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Acerca de revoluciones y cambios

En Bolivia la única Revolución que tuvimos fue en 1952. Cuando mineros, obreros y campesinos se lanzaron a enfrentarse directamente con el ejército oligárquico, para derrotarlo por las armas y cambiar por fin el destino de Bolivia. Pero, quiénes hicieron la revolución entregaron ese sacrificio a las clases altas y medias altas de este país. Error que se lamentó por siempre en nuestra historia. Entregaron la revolución a unas clases altas debiluchas, sin sentido de Nación, sin sentido de Patria, sin conocimientos profundos del país, y sin autoestima al menos nacionalista.

Aquella Revolución, en medio de la guerra fría, fue boicoteada desde adentro y posteriormente traicionada por aquellas clases altas débiles y sin sentido de Nación. El miedo tonto al comunismo pudo más, para venderse al bando imperial capitalista y destruir la Revolución del 52.

Los demás cambios fueron al calor de las democracias pequeño burguesas, occidentales y totalmente reformistas respecto de avances de indígenas, de obreros y clases medias pobres. Si bien hubieron avances constitucionales, sólo respondieron a las democracias tradicionales y formales. Los resultados los vemos con total claridad.

Cierto que varias revoluciones en el mundo cayeron en errores burocráticos terribles, que les condujeron a derrotas graves. Como la revolución rusa, aquel apoteósico cambio para toda la historia de occidente, que fue burocratizada totalitariamente para encerrarles en los gulags a intelectuales y pensadores críticos, por las hordas evangelistas ortodoxas del marxismo deformado.

O la revolución China que tuvo que hacerse capitalista plena, para sobrevivir a su propio destino. La revolución cubana, ejemplo mundial en los primeros años, sobreviven en medio de miseria y pobreza galopante, a nombre de la dignidad de los gloriosos momentos de hace siglos.

En Bolivia no contamos con clases altas nacionalistas. Sino absolutamente coloniales, es decir sin raíces en estos territorios. Totalmente débiles como clase, sin proyectos de clase. Sin proyectos de Nación. Con sus miradas desde siempre allende los mares. Soñando en Miami o París; pero no en Bolivia, en sentido de proyecto y construcción de Estado y Nación. En sentido de echar raíces existenciales en estas tierras.

Por todo eso, substancialmente, casi siempre fueron vencidos y derrotados por indígenas y obreros; aunque se sirvieron de las armas del ejército y los poderes externos y extranjeros, para volver a posicionarse en el poder. En esos vaivenes de la política de la ruleta rusa, o de la montaña rusa, jamás pudieron construir algo sostenible en el tiempo. Desordenados, caóticos y sin sentido de Nación, siguen sin cambiar en el siglo XXI.

El último proceso que fue otra explosión popular a inicios de este siglo y milenio, como todos los anteriores procesos populares, fue boicoteado desde adentro por estas clases altas sin sentido de Nación y Patria. Además, en su forma democrática reformista pequeño burguesa, donde las ventajas burocráticas de las instituciones las tenían estas clases altas.

Pero la experiencia es muy importante, si es que se sistematizan los fracasos para volver a empezar con otros derroteros realmente populares y revolucionarios. Porque la pobreza, la miseria, la ausencia de oportunidades de trabajo y negocios para las nuevas generaciones es la característica generalizada en nuestras realidades.

Los cambios sociales siempre serán las posibilidades ante las injusticias, ante las soberbias del poder y sus corruptas maneras de gobernar. Mientras no se resuelvan los factores estructurales y económicos de nuestro país, los cambios y revoluciones estarán a la vuelta de la esquina de las historias que vienen.

Vemos que la inoperancia institucional frena la justicia básica, que la corrupción galopante destruye los tejidos sociales del país. En suma, otro fracaso más de un intento que podría haber sido una oportunidad de cambiar los temas estructurales de la historia de Bolivia.

Las nuevas generaciones tienen el deber de conocer la historia de los cambios sociales, de las revoluciones que han sido el sentido mismo epistemológico de la existencia de los pobres. Aquello que da el sentido a la vida, como corpus social e individual. Porque en los cambios sociales y revoluciones, los pobres y marginados de la historia tienen sentido como existencia. En esas explosiones sociales donde la autoestima histórica se hace fundamental en las clases subalternas.

Sin embargo, esos procesos sociales de avanzada no son fáciles ni se realizan en el azar y la suerte de la historia. Todo lo contrario. Como en todas las épocas de la llamada historia, son fundamentalmente procesos de toma de consciencia: frente a los acontecimientos de la sociedad y frente a la destrucción del patrimonio de la Nación y la Patria. Y si esos procesos de toma de consciencia permiten construir alternativas reales, desde la política y la ideología, a los sectores populares y marginados del país.

El mundo atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia. Los peligros son evidentes, cuando se restauran visiones imperiales y racistas desde el norte dizque democrático, civilizado y educado. Nuestro país requiere de personas altamente comprometidas con el país profundo. Además de patriotas y con sentido de Nación. Dispuestas a colgar corruptos en las plazas públicas del país. Y dispuestas a nuevos sacrificios para seguir construyendo Bolivia.

Opinión
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Camacho: la rebelión, la fe y el olvido

Hay momentos en la historia en los que la lógica se quiebra, en los que los cálculos políticos se hacen trizas, y los pueblos se encuentran siguiendo a un líder que jamás estuvo en el libreto del poder. Así fue la aparición de Luis Fernando Camacho en la escena nacional. Así irrumpió en la conciencia colectiva de Bolivia, como una tempestad nacida en Santa Cruz, con una Biblia en alto y una promesa de libertad.

