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La barbarie ocasiona las guerras, Svetlana Aleksijevitj en Rinkeby

Svetlana Aleksijevitj, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015, fue agasajada el 9 de diciembre del año pasado en la Biblioteca de Rinkeby (Estocolmo). Llegó al lugar alrededor de las 10:30 de la mañana en compañía de su traductora, y entre aplausos se acomodó frente a un pequeño escenario. Los alumnos del Colegio multicultural de Rinkeby la recibieron, primero, dándole la bienvenida en diferentes idiomas. Luego, como es tradicional, entraron niños y niñas vestidos de blanco, con una vela en las manos, formando una fila de dos en dos, y entonando cantos populares navideños. Los alumnos que trabajaron varios meses en el proyecto relacionado con el Premio Nobel, leyeron dos obras de Aleksijevitj: "Los últimos testigos", una novela que trata de la supervivencia, la muerte, pero también de niños y niñas adolescentes que cayeron bajo las garras de la Segunda Guerra Mundial. La otra novela que estudiaron fue "Los chicos de latón", en la que se describe las peripecias de más de un millón de jóvenes rusos que participaron en la guerra contra Afganistán a finales de la década de los 80. Muchos de ellos murieron y fueron enterrados en ataúdes de latón.

Con todo ese conocimiento y con ayuda de dibujos y un folleto, los alumnos explicaron, a grandes rasgos, la vida de Alfred Nobel. Uno de ellos dijo: "Alfred Nobel nació en 1833, era pobre. Su madre vendía verduras en una plaza para mantener a sus tres hijos. Después de cuatro años su padre les envió los pasajes para que se fueran a Rusia. Allí se hicieron ricos. Alfred se enamoró de Sofie Hess, una bella mujer que estaba junto a él por interés; se aprovechaba de su dinero". Otra alumna, Guleed Warsame, continuó dirigiéndose a Aleksijevitj: "he leído algunos de tus cuentos, son interesantes pero también aterradores. Casi todos los textos hacen alusión a niños y niñas que tratan de sobrevivir, a pesar de que sus padres han muerto. ¿Cómo puede ocurrir semejante situación en este mundo? ¿Cómo piensan los que matan a niños y niñas? ¿Por qué no podemos vivir en paz?". Al final del acto Aleksijevitj recibió un retrato de su persona hecho por Sumeya Babasharif.

La galardonada del Premio Nobel tomó la palabra y emocionada pronunció: "Muchas gracias por todo lo que han hecho. Me gusta hablar con los niños y la juventud. Les agradezco porque en sus pequeños corazones existe un lugar para ese dolor que yo escribo en mis libros. Muy lejos de las fronteras de Suecia hay guerras hoy en día. Los seres humanos no estamos hechos para matarnos. Es la barbarie que ocasiona las guerras".

También inculcó a los alumnos a estudiar con ahínco y a luchar en la vida para conseguir los objetivos trazados. Gabriel Jovanovich, uno de los alumnos del proyecto que leyó algunos cuentos de Aleksijevitj, me contó que estaba impresionado por el sufrimiento y el trato que recibieron los niños durante la Segunda Guerra Mundial. De la misma manera, Raya Mustafa, manifestó que fue terrible lo que leyó, y que Svetlana Aleksijevitj tuvo coraje para escribir esas historias. No cabe dudas que los textos de Aleksijevitj impactaron a los alumnos de Rinkeby, porque lo que escribe en sus libros es llanto, sufrimiento y desesperación. Nadie más que ella tuvo la gran sensibilidad de recolectar testimonios y transcribirlos en papel. Deja correr esas voces con tonos de dolor para tocar los corazones de sus lectores. Así, una vez más, la Biblioteca de Rinkeby se convirtió en un auditorio en donde los niños y niñas pudieron conversar con la autora de "Voces de Chernóbil".

Svetlana Aleksijevitj en Rinkeby
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Mejorar vida de las personas: #CiudadesDigitales

Ya hemos conversado sobre lo que son los nuevos paradigmas de las #CiudadesDigitales que en los últimos años han empezado a surgir en el mundo y en América Latina.

También sobre algunas de las “características” de esas #CiudadesDigitales que van más allá de la infraestructura.

