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El Papa y su silencio ante el mundo

El Papa Francisco ha sido sin duda alguna un rotundo fracaso, como líder espiritual y como latinoamericano en medio de occidente. Después de su LAUDATO, que ha sido una promesa importante, nada más ha hecho para renovar a la iglesia católica. Sobre todo a la iglesia latinoamericana, que le hace mucha falta ponerse al día en absolutamente todo respecto a las coyunturas mundiales actuales.

En esa línea la iglesia católica boliviana es una muestra de lo que sucede en el Vaticano. Una iglesia lastrada por sus problemas internos: abusos sexuales y retrógrada en asuntos políticos y de compromiso real con sus feligreses. Cerrada totalmente al mundo de Bolivia. Y sus líderes unos viejitos sin idea alguna de lo que sucede en Bolivia, dando discursitos y palmaditas a todos los otros viejitos que asisten a sus misas, en algunos domingos aburridos y surrealistas fuera de lo que realmente sucede en Bolivia.

No sabemos qué realmente hace el cardenal, nombrado por su rostro y ascendencia indígena; pero totalmente inútil para los propósitos de las feligresías bolivianas. Cardenal burócrata y probablemente rezando en su finca todos los días, de manera hipócrita como la mayoría de los líderes del mundo católico en Bolivia.

Sabemos por tradición de las obras sociales que tiene la iglesia católica. Hubieron tiempos gloriosos por los años 70 y 80 del anterior siglo, cuando la resistencia como institución a las dictaduras militares. Esos tiempos ya han pasado. En estos tiempos turbulentos y de incertidumbre total en Bolivia, cuando la población busca respuestas a su presente y futuro, la iglesia católica camina más perdida que la misma sociedad. Lo más grave: cerrada ante toda posibilidad de ideas y propuestas que vengan de la sociedad.

En estos tiempos turbulentos y violentos, Dios es utilizado por todos lados de las guerras. Criminales como Trump, Netanyahu o Vance utilizan a Dios en sus rezos piadosos para ordenar bombardeos y asesinatos de niños y mujeres. Dios está prostituido y manipulado por todas las ideologías de la muerte. No es raro el crecimiento de las iglesias evangélicas, todos buscan protección en sus egoísmos y pecados modernos o postmodernos. Definitivamente son tiempos violentos y piadosos en la hipocresía moderna, bajo el paraguas de las iglesias.

Se pensaba hace doce años, cuando se nombró al gaucho Francisco como Papa, que la iglesia católica cambiaría y se renovaría para enfrentar los nuevos y complejos desafíos del mundo. Esas esperanzas se han derrumbado totalmente. Ya viejo y decrépito se resigna a terminar sus días de manera rendida y cobarde. Dejará a la iglesia católica a la deriva; para que el próximo Papa sea un nuevo Trump y condene para siempre al Vaticano al retrógrado mundo de los rezos y sentimentalismos inútiles cristianos.

En Bolivia los obispos y el cardenal burócrata, sólo llegarán a viejos inútiles y nada harán para que cambie la iglesia católica. Por supuesto que rezan todos los días, como si eso resolviera los problemas que tienen. Es realmente triste que una institución tan importante sea manejada y mantenida de manera tradicional, en sentido de inercia y pérdida total de esperanzas en cambios y transformaciones que necesita Bolivia con urgencia.

Estoy absolutamente seguro que el desánimo generalizado de la feligresía es total. El silencio al respecto es contundente en estos años. Los obispos y cardenal prefieren cerrar las puertas a sus bases, dejando al olvido cambios, transformaciones, esperanzas y buenas nuevas que se requiere en la sociedad. Lamentablemente no hay elecciones al interior de la iglesia católica, pues los dueños y señores de la jerarquía también demuestran poca capacidad democrática, poca capacidad de cambio y poca capacidad de escucha a las demandas de su pueblo.

El Papa gaucho pasará a la historia sin pena ni gloria. Con más pena que gloria. Es una decepción total para el mundo cristiano, sobre todo para las nuevas generaciones que requieren por cierto buenas nuevas. En un mundo cada vez más egoísta, violento, guerrero y corrupto, necesitamos de instituciones que alumbren e iluminen caminos de esperanzas. El Papa gaucho no ha sido el mensajero que se esperaba, sino un burócrata más del montón.

Las religiones seguirán siendo el consuelo espiritual para los humanos. En estas coyunturas de peligrosos piratas y bucaneros occidentales imperiales, rezar frente a la muerte y destrucción humana de alguna manera desahoga los sentimientos hacia la resignación. El misterio de Dios jamás sabremos si es cierto; pero es un equilibrio contra los asesinos en serie imperiales y brutales.

A estas alturas del partido, hay pocas esperanzas que la iglesia católica boliviana cambie. Pocas esperanzas para que abran las ventanas y ventilen renovando sus ideas y propuestas. Sobre todo en sus obras educativas, donde sería prudente que las nuevas generaciones se alimenten de esperanzas y sueños en un mundo mejor y al menos más solidario.