Camacho no fue obra de un partido ni de un plan político. Fue un instrumento. Un hombre elegido (sí, elegido) para cumplir un propósito que iba más allá de él mismo. En un país sumido en la desesperanza, él encarnó la resistencia, la rebelión moral, el despertar de una nación que había perdido la voz entre decretos, pactos oscuros y una política transformada en culto a la mentira y a la personalidad.

Pero para entender la profundidad de lo que ocurrió, hay que volver un poco más atrás. Hay una escena que pasó casi desapercibida en medio del caos, pero que contiene una clave espiritual ineludible, en la que García Linera, en toda su arrogancia, entró al Palacio con una Biblia en la mano y la leyó mal ante los medios. En su afán de mostrarse ilustrado y pavonear su “superioridad” intelectual, no se dio cuenta de que estaba cumpliendo, sin saberlo, el primer acto del regreso divino a Palacio. La Biblia volvió a la casa del poder, no con Camacho como muchos creen, sino que días antes el enemigo la metió con sus propias manos.

Y como en tantas historias bíblicas, Dios usó al impío para abrir el camino. Desde ese momento, algo empezó a agitarse en el mundo invisible, fue el punto de inflexión. Una corriente espiritual empezó a recorrer Bolivia, como un río que crece, y lo que siguió fue un despliegue de hechos difíciles de explicar sin esa dimensión espiritual.

La renuncia del caudillo cocalero fue un acto de desconcierto absoluto. Los siguientes en la línea de sucesión, uno tras otro, renunciaron con una extraña docilidad. Se esfumaron, como si una mano invisible los hubiese dispersado. ¿No fue acaso esa confusión el mismo signo que en tantas historias bíblicas precede a la caída de imperios? Es la misma estrategia del cielo que confundió a los enemigos del pueblo elegido.

Luis Fernando fue el David que desafió a Goliat. Un joven cruceño que se atrevió a romper el guion escrito por el socialismo de manual y la tibieza cómplice opositora. Y Bolivia lo siguió por fe, porque encarnaba el deseo de volver a la verdad, al esfuerzo, a la luz.

Pero el pecado de Camacho no fue político, fue espiritual. Se creyó autor de la obra que solo debía ejecutar. Confundió ser elegido con ser imprescindible. Olvidó que David jamás atribuyó su victoria a su brazo, sino al Señor que lo respaldaba. Camacho, en cambio, cayó en la tentación de la vanagloria. Declaró, en voz alta y frente a los suyos, que él y su papá lo habían logrado todo. No reconoció al Dios que había abierto las aguas, al menos no en su corazón.

Y luego el juego político. La grabación de Pumari, el compañero de lucha, convertido de pronto en enemigo por desconfianza, por ambición, por cálculos que nunca debieron tener lugar en una misión sagrada.

La Biblia que creímos que volvió al palacio con Camacho, ya había regresado antes como advertencia, pero su presencia no se consolidó. El poder transitorio no supo qué hacer con ella. Los que asumieron la transición estaban confundidos, inseguros, perdidos entre la fe que los había traído, la ambición que los corroía y los pactos que el sistema exigía.

Hoy Bolivia vive la degradación de esa traición a lo divino. No ha dejado de ser un Estado donde la mentira camina por la plaza con el pecho inflado de impunidad, donde la moral esta ausente, y donde gobernantes, ministros, diputados y dirigentes compiten por el trofeo a la ineptitud y la riqueza que otorga lo fácil.

Camacho está en la cárcel, y tal vez allí, en el silencio de su celda, esté encontrando el verdadero sentido de su llamado. Como tantos otros elegidos que fueron llevados al desierto para ser purificados, quizás ahora entienda su rol y cual fue (o es) su papel en la historia. Pero algo nos recordó, y es que Dios está aquí, pendiente de Bolivia.

No hemos sido abandonados. Porque aún hay quienes oramos para que la bondad divina del Creador vuelva a palacio.

Opinión
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Encuestas ¿para qué?

El principal bloque opositor electoral ha dado a conocer que efectuarán  tres encuestas para elegir a su candidato en vistas a las probables elecciones generales de agosto, formularán cinco preguntas y estarán incluidos candidatos, no candidatos, opositores, oficialistas y paraoficialistas. 

De pronto les dio un ataque de demorragia, sin mayor explicación deciden cobijar en su consulta a todos, derraman democracia a raudales, con ello,  más que operar con seguridad y denotar que gozan de una buena salud política, desnudan una actitud que podría ser vista como impericia para enfrentar las circunstancias y las necesidades del momento. 

Lo decidido desorienta a la ciudadanía, que no sabe cómo se encausarán  los resultados de dicha consulta porque sus objetivos están desdibujados y sus consecuencias peor, se preguntan si habrá un candidato  único opositor o ratificará la distancia entre ellos, o legitimará a los autoritarios o les otorgará la calidad de opositores a los paraoficialistas. 

¿Cuál es el objetivo de la encuesta que incluye a candidatos y a no candidatos sin distinción? Como están las cosas será una medición de todo, tal vez por ahorrar recursos quisieron medirse ellos mismos y medir sus fuerzas frente al resto, pero  bien saben que eso se hace después, cuando ya hay candidato, lo otro les ocasionará muchas dificultades. 

La inclusión de Evo Morales es una torpeza, porque asumen el papel de legitimadores de un perseguido por la justicia por la comisión de delitos comunes y que es objetado por el propio evismo. Que sea la oposición que le reconozca la calidad de competidor electoral como si nada hubiera pasado es política, legal y moralmente objetable.  

Su inhabilitación por un referéndum ciudadano, por fallos emitidos por el Tribunal Constitucional y por opiniones expresadas por organismos internacionales dejan en claro que la reelección no es un derecho político, por lo que, incluir a una persona que no tiene la posibilidad constitucional ni legal de ser candidato  tiene un efecto perverso que asfixia a la democracia y le dan oxígeno al autoritario para seguir convulsionando al país. 

