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Saber

El que más sabe, sabe que sabe poco o nada. Esto, por supuesto, no es nada nuevo.

A medida que pasan los años, naturalmente acumulamos información. Pero el que más sabe, sabe que nunca es suficiente. Que la cuantía no importa tanto; al contrario, el tiempo le enseña a ser prudente porque el que sabe no ostenta, ahorra sabiduría.

La ostentación está reñida con la sabiduría. Parte del saber consiste en saber callar y saber escuchar: escuchando se aprende más que hablando, lo mismo que leyendo uno se cultiva más que escribiendo. Esto, lo sabemos, no es nada nuevo.

De los que no saben, uno tiene el serio problema de que vive engañado porque cree saber; es el necio. Él, no por culpa suya sino por necedad, lo poco que sabe rápidamente lo desperdicia por ser como es (somos como somos). Aunque se esfuerce en convencernos con (típicas) afectaciones no sabe, el necio, la clave del que sabe.

La clave del que sabe parece estar en la toma de conciencia de que su sabiduría sería directamente proporcional al paso del tiempo: mientras más años tiene, más comprendería que lo que sabe no alcanza, de que sabe poco. O nada; decía Sócrates: “solo sé que no sé nada”. Por esto mismo, nada de todo esto es nuevo.

Saber, conocer, aprender, comprender… Se puede conocer mucho y saber poco o nada. Se puede conocer y saber mucho —mucho que al final es nada porque, volviendo al principio, el que más sabe, sabe que sabe poco. O directamente nada.

¿Cuál es el truco del que sabe? Aprende a transformar el conocimiento en saber.

Acumular información sin formarse una opinión resulta escaso, superficial. Quien se informa pero no procesa la novedad con razonamiento, quien no genera análisis o no enriquece —o cualifica— aquella información primigenia, no debería llegar a saber. A lo sumo, tendría que conocer. Y estarse cómodamente en la mediocridad.

Incomoda salir del reposo de la flojera (somos lo que somos: escasos y, encima, perezosos). La archiconocida figura de la pequeñez del hombre frente a la grandeza del universo sirve también para ilustrar lo poco que sabemos, lo que alcanzamos a asir de todo lo inalcanzable que nos rodea. Somos, nomás, tan poco como lo que sabemos.

Leo actualmente una novela de no importa quién y el autor me convida esta frase: “solo alcanzas la madurez cuando has dejado de tener padres”. Pienso en la soledad insalvable del que pierde lo que no se debería perder nunca. “Una de las pocas cosas que he aprendido en la vida: evita a las mujeres solas que tienen gatos”, dice el escritor. Y yo pienso que debió aprenderlo de algún lado, quizá conocerlo, comprenderlo; con suerte, saberlo. El tiempo —la vida— debería enseñar a comprender que lo que se sabe, cuando se sabe, no alcanza. Que ahorrar en sabiduría, economizando en vanidad, tiene su recompensa.

Pero el necio no aprende fácilmente. Lo poco que sabe, lo pierde sin mucho esfuerzo. De prudencia, por ejemplo, sabe nada; con suerte, poco. Al final, somos como somos.

Nada nuevo bajo el sol.

De mediocres estamos hasta el cuello; hay casi tantos como pretensiosos. En las esquinas, en los ascensores, en las oficinas, en los hospitales, en los shoppings, en las plazas de estilo colonial. Es, parece, una cuestión cultural. Nos encanta condimentar nuestras ordinarias exigüidades con la llajua de la pereza.

Usted que lee esto probablemente haya notado que lo que sabe no le alcanza, que sabe, sí, pero poco. En realidad, siendo sinceros, nos falta mucho —o todo— para saber.

Nada de todo esto es nuevo, ¿o sí? A veces no nos damos cuenta de todo esto y todo esto, faltos de humidad, nos tiene sin cuidado.

Dársena de papel
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Acepto el reto…¡voy a marchar!

¿Conoce Ud. personas que sufren por la pérdida violenta de un ser querido, una hija o hijo, una esposa o esposo, una madre o padre, una vecina o vecino? ¿Conoce gente que ha sido violada, asaltada, agredida o sufre “bulling” en el colegio? ¿Es acaso Ud. uno de los afectados? La crecida del consumo de alcohol y droga en los jóvenes, gracias a la permisividad de quienes deberían poner coto a tanto desmán, y la agresividad que aumenta en la sociedad, son el pan de cada día que ponen en zozobra a la población.

¿Quiénes son los responsables para haber llegado a semejante situación? Pongámonos la mano al pecho -autoridades, padres de familia, profesores, líderes de opinión, medios de comunicación, creyentes o no- ¿cuán responsables somos de este desbarajuste social? ¿Cuán comprometidos estamos para solucionarlo? ¿Estamos dispuestos a involucrarnos y a cambiar nuestra manera de pensar, hablar y actuar, para intentar revertir tanta maldad?  

¿Estaría Ud. dispuesto a volver a enseñar y practicar lo ético y lo moral, así como inculcar principios y valores cristianos, hoy relativizados o dejados de lado? Porque si lo está, si acepta que esta sociedad se halla trastornada y enferma, entonces podrá sanar.

Poniendo en perspectiva la delicada situación que vivimos ahora, ¿se ha dado cuenta que en realidad son unos pocos los que ponen en vilo a muchísima gente? Si es así…¿por qué razón lo logran? Porque, teniendo desprecio por la vida y las buenas costumbres, militan en la iniquidad, la disfrutan y hasta están dispuestos a morir en ella.

Entonces, le pregunta: ¿Estaría dispuesto a intentar algo distinto para revertir todo esto, yendo hasta las últimas consecuencias -por su esposa, por sus hijos y los hijos de sus hijos, por su Departamento y su país- y marchar en contra del mal?

Pocas veces en mi vida marché voluntariamente pero recuerdo que cuando lo hice siempre fue por una fuerte convicción, como en esta ocasión. El 6 de septiembre de 2014 habrá una nueva “Marcha para Jesús” y mi familia y yo…¡vamos a marchar!

Ésta no será una marcha más -no deberá serlo- porque la inseguridad que asola y la maldad que asecha a Bolivia, demandan con urgencia que no lo sea.

