Blog de Gary Rodríguez Álvarez

Para no sudar la gota fría…

¡Nos equivocamos, nos llevamos un chasco! Cuando creímos que el 2018 iba a marcar un punto de inflexión para el comercio exterior boliviano, el último Informe del INE fue un balde de agua fría al dar cuenta que el nuevo desbalance registrado fue casi igual al del 2017.

Según el Informe, el déficit del 2018 sumó 936 millones de dólares, muy cercano a los 970 millones del 2017. Así las cosas, entre el 2015 y 2018 Bolivia acumula ya un déficit de 4.132 millones de dólares, cifra que explica por qué las Reservas Internacionales Netas han caído tanto desde el mismo momento en que el comercio exterior empezó a tornarse deficitario, a lo que se debe añadir el déficit en las transacciones de servicios, los pagos y transferencias al exterior.

Cabe recordar que el macrociclo de precios altos para las materias primas terminó en 2014, justo cuando las exportaciones alcanzaron su pico histórico superando en poco los 13.000 millones de dólares. De ahí en adelante bajaron a 8.922 millones de dólares en el 2015, a 7.259 millones en 2016; se recuperaron hasta 8.338 millones en 2017 y subieron hasta 9.060 millones en 2018, aunque en igual lapso las importaciones siempre superaron a las ventas, de ahí el déficit.

¿Qué aconteció en 2018 respecto al 2017? El valor de las exportaciones subió 9% pese a que su volumen cayó en un 6%, vale decir que la subida de ciertas cotizaciones explicó la crecida -por ejemplo- el valor de los hidrocarburos subió 15% cuando su volumen bajó 9%. Igualmente ayudó a la recuperación de las exportaciones el que el valor de los minerales y productos no tradicionales creciera casi proporcionalmente a la suba de sus volúmenes.

Y aunque el valor importado creció menos (7%) que el de las ventas y su volumen bajó 1%, la complicación es que cerca del 70% del valor importado tiene que ver con insumos, bienes de capital y equipos de transporte necesarios para producir bienes y servicios en Bolivia.

La importación de combustibles y lubricantes subió 23% en volumen y 41% en valor, resultado de la imparable expansión del parque vehicular, la mayor actividad económica y la subida del precio del petróleo; aunque, para destacar, la menor importación registrada de alimentos con -21% en volumen y -0,5% en valor.

Con importaciones imprescindibles para el país ¿qué hacer para que el déficit no se torne estructural? Ya lo dijo el IBCE: adoptar políticas de promoción selectiva de exportaciones y de sustitución competitiva de importaciones, si no queremos “sudar la gota fría”…

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Más de 12.000 millones de dólares

“Estamos lejos, cada vez más lejos y no solo de Argentina y Brasil -que son los líderes- sino del Paraguay. Hace unos años Paraguay estaba en un nivel de producción de soya similar al de Bolivia, pero hoy nos triplica en producción y rendimiento -que está en 2,7 a 2,8 toneladas por hectárea- casi un 30% más de lo que producimos en Bolivia”, dijo Guillermo Rocco, Vicepresidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (ANAPO), en el Programa “A Primera Hora” (EL DEBER RADIO, 10.1.19). Añadió que el sector estaba estancado, pues luego de llegar a un tope de 3 millones de toneladas el 2014, decayó por el clima, las plagas y el no poder usar plenamente la biotecnología.

A diferencia de Bolivia, Paraguay expandió el área de siembra de soya de 1,3 millones de hectáreas (año 2000) hasta 3,4 millones en 2017/2018, pasando la producción de 3,5 millones a 10 millones de toneladas, aumentando su rendimiento gracias al extendido uso de semillas genéticamente mejoradas.

En Bolivia el área de siembra de la soya es casi la misma desde hace diez años y si bien el rendimiento mejoró desde 1,73 ton/ha del año 2005 a 2,2 en el último quinquenio con la utilización del único evento biotecnológico autorizado, la sequía e insectos hacen estragos con nuestra soya.

Rocco dijo que Argentina produce más de 50 millones de ton/año de soya y Brasil llegó a superar a EEUU rebasando las 100 millones de toneladas con promedios de 3 ton/ha -o más- gracias al pleno uso de la agrobiotecnología.

