Blog de Gary Rodríguez Álvarez

¡Hasta que por fin parió la burra!

No es extraño escuchar la alegre expresión -“hasta que por fin parió la burra”- cuando algo que parecía muy difícil de conseguir o que entrañaba mucho tiempo de espera, finalmente se logra. Éste parece ser el caso, en lo que hace a la producción de combustibles renovables, en Bolivia. En efecto, el esperado anuncio del gobierno, de que el país ingresará a la producción de biodiésel renovable, fue bien recibido por quienes proponían desde hace muchísimo tiempo tal posibilidad (“Bolivia, pionera en la producción de diésel renovable en América Latina”, Boletín No. 20, YPFB, 3.03.2021).

Y es que, de un tiempo a esta parte, el continuo crecimiento de la economía, la ampliación de la clase media, el incesante aumento del parque automotor y el alza del consumo de diésel, sumado a la declinación de su producción en el país, hizo que Bolivia se torne altamente dependiente del diésel extranjero.

Según datos del INE, entre 2005 y el 2019 (se descarta comparar con el 2020 por ser un año anormal) la importación de diésel subió casi 5 veces en valor y más de 4 veces en volumen. En 2005 gastábamos 190 millones de dólares para importar unos 350 millones de litros de diésel, pero su compra fue marcando sucesivos récords hasta un pico de 913 millones de dólares por poco más de 1.400 millones de litros en 2019. De hecho, el diésel es hoy el primer producto de importación en el país, seguido de otro combustible negro -la gasolina- motivando ello en 2018 un Programa para producir bioetanol a partir de caña de azúcar y sorgo, algo que se está haciendo desde entonces.

¿Cuál es la razón para que después de tanto tiempo Bolivia entre en la “Era de los Biocombustibles” pasando por alto a los agoreros que se oponían? La razón es económica. Entre 2006 y 2020, el país quemó más de 12.000 millones de dólares importando diésel (9.338 millones) y gasolina (2.836 millones). Por tanto, buena la decisión de apostar por los biocombustibles para impedir que las RIN del BCB sigan cayendo, y que haya una mayor presión sobre el tipo de cambio.

En todo caso, más allá de esta urgencia existen muchísimas razones valederas para respaldar, como positiva, la producción de bioetanol y biodiésel en el país.

CAINCO e IBCE publicaron en 2008 un estudio de 400 páginas titulado “Biocombustibles Sostenibles en Bolivia”, elaborado por una docena de reconocidos profesionales en el campo energético, socioeconómico, ambiental y legal; respaldado, además, por 15 Foros con la sociedad civil en todo el país, para desnudar la falacia dicotómica de aquella leyenda urbana que planteaba alimentos o biocombustibles, cuando la conclusión demostrada fue al revés: mientras más biocombustibles produzca Bolivia, dispondrá de más alimentos.
 
Entre las ventajas de producir biocombustibles -ecológicos o combustibles verdes- están: prevenir una crisis energética; crear centenares de miles de empleos a lo largo de la vasta cadena de valor; ser más amigables con el medio ambiente por la menor emisión de gases de efecto invernadero, pero además, por la captura de dióxido de carbono y la emisión de oxígeno en los cultivos a ser utilizados; su mejor calidad; y, algo impensable para el caso del biodiésel, el recuperar tierras degradadas, ya que la jatropha (piñón), como materia prima, se puede cultivar en tierras áridas, semidesérticas o impactadas (a lo que se sumará la reutilización de aceites usados y grasas animales).
 
La inversión de 250 millones de dólares en una planta a instalarse en Santa Cruz, con capacidad de generar 1,4 millones de litros/día de biodiésel, podría significar unos 500 millones de litros/año y conllevar un ahorro de varios cientos de millones de dólares por la sustitución de diésel fósil importado; ojalá haya incentivos para producir más desde el sector privado, dado que el consumo de diésel en Bolivia supera los 2.000 millones de litros anuales, siendo de muy lejos el principal consumidor y beneficiario de la subvención, el transporte público, y no la agropecuaria como muchos erróneamente afirman.