Esta marcha de alcance nacional servirá para declarar el Señorío de Jesucristo sobre el territorio boliviano por lo que -así como yo acepté el reto- convoco a que todo cristiano marche igual, levantándose contra el mal. Lanzo este reto público convencido que la paz que el hombre no puede lograr, Dios nos la podrá dar…

(*) Pastor y Anciano del Centro Cristiano Evangélico “Casa de Oración”

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 3 de septiembre de 2014

Buscando la Verdad
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Asalto en plaza pública

Como en las reuniones de las grandes familias, donde los intereses económicos y el reparto de dominios territoriales, para mejor controlar las ganancias son rígidamente respetados, así se realizó un congreso extraordinario en la ciudad de Trinidad, Bolivia,  para reelegir al jefe de los jefes.

Al encuentro, estuvieron presentes subjefes de 9 territorios, así como otras figuras menores, pero inmediatas, que forman parte del clan y que son simples “masa de maniobra” y cumplidores fieles de órdenes.

Y como en todo guión para episodios de este tipo, no faltó ni aquél jefe que está en prisión, pero cuya orden fue cumplida a cabalidad. 

De ojo en el peligro que representa una organización  de ese tipo, no faltó ni la policía y el ruido de la represión.

Ahora solo falta que aparezca un Eliot Ness para combatir a una secta elegida en plaza pública.

Que sea lo más breve posible.

Deporte y Sociedad
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Distribución del ingreso hidrocarburífero

Un tema que ha saltado a la palestra, ante una propuesta del candidato a la Presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, Samuel Doria Medina es: ¿Como se reparte el ingreso que genera la actividad hidrocarfurífera en Bolivia?, lo cual es diferente a preguntarse ¿Cómo se distribuye el ingreso neto (ganancia o utilidad) entre las empresas participantes en la actividad y el gobierno?

La nacionalización de los hidrocarburos de mayo del año 2006 determina que todas las empresas petroleras que operen en Bolivia deben entregar su producción a YPFB para que este se haga cargo de su comercialización. Adicionalmente, dispone que todos los campos hidrocarburíferos, cuya producción sea superior a los 100 millones de pies cúbicos diarios (grandes), deben contribuir con un 32 por ciento de sus ingresos, adicional al 50 % existente previa a la nacionalización, lo que significa un total del 82 por ciento. En síntesis, la participación del Estado sería del 50 por ciento del ingreso petrolero en los campos pequeños (que tienen poca significación en el total de producción) y el 82 por ciento en los grandes.

En aplicación a esta disposición gubernamental, los ingresos por venta de hidrocarburos en el mercado externo e interno que registra YPFB es el resultado de toda la producción que realizan las empresas que operan en el país. De la última información anual que el Ministerio de Economía y Hacienda ha hecho pública sobre el flujo de caja de dicha empresa y que corresponde al año 2012, se puede concluir lo siguiente: El total de ingresos por ventas se destinó al gasto corriente, financiándose los gastos de capital con otros ingresos que no provienen de estas ventas. Del 100 por ciento de sus ingresos por ventas, el 56 por ciento se habría destinado al pago de impuestos y regalías y el 44 por ciento se habría destinado al gasto operativo. O sea la participación sería 56 por ciento para el gobierno y 44 por ciento para las empresas. Esta es una primera conclusión.

Si se analiza la información que el Ministerio de Economía y Finanzas publica en su Dossier Fiscal, se tiene el mismo indicador citado en el párrafo anterior, cuando se relaciona el total de regalías e impuestos por hidrocarburos que recibe el gobierno general con el total de ventas de de hidrocarburos hecho por YPFB. Para el año 2012 el gobierno habría recibido el 56 por ciento, lo que sube al 60 por ciento para el año 2013.

Si se quiere saber ¿Cómo se distribuye las utilidades? podemos acudir al estudio que ha realizado Mauricio Medinaceli, para el periodo 2006 al 2011, que dice, que para el año 2007, del 100 por ciento de las ganancias, el Estado absorbió el 57 por ciento, subiendo al 82 por ciento el año 2011, en calidad de impuestos, regalías y participación de YPFB, quedando sólo el 18 por ciento en las empresas para este último, en calidad de utilidad. Medinaceli llega a este resultado porque determina que los ingresos petroleros tuvieron  la siguiente distribución, para el año 2011: 66 por ciento iría al Estado, el 20 por ciento representaría costos recuperables para las empresas y únicamente el 14 por ciento representaría utilidad para las empresas.

Más allá de la precisión de los datos  presentados, la pregunta que conviene hacer es si este panorama es sostenible en el largo plazo. Si con esta enorme absorción del ingreso petrolero por parte del Estado se puede motivar a que venga masiva inversión extrajera, primero, a explorar y luego a explotar. ¿No será que las empresas petroleras extranjeras que están operando en el país bajo el manto de la empresa estatal YPFB tienen costos operativos muy bajos dado que la inversión que realizaron en el pasado ya la habrían recuperado? Podríamos suponer que ya no tienen costo de amortización del capital invertido. Esto explica –según Medinaceli- que para el año 2011 las empresas petroleras hubieran gastado únicamente 762 millones de dólares en sus actividades productivas, lo que representa –según mi deducción- únicamente el 18 por ciento del total de ventas de hidrocarburos que Bolivia realizó tanto en el mercado interno como externo. Esto quiere decir que el costo de producir hidrocarburos en el país es muy bajo, en relación a los actuales altos precios de venta en el mercado externo El problema que surge es que si se requiere inversión masiva para la exploración hidrocarfurífera, que es muy riesgosa, esta llegará sólo si sus expectativas de ganancias aumentan y si se les garantiza rápidamente la recuperación del futuro capital invertido en exploración, cuando llegue la etapa de explotación, ambos procesos de vital interés para Bolivia, lo que llevaría a incrementar la participación de las empresas extrajeras tanto en el ingreso total como en el neto. ¿Será que en todas partes del mundo la producción de hidrocarburos tiene un bajo costo? Si es así, se viene la baja de los precios internacionales porque aumentará substancialmente la producción. Este panorama llevaría a cambiar la actual estructura de división tanto del ingreso petrolero como de las ganancias que se distribuyen entre el Estado y la empresa. Queda la interrogante: ¿Será posible hacerlo? Con la respuesta que el gobierno le dio a Samuel Doria Medina, sería, no.

 

La Paz, 1º de septiembre de 2014

 

*Profesor Emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas

 

 

 

 

 

Economía de Mercado
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Caretas y encubridores

Mirar a un costado por conveniencia también es machismo. Encubrir la violencia de género es tolerarla, aprobarla, justificarla y, en definitiva, practicarla. El patriarcalismo instalado en nuestras sociedades permea clases sociales, condiciones socioeconómicas, gremios y regionalismos. No distingue entre hombres y mujeres y mucho menos ideologías o banderas políticas. Los últimos sucesos lo demuestran y es por eso que hay que transversalizar la lucha contra él desde todas las dimensiones de nuestra existencia.