“Si nos ponemos al nivel de otros países, si nos dejan usar la misma tecnología que en países vecinos, homologándola para no perder más tiempo, y logramos un precio adecuado para la urea, podemos producir un millón más de toneladas de soya sin ampliar la frontera agrícola”, concluyó.

“Creo que ha llegado la hora de volcar en serio la mirada al sector agropecuario como punta de lanza para el crecimiento del país (…) la agropecuaria es el único sector cuyo crecimiento es sustentable y renovable cada año”, declaró a la prensa Richard Paz, Presidente de ANAPO.

La soya y derivados es el tercer renglón más importante de las exportaciones bolivianas, luego de los hidrocarburos y minerales (no renovables). Su aporte entre el 2000 y 2018 superó los 12.000 millones de dólares por 32 millones de toneladas exportadas.

¿Sabía que gracias a la biotecnología, en los últimos 6 años Paraguay exportó lo mismo que Bolivia en 19 años? ¿Hasta cuándo seguiremos admirando al Paraguay, cuando podemos hacer eso y más?

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Hay mercados, hay puertos…¡falta soya!

“Quiero decir de manera pública, estamos teniendo un problema en el tema soya” dijo el Presidente Morales, preocupado porque -acabando de abrir el mercado de la China para exportar soya y derivados- se enteró que la producción del grano no alcanzó para cubrir la demanda total de las plantas industrializadoras.

En un destacable sinceramiento, Morales intuyó que el problema podría deberse a las políticas de administración de la tierra y a la prohibición de sembrar soya transgénica, mencionando como solución el ampliar cultivos y su tecnificación (Evo revela que este año falta soya para las industrias, ERBOL, 29.12.18).

Qué bueno sería que sus colaboradores pensaran igual, siendo que la respuesta para que la industria trabaje al 100% de su capacidad tiene que ver con producir más y mejor, para lo cual ANAPO pide la libre exportación; eliminación del control de precios en el mercado interno; pleno acceso a la agrobiotecnología y un precio justo para la urea, para fomentar cultivos de rotación con la soya y mejorar el rendimiento general.

"A lo mejor (hay que) pensar en la productividad, y, cuando pensamos en ella, tanto ANAPO como la CAO están demandando la autorización de eventos de biotecnología, que son eventos transgénicos", dijo el Ministro de Desarrollo Rural y Tierras, acotando que "habrá que pensar en esa alternativa para mejorar el sistema productivo (Gobierno analiza producir más soya con biotecnología, Correo del Sur, 2.1.19). ¿Sabía Ud. que quienes la adoptaron crecen más que Bolivia y usan menos plaguicidas -como Paraguay- que produce tres veces más?

Gracias a Dios que finalmente el MDRyT admite algo así y quiera Dios que el Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA) esté enterado también de la preocupación del Presidente y actúe en consecuencia, sin oponerse a la aprobación de eventos biotecnológicos para la soya, maíz, algodón y caña, como piden desesperados los pequeños productores. Señores…¡ayúdenlos a crecer!

¿No resulta contradictorio que el Presidente abra mercados y habilite puertos internacionales, y que sus colaboradores no lo apoyen en el desafío de subir la productividad y ampliar el área de siembra para triplicar la producción de alimentos hasta el 2025? ¿No entienden esto ciertos Ministerios y asesores?

Hay capacidad en la industria, hay mercados externos, hay puertos habilitados, pero si no hay más oferta, de nada sirve. ¿Será que el Presidente ignora que hay quienes no hacen bien las cosas y que otros -desde adentro- afectan su gestión?

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Reflexiones en Navidad…

Los días avanzan y se acerca uno de los festejos más sonados del mundo: la Navidad. Una fecha que -según la tradición- tiene que ver con el nacimiento en la tierra del Hijo de Dios -Jesús- pero también, con la esperanza de los niños de que Papá Noel (papá, no él) les traiga juguetes. Si hay algo que caracteriza a la Navidad es el ambiente festivo y comercial donde aún la gente mayor espera recibir algo.

Si le dijeran que en esta Navidad pida un solo deseo ¿qué diría? ¿Su primera reacción sería pensar en algo material, ya sea para cubrir una necesidad o darse un gustito? Pero si ese deseo fuera el último de su vida…¿qué pediría?

La Navidad pasará, los juguetes se arruinarán, los regalos se olvidarán y el tiempo seguirá pasando y cada día nos acercaremos más al momento de partir de este mundo.