Producir biocombustibles económicamente viables, ambientalmente sostenibles y socialmente responsables es posible. Si Bolivia igualmente entrara de lleno en la “Era de la Biotecnología” para aumentar la productividad y bajar los costos de producción en ciertos cultivos agrícolas, dadas las enormes inversiones que ello implicaría, la economía podría crecer a tasas del 7% o más. Quien diga que eso es imposible, debería saber que entre los años ´50 y ´70 el PIB boliviano creció cinco veces por encima del 7%, y en dos ocasiones, llegó casi al 8%. ¡Si entonces se pudo, ahora, mucho más!
 

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La agricultura salvó del desastre a Paraguay

Y pensar que hace poco, en términos de producción agrícola, especialmente en cuanto a la producción de soya, éramos mucho más que Paraguay. Eso es historia ahora. Bien por ellos, mal por nosotros. Ese pequeño país, apenas un poco más grande que el Departamento de Santa Cruz, vino marcando récord tras récord hasta lograr en plena pandemia en 2020 un nuevo hito con 10,5 millones de toneladas de producción de soya (en Bolivia no llegamos a 3 millones de toneladas) generando 4.000 millones de dólares por exportación (más que los minerales, y el doble del gas natural, que exporta Bolivia).

El buen desempeño del sector soyero paraguayo, dice el Editorial de ABC Color, “…contuvo la devaluación y la inflación en un año de alta emisión, proporcionó divisas para las necesarias importaciones, dinamizó la economía rural y los servicios conexos, sostuvo la solvencia de los bancos y cooperativas, estabilizó las cuentas nacionales, atenuó la crisis en el interior, lo que, a su vez, contribuyó con la producción interna de alimentos, factor vital para que no faltara comida durante la larga cuarentena…” (“Los productores agrícolas salvaron al país del desastre”, www.abc.com.py, 16.02.2021).
Según el indicado medio de comunicación paraguayo, los productores del agro -cerca de 40.000 pequeños agricultores soyeros con menos de 20 hectáreas- datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería de ese país, trabajaron duro durante la pandemia “mientras casi todo el resto permanecía paralizado, y a la postre salvaron al Paraguay del desastre”.

Tan importante movimiento agroproductivo tuvo como consecuencia un enorme efecto multiplicador, no solo en el campo sino también en las ciudades y, para muestra basta un botón: el transporte de la cosecha de soya implicó 500.000 viajes por camión, a lo que se suma la utilización de barcazas para su exportación -por cierto- mientras Bolivia tiene 3 puertos sobre la Hidrovía Paraguay-Paraná, aquel país mediterráneo cuenta con más de 40 puertos…¡en eso también nos aventaja!

El éxito del cultivo de la soya en Paraguay se basa en una agricultura moderna, con pleno uso de la biotecnología y eventos apilados para combatir las malezas e insectos; con buenas prácticas agrícolas como la rotación de cultivos y más del 90% del área bajo siembra directa, lo que da sostenibilidad al negocio haciendo que el rendimiento de la soya transgénica sea 50% mayor que en Bolivia, para regocijo de los agricultores, principalmente para los más pequeños.

Según el referido Editorial, “se esperaba que la economía nacional sufriera la peor caída de los últimos 70 años”; se temía que Paraguay enfrentara un verdadero desastre, un estallido social producto de las quiebras masivas de empresas y centenares de miles de empleos perdidos, una alta mora financiera, escenas de hambre, etc., pero gracias a Dios el PIB cayó apenas un 1%.

“La gran heroína, la que sacó las castañas del fuego y amortiguó el potencialmente demoledor impacto económico de la pandemia fue, una vez más, la producción agrícola, y, muy en particular, la nunca bien ponderada, la acusada de todos los males del país: la soja”, dice ABC Color, concluyendo con este homenaje: “Los productores no merecen el desprecio de la sociedad, sino su reconocimiento y respeto”.