Estamos rodeados y casi asimilados por las prácticas machistas cotidianas. Tenemos que aceptarlo. Vivimos en un país en el que un patrón siente que puede disponer de la vida de una mujer al punto de intentar imponerle que las agresiones que sufrió permanezcan en la impunidad. El jefe le salva el pellejo al compadre golpeador. El violador le echa la culpa a la cerveza. El asesino dice que fue por culpa de los celos. El poder premia al asesino y le monta una falsa muerte. El compadre golpeador lo niega todo. El Presidente le mantiene la candidatura al machista. Y al final todos repiten al unísono que son víctimas de guerra sucia.

Sin embargo, el absoluto cinismo con el que los protagonistas de las agresiones eluden responsabilidades y culpas es apenas una de las dimensiones del problema. La otra es la deshonestidad intelectual, oportunismo y cálculo politiquero barato con el que diversos actores responden a estos hechos. Los malabares argumentativos con el que las candidatas de Unidad Demócrata intentaron justificar la intolerable acción del dueño de su partido no son sólo patéticas y mediocres, sino también lamentables expresiones femeninas del mismo patriarcalismo que produce golpizas y feminicidios.

En la otra vereda no es menos que decepcionante la forma en la que las referentes oficialistas (no todas, por supuesto) intentaron eludir condenar a la retrógrada manifestación de machismo que ejercitó su candidato a primer senador por Cochabamba. Respeto a todos los que todavía creen que este proceso político es el bien mayor que conservar, pero no por ello se pueden aceptar los silencios, las consignas de memoria, mensajes vacíos y gambetas retóricas con las que esquivaron pronunciarse directamente sobre esa triste y elocuente declaración. Lamentablemente la nueva gestión masista comienza con este mutis cómplice que confunde obsecuencia con militancia.

Si no estamos en condiciones de expulsar a un candidato invitado que, sabemos bien, es un elemento negativo para el proceso de cambio, mucho menos seremos capaces de criticar y detener los errores que a nombre de la revolución se cometerán en el futuro. Ni qué decir de la grosera y desagradable analogía que hizo Evo Morales al comparar la lealtad del voto masista con las golpizas que las mujeres soportan. Ya escuchamos muchas veces que esos comentarios se celebran con risas y aplausos.

¿Y los medios? Es lamentable que el periodismo todavía sea parte del problema en lugar de plantear la lucha contra la violencia de género como uno de sus horizontes permanentes. La apertura de la agenda mediática hacia estos casos es un elemento positivo, sin embargo la cantidad no siempre supone calidad. Todos los días se producen coberturas que esconden, que encubren, revictimizan y normalizan las agresiones.

Tal vez el afán de profundizar la investigación y ofrecer la noticia más completa posible hayan sido los motivos para reparar en los antecedentes de la fuente del audio de Samuel Doria Medina, sin embargo, ¿cuáles son los efectos de aquello? Voluntaria o involuntariamente, los medios de comunicación que cuestionaron la independencia de la señora Teresa Zubieta tendieron un manto de dudas sobre un hecho de chantaje, intimidación y encubrimiento que debería estar fuera de toda discusión.

En otro contexto, desde luego que deberíamos dar cuenta de las afinidades políticas de la ex militante de Derechos Humanos que quiso tomar por la fuerza la sede de la APDHLP y que en 2010 fue señalada por no pocos activistas por intentar encubrir al Gobierno y a Sacha Llorenti de su responsabilidad por la muerte de dos jóvenes en Caranavi. En este caso particular, hacer énfasis en sus simpatías políticas casi con la misma relevancia (o más) que la grabación misma es ponerse del lado de los agresores impunes. Es desviar la mirada hacia los hechos accesorios de un inconfundible acto de violencia de género.

Dispersar el debate con teorías conspirativas de poca monta, responder a una agresión con el antecedente de otra del candidato del frente, cuestionar el origen del audio como si ello fuera un factor determinante o santificar al agresor con aperturas que lo muestran como la víctima de una extorsión o un montaje bien preparado es hacerles un flaco favor a los machistas. Nadie pide que se le niegue el derecho a la réplica al candidato de Unidad Demócrata, que hable todo lo que quiera. Sin embargo debemos ser conscientes que la violencia patriarcal es omnipresente en nuestra sociedad y por ello el enfoque de género tiene ser permanente en nuestro trabajo. El periodismo debe dejar de seguir el juego de los agresores. Denunciar un hecho de agresión hacia la mujer no es, de ninguna manera, guerra sucia. Venga de donde venga.

El tema está instalado y, en mayor o menor medida, el campo político está escarmentado. Evitarán en adelante con mucha mayor vehemencia que se destapen sus machismos y agresiones. En eso hay ganancia, pero todavía encubrimos y expiamos más de lo que condenamos y develamos. Mientras sigamos bastardeando nuestro juicio ético y conciencia crítica (Sacheri dixit.) a partir de nuestras afinidades políticas, seguiremos en la cultura del encubrimiento y el caretaje. Y esto aplica para todos los actores, sean autoridades, candidatos, dirigentes, referentes de opinión o periodistas. Frente a la violencia de género, el silencio siempre será un acto de complicidad.

 

El blog de @ivanbor
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El gobierno indígena del medio ambiente

Derechos indígenas y gobernanza ambiental (El caso de REDD+)

Inés Ayari

Se entiende por gobernanza ambiental al gobierno y administración del medio ambiente y los recursos naturales desde su consideración como un bien común mundial[1]. El vínculo entre esta y los derechos indígenas es el resultado notable de la creciente visibilidad de los pueblos indígenas en el ámbito internacional, así como la evolución de la participación indígena en las actividades de los organismos de derechos humanos internacionales, como las Naciones Unidas por ya más de tres décadas[2]. La afirmación de los derechos indígenas ha dado lugar a la creación de sucesivas declaraciones y tratados, lo que representa una importante expresión del consenso internacional para considerar las cuestiones relativas a las poblaciones indígenas.