Opinión
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La COB murió, hace años ya

Si la COB estuviera viva, no estaría pidiendo aumentos salariales. Estaría pidiendo la cabeza de Luis Arce en bandeja, con un paro indefinido, un cerco nacional y un ultimátum con fecha de caducidad. No son buenas prácticas, pero así solía ser. Si la COB tuviera el espíritu de antaño, este gobierno ya habría sido devorado y escupido, como ya ocurrió en la historia boliviana, donde los sindicatos nacían desafiantes y terminaban sepultando a los mismos líderes que ayudaron a encumbrar. Pero la COB de verdad, la de Lechín o Delgadillo, la de Solares, la temida, la intransigente, la que hacía temblar palacios, ya no existe.

La COB de hoy es una vergüenza para su historia, es apenas una oficina más, una repartición del Estado. Un grupo de dirigentes que han cambiado las trincheras por los comunicados transmitidos por Bolivia TV, las marchas por los almuerzos ministeriales y la furia obrera por aumentos salariales negociados en mesas donde el menú es más importante que la agenda. Son sindicalistas que defienden su propio bienestar, no el de los trabajadores. Se preocupan más por sus viáticos que por el desempleo, más por sus bonos que por los que trabajan sin derechos ni contratos.

El desastroso dirigente, Juan Carlos Huarachi, tiene el descaro de exigir aumentos en un país donde el 80% sobrevive en la informalidad, donde no hay seguridad social ni estabilidad laboral para los que realmente sudan por el sustento diario. Pero ellos siguen exigiendo más, como si el país no estuviera agotado por tantos parásitos.

Perdió la fuerza y la credibilidad. La COB se ha convertido en una reliquia que nadie teme ni respeta. Ya no es un contrapeso del poder, sino su mascota. Si los sindicatos fueron alguna vez el motor del cambio en Bolivia, ahora son solo una excusa para que unos cuantos se repartan beneficios a costa de los trabajadores que ya no tienen voz.

Hoy toca hacer lo que se hace con todo lo inservible, desecharlo. Enterrémosla con honores y recordemos su gloria. Señores, la COB, ha muerto (hace años ya).

Opinión
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Los cálculos del Arcismo

Cuando el gobierno nacional anunció que daría un mensaje, generó en la ciudadanía expectativa, habida cuenta de la grave crisis por la que atraviesa el país. Arce Catacora, nos dejó con sabor a poco. 

Si el presidente pretendía tranquilizar a los bolivianos tomando decisiones de estado en temas delicados, su mensaje fue un fracaso, sembró más dudas que certezas. 

Empero, si dicho mensaje es analizado  no como un acto aislado del gobierno presionado por las circunstancias sino como parte de una estrategia en vistas a la reproducción del poder, se podría concluir de una manera diferente. 

Arce Catacora estuvo rodeado de sus ministros, todos con trajes desprolijos más que informales, parecían que los arrancaron de sus dulces sueños, tal vez, por eso tenían miradas ausentes como si los temas anunciados no les importaran, al finalizar su alocución le otorgaron un opaco aplauso que retumbó en la soledad de semejante espacio, la foto fue más importante que lo dicho.  

Mostrar a sus ministros reunidos más no cohesionados, en torno al presidente, parecía una respuesta y un desmentido a los chismes del evismo sobre las intimidades del arcismo.  

Los diez puntos anunciados no son de fondo son puras medidas administrativas que bien pudieron ser anunciadas por cualquier instancia media del gobierno. Arce Catacora optó por la alharaca y como siempre sin ningún sentido autocritico de su responsabilidad, no abandonó su retórica confrontacional que identifica al enemigo político como el culpable de todo y advirtió que existen sectores que quieren convulsionar al país. 

Sin inmutarse, anuncia que mantendrá la subvención a los hidrocarburos, que no devaluará el boliviano, que la falta de dólares es un artificio creado por la no aprobación de empréstitos en el parlamento, agrega, que no renunciará, y para concluir, deja de ser presidente y habla como candidato al acusar a sus pares opositores de hipócritas y doble discurso. No da respuesta a las exigencias ciudadanas ni transmite la decisión de enfrentar la crisis generalizada. 

Como Arce Catacora y su entorno han tomado la decisión de promover su candidatura, que es una locura porque en un evento electoral más o menos transparente recibiría una paliza histórica, nos deja la duda de ¿que es lo que los induce a insistir en una candidatura en estas condiciones? Sólo y únicamente  su afán de reproducirse en el poder a cualquier costo.  

Vistas las cosas de esta manera la crisis les beneficia, es parte de una estrategia perversa, que tiene varios escalones, primero, de tanto golpear al pueblo muchos sectores cansados de los agravios son domésticados y caen en la resignación afirmando de qué las cosas no cambiarán de rumbo como sucede en Cuba, Nicaragua y Venezuela, que han demostrado tener la capacidad de utilizar a su avor las debacles económicas, políticas y sociales, segundo, la crisis, se debe a las acciones de sus enemigos políticos que deben pagar con encarcelamientos y sanciones extralegales. Tercero, deben dar una imagen de que son democráticos convocando a elecciones en las que el voto envilecido y las urnas fraudulentas les garantizarán su permanencia en el poder, sin embargo si la ciudadanía indignada termina rebelándose como sucedió el 2016 o el 2019, al no contar con una conducción política será vulnerable. 