Introducir a Andrónico Rodríguez, que aún no es candidato pese a las señales emitidas por sus parciales, es hacerle un favor develándolo como tal y liberando al oficialismo de una responsabilidad que solo a ellos debería corresponderles. En el caso de Arce Catacora lo propio, además, al incluirlo en su encuesta gastan pólvora en gallinazo. 

A Reyes Villa, le otorgan la condición de opositor cuando ha dado muestras de tener una relación con el oficialismo, olvidan que ha sido liberado, por un fallo inédito, de 12 procesos penales en combo, en los que era acusado por hechos de corrupción y no por temas de orden político. Estos beneficios de impunidad sólo se pueden lograr por acuerdos encubiertos con el poder político. 

Chi Hyun tiene un caudal electoral concentrado en el voto cristiano y conservador que en el pasado apoyó a  Morales Ayma que ahora esta de capa caída y ya no les es útil, entonces esa votación se reencauzará ideológicamente y apoyará a quien los represente mejor, en consecuencia ¿Las encuestas opositoras tienen el propósito de potenciar al candidato coreano y reordenar el tablero electoral sin tener competencia para ello?  

Aquí no terminan los problemas, que pasaría si un oficialista o paraoficialista recibe un apoyo mayor frente a los candidatos del bloque opositor ¿en apego a su espíritu democrático, apoyarán al mejor posicionado sin importar su condición? y, si no lo hacen, no se dan cuenta que de salir  segundones exhiben una debilidad extrema frente a sus eventuales contendientes. El  mensaje no será de victoria sino de una derrota anticipada. 

Supongamos que todos estos problemas no son tales y son superados por el bloque opositor ¿Qué sucederá si las tres encuestas tienen diferentes ganadores, cómo se resuelve esta diferencia? Es posible entonces que al no encontrar una salida, cada aspirante se sienta el elegido y sin ninguna atadura para lanzarse al ruedo ¿nos están dando el mensaje anticipado de que habrán varios candidatos del bloque opositor electoral? 

Finalmente, si las encuestas se inclinan por un solo candidato y los otros reconocen su derrota, el escenario no será de unidad sino de adhesión, como muchas veces lo ha dicho alguno de los aspirantes. ¿El resto se adherirá al candidato ganador y le otorgará todo el poder de decisión en lo programático? Difícil. 

La situación se enturbia más si ese mesías gana las elecciones, la futura gestión gubernamental será manejada discrecionalmente ante la furia de sus aliados o exaliados, de igual modo, si no llegan a la Casa Grande del Pueblo ¿como se conducirán en el parlamento? 

Las encuestas anunciadas tienen demasiadas debilidades y son preludio de muchos conflictos que podrían desdibujar a la oposición en sus planes y proyectos, porque la unidad, de principio, tuvo una gran dificultad, todos los aspirantes apuntaron a elegir al mesías no a la causa, nunca debatieron un programa mínimo de lucha y unidad que sea la base de su accionar para después recién elegir al candidato que debería ser el que mejor exprese a ese programa. 

Los pueblos no solo exigen candidatos y programas coyunturales en respuesta a temas instalados en el día, requieren de ideas fuerza que van más allá y se instalan en el sueño a ser alcanzado, máxime si el fracaso del estado plurinacional les obliga a dar una respuesta histórica y de periodo. 

De haber seguido esta ruta, la encuesta o una elección primaria posterior, hubieran gozado de gran credibilidad y legitimidad otorgándole una poderosa fuerza al elegido y a la conducción política, sobre la base de afinidades programáticas.

La encuesta no es el mejor camino pero esta lanzada y puede ser mejorada, están a tiempo para efectuar rectificaciones que les de credibilidad. El bloque opositor electoral tiene aún la oportunidad de dar un salto cualitativo en busca de una unidad programática y elaborar una mejor encuesta para elegir a su candidato.

Desde el Sur
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Neofascismo en Estados Unidos

El caudillo neofascista elegido en los USA como presidente, conlleva los enormes peligros que el mundo corre en estos tiempos turbulentos. Como todo caudillo, tenemos experiencia de sobra en el sur del mundo, carga todo lo nefasto de la política patrimonialista. Es decir, considerarse dueños de todos los rincones del Estado, para corromperse y destruir lo colectivo: porque el Estado somos todos.

Aquel país supuestamente ícono de la democracia moderna, ejemplo de la civilización occidental y su cultura capitalista moderna, es hoy una rémora de todo ese mito y discurso que compartían las clases altas de América Latina, seas estas de derecha e izquierda. Y la ideología social darwinista fue la base de sustentación, para destruir toda herencia prehispánica en nuestros territorios.

El caudillo gringo, un ignorante y prepotente comerciante, es ciertamente la punta del iceberg de una corriente ultraconservadora y totalmente retrógrada respecto de las conquistas sociales del mundo. Corriente retrógrada, llena de odio y resentimientos contra lo distinto, contra visiones del mundo que no precisamente son anglosajonas y blancas, en costumbres y maneras de ver el mundo.

Cuando se pensaba que la historia del mundo había superado con creces, a las tragedias de los fascismos de toda laya, allá al terminar la segunda guerra mundial, pues hoy somos testigos de la resurrección de los fascismos en dónde se piensa todavía, que aún tienen las democracias más modernas posibles. Los fascismos regresan convertidos en neofascismos. Es decir, más peligrosos que sus anteriores raíces. Hoy cuentan con las tecnologías de punta en armas y mecanismos de comunicación, para adormecer a las masas y hacerlas esclavas de sus delirios más peligrosos.

