Blog de Gary Rodríguez Álvarez

Carlos Valverde, coronavirus y transgénicos

Atender a la prensa siempre entraña un riesgo, porque pueden surgir preguntas inesperadas. Quien ha sido entrevistado por el periodista Carlos Valverde Bravo sabe de lo que hablo (¡adrenalina pura!). Aunque algunas veces suele ocurrir que, frente a algo impensado y peliagudo, la ayuda llegue del Cielo.

Esto me ocurrió cuando al ser entrevistado por Valverde, en relación al criticado D.S. 4232 que autoriza al Comité Nacional de Bioseguridad establecer procedimientos abreviados para evaluar nuevos eventos biotecnológicos en soya, maíz, algodón, trigo y caña de azúcar, me preguntó si correspondía a un gobierno de transición ocuparse del tema, siendo que su mandato es el de organizar nuevas elecciones generales (“Tiempo de Cuarentena de Salud” - Carlos Valverde en la red/2 - 14.05.202). Entonces, vino la inspiración divina...

Con el gran respeto y cariño que tengo por Carlos desde hace muchos años -que él lo sabe y por eso nos llevamos tan bien- le pregunté si el gobierno de transición se estaba ocupando de la salud de los bolivianos por la pandemia del Covid-19, si estaba tomando medidas urgentes y dedicando mucho de su tiempo, al efecto. Me respondió que sí. Entonces puse sobre la mesa el hecho que el gobierno -en un abrir y cerrar de ojos- autorizó usar Ivermectina -un antiparasitario usado normalmente en animales- esperando que con ello los enfermos por coronavirus sanen.

¿Por qué nadie se opuso o reclamó análisis previos que demoran años para aprobar un medicamento, cuando se escucha que la Ivermectina tiene cotraindicaciones? Simplemente, porque la salud de nuestros abuelos, padres, hijos, hermanos y nuestra propia vida están en riesgo. Nadie objetó la Ivermectina, “a pesar de que de momento no tiene una validación científica en el tratamiento de coronavirus”, como informó el Ministro de Salud, Marcelo Navajas (Infobae.com, 13.05.2020). Ante una emergencia de salud se optó por una medida de emergencia también, pero no a tontas y locas, sino considerando la información disponible y la experiencia recogida de otros países.

¿Sabía Ud. que aparte de este problema de salud humana hay otro grave problema de salud? Se trata de la economía boliviana. Vienen días muy difíciles para el país. Nuestra economía venía en declive desde hace varios años ya, y el COVID-19 vino a empeorar las cosas: la economía está enferma y empeorará, y así como los hombres mueren, habrá empresas que morirán, se perderán empleos y muchos quedarán sin ingresos. Viene una recesión económica

Con igual lógica, para salvar la economía de una inminente debacle, urge tomar medidas valientes y aprobar nuevos eventos de semillas transgénicas que permitan al agricultor generar más y mejores alimentos, siendo que solo éste es capaz de reaccionar a corto plazo, como demanda la gravedad del caso. Tal posibilidad la ofrece el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología, al reconocer -para la evaluación de riesgo- el historial de uso seguro en otros países, así como se hizo para aprobar la Ivermectina. ¿Se opondría Ud. a salvar la economía con una medida de emergencia, cuando los empleos a perder podrían ser el suyo, el de su padre o el de su hijo?

155 científicos galardonados con el Premio Nobel -los mejores médicos, químicos y físicos de todo el mundo- firmaron una Carta Pública respaldando los alimentos genéticamente mejorados: por ser saludables; porque su producción es amigable con el medioambiente, y por beneficiar principalmente a los pequeños agricultores.

Que nuestra economía no se vaya a pique el día de mañana, dependerá de las buenas decisiones que se tomen hoy. De darse la espalda a nuestros productores del agro, no dude que los activistas y políticos que se oponen a la agrobiotecnología seguirán pasándola tan bien como siempre; sin embargo, Ud. y los suyos cargarán con las graves consecuencias de quienes no miran más allá de sus narices y de sus mezquinos intereses. ¿Lo va Ud. a permitir?
 