El principal objetivo de estimular inversión privada para mejorar infraestructura de las ciudades es que éstas estén al servicio de mejorar la vida de las personas. No pocos autores combinan de manera eficiente el paradigma: energía + tecnología + ciudades = nuevos conglomerados humanos.

Los gobiernos municipales, estatales y centrales (o federales) están aún urgidos de continuar estimulando, políticas públicas mediante, mejores inversiones privadas y públicas, por ejemplo, en mejor conectividad (banda ancha).

Con mejor forma de acceso al internet, naturalmente, se van a mejoras las prestaciones públicas: desde el pago de facturas por servicios públicos hasta encontrar espacios de parqueo de automotores. La gama es muy amplia y no vale la pena detenerse en los mil ejemplos que existen.

Expertos señalan que es necesaria mayor participación del estado en regular –dando facilidad, en vez de poner “trampas” o “zancadillas”- para que las TIC integren los servicios públicos: agua, electricidad, energía, seguridad, movilidad, salud, educación, comercio y medio ambiente.

Ejemplo: conociendo “culturas de uso” de electricidad o de gas industrial o domiciliario se podrá entender formas de racionamiento y ahorro energético; ello incrementará a que las ciudades sean más “verdes”, ahorren energía y se puedan, por ejemplo, distribuir uso de energía (de la electricidad del gas a la electricidad desde el sol o viento, por citar un ejemplo).

Eso es #CiudadDigital utilización de la tecnología como herramienta, del #BigData para análisis y toma de resoluciones.

Ello para mejorar la vida de la gente.

Tener banda ancha, por ejemplo, es un gran paso para abrir los “parques industriales tecnológicos”, idea que estuvimos comentando en anteriores columnas y que son útiles para promover el establecimiento de nuevas industrias, generadoras de nuevos tipos de “mano de obra”.

Ciudades seguras, ciudades modernas, catastros inteligentes, zonificación y planificación urbana están de la mano de éste paradigma de las #CiudadesInteligentes que requiere autoridades “inteligentes”, regulación y legislación de apertura a capitales privados, menos impuestos mucho incentivo.

Importante, entonces, que el estado haga lo suyo: estimular, sin perjudicar, regulación de avanzada, facilidades fiscales, cero impuestos a importación de equipos de conectividad, banda ancha y fundamentalmente coadyuvar al sector privado en convertir nuestras ciudades en nuevos centros de negocios y en verdaderas nuevas #CiudadesDigitales.

Hay mucho por conversar. Lo importante: la tecnología al servicio ciudadano. 

Hablemos de energía
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El miedo a saber

“¡Uy, miren al sabiondo!”

Barack Obama, primer presidente afroamericano de la nación más poderosa del mundo, llegó a la Casa Blanca en 2008 tras una memorable campaña propagandística que ligaba su figura a la esperanza. “Hope” decían sus coloridos carteles en duotono: después de ocho años de tener en el despacho oval a George W. Bush, un vaquero con 80 de coeficiente intelectual que había llevado a los americanos a un par de guerras millonarias (creando un déficit fiscal de cifras groseras) Obama, un abogado formado en lo que se conoce como las universidades “Ivy League” del noreste de los Estados Unidos, llegaba precedido de un récord académico impecable, ocupando antes de entrar a la política altos cargos en distintas universidades.

Pero ese no es el problema.

Neil deGrasse Tyson es famoso a varios niveles. Es astrofísico, escritor y uno de los principales divulgadores científicos del mundo, formado en las universidades de Harvard, de Texas en Austin y de Columbia. Su lista de libros cubre temas desde aspectos de la cosmología y astronomía galáctica hasta los ámbitos de la filosofía de la ciencia. Tiene una larga lista de doctorados honoríficos y distinciones, y sus constantes apariciones en medios se consolidaron en 2014 cuando fue el presentador de “Cosmos”, secuela de la serie del mismo nombre que había presentado en los ochentas uno de sus mentores, el Dr. Carl Sagan. Por cierto: muchos lo conocen por el meme “badass over here”, en español más conocido como “uy sí, uy sí”.

Pero ese no es el problema.