La expulsión de migrantes, en las condiciones más humillantes posibles, el apresamiento de estudiantes que tienen legalidad; pero que son contrarios a los abusos de poder, muestran facetas abiertamente neofascistas. Todos los ministros o burócratas que le acompañan al caudillo, reaccionan insultando a la prensa o a quiénes se animan a criticar estas cavernarias maneras de gobernar dicho país. La libertad de expresión está en peligro, como no se había visto desde los nefastos acontecimientos de la época nazi, en los años 30 del anterior siglo.

Por el sur del mundo, lugar de caudillos ignorantes y bravucones, acostumbrados a sus clases altas admiradoras de los civilizados del norte, también hay temblores políticos. Imitadores del caudillo gringo aparecen en el escenario de muchos lugares. Milei es el más representativo, es el más empeñado en que la restauración señorial conservadora tenga efectos y resultados concretos por estos lugares del mundo. Es cierto, al final estos señoriales son los descendientes del colonialismo de los siglos XVI adelante. Son los hijos de la civilización de occidente.

Con las elecciones en estos años, aparecen y aparecerán más imitadores del caudillo del norte. Suponen que ha llegado la hora de restaurar lo señorial e imperial, aun a costa del sufrimiento del mundo. En Bolivia ya empiezan a aparecer los pequeños Milei, que se prestan a ser los lacayos del caudillo del norte. Los discursos de restauración y de poner en orden la economía, son precisamente esos que se dicen en el norte. Pero que son mensajes de las órdenes que vienen de oficinas, conocidas desde el siglo XX, donde los burócratas de la muerte suelen enviar a sus sirvientes por estos lados del mundo.

La resistencia a estos flagelos de la muerte, será otra vez esencial en estos tiempos. Resistencia activa por todo el mundo: protestas callejeras, protestas en las redes sociales, protestas en todos los países directamente afectados por las torpezas imperiales del caudillo gringo. Se tiene que globalizar la lucha y la resistencia, si es posible en unión de países, de trabajadores y sindicatos organizados de manera internacional.

Por razones éticas y morales no se puede dejar que la soberbia ignorante, prepotente y neofascista se imponga a las malas en todo el mundo. El peligro de dejar pasar estos atropellos contra la humanidad, es la restauración de todo lo superado y vencido en siglos de lucha y enormes sacrificios de la humanidad. No se puede traicionar la sangre y el sacrificio de millones de seres humanos, que pusieron sus vidas en función de mejor vida de las generaciones venideras. Y estos neofascistas gringos quieren destruirla de manera brutal e imperial.

Aquí ya no cuentan las izquierdas y derechas de cuello blanco, que son también señoriales desde nuestras experiencias autóctonas. El internacionalismo trabajador y de pueblos ancestrales, que tienen experiencia en resistencias a colonialismos e imperialismos, serán los que lleven las banderas de la resistencia. No sólo está en juego la dignidad de nuestros pueblos, sino realmente el futuro de la humanidad.

Han despertado y regresado los resabios de los colonialismos e imperialismos del siglo XVI. Esos resentimientos del odio hacia lo distinto. Esos social darwinistas y supremacistas racistas, que quieren un mundo a imagen y semejanza del Ku klux klan. Entonces tendrán más Vietnam y Palestina incluso en su propio territorio.

Opinión
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Ruina Institucional, Cap. 1: Fuerzas Armadas

Hay algo profundamente obsceno en ver a los altos mandos militares desfilar al ritmo de los discursos del poder político, demostrando que la dignidad de las Fuerzas Armadas fue intercambiada por una promoción y quien sabe que más. En Bolivia, la desinstitucionalización es un proyecto macabro y deliberado. Se ha vaciado a la institución militar de doctrina, de honor, de tradición, de orgullo profesional y patriótico, para convertirla en una suerte de “sonso útil”. Se nombran comandantes de pocos merecimientos, que cada cierto tiempo son traicionados y usados como fusibles por el mismo gobierno que los promueve.

A riesgo de generar ataques epilépticos en alguna gente, quiero contrastar esto con nuestro vecino, Chile, donde las Fuerzas Armadas no solo son respetadas, sino que respetan el orden institucional y constitucional. En Chile, la doctrina de Estado se impone sobre la política coyuntural. La institucionalidad militar chilena, criticada a veces por su rigidez, ha sabido ser una barrera firme contra los excesos del poder. Cuando un gobierno gira demasiado a la izquierda o a la derecha, no lo hace sin sentir el frío metálico del sable apoyado en su nuca. Sabe que hay una estructura llena de orgullo y honor detrás, que no está dispuesta a prostituirse por cuotas de poder. No es que en Chile los militares manden, sino que su sola existencia, con autonomía y doctrina, disuade la tentación autoritaria.

Para alguien que ha llevado una vida entera de sacrificios, de entrenamiento riguroso, de códigos de honor, es un insulto que un grupo de personajes circunstanciales, y muchas veces sin méritos propios, decida sobre su destino profesional. Que la Asamblea vote si un coronel merece o no el ascenso, como si se tratara de un nombramiento en cualquier comisión camaral, es una aberración institucional. El uniforme se lo gana con años de persistencia y perseverancia, no con votos.

Al igual que Bolivia, los militares necesitan una desintoxicación. Volver al principio elemental, donde los ascensos se decidan dentro de las Fuerzas Armadas, por comités profesionales, con criterios técnicos y trayectoria verificable. Que el presidente solo le ponga la firma, como quien bendice un proceso legítimo que no le pertenece. Que la política mantenga sus manos lejos. Porque solo una institución militar independiente puede cumplir su misión constitucional de custodiar el Estado, también, cuando los gobiernos lo traicionan.

Las Fuerzas Armadas deben ser autónomas e implementar una doctrina coherente, no para gobernar, sino para evitar ser gobernadas por la política. Y mientras sigamos viendo generales buscando ascensos y mendigando favores, sabremos que la derrota de nuestros soldados no ocurrió en el campo de batalla, sino en los pasillos de la Asamblea Legislativa.