En teoría, la gobernanza ambiental y los derechos indígenas son complementarios, ya que ambos incorporan la noción de protección de los recursos ambientales y naturales. También, es necesario poner énfasis en la correlación que existe entre los objetivos generales del desarrollo sostenible y la autodeterminación indígena, incluyendo la preservación de su identidad, aunque en la realidad esta relación sea más compleja. Por otro lado, la aplicación de los mecanismos de la gobernanza ambiental en trabajo de campo son considerados como intentos de imposición de un enfoque vertical que omite el rol de las comunidades indígenas.

Dentro de la gobernanza ambiental está incluido el programa de Reducción de Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD) que tiene como objetivo crear valor financiero del carbono almacenado en los bosques con el fin de reducir las emisiones de carbono; sabiendo que la deforestación y la degradación forestal son responsables del 20% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero liberados en la atmosfera. El principio es relativamente simple: los países desarrollados deben compensar a los países en vías de desarrollo por mantener sus bosques intactos, utilizando fondos y mecanismos basados en el mercado internacional.

Asimismo, el concepto de “REDD+” deriva de la ampliación de REDD, expresando la voluntad de la comunidad internacional de ir “más allá de la deforestación y la degradación  de los bosques, e incluir la conservación, el manejo sostenible de los bosques, y el aumento de las reservas forestales de carbono[3]” Muchos afirman que REDD+ es una iniciativa internacional prometedora para mitigar el cambio climático, y otros ven a este instrumento con un carácter controvertido.

El programa de REDD+ busca hacer “los bosques más valiosos cuando se encuentran todavía de pie que talados, mediante la creación de un valor financiero por el carbono almacenado en los árboles. REDD+ tiene el potencial de ser un programa de mitigación efectivo para contrarrestar el cambio climático…una solución que va más allá del carbono para atender las necesidades de los pobres, siempre y cuando integre en la planeación forestal existente un fuerte participación y compromiso de las comunidades que dependen de los bosques,[4]”.

Defensores de REDD+ sostienen la existencia de valor en esta forma de secuestro de carbono, con la cual se lograría un equilibrio importante entre la promoción de la conservación del medio ambiente y el desarrollo económico. Por otro lado, también existen críticas sobre REDD+, las cuales se basan en dudas sobre la intención verdadera del programa para mitigar el cambio climático. El hecho de que países industrializados paguen a los países menos industrializados para proteger sus bosques, mientras sigan cortando árboles y contribuyendo a la contaminación de carbono a través de sus actividades industriales, es tal vez la mayor muestra de falta de voluntad para acabar con las principales fuentes de emisiones. Otros arguyen que los países desarrollados son históricamente los principales contaminantes, y son estos los que deberían asumir responsabilidad por las consecuencias.

En la actualidad, existen muchos debates sobre justicia y deuda ambiental, mas no son fáciles de responder, ya que muchos de los bosques más importantes del mundo se encuentran en países en vías de desarrollo.

Aparte de estas controversias y cuestiones de gobernanza ambiental a nivel internacional, ya existen programas nacionales de REDD+  que tienen impacto en comunidades indígenas a nivel local. Los territorios de los pueblos indígenas a menudo cubren grandes porciones de tierras forestales, las cuales son la principal fuente de sustento de estas poblaciones. Sin embargo, solamente un 9% de los bosques en todo el mundo han sido reconocidos como propiedad de comunidades indígenas.

Desde el lanzamiento de REDD+, muchas interrogantes han surgido entre los pueblos indígenas tanto a nivel local como a nivel transnacional, y se ha enfatizado el hecho de que se han omitido las opiniones de los pueblos indígenas en su rol como administradores de los bosques restantes del mundo, y en particular por su estatus especial de titulares de derechos en el contexto de REDD[5]. De la misma manera, organizaciones civiles hacen hincapié en que la conservación de bosques  no debe ser en detrimento del enfoque de derechos humanos o servir como un atajo para no cumplir el Consentimiento Libre, Previo e Informado  (CPLI) de los pueblos indígenas en consultas previas.

Conclusión

Como mecanismo de mitigación del cambio climático, REDD+ tiene en teoría un gran potencial para beneficio de todas las partes, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones. La iniciativa podría ayudar a las comunidades indígenas a conservar su estilo de vida tradicional, y a la vez generar un nuevo tipo de ingreso económico. REDD+ incluso podría ayudar a garantizar los derechos de propiedad sobre sus tierras, los cuales han sido obviados hasta ahora, fomentando a los Estados a que jueguen un rol proactivo con un enfoque proteccionista. También existirían ciertos beneficios de reducir la dependencia de los pueblos indígenas de fondos económicos externos[6].

El impacto de las acciones de los pueblos indígenas tiene más fuerza  a nivel transnacional y aún permanece débil a nivel local, lo que se evidencia en la falta de respeto de sus derechos fundamentales por el Estado, como es el caso de la omisión de la consulta previa (CLPI). Por otra parte, las comunidades indígenas desconfían sobre la mercantilización de las reservas de carbono, la cual no considera sus propias necesidades y derechos, y mucho menos una distribución equitativa de los beneficios económicos.

Dado el nuevo valor económico asignado a los bosques, las comunidades a las cuales no se les ha reconocido formalmente el derecho de propiedad sobre sus tierras temen que sus solicitudes de formalizar este derecho se vean pospuestas o incluso totalmente ignoradas por el Estado, ante la nueva conveniencia económica que tendría para este el transferir las tierras a terceros interesados atraídos por las ganancias del programa REDD+.

Por lo tanto, las estrategias del programa REDD+ no pueden ser definidas sin la participación activa de las comunidades indígenas, en particular aquellas concernientes al monitoreo de los mecanismos de pago, los cuales necesitan ser descentralizados y basados en prácticas locales de acuerdo a sus instituciones territoriales. Para que REDD+ sea una herramienta eficiente de mitigación del cambio climático debe haber reconocimiento de la heterogeneidad de los territorios indígenas y sus sistemas sociales, así como su rol histórico en la conservación de los bosques y la biodiversidad.

Los bosques tienen otros valores para los pueblos indígenas aparte de las reservas de carbono, lo que también debe ser considerado en el diseño de los programas de REDD+. Uno de los requisitos esenciales para el éxito del programa REDD+ es el respeto total y efectivo de los derechos de los pueblos indígenas, enfatizando el derecho de otorgar o no consentimiento libre, previo e informado; mas no solo se debe tratar de otorgar el consentimiento sino de un verdadero empoderamiento a través de su inclusión en la aplicación y monitoreo en los procesos y gestión de recursos financieros relacionados con sus territorios.