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¡Qué poca memoria tienen!

Qué triste situación la nuestra, el tener que depender de políticos con tan poca memoria o tan pocos valores, como la verdad. Triste, porque quien carga con las consecuencias de ello, es el pueblo mismo.

Resulta que el actual gobierno emite un Decreto para abreviar los plazos de una posible autorización de nuevos eventos biotecnológicos -respetando las normas de bioseguridad- para que nuestros productores cuenten en el futuro con semillas genéticamente mejoradas de soya, algodón, maíz, trigo y caña de azúcar, y sus cultivos tengan mejores rendimientos, pero los políticos gritan oponiéndose a tal posibilidad.

El primero en resistir la medida fue el señor Carlos Mesa, candidato a la presidencia de Bolivia, recordando que una vez lo fue, aunque renunció el año 2005. Lo llamativo de su drástica negativa a que se aprueben nuevos eventos biotecnológicos para el agro, fue que este señor justamente aprobó en 2005 con una Resolución Multiministerial, la posibilidad de usar el único evento biotecnológico que legalmente existe hoy en el país y que tantos beneficios le ha devengado: la soya RR. ¡Qué poca memoria!

Pero esto no acaba ahí, mas bien, recién empieza. Otro candidato a la presidencia, Luis Arce Catacora, ex Ministro de Economía y Finanzas Públicas del MAS, se manifiesta igualito que el otro señor y rechaza tal posibilidad, olvidándose que su gobierno se benefició de los varios miles de millones de dólares por la exportación de aceites crudos y refinados, torta, harina y lecitina de soya -no lo van a creer- con la semilla genéticamente modificada aprobada por Mesa y respaldada luego por el ex Presidente Rodríguez Veltzé.

No solo eso. Durante el gobierno del MAS consumimos soya genéticamente modificada en forma de carne de pollo, de res, de cerdo y hasta de peces alimentados con soya, así como huevo, leche, queso, mantequilla, yogurt y otros productos de animales que comieron soya genéticamente mejorada, y a nadie le salió cuernos o cola ni hubo un solo caso de muerte o enfermedad por esa causa, todo lo contrario, por tratarse de alimentos saludables como la ciencia ha ratificado. 

Es bueno recordar, además, que varias veces salió a la luz pública la siembra en el país de maíz y algodón con semillas genéticamente modificas no autorizadas, y el gobierno no hizo nada porque sabía que no dañan a la salud, caso contrario hubieran impedido la importación legal de maíz transgénico por cantidades astronómicas, como se hizo. Cómo me decepcionan los políticos…¡Qué poca memoria tienen!

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Coronavirus: ignorancia, mezquindad y politiquería

“Cocalero asegura que ´encapsular´ a Chapare es un acto criminal; amenaza con medidas radicales”, decía el titular de la nota periodística (EL DEBER, 23.04.2020) dando cuenta, una vez más, que cuando a la ignorancia se suman el irrespeto y la prepotencia, se produce tal tipo de expresiones en quienes se creen dueños del país, queriendo hacer lo que les da la gana.

Fue el dirigente cocalero del Chapare y miembro del Movimiento Al Socialismo (MAS), Leonardo Loza, quien desconociendo que la ciudad de Montero fue encapsulada antes por su indisciplina al no respetar la cuarentena por la pandemia del COVID-19,  dijo que “el querer ´encapsular´ a los municipios del trópico de Cochabamba, como lo manifestó el Ministro de Gobierno, Arturo Murillo, es un acto criminal y vengativo por parte de las actuales autoridades”, advirtiendo que “nosotros también podemos autoencapsularnos. Ni una mosca va a salir, entrar ni va a pasar por el trópico”, consciente, seguramente, de que ciertas zonas rojas del Chapare están “encapsuladas” desde hace años por los cocaleros…¿sabe Ud. por qué?