Opinión
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Programa de lucha y de unidad

La campaña preelectoral iniciada por los aspirantes a la presidencia con gran ahínco sigue su curso ascendente a la par que persiste el divorcio con los conflictos sociales que transitan por cuenta propia. El proceso electoral y la crisis integral siguen caminos diferentes, pese al esfuerzo gubernamental de utilizar la crisis en beneficio propio.

La reunión convocada por el presidente Arce, en días pasados, ayudó a desenmascarar a qué bloque pertenecen los precandidatos, más allá de sus poses, declaraciones o aspavientos.

Contribuyó también a dejar en claro que, ni en el oficialismo ni en la oposición habrá una sola opción. En ambos bloques aparecen varios aspirantes en disputa que han iniciado una lucha interna que va de feroz a picante. Los perfiles que se dibujan unos son explícitamente confrontacionales y otros arteramente disimulados.

El oficialismo “oficial” -valga la redundancia- esta fisurado e inmerso en controversias llenas de odio entre sus fracciones, en tanto que el oficialismo encubierto clasemediero, acomodaticio e inescrupuloso se presenta con un rostro hipócritamente dialogal y dispuesto a todo con tal de obtener una victoria electoral.

La oposición variopinta, se ha dedicado a proponer fórmulas unitarias electorales en vistas al mes de agosto, pero en el trayecto se están inflingiendo algunos topetazos, que de profundizarse podrían inviabilizar la deseada unidad, con la agravante que la búsqueda de ese mecanismo técnico para elegir al candidato único se lo hace sin ninguna aproximación programática que garantice acuerdos duraderos no sometidos a la decisión del aspirante.

La ausencia de una visión integral del periodo y de soluciones en la misma dirección anuncian precariedades de alta inestabilidad, agudizadas por su negativa a esclarecer su posición sobre el estado plurinacional fracasado o con tímidas declaraciones que no atinan a proponer un modelo estatal alternativo.

La suposición de que una victoria electoral reordenaría al país y las soluciones se darían mecánicamente producto de la elección de un presidente opositor sin tomar en cuenta de que las urnas son necesarias pero insuficientes para gobernar, les impide percibir los peligros conspirativos del día después de la elección

La unidad electoral en las actuales circunstancias, parece difícil, por las aspiraciones desatadas, pero si se diera no es garantía de que las elecciones se realicen con limpieza y sometidas a las reglas de juego preestablecidas.

Sin embargo esta deficiencia, podría convertirse en una gran oportunidad para que las fuerzas políticas opositoras en contienda, sin renunciar a sus aspiraciones electorales, se aproximen para enfrentar la crisis actual e incidir en

un arribo más o menos confiable a las urnas, sobre la base de acuerdos puntuales, que les permitirían vincularse con la ciudadanía y constituir una conducción política ante cualquier emergencia y ser el cimiento de futuros acuerdos de gobernabilidad democrática, imprescindible para cualquier gobierno.

La ciudadanía exige una respuesta unitaria a la crisis política, económica, social y moral que agobia a los bolivianos y que cotidianamente esta provocando estallidos espontáneos e incontrolables de protesta que de no ser canalizados adecuadamente podrían ser utilizados por la dictadura para afectar el desarrollo del proceso electoral mismo.

Acaso no se dan cuenta que las respuestas están en la calle y solo requieren ser cohesionadas en un ideario que permitiría visibilizar una conducción política legitimada en el fragor de la contienda.

Es necesario vincular la lucha electoral con la lucha política contra la crisis y que los candidatos recojan las propuestas ciudadanas y las conviertan en un programa de lucha y de unidad para el periodo.

El grupo político que mejor interprete las aspiraciones del pueblo será reconocido desde abajo y podrá proponer un candidato que represente esas luchas con un alto grado de legitimidad, querer reemplazar la decisión ciudadana por mecanismos técnicos es ofensivo.

Las elecciones por lo tanto no son el punto de partida que desarrollará un proyecto alternativo de poder sino la culminación de una contienda y el momento inaugural de la cristalización de un periodo histórico democrático en reemplazo de la dictadura plurinacional.

Desde el Sur
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¿“Agarrar del cuello” a los exportadores?

Abunda en las redes sociales una profusa terminología derivada de la expresión “agarrar del cuello”, pronunciada recientemente por el exvicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, quien sugirió tal acción para obligar a los exportadores del país a que entreguen al Banco Central de Bolivia las divisas que -contra viento y marea, en lo externo e interno- les cuesta lograr por la venta de sus productos en el extranjero. A partir de dicha expresión surgieron otras más, como, “agarrar del cogote”, “acogotar” y “cogotero”… 

Según la Real Academia Española (RAE), el cuello es la parte de nuestro cuerpo que une la cabeza con el tronco, siendo sinónimos: pescuezo, garganta y cogote. La RAE dice, además, que el cogote es la parte superior y posterior del cuello; Wikipedia, por su parte, dice que “el estrangulamiento es la acción de apretar el cuello para comprimir las arterias carótidas o la tráquea; puede causar desmayo, y seguidamente la muerte por asfixia”; finalmente, para Wikcionario, acogotar es “agarrar por el cogote a alguien para controlarlo” ¿feíto, no? 

Más allá de que agarrar del cuello implique, también, atemorizar y dominar a una persona, tal expresión nos hace recordar el grave sufrimiento y la enorme angustia que siente una gallinita cuando alguien la sujeta por la fuerza y pasa el filo del cuchillo por su cogote a fin de matarla por desangramiento… 

Durísima palabra, la vertida por el exvicepresidente, por varias razones, principalmente porque, así sea metafórica, nuestros empresarios -inversionistas, productores, exportadores, prestadores de servicios, etc.- de ninguna manera merecen ser víctimas de afiebrados pensamientos que no hacen, sino, enturbiar, aún más, el incierto futuro que nos espera, salvo que la idea sea “destruirlo todo para construirlo todo”, como algunos anacrónicos insisten en proclamar. 

