Blog de Ilse Miranda

Date cuenta de lo violento que es

Terminé tomándole del brazo suavemente. Luego de un profundo suspiro. Ese desahogo de aire llevaba en sí  el recuento de tantas vidas. Miré sus ojos y con tono de sincera comprensión le dije: No te preocupes, el no vendrá por aquí.

Pegó un salto de sorpresa. No imaginaba ese epílogo. Llevábamos más de 1 hora yendo y viniendo entre argumentos en pro por un lado y cientos de obstáculos insalvables por el otro. Un intento más de mostrar otro universo: uno en el que se percibe el valor y la oportunidad en convivir con seres a quienes él había aprendido a ver sin valor alguno, a percibirlos sólo como problema. Tanta incomodidad tal vez por alguna vergüenza ya emergente por vivirlos de ese modo. Alejarse con prisa para eludir su propio tormento. La física aún no ha descubierto la fórmula, pero algo de la cultura y algo de varias ciencias han logrado establecer concepciones y conceptos que revisten de invisibilidad miles de existencias.

Se sorprendió por supuesto. Esperaba un lío más largo y más grande. En selvas como en las que mora, violencia reconocida se responde con violencia expresa. No contaba con que no venía yo de selvas, sino de la alegría diaria del descubrimiento de las nubes, bien nutrida de vitales abrazos y de atravesar a cada rato unos ojos transparentes. Hay que tenerlo para disfrutarlo y permitirte renacer para apreciarlo. Gracias por la ternura, cariño. ¿Podría yo exponer a aquella violencia, otra vez, a alguien así de precioso? Hemos librado innumerables batallas y está claro que el cuerpo que más se pone es el suyo. No es por ausencia de valor que dejamos ese y otros campos. Tal vez porque la experiencia recomienda elegir dónde poner ese cuerpo tan combatido, en ese momento me apeteció no hacerlo. O tal vez mero cansancio.

No voy a describir, o calificar, por vergüenza ajena, los sentimientos y las lógicas que trascienden palabras que pretenden ser prudentes y acciones evasivas que se desplazan en tiempos eternos. Esforzándose, sin otro sentido que el de mantener la apariencia, en interpretar compromisos contundentes con la vida del Otro. Tan lindos los discursos y tan enorme la incomodidad. Tantas generaciones rifadas al son de fútiles promesas. Sonrisa cargada de ironía. Si las paredes hablaran, ellas podrían documentarlo. Tal vez no hablan porque sienten la misma vergüenza. Se agradece el espejo que muestra lo que no hay que hacer o la peor manera de hacerlo, aunque ese reflejo te parta el alma.

Si hoy escribo es porque existe la excepción, aunque tenga la penosa función de confirmar la regla. Pareciera haber un lugar y otra gente. Lejos debe quedar el paraíso. Queda tanto por hacer. Pero esta el atisbo de luz al final de otro túnel. Una pequeña llama que se mantiene entre los vientos. Gente curiosa de nuevos paisajes,  atenta a otros sonidos, deseosa de algún abrazo, con cierta fascinación común por los atardeceres. Disfrutando de algún modo, sumergirse en gestos y ojos transparentes. Lo que yo busco con espadas y armaduras de argumentos, él lo logra siendo él nomás. Tal vez desde ahí, sea posible moverse nada más tantito, a mundos alternativos. Gracias por la esperanza. Intuyo que aún queda un muy largo camino.

¿Qué les puedo decir que ya no haya dicho? Las leyes están abriendo muchos y diversos espacios de participación. Grandes aplausos. Se agradece la visión si es que es ella la que mueve la mano que destraba la puerta. ¿Basta con abrir la puerta? ¿Se dan cuenta que no?

A los futuros, para que logren ser algún día, no basta verlos, hay que construirlos desde el presente, cada día, con todas y todos y en todo ámbito. Papeles y tinta no hacen futuros, sólo los bosquejan. El sufrimiento de ayer, que era no poder estar siquiera, es ahora el de estar, pero conviviendo con un conjunto para el que no vales mucho. En eso funciona la terquedad. Se precisan diques de convicción para sostener un valor donde cada acto se empeña en reflejar lo contrario.

Tan interiorizado está el pinche civilizador y normalizador, que no considera siquiera la posibilidad de moverse, de cuestionar su ya sabido y acostumbrado, encontrar y destruir a ese titán de normalidad con el que sigue quemando tantas vidas. Sería muy pretencioso esperar algún agradecimiento por esa puñalada.

¿Te has dado cuenta que la puesta en escena no es sólo nuestra? Ocurre a cada rato y en todas partes. Si no has estado entre sus actores principales, por supuesto que éstas en el reparto. Oportunidad le llega a todas y a todos, aunque existan quienes las exilien a patios traseros. En lo que vives, fíjate lo que acontece: En el mercado, en la plaza, en la entrada, en la cancha, en las graderías, en el desfile, en la challa, durante el carnaval, en el trabajo, en tu partido, tu junta, tu sindicato, la asociación, tu grupo o la empresa. El periódico, la tele y la radio. ¿Es alguno de ellos y ellas amiga o amigo de alguien? ¿Tal vez novia o novio? ¿El jefe? ¿La lideresa? Cara de duda. Inevitable que te hayas cruzado con alguna persona diferente en tu escuela, tu instituto, tu academia o tu universidad. O en el mini, el puma, el trufi, el avión o alguna calle. Fíjate también en tu casa y en tu zona. Siempre han estado, algunas y algunos ahora se dejan ver y otros tantos están aún en secreto. ¿Les has visto en el teatro, el cine, el concierto o en la fiesta? ¿Están? ¿Cómo les están tratando? ¿Qué dicen las voces bajas? ¿Hay ojos en blanco? ¿Cabezas que se mueven negativamente? ¿Qué miradas les recorren y les siguen?

Procura tener una voz fuerte en el armado de la siguiente escena que se ponga. Tú no eres escenografía. Eres la esencia. Intenta ver el valor y la oportunidad. Nos hace mucha falta.

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Nuestras capacidades políticas

El modelo de desarrollo actual genera oportunidades de conocimiento que, dadas las condiciones educativas vigentes, pueden ser mejor entendidas como oportunidades de acceso a información. Esta condición, que vista por sí sola puede considerarse positiva, se constituye en un factor negativo para nuestro desarrollo en términos de plenitud, toda vez que acontece es desmedro de oportunidades para el desarrollo de nuestras otras capacidades.

Otro factor necesario de reflexionarse, es que en general, nuestras sociedades y sobre todo nuestros estados al momento de planear y ejecutar las políticas de desarrollo, tienden a considerarse los indicadores de acceso y manejo de información, como indicadores de desarrollo total. Tal vez por ello abundan tantos talleres y la realidad cambia muy poco.

Otro aspecto que ya he mencionado en notas anteriores, es que en términos de lo que vivimos como desarrollo, existe una sobrevaloración de nuestra existencia física en perjuicio de nuestra existencia psico-social, tal vez porque, y haciendo crítica de lo planteado en párrafos precedentes, pese a nuestros notables avances en términos de desarrollo intelectual, aún actuamos como si el cuerpo fuera de esta tierra y el alma para los dioses, pegados a esa dicotomía superada en los textos y tercamente permanentes en los actos.

