El alto costo de las malas políticas públicas
Muchos quieren llegar a situaciones de poder, pero pocos son los que de verdad lo quieren hacer para servir.
¡Cuánto se tergiversan las cosas y cómo se tuercen convenientemente los valores en la política! Por algo me decía mi mamá: “No te metas en política hijito, no te metas, viví de tu trabajo”. Por mucho tiempo no lo entendí, pero con el transcurrir de los años me di cuenta de su sabio consejo. La política en sí no es mala -es necesaria- los malos son los políticos y gobernantes aprovechados. Ahora, de que hay honrosas excepciones, sí, pero la excepción confirma la regla.
Muchos quieren llegar a situaciones de poder, pero pocos son los que de verdad lo quieren hacer para servir. Atrás quedaron los años -según dicen- cuando personas notables se lanzaban a la arena política para ejercer la función pública pensando en el bien común, antes que en sí mismos.
Los tiempos cambiaron para mal, el tango “Cambalache” se quedó corto al proyectar lo que sería el Siglo XX -el mundo una porquería (...) un despliegue de maldad insolente (…) ¡da lo mismo un burro que un gran profesor! (…) uno vive en la impostura y otro roba en su ambición”. El Siglo XXI está peor, lamentablemente.
Pero no perdamos la fe: mientras hay vida, hay la esperanza de poder mejorar y enderezar las veredas tomando decisiones, buenas decisiones.
Las crisis son una oportunidad para reflexionar sobre lo que pudo ser y no fue, para decidir mejor que antes y no cometer los mismos errores cuyas consecuencias las sufrimos hoy. Así debería pasar en la política -v.gr., en las elecciones- el ciudadano bien informado debería evaluar lo que se hizo bien (acierto), lo que se hizo mal (equivocación) y lo que se pudo hacer y no se hizo (negligencia).
“Accountability” es un término concebido en el ámbito de la administración pública referido a la “responsabilidad de rendir cuentas a la sociedad” en democracia, un pálido reflejo de lo cual fue el “control social” instaurado en Bolivia, que más sirvió para recibir el generoso aplauso de los correligionarios antes que para corregir las falencias de la gestión del Estado.
Cuando el mundo enfrenta el problema del coronavirus, con miles de muertos que podrían llegar a millones si no se logra contener su propagación, no solo por causa de la falta de una vacuna sino de sistemas públicos de salud ineficientes, cabe preguntar: ¿Cómo andamos por casa? ¿Pudimos prepararnos mejor para este momento? ¿Cuál será el costo de las malas políticas y la negligencia en salud? En función de las respuestas habrá que tomar las mejores decisiones para evitar más situaciones de dolor y luto a futuro…