En esa perspectiva y viviendo los difíciles momentos que nos han tocado vivir, por qué no hacer una sesuda reflexión para preguntarnos: ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué nos deparará la eternidad?

Que un niñito haya nacido en Belén, en verdad no es lo más relevante. Pero que hace 1985 años un Hombre fuera crucificado, muerto, sepultado y que luego de descender al infierno al tercer día resucitara, eso sí que es algo en verdad trascendental, al extremo de haber partido la historia de la Humanidad en dos, por lo que hoy vivimos en el año 2018 d.C. (después de Cristo, de su nacimiento).

Dijo el sabio Salomón que lo mejor de algo no es cómo comienza -cuántos se ufanan de sus éxitos- sino cómo va a terminar. La historia de Jesús es maravillosa: el Verbo se hizo carne, nació de una virgen, fue tentado en todo pero nunca pecó, fue torturado, muerto y sacrificado en pago por nuestros pecados. No fue el nacimiento de Jesús lo extraordinario, sino el cumplimiento de su misión: morir en la cruz para que seamos perdonados y resucitar, para que nosotros resucitemos también. Y ¿sabe qué? Todo fue hecho por amor.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna…

¿Qué le parece si en esta época navideña aceptamos a Jesús como nuestro Salvador? Si ya lo fuera ¿si le obedecemos como nuestro Señor? Si decimos que ya lo hacemos ¿si mostramos que vive en nosotros, manifestando su amor?

Cuando nuestro bienestar importa más que la necesidad del prójimo ¿mora el amor de Dios en nosotros? ¿Cómo decir que amamos a Dios a quien no vemos, si no amamos al pobre a quien vemos? Reflexionemos en Navidad…

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Entonces creceremos más…

El comercio exterior resulta un factor clave para el desarrollo de Bolivia, no solo porque el exportar implica la posibilidad de crecer por encima de las limitadas posibilidades del mercado interno -su capacidad de absorber bienes y servicios- sino porque a través de la importación el país adquiere mercancías que precisa para producir. Por tanto, si al sector externo le va bien, igualmente al país.

Pese a ello, por mucho tiempo se relativizó -y hasta casi se despreció- la gravitación de las exportaciones, sacralizándose prácticamente el motorcito de la demanda interna para el crecimiento económico. Incluso, al hacer la comparación para mostrar quién era el que más aportaba a la expansión del PIB se medía la exportación neta -mostrando solo el saldo de la balanza comercial- minimizando así su peso específico. Craso error. Ahora que la economía crece menos, bueno sería reconocerlo y actuar en consecuencia.

Bolivia necesita exportar cada vez más para conseguir los dólares que precisa para pagar sus importaciones de bienes de capital, insumos y equipos de transporte de los que depende en gran forma y que hacen al 70% de sus compras externas; asimismo, para reponer sus Reservas Internacionales Netas en el BCB que desde noviembre del 2014 han bajado ya en 7.000 millones de dólares a pesar de la colocación de bonos soberanos en Wall Street por 2.000 millones de dólares.

Exportar más posibilitará no solo aspirar a volver a crecer por encima del 6% como en el 2013, cuando la exportación aportó un 40% al PIB, a diferencia de lo visto el 2017 cuando la economía creció sólo 4,2% dado que la exportación significó apenas un 22%.

Exportar más implicará también mayor solidez para la economía y la moneda nacional sin necesidad de ir a endeudarse en el extranjero, aunque aún pueda hacérselo.

Exportar más significará generar más empleo, especialmente si el principal valor agregado es el trabajo y el intelecto de los bolivianos, aplicado en rubros importantes como el agropecuario, agroindustrial, forestal, manufacturero y artesanal, al ser Bolivia un país bendecido por Dios en recursos naturales.

En todo caso, la clave estará en no exportar solo bienes básicos -aprendamos la lección, no hace bien la reprimarización- al contrario, la política pública deberá orientarse a fomentar la exportación de productos industriales, pero también de servicios como turismo, software, medicina, consultoría, call centers, educación, películas, música, transporte, arte, etc. ¡entonces creceremos más!