El problema es que no pudiendo Obama lanzarse a una reelección, sea testigo de una batalla verbal entre los candidatos republicanos que navegan entre negadores del cambio climático, quienes sostienen que los actuales desajustes del clima son responsabilidad de la naturaleza y no del ser humano, defensores de las armas (generalmente pagados por el poderoso lobby de las empresas armamentistas y la NRA, National Rifle Association) y, por increíble que parezca, creacionistas, quienes hacen una lectura literal de la Biblia y por tanto sostienen que el universo tal como lo conocemos tiene no más de 6 mil años. Ellos, al igual que muchos opositores a Obama (léase: Tea Party, Sarah Palin) no dudaron a lo largo de estos años de calificarlo como un soberbio por sus logros académicos.

El problema es que en pleno 2016, deGrasse Tyson deba tomarse el tiempo para aleccionar al rapero B.o.B. acerca de que la Tierra es redonda y no plana. Sí, el cantante de mediana fama había publicado varios tuits haciendo pública su creencia en la tierra plana y diciendo que tiene pruebas fotográficas concluyentes: el horizonte siempre es plano y no hay curvatura que se vea. Incluso le dedicó a Tyson una “diss track”, una composición rápida para dejarlo mal parado. El científico no solamente respondió con una mejor pista de rap, sino con un duro discurso: “Hay un creciente esfuerzo anti-intelectual en esta nación que puede resultar en el principio del fin de nuestra democracia informada. En una sociedad libre, puedes creer y pensar lo que quieras. Si quieres pensar que el mundo es plano, adelante. Pero si piensas que el mundo es plano y tienes influencia sobre otros (…) entonces estar equivocado es estar haciendo daño a la salud, la riqueza y la seguridad de nuestra ciudadanía”.

Así es, Estados Unidos vive al parecer una ola de anti-intelectualismo, fenómeno curioso y amplificado por las redes sociales. El problema es que es la nación más poderosa del mundo. Y ese sí es un problema.

 

Interjecciones
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La derecha desahuciada

A tono con la moda del cine y, antes todavía, de la literatura fantástica, hace dos semanas inicié una saga de reflexiones sobre las ideologías dominantes; para entonces, en este mismo espacio titulé: “La izquierda prometida”. Bienvenidos a la segunda entrega de esta trilogía que versa sobre una historia de la vida real.

A veces creo que nos falta consciencia, y que actuamos sin razonar demasiado acerca de lo que hacemos o decimos; pasa mucho en esto de la fragmentación de las sociedades políticas en izquierdas y derechas. Algunos, a tal estado de abandono le llaman —no sin perversión— “flojera intelectual”, pinchazo que esconde un indulgente reconocimiento de capacidad desaprovechada. Sí, está bien; por otra parte, nos sobra incapacidad.

Entremos en materia. El constreñido arco ideológico al que nos han llevado de las narices no admite conservadores en la izquierda ni socialistas en la derecha (neo)liberal. Tampoco existe la categoría de “liberales progresistas” ni de “progresistas liberales”.

Así pues, donde no hay medias tintas, la paradoja de la derecha (en líneas generales, sin considerar sus rasgos distintivos: más moderada, más extrema) radica en su necesidad de mantener una tradición de hacer política y, a la vez, acomodarse a las demandas de sociedades desmoralizadas, o insatisfechas, o indignadas, por yerros que son, al fin y al cabo, de responsabilidad compartida: de los gobernantes y de quienes los eligieron.

La cuestión se torna metafísica (y hamletiana: “ser o no ser” o ¡ser algo! porque, como decía José de San Martín, “serás lo que debas ser o no serás nada”).

La neoizquierda ha sido sagaz al gobernar con un pie en su costado zurdo, junto al “pueblo” (la empatía indispensable), y con el otro en el diestro cumpliendo indisimuladamente las reglas de la economía global (a propósito, ¿dónde está el modelo blindado contra toda crisis?; ¡bah!). Y ¡ah!, si de ser o no ser hablamos, y también de mercado, no debe haber mejor ejemplo de “filosofía barata y zapatos de goma” que el acuerdo pragmático entre los empresarios, un sector históricamente liberal, y el MAS, hito de socialismo derechizado en América Latina.

En la senda de las comparaciones, un mérito de esa izquierda nada fiel es el haber convertido a la derecha política partidaria en sinónimo de insulto, de mala palabra. A esa derecha, fuera del clásico juego populista —y aun así legítimo—, le cuesta más ser menos ella: blanda, social, no clasista. Y alarma su falta de lectura de la realidad, si no su ineptitud para elaborar una propuesta acorde con estos tiempos.