¡Si imitáramos tan buen ejemplo! No solo alcanzaríamos sino que superaríamos sus logros porque lo tenemos todo… ¡En nuestras manos está poder el forjar la Bolivia digna, productiva, exportadora y soberana que anhelamos heredar a nuestros hijos!
 

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Programa “SI Bolivia”…“sí a Bolivia”

El gobierno boliviano lanzó el Decreto Supremo No. 4424 (17.DIC.2020), creando dos fideicomisos por un monto conjunto cercano a los 131 millones de dólares para la otorgación de créditos de inversión así como capital operativo, en función de proyectos orientados a la sustitución de importaciones con producción nacional. En relación al tema corresponde hacer tres puntualizaciones, para poner las cosas en su lugar y entender este Programa de Sustitución de Importaciones denominado “SI Bolivia”, concebido para impulsar el desarrollo y la reactivación de la industria nacional.

En primer lugar, destacar esta iniciativa que algunos critican pensando que se trata de un retorno al viejo modelo Cepalino de los años ´50 y ´60, basado en la sobreprotección del mercado interno para forzar una industrialización sustitutiva de importaciones, cuando en realidad no es así.

En segundo término, destacar el plazo del crédito -15 años- y la tasa de interés prácticamente inexistente (0,5%) considerando la inflación anual; una medida acertada en la perspectiva de inducir algo de competitividad a la producción nacional que enfrenta una desigual competencia con bienes extranjeros que no solo llegan extremadamente baratos por la vía legal, sino también de contrabando, dada la generalizada depreciación y devaluación de las monedas.

En tercer lugar, destacar el hecho que esta política pública esté al alcance tanto de la micro, pequeña y mediana empresa, como también de la gran empresa, y que no exista discriminación al permitir que todos se beneficien de dicha posibilidad, ya que los empresarios -independientemente de su dimensión productiva- son bolivianos y merecen el mejor trato por parte del gobierno, como generadores de riqueza, empleos y tributos para el Estado nacional.

Ahora, tomando en cuenta la gran magnitud que han alcanzado las compras externas en el país, habida cuenta de la altísima propensión a importar que devino de las políticas de lucha contra la pobreza, el crecimiento de la clase media, y el mantenimiento de un tipo de cambio real apreciado (Boliviano fuerte versus dólar baratito), el monto del Programa “SI Bolivia” de casi 131 millones de dólares para muchos no es significativo -dada la coyuntura actual- siendo que para la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia urge la inyección de varios miles de millones de dólares en función de la reactivación productiva, pero servirá como medida de salvataje para muchas empresas, principalmente pequeñas.

Por tanto, esta medida, frente a la retracción del PIB boliviano por más de 8% el pasado año, como fuera pronosticado por el gobierno, si bien es buena, para un mejor resultado debería acompañarse con dos acciones de cortísimo plazo conducentes a la recuperación del mercado nacional a través de una efectiva sustitución competitiva de importaciones como viene proponiendo el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) desde años atrás: promover el consumo de productos nacionales y combatir frontalmente el contrabando.

En suma, se trata de una feliz coincidencia con una parte de la propuesta que el IBCE viene realizando durante los últimos años, pensando en el país, para un mayor crecimiento de su PIB y un reforzamiento de las RIN en el BCB: combinar una política de promoción selectiva de exportaciones (para traer dólares) con una política de sustitución competitiva de importaciones (para ahorrar dólares), algo que podría devenir en la generación de centenares de miles de empleos para los bolivianos.
 

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¡Cuidemos el sistema financiero!

Todos los sectores tienen su importancia en la economía, pero hay uno que, al no saberse mucho de su relevancia, ha provocado diversos mitos sobre su accionar: el financiero. Aclaro que no soy un experto en el tema, tampoco soy accionista, y mi trato con la banca se resume a mis años mozos cuando obtuve créditos para mis primeras compritas; lo cierto es que, ni como economista me sumergí en las aguas del sistema financiero para conocer su gran importancia, hasta hoy...