Finalmente, al victimizarse a la par que alimentan la crisis, suponen  que unos meses antes de las elecciones, se probarán los créditos en el parlamento y conseguirán algún colchón adicional que les permitirá sobrevivir hasta el día de la elección, con lo que las victimas se transformarán en salvadores que supieron confrontar todas las penurias y ataques. 

Finalmente sin todo esto no se cumple, les queda todavía la estrategia a lo Maduro, en la que si pierden abrumadoramente en las urnas, no importa no abandonaran el poder.  

Suponer que la candidatura de Arce Catacora, se someterá a las reglas de juego democráticas y respetará la voluntad ciudadana, es otorgarle un manto de pureza y eximirlo de sus responsabilidades liberándolo del manejo abusivo manejo económico como ministro y como presidente que permitió la instalación de una dictadura que seguimos sufriéndola los bolivianos. 

Todo esto, es el deseo del arcismo, que subestima una posible respuesta ciudadana que ha aprendido de los sucesos del pasado y tratará de no repetir los errores, olvidan que Bolivia tiene sus propias particularidades que impedirán la aplicación de recetas, tenemos una larga tradición de lucha  que ahora esta al frente del autoritarismo masista.  

Las colas en busca de carburantes, la subida de precios de la canasta familiar, el freno a la actividad productiva por la ineptitud del gobierno y los anuncios de movilizaciones de varios sectores, se tornan explosivas.  

Calcularon mal, todo esta en su contra, pese a sus deseos, se aproxima su derrota que puede ser histórica. 

Si solo habría una pequeña conducción política esto seria diferente. 

Desde el Sur
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El estadista y el impostor

En la historia de Bolivia, pocos momentos han sido tan dramáticos como aquellos en los que un país al borde del abismo ha debido confiar su destino a quienes lo gobiernan. El caso de Hernán Siles Zuazo en los años ochenta y el de Luis Arce en la actualidad, nos ofrece un contraste elocuente entre lo que define a un estadista que ama a su país y lo que delata a un simple burócrata impostor que se sirve de las arengas patrióticas. Ambos heredaron economías devastadas (en el caso de Arce, la heredo de él mismo), ambos enfrentaron descontento social, pero solo uno entendió que gobernar no es solo administrar el presente, sino proyectar el futuro.

Siles Zuazo no era un iluso ni un improvisado. Bolivia salía de una seguidilla de regímenes dictatoriales. Comprendía que la democracia era frágil y que su consolidación exigía sacrificios. Gobernó en un tiempo en el que la inflación devoraba salarios en cuestión de horas, en el que los sindicatos paralizaban el país y las conspiraciones militares acechaban en las sombras. No tenía la solución mágica ni el poder absoluto, pero tenía algo más valioso y era una convicción democrática inquebrantable. Cuando vio que su presencia en el poder podía llevar al país a un colapso mayor, entregó el mando antes de tiempo. Su grandeza no estuvo en mantenerse a flote, sino en saber cuándo hacerse a un lado.

Arce, en cambio, enfrenta su propia crisis con una ceguera voluntaria. Su gobierno no es un proyecto de reconstrucción, sino una huida hacia adelante. No busca soluciones, busca culpables. No toma decisiones difíciles, las posterga. La única conspiración militar que tuvo fue el ridículo teatro (mal montado) del 26 de julio. Mientras Bolivia se desliza hacia un colapso, un estancamiento del que costara muchísimo salir, el presidente se aferra a fórmulas agotadas, a recetas ideológicas importadas de países más miserables que el nuestro, a un estatismo que no es sinónimo de justicia social, sino de ineficiencia burocrática. La tibieza de Arce, es solo comparada con la de Mesa.

La diferencia entre un líder y un burócrata es la capacidad de ver más allá de su propio tiempo. Siles Zuazo entendía que su misión no era ganar la siguiente elección, sino sentar las bases de una democracia que sobreviviera generaciones. En cambio, Arce gobierna con la vista puesta en el inmediato plazo, en la siguiente jugada política, en la preservación de un poder que ya no es un medio, sino un fin.

Gobernar un país no es solo una cuestión de números, decretos y discursos tibios y pedorros. Es, sobre todo, un acto moral. Es la voluntad de construir algo que nos trascienda y nos sobreviva, de dejar una nación mejor de la que se recibió. Siles Zuazo lo comprendió, y por eso su nombre pertenece a la noble historia. Arce ha sido víctima de sí mismo, es un mandatario sin legado y está condenado a la irrelevancia. Es el peor presidente de la historia de Bolivia.

Opinión
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Milei o el caballo de Troya del Apocalipsis

Es cierto que el gobierno anterior a Milei, fue un auténtico desastre lleno de politiqueros con discursos bonitos, incluso en favor de la revolución. Absolutamente corruptos y sin ideas respecto de la economía. Destruyeron lo poco que habían conseguido avanzar los sectores populares de la Argentina profunda. Por supuesto que tenían también la costumbre de culpar de todo al imperio, a ese imperio que sólo vio desde el palco la destrucción del país vecino.