Llevo trabajando cerca de 40 años en el campo del comercio exterior, por lo que puedo dar fe de la imprudencia de tales declaraciones, especialmente en el álgido momento que vive el país. Duele ver que seguimos tropezando, una y otra vez con la misma piedra, como dice la canción. ¿Cuándo se entenderá la enorme importancia del comercio exterior, y que la exportación, por su vasto efecto multiplicador, no es una economía de rebalse, especialmente para Bolivia, que sufre lo reducido de su mercado interno para lograr un mayor desarrollo? Exportar es vital, pero no es fácil y, en el país, una odisea. 

Las divisas provienen de la exportación al gigantesco mercado externo, cuya conquista demanda mucho trabajo, esfuerzo, tiempo y recursos, pudiendo implicar años el lograrlo. Pero todo lo conseguido a costa de un enorme sacrificio se puede perder por los bloqueos, paros, prohibiciones y cupos de exportación que perjudican a nuestros exportadores, principalmente a los de productos agrícolas, agroindustriales, forestales, madereros y manufactureros, ya que la competencia en el mercado mundial es fuerte, el riesgo de pérdida, alto, y el margen de utilidad, bajo. 

El exportador boliviano que debe generar por su propia cuenta y riesgo oportunidades de venta para los productos que fabrica o intermedia -haciendo toda clase de pagos en dólares fuera del país- no merece un maltrato, al contrario, por su importancia estratégica, debería ser la “niña de los ojos” del Estado. 

Pero, quien ignora que hay dos circuitos en el comercio exterior -uno, en el que el sector privado genera los dólares por exportación para cubrir sus necesidades de importación, y, otro, el del Estado, como exportador e importador- erróneamente piensa que el empresario debe resolver, p. ej., el pesado lastre de importar y subvencionar los combustibles, que se autoimpuso el Estado. 

Recuerdo otro exabrupto de un exfuncionario público, también -en 2007, creo- quien dijo que exportar era malo pues hacía depender al país de los precios internacionales, por lo que propuso controlar la exportación. Lo cierto es que la historia ha demostrado que cuando de “agarrar del cuello” al empresario y “controlar” el comercio exterior se trata, las cosas acaban mal, muy, pero muy mal. 

El ciudadano merece saber que a la política de entrega obligatoria de divisas al Estado le sigue otra política de asignación de divisas y, a ésta, la inevitable corrupción, ya que en tanto el hombre sea hombre -así sea socialista, comunista, etc.- ganará siempre la raíz de todos los males: el amor al dinero. 

El trágico resultado del control de divisas en el gobierno izquierdista y populista de la Unidad Democrática y Popular (UDP) entre 1982 y la renuncia del presidente Hernán Siles Zuazo, en 1985, fue la caída de la exportación, la fuga de capitales y la intempestiva subida de las importaciones por su sobrevaloración para obtener divisas baratas. ¿La consecuencia? Un grave desbalance comercial, menos dólares, menos inversión, menos empleos, menos ingresos para las familias y menos dinero en el bolsillo por la inflación. 

La gente quiere paz, no zozobra; seguridad, no temor; trabajos dignos, no deudas; pero, desaprensivas expresiones como la comentada solo exacerban más las preocupaciones, muchas de ellas atribuibles al gobierno del exvicepresidente. Lo que hoy vivimos es la cosecha de la siembra pasada, p. ej.: Se agarró del cuello a las transnacionales diciéndoles “queremos socios, no patrones” y, ahora, todo el país paga la factura. ¡Ojalá no se produzcan malas decisiones adicionales que desmejoren el entorno! Quien ha demostrado un buen dominio del tema es el Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, pues no sólo sumó al vendaval de críticas contra García Linera su público rechazo a lo planteado, sino que le refutó abiertamente por los medios de prensa: “¿Por qué no aplicó su receta cuando era vicepresidente?”. ¡Esa sí que fue una excelente señal! 

Es de esperar que el Primer Mandatario, como economista, reflexione sobre tales riesgos y no se meta en “camisa de once varas” que pueda complicar más la situación. ¡Dios salve a Bolivia!

Buscando la verdad
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Nuevo desorden mundial

Los civilizados y educados gringos están destruyendo su democracia, además de llevar al mundo a un desorden total, donde probablemente la barbarie y los bucaneros modernos serán los líderes políticos más importantes. De hecho, los Estados Unidos ya son una muestra palpable. En este escenario cabe preguntarse si todavía es ético y moral, considerar la continuidad del sistema democrático, pues sus resultados no son precisamente los más positivos.

Incluso en la periferia de la periferia, donde está Bolivia, los cuestionamientos al sistema democráticos son muchos. A pesar de los avances políticos y de inclusión social, no se ven avances en la inclusión económica. La pobreza y la miseria siguen siendo el talón de Aquiles de nuestro país. Requerimos de nuevas estrategias de país, de Estado, de sociedad civil para vencer los desafíos más importantes y que siguen persiguiéndonos como fantasmas desde el siglo XIX.

El escenario internacional no es en esta coyuntura una oportunidad. El racismo como lenguaje político ha regresado, poniéndonos en evidencia que esas enfermedades mentales regresan cada vez que se sienten superados por los avances sociales. Dialogar y consensuar con esos seres supremacistas, es pedir peras al olmo. Esos bucaneros y piratas buscan esclavos políticos, o sirvientes dispuestos a agachar la cabeza por unos cochinos dólares.