La crisis provocada por el COVID-19 y la cuarentena golpeó de tal manera a la economía boliviana, que llamó mi atención ver los números rojos del INE en cuanto a la caída del PIB a junio del 2020, primero; y luego, el Índice Global de Actividad Económica (IGAE) a octubre, dando cuenta que el sector de Establecimientos Financieros cayó en 3,92% y 3,55%, respectivamente.

Fue ahí que me empezó a interesar el tema y -mucho más- cuando ciertos sectores bloquearon al país exigiendo diferir el pago de sus créditos por seis meses más, pese a que el gobierno transitorio había dictaminado tal medida de abril a diciembre del 2020, lo que implicó para el sistema financiero la pesada carga de sobrellevar la crisis, sin recibir el pago de capital e intereses por los créditos otorgados, pero, eso sí, pagando los intereses comprometidos por el dinero recibido.

El sector de la banca es uno de los más sensibles de toda economía, al convertir el ahorro de los ciudadanos en inversión o gasto -a través de créditos- asumiendo el doble riesgo de preservar un delicado equilibrio entre sus activos (dinero que cede en créditos) y sus pasivos (obligaciones que asume frente a quienes depositan su dinero). En facilito: la banca recibe dinero de la gente a cambio de pagar cierto interés, el mismo que resulta de colocar ese dinero a una tasa un poco mayor, permitiendo a la economía funcionar con la transformación del ahorro ciudadano en inversión o gasto -en empresas y particulares- asumiendo la total responsabilidad de garantizar una utilidad y la devolución del dinero al ahorrista.

Cuán común es pensar que el capital de los bancos es de unos pocos afortunados (aunque no había sido así): en muchos casos son organismos internacionales, fondos de inversión y compañías de seguro quienes colocan sus capitales, a lo que se suma lo que para mí fue una gran novedad, una gran cantidad de accionistas minoritarios que en vez de optar por un Depósito a Plazo Fijo, compra una acción esperando un dividendo cada fin de año. El problema que se presenta hoy respecto a esto último es que, para subsanar en algo la falta de liquidez derivada del no pago de capital e intereses por nueve meses, el gobierno dispuso capitalizar el 100% de utilidades lo que podría significar para mucha gente quedar sin ese ingreso y forzarlos a retirar su capital de los bancos.

¡Que el sistema financiero no haya dejado de funcionar en la cuarentena -pagando intereses y afrontando retiros de capital sin el normal ingreso de intereses- es algo digno de reconocer!

Ahora que el MEFP, la ASFI y los transportistas acordaron otros seis meses de gracia sin pagar capital e intereses, ojalá que ello no derive en una afectación a la cultura de pago en los prestatarios; es de esperar también, para evitar un descalce financiero, que el gobierno se ocupe rápidamente, de dar un fuerte apoyo a la liquidez del sistema para que los bancos, como intermediarios financieros, den créditos para reactivar la economía y crear empleos con la urgencia que el caso amerita...
 

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El tiempo de los economistas

No es la primera vez que un economista asume la Presidencia de Bolivia, según lo dicho por el historiador y amigo, Jorge Cuba Akiyama, quien recuerda que el ex Presidente José Gutiérrez Guerra -que gobernó de 1917 a 1920- se formó como economista en Inglaterra. En todo caso…¡tamaño desafío para el actual Primer Mandatario y economista, Luis Arce Catacora, de reivindicar la profesión haciendo que Bolivia supere la crisis que la agobia!

En momentos que los recursos del Estado no solo son escasos, sino que hay un fuerte endeudamiento, ésta es la oportunidad de demostrar que los economistas servimos para algo más que para explicar mañana por qué no ocurrió lo que dijimos que iba a pasar ayer...