[1] Launay, Claire; Mouriès, Thomas; Les différentes catégories de biens. Resumen y extractos del libro « La Démocratie en miettes » de Pierre Calame (2003)

[2] Strydom, H. (2013). Environment and indigenous peoples. In Max Planck encyclopedia of public international law (Vol. 11, III, p. 455). Oxford, England: Oxford University Press.

[3] (Programa de las Naciones Unidas sobre la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal en los Países en Desarrollo [ONU-REDD], 2009, párr. 2).

[4] Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza [UICN], 2013, párr. 2

[5] Stidsen S. (2009). Editorial: REDD and indigenous peoples. Indigenous Affairs, 1- 2/09, 4–9.

[6] Van Dam, C. (2011). Indigenous territories and REDD in Latin America: Opportunity or threat? Forests, 2, 394–414.

*Imagen extraída del Folleto informativo de las Naciones Unidas sobre los Derechos Indígenas. www.maderasdelpueblo.org.mex


Inés Ayari

La autora de nacionalidad belga-tunecina, estudió la licenciatura de Ciencias Políticas en la Université Libre de Bruxelles, ubicada en Bélgica, y en la cual también obtuvo su primer grado de Maestría en Relaciones Internacionales. Después de haber trabajado como consultora en recursos humanos en el sector privado, decide dedicarse al área social y ambiental, por lo que obtiene el Master en Gestión Sostenible de Recursos Naturales en la Universidad para la Paz, en Costa Rica. Entre otras experiencias, tuvo la oportunidad de trabajar en la organización no gubernamental Forest Peoples Programme, cuya sede se encuentra en Londres, y la cual se dedica a la defensa de los derechos de personas y comunidades que habitan en los bosques. 

Justicia y Participación
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Cuando la ley es pareja nadie se queja…

Comienzo este artículo agradeciendo la gran cantidad de mensajes recibidos en relación a mi columna “¿Quiénes se creen que son?”, casi todos indignados por la afrenta de algunos “chuteros” en contra del COA y el orden establecido.

Pese a que a algunos no les gustó, suscribo todo lo escrito. Incluso, pese a que un querido amigo dijo que por vez primera discrepaba conmigo, entendiendo que el “chuto” “es una herramienta de trabajo, una forma de ascensión  social, es orgullo, es pertenencia” y que “…su único pecado es ser "ilegal", pero de ninguna manera lo más ilegal, lo peor, lo más nocivo…”, justificándolo con una interesante argumentación comparativa: la lacra del narcotráfico, la venta de ropa usada contrabandeada, los negociados que se denuncian, las prohibiciones antojadizas, el manejo discrecional de las normas, entre otras.

Contesté que lo triste de ese análisis era que si se toleraba algo ilegal por ser “pequeño”, alguien reclamaría también el tolerar lo ilegal pese a ser “grande”. Reflexioné luego que ése es el gran problema con el ser humano que, al relativizarlo todo, hasta el matar justifica como algo necesario, siendo que el fin justifica los medios. Creyente como soy, no estoy de acuerdo con ello, pues para Dios las cosas son blanco o negro y bueno o malo, por lo que, para evitar el caos, la Ley debe ser respetada por todos, empezando por las autoridades.

Por tanto, si la pobreza induce a hacer del chuto una herramienta de trabajo, ¿por qué no pensar en crear empleos para los propietarios que los entreguen, con el enorme dineral que generaría su fundición o exportación como chatarra?

Concluyo con esta reflexión de un lector que prefirió mantener el anonimato: “Si el ganarse la vida justifica actuar fuera de la ley, entonces la ley está demás (…) los cooperativistas (mineros clandestinos asociados) no pagan impuestos ni regalías, no necesitan estudios de evaluación de impacto ambiental y menos demostrar  responsabilidad social (…) tampoco pagan impuestos los cocaleros, los gremialistas, los taxistas y minibuseros, menos si sus vehículos son chutos. Pero los demás pagamos todo tipo de impuestos, patentes, registros y debemos hacer trámites en el gobierno central, departamental, municipal (…) pagar beneficios, dobles aguinaldos incluso si no hay utilidades (…) un castigo a quien quiere trabajar dentro de la ley y un premio a quien trabaja al margen, asociado a prejuicios de clase y origen étnico”. Clarísimo: ¡cuando la ley es pareja, nadie se queja!

(*) Economista, Magíster en Comercio Internacional

 

Fuente: “El Deber”

Santa Cruz, 27 de agosto de 2014

 

Buscando la Verdad
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Cuatro historias del narcotráfico en Cobija

La flota que coronó

En la capital pandina abundan los prestamistas y no es un secreto para nadie que cada día circula más dinero. Por su tipo de servicio, estos ciudadanos llegan a conocer, de manera directa o indirecta, movimientos económicos de todos los colores. Legales e ilegales, cuestionables o nobles. Peligrosos, rutinarios y un largo etcétera.

Un fin de semana en el primer trimestre de este año, algunos de ellos fueron sorprendidos por una seguidilla de visitantes que acudieron a pedirles al menos unos pares de miles de dólares. El motivo: Una flota con cincuenta kilos de pasta base “coronó”. Así dicen los narcos cuando uno de sus cargamentos llega a destino. Ese día, muchos de los que están metidos en el negocio en Cobija querían sacar su tajada de aquel envío, pues sabían que si pagaban 800 ó 1.000 dólares por cada kilo al menos duplicarían la inversión en la reventa a los brasileños.

¿Por qué tantos querían ser parte de esa repartición con tanta urgencia? Por la escasez que atravesaban en esas semanas. Casi no había producto disponible y los compradores brasileños ya estaban más que impacientes. Las lluvias interminables (fenómeno de La Niña) cerraron casi todas las rutas terrestres que abastecen con regularidad a los intermediarios en Pando desde las selvas de Perú. La “merca” estaba lista, pero no había forma de hacerla llegar desde el VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro) hasta Cobija para negociarla allí con los clientes que llegaban desde el país que es el segundo mayor consumidor de cocaína del mundo. Mientras tanto, casi todo el clorhidrato de cocaína y la pasta base para producir crack que ingresaban a territorio brasileño llegaban gracias a los narcovuelos.

La desesperación por la falta de movimiento hizo que los proveedores peruanos se arriesguen algo más de lo usual y manden un envío de esas magnitudes (50 kilos no se esconden con facilidad) en un vehículo del transporte público a través de Apolo. No era la primera vez que lo hacían, tampoco fue la última.