Entonces la Argentina se volcó en favor de Javier Milei. Quién encarna las ideas del Trumpismo, anti movimientos woke, recalcitrantes anti comunistas, anti feministas, racistas en esencia. Que están restaurando los sueños señoriales de los imperios del siglo XIX, abiertamente contra los derechos humanos más elementales, como estamos percibiendo en los Estados Unidos donde expulsan incluso a niñas enfermas con cáncer, desde los hospitales hasta los aeropuertos militares.

Entonces, pues la Argentina empieza a sufrir las consecuencias de los trumpistas lacayos de América Latina. Es decir, aquel pueblo que nunca tiene la palabra sino mediante sus politiqueros mediocres, que hoy pasan hambre y miseria como siempre, porque las ideologías de la Argentina no pueden resolver los temas estructurales de la historia Argentina.

Argentina sufre en carne propia la ausencia de crítica de sus élites políticas, sean estas de cualquier moda ideológica. Esas élites tercermundistas que no aprender de la experiencia ni de su historia. Dando baldazos bruscos entre las obsoletas derechas e izquierdas, que sólo se adueñan del poder en función de sus intereses y no de las demandas de la Argentina profunda.

Por supuesto que Javier Milei no resolverá los problemas de las clases oprimidas, sino de las clases altas y oligarquías racistas alienadas con la restauración imperial de Donald Trump. Ya vemos esa tendencia con las represiones violentas en las calles en estas semanas.

Milei es el odio profundo de los trumpistas a mujeres con sus derechos, Milei es el odio profundo a las ideas progresistas y de derechos humanos, que además fueron conquistas mundiales en más de cien de años de luchas y sangre a lo largo del mundo. En definitiva, Milei es el caballo de Troya de ese reordenamiento imperial de las oligarquías financieras del norte de este mundo.

El señor Milei acaba de anunciar que la Argentina se retirará del MERCOSUR. Sueña un convenio con su patrón Trump. De esa manera también destruirá lo poco que América del Sur hizo respecto de la integración. Los países periféricos y expoliados por el capitalismo como el nuestro, no son de interés de este señor. Responde claramente a las retrogradas ideas de los siglos XVI o XVII, cuando el saqueo de nuestras riquezas se basaban en la miseria y muerte de millones de esclavos por estos lados del mundo.

Las ideas de progreso y desarrollo que eran los sueños del norte, como triunfo del modelo capitalista del siglo XX sobre otras alternativas, hoy son a todas luces lo más tenebroso que estamos viendo. Esta restauración desconoce el cambio climático, como todo lo avanzado en contra del calentamiento global. Esta forma cavernaria de capitalismo acelerará la destrucción de nuestra casa común: el planeta tierra.

Si la sociedad civil y los tejidos sociales de la Argentina, no reaccionan en consecuencia contra este atentado a la humanidad, lo que se viene es simplemente apocalíptico. Incluso la destrucción de la sociedad civil y los tejidos sociales de la Argentina. Más allá de las ideologías de ultraderecha de Milei, lo que debería preocupar a la sociedad Argentina, es el odio pleno y justificado de estos trumpistas latinos a la historia profunda de Argentina.

Latino América tiene experiencia en resistencia, paciencia y estoicismo frente a las brutales dictaduras militares que hemos tenido. Las nuevas dictaduras “democráticas” que se vienen son más peligrosas. Porque la sofisticación de las tecnologías de la información, permiten a los dictadores, realmente lavar el cerebro de las masas en la justificación de las dictaduras. Precisamente eso hicieron los trumpistas en los Estados Unidos con los sectores pobres de aquel país.

En Bolivia tenemos que estar atentos y despiertos. Ojalá con ideas de renovación y nuevas en función de las luchas sociales. Atentos a los nuevos lacayos de las ideas de dominación y expoliación mundial. Los discursos siempre encubren otras intenciones, como los discursos lindos de Milei para modernizar y desarrollar a la Argentina.

En Bolivia aparecerán los Milei autóctonos. Ofreciendo sueños y cambios por doquier. Aparecerán los señoritos y lacayos para restaurar Bolivia a imagen y semejanza del emperador Trump. Y si nos encuentran desunidos, destruidos y desanimados como en la Argentina, pues lamentablemente tendremos a un representante de Trump en nuestra propia patria.

El apocalipsis mundial se ha desatado. Los caballos de la muerte están sueltos. Sólo la unidad y consciencia de los pueblos puede frenar este apocalipsis. Sino, pues seremos nomas devorados por el sistema capitalista trumpista, racista y antihumano.

Opinión
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¿Estamos ante una inminente guerra comercial?

Un verdadero revuelo internacional causó la orden ejecutiva emitida el 1 de febrero de 2025 por el Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, para imponer aranceles del 25% a los productos importados de México y Canadá, así como un gravamen del 10% a los bienes originarios de China, a lo que se sumó el anuncio de que tal determinación podría extenderse a Europa, apuntando todo ello a una imprevisible guerra comercial que, de una u otra manera afectará, negativa o positivamente, de forma directa o indirectamente, a todos los países que hacen parte del sistema multilateral de comercio, a unos más que a otros, según estén más o menos preparados para enfrentar dicha contingencia, reactiva o proactivamente. 

