional, de “promover políticas de distribución equitativa de la riqueza y de los recursos económicos del país, con el objeto de evitar la desigualdad, la exclusión social y económica, y erradicar la pobreza en sus múltiples dimensiones” a través de la implementación de un Nuevo Modelo Económico que está orientado a “mejorar la calidad de vida y el Vivir Bien de la población boliviana”.

Más allá de que un segundo aguinaldo no resolverá un problema estructural de pobreza, solo un perverso se podría oponer a que la calidad de vida de nuestros trabajadores y sus familias mejore. Sin embargo, la cuestión de fondo no es la buena intención sino la capacidad objetiva de cumplir en el sector empresarial formal con una carga que no condice con una situación de iliquidez que lo apremia gravemente: menor actividad económica, pérdida de producción por factores climáticos, precios deprimidos, competencia desleal e ilegal, etc.

Pagar el segundo aguinaldo en el sector público es fácil -hasta se podría recurrir al déficit permanente para ello- no así en el sector privado. Los gobiernos no quiebran, las empresas sí. ¿Qué pasará si queriendo hacer hoy un bien a los trabajadores, mañana muchos pierden su empleo?

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 4 de noviembre de 2015

buscando la verdad
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“La virtuosa tríada del endeudamiento-inversión-desarrollo”

Un verdadero revuelo ha causado el anuncio de que Bolivia logró un empréstito de la República Popular China por 7.400 millones de dólares para que empresas de ese país ejecuten varios proyectos en el nuestro, apalancadas por un -hasta hace poco- inimaginable crédito a ser canalizado por el Banco de Importaciones y Exportaciones de China (Eximbank).

Muchos han alertado que con dicho crédito la deuda externa se estaría más que duplicando, a la par que los defensores del empréstito dicen que llegar a una relación de endeudamiento del 35% con el PIB, es manejable. Poniendo “paños fríos” al tema, a continuación algunas consideraciones desapasionadas:

Primero: habrá que convenir que a diferencia de otros, este crédito no se destinará al gasto público y, a Dios gracias, tampoco a crear más empresas públicas que suelen empezar bien pero normalmente acaban mal; su destino será la inversión en infraestructura, lo que le hará muy bien al país.

Segundo: ¿tenemos la musculatura suficiente para financiar mega-proyectos por nosotros mismos? Definitivamente no. Que la China pasará a ser nuestro principal  acreedor -más que el BM, BID, CAF- es cierto, pero ¿podrían esas entidades prestarnos tal cantidad a tasas del 1% al 4% y a plazos concesionales, como dice que lo hará China? No lo podrían hacer, por haber Bolivia pasado a ser un país de “ingreso medio bajo”. No olvidemos tampoco que los 1.000 millones de dólares de los Bonos Soberanos colocados en el corazón del capitalismo –para atraer la atención de la inversión extranjera, lo que no ocurrió- el interés promedio que pagamos supera el 5% anual.

Tercero: se dice que la bonanza acabó y dada la estrepitosa caída del principal componente del PIB boliviano -las exportaciones- que algo hay que hacer mientras se recuperen los precios de las materias primas para que la economía no se desmorone; siendo la respuesta “más inversión pública” qué mejor, que en infraestructura para apuntalar nuevos procesos productivos, comerciales y de turismo. Que se dinamice la economía durante la crisis, nos vendrá bien.

Cuarto: ¿Es malo endeudarse? Depende. Como bien dijo Jyh Chyang Hwang, el experto asiático invitado por la Universidad para el Desarrollo y la Innovación (UDI) para hablar sobre cómo hacer negocios con la China y el Asia, “para crecer hay que deber, igual como en hace una persona que invierte para comprarse una casa, mucho más si se trata de inversión que traerá ganancias”.

Quinto: La propia China hizo lo mismo antes recibiendo capital extranjero, asimilando tecnología y know how administrativo, con lo que capacitó a su gente, se benefició de la deslocalización productiva, y con ello pasó a ser el primer exportador mundial, la segunda potencia del planeta y el primer acreedor de los EEUU, sacando al mismo tiempo más de 500 millones de ciudadanos de la extrema pobreza gracias a su integración al mundo.

Sexto: Toda inversión será buena en la medida que sea racional, eficiente y transparente o ¿no es lo que siempre hemos demandado del Estado?