Éste es el tiempo de los economistas -así lo debemos entender- de trabajar para beneficio de todos los bolivianos, principalmente para que los pobres dejen de serlo, dándoles las herramientas para ello, pero también, para que los pudientes sigan invirtiendo, produciendo y generando empleo; lo deberíamos hacer, además, para beneficio de la propia reputación de los economistas como verdaderos agentes de cambio.

Menuda tarea la del colega economista, hoy Presidente, a quien deberíamos estar dispuestos a colaborar, porque si al gobierno le va mal, le irá mal también al país entero.

Para entender lo que sostengo, supongamos que no hablo de un economista sino de un doctor, en tiempos del COVID-19: ¿Estaríamos dispuestos, siendo médicos, a no socorrer al Presidente -por un desafecto ideológico o personal- cuando precisa ayuda y dejar que la gente se enferme? O, por una cuestión de conciencia ¿ponernos manos a la obra para que mejore la salud y la calidad de vida de todos? De no hacerlo, seríamos perversos y hasta nosotros nos enfermaríamos.

Pero si ayudamos a salvar vidas y a prevenir contagios, habremos cumplido nuestra misión, con responsabilidad, porque: Si a un médico se lo enjuicia por negligencia, y hasta podría ir a la cárcel por haber provocado una muerte…¿qué del economista que por sus deficientes políticas o por cuestiones ideológicas, sume en la pobreza a la gente y hasta provoca muertes por sus decisiones equivocadas?

¡Gran momento para los economistas bolivianos, ojalá recordemos para qué estudiamos! No para ser mercenarios del conocimiento, como nos advirtiera un excelente catedrático, Miguel Rojas Velasco, sino, para poner nuestro saber al servicio de la gente, siendo que un día rendiremos cuenta a Dios de todo lo hecho y no hecho, tanto de lo bueno como de lo malo...
 

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¿Y si Jesucristo no hubiera nacido?

Llega el tiempo en que mucha gente celebra la Navidad, por lo que es importante tomar conciencia sobre su origen, y el verdadero significado que debería tener.

Primero, dejar sentado que la Navidad tiene un trasfondo espiritual y atañe a los que creen en Jesucristo y recuerdan su nacimiento hace 2020 años, un hecho que partió en dos la Historia de la Humanidad (a.C. y d.C.).

Esta recordación involucra a la tercera parte de la población mundial que cree en Jesús pero, por su connotación económico-comercial, implica a muchos más.

Respecto a la fecha de celebración del cumpleaños de Jesús de Nazaret, cada 25 de diciembre, hay suficiente evidencia histórica y en Escrituras que el Niño Dios no nació un 25 de diciembre aunque se mantiene dicha tradición desde el Siglo IV.

Con el transcurrir del tiempo, el sincretismo religioso con diversos ritos y prácticas desdibujó la Navidad al grado que para muchos se resume hoy a Papa Noel, regalos casi de forma obligatoria (aprietos para los papás), reuniones familiares (decoración, comida, bebida, ropa) y desconocen al agasajado…

Bueno sería reflexionar sobre esto y llegar a comprender que, si se va a celebrar la Navidad, que sea como un hecho histórico único: el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, quien vino por voluntad de su Padre a cumplir una cruenta pero bendita misión: morir en pago por los pecados del mundo, abriendo la posibilidad de que todo aquel que en Él cree, lo confiese como su Salvador y lo siga como su Señor, no se condene eternamente y resucite en gloria.

En esta historia es imposible dejar de mencionar a Satanás -el enemigo acérrimo de Dios- quien está empeñado en destruir lo mejor de la Creación, al hombre, buscando su condenación, dado que él ya está condenado por su rebelión.

Satanás esperaba que José -estando desposado con María- al descubrir que estaba embarazada, pese a no haber tenido ellos aún intimidad, decidiera dejarla. Según la Ley mosaica, se debía apedrear a María hasta morir y Jesús con ella pero un ángel habló a José y le explicó que el niño era obra del Espíritu Santo.

