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De los misiles de Cuba a los misiles de Ucrania

En 1962 utilizaron a Cuba para poner en peligro al mundo, con la locura atómica. Que es la máxima expresión de la ciencia y la tecnología de occidente: muerte y tragedia. Después desecharon a Cuba y negociaron sus intereses para imponer una paz entre ellos; sin embargo, las guerras continuaron utilizando a otros países y escenarios por todo el mundo. De esos acontecimientos muy poco se ha aprendido, porque lo que sucede en estos días es todavía más grave, pues realmente estamos en la punta del abismo de la locura atómica.

 Como vemos, la historia en occidente de nada sirve. Sólo es una exquisitez de algunos pensadores, para llenar las enciclopedias de las bibliotecas de turismo. Quizás para estudios especializados; pero realmente para nada más. Las guerras y las venganzas, por los motivos que sean son las constantes desde hace siglos, desde que conocemos como historia contemporánea o moderna.

Hace días el presidente de Estados Unidos ordenó al presidente de Ucrania, utilizar sus misiles para atacar Rusia. Irresponsabilidad total a nombre de todo el mundo, sin que les interese ni mucho menos la vida del planeta. En todo caso es el comportamiento habitual desde el norte, que se sienten los que deciden aun estén totalmente equivocados. Al parecer no son conscientes de los actos que tienen, y juegan como en este caso con el presente y futuro de todo el mundo. Así es la modernidad, desde el siglo XVI.

Las Naciones Unidas demuestran otra vez que no sirven realmente para nada. Es una cueva de discursos lindos, llamativos y totalmente inútiles. De hecho los gobiernos más armados del mundo, como los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Rusia y China son los que mandan en esa inútil institución. En estos acontecimientos mundiales muy poco pueden hacer ante el poder impune de las armas, de la destrucción cavernaria y la desinstitucionalización mundial.

La política cavernaria de occidente no cambia desde hace siglos hasta la modernidad. La postmodernidad es la continuidad brutal y sin reglas, porque han destruido absolutamente toda posibilidad civilizada de consensos. Palestina es la prueba contundente de este tipo de política. Considerar aspectos positivos sólo nos lleva al consuelo tonto, pues los resultados en el mundo son simplemente sangrientos e injustos, que dura demasiado tiempo.

Los negocios turbios de los fabricantes de armas, inventan enemigos por medio de sus medios de inteligencia como políticas de Estado, para seguir con ese negocio de la guerra que es lo más lucrativo. Qué puede interesarles los 15 mil niños asesinados en Palestina, qué les puede interesar de los miles y miles de muertos en los campos de batalla, en Ucrania y Rusia. Absolutamente nada. Las NNUU son los escenarios ideales para estos mercaderes de la muerte, a nombre de la democracia y sus “altos valores humanos”.

Pues qué autoridad moral pueden tener estos mercaderes de la muerte, para referirse al mundo. Ninguna. En estos meses los discursos de Biden, presidente de Estados Unidos, daban náuseas refiriéndose a la democracia abstracta,  mientras asesinaba niños en Palestina mediante su judío Netanyahu. Ese el grado de democracia que tienen desde occidente, sin ninguna legitimidad moral y ética. Sin ninguna autoridad hacia el mundo desde sus ejemplos de política real, llena de sangre, hipocresía, indecencia total, impunidad y descaro en sus instituciones mundiales.

No existe ética alguna en las élites de occidente. Son nomás lo más degradante que haya existido, como gobernantes. Ni siquiera los gobernantes del imperio romano se asemejan a estos sanguinarios. Ni siquiera Atila o Gengis Kan se comparan, y son mucho más civilizados que estos “cultos y civilizados” gringos.

En estos momentos de la coyuntura mundial, estos indecentes que conducen los hilos del poder mundial, llevan a sus pueblos al matadero sinsentido de las guerras mundiales. Como siempre ellos comandarán desde sus cómodos escritorios, cuando sus pueblos se masacran entre sí, ni siquiera conociendo las razones verdaderas de ese derramamiento de sangre. Eso nos enseña la historia pero estos indecentes no aprenden de ella.

Ojalá que los pueblos del mundo no caigan en estos juegos del odio, del rencor, de la venganza por temas que absolutamente se pueden resolver en la diplomacia. Porque sería darles la razón a los mercaderes de la muerte, que sólo provocan muerte por razones de negocios turbios y mugrientos.

Como vemos estos civilizados y cultos gringos, no aprenden en nada de su propia historia. No les interesa sino seguir sacrificando a sus pueblos, y al mundo, en una lógica cavernaria que deviene de siglos, quizás de milenios de actitudes políticas trogloditas, sin un ápice de humanidad y humanismo básico. Con adelantos científicos y técnicos sin precedentes; pero para la muerte y el odio. Para la venganza y el ojo por ojo.

La crisis de los misiles de Cuba, allá en 1962, está quedando corto ante lo que sucede ahora. La crisis de los misiles de Ucrania, tiene aterradoras circunstancias. Las ciencias del terror, es decir de la guerra, han progresado tanto en su odio que si estalla una guerra nuclear desaparecería toda forma de vida en la tierra. No es ciencia ficción. Es una posibilidad real. Pues, cuál la diferencia entre los cavernarios de palos y piedras de hace miles de años y los actuales gobernantes en occidente? Ninguna diferencia. Son los mismos políticamente: cavernarios. En eso no han progresado nada.

Opinión
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En medio de tantas preocupaciones, una luz de esperanza…

Se había dicho que el 2024 iba a ser complicado para el país en lo económico, político y social, pero ¿alguien se imaginó por todo lo que íbamos a pasar? Como dije alguna vez, “el largo plazo en Bolivia no existe”, ya que vivimos casi con el Jesús en la boca, sin saber lo que pasará mañana. ¿Es o no es así? 

La economía del país crece menos de lo esperado, la estabilidad de precios parece cosa del pasado, aumenta la conflictividad y el ambiente político se caldea cada vez más, desmejorando el entorno, aumentando la incertidumbre e incidiendo negativamente en quienes toman decisiones, derivando ello en una lamentable baja de la inversión, la producción y el empleo formal. 

En efecto, el Producto Interno Bruto (PIB) que cayó 8,7% por la pandemia, el año 2020; para recuperar recién en 2022 su tamaño del 2019 y crecer al 3,1% en 2023; si bien al primer semestre del 2024 logró un 2,58% de expansión, es imposible que logre la meta oficial del 3,71% hasta fin de año. De hecho, los organismos internacionales no son optimistas: el Banco Mundial dice que crecerá 1,4%; el FMI pronostica 1,6% y, la CEPAL, un 1,7%. 