Las justificaciones esgrimidas por Trump tienen que ver con la inmigración ilegal, el grave problema que supone el narcotráfico y el creciente consumo del fentanilo en su país, además del interés subsidiario de proteger su gigantesco mercado para inducir un mayor consumo de bienes estadounidenses y generar con esto más crecimiento y fuentes de empleo. 

En efecto, la Administración Trump dispuso la aplicación de aranceles del 10% a la importación de productos chinos y del 25% a los de México y Canadá. Si bien hubo una primera moratoria de 30 días para estos dos últimos hasta inicios de marzo -gracias a los acuerdos logrados en materia migratoria y de narcotráfico- y, luego de dos días de su aplicación en marzo, un nuevo aplazamiento hasta abril para no afectar a los productos cobijados por el Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-México-Canadá (ex NAFTA), no ocurrió lo mismo con la China, quien anticipó una represalia con aranceles del 10% y 15% a partir del 10 de febrero contra los productos estadounidenses, en el rubro de alimentos, principalmente, además de anticipar una denuncia ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). 

Si a ello se suma la posibilidad de una aplicación futura de aranceles a Europa, todo apunta a una inminente guerra comercial en la que habría muchos afectados, desde el comercio internacional hasta el mercado de valores, por las repercusiones sobre la economía mundial, dado el contexto globalizado en que vivimos. 

Por la gracia de Dios, tuve el privilegio de que CNN en Español me entrevistara para abordar el tema enfocándome en México y Bolivia, habiendo expresado que la posibilidad de una mayor tensión comercial entre Estados Unidos con varios países -México, principalmente- no deja de ser una preocupación al estar hablando de la primera potencia económica mundial, y, además, de aliados comerciales y vecinos que, en el caso de México implica tener a Estados Unidos como su primer socio comercial y, recíprocamente, de igual forma, ya que México llegó a desplazar a la China, logró un gran superávit comercial con los Estados Unidos y es su segundo mayor comprador, además de ser quien más exporta a ese gran mercado. 

El peso que tienen las ventas a tan importante plaza para el PIB mexicano me llevó a recomendar hacer bien las cosas utilizando la diplomacia para un acercamiento y una mejor relación con su principal socio comercial. Me animé a dar tal consejo, considerando su enorme dependencia del mercado estadounidense, ya que en 2023 por lo menos el 80% de las exportaciones mexicanas fueron a los Estados Unidos, superando los 465.000 millones de dólares y más del 60% de ello con un altísimo valor agregado, expresado principalmente por la mano de obra, llegando a significar casi la cuarta parte de su PIB. 

En lo que hace a Bolivia, informé que Estados Unidos es su octavo socio comercial, ocupando el decimotercer lugar como país destinatario para las exportaciones nacionales y la quinta plaza como proveedor internacional del país. 

Reflexioné, también, sobre la alta necesidad de mercados externos para los países en desarrollo y sugerí mejorar la productividad, la competitividad, la diversificación de mercados y la negociación de nuevos acuerdos comerciales, como una estrategia para intentar bajar la dependencia de un mercado al que todos aspiran, empezando por la China que aprovechando del mismo, hizo tantos cambios e innovaciones, progresando comercial y económicamente. 

Para concluir ¿podrían las medidas asumidas por Estados Unidos beneficiar a Bolivia? Claro, siempre que tenga la capacidad de exportar sin restricciones los bienes afectados con aranceles a un gran mercado que de la noche a la mañana podría pasar, de la libre importación derivada del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, a una sobreprotección del 25% generando una ventaja que se podría aprovechar, sin descartar, eso sí, la posibilidad de un desvío de comercio a favor de países que -como Chile, Perú, Colombia y otros- pueden exportar sin pagar tan altas tarifas arancelarias gracias a los acuerdos de libre comercio suscritos. Como Bolivia no negoció un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, no goza de tal prerrogativa para poder ingresar allí con “arancel cero”, lamentablemente…

Buscando la verdad
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Ejército de capitanes

Con la imposición del estado plurinacional el sistema de partidos políticos fue pulverizado y reemplazado por un monopólico instrumento político sobre la base de los movimientos sociales. Las otroras poderosas organizaciones partidarias dejaron de existir o fueron reducidas a una existencia marcada por la intrascendencia. 

El partido político es parte de procesos históricos cuya presencia debe servir para reiterar los aciertos y evitar los errores cometidos. Su existencia transmitió y justificó ideologías, principios, valores, lenguaje con contenido y comportamientos de diversa raigambre. 

La designación de compañero o camarada a quien compartía ideales, luchas, aspiraciones y, muchas veces, el ejercicio del poder político, fue reemplazada por el término hermano, que en un principio parecía invocar una relación más profunda que emergía desde el ancestro, empero, concluyo siendo la calificación a una vulgar complicidad en la comisión de actividades ilegales y arbitrarias. 

La hermandad destructora del partido político se conglomeró en la corporación y en la defensa de sus intereses sectoriales con lo que eliminó la urgencia de lo nacional, instaló una retórica perversa en su contra con el fin de que se extinga, evitando de esta manera la presencia de propuestas y figuras contestatarias. 