En momentos en que en Bolivia hay un Estado de Emergencia Sanitaria, y que el deber de todas las instituciones públicas o privadas y la sociedad misma, debiera ser el brindar todo el apoyo para luchar contra el coronavirus, se produce semejante disparate…¿qué estaría fumando, no?

En un virtual Estado de Guerra, una guerra biológica por el coronavirus que ha cobrado ya más de 200.000 vidas en el mundo y más de 50 en Bolivia, resulta inaceptable que haya personas -ignorantes o letradas- que se opongan a la presencia de las fuerzas del orden así como a la utilización de los predios que el Estado pueda requerir para efectos logísticos. 

Digo esto trayendo a colación el caso ejemplar de la Almacenera Boliviana S.A. (ALBO) que aceptó el pedido del Ministerio de Defensa, de ceder en Pisiga dicho recinto aduanero privado para instalar un Centro de Cuarentena -por lo que felicito a su Vicepresidente Fernando Ríos, dada la sinergia lograda con la Aduana Nacional al efecto- a diferencia de lo que habría ocurrido con una Casa de Estudios al haber negado igual apoyo, pasando por alto que la Ley faculta al Gobierno la toma de predios que sean necesarios en circunstancias excepcionales.

¡Qué triste que -cuando más unidos deberíamos estar frente a la pandemia- la ignorancia, la mezquindad y el cálculo político egoísta y barato impidan una actitud solidaria en beneficio de la salud y la vida de todos los bolivianos!
 

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El alto costo de las malas políticas públicas

¡Cuánto se tergiversan las cosas y cómo se tuercen convenientemente los valores en la política! Por algo me decía mi mamá: “No te metas en política hijito, no te metas, viví de tu trabajo”. Por mucho tiempo no lo entendí, pero con el transcurrir de los años me di cuenta de su sabio consejo. La política en sí no es mala -es necesaria- los malos son los políticos y gobernantes aprovechados. Ahora, de que hay honrosas excepciones, sí, pero la excepción confirma la regla.

Muchos quieren llegar a situaciones de poder, pero pocos son los que de verdad lo quieren hacer para servir. Atrás quedaron los años -según dicen- cuando personas notables se lanzaban a la arena política para ejercer la función pública pensando en el bien común, antes que en sí mismos.

Los tiempos cambiaron para mal, el tango “Cambalache” se quedó corto al proyectar lo que sería el Siglo XX -el mundo una porquería (...) un despliegue de maldad insolente (…) ¡da lo mismo un burro que un gran profesor! (…) uno vive en la impostura y otro roba en su ambición”. El Siglo XXI está peor, lamentablemente.

Pero no perdamos la fe: mientras hay vida, hay la esperanza de poder mejorar y enderezar las veredas tomando decisiones, buenas decisiones.

Las crisis son una oportunidad para reflexionar sobre lo que pudo ser y no fue, para decidir mejor que antes y no cometer los mismos errores cuyas consecuencias las sufrimos hoy. Así debería pasar en la política -v.gr., en las elecciones- el ciudadano bien informado debería evaluar lo que se hizo bien (acierto), lo que se hizo mal (equivocación) y lo que se pudo hacer y no se hizo (negligencia).
“Accountability” es un término concebido en el ámbito de la administración pública referido a la “responsabilidad de rendir cuentas a la sociedad” en democracia, un pálido reflejo de lo cual fue el “control social” instaurado en Bolivia, que más sirvió para recibir el generoso aplauso de los correligionarios antes que para corregir las falencias de la gestión del Estado.