Finalmente: ¿alguien podría oponerse a encarar proyectos para vertebrar de Sur a Norte el país con carreteras que activen potenciales productivos dormidos conectándolos al mercado interno y externo? O, ¿a la construcción del ansiado Puerto Busch que marcará “un antes y un después” para el comercio exterior del país, en la perspectiva de triplicar la producción de alimentos hasta el 2025? O ¿a hacer realidad el atávico Proyecto Rositas para habilitar varias centenas de miles de hectáreas de tierra bajo riego para la producción agropecuaria, al mismo tiempo que generar abundante energía eléctrica? O ¿a convertir el Aeropuerto Viru Viru en un “Hub aéreo” en el corazón de Sudamérica? O ¿a la extensión ferroviaria Motacusito-Puerto Busch viabilizadora de un polo de desarrollo en el sudeste cruceño? O ¿a dar una solución definitiva al insufrible paso de “El Sillar”? O ¿tal vez a un gustito más, el nuevo stadium de Cochabamba?

En suma, no se trataría solo de “un crédito gigantesco para necesidades gigantescas” sino también para “generar posibilidades gigantescas de desarrollo” que acompañadas de coherentes políticas públicas debería traer como consecuencia su repago sin problemas, permitiendo además que el Estado se ocupe con mayor propiedad de la salud, educación, capacitación e investigación así como de propiciar un mejor entorno para que el empresariado genere más empleos dignos y de calidad en beneficio de los bolivianos.

Siendo todo esto deseable, no habría por qué temer a este mayor endeudamiento -eso sí- siempre que prime la transparencia, eficiencia y honestidad de quienes administran el país, sabiendo que “nada hay oculto, que un día no vaya a salir a luz”.

 

Santa Cruz, 21 de octubre de 2015

Buscando la verdad
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Impotencia, rabia y desesperación…

Impotencia, es la palabra que mejor puede describir el ánimo que veo en ellos; me animaría a sumar a esto, rabia; y, lo tercero que percibo es, desesperación.

“Impotencia”, porque no está en ellos la solución: ellos hacen lo que tienen que hacer pero sienten que los que deben hacer “su tarea” para que aquellos puedan seguir trabajando -arriesgando, invirtiendo y produciendo- no lo hacen.

“Rabia” -porque como Ud. y yo- tienen familias, esposas e hijos que mantener y, muy lejos del confort de un despacho, viven casi a la intemperie, madrugan y trabajan bajo sol y lluvia sin descanso para que vivamos bien, y el pago es malo.

“Desesperación”, porque siendo gente de carne y hueso -como todos nosotros- en su gran mayoría de piel cobriza, con arrugas y cuerpos desgastados, se dan cuenta que luego de haberlo dado todo por el país no se los está respaldando.

Es gente sencilla, la mayor parte de ellos no oriunda de la región sino más bien del interior -del altiplano y valles- que llegaron a Santa Cruz hace décadas para trabajar la tierra y -a costa de sangre, sudor y lágrimas- dar de comer a Bolivia. ¿Cuál es su tragedia? El haber hecho lo que les dijeron que hicieran: ¡producir más! Estos agricultores -casi todos pequeños- enfrentan una situación que no pueden solucionar por sí mismos, pues de haber podido ya lo hubieran hecho.

La estrepitosa baja del precio de los alimentos en Bolivia obedece a la mayor competencia extranjera legal y de contrabando que -favorecida por la depreciación de sus monedas- hace imposible comercializar “ganando alguito”. Vender por debajo del costo es la alternativa y muchos lo tendrán que hacer para pagar sus deudas aunque ello derive luego en una quiebra o en menos siembra.

Es triste -casi indignante- escuchar a nuestros compatriotas productores contar sus historias con la mirada perdida unos, cabizbajos otros y los más, con sus ojos extremadamente abiertos -mordiéndose los labios- con los puños cerrados, sin saber qué hacer porque la respuesta no viene desde donde tendría que venir.

Se les pide ser más productivos y competitivos -decirlo es fácil- pero, póngase la mano al pecho: ¿Ofrece Bolivia las condiciones objetivas para serlo? ¿Se le está pidiendo al productor nacional competir contra gobiernos extranjeros que devalúan sus monedas para vender más barato afuera?

Salvaguardar la producción nacional de la competencia ruinosa es vital aunque chillen los bagalleros y contrabandistas ¡ellos no son más valiosos que nuestros productores! ¿O sí?

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 21 de octubre de 2015

Buscando la verdad
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