Varios factores externos inmanejables para el país, entre ellos, un contexto internacional complicado por la menor dinámica económica y comercial derivada de conflagraciones bélicas, procesos inflacionarios y recesivos, y la caída de precios de las materias primas, sumándose a ello el negativo impacto del cambio climático en la producción agrícola nacional, son parte de la explicación del bajo desempeño, aunque, ciertamente, meritorio en medio de tanta turbulencia. 

Sin embargo, han sido factores internos los que impidieron un mayor crecimiento, como los insufribles bloqueos de caminos y carreteras; los avasallamientos a predios productivos, incluso con armas de fuego; la escasez del dólar y la subida de su precio hasta llegar a Bs15.- en su momento; el anormal abastecimiento de combustibles, entre otros más, provocando todo ello una declinación de la actividad económica, en general, sumándose a esto la caída de la producción de hidrocarburos, como reportara recién el Instituto Nacional de Estadística (INE). 

La inflación que en 2023 fue del 2,1%, hasta octubre pasado llegó al 7,26%, el doble de la meta oficial del 3,6% esperada para la gestión en curso, algo que de profundizarse, podría resultar un detonante del descontento social en curso, ya que, como tantas veces se ha dicho, la inflación es un impuesto ciego que castiga a todos, pero mucho más, a quienes ganan poco y tienen ingresos fijos, al deteriorarse su poder adquisitivo frente a la subida generalizada de precios. 

Según el INE, el PIB al primer semestre del 2024 creció gracias a un mayor consumo en el mercado interno (2,52%) y al aporte del gasto público (1,54%), mientras que las caídas en la exportación (3,85%), inversión (8,12%) e importación (21,25%), más bien, le restaron dinamismo. 

Siendo esto así, dado que el mercado interno es limitado en tamaño y poder de compra, la salida a esta situación debería ser la drástica mejora del entorno en cuanto a seguridad jurídica e incentivos para reanimar la inversión privada hacia una mayor producción para la exportación, ya que con ello llegarían más divisas al país para financiar la importación de insumos, bienes de capital y equipos de transporte que tanto necesitamos para producir más ¿no le parece? 

El comercio exterior boliviano, producto de los bajos precios de los principales bienes de exportación, la escasez y consecuente subida del precio del dólar en el país, va camino a una severa contracción en esta gestión, comparativamente a un mal año, como fue el 2023, cuando nuestras ventas externas cayeron 2.800 millones de dólares y las importaciones más de 370 millones. 

Efectivamente, según un último reporte del INE, el valor de las exportaciones bolivianas hasta septiembre cayó 20%, lo que en términos absolutos implica un menor ingreso de divisas por poco más de 1.600 millones de dólares, comparadas a igual período del año 2023. Si a ello sumamos la baja de la importación por más de 1.300 millones, se observa que el comercio exterior global cayó casi 3.000 millones de dólares en los primeros nueve meses del 2024. 

En medio de tantas preocupaciones, surge una luz de esperanza a raíz del reciente anuncio del Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, sobre la posible captación de 5.000 millones de dólares en 2025, gracias a la monetización de reservas de carbono presentes y futuras de Bolivia, al comprometerse nuestro país con mecanismos de certificación vinculados a la reducción de gases de efecto invernadero, monetizando la baja de sus emisiones de carbono, sin que ello implique un endeudamiento para el Estado boliviano. 

De tener éxito tal operación, se daría “un antes y un después” en el país, pues el ingreso de semejante cantidad de divisas, más que duplicaría la exportación de hidrocarburos, ayudando, sobremanera, a apuntalar las Reservas Internacionales Netas de Bolivia. ¡Dios quiera que sea así!

Buscando la verdad
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En Bolivia la justicia tarda y nunca llega

 Uno de los diagnósticos más importantes de la realidad de un país, en todo el mundo, es la situación de su sistema judicial. En el caso de Bolivia, desde siempre, el sistema judicial simplemente es un asco. Ni gobiernos de derecha, ni de izquierda han logrado al menos algún grado de funcionalidad. Todo sigue siendo un asco. Porque si el ciudadano común no tiene dinero, está condenado a sufrir todo lo terrorífico del sistema criminal de la justicia.

La policía es parte de esta injusticia. Los operadores sólo quieren dinero para que los procesos avancen. Desde el más pinche portero de la policía, hasta los grados superiores se mueven si es que las víctimas tienen dinero para los bolsillos de los burócratas de la policía. Para los abogansters, pues tenemos que tener mucho dinero si es que queremos algo de justicia.

Todo este diagnóstico no ha cambiado desde el siglo XIX. Todos los gobiernos se han favorecido de esta manera brutal de funcionamiento del sistema de injusticia boliviano. Nadie, absolutamente nadie ha hecho algo para resolver estas costumbres bolivianas, de terror, del sistema de injusticia en Bolivia. Cierto que hay abogados que hacen la excepción; sin embargo, no sirven de nada en este laberinto cruel y corrupto del sistema judicial.

Las buenas intenciones no sirven de nada, cuando los resultados siguen siendo catastróficos. Si bien hubieron buenas intenciones, pues por los resultados no se hicieron nada bien. Porque la ausencia de institucionalidad es la deriva del llamado sistema judicial, que sólo golpea a todo un país en su dignidad, en su ausencia de justicia.

Cierto que nadie vendrá a Bolivia a invertir, porque no existe ninguna normativa legal que proteja las inversiones. Es un aprendizaje mundial; pero en Bolivia algunos torpes mentales creen que somos una isla en el mundo. Sin esas condiciones mínimas legales, seguiremos nomás hasta las calendas griegas esperando milagros económicos, que no llegarán porque no tenemos justicia en Bolivia.

Hace siglos que es hora de resolver este tremendo desfase institucional. Porque sólo favorece a pillos politiqueros, caudillos letrados e iletrados, maleantes de corbata y abarcas, que gozan de la desinstitucionalización para hacer negocios turbios. Y millones de ciudadanos de a pie, tienen que sufrir la ausencia total de justicia, la ausencia de un básico sistema que al menos proceda a restaurar en algo las injusticias de toda escala en Bolivia.

La prostitución de la justicia ya ha llegado a niveles realmente increíbles. El cinismo de esta época en crisis, acompaña a esta desventura pues la vergüenza o al menos ciertos síntomas de consciencia no existen en los operadores de justicia. No sería exagerado afirmar que esta época es la peor de todas. Ni siquiera la democracia ha podido hacer algo al respecto.