Como los partidos y sus conductores de entonces no tuvieron la capacidad de reinventarse en función a las necesidades de la sociedad terminaron siendo presa fácil de los neopopulistas fascistoides que sin despeinarse eliminaron a toda una “clase política”. 

El aparato de Estado quedó en manos del MAS en exclusividad y se conformó un ejército de burócratas inescrupulosos que hicieron que las prácticas corruptas penetren en todos los niveles bajo la protección de jueces y fiscales serviles. 

La única oposición existente en todo el periodo masista fue la parlamentaria, cuya presencia formal y anodina posibilitó el cómodo despliegue del autoritarismo. En casi veinte años, no se esforzaron en la formación de nuevos liderazgos ni establecieron una mínima linea política que ordene el accionar de su bancada. Su impronta devino en un amontonamiento de individualidades que fungían sin ninguna vinculación con sus representados y peor aún con la sigla que los cobijaba, de tal manera que la ciudadanía solo fue bombardeada con escándalos vergonzantes. 

Quienes debían ser conducción, nunca asumieron su rol, cedieron su lugar a la casualidad, a la improvisación o a algún que otro allegado inescrupuloso. No se constituyeron equipos de trabajo en las diferentes áreas de interés de los bolivianos porque no había linea que defender ni estructura que los cohesione, ni representados a quienes responder. La tónica del periodo fue el dibujo libre. 

En consecuencia ellos contribuyeron a una peligrosa desacumulación de fuerzas que con el despliegue del inseguro proceso electoral, desnuda nuevamente, el carácter de los grupos políticos, que no cuentan con equipos destinados a la lucha política en general y tampoco  para la lucha electoral. Su máxima pretensión es armar pequeñas maquinarias electorales y confiar en las redes sociales, cuyos mensajes dejan de lado la sustancia y a importantes sectores que requieren de algo más. 

Confiar en que el candidato y su entorno son suficientes para disputar y expulsar del poder al MAS, insisto, es un error. La compleja crisis política, social, económica y moral requiere de la participación de ciudadanos experimentados en las diversas áreas. No basta ganar elecciones, sino  garantizar la gobernabilidad, que solo puede obtenerse con un sólido apoyo ciudadano  a una causa que legitime al futuro gobierno, que cuente con equipos fuertes que otorguen seguridad a la gestión gubernamental  a partir de una estructura dispuesta a superar los peligros de futuras conspiraciones y mantener una relación fluida y permanente con la ciudadanía. 

Es necesario construir, dicho de manera metafórica, un ejército de capitanes, con una estructura no jerárquica que supere la existencia de mandos verticales, con miembros que deberían estar capacitados para  traducir y explicar pedagógicamente el proyecto de poder, respondiendo con solvencia en todos los escenarios donde se produzca la lucha política. 

La relación capitanes-ciudadanía en el proceso electoral luego devendrá en una democrática relación de gobernantes con gobernados, superando el divorcio que se ha producido entre sociedad política y sociedad civil. 

De este modo el dibujo libre habrá sido expulsado del proceso electoral y de la futura gestión de gobierno.

Desde el Sur
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La pesadilla boliviana, el sueño de Arce

Los grandes líderes sueñan con la prosperidad de sus naciones, con el avance de la libertad, con la grandeza de su pueblo y entienden el rumbo en el que marcha el mundo y la historia. Luis Arce, el burócrata sin carisma, sueña con Cuba. No con la Cuba de Martí ni la de los poetas que suspiraban por su independencia, sino con la sumisión disfrazada de revolución. Hace algunos años, no tuvo reparos en declarar su admiración por el régimen de la isla y su deseo de ver a Bolivia convertida en una versión andina de aquella utopía fallida. En su delirio, no ve la miseria de los cubanos, sino el lujo de quienes los gobiernan; no percibe el hambre, sino la comodidad de la élite que administra las miserias de esa gente. Y ahora, en el trono de un país cada vez más sometido a los caprichos de un Estado gordo y con empacho, parece que sus delirios se hacen realidad, a costa del pueblo.

Lo curioso es que su sueño ya no es solo un anhelo personal. Bolivia, poco a poco, se ha ido transformando en una caricatura de aquel régimen que tanto admira. La escasez de dólares ha puesto al país en un corralito financiero no declarado, donde el ciudadano se ve obligado a hacer malabares para acceder a las divisas. El combustible, el bien esencial para el funcionamiento de cualquier economía, se ha vuelto un lujo, obligando a la gente a formar colas interminables que recuerdan las postales de una Venezuela en crisis. Pero el problema no es solo la escasez de recursos, y la inflación que esta trae, sino la normalización de la decadencia.

Nos hemos acostumbrado a lo anormal. Hacer fila para conseguir lo básico ya no indigna, sino que se acepta con la resignación del que sabe que protestar no servirá de nada. Nos hemos vuelto creativos para sobrevivir, como los cubanos que han hecho del trueque y el mercado negro su modo de vida. Nos han arrebatado el derecho a la estabilidad sin que nos demos cuenta. El sueño de Arce se ha convertido en nuestra pesadilla, pero una pesadilla que, como en las fábulas de Orwell, nos enseñan a considerar que es un “sacrificio noble”, un paso más en la supuesta construcción de un “modelo superior” que nunca llegará.