Cuando el mundo enfrenta el problema del coronavirus, con miles de muertos que podrían llegar a millones si no se logra contener su propagación, no solo por causa de la falta de una vacuna sino de sistemas públicos de salud ineficientes, cabe preguntar: ¿Cómo andamos por casa? ¿Pudimos prepararnos mejor para este momento? ¿Cuál será el costo de las malas políticas y la negligencia en salud? En función de las respuestas habrá que tomar las mejores decisiones para evitar más situaciones de dolor y luto a futuro…

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El amor en los tiempos del coronavirus

Es impresionante la fragilidad del ser humano. No solo los grandes fenómenos como terremotos, tsunamis, etc. afectan su vida, sino también minúsculos virus, como el que tiene al mundo en vilo hoy: un corpúsculo de una millonésima parte de un milímetro, que puede matar mientras no haya una vacuna para detenerlo, el llamado coronavirus. 

La OMS declaró una pandemia (“Tasa de mortalidad del coronavirus es del 3,4% informa la OMS”, EL DEBER, 12.03.2020) y las cifras van subiendo: 6.600 muertos y 174.000 contagiados con el virus en 162 países hasta el 16.03.2020 (www.worldometers.info).

La China es el epicentro del problema y la más afectada, seguida de Italia, Irán, España, Corea del Sur, pero día que pasa los muertos aumentan, nuevos países se suman a la lista y el coronavirus ataca sin mirar, tanto al rico y famoso como al pobre y desconocido.

En efecto, casi en simultáneo se confirmó recientemente en Bolivia a una persona con el coronavirus mientras desde Australia el actor Tom Hanks informó ser portador del virus.

El primer caso en Bolivia fue el de una mujer mayor de 60 años que a los días de llegar desde Italia experimentó los síntomas del contagio. Hecha pública el caso en la localidad de San Carlos, Departamento de Santa Cruz, el pueblo la expulsó y la señora sufrió un vía crucis con la ambulancia yendo de un hospital a otro, al impedir la gente su ingreso sin un ápice de solidaridad,

atentando además contra la salud pública. ¿Ignorancia? ¿Genuino temor? ¿Primitivo instinto de conservación? En todo caso…¡falta de amor! Una verdadera novela de terror comparada con “El amor en los tiempos del cólera” escrita por Gabriel García Márquez.

Viendo la reacción del gentío, bloqueando ingresos por temor a contagiarse, vociferando que los hospitales no están preparados para prestar dicha atención, pensé: ¿Acaso no era éste el país de las maravillas y el campeón del crecimiento? Si es verdad que pese a tanto logro económico no es posible manejar bien un solo caso…¿qué pasará si el mal se generaliza entre los pobres?

Recordé entonces a los viejitos -los más vulnerables- cómo madrugan por una ficha para hacerse ver sus dolencias y por su miserable jubilación sufren la indolencia de la precaria atención pública, mientras otros machacan con lo del país de las maravillas, pero a la hora nona se van al extranjero para atender su salud…¡miseria humana!

¡Dichoso de Tom Hanks que, gracias a su fama y fortuna, su vida no tenga de depender del deficiente sistema de salud boliviano!
 

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Bolivia…¿la Suiza de Sudamérica?

¿Es Bolivia la envidia de otros países, como se ha escuchado tantas veces? ¿Cree Ud., sinceramente, que en el exterior se envidia a nuestro país? ¿Quiénes serían los envidiosos? ¿EEUU? ¿China? ¿Japón? Si la respuesta es no…¿entre Argentina, Venezuela, Cuba o Nicaragua, será alguno de ellos? Si la respuesta es sí…¿será porque en el país de los ciegos, el tuerto es rey?

Es cierto que en los últimos 14 años el PIB de Bolivia creció por encima del 4%, pero no menos cierto es que tal expansión inició con el auge mundial en tiempos neoliberales cuando crecimos 4,2% en 2004 y 4,5% en 2005, aunque posteriormente en los años plurinacionales del 2009 y 2019 crecimos menos del 4% a consecuencia de tener una economía primario-exportadora, muy dependiente de los precios internacionales.

En verdad, no sé si hay países que envidien a Bolivia o no, especialmente con la gran pobreza aún prevaleciente, la precaria educación y el lamentable estado del sistema de salud vigente en el país; en todo caso, ¿no resulta un autoengaño compararse con quienes hacen mal las cosas, cuando lo sano y saludable sería hacerlo con quienes están mucho mejor, teniendo aún menos recursos?