En algunas semanas, si es que todavía hay decencia mínima, habría elecciones judiciales en Bolivia. Por supuesto que no son ninguna garantía para una nueva etapa judicial, eso nos dice la experiencia de estos años. Los elegidos han sido los peores profesionales del derecho: politiqueros y llunkus de cualquier dirigente barrial o colectivo. Pues, vemos como los resultados son absolutamente desastrosos.

La explosiva mezcla de indecencia, cinismo, politiquería, bajo nivel profesional, corrupción y enfermedades mentales caudillistas, están destruyendo nuestros tejidos sociales. Los jóvenes y nuevas generaciones están presenciando toda esta calamidad e indecencia, como factores totalmente graves, que serán copiadas al pie de la letra si es que no ponemos un alto radical a esta degeneración judicial.

Quizás poner un alto signifique colgar abogansters en las plazas de nuestras ciudades. Porque las palabras y las reflexiones ya no tienen significado alguno para los cavernarios de la justicia, para los mercenarios de los palacios de la injusticia de nuestras ciudades. Quizás sólo el ver colgados y ajusticiados a los abogansters haya algo de reflexión y crítica. Y por fin tengamos la oportunidad de empezar con un sistema realmente de justicia.

En Bolivia la justicia tarda; pero nunca llega. Miles de familias afectadas por las dictaduras militares, siguen esperando justicia que nunca llegará. Miles ya han muerto con las esperanzas perdidas. En un país acostumbrado a sacrificar a los más pobres y marginados, para luego olvidarlos y despreciarlos en los discursos politiqueros diciendo que son importantes. En Bolivia la justicia depende del bolsillo. Depende si es que hay suerte en esos pasillos terroríficos de la injusticia.

En Bolivia la justicia tarda y nunca llega. En el país de la impunidad por excelencia, son los más pendejos y adinerados los dueños de la justicia. Todo a costa de la sangre y el sufrimiento cotidiano de millones de bolivianos, que no encuentran algo de justicia en el peregrinaje humillante y sangrante buscando justicia. Millones de bolivianos rendidos ante delincuentes de cuello blanco, o delincuentes brutales de las calles nocturnas.

Millones de bolivianos  no podemos depender de unos delincuentes con cartón universitario. Delincuentes abogansters que se sirven de las costumbres de la impunidad, destruyendo lo más sagrado de la Patria: sus recursos humanos. Todo tiene un alto. Si este alto requiere sacrificar delincuentes, ya es hora de ese momento.

Opinión
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Mensaje Presidencial, bochorno previo y reflexiones posteriores

Transcurridos cuatro años de gobierno del presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora, el último que tiene por delante no se ve auspicioso por los desafíos en materia económica y el imprevisible ambiente político que vive el país. Una muestra de esto último es el triste espectáculo que ciertos legisladores dieron en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) impidiendo la sesión inaugural de la legislación 2024/2025, en cuyo marco el Primer Mandatario debía brindar su Informe, por lo que se trasladó a la Plaza Murillo donde pronunció luego un furibundo discurso que ha debido llamar la atención a más de uno, sobre todo en el exterior del país (“Tras bochorno en Asamblea, Arce rinde mensaje presidencial de 4 años en plaza Murillo”, OPINIÓN, 8.11.2024) 

Y aunque el Vicepresidente Choquehuanca, en palabras de circunstancia, como Presidente nato de la ALP, pidió “disculpas a la comunidad internacional, a todos los bolivianos, niños, jóvenes, abuelos, ancestros, autoridades militares y policías por la actitud violenta, vergonzosa, bochornosa y antidemocrática que han mostrado esta mañana algunos asambleístas” -como reseña la indicada nota- en honor a la verdad, no es la primera vez que un acto así se da en dicho recinto, devaluando la imagen del país, de un tiempo a esta parte. 

En un escenario supremamente diferente a los de años anteriores, sobre todo a los del auge, cuando se podía hacer gala de rimbombantes indicadores que daban la impresión de que todo iba bien y que las cosas incluso podían mejorar, el Informe del 8 de noviembre de 2024 se dio en medio de uno de los más bajos crecimientos del PIB en dos décadas, con 2,58% al primer semestre, impactado por factores externos e internos; con una escalada del tipo de cambio del 50% en el mercado negro, a consecuencia de la escasez de dólares; una de las inflaciones más altas de los últimos años -del 7,26% hasta octubre- por la subida de costos de producción y precios de bienes importados; y, finalmente, la alta conflictividad signada por bloqueos, preocupaciones, descontento y sectores en emergencia ante la anormalidad del abastecimiento de combustibles en el país. 

¿Dónde están ahora las ONGs que decían “no” a los biocombustibles, “no” a la biotecnología, “no” al agronegocio, “no” a la agroexportación, “no” a la negociación de acuerdos comerciales para abrir grandes mercados externos? 

Del Informe brindado, rescato que el Primer Mandatario rememorara su intención de “reconstruir nuestra Patria”, superar la crisis sanitaria, económica, educativa, política y social post pandemia. Buenas intenciones, todas ellas, por supuesto. 

Destaco, también, su desconcierto: “No logramos prever como gobierno que íbamos a tener cuatro años de asedio sistemático, progresivo y permanente desde todos los frentes, como nunca antes se vio en la historia reciente de nuestro país. Incluso, fenómenos climáticos extremos, con influencia permanente del Niño y la Niña, producto de la crisis climática”. 

Y, como parte de la explicación del bajo desempeño económico: Un contexto internacional complejo, con guerras, inflación, deterioro del comercio mundial y agudización del impacto climático. “¿Podíamos evitar esa realidad?”, preguntó, para luego reclamar fuertemente que las mayores adversidades provienen de fuentes internas que quieren hacer naufragar su gobierno, como la Asamblea Legislativa Plurinacional que bloquea toda iniciativa del Ejecutivo; así como, las marchas, bloqueos y paros constantes que, ciertamente, afectan al crecimiento. 

Una vez más, volvió a criticar que, irresponsablemente se desatendió la nacionalización durante más de una década, por “falta de inversión y visión estratégica en el sector energético”; y, un sinceramiento: “No somos ciegos ni indolentes a los problemas que nos aquejan, como por ejemplo la iliquidez temporal del dólar que enfrentamos y la enfrentaremos hasta resolverla; lo mismo en cuanto a la inflación y la normalización del abastecimiento de combustibles”. 