Satanás intentó matar luego a Jesús por medio del rey Herodes cuando supo de su nacimiento, pero un ángel intervino y los hizo escapar a Egipto.

Durante el ministerio público de Jesús, Satanás incitaba a los religiosos a matarlo -lo perseguían para apedrearle o despeñarlo- pero Él prevaleció.

Finalmente, Satanás poseyó a Judas, quien lo entregó a los romanos por treinta piezas de plata, para que luego los religiosos -esos que leían las Escrituras, las memorizaban pero no las entendían porque no las escudriñaban- lo acusaran ante Pilato y lo crucificaran. Sin embargo, Satanás fracasó, pues…¡Dios lo resucitó!

¿Se imagina Ud. qué hubiera pasado si Jesús no hubiera nacido? ¿Si no hubiera vivido en santidad durante toda su vida? ¿Si Jesús no se hubiera dado en perfecto sacrificio en la cruz para redimirnos de nuestra maldad? ¿Si no hubiera resucitado al tercer día para ser glorificado? Ud., yo y nuestra familia, hubiéramos estado condenados a vivir en la oscuridad -en tormento- y separados de Dios, por toda la eternidad…

A la luz de los hechos, Navidad debería implicar mucho más que una fiesta con abundante comida, bebida y regalos, en la que el cumpleañero está ausente. Navidad debiera ser un tiempo para reflexionar sobre el inconmensurable amor del Creador: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna...
 

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Un ídolo ha muerto…

Diego Armando Maradona murió el 25.11.2020. Cuando nadie lo esperaba partió de este mundo con apenas 60 años. La noticia hizo estallar las redes sociales mostrando la desazón de sus seguidores. El fanatismo por el futbolista argentino hizo que por su muerte se produjeran inesperadas reacciones, muchas al borde del delirio.

Pasando por alto la legendaria trayectoria de otro futbolista brasileño -el “Rey Pelé”- y a otro renombrado futbolista argentino, Lionel Messi, mucha gente no solo proclama a Maradona como el mejor jugador de la historia sino que ha llegado a endiosarlo. Parecería una exageración decirlo, pero con Maradona todo fue exagerado: el hombre se dio modos para salirse con la suya, casi en todo.

Basta recordar el Campeonato Mundial de Fútbol de 1986, cuando en el partido contra Inglaterra, Maradona llevó al triunfo a la Argentina metiendo un gol con la mano. Lo grave de ello no fue que el árbitro convalidara el gol, seguramente porque no vio la falta, sino que el propio Maradona reconoció luego en varias entrevistas su astucia, agradeciendo que el gol fue por “la mano de Dios”.

Pero el engaño no quedó ahí, se lo exaltó más bien en grado sumo, con una canción de un tal Rodrigo -titulada “La mano de Dios”- en la que se dice cosas terribles, que muchos en su ignorancia cantan a viva voz:

“Carga una cruz en los hombros por ser el mejor. Por no venderse jamás, al poder enfrentó. Curiosa debilidad, si Jesús tropezó, por qué él no habría de hacerlo. La fama le presentó una blanca mujer de misterioso sabor y prohibido placer, que lo hizo adicto al deseo de usarla otra vez”.

Maradona despertó este tipo de pasiones al extremo de ser comparado con Jesús y reducir a Dios, a su estatura.

Toda su vida estuvo llena de sobresaltos y excesos; su hija escribió un libro bajo el título “Hija de Dios”, refiriéndose a él, por supuesto (“Vivió en Europa hasta los 6, le regalaron un 0 km a los 12 y escribió un libro, Hija de Dios: la vida de Dalma Maradona”, Infobae.com, 31.03.2018).