Pese a que resulta obvio y tal vez justamente por ello, declaro que no pretendo poner siquiera en cuestionamiento, la relevancia que tiene el acceso a información para la preservación de nuestra humanidad. Pero al mismo tiempo quiero recordar que esta misma oportunidad la viene poniendo en riesgo, porque una cosa es manejar información y otra administrar el conocimiento con responsabilidad. Claro que es vital preservar nuestra existencia física. Nadie quiere morirse de hambre, de enfermedad, catástrofe natural, guerra o de terrorismo. Tampoco debiéramos morirnos de pena, de soledad, de traición, de abandono, de puertas que se cierran en las narices o de susto. Eso como recordatorio que la depresión y el stress, cuerpos cansados de luchar por sus vidas afectivas, sociales y emocionales, está haciendo estragos en el viejo mundo y en el nuevo mundo. Acceda a información con esta perspectiva. No van a faltar los ejemplos catastróficos.

El desarrollo de toda capacidad requiere oportunidad de entrenamiento y de práctica que puede convertirse en aprendizaje y en desarrollo cuando le significa algo a la preservación de la existencia de la entidad bio-psico-social que somos, tanto cuando ésta acontece en relación a nuestra dimensión particular, el individuo, como en nuestras diversas realidades sociales: nuestros grupos, comunidades, estados y mundo.

La palabra mencionada en el párrafo precedente y que lleva múltiples guiones, hace rato que se la puede encontrar en textos, polémicas, discursos e incluso en leyes, sin que  esta su existencia textual implique el  logro efectivo de operar con ellas como si fueran el todo que en realidad son. Si bien el cuerpo disfruta y sufre a plenitud, esta plenitud no es percibida como tal.

Por eso cuando se habla de seguridad, se habla de policías y ladrones, y no de climas de seguridad que atraviesen nuestros distintos espacios y momentos de desarrollo. Por ello hemos aprendido a percibir como violencia un golpe en el cuerpo físico, que resulta ser un efecto largamente producido y no hemos aprendido a percibir como violencia transitar varias veces cada día en vehículos que se desarman, que cortan, que duelen, en los que nos gritan, gritamos mientras deambulamos por cualquiera de los caminos de nuestra tierra. No lo hemos aprendido, siendo que esta vivencia es constante y constituyente de la violencia que terminará en la patada al perro, el sopapo al hijo, la trifulca en la pareja, el abandono del anciano, la etiqueta de discapacitado, etc.... dejando mal parado o con los pies delante a quien con mayor vulnerabilidad participe en este proceso de relacionamiento violento.

Como también hemos aprendido a reducir la realidad en términos de causa y efecto, debo también aclarar que no estoy diciendo que el estado del transporte sea el causante de la violencia. Es uno de los ríos que desembocan y hacen el océano.

Tenemos otras capacidades cuyo desarrollo es tan relevante como el acceso a información. Aprender a pensar por ejemplo, que no es lo mismo que acceder a información. O aprender a valorar las diferentes formas de pensar con que operamos los seres humanos en la realidad, sin remitirnos a la escalera que hemos aprendido: forma de pensar superior, forma de pensar inferior… O aprender a relacionarnos con los otros, no solamente otra gente, sino gente diferente a nosotros. O con nosotros mismos. Hemos aprendido también a darle la espalda a nuestro espejo, tanto miedo nos tenemos. Y a ocultar y tener asco y vergüenza de muchas partes nuestras.

Nuestro listado de capacidades puede ser extenso, recién lo estamos construyendo. Tan soberbios que estábamos  con el pensar, con la ciencia y la tecnología, recién ahora, algunas y algunos, logramos percibir que esos no eran logros totales, también nos han metido en varios líos. No por lo que sea en sí el intelecto, o la ciencia o la tecnología, sino porque parece que necesitamos también cultivar otras capacidades para administrar con alguna responsabilidad y algo de cariño por nosotras mismas  y nosotros mismos el poder que nos puede conferir una cabeza tan grande.

Efectivamente, ese centramiento racional nos ha mutilado ese cuerpo bio-psico-social, no lo percibimos completo, no le damos valor equitativo y de tal, muchas de sus dimensiones y componentes han desarrollado como quien dice “a la que te”, por azar, regándose se acaso llovía, secándose si el sol aparece inclemente. O Por ensayo y error: “Esto funciona y procedo igual”. Cuando lo que ocurre es que esto funcionó entonces para él y en sus circunstancias específicas. Siendo yo, mi tiempo y circunstancias diferentes: error... En un solo ensayo pedagógico como ese, se te pueden ir como media cinco años de la vida.

Lo que conocemos como academia, la enseñanza en sus diferentes formas y niveles, es, en los hechos sólo un dispositivo para circular alguna información. Lo que se nos presenta como contenido y procedimiento no constituye un proceso de entrenamiento ni siquiera para el pensar. En la vida y en la escuela aprendemos muchas cosas, entrenamos muchas capacidades, eso es innegable. Pero, Ay! la mayor parte de ellas sin intención educativa y mucho menos planificación. Y en ese contexto, muy difícil evaluar aquello que para la academia existe solamente en los párrafos de objetivos y metas. Este entrenamiento ocurre las más de las veces en sentido contrario al discurso educativo. Así, el discurso académico promete escolares o profesionales críticos y el proceso educativo de hecho sanciona la crítica. O enseñamos democracia y entrenamos aparato o apatía. O siendo un estado democrático tenemos espacios, muchas escuelas y familias entre ellos, que siguen siendo imperios.

¿Y cuáles son las oportunidades que tienen nuestras capacidades políticas de entrenarse? Digo, antes del voto, antes del partido, antes de la candidatura. Digo, como colectivo, como sociedad, como individuo, porque dos de los anteriores eran ejemplos particulares, ahí está el azar.

¿Qué oportunidades de entrenamiento tienen nuestras potencialidades de decisión, de constitución y administración de poder? ¿Es un buen entrenamiento iniciar por lo complejo? Votar por ejemplo, sin entrenamiento político previo, lo veo como lanzarse a una piscina sin agua habiendo conocido del agua la pila y la ducha. Tal vez por eso las y los jóvenes son botines políticos. Tal vez el conservadurismo lo haga a propósito y desde sus diferentes colores.

¿Es el adoctrinamiento un proceso saludable de entrenamiento de las capacidades políticas? ¿Cuál es la posibilidad de elección o de decisión cuando se ha formado a alguien en una “verdad verdadera única”? Muchos de los procesos de formación partidaria y religiosa de nuestro contexto constituyen procesos de coacción y acondicionamiento. A veces alrededor de conveniencias nomás, aunque los discursos pregonen otras cosas. Por eso nos encontramos con bastante frecuencia partidarios que siguen creyendo que es el sol el que gira alrededor de la tierra. Pobre Galileo.