Reconfirmó su convicción de construir más de 170 plantas industriales en el país, y que Bolivia cuenta con un “Modelo Económico Social Comunitario Productivo perfectible (…) tenemos problemas, sí, pero también esperanzas en los pasos que estamos dando hacia nuestra plena independencia económica y soberanía política”, dijo. 

“En agosto del siguiente año, celebraremos un año más de la fundación de nuestra querida Patria Bolivia. Pero no será un año cualquiera, porque cumpliremos 200 años. Por lo que les pido a las bolivianas y los bolivianos, llegar unidos al Bicentenario”, concluyó. ¡Ojalá que así sea! 

En todo caso, para lograrlo se deberá atender las necesidades de la gente, muchas de ellas urgentes y el empresariado privado resultará parte fundamental para alcanzarlo, siempre que se le den las condiciones necesarias para invertir, generar empleos dignos e ingresos para las familias, divisas por exportación para el país y tributos para el Estado, porque, solamente así, volverá la paz social a nuestra amada Bolivia…

Buscando la verdad
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Esperanzas, lo último que se pierde

El mundo gira inevitablemente al vector conservador, en muchos casos de ultraderecha, por todo el mundo. Los caudillos están envalentonados con la victoria arrasadora del caudillo anglosajón Trump. Aparecerán los Milei o los Bolsonaro, también por América Latina y pues esta coyuntura recién empieza. Lo seguro es que habrá también retrocesos en las conquistas sociales, en las conquistas de colectivos alternativos y quizás también retrocesos de conquistas de pueblos indígenas.

Lamentablemente el precio de los errores será muy caro. Por supuesto que las élites y oligarquías de izquierda estarán recubiertos sus espaldas. Son como siempre los más pobres, quiénes carguen con el precio de esos errores. Son historias que se repiten.

Soplan vientos que desaniman por todo el mundo. Vientos ultraconservadores de restauración señorial. Ojalá que estas duras lecciones se aprendan y se sistematicen, para no cometer más errores y dejar que los caudillos se glorifiquen sin sentido. Soplan vientos totalmente restauradores de glorias pasadas señoriales, que por experiencia sabemos nada interesante traerán para los pueblos de la tierra.

Pero son experiencias ya conocidas, cierto en otras coyunturas y circunstancias. Experiencias históricas, como las dictaduras en nuestro caso, que pues varias veces no aprendemos de esos terribles reveses y derrotas. Seguimos nomás cometiendo casi los mismos errores y desaciertos históricos. No avanzamos como Estado, no avanzamos en políticas de Estado ni siquiera en el mediano plazo. La inmensa mediocridad de nuestras instituciones no cambian desde siempre, arrastrando la lentitud y la burocracia totalmente arcaica y atrasada.

En definitiva, los procesos sociales que el pueblo empuja en su favor no son estratégicamente aprovechados. Los conductores de turno no han demostrado dotes de líderes, a la altura de las exigencias, sino sólo oportunistas de turno. Además, desde las exigencias éticas y morales los liderazgos no llegan ni siquiera a las básicas expectativas que el pueblo espera. El descaro y la corrupción se llevan en tromba incluso a quiénes se suponía serían los ejemplos.

Las tareas todavía son inmensas. Desde la reconstrucción de las instituciones del Estado, hasta las configuraciones de los tejidos sociales. Tareas que se le deben totalmente al pueblo. Ese pueblo que sigue esperando que sus esfuerzos sean por fin compensados, en calidad de vida, en seguridad en el presente y futuro de sus vidas. Hoy totalmente inseguras y totalmente sin posibilidad de planificación ni siquiera en lo cotidiano.

Las generaciones actuales, de jóvenes, están en la deriva del azar. Sin posibilidades de trabajo de calidad, sino en el abandono a la precariedad absoluta y sin derechos básicos respecto de lo laboral. El Estado no alcanza para todos. Se requiere nomás la creatividad de las empresas privadas, la creatividad de la cooperación. En definitiva, la creatividad de la sociedad civil para crear y generar riqueza. Las economías de manual han fracasado rotundamente, aprendizajes con sufrimiento y sangre que ojalá nunca más regresen para experimentar con el hambre, con las esperanzas de la gente.

Los jóvenes distraídos con las redes sociales, con el engaño del internet en las promesas de futuro mejor, no son conscientes de las terribles situaciones sociales que ellos mismos pasan. Totalmente desorganizados e individualizados en estas épocas postmodernas, que nada bueno les ha traído las promesas de revoluciones y paraísos sociales.

En general, las actuales generaciones no tienen idea alguna de la política. Pero sufren las consecuencias de ese desconocimiento. En un país como Bolivia, donde se respira política y para bien o para mal, todas las decisiones son políticas, es nomás necesario que los jóvenes entiendan de política. En el mejor de los casos se involucren en ella para hacer mejor que las generaciones pasadas, aplazadas y fracasadas.

Las esperanzas son lo último que podemos perder. Los fracasos nos acompañan desde siempre. Fracasos que golpean a la autoestima de los más jóvenes, a la autoestima de la colectividad. Somos un país realmente sin autoestima. Porque los más imbéciles tienen más cabida que los más preparados y entrenados, precisamente por culpa de la politiquería. Cambiar esos moldes de la tradicionalidad política es otra tarea de nuestro país.

No podemos perder las esperanzas, a pesar de los retrocesos políticos en que otra vez el mundo se asoma. Las estrategias colectivas, desde el Estado y la sociedad civil, que hoy no hay ni existe, son las construcciones urgentes desde las generaciones actuales. Es la condición de nuestra sobrevivencia como país, como historia colectiva. Y no podemos por supuesto ser irresponsables al no asumir dichas tareas.

No podemos perder las esperanzas ante los escenarios del desánimo mundial. Otra vez, como muchas veces, tenemos que cargarnos nuestra historia a las espaldas del futuro y a las espaldas de los sueños por hacer un futuro mejor. Tenemos que superar este duro momento de sufrimiento, de hambre y miseria. Como muchas veces. Y volver a soñar construyendo utopías colectivas desde nuestras propias historias. Que la experiencia nos enseñe esta vez, a no cometer errores que nos cuestan la vida de un país, y el futuro de las nuevas generaciones.

Opinión
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¿Niño o niña?...para colocarla en su lugar

Tras enterarnos de la llegada de un ser a esta traqueteada vida, la incógnita de la barriga de una embarazada es ¿niño o niña?. La respuesta inmediata es recibida con cariño y resignación por la embarazada o el padre. Pero ¿qué supuesto se esconde detrás de esa inocente pregunta?. Detrás de esta pregunta no solo está el saber un dato más sobre esa vida, sino el lugar que le será asignado en el Estado, la sociedad y la familia para el nuevo ser[1].