Hay quienes creen que este desastre es fruto de la ineptitud. Otros, que otorgan más virtud, piensan que es un plan meticulosamente diseñado para quebrar la autonomía y la voluntad de los ciudadanos y hacerlos dependientes del Estado. Tal vez sea una combinación de ambas, pero, ¿importa realmente cuál de las dos es? Al final, el resultado es el mismo, y es que Bolivia se hunde en un régimen burocrático, una telaraña de controles sin sentido y carencias que tienen poco de idealismo y mucho de tiranía.

Y mientras el país sigue descendiendo por este tobogán de crisis, Arce sonríe satisfecho. Porque queriendo, sin querer o “Sin querer queriendo”, su sueño se está cumpliendo. El sueño de un puñado a costa de la pesadilla de millones.

Opinión
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Guerras y Capitalismo

El sistema capitalista, no es ninguna novedad, se alimenta fundamentalmente de las distintas guerras que se producen por el mundo. La última guerra europea es realmente una didáctica al respecto. La claridad de las ganancias de las industrias de armamento norteamericanos, han sido incluso agradecidos en persona por el presidente ucraniano, en visitas oficiales en aquellas fábricas de la muerte. Pues todos los supuestamente préstamos económicos a Ucrania, regresan a esas industrias de la muerte donde se tiene que comprar armas. Son condiciones de los países imperiales, en los préstamos económicos. Así de simple.

El rearme de Europa que es una estupidez increíble, es un deseo cumplido del imperio norteamericano. Porque todas las industrias europeas de la muerte, dependen tecnológicamente de los Estados Unidos. Es decir, pues negocio redondo para el imperio. Los europeos se dan cuenta de esa tragedia; pero no pueden hacer nada al respecto, su dependencia casi esclavista de los Estados Unidos les impide al menos ser algo más dignos.

Los miles y miles de millones de dólares que se irán a las industrias de la muerte, producirán más hambre y miseria por el mundo. Incluso en el patio trasero europeo, las sociedades y los pueblos en general pasarán penurias y estrecheces injustas, porque sus oligarquías y burguesías quieren seguir quedando bien ante el amo. Y en estos años se puede saber que el mundo está al borde de una guerra mundial. Lo demás ya sabemos por los cuentos de ciencia ficción.

Las guerras son un negocio lucrativo para las nuevas oligarquías de las finanzas del norte global. Esas oligarquías que han destruido a las burguesías modernas, que al menos disimulaban para que el sistema sea algo más humano. Son tiempos de los Calígulas postmodernos, que destruyen toda institucionalidad posible, que destruyen todo consenso social y político en el mundo. En estos tiempos sólo queda defenderse frente a la prepotencia ignorante de estos nuevos Calígulas. Si es que tenemos Estados reales e institucionales.

La historia nos ha enseñado, en la modernidad desde el siglo XVI, que el propio sistema empuja y genera revoluciones sociales, como respuestas legítimas de las sociedades frente a la explotación y expoliación del sistema. Los pobres y desheredados de la historia, tienen consciencia cotidiana de que el hambre y la miseria no pueden ser eternos, ni pueden ser parte de la cotidianidad en esta vida. Reaccionar contra esas injusticias son legítimas y totalmente justificadas desde los derechos humanos.

Por tanto, los piratas y Calígulas postmodernos del norte sólo provocarán revoluciones sociales a lo largo del mundo, con sus actitudes absolutamente antihumanas y anti sentido común. Entonces que no se sientan seguros por sus actos, dichos señoriales norteños, los fantasmas de Vietnam o Afganistán están a la vuelta de la esquina. El miedo no existe cuando la miseria y el hambre se hacen insoportables. Cuando la consciencia abruma viendo a niños o viejos sufriendo las consecuencias del sistema.

A estas alturas del partido, no hay por donde perderse. Pero sí necesitamos de crítica histórica frente a tantos errores de la izquierda, y de los grupos o colectivos en función de los cambios sociales. Demasiados errores que no se asume en consecuencia: la renovación de las ideas, la renovación de los métodos de lucha y toma de consciencia. Pero también la expulsión de oportunistas y destructores de los esfuerzos de las bases, del pueblo. Esos son los cómplices de los señoriales del norte. La crítica tiene que ser un componente substancial de las condiciones intelectuales, si es que hay físico mental y compromiso real por la liberación definitiva.

Como nunca antes en la llamada historia, vemos con crudeza esa relación directa entre capitalismo y guerras. Los vendedores de armas a los grupos de cárteles mexicanos son los norteamericanos. Están por donde hay muerte y tragedia. Porque en esencia esa es su razón de ser y existir. Esos son los fundamentos del sistema, no los sentimentales y de buen corazón. La hipocresía es parte del sistema, como encubrimiento diplomático y política real.

Si el ritmo de los señoriales del norte, que es simplemente brutal, se mantiene en la real politik de la coyuntura, tenemos que estar preparados para nuevas revoluciones a lo largo del mundo. Eso es estar preparados para reconducir a las organizaciones sociales, como al nuevo proletariado mundial que es muy joven; sin embargo, totalmente explotado como en todas las épocas de la historia moderna.

