No ser escaleras de nadie
Enviado por Max Raúl Murill... en Lun, 09/06/2025 - 19:07Después de la experiencia del neoliberalismo en democracia, que en realidad era la democracia de los oligarcas (de izquierda y derecha) y sus intereses contrarios a la Patria, se acordó en las bases y organizaciones de aquel momento, que la consigna NO SER ESCALERAS DE NADIE y votar por nuestros propios representantes cundió para las elecciones de diciembre de 2005. Consigna que resultó en la victoria de las elecciones. Pero, al parecer, la memoria es corta y estúpida porque el olvido ahora es la consigna, pues los mismos oligarcas del neoliberalismo están de regreso.
Los errores del proceso de cambio se pagarán caro: con sangre y hambre. Con miseria, saqueo y expoliación de la Patria. Otra vez. Errores que cometieron las cúpulas antidemocráticas, que no consensuaron acuerdos de largo aliento. Que no consultaron a los mejores profesionales que había en las filas del proceso; que prefirieron el triunfalismo barato y tonto. Porque los errores se pagan caro, es la enseñanza de la experiencia en un país como Bolivia, donde la memoria es demasiado corta y servil.
La superficialidad del pensamiento político e ideológico, en varios sectores del actual Proceso, sobre todo en las frágiles y débiles clases medias, ha posibilitado el retroceso que tenemos. Es evidente ese fenómeno. Muy pocos en dichas clases merecen el lugar que merecen, desde la perspectiva del compromiso con la Bolivia profunda.
La ausencia de escuelas políticas e ideológicas, para la formación del nuevo pensamiento nacional y nacionalista, no sólo fue un descuido sino un acto en contra del mismo Proceso. La enfermedad del caudillismo, con sus raíces desde la colonia, sigue influyendo dramáticamente en la política moderna y actual. No superamos esas enfermedades mentales sociales, en todas las clases sociales.
Esa ausencia de espacios de pensamientos nuevos en la política, se está pagando muy caro. Vemos que en todos los segmentos políticos que se presentan a las elecciones, no hay realmente políticos intelectuales de talla, con autoestima propia. En general la mediocridad campante e incluso estúpida es la regla. Ni siquiera un pequeño discurso es posible que construyan esos personajes. Exigirles que al menos reflexionen con cierta calidad sobre los problemas del país, es exigirles demasiado.
La bulla y la brutalidad de la calle, de la fuerza bruta de choque y miedo, han reemplazado a los debates y al intercambio de ideas. Cuánto más brutal y callejero es un político, es más legitimo en este reino de la mediocridad. Tiene sentido, pues lo corporativo no es política precisamente sino el encubrimiento de intereses oscuros. Y eso es brutalidad en la calle. Asalto al sentido común y copamiento por la brutalidad de la sociedad civil.
También es cierto que la organización política, por experiencia, es el medio de defensa de los derechos básicos. Eso nos enseñaron los sindicatos mineros en su mejor momento, allá al finalizar el siglo XIX y en todo el siglo XX. Ese proletariado minero que tuvo que organizarse en contra de los abusos de los patrones, de las oligarquías mineras extranjeras y nacionales. Pero además, que tuvo que formarse en política e ideología profundamente con el marxismo y otros pensamientos de vanguardia.
Muchos de esos dirigentes mineros fueron intelectuales importantes, escritores, pintores y pensadores, gracias a sus escuelas de formación política. Comparativamente, de lejos los actuales dirigentes sociales ni siquiera se asoman a un bachiller de un colegio marginal. Aspecto que debería preocuparnos en serio, para el avance del Proceso. Definitivamente la formación en política, tiene sus efectos inmediatos en la sociedad civil. De hecho, esas formaciones políticas del proletariado minero, impidieron de alguna manera y frenaron a la enfermedad del caudillismo.
Pero copiar eventos o hechos históricos no sirve en la historia. Sólo aprender de sus lecciones y de sus experiencias. Precisamente eso no hicimos en el Proceso de Cambio. No aprendimos de la experiencia.
Sin embargo, tenemos que recordar con exactitud los eventos del neoliberalismo que fueron enterrados con las elecciones del 2005. Aquella consigna poderosa de NO SER ESCALERAS DE NADIE, fue un turbión que cambio la política boliviana. Esa política racista y pigmentocrática del neoliberalismo, fue destruido totalmente. Recordar y volver a aprender de alguna manera, de aquellas experiencias puede ayudar a renovarnos en el presente. Pues quiénes fueron culpables de aquellos eventos conservadores, hoy regresan gracias a los errores del Proceso. Regresan animados e influenciados por los eventos trumpitas del mundo, que es ni más ni menos la restauración colonial e imperial moderna y postmoderna.
NO SER ESCALERAS DE NADIE más. Sino confiar en nuestras propias fuerzas. Desde nuestros candidatos propios. Pero, ojalá, nuevos, limpios de todo acto corrupto y anti boliviano. Nuevos en los compromisos con la Bolivia profunda, que otra vez hoy sufre en el alma y el sentimiento por los errores y los actos innobles, que no son de las bases ni del pueblo profundo.