Lo cierto es que, de haberse hecho caso los consejos que durante los últimos 14 años dieron diferentes entidades, Bolivia pudo haber estado muchísimo mejor que hoy. Pero no, se siguió el consejo de ONGs oportunistas, irresponsables activistas e ideologizados extremistas que nos impidieron avanzar a pasos agigantados en la producción de biocombustibles; el uso de la agrobiotecnología; la ampliación del área agrícola; la construcción del Hub aéreo en Viru Viru; el poner la vista en la Hidrovía Paraguay-Paraná para salir al Atlántico; reactivar al sector forestal-maderero; incentivar al importador, al comerciante y al empresario legalmente establecidos, en vez de acosarlos de mil maneras; combatir la informalidad y el contrabando; reformar la educación pero no mirando por el pequeño espejo retrovisor sino por el gran parabrisas del futuro; hacer ciencia e investigación aplicada; negociar acuerdos comerciales con economías más desarrolladas; permitir la emisión de bonos de carbono; promover el turismo receptivo en todo el país; fomentar la productividad y la competitividad; castigar la corrupción y profundizar la meritocracia en las entidades del sector público.

Con buenas políticas como éstas Bolivia pudo crecer al 7% o más y llegar a ser la Suiza de Sudamérica, para que luego digan de ella…¡qué envidia da este país!

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¿Luis Arce Catacora o José Luis Parada?

Lamentable declaración. En una entrevista “al delfín de Evo Morales para las elecciones del 3 de mayo”, Luis Arce Catacora, dijo: "En tres meses destruyeron la economía boliviana" (www.pagina12.com.ar, 20.02.2020). El ex Ministro es hoy candidato presidencial por el Movimiento Al Socialismo (MAS).

Según Arce los depósitos han caído, la economía se redolarizó y bajó la actividad económica, frente a lo cual promete retornar a los “procesos industrializadores” y continuar profundizando la redistribución del ingreso. Arce Catacora y el difunto Carlos Villegas fueron los ideólogos del llamado Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo (MESOCOPRO).

Contrasta con tal aseveración, la información que el actual Ministro de Economía y Finanzas Públicas, José Luis Parada Rivero -con la paciencia, la templanza y la didáctica que lo caracterizan- ofrece a través de periódicos informes mostrando lo contrario.

Entre muchas cosas dichas sobre el MESOCOPRO a las que no me referiré (corrupción, despilfarro, etc.) el Ministro Parada afirma que dicho “modelo” funcionó mientras hubo platita -durante el auge mundial- pero con la caída de la renta petrolera el país se hundió en: un gran déficit fiscal; un grave desbalance externo; caída de la inversión pública y la extranjera; un feroz endeudamiento y una inocultable desaceleración económica.

Parada dice que la anterior administración gubernamental (2006-2019): a) Dispuso de la escalofriante suma de 310.000 millones de dólares (5,5 veces más que en igual lapso en tiempos neoliberales) y pese a ello ni la educación ni la salud mejoraron 5,5 veces; b) El déficit fiscal promedio fue del 6,8% del PIB frente al 5,8% de sus antecesores; c) La inversión pública cayó de 5.065 millones de dólares (2016) a 3.769 millones (2019); d) La deuda pública externa trepó de 2.208 millones de dólares (2007) a 11.079 millones (2019); e) El superávit comercial de 14 millones de dólares (2001-2005) se transformó en un colosal déficit de 5.078 millones de dólares (2015-2019). Información oficial, por si…

Además, la Inversión Extranjera Directa Neta que llegó a 1.750 millones de dólares (2015) registró al primer semestre del 2019 una inédita desinversión por -34 millones de dólares (antes de los incendios, el paro nacional y la convulsión social), una clara señal de que el MESOCOPRO no funcionaba ya, y que la economía además de entrar en procesos de desindustrialización, no se destruyó en los últimos 3 meses sino que iba en picada hace varios años ya…