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Los desafíos de América Latina

Escucharle disertar resulta una verdadera delicia y comentar una exposición suya, un gran honor. Esto fue precisamente lo que pasó el 21 de noviembre de 2018, cuando la UAGRM Business School propició en Santa Cruz una Exposición Magistral por parte del Dr. Enrique García, ex Presidente de la CAF, convertida luego en Banco de Desarrollo de América Latina; economista de profesión; ex Ministro de Planificación, Consultor Internacional, Profesor Universitario, un boliviano de lujo que se bañó en halagos ante un auditorio abarrotado de posgraduantes y catedráticos.

“Los desafíos de América Latina ante las realidades del nuevo contexto global”, fue el desafiante tema planteado, el cual fue desarrollado durante una hora por el eximio disertante de quien escuché atento su relato circunstanciado de la historia económica del país, desde antes de su existencia en la Colonia, hasta el Siglo XXI. García dijo lo que tenía decir, sin rodeos, provocando aplausos, incluso: un hombre de sus quilates puede llamar las cosas por su nombre.

Desapasionadamente, le dio con todo al patrón de desarrollo primario-exportador que -dijo- no cambió en Latinoamérica, si bien destacó el avance en la formación de una robusta clase media y la reducción de la pobreza en Bolivia.

Tomando como buen ejemplo la experiencia de Corea del Sur y de la China comunista, que hasta los años ´60 eran menos desarrolladas que Bolivia, pero que en pocas décadas superaron tal condición, abogó abiertamente por captar capital extranjero, tecnología y know how de gestión, así como imitar la buena educación que forjaron para enfrentar los desafíos a futuro.

Tomó también como un mal ejemplo a evitar, a varios países de la región que retroceden en el campo social ante la insostenibilidad del asistencialismo.

De las varias deficiencias a superar para superar nuestro subdesarrollo -siendo que deberíamos crecer al 6% para incrementar el ingreso per cápita sostenidamente, preservar los avances sociales y meternos en la Cuarta Revolución Industrial- destaqué su referencia a la institucionalidad, lo peligroso de su debilidad y la pérdida de credibilidad, como desafío que debe ser superado.

Su colofón fue perfecto, al hablar de las “5 E” del éxito: estabilidad, eficiencia, equidad, equilibrio y educación.

No fue difícil para mí comentar su Exposición. Desde que tengo memoria, el empresariado reclama lo mismo, pero ¡qué bueno que lo haya dicho alguien reconocido por su capacidad, pero además haberlo hecho sin pelos en la lengua!

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El dólar, el Policía y yo…

Por segunda vez en 8 años una pequeña vacación que tomé se vio afectada por una medida gubernamental. La primera fue un día después de la Navidad del 2010; la segunda, el pasado Todos Santos. En el primer caso la noticia me pilló pescando en el Río Blanco; la segunda, despertando en Samaipata.

Mi esposa Jannet sabe que no soy de tomar vacaciones -lo hago a su insistencia- por eso le agradezco su sacrificio de permitirme tomar llamadas urgentes como la del 2010 ante la subida del precio de la gasolina y el diésel; y este Viernes Santo, por el anuncio del Banco Central de Bolivia (BCB) de dejar de vender dólares porque el Decreto que le autorizaba, había caducado.

A diferencia del osado anuncio del 2010 -por el que el impacto de la suba del costo de vida estaba claro- el inocente anuncio del BCB desató las redes sociales llegándome decenas de preguntas sobre qué hacer pues los agoreros hablaban de un “dólar blue”, devaluación, etc.

El BCB emitió rápidamente un Comunicado aclarando que su oferta era pequeña (máximo 4%) y que los bancos y casas de cambio seguirían vendiendo dólares, a lo que se sumó su Presidente diciendo que no habría una devaluación. Pero los demonios del temor ya se habían soltado...

Hay buenas razones para no esperar una devaluación a corto plazo: aunque las Reservas Internacionales Netas (RIN) cayeron más del 40%, su nivel de más de 8.500 millones de dólares cumple de lejos lo recomendado por el FMI, de tener divisas para 3 meses de importación: Bolivia las tiene para casi un año, sin contar varios Fondos por millones de dólares que ayudarían ante un eventual ataque especulativo.

Otra razón en contra de una devaluación es la bolivianización de la economía inducida por el gobierno, que se vería afectada si sube el tipo de cambio, pese a que al estar fijo perjudica a las exportaciones y beneficia a las importaciones que ganan espacio en el mercado interno.