Aunque se parezcan en muchos sentidos, la izquierda sudamericana pudo sacar ventaja de los gobiernos neoliberales de la derecha. Hoy, en Bolivia, esto se traduce en ausencia, en autoexilio en propia casa, en ideología borrada del mapa político.

No tiene nada que ver con el referéndum en puertas, aun cuando la pretendida izquierda y la sometida derecha estén sudando la camiseta del Sí y del No, respectivamente. La estrategia plebiscitaria no solo ha entrampado a ambos bandos, sino que ha confundido al electorado boliviano. Y la misma izquierda regional se encargó de darle vida a la derecha desahuciada por dos flancos: el doméstico, con sus intemperancias, y por el externo con sus derrotas para nada sorpresivas en Venezuela y Argentina.

En lo ideológico, la consulta del 21 es inmanente pero no decisiva. Hay una alternativa a los extremos, una tercera vía menos palmaria, cierto, pero más abierta. A ella me referiré en la parte tres —y final— de esta saga, dentro de dos semanas.

Darsena de papel
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Carnaval tributario

El transporte pesado ha alborotado el país con un bloqueo precarnavalero que protesta contra las injusticias tributarias. La medida de presión ha paralizado medio país y provocado fallecimientos en distintas circunstancias. Existe un millonario daño económico que crece conforme pasan los días y podría afectar seriamente al sector turístico si las vías no se despejan antes del carnaval y se evita que los visitantes lleguen a destinos ya consolidados como Oruro y Santa Cruz.

El presidente acusa a los transportistas de movilizarse para pagar menos impuestos y esa es una explicación muy simplista a un problema de fondo que no solo afecta a ese sector. Recuérdese que otros sectores, como el de los comerciantes gremialistas, ya se han pronunciado en contra de las políticas tributarias.

El verdadero problema del contribuyente en general, no solo de los transportistas y gremiales, es que tiene al frente a un Servicio de Impuestos Nacionales (SIN) que, en lugar de alentar la universalidad del tributo, se ha convertido en un órgano casi represivo cuyo objetivo es recaudar lo más posible y, para ello, aplica multas y sanciones por doquier.

El contribuyente es el que el SIN tiene registrado en su base de datos y, por tanto, es fácil de ubicar. Puede hacerle seguimiento y, si se atrasa con el pago de sus impuestos o se equivoca en el llenado de algún formulario, es sancionado implacablemente.

Debido a ello, son muy pocos los ciudadanos que se interesan en obtener su Número de Identificación Tributaria porque saben que, al hacerlo, se vuelven visibles para el SIN y sus multas. Frente a eso, es mejor permanecer en el anonimato y, consiguientemente, no pagar impuestos. Por ello se dice que el Estado no alienta el pago de tributos sino, por el contrario, espanta a los potenciales contribuyentes. Y por eso, también, son cada vez más los sectores que hablan de la existencia de un “terrorismo tributario”.

La Comisión de Planificación, Política Económica y Finanzas de la Cámara de Senadores ha estado trabajando en una modificación del Código Tributario desde antes que estallaran los problemas. En esa labor ha identificado irregularidades como vulneraciones al debido proceso y usurpación de funciones.

El debido proceso es aquel en el que el acusado por la presunta vulneración a una norma es juzgado para ver si es culpable o inocente. Antes de dictar sentencia, se escucha al acusado para conocer sus razones y descargos. Las sanciones que aplica diariamente el SIN atentan contra ese derecho porque, sin escuchar al acusado, se le aplica directamente la sentencia; es decir, la multa.
La usurpación de funciones es aquella actitud en la que habría incurrido el SIN al actuar sobre la base de resoluciones normativas de directorio que, aparentemente, buscaban llenar los vacíos de la legislación tributaria. La comisión senatorial entiende que esa actitud es usurpar funciones propias del Órgano Legislativo que es el que elabora y aprueba las normas que luego son promulgadas por el Ejecutivo.

Con esos razonamientos, la comisión ha presentado una petición de informe a la que debe responder el presidente del SIN. Habrá que esperar los resultados de esa acción fiscalizadora y, entretanto, el conflicto con los transportistas está con diagnóstico reservado.