La filósofa y feminista Celia Amorós[2]  al intentar explicar parte del funcionamiento de las diferencias entre hombres y mujeres, cita a Cristina Molina[3] cuya definición del patriarcado se refiere al poder adjudicar espacio. Podemos ampliar la idea como la facultad de designar lugares, espacios de poder para unos y límites y desorden para las otras. Entonces, la pregunta por el sexo nos remite a la imposición del estereotipo que se le asignará desde antes de ser considerado vivo en la ley. Esta inocente pregunta en realidad se cuestiona acerca de si el recién nacido recibirá por herencia de su género un espacio de ejercicio de poder y posibilidad de individualidad o será parte de un género que se reconoce como serial, que no ejerce privilegio alguno y sin posibilidad de obtener el reconocimiento de ser sujeto.

Si nos negamos a conocer el sexo del bebé y ejercemos la libertad de despreciar el avance de la ciencia y esperar al recién nacido con la incógnita entonces empiezan a llover la sarta de bromas que en el fondo son presiones de los que poco a poco se disgustan por desconocer el sexo, ahora bien, esa curiosidad puede ser legítima o en el fondo puede ser la molestia de no tener claro el rol de ese ser al interior de los espacios de micropoder dentro de las familias sanguíneas a las que pertenecerá. 

La primera presión la ejercen las tejedoras pues según ellas existe una necesidad intrínseca del conocimiento del sexo para la confección del ajuar, sin embargo, la moda nos ha dejado claro que el género no tiene color. Entonces es el modelo del ajuar, pero en ese caso la practicidad es la que debe primar al color.

La segunda presión la ejercen los adeptos a los avances, que a título de conocimiento nos advierten sobre la infinita cantidad de métodos precisos e infalibles para el reconocimiento del sexo. Para ellos no cabe la posibilidad de contar con todos los medios para saber este dato, pues les interesa designar un lugar de privilegio o subordinación, quizá no reparen en la presión que ese dato puede jugar sobre la familia de ser en gestación. Consultado a tres doctores especialistas en imagen, nos comenta que la mayoría de las familias acepta con resignación la noticia de una niña y celebra la noticia de un niño. Claro que debemos dejar de lado las familias que buscan completar el esquema niño-niña.

Finalmente, el grupo de las apasionadas del baby shower[4] y la ceremonia de revelación del sexo del bebé. Esta es la forma más aberrante de ejercicio de fuerza sobre la embarazada, admito alguna vez haberlo ejercido sobre mis amigas embarazadas este tipo de ultraje. La presión se deposita, en el sexo, el nombre, los juegos, los premios, los recuerdos, los invitados y la presencia del papá. La revelación del sexo se vuelve una obligación y con ello se rebela el estatus del nuevo ser y si podrá continuar el linaje del apellido o el nombre del padre o será la que cuide de los parientes durante la ancianidad. Es sin duda una invasión a la privacidad de la madre, haciendo que todos estemos tocando un espacio íntimo y reservado;  lado la esfera del sí mismo de la mujer embarazada. Las organizadoras de estos eventos amigas o familiares de la gestante buscan agasajarla gestante junto al bebe, pero por el contrario suelen generar una cadena de presiones que explosionan muchas veces en público. Este tipo de eventos olvida aspectos fundamentales de la individualidad de la mujer que ahora es la embarazada. Esa mujer en ese estado vive en un cuerpo que ya no le responde exclusivamente a ella, un cuerpo que tiene como prioridad al nuevo ser, su corazón por ejemplo redobla esfuerzos para sobrellevar ambas vidas por eso la elevación de la presión sanguínea en mujeres embarazadas es un problema común y peligroso. Las hormonas le habrán hecho añicos los nervios y el buen humor, ellas habrán agudizado sus amores y desamores y desatado sus más agudos apasionamientos, sin contar con el cúmulo de carga sobre las elecciones alimenticias, el cambio de su cuerpo, las infecciones, escozores y dolores suelen presentarse. La romántica idea de fragilidad y vulnerabilidad que supone estar embarazada pareciera que anulara cuando pensamos en la presión social, familiar y personal, ni hablar de sus problemas de salud particulares de cada embarazada. La dulce espera está plagada de miedos que conciernen a la salud del bebé y la madre. En el fondo hay que pensar que el baby shower es la invasión social de un aspecto íntimo de la vida. Es un buen pretexto para el consumo de adornos y presentes que terminaran en la basura, un auto gratificación a costa de la embarazada y el nuevo ser.

Posiblemente, muchas replicas saldrán sobre esta percepción de la maternidad y de las ceremonias establecidas en torno a ella, a las críticas solo me queda decir que esta es una provocación es para desmitificar la idea romántica de la maternidad y encararla completa para que las embarazadas sean consideradas desde su firmeza y no desde su fragilidad.

Siguiendo a Michael Foucault, el poder es una construcción práctica, se difumina creando redes de relacionamiento y se ejerce mediante la distribución de espacios de incidencia y hegemonía. Entonces el espacio del poder tiene un centro gravitatorio similar al de la rueda de la fortuna, los hombres que pertenecen al pacto social y gozan del reconocimiento como sujetos individuales tienen el ticket de pase y pueden formarse para ingresar en la ruedan de la fortuna, en el ingreso los espera un titular del poder que se encarga de ordenar los espacios, ubicarlos en un rango (genealógico, méritos, turno de espera, grupo hegemónico o de clase) garantizar la alternancia y revisar que los aspirantes sean legítimos detentadores del poder. Todos creen que pueden ingresar, solo algunos son candidatos, unos cuantos tienen el ticket de paso, ingresan los que son legítimos con la condición de ejercer el poder y luego soltar el turno, sabiendo que luego podrán regresar. La pregunta por el sexo es la preocupación por saber el poder que podremos imprimir sobre él.

¿Cuál es nuestro interés por catalogar al bebe en un género?

Determinar quién es quien y para ello de ubicar a cada uno de nosotros y según ello transitar en las relaciones de poder, si es varón entonces goza del reconocimiento y percepción de los demás, si es mujer solo pertenece a una multitud serial, me resulta más fácil ejercer mi poder sobre ella.

 


[1] Utilizamos las expresiones ser y bebe asumiendo que dichas generalidades ya poseen género

[2] Celia Amorós, La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias… para la lucha de las mujeres; Cap. 2 Espacio de los iguales, espacio de las idénticas. Sobre poder y principio de individuación. Ed. Cátedra: Madrid,2005.