El entrenamiento de nuestras capacidades políticas debiera empezar desde la cuna. Tal vez informando al estudiante que esa su familia es una organización social en la que hay funciones, lugares y responsabilidades. Que esa organización responde a leyes. Y que puede modificarse, pasa, no es la catástrofe si no la hacemos catástrofe, sin que esto implique, en el caso de los progenitores, deslinde de responsabilidades y/o afectos. Que nadie es propietario de nadie, así sea quienes te trajeron al mundo. Así, en lo que construye el mundo, los conceptos, los colores, vaya construyendo este niño o esta niña, también el Estado, en concreto. Tal vez así lo entiende y logra operar con él, mejor que nosotros

Claro, para ello, habría que enseñar algo como eso primero a las familias, porque muchas de ellas lo ignoran. Y así, en lo que va entrenando su lugar en el mundo, su posibilidad de decisión y acción, tendría oportunidad de entrenar su responsabilidad. Porque sí que sería raro que de un contexto irresponsable, emergiera un sujeto con desarrollo óptimo de la responsabilidad. Aunque le llamen resiliencia.

Entrenarle la decisión por ejemplo. No imponerle tooooda nuestra cultura adulta. Si para este estudiante es rica la papa con coca cola, darle crédito, probarla. Verificar antes de sancionar que esa combinación es tan dañina como nosotros creemos. Iniciar con decisiones simples, administrando procesualmente su capacidad, construyendo la autonomía, dejando que algunas de sus decisiones formen parte de nuestras acciones. Si nuestras primeras decisiones independientes las hacemos sin haber construido autonomía, ahí vienen los embarazos imprevistos, las carreras que no nos corresponden, las parejas que mejor para otros, los candidatos fraudulentos, la seducción de lo aparente.

No pasará nada interesante en este proceso de aprendizaje si a nuestro estudiante de inicial le presentamos textos y discursos. Esos procesos tienen que ser vivenciales, concretos. Eso será la maravilla de la didáctica.

Dice que para no caer en las componendas que cayeron partidos y candidatos muy criticados y por ello bien pateados, o ya sea demandándonos a los votantes crear condiciones que garanticen gobernabilidad, entendiendo por gobernabilidad hacer lo que uno de los actores quiere hacer, me parece, partidos, candidatas y candidatos nos ha pedido que nuestro voto genere mayoría en los legislativos y los ejecutivos que elijamos. Así ha pasado en algunos casos y en otros no.

También el poder hay que aprender a administrarlo desde la cuna y de manera gradual, desde lo simple a lo complejo y en cada uno de sus diferentes ámbitos. Mi percepción es que estamos en una etapa inicial de desarrollo de nuestra toma de decisiones y de administración del poder. Por ello me he resistido a escribir durante el proceso eleccionario. Porque nada hubiera cambiado de lo que ha ocurrido, actuamos con lo que somos, no con lo que leemos. Pero fundamentalmente, porque, como proceso de aprendizaje intencional, quiero invitarles a observar y constatar la calidad de nuestro poder de elegir, de ser elegido y la calidad de desarrollo de la capacidad de administración del poder que les hemos otorgado a nuestras y nuestros elegidos. Veamos qué elegimos y si nuestros representantes  logran asumirse solamente como tales y operar algo saludable para nosotros, el soberano. Un soberano diverso por donde se lo vea, que demanda no ser negado en ninguna de sus diversidades. Tomemos el tiempo hasta las próximas elecciones como una oportunidad de evaluación y entrenamiento. En ese sentido, 5 años es un montón de tiempo.

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Gestión Municipal incluyente

Los listados de problemáticas que son percibidas como tales por la base social de nuestros municipios, no incluyen la exclusión social ni la primitiva calidad del desarrollo humano que se encuentran detrás de los actos delictivos, la violencia, el maltrato, la explotación y otros que forman parte de la mala noticia cotidiana.

La relación clientelar que se ha establecido como principio de contractualidad entre partidos políticos, candidatas, canditatos y un conjunto de sectores organizados, que se asumen como representantes de toda la comunidad, determinan que ni la inclusión social, la educación, la formación de valores sociales o la generación de climas saludables y seguros para nuestro desarrollo sean priorizados en su justa necesidad en las propuestas de gobierno que se vienen promoviendo en los procesos electorales municipales.

Para satisfacer a electoras y electores, abundan promesas de caminos, hospitales, canchas, mercados, etc., que si bien son necesarios, son insuficientes en  términos de plantear procesos que generen condiciones para lograr el vivir bien a corto, mediano y largo plazo de toda la diversidad de habitantes y estantes de nuestros municipios. La oferta de acciones a favor de poblaciones vulnerabilizadas por la exclusión, está prácticamente ausente y cuando emerge, propone medidas de asistencia y atención, las que, en algunos casos, son expresadas por candidatas y candidatos de algunos grupos poblacionales en proceso de inclusión social cuya participación han articulado algunos partidos en municipios del eje y cercanos al eje de desarrollo de nuestro estado, estableciendo una vez más la visión sectorial que se le impone a la inclusión social.

En casos que pueden ser calificados de excepcionales, los partidos han asumido la misión de ampliar los horizontes de desarrollo de sus probables electoras y electores, planteando la superación de nuestras problemáticas sociales con una propuesta de desarrollo humano que se implemente desde y hacia lo social.

En términos de producir identidad convergente con la realidad poblacional, es necesario generar espacios y acciones que le permitan a la comunidad percibir y convivir con la diversidad de habitantes y estantes que constituyen cada municipio, promoviendo su participación y garantizando que ésta acontezca en condiciones de seguridad y de manera potente.

Los procesos de constitución del control social deben privilegiar la participación de poblaciones que están gestionando su inclusión social. La emergencia de consejos ciudadanos para cada sector en proceso de inclusión social termina desarticulando un proyecto global de desarrollo, que nos incluya a todas y todos y reproduce la percepción de que las acciones que se toman desde esos espacios beneficia a unos pocos.

De la misma manera, debe promoverse que cada organización barrial o comunitaria, convoque a un alto porcentaje de sus habitantes y estantes, privilegiando la participación de las personas en proceso de inclusión social de sus barrios, de sus comunidades, para que los POAS dejen de producirse atendiendo visiones adulto centristas, patriarcales y normalizadoras de desarrollo.

Un enfoque de inclusión social intersectorial debe atravesar la planificación de todas las dimensiones que se conciben como desarrollo social de los municipios: el desarrollo cultural, económico, productivo, territorial, de desarrollo urbano, la gestión de riesgos, la participación y el control social.

La incorporación de una visión incluyente transversal y diversificada, no sólo alude a la incorporación valorizada de aquellos grupos poblacionales cuya exclusión ya ha sido identificada. Implica además la identificación y valorización de dimensiones de desarrollo que actualmente no son valorizadas por la comunidad, de ello deviene qué se percibe como obra y qué no. En dicho sentido, si bien mayor control policial y profundizar la penalización puede estar relacionada con la disminución de la violencia, algo que casi cada candidata y candidato a concejalía ofrece, la seguridad ciudadana, o en este caso la vivencia de inseguridad constante, atraviesa tanto la existencia física como la existencia psico – social de nuestra comunidad. Es producida por procesos educativos, o la omisión de éstos por diversas circunstancias, en las que se construyen valores violentos a partir de prácticas violentas, por lo que la superación de problemáticas como ésta, demanda medidas educativas inmediatas, profundas y cotidianas, que requieren una dimensión de visibilidad del electorado muy diferente al que requiere la percepción como obra de una plaza, un mingitorio o una cancha. Pocas candidatas y candidatos, sabiéndolo o tal vez por ello mismo, asumen ese reto.