La comisión tiene una propuesta para atender no solo las demandas de los transportistas sino de todos los contribuyentes: un nuevo Código Tributario. Resta esperar que el Ejecutivo viabilice, de esa manera, una solución al conflicto.

 

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

 

 

  

Surazo
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Te amé, te amo y siempre te amaré…

"A veces no entiendo cómo puede caber tanto amor dentro ese cuerpo suyo, hacia su esposa", me escribió un amigo, a lo que -conmovido por tal expresión- respondí sin titubear: “Es Dios, es Dios, es Dios”.

Una Hermana me dijo que yo era “suertudo” de tener la esposa que tengo…le dije que era así pues -como explica la Biblia- la suerte la decide Dios. “Siempre detrás de un buen hombre hay una gran mujer”, me escribió desde EEUU la Presidenta de una Universidad, algo que asentí diciendo que Dios tenía a mi esposa dentro de su plan para mi vida. Pero, más allá de las varias decenas de personas que escribieron, el halago que me causó mayor alegría al provenir de un acendrado católico fue “Felicidades amigo, por ese grandioso regalo de Dios, celebro con usted la confianza que Él le tiene. Felicidades a su esposa”, a lo que respondí que, al honrarme Dios con tan bella cónyuge, me propuse cuidarla y amarla siempre.

Todo esto se produjo a consecuencia de haber hecho yo una felicitación por Facebook a mi esposa, el 27 de enero pasado, debido a su cumpleaños.

Me sorprende ver la reacción de la gente cuando hago público un detalle afectivo para mi amada, sus curiosas expresiones -“¿de dónde saca tantas cosas?”, la “sana envidia” o “envidia de la buena”- y los comentarios que escriben en muro ante ¡una simple expresión de amor!

Hoy quiero agradecer a Dios porque hace 25 años, un 8 de febrero de 1991, dos jovencitos -Gary y Jannet, bastante flaquitos ambos, por aquel entonces- decidieron unir sus vidas en sagrado matrimonio, ilusionados en consolidar una bella historia de amor con aquel sublime “Sí, prometo”, de ser fieles y estar juntos en salud o enfermedad, en riqueza o pobreza, y amarse y respetarse hasta que la muerte los separe. Fue el Padre Juan Kurahashi quien bendijo el matrimonio y la renovación de votos -siendo cristianos ya- el Ap. Melitón Rosales.

Amada mía, en nuestras Bodas de Plata, aunque materialmente no pueda darte todo lo que mereces, debes saber que lo que escribo de ti y para ti, es lo que siento, queriendo mantener vivo nuestro primer amor que, de no haber sido por Dios, hubiera muerto, pasando nosotros a ser parte de una abultada estadística de divorcios, pero…Él tenía otros planes para vos y para mí...

A ti, mi amiga y compañera, mi amante fiel y ayuda idónea, mi Hermana en Cristo y madre de nuestros hijos Christian y Miguel, a ti te digo en estos primeros 25 años juntos: ¡Gracias por ser mi esposa, bendita seas! ¡Te amé, te amo y siempre te amaré!

(*) Pastor y Anciano en el Centro Cristiano Evangélico “Casa de Oración”

Buscando la verdad
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¿Llega el populismo a Estados Unidos?

Si las elecciones presidenciales de Estados Unidos se realizaran en este primer trimestre, el Partido Republicano probablemente escogería su candidato entre Ted Cruz y Donald Trump y los demócratas entre Hillary Clinton y Bernie Sanders. Eso dicen los actuales sondeos de opinión.

Del cuarteto, por ahora parece que el que mayores posibilidades tiene de reemplazar eventualmente al presidente Barack Obama es Trump, el magnate inmobiliario, que rompe todos los esquemas tradicionales de la política estadounidense ofreciendo el oro y el moro con admirable desenfado. Se burla de los rivales, arremete contra los periodistas y por momento se muestra como un matón.

Cuando presentó su precandidatura solo algunos entusiastas le pronosticaban futuro en la política. No era el primer magnate estadounidense dispuesto a derrochar sus millones en una candidatura destinada a fracasar. ¿Cuál la razón de su éxito?

“Trump es un híbrido ideológico”, apunta el diario El País de España. Y es probable que lo sea, porque de pronto despotrica contra la inmigración ilegal y se opone a que Estados Unidos reciba a inmigrantes musulmanes, con el mismo ímpetu que aboga por las banderas liberales de mayores impuestos a los ricos o propugna la sanidad gratuita para personas de más de 65 años.