Maradona fue idolatrado por personas necesitadas de sentirse realizadas con el éxito de un tercero, al extremo que estando vivo aún, fue creada la Iglesia Maradoniana que hoy cuenta con unos 50.000 miembros en todo el mundo: “Nuestra religión es el fútbol y, como toda religión, debe tener un dios", explicó uno de sus fundadores (“Iglesia Maradoniana: pasión y magia con las que Diego jugó al fútbol”, eltiempo.com, 25.11.2020). Ahora que partió, ojalá descanse en paz, agarrado de la mano de Dios...
 

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Un ídolo ha muerto…

Diego Armando Maradona murió el 25.11.2020. Cuando nadie lo esperaba partió de este mundo con apenas 60 años. La noticia hizo estallar las redes sociales mostrando la desazón de sus seguidores. El fanatismo por el futbolista argentino hizo que por su muerte se produjeran inesperadas reacciones, muchas al borde del delirio.

Pasando por alto la legendaria trayectoria de otro futbolista brasileño -el “Rey Pelé”- y a otro renombrado futbolista argentino, Lionel Messi, mucha gente no solo proclama a Maradona como el mejor jugador de la historia sino que ha llegado a endiosarlo. Parecería una exageración decirlo, pero con Maradona todo fue exagerado: el hombre se dio modos para salirse con la suya, casi en todo.

Basta recordar el Campeonato Mundial de Fútbol de 1986, cuando en el partido contra Inglaterra, Maradona llevó al triunfo a la Argentina metiendo un gol con la mano. Lo grave de ello no fue que el árbitro convalidara el gol, seguramente porque no vio la falta, sino que el propio Maradona reconoció luego en varias entrevistas su astucia, agradeciendo que el gol fue por “la mano de Dios”.

Pero el engaño no quedó ahí, se lo exaltó más bien en grado sumo, con una canción de un tal Rodrigo -titulada “La mano de Dios”- en la que se dice cosas terribles, que muchos en su ignorancia cantan a viva voz:

“Carga una cruz en los hombros por ser el mejor. Por no venderse jamás, al poder enfrentó. Curiosa debilidad, si Jesús tropezó, por qué él no habría de hacerlo. La fama le presentó una blanca mujer de misterioso sabor y prohibido placer, que lo hizo adicto al deseo de usarla otra vez”.

Maradona despertó este tipo de pasiones al extremo de ser comparado con Jesús y reducir a Dios, a su estatura.

Toda su vida estuvo llena de sobresaltos y excesos; su hija escribió un libro bajo el título “Hija de Dios”, refiriéndose a él, por supuesto (“Vivió en Europa hasta los 6, le regalaron un 0 km a los 12 y escribió un libro, Hija de Dios: la vida de Dalma Maradona”, Infobae.com, 31.03.2018).

Maradona fue idolatrado por personas necesitadas de sentirse realizadas con el éxito de un tercero, al extremo que estando vivo aún, fue creada la Iglesia Maradoniana que hoy cuenta con unos 50.000 miembros en todo el mundo: “Nuestra religión es el fútbol y, como toda religión, debe tener un dios", explicó uno de sus fundadores (“Iglesia Maradoniana: pasión y magia con las que Diego jugó al fútbol”, eltiempo.com, 25.11.2020). Ahora que partió, ojalá descanse en paz, agarrado de la mano de Dios...
 

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Contrabando: destierro y pena de muerte

El contrabando está matando a la producción nacional, está afectando a los productores del agro, lo que sumado a las consecuencias de la cuarentena por el Covid-19 está provocando el cierre de predios productivos, destruyendo empleos, poniendo en riesgo la salud humana y perjudicando la reactivación de la economía del país. Así se expresaron varios subsectores de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) al declararse en emergencia en una Conferencia de Prensa en Santa Cruz (18.11.2020).

El masivo ingreso ilegal de alimentos desde países vecinos pone en figurillas a los productores nacionales, tanto del Oriente como del Occidente. La papa contrabandeada desde Perú; las carnes de pollo y cerdo, lácteos, aceites, maíz y sorgo, desde Argentina; los embutidos, carnes, lácteos y azúcar desde Brasil, son un dolor de cabeza.