Otro aspecto necesario de abordar en perspectiva de una gestión municipal incluyente, es que en tanto no se deconstruyan aquellos principios paradigmáticos que producen las diversas exclusiones, las mismas van a seguir ocurriendo. En tanto se gestiona la inclusión de un grupo poblacional, está ocurriendo la exclusión de otro. El proceso excluyente es continuado y constante, cambiando si acaso, de protagonistas. Por ello sería saludable incorporar en la gestión municipal observatorios que den cuenta de éstos procesos y gestionen medidas transversales para identificarlos oportunamente y superarlos, universalizando cada vez más la activación identital, cultural, política y económica de nuestras poblaciones.

Tanto la gestión de restitución de derechos humanos como la de inclusión social, que no son necesariamente lo mismo, debe municipalizarse y estar presente en cada distrito. Las defensorías departamentales y los comités de lucha contra la discriminación, no están procesando de manera oportuna y adecuada las denuncias de discriminación, exclusión y vulneración de derechos, generando situaciones de impunidad y de otra violencia, la de la constante denuncia.

No es saludable sectorializar estos procesos. La idea de los SLIMS y de las defensorías de la niñez debe transversalizarse en beneficio de todo proceso que denuncie violencia, discriminación y demande inclusión y restitución de derechos. Su activación en el nivel municipal radica también en la necesidad de articular esta dimensión de restitución social con los planes de desarrollo en todos los ámbitos, los cuales son responsabilidad del nivel municipal. Dispositivos institucionales con capacidad de decisión, con mayor presupuesto y recursos humanos potentes articulados con y en los planes estratégicos de desarrollo municipal.

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Yo soy Charlie

Es necesario develar y reflexionar sobre la situación de vulnerabilidad política de las y los jóvenes- adolescentes que son seducidos por procesos de adoctrinamiento que devienen en fundamentalismos étnicos, culturales, religiosos y político - partidarios y el proceso de construcción de desenlaces como los que siempre lamentamos sin llegar a abordar sus orígenes. La guerra fría ha devenido en siniestra con el uso maquiavélico de los sueños y las necesidades de los pueblos.

Existe una barrera perversamente difusa entre la educación, la formación de valores sociales y adoctrinamientos con contenidos étnicos, culturales, religiosos y político - partidarios. Cuando se traspasan, de manera intencionada o no, los límites entre estos encargos sociales que han sido delegados a las generaciones adultas, las más perjudicadas son la infancia, la adolescencia, la juventud primera y poblaciones que viven diversos tipos de exclusión social, porque la atención de sus necesidades, entre ellas las de lograr un lugar y un valor socialmente reconocidos, se condiciona con la reproducción de determinados comportamientos.

En lo fáctico, analizando los contenidos de las mallas curriculares que se ponen en juego en los procesos educativos, la educación pretende brindar a las personas que se encuentran en proceso de estudio, la posibilidad de acceso a información que ha producido la humanidad en diferentes campos. Salvando las diferencias de los niveles educativos, el proceso educativo deviene siempre en un proceso de socialización, pues acontece en una dinámica de relaciones sociales en las que se reproducen costumbres y concepciones de vida y se juegan códigos, lugares y valores sociales.

Así, además de los contenidos explicitados en los programas educativos, en el proceso de educación ocurren dinámicas sociales que conforman contenidos y lugares de identidad, carácter y personalidad de las personas en proceso de educación: la circulación de la información es intencionada y consciente, la dinámica social y sus productos no son objetivados ni concientizados. En los hechos, como experiencia humana, nos falta aún dilucidar cuáles son las capacidades humanas, cómo se deben operativizar las oportunidades para su desarrollo y cuál es el valor de todas ellas en la preservación de la vida, tanto la humana como las de otras especies que nos son vitales si reflexionamos en términos de supervivencia.

La educación ha logrado sistematizar procesos de circulación de la información producida durante la experiencia humana. La formación de valores sociales acontece como producto no sistematizado del carácter de las relaciones sociales que se dan durante el proceso educativo y acontecen de manera bastante caótica, pues están a merced de la ideología que despliegan de hecho las y los operadores educativos. Bastante perversa también, pues esta carencia de sistematización, la omisión de la explicitación en el programa educativo, coloca en un lugar de poder superlativo a la generación adulta que opera lo educativo. Por lo general, así sucede en la educación como institución bajo la responsabilidad de los estados.

Además de la educación como institución estatal, está la educación alternativa, desde la que ocurre en los grupos familiares y otros grupos más o menos pequeños y que se orientan tanto a adiestrar en la reproducción de la vida social, la crianza, etc. como hacia contenidos específicos que puede ir desde la oratoria hasta la formación de liderazgos, desde aprender a nadar hasta un nivel superior de especialización. En estos se reproduce lo anteriormente señalado, existe un programa educativo y existe una dinámica educativa. Que pueden ir además, en sentidos contrarios: se circula información sobre democracia con una dinámica autoritaria…

Entre estos encontramos procesos educativos en los que se circula información como si ésta fuera verdad y de manera absoluta y cuya dinámica social acontece en un clima de verticalidad explícita en cuya cúspide se puede encontrar desde una divinidad hasta la cúpula de la organización, del partido, etc. En fin, divinidades todas ellas. Son “procesos de adoctrinamiento”: con estrategia vertical se circulan formas de actuar y verdades absolutas que deben reproducir quienes formen parte de la doctrina. La verticalidad es Pavloviana: pan para quien la reproduce a rajatablas y palo para quién articule la más mínima resistencia.  Quién ya tenga el empleo de capataz, mostrará alimentarse de pasteles: el alimento de la cúpula forma parte del imaginario que mantiene la expectación en el proceso. Quién haya vivido ya de palos o quien esté jugando sus primeros pinitos macrosociales, buscará al toque, como el perrito de Pavlov, el pan cuyo amargo sabor pasará bajo la ilusión de futuros pasteles: empleo, salud, educación, dignidad, poder…

Debemos pensar seriamente intervenir como sociedad organizada cuando estos procesos de adoctrinamiento se acercan a la infancia, a la adolescencia, a la juventud primera y a poblaciones que viven diversos tipos de exclusión social. La  inmoral instrumentación de atención a sus necesidades, tanto las materiales como las sociales y espirituales, condiciona su encantamiento por cantos de sirenas. La protección de la vida  de poblaciones vulnerabilizadas debe considerar legislar y penalizar este tipo de cooptaciones. Se salvarían muchas más vidas que las de ellas y ellos.

La equidad, el ejercicio de derechos, la inclusión universal, deben dejar de ser pose para la cámara. Los estados atienden las necesidades de sus poblaciones de manera inequitativa. Los gobiernos instrumentalizan a favor de sus propios grupos los recursos estatales. El pueblo atendido siempre es una pequeña fracción del pueblo real. Son condiciones que cocinan caldos de resentimiento justificado que alquimistas oportunistas transforman en odio visceral: 10, 12, 18 años es demasiado pronto tanto para morir como para matar.