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Cuando “gobierna un burro”…

“El problema principal son los burros, cuando gobierna un burro, cuando dirige una empresa un burro, ese es el problema que es irresoluble”. Tremenda aseveración, dicha -no por un “vende ambaibas” o un ignorante- ni por alguien de baja condición. Lo dijo, nada más ni nada menos que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, en su discurso sobre la paz social y la democracia en América Latina, organizada por la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá, añadiendo que “el mayor problema para las democracias latinoamericanas es cuando “gobierna un burro”, porque eso genera “incapacidad” para gobernar (…) incapacidad productiva, incapacidades en el funcionamiento de las instituciones y genera incapacidad en la gestión de gobierno” (“Para Almagro, el principal problema son los burros”, EL DEBER, 19.02.2020).

En primer lugar, quiero aclarar que no tengo absolutamente nada en contra de los burros, aquellos animalitos que son parte de la creación de Dios; esos jumentos que sirven al hombre para transportarse donde no hay vehículos; aquellos pollinos que llevan carga principalmente en el campo; esas bestias que ayudan en su faena agrícola a los productores. Nada tengo contra tales cuadrúpedos porque parecen haber nacido para ello, y cumplir con tales menesteres está bien. Así las cosas, nada tengo contra tan noble animal.

Ahora, si los burros son buenitos ¿por qué razón, motivo o circunstancia se les dice así a las personas queriéndolas ofender? Porque, si de insultar se trata, cuando alguien no hace bien las cosas, se le grita a voz en cuello: ¡Burro! ¡Eres un burro! ¡No seas burro! ¿Verdad? ¿Acaso en los colegios no se les ponía “orejas de burro” a los alumnos menos aventajados?

Para la Real Academia Española, el término “burro” no solo atañe al animal sino también a una persona bruta e incivil -esto es- necia, incapaz, torpe, falta de civilidad o cultura, sin urbanidad ni conocimiento para un juicio crítico. Seguro Almagro quiso decir esto último, antes que desear ofender a los pobres burros cuyo trabajo simple y duro merece nuestra consideración, aunque de los asnos se diga que son testarudos y obstinados, aunque los hay también mansos, como aquel pollino sobre el cual entró triunfante Jesús a Jerusalén, hace 1987 años.

El 20 de marzo de 2020 habrá elecciones en la OEA donde Almagro busca ser reelegido. Si algunos gobernantes deciden no votar por él a raíz de tal declaración, no faltará quien diga que lo dicho por Almagro no fue -sino- una burrada…

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Hay una billetera en el suelo…¿qué hace Ud.?

Varios videos circulan por Internet sobre la honradez de los japoneses, mostrando que en Tokyo: parqueos sin cuidantes, donde el usuario paga en un buzón; supermercados donde se toma los productos, se los pasa por la caja registradora y se cancela, sin vigilantes; y, lo más simpático: cajas en la calle con frutas y hortalizas con su precio, sin ningún vendedor, de las que la gente toma lo que quiere y deposita el importe…al final del día el dueño recoge el dinero, las cajas vacías y todos contentos. ¿Increíble, no?

¿Cómo estamos en Bolivia? Llegamos al parqueo y lo primero que nos hacen es clavarnos un alto cobro, muchas veces sin factura; es más, hasta las calles están “loteadas” y ¡ay de ti, si rehúsas decir que no te cuiden el auto! (te saldrá más cara la pulida para borrar la “rayita” que te dejaron de recuerdo).

En los supermercados -¡ni qué decir!- la tendencia al hurto es muy alta, con una gran reincidencia como más de una vez me contó mi hijo Christian, que trabaja en el rubro.