[3] Cristina Molina, dialéctica feminista de la ilustración.

[4] Debemos dejar de lado los baby shower organizados a libre voluntad por las gestantes

Opinión
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Esperanza, lo último que se pierde

El mundo gira inevitablemente al vector conservador, en muchos casos de ultraderecha, por todo el mundo. Los caudillos están envalentonados con la victoria arrasadora del caudillo anglosajón Trump. Aparecerán los Milei o los Bolsonaro, también por América Latina y pues esta coyuntura recién empieza. Lo seguro es que habrá también retrocesos en las conquistas sociales, en las conquistas de colectivos alternativos y quizás también retrocesos de conquistas de pueblos indígenas.

Lamentablemente el precio de los errores será muy caro. Por supuesto que las élites y oligarquías de izquierda estarán recubiertos sus espaldas. Son como siempre los más pobres, quiénes carguen con el precio de esos errores. Son historias que se repiten.

Soplan vientos que desaniman por todo el mundo. Vientos ultraconservadores de restauración señorial. Ojalá que estas duras lecciones se aprendan y se sistematicen, para no cometer más errores y dejar que los caudillos se glorifiquen sin sentido. Soplan vientos totalmente restauradores de glorias pasadas señoriales, que por experiencia sabemos nada interesante traerán para los pueblos de la tierra.

Pero son experiencias ya conocidas, cierto en otras coyunturas y circunstancias. Experiencias históricas, como las dictaduras en nuestro caso, que pues varias veces no aprendemos de esos terribles reveses y derrotas. Seguimos nomás cometiendo casi los mismos errores y desaciertos históricos. No avanzamos como Estado, no avanzamos en políticas de Estado ni siquiera en el mediano plazo. La inmensa mediocridad de nuestras instituciones no cambian desde siempre, arrastrando la lentitud y la burocracia totalmente arcaica y atrasada.

En definitiva, los procesos sociales que el pueblo empuja en su favor no son estratégicamente aprovechados. Los conductores de turno no han demostrado dotes de líderes, a la altura de las exigencias, sino sólo oportunistas de turno. Además, desde las exigencias éticas y morales los liderazgos no llegan ni siquiera a las básicas expectativas que el pueblo espera. El descaro y la corrupción se llevan en tromba incluso a quiénes se suponía serían los ejemplos.

Las tareas todavía son inmensas. Desde la reconstrucción de las instituciones del Estado, hasta las configuraciones de los tejidos sociales. Tareas que se le deben totalmente al pueblo. Ese pueblo que sigue esperando que sus esfuerzos sean por fin compensados, en calidad de vida, en seguridad en el presente y futuro de sus vidas. Hoy totalmente inseguras y totalmente sin posibilidad de planificación ni siquiera en lo cotidiano.

Las generaciones actuales, de jóvenes, están en la deriva del azar. Sin posibilidades de trabajo de calidad, sino en el abandono a la precariedad absoluta y sin derechos básicos respecto de lo laboral. El Estado no alcanza para todos. Se requiere nomás la creatividad de las empresas privadas, la creatividad de la cooperación. En definitiva, la creatividad de la sociedad civil para crear y generar riqueza. Las economías de manual han fracasado rotundamente, aprendizajes con sufrimiento y sangre que ojalá nunca más regresen para experimentar con el hambre, con las esperanzas de la gente.

Los jóvenes distraídos con las redes sociales, con el engaño del internet en las promesas de futuro mejor, no son conscientes de las terribles situaciones sociales que ellos mismos pasan. Totalmente desorganizados e individualizados en estas épocas postmodernas, que nada bueno les ha traído las promesas de revoluciones y paraísos sociales.

En general, las actuales generaciones no tienen idea alguna de la política. Pero sufren las consecuencias de ese desconocimiento. En un país como Bolivia, donde se respira política y para bien o para mal, todas las decisiones son políticas, es nomás necesario que los jóvenes entiendan de política. En el mejor de los casos se involucren en ella para hacer mejor que las generaciones pasadas, aplazadas y fracasadas.

Las esperanzas son lo último que podemos perder. Los fracasos nos acompañan desde siempre. Fracasos que golpean a la autoestima de los más jóvenes, a la autoestima de la colectividad. Somos un país realmente sin autoestima. Porque los más imbéciles tienen más cabida que los más preparados y entrenados, precisamente por culpa de la politiquería. Cambiar esos moldes de la tradicionalidad política es otra tarea de nuestro país.

No podemos perder las esperanzas, a pesar de los retrocesos políticos en que otra vez el mundo se asoma. Las estrategias colectivas, desde el Estado y la sociedad civil, que hoy no hay ni existe, son las construcciones urgentes desde las generaciones actuales. Es la condición de nuestra sobrevivencia como país, como historia colectiva. Y no podemos por supuesto ser irresponsables al no asumir dichas tareas.

No podemos perder las esperanzas ante los escenarios del desánimo mundial. Otra vez, como muchas veces, tenemos que cargarnos nuestra historia a las espaldas del futuro y a las espaldas de los sueños por hacer un futuro mejor. Tenemos que superar este duro momento de sufrimiento, de hambre y miseria. Como muchas veces. Y volver a soñar construyendo utopías colectivas desde nuestras propias historias. Que la experiencia nos enseñe esta vez, a no cometer errores que nos cuestan la vida de un país, y el futuro de las nuevas generaciones.

Opinión
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¿Y si hacemos una campaña antibloqueos en Bolivia?

Con lágrimas en los ojos, viendo cómo su capital se iba al tacho, Don Sixto, un productor bananero, tuvo que botar miles y miles de cajas de plátano que iban a ser exportadas a la Argentina, no pudiendo hacerlo debido a los bloqueos. “Me duele, la verdad, tengo rabia, no estoy en contra de nadie, tengo derecho de trabajar, todos tenemos derecho a trabajar”, declaró compungido ante un canal de televisión, descorazonado al ver cómo se perdía el fruto de su esfuerzo productivo en el Chapare, Cochabamba (“Productores lloran y pierden toneladas de banana destinada a la exportación”, Red Uno de Bolivia, 31.10.2024). 

Don Sixto explicó que los bananeros hacen parte de Federaciones sindicales, aportando recursos, pero a la hora nona, las organizaciones que deciden bloquear no toman en cuenta al productor: “Nosotros somos el motor del Trópico de Cochabamba, con la banana de exportación que trabajamos, creamos empleos directos e indirectos”, reclamó, sollozando. 