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Desquiciante

Perder toda la base de seguridad, esa parece ser una de las cualidades de los tiempos que nos tocan vivir.

Lo que para un sector de la población son delitos, personas que son directamente afectadas por realidades como los montones de desapariciones, los feminicidios, la violencia hacia un conjunto de sectores como las mujeres, las niñas, los niños, los adultos mayores, las personas con capacidades diferentes, las clases medias, los karas y otros grupos poblacionales. Otras personas, autoridades entre ellas, perciben los mismos hechos como actos privados, lecturas partidarias, exageraciones, excepciones.

Algunas personas perciben la explotación del Salar de Uyuni como la inminente amenaza de producción de cordilleras de lodo tóxico, hidróxido de magnesio, con sus consecuentes efectos negativos en la salud física y social de los entornos en los que acontecería dicha explotación. Otras la perciben como una oportunidad irrenunciable de desarrollo local, regional y nacional.

Mientras unas autoridades presentan a un cadáver como la prueba irrefutable de la muerte de un asesino y se aprestan a extinguir el caso en el que éste último era el acusado, otras denuncian la manipulación judicial del mismo caso y la continuidad de la existencia del mismo acusado.

Mientras un sector de nuestra población encuentra que vivimos bien, otro encuentra que nunca habíamos vivido peor.

Una parte de nuestra población cree firmemente que nuestras leyes son las más incluyentes, no sólo de la región, sino tal vez del mundo. La otra parte de la población siente que esas leyes no han llegado a las calles, a las casas, a los mercados, a las instituciones, a las empresas.

Mientras la movilización de una parte de la comunidad logra que un candidato se vea obligado a renunciar por denuncias que se han hecho por golpear a su esposa, muchos otros igual o mayormente denunciados, algunos incluso condenados por golpear, toquetear, acosar y denigrar a mujeres, además de estafar, coaccionar, agredir y hacer apología de delitos en contra de ambos sexos, no logran provocar el mismo nivel de movilizaciones o las movilizaciones que se desarrollan a razón de sus actos no encuentran eco y languidecen entre la indiferencia y el cansancio.

Mientras que para unos tener un satélite, teleféricos, más caminos asfaltados, computadoras en los colegios, más leche en el estómago, 2 ó 3 bonos solidarios o ser la sede de encuentros internacionales es expresión de que Bolivia cambia para bien, otros perciben que la calidad de la educación, de la atención en salud, del transporte, del acceso a justicia o la inseguridad generalizada expresan que Bolivia cambió para peor.

Mientras que unos perciben que cada vez votamos más y que por ello vivimos el gobierno del pueblo, otros piensan que el voto del pueblo se encuentra prisionero de la desinformación, de la prebenda, de la propaganda, del sindicato, de la asociación o del partido.

Hay algunos que tienen clarísimo dónde está la izquierda y dónde está la derecha y cuál es el debido hacer de la izquierda y cuál el debido hacer de la derecha. Claro que mientras se mueven, muchas veces en sentidos encontrados, su derecha o su izquierda es sólo eso, la suya, que se mueve por todos lados y apuntando a las mismas prácticas, acompañando su movimiento.

El  Estado parece tener fondos para doble aguinaldo, bonos, pasajes, viáticos, servicios de té, chalecos, uniformes y autos oficiales para algunos. Ese mismo Estado tiene alcancías famélicas ante pedidos de rentistas, adultos mayores, personas con capacidades diferentes, implementación de leyes y dispositivos para luchar contra la discriminación, la violencia y el delito.

¿Es que la realidad es una y es otra?; ¿Son sólo las percepciones las que son diferentes?; ¿Es que unas y unos vivimos una realidad y otras y otros lo diferente? ¿Qué ocurre con nuestra construcción de identidad y de país con realidades / percepciones contradictorias y excluyentes entre sí?

Para la generación adulta esta situación provoca cuestionar, movilizarse, indignarse, denunciar y/o frustrarse. Para el proceso de formación de la infancia, de la adolescencia y de la juventud es desquiciante. La situación, sea que se trate de realidades o percepciones tan contradictorias, expresa que los valores que hemos interiorizado y con los que actuamos son unos y son otros en el mismo espacio, al mismo tiempo y en circunstancias diferentes. Se están formando ellas y ellos sin una base estable de seguridad, los ejemplos que les damos son unos y son otros. Les estamos mostrando como verde un día el blanco, otro el plomo, otro el negro y así, cada día diferente tono. Así, no hay representación de valor social que sea lo mínimamente estable como para ser saludablemente interiorizada.

En tiempos de elecciones, cuando abundan regalos, ofertas, promesas y fotos, recuerden ustedes que nuestras decisiones de hoy constituyen las oportunidades de desarrollo para quienes, mañana, tomarán las decisiones que nos tocará vivir cuando estemos en condiciones similares en dependencia de la que ellas y ellos viven ahora: Las niñas, los niños y los adolescentes no votan, y muchos sacan provecho de las ilusiones y el inicio de experiencia de las y los jóvenes. Procuremos decidir como adultos responsables.

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¿Vivir bien? ¿Ser feliz? Transporte chatarra

Vivir bien o ser feliz como derechos humanos, pese a la subjetividad que puede implicar la interpretación de ambos vocablos y el que ninguno de los dos forme parte de la doctrina de los derechos humanos y, tal vez por ello mismo, constituye la percepción de nuevos horizontes de desarrollo para las personas que habitamos este planeta.

Resulta paradójico, sin embargo, que la visión de estos nuevos horizontes de y para la vida, ocurra de manera paralela a experiencias en las que las muertes,  atroces y bárbaras, parecen incorporarse en la cotidianeidad que hoy por hoy, nos toca vivir, de manera directa unas veces y otras a través de los medios, cada vez más explícitos en esto de socializar el horror y la impotencia. La contradicción emerge, en tanto, mientras aspiramos a vivir bien y ser felices, nos vamos acostumbrando a la barbarie y lo siniestro se enaltece: existe una brecha abismal entre aquello que queremos e intentamos y aquello que efectivamente logramos realizar como humanidad.

Enhorabuena, ambas situaciones de vida, vivir bien y ser feliz, se están incorporando en las políticas de desarrollo de nuestro país. Creo que para un enorme conjunto poblacional, entre los que me cuento, resulta gratificante ser parte de gestiones de vida en las que se vienen construyendo nuevos mundos, en los que se pretende valorizar cualidades humanas que pueden albergar respuestas frente a los riesgos de perecer en que se encuentran las existencias que habitamos este mundo. En el nivel de las intenciones y de las visiones, parece que andamos bien.

Visiones así de valiosas e innovadoras no merecen quedarse estancadas en una retórica discursiva o en la etapa emblemática de la intención. Es estratégico proteger su emergencia de aquellas contradicciones planteadas anteriormente, pues vivir en la constante contradicción de proponer, desear e intentar en un sentido y realizar o lograr en su más abyecto contrario, amenaza constituir la era del cinismo, expresado además, como anécdota.