Quizás su éxito está en que dice cosas que la gente piensa pero no las dice. Aunque es de los raros republicanos que aprueba el establecimiento de relaciones con #Cuba, es de los que cree como muchos estadounidenses que debe cerrarse la puerta a la inmigración cubana, la única del mundo llena de privilegios.

Con solo llegar a suelo estadounidense los cubanos obtienen asilo, aun sin ser perseguidos políticos, y al año y un día obtienen la residencia. Mientras tanto tienen trato privilegiado y hasta se sirven de cupones para adquirir alimentos. Ningún otro inmigrante goza de estos beneficios.

El estadounidense de a pie, también aplaude la intención de Trump de poner nuevamente a Estados Unidos como la gran potencia que siempre ha sido y que durante el gobierno de Obama se ha visto menoscabada, no solo con desplantes de mandamases de Corea del Norte, Irán o Rusia, sino hasta con bravucones como Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Evo Morales, tozudos enemigos del “imperialismo”.

Trump cada día aumenta su popularidad y no parece temerle a nadie ni a nada. Hasta ha roto con FOX, la cadena televisora identificada con el republicanismo, simplemente porque no le gustó que su moderadora Megyn Kelly le hiciera “preguntas sesgadas”.

En el más reciente debate entre los precandidatos republicanos, Trump no asistió porque exigía que Kelly no estuviera en el panel. Prefirió montar su propio show recaudando 5 millones de dólares donados a los veteranos de guerra, sus mimados.

Trump hace muchas promesas, pero da pocas señales de los mecanismos de qué dispondría para concretarlas. Parece que a buena parte del electorado tampoco le importa mucho obnubilado como está por su avasallante personalidad que a veces nos recuerda a los aventureros populistas del tercer mundo.

Pero él está tan convencido de que su nave electoral va viento en popa, que acaba de declarar que la gente votaría por él, incluso si se parara en la Quinta Avenida de Nueva York y disparara una ametralladora. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la ANF de Bolivia.

Tierra Lejana
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El miedo a saber “¡Uy, miren al sabiondo!”

Barack Obama, primer presidente afroamericano de la nación más poderosa del mundo, llegó a la Casa Blanca en 2008 tras una memorable campaña propagandística que ligaba su figura a la esperanza. “Hope” decían sus coloridos carteles en duotono: después de ocho años de tener en el despacho oval a George W. Bush, un vaquero con 80 de coeficiente intelectual que había llevado a los americanos a un par de guerras millonarias (creando un déficit fiscal de cifras groseras) Obama, un abogado formado en lo que se conoce como las universidades “Ivy League” del noreste de los Estados Unidos, llegaba precedido de un récord académico impecable, ocupando antes de entrar a la política altos cargos en distintas universidades.

Pero ese no es el problema.

Neil deGrasse Tyson es famoso a varios niveles. Es astrofísico, escritor y uno de los principales divulgadores científicos del mundo, formado en las universidades de Harvard, de Texas en Austin y de Columbia. Su lista de libros cubre temas desde aspectos de la cosmología y astronomía galáctica hasta los ámbitos de la filosofía de la ciencia. Tiene una larga lista de doctorados honoríficos y distinciones, y sus constantes apariciones en medios se consolidaron en 2014 cuando fue el presentador de “Cosmos”, secuela de la serie del mismo nombre que había presentado en los ochentas uno de sus mentores, el Dr. Carl Sagan. Por cierto: muchos lo conocen por el meme “badass over here”, en español más conocido como “uy sí, uy sí”.

Pero ese no es el problema.

El problema es que, no pudiendo Obama lanzarse a una reelección, sea testigo de una batalla verbal entre los candidatos republicanos que navegan entre negadores del cambio climático, quienes sostienen que los actuales desajustes del clima son responsabilidad de la naturaleza y no del ser humano, defensores de las armas (generalmente pagados por el poderoso lobby de las empresas armamentistas y la NRA, National Rifle Association) y, por increíble que parezca, creacionistas, quienes hacen una lectura literal de la Biblia y por tanto sostienen que el universo tal como lo conocemos tiene no más de 6 mil años. Ellos, al igual que muchos opositores a Obama (léase: Tea Party, Sarah Palin) no dudaron a lo largo de estos años de calificarlo como un soberbio por sus logros académicos.