Sin embargo, es también un momento para evaluar lo nuestro. En sentido de mirarnos al espejo, con crítica de altura, para ver nuestros avances y nuestros errores. Como sociedad no solemos, lamentablemente, estar acostumbrados a la crítica y la evaluación, sino al encubrimiento ideológico, como en la edad media, de lo que realmente está sucediendo.

Estamos desordenados en muchos sentidos. Nuestros tejidos sociales desestructurados, fracturados, quebrados incluso en las facetas más cotidianas. En momentos de crisis económica, muchos comerciantes aprovechan el pánico para ganar sobre el hambre de la gente. No existe ya la solidaridad de clase, ni de ningún tipo. Aquí es sálvense quién pueda. Como en las instituciones del Estado y quizás también en las instituciones privadas.

La incertidumbre está carcomiendo todos los tejidos sociales, junto al azar de las determinaciones de sociedad. Lo peligroso de este ambiente, es que el mensaje hacia las nuevas generaciones es de fracaso total. Es decir, sálvense quién pueda. Las únicas oportunidades en el desorden social es la delincuencia, el contrabando, el narcotráfico, el engaño al Estado a toda costa vía desvío de impuestos, etc. Porque nada es seguro, todo es incierto, no hay presente y futuro que soñar, sólo la sobrevivencia absoluta y total a cualquier costo.

Hace demasiado tiempo se requiere de urgentes cirugías ideológicas, políticas, éticas y morales en nuestros tejidos sociales. Los parlanchines y héroes no sirven de nada, sino quiénes realmente son ejemplos y referentes éticos en la sociedad, en los barrios, en las organizaciones sociales. Referentes en los ejemplos concretos de servicio social, de trabajo comunitario y barrial.

El mundo ya no es referente de nada en estos momentos. Quiénes se decían ejemplos de democracia y solidaridad internacional, muestran su lado más inhumano posible hacia el mundo. Es la época de la globalización del racismo, de la pigmentocracia, del imperialismo más brutal posible.

En cierto sentido, la crisis del sistema nos permite una nueva oportunidad de ser nosotros mismos. Para luego ser universales. Sin embargo, es lo económico que no estamos haciendo bien. No tenemos estrategias de Estado, no tenemos visiones en el largo plazo. Vivimos de la coyuntura en medio de la miseria y pobreza franciscana, sin soñar alcanzar metas más exigentes. La mediocridad es el reino de los cielos en nuestro país.

En todo caso no hay muchos secretos en la historia. Los consensos sociales, los acuerdos de objetivos conjuntos, y pues el patriotismo como prioridad seguirán siendo los protocolos más importantes también en estos tiempos. Los caudillismos tienen que ser enterrados en el basurero de la historia. Los daños que han causado a la Patria son inmensos y profundos.

En estos tiempos cuando el sistema capitalista ha quedado en evidencia, con sus raíces racistas y supremacistas, tenemos que buscar con urgencia consensos de sociedad para sobrevivir de mejor manera. Eso es por supuesto sanar los traumas terribles en nuestros tejidos sociales, que ahora están destruidos y desestructurados. Los consensos sociales son exámenes de sociedad, en función de objetivos superiores y de conjunto.

Soñemos también con la aparición de líderes nuevos, jóvenes en lo posible para renovar totalmente la política, las ideas de lucha, las ideas de construcción de Patria y Nación que no podemos realizar y cerca del Bicentenario, pues, no hemos cumplido como país. Todas las anteriores generaciones se han aplazado históricamente.

En tiempos de Desorden Mundial y regreso de los racismos supremacistas más retrógrados, tenemos la urgencia de revisar lo nuestro. Pero desde posiciones críticas y valientes. Intelectualmente patrióticas y con el corazón en el pueblo.

Opinión
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El fin no justifica los medios…

“Quisiera su opinión sobre esto”, me dijo hace poco cierta amistad. “Tal cual, así es, una lacerante realidad que de verdad golpea, y mucho”, le respondí. “Es que, siempre lo leo o escucho a favor de la exportación y en eso incluye también la minería”, me dijo. Le contesté: “Correcto, siempre estaremos a favor de la exportación, pero no a cualquier costo, de hecho, la égida del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) es, económicamente viable, ambientalmente sostenible y socialmente responsable; si no cumple con esa tríada, no apoyamos", le respondí. 

La pregunta en cuestión tenía que ver con el artículo titulado “Doce horas en la mina para extraer todo el oro posible: ascender a costa de la salud y el planeta”, publicado por Caio Ruvenal en la Sección América Futura del periódico “El País”, en España, el 16 de febrero de 2025. Como mi respuesta le agradó, quedamos en tomar un cafecito para hablar sobre nuevas posibilidades de desarrollo para Bolivia, como el turismo sostenible, en lugar de ese tipo de minería. 

La investigación de Ruvenal, nacido en Brasil, criado en Bolivia y formado en Comunicación Social, daba cuenta de la inhumana labor de cientos de trabajadores bolivianos, principalmente en la minería ilegal del oro, poniendo como ejemplo de su preocupación la zona tropical de Los Yungas en La Paz, que, “históricamente una región destinada a la agricultura, ha sucumbido en las últimas décadas a la fiebre del oro”, provocando que cientos de campesinos ya no cultiven papa, chuño, cítricos y hoja de coca, al convertirse en mineros. 