Esa mañana de sábado, muchos prestamistas se quedaron sin un peso. Los narcos les dejaron joyas, autos, motos y cuanto objeto de valor encontraron para llevarse todo el efectivo disponible. Sabían que era un negocio seguro. En los días siguientes, los brasileños se llevarían el producto, los peruanos recibirían el pago por la encomienda que coronaron, los intermediarios bolivianos se quedarían con la ganancia de la reventa y los prestamistas recuperarían su plata más los intereses. La vuelta estaba completa. Todos ganaron. En Sao Paulo y Rio de Janeiro celebraron también.

La cámara escondida

Los operativos no tardaron en producirse después de que algunos rostros y fachadas de casas de traficantes cobijeños quedaron expuestos por un medio brasileño, a principios del año pasado. De las seis personas que el canal paulista Sistema Brasileiro de Televisão (SBT) exhibió, cuatro terminaron detenidas y dos tuvieron que irse de la ciudad para tratar de seguir en el negocio en poblaciones de Beni. Las dos casas que aparecen en el reportaje fueron identificadas e intervenidas.

Ahora los narcos guardan el video de ese reportaje tramposo en sus computadoras para mostrarlo a todos los que pretendan hacer algo similar. No quieren que otro medio de comunicación los vuelva a engañar con cámaras escondidas que muestren sus puntos de venta o centros de acopio. Mucho menos sus caras. El movimiento de cocaína y pasta en la región amazónica no es nada nuevo y por ello no son pocos los equipos periodísticos de Brasil, Europa y Bolivia que se trasladan hasta el lugar. Encontrar a los traficantes no es muy difícil. Sólo tienes que preguntar a las personas indicadas o subirte al mototaxi correcto.

Al igual que con todo el mundo, para los narcos de mayor antigüedad y jerarquía no es ninguna novedad tratar con medios de comunicación. Ellos son los que mandan, ponen las condiciones, definen las fechas y forma en la que se realizará el trabajo y, en algunas ocasiones, acuerdan un eventual pago por abrir las puertas de su negocio al periodismo. Los pandinos aprendieron la lección y ya no aceptan que se hagan tomas exteriores, en especial si se trata de sus casas, depósitos o puntos de venta. Tampoco permiten que los periodistas lleguen en vehículos particulares a los lugares donde se produce toda la acción, ellos los recogen en motos. Antes de cerrar el trato, les muestran el video del reportaje brasileño para asegurarse que no se repetirá la historia. En ese momento les piden la garantía de que no serán engañados.

Los traficantes de esta región no tienen nada que ver con los “traquetos” que se ven en las novelas colombianas. No tienen cuentas en Twitter o Instagram donde presumen sus piscinas, armas o sus fajos de dinero, como los mexicanos. Los que se mueven por Pando y Beni también pueden tener quintas o haciendas en mitad de la selva, pero cuando están en las ciudades prefieren el bajo perfil. Nada de cadenas de oro, anillos excéntricos en todos los dedos o carros importados de lujo. De hecho, pasan la mayoría del tiempo en las barriadas donde crecieron y abandonaron la pobreza. Si quieren festejar, agarran su avioneta y se van a pasarla bien a Buenos Aires o a Rio de Janeiro, donde apenas son uno más del montón. Por eso no son famosos. No tienen ningún interés en que alguna orquesta les dedique canciones. Y cuando se aproxima un periodista, prefieren evitar la tentación de presumir. A diferencia de los “duros” de Medellín, Cali, el Valle del Cauca, Sinaloa, Tijuana o Juárez, ellos no permiten que su ego los domine. Los guía la desconfianza. Mucho más después de que vieron lo que pasó con los “pinches” que se dejaron engañar y filmar para ese reportaje de la SBT.

 

El  GPS

Todos recuerdan los primeros meses de 2008. Cuando era mejor no salir ni a comer a los restaurantes porque era el lugar favorito de los sicarios para culminar con el ajuste de cuentas. Mientras más gente veía el asesinato, mejor. El mensaje llegaba más lejos.

La ofensiva de las pandillas de sicarios armadas por los narcos en Cobija estaba fuera de control hace seis años. Más de 40 personas fueron asesinadas en un semestre en calles muy concurridas, paladares a pleno mediodía y discotecas llenas de gente. Los volteos en la zona fronteriza con Perú se producían cada dos o tres días y eso tenía a todos en pie de guerra. Transportar las mochilas con la “merca” era una actividad de alto riesgo y por eso cada grupo comenzó a reclutar más y más sicarios, además de tratar de armarse mejor que los otros. No era para menos, algunas de las rutas terrestres más prósperas del tráfico en la región estaban en juego.

Antes de la llegada del GPS, los mochileros peruanos y bolivianos buscaban puntos de referencia fuera de la selva para entregar sus paquetes. Las pequeñas ciudades de Bolpebra y Soberanía eran dos de sus lugares de encuentro más frecuentes. En esta última localidad no hay control posible. Antes y ahora, más de una autoridad nacional o local tuvo que salir del lugar casi a las carreras para evitar agresiones o ataques. El narcotráfico está asentado allí hace más de veinte años.

 

 

Ahora el movimiento se realiza en la selva. Los peruanos dejan las mochilas enterradas y una seña para identificar el lugar. Horas o días después, los bolivianos hacen la incursión con las coordenadas precisas y guiados con los GPS. Al principio tenían que abrir la trocha con machetes. Ahora ya tienen varias rutas transitables entre las espesuras del monte. Cuando encuentran la marca, desentierran los paquetes y los llevan hasta la carretera más cercana. Allí estarán motociclistas a la espera de recibirlos para llevarlos a Cobija a toda velocidad. Si no hay necesidad de encender linternas o los focos de las motos es mejor. La luz es delatora y en esa zona es donde se realizan la mayoría de los volteos. Por eso todos van armados. Mejor si algo borrachos y drogados también. Ellos dicen que así no les faltará el valor.

No faltan los valientes o desesperados que entran al negocio por necesidad y se aventuran en el monte sin protección ni tecnología. Por llevarse 25 kilos de pasta enterrados en una mochila en algún punto de la selva, caminan hasta tres días sin armas ni escolta. Si coronan, seguramente beberán toda la noche porque su vida empezará a cambiar. Si los encontró una banda de volteadores en mitad del camino, tal vez no verán el amanecer del día siguiente. Son las reglas del juego.