El problema es que en pleno 2016, deGrasse Tyson deba tomarse el tiempo para aleccionar al rapero B.o.B. acerca de que la Tierra es redonda y no plana. Sí, el cantante de mediana fama había publicado varios tuits haciendo pública su creencia en la tierra plana y diciendo que tiene pruebas fotográficas concluyentes: el horizonte siempre es plano y no hay curvatura que se vea. Incluso le dedicó a Tyson una “diss track”, una composición rápida para dejarlo mal parado. El científico no solamente respondió con una mejor pista de rap, sino con un duro discurso: “Hay un creciente esfuerzo anti-intelectual en esta nación que puede resultar en el principio del fin de nuestra democracia informada. En una sociedad libre, puedes creer y pensar lo que quieras. Si quieres pensar que el mundo es plano, adelante. Pero si piensas que el mundo es plano y tienes influencia sobre otros (…) entonces estar equivocado es estar haciendo daño a la salud, la riqueza y la seguridad de nuestra ciudadanía”.

Así es, Estados Unidos vive al parecer una ola de anti-intelectualismo, fenómeno curioso y amplificado por las redes sociales. El problema es que es la nación más poderosa del mundo. Y ese sí es un problema.

 

Interjecciones
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No mentirás

No mentirás es el octavo mandamiento, pero tal parece que el mundo político y marquetero, la cosa no es tan rigurosa. Esta semana desde las esferas oficialistas se ha hecho hincapié en lo mentirosa que se está poniendo la campaña, especialmente la del NO.

No voy a cometer el error de enumerar las mentiras, a estas alturas todas ya las conocen empezando por la guagua inexistente, pasando por la factura de peluquería y la más reciente la del falso “Pablo”, pero si de algo estoy seguro es que esta “línea” será tendencia, no sólo porque está diseñada así, sino que el NO, como ya lo dije antes, se halla en desventaja al no tener un líder, al carecer de un plan, estar dividido y al no contar con argumentos creíbles, como el que ahora refieren que la Nueva Constitución Política del Estado, es suya, puesto que al defender su postura,  hablan de “nuestra” Constitución. Si lo vemos desde un lado positivo, muy bien que la asuman como propia, pero hay que recordarles a su vez que durante mucho tiempo, desde la Constituyente, esta Carta Magna fue rechazada por ellos, sino acuérdense de los dos tercios y demás hechos.

En fin, dejando a un lado el tema político y marquetero, el asunto de las mentiras, me lleva a considerar que la mentira como “Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente”, está relacionada a la impostura, porque ahora no sólo se “niega con vehemencia lo dicho por otro”, también lo hecho, o sea que se estaría intentando asumir algo así como lo que hizo por Rubén Costas, que también cumple diez años de gobierno, lo celebra, como es norma y rigor pero además hace campaña por el NO, asumiendo un discurso antiprorrogista, ¿me pregunto si en un futuro al ver que no tiene impacto nacional como para ser presidente del país, optará por continuar en la gobernación cruceña?  Como verán he vuelto al tema político cuando prometí no hacerlo, cometí una impostura.

Hablaba de las mentiras, por tanto vale la pena preguntarse cuántas veces mentimos a diario. Si es una manera de actuar, por ejemplo, cuando estoy en el minibús, no falta quien diga “ya estoy llegando” e inmediatamente añada el lugar en el que supuestamente está, cuando en realidad estamos pasando por otro, con semejante  mentira al aire y en movimiento nadie se sonrojó, será porque la consideramos como oficiosa, que es aquella “ que se dice para obtener un provecho o ventaja sin producir daño a otro”, podríamos calificarla de noble, pero también las hay de las buenas, como las piadosas, que se miente para no hacerle daño a nadie,  recordando que hay diferencia sustanciales entre una buena mentira y una mentira buena, que no es lo mismo, la buena es que no te pesquen y la otra que implique, si se quiere, un beneficio al resto. Algo así como una mentira filantrópica, acepciones y categorías a la mentira podríamos hallar muchas,  siendo lo único cierto para nuestra desgracia, que toda mentira es mala y que para los cristianos, encima es pecado.