Ahora…¿qué cree que pasaría si dejara Ud. afuera de su puerta una caja con las frutas y hortalizas que produjo, indicando el precio a pagar? ¡No quedaría nada! Pero, no porque “se vendió”, sino porque: lo primero que desaparecería sería el dinero que algún japonés osó dejar por la compra que hizo; luego desaparecerían poco a poco las frutas y hortalizas; finalmente…¡hasta con las cajas cargarían! (el vivo vive del tonto y el tonto de su trabajo)

Para afirmar que lo relatado no es un cuento chino, recurriré a una experiencia familiar en Japón, donde viven mi cuñada Karem y su esposo Satoshi. Volviendo ella de su trabajo en Tokyo, mira en la estación del tren una billetera tirada en el suelo, y como ve que la gente pasa sin recogerla, hace lo mismo; al día siguiente pasa por el mismo lugar y ¿qué creen? La billetera sigue allí, bien gordita... ¿Qué habría hecho Ud.?

Conversando con un amigo -ex Embajador en Japón- me dijo que la honradez es un alto valor de la cultura japonesa y me explicó que cuando se ve una billetera en el suelo, lo correcto es levantarla en alto e ir así hasta la estación de Policía, la que -al recibirla- dirá: “Disculpe”. ¿Qué tal? Para corroborarlo, investigué la devolución de objetos y dinero a la Policía Metropolitana de Tokyo. ¡Sorpresa! La cantidad de dinero perdido devuelto a la Policía en ese país, supera los 30 millones de dólares/año (“Honestidad en Japón: dinero devuelto alcanzó cifra récord”, International Press, 4.03.2019). ¿Cómo para pensar, no?

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“Quemamos 11.000 millones de dólares”

¿Sabe por qué no me canso de repetir la terrible sentencia del sabio Salomón, de que “lo mejor del negocio no es cómo empieza sino cómo acabará”? Porque es cierto. ¿De qué vale alegrarse de algo sin saber si terminará bien? “No cantes victoria antes de la gloria”, implica lo mismo. Fanfarronear, definitivamente no está bien.

El 1 de mayo del 2006 se dio en Bolivia la llamada nacionalización de los hidrocarburos que -stricto sensu- consistió apenas en cambiar el canon de tributación a las empresas petroleras transnacionales -disminuyendo su ganancia- además de reducirlas a “prestadoras de servicios”, según algunos ex administradores del Estado.

Aquel 1º. de Mayo todo era fiesta, hasta se acuñó la frase “queremos socios y no patrones”. Se rieron de las advertencias de que la inversión extranjera en el sector decaería y comprometería a futuro la posibilidad de seguir exportando gas y el poder atender la creciente demanda interna de gas y combustibles líquidos. Hicieron oídos sordos. La jugosa renta petrolera pesó más que los análisis de los “opinadores” que merecerían hoy un homenaje al comprobarse que efectivamente sabían lo que decían.

Lamentablemente, el sector hidrocarburífero -la “niña bonita” del “Modelo Económico Social Productivo y Comunitario” implantado el 2006 como alternativa para el desarrollo- pasó a ser su Talón de Aquiles con graves consecuencias para el Estado: el inocultable incremento en la importación de combustibles líquidos -ante el aumento del consumo y la caída de la producción nacional- toma ribetes de escándalo.

La importación de gasolina y diésel que no llegaba a 190 millones de dólares en el 2005 empezó a subir hasta alcanzar en 2019 un nuevo y triste récord con la descomunal suma de 1.555 millones. Grave situación la del país, dependiente del abastecimiento externo con la dolorosa sangría de dólares que merma las reservas del Banco Central.

Conversando sobre el tema con Erick Saavedra, CEO de TOYOSA y experto en la materia, resumió así la situación: “El escenario es preocupante y puede empeorar; el parque automotor es de 2,2 millones de vehículos y subirá a 4 millones en 10 años; más del 80% tiene 25 años de antigüedad. ¿Por qué no promover vehículos híbridos y flex que funcionen con energías alternativas y menos contaminantes como bioetanol, biodiésel, gas natural y energía eléctrica? En los últimos 14 años hemos quemado 11.000 millones de dólares importando combustibles fósiles; no podemos seguir así, debemos tomar decisiones...¡ya!”

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