Basado en uno de los testimonios del investigador Fernando Alcons, en su artículo científico titulado “Extractivismo aurífero y organización del trabajo: dinámicas territoriales en la minería aurífera cooperativizada en Los Yungas, Bolivia”, publicado a fines del 2024, Ruvenal da cuenta, “cómo los jornaleros -trabajadores que reciben un salario por hora o día, y el estrato más bajo en la cadena de trabajo de la minería- explotan la mina hasta por 15 días consecutivos con el objetivo de escalar en la jerarquía laboral de la cooperativa. En el camino del sacrificio no solo queda el desgaste del entorno ambiental, sino también el de la fuerza de trabajo”. He aquí, cómo ejemplifica, el autor, tal situación: 

“Cuando eres jornalero, estás obligado a trabajar dentro de la mina, en el interior del socavón y los túneles (…) Tienes que trabajar todos los días sin fallar; si no, te dicen: ‘Te vas a ir’. Pero cuando eres socio, estás mejor: cada uno asume su propia responsabilidad y se cuida también de los accidentes”, comenta Huanca, nombre ficticio que utilizó su entrevistado a fin de evitar represalias. 

El boom aurífero boliviano deviene del hecho que el precioso mineral ha trepado más de 10 veces su cotización internacional en este siglo, un dulce demasiado apetitoso para poder ignorarlo, habiendo llegado a ser el principal rubro de exportación del país en 2022, superando al gas natural, aunque se especula que gran parte de aquello tuvo que ver, también, con el contrabando de oro peruano. 

Sea como fuere, el alza de la cotización del oro hizo proliferar las cooperativas mineras que, de acuerdo con el indicado autor suman ya 2.300 con 130.000 socios, según cifras del Viceministerio de Cooperativas Mineras, con un negativo impacto, principalmente de la minería aluvial en los ríos, además de la deforestación en las laderas de los valles y la devastación de áreas protegidas. 

El impacto medioambiental, según había reportado anteriormente Alcons en su estudio “Enclaves de devastación y minería aurífera en el departamento de La Paz, Bolivia”, en junio de 2024, destacaba, además, el impacto sobre la vida misma, ya que las jornadas de trabajo por una paga inestable y muchas veces insuficiente, cuando la extracción del oro no rinde lo esperado, hace que el jornalero se autoimponga trabajos de más de ocho horas y hasta por 15 días en la mina, mal alimentado y en condiciones verdaderamente precarias. 

A decir del investigador, el sueño de los jornaleros es llegar a convertirse en accionistas para tener un ingreso fijo mensual y bajar el riesgo de salud, dados los elementos químicos que se utilizan para purificar el mineral. Ahora, mi opinión personal… 

La actividad minera del oro aluvional está fuertemente cuestionada por el daño ambiental, dado el indebido uso del mercurio, además de cundir la explotación ilegal, por ejemplo, en el Río Madre de Dios, Riberalta, Beni, donde en cierto momento se dio cuenta que más de 25 dragas operaban al margen de la ley. Han sido frecuentes los reclamos violentos de los mineros para explotar oro en áreas protegidas, entre otras de sus reivindicaciones, sin embargo, no todo lo que brilla es oro, dice el adagio. 

Más de una vez aclaré mi apoyo a toda actividad que sea económicamente viable, pero también, ambientalmente sostenible y socialmente responsable, de ahí mi rechazo a sus protestas con dinamita y la explotación de áreas protegidas: El fin no justifica los medios…

Buscando la verdad
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El país de los pobrecitos

Bolivia no avanza, se repite. Es un país donde el pasado no es historia, sino un déjà vú. Octavio Paz, en “El laberinto de la soledad”, describió al mexicano como alguien que desconfía de su propio destino, que teme el cambio porque lo obliga a mirarse en el espejo. En Bolivia, la historia no nos inquieta, nos acomoda muy bien. Nos gusta la nostalgia revolucionaria, el discurso de la dignidad, la idea de que siempre hay algo por lo que luchar, aunque ganar no sea un fin en sí mismo. La redención es un negocio y el desarrollo un riesgo que preferimos evitar, estamos dispuestos a empezar de cero una y otra vez.

Si el mexicano descrito por Paz sospecha de su propio éxito, el boliviano lo sabotea activamente. Aquí, cada intento de desarrollo es mirado con desconfianza, como si fuera un mal presagio o una traición. Nos llenamos los oídos con discursos sobre soberanía mientras venden el país en cómodas cuotas. Antes se lo rifaban a los europeos, luego a los gringos, y ahora somos una colonia sin uniforme del Partido Comunista Chino. Nos jactamos de nuestra dignidad, pero se firman contratos para entregar el litio y otros tantos recursos al peor postor, con la esperanza de que nos dejen al menos un resabio para no sentirnos tan ultrajados. No importa que la historia nos haya enseñado que los imperios someten a las economías chicas, nosotros nos mantenemos con la fe intacta de que esta vez será distinto, de que los nuevos patrones serán más generosos y que, aunque los beneficios solo lleguen a un puñado de personas de muy malos hábitos, el neoimperialismo chino nos dará lo que nos corresponde.

En Bolivia gobierna el miedo. Miedo a perder el subsidio, miedo a quejarse en voz alta, miedo a que la historia demuestre que estábamos equivocados y, sobre todo, miedo a estar en el camino correcto. Porque aquí nadie quiere progreso, todos quieren redención. Preferimos ser los pobrecitos antes que el protagonista de nuestro destino. Nos han convencido de que siempre habrá otro golpe de Estado, otra crisis, otro enemigo externo al que culpar, y que mientras sigamos esperando que un gobierno nos resuelva la vida, estamos a salvo de hacernos cargo nosotros mismos.

Octavio Paz entendió que la soledad del mexicano venía de su desconfianza en los demás. La del boliviano es peor, porque viene de su incapacidad de confiar en sí mismo. Somos el país de los pobrecitos. Seguimos creyendo que alguien más nos salvará, que el Estado nos lo debe todo, que el desarrollo llegará, por diestra o siniestra, en un avión extranjero con una receta enlatada. Pero la historia ya nos ha dado la respuesta, y no la queremos escuchar.

Opinión
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