Las condiciones objetivas ya son reales otra vez en la historia. Esperemos las condiciones subjetivas, que dependerán básicamente de las torpezas que se generen por el norte del mundo. Esas torpezas son cotidianas en estos tiempos. Son insultantes e injustas. El rearme del mundo junto a las torpezas imperiales, empujarán a los pobres y explotados a tomar las riendas de los cambios sociales. Es decir, a generar más revoluciones.

Opinión
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Santa Cruz no se rinde ante la crisis

Pocas veces en la historia del complejo oleoproteico de la soya boliviana se vio algo tan preocupante y doloroso, a la vez, como lo acontecido con este sector en 2024. La dramática caída de la exportación de la soya y sus derivados no es un tema menor, no podría serlo, tratándose del tercer rubro de mayor generación de divisas para el país luego de los minerales e hidrocarburos, en un momento cuando lo que más precisa Bolivia son dólares para seguir funcionando, de ahí que dejar de recibir casi 700 millones entre enero y noviembre del 2024 es un fuerte golpe en lo macroeconómico, una presión adicional sobre el precio de la divisa y, en el día a día, una gran pérdida para nuestros agricultores, así como para toda la cadena de valor. 

El factor climático fue la principal causa para la debacle exportadora de la reina de las Exportaciones No Tradicionales, como se le dice a la soya, ya que no solo se cumplió el pronóstico que en abril del 2024 lanzara la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), anticipando una caída en la producción de este grano por 800.000 toneladas debido a la sequía, sino que, a estas alturas, queda comprobado que el daño fue muchísimo mayor por la baja de la productividad en un 37%, algo que se pudo moderar, de haberse permitido usar semilla genéticamente mejorada tolerante a la sequía, pero, lamentablemente, el pedido no fue atendido a tiempo. 

Sin embargo, al embate del clima hay que añadir otros factores negativos para la actividad productiva soyera, como los bloqueos de caminos, por semanas; decenas de avasallamientos de predios productivos, causando zozobra en los agricultores; la anormalidad en el abastecimiento del diésel, afectando la siembra y cosecha; el encarecimiento del dólar; la caída del precio internacional de la soya y, el cherry sobre la torta, el veto a la exportación de aceites por más de 10 días, afectando negativamente no solo a la industria y a quienes tenían compromisos de venta al exterior, sino también, a las intenciones de siembra de los agricultores. 

Es difícil pronosticar lo que pueda ocurrir con el sector soyero en 2025, afectado ya desde el mismo momento de la siembra en 2024, la que se hizo con enorme dificultad y sin el éxito esperado en los últimos meses del año debido a la intermitencia en la dotación del diésel, la subida de los costos de producción y las lluvias que afectaron la cosecha, a lo que hay que sumar el factor de incertidumbre que resulta un verdadero pecado capital en función de las expectativas de inversión, producción y exportación, ya que, de por sí, el 2025 es un año eleccionario que viene fuertemente cargado de imprevisibilidad, mucho más, con las peleas intestinas al interior del partido de gobierno que, ojalá, no deriven en nuevos e insufribles bloqueos que no hacen, sino, castigar al inversionista que apuesta por el país; al productor agrícola que arriesga su capital; al industrial que sigue confiando en Bolivia; al transportista que vive día a día de tal actividad y al exportador que saca la cara por nosotros en el extranjero, recayendo el perjuicio, en definitiva, sobre todos en el país. 

Pero, no hay que perder la esperanza, siempre se puede aprender de lo malo para hacer las cosas mejor, a partir de ahí… 

Frente a la delicada situación de la economía, se aguarda del Gobierno un verdadero golpe de timón en sus políticas públicas, que implique jugársela por un sector que resulta altamente estratégico para Bolivia, tanto desde el punto de vista de la seguridad alimentaria (por la autosuficiencia y menor inflación) y la soberanía alimentaria (mayor ingreso de dólares por agroexportación y menor dependencia externa), para lo que se debe garantizar la seguridad jurídica y facilitar la labor productiva; p. ej., si no se puede atender con una normal entrega de diésel desde el Estado a precio subvencionado, lo menos que se esperaría es que no se cobre ningún tributo en absoluto para importar y comercializar diésel extranjero, y que se elimine de la lista de sustancias controladas al diésel, la gasolina y el etanol, por los graves problemas que ocasiona a los productores del agro, desde entorpecimientos en su traslado, hasta onerosas exacciones que no hacen, sino, desanimar al privado a que importe combustibles para ayudar de esta forma a desahogar dicha responsabilidad del Estado. 

A pesar de todo, como siempre se dice que “Santa Cruz no se rinde ante la crisis”, nuestros abnegados productores -pequeños, medianos y grandes, nacionales y extranjeros- enfrentando toda vicisitud con la fe puesta en Dios, y en su titánico esfuerzo, aguardan generar 2,5 millones de toneladas de soya en la cosecha de verano, siempre que el clima ayude y las autoridades garanticen el suministro de diésel, no solo para recoger el fruto de su siembra, sino para encarar la campaña de invierno; entonces, el Modelo de Desarrollo Cruceño proveerá una vez más alimentos para los bolivianos y generará las ingentes divisas que precisa el país para seguir funcionando…

Buscando la verdad
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