Las pérdidas para el sector son astronómicas. Según la Asociación de Productores de Maíz y Sorgo (PROMASOR), el ingreso de 130.000 toneladas de maíz contrabandeado este año desde la Argentina significa, no solo la pérdida de mercado, sino también el gasto de 22 millones de dólares para traer maíz transgénico argentino que compite deslealmente con el maíz boliviano, haciendo bajar su precio, mientras al productor nacional no se le permite producir con esa misma tecnología. Triste paradoja ¿verdad?

Por su parte, la Asociación Departamental de Porcicultores de Santa Cruz (ADEPOR) denunció el contrabando de más de 150 toneladas/mes de carnes y embutidos desde Argentina y Brasil por un valor de 5 millones de dólares.

A ello hay que añadir que las ferias y mercados están abarrotados de alimentos y bebidas alcohólicas contrabandeadas, por Navidad y Año Nuevo.

Lamentablemente, en Bolivia hay condiciones objetivas que promueven el delito del contrabando: un dólar muy barato; devaluaciones en derredor; un mercado de precios en el país que busca lo económico antes que la calidad o seguridad del producto; extensas fronteras; distorsión del Tráfico Vecinal Fronterizo; una profunda cultura de evasión fiscal, y permisividad de las autoridades en países vecinos. El hecho es que este problema no atañe solo a la Aduana sino también al SENASAG, a las Alcaldías, a los comerciantes inescrupulosos y consumidores que compran de contrabando, por eso lo atávico del asunto.

¿Sabía Ud. que Simón Bolívar emitió en 1825 un Decreto estableciendo el destierro para el contrabandista, y para los funcionarios públicos involucrados, la aplicación de la pena capital? Pero…¡ni aún así!

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Nos unimos o nos hundimos

Empieza a escribirse un nuevo capítulo en la historia de Bolivia. ¿Qué tal si aspiramos a un país donde la pobreza sea cosa del pasado; la ignorancia y el analfabetismo funcional, superados con la buena educación; una mejor calidad de vida, basada en una adecuada alimentación y medicina preventiva; el desempleo atávico y el empleo precario, convertidos en pleno empleo; con oportunidades de progreso absolutamente para todos, y todo ello en un ambiente de legalidad y formalidad?

Es posible hacerlo, muchos países en el mundo están avanzando por la senda del desarrollo combinando políticas sociales con inteligentes políticas públicas que las apuntalan, ya que su sostenibilidad depende de un fuerte respaldo económico.

Todos debiéramos aspirar a forjar un país donde esté garantizada la posibilidad de recibir una moderna educación que prepare a nuestros hijos para lograr una profesión o un oficio que el día de mañana les permita hacer su propia empresa o lograr un trabajo digno y perdurable contemplando todas las prestaciones sociales que la ley manda.

Un país donde prime la libertad y la iniciativa privada, donde no se viva en zozobra y la justicia social esté dada por las oportunidades que el Estado prodigue a todos los ciudadanos. Un país donde la mejor política económica para el empresario sea el dar seguridad jurídica a la inversión, seguridad de mercados para la producción y la seguridad de que las políticas públicas serán las adecuadas para hacer posible lo anterior. Un país donde la mejor política social para el jefe de familia sea garantizarle el acceso a un empleo digno y bien remunerado, en mérito a su alta productividad como mano de obra calificada.

Administrar un país con un frente externo adverso por la recesión y el rebrote del Covid-19, con un frente interno complicado por la recesión de la economía, será difícil. Para superar este contexto, la unidad de todos los bolivianos resulta una condición mínima indispensable.

“Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”, dice este pensamiento atribuido a Martín Fierro, que nos viene bien con carácter de advertencia para los difíciles tiempos que nos toca vivir. Si se lo sigue de aquí a unos años podríamos decir: “Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía”. Hagamos bien las cosas para llegar a ser un gran país. De nosotros depende: nos unimos o nos hundimos.
 

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