En el mismo país en los que sus líderes visualizan un mundo en el que se viva bien feliz, lo atroz está presente físicamente en linchamientos, feminicidios, violaciones sexuales, violencia física extrema contra niñas, niños, adolescentes, adultas(os) mayores, mujeres, animales, raptos para intercambiar dineros, cuerpos o trabajo, ajustes de cuentas, explotación sexual.

Lo atroz se expresa también socialmente y de manera fatalmente envolvente: inseguridad jurídica, anulación de la crítica, masificación del pueblo, narcotráfico, tráfico de influencias, apropiación del estado para grupos y fines particulares, líderes haciendo apología de la violencia, chisme y prebenda como política de gobierno, uso y abuso de dirigencias y un largo etcétera. En los hechos, urge re-pensar el camino.

Por esa ruta, mejor dejar el ejemplo en enunciaciones, no conviene arriesgarse a experiencias depresivas u opresivas. Vamos a un ejemplo, cuya atrocidad parece más suave: el transporte nuestro de cada día. Es una experiencia universal, todas y todos acudimos a alguna forma de transporte cada día, es muy frecuente, esto ocurre un mínimo de 4 veces cada día, constituye una vivencia intensa y significativa, no es lo mismo llegar a hora, que llegar tarde o no llegar: mientras nos transportamos, nuestra experiencia tiene la capacidad de generar valor en torno a nuestros cuerpos, así como de devaluarlo. Eres feliz cuando la sociedad te refleja que tú vales para ella. La infelicidad surge del diario recordatorio que vales poco… o nada.

Para mí, el ejemplo de que es posible transportarse bien y feliz es el Puma Katari: me siento tan valorada en esa experiencial que, siendo un ser impaciente, las colas no me hacen mella. Y no me disgusta caminar y caminar para llegar a alguna de sus paradas o llegar a mi destino desde alguna de ellas. Pero. Pero. El tiempo no siempre permite estos gustos, es una experiencia local,  son tan pocos y están presentes en escasas rutas, que su posibilidad de impactar asertivamente la calidad de vida de bolivianas y bolivianos es sólo latente. Pero es potente como experiencia y esperanza: aquello es posible.

Al otro lado, el transporte chatarra. Dice el diccionario sobre chatarra: Conjunto de piezas o residuos metálicos casi inservibles. Una definición que le caza al guante al 90% del transporte local e interdepartamental que soportamos cada día. Un día de estos van a habilitar rejillas en los techos para llevar más gente. Como lacera cada fierro expuesto, la falta de esponja, los asientos rendidos. Ofende la mugre, el olor y el encierro. Cómo agreden al priorizar sus carreras entre ellos, los horarios de sus citas ante la seguridad de sus pasajeros, al no contestarte, a mostrarte como aprovechamiento un lugar de bajada que pone en riesgo tu vida. Si bien el trato es bastante democrático, en el sentido de que  le asignan a todo pasajero, a toda pasajera, un valor casi nulo, hay que ver cómo maltratan a las personas más viejas, a los niños, a las mujeres, que somos siempre las que llevamos las bolsas y los hijos. Y ni hablar de las personas con capacidades diferentes. Veo la tensión y el stress en ellos cada que se acerca la hora de embarcarse, el temor de no lograrlo. ¡Ese conjunto de fierros es efectivo para maltratar en todos los sentidos!

Es indignidad lo que se vive día a día en el transporte chatarra. Venimos de horizontes de vida tan de pauperizados, estamos tan acostumbrados al maltrato, que no advertimos la agresión profunda que se nos infringe en el transporte cada día. Peor aún, no le damos importancia a la violencia intensa que implica transportarnos. Y no faltan quienes piensen que el buen trato y la comodidad son lujos, que quién las quiera se vaya en avión o en radio taxi, pues la mayoría, mientras estemos pobres, no la merecemos. Y otros que creen que poniéndose camisa y corbata equilibran la balanza. Las flores después de la paliza son indicador de impunidad y de cinismo, por tanto, otra agresión.

El transporte chatarra debe ser citado como ejemplo de gestión de maltrato, de vivir mal y de infelicidad. Las nuevas visiones tienen que escapar de los discursos y de los actos meramente emblemáticos y apoderarse del día a día, tomar la cotidianeidad para transformarla.

Tal vez interiorizando el valor de nuestra vida en lo cotidiano, logremos percibir la dimensión de horror en otros actos que nos rondan, entenderemos que la protección, el quererse, pasa también por tener la oportunidad y el derecho de ser feliz en el detalle y en lo cotidiano. En tiempos pre electorales, ¡Exijamos a candidatas y candidatos a servidoras(es) públicos lo que nos merecemos!

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Representaciones truncadas

Desde mi perspectiva, la crisis política que vivió su pico más alto en 2003, fue una crisis de la representación política. La gente de a pie percibía descaradas expresiones de que las personas que habían sido elegidas para representar al conjunto poblacional nacional, había usurpado esa representación orientándola al logro de intereses particulares, pudiendo ser éstos individuales o grupales.

A mi juicio, a once años de dicha crisis, la problemática sigue vigente, y, aunque haya adoptado formas más intrincadas, la representación política que elegimos mediante elecciones nacionales, sigue siendo usurpada por intereses de particulares.

En tiempos electorales, reflexionemos sobre aquello que definimos como “mayoría”. ¿Cuantos habitantes hay en nuestro estado? Según el último censo, habitamos nuestro país 10 millones veintisiete mil personas. Consideren los candidatos y a las candidatas al ejecutivo y al legislativo, que se están postulando para ejecutar programas de gobierno que le den una oportunidad de desarrollo a todo ese conjunto poblacional, incluso a de aquellas y aquellos que les votaron en contra.

Solamente, y reitero “solamente”, 54% de ese universo poblacional está inscrito para votar. En mi razonamiento, sólo quien obtenga el 100% de esa votación obtendrá una mayoría relativa.

Relativa digo, porque sus decisiones  y actos afectan la vida del 100% de nuestra población, cuando 46% de nosotras y nosotros no participa en las decisiones políticas que a nivel macro se actúan en el país. Para con ese universo reclamo una responsabilidad profunda, porque una responsabilidad dérmica no basta.

Cálculos que invisibilizan, devalúan, desempoderan y mantienen en márgenes de sobrevivencia a 46% de la población, son productos de lógicas adulto centristas, patriarcales, logo centristas, clientelares y prebendales que generan exclusión social, son los otros rostros de la postcolonialidad que se expresan en decisiones de nuestros representantes.

¿Cuál, entre los 5 partidos que están pugnando por representarnos, han elaborado sus programas respondiendo a necesidades de desarrollo del universo poblacional que somos? No busco responder a esa pregunta, la planteo como invitación a la reflexión de aquellas y aquellos que demandan nuestra confianza y como principio que debiera orientar nuestra decisión acerca de en quiénes depositaremos nosotros nuestra confianza.

Tal vez sería políticamente saludable imaginar que cada voto que emitimos casi que vale por dos, uno por mí y el otro por quién no está. Uno para mejorar mi calidad de vida y otro por mejorar la calidad de vida de quienes no pueden decir pío en este proceso. Tendríamos que empezar a pensar como democracia también la búsqueda de ese equilibrio.