La segmentación del negocio de la droga  y el desmontaje paulatino de los grandes cárteles en toda la región ha hecho que cualquier muchacho pueda ingresar en el circuito como mochilero o intermediario minorista en Colombia, México, Perú o Bolivia. El riesgo es elevado y casi siempre los más pobres llevan las de perder. Mientras menos tengas, más bajo será tu nivel en el negocio y consecuentemente más alto será el riesgo al que te expones. Las mulas, mochileros, vendedores al menudeo, distribuidores, cobradores y los sicarios siempre están más expuestos a ser detenidos por la Policía o a que una bala enemiga termine con sus vidas. En cualquiera de los dos casos, los peces gordos no tendrán mucho de qué preocuparse. Por ese flanco, ellos están blindados.

La mano de obra barata abunda y, por lo general, los rangos bajos no saben de quién es la merca que mueven, ni quién controla el mercado al que la revenden. Los muchachos que entran al monte con sus GPS por lo general son de una organización accesoria o subalterna. No saben ni para quién trabajan y son poco menos que prescindibles. Todo está terciarizado y eso favorece (más) al mercado y a los capos. Son las nuevas reglas del juego.

Las motos

Pasear en moto a buena velocidad por las calles de Cobija es un alivio del calor intenso que puede convertir cualquier caminata en un calvario y conversar con los mototaxistas es la verdadera llave para acceder a los secretos e historias incómodas de la ciudad. Son dos motivos más que válidos para transportarse por esta vía.

Fueron mototaxistas los que llevaron a los sicarios brasileños y peruanos que se mimetizaron entre los cívicos para disparar contra campesinos en Porvenir en septiembre de 2008. De hecho, más de uno de ellos cruzó la frontera en aquel entonces para esconderse en Brasil ante el estado de sitio dictado por Evo Morales. Si alguien sabe toda la verdad sobre lo que sucedió hace seis años, probablemente pertenezca a ese gremio.

Ningún movimiento político en la historia reciente de Pando prescindió de ellos a la hora de buscar votos y presencia en las calles. Su peso específico no es fácil de descartar. Tienen bases numerosas, disciplina y capacidad de movilización. Lo sabía ADN y ahora lo sabe el MAS. Ellos le toman el pulso diario a la ciudad. Saben con exactitud donde viven los contrabandistas más prósperos y cómo funcionan los negocios turbios en la capital pandina. Cuando falta la gasolina o cualquier otro producto, hay que buscarlos a ellos. La mayoría vive de llevar y traer personas a cambio de cinco bolivianos por la carrera, sin embargo en sus filas también existen traficantes, tratantes, proxenetas, extorsionadores, sicarios, cobradores y vendedores. Por eso no pocos de ellos ahora están presos o muertos.

Ellos vieron cómo crecieron las bandas de narcotraficantes en la ciudad. De cómo casitas precarias comenzaron a usarse como depósitos improvisados para ocultar unos kilitos, hasta el tiempo de los GPS, las mujeres reclutadas y prostituidas a cambio de motos o celulares, las armas, la pornografía infantil, los bingos en los barrios, las fiestas, los regalos, los contactos con las grandes organizaciones brasileñas y la guerra entre las bandas.

Una de las historias que más circula es que los narcos renovaron el parque de todo un sindicato de mototaxistas para asegurar su lealtad. No sería el único beneficio que algunos de ellos obtendrían. Son estos choferes los que llevan a los brasileños a los puntos de venta de pasta y clorhidrato “al por mayor”. En algunos casos porque son parte del negocio, en otros por una comisión de la venta. También ellos son los que pueden orientar a cualquier muchacho o visitante dónde puede comprar marihuana, cocaína y otros derivados mucho peores como el bazuco para consumo personal.

Este último es el residuo de la coca (después de que ya se produjo la pasta base) mezclado con otros productos nocivos. Ya no sólo se usa en las villas miseria de Buenos Aires y las favelas de Sao Paulo, ahora también acaba con la salud de jóvenes y adolescentes en Cobija. Los mototaxistas saben dónde conseguirlo. Dicen que circula en las madrugadas en dos puntos de la ciudad y que los muchachitos se van a las huertas y montes escondidos en las afueras de Cobija para consumirlo.

Entre charla y charla, las historias se conocen de a poco. Casi nadie en la capital de Pando se niega a reconocer que el narcotráfico se ha vuelto un fenómeno cada día más evidente. Es un relato demasiado viejo como para que alguien insista en cerrar los ojos. Un secreto a voces de hace más de dos décadas que cada vez es más visible. La violencia de los últimos años es prueba de ello. Las grandes casas que se construyen en barrios alejados del centro cobijeño también.

(Y sin embargo, todo lo que por ahí se mueve es tal vez insignificante frente a la droga que circula por vía aérea a través del corredor Perú-Bolivia-Brasil. Ese será el tema de nuestra siguiente entrega)

El blog de @ivanbor
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El sentido de la vida

El ser humano en las diferentes etapas de su vida, probablemente desde la adolescencia, se pregunta, implícita o explícitamente, que tiene que hacer durante su vida. Esta es una pregunta permanente que busca respuesta. ¿La vida tiene un solo sentido? Probablemente, no. Tiene varios, no sólo en un periodo sino durante toda la vida. El principal sentido de la vida va cambiando en la medida que avanzan los años. En la juventud una de las principales motivaciones es el enamorarse, puede también ser el deporte e igualmente el capacitarse, mejor si es a nivel universitario. Estos diferentes propósitos no son incompatibles, pueden convivir, pero cada persona dará mayor o menor importancia a cada uno de ellos.

Cuando el hombre/mujer es libre, entonces, le da su propio sentido. Cuando se habla de libertad es importante destacar la libertad de pensar, que es consubstancial al hombre. Que esta libertad pueda ser manipulada por las costumbres, la cultura, los prejuicios y por la misma “educación”, es posible. Sin embargo, el humano es libre para pensar. A  partir de aquí se puede explicar la grandeza del desarrollo de la humanidad desde su aparición en la tierra.

En el pasado el esclavo estaba obligado a darle sentido a su vida trabajando de manera obligatoria sin ninguna remuneración. A cambio de su trabajo el patrón le otorgaba los bienes imprescindibles para su subsistencia. El aristócrata, que vivía del trabajo del esclavo, le daba sentido a su vida en el mundo de las artes, letras, música, filosofía, política, la guerra; tenía abundante tiempo para pensar, si no se dedicaba a alguna de estas actividades probablemente podía enloquecer. El no hacer nada en la vida es la forma para ser permanentemente “infeliz”. Pregúntese usted, que sería de su vida si no realiza sus actividades, muchas de ellas ya rutinarias.