Este es apenas uno de los incontables casos de pérdidas económicas que una vez más se dan en Bolivia, donde bloqueadores hostiles -incluso armados- aprovechando su ventaja numérica y la belicosidad derivada de la ingesta de alcohol, se dan a la tarea de obstruir el libre tránsito de las carreteras impidiendo utilizar caminos alternativos y desvíos, provocando graves perjuicios a comerciantes, prestadores de servicios y productores de todo porte -como el de las bananas- que, al estar en los medios de transporte detenidos por muchos días a la intemperie se malogran por el calor, sin poder cumplir los estándares de calidad exigidos en el mercado argentino que compra a Bolivia más de 40 millones de dólares anuales de dicho producto. 

Don Sixto implora al gobierno y a las autoridades, dar una solución al conflicto: “De una vez, queremos que se sienten a dialogar, porque ¿quién sufre aquí? El pueblo está sufriendo, no ellos, tal vez ellos tienen el sueldo, el salario, y tranquilos están -reciben- no tienen qué perder”, lamentó al ser entrevistado. 

Pero el negativo impacto no afecta solo a los plátanos, también a los pollos y cerdos que mueren por la alta temperatura, así como a las hortalizas, huevos y otros alimentos perecederos que no llegan a su destino porque a unos cuantos se les ocurre hacerse dueños de los caminos e interrumpirlos a punta de palo, dinamita y hasta fusiles, como fue evidenciado por la prensa nacional. 

¡Ya no es noticia el irrespeto de los bloqueadores a la autoridad! 

Ante cada intento de los policías por imponer el orden, reciben andanadas de piedras y dinamitazos ocasionándoles contusiones y terribles heridas, llegando incluso a hechos tan graves como tomarlos de rehenes (“Tensión y violencia en Bolivia: policías y bloqueadores intercambiaron rehenes tras una jornada de disturbios”, Infobae, 30.10.2024) o, peor aún, atreverse a llegar al asalto de tres cuarteles, con la toma de efectivos del Ejército Nacional (“FFAA informan que en el Chapare hay militares rehenes y que esos actos son traición a la Patria”, Urgente.bo, 1.11.2024). 

Y, si de crímenes que podrían considerarse calamitosos, se trata, ahí está la denuncia de la Ministra de Salud, dando cuenta que los bloqueadores atentaron contra personal médico de urgencia, al tener que parar en diferentes puntos para la reparación de las ambulancias y hacer el cambio de las llantas (“Bloqueos: Ministerio de Salud dice que hallaron clavos en carreteras para evitar que circulen ambulancias”, UNITEL, 24/10/2024). Sin embargo, eso no es todo. 

¿Sabía Ud. que por causa de los bloqueos se registran muertes de seres humanos? Lamentablemente, así es. Por lo menos, en octubre de 2024 se han dado tres casos registrados por los medios de comunicación, a saber: En Santa Cruz, la pasajera de un bus obligadamente varado en una carretera, perdió la vida (“Una mujer que llevaba cápsulas de droga en su estómago muere en punto de bloqueo”, Opinión, 31.10.2024); de otra parte, YPFB informó que tres cisternas con combustibles líquidos se accidentaron en La Paz y Potosí, al querer sortear puntos de bloqueo para llegar a su destino, mientras que en Tarija explotó un cisterna, lamentándose la muerte del chófer en el primer caso (“YPFB denuncia que tres cisternas sufrieron accidentes en medio de los bloqueos; hay un fallecido”, Visión 360, 25.10.2024). A las pérdidas económicas se suman las humanas. 

Los bloqueos no hacen, sino, agudizar la crisis económica en curso en Bolivia, con la posibilidad de una masiva quiebra de negocios; más desempleo; profundización del aprieto energético; paralización de actividades; mayor escasez de divisas; falta de alimentos; descapitalización de empresas; más pobreza por la inflación; salida de capitales y, lo peor, un posible estallido social. 

¡Qué lástima que la “cultura del bloqueo” se imponga en el país, pues con ello perdemos todos! ¿Quién pagará los más de 1.500 millones de pérdidas cuantificadas? 

¿Y si hacemos una campaña anti-bloqueos en Bolivia? ¿Apoyaría Ud. esta iniciativa? Hágamelo saber…

Buscando la verdad
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Trump es resultado de demasiados errores

En Estados Unidos, pues, los demócratas probablemente son peores que los mismos republicanos; pero en teoría son buenos. En la práctica son los más guerreristas y sanguinarios, como en Palestina, y encubridores de los negocios más turbios posibles: fabricantes de armas. Son la nobleza medieval más alejada posible de su mismo pueblo. Pues, los bonitos discursos de la señora Harris no pudieron tapar lo que el ciudadano de a pie veía y sabía: que los demócratas no son precisamente los representantes del proletariado, ni mucho menos.

En estos lugares del mundo, nos consta de la terrible irresponsabilidad de quiénes estaban en el poder, a nombre de la revolución y el pueblo. Los resultados los vemos con miseria: corrupción generalizada, prepotencia y brutalidad politiquera. Todo a nombre del esquilmado pueblo, del siempre abandonado pueblo; pero utilizado en todos los discursos posibles.

El avance de la ultraderecha tiene culpables directos, cómplices directos. Todos los que utilizaron el poder sólo para satisfacer apetitos grupales, personales y corporativos. Sin que en nada se beneficie el pueblo, tan abstracto como siempre cuando de intereses se trata. Esos que son especialistas en echar la culpa al imperio, cuando quieren encubrir sus terribles errores, sus fechorías y corrupciones de Estado. Incluso sus desequilibrios psicológicos y bajos instintos antihumanos.

Trump sólo tuvo que escuchar al pueblo mismo. Cierto, a ese mismo pueblo que es utilizado por todos los grupos políticos. Cierto que ese mismo pueblo prefirió votar por un misógino, por un forajido contra la ley, que votar por la hipocresía demócrata. Prefirió votar por un desequilibrado, porque los otros desequilibrados son más peligrosos todavía e hipócritas de profesión. Pero veremos en los resultados totales, porque los pueblos también pueden equivocarse. Los occidentales ya lo vieron con Hitler.

Por todos esos errores en todo el mundo, el avance incontenible de los sectores conservadores tiene viento en popa. Además de la total ausencia de crítica básica, de crítica intelectual y política, que es coartada por sectores dictatoriales y totalitarios. Son insumos suficientes para el cansancio de los pueblos, que no soportan ser utilizados en intereses mezquinos y personalistas o grupales. Errores que están alimentando el crecimiento de las ultraderechas, que pues son un retroceso para todos los avances que tuvo el mundo, sobre todo en los derechos humanos.