Me temo que en el cálculo político no ingresa la necesidad de desarrollo del conjunto poblacional. Lamentablemente, como triste muestra de nuestra madurez política, ingresa lo que demanda, lo que pide, lo que ve como necesidad, lo que quiere oír un universo poblacional penosamente reducido, que no es siquiera ese 54% habilitado como votante. Lideresas y líderes de numerosos grupos sociales, grupos corporativos y otros similares emergen en tiempos electorales. Cuáles de ellas y ellos tienen visión nacional? ¿Quiénes tienen visión del universo poblacional, del futuro cuando planifican desarrollo? ¿Quiénes asumen su real ámbito de representación?

¿A quiénes debe rendir cuentas cada senador, cada diputado elegido, sea éste uni, pluri o supra? ¿Al universo poblacional que lo ha elegido? ¿A quiénes viven en la circunscripción en que fue candidata o candidato? ¿A su grupo de amigos? ¿A sus aliadas(os)? Existen rendiciones que son simulacros de respeto al voto ciudadano.

Pregunto por qué, teniendo el poder para hacerlo, la gestión actual no ha resuelto el problema de la representación social que se manifiesta en todo ámbito en el que una base social elige sus representaciones. Ocurre en las elecciones del club, de la junta, del sindicato, y, por supuesto, en las elecciones macro. Grupos que no llegan al 5% del universo poblacional se apropian de nuestra representación. La sociología las define como minorías activas. Creo que el nombre les queda chico, son, además, bastante mañosas. Actúan siempre en nombre de “El pueblo”, apelativo que le queda grande a esa gestión de pequeños intereses que siguen haciendo en nuestro nombre.

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Es peligroso ser mujer

Según declaraciones de padres de familia publicadas el 7 junio en La Razón, éstos considerarían “peligroso” el ingreso de una alumna al colegio Simón Bolívar, en La Paz. El tema se me quedó dando vueltas hasta que la realidad me hizo retomarlo, al leer la noticia de que el Director de ese establecimiento educativo había puesto evidentes trabas para el traspaso que esa alumna solicitaba.

Me preguntaba en estas vueltas cuáles son los peligros de ser mujer y porqué siendo mujeres corremos esos peligros.

Efectivamente, es peligroso ser mujer en una sociedad cuyas autoridades son patéticamente tolerantes con personas y grupos sociales que expresan  acciones y opiniones de odio hacia la mujer y hacia valores femeninos.

Patéticas digo, porque por una parte mediante las leyes, se pretende construir una sociedad equitativa, democrática, pacífica y otros adjetivos, similares en intención, que nos gusta verbalizar tal vez para imaginar que somos una sociedad distinta a la actuamos Total, el papel, ese en el que están escritas las leyes, aguanta todo.

En sentido de construcción contrario, quiero decir, destruyendo aquello que se intentaba con las leyes, administradoras(es) y operadoras(es) que debieran buscar y proteger el cumplimiento de estas leyes, en tanto ocupan lugares de autoridad, con su tolerancia en algunos casos, con complicidad en otros e incitando en más de los que una quisiera recordar, construyen una sociedad violenta, injusta y dictatorial.

Si bien me voy a referir en esta columna a situaciones que ocurren en nuestro contexto, que afectan la seguridad de la mujer y establecen la devaluación social de lo femenino, este encontronazo entre las intenciones y los actos, nos atraviesan como sociedad, atraviesan nuestros cuerpos: corazones, úteros, cerebros, pies, vientres, manos, ojos, lenguas. Aspiramos en un sentido y actuamos hacia el otro.

Es peligroso para la alumna del ejemplo, vivir en una sociedad en la que sus convivientes: padres, madres, director, regente, líderes estudiantiles y otros consideran ese colegio “su” territorio y a “sus” preferencias por encima de leyes que rigen (dicen) en nuestro Estado. Se tornan mucho más peligrosas sus condiciones de existencia, cuando las autoridades enfrentan este posicionamiento agresivo con una tolerancia que casi parece acuerdo. Así no se transforman las sociedades. No se construyen estados plurinacionales cuando se administran todo tipo de territorios con criterios feudales.

La situación de peligro trasciende y la de prevención no lo hace, porque esta alumna se encuentra viviendo una situación agresiva contra su “ser”, que ya la habían vivido otras, cerquita, en Oruro, o sea, en este mismo Estado.

Y la campana de peligro adquiere resonancias de campanario de catedral en días de incendio, porque autoridades, ¡ay! algunas de ellas mujeres, actúan para excusar a un mete manos que ya antes pretendió meter lengua en espacios femeninos y públicos, lo mantienen como aliado y proclaman como suyos candidatos, y, ¡ayayay! candidatas, que en realidad “son” de él. No se construyen pueblos libres poniendo como ejemplos apropiaciones abyectas.

Difícil para una mujer vivir en una sociedad con lideresas que proclamaron valores de equidad de género, lucharon por conquistar libertades para las mujeres y que, ya en el poder, acuden prestas a cubrir la desnudez del rey puesta en manifiesto a través de traviesas coplas. No se fijaron, o no quisieron fijarse, el señor, los señores y las señoras, el lugar desde el que se cantaba. No se construyen nuevos mundos encandilados por la seducción de poder de los mundos antiguos, tan criticados ayer como tan reproducidos ahora.

Cuando hemos logrado construir equidades como la que manifiesta la paridad y alternancia de mujeres y varones en las funciones públicas elegibles, sigue siendo peligroso, y extenuante, ser mujer con capacidades diferentes, adulta mayor, migrante, encarcelada, hija de padres encarcelados, niña, adolescente, con una familia que no sea la nuclear, tener comportamientos adictivos, obesa, enana o con enfermedad mental. Pese a que algunas mujeres están ejerciendo poder, la diversidad de mujeres nombradas, así como sus necesidades de desarrollo, siguen invisibles para la agenda pública.

Estas y otras diversidades de mujeres y de condiciones de ser, están también invisibles en movimientos consolidados o emergentes como las de los pueblos indígenas o los de la juventud, haciendo que sea peligroso existir siendo mujer, joven y diferente o siendo originaria y mujer. Difícil entender cómo es que ocurre que las mismas y los mismos que proclaman la dialéctica, insisten en continuar con la mecánica aplicación de un sectarismo que como sociedad, nos seca. La vida, el cambio, se producen en tierra húmeda.

Peligroso ser mujer y divergente, ya sea que esta divergencia se exprese en el pensar, en el hacer, en el tener o en el estar. Porque la divergencia, la reflexión y la crítica no son producto de la razón sino del sentir, de percibir el mundo de maneras diferentes. Y la sociedad normalizadora eso lo castiga, vaya que lo castiga, con una rigidez que pone en aguas su carátula de revolucionaria.

En tiempos electorales y en tiempos de cambio, peligroso ser mujer en una sociedad que de nosotras ve solamente la vagina y que limita su visión de las diferencias entre lo masculino y lo femenino a cambios de forma en los que la “o” se cambia por “a” y ahí se queda todo. Las crisis que viven nuestras sociedades claman por el venir de los valores y cualidades de la femineidad. Esta es la lucha de género que se mantiene pendiente. 