Pero como se podrá ver, la mentira a lo largo de la humanidad ha demostrado fervientemente que no podemos vivir sin ella. Cuánto de lo que nos cuentan o leemos es mentira, sin ir muy lejos los libros de historia, casi siempre escritos desde la mirada de los ganadores, ni qué decir en la poesía o la música, la mentira vive con nosotros en todos los ritmos posibles, mucho más ahora, que se pone de moda, como alguna vez lo cantaron los chilenos de La Ley definiéndola magníficamente como: “Mentira servida en vino y pan de cada día./Mentira atrevida/bolero de mi corazón./Amarga saliva/sabor a culpa y agonía”.

 

 

Anatomías
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Daño permanente

No imagino cuánta enajenación necesita un ser humano para quitarle la vida a otro.

Jorge Clavijo, por ejemplo, estaba borracho cuando le asestó quince puñaladas a Hanalí Huaycho. Era la misma embriaguez, aunque no en la misma medida, que corría por el sistema nervioso de William Kushner cuando asesinó a Andrea Aramayo.

El alcohol es un alucinógeno así que puede privar de juicio al que lo consume. Solo así se explica que Clavijo haya destrozado a Hanalí en presencia de su hijo. Solo así se explica que Kushner no haya tenido ningún reparo en aplastarle la cabeza a Andrea con su automóvil.

¿Y qué pasa con aquellos que matan sin motivaciones? Pienso, por ejemplo, en ese ser humano que aguarda en las sombras que algún incauto se acerque para robarle la billetera. Cuando cae una víctima, el asaltante forcejea y, pese a que ya tiene el dinero en la mano, no duda en hundir su puñal en la humanidad del asaltado. Ya había logrado su propósito… ¿por qué, además, tuvo que matar?

Pero si el asaltante o violador homicida causan asco y repugnación, otro tipo de asesino pulula ahora en nuestras calles: el tratante.

Aunque la jerga policial todavía no incorpora el adjetivo, el tratante es aquel que está inmiscuido en la trata y tráfico de personas. Su actividad consiste en secuestrar seres humanos con el fin de venderlos, enteros o por partes.

El tratante vende un ser humano entero para la prostitución. Si vende a su rehén con fines sexuales, tendrá que entregarlo completo. La venta por partes es el tráfico de órganos. En este caso, hay que matar al o la secuestrada para vender sus partes a quienes pueden pagar por ellas.

La trata y tráfico de personas ha convertido al ser humano en burda mercadería. Los tratantes se olvidan que detrás de cada persona hay una familia, otras personas que sufren y se preocupan por ella.

Cuando una persona desaparece, el sufrimiento de su familia es inmenso. La incertidumbre es un monstruo que puede consumir la vida de una persona con más rapidez que cualquier otra preocupación. De pronto, la rutina diaria se interrumpe con el aviso de que uno de los miembros de la familia, una hija o un hijo, no aparece. Salió a tal hora… iba a encontrarse con tal… las indagaciones son familiares porque la Policía es tal solo de nombre porque, si se trata de esclarecer un crimen, el boliviano debe bancarse solito. Pero él o ella no aparecen. ¿Dónde estará?, ¿qué habrá pasado? Y los segundos se vuelven minutos… y los minutos se vuelven horas… y las horas pueden volverse días… ¿Dónde está?, ¿qué ha pasado?

Las respuestas pueden ser múltiples. A veces, el o la desaparecida no aparecen nunca más. Ahí está el caso de Zarlet, agigantado por la actitud pantagruélica de la Policía que se burla de su madre, o ahí está el caso de Varinia que aparece pero no como persona sino como cadáver… un despojo…

Está pero no está. Es su cuerpo pero no es ella… ella se ha ido para nunca más volver.

Pero, al final de cuentas, si el o la desaparecida aparecen o no ya resulta irrelevante. Si aparece muerta o muerto, se acaba la incertidumbre pero prosigue la pesadilla. Se la extrañará siempre porque partió de pronto, sin despedirse, sin coronar sus proyectos de vida…

Si aparece con vida, la historia no tendrá final feliz porque la secuestrada y su familia tendrán que lidiar con las secuelas que inevitablemente deja el secuestro… Su cuerpo está vivo pero mataron su alma…

No hay daño colateral sino permanente. Por eso es que la trata y tráfico de personas no es un delito sino la suma de muchos y así debe ser combatido.

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

Surazo
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