La coyuntura presente será de conservadurismo y retroceso en derechos básicos. La presente restauración de la nobleza moderna, la pagarán los pobres de todas las sociedades. Porque los elitistas de izquierda ya están forrados en dinero y corrupción, (además no entienden el concepto de crítica) no necesitan ya trabajar y ganarse el pan del día. El conservadurismo se saldará con los movimientos gays, con los movimientos trans género, con los movimientos alternativos que se fueron construyendo en estos cuarenta años.

Serán tiempos muy difíciles para grupos y gente de bien alternativa. Aunque como dijera el viejo maestro Marx, en tiempos de crisis también se pueden vislumbrar tiempos de esperanzas. Tiempos de nuevas construcciones de utopías e instrumentos para la toma de consciencia. Para la construcción de nuevos liderazgos, que sean mejores y más eficientes en la política y el servicio a la sociedad. Los cómplices de Trump, izquierdistas de manual y café, pues están pasando al basurero de la historia.

El mundo cambiará indudablemente. De hecho hay enormes esfuerzos por todo el mundo. Desde las construcciones del multilateralismo, como los BRICs, hasta los esfuerzos de gente consciente en occidente, desde adentro del capitalismo, que saben bien que el monstruo sólo devora en su agujero negro a la humanidad. Esta historia no se termina con una elección donde el nuevo Calígula sólo quiere circo romano por todo el mundo. Esta historia continúa.

En nuestros territorios también tenemos mucho que ajustar con los cómplices del emperador. Reconstruyendo los tejidos sociales, construyendo políticas de Estado que sean eficientes y eficaces realmente. Con los mejores cuadros profesionales e intelectuales de todas nuestras nacionalidades. Despojando a vividores y politiqueros fracasados, que sólo han medrado y vivido del Estado, como sanguijuelas con discursos de chichería barata.

Ajustar cuentas en nuestras propias historias, pues no podemos seguir arrastrándonos como pordioseros en nuestra propia tierra. Donde hay infinitas posibilidades desde siempre; pero desde siempre los fracasados e inútiles nos llevan al hambre y la miseria.

Es hora de las nuevas generaciones. Y de los mejores de las nuevas generaciones. Que no se contagien de politiqueros y parlanchines, que sólo destruyen y destruyen toda posibilidad de construcción de sociedad civil y Estado.

El nuevo emperador tiene sueños imperiales ya conocidos. Seguirá nomás con su libreto de conquistador. Esa es la historia de occidente que conocemos desde el siglo XVI. De nuestra parte nos queda seguir mirando con esperanzas y seguir las huellas de los ancestros, que han sido parte de los mismos sueños antes de la llegada de los antepasados de Trump.

Opinión
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Omertá: El costo de no tener rumbo

Hablamos del pacto silencioso que reina en el corazón del naufragio nacional. En Bolivia, este pacto de silencio no lleva nombres italianos ni historias de grandes mafiosos, pero está presente en un diminuto órgano judicial, la institución plurinacional de mayor semejanza con la mafia internacional. Es el acuerdo tácito que cubre los ojos de quienes ven, tapa los oídos de quienes escuchan y ata las manos de quienes tienen la obligación constitucional de actuar.

La omertá es esa impunidad que flota en el aire, un acuerdo invisible que protege a los corruptos, delincuentes y poderosos, mientras castiga a gente pobre. No es solamente el pacto silencioso de una rosca con lealtades ambivalentes dentro del poder, sino una sombra que se cierne sobre un pueblo traicionado, que ante el miedo calla.

Aquí, en este país sin rumbo, la omertá no se rompe con palabras; es la complicidad que nadie se atreve a desafiar. Porque en esta tierra, la verdad incomoda, la verdad duele, mientras el pueblo calla y la injusticia se convierte en una distopía, la omertá se convierte en el timón de un país perdido, donde el silencio es tan mortal como las palabras silenciadas.

Hoy tenemos un poder judicial fracturado, incapaz de cumplir con su mandato constitucional. La imagen de dos juezas pegándose, emulando al “vale todo” de la UFC por su incapacidad de ponerse de acuerdo y de bloquearse mutuamente el despacho de sus causas, es el resumen de nuestra desmoralización nacional, del vacío ético que carcome nuestras instituciones, de las ganas de huir de un país sin futuro. Cuando las presiones, el cálculo político y el miedo al poder pesan más que “el deber”, como parece ser el caso en nuestra fiscalía, la justicia deja de ser un ideal y se convierte en un juego de suma cero, de protección criminal e impunidad. En este contexto, la justicia no es más que un oxímoron, una metáfora, o peor aún, una distopía que deshumaniza.

Hemos sido testigos de la alternancia entre Evo y Lucho, y posiblemente siga Manfred, pero la solución nunca viene de la mano de un iluminado, único portador de respuestas a nuestros problemas, porque eso ya lo hemos vivido y miren cómo estamos. No existe una fórmula mágica que nos saque de este atolladero solo cambiando de actores. La crisis económica es un problema que no está solo en las personas, sino en estructuras diseñadas para actuar en impunidad.

Ha llegado el momento de despertar. Necesitamos conciencia, organización y determinación para transformar la realidad. Esto no será posible mientras sigamos permitiendo que las decisiones las tomen personas que no son aptas para gobernar este país, carentes de ética, capacidad y visión. 

Hoy Bolivia es un barco a la deriva, sin capitán, sin brújula, en medio de una tormenta, navegando en un mar de peleas mezquinas, a las que no les importa hundir el barco con tal de aniquilar al adversario. Los bloqueos son las anclas que en lugar de sostener nos hunden en el lodo de la parálisis, mientras los jueces juegan a lanzar el timón de mano en mano, evitando la responsabilidad, el capitan de la nave, decide sin decir para no asumir ninguna responsabilidad y así, de manera cobarde, renuncia a la responsabilidad que todos le hemos conferido como capitán de esta embarcación.

Quizá hemos olvidado que esta embarcación nos pertenece a todos, que no necesitamos un capitán que ha convivido con la omertá por más de 14 años y que no tiene la solvencia moral para sacarnos de esta tormenta. Quizá hemos olvidado que el destino se construye, no se hereda, y que no hay nada más poderoso que un pueblo consciente y decidido a controlar su propio destino.

Opinión
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