Miradas Inclusivas
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Miradas inclusivas

En algunas entregas de la columna, voy a proponer algunas reflexiones y movimientos que considero necesarios realizar en 3 ámbitos de acción, cuando nos orientamos a lograr entidades educativas que sean efectivamente inclusivas, tanto en los niveles primario, secundario, técnico y superior:

  • Acciones de fortalecimiento de los grupos poblacionales en proceso de inclusión educativa, con la finalidad de reducir la brecha académica producida por la exclusión social.
  • Capacitación del cuerpo docente y administrativo de las unidades educativas, de manera que puedan planificar, implementar y evaluar procesos educativos regulares con enfoque de inclusión social.
  • La sensibilización y la concienciación de la comunidad educativa, con la finalidad de objetivar y desestructurar prejuicios vigentes hacia los diferentes grupos en proceso de inclusión social, de manera que su participación facilite la inclusión social que pretende determinada entidad educativa.

Acciones de fortalecimiento de los grupos poblacionales en proceso de inclusión educativa, con la finalidad de reducir la brecha académica producida por la exclusión social.

Por lo general, las entidades que inscriben estudiantes de grupos poblacionales excluidos, demandan que estos estudiantes tengan tutorías pedagógicas  que trabajen directamente con ellas y ellos durante el proceso académico y extracurricular.

En algunos aspectos y desde la perspectiva de un enfoque de inclusión social, esta medida puede constituir un error, sobre todo cuando quienes están a cargo de la tutoría, se constituyen en mediadores de la comunicación entre las y los estudiantes en proceso de inclusión social y la comunidad educativa que pretende ser incluyente: sus maestras/os, compañeras/os, administrativos, madres y padres de familia, el quiosquero que atiende en el recreo y otras y otros que forman parte de la comunidad educativa viva.

Voy a detenerme especialmente en este punto, ya que la comunicación es vital al momento de producir una inclusión social efectiva, ya que es el dispositivo mediador durante el proceso de aprendizaje, que es la razón de ser de la entidad educativa, y lo es también de las relaciones sociales, que son la razón de ser de todas las personas en los diferentes ámbitos en los que participan.

Que la comunicación entre el/la estudiante en proceso de inclusión social y cada miembro de la  comunidad educativa sea mediada por una tercera persona durante el proceso de aprendizaje y el proceso de relacionamiento social, aliena el proceso comunicacional mismo, al despojar de la posibilidad de acción / aprendizaje / movimiento directo a los operadores de esta comunicación, privándoles de constituirse en sujetos de la misma, transformándoles en objetos de interpretación por parte del tercero involucrado, destruyendo de facto la intención inclusiva, esto es el desarrollo académico propuesto y la diversificación en el relacionamiento, pretensión que se tenía como intención con la participación de estas/os diferentes en la entidad educativa.

Evidentemente, no existe mala intención en la constitución de esta mediación, aunque en la práctica cotidiana, sea un dispositivo que cumple más bien la función de disfrazar la falta de capacidades que tiene determinada comunidad para comunicarse directamente con las personas diferentes, ya sea en el proceso académico propiamente dicho, ya sea en los momentos de relacionamiento social, que forman parte del currículo que si bien no es explicitado, es altamente importante en el proceso de formación de las y los estudiantes: se pierde la oportunidad de desarrollo colectivo que se pretendía al intentar ser un espacio social incluyente. ¿Queremos superar las discapacidades? Esta es la oportunidad de superarlas todas y todos.

Esta función equívoca de la tutoría, que perjudica el proceso de desarrollo de las personas en proceso de inclusión social, también obstaculiza el desarrollo de toda la comunidad educativa: si la pedagogía y la didáctica a desplegarse en el proceso de inclusión social, es delegada a estas tutorías, las y los docentes no iniciarán siquiera el proceso de cualificarse para generar por ellas y ellos mismos los movimientos pedagógicos que son necesarios para lograr aprendizaje en una comunidad que es diversa. Por el lado de las relaciones sociales, la persona diferente seguirá siendo tratada como si hablara marcianés y nadie en la comunidad aprenderá marcianés. Eso es desperdiciar oportunidades.

Por otro lado, es necesario objetivar que la comunidad educativa ya era diversa con anterioridad a que se incorporen las personas que son explícitamente identificadas con grupos excluidos. Esta diversidad no atendida pedagógicamente por el proyecto pedagógico vigente, es aquella que forma parte de los grupos poblacionales a los que se acusaba de flojera, indisciplina, inconstancia, poca capacidad y otros del mismo estilo, argumentos con los que se pretende cubrir un problema de la educación no sólo en Bolivia, sino en el mundo entero: los bajos índices de aprendizaje, de egreso, de titulación, por no hablar ya de expectativas mayores, como las de lograr, por fin, aprendizajes significativos, productivos y aplicables en los proyectos de vida personales y sociales de nuestra comunidad. Por ello, la inclusión social constituye una oportunidad de movimiento que debiera asumir la comunidad toda, pues toda ella tendrá mejor oportunidad de aprendizaje y logro.

Generalmente por razones económicas, un porcentaje significativo de las tutorías, es delegado a personas con una cualificación pedagógica inicial y otras, ninguna, y por ello, con posibilidades limitadas de mover una comunidad educativa, como se requiere para desencadenar un proceso de inclusión social. Con esa escenificación no se beneficia nadie y quién más se perjudica es la persona excluida, que sigue en el mismo lugar, sólo que parece diferente.

En los procesos de transición hacia una entidad educativa inclusiva, efectivamente es necesario apoyarse en operadoras/es cualificados de manera potente en inclusión social, que puedan brindar asesoramiento pedagógico preciso, oportuno y posible, riqueza en alternativas didácticas; ágiles en el seguimiento a las relaciones sociales que se dan durante el proceso educativo, proponiendo movimientos que truequen lo excluyente en incluyente, con capacidad de percibir las aspectos devaluantes en los discursos a los que apelamos cotidianamente y proponer alternativas valorizadoras de lo diferente,  con la autoridad de lograr que las decisiones que se toman en el día a día consideren a la comunidad en su diversidad, con capacidad de dinamización social en comunidades diversas y muchas veces apáticas…y necesariamente, un claro conocimiento de las leyes en las que se apoya la inclusión social. Y claro, el otro ingrediente indispensable es una comunidad humilde, que más allá de su buena intención de incluir, sepa que al andar nuevos rumbos hacen falta otros mapas, ver el cielo con distintos ojos y guías con experiencia en el terreno.

Como ustedes ya se habrán dado cuenta, esto orienta el anterior modelo de tutoría hacia un modelo de operadores de inclusión social, que superará ese pasado de dirigirse exclusivamente al estudiante en proceso de inclusión social y que probablemente tendrán que ser más de una/o, cuyo objeto será operar con las y los docentes y con la comunidad toda, asesorarla y nutrirla en su movimientos.

Es probable que de ser así,  este equipo consiga este primer paso que es definitivo en esto de lograr inclusión social: que la comunidad toda se comunique directamente con cada persona que se encuentre en proceso de inclusión educativa

Hacia una educación regular con enfoque de inclusión social: la tutoría
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