¿Qué es la felicidad? Este es un término muy vago, la gente suele asociar al placer, a sentirse bien, contento, alegre, tranquilo, sin preocupaciones. Se suele definir como el estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo. Para Niestche, el ser humano no fue concebido para la felicidad, sino que estaba destinado a sufrir. Si por felicidad se entiende un “estado emocional” cuando se cree haber alcanzado un objetivo/meta deseada, entonces, por principio la felicidad es momentánea, no es permanente. Si la felicidad se entiende por paz interior esta puede ser más prolongada, pero tampoco permanente. De igual manera, es momentánea, si se la entiende como satisfacción y alegría. Si se entiende por “sentirse bien”, la felicidad es un hecho más prolongado, pero no durable, porque las personas en algún momento se “sienten mal”. Si felicidad es la autorrealización, querría decir que se es feliz cada que se alcanza un propósito buscado.

En el mundo moderno, donde ya no hay esclavos, cada uno es libre de elegir el propósito de su vida. Si usted tiene asegurada la satisfacción de sus necesidades básicas, puede realizar cualquier otra actividad, aunque no le reditúe ningún ingreso. Claro está, esto es sólo posible si tiene asegurada la satisfacción de sus necesidades. Una forma es que realice algún trabajo para obtener estos imprescindibles ingresos, otra es que algún familiar o amigo le de y, por último, que usted tenga la suerte de provenir de una familia adinerada, por lo que usted puede vivir muy bien sin necesidad de trabajar, ya que tiene asegurado su bienestar económico por las rentas que recibe al ser propietario de un capital, que usted lo heredó.

La libertad de pensar lleva a la humanidad a la libertad de acción. En esta libertad de acción se concreta el sentido de la vida. El hombre tiene que realizar cualquier tipo de actividad, sea familiar, religiosa, política, militar, artística y/o económica.

Es tan fuerte la búsqueda del sentido de la vida que incluso hay quienes llegan al fanatismo y a la total intolerancia. Esto fundamentalmente se presenta en el mundo religioso. La religión es buena pero es una plaga cuando sus adeptos se fanatizan. En nombre de su dios se convierten en “terroristas”, se inmolan matando a inocentes. El nacionalismo tiene sus orígenes en la tribu. Hay una tendencia a tener un sentido de vida en la comunidad donde uno vive, lo cual hoy se ha ampliado a lo que denominamos nación. En su nombre se han vivido las más sanguinarias guerras. Así como hay gente joven que le da sentido a su vida ejerciendo el deporte, hay otra que también le da matando a su prójimo; esto se ve en los jóvenes revolucionarias, que se han fanatizado con la ideología socialista, o los otros que van a la guerra. La acción entre el guerrillero revolucionario y el soldado que va a la guerra es la misma. La diferencia estriba en que el primero lo hace por fanatismo, el segundo actúa obligadamente.

La Paz,  25 de agosto de 2014

 

*Profesor Emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas

 

 

Economía de Mercado
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Los fondos reservados

Todo Estado usualmente cuenta en su presupuesto nacional con un capítulo referido a los “gastos reservados”, es decir aquellos fondos que se manejan discrecionalmente por el alto gobierno sin tener que rendir mayormente cuentas de su empleo.

Esos fondos generalmente son destinados a gastos urgentes, sin que pasen por los controles ordinarios, y casi siempre están destinados al pago de servicios de inteligencia militar y policial.

En los años 60 Bolivia detuvo a un general de su ejército al que acusó de entregar documentos confidenciales al gobierno chileno. El coronel Claudio San Román, jefe de la policía política, se había apoderado de documentos de la embajada chilena en La Paz para llegar a tal conclusión.

Nunca se supo quién fue el que le facilitó la operación por la que San Román pagó un buen dinero de los fondos reservados, Otras veces esos recursos fueron a manos de ilustres bolivianos muy necesitados de una discreta ayuda.

Lo usual, al término del año fiscal, según lo reveló el ex ministro de Hacienda, Augusto Cuadros Sánchez, era que él titular de la cartera y el Presidente, sin más testigos, revisaran esas erogaciones y destruyeran los recibos. Primaba la buena fe de los gobernantes.

Eso que era tradicional en la administración pública fue prostituyéndose con el paso del tiempo, sobre todo en los regímenes militares cuando los gobernantes apelaban a esos fondos para comprar conciencias, sobornar a dirigentes sindicales, premiar con sobresueldos a los favoritos de la hora.

El presidente René Barrientos Ortuño fue pródigo en el uso de los “fondos reservados”. Su sorpresiva muerte en un accidente de aviación evaporó cualquier atisbo de averiguación sobre los fondos que manejaba discrecionalmente especialmente entre los campesinos quechuas.

En la opinión pública fue creciendo un sentimiento de aversión al acceso de los gobernantes a esos “recursos” en los años que siguieron a la etapa de la “Revolución Nacional”.

Cuando Evo Morales accedió a la Presidencia hace casi ya 9 años su promesa fue que eliminaría la existencia de tales recursos. Escribí que era una promesa que no la cumpliría, porque sencillamente no era posible. El Estado siempre necesita de fondos de libre disponibilidad. Otra cosa era que se hicieran más amplios los controles.

Ni lo uno ni lo otro. Morales, como ningún otro presidente en la Historia de Bolivia, ha recibido cuantiosos recursos abierta y encubiertamente y hasta ahora nadie le ha pedido cuentas.

Apenas elegido, Hugo Chávez, le obsequió en cadena de radio y televisión $30 millones. Puso a su disposición helicópteros y aviones para sus desplazamientos y le regaló, además, $5 millones para el mejoramiento de los cuarteles militares.

Poco antes de la muerte de Chávez, Morales anunció que Bolivia ya no recibía donaciones de Venezuela (como las 60 ambulancias exhibidas en un estadio) y que se manejaba con recursos propios. Pueda que sea, aunque Morales sigue obsequiando fondos a alcaldías rurales.

Que yo sepa, nadie hasta ahora ha pedido a Morales que rinda cuentas de lo que ha hecho con los fondos gratuitos venezolanos (y de otros países), que no son otra cosa que los “gastos reservados” de gobierno. ¿Será que por esto se niega a debatir con sus opositores de cara a las elecciones del 12 de octubre?

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI; EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de la ANF de Bolivia.

 

Tierra Lejana
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