Luego, las expectativas inflacionarias que despertaría una devaluación conllevaría riesgos insospechados y, políticamente: ¿alguien en su sano juicio la haría en tiempos de elecciones? Lo que sí hay que hacer es incentivar la exportación para subir las RIN y volver a la sobreabundancia de dólares.

Para concluir: no sabía si escribir o no sobre este delicado tema. ¿Qué me animó a hacerlo? El hecho que, saliendo de una reunión, el Policía de guardia me pidió mi opinión en relación al futuro del dólar (stricto sensu, fue casi un interrogatorio). Pasado el sofocón, pensé: “Debo escribir sobre esto”.

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Regalo para Santa Cruz y Bolivia

Más de 500 pequeños productores del Oriente boliviano se reunieron en Santa Cruz de la Sierra para pedir de forma orgánica que el gobierno nacional les permita trabajar con semillas genéticamente mejoradas para producir más y mejores alimentos y no seguir siendo afectados por las hierbas, insectos, hongos y el cambio climático que vienen deteriorando severamente su economía.

No es la primera vez que lo hacen. En el reciente Encuentro Nacional Productivo del Pacto de Unidad de mayo en La Paz lo hicieron también, pero según algunos dirigentes una “mano negra” eliminó del documento final -que iría al Primer Mandatario- el pedido del Bloque Oriente de usar plenamente la biotecnología (otros dicen que fueron dos pares de manos blancas femeninas las que lo hicieron).

Ciertamente, fue más de una vez. Los interculturales lo hicieron el año 2016 con una carta que se hizo pública y, antes, en la Cumbre Agropecuaria “Sembrando Bolivia” (21-22.4.2015) igualmente los pequeños productores del Oriente se lo solicitaron de frente al Presidente y al Vicepresidente del Estado Plurinacional.

Desde entonces, hubo muchos debates entre los pequeños productores y quienes promueven la producción orgánica/ecológica con la anécdota -según me contaron- que en cierto conversatorio el Presidente de CAPPO, Isidoro Barrientos, dijo que “se fueron al tacho” al sembrar el año 2007 una “soya responsable” -que sin embargo fracasó- mientras la soya transgénica rindió seis veces más que aquella, quedando los pequeños productores endeudados por tres años.

El 3 de septiembre de 2018 marcará un antes y un después en esta historia, siendo que el Bloque Oriente -compuesto por movimientos sociales como Bartolina Sisa, Interculturales, Pequeños Productores del Oriente, Pueblos Étnicos, Trabajadores Campesinos, Movimiento Sin Tierra- luego de sesionar por cuatro horas en el “Primer Encuentro de Pequeños Productores del Agro por la Soberanía Alimentaria, Rumbo al 2025”, pidieron públicamente al Presidente Morales que instruya la conformación del Comité Nacional de Bioseguridad, para analizar nuevos eventos biotecnológicos en soya, maíz, algodón y caña de azúcar.

¡Qué hermoso regalo sería para Santa Cruz que -en su mes aniversario- reciba una positiva respuesta a tan clamoroso pedido con miras a triplicar la producción de alimentos al 2025; consagrar la soberanía alimentaria, y hacer de Bolivia un gran país agroexportador con decenas de miles de pequeños productores y sus familias como los más beneficiados!

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La confianza vale más que el oro

La confianza no es algo espontáneo, se la construye sobre la certeza de que la otra parte no fallará ni intentará hacer daño a propósito, y cuando esto ocurre se forja una relación con unidad de propósito. Establecida una confianza recíproca, basta la palabra empeñada para lograr un acuerdo. Confiar implica hablar abiertamente, pero también algo fundamental: escuchar y atender necesidades. La confianza implica construir una sólida relación fundada en la verdad y el deseo de beneficio mutuo.

Y así como la confianza es vital para lograr una excelente relación interpersonal, igual lo es para dos importantes actores en todo Estado: gobierno y sociedad civil. ¡Cuán importante es que exista confianza para que las políticas públicas puedan tener el éxito esperado! La Teoría Económica aborda este aspecto en términos de lo que son las “expectativas” racionales o adaptativas que pueden respaldar o dar al traste con aquellas, dependiendo si la ciudadanía confía o no en las acciones de su gobierno (si no, vean lo que está pasando hoy mismo en varios países de la región latinoamericana).

La confianza en las políticas públicas puede ser una cuestión vital frente a situaciones económicas difíciles, pues así como pasa en los matrimonios, llegado el momento del conflicto suele acabar el afecto, el respeto y entonces sobreviene el caos.

¿Qué hacer para construir una confianza en las acciones públicas? La primera carga la tienen los gobernantes, llamados a dar las mejores señales con una conducta ética y moral intachable, un buen funcionamiento de las instituciones y el respeto de la ley; resultará imprescindible tender puentes de confianza, crear sinergias, sumar voluntades y actuar en consecuencia a fin de enfrentar con éxito las vicisitudes futuras.

Esta relación de confianza no se podrá construir sino por medio de un diálogo fluido, transparente y respetuoso que en lo económico -v.gr.- atienda las necesidades, propuestas y expectativas del micro, pequeño, mediano y gran empresario para invertir y producir más, abastecer el mercado interno, exportar sin trabas y así generar más desarrollo y más empleos dignos para los ciudadanos.

Si el gobierno confía en que el empresariado quiere esto, y éste confía en que el gobierno ayudará a ello con buenas políticas, el resultado no podrá ser otro que un mejor futuro para todos. La confianza es más valiosa que el oro. Cuando existe confianza no hay duda, hay seguridad. La confianza trae esperanza pero si ocurre lo contrario habrá zozobra.

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¡Cuidado con el doble aguinaldo!

La apuesta por el pago de un segundo aguinaldo en Bolivia este año, es fuerte. Según el D.S. 1802 (20.11.13) que bautizó el doble aguinaldo como "Esfuerzo por Bolivia", bastará que el crecimiento del PIB (julio/2017-junio/2018) supere la cifra mágica del 4,5% y…¡ya! Todo apunta a que podría ser así.

Esta dádiva estatal se pagó durante el auge cuando el país crecía al 6,8% (2013), al 5,5% (2014) y al 4,9% (2015), no así en el 2016 y el 2017 -cuando bajó al 4,3% y 4,2% respectivamente- dada la negativa incidencia del deficitario comercio exterior. ¿Por qué se volvería a pagar este año, entonces? Porque los datos de crecimiento del PIB en el segundo semestre del 2017 y en el primer trimestre del 2018 son auspiciosos, producto de la comparación interanual contra un mal año y, además, por la recuperación del sector externo con la subida de las exportaciones de gas.

“Los números no mienten”, pero a la hora de tomar decisiones tan serias valdría la pena hacer una valoración sobre cuán beneficiosa podría resultar tal medida para el trabajador, cuando el gatillador del pago es nada más ni nada menos que un simple promedio, sabiendo que éste puede resultar mentiroso, mire el ejemplo...

Juan tiene 3 autos, Pedro posee 2 y Martín tiene 1. Son 6 autos en total, pero en promedio, cada uno de ellos tiene 2 autos…¿verdad o mentira? Igual ocurre con la tasa de crecimiento del PIB, pero con un agravante: Suponga que Martín debía su auto y como no lo podía pagar, lo vende a Juan -que además se compró 3 más, porque le fue bien- mientras Pedro mantiene sus 2 autos. ¿Quién está mejor ahora? Juan, pues tiene 7 autos que con los 2 de Pedro suman 9 y, aunque éste no mejoró y Martín perdió su auto, la matemática dice que los tres tienen 3 vehículos en promedio cada uno, ¿es verdad esto? ¡Ud. tiene la palabra!

Si bien el conjunto subió un 50%, en realidad: Juan creció 133%; Pedro no creció (0%) y el pobre Martín anda hoy a pie o en micro. Así pasa entre las regiones (Tarija decreció 3,7% el 2017), entre sectores (la agropecuaria creció 6,6% y la minería cayó 2,25% a marzo del 2018) e intra-sectores (la producción lechera bajó de 320.000 a 280.00 lts/día este año).

Lo cierto es que, pocos crecen mucho; muchos crecen poco; algunos no crecen y ¡cómo sufren las familias cuando a las empresas les va mal! Cuidado que el sueño del doble aguinaldo en el 2018 se convierta en pesadilla el 2019, porque un Decreto podrá obligar a pagarlo pero -nunca- a reponer los empleos formales perdidos por ello…

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